Ponencia de Ramón Abad

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RAMÓN ABAD, DIRECTOR DE LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA DE ZARAGOZA LA PROFESIÓN DE BIBLIOTECARIO Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS La charla consiste en una reflexión basada en la propia experiencia de los cambios en la profesión bibliotecaria durante los últimos 25 años. Se centra en tres aspectos: las infraestructuras, las tecnologías y la formación/acceso a la profesión. Se valoran los planes de infraestructuras bibliotecarias de los 80 y 90 y los cambios que propiciaron, en contraste con los caóticos inicios de la automatización. La era Internet trae cambios profundos en todos los aspectos de la profesión, así como un reencuentro entre documentalistas, bibliotecarios y archiveros. A pesar del habitual alejamiento entre la enseñanza y la práctica profesional, los contenidos formativos siguen girando alrededor del temario de oposiciones. Combinar los nuevos perfiles profesionales con las estructuras administrativas de un sector fundamentalmente ligado a las administraciones públicas es uno de los retos más importantes con los que nos enfrentamos. EVOLUCIÓN DE LA PROFESIÓN BIBLIOTECARIA Los que llevamos más de 25 años en la profesión hemos sido testigos directos, además de agentes, de cambios espectaculares en la profesión. Por supuesto, las tecnologías han sido esenciales, pero también las infraestructuras, el aprendizaje de la profesión y las personas, es decir, los profesionales en sí mismos. No trato, por tanto, de ofrecer datos o cifras sino de ofrecer una serie de reflexiones contrastadas con la experiencia sobre una serie de hechos que, a mi juicio, han contribuido a cambiar la profesión bibliotecaria a lo largo de los últimos 25 años, consciente de que la memoria, como vemos todos los días, traiciona siempre. Los cambios se articularían a lo largo de tres ejes fundamentales: infraestructuras, tecnologías y formación/acceso a la profesión. Veamos con más detalle cada uno de ellos: 1

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RAMÓN ABAD, DIRECTOR DE LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA DE ZARAGOZA

LA PROFESIÓN DE BIBLIOTECARIO Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

La charla consiste en una reflexión basada en la propia experiencia de los cambios en la

profesión bibliotecaria durante los últimos 25 años. Se centra en tres aspectos: las

infraestructuras, las tecnologías y la formación/acceso a la profesión. Se valoran los planes

de infraestructuras bibliotecarias de los 80 y 90 y los cambios que propiciaron, en contraste

con los caóticos inicios de la automatización. La era Internet trae cambios profundos en

todos los aspectos de la profesión, así como un reencuentro entre documentalistas,

bibliotecarios y archiveros. A pesar del habitual alejamiento entre la enseñanza y la práctica

profesional, los contenidos formativos siguen girando alrededor del temario de oposiciones.

Combinar los nuevos perfiles profesionales con las estructuras administrativas de un sector

fundamentalmente ligado a las administraciones públicas es uno de los retos más

importantes con los que nos enfrentamos.

EVOLUCIÓN DE LA PROFESIÓN BIBLIOTECARIA

Los que llevamos más de 25 años en la profesión hemos sido testigos directos, además de

agentes, de cambios espectaculares en la profesión. Por supuesto, las tecnologías han sido

esenciales, pero también las infraestructuras, el aprendizaje de la profesión y las personas,

es decir, los profesionales en sí mismos. No trato, por tanto, de ofrecer datos o cifras sino

de ofrecer una serie de reflexiones contrastadas con la experiencia sobre una serie de

hechos que, a mi juicio, han contribuido a cambiar la profesión bibliotecaria a lo largo de

los últimos 25 años, consciente de que la memoria, como vemos todos los días, traiciona

siempre.

Los cambios se articularían a lo largo de tres ejes fundamentales: infraestructuras,

tecnologías y formación/acceso a la profesión.

Veamos con más detalle cada uno de ellos:

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LAS INFRAESTRUCTURAS

Las inversiones realizadas en infraestructuras bibliotecarias en los años 80 en el campo de

las bibliotecas públicas, o en los 90 en el mundo universitario, resultaron trascendentales

para transformar el panorama bibliotecario español y ponerlo a un nivel internacional muy

aceptable. Además, fueron fruto de una política o de unas políticas a medio/largo plazo,

algo inusual en el mundo bibliotecario español.

Las nuevas infraestructuras y quienes fueron usuarios de la Biblioteca Pública de la Plaza de

los Sitios (entonces de José Antonio) o de las bibliotecas de la Universidad de finales de los

70, sabrán claramente a qué me estoy refiriendo, posibilitaron cambios básicos hasta

entonces irrealizables, como:

Proporcionar una nueva imagen de la biblioteca, que pasa a identificarse con un espacio

físico atrayente.

Normalizar las tareas bibliotecarias y plantear opciones y servicios hasta la fecha

conocidos o estudiados en los libros pero imposibles de desarrollar cuando no se dispone

de recursos, aplicando las técnicas y herramientas de forma práctica (p.e. las

clasificaciones, etc.).

Diversificar servicios (libre acceso, audiovisuales, mostradores de préstamo, referencia,

espacios complementarios, etc.).

Hoy en día, no hay que irse lejos a visitar edificios de bibliotecas, donde ya existen hasta

algunas de arquitectura de “marca”, como por ejemplo, las nuevas bibliotecas de las

universidades de Deusto, Lérida, la UNED…, sin contar las numerosas restauraciones de

edificios históricos, en Zaragoza tenemos unos cuantos, convertidos en espacios que

combinan funcionalidad y elegancia.

LAS TECNOLOGÍAS

Este aspecto comprende dos entornos: la automatización de las bibliotecas e Internet.

La automatización. No fue modélica la implantación de los sistemas automatizados en las

bibliotecas españolas. Las etapas iniciales, salvo excepciones, fueron caóticas. Sin

enmarcarse en una política bibliotecaria, salvo el “hay que automatizar”, los inicios de la

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implantación de la automatización en España fueron, si se permite la simplificación, lo

contrario de lo que aconsejaban los manuales de automatización de bibliotecas. Hubo

mucho dogmatismo y poca formación/información. El anecdotario recoge herejías (el CSIC

eligió un software, el Aleph, que no utilizaba el MARC, lo que provocaba acusaciones en

todos los foros bibliotecarios), cismas (como el provocado por la elección del sistema VTLS

en Cataluña y que dividió profundamente a los profesionales catalanes), atisbos identitario-

técnicos (Catmarc versus Ibermarc), etc. Anécdotas aparte, es muy posible que una de las

causas principales de la pérdida de liderazgo y de implantación de la Biblioteca Nacional

como cabecera del sistema bibliotecario español radique en el desarrollo del proceso de

automatización de la Biblioteca Nacional, que en aras de un malogrado perfeccionismo la

situó por detrás de los procesos llevados a cabo con más éxito por las bibliotecas

universitarias y públicas.

Sin negar los avances y los cambios que la automatización en su conjunto aportó a las

bibliotecas (normalización de los sistemas de descripción bibliográfica, nuevas técnicas de

recuperación de la información), la automatización en sí no cambió sustancialmente la

visión de los profesionales y usuarios sobre las bibliotecas, al menos en el sentido que lo

hicieron las infraestructuras o lo hará después Internet. Por supuesto, se identificaba

automatización con modernidad tecnológica, pero no cambia demasiado la relación

biblioteca-usuario, ni cambia la concepción espacial de la biblioteca. Además, la

automatización se centraba en la catalogación, donde primaba la ortodoxia a toda costa, el

catálogo era el centro del trabajo. A lo largo de los 90, la situación se va normalizando y se

llega a la plena implantación de los sistemas automatizados, que ya comparten espacio con

la gran revolución en las telecomunicaciones que supone Internet.

Internet. Internet sí ha supuesto un cambio mucho más amplio y profundo en las

bibliotecas y en la profesión bibliotecaria, porque combina los avances tecnológicos con

otros cambios en la misma esencia de la profesión que es el servicio al usuario. Internet

surge, muy especialmente en las universidades, en un entorno de demanda de servicios por

parte de los usuarios de la biblioteca, que lo son ya de Internet. Internet, la Web, Google…

han transformado el entorno de la biblioteca en el sentido que han cambiado el marco, los

soportes, la propiedad de los objetos, la propiedad intelectual, el uso, el acceso, los

servicios remotos, la digitalización, los repositorios, los buscadores de información como

Google… La biblioteca no ocupa el centro en la cadena sino que se transforma en un

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elemento más y su posición se la debe ganar compitiendo con muchísimas otras fuentes y

servicios. Debe demostrar, marcar su diferencia y salir a competir por la atención de un

usuario que sabe mucho más pero también mucho más desorientado por la propia

abundancia de información. Es muy gratificante comprobar la facilidad con la que el mundo

bibliotecario ha dado el salto a la era Internet/Google. Enseguida se han sabido ver las

oportunidades del nuevo medio, a pesar de que este nuevo mundo cuestiona la información

y sus soportes tal y como se conocía hasta ahora, así como la centralidad del catálogo y de

la biblioteca en sí misma en el mundo de la información.

Tengo el convencimiento que la era Internet está ayudando a sacar lo mejor de los

profesionales de las bibliotecas, que es la vocación de servicio. Internet estimula esta

faceta, ofrece innumerables posibilidades de orientar o reorientar los servicios al usuario, de

trabajar tanto para el que está como para el que no está y ofrecerle un valor añadido difícil

de obtener por otros medios.

Resulta también curioso cómo Internet está ayudando a resolver una dicotomía, a mi juicio

artificial desde su inicio, sobre la profesión de bibliotecario/documentalista. La

documentación y la diferenciación del documentalista se consolidó en un momento en que

se desarrollaba con fuerza la información automatizada y las bases de datos. También tuvo

un papel “modernizador” del profesional y satisfacer la demanda existente de “otra cosa” no

asociada a la “biblioteca tradicional” o al libro o al impreso como centro de la información

escrita [inciso sobre la biblioteca tradicional]. Internet y la información global nos ha puesto

a todos en la misma galaxia, e incluso nos acerca más al mundo de los archivos, siempre

tan consciente de sus fronteras.

LA FORMACIÓN Y EL ACCESO A LA PROFESIÓN

La institucionalización de los estudios de Biblioteconomía y Documentación como titulación

universitaria en la década de los 80 hizo florecer en muy pocos años el número de escuelas

y facultades en las que se impartía por toda España. Antes había habido muchos debates y

ANABAD no fue ajeno a ellos, por ejemplo el Congreso de Sevilla, en 1981. No hay espacio

para enumerar los datos y aspectos de dicho proceso. Tan solo destacar dos reflexiones:

Los estudios oficiales de Documentación en España no han tenido una influencia

destacada en la práctica profesional. Por supuesto que han cambiado el panorama

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profesional, lo que se nota sobre todo en el número de publicaciones y actividades

profesionales tipo congresos, jornadas, etc., que se celebran en España. El espíritu de

mundos separados que reina entre profesores y practicantes profesionales se da en

prácticamente todo el mundo y España no es una excepción, pero aquí se agrava por el

hecho de que el acceso a la profesión o a algunos niveles de la profesión no requiere la

titulación en Documentación, por lo que a veces no existe ni siquiera la experiencia

personal como estudiante de Biblioteconomía en muchos profesionales en ejercicio.

La segunda reflexión está directamente ligada a la anterior y es el enorme peso del

temario de oposiciones en la definición no solo del “corpus” teórico-práctico de la

profesión, sino también de los contenidos de la titulación de Biblioteconomía y

Documentación. De hecho, hasta Bolonia, con la implantación del Grado de 4 años, los

estudios de grado se dividían en Diplomatura y Licenciatura, que equivalen a las

oposiciones de los Grupos A y B (Facultativos y Ayudantes).

Es precisamente ahora, al observar y reflexionar sobre las necesidades formativas del

profesional de las bibliotecas en este nuevo entorno, la cada vez mayor especialización a la

vez de interdisciplinaridad, el liderazgo de profesionales de otros ámbitos en el ámbito

tecnológico, cuando quedan patentes las debilidades del sistema actual. Es nuestra tarea,

como profesionales, funcionarios o no, profesores y asociados, dar salidas y alternativas,

ayudar en definitiva a articular este proceso para avanzar en la profesión y satisfacer la

demanda de la sociedad.

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