Política exterior y diplomacia chilena frente a la Cuestión cubana, 1959-1964.
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“Política exterior y diplomacia chilena frente a la
Cuestión cubana, 1959-1964”.
TESIS PARA OPTAR AL
TITULO PROFESIONAL DE PROFESOR
DE ENSEÑANZA MEDIA EN HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES
Y A LOS GRADOS ACADÉMICOS DE
LICENCIADO EN HISTORIA Y LICENCIADO EN EDUCACIÓN.
Profesor guía: Dr. Leonardo Jeffs Castro.
Profesor informante: Dr. Claudio Tapia Figueroa.
Tesista: Diego Hidalgo Soto.
25-10-2013
Facultad de Humanidades Pedagogía en Historia y Ciencias
Sociales
Índice.
Pagina
Dedicatoria y Agradecimientos 3
Introducción. 6
1. Realismo versus Idealismo en la segunda mitad del siglo XX. 6
2. Estructura de tesis (objetivos, preguntas, hipótesis, metodología, estructura). 17
Capítulo 1. Tendencias y “fuerzas profundas” de la política exterior chilena. 21
1. Tendencias en las relaciones internacionales de Chile. 22
1.1. Independencia, organización del Estado y aislamiento internacional,
1810-1833. 22
2.2. Inserción en el Subsistema Latinoamericano y afianzamiento de la
posición del Estado chileno en el continente, 1833-1875. 24
2.3. Inserción en el Sistema Internacional y dependencia de las
grandes potencias mundiales, 1831 - en adelante. 27
2.4. Guerra del Pacífico y Preponderancia regional, 1875-1902. 30
2.5. Nuevas tácticas de actuación internacional para el siglo XX. 34
2.6. Dependencia de Chile con Estados Unidos durante el siglo XX. 39
Capítulo 2. Jorge Alessandri. Vida y Gobierno. 46
2.1. El “Alessandrismo”, un choque de personalidades. 48
2.2. Campaña Presidencial de 1957 y Programa de Gobierno. 59
2.3. Gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964). 64
Capítulo 3: La Cuestión Cubana y la posición diplomática del
Gobierno de Jorge Alessandri. 73
3.1. Antecedentes de la Cuestión Cubana. Dictadura de Batista. 73
3.2. Cuestión Cubana y posición diplomática del gobierno de
Jorge Alessandri. 75
3.3. Crisis de los Misiles y ruptura de relaciones diplomáticas. 86
3.4. Consecuencias de la ruptura de las relaciones. 95
Conclusiones Generales. 97
Bibliografía. 105
A mis padres, Jaime y Elisa,
Que sin su esfuerzo y dedicación, esto no habría sido posible.
A Raúl, Berta, Isabel y Diego, mis abuelos (Q.E.P.D.)
Agradecimientos.
Terminar un proceso tan importante como los estudios universitarios sin duda
alguna produce un cumulo de sensaciones que muchas veces son divergentes. Por una
parte la alegría de ver los frutos de años de esfuerzos, pero también la añoranza de
vivencias y recuerdos únicos en la vida de una persona. Y es en el marco de este aspecto,
que no puedo dejar de agradecer a varias personas, que de múltiples formas han sido
relevantes en este proceso.
Aun cuando éste escrito está dedicado a ellos, les vuelvo a agradecer a mis padres,
Jaime y Elisa, quienes me alentaron a estudiar lo que yo deseaba, sin imponerme nada.
Por sus enseñanzas y esfuerzos, que por años los han llevado a trabajar de domingo a
domingo, para que yo pueda cumplir este sueño. Mi gratitud hacia ellos es infinita. Así
mismo a mi hermano Jaime, quien ha sido otro sostén en este camino, por sus palabras y
múltiples apoyos, sin duda fue una buena elección estudiar en Valparaíso y vivir con el, en
lugar de irme a Punta Arenas como alguna vez pensé.
A mi profesor guía, maestro y más importante aún, “Amigo”, Leonardo Jeffs
Castro. Por sus sabias palabras en momentos de stress y contrariedad, por no
imponerme ritmos agobiantes y tener la bondad de adecuarse a mi ritmo pausado, por su
decidido apoyo y constantes preocupaciones por mis intereses académicos y humanos,
especialmente al invitarme a formar parte del Centro de Estudios Latinoamericanos. Vaya
a él todo mi agradecimiento porque su calidad humana ha sobrepasado con creces la
relación que se podía dar entre un profesor guía y su tesista. De la misma forma a su
esposa, la Sra. Elena María, por permitirme entrar en su casa y por su trato bondadoso sin
igual. Al Doctor, Claudio Tapia Figueroa, por concederme su amistad en los últimos 4
años, por sus sabios consejos y también por ser un pilar fundamental a la hora de
materializar ideas y proyectos personales y grupales. Debo reconocer que ambos me han
enseñado cosas más importantes y valorables, fuera de una sala de clases que dentro,
cuestión que a la luz de las diferencias ideológicas por las cuales atraviesa hoy el Instituto
de Historia, se agradece.
A los amigos y “compañeros” de clase y carrete, Carlos, Jaime, Biuty, Naty, Scarlett
y Nachín. Por aquellos recuerdos y discusiones que hicieron tan amenos los 5 años de
carrera. Por esas noches que nos desvelamos estudiando para pruebas y exámenes
finales. A pesar que por distintos motivos ya no comparto tanto con algunos, espero que
todos y cada uno tenga una vida plena, y que dejen de sufrir terminando sus respectivas
tesis.
A mis amigos del Centro de Estudios Latinoamericanos, Paulina, Juanito, “Víctor
Tapia Godoy”, Nicolás que anda de vacaciones y en estos momentos debe estar guatita al
sol en un crucero por el mar Mediterráneo, y a Macarena, por su constante y
“bondadoso” apoyo para finalizar esta investigación.
A mi familia, mis abuelos, Isabel y Diego, y Raúl y Berta, quienes no pudieron gozar
de verme titulado, espero que descansen sabiendo que lo que ellos deseaban para mí ya
lo logré. A mis tíos y tías, Ana, Berta y Amelia, que han sido verdaderas madres sustitutas
cuando mis padres trabajaban, y a Chema e Isabel, por su cariño infinito. A mis primas y
primos, especialmente a Amelia y Pancho, que en diversas ocasiones me han dado
alojamiento en Santiago cuando debía investigar en los archivos o para otros proyectos.
Finalmente a aquellos con quienes compartí en Historia y Bachillerato, y que han
aportado un grano de arena en construir este camino, entre estos no puedo dejar de
nombrar, a la Sra. Marcela, secretaria del profesor Jeffs, a la tía Jenny, secretaria de la
carrera, a “don Manu” el auxiliar que fue injustamente echado de la facultad, a la tía
Clara, por recibirme como un hijo más en sus comidas familiares.
Vayan a todos Uds. Mis agradecimientos.
Nota: Las falencias que puedan leerse en este escrito son de exclusiva responsabilidad del
autor, y en ningún caso han de ser achacadas a quienes de alguna forma apoyaron la
realización de esta tesis.
Introducción.
El análisis del sistema internacional permite observar aspectos que caracterizan la
forma de relacionarse entre sí de los Estados-Nación. Una faceta que algunos autores le
otorgan a este sistema, es el predominio de la conflictividad y la violencia. Los conflictos
han sido un elemento gravitante del desarrollo social, y están ligados a la aparición de
todo grupo humano por la multiplicidad de intereses que se conciben en ellos.1 A pesar
del avance del tiempo, y el mayor desarrollo, estos elementos no han desaparecido, y el
apogeo tecnológico los ha hecho cada vez más complejos.
Si antes, estos se mantenían circunscritos a ciertos territorios y aspectos
particulares de la vida social, ahora con el auge de las comunicaciones de masas, es poco
probable que una persona o zona aislada del globo quede ajena a ellos. Esta postura
relativa al predominio de la conflictividad, que no deja de ser cierta, es a su vez
reduccionista con la realidad internacional, ya que al mismo tiempo que se dan estas
situaciones, esa creciente interdependencia, genera casos en que los intereses de algunos
Estados pueden estar en directa consonancia, favoreciendo circunstancias de cooperación
entre los mismos.2
Así vemos que el predominio del conflicto o la cooperación en una situación
particular, depende de la realización de un correcto análisis de la relación de las partes
involucradas, la constatación de factores de acercamiento o distanciamiento, así como de
los objetivos e intereses que los Estados se propongan, donde ambos pueden actuar
paralelamente.
3. Realismo versus Idealismo en la segunda mitad del siglo XX.
La lucha por el poder, es un elemento central a la hora de analizar los aspectos
concernientes al desarrollo político de la humanidad. Esta es una de las premisas clásicas
1 Hobbes. Thomas. “Leviatán”. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 14° reimpresión. 2006.
Maquiavelo. Nicolás. “El Príncipe”. Edaf. Madrid. 2009. 2 Keohane. Robert y Nye. Joseph. “Poder e Interdependencia. La Política Mundial en transición”. Grupo
Editor Latinoamericano. Buenos Aires. 1988.
del paradigma “realista”.3 A partir de esta sentencia se creó todo un corpus teórico con el
cual analizar las relaciones internacionales. Según esta tendencia, el “poder” se encuentra
en manos de unos pocos Estados, que por su capacidad para mantener y disponer de
grandes cantidades de recursos, económicos, tecnologicos y militares, son quienes
establecen las reglas del sistema, y pueden movilizar esfuerzos a fin de lograr sus objetivos
e intereses.4 Al entrar en contacto entre ellos, pueden entablar una relación de
cooperación formando alianzas, o bien constatar que hay mayores diferencias, y por ende
convertirse en adversarios.
Lo anterior, en función de obtener, mantener y acrecentar sus cuotas de poder, y
lograr perdurar en el tiempo. Dos cosas de vital importancia a tener en cuenta con
respecto a esta visión son: en primer lugar, la multiplicidad de fuentes en que se sustenta
el poder. Si en alguna época, lo militar era lo principal, el siglo XX demostró que esta es
solo una arista, y los aspectos políticos, económicos, tecnológicos y culturales, juegan
papeles tanto o más importantes que el grueso de un ejército. En segundo lugar, y algo
que interesa particularmente, es que el poder, no es un concepto estático, se ha
demostrado que históricamente va cambiando de manos.
A fines de la Primera Guerra Mundial, se empezó a entrever la discusión ideológica
que fue característica de lo que Eric Hobsbawm llamo el “corto siglo XX”. La victoria del
movimiento bolchevique en la derrotada Rusia zarista, fue un balde de agua fría para los
países occidentales que mantenían sistemas socioeconómicos capitalistas, ya que los
principios en que se sustentó ese movimiento fueron críticos con respecto a ese modelo.
Ante el afianzamiento del gobierno bolchevique en Moscú, la respuesta de los países
3 El paradigma “Realista” de la teoría de las relaciones internacionales es el que sustenta particularmente
esta visión. Algunos textos y autores clásicos que adscriben a dicha corriente son: Morgenthau. Hans. “Politics Among Nations: The Struggle for Power and Peace". Alfred A. Knopf. New York. 1948. Aron. Raymond. “Peace and War”. Weidenfeld & Nicolson. London. 1966. Carr. Edward H. “The Twenty Years Crisis, 1919-1929”. 2° Edition. MacMillan. London. 1946. 4 Pérez Gil. Luis. “El concepto de potencia en las relaciones internacionales”. Estudios Internacionales,
UChile. Santiago de Chile, Vol. 32. N° 127-128. Año 1999. Consultado el jun 17, 2013, http://www.revistaei.uchile.cl/index.php/REI/article/viewArticle/14967/19247
capitalista fue aislar a este nuevo actor del sistema, que ya había decidido autoexcluirse y
no oficializar relaciones diplomáticos con ellos. El Crash económico de 1929, ocurrido en la
bolsa de Nueva York, fue una situación que visibilizó aun más las diferencias entre ambos
sistemas, y las consecuencias que trajo consigo la crisis, fueron rápidamente utilizadas por
la URSS para exponer las atrocidades del sistema capitalista.
A pesar de este conflicto ideológico, durante la Segunda Guerra Mundial, los
angloestadounidenses y soviéticos, se vieron obligados a unir fuerzas para combatir al
enemigo común, representado en los regímenes totalitarios de la Alemania nazi, y la Italia
fascista. Como bien expuso John Lewis Gaddis, los aliados pusieron en primer lugar los
aspectos militares, sobre los políticos al momento de combatir al Eje. De aquí que una vez
alcanzada la victoria sobre el enemigo común, la política inevitablemente hizo su
reaparición en el escenario, retomando las diferencias ideológicas originales, y determinó
los tiempos que iban a venir.5 Aunque la victoria en Europa fue común, los miembros de la
alianza antifascista corrieron distinta suerte.
Si EE.UU. salió fortalecido industrial y económicamente, el caso de la URSS fue
bastante más dramático, ya que la contienda se desarrolló directamente sobre su
territorio, y contra su población, ocasionándole importantes pérdidas humanas y
materiales. Esta disparidad, provocó una situación de “bipolaridad”, que caracterizó la
segunda mitad del siglo XX, conocida como Guerra Fría. Este término, lo entendemos
como el enfrentamiento entre dos grupos de Estados, donde la discusión ideológica de sus
paradigmas de desarrollo humano respectivos, condicionó el sistema internacional
durante el periodo comprendido entre 1946 y 1991.
La desventaja en que se encontraba sumida la URSS, frente a un EE.UU. que había
desarrollado la bomba atómica, un tipo de armamento de destrucción masiva, y que se
probó efectiva en los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki, prendió las alarmas en el
Kremlin y alertó a Stalin sobre el desbalance de poder en que se encontraba frente a los
5 Gaddis. John L. “Nueva historia de la Guerra Fría”. 1° edición en español. Fondo de Cultura Económica.
Ciudad de México. 2011. Pág. 20.
estadounidenses. Esta situación en lo internacional, amenazaba con minar los cimientos
de su poder interno, cuestión que Stalin no podía permitirse, ya que si en el periodo de
entreguerras, su autoridad se vio cuestionada, la victoria frente al Eje lo catapultó a un
sitial de importancia en el mundo. Por lo cual, los soviéticos, y especialmente su líder,
hicieron todo lo posible por alcanzar tecnológicamente a los estadounidenses, y acabar los
flancos que con respecto a la seguridad nacional se les presentaban. Esto se logró, a través
de la creación de un espacio de seguridad entre los países occidentales y la Unión
Soviética al dividir Europa en dos áreas de influencia.
Stalin, en conversaciones previas al fin de la Segunda Guerra Mundial, con
Roosevelt, Churchill y Truman, negoció abiertamente la instalación en Europa central y
oriental de gobiernos de corte socialista, dando paso a la conformación del bloque del
este. El proceso, contó con la venia de Gran Bretaña y Churchill en especial, que deseaba
preservar a Grecia, libre del comunismo. Este contexto de una Europa dividida, mantuvo la
disparidad de poder por un tiempo, ya que esta se basaba en la posesión de un arma de
destrucción masiva, que privativamente se encontraba en manos estadounidenses, por lo
que para cerrar totalmente ese flanco, los soviéticos debieron desarrollar su propia
bomba atómica, algo que lograron en 1949, equiparando la relación de poder.
Un aspecto interesante sobre las características de la política exterior soviética, y
las necesidades de seguridad de Moscú antes explicadas, lo reveló el diplomático
estadounidense, George Kennan, quien en un escrito enviado desde la embajada de
EE.UU. en Moscú, al Secretario de Estado de EE.UU.6 expuso, que cualquier actitud o
acción realizada por la URSS, en asuntos globales, se debía exclusivamente a los déficits de
legitimidad de su sistema interno, y no a acciones directas de EE.UU. como se podía creer.
Cuestión que a la larga resultó ser un análisis bastante profético con respecto a cómo se
desarrollaron los eventos de la disolución de la URSS.
6 Kennan. George. “El Largo Telegrama”. Foreign Affairs en español. Madrid. Vol. 24. N° 4. Año 1947.
Consultado el lunes, 17 de junio de 2013 en: http://politicainternacionalcontemporanea.files.wordpress.com/2010/08/foreign-affairs_1947_george-kennan1.pdf
Los conflictos entre ambos bandos no se mantuvieron tan diplomáticamente en
los ámbitos políticos y económicos. La victoria aliada en Europa, generó la división de
Alemania en cuatro zonas de ocupación, entre Gran Bretaña, EE.UU. Francia y la URSS,
esta partición se extendió a su vez a la ciudad de Berlín, creándose una zona en que los
intereses de ambos bandos se encontraron constantemente en entredicho, ya que a la
vez, representaba un enclave capitalista en medio del bloque oriental. En 1948, Stalin
trató de forzar a los aliados a que abandonaran Berlín, y ordenó un bloqueo fronterizo
entre ambas Alemanias, para asfixiar la zona de administración occidental de la ciudad, al
cortar el envió terrestre de suministros básicos, esto dio pie a una grave situación
internacional, que Londres y Washington supieron manejar, al establecer un puente aéreo
de abastecimiento para paliar la acción soviética, dicha maniobra duró cerca de un año,
hasta que los comunistas reabrieron la frontera permitiendo el paso terrestre de los
suministros. Pero esta división de Europa, no transcurrió sin contratiempos a los intereses
de los líderes de las grandes potencias.
El auge de los movimientos revolucionarios griegos, y el aumento de la influencia
comunista en países como Francia e Italia, amenazaban con desbaratar la repartición de
Europa acordada por los aliados. Estas condiciones de efervescencia social, indujeron al
presidente Harry Truman, a desarrollar una iniciativa socioeconómica, tendiente a
combatir las consecuencias de la guerra pasada que creaban las instancias propicias para
el fermento de las ideas revolucionarias. Este programa conocido como plan Marshall,
buscó fomentar la recuperación económica y social del continente europeo, en base a un
extenso apoyo financiero y técnico a los países europeos afectados por la guerra. Este plan
que en un principio, se pensaba hacer extensivo a todos los Estados europeos, incluidos
aquellos bajo la órbita soviética, fue obstaculizado por Moscú, que obligó a sus países
satélites a no aceptar la ayuda ofrecida por EE.UU. por temor a que la influencia de este
aumentara en su área de interés. Lo anterior profundizó la clara diferenciación entre
ambos bandos, ya que mientras en el oeste, los países que habían aceptado la ayuda,
rápidamente fueron recuperándose de la compleja situación.
Incluso Alemania occidental, que estaba bajo administración conjunta de
británicos, franceses y estadounidenses, consiguió una formidable recuperación
económica e industrial, frente a Alemania oriental, que con el influjo soviético se mantuvo
estancada económicamente. Ello representó el mejor ejemplo de las diferencias entre
ambos sistemas ideológicos. El bando socialista intentó disminuir ese contraste al crear el
Consejo de Ayuda Mutua Económica, en 1949, para neutralizar los claros logros de Europa
occidental, cuestión que nunca llegó a alcanzar.
Se debe precisar, que ambas iniciativas, tanto la estadounidense, como la
soviética, están directamente relacionadas con las necesidades de seguridad de las
grandes potencias, ya que en esta disputa, perder los recursos económicos, industriales y
tecnológicos de esos países, podía inclinar la balanza del poder hacia uno u otro bando. Lo
cual indica las claras prioridades de ambas superpotencias en lo referente al sistema
internacional, relegando por el momento a América Latina, África y Asia a un segundo
plano, dando pie así a que uno u otro bando intentaran nuevas maniobras en estos
lugares, como ocurrió con la Guerra de Corea, que a principios de la década de 1950, fue
la primera manifestación de un conflicto bélico, entre ambos modelos de desarrollo. La
península coreana, corrió la misma suerte de Alemania en Europa, se vio dividida en dos
Estados distintos, apoyados por cada una de las potencias. La invasión de Corea del Norte,
apoyada por la URSS y China comunista, a su vecino Corea del Sur, apoyado por EE.UU.
bajo un mandato de la ONU, desató la guerra.
Hasta ahora se ha intentado demostrar, como el paradigma realista se impuso en
el sistema internacional de mediados del siglo XX, principalmente por la pugna de poder
entre las dos grandes superpotencias resultantes del término de la Segunda Guerra
Mundial. Pero dijimos que al tiempo que predominaba la conflictividad, a su vez se
manifestaron circunstancias de trabajo conjunto que sopesaron la situación. La
cooperación se asocia al paradigma “Idealista”, el cual se basa en las ideas expuestas por
el filósofo prusiano, Immanuel Kant, quien en su opúsculo, “La paz perpetua”,7 redacta
premisas contrarias a las del realismo. Kant aboga por terminar con las situaciones que
facilitan y promueven el desarrollo de conflictos.
De acuerdo a Ricardo Hormazabal, el objetivo principal de los idealistas es
transformar el sistema internacional en un escenario donde pudiesen establecerse las
condiciones necesarias para la paz perdurable. Esto se lograría “renunciando a la guerra
como instrumento de política exterior, el reemplazo del equilibrio de poder por
mecanismos de seguridad colectiva, el rechazo a la diplomacia y los tratados secretos, y
finalmente por el establecimiento de un orden internacional, garantizado por la creación
de instituciones multilaterales, dotadas de facultades para salvaguardarlo”.8
Con la compleja situación heredada de la Segunda Guerra Mundial, los principales
líderes aliados, intentaron esbozar un nuevo sistema internacional para reorganizar la vida
social. El nuevo orden internacional se apoyó en los principios que Kant había esbozado
casi dos siglos antes, y que habían guiado a la extinta Sociedad de Naciones, como son “la
igualdad soberana de todos los Estados miembros”, “respeto de la soberanía estatal y no
intervención en los asuntos internos de otros Estados”, “resolución pacífica de
controversias” y “libre determinación de los pueblos”9, entre otros. La ONU (Organización
de Naciones Unidas) fue ideada por las potencias vencedoras y que se habían llevado el
mayor peso de la guerra. En esta ocasión, EE.UU. no se excluyó como en el pasado, y jugó
7 Kant. Immanuel. “Sobre la Paz Perpetua”. 6° edición. Editorial Tecnos. Madrid. 1998.
8 Hormazabal. Ricardo y Carreño. Eduardo. “Introducción a la Teoría de las Relaciones Internacionales”.
Documento de apoyo docente. Departamento de Gobierno y Gestión Pública. INAP. UChile. N° 14. 2006. Visto el lunes, 17 de junio de 2013 en http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/ap/instituto_de_asuntos_publicos/h200710261441dad14.diciembre.pdf 9 Jiménez. Juan Carlos. “El Nuevo Orden Internacional, 1945-1989. La Organización de Naciones Unidas”.
Págs. 408-409. En: Pereira. Juan Carlos. “Historia de las relaciones internacionales contemporáneas”. 2° Edición. Editorial Ariel S.A. Barcelona. 2003.
un papel preponderante, ya que impulsó esta organización entre sus aliados de guerra, y
la dio a conocer a los gobiernos latinoamericanos.10
Esta nueva institución, se creó alrededor de varias entidades, tanto de índole
política como económica. La primera, y en donde todos los estados miembros, tienen
igualdad de condiciones, se conoce como Asamblea General, acá más bien se tratan
cuestiones de tipo administrativo del organismo. Mientras que los asuntos más relevantes
y complejos, son analizados en el Consejo de Seguridad, que tiene 5 miembros
permanentes, y otros no permanentes que van rotando en el ejercicio de sus funciones.
En el Consejo de Seguridad, prima una elite que corresponde a los países vencedores de la
Segunda Guerra Mundial, y que mantienen un poder de veto, que les permite paralizar
tanto la discusión como las eventuales acciones que la ONU pueda llevar a cabo mediante
sus múltiples agencias internacionales.11
Durante el tiempo en que se estaba discutiendo esta nueva organización, en 1944,
se dio la Conferencia de Bretton Woods que emitió una resolución de las Naciones Unidas
sobre asuntos monetarios y financieros. En ella se estableció la creación de otras dos
instituciones que apoyaran a la ONU y a los países signatarios en los aspectos económicos,
estas fueron el Fondo Monetario Internacional (FMI) que buscaba facilitar el
financiamiento de los Estados miembros, y garantizar la estabilidad del tipo de cambio que
fijo el dólar como patrón cambiario, y el Banco Mundial (BM) cuyo objetivo era la
inversión de capitales con fines de incentivo a la producción. Posteriormente a estas dos
instituciones, se agregó el GATT, actual OMC, que busca la reducción arancelaria y la
promoción comercial.
10
Minerva Etzioni, comentó este tema en un texto que hace alusión al vínculo existente entre el “Universalismo” y el “Regionalismo” durante mediados del siglo XX, y a raíz de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. En su texto, la autora, realiza una crítica al sobredimensionado papel jugado por EE.UU. en la conformación de las instituciones internacionales de posguerra, tanto en la ONU como en la OEA. La autora cuenta como EE.UU. menospreció las ideas de los países latinoamericanos a la hora de idear el nuevo orden de posguerra, para mantener a sus aliados contentos, especialmente a los soviéticos. Así, es que a este pecado original de la conformación de las instituciones internacionales, se suma, la primacía que EE.UU. tiene al dictar las conductas en la OEA. Etzioni. Minerva. “La Mayoría de Uno. Hacia una teoría de la compatibilidad regional”. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 1973. Págs. 45-55. 11
Montaño. Jorge. “Las Naciones Unidas y el orden mundial, 1945-1992”. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 1992. Págs. 34-39.
Los acuerdos emanados de Bretton Woods, fueron ratificados por EE.UU. Gran
Bretaña y algunos países de Europa occidental y de América Latina, pero sufrieron el
desconocimiento de los países del bloque oriental, la URSS y China comunista, que se
retiró al triunfar la revolución de Mao, debido a la incompatibilidad entre los objetivos de
dichas instituciones, y los principios socialistas, ya que para estos últimos, esas
organizaciones tenían por misión el fomento del capitalismo. De tal manera que el
elemento cooperativo, propio del idealismo en el comienzo de la Guerra Fría, solo sirvió
para establecer un marco institucional en que todos los Estados del sistema internacional
estuvieran representados sin avanzar mayormente en otros ámbitos cooperativos, así los
amplios objetivos e intereses que habían sido el sustento detrás de semejante esfuerzo,
no se materializaron, debido a las diferencias ideológicas que subsistían entre los Estados
representantes de los dos modelos en disputa.
Luego de esta comparación entre realismo e idealismo, y la forma en que se
manifestaron durante los comienzos de la Guerra Fría, se puede inferir que el primero
responde de mejor forma a los intereses de las potencias del sistema internacional, al
poner el énfasis de análisis en las circunstancias que los rodean. Mientras que el segundo
paradigma, por su afán igualitarista y de no intervención, en parte representa los intereses
propios de los Estados menores. Pero creer que por la cercanía de intereses igualitaristas
entre la ONU y los Estados menores, estos se contentarían con esa instancia, es caer en un
error. Algunos Estados independientes, creados en la segunda mitad del siglo XX, se
dieron cuenta de la dinámica que existía en el Consejo de Seguridad, y como esta
favorecía a las grandes potencias, de allí que intentaron promover la democratización del
sistema internacional, mediante una tercera posición.
En 1955, en la Conferencia de Bandung, en Indonesia. Jawaharlal Nehru por India,
Gamal Abdel Nasser por Egipto y Sukarno por Indonesia que además fue el país anfitrión,
manifestaron su descontento hacia la situación creada por las diferencias entre las dos
superpotencias nucleares y convocaron a una reunión de países afroasiáticos que
recientemente habían alcanzado su independencia, para generar un Movimiento
internacional de Países No Alineados, que no siguieran la lógica del enfrentamiento global
en que ambas potencias actuaban de forma arbitraria sobre el resto de países. Entre sus
objetivos se cuentan el respeto por los derechos fundamentales del hombre y los fines y
principios de la Carta de las Naciones Unidas, por la soberanía y la integridad territorial de
todas las naciones, la abstención de intervenciones o interferencia en los asuntos internos
de otros países y la abstención por parte de todo país a ejercitar presión sobre otros
países, como de actos o de amenazas de agresión y del uso de la fuerza, principios que
iban en directa confrontación a las acciones y actitudes de las grandes potencias.
No solo fueron los No Alineados quienes llevaron a cabo esfuerzos por alcanzar la
autonomía efectiva, dentro de ambos bandos 3 países de mediana importancia tendieron
a recorrer un camino propio desoyendo a la potencia hegemónica respectiva, estos
Estados fueron Francia, que bajo De Gaulle impulsó una política de defensa propia,
conocida como la Force de Frappe, sin injerencia norteamericana, y Yugoslavia y China en
el bloque socialista frente a la URSS, que al alcanzar cierto status empezaron a desarrollar
una política exterior más autónoma y más abierta al otro sistema.
Es en función de esos esfuerzos, aislados o en grupo, emprendidos por estos
Estados, que nosotros hemos querido estudiar la postura de Chile frente a la lógica de la
Guerra Fría, y particularmente en el caso de la “Cuestión cubana”. Además de analizar las
capacidades y acciones de Chile tendientes a destacarse, o seguir la corriente del sistema
internacional, y a explorar las cuotas de poder, o quizás ni siquiera de poder y más bien de
influencia, que un pequeño Estado puede adquirir y desplegar en el concierto
internacional. El año 1962, se dio una compleja situación en la cual se estuvo al borde de
iniciar un conflicto bélico entre ambas potencias. La llamada Crisis de los Misiles, fue el
momento más álgido de todo este periodo, y su escenario fue el mar Caribe y la isla de
Cuba.12
El caso de Cuba, es de relevancia para la comprensión del periodo, debido a su
cercanía geográfica con EE.UU. y su relación de dependencia desde 1898. Especialmente si
se quiere entender un poco más como Latinoamérica, y Chile en particular se posicionaron
con respecto a los temas globales. De lo anterior nace el interés por conocer la posición
diplomática que adoptó el gobierno chileno, y la administración de Jorge Alessandri en
esta situación, y como un gobierno de derecha, pro occidental, se relacionó con el nuevo
gobierno “revolucionario” de tendencia marxista. El discurso historiográfico dominante en
cuanto a historia de América e historia de las relaciones internacionales, dice que en este
contexto internacional, las grandes potencias dictaron las directrices ideológicas, y que sus
aliados y países dependientes debieron obedecer y alinear su postura a la gran potencia.
En este sentido, pareciera ser que no cabía otra posibilidad, el mismo caso cubano,
vendría a demostrar esto, ya que al mostrarse disconforme con la relación que lo ataba a
EE.UU. no le quedó otra salida que aliarse con la potencia rival.
El Dr. Joaquín Fermandois, profesor del Instituto de Historia de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, y uno de los principales exponentes de la historia de las
relaciones internacionales en Chile, en un artículo titulado “Chile frente a la Cuestión
Cubana”, publicado en la revista Historia, el año 1982, expresa que la postura adoptaba
por el gobierno de Alessandri frente al tema fue especialmente “legalista”, y que la
retorica usada por el gobierno se basó en argumentos del derecho internacional. Para el
autor antes mencionado, Chile en comparación al resto de países latinoamericanos, se
habría instalado en una posición en la cual no se condenó ni apoyó a ninguno de los países
que protagonizaban el conflicto.
12 Levesque. Jacques. “La Unión Soviética y Cuba, una relación especial”. En Revista: Foro Internacional. El
Colegio de México. Ciudad de México. Vol. 18. N° 2. 1977. Pág. 219-228. Visto en: http://codex.colmex.mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/37GMQN4JULXTMF6CCI8K6X3NHPBUN2.pdf el día lunes, 06 de mayo de 2013.
En cambio, Heraldo Muñoz y Carlos Portales en su libro “Una amistad esquiva”,
expresan que Chile cuando ocurre la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, conocía el
apoyo recibido por los grupos de exiliados cubanos por EE.UU. y no condenó la acción,
pese a que era abiertamente contraria al principio esgrimido por nuestro país de No
Intervenir en los asuntos domésticos de otros países. Frente a este complejo escenario,
dividido entre la autonomía contra la dependencia, entre la neutralidad versus la
parcialidad, la pregunta de investigación que este proyecto de tesis intenta responder es si
¿la posición diplomática de Chile frente a la “Cuestión cubana” fue activa o pasiva al
intentar buscar una solución frente a la compleja situación internacional que se vivía en
ese periodo?.
3. Estructura de la tesis.
La Crisis de los Misiles, desatada el año 1962, involucró en una disputa de
importantes proporciones a las dos potencias antagónicas de la Guerra Fría, Estados
Unidos y la Unión Soviética, por la instalación de misiles nucleares en la isla de Cuba. Pese
al férreo manejo de la situación por parte de las potencias, los países latinoamericanos,
especialmente Chile y México, se vieron inmersos en el conflicto, al ser elegidos miembros
no permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, instancia en la cual se
discutió el problema que amenazaba la seguridad del continente americano y del mundo
en general. De aquí la necesidad de aclarar la posición chilena, con el fin de lograr una
mejor comprensión sobre la forma en la cual nuestro país se inserta en el sistema
internacional, y a su vez como actúa la diplomacia chilena frente a situaciones conflictivas.
Preguntas Directrices
A. ¿Quiénes fueron los actores relevantes en la fijación de la postura diplomática
chilena referente a la “Cuestión cubana”?
B. ¿Qué variaciones se manifestaron en la posición chilena desde la Rev. Cubana
hasta la Crisis de los Misiles?
C. ¿Qué principios guiaron aquella postura?
D. ¿Hubo presiones de las potencias enfrentadas en esta coyuntura, para que el
Gobierno de Chile las apoyara en las instancias internacionales en que se discutió la
situación?
Objetivo General.
Analizar la posición adoptada por el gobierno de Jorge Alessandri frente a la llamada
“Cuestión cubana” ocurrida entre los años 1959 y 1962, con respecto a los principios
básicos en que se apoyó la Cancillería chilena, en el contexto de la Guerra Fría.
Objetivos Específicos.
A. Conocer a los actores relevantes del Ministerio de Relaciones Exteriores que
analizaron, discutieron y aconsejaron a las autoridades nacionales para adoptar la posición
final sobre la crisis.
B. Identificar los planteamientos y principios que ayudaron a formular la posición
adoptada por el Gobierno de Chile.
C. Analizar si la posición adoptada fue fijada de forma autónoma por el Gobierno, o
debido a presiones de las potencias de la época.
D. Comprender, cuáles fueron las implicancias de la decisión tomada por el gobierno,
en materias políticas, económicas e internacionales.
Hipótesis.
La hipótesis de este trabajo es; que la postura diplomática chilena, con respecto a
la Cuestión cubana, fue de un carácter “pasivo”, que amparada en principios jurídicos,
intentó marginarse, para evitar ser puesto en entredicho, y que igualmente siguió las
reglas del juego propuestas por las grandes potencias. Que no hizo uso del capital
internacional que mantenía nuestro país en ese momento gracias a su civilidad y orden
democrático, y que con su cupo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no fue
capaz de representar la autonomía latinoamericana en los debates ocurridos ahí. Así, a
diferencia de las posturas mayoritarias, creemos que Chile, debió asumir otra postura que
no fuese la “pasividad” basada en preceptos legales, cuyo carácter fuese más proactivo y
no reaccionario, más dinámica y propositiva.
Metodología y Método.
La tesis, pretende analizar el tema desde la Historia de las Relaciones
Internacionales, para lo cual se pretende analizar la postura adoptada por el gobierno de
Jorge Alessandri, sobre la Cuestión Cubana, y como varió al enfrentarse a la Crisis de los
Misiles, desde una posición de cuasi neutralidad, a una de condena. Junto a la revisión de
las principales ideas y actores en el Ministerio de Relaciones Exteriores. El tipo de
investigación que se llevara a cabo para desarrollar este trabajo, se puede caracterizar
como descriptivo y analítico. En primer lugar es de tipo descriptivo, ya que se pretende
reconocer los principales lineamientos que rigen la política exterior del país, y como se
dan las variaciones desde la Revolución Cubana hasta la Crisis de los Misiles, en la postura
diplomática de Chile. En segundo lugar se analizaran las posturas sobre relaciones
internacionales que desarrollan y poseen tanto el Presidente de la Republica, Jorge
Alessandri, y sus ministros de Relaciones Exteriores, con especial atención a Carlos
Martínez Sotomayor, así como también otros funcionarios de la Cancillería, como
embajadores, cónsules, etc. En relación a este punto se contempla el análisis de los
archivos de la Cancillería chilena, obras biográficas y autobiográficas de los personajes más
importantes en el inisterio y en la política nacional, y a su vez el uso de fuentes
bibliográficas referidas al tema de estudio.
Estructura.
El escrito está conformado por una sección introductoria al tema a tratar, en que
se exponen la hipótesis, el contexto histórico general y el marco teórico. El primer
capítulo, hace referencia a los principios que rigen la política exterior chilena, y la posición
que históricamente se ha desarrollado frente a Estados Unidos y el resto de
Latinoamérica. Así como también la visión con respecto al sistema internacional. Un
segundo capítulo, da cuenta de los postulados internacionales de Jorge Alessandri, y de
quienes fueron sus ministros de Relaciones Exteriores, especialmente Germán Vergara
Donoso, Carlos Martínez Sotomayor y Julio Phillippi, los informes y las opiniones de los
embajadores acreditados en los países que estaban involucrados en el problema. El tercer
capítulo, hace directa alusión a la postura diplomática adoptada por Santiago, y los cursos
de acción que recorrió durante la discusión del problema cubano. Finalmente, en las
conclusiones se dan respuesta a las preguntas directrices de la investigación, se refrenda
la hipótesis planteada, y se hace una crítica de la diplomacia y política exterior chilena.
Capítulo 1. Tendencias y “fuerzas profundas”
de la política exterior chilena.
El estudio de las relaciones internacionales, busca analizar los vínculos que se
establecen entre los Estados en el Sistema Internacional. Para lograr esto, adquiere
relevancia comprender el concepto de “Política Exterior”, que explica las bases desde las
que actúan los Estados. Entendemos a esta, como “aquella parte de la política general
formada por el conjunto de decisiones y actuaciones mediante las cuales se definen los
objetivos y se utilizan los medios de un Estado para generar, modificar o suspender sus
relaciones con otros actores de la sociedad internacional”.13
Un adecuado elemento de análisis al cual recurrimos para develar la política
exterior, es el concepto de “fuerzas profundas”, acuñado por los historiadores franceses
Pierre Renouvin y Jean Baptiste Duroselle.14 Cuando estos autores definieron el concepto,
observaron como fuerzas profundas a factores económicos, geográficos, demográficos y a
los valores culturales entre otros. Los autores aclararon al respecto que: “Los valores
forman parte de las grandes fuerzas que actúan sobre las comunidades humanas. Son
ideas o sistemas de ideas por las cuales, con mayor o menor entusiasmo, el hombre está
dispuesto a sacrificar su interés personal…”.15 Estos, se encuentran íntimamente ligados a
la comunidad, y se manifiestan mediante “una toma de conciencia”16.
Todo lo anterior explica el sentido de lo dicho por Bernal-Meza en que: “…los
países –a través de sus clases dirigentes y grupos de poder- fundamentan y sostienen sus
políticas exteriores y sus respectivos modelos de inserción internacional dentro de
paradigmas, que son la expresión de una determinada visión del mundo y planifican lo que
es posible hacer, en términos de política internacional, dentro de los marcos
13
Calduch. Rafael. “Dinámica de la Sociedad Internacional”. En formato electrónico. Alojado en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/sdrelint/lib2cap1.pdf Visto el día: lunes, 17 de junio de 2013 14
Renouvin. Pierre y Duroselle. Jean Baptiste. “Introducción a la historia de las relaciones internacionales”. 1° edición en español. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 2000. Pág. 10. 15
Duroselle. Jean Baptiste. “Todo imperio perecerá. Teoría sobre las relaciones internacionales”. 1° edición en español. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 2000. Pág. 168. 16
Ibíd. Pág. 155.
determinados por esa visión”.17 Es en la manifestación de la política exterior de los
Estados, ya sean superpotencias o pequeños Estados, y en la mayor o menor afinidad de
sus fuerzas profundas, que se producen las situaciones de conflicto.
Iniciamos este recorrido analizando las fuerzas profundas que configuraron la
política exterior chilena, entre las que podemos distinguir algunos principios como: el
“americanismo”, el “respeto al derecho internacional”, la búsqueda de un “equilibrio de
poder”, la “oposición al intervencionismo estadounidense” y otras de orden interno que
no creemos necesario detallar en profundidad aquí, pero que enunciamos ahora, como
son “la estabilidad institucional” y “la democracia como el más óptimo sistema de
gobierno”,18 con la finalidad de comprender las bases de las actuaciones chilenas en el
sistema internacional, y poder hacer una crítica sobre las formas que tiene Chile, de
insertarse en el mundo en un sentido general, y de posicionarse en el escenario regional y
frente a EE.UU. en lo particular.
2. Tendencias en las relaciones internacionales de Chile.
1.1 Independencia, organización del Estado y aislamiento internacional, 1810-1833.
El ingreso de Chile al sistema internacional ocurrió a principios del siglo XIX, a raíz
de la conjugación de problemas internos de las sociedades americanas con asuntos
externos a estas, como la revolución francesa y el ascenso de Napoleón Bonaparte, quien
al invadir España y apresar al rey, desató los latentes ideales autonomistas en las colonias
americanas de la monarquía hispana19. Las decisiones en asuntos globales antes de estos
17
Bernal-Meza. Raúl. “México: de la autonomista “potencia media” al socio subordinado de Estados Unidos”. En: Estudios Latinoamericanos. Universidad de Valparaíso. N° 1. Año 1. Primer semestre 2009. Pág. 10. 18
Álamos. Pilar. “Algunas fuentes históricas de la política exterior de Chile”. En. Estudios Internacionales. IEI, Universidad de Chile. N° 126. Vol. 32. 1999. Pág. 3. Consultado el dic 20, 2012, dehttp://www.revistaei.uchile.cl/index.php/REI/article/viewArticle/14990/15405. Colacrai, Miryam y Lorenzini, María Elena. “La política exterior de Chile: ¿excepcionalidad o continuidad? Una lectura combinada de "fuerzas profundas" y tendencias”. En: CONfines de Relaciones Internacionales y Ciencia Política. ITESM. Monterrey, México. N° 02. Vol. 1. 2005. Pág. 47. Consultado el 20 de diciembre de 2012. Disponible en:http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=63310204 19
Villalobos, Sergio. “Situación internacional y la Independencia de Chile”. En Sánchez, Walter y Pereira, Teresa (ed): “Cientocincuenta años de política exterior chilena”. Editorial Universitaria. Santiago, Chile. Año 1977. Pág. 19.
acontecimientos, eran dictadas y asumidas por la monarquía española y eran manejados
directamente desde la metrópoli,20 no obstante, estos territorios no se encontraban
aislados de los asuntos de la política mundial, ya que en ocasiones algunos territorios
fueron atacados y visitados por extranjeros,21 lo que permitió el contacto con otras
realidades. El proceso de independencia de los pueblos hispanoamericanos, se fue
expandiendo por todo el continente, con lo que las sociedades americanas se dividieron
en dos bandos contrarios: unos de tendencias monárquicas, y otros de corte
independentistas, dando lugar a conflictos armados entre ambos grupos.
Los resultados fueron bastante variados, unos vencieron rápidamente la resistencia
monárquica, mientras que otros necesitaron la ayuda externa para triunfar. Sergio
Villalobos observa que durante este periodo, el espíritu “Americanista” tuvo mayor
difusión en nuestro país, pero que una vez alcanzada la independencia, este ideal se vio
enfrentado a antiguas disputas entre las históricas regiones que conformaron el imperio
español, así destaca las tensiones entre el Virreinato del Perú, con la Capitanía General de
Chile, que con posterioridad volvieron a resurgir.22 Lograda la emancipación de la corona
española, los Estados latinoamericanos, se vieron obligados a organizar nuevas
instituciones que les permitieron hacer frente a los requerimientos de la vida
independiente.
Razón por la cual los intereses de estas naciones relacionados a los asuntos
internacionales quedaron en un segundo plano,23 especialmente frente a los aspectos
administrativos y de orden político interno, que se mostraron muy conflictivos al discutirse
20
Un conocido diplomático chileno, Luís Melo Lecaros, argumenta que para los miembros de la Primera Junta de Gobierno de 1810, liderada por Mateo de Toro y Zambrano, los asuntos de política internacional no eran apremiantes. No obstante esto, existía la intención de relacionarse con la Junta de Gobierno de Buenos Aires para colaborar en la defensa común. Melo Lecaros, Luís. “Trayectoria del Ministerio de Relaciones Exteriores y los problemas en la conducción de la diplomacia chilena”. En: Sánchez, Walter y Pereira, Teresa (ed): “Cientocincuenta años de política exterior chilena”. Editorial Universitaria. Santiago, Chile. 1977. Pág. 104. 21
Villalobos, Sergio. Óp. cit. 1977. Pág. 23. 22
Ibíd. Pág. 27. 23
Melo da cuenta de esta situación al exponer por ejemplo la precariedad con que se trataban los asuntos de política exterior en Chile, al mencionar la inexistente organización para manejar estas cuestiones, el poco personal gubernamental, así como también la poca especialización de los mismos. Algo que será subsanado recién en 1871, con la creación del Ministerio de Relaciones Exteriores propiamente tal, lo que le daba una independencia frente a otras reparticiones. Melo Lecaros, Luís. Óp. Cit. 1977. Pág. 116-117.
diversos modelos de desarrollo con respecto a los destinos de estos países.24 Además se
debe hacer notar que los Estados y monarquías europeas, principales actores del sistema
internacional de la época, vieron con malos ojos el proceso de independencia de las
colonias hispanoamericanas, por el temor de que pudiera expandirse a sus propios
dominios, así fue que el establecimiento de relaciones interestatales, entre los países
europeos y los países latinoamericanos no fueron inmediatas.25 De hecho, incluso con
EE.UU. que se había mostrado especialmente interesado en el proceso independentista
chileno, no se establecieron relaciones oficiales directamente una vez finalizado éste.
1.2 Inserción en el Subsistema Latinoamericano y afianzamiento de la posición del
Estado chileno en el continente, 1833-1875.
A pesar del aislamiento al cual fueron sometidos los nuevos Estados
latinoamericanos por parte de los países europeos, los primeros no dejaron de establecer
relaciones entre ellos mismos,26 especialmente comerciales; se enviaron ministros
plenipotenciarios, cónsules y otros funcionarios oficiales, especialmente para ratificar las
relaciones comerciales que ya existían desde la época colonial, y fomentar nuevos
intercambios que fueron de mutuo beneficio para las partes contratantes. Pero las
cuestiones sobre el afianzamiento interno fueron más importantes y provocaron ciertos
problemas. Algunas regiones que luego de la emancipación, gozaron de autonomía, se
vieron obligadas a defenderse de sus vecinos.
24
Villalobos, Sergio. “Portales. Una falsificación histórica”. 4° Edición. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 2005. Pág. 65-72 y 84-95. 25
Hay que recordar que en este periodo, las monarquías europeas han convocado el Congreso de Viena, en donde uno de sus postulados es reorganizar el “Antiguo Régimen”, de forma que la independencia de las ex colonias españolas va en contra de este objetivo. Melo Lecaros, Luís. Óp. Cit. 1977. Pág. 107. 26
Sobre las relaciones internacionales entre Chile y sus vecinos, Argentina, Bolivia y Perú, no solo políticas, sino que también económicas y culturales en el último tiempo han sido editados una serie de libros por el Premio Nacional de Historia Eduardo Cavieres y otros autores, los títulos de estos son: Cavieres, Eduardo y Aljovin de Losada, Cristóbal. (eds.) “Chile-Perú, Perú-Chile. Desarrollos políticos, económicos y culturales, 1820-1920”. Editorial de la Universidad Católica de Valparaíso. Valparaíso, Chile. 2005. Cavieres, Eduardo y Cajías de la Vega, Fernando. (eds.) “Chile-Bolivia, Bolivia-Chile, 1820-1930. Desarrollos políticos, económicos y culturales”. Editorial de la Universidad Católica de Valparaíso. Valparaíso, Chile. 2008. Cavieres, Eduardo y Cicerchia, Ricardo. (eds.) “Chile-Argentina, Argentina-Chile. 1820–2010 Desarrollos Políticos, Económicos y Culturales”. Editorial de la Universidad Católica de Valparaíso. Valparaíso, Chile. 2012.
Las cuestiones que para unos eran materias de límites internos, devinieron en
problemas de tipo internacional, debido a que la soberanía sobre esas zonas estaba en
disputa. La monarquía hispana que había trazado algunos deslindes, no se caracterizó por
preocuparse mucho de esta situación, bajo su administración, los territorios,
correspondían al rey, con lo que una clara diferenciación no era apremiante, así los limites
y fronteras eran en algunos casos difusos, y en otros directamente se superponía la
soberanía, estos problemas diplomáticos no sólo hacían referencia a cuestiones
territoriales, sino que también implicaban factores demográficos, al estar muchas
comunidades en las zonas que eran disputadas.
Estas cuestiones con los países vecinos fueron la principal preocupación de los
gobiernos chilenos del siglo XIX. La conformación de la Confederación Perú-Boliviana por
el Mariscal Santa Cruz, despertó preocupación en el Ministro del Interior de la época,
Diego Portales, que veía la situación como una amenaza a la integridad chilena, por la
conjugación de poder político y económico que una unión de este tipo representaba,
especialmente frente a un país geográficamente aislado y atrincherado como Chile. La
rivalidad y la amenaza, reales o imaginarias, pudieron más que la amistad continental, y se
generó la idea que el fortalecimiento de unas naciones por sobre otras, afectaba el
balance de poder regional, de ese sentimiento de debilidad surgió la noción de que el
mejor escenario para Chile es el del equilibrio de poder, del mantenimiento del status
quo.
En adición a lo anterior, debe decirse que para un país pequeño como el nuestro, la
imposibilidad de hacer frente a los asuntos globales e incluso regionales por sí solo, lo hizo
buscar alianzas externas que pudieran balancear un poco el escenario continental. Es por
esta razón que las relaciones paravecinales son una cuestión primordial al analizar los
principios de política exterior nacional, y sus diferentes actuaciones. Una consecuencia de
la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, fue asegurar tanto la nueva organización
política interna,27 con el costo de la vida del propio Portales, pero también afianzar la
preponderancia del Estado de Chile en el escenario regional sudamericano, al dejar fuera
de camino momentáneamente a la alianza de los países vecinos. De esta manera, vemos
como bajo el auspicio del ministro, se desarrolló una visión geopolítica de la realidad
nacional en el subsistema latinoamericano, que le permitió convertirse en un actor de
peso, inclusive en relación a su poca población y limitados recursos.28
Puede parecer que la actitud del gobierno chileno, en cuanto a las relaciones
internacionales y sudamericanas, fue en exceso beligerante, y tratara de erigirse en un
actor dominante a costa de sus vecinos, dicha imagen tendría sentido si sólo se tomara en
cuenta el anterior conflicto bélico, pero como bien lo dejan entrever Cavieres y Aljovin de
Losada, las relaciones exteriores del país con sus vecinos no siempre han sido
problemáticas entre si, al contrario se han dado situaciones de especial amistad, como
cuando los tres países anteriormente en guerra, a lo que se suma Ecuador, enfrentaron
juntos la guerra contra España en 1865, conflicto que dejó en muy mal pie la economía
nacional, producto del bombardeo de Valparaíso, causando la perdida de importantes
productos y mercancías para la exportación y la comercialización interna. Claramente esto
también sentó otro precedente, al aclarar la dependencia mutua que las nuevas naciones
latinoamericanas tenían con respecto a su situación en el sistema internacional.
El Estado chileno, captó que su autonomía y su capacidad para seguir existiendo de
forma independiente se encontraba ligada a la de sus republicas hermanas. Ya vimos que
para Villalobos, en este periodo se asentó el “espíritu americanista”, aun cuando con
posterioridad, ese espíritu se vio disminuido por las diferencias externas. Para Walter
Sánchez, a pesar de que es con Bolivar que esta idea cobró su más alto valor retorico, en
O´Higgins no dejó de hacer sentido. Además a mediados del siglo XIX, con personajes de la
27
González, Javier. “Aporte de Portales a la formación del Estado Nacional como base de una política exterior”. En: Sánchez, Walter y Pereira, Teresa (ed): “Cientocincuenta años de política exterior chilena”. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 1977. Pág. 38-40. 28
Fermandois, Joaquín. “Mundo y fin de mundo. Chile en la política mundial 1900-2004. Ediciones de la Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile. 2005. Pág. 27-30.
talla de Bilbao y Lastarria este ideal se expandió en nuestro país.29 A pesar de no
desarrollar un pensamiento vivo desde un comienzo con respecto a este principio, Chile si
actuó en algunas ocasiones en función a este ideal, y conviene aclarar que durante el siglo
XX se vieron muchos más ejemplos de la forma en que Chile lo aprecia.
Enrique Bernstein, destacado diplomático chileno del siglo XX, reconoce que este
es un principio importante para las naciones latinoamericanas en cuanto a sus nociones de
seguridad y defensa, expresándolo como sigue: “Las guerras por la independencia habían
plasmado el criterio de que América hispana era una y de que la amenaza contra la
libertad de un país ponía en peligro la soberanía de los otros.”30 De aquí que a pesar de los
conflictos entre los Estados latinoamericanos, al momento de enfrentar peligros externos,
se unan frente a estos, dejando de lado sus diferencias.
1.3 Inserción en el Sistema Internacional y dependencia de las grandes potencias
mundiales, 1831 - en adelante.
Con respecto a las relaciones que el país mantuvo con los países europeos y con
EE.UU. la situación pronto se modificó. Al inicial desinterés que mostraron las potencias
europeas por establecer relaciones con los países latinoamericanos, pronto se recuperó el
tiempo perdido, mediante la firma de diversos tratados de amistad, de cooperación y
comercio.31 Se abrieron representaciones diplomáticas, consulados y oficinas comerciales
de los principales países europeos, llegaron inversionistas británicos, franceses, alemanes
y estadounidenses a explotar los recursos minerales del norte. Además se establecieron
29
Sanchez. Walter. “Las tendencias sobresalientes de la política exterior chilena”. En: Sanchez. Walter y Pereira. Teresa (Ed). Cientocincuenta años de política exterior chilena”. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 1977. Pág. 380. 30
Bernstein, Enrique. “Chile y la política de defensa continental desde la segunda guerra mundial hasta el presente”. En: Sánchez, Walter y Pereira, Teresa (ed). “Cientocincuenta años de política exterior chilena”. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 1977. Pág. 208. 31
Bernal-Meza, Raúl. “Evolución histórica de las relaciones políticas y económicas de Chile con las potencias hegemónicas: Gran Bretaña y Estados Unidos”. En: Estudios Internacionales. IEI, Universidad de Chile. Vol. 29. N° 113. 1996. Pág: 21-22. Consultado el dic 11, 2012, de http://www.revistaei.uchile.cl/index.php/REI/article/viewArticle/15311/19594
importantes colonias de inmigrantes que influyeron en la sociedad nacional, mediante sus
gustos, modas, costumbres, educación y cultura.
No es necesario ser tan puntillosos en estos aspectos, pero hay que dejar claro
algunas situaciones. La sociedad local, históricamente ha sido muy susceptible a las
influencias desde el exterior, de hecho ha sido una de las que ha internalizado más
profundamente los sucesos internacionales.32 Una corriente historiográfica crítica, de
izquierda si se quiere decir, con respecto al desarrollo histórico nacional, ve una
“imitación” de patrones culturales, políticos y económicos, que se convierte en una
adaptación mecánica de dichos aspectos, mientras que otros como Joaquín Fermandois,
observan que la realidad se corresponde con una “apropiación”, concepto que involucra
un desarrollo posterior bajo el influjo interno de la sociedad en que está actuando. Las
posturas anteriores, tienden a ver la realidad de forma fraccionada, y desconocen que en
muchos casos puede ser tan compleja, que ambas estén en lo cierto.
Profundizando un poco más con lo anterior, Fermandois acierta al visibilizar la
dicotomía “imitación/apropiación”, pero es apropiado hacer la salvedad, que el segundo
factor es aplicable a cuestiones culturales, artísticas, literarias, musicales y técnicas,
mientras que al analizar situaciones políticas y económicas, más bien se da un claro
sentido de imitación. Es en función de esto, que Chile se subordinó a los intereses
extranjeros, y aquí compartimos la opinión de Raúl Bernal-Meza, que con respecto a los
aspectos políticos y económicos, dice que la característica principal de las relaciones
bilaterales con las potencias desde sus inicios es de “tendencias desiguales”.33 Cuestión
que perdura hasta la actualidad en muchos casos.
Chile pasó a compartir el destino del resto de los países latinoamericanos. Un
ejemplo, es el predominio de capitales extranjeros que explotaron los yacimientos
salitreros luego de la guerra del Pacífico. De tal forma el país, se sumó a la condición de
32
Fermandois. Joaquín. Óp. Cít. 2005. Pág. 15. 33
Bernal-Meza, Raúl. “Evolución histórica de las relaciones políticas y económicas de Chile con las potencias hegemónicas: Gran Bretaña y Estados Unidos”. En: Estudios Internacionales. IEI, Universidad de Chile. Vol. 29. N° 113. 1996. Pág: 20. Consultado el dic 11, 2012, de http://www.revistaei.uchile.cl/index.php/REI/article/viewArticle/15311/19594
“cliente”, al comprar distintos bienes manufacturados en el extranjero, en lugar de
producirlos internamente.34 Ahora bien, a pesar de la característica principal de las
relaciones bilaterales entre nuestro país y Gran Bretaña especialmente, que era con el
Estado que se tenía un vínculo más estrecho, por las inversiones y préstamos,35 a que
alude Bernal-Meza, que se centraba en los aspectos netamente económicos y comerciales,
nunca se dio entre ambas partes una situación en que Londres intentara iniciativas de
fuerza contra Chile.
Bernal-Meza dice que: “Gran Bretaña no buscó ejercer el poder político en forma
directa en los países de América Latina…” ya que “Le bastaba mantener una alta cuota de
influencia en cada país latinoamericano con el fin de inducir a las autoridades locales a
que tomaran las decisiones más adecuadas a sus intereses económicos y políticos”.36 Hay
quienes podrán creer que el motivo de esta conducta, se debería principalmente a la tan
conocida “Doctrina Monroe” enunciada por EE.UU. para advertir a las potencias europeas
que no intentaran inmiscuirse en los asuntos internos americanos, pero a la luz de la
evidencia, es necesario poner en duda la real capacidad de los principios de Monroe para
proteger la integridad continental, cuestión que quedó demostrada con la Guerra contra
España de 1865. Creemos más bien, que la causa principal de que Gran Bretaña y otros
países extra continentales no intentaron hacer un ejercicio directo del poder, se debe a
que la situación, les acomodaba bastante, ya que las relaciones comerciales, se daban
principalmente entre particulares, así, el Estado británico, no era ni impulsor, ni participe
en las empresas privadas. Además, como bien dice este autor, el gobierno británico, no
34
El tema de los intercambios comerciales, entre los países latinoamericanos y las potencias europeas primero, y luego con EE.UU. generó durante la segunda mitad del siglo XX, el nacimiento de una “Teoría Económica” totalmente novedosa y latinoamericanista, conocida como Teoría de la Dependencia, desarrollada por cientistas sociales de renombre como Celso Furtado, Fernando Henrique Cardoso, Raúl Prebisch, y Theotonio do Santos, que bajo el alero de la CEPAL, enjuiciaron los postulados clásicos del pensamiento económico, mediante la conceptualización de nuevas ideas como la dicotomía entre “Centro/Periferia”, que daría argumentos a aquellos que mantenían una postura crítica de las relaciones latinoamericanas con los países desarrollados. Para mayor información: Cardoso. Fernando Henrique y Faletto. Enzo. “Dependencia y desarrollo en América Latina”. Editorial Siglo XXI, Ciudad de México. México. Año. 1969. Devés. Eduardo y Ross, César. “Las Ciencias Económico Sociales Latinoamericanas en África Sudsahariana”. Editorial Ariadna. Santiago de Chile. 2011. 35
Bernal- Meza. Raúl. Óp. Cit. 1996. Pág. 29. 36
Ibíd. Pág. 27.
estableció nunca una estrategia con la cual afrontar estas relaciones,37 por lo que en la
mayoría de los casos, actuaba de forma pragmática y se limitaba a responder ante cada
circunstancia.
1.4. Guerra del Pacífico y Preponderancia regional, 1879-1902.
La Guerra del Pacífico es un suceso para todos los países involucrados en el
conflicto. Luís Ortega, comenta en un artículo que la situación económica chilena hasta
mediados de la década de 1870, era particularmente buena, se venía de un periodo de
bonanza nunca antes visto. Fruto de un aumento productivo de los principales
commodities (minerales) de exportación del país, como del desarrollo de nuevos sectores
económicos.38 No obstante los buenos antecedentes que venía exhibiendo el país, para
1875 el panorama se veía cambiante. Los precios de venta de los productos de
exportación, iban en descenso en el mercado londinense. Esto afectó los logros que en los
años anteriores se habían alcanzado, provocando un déficit comercial.39
La situación se agravó en 1876 debido a la combinación de unas desafortunadas
medidas tomadas por las autoridades para combatir la situación, y a los compromisos
adquiridos en los tiempos de bonanza, que el país había adquirido para fomentar el
desarrollo educacional, de obras públicas y de sanidad.40 Dentro de las posibilidades que
cabía adoptar, el gobierno intentó recurrir al usual medio de financiamiento de las
repúblicas latinoamericanas, el contrato de créditos en el extranjero, principalmente en
Gran Bretaña. Pero la realidad era que allá se conocía la situación nacional, por lo que fue
imposible obtenerlos, cerrándose toda posibilidad, y manifestándose una crisis de
37
El autor, caracteriza la posición de Gran Bretaña como “indecisa” y “falta de convicción”. En Ibíd. Pág. 21. 38
Ortega. Luís. “En torno a los orígenes de la Guerra del Pacífico”. En: Asian Journal of Latin American Studies. Publicación de la Latin American Studies Association of Korea (LASAK). Vol.19. N° 4. 2006. Pág. 33. Consultado el 17. Dic. 2012. Visto en: http://www.ajlas.org/v2006/paper/2006vol19no402.pdf 39
Ibíd. Pág. 34. 40
Ibíd. Pág. 35. En cuanto al fuerte desarrollo educacional en el periodo comentado, se sugiere ver: Labarca. Amanda. “Historia de la Enseñanza en Chile”. Editorial Universitaria. Santiago. Chile. Año. 1939. Pág. 136-140.
confianza en cuanto a la solvencia del país.41 La salida a la crisis, vino de un recurso
mineral que no era propiedad de Chile.
Desde hace unos años antes, algunas empresas nacionales habían adquirido la
concesión para explotar el mineral del salitre, en las provincias costeras de Bolivia y Perú.
Como toda concesión, los países delegaban sus derechos de explotación de sus recursos
naturales a empresas privadas, las cuales a cambio se comprometieron con ciertas
obligaciones, las cuales quedaban estipuladas en un contrato que suscribían las partes
involucradas. En este caso, los contratos eran bastante favorables a los intereses chilenos,
ya que en 1874, por un acuerdo entre países, Bolivia se comprometía a no cobrar nuevos
impuestos a las empresas nacionales. Pero la situación dio un giro, cuando en 1878, el
gobierno boliviano, decretó un impuesto de 10 centavos por tonelada de salitre exportado
a través del puerto de Antofagasta.42
Era predecible que una decisión como la adoptada por el Estado boliviano, tendría
profundas repercusiones, ya que afectaba directamente los intereses de inversionistas
chilenos que pertenecían a las capas dirigentes del país, cuestión que les permitió iniciar
una campaña con el gobierno para tratar de buscar una salida favorable a sus intereses.
Esto dio pie a una crisis diplomática que fue escalando.43 Ante la imposibilidad de llegar a
un acuerdo satisfactorio, se desencadenó el conflicto bélico, en el cual la sociedad, que
atravesaba problemas económicos, logró unificarse frente al enemigo externo. Es
reconocido que el país obtuvo materias primas que permitieron solventar el crecimiento
económico que vivió una vez finalizado el conflicto. El salitre, y en una menor medida el
guano, fueron una fuente de incalculables riquezas para el país.
Es una obligación comentar que de las riquezas totales que se obtenían de la venta
del salitre, los ingresos que recibía el fisco eran un pequeño porcentaje en comparación a
las obtenidas por los privados que explotaban el recurso. Aun así, se pudo dilatar el
41
Ibíd. Pág. 39. 42
Ibíd. Pág. 43. 43
Ibíd. Pág. 43.
sistema educativo,44 ampliar las líneas de ferrocarril, y adquirir nuevos y modernos
armamentos europeos, que posicionaron al país a la vanguardia de las repúblicas
latinoamericanas. Chile emergió como un líder regional, que disputaba y opacaba el poder
de Argentina.45 Las compras de armamentos junto con la prusianización del ejército, a
pesar de conseguir un alto grado de poderío en el contexto regional, y el reconocimiento
europeo de las capacidades militares chilenas, no estuvo exento de provocar serios
problemas.
La excesiva dependencia con respecto al salitre, incubó una serie de conductas que
a largo plazo jugaron en contra del desarrollo del país. Al obtener recursos de la venta del
salitre, se dejó de desarrollar otros sectores productivos que podrían haber fortalecido
aun más la posición que se acababa de ganar. De allí que la invención de un sustituto
sintético durante la Primera Guerra Mundial, sepultó el crecimiento económico que se
venía experimentando desde 1885. Esa dependencia, dio paso a que las clases dirigentes
intentaran sacar beneficios personales de los recursos económicos que se allegaba el fisco,
exacerbando el nivel de corrupción en la administración pública. Un ejemplo se vio
durante la Guerra Civil de 1891, donde los parlamentarios se confabularon con los
empresarios salitreros para derrocar al gobierno del presidente Balmaceda, e instalar sus
intereses en el poder, dando paso al periodo conocido como República Parlamentaria, en
el que la corrupción se institucionalizó.
En lo relativo al aspecto externo, a la victoria en la Guerra del Pacífico, y el inicial
escenario propicio para Chile en lo regional, subyacía un serio problema con los vecinos, el
final de las hostilidades bélicas, no trajo inmediatamente la paz, y el tiempo terminó por
fomentar nuevos conflictos diplomáticos tanto con Bolivia, Perú y Argentina. Dichas
dificultades, se dieron por las condiciones que se les impusieron a los países vencidos.46 El
Tratado de Ancón de 1883, que vino a poner fin a las hostilidades, le confirió a
44
Labarca. Amanda. Óp. Cit. 1939. Pág. 185-190 45
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 2005. Pág. 38. 46
Ibíd. Pág. 39.
perpetuidad a Chile la antigua provincia peruana de Tarapacá, y la administración
temporal de las provincias de Tacna y Arica, cuya soberanía definitiva se suponía debería
dirimirse algunos años después mediante un plebiscito, dio pie a que surgieran cuestiones
sociales que imposibilitaron el restablecimiento de las buenas relaciones entre ambos
países.
Dicha solución recién llegó en 1929 con el Tratado de Lima, que devolvió la
provincia de Tacna al Perú, y dejó en manos chilenas a Arica, subterfugio que se logró
mediante un acuerdo diplomático entre las partes, y que no estuvo libre de polémica, por
la acción “mediadora” de EE.UU. Con Bolivia, también surgieron problemas limítrofes, que
se solucionaron con el Tratado de Paz y Amistad de 1904, en el que la provincia de La Mar,
que corresponde a parte del actual territorio de la región de Antofagasta, nos fue cedido a
perpetuidad, generando así la tan comentada “mediterraneidad” boliviana, problema que
actualmente se encuentra aun latente. Claro que a su vez, Chile se comprometió con
algunas facilidades comerciales, portuarias y de transporte con Bolivia47.
Con Argentina, la cuestión fue también complicada, y es que aun cuando ambos
países nunca han estado en guerra, la rivalidad histórica entre ambos fomentó muchos
resquemores, que de haberse encaprichado el destino, bien podrían haber desembocado
en una guerra. Los temas limítrofes provocaron numerosas crisis diplomáticas,48 pero las
actitudes competitivas de ambos Estados hicieron lo suyo para escalar algunas situaciones
que podían resolverse de forma pragmática. La victoria chilena en la Guerra del Pacífico, y
sus posteriores compras de material de guerra, dieron paso a que el gobierno bonaerense
se viera en una posición debilitada con respecto a Santiago, iniciara también un proceso
de adquisición de armamentos a fin de contrarrestar el poderío alcanzado por Chile, y
estableció una desmedida carrera armamentista en la región, donde dos países cuyas
condiciones socioeconómicas no eran las optimas, se instalaron en una escalada de poder
47
Cavieres. Eduardo y Cajias de la Vega. Fernando (Ed.). Óp. Cit. 2008. Pág. 10. 48
Lacoste. Pablo. “La imagen del otro en las relaciones de la Argentina y Chile (1534-2000)”. Fondo de Cultura Económica y USACH. Buenos Aires y Santiago de Chile. 2003.
militar propia de las grandes potencias europeas y de EE.UU. A pesar de lo anterior, en
1902, ambos Estados firmaron el conocido tratado, denominado “Pactos de Mayo”, que
establece que los problemas que puedan surgir entre ambos países serán solucionados
mediante el arbitraje, además de que puso coto a la carrera armamentista estableciendo
la limitación de los armamentos.49
Con respecto a las relaciones de Chile con sus vecinos, vemos que luego de su
victoria militar, la situación rápidamente se tornó favorable para la posición nacional, pero
dicho escenario no duró mucho tiempo, ya que el país se vio obligado por sus vecinos a
establecer sus nuevos límites territoriales, mediante una negociación en frentes
simultáneos. De forma que a pesar del poderío obtenido, la visión geopolítica desarrollada
por el país, donde lo militar jugaba un papel de refuerzo de la política exterior estatal
frente a sus vecinos, dio paso a una postura más diplomática, negociadora, y amparada en
el derecho internacional, para hacer frente a los nuevos escenarios internacionales que
afrontaba el país.50 Chile, para contrarrestar su declinamiento internacional, y la imagen
de expansionista que se le había impuesto, se vio en la necesidad de cambiar de tácticas.
1.5. Nuevas tácticas de actuación internacional para el siglo XX.
Chile comienza el siglo XX tratando de mejorar su imagen internacional. Se le mira
como un Estado hostil, por lo que se ve en la necesidad de modificar esta situación. La
nueva adscripción a los principios del derecho internacional, y la promoción que hace el
país de los preceptos legales de actuación en el sistema internacional e interamericano,
tendieron a mitigar las críticas externas. La herencia colonial hispana, ha sido de gran
importancia para el desarrollo de las naciones latinoamericanas. Claudio Veliz lo hace
notar en uno de sus textos en que caracteriza y compara el desarrollo cultural y
49
Fermandois. Joaquín.Óp. Cit. 2005. Pág. 42-43. 50
Ibíd. Pág. 45 en adelante.
económico, de las colonias norteamericanas de Gran Bretaña con las hispanas de centro y
Sudamérica.51
La cultura legal hispana, se basa ampliamente en leyes escritas que crean un
completo y profundo sistema jurídico. Chile no es la excepción a esta realidad, y el respeto
al derecho internacional en particular, es una constante en la actitud nacional. Jorge
Millas, un destacado filósofo nacional de mediados del siglo XX lo explica de la siguiente
forma, apoyándose de unas palabras de Max Daireaux que dice que los chilenos
“constituimos un pueblo de mineros, marinos e historiadores”52, Millas retruca que:
“…tanto como historiadores –o, mejor dicho, historiógrafos-, somos juristas, o mejor,
jurisconsultos, Los romanos lo fueron también; pero entre ellos la mentalidad jurídica
era la consolidación de un espíritu formado, de una cultura que había ya alcanzado el
completo desarrollo de sus posibilidad. Lo jurídico era para ellos la expresión de su
esencia histórica más profunda… Nuestro caso es diferente. Nuestra vocación jurídica,
más que de juristas, es de legisladores, y más que de creación es de práctica”.53
Luego de constatar este fuerte rasgo de identidad cultural, no podemos dejar de
hablar del más grande jurista latinoamericano del siglo XIX, y que fue un pilar en el
desarrollo de la política exterior chilena. A pesar de no ser chileno de nacimiento, supo
plasmar el respeto al derecho, del que nos habla Millas, en una doctrina legal amparada
en el más contundente Código Civil, que fue una inspiración para el de otros Estados
americanos. Sus aportes más interesantes para nosotros, están relacionados con sus ideas
en cuanto al derecho internacional. El jurista al cual nos referimos es Andrés Bello, quien a
mediados del siglo XIX, actuó como Oficial Mayor de Relaciones Exteriores. Su habilidad
51
Veliz. Claudio. “Los dos mundos del Nuevo Mundo. Cultura y Economía en Angloamerica e Hispanoamerica”. 1° Edición en castellano. Tajamar Editores. Santiago de Chile. 2011. 52
Daireaux. Max. “Panorama de la litterature hispano-americaine”. Editions Kra. París. 1930. Pág. 19. En: Millas. Jorge. “Idea de la individualidad”. 2° Edición. Ediciones Universidad Diego Portales. Santiago de Chile. 2009. Pág. 24. 53
Millas. Jorge. “Idea de la Individualidad”. 2° Edición. Ediciones Universidad Diego Portales. Santiago de Chile. 2009. Pág. 48.
fue reconocida internacionalmente, en particular porque sus ideas permitieron, sentar las
bases para que las naciones latinoamericanas se relacionaran entre sí.
Bello, como bien lo explica Rose Cave,54 reconocía la igualdad de los estados, a
partir de la igualdad de los hombres, pero estaba consciente que en verdad, la
independencia y soberanía de las naciones más débiles, nace de la actitud que las
naciones más poderosas tengan hacía estas. Así, Bello, tenía claridad en que la realidad es,
que hay un grupo de naciones que actúan como una elite en los asuntos internacionales.
Cuestión que hoy, a pesar de los múltiples avances, perdura si se toma el ejemplo del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Junto a este principio, otros enunciados que
dejaron una profunda huella en la política exterior de nuestro país, son los principios de la
no intervención y la autodeterminación de los pueblos, para el reconocido jurista, si una
sociedad depone a su gobernante, el resto de naciones no tiene ningún derecho de
intervenir en los asuntos que son propios de esa sociedad, como cuerpo social autónomo,
ya que es a ella a quien le cabe el derecho de darse la mejor forma de gobierno que crea
conveniente para su realidad.55 Finalmente, Bello aboga porque las rivalidades, conflictos
y/o discusiones que se puedan generar entre estados, deben resolverse de forma pacífica,
con lo que se enuncia el principio de la solución pacífica de controversias,56 y que en la
actualidad ha sido tan cuestionado por los supuestos temas limítrofes pendientes que
Chile mantendría con sus vecinos. Gracias a las ideas de Bello, pasamos a ser así, uno de
los principales impulsores del derecho internacional interamericano, que desde fines del
siglo XIX, y principios del XX viene escalando posiciones.
Nuestro país, hizo importantes aportes teóricos y prácticos para poner a punto
esta nueva forma de relaciones que buscaron los países americanos. Las múltiples
Conferencias Panamericanas, vieron como Chile, modificó sus tácticas internacionales. De
hecho, junto con Argentina y Brasil, intentaron conjugar sus intereses para crear una
54
Cave. Rose. “Bello: Internacionalista y Anticipacionista”. En: Estudios Internacionales. IEI, Universidad de Chile. N° 155. Vol. 39. 2006. Pág. 107. Consultado el dic 20, 2012, de
http://www.revistaei.uchile.cl/index.php/REI/article/viewArticle/14354/14667 55
Ibíd. Pág. 108-109. 56
Ibíd. Pág. 113.
entente, que tenía por objetivos, primero erigirse como mediadores y negociadores de
posibles contiendas y problemas que pudieran surgir entre países del continente, y en
segundo lugar, contrarrestar la influencia y las acciones de EE.UU. en el continente. De
hecho, este bloque conocido como ABC (Argentina, Brasil y Chile), tuvo una destacada
participación mediando cuando EE.UU. invadió el puerto mexicano de Veracruz, durante la
Revolución mexicana de mediados de la década de 1910. Pero a pesar de la concordancia
alcanzada en situaciones como la del ejemplo anterior, la verdad es que este bloque,
careció de una institucionalidad solida, que le permitiera mantenerse en el tiempo, con lo
cual rápidamente se disolvió57.
Durante la Primera Guerra Mundial, el continente americano que intentó
mantenerse al margen de la conflagración, y que estableció una inicial postura en
conjunto, se vio finalmente inmerso en el conflicto. EE.UU. que desde un principio se
quizo aislar, en 1917 entró en la guerra, y buscó que algunos estados latinoamericanos lo
hicieran junto con ellos, fue el caso de Brasil, que motivó el término del ABC. Chile en
cambio, que mantenía cordiales relaciones con Gran Bretaña, Francia y Alemania por
igual, se vio rápidamente presionado para ingresar al bando de la Triple Entente, y romper
relaciones con Berlín. El gobierno en Santiago, se resistió, y mantuvo su férrea
neutralidad. Al final del conflicto, producto de la mala imagen que dejó la guerra, se creó
una organización internacional conocida como la “Sociedad de Naciones” que tenía por
finalidad aplicar los preceptos del derecho internacional en los problemas internacionales.
Dicha organización de la cual la mayoría de los países miembros, eran estados
europeos, liderados por los países vencedores (Gran Bretaña y Francia) no contó con la
participación de EE.UU. que se excluyó, y no se hizo miembro. No actuaron así los países
latinoamericanos, que durante los más de 20 años que estuvo en funcionamiento, si
adhirieron y trataron de que este organismo analizara los problemas que había entre ellos.
Chile, a pesar de no haber entrado a la guerra, si fue un miembro de la Sociedad de
57
Ibíd. Pág. 55.
Naciones. Nuestro país, que desde principios del siglo XX había cambiado sus tácticas
internacionales, adhirió a esta nueva institución,58 tanto por las posibilidades que
encerraba, como por la convergencia que esta entidad tenía con intentos por establecer
una especie de organización americana similar a la Sociedad de Naciones, y que por
diferencias insalvables entre los objetivos de los países latinoamericanos, y los de EE.UU.
no se pudo concretar. Nuestra clase política vio en esta nueva institución, la posibilidad de
dar respuesta a los problemas que el continente presentaba en materias de relaciones
internacionales. Pero las esperanzas de nuestro país, se vieron rápidamente destrozadas,
porque la participación de los países latinoamericanos, no fue lo suficientemente
favorecida por Gran Bretaña y Francia, que actuaron de forma hegemónica. Además, la
Sociedad de Naciones, fue rápidamente puesta en tela de juicio, al ser incapaz de evitar
nuevas guerras entre algunos de sus Estados signatarios.
Estas nuevas características y principios de la política exterior impulsadas por
Chile, configuraron un modelo diplomático, que se mantuvo por muchos años imperante
en la Cancillería, y que algunos autores como Fermandois y Manfred Wilhelmy
caracterizan de “moderado”,59 mientras otros como Emilio Meneses, lo ven como una
fase de transición entre un modelo “aristocrático” y otro ”burocrático-pragmático”60. Para
Fermandois, este sentido de moderación, se condice con “una cultura sutil y sigilosa”. 61
Para Meneses, esto se debería a las características propias del modelo. La misma
transición entre la tendencia aristocrática, que para el caso chileno se reflejó en su
momento en la extracción del personal diplomático desde la clase alta y media alta, en
que estos usualmente ingresaban por contactos familiares, que se encontraba obsoleta ya
a mediados del siglo XX, aun subsistía en la Cancillería en Santiago, pero esto empezaba a
58
Ibíd. Pág. 85. 59
Ibíd. Pág. 215. 60
Meneses. Emilio. “Política Exterior chilena, una modernización postergada”. Revista Estudios Públicos. N° 12. 1983. Pág. 127-129. Consultado en http://www.cepchile.cl/1_1274/doc/politica_exterior_chilena_una_modernizacion_postergada.html#.UaPR etLrygo el día lunes, 27 de mayo de 2013 61
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 2005. Pág. 212.
dar paso al modelo burocrático-pragmático, en que la tecnificación y la complejidad serán
las principales facetas, y donde las soluciones a las controversias son ad-hoc.
Sobre esto Meneses indica que: “Es el mismo contexto de los eventos el que
llevará implícita la solución al problema presentado” y en segundo lugar que “no es
necesario planear para solucionar asuntos a futuro, basta con esperar a que se presenten
y tener una adecuada capacidad para resolverlos”.62 La verdad es que lo anteriormente
dicho, se dio en raras ocasiones en la política exterior chilena, particularmente por la falta
de buenos análisis políticos,63 y la excesiva confianza en que los preceptos legales, tan
generalistas y muchas veces vagos, pueden solucionar todos los problemas.
Meneses observa, que a pesar de estas características este modelo en particular no
impide que se le superpongan otras estrategias de acción, creemos que aquí es
particularmente donde se encuentra la falla de la diplomacia y la política exterior chilena,
en que no supo vislumbrar e impulsar otros caminos que le evitaran ser arrinconado por
las circunstancias llegado el momento decisivo como era usual que ocurría. No negamos
con esto la calidad de algunos diplomáticos chilenos, solo ponemos en tela de juicio, los
fundamentos de la estructura en que se fundamenta la política exterior chilena, todo
esto, con la finalidad de aportar a la discusión y perfeccionamiento de esta,
particularmente a la hora de enfrentar situaciones internacionales en que la complejidad
sea mayor.
1.6. Dependencia de Chile con Estados Unidos durante el siglo XX.
La relación con EE.UU. ha sido un factor determinante para la política exterior
chilena. Antes no nos habíamos preocupado por profundizar en estas materias,
básicamente para poder desarrollar este tema aparte, y asignarle la importancia que
amerita. Para Chile, como para el resto de los estados latinoamericanos, EE.UU. ha sido
62
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 1982. Pág. 128. 63
Tapia. Claudio. “La negociación que no fue. Diplomacia chilena en el conflicto entre Ecuador y Perú por el Amazonas, 1941-1942”. Centro de Estudios Latinoamericanos, CEL. Universidad de Valparaíso. Viña del Mar. 2008.
un actor relevante en su desarrollo histórico, político, económico, cultural y social. Los
mexicanos han acuñado un dicho que caracteriza la “especial” relación con su vecino, el
“Tan lejos de Dios, tan cerca de EE.UU.”64, se ha convertido en un cliché para aclarar los
padecimientos que el gigante del norte les ha infligido. Para el caso de los países de
Centroamérica y el Caribe,65 la historia es de hecho, mucho más dramática, las
intervenciones directas e indirectas se han sucedido con frecuencia y mucha sangre por
cierto.
Más cerca nuestro, en Colombia, a principios del siglo XX, aun provocaba una gran
molestia el hecho que EE.UU. fomentase la independencia de Panamá, para construir el
canal que debía unir los océanos Atlántico y Pacífico. Pero si alguien cree que la injerencia
de EE.UU. se aleja a medida que las distancias con ese país son mayores, la realidad ha de
demostrarle que se equivoca. Chile, a pesar de estar bastante más alejado de EE.UU. que
otros países, no logra escaparse de su influencia. Desde la misma época de la
Independencia, nuestro país ha buscado mejorar las relaciones con EE.UU. con resultados
variados. Recordado es el papel que el enviado especial del gobierno estadounidense, el
cónsul Joel Robert Poinsett, jugó en la expansión de ciertos principios e ideas en la
sociedad chilena. El inicial sentimiento de solidaridad, no duró mucho, ya que EE.UU.
luego de alcanzada la emancipación, se demoró en reconocer la independencia chilena,
cosa que hizo en 1832.
Cabe decir, que para esta época, ya se estaba formando un sentimiento de crítica
a la nación del norte, las palabras de Portales son una clara expresión de dicho
sentimiento de desconfianza, el ministro lo expuso de la siguiente forma: “¡Cuidado con
salir de una dominación para caer en otra! Hay que desconfiar de esos señores que muy
bien aprueban la obra de nuestros campeones de liberación, sin habernos ayudado en
64
Esta frase se le atribuye al general Porfirio Diaz, quien gobernó México por 30 años, entre fines del siglo XIX y principios del XX. Eisenhower. John S. D. “Tan lejos de Dios. La guerra de los Estados Unidos contra México, 1846-1848”. 1° edición en español. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 2000. Págs. 33-37. Vásquez. Josefina Zoraida y Meyer. Lorenzo. “México frente a Estados Unidos. Un ensayo histórico, 1776-2000”. 4° edición. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 2001. 65
Pierre-Charles. Gerard. “El Caribe contemporáneo”. 5° edición. Editorial Siglo XXI. Ciudad de México. 1998.
nada: he aquí la causa de mi temor. ¿Por qué ese afán de Estados Unidos en acreditar
ministros, delegados y en reconocer la independencia de América, sin molestarse ellos en
nada? ¡Vaya un sistema curioso, mi amigo! Yo creo que todo esto obedece a un plan
combinado de antemano; y ese sería así: hacer la conquista de América, no por las armas,
sino por la influencia en toda esfera. Esto sucederá tal vez hoy no, pero mañana si. No
conviene dejarse halagar por estos dulces que los niños suelen comer con gusto, sin
cuidarse de un envenenamiento”.66
Esta característica, hizo que las relaciones bilaterales entre ambos países durante el
siglo XIX, se tornasen “competitivas”, “conflictivas” y “asimétricas” en palabras de Bernal-
Meza.67 Frederick Pike, un historiador estadounidense, ve que este sentimiento
antiimperialista demostrado por Portales, que en verdad es más bien antinorteamericano,
generó una tradición diplomática que tuvo gran impacto en la política exterior
santiaguina,68 y por cierto en la propia política interna del país. Desde la derecha, hasta la
izquierda, pasando por los partidos de centro, en un momento u otro, han manifestado
sus reparos con respecto a la Casa Blanca.
En la actualidad eso sí, dichas críticas, se han ido matizando. Dos autores locales,
Heraldo Muñoz y Carlos Portales, han escrito un libro cuyo título, expresa muy bien el
sentido de la relación bilateral “Una amistad esquiva. Las relaciones de Estados Unidos y
Chile”, aquí entregan una serie de elementos para explicar estas diferencias. Para ambos,
hay cuatro factores que generan los conflictos. El primero dice relación con una “memoria
histórica”, en que ambos países son conscientes de que eran potencias emergentes
durante el siglo XIX y adversarios en el contexto regional. La segunda, nos habla de los
“conflictivos” intereses económicos estadounidenses en Chile, que no se avienen con las
políticas de desarrollo necesitadas por el país y su sociedad.
66
Sin Autor. “Pensamiento de Portales”. Editora Nacional Gabriela Mistral. Santiago de Chile. 1974. Pág. 75. 67
Bernal-Meza. Raúl. Óp. Cit. 1996. Pág. 17. 68
Pike. Frederick. “Chile and the United States: 1880-1962”. University of Notre Dame Press. Notre Dame, Indiana. 1963. Pág. 20. En: Muñoz. Heraldo y Portales. Carlos. “Una amistad esquiva. Las relaciones entre Estados Unidos y Chile”. Ediciones del Ornitorrinco. Santiago de Chile. 1988.
El tercer factor, es el surgimiento de una corriente cultural antiestadounidense,
que en Portales tiene a su primer exponente, pero que es seguida por personajes como
Bilbao, y Arcos. Finalmente, el cuarto aspecto que produce controversias, es la “actitud
intervencionista” de EE.UU. que choca con los principios jurídicos que ya vimos
enunciados.69 Todos estos sentimientos, fueron aumentando en la sociedad nacional
durante el siglo XIX y principios del siglo XX. Ya que diversas situaciones, hicieron que el
pueblo chileno, viera en EE.UU. un serio escollo para su vida internacional. Asuntos como
el apoyo solapado al Perú en la Guerra del Pacífico, o la disputa por el Baltimore y
posteriormente durante la discusión de la cuestión de Tacna y Arica,70 las presiones por
ingresar a la Primera Guerra Mundial, y los problemas que la Crisis de 1929 provocaron en
nuestro país, son recuerdos que obviamente condicionaron las relaciones entre ambos
Estados.
Pero el peso de la realidad de la situación internacional, hizo que el centro del
poder mundial pasara de Londres a Washington71 lo que obligó a aterrizar las ideas
chilenas con respecto a sus vínculos con el gigante del norte Así, las características de la
relación bilateral, pasaron a la condición de “dependiente”. Las inversiones
estadounidenses, y los préstamos que nuestro país había contratado en Nueva York,
generaron una situación que al explotar la burbuja económica de 1929, Chile, fue uno de
los países más afectados.72 Los millones de dólares que el fisco y los particulares tenían
pedidos en créditos en los bancos neoyorkinos, provocaron un distanciamiento. EE.UU.
exigía que se cancelaran esas deudas para solucionar su situación interna, Chile se negó a
pagar debido a la imposibilidad de hacerlo.
69
Muñoz. Heraldo y Portales. Carlos. “Una amistad esquiva. Las relaciones entre Estados Unidos y Chile”. Ediciones del Ornitorrinco. Santiago. Chile. 1988. Pág. 13. 70
González. Sergio. “La llave y el candado. El conflicto entre Perú y Chile por Tacna y Arica”. Lom ediciones. Santiago de Chile. 2007. Pág. 40. 71
McKercher. Brian J.C. “Transition of Power. Britain´s loss of Global Pre-eminence to the United States, 1930-1945.” 1° edición formato e-book. Cambridge University Press. Cambridge, UK. 2004. 72
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 2005. Pág. 70.
Cosa que solo fue subsanada a mediados de la década de 1930 por Gustavo Ross
Santa María, Ministro de Hacienda del presidente, Arturo Alessandri.73 Pero no solo la
acción de Ross fue la que influyó en el mejoramiento de las relaciones, no debemos
olvidar que durante la década de 1930, la presidencia de F.D. Roosevelt, impulsó la
“Política de la Buena Vecindad”, que vino a modificar el sentido de la política exterior de
la Casa Blanca con respecto a sus vecinos del sur. Lo que hizo que incluso, personeros del
partido socialista chileno, vieran con otros ojos, al país del norte.74
La Segunda Guerra Mundial, que se desarrolló desde 1939 hasta 1945, trajo a la
memoria los horrores de la Gran Guerra. Los Estados americanos, que nada tenían que ver
en la disputa, se mantuvieron neutrales, y nuevamente, tal como sucedió durante la
guerra pasada, intentaron congeniar sus posiciones y unificar el discurso. En esta ocasión,
se dictó un perímetro de 200 millas náuticas alrededor de las costas del continente, como
barrera protectora contra la acción de las potencias en conflicto, y se esperaba que EE.UU.
por la supremacía alcanzada en el periodo de entreguerras, adoptara una postura de
defensa de sus vecinos del sur que no estaban en condiciones de llevar a cabo la
protección de su soberanía.75
En 1941, Japón atacó la base naval estadounidense de Pearl Harbour, en Hawaii, y
los obligó a declararle la guerra, y por ende a sus aliados del eje (Alemania e Italia), Chile,
que mantenía cordiales relaciones con los países beligerantes de ambos bandos, se vio
impulsado a entrar en la guerra por Washington tal como había ocurrido en el pasado.
Inicialmente el país se mantuvo neutral, enfrentando posturas internas divergentes ante la
situación internacional, pero las presiones indebidas que seguían las acciones
estadounidenses, fueron más fuertes, y prácticamente se forzó a nuestro país a declarar la
guerra, de no hacerlo, podía verse aislado en el próximo escenario de posguerra que ya
73
Fermandois. Joaquín. “Abismo y Cimiento. Gustavo Ross y las Relaciones entre Chile y Estados Unidos 1932-1938”. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile. 1997. Pág. 159-170. 74
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 2005. Pág. 150. 75
Nocera. Raffaele. “Ruptura con el Eje y alineamiento con EE.UU. Chile durante la Segunda Guerra Mundial”. En: Historia. Instituto de Historia. PUC. Vol. 2. N° 38. 2005. Consultado: el 14, 03. 2013 en: http://revistahistoria.uc.cl/estudios/1491/
comenzaba a vislumbrarse por los éxitos alcanzados por los aliados en los distintos teatros
de operaciones. Chile eso sí, se las ingenió para romper relaciones solo con Japón, una vez
que el curso de la guerra fue inevitable.76
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la tensión no decayó, y surgió la Guerra Fría
que con su bipolaridad condicionó al mundo de posguerra. El enfrentamiento entre
Washington y Moscú, hizo que el resto de Estados, tuviera que posicionarse a favor de
uno u otro. Latinoamérica no escapó a esta realidad, ni mucho menos Chile, que en el
transcurso del tiempo forjó lazos de dependencia difíciles de romper con EE.UU. El
gobierno de Gabriel González Videla, que formó una coalición de gobierno donde
elementos comunistas se integraron al gabinete, a raíz de problemas de política interna,
los expulsó del gobierno, y declaró a esta colectividad fuera de la legalidad, mediante la
“Ley de defensa de la democracia”.
Las razones aducidas para esto se ha dicho que son de índole interna, pero es
innegable que tal medida fue a lo menos aplaudida por Washington, ya que iba en
consonancia con su “política de contención” del comunismo, que el presidente Truman
había impulsado a raíz del análisis hecho por el diplomático George Kennan. A lo anterior
se suma la ruptura de relaciones diplomáticas de Chile con algunos estados socialistas,
como la URSS, Polonia y Checoslovaquia en 1947.77 De tal forma nuestro país aclaró a que
bando se adscribía. En esta época, las relaciones bilaterales se hicieron más dependientes,
nuestro país adhirió a distintas instancias e instituciones interamericanas promovidas
directamente por EE.UU. en función de la defensa hemisférica, a la cual subyacían las
necesidades de seguridad de Washington, más que de los Estados latinoamericanos. Estas
instancias fueron el PAM (Pacto de Ayuda Mutua) y el TIAR (Tratado Interamericano de
Asistencia Reciproca) que sirvieron para dar visos de legalidad a las intervenciones
estadounidense en América Latina en la primera etapa de la Guerra Fría y su combate de
las doctrinas comunistas.
76
Ibíd. 2005. 77
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 2005. Pág. 242.
Durante el mandato de Carlos Ibáñez, que en la campaña presidencial de 1952 se
había mostrado contrario al PAM y había desplegado un discurso nacionalista78,
finalmente terminó por aceptar la hegemónica hemisférica de Washington y durante su
periodo presidencial se mostró más conciliador. Las situaciones anteriores iniciaron según
Emilio Meneses, una etapa de desarrollo para Chile, que pasó del modelo ISI
(Industrialización por Sustitución de Importaciones) a un modelo subsidiario basado en la
entrega de ayuda por parte de EE.UU. De acuerdo a Cristian Garay, en esta época se
evidencio la falta de una política exterior definida, dentro del Estado, y cuya constatación
más palpable, era una crisis en la Cancillería.79 Fermandois también manifiesta una
posición similar al decir que había una inexistencia de “objetivos de política exterior, de
instrucciones donde se establezcan prioridades, u orientaciones”.80 Cuestiones que a largo
plazo, creemos fueron factores que abrieron la puerta a la incapacidad de Chile para hacer
frente al intervencionismo en el país y en el continente.
78
Ibíd. Pág. 260. 79
Garay. Cristian. “Genocidio en un país lejano. Chile y la revolución húngara de 1956”. Mago editores. Santiago de Chile. 2009. Pág. 123. 80
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 2005. Pág. 212.
Capítulo 2. Jorge Alessandri. Vida y Gobierno.
En el capítulo anterior, centramos el análisis en la exploración de los aspectos
históricos y culturales, que configuraron la política exterior chilena. Se mostró que la
construcción de ésta, ha sido una constante entre la acción colectiva de principios y
valores propios de la idiosincrasia local, y las intenciones y posturas de algunos hombres,
en función de determinados sucesos históricos. No es un interés de la presente
investigación, el realizar un estudio profundo de ciertos personajes relacionados a la
política nacional. Este enfoque historiográfico, centrado en la vida de grandes hombres, y
que hace parecer que el devenir de la historia depende de sus particulares personalidades,
fue excesivamente manipulado en el pasado para realizar apologías de personajes
controvertidos, y ha sido abandonado por la mayor parte de los historiadores, quienes
centran sus estudios en otros aspectos sociales y humanos.
Sin embargo, como bien lo indicaron Renouvin y Duroselle, las capacidades de
aquella tendencia no dejan de ser relevantes en cuanto a los estudios politológicos, para
analizar la relación entre la personalidad del “Estadista”81 y las características de sus
políticas de gobierno, especialmente si se realiza de forma crítica. Con respecto a esto, es
necesario manifestar ciertas restricciones, como expresaron los autores ya mencionados:
“Toda tentativa de clasificar a los hombres se enfrenta a dos dificultades fundamentales.
La primera está ligada a la ambigüedad misma del hombre. Es un ser biológico, pero
también piensa y razona y además vive en sociedad”.82 La segunda en tanto, “consiste en
discernir lo innato de lo adquirido”.83
Lo anterior cobra relevancia si se tiene en cuenta, que con la promulgación de la
Constitución Política de la República de Chile, en 1925, se pasó de un sistema de gobierno
parlamentarista, a uno de tipo presidencial, robusteciéndose la figura de Presidente de la
República, como Jefe de Estado y de Gobierno, al restarle atribuciones al Congreso, para
81
Renouvin. Pierre y Duroselle. Jean Baptiste. Óp. Cit. 2000. Pág. 283. 82
Ibíd. Pág. 284. 83
Ibíd. Pág. 285,
dejarlas en manos del Poder Ejecutivo. En el Capítulo V de ese texto constitucional, se
explica la figura presidencial como el Jefe Supremo de la Nación, y sus atribuciones se
desarrollan en el Art.72, entre estas, las que se refieren a materias de relaciones
internacionales, están contenidas en los incisos 5, 15 y 16. En estos se dice que es
responsabilidad presidencial: “Nombrar a su voluntad a los Ministros de Estado y Oficiales
de sus Secretarias, a los Agentes diplomáticos, Intendentes y Gobernadores. El
nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomáticos se someterá a la aprobación
del Senado; pero estos y los demás funcionarios señalados en el presente numero, son de
la confianza exclusiva del Presidente de la República y se mantendrán en sus puestos
mientras cuenten con ella”.84
Lo anterior delata, la estructura de mando vertical en cuanto a la política exterior
chilena, donde la figura del mandatario es la que determina a las respectivas autoridades,
entre ellos al Ministro de Relaciones Exteriores, y los representantes diplomáticos
destinados al exterior. El inciso 15 le atribuye al Jefe de Estado la capacidad de “Declarar
la guerra, previa autorización por ley”.85 Mientras que es el numero 16, el que hace una
alusión más directa a los asuntos de relaciones exteriores, aquí, se deja constancia que al
Presidente le corresponde “Mantener las relaciones políticas con las potencias
extranjeras, recibir sus agentes, admitir sus cónsules, conducir las negociaciones, hacer las
estipulaciones preliminares, concluir y firmar todos los tratados de paz, de alianza, de
tregua, de neutralidad, de comercio, de concordato y otras convenciones. Los tratados,
antes de su ratificación, se presentaran a la aprobación del Congreso. Las discusiones y
deliberaciones sobre estos objetos serán secretos si el Presidente de la República así lo
exigiere”.86
Esto demuestra el predominio que el Presidente tiene en cuanto a las decisiones y
actuaciones en materias internacionales. Obviamente, este no dispone de todos los
84
Constitución Política de la República de Chile, 1925. Fuente: Biblioteca del Congreso Nacional, Chile. www.bcn.cl 85
Ibíd. 86
Ibíd.
elementos necesarios para conducirlas de forma directa e individual, por lo cual se apoya
en la Cancillería, que es el ente encargado de conducir la diplomacia, de negociar, con
otros Estados. En función de lo ya manifestado, el siguiente capítulo pretende explorar los
rasgos del carácter y la personalidad de Jorge Alessandri, Presidente de la República en el
periodo 1958-1964, ello, en relación con su gobierno y su política exterior, en el periodo
de la Guerra Fría, y particularmente en los años en que se desarrolló la llamada Cuestión
Cubana, principal objeto de investigación de esta tesis.
2.1 El “Alessandrismo”, un choque de personalidades.
Durante el siglo XX, se desarrolló en Chile una fuerza política conocida por el
apellido de una famosa familia de la burguesía local. El “Alessandrismo” fue una tendencia
política que cobró una importancia gravitante en los destinos del país, y que alcanzó la
Presidencia de la República en tres ocasiones, entre 1920 y 1925, 1932 y 1938, y
finalmente entre 1958 y 1964. A lo largo del tiempo, esta facción, fue adquiriendo
partidarios y detractores, a la vez que despertó todo tipo de pasiones, tanto entre la clase
política dirigente, como entre los grupos marginados. Contrariamente a otros grupos e
ideologías políticas que se pueden definir claramente por una construcción teórica que
actúa en función de alcanzar un determinado modelo de sociedad, el Alessandrismo se
transformó entre los distintos periodos en que alcanzó más poder. En su primera etapa,
que corresponde al primer periodo presidencial entre 1920 y 1925, es más factible de
caracterizar como un movimiento populista, o nacional-popular,87 para no caer en el
influjo negativo de ese término, cuyas ideas dependieron principalmente de la
personalidad de su líder, mientras que en los dos periodos presidenciales siguientes,
fueron administraciones más bien tecnocráticas.88
87
Cancino. Hugo. “Experiencias nacional-populares en Chile en el siglo XX. Los casos del Alessandrismo (1920-1925) y del Ibañismo (1952-1958). En: Revista Sociedad y Discurso. Universidad de Aalborg. Dinamarca. N°. 15. Año 2009. Pág. 38. 88
Silva. Patricio. “En el nombre de la razón. Tecnócratas y política en Chile”. Ediciones UDP. Santiago de Chile. 2010.
Aquella tendencia, surgió durante la primera mitad del siglo XX, y tuvo como su
principal representante al abogado y diputado liberal Arturo Alessandri Palma,
controvertido personaje de la vida política chilena. Descendiente de inmigrantes italianos
que se asentaron en la zona de la actual región del Maule, cursó estudios de Derecho en la
Universidad de Chile. A pesar del buen pasar económico que habían alcanzado su padre y
abuelo mediante inversiones agrícolas, por sus antecedentes familiares extranjeros, no
formaba parte del núcleo de la aristocracia criolla. Esto le granjeo varios resquemores en
sus relaciones políticas, aun cuando fue un partidario del bando congresista, al que
adhería el grueso de la aristocracia local, en la Guerra Civil de 1891 contra Balmaceda.
Y es que a pesar de poder mostrar una especial cercanía a este grupo social, su
futura suegra, Antonia Velasco Pérez-Cotapos, una importante descendiente de la
aristocracia local, no lo veía como un candidato digno para desposar a su hija, Rosa Ester
Rodríguez. Ante lo que Arturo supo ganarse el corazón de Rosa, y vencer los resquemores
de la madre, desposándola finalmente, como también desarrollar especiales relaciones
con prominentes figuras del grupo aristocrático, que en general lo desdeñaba, escalando
hasta altas posiciones. Desempeñó los cargos de Diputado, Ministro, Presidente y
Senador. El matrimonio Alessandri Rodríguez, tuvo 9 hijos, entre ellos al futuro Presidente,
Jorge Alessandri Rodríguez, otros también incursionaron en la política contingente a lo
largo del siglo.89
Durante las dos primeras décadas del siglo XX, en Chile, el principal actor político
fue la aristocracia, que detentaba el poder y los principales cargos del Estado. Además de
lo cual, también tenía bajo su dominio, los principales elementos de la vida económica
nacional. Un porcentaje mayoritario de las tierras aptas para la agricultura, estaban bajo
su control mediante el sistema del latifundio. Eran los propietarios de las escasas
empresas, industrias y bancos, en las que muchas veces la propiedad era compartida con
89
Arancibia. Patricia. Góngora. Álvaro. Vial. Gonzalo. “Jorge Alessandri 1896-1986. Una biografía”. Empresa editora Zig-Zag, S.A. Santiago de Chile. 1996
intereses extranjeros. Los principales medios de comunicación a su vez, también estaban
bajo su influjo.90
Pero desde mediados del siglo XIX, la aristocracia, buscó expandir el concierto de
actores políticos, y permitió que emergiera una incipiente clase media, de profesores,
abogados, ingenieros, doctores, y otros profesionales, que les eran funcionales en la
administración estatal, ya que eran estos los que se hicieron cargo de las tareas
burocráticas.91 Pero era claro que el grueso de la población chilena, estaba marginada de
las actividades políticas, y solo era utilizada en épocas electorales, en que los políticos de
la aristocracia, los usaban para mantener sus escaños parlamentarios. Fue la marginación
sufrida por la mayoría del pueblo, lo que permitió que Arturo Alessandri Palma, pudiera
llegar a ocupar el sillón presidencial al hacer una campaña presidencial, caracterizada por
un discurso crítico con las circunstancias del desarrollo nacional imperante en esos
momentos, y al visibilizar una pugna entre lo que él llamaba, “la canalla dorada”
(aristocracia) contra “la querida chusma” (pueblo). Aquel discurso tan rupturista de
Alessandri, se vio rápidamente propagado en el norte de Chile, zona que el mismo
representaba en el Senado, donde las condiciones de vida del pueblo, eran
particularmente duras en las oficinas salitreras.
Lo anterior le concedió el apodo del “León de Tarapacá”, que lo acompañaría toda
su vida. Para algunos autores la campaña presidencial de 1920 fue la que inauguró una
nueva forma de hacer política en Chile. Estos observan que: “El estilo de la campaña fue
algo absolutamente inédito en Chile. La contienda electoral se desarrolló en un clima de
gran tensión, reflejando de ese modo los intereses comprometidos por ella. Tuvo el
carácter de una autentica confrontación entre los sectores tradicionales y aquellos grupos
90
Ross. César. “Poder, Mercado y Estado. Los bancos de Chile en el siglo XIX”. Lom ediciones. Santiago de Chile. 2003. 91
Fernández. Enrique. “Estado y Sociedad en Chile. 1891-1931”. Lom ediciones. Santiago de Chile. 2003.
mesocráticos y proletarios que aspiraban a materializar el programa de reformas políticas
y sociales que simbolizaba y encabezaría Arturo Alessandri”.92
Aun cuando Alessandri salió vencedor en la elección presidencial, el parlamento
seguía siendo mayoritariamente contrario a él, por lo que al momento de llevar las
reformas propuestas en la campaña del León al Congreso, este las obstaculizó, agudizando
la crisis de gobernabilidad que se venía incubando desde hace largo tiempo. Esta disputa
entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, se dirimió en 1924, cuando un movimiento
militar protagonizado por oficiales, conocido como Ruido de Sables, conminó al Congreso
a aprobar las reformas emanadas desde el Gobierno, entre las que se establecía en ocho
horas la jornada laboral, limitaba el trabajo femenino e infantil, creaba la inspección del
trabajo, establecía el seguro contra accidentes laborales y además creaba tribunales de
conciliación y arbitraje ante asuntos laborales,93 ello implicó que las fuerzas armadas se
convirtieran en un nuevo y decisivo actor en la escena política.
Ante tal escenario, el Presidente Alessandri pretendió renunciar, pero esto le fue
negado por el Parlamento, que le otorgó un permiso para ausentarse del país por seis
meses, por lo cual la familia Alessandri Rodríguez, salió al exilio hacia Argentina, para
proseguir su viaje a Francia. En dicho periodo, un nuevo movimiento militar, encabezado
por la plana mayor de las FF.AA. disolvió el congreso y aceptó la renuncia del Presidente,
estando aquel en Europa, pero un movimiento paralelo de jóvenes militares, requirió la
presencia de Alessandri para terminar su periodo constitucional e impulsar las reformas
que había prometido. Cuando Alessandri retorna, no solo se aprueban las promesas de
campaña, sino que además, se promulga un nuevo texto constitucional, y se decreta la
separación de la Iglesia y el Estado, que el mismo se había encargado de negociar con el
Papado, durante su viaje por Europa.94 Además, el León puso sumo interés en otras
materias internacionales, como fue la resolución de los asuntos de Tacna y Arica, cuestión
92
Arancibia. Patricia. Góngora. Álvaro. Vial. Gonzalo .Óp. Cit. 1996. Págs. 57. 93
Cancino. Hugo Óp. Cit. Pág. 14. 94
Arancibia. Patricia. Góngora. Álvaro. Vial. Gonzalo. Óp. Cit. 1996. Pág. 50.
que aun se mantenía latente. Alessandri maniobró de tal forma que logró aprobar los
Protocolos de Washington, que eran un primer paso en la solución del problema
fronterizo,95 los que terminaron con la firma del tratado de 1929.
La situación antes descrita, ha generado en los estudios politológicos tradicionales
una sería critica con respecto al actuar de los líderes políticos, que ven en esta actitud
populista, “la negación de los valores elementales de la democracia representativa al
poner énfasis en la cuestión del liderazgo demagógico, en relaciones clientelares y
corporativas y en la manipulación de las masas”.96 Alessandri no es la excepción, y son
claros aspectos de su forma de hacer política tanto la utilización de las masas populares en
función de sus intereses, que en este caso era llegar a la Presidencia, como también su
liderazgo demagógico, al criticar al grupo al cual pertenecía y con el que mantenía intimas
relaciones. Pero a pesar de la crítica con respecto a la forma de hacer política, extensible a
Alessandri, no es menos cierto, que en su periodo se generaron reformas políticas y
sociales, que aunque restringidas, en el contexto general de un Estado como aquel, eran
un primer intento de ampliar la participación política. Como bien lo explicita Hugo
Cancino, el Alessandrismo, contribuyó a impulsar “el proceso de incorporación de los
sectores medios y populares a la acción política”97.
Arturo Alessandri, dejó la presidencia en 1925, con una nueva Constitución y una
serie de reformas políticas y sociales. A su salida, el país no pudo enmendar el rumbo, y
una serie de golpes de Estado, movimientos políticos, crisis sociales y económicas,
ahondaron aun más la grave situación nacional. El “Crack” de 1929, vino a ser la estocada
final a un país que atravesaba por una situación convulsionada. Luego de un segundo
exilio, el León volvió a presentarse a una elección presidencial, ganando nuevamente, esta
vez dejó de lado el tono del discurso populista que lo había favorecido la primera vez. Se
trataba en esta ocasión de normalizar la vida económica nacional, que producto de la
95
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 2005. Pág. 93. 96
Vásquez. Fernando. “Política en América Latina: debate contemporáneo sobre el fantasma del populismo”. Centro Latinoamericano de la Globalidad. México. Documento Pdf. Sin más datos. En: Cancino. Hugo. Óp. Cit. Pág. 4. 97
Cancino. Hugo. Óp. Cit. Pág. 50.
crisis de la bolsa de Nueva York, se encontraba paralizada. Efectivamente, aquel fatídico
episodio había repercutido profundamente en Chile. De tal forma que al caer su
economía, la nuestra rápidamente colapsó.
Aumentó el desempleo, quebraron cientos de empresas, los agricultores no podían
mantener sus campos, la industria estaba paralizada. Alessandri llegó a la primera
magistratura del país a reimpulsar la economía, para lo cual su programa de gobierno
enfatizaba fuertes medidas, como la renegociación de la deuda externa, la estabilización
financiera, el equilibrio fiscal, y el fomento y expansión del consumo interno. La eficaz
acción de esta administración tendiente a regularizar la economía chilena, se debió en
gran parte a la acción del Ministro de Hacienda, Gustavo Ross Santa María, conocido
coloquialmente como el “Mago de las finanzas”, que supo impulsar las medidas correctas,
en un propicio momento internacional, como fue el del aumento del comercio
internacional, algo sin duda, provechoso para las necesidades del país. Lo anterior, fue
acompañado por una serie de contundentes obras públicas, tendientes a disminuir los
índices de desempleo, lo que eventualmente se logró, pero a un costo bastante alto en los
estándares de vida de los sectores menos acomodados. En este periodo, fue que ocurrió la
conocida Masacre del Seguro Obrero, donde murieron 63 jóvenes del Movimiento
Nacional Socialista a manos del Cuerpo de Carabineros, que provocó serios incidentes al
finalizar el periodo presidencial.
Una serie de características personales de Arturo Alessandri, que impulsadas en el
momento justo junto con los apoyos necesarios, provocaron un remezón en el escenario
político chileno. Algunos autores lo describen como “intuitivo”, “impetuoso” e
“impredecible”98, mientras que su hijo Jorge lo consideraba “descontrolado”.99 Todas
estas características, sin duda nos refrendan los análisis que lo catalogan como un político
populista, más preocupado de sus intereses personales, que de otros más altos objetivos
nacionales. Pero además también trasparentan los rasgos de un político, particularmente
98
Arancibia. Patricia. Góngora. Álvaro. Vial. Gonzalo. Óp. Cit. 1996. Pág. 53. 99
Ibíd. Pág. 54.
hábil, que supo ganarse en dos ocasiones la Presidencia de la República y que era capaz de
impulsar las medidas necesarias, aunque fuesen contra la opinión de la mayoría, como
sucedió con el tema de Tacna y Arica, en que la opinión pública, y los parlamentarios
estaban en contra.
En contraste con su padre, Jorge Alessandri se presenta como una personalidad
diametralmente distinta, aunque tanto o más compleja que su progenitor. Jorge nació en
1896, y fue el segundo hijo del matrimonio Alessandri Rodríguez, desde niño presentó de
acuerdo a sus biógrafos, una acentuada melancolía, austeridad, prudencia y tristeza. A
diferencia de su hermano mayor, Arturo Alessandri Rodríguez, con una personalidad más
cercana a la de su padre, Jorge era más cercano a su madre, Rosa Rodríguez, que lo
condujo a una serie de continuos conflictos con la personalidad de su padre, ante quien se
comportaba muy sumiso.100 Descolló en los asuntos académicos. De una extraordinaria
inteligencia, por exigencia de su padre que deseaba que cada uno de sus hijos fueran
siempre el mejor de su clase, obtuvo las mejores calificaciones tanto en el Instituto
Nacional, como en la Universidad de Chile. Por el mismo influjo paterno, siguió la carrera
de Ingeniería, con tal de no competir con el resto de sus hermanos. A pesar de que se le
reconocían dotes para seguir cualquier carrera que él hubiera deseado, con la excepción
de medicina como el mismo reconocía, la ingeniería representó eventualmente una
carrera que a pesar de haber seguido obligado, le trajo grandes frutos y reconocimientos.
Por lo demás, aquella profesión sin duda profundizó en este, un pensamiento reflexivo,
lógico, racional y calculador, que le seria de utilidad en todos los ámbitos en que con
posterioridad se desempeño, y que eran afines a su atribulada, rígido y poco creativa
personalidad.101
Jorge no era un asiduo de la política, aun cuando intentaba mantenerse al margen
de ella, participó en las múltiples campañas de su padre, no en primera línea, sino más
bien en los asuntos económicos y financieros. A pesar de este “apoliticismo”, fue una
100
Ibíd. Pág. 29 101
Ibíd. Págs. 30-39.
figura gravitante en los asuntos nacionales. Constantemente alegó que cuando actuó en
asuntos públicos, lo hizo obligado por las circunstancias y en función de los intereses
nacionales. Una vez titulado de la universidad, en 1919, Jorge entró a trabajar a diferentes
reparticiones estatales, entre estas a la Dirección de Obras Publicas, a Ferrocarriles del
Estado y a la Dirección de Pavimentación. Además, obtuvo una cátedra en la escuela de
Ingeniería de la Universidad de Chile. Todos estos puestos de trabajo, representaron un
primer escalón en la vida profesional del Paleta (apodo que se ganó en la campaña
presidencial de 1957), y la independencia económica de sus padres, ya que en contraste
con sus hermanos abogados, que trabajaban en el estudio jurídico de su padre, la
ingeniería en Chile, aun en esa época, era un campo profesional poco desarrollado y
dependiente en gran medida del Estado, principal impulsor de obras públicas.
En 1926, a pesar de su lejanía de la política contingente, y en parte por esta misma
razón, un grupo de profesionales, conocedores de sus habilidades, y características,
impulsó su candidatura independiente a diputado por Santiago, ante lo cual él se negó,
pero por las leyes de la época, aun así fue electo al parlamento, con una votación
suficiente para haber elegido a tres otros congresistas.102 Su inicial negativa no se
mantuvo y Alessandri Rodríguez juró como diputado, una vez en el hemiciclo, volvió a
relucir su inteligencia, al “concentrar toda su atención, de modo particular, en todo lo
concerniente a los presupuestos… para salvaguardar los derechos del fisco”. 103 A pesar de
sus responsabilidades legislativas, cuando su familia fue obligada a exiliarse por segunda
vez, el partió con ellos al extranjero, con lo que tuvo que dejar su cargo, y fue exonerado
de todas las reparticiones públicas en que trabajaba.
En 1931, al retorno de su familia al país, y por su fama de hombre probo e
inteligente, fue nombrado Presidente de la Caja de Crédito Hipotecario, el cual era el
principal organismo fiscal en conceder créditos a la población. Esta repartición se
encontraba en un muy mal pie económico, y arrastraba una seria deuda por los malos
102
Ibíd. Pág. 94. 103
Ibíd. Pág. 95.
manejos de sus administraciones anteriores, en ese escenario, un conjunto de consejeros
de la institución se dirigió al entonces Presidente Juan Esteban Montero para que lo
designara en el cargo, cosa que hizo, y a regañadientes Alessandri aceptó, tuvo que
renunciar al dejar el anterior la presidencia. Cuando asume su padre el periodo
presidencial de 1932-1938, Jorge volvió al cargo, esta vez hasta el final de su periodo
presidencial. En esta institución, el Paleta pudo demostrar toda su agilidad en cuestiones
financieras, durante su gestión, el capital de la caja aumentó notablemente, hasta quedar
con un importante porcentaje de superávit, algo inédito desde su creación,104 esto claro
no estuvo exento de polémica, ya que Alessandri, finalmente decretó la cancelación de los
créditos que los deudores habían contraídos, o el embargo de los bienes en prenda de los
que no se pusieran al día con sus responsabilidades, algo que afectó a cientos de
pequeños propietarios agrícolas,105 y que pone el entredicho el sentido de su apodo.
Con el triunfo de Pedro Aguirre Cerda en la elección presidencial de 1938, se le
solicitó la renuncia a Alessandri Rodríguez de la Caja de Crédito Hipotecario, de forma tal
que una vez más quedó desempleado, lo que no duró mucho, ya que se integró al Consejo
directivo de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC) en reemplazo de
un recientemente fallecido consejero. Esta compañía, que al igual que la Caja se
encontraba en una compleja situación por malos manejos anteriores, vio como la
inteligencia de Alessandri Rodríguez, la hacía resurgir, reordenando sus finanzas, con lo
que de a poco se fue expandiendo. A partir de aquí, el Paleta empezó a escalar posiciones
en la empresa privada, y pasó a integrar los consejos de importantes instituciones
gremiales como la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) y la Confederación de la
Producción y el Comercio (CPC), donde estaban representados los intereses privados. Sus
biógrafos, a los que ya hemos aludido, dicen sobre su personalidad y sus intereses: “… su
104
Ibíd. Pág. 121. 105
Ibíd. Pág. 122.
inteligencia la derivó en forma fundamental a los asuntos prácticos, no siendo un
intelectual, un diletante, ni un elaborador de teorías”.106
En 1947 y gracias a su fama de buen administrador de empresas, el Presidente
Gabriel González Videla lo nombró Ministro de Hacienda. La economía nacional
presentaba un cuadro sombrío, por los problemas sin resolver de la administración de
Juan Antonio Ríos, la disminución de los recursos producto de las ventas de cobre al
exterior, que con el fin de la Segunda Guerra Mundial no se habían recuperado y también
por los problemas políticos que acarreaba la alianza de González Videla con el Partido
Comunista,107 que implicó que EE.UU. negara varias solicitudes de crédito a Chile.
Alessandri llegó con un vasto plan que favorecía el incremento de la producción nacional,
combate a la inflación, ordenación y recorte del gasto público, y estancamiento de los
sueldos del sector público,108 entre otras medidas. Estas medidas que se conjugaron con
nuevos créditos liberados por EE.UU. a causa de la expulsión de los comunistas del
gabinete provocaron un resurgimiento de la economía chilena, pero a la larga los
problemas igual se dejaron sentir al interior del gabinete debido a las presiones de los
movimientos sociales, y los empleados del sector público que estaban contra las medidas
del ministro de Hacienda, especialmente por el estancamiento de los sueldos, que selló su
salida del gabinete en 1950.
Así es como el Paleta, tuvo que recluirse en el mundo privado. Pero su alejamiento
de la política, duro solo hasta 1956, cuando el Partido Liberal, le ofreció la candidatura
senatorial de su partido por Santiago, ante una inicial reticencia manifestada por
Alessandri, las presiones del partido, y el ofrecimiento de aliviarle la mayor parte de las
responsabilidades de campaña, que a él sin duda le disgustaban, lo hizo reconsiderar su
posición y aceptar finalmente la propuesta, de la que salió elegido como senador por
Santiago. De aquella elección por Santiago, fueron protagonistas los dos próximos
106
Ibíd. Pág. 12. 107
Ibíd. Pág. 152 108
Ibíd. Pág. 154.
Presidentes de la República, el mismo Alessandri y Eduardo Frei Montalva.109 Aun cuando
su paso por la Cámara Alta fue breve, se observan en el los mismos intereses que
manifestó en su época de diputado, las cuestiones económicas y financieras eran sin duda
su predilección.
Para finalizar este apartado referente a la personalidad de Jorge Alessandri,
podemos decir que su predilección por las materias económicas y financieras, lo
presentan como un hombre racional, estudioso, moderado, y en cierto sentido alejado de
la masa popular por sus relaciones con los gremios empresariales, de los que por años fue
la voz representante ante la opinión pública. Ello sin duda es cierto, pero no implica que él
estuviera alejado de las necesidades de los trabajadores, ejemplo de ello es su
preocupación por las condiciones de vida de los trabajadores de la Papelera, al facilitarles
créditos y predios para la construcción de viviendas, así como el aumento sostenido de los
sueldos en la empresa a los que hacen mención sus biógrafos.110
Quien mejor expresa el criterio con el cual el Paleta actuaba en los asuntos
públicos, es el mismo en una misiva dirigida al dirigente sindical Clotario Blest, que le
solicita entregue su voto positivo a un proyecto de ley de amnistía. Alessandri le responde
en los siguientes términos: “Puede estar cierto que yo daré mi voto favorable (a la ley)…
de cuya presentación no tenía conocimiento, y que haré lo posible por activarla. Está Ud.
Equivocado –proseguía- si cree que me encuentro en la trinchera opuesta a la de quienes
defienden los intereses de la clase trabajadora… La finalidad… de quienes actúan en la
vida pública es la de propender a dar mayor bienestar posible al mayor número. Solo se
puede discrepar –terminaba- en los caminos para obtenerlo”.111 Este es un aspecto que
puede explicar, en parte, el nulo anticomunismo que se manifestó en su periodo
presidencial y que a continuación pasamos a ver. Pero algo que no podemos dejar de
decir, es que a pesar que en los asuntos económicos, actuaba racionalmente, también lo
109
Correa. Sofía. “Con las riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX”. DeBOLSILLO. Santiago de Chile. 2011. Pág. 249. 110
Arancibia, Patricia. Góngora, Álvaro y Vial, Gonzalo. Óp. - Cit. 1996. Págs. 135-139. 111
Ibíd. Págs. 178-179.
hacía de forma audaz, ya que las medidas que el impulsaba, eran bastante heterodoxas
con respecto a las que típicamente se habían impulsado en el país. Sobre eso, lo que nos
causa extrañeza, y que lamentamos, es que esa audacia que ponía en lo económico y
financiera, no lo haya llevado al plano internacional.
2.2 Jorge Alessandri. Campaña presidencial y Gobierno (1958-1964).
Para la campaña presidencial de 1957, la derecha se encontraba en un
predicamento entre levantar un candidato propio, o apoyar a Eduardo Frei Montalva,
quien le solicitaba su apoyo al Partido Liberal. La alianza liberal-conservadora, estaba en
aprietos a pocos meses de empezar el periodo eleccionario. Los partidos habían formado
una comisión para analizar los nombres y características de algunos representantes que
pudieran ser ungidos como el abanderado único del conglomerado. Desde la elección
senatorial del año anterior el más claro representante de las ideas del sector, era el
independiente Jorge Alessandri, por lo cual un emisario de esa comisión fue mandatado
para ofrecerle el cupo, a lo que el Paleta en sus ya típicas actitudes desinteresadas rehusó
aceptar.112
La negativa del senador, ponía en aprietos la unión de los partidos, ya que Frei
deseaba el apoyo liberal, pero rehusaba el conservador. Así en última instancia el Partido
Liberal podía adherirse al democratacristiano, pero los conservadores quedarían aislados y
sin candidato. Alessandri, al tanto del predicamento en que se encontraba la combinación
de partidos de derecha, se acercó al senador conservador Francisco Bulnes para discutir el
tema, el Paleta ya había decidido aceptar la postulación si se la ofrecían, pero los términos
en que se lo habían planteado anteriormente chocaban con su apoliticismo. En los días
siguientes al encuentro entre Bulnes y Alessandri, se realizarían las convenciones
nacionales de los dos partidos, primero la liberal, donde lo más probable era que se
112
Ibíd. Págs. 186-187.
apoyara a Frei, mientras que de la conservadora, el candidato resultante fuese Alessandri
que ya se había allanado a aceptar por las presiones de sus cercanos.
La convención liberal, fue abruptamente interrumpida por la muerte del senador
Raúl Marín Balmaceda, con lo que el apoyo del partido a Frei quedó en vilo, entre tanto
los conservadores en su propia convención habían ungido a Alessandri, quien manifestó
que solo aceptaría la candidatura, si el Partido Liberal también lo proclamaba.113 Ante esta
apertura, los liberales terminaron por sumarse a Alessandri como candidato único del
sector para las elecciones presidenciales de 1957.114 La campaña presidencial, sacó a
relucir otra vez el apoliticismo y apartidismo de Alessandri, logró que los partidos no lo
presionaran, y trabajó directamente con profesionales, independientes, empresarios, y
gente de su círculo más estrecho, y algunos pocos políticos afines a sus ideas. El afiche de
campaña fue una ocurrencia del caricaturista Jorge “Coke” Delano, el cual había sido
director y propietario de TOPAZE, la mejor revista de humor político que ha circulado en el
país, y mostraba a Alessandri como al “Tío Sam”, el mítico personaje que aparece en los
carteles de reclutamiento de las FF.AA. de EE.UU.115
Los planteamientos del Programa de Gobierno de Alessandri, eran las respuestas al
análisis de una serie de situaciones y circunstancias, ocurridas durante los años en que fue
testigo de las dificultades de su padre para gobernar, como también de lo que para él
representaban las necesidades económicas del país en aquel momento. Por ejemplo, su
concepto de gobierno, y de la figura presidencial, depende claramente de un análisis
histórico producto de las dificultades de la presidencia de su padre una vez que fue
elegido la primera ocasión. Gobernar para el Paleta significaba “…mandar con autoridad,
lo que implica como deber supremo mantener el orden público y el respeto riguroso de las
jerarquías, con lo cual se hace imposible la vida civilizada”,116 aquel respeto a las
jerarquías del que habla el programa, sin duda dice relación con la primacía del Ejecutivo
113
Ibíd. Pág. 187. 114
Ibíd. Pág. 188. 115
Ibíd. Pág. 188. 116
Discurso Programa del Candidato Independiente Jorge Alessandri. 1957.
sobre el Legislativo, como bien lo asume la Constitución de 1925, y busca refrendar dicho
principio, para evitar luchas estériles con el Congreso, en las discusiones sobre proyectos
de ley.
Alessandri tenía claro que para lograr esto, se debía gobernar dando el ejemplo de
una actitud pulcra y desinteresada, además de apegada a la ley, así lo dijo al exponer que
“el que gobierna, debe ser el primero en la austeridad, el sacrificio y el cumplimiento del
deber, ya que con sus propias actitudes debe señalar rumbos a los gobernados y, muy en
especial, a los servidores del Estado”.117 Una materia interesante con respecto al
programa del candidato de la derecha, dice relación con las funciones que el Estado debe
cumplir. El análisis en que se basa la candidatura, es crítico118 con aquel, ya que ante el
aumento inmoderado de muchos servicios públicos en los 20 años anteriores, se
descuidaron funciones esenciales que le correspondían, como ser la construcción y
mejoramiento de caminos, puertos, escuelas, obras de riego y otros. Al análisis, se suma la
débil situación de la economía nacional, en que al Estado le cabe un rol preponderante, ya
que desde hace un tiempo, se venía haciendo cargo del desarrollo de varias industrias y
empresas, que a pesar de las claras necesidades que representaban, significaban una
“inversión considerable de rentas públicas”,119 lo que se agravaba más con la inexistente
renovación de maquinaria para mejorar la producción.
Dichos gastos, de acuerdo al programa, se realizaban a costa de buena parte de los
recursos que debieron ahorrarse para favorecer el incremento y modernización de la
producción.120 La situación que se producía a causa del aumento del gasto público, se
hacía más difícil de sostener, ya que a pesar del aumento de los servicios públicos, en
materias de educación y salud, tal gasto era mal administrado, y la realidad mostraba que
el funcionamiento de esos servicios era totalmente insatisfactorio en relación a los
117
Ibíd. 118
Ibíd. 119
Ibíd. 120
Ibíd.
recursos invertidos.121 En materias de precios, la inflación era galopante, y uno de los
problemas que más afectaba el estándar de vida de las personas, al atacar directamente
los sueldos y salarios.
Ante tal panorama, las respuestas que Alessandri creía eran las adecuadas, eran las
que ya había intentado promover durante su periodo como Ministro de Hacienda de
González Videla, y que nuevamente impulsó en su programa. En primer lugar se hacían
necesarias las más amplias economías, las circunstancias exigían terminar con la
multiplicidad de gastos administrativos, la limitación de nuevas actividades de carácter
industrial por parte del Estado, por muy doloroso que fuera eso en función de otros más
urgentes como la electrificación.122 Otro papel primordial a fin de lograr la recuperación
económica, era “la atracción de capitales extranjeros”,123 para aumentar
considerablemente la producción, así se dejaba que el grueso de la inversión pasara del
Estado a los privados. Finalmente, en materias económicas, para frenar la inflación, se
pretendía “incentivar la competencia”,124 para que el mercado regulara los precios por si
solo en los productos básicos. Entre otras medidas, estaba el fomento y abaratamiento en
la construcción de viviendas, así como también la inclusión de nuevas tierras para el
trabajo agrícola, que para algunos representaba una incipiente reforma agraria. Esas eran
sus principales propuestas en materias económicas.
A diferencia de las materias económicas y financieras, en que Alessandri mostraba
particulares dotes, el conocimiento de los asuntos internacionales no era algo en lo que
destacara. Con respecto a esto, el Paleta alegaba contra “los despliegues diplomáticos y
actitudes desproporcionadas”. Con esta idea podemos vislumbrar una especial
consonancia entre las características de su personalidad, y los principios de la política
exterior de los que hablamos en el primer capítulo, y el modelo diplomático que
configuraron. Sobre esto, el programa de gobierno fomentaba que “Nuestra política
121
Ibíd. 122
Ibíd. 123
Ibíd. 124
Ibíd.
internacional debe ajustarse al señorío y a la sobriedad de sus tradiciones, sin apartarse
de la realidad ni en su sentido ni en sus proporciones.”125 Este análisis, se debía a que “La
escasez de nuestros recursos y la limitación de nuestros medios de acciones, son
incompatibles con un gran despliegue diplomático, así como con actitudes resonantes
frente a los grandes problemas mundiales”.126 Finalmente, para el programa de gobierno
de Alessandri, la vinculación de Chile era con “el Occidente, conforme a nuestras
tradiciones y creencias, nuestro destino está ligado al suyo…”127 lo que no quería decir que
el país debiera asociar su porvenir con soluciones indiscriminadas de conjunto,
acentuándose la autonomía e independencia con respecto al vecindario.
En la contienda electoral, se presentaron otros cuatro candidatos contra
Alessandri. Por el Frente de Acción Popular (FRAP) que aglutinaba a los partidos
Comunista y Socialista, el abanderado era el senador Salvador Allende Gossens. Por el
Partido Demócrata Cristiano, el candidato era el también senador y líder indiscutido de la
colectividad Eduardo Frei Montalva. Del Partido Radical, el representante era Luis Bossay,
mientras que el cuarto candidato, independiente pero de izquierda era Antonio
Zamorano, ex cura párroco de la localidad de Catapilco.128 Estos cuatro contendores, a
pesar de ir separados, unieron sus esfuerzos junto a los del gobierno para evitar la victoria
del Paleta, nació así el Frente de Saneamiento Democrático, coloquialmente conocido
como TOCOA (Todos contra Alessandri).
En la época previa a las elecciones, el gobierno saliente del general Carlos Ibáñez
del Campo, vislumbrando las posibilidades de Alessandri, derogó la Ley de Defensa de la
Democracia, que González Videla había promulgado para ilegalizar al Partido Comunista. Y
además creo la Cedula Única de Identidad, documento de identificación entregado por el
Estado a la ciudadanía con la cual se debía ejercer el sufragio, evitando así el cohecho y la
125
Ibíd. 126
Ibíd. 127
Ibíd. 128
Correa. Sofía. Óp. Cit. 2011. Pág. 254.
compra de votos.129 Estas medidas resultaron infructuosas, ya que Alessandri resultó
elegido Presidente de la República con el 31,56% de los votos. Por la naturaleza del
sistema electoral, se debía esperar la ratificación del Congreso Pleno, pero los resultados
eran innegables, y esa instancia era solo un trámite. Así Jorge Alessandri Rodríguez, se
convirtió en el segundo miembro de su familia en ocupar la primera magistratura.
2.3 Gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964).
Al momento de asumir Alessandri la presidencia, las condiciones del país eran
preocupantes, como había sido la tónica desde principios de siglo. “La inflación superaba
el 20% anual, la balanza de pagos mantenía un saldo negativo, la desocupación llegaba a
casi el 10%, el déficit fiscal era alto, a pesar de la baja tasa de inversión estatal, y la
actividad económica sufría de un largo estancamiento”.130 Para afrontar tan terribles
circunstancias, en la conformación de su gabinete el Presidente Alessandri, nombró a
gente ligada al mundo empresarial en la mayoría de los ministerios.131 Aun cuando los
partidos políticos que habían apoyado su candidatura no se vieron representados en el
gabinete, si le otorgaron todo su respaldo en el Congreso, con lo que el Paleta tuvo unos
promisorios primeros años. Como cabeza del equipo económico, Alessandri nombró a
Roberto Vergara, como triministro en las carteras de Hacienda, Economía y Minería, de
forma de aunar los criterios con los cuales enfrentar los problemas, y para que las
respuestas fuesen globales. En las subsecretarias nombro a miembros de la SOFOFA y de
la CPC. Coloquialmente se conoció este periodo como la “Revolución de los Gerentes”.132
Sofía Correa al estudiar este proceso indica que las primeras medidas tomadas
para afrontar el problema económico apuntaron tanto a frenar la inflación, como a
reactivar la economía acrecentando la demanda. Se propuso intensificar la capitalización
129
Moulian. Tomás. “Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende. 1938-1973”. Lom Ediciones. Santiago de Chile. 2006. Pág. 193. 130
Correa. Sofía. Óp. Cit. 2011. Pág. 259. 131
Ibíd. Pág. 260. 132
Silva. Patricio. Óp. Cit. Pág. 120. Angell. Alan. “Chile. De Alessandri a Pinochet. En busca de la utopía”. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile. 1993. Pág. 37.
pública y privada, sobre la base de inversiones fiscales y de incentivos a las empresas para
que invirtieran en bienes de capital. También se terminaron con los controles al comercio
exterior, se autorizó la importación de todo tipo de bienes y se redujeron las tasas de
depósito de importación. Se concedieron franquicias tributarias, se garantizó el retorno de
los capitales y la remisión de ganancias.133 En materias crediticias, se restringió la
importancia de los créditos del Banco del Estado a favor de los créditos de la banca
privada para crear competencia en el sistema bancario.
Aparte se privatizaron varias empresas públicas en manos de la CORFO. A estas
medidas del gobierno, también se unen una serie de obras públicas en los rubros del
transporte, comunicaciones, energía y viviendas, siendo esta ultima una de las medidas
más recordadas de la administración de Alessandri Rodríguez. Para Correa, las medidas
impulsadas por el Paleta, tuvieron un apreciable éxito en reactivar la economía,
especialmente por el aumento de las exportaciones, que permitió mejorar la balanza de
pagos y los capitales del fisco, como también por el impulso a la construcción. Aumento la
producción y la desocupación se redujo a casi un 7%. Así Alessandri tuvo unos promisorios
18 primeros meses de gobierno, los cuales vendrían a ser entorpecidos por el terremoto
ocurrido en la zona sur del país en 1960. De los iniciales éxitos alcanzados, la situación
interna se agravó no solo por la catástrofe telúrica, sino que por las condiciones
internacionales, que mostraban un estancamiento en la actividad económica de EE.UU. lo
que afectaba directamente las exportaciones chilenas, al ser éste su principal socio
comercial. Además los inversores estadounidenses, se encontraban reticentes a invertir en
América Latina, debido a las perspectivas que generaba la Revolución Cubana de 1959.
Estos factores aumentaron el descontento social en Chile, y desde ahí en más, el gobierno
de Alessandri pasó de la ofensiva contra la mala situación económica, a tratar de defender
de mejor forma y no ahondar más la gravedad de la situación.
133
Ibíd. Pág., 260-261.
En los asuntos políticos, el descontento social aumentó, mientras que la
correlación de fuerzas en el Congreso que había sido favorable a Alessandri se modificó en
su contra. Ello obligó al Presidente a negociar el ingreso del Partido Radical al gabinete, y
le entregó algunas carteras a cambio de su apoyo. Aun así, la administración del Paleta no
cambio mayormente la política económica, continúo con el estancamiento de los sueldos,
y el recorte al gasto público. La salida del triministro Roberto Vergara, no modificó
mayormente la dirección de las propuestas, ya que fue reemplazado por otro miembro de
su equipo económico. A pesar del clima de efervescencia social que se incubaba, en el que
los partidos de la izquierda, Comunista y Socialista, tenían un fuerte arraigo al promover
las huelgas, anteriormente manifestamos que dentro del gabinete no se dio un
anticomunismo, como habría sido esperable, y a pesar de algunas claras rencillas y
declaraciones contrarias a las actitudes de la izquierda parlamentaria que obstruía las
medidas del gobierno, de Alessandri no se dio un discurso anticomunista, es más los
mismos partidos Liberal y Conservador, le reprocharon esa falta de vigor en los momentos
más críticos.134
Con respecto a los asuntos internacionales en la Cancillería fueron cuatro grandes
personalidades las que ocuparon su más alto puesto, primero fue Germán Vergara
Donoso, funcionario de carrera del Ministerio, que durante la segunda administración de
Arturo Alessandri ocupó la Subsecretaría de Relaciones Exteriores, a este fue a quien le
cupo reconocer al gobierno revolucionario implantando en Cuba luego del triunfo sobre
Batista. En segundo lugar quien reemplazó al anterior fue Enrique Ortuzar, personaje
cercano a Alessandri, de tendencias conservadoras, quien actuaba como fusible en el
gabinete, ocupó distintos cargos ministeriales durante esta administración. Fue a este a
quien le tocó lidiar con los primeros atisbos de problemas con respecto a Cuba,
representó a Chile en la sexta y séptima reuniones de consultas de ministros de relaciones
exteriores, y se limitó a refrendar los distintos principios de política exterior.
134
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 1982. Pág.
El tercer Ministro de Relaciones Exteriores, fue quizás uno de los que más
dinamismo puso en la diplomacia, nos referimos a Carlos Martínez Sotomayor, abogado
radical que ocupó el cargo de Canciller cuando la colectividad entró al gabinete. Fue uno
de los ministros más jóvenes del gabinete, pero no por ello el más inexperto. Finalmente,
el último Ministro de Relaciones Exteriores de Jorge Alessandri, fue otro personero ligado
a la derecha, este fue el abogado Julio Phillipi Izquierdo, un importante internacionalista
chileno, que a pesar de no pertenecer al servicio diplomático, en variadas ocasiones se
involucró en la discusión de asuntos fronterizos que Chile tenía con sus países limítrofes,
este al igual que Ortuzar, era un ministro fusible al cual el presidente Alessandri acudía
cuando se encontraba en aprietos. Sobre los asuntos internacionales, y la forma en que a
estos veía el Presidente, es sin duda sintomático de su personalidad, la predilección por
los asuntos financieros, la primera gran propuesta dirigida al resto de Estados del
continente, Alessandri, hizo un llamado a reducir el gasto armamentista entre los países
de la región. Para el Paleta, esto no solo aumentaba los resquemores entre vecinos, sino
que aun más importante, profundizaba las magras condiciones de desarrollo social de los
pueblos americanos, al destinar cuantiosos recursos en materiales bélicos, que se verían
mejor invertidos en maquinarias para favorecer la industrialización.
Esta moción inicialmente tuvo una buena acogida en otros mandatarios de la
región, como el Presidente Prado de Perú, y Juscelino Kubitschek de Brasil, que
compartían el análisis y la propuesta, pero una serie de malos entendidos y la incapacidad
de materializar la propuesta, hizo que no prosperara. En este mismo camino, el
Presidente Kubitschek, en una misiva al Presidente Eisenhower, le dejó entrever las malas
condiciones de desarrollo del continente, de las que EE.UU. era en parte responsable, y le
exige un cambio en los lineamientos de política exterior de Washington hacia América
Latina, esta iniciativa es conocida como Operación Panamericana, y solicita el aumento de
la ayuda de la Casa Blanca a los gobiernos de la región. En gran parte esto se encontraba
en directa relación con las pretensiones de Alessandri para mejorar la economía, por lo
cual apoyó a Kubitscheck.
A partir de aquí, EE.UU. aumentó su ayuda a la región, primero al fomentar los
créditos privados a los gobiernos de la región, a fines del mandato de Eisenhower, para
luego conceder préstamos y créditos federales, por medio del programa conocido como
Alianza para el Progreso, impulsado por la administración Kennedy. Este aumento en la
ayuda se fomentó en gran medida por el temor que en Washington, generó la Revolución
Cubana, y las posibilidades de extensión del comunismo y los movimientos
revolucionarios, si no se mejoraban las condiciones socioeconómicas que ahogaban al
grueso de la población.
De tal forma, tras los créditos de la Alianza, se impulsaba una serie de reformas
tendientes a mejorar los estándares de vida y atacar las condiciones que impedían el
desarrollo. Las reformas educativas, sanitarias y agraria entre otras, fueron la punta de
lanza para tratar de aislar el influjo de la Revolución cubana. Chile por las necesidades de
obtener capital para mejorar su economía, y solventar el proceso de reconstrucción de las
zonas devastadas por el terremoto, vio en este programa una oportunidad, y el gobierno
de Alessandri se abocó a impulsar y estudiar una serie de reformas. La más emblemática,
y que generó los mayores debates era la agraria, que buscaba modificar y ampliar la
propiedad agrícola, en los términos que proponían los expertos estadounidenses y los
organismos internacionales que apoyaban el programa, atacaba directamente la base de
sustentación del poder de la aristocracia, al dividir las grandes extensiones de tierras, que
estaban en manos de los terratenientes, en predios en manos de pequeños agricultores.
Lo anterior, a pesar de ser el ideal, no se implementó, y el gobierno de Alessandri,
solo redistribuyó tierras cuya propiedad era del Estado y que no estaban en uso. En
cuanto a las reformas educativa y sanitaria, el gobierno de Alessandri no avanzó
mayormente, y con respecto a la educativa, dejo el proyecto casi listo para cuando había
acabado su periodo de gobierno. A pesar de los pocos logros que el país podía exhibir en
el marco de la Alianza, Chile fue uno de los que más recursos recibió en esta instancia, los
cuales llegaron en su mayoría durante el gobierno de Frei Montalva que reemplazó a
Alessandri.
En cuanto a los asuntos propios del contexto de Guerra Fría, se expuso como
desde la campaña, Alessandri manifestó su visión de que Chile estaba anclado
culturalmente al mundo occidental, por lo que se profundizaron las relaciones con los
Estados europeos, como Gran Bretaña, Alemania Federal y Francia. A grandes rasgos, esto
nadie lo negaba, ni siquiera los otros candidatos de esa elección. Pero ello no quería decir
que el mundo alterno a occidente, aquel liderado por la URSS, China, y los países de
Europa del Este a los que se unió Cuba no existieran. Alessandri en este aspecto, intentó
impulsar y fomentar los intercambios comerciales con algunos de esos países, para esto
envió una misión comercial exploratoria a la Unión Soviética, Polonia, Hungría y
Checoslovaquia, conocida como la Misión Arteaga, a reconocer las posibilidades
comerciales entre esos países y Chile.
A la vuelta de la misión, los resultados de sus consultas fueron un tanto
desalentadores, ya que las condiciones comerciales a las que los países socialistas estaban
acostumbrados eran en modalidad de trueque de bienes, y no compra de mercancías,
como se acostumbraba. Además los europeos, ofrecían productos y materias primas que
se podía adquirir más fácilmente en otros mercados, y ahorrarse significativos recursos en
materia de transporte. Fueron estos factores, sumados al nulo interés por establecer
relaciones políticas, los que terminaron por hacer inviable la intención de comerciar con
el bloque socialista. Esto no quiere decir que Chile estuviera exento de relacionarse con
un Estado socialista. Cuando Chile rompió relaciones con la URSS, Polonia y
Checoslovaquia en 1947, a diferencia de estas, con Yugoslavia, otro país socialista, pero
alejado de la influencia soviética, las mantuvo por largos años. Alessandri vio la
oportunidad de profundizarlas, y aceptó la proposición realizada por el líder de la
república balcánica, el Mariscal Josef Broz Tito, de realizar una visita por los méritos que
había alcanzado en su lucha contra los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Hasta ahora hemos observado el tipo de relaciones, que el gobierno de Alessandri
intentó mantener con los dos principales bandos en pugna en la Guerra Fría. La cuestión
que queda por esclarecer son las relaciones con aquellos pequeños Estados que se
estaban recién independizando, y con los vecinos latinoamericanos, que configuraban lo
que algunos llamaron Tercer Mundo. Con respecto al proceso de descolonización que se
estaba produciendo en los dominios coloniales europeos en África y Asia, el Canciller
Carlos Martínez Sotomayor, observó la importancia de los nuevos estados independientes
que estaban emergiendo en aquellos continentes, y fue de los primeros en abogar porque
se establecieran relaciones con ellos, con lo que se abrieron algunas embajadas en países
como Argelia. Todo este proceso, no solo implicó la independencia política, sino que
también traía aparejada un cambio cultural para esos mismos países, y los de América
Latina, que compartían problemas comunes con respecto a los estándares de vida, fue en
este sentido que Carlos Martínez Sotomayor, integró algunas ideas de la retórica con
respecto al proceso de descolonización y la importancia de las relaciones de cooperación
sur-sur en la Cancillería.
Finalmente, en las materias regionales, Alessandri no se caracterizó por
profundizar las relaciones vecinales, en su programa de gobierno, se dejó ver que Chile,
debía actuar con cuidado, y no dejarse arrastrar a alianzas mal entendidas. En relación a
esto, solo visitó unos pocos países de la región, como Panamá, Ecuador, México y EE.UU.
pero los dividendos de esas giras, fueron bastante magros. Al Paleta le toco afrontar
algunos problemas limítrofes pendientes con Argentina por la zona de Palena y con
Bolivia, debido al uso de las aguas del rio Lauca y que terminaron con la ruptura de
relaciones entre ambos en 1962. En general las relaciones con el resto de los Estados
latinoamericanos se mantuvieron cordiales, y enfocadas en los asuntos comerciales.
Siguiendo la tónica tecnocrática que fue una marca de este gobierno, con lo que no se
observa en estas materias, esa audacia con que en ocasiones, Jorge Alessandri actuaba en
los negocios.
Quizás la mayor critica que sea posible realizar con respecto a la presidencia de
Alessandri, tenga relación con las materias económicas. Como bien lo expreso Tomás
Moulian, las causas de su fallido intento de normalización están en la realización de un
análisis incorrecto de la realidad chilena, particularmente con respecto a las reales
capacidades e intereses del mundo privado. Al escrudiñar el programa de gobierno se deja
sentir un aura que presenta el resultado de un “diagnóstico objetivo”, y que las respuestas
necesarias para las circunstancias, eran el producto de una supuesta “decisión racional”
entre las mejores opciones posibles. Pero los grupos industriales y empresariales en que
se apoyaba el gobierno, carecían de la visión de un proyecto modernizador como el que
planteaba Alessandri.
Para Moulian, “El error de perspectiva de Jorge Alessandri fue mirar la sociedad
desde las alturas de un discurso tecnocrático. El análisis social de Alessandri no era real
concreto sino normativo o doctrinario, expresaba como real un deber ser”.135 La mayoría
de los estudios sobre este periodo de gobierno, se hacen en función de los aspectos
económicos, ni siquiera los políticos son tan relevantes como los primeros, y de hecho en
las materias internacionales, el discurso tradicional de la historiografía que estudia las
relaciones internacionales, no se caracteriza por ser crítico con respecto a estos temas, es
más, se ve una clara continuidad entre los principios de la política exterior que la
diplomacia chilena viene impulsando desde principios de siglo, como es el respeto al
derecho internacional, la autodeterminación de los pueblos y la no intervención.
En este sentido, la administración Alessandri, no varió lo principal, quizás por una
identificación entre el sentido de los principios de la política exterior, que como ya
manifestamos configuró un particular modelo diplomático, y las características de la
135
Moulian. Tomás. Óp. Cit. 2006. Pág. 193.
personalidad del Paleta. En estos aspectos creemos que la política exterior chilena, en esta
época, dejó pasar una oportunidad para lograr alcanzar un mayor grado de autonomía, y
expandir su margen de acción, especialmente si se tiene en cuenta que se empezaba a
vislumbrar un periodo de distensión en el conflicto entre las grandes potencias. En la
misma línea de lo ya dicho por Moulian, cabe analizar si el análisis de las materias
internacionales en el programa de gobierno de Alessandri fue el correcto. Una
interrogante que se intenta responder a continuación.
Capítulo 3: La Cuestión Cubana y la posición diplomática del
Gobierno de Jorge Alessandri.
3.1 Antecedentes de la Cuestión Cubana. Dictadura de Batista.
En los primeros años de la Guerra Fría, el interés de las potencias en pugna se
centró en las cuestiones de la división y reconstrucción europea, y en el conflicto de
Corea. De tal forma que los asuntos latinoamericanos, africanos y asiáticos habían
quedado en segundo plano. Lo anterior para el caso de nuestro continente se ejemplifica
en el diagnostico hecho por el gobierno de Eisenhower al final de su mandato de que la
realidad social y económica de los Estados Americanos era precaria y podía ser
aprovechada por las fuerzas del comunismo internacional, si EE.UU. no hacia algo rápido.
El caso del derrocamiento del gobierno de Guatemala, presidido por Jacobo Arbenz es
paradigmático de dicho temor.
Proliferaron en nuestro continente los gobiernos dictatoriales, particularmente en
la zona del Caribe y Centroamérica, y nombres como Batista, Trujillo y Somoza cobraron
sangrienta relevancia. En los casos antes mencionados, se debe decir que la aquiescencia
de los EE.UU. jugó un papel importante en la consolidación de estos regímenes en sus
países. En Cuba, la figura de Batista, ya había cobrado protagonismo durante la Segunda
Guerra Mundial, cuando fue electo presidente, luego de este primer periodo, fue
reemplazado por Ramón Grau San Martin y por Carlos Prio Socarras al mando de la
República. Pero Batista, a pesar de que había pasado ocho años fuera del mando, volvió a
presentarse en las elecciones presidenciales de 1952, y al ver que su candidatura tenía
pocas posibilidades de ganar, meses antes de los comicios, dio un golpe de Estado que lo
llevó al poder.136
Por esto su legitimidad se vio seriamente dañada, de allí que se vio en la necesidad
de gobernar apoyado en las Fuerzas Armadas, y aplastar toda disidencia que pudiera
136
Cancino. Hugo. “Para un estudio de los antecedentes históricos e ideológicos de la Revolución Cubana, 1956-1959”. Revista Sociedad y Discurso. Universidad de Aalborg. Dinamarca. N° 21. 2012. Pág. 53-54.
surgir al interior del país. Es en este contexto que cobró relevancia la figura de Fidel
Castro, abogado que se oponía a la dictadura de Batista, y que luego de algunas
actividades contra el régimen, como el asalto al Cuartel Moncada fue apresado, juzgado y
condenado a quince años de cárcel, siendo liberado luego de veintidós meses en prisión,
gracias a una amnistía general. Mientras tanto, las condiciones sociales en Cuba, seguirán
tan precarias como siempre, la vida urbana tuvo las restricciones propias de un régimen
dictatorial, mientras que en el campo, la pobreza fue generalizada, y las masas campesinas
se vieron subyugadas por los terratenientes, y por los intereses de las empresas
estadounidenses.137 En lo económico, la vinculación de Cuba con los empresarios de
EE.UU. fue cada vez mayor, las inversiones extranjeras en la isla, aumentaron en las áreas
turísticas y de la construcción, principales sectores de la vida económica, junto con la
agricultura, de allí que la dependencia de la isla con EE.UU. fue tan fuerte.
Fidel Castro, que luego de su liberación huyó a México, en este país tomó contacto
con otros compatriotas que se oponían igualmente a Batista y organizó un grupo
revolucionario, conocido como Movimiento 26 de Julio,138 que desembarcó en la isla e
intentó tomar la ciudad de Santiago de Cuba, con el apoyo de otras fuerzas que ya estaban
actuando dentro del país. Luego del esfuerzo por tomar la ciudad y de fracasar, los
sobrevivientes escaparon a la Sierra Maestra, en donde reagruparon sus fuerzas y
emprendieron una guerra de guerrillas contra el ejército de Batista. La represión
impulsada por los organismos de seguridad del régimen fue creciendo cada vez más, lo
cual llevó a que más cubanos se sintieran representados por la causa revolucionaria, de
allí que creciera el apoyo al movimiento y que más personas se adhirieran a la guerrilla.
Finalmente, contando con muchos más partidarios, los oficiales del movimiento, vieron la
posibilidad de atacar directamente las ciudades y avanzar sobre la capital de forma de
tomar el poder, es así, como la ofensiva final, logró triunfar el 1 de enero de 1959, día en
el cual Fulgencio Batista huyó del país.
137
Ibíd. Pág. 58. 138
Ibíd. Pág. 60.
3.2 Cuestión Cubana y posición diplomática del gobierno de Jorge Alessandri.
Debido a la necesidad de ordenar la vida civil cubana, luego del triunfo de la
Revolución y la huida de Batista, se organizó un nuevo gobierno, en que personajes del
mundo académico y legal ocuparon los puestos más importantes. Así figuras como Manuel
Urrutia, abogado y político de centro, fue nombrado Presidente de la República, mientras
que Fidel Castro, fue designado como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y
Primer Ministro. En los otros cargos importantes del gabinete, fueron nombrados,
distintas personalidades, Osvaldo Dorticos, como ministro de Leyes Revolucionarias y
Roberto Agramonte en Relaciones Exteriores, entre otros. Esta nueva administración, fue
la encargada de normalizar la situación, y a principios de enero, a los distintos Estados con
los cuales Cuba mantenía relaciones diplomáticas, se les envió una nota de solicitud de
reconocimiento al nuevo gobierno. A Chile, dicha petición, llegó el día 04 de enero, siendo
reconocida el día 07 de enero de 1959.
Inicialmente, la conformación de un gabinete civil, en que personalidades tan
apegadas a los principios democráticos, y que se habían opuesto abiertamente a la
dictadura de Batista, generaron legitimidad y confianza en el rumbo que podía tomar la
isla de Cuba. Políticos como Urrutia, dieron credibilidad y certeza del respeto a la
legalidad. Claro que las sospechas de la vinculación del proceso revolucionario con
elementos marxistas y comunistas en la nueva administración, generaron algún grado de
recelo en varios de los gobiernos de la región. No obstante lo anterior, no se puede obviar,
que las distintas fuerzas de izquierda cubanas, jugaron un papel importante en la lucha
contra el régimen anterior.
La verdad, es que en los inicios del nuevo gobierno, no todo fue tan tranquilo, ya
que, al igual que en el régimen pasado, la persecución de los adversarios políticos, se
inicio rápidamente. Así, quienes se identificaban con Batista, o bien quienes habían sacado
algún provecho de su gobierno, fueron rápidamente perseguidos, capturados, y juzgados,
especialmente, aquellos que habían tenido un grado de participación en los aparatos de
seguridad y represión. Esto generó una ola migratoria a los países circundantes, en que un
gran número de cubanos, se exilió en países como EE.UU. Republica Dominicana,
Venezuela y México, por temor a las represalias. En este mismo tenor, se dieron los
primeros problemas diplomáticos, ya que aquellos que no tenían los medios para exiliarse
de forma autónoma, buscaron refugio en las distintas misiones diplomáticas.
Chile fue uno de los países, en que cientos de cubanos intentaron asilarse, y la
aceptación por parte de nuestro país de estas peticiones, no estuvo exenta de problemas,
ya que por ejemplo, en uno de los primeros viajes en que ciudadanos cubanos vinieron a
asentarse en nuestro país y que habían recibido el permiso para emprender su salida,
tuvieron que volver a la isla por un problema técnico del avión en que viajaban, con lo que
las autoridades isleñas, intentaron capturarlos aduciendo que el permiso ya había
caducado, a lo que Chile inició tratativas para que el gobierno de La Habana, aceptara
dejar marchar a los exiliados, cosa que finalmente sucedió. Se deben sumar pequeños
conflictos en que medios de comunicación de la isla, criticaron gratuitamente al
presidente Alessandri, juicios que no fueron compartidos por las nuevas autoridades
cubanas.
Hay que mencionar, que durante 1959, el protagonismo de los asuntos
interamericanos estuvo centrado en el Caribe, por distintas querellas entre los regímenes
dictatoriales que aun persistían, como el de Trujillo y Somoza, enfrentados a los nuevos
regímenes democráticos representados por Venezuela y Cuba, y que las acciones
internacionales emprendidas por el gobierno revolucionario, estuvieron en directa
relación con la defensa de los principios democráticos. Así quedó demostrado durante la
Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, realizada en Santiago
de Chile, el mes de agosto de 1959, donde las autoridades cubanas, lideradas por su
Canciller, asumieron una destacada participación en la discusión y ratificación de los
principios contenidos en la Declaración de Santiago, que en sus artículos número dos
declara “los gobiernos de las Republicas americanas deben surgir de elecciones libres” y
en su artículo numero tres indica “la perpetuación en el poder, o el ejercicio de este sin
plazo determinado y con manifiesto propósito de perpetuación son incompatibles con el
ejercicio efectivo de la democracia”139.
Además en la misma instancia, al tenor de los conflictos existentes en la zona del
Caribe, se resolvió recomendar a los gobiernos americanos la estricta observancia de los
principios de no intervención y el cumplimiento efectivo de las obligaciones legales
asumidas. Lo anterior es obvio que pone en entredicho los gobiernos dictatoriales que aún
persisten en el hemisferio, como también a aquellos que intentaban convertirse en
dictaduras, esto se vio refrendado, tanto por Chile, como por Cuba. Así mismo, en esta
reunión se solicitó que en función del principio de no intervención, los organismos
especializados de la OEA, estudiaran y manifestaran “que acciones han de ser entendidas
como intervenciones indebidas, o directamente como agresiones”140, algo que era una
clara necesidad para identificar y posteriormente juzgar aquellos casos que se presentaran
a futuro.
En el marco de esta reunión, se dio otro incidente con oficiales cubanos, en una
visita de Raúl Castro a nuestro país, en que su comitiva traía materiales de difusión político
cultural, venían también oficiales militares armados, quien intentaron ingresar al país,
provocando un impasse, ya que estos requerían autorización oficial (constitucional) para
ingresar con armas a nuestro país, estos fueron internados en el aeródromo de Cerrillos
hasta que la comitiva cubana retornara.141 El caso, para Fermandois, no generó mayores
problemas a la larga, pero de seguro dejó un sentimiento de contrariedad hacia los
revolucionarios cubanos.
Otro ejemplo de la actitud legalista cubana se demuestra con el caso de la
intervención de algunas autoridades dominicanas en el intento de asesinato del
139
Ibíd. OEA. 1959. 140
Ibíd. OEA. 1959 141
Fermandois. Joaquín. “Chile y la Cuestión Cubana, 1959-1964”. En: Revista Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile. N° 17. Año 1982. Pág. 142
presidente venezolano Rómulo Betancourt, y la desestabilización de su gobierno. La
acción anterior fue rápidamente criticada por la mayoría de los Estados americanos, y
Cuba fue uno de los promotores de las sanciones que el Sistema Interamericano, a través
de la OEA le impuso a Trujillo. Esta situación fue debatida durante la Sexta Reunión de
Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, en agosto de 1960, en Costa Rica, y tuvo
por objeto, estudiar la situación caótica de la zona del Caribe a raíz del intento de
asesinato contra Betancourt.
En dicha instancia, se comprobó que las acusaciones contra el gobierno
dominicano eran ciertas, ante lo cual la violación del principio de no intervención y de
autodeterminación de los pueblos, contenidos en la Carta de Bogotá, que dieron origen a
la OEA fueron transgredidos flagrantemente por personeros del gobierno de Trujillo, y que
sin duda alguna, este estaba en conocimiento de tales acciones y contaron con su
beneplácito. En esta reunión, quedó resuelto por el voto afirmativo de todos los Estados
americanos, con la excepción de Venezuela y Republica Dominicana que eran las partes en
conflicto, aplicar la ruptura de las relaciones diplomáticas y económicas de todos los
estados miembros de la OEA con Republica Dominicana a raíz de su agresión a Venezuela.
Tanto Cuba, como Chile, rápidamente en función del acuerdo alcanzado, rompieron
relaciones con el gobierno de Ciudad Trujillo.
A pesar de lo anterior, no todo fue tan tranquilo con respecto a la situación de
Cuba en sí misma. Durante 1959, Cuba que no tenía vínculos con el mundo socialista,
intento acercarse a la República Popular China, que se mantuvo distante ante el gobierno
isleño, obligando a este a negociar con la URSS. De hecho esta última, veía con resquemor
la posibilidad de involucrarse más profundamente con el gobierno revolucionario para
evitarse mayores problemas con EE.UU. pero eso cambio cuando vieron que desde
Washington no querían tratar con Castro, empujando a este a los brazos del bloque
soviético para poder seguir en el poder.142 En febrero de 1960 el viceprimer ministro
142
Levesque. Jacques. Óp. Cit. 1977. Pág. 219-228.
soviético, Anastas Mikoyan, visitó La Habana y concedió un crédito por cien millones de
dólares al gobierno isleño,143 lo cual encendió las alarmas en la Casa Blanca. Además el día
8 de mayo de 1960, el gobierno de la isla decide reiniciar relaciones diplomáticas con la
Unión Soviética, las que habían sido interrumpidas por Batista en 1952.
Esto se sumó a los resquemores que las autoridades del gobierno de Eisenhower
venía manifestando frente al alto grado de implicación de las fuerzas de izquierda en el
gobierno además de la ola de nacionalizaciones y estatizaciones que las autoridades
cubanas habían comenzado a decretar, especialmente a raíz de la reforma agraria que
afectaba principalmente los intereses de los inversores privados estadounidenses, esto dio
inicio a la pugna entre Cuba y EE.UU. que fue conocida como “Cuestión Cubana”.
“Ike”, quien aun estaba en funciones, intentó hacer ver al resto de estados
americanos el peligro de la infiltración comunista en el hemisferio, y quiso traspasarles su
preocupación sobre el tema, de allí que en el último periodo de su mandato se haya
preocupado de afianzar las instituciones propias del Sistema Interamericano, mediante
“mecanismos que aseguren la solidaridad activa y que puedan expresarse como una
reacción inmediata y general contra cualquier intento de violencia”144, debemos decir que
la intención de Eisenhower y su gobierno tuvo repercusiones en otros gobiernos del
hemisferio, ya que Perú, solicitó al Consejo de la Organización de Estados Americanos que
se convocara a una Séptima Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores,
con el objeto de “considerar las exigencias de la solidaridad continental, la defensa del
sistema regional, y de los principios democráticos americanos ante las amenazas que
puedan afectarlos”145.
143
Ibíd. Pág. 219-228. 144
Discurso del Presidente de EE.UU. Sr Dwight D. Eisenhower en su visita al Palacio de la Moneda. Febrero de 1960. En: Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Santiago de Chile. 1960. Pág. 48. 145
Acta final de la Septima Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores. Unión Panamericana, Secretaria General de la Organización de Estados Américanos. Washington DC. 22-29 de agosto de 1960. Visto en: http://www.oas.org/CONSEJO/SP/RC/Actas/Acta%207.pdf el día. Lunes, 06 de mayo de 2013
Del programa que se crea para discutir los asuntos en tabla, uno llama la atención,
y es el del “fortalecimiento de la solidaridad continental y del Sistema Interamericano
especialmente ante las amenazas de intervención extra continental”.146 La similitud de
uno de los temas del programa a discutir en la reunión con los intereses manifestados por
el presidente Eisenhower, demuestran que su interés por traspasar su preocupación por el
comunismo a otros gobiernos, tuvo un fuerte eco, ya que la propuesta para discutir esos
temas fue ampliamente aceptada, al punto de permitirse convocar finalmente a la
reunión. Es necesario decir a su vez, que el temor a la infiltración comunista ya se
empezaba a vislumbrar, pero a pesar de esto, en la retorica diplomática se deja lugar a las
vaguedades, ya que como vimos, el hablar de una “intervención extra continental” da
lugar a que aquellos estados americanos indecisos se vean obligados a apoyar las
resoluciones. A su vez, otros gobernantes americanos, como el mismo Alessandri, el
mexicano López Mateos, los brasileños Kubitschek y Goulart, observaron que si la
infiltración comunista tuvo éxito, no se debió solamente a la debilidad de los mecanismos
interregionales, sino que en gran medida, se era por las precarias condiciones sociales y
económicas que caracterizaban a Latinoamérica.
Sobre la actitud estadounidense, y en función del temor que las acciones del
comunismo generaban en el gobierno de Washington DC. Una frase del mandatario en
una declaración hecha en su visita a Santiago en 1960, es particularmente sintomática del
anticomunismo propio de EE.UU. ya que demuestra la incoherencia con que los
estadounidenses actuaban, esta dice que: “Adherimos, si, a una política de
autodeterminación de los pueblos. Suscribimos y hemos observado con constancia un
principio cardinal de la vida interamericana: la política de no intervención. No es una
contradicción de estas políticas decir que hacemos todo lo que podemos para fomentar la
146
Ibíd. OEA. 1960
libertad y la democracia representativa en todo el hemisferio”.147 Dejando así en el olvido
su intervención en Guatemala para derrocar a Arbenz. La situación en Chile en cambio era
distinta, en 1960 se produjo un gran terremoto y tsunami que arrasó con parte importante
del sur del país, que movilizó de ayuda de otros países, siendo EE.UU. uno de los que más
asistencia envió.
Durante el gobierno de Alessandri, las cuestiones de relaciones internacionales no
fueron tan importantes como las de orden interno, el gobierno fijó su preocupación
principalmente en combatir la inflación que afecta al país, de allí que los asuntos externos
no tuvieron mayor figuración a pesar de haber organizado la Quinta Reunión de Consulta,
y de buscar un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el periodo de
1961-1962. Una postura distinta a lo que aquí planteamos es la expresada por Carlos
Martínez Sotomayor, ex Canciller de Alessandri, quien dice que: “El equilibrio,
imaginación y prudencia con que se condujo la política exterior de Chile, unidos a una
eficaz administración diplomática, dieron como resultado un significativo prestigio para
nuestro países en la comunidad internacional, siguiendo así una tradición esencial para
nuestra independencia y soberanía”.148
No hay duda que la cita anterior corresponde a la opinión de un prominente
funcionario de la administración que aquí analizamos, y que sus dichos han de ser
contrastados con los logros y los resultados alcanzados. En otro aspecto podemos indicar
a su vez que a diferencia de lo que sucedió en EE.UU. en nuestro país el anticomunismo no
estuvo tan extendido dentro del gobierno, a pesar de que este último se identificaba con
lo que para el marxismo son las fuerzas oligarcas, su principal enemigo. Aun cuando
diferimos con la opinión manifestada por Martínez Sotomayor, reconocemos que el
discurso internacional de la administración Alessandri, expuesto tanto por el mismo
147
Discurso del Presidente de EE.UU. Sr Dwight D. Eisenhower en su saludo a la Colonia norteamericana. Febrero de 1960. En: Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Santiago de Chile. 1960. Pág. 55-56. 148
Discurso de homenaje a don Jorge Alessandri Rodriguez, “La Política Exterior del Presidente Alessandri”. Efectuado en el Acto del Instituto de Chile, (08/12/1986). Publicado en: Martínez Sotomayor. Carlos. “Reflexiones y Testimonios Políticos”. Corporación de Investigaciones para el Desarrollo. Santiago de Chile. 1987. Pág. 121.
mandatario como por sus ministros de Relaciones Exteriores Germán Vergara, Enrique
Ortuzar, Carlos Martínez Sotomayor y Julio Phillipi, giró principalmente en torno a la
reducción de los gastos en armamento, y en fomentar planes de desarrollo con el dinero
que se dejase de invertir en los materiales bélicos, dichas ideas dieron vida a la
denominada “Doctrina Alessandri”, que a pesar de ser muy discutida, especialmente con
los países vecinos, a la larga solo quedó en la enunciación de meras intenciones. Este era
el tenor principal de la retorica internacional de los primeros años de Alessandri.
A pesar de estas diferencias, Chile no hizo oídos sordos a las cuestiones que eran
analizadas ni en la Sexta ni en la Séptima Reunión de Consulta, y así es como el Canciller
Ortuzar dijo en Costa Rica, a raíz del diferendo entre Republica Dominicana y Venezuela
que: “…ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir directa o
indirectamente y sea cual fuere el motivo, en los asuntos de otros, principio que excluye
no solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de
dependencia atentaría de la personalidad del Estado de los elementos políticos,
económicos y culturales que lo constituyen”.149
A pesar de que lo anterior fue dicho claramente en función de una situación
determinada, la generalidad y vaguedad de sus términos, es una clara alusión al respeto
del derecho internacional, a la no intervención y a la autodeterminación de los pueblos,
principios que son la base de la política exterior del país. Inclusive más, el Canciller, en la
Séptima Reunión agregó, con respecto a la importancia del Sistema Interamericano:
“La posición de Chile podría resumirla diciendo que es
eminentemente americanista y pacifista. Tenemos una organización
exclusivamente nuestra, capaz de resolver por medio de solución
pacifica, las controversias que pueden surgir entre dos o más
149
Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Sr. Enrique Ortuzar en la Séptima Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores. San José, Costa Rica. Agosto de 1960. En. Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Santiago de Chile. 1960. Pág. 229-240.
Estados miembros. Rechazamos en consecuencia toda intervención
extranjera en asuntos del hemisferio y condenamos enérgicamente
la pretensión de un país extraño, que ha pretexto de un diferendo
entre dos países americanos, pretende intervenir en nuestro
continente. No le reconocemos el derecho de valerse de la
revolución del noble pueblo cubano…”.150
Así vemos como es que los principios de la política exterior chilena, que ya
enunciamos en el primer capítulo, fueron utilizados para ordenar y guiar las
intervenciones del país en los asuntos internacionales, y más aun en los hemisféricos. El
historiador Joaquín Fermandois, indicó con respecto a este tema “No se trata de que Chile
tome posición directamente frente a la Cuestión Cubana. Más bien es la posición general
de Chile la que revela ciertas normas y criterios que operarán frente a Cuba”.151 Ya
habíamos dicho que las relaciones entre La Habana y Santiago habían pasado por algunas
tensiones a raíz de malos entendidos, declaraciones no oficiales, y actitudes poco
profesionales de parte de los revolucionarios isleños, pero al final de la Séptima Reunión
de Consulta en Costa Rica, una declaración del Canciller cubano Raúl Roa en que criticaba
a algunos de sus homólogos americanos, entre estos al chileno, Enrique Ortuzar,
generaron molestia en nuestro país y se enviaron notas de protesta, pero finalmente el
impasse fue resuelto.
Esta actitud fue acompañada a su vez por el abandono de la delegación caribeña
de la reunión cuando se debían votar las resoluciones de la convocatoria, las que estaban
centradas principalmente en la situación cubana, como recogimos en una cita anterior de
Ortuzar, y sus vínculos con la URSS, cuestión que obviamente irritó a los aludidos. Aun así
en la opinión de la cancillería nacional, no habían razones de peso que pudieran justificar
el termino de las relaciones, o bien la intervención en la isla.
150
Ibíd. Pág. 229-240. 151
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 1982. Pág. 148
El año 1961, trae un nuevo aire a la política mundial y al hemisferio en particular,
la elección de John F. Kennedy como presidente de EE.UU. trae aparejada un aire de
jovialidad que irradió tanto al interior de su propio país como a los países
latinoamericanos. La asunción al poder de Kennedy en enero de ese año no estuvo exenta
de problemas, principalmente debido a la decisión del gobierno de Dwight Eisenhower de
romper relaciones con Cuba durante el último mes de su mandato. Esta actitud, que no
era del agrado del nuevo mandatario, sin duda cortó muchas posibilidades de diálogo y de
lograr una salida más calmada al problema con Cuba. Al tiempo que asumía Kennedy, los
organismos de inteligencia norteamericanos estaban entrenando a un grupo de exiliados
cubanos para que en forma de guerrillas se infiltraran en la isla e iniciaran una
insurrección para sacar a Castro.
La CIA que aportó con armas y dinero, venía organizando el plan desde el gobierno
pasado, y estaba expectante para ponerlo en marcha. Kennedy, que estaba en
conocimiento de este, a raíz de los positivos informes que le eran entregados, y por los
consejos de sus asesores militares y de inteligencia, decidió dar luz verde a la incursión. La
acción militar partió de bases de la CIA en Guatemala a mediados de abril de 1961, para
evitar que se pudiera rastrear alguna vinculación de Washington. Una vez que las fuerzas
de exiliados anticastristas alcanzan la costa cubana, las fuerzas armadas revolucionarios
que estaban en conocimiento del plan, montaron una férrea defensa para contrarrestar a
los sublevados, estos no pudieron abrirse paso entre las fuerzas leales al gobierno, y
después de 4 días, fueron derrotados. Entre tanto, en las distintas organizaciones
internacionales, Cuba acusó a EE.UU. de estar vinculado con la invasión a su territorio,
cuestión que fue negada por el embajador de estadounidense Adlai Stevenson en el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero rápidamente este quedó descubierto, ya
que uno de los aviones que los exiliados anticastristas ocuparon en la invasión aterrizó en
el aeropuerto de Miami, destapando la vinculación de la CIA.
Además el mismo presidente Kennedy, posteriormente declaró públicamente que
estaba en conocimiento de la operación orquestada por la agencia de inteligencia. Cuba
que desde principios de año mantenía querellas con EE.UU. por sus agresiones
económicas, y por los supuestos intentos de invasión intentó que sus problemas se
discutieran en el seno de la Asamblea General, cuestión que logró en abril cuando la
invasión ya era un hecho indiscutible. Mientras Cuba intentaba que en los distintos
organismos internacionales, se sancionara la audaz intervención norteamericana, en el
Consejo de Seguridad, los intentos por discutir esta acción fueron frenados por EE.UU.
ante los alegatos de la URSS que apoyaba la posición cubana.
Chile, que a la sazón era uno de los miembros no permanentes del Consejo de
Seguridad, por medio de su embajador representante, Sr. Daniel Schweitzer, manifestó
inicialmente la preferencia por que el tema se tratara en el marco del Sistema
Interamericano, pero al ver que no prosperaba su propuesta, nuestro país se adhirió a
una moción mexicana en que se condenaba la actitud de EE.UU. por fomentar guerras
civiles en Estados soberanos, y lo llamaba a abstenerse de volver a hacerlo al tiempo que
refrendaba el principio de no intervención.152 La resolución que emanó por este caso fue
tan general y poco clara debido a las múltiples enmiendas que sufrió, que la Casa Blanca
finalmente tendió por auto controlarse153. Mientras que en la OEA, como ya vimos
anteriormente, los países latinoamericanos estaban muy divididos, y muchos eran
abiertos partidarios de la postura de EE.UU. las quejas cubanas fueron mayormente
desoídas.
Chile, mediante su Canciller Martínez Sotomayor, que estaba en conocimiento de
la vinculación de los organismos de inteligencia de EE.UU. con los exiliados cubanos, y del
apoyo prestado a la intentona de estos últimos, no manifestó reparos en forma directa y
las declaraciones oficiales se limitaron a buscar el respeto de los principios de no
intervención y de autodeterminación como ya venía aduciendo:
152
Etzioni. Minerva. Óp. Cit. 1973. Págs. 147-149 153
Ibíd. Pág. 149.
“Frente a estas actuaciones que amenazan no solo a la paz sino que a la
supervivencia de la Humanidad, nuestra posición de país pequeño no
puede ser la misma que habíamos conservado hasta ahora. No podemos
ya seguir confiando únicamente en la acción de las grandes potencias.
Tenemos la obligación de preservar el destino de nuestros propios
países; tenemos el deber de actuar en forma oportuna y eficaz, ya que
sabemos demasiado bien que una conflagración no puede en los
momentos actuales, quedar circunscrita a determinados países y
regiones preestablecidas”154.
La cita anterior corresponde al discurso dicho por Martínez Sotomayor en el XVI
periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de
1961, de la lectura del discurso completo no se lee la mas mínima alusión a la Invasión de
Bahía de Cochinos. De hecho es este párrafo citado, cuando dice “no podemos seguir
confiando únicamente en la acción de las grandes potencias”, lo que más se asemeja a
una crítica a la actitud de EE.UU. y solo dejó en claro que el entendía que cada país tiene
“la obligación de preservar el destino de nuestros propios países”, pero más allá de esto
no hubo declaraciones condenatorias ante la intervención indirecta de EE.UU. contra
Cuba.
3.3 Crisis de los Misiles y ruptura de relaciones diplomáticas.
A principios de 1962, a raíz de una solicitud elevada al Consejo de la OEA por
Colombia, se convocó a la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones
Exteriores, esta se realizaró en la ciudad de Punta del Este, Uruguay. La moción
presentada por Colombia tenía por objeto “considerar las amenazas a la paz y a la
154
Martínez Sotomayor. Carlos. Óp. Cit. 1987. Pág. 34
independencia política de los Estados americanos que puedan surgir de la intervención de
potencias extra continentales encaminadas a quebrantar la solidaridad americana”. A
simple vista, por los objetivos con los cuales se convocaba, la propuesta parecía ser otra
más tendiente a discutir cuestiones ya tratadas, pero lo novedoso de esta postura
colombiana es que se apoyaba en el artículo seis del “Tratado Interamericano de
Asistencia Reciproca, TIAR” firmado en Rio de Janeiro en 1947. Este instrumento del
Sistema Interamericano es una instancia de defensa hemisférica en que los Estados
firmantes se comprometen a apoyarse mutuamente en caso de guerra. En cuanto al
artículo seis, este reza así
“Art. 6. Si la inviolabilidad o la integridad del territorio o la soberanía o la
independencia política de cualquier Estado Americano fueren afectadas
por una agresión que no sea ataque armado, o por un conflicto extra
continental o intracontinental, o por cualquier otro hecho o situación
que pueda poner en peligro la paz de América, el Órgano de Consulta se
reunirá inmediatamente, a fin de acordar las medidas que en caso de
agresión se deben tomar en ayuda del agredido o en todo caso las que
convenga tomar para la defensa común y para el mantenimiento de la
paz y la seguridad del Continente”.155
En esta Octava Reunión, la delegación chilena fue presidida por Carlos Martínez
Sotomayor, y en Punta del Este, en su discurso dijo sobre el tema:
“El problema que reúne en esta oportunidad a los Ministros de
Relaciones Exteriores del Sistema Interamericano es, a criterio del
155
Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Sr. Carlos Martínez Sotomayor en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores. Punta del Este, Uruguay. Enero de 1961. En. Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Santiago de Chile. 1961.
Gobierno de Chile, uno de gran trascendencia y de carácter
esencialmente político”.156 Posteriormente ampliará “Un tercer
principio, de vital importancia, es el que se refiere a la no intervención
en los asuntos internos o externos de los Estados”.157
Aclaradas las características del problema que convoca, el grado de importancia
que implica para las naciones latinoamericanas, y las bases desde las cuales Chile observa
la situación, añadió con posterioridad Martínez Sotomayor: “El Gobierno de Chile,
fundándose en sólidos argumentos de carácter jurídico, estimo que el tema de esta
reunión, indicado en la iniciativa del gobierno amigo de Colombia, no concuerda con la
letra y el espíritu del Tratado de Rio de Janeiro y, por lo tanto se abstuvo de dar
aprobación a la convocatoria”.158 Para Martínez Sotomayor, como para otros personeros
de la administración Alessandri, la naturaleza del tema se debía a razones más profundas
que la sola intención comunista de desbaratar a los gobiernos democráticos, y así lo hizo
ver: “Debemos reconocer con franqueza que si el peligro comunista se ha venido
acentuando, ello se debe, en parte, a que todavía subsiste en América Latina un estado de
miseria que facilita su mayor penetración.”159 Finalmente en un toque de realismo sobre
el tema, agregó:
“Una cosa es reconocer colectivamente que una nación determinada se
está colocando al margen del Sistema Interamericano y otra, muy
distinta, es creer que tal decisión, producto de un proceso ideológico,
vaya a ser cambiada en presencia de la aplicación de sanciones
156
Ibíd. 157
Ibíd. 158
Ibíd. 159
Ibíd.
diplomáticas o económicas o de la amenaza de tales sanciones en caso
de no aceptar el viraje que todos deseamos”.160
Es claro que a diferencia de otros Estados latinoamericanos, Chile manifiesta una
visión bastante autónoma con respecto al tema, no se autoengaña creyendo que el
simple intento por obligar a Cuba la hará cambiar de opinión, de allí que no se haga parte
de las iniciativas condenatorias a priori del régimen de La Habana. Pero a pesar de que en
esta pasada nuestro país se abstuvo de aprobar la convocatoria en virtud del artículo seis
del TIAR, la aprobación (14 votos a favor, 1 en contra –Cuba-, y 6 abstenciones –
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México-) de los Estados latinoamericanos de la
resolución que excluía a Cuba del Sistema Interamericano, Chile aceptó la resolución. Con
respecto al mismo tema, queremos recoger una cita del diplomático chileno Enrique
Bernstein, quien en los meses de abril y mayo de 1962, publicó un artículo en una revista
mexicana criticando la pretendida aplicación del TIAR en este asunto, dice Bernstein:
“Por fines estrictamente políticos se ha extendido el campo de
aplicación de un Tratado Interamericano que es esencial para el
mantenimiento de la solidaridad continental. Por fines estrictamente
políticos se ha dado una interpretación errada a un importantísimo acto
internacional. Por fines estrictamente políticos se han creado
precedentes sumamente peligrosos para el futuro de América”.161
Bernstein, uno de los más destacados diplomáticos y juristas de nuestro país, sin
duda escribió esta crítica con la anuencia de las autoridades del Ministerio y
probablemente sean estas mismas las que reflejen de mejor forma la sensación que
160
Ibíd. 161
Bernstein. Enrique. “Punta del Este y las erróneas interpretaciones de un tratado”. Foro Internacional. 1962. Abril-junio. Págs. 518-534. En: Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 1982. Pág. 167.
imperaba en nuestra Cancillería. Ante este complejo cuadro de aislamiento y
autoaislamiento en que estaba cayendo Cuba, la isla trato en marzo de 1962 que el
Consejo de Seguridad de la ONU, dejara sin efecto la resolución de la Octava Reunión de
Consulta, dicha petición se analizó en la sesión número mil del Consejo, que fue presidida
por el embajador chileno Daniel Schwitzer, y en representación de nuestro país habló el
encargado subrogante Humberto Díaz, quien expresó que el pensamiento del gobierno de
Chile con respecto al tema era que:
“…la cuestión planteada en estos momentos ante el Consejo de
Seguridad, si bien tiene una innegable relación con el caso especifico
de Cuba, jurídicamente tiene una proyección distinta y mas vasta. Es
una cuestión que tiende a poner en duda la competencia de un
organismo regional para la adopción de medidas dentro del ámbito
regional…”162 Si el gobierno chileno se oponía, dirá Díaz será por: “ el
esfuerzo decidido que hicieron los Estados americanos en San
Francisco para que las resoluciones del organismo regional no
corrieran el riesgo de estar sujetas a las refrendaciones de los cinco
grandes que se sientan en este consejo y que con el privilegio del
veto podrían paralizar la acción del organismo regional…”163
Finalmente para resumir el tenor de la postura chilena agregara:
“… no disputamos al Consejo de Seguridad su prerrogativa para
considerar cualquier problema regional que pueda afectar a la paz y
162
Discurso de representante de Chile en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Sr. Humberto Diaz. Sesión n° 1000. Marzo de 1962. En: Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Santiago de Chile. 1962. 163
Discurso de representante de Chile en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Sr. Humberto Diaz. Sesión n° 1000. Marzo de 1962. En: Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Santiago de Chile. 1962.
seguridad internacionales, y asi evidenciar su interés en los asuntos
que puedan surgir en cualquier parte del mundo.
Tampoco disputamos el derecho que asiste a cualquier Estado
miembro de, sobre todo si se siente afectado, como ahora en el caso
de Cuba, para plantear sus puntos de vista, sus dudas y sus reparos
ante el Consejo o ante cualquier otro órgano de las Naciones
Unidas.”164
Cuba, al ver que sus opciones empezaban a acabarse, estrechó cada vez más sus
lazos con la URSS, del inicial crédito por 100 millones de dólares entregado por Mikoyan
en 1960, el intercambio comercial era mucho más fuerte. La URSS se convirtió en el
principal proveedor de armas de las fuerzas armadas cubanas, el traspaso de cientos de
aviones, tanques, piezas de artillería, fue de tal magnitud, que Cuba pasó a ser uno de los
ejércitos mejor apertrechados del hemisferio. En función de estos vínculos es que la URSS
se aprovechó de la situación, y aduciendo la necesidad de salvaguardar el rumbo de la
Revolución cubana y en honor a la solidaridad marxista, envió en secretos varios misiles
nucleares de corto y mediano alcance capaces de impactar en varias ciudades
importantes del sur y la costa este norteamericana, así como también algunas capitales
de países latinoamericanos de Centroamérica y Sudamérica.
Esta acción se hizo en estricto secreto, y solo vino a ser descubierta por EE.UU. en
octubre de 1962, cuando un avión espía U-2 sobrevoló el espacio aéreo cubano, sacando
fotografías que mostraban los preparativos soviéticos para poner en operaciones los
misiles. Los norteamericanos, alertados por esta situación que afectaba directamente su
seguridad, rápidamente montaron un operativo militar destinado a cercar Cuba,
mediante un bloqueo naval y aéreo, con tal que nuevos misiles soviéticos no llegaran a la
isla, además lanzó una campaña en los distintos organismos internacionales, tanto en el
164
Ibíd.
Consejo de Seguridad de la ONU, como en la OEA destinada a lograr que la URSS quitara
los misiles. En cuanto a la OEA, EE.UU. logró el apoyo irrestricto de todos los países
miembros de la organización, los que asombrados y asustados por los hechos, se
alinearon con Washington DC, generando así la legitimidad necesaria para presionar a la
URSS.
Debemos expresar que difícilmente la actuación en bloque de los Estados
latinoamericanos haya asustado a la URSS, y si esta finalmente accedió a retirar sus
misiles de la isla, se debió a la negociación bilateral que mantuvo con el gobierno de
Kennedy para lograr que EE.UU. a su vez sacara los misiles nucleares que estos tenían
estacionados en Turquía.
En cuanto a la actitud mostrada por Chile frente a este hecho conocido como Crisis
de los Misiles, la magnitud de la situación, es decir la instalación de misiles nucleares en
un país del hemisferio, que no era EE.UU. generó molestia y temor, en especial por la
forma en que se hizo, y por ser la constatación de la intervención indebida de una
potencia extracontinental, el embajador Schweitzer así lo manifestó en la sesión del
Consejo del 24 de octubre a raíz de esta situación: “Hoy ya no se trata de la revolución
cubana o de la infiltración de su ideología en nuestros países, o de la calificación de su
doctrina, o de sus métodos políticos. Desgraciadamente se trata de que en Cuba una
potencia extracontinental ha encontrado la puerta abierta para intervenir en nuestro
hemisferio…”165 De allí que como miembro del Consejo de Seguridad, y Estado miembro
de la OEA, se haya alineado sin titubeos en el lado del Sistema Interamericano, y por ende
de EE.UU. En una declaración oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores se explicitaba:
“Expresamos nuestro apoyo al proyecto de resolución presentado
por la delegación de los EE.UU. A nuestro criterio, contiene
165
Discurso de representante de Chile en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Sr. Daniel Schweitzer. Octubre de 1962. En: Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Santiago de Chile. 1962.
elementos positivos que podría contribuir a encontrar una fórmula
de solución al actual conflicto. Además del inmediato retiro y
desmantelamiento de instalaciones de lanzamiento nos referimos
especialmente a la autorización que se concede al Secretario General
para enviar a Cuba un cuerpo de observadores de las Naciones
Unidas. Desgraciadamente el representante de Cuba rechazo esta
idea ayer”.166
Durante una sesión del Consejo de la OEA el día 23 de octubre, los Estados
americanos en vista del TIAR, acordaron aplicar las disposiciones defensivas del mismo y
convinieron en adoptar las medidas individuales o colectivas necesarias para asegurar que
Cuba deje de recibir material bélico167. Esta resolución fue adoptada de forma unánime
por los Estados miembros del Consejo. Joaquín Fermandois al respecto indica que ante
esta situación, el poder hegemónico de EE.UU. logró romper eficazmente la
independencia de la política exterior santiaguina, alineándola en un frente de su propio
interés.168 A nuestro entender, más que el poder hegemónico, fue el tenor de la situación
en sí misma, lo que obligó a Chile a alinearse en dicho frente, ya que como veremos a
continuación, una vez resuelto este incidente, el país intentara retomar sus normales
relaciones con Cuba.
Finalmente, a finales de 1963, nuevamente la isla se vio envuelta en un diferendo
con otro país americano, esta vez Venezuela. En ese año se realizaron nuevas elecciones
presidenciales que buscaban la elección de otro presidente que reemplazara a
Betancourt, en este caso, el Partido Comunista Venezolano, estaba abierto a la
insurrección armada, y contó con el apoyo del Partido Comunista Cubano, quien habría
enviado un cargamento de armas a sus congéneres para que iniciaran la lucha armada. El
166
Ibíd. 167
Ibíd. 168
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 1982. Pág. 175.
gobierno de Venezuela que descubrió la situación rápidamente solicitó al Consejo de la
OEA que investigara el asunto, ante lo cual los delegados aceptaron la petición.
El informe resultante de esta inquisición, culpaba a La Habana de una
responsabilidad general por la subversión en Latinoamérica y particularmente en
Venezuela,169 además ratificó la denuncia de este último con respecto al cargamento de
armas. Ante estos hechos, el gobierno de Alessandri no se había opuesto a que se
realizara la investigación, pero en el tema de las sanciones, nuevamente fue uno de los
más tibios en vista de la posible utilización del TIAR, que como ya vimos era reacio a
invocar. Venezuela que era el país afectado inicio una campaña para convencer al
gobierno de la legalidad de su postura y de la necesidad de las sanciones, pero Chile
volvió a refrendar su postura. Entre tanto en abril de 1964, el gobierno de Joao Goulart
fue depuesto, y Brasil que había sido uno de los pilares en contra de las sanciones a Cuba
se pasó al lado de los Estados intervencionistas con lo cual el grupo al cual adhería
nuestro país se vio fuertemente debilitado, ya que antes Argentina también había roto
relaciones con Cuba, así solo quedaba Chile, Bolivia, México y Uruguay, que más que
presentar una posición unánime se inclinaban solo por no romper las relaciones.
Caracas solicitó la convocatoria a una nueva Reunión de Consulta de Ministros de
Relaciones Exteriores (Novena), que se realizo en Washington DC. en julio de 1964. En
esta ocasión la delegación chilena fue encabezada por el nuevo Canciller Julio Phillipi.
Finalmente y luego de varias tratativas se aprobó una resolución que ordenaba las
sanciones de manera obligatoria. En su parte resolutiva esta acordó por 15 votos a favor,
2 en contra –México y Uruguay-, y 2 abstenciones –Bolivia y Chile- que los actos de Cuba
constituían una agresión. Phillipi, luego de la reunión intentó justificar ante el resto de
cancilleres la postura del país, para no quedar aislado y caer en posibles resquemores. La
resolución era absolutamente mandatoria, por lo cual el país estaba obligado a asumir
íntegramente la decisión, para no autoexcluirse del Sistema Interamericano, procedió a
169
Ibíd. Pág. 180.
romper relaciones el día 11 de agosto de 1964. En el comunicado en que se da cuenta de
la decisión, la Cancillería informa que su decisión se hizo bajo mandato de la OEA, y deja
constancia que esta fue con el voto negativo de Chile,170 aunque como dijimos más bien
fue de abstención. Alessandri en tanto en una declaración propia sobre el tema,
arrogándose la responsabilidad de la situación dijo:
“De acuerdo a las disposiciones del Tratado Interamericano de
Asistencia Reciproca de Rio de Janeiro, adoptado este tipo de
decisiones por el quórum necesario, ellas son obligatorias aun para
los países que las votaron en contra”. Añade posteriormente “El no
cumplirla implicaría un grave precedente y significaría, tarde o
temprano, el retiro de Chile del sistema jurídico interamericano,
especialmente del Tratado Interamericano de Asistencia
Reciproca…”171
4 Consecuencias de la ruptura de las relaciones.
A pesar de la cercanía cultural que Chile tiene con los Estados latinoamericanos,
entre ellos Cuba, los vínculos bilaterales entre ambos países se mantenían casi solo en ese
ámbito, los asuntos políticos, solo se mantenían para lograr apoyo en alguna candidatura
de las partes a las organizaciones internacionales y regionales, pero no se profundizaban
más allá. En los aspectos económicos, tanto las exportaciones e importaciones, eran
reducidas, y la pérdida de un mercado como el isleño, fácilmente podía ser reemplazado
con otro. Por eso, al romper relaciones, Chile no perdió mucho en la práctica. El gobierno
que tenía la posibilidad de dejar la decisión al próximo mandatario, recordemos que
Alessandri estaba en las postrimerías de su administración, decidió ser él quien tomara la
responsabilidad, y en caso de que su sucesor decidiera lo contrario pudiera revertir la
170
Ibíd. Pág. 190. 171
Ibíd. Pág. 191.
situación. En realidad Alessandri maniobró de tal forma que no le provocara conflictos
con los partidos de izquierda, dilatando la decisión el mayor tiempo que pudo.
Así las cosas, creemos que las consecuencias las sufrió la política exterior chilena, y
la diplomacia, básicamente por malos planteamientos internos de ella, que se venían
incubando desde hace tiempo, especialmente al profundizar la dependencia con EE.UU. y
de los cuales el gobierno de Alessandri no quiso desmarcarse, al concordar la
personalidad del Presidente con dichas propuestas. Los malos planteamientos a los que
aludimos son la inacción para inmiscuirse en los problemas regionales y tratar de
encauzarlos por un mejor camino y la incapacidad de generar mejores análisis políticos
para lograr mayores márgenes de acción frente a la potencia hegemónica continental,
cuestión que a futuro fue determinante en el destino del país, ya que se abrió la puerta a
la injerencia de Washington en los asuntos internos, en lugar de frenarla. Esto lo
refrendaron las múltiples intervenciones de la CIA y el Departamento de Estado, en los
años venideros.
Conclusiones Generales.
Al comenzar esta investigación, nos planteamos algunos objetivos y preguntas que
dirigieran los esfuerzos que íbamos a desplegar con respecto al tema que estudiamos.
Hemos tratado de responder a todos ellos de la forma más clara posible en el transcurso
de los capítulos que preceden. Una de las preguntas planteadas estaba en directa relación
con los fundamentos teóricos y/o jurídicos en que se sustenta la política exterior chilena,
entre algunos conceptos clave de la postura nacional que pudimos identificar, se nos
presentaron como recurrentes en la retorica diplomática de La Moneda, el “respeto al
derecho internacional” y el “americanismo”. Es usual que un Estado al observar
cuestiones internacionales, acuda a principios que respondan a su idiosincrasia, para
argumentar porque razón toma tal o cual posición.
En el caso chileno, el Estado al verse envuelto en las discusiones referidas a la
cuestión cubana, apareció con una línea argumentativa ya conocida por haberla
desplegado antes en otros incidentes internacionales. Vemos que en virtud de las
declaraciones de los distintos cancilleres del gobierno de Alessandri, la línea argumental
avanzó por el carril del respeto a los preceptos jurídicos internacionales, contenidos tanto
en la Carta de las Naciones Unidas, como en la Carta de la Organización de los Estados
Americanos, y que dicen relación con la “No Intervención”, la “Autodeterminación de los
pueblos”, y la “Solución pacífica de controversias”. Anteriormente ya dijimos que para
Joaquín Fermandois, destacado especialista en historia de las relaciones internacionales,
no es que Chile, en cuanto a la cuestión cubana en si misma tome una posición
determinada, sino que es “más bien la posición general de Chile la que revela ciertas
normas y criterios que operaran frente a Cuba”.172 Con respecto a esto, compartimos la
aseveración, pero nos guardamos de agregar otros aspectos que creemos este autor no
expresa.
172
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 1982. Pág. 148.
El legalismo manifestado por el gobierno de Alessandri con respecto a la cuestión
cubana, fue acompañado por una retorica “americanista”, en la cual se hacía hincapié que
los problemas continentales, debían ser tratados en el organismo regional competente, la
OEA. Uno de los objetivos con que se fundó esta, fue para evitar que, los cinco grandes
del Consejo de Seguridad, pudieran inmiscuirse en la discusión de sus asuntos.173 Chile,
como otros países latinoamericanos, ha sido receloso en resguardar la primacía del actuar
de la OEA. EE.UU. también en lo que se refería a los asuntos hemisféricos, tenía una
predilección por discutirlos en esta instancia y no en la ONU, alegando que el organismo
regional, estaba perfectamente constituido y poseía las atribuciones para discutir
cualquier temática. Al presentarse los problemas de la cuestión cubana, la Cancilleria en
Santiago, como ya vimos en las declaración de los ministros, embajadores y otros
funcionarios, alegó que aun cuando no desconocía las atribuciones que podían
competerle a la ONU en estas cuestiones, no recurría a este organismo, para evitar que
los cinco grandes pudieran ejercer presiones o bien el derecho a veto que sus estatutos
les entregan.
Con respecto a esto lamentamos mucho dicho argumento, porque de un análisis
profundo de la historia de la relaciones interamericanos, ya en esa época, se podía inferir
que los temores del actuar de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, se
veían reflejados en el actuar de EE.UU. en el organismo regional, que gracias a su
capacidad económica, política y militar, podía influir cualquier decisión, como ocurrió en
algunas ocasiones. Constatamos que en el Ministerio de Relaciones Exteriores, no había
un sentido de crítica y/o autocritica con respecto al sistema interamericano y la forma en
que este funcionaba, aceptando sin más las condiciones del sistema, aun cuando a todas
luces, este tenía, y tiene hasta hoy, algunos vicios de funcionamiento.174
Además vemos que la actitud chilena con respecto a las acciones de EE.UU. se
caracterizaron por ser autolimitantes, en el sentido de no generar escenarios que
173
Etzioni. Minerva. Óp. Cit. 1973. Pág. 15-40. 174
Ibíd. Pág. 35
pudieran poner a Washington en una posición delicada, esto fue lo que se dio cuando
ocurrió la Invasión a Bahía de Cochinos, ya que sabiendo la cancillería la vinculación de la
CIA con el grupo de exiliados cubanos que atacó en playa Girón, al discutirse este asunto
en la ONU, Chile en un principio trato de bajarle el perfil al asunto, cuestión que por cierto
iba en contra del tan manoseado principio de la no intervención que Chile había aducido
en las discusiones referidas a la cuestión cubana, ya que este, sin lugar a dudas en esta
situación en particular estaba del lado del atacado.
Eventualmente Chile terminó por sumarse a una iniciativa mexicana que instaba a
EE.UU. a abstenerse de impulsar grupos contrarrevolucionarios en la región, pero
finalmente los términos de esa declaración, no fueron tan directos como se hubiera
esperado, y acabó por diluirse con un llamado general a que todos los estados se
abstuvieran de dicha conducta, así la única consecuencia que EE.UU. tuvo que afrontar
fue el escarnio público por la malograda empresa. En virtud de esto observamos que la
“oposición al intervencionismo estadounidense” fue dejada de lado flagrantemente.
Con respecto a quienes fueron los actores relevantes a la hora de fijar la postura
chilena, que es otra pregunta de investigación que nos formulamos. Debemos decir que
por los antecedentes recopilados, los cancilleres del gobierno de Alessandri fueron
quienes jugaron los papeles más significativos a la hora de decidir. El propio Alessandri
veía con cierto escepticismo y lejanía las cuestiones internacionales, y las veces que hacía
alguna alusión a estos temas, los centraba preferentemente en cuestiones económicas,
comerciales y financieras, por lo cual la formulación de la política exterior, creemos que
las dejó en manos de sus respectivos ministros de estado.
Pero como dijimos, en esta materia, concordamos con Fermandois que dice que la
postura chilena, actuó de forma automática175 ante los distintos sucesos que dieron
forma a la cuestión cubana. Nosotros a diferencia del anterior queremos dejar claro
nuestro descontento con esta forma de operar de la diplomacia nacional, creemos que
175
Fermandois. Joaquín. Óp. Cit. 1982. Pág. 148.
fue poco analítica, poco previsora y más grave aún, incoherente con los propios principios
que históricamente ha esgrimido, ya que de haberse realizado un análisis en el momento,
lo correcto habría sido expresar reparos frente a las variadas formas de intervención
indebida de Estados ajenos contra Cuba. Y esto debió haberse manifestado de igual forma
tanto para la URSS como para EE.UU. Cuestión que no se hizo.
Una tercera interrogante que quisimos responder, dice relación con la postura
diplomática misma adoptada por Santiago, y las variaciones que esta haya
experimentado. Chile había procurado promover la vía de la solución pacifica de la
controversia en cuestión, inclusive durante los acontecimientos de la Invasión de Bahía de
Cochinos, en que remarcamos el principio de no intervención tan manoseado por nuestro
país, acompañaba a Cuba. Alegando que cualquier acción tendiente a obligar a la isla a
cambiar el curso de su revolución, era un sinsentido, ya que un proceso como el iniciado
en la isla, no es fácil de modificar por el deseo de los Estados vecinos, solo modificó su
posición a raíz de los eventos conocidos como “Crisis de los Misiles”, en donde la
instalación de misiles nucleares de corto y mediano alcance por parte de la URSS, hicieron
imposible sostener ese principio, cosa que obligó al país a sumarse a los esfuerzos de
EE.UU. y otros Estados americanos, por lograr que Moscú, sacara dichas armas ofensivas.
En esta ocasión, la forma de llevar a cabo este objetivo fue a través del mandato
de la OEA que declaraba el establecimiento de un cerco marítimo y aéreo sobre Cuba,
para que ningún barco soviético, pudiera seguir desembarcando nuevos misiles, al tiempo
que se establecía un dialogo subrepticio entre Kennedy y kruschov para negociar una
salida. Cabe hacer notar que el cerco, fue principalmente mantenido por EE.UU. pero
contó con la colaboración militar de Estados latinoamericanos como Argentina, Colombia
y República Dominicana, entre otros que enviaron personal y material de guerra para
apoyar las tareas. Este cambio sin duda fue circunstancial, de hecho con posterioridad a
estos eventos, Chile intentó que las relaciones bilaterales nuevamente volvieran a un
cauce de normalidad con La Habana, lo cual fue imposible debido a la resolución de la
Novena Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, que a raíz de la
intervención del Partido Comunista Cubano en las elecciones presidenciales Venezolanas,
se votó por excluir a Cuba del organismo regional, y dado que la naturaleza de la decisión
era vinculante para todos los Estados miembros, Chile no pudo hacer oídos sordos. Así,
nuestro país fue nuevamente victima de las condiciones políticas regionales, y no alcanzó
a mantener su posición de seguir relacionándose con la isla, tal como sucedió al final de la
Segunda Guerra Mundial, al declararle la guerra a Japón debido a la presión de las
circunstancias que amenazaban con aislarlo de las instituciones internacionales de
postguerra.
Para finalizar con las preguntas directrices, una materia importante es el tema de
las distintas presiones a las cuales se puede ver sometido un estado para actuar de alguna
manera determinada, a favor de tal o cual tendencia. A develar este asunto se dirige la
última pregunta que nos formulamos en nuestro proyecto. Históricamente, los Estados
latinoamericanos han estado bajo una fuerte influencia estadounidense, ella se
manifiesta en los ámbitos políticos, económicos y militares, ya vimos que ningún país del
hemisferio se ha visto libre de ella. En nuestra indagación, hemos manifestado que países
como Colombia y Perú, desde un comienzo se alinearon con EE.UU. contra Cuba,
solicitando por los distintos medios internacionales, que se investigara e interviniera en la
isla, los gobiernos de estos países, en ambos casos de tendencias democráticas, actuaron
de consenso con Washington.
Frente a esto, Brasil y Argentina, dos de los países más importantes de la región, y
con una “autonomía relativa” frente a EE.UU. trataron de establecer una postura
independiente, estos casos son particulares, ya que en Argentina por ejemplo, la presión
de los militares obligó al Presidente Frondizi a apoyar a Washington y en Brasil,
finalmente el golpe de estado contra Joao Goulart, también modificó la postura brasileña
a favor de los estadounidenses. Se ha develado que la mano de los distintos organismos
estadounidenses actuaron para alejar del poder tanto a Frondizi como a Goulart. En este
sentido, es importante develar si en nuestro país habría ocurrido algo similar.
La verdad los antecedentes recopilados, no permiten hacer dicho análisis, las
distintas fuentes diplomáticas no nos hablan de alguna presión de Washington por alinear
a Chile a su bando, esto no quiere decir que esté totalmente descartado que eso haya
sucedido, pero no encontramos un registro de ello en nuestro país. Si hay datos de
conversaciones entre altos personeros de ambos gobiernos, donde los términos en que
están descritos los diálogos, se hacen ver el mutuo interés por conocer los argumentos de
la contraparte, pero más allá de ello, no hemos podido establecer una certeza.
Uno de los frentes más recurrentes para generar presión, dice relación con las
cuestiones económicas y financieras. En el caso de un Estado con grandes recursos
económicos, esto es fácil, fue el caso de EE.UU. con la Alianza para el Progreso. En virtud
de esto, todos los Estados latinoamericanos, necesitados de los capitales necesarios para
impulsar planes de desarrollo, se vieron en la obligación de llevar adelante estos
procedimientos. Hemos constatado una preocupación de la embajada de Chile en EE.UU.
por que Washington hubiera intentado presionar a los gobiernos que no estaban
alineados a su bando en la Cuestión cubana, mediante la entrega de mayores recursos a
los países que si lo apoyaban, en detrimento de aquellos que se encontraban en la vereda
contraria, como era el caso de Chile. Lo cierto es que esta preocupación, a la luz de los
recursos facilitados a nuestro país, demostró ser falsa, ya que fuimos uno de los que
mayores capitales recibimos tanto por la Alianza para el Progreso, como a través de otros
programas de ayuda estadounidenses. Y esto sin la necesidad de cambiar mayormente la
posición poco acusadora del intervencionismo de Washington.
Finalmente sobre la hipótesis de trabajo que establecimos iniciado este proyecto,
en que catalogamos la postura chilena como “pasiva”, los antecedentes aportados en los
distintos capítulos precedentes nos hacen verificar esta como correcta. El excesivo
legalismo de los principios de política exterior, la actitud de la Cancillería en las distintas
instancias de debate del tema, y sus constantes “abstenciones” en estas, nos permite
refrendar la caracterización que hemos manifestado. Es necesario manifestar, que detrás
de la actuación de la política exterior en este caso particular, hay problemas más
profundos que hacen que el país actúe de tal forma en el sistema internacional. Dentro
del país, como en la mayoría de la comunidad historiográfica que estudia las relaciones
internacionales, reina una especie de complacencia con respecto al sentido de la política
exterior y la diplomacia desplegada por Chile en el sistema internacional. La primacía del
derecho, que se promueve es reconocida internacionalmente como una característica
propia de Chile. Un investigador estadounidense, Lawrence Littwin, lo expreso así:
“… debería ser evidente que la política exterior chilena, cuya referencia
primaria es la ley, es el producto de una cultura condicionada por el
pensamiento legal. Cuando el último ministro de relaciones exteriores
del presidente Jorge Alessandri, Julio Phillippi, sostiene que es un
tomista, quiere decir que es consciente de una tradición cultural
nacida del pensamiento católico medieval e implantado en su mente
por los procesos de culturización de su sociedad. Implica que los
chilenos pueden sostener delante de si la imagen utópica de un
universo ordenado en un mundo que es caótico o que está
amenazado por el caos. Puede relegar el estado de naturaleza
hobbesiano, en el cual una nación como Chile carece de poder, al
reino de la imperfección humana. Al tratar de instituir un contexto de
ley eternamente sancionada, no solo provee de la posibilidad de
alcanzar un estado de gracia, sino que puede obviar el estado de
naturaleza y capacitar al débil para morar con los fuertes en una
condición de armonía funcional tomística. La función de Chile en esta
utopía seria liderar la construcción de un edificio legal”.176
A diferencia de las voces dominantes, creemos que las palabras del
estadounidense reflejan perfectamente la exacerbación de un modelo, que ha sido
desvirtuado, al desligarlo de la realidad. Contrariamente a lo vislumbrado por Andrés
Bello, quien fue el primero en plantear este modelo, y que a su vez lo bosquejaba
críticamente frente a las luchas de poder propias del sistema internacional, durante el
siglo XX, el país se auto convenció de lo productivo de este enfoque, sin realizar un
análisis crítico de sus fortalezas y debilidades. Y ahora, vemos que los resultados
provenientes de él, han sido nulos a la hora de ampliar la autonomía del país, frente a las
grandes potencias, cuestión que debería ser uno de los más importantes objetivos de la
política exterior.
176
Littwin. Lawrence. “An integrated view of Chilean foreign policy”. New York University Press. An Arbor, Michigan. EE.UU. 1967. Pág. 13-14. En: Bernal-Meza. Raúl. Óp. Cit. 1996. Pág. 51.
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