Ponencia 2 Nacionalismos

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Ponencia / Tradiciones Teóricas Antropológicas / Semana 13 (16.04.2012) [1] ETNICIDADES Y NACIONALISMOS Luis Armando Durán Segura Toda sociedad, pero también todo individuo, están atravesados por dos segmentaridades a la vez: una molar y otra molecular. Si se distinguen entre sí es porque no tienen los mismos términos, ni las mismas relaciones, ni la misma naturaleza, ni el mismo tipo de multiplicidad. Y si son inseparables es porque coexisten, pasan la una a la otra […] En resumen, todo es política pero toda política es a la vez macropolítica y micropolítica. Deleuze & Guatarri. Antonio Gramsci se refería a lo “molecular” como la posibilidad de enlazar la unidad mínima de la experiencia vital, el particular inmediato, con el mundo general. El italiano advertía con esto, la oportunidad para dejar de lado aquella perspectiva en la que los sujetos son consumidores pasivos de una cultural impuesta, y a la vez, especular al “hombre” como un filósofo que da “significancia” a los hechos hegemónicos y a su propia realidad. Posteriormente Felix Guatarri y Gilles Deleuze, ambos franceses, presentaban su tesis sobre el poder insistiendo en que los “efectos” de la relaciones de potencia siempre están desdoblados. Tal política estaba incidida por dos escalas de articulación complementarias que la estructuran: la molar y la molecular. Se cree, aventureramente, que los estudios de los procesos de identidad/identificación, nación/nacionalismo y subjetividad/subjetivación podrían enmarcarse provechosamente en estos debates que recomplejizan lo social. Justamente, la obra de Frederick Barth es piedra angular. Cuando se dice que el libro “Los Grupos Étnicos y sus Fronteras” -editado en 1967 por Frederik Barth (1969)- constituye un punto de inflexión en el modo de pensar las identidades étnicas, se alude a varias cosas. Entre ellas, a la capacidad que tuvo el nórdico para desestabilizar ecuaciones simplificadas entre cultura, sociedad y pertenencia, y también a la forma en que logró poner en disputa tanto las tensiones existentes entre enfoques subjetivos y objetivos de las “membresías”, como el trabajo social que inevitablemente hace falta para sostener límites sociales, creando y recreando los diacríticos que los encarnan y vehiculizan. De la mano de Barth empiezan a circular ciertas sospechas transformadas en certezas con el tiempo. Concretamente, la eventualidad de pensar las identidades -y los nacionalismos- como inevitablemente relacionales, socialmente construidas y cambiantes en sus contenidos. Muchas travesías se han emprendido “desde” y “posterior” a la propuesta de Barth, proceso mediado por la emergencia y consolidación del llamado giro crítico o constructivista en Historia y Antropología (Ortner, 1984). Entre ellas, las iniciadas por Benedict Anderson

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  • Ponencia / Tradiciones Tericas Antropolgicas / Semana 13 (16.04.2012) [1]

    ETNICIDADES Y NACIONALISMOS

    Luis Armando Durn Segura

    Toda sociedad, pero tambin todo individuo, estn atravesados por dos

    segmentaridades a la vez: una molar y otra molecular. Si se distinguen entre s es porque no tienen los mismos trminos, ni las mismas relaciones, ni la misma

    naturaleza, ni el mismo tipo de multiplicidad. Y si son inseparables es porque coexisten, pasan la una a la otra [] En resumen, todo es poltica pero toda

    poltica es a la vez macropoltica y micropoltica. Deleuze & Guatarri.

    Antonio Gramsci se refera a lo molecular como la posibilidad de enlazar la unidad

    mnima de la experiencia vital, el particular inmediato, con el mundo general. El italiano

    adverta con esto, la oportunidad para dejar de lado aquella perspectiva en la que los sujetos

    son consumidores pasivos de una cultural impuesta, y a la vez, especular al hombre como

    un filsofo que da significancia a los hechos hegemnicos y a su propia realidad.

    Posteriormente Felix Guatarri y Gilles Deleuze, ambos franceses, presentaban su tesis sobre el

    poder insistiendo en que los efectos de la relaciones de potencia siempre estn desdoblados.

    Tal poltica estaba incidida por dos escalas de articulacin complementarias que la

    estructuran: la molar y la molecular. Se cree, aventureramente, que los estudios de los

    procesos de identidad/identificacin, nacin/nacionalismo y subjetividad/subjetivacin

    podran enmarcarse provechosamente en estos debates que recomplejizan lo social.

    Justamente, la obra de Frederick Barth es piedra angular.

    Cuando se dice que el libro Los Grupos tnicos y sus Fronteras -editado en 1967 por

    Frederik Barth (1969)- constituye un punto de inflexin en el modo de pensar las identidades

    tnicas, se alude a varias cosas. Entre ellas, a la capacidad que tuvo el nrdico para

    desestabilizar ecuaciones simplificadas entre cultura, sociedad y pertenencia, y tambin a la

    forma en que logr poner en disputa tanto las tensiones existentes entre enfoques subjetivos y

    objetivos de las membresas, como el trabajo social que inevitablemente hace falta para

    sostener lmites sociales, creando y recreando los diacrticos que los encarnan y vehiculizan.

    De la mano de Barth empiezan a circular ciertas sospechas transformadas en certezas con el

    tiempo. Concretamente, la eventualidad de pensar las identidades -y los nacionalismos- como

    inevitablemente relacionales, socialmente construidas y cambiantes en sus contenidos.

    Muchas travesas se han emprendido desde y posterior a la propuesta de Barth,

    proceso mediado por la emergencia y consolidacin del llamado giro crtico o constructivista

    en Historia y Antropologa (Ortner, 1984). Entre ellas, las iniciadas por Benedict Anderson

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    (1993 [1983]) y Eric Hobsbawm (1992)1. Desde estas tres perspectivas terico-metodolgicas,

    es ms fcil renunciar a explicar las identidades como listado de rasgos -inherentes, naturales,

    correspondientes-, que remover esta idea naturalizada de que las identidades son prescriptivas

    de una manera de comportarse o de canalizar la interaccin con propios y ajenos, como dira

    el mismo Barth. Es a partir de estos abigarrados marcos interpretativos que van surgiendo

    progresivamente nociones de sujetos descentrados con identidades no totalizadoras -

    fragmentadas-, fluidas, flexibles y disputadas. En todo caso, estos enfoques se han difundido

    al punto de convertirse en un tema de fondo que paulatinamente inscribe novedosos asertos

    en la Antropologa en particular y en las Ciencias Sociales en general.

    ***

    Los Grupos tnicos y sus Fronteras dice George de Vos (1982)- fue observada en

    cierto grado como revolucionaria y radical por muchos antroplogos y antroplogas,

    fundamentalmente porque plantea en forma clara y directa la subjetividad de la etnicidad. El

    abordaje barthiano introduce la sutileza, no menor, de ver que slo algunas prcticas o valores

    (y no necesariamente los que sealan distancias mximas) se seleccionan para simbolizar los

    lmites. Esta apertura analtica se contrapone a la existencia de una base estricta y duradera de

    separacin nosotros/ellos. As, plantea que la especificidad de las identidades tnicas, lo que

    las diferencia de otras, son las articulaciones contextuales; es decir, las modalidades de

    imbricaciones variables segn relaciones, pocas y lugares.

    El punto de partida es el principio sociolgico de la determinacin recproca de los

    grupos sociales. En consecuencia ya no se consideran los grupos tnicos como unidades

    discretas y pre-constituidas definibles taxonmicamente mediante un listado de rasgos

    culturales observables, sino como entidades que emergen de la diferenciacin cultural -

    subjetivamente elaborada y percibida- entre grupos que interactan en un contexto

    determinado de relaciones inter-tnicas (estructura de relaciones entre centro y periferia,

    situaciones migratorias, fenmenos de colonizacin y descolonizacin, etc.)

    La antropologa clsica registraba el concepto de etnia como isla; es decir, un tipo

    ideal unitario que se supona autocontenido, pequeo, inconexo y perpetuado histricamente,

    que en todo caso era muy til para la descripcin antropolgica y etnogrfica, sobre todo bajo

    1 Sobre los autores: 1) Fredrik Barth (nacido en 1928) es un antroplogo social noruego que ha estudiado las etnicidades focalizadas en el desarrollo y en las negociaciones de los lmites entre grupos sociales. 2) Benedict Anderson (nacido en 1936) es un politlogo irlands estudioso del nacionalismo y de las relaciones internacionales, y uno de los ms reconocidos especialistas sobre la Indonesia del siglo XX. 3) Eric Hobsbawm (nacido en 1917) es uno de los ms importantes historiadores marxistas britnicos, ha escrito extensamente sobre una gran variedad de temas tericos sobre las formaciones nacionales.

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    las pretensiones de totalidad. Por esto, lo planteado por Bath promueve un movimiento

    importante que enfrentaba no solo ese patrimonio de inteligibilidad antropolgica de lo

    local-asilado, sino tambin, entabla una diatriba terica con el evolucionismo, el

    relativismo, el difusionismo y el social-estructuralismo.

    Se deja el centro -por ende la esencia, el estado natural y la ontologa pura- de lo

    tnico, para desplazarse a los limites, a las fronteras y a las relaciones internas/externas.

    No se trata ya de los contenidos inmutables y estticos de una cultura, sino de las nuevas

    coordenadas procesuales de rupturas, variaciones y continuidades. En Barth los grupos

    tnicos no se conforman en la suma de diferencias, sino por las relaciones e interacciones

    partiendo de la heterogeneidad y de la pluralidad. La intencin de autor es desestabilizar la

    cuestin tnica, sin determinismos y sin garantas absolutas. As, la operacin metodolgica

    ya no era separar unidades para diseccionarlas, sino conectarlas para analizarlas.

    Esta manera de plantear el problema implica desplazar el anlisis del contenido cultural

    de los grupos tnicos en un momento determinado, al anlisis de la emergencia y

    mantenimiento de las categoras (o fronteras) tnicas que se construyen inter-subjetivamente

    en y a travs de las relaciones inter-grupales. Dicho de otro modo, implica pasar del estudio

    de las caractersticas de los grupos, al estudio de su proceso de construccin social; de la

    sustancia a la forma; de los aspectos estticos a los aspectos dinmicos y relacionales; de la

    estructura a los procesos.

    Esta tesis, a primera vista desconcertante y paradjica, suele ser interpretada por

    muchos antroplogos en un sentido banal, esto es, en el sentido de que la etnicidad implica

    siempre una lnea de demarcacin entre miembros y no miembros, generando la organizacin

    de grupos dicotmicos de tipo Nosotros/Ellos. Pero el carcter innovador de la nocin de

    ethnic boundary, que explica la excepcional influencia de Barth en el campo de la

    antropologa, va mucho ms lejos: nos est diciendo que son en realidad las fronteras tnicas,

    y no el contenido cultural interno lo que define al grupo tnico y explica su persistencia; y nos

    est diciendo tambin que la conservacin de las fronteras requiere la organizacin (y

    reglamentacin) de intercambios entre los grupos, (sta tesis es muy importante para dilucidar

    el estatuto de la identidad nacional en las franjas geogrficas fronterizas).

    Justamente, pertenece a un grupo tnico quien se siente parte de l y al mismo tiempo,

    es identificado como tal por otros, y es desde all que el criterio de etnicidad se libera

    definitivamente de su definicin directa desde categoras como las biolgicas y geogrficas,

    para pasar a ser un problema en la esfera de la conciencia social. As los grupos tnicos son

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    categoras de adscripcin e identificacin que son utilizadas por los actores mismos y tienen,

    por tanto, la caracterstica de organizar interaccin entre los individuos. Barth los piensa

    como marcos sociales de actuacin de sujetos, se abandona entonces el asunto de lo que es

    ser, para incorporar lo que es hacer. De aqu la importancia central de la autoascripcin y

    de la hetero-adscripcin categorial en la teora de Barth; el mismo autor recurre a Erwing

    Goffman (1981) para rastrear esas fricciones intertnicas desde la presentacin cotidiana.

    En el asunto de la fronteras tnicas en las sociedades plurales y complejas, se

    combinan los contrastes tnicos y la interdependencia econmica. Segn Barth, las fronteras

    tnicas son ms estables y permanentes cuando los grupos ocupan diferentes nichos

    ecolgicos: cuando hacen su vida de maneras diferentes y no compiten. Idealmente, deberan

    depender de las actividades de los otros y del intercambio entre ellos. Bajo tales condiciones

    puede mantenerse la diversidad tnica, aunque las caractersticas culturales de cada grupo

    puedan cambiar. Con esto el noruego esta ampliando la cuestin tnica a la desigualdad y a la

    diferencia. Representativos son los casos repasados por Barth -y los mismo textos en su

    compilado ac referido- sobre la estratificacin social gracias al control cultural de los medios

    de produccin y de los bienes2; la minoras tnicas evaluadas por estatus y estigmas; y el

    contacto, las hibridaciones y los cambios culturales como problemas de la variacin tnica3.

    En resumen, Barth desplaza el inters de la investigacin hacia la frontera tnica,

    porque para l la etnicidad resulta de un proceso continuo de dicotomizacin entre miembros

    del grupo y outsiders, que exige ser expresado y validado en la interaccin social. En

    consecuencia, la etnicidad ya no puede concebirse como un conjunto intemporal e inalterable

    2 En los trminos de Guillermo Bonfil (1987) los grupos dominantes ejercen un control cultural sobre los otros, es decir, una capacidad de decisin sobre las acciones de los colectivos subalternos. El control cultural, por eso, no es ni abstracto ni absoluto, sino histrico y concreto. Aunque existen diversas graduaciones posibles en la potencia de decisin, el control cultural no implica slo la capacidad de usar un determinado elemento cultural, sino -o que es ms relevante- la capacidad de producirlo y reproducirlo. 3 El antroplogo cubano Fernando Ortiz (1940) presenta un interesante modelo de cambio y variacin cultural por contacto. Para el autor la transculturacin apunta inicialmente a reformular el papel pasivo segn el cual la antropologa tradicional conceba a las culturas colonizadas. Este neologismo describe las relaciones -de colonialismo externo/interno- ya no como interacciones unilaterales y unidireccionales establecidas entre una cultura dominante que actuara como donadora y una cultura subordinada que resultara receptora (aculturada), sino como una interaccin creativa entre las distintas entidades culturales que se encuentran, y da como resultado procesos de seleccin, transformacin y creacin entre ambas, hasta llegar incluso a la generacin de una nueva entidad que comprende creativamente elementos de las dos instancias previas al contacto. Los principales rasgos asociados por el autor con el proceso de transculturacin son entonces, el dinamismo, el historicidad, la complejidad, la contextualidad y la diversidad en las formas, niveles y pocas de interrelacin. Rasgos siempre pensados desde la heterogeneidad, la asimtrica y la diferencia. Si bien se le emple en principio para interpretar fenmenos exclusivos de la historia cultural cubana, el concepto se hara pronto extensivo y aplicable en general a distintos procesos de encuentro de culturas en condiciones desiguales, y muy particularmente aqullos detonados por la instauracin de una relacin colonial de viajes en las que Mary Louise Pratt en Ojos Imperiales denomina zonas de contacto.

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    de rasgos culturales transmitidos de generacin en generacin en la diacrona del grupo,

    sino como el resultado de acciones y reacciones entre los grupos dentro de un contexto ms

    amplio de organizacin social que no deja de evolucionar.

    ***

    Comunidades imaginadas y Etnicidad y nacionalismo en Europa, de Benedict

    Anderson y Eric Hobsbawm respectivamente, entienden la nacin, la nacionalidad y el

    nacionalismo como artefactos o productos culturales que son estudiados desde una

    perspectiva histrica que muestra cmo surgieron, cmo han ido cambiando de significado y

    cmo han adquirido la enorme legitimidad emocional que tienen hoy en da. Ambos autores

    estn ubicados en la Escuela Modernista-Historicista4 del estudio del nacionalismo, que

    incluye adems al francs Ernest Gellner. Desde este flanco acadmico se trata de exponer

    que, aunque dichos productos culturales nacieron a finales del siglo XVIII fruto espontneo

    de una compleja encrucijada de fuerzas histricas, una vez creados se convirtieron en el

    modelo hegemnico de organizacin y control social de los territorios y de las poblaciones.

    Modelo trasplantado -consciente o inconscientemente- no slo a una gran variedad de terrenos

    sociales en los cuales se entrelazar con otras constelaciones polticas (el Estado-nacin) e

    ideolgicas (el nacionalismo), sino tambin -mediante la colonizacin- al resto de pases del

    mundo que, manifestando o no a su propia idiosincrasia, se vern forzados a adoptarlo.

    Vale la pena hacer una necesaria distincin entre nacionalismo y etnicidad. Para

    Hobsbawm -revisando el caso de Europa (1992) y de Amrica (2010)- se trata de dos

    conceptos diferentes y, ciertamente, no comparables. Aunque si amalgamados y fusionados en

    mltiples ocasiones, a tal punto que estn estrechamente identificadas en la actualidad. Por

    nacionalismo, el autor entiende, un programa poltico bastante reciente en trminos histricos,

    que sostiene que los grupos definidos como naciones tienen el derecho a formar -y por eso

    podran hacerlo- estados territoriales. En la prctica este programa implica usualmente ejercer

    control soberano, hasta donde sea posible, sobre una franja continua de territorio con lmites

    claramente definidos habitados por una poblacin homognea que forma un cuerpo esencial

    de ciudadanos. En este caso, ni el idioma ni la etnicidad son esenciales para el nacionalismo.

    Por otro lado, la etnicidad, no es programtica ni menos un concepto poltico. Puede

    adquirir funciones polticas en determinadas circunstancias y puede hallrsela, por lo mismo,

    4 La articulacin del vnculo entre cultura y nacionalismo tuvo un papel central para estos intelectuales, que primero establecieron, con la ayuda de la filologa y la literatura, el valor de la lengua y de ciertos gneros literarios como la poesa y las leyendas populares en la definicin de la identidad nacional en Europa.

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    asociada con programas, incluyendo algunos nacionalistas y separatistas. En mltiples

    ocasiones el nacionalismo anhela una identificacin con la etnicidad, porque sta provee el

    pedigree histrico que la nacin carece en la gran mayora de los casos. La etnicidad es una

    forma fcilmente definible de expresar un sentido real de identidad grupal que vincula a los

    miembros de nosotros porque enfatiza las diferencias con ellos, como se reviso con Barth.

    Para Hobsbawm es una forma de llenar los contenedores vacos del nacionalismo.

    ***

    Si se retorna a Benedict Anderson, desde el primer captulo de su libro, deja clara su

    posicin respecto al nacionalismo, afirmando que comparte con la generalidad de estudiosos

    de las ciencias sociales cierta incertidumbre a la hora de enfrentarse a lo que explicar las tres

    paradojas del nacionalismo. La primera nacera de la contradiccin existente entre el carcter

    de antigedad que todos los historiadores coinciden en otorgarle a los mismos nacionalismos.

    La segunda brotara de la tensin que existe entre la supuesta unicidad y particularidad de las

    naciones, que afirman ser nicas, y la enorme homogeneidad formal del nacionalismo en sus

    expresiones sociales totales. Y la tercera sera consecuencia de la contradiccin existente

    entre el monumental poder del que goza el nacionalismo al alcanzar ser la principal fuente de

    legitimacin poltica y su pobreza e, inclusive, incoherencia filosfica.

    Segn el autor se tiende legitimar la existencia del nacionalismo (prueba de ello sera

    que muchos acadmicos tienden a firmar dicho trmino con mayscula) al considerarlo como

    una ideologa. Sera mejor, prosigue, aprehenderlo como una relacin social al nivel de las

    relaciones familiares o religiosas5, que como una ideologa, ya que no tiene la consistencia de

    teoras polticas como, por ejemplo, el liberalismo o, incluso, el fascismo. Anderson

    propondr un enfoque de corte antropolgico que tome como punta de lanza la siguiente

    definicin: (a) una nacin es una comunidad poltica (b) que se imagina (c) como

    inherentemente limitada y (d) como soberana. Incumbe desmenuzar tal concepcin.

    La nacin es una comunidad poltica imaginada porque aunque los miembros de las

    naciones no se conocen entre ellos, aun as tienen en sus mentes una cierta imagen y sentido

    de su comunin. Cuando Gellner afirmaba que el nacionalismo inventa naciones donde no

    existen estaba admitiendo la existencia de comunidades verdaderas, como la clase social,

    por ejemplo, frente a comunidades falsas, como la nacin. Cuando lo cierto, dir Anderson,

    es que todas las comunidades lo suficientemente grandes como para que no sea viable el

    5 La comunidad imaginada puede considerase homloga a la invencin de un Oriente bajo formaciones discursivas como en el trabajo de Edward Said (1990).

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    contacto cara a cara -e incluidas stas- son imaginadas. De modo que no debemos diferenciar

    las comunidades en funcin de su verdad o falsedad sino por el modo en cmo se las imagina.

    La nacin es algo limitado porque nunca se imagina como compatible con la

    humanidad. A diferencia del cristianismo, el socialismo o el liberalismo, ninguna nacin

    intentar ni apetecer nunca que toda la humanidad se le una. La nacin es una comunidad

    poltica que se imagina como soberana porque el concepto de nacin apareci en una poca

    en la que la Ilustracin -y ciertamente la Revolucin Francesa- haban destruido la gracia de

    Dios como fuente de legitimidad del reino monrquico, teniendo que recurrir a la nacin

    como nuevo fundamento de legitimidad. Por ultimo, la nacin es una comunidad porque a

    pesar de las desigualdades y la explotacin que siempre existen en el seno de todo grupo

    social, sta persistentemente se concibe desde una familiaridad horizontal.

    ***

    Los enfoques sobre nacionalismo y etnicidad no slo se han sofisticado, sino que se han

    multiplicado al punto cristalizar una moda que paulatinamente se inscribe en el sentido comn

    de la prctica antropolgica. Los enfoques revisados transitan del esencialismo al

    constructivismo de dichas alineaciones y adscripciones. El anti-esencialismo resultante de

    estos estudios pas por historizar y desnaturalizar los fenmenos sociales. Se puede afirmar

    que la etnicidad como proceso identificatorio y el nacionalismo como proceso histrico son

    polticos en tanto muestran y explotan los conflictos antagnicos de las sociedades. Ahora

    bien, que los nacionalismo y las etnicidades estn discursivamente constituidas en base a

    prcticas de significacin no quiere decir que sean slo discurso. Esa constitucin tambin

    remite a dispositivos de normalizacin que trabajan por individuacin y totalizacin nacional

    y/o tnica.

    Corresponde ahora pensar, con estos marcos tericos, las articulaciones de lo tnico, lo

    nacional y lo racial bajo las nuevas formaciones sociales transnacionales y globales.

    Especialmente en un contexto de crisis de legitimidad estatal, como el colombiano, donde el

    uso ideolgico y estratgico del multiculturalismo est plagado de nociones acrticas y

    comerciales sobre la cultura, para crear subjetividades convenientes a la expansin del

    neoliberalismo.

    Lo ms profundo que hay en el hombre es la piel Paul Valery.

    Bibliografa

  • Ponencia / Tradiciones Tericas Antropolgicas / Semana 13 (16.04.2012) [8]

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