Polo, Higinio - Imágenes Para Un Estado de Excepción

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    corea

    48 /El Viejo Topo 266 / marzo 2010

    Noh Suntag, Airang Festival, May Day Stadium, Pyongyang, 2005

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    El Viejo Topo 266/ marzo 2010 / 49

    ImgenesparaunEstadodeexcepcin

    por Higinio Polo

    i nos atenemos a lo que se desprende del tratamiento meditico habitual de las dos Coreas, una de ellas, la

    del Norte, es un rgimen totalitario y pseudo monrquico, empeado en desafiar al mundo. La otra, la del

    Sur, un modelo de democracia y desarrollo. Y si bien en lo que hace referencia al Norte hay bastante de cier-

    to en ello, en lo que hace al Sur las cosas no son, ni mucho menos, como se nos pretende hacer creer.

    S

    Hace ahora un siglo, en 1910, Japn se anexion Corea, y su

    dominio se mantuvo hasta el final de la Segunda GuerraMundial. Despus, lleg la particin, la creacin y consolida-

    cin de dos pases, en el norte y en el sur del paralelo 38, la

    guerra, y una de las mayores matanzas de la historia, perpe-

    trada por Estados Unidos gracias a su absoluto predominio

    areo: los bombardeos fueron, de hecho, la aplicacin de todo

    lo que haban aprendido bombardeando poblaciones civiles

    durante la Segunda Guerra Mundial, en Alemania, Japn,

    Francia, Italia y otros pases. As, la independencia coreana

    lleg con la llaga de la particin, inaugurando un Estado de

    excepcin, en el ms estricto sentido del concepto, que se ha

    mantenido hasta nuestros das, y que ha sido utilizado como

    distintivo de una interesante exposicin de Noh Suntag.Noh Suntag es un fotgrafo nacido en Sel, que ha recogido

    centenares de escenas de su pas: fotografas del Sur, donde vi-

    ve, y del Norte, a donde ha viajado en cuatro ocasiones. Por las

    peculiaridades de esa dividida pennsula, donde tiene proble-

    mas es en el Sur: vive all. Ha reunido sus imgenes en una

    muestra que, con el expresivo ttulo de Estado de excepcin

    (para referirse a ambos lados de la frontera, establecida en el

    alto el fuego de 1953), est recorriendo diferentes ciudades

    europeas. Son doscientas grandes fotografas, que hablan al

    espectador de similitudes entre el Norte y el Sur, de la funcin

    del fotoperiodismo, del sufrimiento humano, de la lucha de

    muchos ciudadanos por resistir a los abusos del poder, pero,sobre todo, hablan de la realidad de un pas dividido, que, en

    el Norte y en el Sur, odia y teme, pese a la sencillez y apacibi-

    lidad de los coreanos.

    * * *

    Las fotografas que Noh Suntag ha seleccionado de Corea

    del Norte (Repblica Popular Democrtica de Corea) son dis-

    tanciadas: un soldado que se gira para mirar a la cmara en la

    Montaa de las fragancias misteriosas; el retrato de Kim Il-

    Sung en el aeropuerto de Sunan, en Pyongyang; la torre Juche,

    de ciento setenta metros de altura; el disparatado hotel Ry-gong, que se eleva hasta trescientos treinta metros y se inici

    en 1987 con tecnologa y recursos franceses, pero que se para-

    liz en 1992, debido a problemas financieros. Capta tambin

    el fotgrafo el FestivalArirang, en 2005, en el estadio Rungra-

    do de Pyongyang, donde llegan a participar cien mil personas

    en impresionantes coreografas de masas, ejecutadas a la per-

    feccin, pero cuyos pequeos fallos son captados por Noh

    Suntag. Se ve a las chicas con vestidos rojos, que se alzan del

    suelo, o a quienes componen gigantescas imgenes con carte-

    les: soldados, o una gran ballena, o avestruces en la sabana

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    africana. La temtica de

    las fotografas est limi-tada, porque el gobierno

    impone unas obligacio-

    nes al visitante. Corea

    del Norte no dispone de

    una red de telefona m-

    vil, ni Internet; existe

    una Intranet y las visitas

    de ciudadanos del Sur y

    turistas son controladas

    por el gobierno, que te-

    me todo tipo de provoca-

    ciones, y esa es una delas obsesiones que expli-

    can la desconfianza mu-

    tua entre el Norte y el

    Sur. No es un disparate,

    porque, en 2003, el go-

    bierno surcoreano reco-

    noci la existencia de un

    programa secreto de en-

    riquecimiento de uranio

    y plutonio, que slo

    poda tener como objeti-

    vo la fabricacin de ar-mamento nuclear, ocul-

    tndolo tanto a la ONU,

    como al OIEA; adems del peligro que suponen para el Norte

    las regulares maniobras militares de tropas conjuntas nortea-

    mericanas y surcoreanas, del sobrevuelo constante de las

    fronteras norcoreanas por aviones estadounidenses, de los

    frecuentes incidentes armados. Sin olvidar que los militares

    norteamericanos disponen de armas atmicas en los subma-

    rinos que frecuentan la pennsula, aunque nunca den cuenta

    de ello a Sel, Tokio y, mucho menos, Pyongyang o Pekn. Pero

    Corea del Norte es una sociedad hermtica, temerosa, cuyo

    programa nuclear, as como su poltica exterior, estn en fun-cin de un solo objetivo: la firma de un tratado de paz defini-

    tivo con Washington que aleje el fan-

    tasma de una nueva intervencin mili-

    tar y otra guerra.

    El Norte es una sociedad en estado

    de alerta, cerrada en s misma, obse-

    sionada con su seguridad: no es extra-

    o, puesto que la agresividad nortea-

    mericana y las constantes violaciones

    de su espacio areo fuerzan a mante-

    ner la alarma, porque la guerra no ha terminado. Pyongyang

    quiere firmar un acuerdo de paz con Washington, pero el

    acoso estadounidense ha llevado a sus dirigentes a la convic-

    cin de que slo el reforzamiento militar del pas asegurar su

    supervivencia. Al mismo tiempo, el Sur es una sociedad capi-

    talista, que surge de una feroz dictadura militar, y que, pese a

    la apertura democrtica formal, conforma un capitalismo sin

    escrpulos. Corea del Sur ostenta tasas de suicidios que se

    encuentran entre las mayores del mundo: decenas de perso-

    nas se quitan la vida diariamente, sobre todo por la insoporta-ble explotacin en el trabajo.

    * * *

    A finales de 1991, el dirigente del Norte,

    Kim II Sung; y del Sur, Roh Tae Woo, alcan-

    zaron un acuerdo por el que declaraban a la

    pennsula libre de armas nucleares, y se

    mostraron dispuestos a la unificacin del

    pas, pero la influencia de Estados Unidos

    ha limitado en las dos ltimas dcadas el

    corea

    El Norte es una sociedaden estado de alerta, cerrada

    en s misma, obsesionada

    con su seguridad.

    Noh Suntag, State of Emergency, Busa!n, 2005, 2005

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    desarrollo de esos acuerdos. Dos dcadas despus de aquel en -

    cuentro, Washington quiere seguir manteniendo su desplieguemilitar y poltico en la zona, para asegurar la sumisin de Tokio

    y Sel, y condicionar a Pekn. Por eso,

    no contempla el fin del conflicto core-

    ano, ni la reunificacin: le preocupa

    que una hipottica Corea unida esca-

    pase a su control y confluyese con un

    Japn ms autnomo (en lnea con los

    planteamientos del nuevo primer mi-

    nistro, Yukio Hatoyama) y con China,

    convertida en el gran rival estratgico

    de Estados Unidos.

    En el Sur, las elecciones de 1992,que llevaron al poder a Kim Young-sam, del Partido Liberal De -

    mocrtico, parecieron el inicio de una nueva etapa: el nuevo

    presidente proclam su intencin de luchar contra la corrup-

    cin (que infecta todos los estamentos del pas, incluidos los

    empresarios, la polica y el ejrcito) y proclam una amnista

    que benefici a ms de cuarenta mil presos, pero la evolucin

    posterior acab con las esperanzas de la poblacin, prisionera

    de un feroz capitalismo que si ha hecho aumentar la importan-

    cia de su economa ha sido a costa de generaciones enteras de

    surcoreanos cuya vida ha sido literalmente aplastada. La repre-

    sin poltica, el control de las campaas electorales, el peso asfi-

    xiante de los grupos econmicos que hacen y deshacen coali-ciones y partidos e imponen la agenda poltica del pas, la co-

    rrupcin, y la forzosa sumisin a las

    decisiones de Washington, si guen

    configurando un verdadero Estado

    de excepcin, pese a la fachada de-

    mocrtica que muestra.

    Kim Dae-jung, elegido presiden-

    te en 1997, prometi de nuevo aca-

    bar con la corrupcin, establecer

    realmente la democracia, conju-

    gndola con la economa de mer-

    cado, y liber a decenas de presospolticos, pero sus promesas tam-

    poco se llevaron a la prctica. Cuan -

    do, en el ao 2000, se reunieron Kim

    Dae-jung y Kim Jong-il, firmando

    un histrico acuerdo por el que

    postulaban, otra vez, la reunifica-

    cin del pas, se comprometan a

    facilitar la relacin entre las fami-

    lias separadas entre el Norte y el

    Sur, y Sel aceptaba examinar una

    solucin para los presos polticos comunistas que se en-

    contraban en las prisiones del Sur, pareci que se iniciaba unanueva era: incluso a Kim Dae-jung le concedieron el premio

    Nobel por su poltica de reconcilia-

    cin con Pyongyang. Sin embargo,

    los acontecimientos posteriores pa-

    ralizaron esa perspectiva. Parece

    una maldicin.

    * * *

    En el Sur, existe un plan de copro-

    piedad territorial (Land partnership

    plan) mediante el cual Estados Uni-

    dos puede expropiar tierras a su

    antojo, alegando fines militares: sonlas hipotecas de la ocupacin militar del pas. El sufrimiento

    de los campesinos es uno de los problemas ms graves en el

    Sur, donde son frecuentes los suicidios, desahucios, las incau-

    taciones de tierras y demoliciones de casas y, adems, se acen-

    ta el retroceso de las condiciones de vida del mundo rural. En

    las fotografas de Noh Suntag puede verse a los helicpteros

    Black Hawknorteamericanos (que conoci el pblico con la

    pelcula de Ridley Scott, Black Hawk Down) volando sobre tie-

    rras expropiadas por los militares estadounidenses a los cam-

    pesinos surcoreanos. O se ve la imagen del campesino en su

    pueblo destruido, Daechuri, para ampliar la base norteameri-

    cana: la protesta de los campesinos fracas, y la escena mues-

    tra la desolacin de la derrota. Como se contempla el pueblo

    corea

    El Viejo Topo 266/ marzo 2010 / 51

    En 2003, el gobierno surcoreanoreconoci la existencia de un

    programa secreto de enriquecimiento

    de uranio y plutonio, que slo poda

    tener como objetivo la fabricacin

    de armamento nuclear.

    Noh Suntag, State of Emergency, Gyeonggi, 2006

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    de pescadores de Maehuangri, tam-

    bin destruido por los ensayos debombas del ejrcito norteamericano:

    Washington dispone en Corea del Sur

    de sesenta bases militares. En esa

    ocasin que documenta el fotgrafo,

    los campesinos fueron expulsados de

    sus propiedades, sin ms. Pero no son

    expropiaciones caprichosas: todo ese despliegue militar nor-

    teamericano, la necesidad de nuevos terrenos y nuevas bases,

    forma parte de la poltica de acoso a Corea del Norte y, ms

    all, de contencin de China, porque es obvio que Pygong-

    yang no representa una amenaza para Estados Unidos, por

    mucho que intente dotarse de armamento atmico. Corea delNorte es consciente de que los portaaviones norteamericanos

    de propulsin nuclear y los submarinos dotados de armamen-

    to atmico recalan en los puertos surcoreanos, y no precisa-

    mente como muestra de amistad.

    En el Sur, la Ley de Seguridad Nacional, de 1948, convierte

    en delito cualquier opinin objetiva sobre Corea del Norte

    (mucho ms si es positiva), y sigue en vigor. La dura poltica

    capitalista desarrollada, que liga la represin poltica con un

    control social que incluso llev a la esterilizacin forzosa de

    mujeres, se configur alrededor de los grandes conglomera-

    dos industriales (creados durante los aos de dictadura mili-

    tar) que someten a los trabajadores a unos ritmos de trabajoinfernales. El Sur es una sociedad donde no existe la protec-

    cin social como se entiende en Europa, y donde las zonas

    rurales se estn empobreciendo a marchas forzadas. Por aa-

    didura, las tropas norteamericanas participan en la represin

    de las manifestaciones de protesta (junto a las fuerzas de cho-

    que de la polica y el servicio secreto surcoreano), aunque la

    explicacin oficial es que acuden slo como acompaantes.

    Entre las fotografas de Noh Suntag puede verse la imagen del

    polica blindado, ante el edificio de la Asamblea Nacional

    coreana, durante una protesta contra la guerra de Iraq. En el

    Sur estn destinados casi cuarenta mil soldados norteameri-

    canos. En 2004, Washington y Sel, acordaron la retirada de untercio de los militares estadounidenses y la reduccin del

    nmero de bases, pero es dudoso que ese plan llegue a apli-

    carse.

    El presidente Roh Moo-hyun desarroll una poltica de dis-

    tensin con el Norte, pero fue duramente atacado por la dere-

    cha, que exiga, y sigue hacindolo, el reforzamiento de la

    alianza entre Corea del Sur y Estados Unidos, convocando pa-

    ra ello grandes manifestaciones, donde despliegan gigantes-

    cas banderas norteamericanas que Noh Suntag documenta,

    como captura las plegarias de mujeres devotas (muchos sur-

    coreanos, son cristianos), que rezan

    por el reforzamiento de los lazos conWashington. De hecho, la derecha

    radical en el Sur celebra el estallido de

    la guerra de Corea!, aunque no se

    detiene a pensar que la intervencin

    norteamericana caus cuatro millones

    de muertos. Cuando Roh defendi la

    retirada de las tropas surcoreanas de Afganistn e Iraq, gran-

    des manifestaciones de patriotas exigan que se enviasen ms

    tropas a Iraq. Muchos de los ciudadanos del Sur que vemos en

    las fotografas de Noh Suntag son unos patriotas que quieren

    que su trozo de pas siga ocupado y sea un satlite de Estados

    Unidos: los norteamericanos son, en el Sur, ocupantes y libe-radores al mismo tiempo. Una situacin difcil.

    La derecha acusaba a Roh de ser cmplice del desarrollo

    atmico del Norte y de querer regalar el Sur a Pyongyang.

    Esa situacin ha cambiado, porque su sucesor, Li Myung-bak,

    del Gran Partido Nacional, presidente del pas desde febrero

    de 2008, aunque acepta sobre el papel la colaboracin con

    Pygongyang, en realidad opta por una poltica de dureza. De

    igual forma, apoya el desarrollo de las negociaciones a seis

    bandas (las dos Coreas, China, Estados Unidos, Rusia, Japn)

    pero el duro nacionalismo y conservadurismo de la derecha

    tradicional dificulta su avance. El presidente Li Myung-bak,

    que dirigi durante casi treinta aos la gran empresa Hyundai,es un viejo cmplice de la dictadura y de los militares, y un

    duro partidario de la alianza con Estados Unidos por encima

    de cualquier otra consideracin. Puede decirse que, de nuevo,

    el lenguaje de la guerra fra se ha apoderado de Sel. La prohi-

    bicin y persecucin de los comunistas, y el acoso a cualquier

    expresin de izquierda ha reducido el abanico poltico real al

    GPN y al Uri, Nuestro Partido.

    * * *

    La guerra de Corea, que todava sigue encendiendo las con-

    ciencias, fue consecuencia de la presencia militar norteameri-

    cana en el Sur. Despus de dcadas de dominio japons, trasel final de la Segunda Guerra Mundial, los dirigentes del Norte

    teman que la artificial divisin del pas se consolidase, y que

    el Sur se convirtiese en territorio controlado por una nueva

    potencia imperialista, Estados Unidos: la decisin de liberar el

    conjunto del pas explica la entrada de los soldados de Pyon-

    gyang en el Sur. Los soldados comunistas fueron recibidos

    como liberadores en Sel, pero Estados Unidos no estaba dis-

    puesto a retirarse de la pennsula, cuando ya haba iniciado la

    guerra fra contra la Unin Sovitica. La reaccin de las fuer-

    zas norteamericanas fue feroz, utilizaron napalmy las nuevas

    corea

    52 /El Viejo Topo 266 / marzo 2010

    En el Sur existe un plan de

    copropiedad territorial (mediante

    el cual Estados Unidos puede

    expropiar tierras a su antojo.

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    bombas de demolicin

    contra la poblacin civil ylas ciudades, y comenza-

    ron a avanzar hacia las

    fronteras de China. Igno-

    rando las advertencias del

    gobierno de Mao (cuya

    revolucin haba triunfa-

    do en China haca menos

    de nueve meses y que te-

    ma, con fundamento,

    que Estados Unidos conti-

    nuase su avance hasta Pe-

    kn), las tropas de EstadosUnidos llegaron hasta la

    frontera con China y todas

    las alarmas se encendie-

    ron para Mao, que envi

    trescientos mil soldados

    en ayuda de las tropas de

    Kim Il-sung.

    La guerra dur tres aos,

    y caus ms de cuatro mi-

    llones de muertos. Estados Unidos sigue mintiendo sobre su

    responsabilidad en la guerra, y oculta su ferocidad: no slo

    protagoniz matanzas ignominiosas y sembr con napalm loscampos del pas, sino que bombarde a la poblacin civil en el

    Norte y en el Sur, gracias a su aplastante superioridad area.

    De las veinte ciudades ms pobladas del pas, en el Norte y en

    el Sur, dieciocho fueron destruidas por los bombardeos norte-

    americanos. Sin embargo, la prensa del Sur y los peridicos nor-

    teamericanos ocultaron sistemticamente los crmenes de gue-

    rra. Durante dcadas, la reproduccin de la pintura de Picasso,

    Masacre en Corea, que denunciaba las matanzas norteamerica-

    nas con la mirada de Goya, estuvo prohibida en el Sur. Decenas

    de miles de coreanos fueron ejecutados sumariamente por la

    accin conjunta de la dictadura surcoreana y los militares nor-

    teamericanos. Tres mil quinientos presos polticos de la crcelde Busn, la mayora comunistas, fueron ejecutados. En la

    ciudad de Daejeon, siete mil presos

    fueron fusilados: sus cuerpos si-

    guen enterrados en fosas comunes

    que todos los gobiernos del Sur han

    impedido investigar. El verano del

    horror de 1950 sigue sin conocerse

    en toda su amplitud, pese a los es-

    fuerzos de organismos de Corea del

    Sur como la Comisin de la Verdad y

    la Reconciliacin, que cree, segn sus investigaciones parcia-

    les, que, solo en 1950, cien mil comunistas o sospechosos de

    serlo fueron asesinados en el Sur. El golpe de Estado de 1979endureci la represin, que fue feroz: en la ciudad de Kwangju,

    por ejemplo, ms de doscientas personas fueron asesinadas.

    De hecho, en los medios de comunicacin se ocultaba la hui-

    da de ciudadanos del Sur hacia pases occidentales y hacia

    Corea del Norte, antes de su actual crisis econmica. En esos

    aos setenta y ochenta, centenares de personas murieron en

    las calles de las ciudades del Sur, a causa de los disparos del

    ejrcito, y, como en Amrica Latina, los desaparecidos se

    contaron por centenares.

    * * *

    La Ley de Seguridad Nacional, aprobada en el Sur, es anhoy uno de los instrumentos ms severos para la represin po-

    ltica, que persigue la infiltracin

    comunista, y controla que no se

    publiquen opiniones comunistas.

    Quienes se arriesgan a desobede-

    cerla son condenados a duras pe-

    nas de crcel: en el Sur, la libertad

    de expresin es una ficcin. Ni si-

    quiera el gobierno de Roh Moo-

    hyun, que dirigi el pas hasta 2008,

    corea

    Cuando Roh defendi la retiradade las tropas surcoreanas de Afganistn

    e Iraq, grandes manifestaciones de

    patriotas exigan que se enviasen

    ms tropas a Iraq.

    Noh Suntag, Black Hawn dawn

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    corea

    pudo derogar esa infame ley. Esa

    legislacin es la que permiti que ladictadura surcoreana llevara ante los

    pelotones de ejecucin a decenas de

    miles de personas. La utilizacin de

    la tortura y los asesinatos en las co-

    misaras, prisiones y centro de deten-

    cin era una prctica habitual. To-

    dava hoy existen presos polticos, y

    ser acusado de pertenecer al partido comunista conlleva aos

    de prisin. En el verano de 1996, miles de estudiantes surcore-

    anos que haban ocupado la universidad de Yonsei, en Sel,

    para exigir la reunificacin del pas, fueron detenidos y mu-

    chos acusados de connivencia con el Norte. Pese a la fachadaformalmente democrtica, el opresivo control sobre los ciuda-

    danos ha hecho estallar grandes protestas exigiendo reformas

    democrticas.

    A mediados de la dcada de los noventa, el presidente Clin-

    ton intent marginar a Rusia de la negociacin sobre la penn-

    sula coreana, sin conseguirlo, aunque

    Mosc ha perdido protagonismo en lacuestin: es China la gran potencia que

    est ms interesada tanto en la firma

    de un tratado de paz como en la des-

    nuclearizacin de la pennsula, puesto

    que el mantenimiento de esa crisis

    abierta le crea problemas estratgicos

    y dificulta su acercamiento a Tokio y

    Sel, que Pekn impulsa con obstinacin para configurar en la

    zona el foco de mayor desarrollo econmico mundial. Al

    mismo tiempo, Estados Unidos contina elaborando planes

    de guerra, y desarrolla ejercicios tcticos militares que con-

    templan una supuesta invasin del Sur por parte de la Re-pblica Popular Democrtica de Corea. Pese a todo, la colabo-

    racin entre las dos Coreas no se ha detenido, aunque los pro-

    blemas son constantes. En Kaesong, Corea del Norte, se halla

    un centro industrial gestionado conjuntamente por los dos

    gobiernos coreanos, donde trabajan cuarenta y dos mil obre-

    54 /El Viejo Topo 266 / marzo 2010

    Tres mil quinientos presos

    polticos de la crcel de Busn,

    la mayora comunistas, fueron

    ejecutados.

    EL

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    ros del Norte en ms de cien empresas surcoreanas. Pyon-

    gyang reclama aumentos salariales para sus obreros, que lasempresas del Sur se resisten a aceptar. La cuestin de la des-

    nuclearizacin de la pennsula continua estando en el centro

    de todas las discusiones. Pyongyang se ha declarado dispues-

    ta a reiniciar las negociaciones, pero todo depende de la vo-

    luntad de ambos gobiernos y, sobre todo, de la postura de

    Washington, puesto que China est muy interesa en desacti-

    var un potencial foco de conflicto en sus fronteras orientales y

    opta decididamente por la desnuclearizacin. Pero los recien-

    tes enfrentamientos armados en la frontera complican ms el

    futuro.

    Wi Sung-lac, jefe de la delegacin surcoreana en las nego-

    ciaciones a seis bandas, ha declarado hace apenas unos das

    que un hipottico tratado de paz est en funcin de la desnu-

    clearizacin de Corea del Norte, invirtiendo el lgico proceso

    para crear confianza entre las dos capitales coreanas: Pyong-

    yang ha insistido en que, si se firma un acuerdo de paz con

    Washington y Sel, renunciara de inmediato a su programa

    nuclear. Como es lgico, teme que, si se desarma primero, su

    suerte sea similar a la de Iraq o Afganistn, pases invadidos

    por Estados Unidos con diferentes pretextos, o sufra ataques

    encubiertos como Irn, o abiertos como Yemen o Pakistn.

    Las declaraciones de Wi eran relevantes porque el negocia-

    dor surcoreano acaba de volver de una visita oficial a Estados

    Unidos, a finales de enero, donde mantuvo conversacionescon el responsable norteamericano para las negociaciones a

    seis bandas, Sung Kim, con el secretario adjunto de Estado,

    James Steinberg, y con el jefe del departamento que se encar-

    ga de la poltica hacia Corea del Norte, Stephen Bosworth. El

    encuentro tena como objetivo adoptar una postura comn y

    coordinar la poltica de Washington y Sel ante la cuestin

    coreana. A mediados de enero, Pyongyang haba hecho llegar

    a norteamericanos y surcoreanos su disposicin a negociar de

    inmediato el desarme nuclear si se avanzaba hacia un tratado

    de paz y se levantaban las sanciones (impuestas por el

    Consejo de Seguridad en respuesta al ensayo nuclear efectua-

    do por Corea del Norte). Pyongyang insiste en que la desnu-

    clearizacin sera muy rpida, en caso de firmar la paz. No

    persigue, caprichosamente, convertirse en un pas nuclear:

    busca su seguridad.

    Pyongyang pretende la firma de un tratado de paz definiti-

    vo que sustituya al armisticio de 1953, pero Estados Unidos

    sigue invirtiendo los trminos del problema, mientras Corea

    del Sur, prisionera de ese Estado de excepcin que retrata con

    tanta precisin el fotgrafo Noh Suntag, sigue padeciendo la

    ocupacin militar norteamericana, disfrazada hoy de acuer-

    dos entre las partes, desde hace ya sesenta aos

    corea

    El Viejo Topo 266/ marzo 2010 / 55

    Noh Suntag, Airang Festival, May Day Stadium2, Pyongyang, 2005