Poldy Bird

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Si lo que muere es el amor... He estado cuidando de la muerte tantas cosas... Cosas que podrían parecer tontas e intrascendente, cosas sin importancia... Y sin embargo, por ellas yo estaba atada a tí y vos rumiabas tu aburrimiento en las tardes interminables. También vos cuidabas cosas de la muerte. Lo sé. Es doloroso, pero hay que decirlo. Somos egoístas. No me quedaba a tu lado por tí, no te quedabas a mi lado por mí... Sabíamos que el amor había pasado. Escuchamos el rumor de sus alas de gaviota cuado el amor se alejó mar adentro, cielo adentro, mundo adentro, para deshacerse lejos de nuestros ojos. ¿Qué hicimos por impedirlo? Nada. No se puede hacer nada para impedir que se astille, que se quiebre, que se muera el amor. Cuando el amor se enferma, ya se sabe que no tiene remedio, que está fatalmente condenado. El amor, el bello amor, tan frágil, tan indefenso, sin embargo. Tan pronto se quema o se congela. Arde o tirita de frío. Pero es libre, no quiere ser guiado ni formado. Un empujón lo lastima, lo saca de su cauce, lo arruina. El amor, el bello amor... Lo tuvimos con nosotros y no supimos mantenerlo vivo. Lo enfermamos de silencio, de costumbre, de aburrimiento. Lo herimos con el cuchillo de la soberbia, del orgullo, del resentimiento. Pero lo que más debe haberle dolido fue nuestro empeño en no dejarlo morir. Nuestros manoteos en el aire buscando la manera de prolongar su agonía. Le inyectamos palabras, palabras, palabras... Lo emplazamos con promesas de felicidad. Nos turbamos para nombrarlo

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Si lo que muere es el amor... He estado cuidando de la muerte tantas cosas... Cosas que podran parecer tontas e intrascendente, cosas sin importancia... Y sin embargo, por ellas yo estaba atada a t y vos rumiabas tu aburrimiento en las tardes interminables.

Tambin vos cuidabas cosas de la muerte. Lo s. Es doloroso, pero hay que decirlo.

Somos egostas.

No me quedaba a tu lado por t, no te quedabas a mi lado por m...

Sabamos que el amor haba pasado. Escuchamos el rumor de sus alas de gaviota cuado el amor se alej mar adentro, cielo adentro, mundo adentro, para deshacerse lejos de nuestros ojos.

Qu hicimos por impedirlo? Nada.

No se puede hacer nada para impedir que se astille, que se quiebre, que se muera el amor.

Cuando el amor se enferma, ya se sabe que no tiene remedio, que est fatalmente condenado.

El amor, el bello amor, tan frgil, tan indefenso, sin embargo.

Tan pronto se quema o se congela. Arde o tirita de fro. Pero es libre, no quiere ser guiado ni formado.

Un empujn lo lastima, lo saca de su cauce, lo arruina.

El amor, el bello amor...

Lo tuvimos con nosotros y no supimos mantenerlo vivo. Lo enfermamos de silencio, de costumbre, de aburrimiento. Lo herimos con el cuchillo de la soberbia, del orgullo, del resentimiento.

Pero lo que ms debe haberle dolido fue nuestro empeo en no dejarlo morir. Nuestros manoteos en el aire buscando la manera de prolongar su agona.

Le inyectamos palabras, palabras, palabras...

Lo emplazamos con promesas de felicidad. Nos turbamos para nombrarlo con voces de mrtires. Y el que ms sufra era l...

En su nombre herimos, en su nombre nos volvemos egostas y crueles. Por salvar el amor... -- decimos cmodamente echados sobre la costumbre, protegidos por la campana de vidrio de nuestra indiferencia, por el temblor de los otros--.

Por salvar el amor... sigo as.

Es triste, es muy triste... pero no estuvimos tratando de salvar el amor, sino otras cosas que iban a morir si el amor se mora.

Por ejemplo: el recuerdo...

Recuerdos que ya despus no sirven para nada. Lgrimas que fueron derramadas y que despus de la muerte del amor que las inspir... tampoco sirven para nada...

Sonrisas y caricias que quedan planeando en el aire. Sin sentido.

Un tiempo de nuestro tiempo vivido en vano.

Eso es lo que no toleramos. Eso es lo que queremos salvar, y no el amor.

Queremos salvar egostamente nuestros preciosos minutos, el precioso aliento que gastamos en pronunciar palabras, el calor que eman nuestra piel al estar cerca de otra piel.

Hemos estado cuidando de la muerte tantas cosas...

Cosas sin importancia. Y sin embargo, por ellas yo estaba atada a t y vos rumiabas tu aburrimiento en tardes interminables.

Por algunos programas de televisin que vimos juntos por las noches. Por algunos veranos de sol en los que corrimos por las playas doradas tomados de la mano. Por un ramo de violetas que me regalaste un invierno, hace mucho... Por las corbatas que te regalaba para tu cumpleaos. Por las frases que callamos porque ya estaban sobreentendidas. Por la rabia sorda que de vez en cuando nos invada y haca que nos odiramos ferozmente. Por algunas discusiones que finalmente terminaban en nada, en un gran cansancio y en un cigarrillo fumado lentamente.

Nos ataban esas cosas, no el amor.

En qu momento muri el amor? Yo no lo s. Tampoco vos lo sabs.

Tal vez la ltima estocada se la dimos aquella tarde de lluvia a la salida del cine, cuando nos separamos en la esquina, como dos viejos amigos, y cada uno se fue a caminar por su lado.

O no. No.

Quiz fue esa noche en que descubrimos (sin osar decirlo) que ya no nos desebamos, que una oscura amargura haba tomado el lugar del deseo en nuestro cuerpos.

Quin sabe...? Es algo que no se puede decir con exactitud.

No me quedaba a tu lado por t. No te quedabas a mi lado por m. Nos quedbamos juntos para no tomarnos el duro trabajo de enumerar verdades y aceptarlas, hacer nuestras valijas y marcharnos.

Lo que muere puede salvarse si lo que muere es una planta o una persona. Pero si lo que muere es el amor, morir irremediablemente.

Venciendo la inercia prepar mi maleta, te escrib esta breve carta de despedida que encontrars sobre tu mesita de luz. Esta carta que te evitar el esfuerzo de tomar la decisin final.

Maana o pasado dirs, seguramente: "Es una pena que Claudia no haya intentado salvar el amor..."

Lo dirs sabiendo que no hubiera sido posible salvarlo.

Lo dirs para no sentirte tan mal, tan mal como me siento yo...

AQUELLA LUZ Entonces se puso su cabeza en mi regazo, arrodillado ante m, y yo mir su pelo oscuro y suave, un poco ms largo que de costumbre, como siempre que va a hacrselo cortar. Sus largos brazos me estrecharon y todo lo que pareca estar sembrado de espinas desapareci. Acarici su cabello. El aire era de raso; el color ambarino de la luz transformaba la piel en satn. No haba un espejo all, pero yo registr ese momento como una fotografa color sepia en la que un hombre y una mujer, cansados de ser arrastrados hacia los remolinos del ro por la corriente rpida de la ira, los celos, las equivocaciones, los rudos golpes de haber vivido... cortan el elstico de la tensin y, al instante, se sientes libres como dos barquitos navegando armoniosamente. Una fotografa desfallecida, neblinosa y bella. Ese gesto entregado me quebr. Se me escurrieron las palabras, Qu poda decirle? Qu podra reprochar? Qu poda pedir que no estuviera recibiendo ya?. Todos los discursos del universo eran menos elocuentes que el calor de sus brazos aferrndome, o ms bien, aferrndose de m... Acarici su cabello, sus mejillas hundidas, sus ojeras oscuras. Suavemente. l subi su cabeza de mi regazo a mi pecho, y su expresin de dolor se fue mudando a paz. Dijo: "Te quiero, perdname." Lo dijo muchas veces , muchas veces... Frot su rostro en mis manos y su llanto las humedeci. Todo qued lavado con esas lgrimas. Purificado. Claro. Borrados los precipicios. Borradas las esperas con dolor en las tripas. Borrada la incertidumbre. Borrada la rabia. Borrados los detalles, las piedras pesadsimas que hubieran hundido la embarcacin. No es que no doliera, sino que su amor fue la anestesia que acallo el dolor. Cmo puede un gesto sencillo y verdadero obrar su milagrosa curacin. Cmo una voz que nace de la fuente encantada del amor es capaz de sanar los tules rasgados de la ilusin, las cortaduras del alma... Los actos simples hacen simple al hombre. Y qu difcil es ser un hombre simple! l puso su cabeza sobre mi regazo, arrodillado ante m. Entregado. Sincero. Avergonzado. Cansado. Vengo del infierno, musit. Y yo supe que era cierto. Que solamente el infierno puede borrar el brillo de la mirada y dejar un pozo en cada ojo... Cmo pudo ser que no me haya dado cuenta! Y, qu esperabas, qu creste, qu buscabas? No s... las cosas estaban tan difciles con vos... me pareci que no me queras ms, que yo ya no te importaba. Me volv loco. Tena que llamarte la atencin... pens que poda manejar la situacin y ca en mi propia trampa. Te sirvi? Me horroriz! No quiero recordar los detalles de esa historia; podra parecer un alarde de imaginacin tortuosa, enfermiza. Me basta con saber que nada pudo destruir lo esencial. Que lo sagrado siempre qued conmigo, y tuvo que regresar para recuperarlo... Acarici su cabello suave. Bes sus prpados. Sus mejillas mojadas. Nunca estuvimos tan cerca como en ese momento. Nunca nos miramos tan hondo durante tanto tiempo. Tan hondo, tanto, tanto, que vi cuando sus ojos recuperaron aquella luz perdida. Vena del fondo, creciendo como un incendio: llama tibia, fogata, hoguera, sol. Amaneci su vida. Amaneci mi vida. Y no es que no doliera, ni que no hubiese existido la noche antes de ese amanecer... sino es que el amor... ay, el amor...BUSCNDONOSNadie encuentra lo que no est buscando. No es verdad que las cosas aparecen de pronto; que, sorpresivamente, cuando para la lluvia, vemos una hermossima flor en el tallo en el que antes no haba nada. All hubo, por lo menos, un capullo cerrado, algo que estaba por abrirse, por transformarse en flor... Cuando un hombre encuentra a una mujer, cuando una mujer encuentra a un hombre... los dos estaban buscndose. Por soledad. O por dolor. O por ganas de revivir la vida insuflndole oxgeno a los los pulmones. O porque s. Por qu explicarlo todo? Por qu decir que la causa, el efecto, que la casualidad no existe, que...? Mejor pensemos que lo importante es que, cuando no hay alguien a nuestro lado, no hacemos tostadas (para m solamente? (No...), no gastamos el frasco de perfume, duran menos las latas de atn y ms las milanesas en el freezer, compramos con ms nostalgia que alegra un ramito de flores para llevar a casa, y estrenamos muy pocas cosas. Se van yendo las ganas, como se va la luz, poquito a poco... Y la noche nos asesta su golpe con el recuerdo, nos enva sus fantasmas ms tristes, sus sombras incansables e inclementes. La noche que no termina nunca, que crece, que atormenta, que entrevera nombres, que ronda, que agiganta las lgrimas hasta transformarlas en un ocano. Estamos solos porque no hacemos una llamada. Porque no damos el paso que nos acerca. Porque no decimos la primera palabra que se transforme en puente. Nadie encuentra lo que no est buscando. Por qu crees que vos y yo nos encontramos? Desde dnde venas acercndote? Desde cundo yo esperaba que llegaras? Por qu yo? Por qu vos? Por qu nosotros? Por qu crees que no te desviaste, con otro rumbo, que no fuiste ms hacia el sur, o ms al norte, o al otro lado del mar incalculable? Por qu penss que me detuve para que pudieras alcanzarme, extender las dos ramas de tus brazos, abarcarme con toda tu ternura como dicindome "ahora ya no te parar nada malo, nada triste, nada cruel"; podes dejar de llorar, podes dormir con los ojos cerrados, mansamente y, al despertar, no estars sola... Nunca ms estars sola. "Y yo estar solo nunca ms...?" Por qu? Porque los dos estbamos buscndonos. Porque desde aquella lejana, lejansima primera vez que nos vimos, qued un delgado, finsimo, invisible hilo unindonos... un hilo que nada puede cortar, un hilo que atraviesa paredes, muros, montaas... un hilo indestructible que no soltaste, que no solt, y que al fin volvi a reunirnos para que la historia termine su retrato, tal vez poniendo un poco menos de tonalidad en la paleta, o distintos colores y brillos, pero retornando a los dos mismos protagonistas. Vos y yo. Regresando. Volviendo al paraso prometido que salimos a buscar sin saber que lo tenamos tan cerca, debajo de los pies. Cuando un hombre encuentra a una mujer, cuando una mujer encuentra a un hombre... los dos estaban buscndose. Nadie encuentra lo que no est buscando. Me entends, ahora?CAJITAS Junto cajitas. Cajitas esmaltadas, cajitas de madera pintada, cajitas de cristal, de porcelana, de metal, de cartn, de ncar, todas chiquitas. En esas cajitas guardo los pedacitos de la felicidad. Porque la felicidad no es un enorme friso en la pared, sino un rompecabezas de pieza diminutas que se arma de a poquito. Y no tiene una figura fija, preconcebida, sino varias figuras, todas cambiantes, que pueden variar segn los das, segn las horas, segn los lugares... Vos me enseaste eso. Y muchas de esas cajitas tienen partes tuyas. No... no lo aprend enseguida... me llev tiempo... Cuando tu vida se apag, el miedo y la soledad hicieron nudos con mis tripas. Golpeaba todas las puertas con terror de no ser escuchada, de no ser recibida. Y me juraba, cada da, golpear otras puertas y otras y otras, sin importarme quin las abriera, quin sera capaz de or el sonido de campana al viento que emita mi corazn... una campana de barco en medio del ocano, una campana de catedral en medio del desierto, una campana quejumbrosa con sonido de pena y manantial al mismo tiempo... Hasta que empec a abrir las cajitas. En una encontr un fsforo, uno de esos fsforos con los que encendas mis cigarrillos, y aunque casi no fumo, prend uno y trat de hacer espirales con el humo, como hacas VOS. En otra encontr unas tierritas de colores, de Purmamarca, y el norte le trajo paz y color al sur de mi inquietud, con su placita de vendedores de pesebres, su aire de celeste transparencia, sus montaas redondas... En la de porcelana, una rosa seca y un papel dobladito: "quinto aniversario". En la de plata, una medalla bendecida de la Virgen de Lujn. Arena de la playa mansa, monedita de austral, un coralito africano, una entrada de cine, un boleto capica, un anillito que perdi la piedra, un cuarzo casi dorado, una plumita de colibr... Todos itinerarios de caminos que recorrimos juntos y yo vuelvo a caminarlos llevando tus pasos encima de los mos, ahora que tus pasos no pesan nada porque son de apenas airecito, de apenas aleteo de mariposa, de apenas una lgrima... Ya ves, ya no golpeo puertas, slo abro cajitas para no estar tan sola. Pero, eso s, al mismo tiempo, abro tambin mi corazn... CARTA Por si no estoy cuando ya sepas leer con los ojos y con el corazn al mismo tiempo. Cuando te miro, Vernica, tan chiquita, tan redonda, con tu pelito de seda, haciendo morisquetas frente al espejo, soy feliz... y tengo miedo. Porque el miedo es un raro ingrediente de la felicidad, sobre todo de esta felicidad ma tan pulida, tan dulce, tan nueva. Ahora no lo entiendes, claro, tienes nada mas que un ao, un aito que pregonas con tu ndice en alto y una sonrisa de solo seis dientitos de conejo. Ahora tu mundo se reduce a los pajaritos de cartulina que pap colg del techo de tu cuarto y el aire mueve constantemente para tu asombro y tu alegra. Y a la mueca que buscando tu amistad solo encontr que te diviertas tirndola al suelo desde tu cuna. Y al mueco de celuloide pintado de rosa que tiene campanas en la barriga y suena a gloria cuando lo mueves. Ah... tu mundo... tu mundo de sopa, de pur, de torpes balbuceos, de rodillas sucias de gatear por el piso, de chupetes, de paales, de agua tomada con bombilla y verdaderas proezas para sacarle las perillas al televisor. Es un mundo chiquito, vigilado, seguro, con olor a colonia para bebes. Un mundo que cabe en la palma de tu mano gorda. Yo estoy en ese mundo, soy una enamorada de ese mundo. S, Vernica, ahora mam esta. Lloras de noche y corre a tu cuarto, te acaricia la cabeza, te dice que vuelvas a dormite. Mam ya te conoce bien, sabe todo lo que te gusta y lo que no te gusta, y cuando pone sus ojos sobre ti, te estudia, te analiza, trata de comprenderte, de aprender cual es el camino que llega a tu corazn, para transitar siempre por el. Y ese es mi miedo. Hoy estoy aqu, tan cerca de ti, pensando la manera de hacerte feliz, segura de que a mi lado encontraras la dicha. Pero... si me muero antes de que seas grande? Y si me muero antes de poder responder a todas tus preguntas, antes de poder aclarar tus dudas, antes de poder secar las lagrimas de tus primeras desilusiones, esas que duelen tanto? No, no tengo que morirme, no quiero. Pero si me muero, quiero dejarte entre muchas cosas (mi vida, mis sueos, mi inmenso amor por ti) una carta para que la leas con los ojos y con el corazn al mismo tiempo. Y sientas que estoy a tu lado, que estirando la mano puedes tocarme en el aire y afinando el odo puedes escuchar mi voz y mi risa (porque por sobre todas las cosas quiero que te acuerdes de mi risa...) Vernica, gorrin, esta es la carta: "A tu alrededor hay un mundo con todo lo que conoces, con todo lo que amas. Mas all, un mundo grande, bello y peligroso, donde te espera todo lo que te har mujer: el amor, el hombre, la decepcin, la angustia, el llanto, la felicidad. Para entrar a ese mundo no uses cbalas, no cierres los ojos, pero tampoco los abras con la intencin de ver todo lo malo, lo negativo, lo gris. No cierres tu corazn con siete llaves... pero tampoco lo dejes sin ninguna cerradura. No te guardes todo, pero no lo des todo. No pienses que los caminos son fciles y te lances a andar con los pies desnudos, las manos abiertas y los ojos lavados con el agua de los arroyos limpios. Tienes que llevar algo para el viaje, para cualquier viaje que emprendas; un equipaje sencillo y necesario que te ayude y te proteja: la pequea armadura de tu voluntad para recuperarte de las cadas, as ninguno de los golpes que recibas llegara a romper tu fe; la ternura, porque con la ternura se curan los pajaritos enfermos, se hace rer a los nios y se llena de alegra el corazn de los que queremos. Y lleva amor, mucho amor, para los que te amen y para los que te odien. Porque alguien te va a odiar, no s quien y no s por que... alguien te va a odiar sin motivos para odiarte, y el que odia, Vernica, no es malo... solamente esta enfermo. Recuerda que en tu mundo viejo y en tu camino nuevo tienes un amigo. Es un hombre que te conoce desde que naciste. Es un hombre que te quiere mas que a s mismo y, an no comprendindote, an equivocado, siempre va a buscar lo mejor para ti, te va a proteger, te va a ayudar. Un hombre que har por ti lo que sea necesario hacer y ms! Un hombre que busca tu luz para iluminarse y busca tu risa para sentir que la vida no se ha vivido en vano. Un hombre que cuando eras chiquita te compro unos pajaritos de cartulina blanca y negra y los colg del techo de tu cuarto con hilo de coser. Pap. Tu pap, Vernica. Puede ser que lo encuentres muy severo o demasiado intransigente... pero si tienes algn problema acrcate a l y dselo. No hallaras mejor amigo que quien ha pasado noches en vela cuando estabas enferma y rezo por ti cuando ya haba olvidado las palabras de las plegarias, y lloro de emocin la primera vez que lo llamaste "pap". Y, al fin, no quiero engaarte, decirte que te dejo en un mundo de rosas, ruiseores y todas cosas bellas... Pero tu puedes hacer que tu corazn las invente y cuando lo lastime una espina, sepa que detrs de la espina esta el maravilloso milagro de una flor. TU MAM EL HILO QUE LO CONECTA TODO Eres el hilo que lo conecta todo, me hilvana a la msica, al color, a las palabras, a los sentimientos, a la naturaleza, al pensamiento, al deseo, al espritu. Antes de encontrarte, yo era un ramo de cosas entremezcladas, ahora soy una luz nica en la que todo est fundido, aglutinado, amasado sin grumos, procesado, unificado en el sentido literal del trmino. Diste vuelta el cielo para volcarme las estrellas. Ovillaste el canto para atrmelo al alma. Aunque me quede quieta pongo en movimiento todo lo que construye al mundo: ternura, alegra, amor. Y lo que lo transforma: mareas, huracanes, hielos, fuegos, sequas... Me voy abriendo. Y al abrirme, me expando, crezco, llego a los confines, vuelvo y entro en m. En todas partes ests, precedindome o esperndome. Eso es lo que ms amo en ti: tu puntualidad para vencer mi soledad. Tu perseverancia para pulverizar mi pena y echarla al aire. Tu fuerza para ocupar los espacios ambiguos que existen en un ser: el espacio de la duda, el de la indecisin el de la inquietud, el del desgano... Los transformaste en depsitos de vida, latidos de reserva, semillas de tumbergias rosadas (que ya no s si existen estas flores cuyo nombre me ense Silvina Ocampo). No te voy a decir que es la primera vez que me enamoro, porque no es verdad. Pero s es la primera vez que "me enamoran". Que no eleg, que no ejerc el control desde el principio. Que sucedi sin que me diera cuenta. Que cuando supe, ya lo habas resuelto. Y empec, entonces, a desatarme. A abrir todas las puertas. A deshacer los nudos. A tirar las piedras a los costados del camino. A respirar llenando los pulmones. A desprenderme culpas y dolores, resentimientos y rencores y dejarlos en papeleros amarillos. Me gusta tu nombre estereofnico, tu voz vibrante y spera... bah, todo me gustas! De pe a pa. Tu risa un poco tmida. Tus manos sensitivas. La forma en que entornas los ojos con un movimiento casi infantil, como si los prpados pudieran defender todo lo que se lee en ellos. Y tu mirada rpida, directa, que se adelanta siempre a tus palabras, como si les fuera abriendo paso. Me gusta que te importe lo que digo, lo que pienso, lo que siento. Que tengas curiosidad por todo lo que tiene que ver conmigo. Que ests constantemente tratando de asomarte a mi corazn. Para que puedas espiarlo, lo dejo descubierto. Quiero que sepas de m ms de lo que yo misma s. Que por una vez en mi vida alguien me explique por qu hago o digo..., alguien me d un consejo acertado, me haga razonar, me brinde un poco de par..., alguien me saque del torbellino cotidiano, de la envidia de los intiles, del orgullo de los nfimos y del desagradecimiento de los mendicantes. Alguien que puede mirar de frente el rostro de los ngeles y que hasta los conoce por sus nombres. Alguien que guarde boletos capica, programas de cine, servilletas con el nombre de las confiteras, cajitas de fsforos, sobrecitos de azcar de todos los lugares por donde viaja. Alguien que conoce el nombre de las estrellas y puede sealar las constelaciones. El hilo que lo conecta todo: cuerpo, mente y espritu, con la fuerza del cosmos y la vitalidad de la naturaleza. Un hilo que me envuelve, que me hilvana al diamante y a la flor, a la espuma del mar, al granizo, al vuelo del cndor, al aletear mgico del colibr, a tu voz, a tu abrazo, a las esquirlas de tu amor cayndome en el. QUE EL AMOR SEA SUFICIENTE El ngel est como suspendido en un estante alto de la biblioteca, con su gesto preparado para volar. Ese ngel de madera de guindo hecho por tus manos un tono ms plidas que su color de oro ruboroso. Qu extrao lo nuestro... Cada vez que hablbamos pareca que algo profundo nos acercaba, algo con magia y tripas, unos lazos de esos que no se desatan nunca ms. Pero no. No haba lazos. Ni bien nos separbamos, se soltaban los hilos intangibles que nos unan. Servan para unos breves momentos, los del encuentro. La ms corta distancia los haca desaparecer. Y otra vez la espera, otra vez volver a ser dos desconocidos, y la espera, la campanilla del telfono que no suena, pulsar la tecla del contestador al llegar de la calle... y nunca tu voz con un mensaje..., y la espera, la espera, la espera... hasta reunir fuerzas y llamarte. Qu tal, "extrao", cmo ests? No me pases facturas. Tuve unos los brbaros, vos sabes cmo anda todo... Las cosas has cambiado tanto? Ya no es lo ms importante el amor, la relacin humana, el compartir con otro penas, sueos, problemas, alegras? Escuchar una vieja cancin, leer en voz alta aquel poema de la Vilari o la Orozco, usar los ojos como telescopios para encontrar la Cruz del Sur en las noches de agosto... Una vez le abr la pajarera a Magaldi (as se llamaba el jilguero) y el pequeo pjaro vol. No tuvo miedo. No se detuvo. No mir hacia atrs. Y nosotros, tan fuertes, tan pensantes, tan declamadores de frases maravillosas... no nos atrevemos a traspasar la puerta que est siempre abierta, que nadie cierra...! Vos ah. Yo aqu. No quiero hacer reproches. No quiero orlos, tampoco. Me parece que tendramos que hacer las cosas de otro modo. Dejar que el amor sea lo que debe ser: la savia del rbol, las alas del alma, el color del agua, las estrellas en el fondo de los ojos, la locura en el pensamiento, el calor de la piel... Dejar que el amor sea suficiente. Que lo dems estorbe, sobre no importe. Con tus manos hiciste un ngel para que me cuidara. Ah est. Cerca de m. Ahuyentando oscuridades y demonios con su aura rosada. Al tallarlo y pulirlo pensando en m, invadiste mi territorio, te metiste en mi mundo reservado y secreto... Cmo vas a salir de aqu? No podrs. Cuando alguien llega donde vos llegaste, ah se queda para siempre. Te parecer que podes salir, fantasears con ello, pero no... una red invisible te ha atrapado, lo quieras o no. Ests en mi realidad virtual, en este espacio de zorzales que cantan al amanecer, cassettes que escucho cuatrocientas veces sin parar, libros que releo, papeles que escribo y no dejo que nadie lea, una alta palmera que veo desde la ventana... Ests. Vestido como yo quiero. Diciendo lo que quiero que digas. Pensando lo que quiero que pienses. Sintiendo lo que quiero que sientas. Porque mi mente est muy entrenada y es capaz de fabricar imgenes y situaciones que son las de la vida, o parecidas a la vida. Quizs sea esos lo que a muchos nos mantenga vivos: soar que vivimos... Mientras la vida cree que anda por ah... Mientras vos creas que ands por ah. Y no se den cuanta, ni vos ni la vida, que si yo no los invento en m ustedes no existen! Deja que el amor sea suficiente. Y que no necesites nada ms, porque el amor te alcanza.UN LLANTO AZULDe "Cuentos para leer sin rimmel"Me he cepillado el pelo hasta dejarlo brillante, me he puesto mi vestido verde el que te gusta y he cruzado la plaza para llenarme los ojos con esa luz que se cuela entre las copas de los rboles y deja dos escarabajos de oro en mis pupilas. Porque voy a verte.Porque voy a verte an sabiendo que es para decirte adis, para que me digas adis, para que me aprietes las manos entre las tuyas y me hables del amor que ha crecido entre nosotros, pero no es una enredadera que da campanillas violceas sino una hiedra oscura sino una hiedra oscura, que nunca sabr de flores. S todo lo que va a ocurrir: Rodar un llanto azul por mi mejilla. La nombrars para sentirte menos culpable. Hablars de ella, de sus aos de fervor y entrega, de las tranquilas paredes de tu casa, sacudidas por las pequeas manchas que les hicieron las manos de tus hijos. Hablars tambin de ellos: dirs sus nombres con voz trmula, y yo me estremecer y los acunar en mi mente, como si me pertenecieran. Es tu yo pecador hablarme de eso, despus de haber soltado amarras, despus de haber viajado conmigo entre tus brazos por un mar de ngeles sentenciosos y risas asfixiadas por tus besos y vientos de fuego quemndose en la sencilla y honda ceremonia de la pasin y el estremecimiento. Cuando me confesaste que no eras libre, ya estaba enamorada de vos, ya me queras. Sent que el universo se vaciaba y me tragaba en sucesivos terremotos; que me hunda buscando donde apoyar los pies. Pero te quiero- dijiste.Y la tierra volvi bajo mis pies, se cerraron las grietas, se soldaron los abismos, todas las cosas volvieron a su lugar. Tan slo una ptina gris sobre mi vida, sobre mi cuerpo, oscurecindose, aplastando mis movimientos hasta volverlos lentos gestos de autmata. -Pero te quiero. Me colgu de esas tres palabras para no morir. Entonces empez la ansiedad de nuestros encuentros. Empezaste a nombrarla cada vez, a armarla para m, para que supiera sus colores, sus actos, su forma de pensar. Tan distinta de m. Tan distante de vos y, sin embargo, tenindote. Porque vos no sabas todava no sabas- que era ella y no yo quien te tena. Y yo lo fui sabiendo sin querer, sin proponerme saber -, lo fui sabiendo da a da y fui ocultndotelo con miedo de que lo advirtieras. Mientras no lo supieras me albergaras en un rincn de tu ser y de tu mente y seguiras pensando que yo era tu motor, que yo era la corriente de luz que te impulsaba, tu oasis, tu huerto y engalanado de frutos para el hambre y arroyos para la sed. Egosta, aferrada, empecinada, recortndote con el filoso cuchillo de la posesin; recortndote de tu estampa familiar en la que ellos te rodeaban, pude alargar mi agona. En qu momento descubre el rbol que su verdad es la raz y no el libre ramaje que lo acerca al cielo y lo agita en el aire?. En qu momento ibas a darte cuenta de esto?. Unas semanas ms, y sucedi. Era lo inevitable, lo esperado con miedo, lo presentido. Eran los fantasmas corporizndose. Me llamaste con una voz triste, pero segura y firme: -Tengo que hablar con vos, por ltima vez... -Bueno... -Maana, Ana; maana a las tres de la tarde. Y hoy es maana. Rodar un llanto azul por mi mejilla en el momento del adis. Rodar un llanto azul por tu mejilla en el momento de la verdad. Por qu entonces este afn de gustarte, este cruzar la plaza para llenarme de luz dando la hora del encuentro, si s que va a ser el ltimo y nunca ms, nunca, nunca ms volver a verte, volver a estrecharme contra vos?. Voy a morir un poco y me acicalo. Voy al entierro de mi luz y me ilumino. Voy al martirio y ro. Azucaro el caf, lo siento amargo. Tiemblo, te quiero. Voy a evitarte una tortura. Voy a hacer algo por el amor que me recorre, que me aprieta frente al limite de tu olvido. Llamo al mozo, pago mi caf. Huyo. Huyo de este lugar y del encuentro. Me esperars en vano. No vers mis ojos mojados. No tendrs que decirme tu discurso de despedida. No responder a tus llamados, si me llams. Ya ves te facilito la tarea. Evito que te conviertas en mi verdugo. No es un acto de arrojo solamente; es una forma de inventarme la manera de creer que hubiera rodado un llanto azul por tu mejilla en el momento de la despedida. Un llanto azul por m. Un llanto azul. Porque si voy y ests sereno y duro, si voy y tus ojos permanecen secos, ser la muerte verdadera, as..., puedo llenar de azul este recuerdo. De un llanto azul, un llanto azul por m. QU ES UNA LAGRIMA? Podra dar la frmula qumica de la lgrima. Pero sera una tontera. Todos sabemos que la lgrima no es nada ms que unas letras maysculas y unos nmeros chiquitos, un lquido que sirve para lavar el globo ocular, corno dijo una vez un crtico en un comentario literario. La lgrima lava tambin otras cosas. La lgrima abre su corola celeste sobre un signo de interrogacin. A veces es una pregunta. A veces es una respuesta. Pero siempre es un mensaje. Pero siempre es una mano que se tiende, suplicante y abierta, en busca de otra mano que la estreche. Y nace lejos de los ojos. Nace en una regin de adentro, sa que el miedo paraliza; sa que la emocin o la tristeza dejan un instante como suspendida en el aire, igual que cuando bajamos en un ascensor demasiado rpido; sa que evidencia que existe justamente en el momento en que la amargura la define con un cosquilleo, con una vuelta de tuerca, con un temblor. Qu es una lgrima? Una lgrima es, un poco, decir adis a lo que los ojos vieron antes de la lgrima. Porque las imgenes anteriores ya no sern las mismas. Porque cada vez que las miremos, despus de la lgrima, las imgenes estarn impregnadas de su humedad salada, de ese sombro fuego que quem nuestros prpados. Nada es igual despus de una lgrima. Ni la alegra, ni el dolor, ni la luz, ni la fe, ni la amistad, ni el amor. Pero creo que lo que ms cambia una lgrima... es al ser que la llora. A m me fueron cambiando las lgrimas que derram en mi vida: la que inaugur la soledad de mi infancia; la que suplant el grito de rebelda por las injusticias que se cometieron con mi adolescencia; la que brill como la estrella de Beln para indicarme el camino que llevaba al sendero bello y cambiante del amor. La que me borr el espejismo de que cada uno, en el mundo, tena adjudicado su techo, su pedazo de pan, su cuota de alegra, su renovado asombro cotidiano. La que me despert frente al blanco envoltorio desde donde una nia recin nacida, en mitad de la noche, me hizo madre y mujer y rescat los pagos de mis comienzos, que se me haban perdido detrs de una maraa de rabias y de ausencias, de negaciones, de golpes, de intiles. S, a m me fueron cambiando as lgrimas que derram en mi vida. La que corri por tu rostro cayendo de mis ojos, resbal por tu cuello, humedeci tu pecho y reg tu corazn hacindolo ms blando y comprensivo. Esa lgrima que, no s por qu magia, por qu milagro inesperado, disolvi las espinas que suelen ir creciendo en las personas que se aman, y las van araando sin que lo adviertan, y van impidiendo que uno se acerque al otro por miedo a lastimarse y por miedo a lastimar, y uno no quiere decir que las ve, que las toca, que las siente, sino que cierra los puos y los ojos y las niega, las niega, las niega. Tres veces, como Pedro, antes que cante el gallo de la lgrima y despierte la verdad y, por fin, despierte la verdad. .. sin frmulas qumicas, sin ecuaciones, sin tontos prejuicios... Todo por una lgrima, una simple lgrima. Esa que atora al mundo, y el mundo... se empea en no llorar.LAS DISTANCIAS

Ser por eso, porque los dos llegaron al lugar cargados con su historia, porque los dos llegaron al beso con el mismo hermetismo, encerrndolo adentro de la piel. No se entregaron.Hubo un intento, apenas un intento.Un barco que quiso llegar a puerto pero se dej arrastrar corriente aguera, hacia cualquier tormenta, o hacia la misma tormenta de siempre.Ella llevaba en s largas caminatas por maanas de sol, desolados cansancios de tardes amarillas, el odo alerta para la llamada del despertador, la mano preparada para sacar el boleto del tren del bolsillo interior de la cartera, la lengua fra por un helado de frutilla saboreado sin prisa. l llevaba pegado a sus talones el polvo de las mismas baldosas andadas y desandadas varias veces al da, un aplazo en un examen de la Facultad, cinco novias distintas y repetidas hasta el aburrimiento, las ganas de no haber devuelto, aquella vez, la billetera que encontr en la calle.Y adems llevaban otras cosas.Ropas que fueron usadas y despus regaladas.Canciones de moda que se les pegaron y canturrearon bajo la ducha, quizs las mismas canciones a un mismo tiempo, pero en lugares diferentes.Tal vez algn asomo de alegra vivido a un tiempo, pero separados.Tal vez alguna tristeza inmensa en una misma noche, pero bajo techos distintos.Lo saban todo el uno del otro.Qu puede haber de misterioso en la vida de una persona?Y, sin embargo, no saban nada, porque ignoraban nombres y fechas y lugares donde haban pasado los veranos.Hubieran tenido que contarse todo.Hubieran tenido que hacer una larga lista de cosas, de sorpresas, de lgrimas, de sonrisas, de sobresaltos, agonas, desencantos, temores, de pelculas y libros y poemas sabidos de memoria, de casualidades, descubrimientos, de aceptacin y de rechazo. Hubieran tenido que pronunciar cientos de miles de palabras que fueran descascarando la soledad hasta dejar el cuerpo preparado para la entrega, para la confianza. Hubieran tenido que atreverse a jugar una carta, el todo por el todo, quitarse la mscara, esconder la reverencia, decir la verdad, sea cual fuere, mostrar las lastimaduras, las arrugas, las vetas de oro, las napas de barro.Pero no se animaron.Les falt valor.Ellos dijeron que les falt tiempo. Pero les falt valor.Estaban engolosinados en su propia tristeza, estaban prisioneros bajo el caparazn de la comodidad, no querian tomarse el trabajo de quitarse los siete velos y ver la desnudez de la felicidad... porque teman que despus del sptimo velo apareciera de nuevo la soledad, la terrible, la zorra, despiadada.Y entonces caminaron juntos unos pasos. Y entonces se estrecharon fuerte, se besaron, cerrando los ojos porque cada uno quera mirarse a s mismo, nada ms que a s mismo y no al otro.Estuvieron acariciando el limite, lo exterior, la impenetrable puerta, la puerta con cien cerrojos; y ninguno de los dos quiso buscar las llaves, ninguno de los dos quiso empezar a abir, ninguno de los dos quiso saber que haba en realidad detrs de la puerta que los separaba.Por eso fracas el encuentro.Porque cada uno fue a encontrarse consigo mismo.Porque cada uno fue a alimentar con llanto su propia soledad. Porque cada uno llev a su distancia y la puso en el medio.Y a pesar de los besos, y a pesar de ser un hombre y una mujer llenos de posibilidades, se dijeron adis y lloraron, pensando que lloraban por decirse adis, pero sabiendo que cada uno lloraba por sus viejos dolores, otros adioses, por otros intentos y otras historias. Y porque ya nunca podrian borrar las distancias que los separararan de ellos y de los otros que quisieran, alguna vez, acercarse a ellos.

COMO SE HACE UN POEMA ... -Poldy Bird-Quiero que hagamos un recuerdo hoy, como se hace un poema. Hoy, que todava tengo estrellas en los ojos y la piel suave y nueva como hojas tiernas que inaugura la primavera en los rboles de octubre. Hoy, que mi voz se nutre con savia de tu amor y conoce el itinerario que llega hasta el centro de tu corazn enamorado. Hoy, que me has comprado un ramillete de violetas y an estn vivas y tienen un poco de roco en los ptalos, y mis manos las sostienen a la altura de mi pecho, hacindoles or los golpeteos apurados anhelantes, de este corazn loco que late al comps de tus palabras. Hoy, que somos felices y que remos por nada, porque en la plaza no hay nadie, pudimos sentamos en un banco para nosotros solos, debajo de una fina y transparente llovizna de junio que nos humedece el pelo y la cara y nos devuelve aquella infancia, aquellos nios que fuimos una vez, desobedientes, escapados de la tutela materna, metiendo los zapatos en los charcos, demorando nuestra vuelta de la escuela para jugar a la rayuela sobre las baldosas rotas de la vereda. Un recuerdo. Un recuerdo perfecto y preciso, pintado con la tmpera de un gran pintor, con todos los colores y todas las luces de este instante, para poder mirarlo ms adelante y verlo asi: tus ojos pardos, mis ojos azules, tu impermeable gris, mi tapado amarillo, los rboles de un verde lavado, los guijarros rojos, el cielo como una plancha de azogue y plomo, las violetas azules. Una muchacha alegre y un muchacho contento. Unas palabras viejas como el mundo que se llenan de alas y campanas y suenan nuevas, nuevas por completo porque han sido pulidas y lustradas por la ternura que nos rebasa, que nos cubre, que nos estremece. Este beso que enciende, esta cabeza ma que cae como un fruto dorado sobre tu pecho. Este momento de felicidad que nos vuelve hermosos, unicos habitantes de milagro. Somos los pobladores de la maravilla, te das cuenta? Somos una cancion, dos aves en vuelo, dos estrellas de una constelacin de amor. Somos los sacerdotes de una antigua religin que la humanidad vuelve a inaugurar cada vez que un hombre y una mujer entrelazan las manos y se dicen te quiero. Somos un amanecer, la llegada de sol y del verano en una lluviosa tarde. Esto se repetir, dices. Esto se repetir, digo. Habr otras tardes y otros das y otros be y otras palabras iguales a stas... S, si... vos queres que as sea, yo quiero que as sea... Pero el tiempo se nos va a trepar, nos obligar a cambiar -como a todos-, y a medida que transcurran los meses y los aos nos convertiremos en otros, parecidos a estos de hoy, pero otros. Habremos salvado algunos obstculos, habremos sufrido algunas desilusiones, tendremos algunas heridas que trataremos de curar y algunos miedos que desearemos olvidar... ciertas partes de los resortes que hoy nos mueven estarn gastadas y tendremos que cambiarlas. Porque eso es vivir ... ; vivir es gastarse y renovarse y volverse a gastar, dejar cosas en el camino... y encontrar otras. Nos amaremos, si seguiremos amndonos..., pero tambin nuestro amor pasar por mil pruebas, ser iluminado por otras luces y oscurecido por sombras. Tambin nuestro amor cambiar, se ir modificando, ganara hondura y perder esplendor. Ser alto y macizo como el roble aoso, y no tendr la gracia -un poco endeble, pero arrobadora- de arbolito nuevo. Por eso quiero que hoy, que en este momento, fabriquemos un recuerdo con todo lo que nos pertenece, con lo que somos ahora, y lo guardemos con cuidado, como se guardan las fotografas de los grandes acontecimientos, para mirarlo, pasados unos aos, y encontrarnos en l... y volver a vivir por un instante este temblor, esta claridad, esta emocion esta perfecta realidad de amor que nos hace felices. No creas que no te he amado. No creas que no te amo cuando te pienso, cuando te recuerdo y te digo gracias, gracias, un milln de veces gracias ... LA PALABRA QUE CURE LAS HERIDAS -Poldy Bird-Iba caminando delante de m, tomada de la mano de su mam, con una mediecita cada y la otra no, las florcitas ce. lestes de su vestidito arracimndose, e> mo pequeos cielos repartidos sobre la tela, y el pelito de seda, dcil y e~, apenas una lluvia enrulada por el aire. Cada tanto levantaba la carita para preguntar algo y la mam sonrea. Iban tranquilas. Sin apuro. Eran todas las mams y todas las nenas, un resumen hermoso en la tarde serena. Eran, tambin, mi hija y yo hace unos aos cuando yo no tena todas las respuestas pero las inventaba. Lo que tena era la risa. Lo que tena era el futuro iluminado y el bello cansancio de las cosas que ahora ya no hago y por eso me cansan... han dejado un vaco en mis horas. La nia me necesitaba y me amaba sin condiciones para amarme. La nia aceptaba todo de m: mi forma de vestirme, de peinarme, de resolver problemas, de vivir. Ella apretaba mi mano fuerte, fuerte, y frotaba sus mejillas redondas en mis mejillas tambin redondas. Acurrucaba su cuerpo contra mi cuerpo, tibiecita y era la rama florecida de mi rbol. Una prolongacin de m. No buscaba una doble lectura en mis palabras. No exiga. No miraba de reojo. Yo elega sus zapatitos blancos o de negro charol. Y todo estaba bien. Porque la amaba y me amaba y nada entorpeca ese amor. Ahora... ella mujer y yo tan sola (porque a m lile tocaron los dolores que marcan la soledad como una cicatriz) - todo ha cambiado. Ya no soy la que elige sus zapatos, y ella corrige mis elecciones. He dejado de ser inteligente. Escondo lo que siento de verdad porque temo su juicio. Fui una tonta al no sacar mi entrada para ir a ver a Sting. -Desde casa, por la pantalla del televisor, el espectculo fue perfecto... Tom caf, sentada en un silln... no tuve fro ni tem la lluvia... Ella se encoje de hombros. "No es lo mismo", replica. "No es la vida". Y a m me da pereza explicarle que a su edad yo temblaba de fro en el invierno. Que tena miedo de llegar tarde al trabajo y me reprendieran. Que los das quince comenzaba a contar las monedas para llegar a fin de mes. Que si no hubiese tenido xito con mis libros, nunca hubiera podido tener la casa propia". Soy, para ella, una especie de tonta que no sabe disfrutar de las cosas. Tal vez tenga razn. Me costaron tanto, que las cuido. Y las quiero. Quiero mi Platerito de madera, todas las chucheras que los amigos y los lee torea me mandan de regalo. Las atesoro. Cada una de ellas posee un significado y un mensaje. Quiero los libros subrayados, las copas de cristal qu pagu en mensualidades, el mantel de las grandes ocasiones. No me gusta que revuelva mis papeles ni mis fotografas, porque es como si hojeara mi vida viendo con ojos crticos o burlones lo que es sagrado para m. Ella ha crecido. Es ms grande que yo. Es ms sabia. Es menos frgil. Tuvo ms posibilidades y ms tiempo para seleccionar lo mejor de la vida, mientras yo me golpeaba, me equivocaba, me quedaba sin aliento armando el difcil rompecabezas del presente sin vuelo, del futuro sin problemas. Y estoy aqu, siempre aguardando su llamado o su visita apresurada, porque tiene que hacer tantas cosas Y entre su entrada ruidosa y su salida al trotecito (esta nia ma no aprendi nunca a caminar denuncie), una frase que me golpea la boca del estmago que le corta la res respiracion -Mir mam, vos hac lo que quieras, pero a m me parece que ... Ella lo dice al pasar. No oye lo que respondo, de modo que no contesto nada. Y se va. El mundo la aguarda fuera de esta puerta. Es hermosa y es buena. Creo que es ms generosa que yo. Y que si se ocupara realmente de darle forma a lo que siente, podra ayudar a mejorar el mundo en que vivimos Sin duda, sufrir menos que yo. Con algun granito de arena habr contribuido para que fuese ms fuerte y decidida, menos temerosa de lo que soy. Ella sale por esa puerta, deja impregnada la casa con su perfume algo sofisticado, y yo me quedo sola. Solemne soledad la ma. Maravilla, mi perra, se pone como loca cuando lloro. Entonces no lloro, porque me apena verla acongojada. Se ovilla a mis pies mientras escribo Mueve la cola, alborozada, -cuando la lla- mi compaerita Tal vez ella s sabe que yo tengo miedo. Que me da vergenza. Que me encierro y a veces me paso horas rezando mi rosario y pidindole a Dios que me ayude, que me d una respuesta, que me muestre el camino, que me tienda una mano con temperatura humana, que alguien sepa obligarme a vivir lo que me queda de vida, alguien sin miedo, a quien no pueda discutirle nada, alguien que me entienda y me conmueva y no me d tiempo a titubear ni a contradecirlo. Alguien que me vea. Soy asi ni dema- linda, ni poderosa, ni invencible, con bosquecitos dentro de los ojos, y todo un cielo estrellado en el torrente de mi sangre. Soy buena compaera para los silencios y para las charlas amanecidas. Pongo el hombro en la lucha, y en la paz puedo ser una isla arbolada, una plaza con tilos florecidos. i Oh, iba caminando delante de m, tomada de la mano de su mam. Entregada y pequea! Ahora yo soy la nia entregada y pe~a que busca la palabra encendida que no queme, que simplemente alumbre. La palabra que cure las heridas... TE CANTARE PARA QUE DUERMAS Te cantare para que duermas, amor, para que descanses en paz. Yo s que escucharas mi canto, en voz muy baja, tan solo audible para vos. Estas tan lejos y tan cerca. No s ni el nombre ni el lugar. Ser un oasis, una selva, una ciudad? Por donde iras con las respuestas a las preguntas que no te pude preguntar? No s por que cuando te pienso se me pone tan loca la ansiedad. Es como si te aguardara todava y como si estuvieras por llegar.Me parece que entras; que tus pasos cruzan el corredor, que llegan al cuarto, se detienen junto a mi lado de la cama y, mientras yo me incorporo para recibirte, tus brazos me estrechan contra tu pecho, y los latidos de tu corazn hacen un do de ritmo acompasado con los latidos de mi corazn. Pero abro los ojos y estoy sola. Ni tu olor ha quedado en el aire que me pesa, que yo embarullo con el perfume de una rosa que se va abriendo entre las fotos, encima de la cmoda. Fotos donde tu mano se posa en mi rodilla, sentados con el mar atrs y tu sonrisa avanza. La de tu ltimo cumpleaos con los amigos rodendonos. y aquella de tus tres aos: un nene con el tapadito cerrado con doble hilera de botones y un conejito blanco relleno de estopa, que se te perdi en una tarde de compras con tu mama en Gath & Chaves. Cuando te despedimos, amor, lloramos por el hombre que se iba sin regreso. Y lloramos (algunos sin saberlo), por el nenito con el conejo blanco y la carita asombrado de nuevo explorador de vida... Ay! Por que, cuatro aos antes de llegar al 2000? Vas a perderte tantas cosas: los festejos del fin del siglo, del fin del segundo milenio, la pirotecnia del recibimiento del Tercer Milenio. No lo viste a Alan disfrazado de pirata en su cuarto cumpleaos, ni Pars en septiembre ya casi totalmente programado, ni las pirmides de Egipto con sus ondas energticas. Ni "Casablanca" por dcima vez por un canal de cable. Ni a Vargas Llosa, que pulic Los cuadernos de Rigoberto y vino a la Argentina, como te habra gustado leer esta continuacin de aquel impresionante Elogio de la madrastra, que te maravillo! Uso tus jeans azules. Mande acortar las mangas de tu saco de tweed. Y el sastre me dijo que con tres toques me va a quedar tu traje gris. Se secaron todas las plantas del balcn cerrado del living. Ni bien partiste. Todas, las chicas y las que estaban desde hace aos. Alguien me dijo que las plantas extraan. Te extraaron, amor. Todava no fui a comprar otras, no tuve ganas, no quiero ir sola... Y si a las nuevas las ahoga la tristeza que todava flota por la casa como un fantasma transparente que da vueltas y vueltas, incansable bailarn de valsecito melanclico? Me puse tu pulover de rombos para la misa del Pilar. Si, te llevo a misa, amor: seguimos yendo juntos, como antes. Y le pregunto a Dios si El no hubiera podido... Pero no s si quiero escuchar su respuesta. Le pido, le ruego que El te cuide. Que no te suelta la mano. Que no apague la luz de la estrella secreta que mirbamos a veces, a las diez de la noche, y que ahora es nuestro punto de reunin. Le suplico que t de paz, que borre de mi recuerdo todas las cosas tristes y me deje intactos los flashes de ternura y de alegra, para que no me asalte la desesperacin. Aqu estoy, amor. No te dejare solo. Nada es lo mismo ahora. Quiero que sepas que, pase lo que pase, andars en los caminos de mis pensamientos. Y aunque mi vida cambie, aunque el rompecabezas se arme de otra manera, todas las noches te cantare para que duermas... Para que duermas con tu gesto entregado, con la expresin de nio abrazando el conejito blanco que el sueo te pona en el rostro. Si, te cantare para que duermas, amor.

PARA QUE EL MUNDO NO SE QUEDE A OSCURAS -Plody Bird-Con mis manos, que a veces tienen las uas comidas y otras veces no, trato de tocar tu corazn, Desde mis libros te he mostrado cosas de la vida. Cosas cotidianas, obvias. Las que nos identifican, nos hermanan, nos unen. Lgrimas, sonrisas, sueos, esperanzas, abatimiento, soledad, muertes, resurrecciones, temores, osadas. Me he quitado sin pudor los siete velos que cubren el alma, te mostr mis llagas y mis rosas, quebr la distancia que separa a los seres, me di entera en cada palabra, busqu tu proteccin, te di mi apoyo... Te he hablado de aquello que se calla por temor a parecer sentimental y cursi. Por qu a las personas les da vergenza hablar de sus ms bellos y profundos sentimientos? pero ni siquiera se ruborizan cuando cuentan algo terrible y violento, algn hecho aberrante de esos que gritan a los cuatro vientos las primeras planas de los diarios y los noticieros de TV? Cunto hace, amiga, amigo, que no ves en televisin a un escritor leyendo un pedacito de su obra... o dando sus opiniones sobre lo que sucede en este mundo nuestro de cada da ... ? Acaso saben ms del hombre los polticos, los comerciantes, los observadores econmicos? Anoche llor oyendo a Pinti cantar su cancin "Cuiden los artistas". Justamente a la tarde haba estado hablando por telfono con una promotora de una tarjeta de crdito a quien no conozco personalmente, y quin sabe por qu rara casualidad yo le haba estado comentando estas cosas: que la gente no cuida a sus artistas, que los medios se ocupan muy poco de los creadores, que nos dejan archivados en un rincn y nos sacan a relucir solamente cuando "queda bien" mostrar que a tal o cual lugar asisti "gente de todas las disciplinas de la cultura". No, no es importante el que siembra luces... No es importante quien usa las palabras para reivindicarlas del horror y las miserias... No es importante el que detenta el poder de desentraar los sentimientos ms hermosos del ser humano... El otro poder es el que cuenta, porque hay quienes piensan que las personas son solamente un gran bolsillo o un enorme estmago. No hay tiempo para los artistas. No hay espacio para ellos. Y sin embargo, cuando todo estalla, cuando todo sangra, cuando todo duele... es la voz susurrante del artista la que sirve de blsamo de vendaje, la que te hace descubrir que las pequeas cosas son las que verdaderamente valen, las que pueden darte esa alegra que el gran suceso ignora. Es el artista el que mantiene encendida la llamita necesaria de la emocin. El que riega el rosal para que no se muera irremediablemente la rosa, el que seala hacia arriba para que levantes los ojos al cielo y descubras que todava la Cruz del Sur sigue teniendo cuatro estrellas que guan a las naves extraviadas de noche en los mares... Es el artista el que mantiene con vida a tu ngel de la guarda. El que escribi las frases que usas como lema. Los versos que guardas en tu cuaderno de cuando eras adolescente. Las letras de las canciones que tarareas cuando algo triste o bello te sucede. Es el artista el que te hace rer, el que te conmueve, el que te acepta como sos, el que abre las puertas del alma que dan a tu interior y te invita a recorrer los caminos que te llevan a lo ms profundo de tu ser. El artista es quien te convence de que la vida vale la pena ser vivida, el amor es lo ms grande, lo ms valioso y necesario, que vales no por lo que tenes sino por lo que das, y que siempre, en todos, hay algo que los dems necesitan, algo que puede salvarte y salvar a otros. Sin temor a equivocarte, pens que los artistas te pertenecen. Que trabajan para vos. Que cada artista hace lo que hace para darte algo: est el que representa un papel para construir un sueo. El que disea un vestido para que vayas a una fiesta aunque sea con la imaginacin. El que compone una cancin para que represente algn pasaje de tu existencia. El que pinta un cuadro para que puedas ver y descubrir aquello que no conocas: llmese mar, rostros ajenos que nunca son del todo ajenos, formas y colores que no tenan forma ni color en tu mente. El que canta dndote su voz para que la sientas tu voz. El que escribe todo aquello que tantas veces hubieras querido plasmar en palabras si hubieras sabido escribir. El artista tiene una estrellita en la frente y leva en su mano una tea encendida para que al mundo no quede a oscuras. Y sabes de qu se nutre? Sabs lo que le da fuerzas para continuar? Vos. Tu afecto. Tu cercana. Solamente eso. No tiene otros premios, otros alicientes. Es tu aplauso, tu mano estrechando su mano, el paso que das hacia l el que lo impulsa. "Cuiden los artistas", cantaba Enrique Pinti anoche en una celebracin. Porque todo pasa... pero quedan los artistas. No importa que los diarios y las radios y los canales de TV se acuerden de ellos solamente cuando son piedra de escndalo... Vos, ella, l, todos ustedes son los que tienen que hacerlos sentir queridos. Porque el artista hace lo que hace por amor. Por verdadero AMOR. Y lo hace porque te quiere... y PARA QUE LO QUIERAS. Contesta tu pregunta decirte que escribo para que me quieras? Es as. Dios me ha premiado ms que a otros artistas. Porque ests ah. Porque a veces me escribs. Porque me mandaste un rosario hecho con rositas de organza, un osito celeste de peluche que aprieto fuerte antes de dormirme para que me llene de "buenas ondas", tarjetas musicales, sealadores con dibujitos, huevos de Pascua..., en realidad: mimos. Cario que me cuida cuando estoy ms triste y ms sola que nunca. No te enojes si no contesto enseguida tu carta, tu envo, porque mi forma de responderte... es escribiendo las pginas de mis libros donde tambin ests vos, estamos vos y yo riendo y llorando juntos, como lo hacemos desde hace tantos aos. Si no fuera por vos, qu pobrecita cosa sera mi corazn. Pasarn Cosas -Poldy Bird-Ha empezado otro ao. Como un cuaderno nuevo est ante m, y me acuerdo de cuando era chica, iba a la escuela y me apuraba para terminar el viejo cuaderno y as comenzar el otro. En las ltimas pginas haca letra grande, enormes dibujos apresurados. Pegaba dos hojas con engrudo de fabricacin casera: agua y harina en la cocina. Los cuadernos nuevos se empiezan con letra pequea, pareja, prolija, cuidada... Igual que los aos. Igual que ste. Borrn y cuenta nueva? No, no, sin borrn. Y sumando a la cuenta nueva las otras cuentas que antes nos sirvieron. Porque no todo est para el olvido. Porque no todo fue para dejarlo atrs, disimulado entre las hierbas secas del otoo. Pasaron cosas. NOS PASARON COSAS. Crecimos un poquito, un poquito as, pero crecimos. Llorar hace crecer, es esa lluviecita de uvas de cristal sobre el techo de chapa de nuestro corazn. Pica, repica, musiquea, despierta. Nadie es el mismo despus de haber llorado. Rer hace crecer. Tambin remos. Algunas veces, quiz podemos contarlas con los dedos de una mano... Y cmo une la risa!: dos que se rieron juntos, a carcajadas limpia, no se desatan nunca en el recuerdo. Yo tengo siete chistes favoritos, y me acuerdo de quines fueron las siete personas que me los contaron. En cambio, no me acuerdo de todas las que me hicieron llorar o compartieron mis angustias. No creas que se trata de mala memoria... me parece que es puro instinto de conservacin. Fjate que la gente le huye a la tragedia. En algn tiempo me daba mucha rabia, pero ahora lo entiendo y no la juzgo mal. Una amiga de la infancia, que quiero profundamente, todava no habl conmigo desde que muri mi compaero. Y si yo no la llamo no es porque no tenga ganas de hacerlo ni porque piense que es a ella a quien le corresponde llamarme... sino simplemente porque me da miedo que se sienta mal... A ella le digo: si les esto, no busques entre lneas... te quiero mucho, me gustara que estuvieras cerca. No temas, no estoy desahuciada, no contagio las penas, las tengo dentro de m, tan escondidas que para hallarlas tendras que escarbar demasiado. Y, adems, a los muertos queridos no los recuerdo muertos, los recuerdo con su olor a perfume y su camisa favorita, con la msica que les gustaba, con las ancdotas que los muestran en su mejor momento. No hablaremos de heridas ni agonas ni hablaremos de nieblas o tormentas... no, sabes qu haremos?... terminaremos la charla aquella que empezamos una tarde en un caf de la calle Crdoba... o la seguiremos, porque las charlas entre amigas no se terminan nunca, son siempre una continuacin de la anterior, que fue una continuacin de la anterior... y as, siempre, siempre, hayan pasado das, meses, aos. Trabajar, hace crecer. Y me ha dado un poco de trabajo trabajar. Porque mi trabajo es solitario, callado, sin jefes que me obliguen a hacerlo, sin un horario que cumplir. Se trata de transformarme en mdium y sentir lo que todos sienten a mi alrededor... e interpretarlo con palabras escritas que traduzcan exactamente eso que siento, eso que sents, eso que sienten otros. Admirar hace crecer. Es tan larga la lista de la gente que admiro, que te cansara leerla. Pero en esos nombres seguramente nos reconoceremos, hermanadas, vos y yo. Violeta Parra, Mozart Mick Jagger, Horacio Molina, Paganini, Cortzar, Woody Allen, Silvio Rodriguez. Beethoven, Ral Porcheto, Chopin, Alejo Carpentier, Fellini, la hermana Teresa, Silvina Ocampo, Bergman, Ricardo Montener, siempre mi Felisberto Hernndez que releo, los hermanos Marx, Olga Orozco, Humphrey Bogart reviviendo cada vez que pasan "Casablanca" por televisin (ojal que no dejen de pasarla nunca). Al admirar abrimos una ventanta del alma que, a veces, est cerrada con candado. Al abrirla, nos abrimos. Dejamos que eche a volar un pjaro cautivo y que entre el aire con olor a magnolas y a flores de tilo, ese olor que es olor a verano y a plaza (Cuando era chica llevaba botellitas a la plaza, las mova, dando vueltas, y luego las tapaba, creyendo que en ellas podan guardarse los olores. Tal vez s. Nunca las encontr, despus, nunca tuve oportunidad de destaparlas... Agradecer es crecer. Amar es crecer. Crear es crecer. Ha empezado otro ao. Cuadernito nuevo. Cuadernito de hojas inmaculadas, todava en blanco. Cuadernito que en la tapa dice Poldy. Solamente que yo podr escribir en l los das que vendrn. POR ESTE HOMBRE - Poldy Bird -Por este hombre de manos como nidos y recorr todos los caminos, ca en los precipicios, me zambull en lo lagos y en los mares, me volv media loca de sed en los desiertos, me abrac en el trpico, fui enceguecida por el reflejo de la luz sobre las nieves perennes. Por este hombre de frecuente sonrisa blasfeme, grite, mord, me diferencie bien poco de las bestias. Por este hombre de tranquilos gestos llegue a pensar que Dios era mentira. Por este hombre que miraba asombrado la tristeza en mi rostro. Por este hombre que no entenda el motivo de mis llantos. Por este hombre que huia de mis explosiones y me encerraba en un sueo que lo aislaba de mi dura realidad. Por este hombre yo he pasado noches levantada maquinando venganzas el mirarlo dormir como si nada de mi la interesara. Por este hombre conoc las lucirnagas que se encienden en la mugre, y producen una hoguera en el territorio del cuerpo enamorado. Y aprend tambin a castigar dicindole que no. Y aprend la soledad, el empecinamiento, la rabia, la rutina, la garganta ahogada, los celos, la desconfianza, el miedo, los reproches, las espinas, la sal. Por este hombre conoc la bruma, la oscuridad, la asfixia. Por este hombre no me qued quieta desde el da en que decidimos intentar todo juntos No tuve reposo, ni quietud. No tuve tiempo para otra cosa que no fuera exigirle, exigirme pedirle, darle, quitarle, obligarlo a recibir. Por este hombre de voz pausada y ojos comprensivos ya no me queda nada por conocer. Todas las tramas, todas les redes todas as cadenas, todos los matices. Y soy una mujer igual a todas. Y l un hombre muy parecido a todos. Y La nuestra, una historia que se repite a diario, una historia que se escucha y se huele detrs de las puertas cerradas y las persianas bajas. La historia que comienza a entretejerse cuando los platos de la mesa quedan limpios y los nios se duermen. La historia con iniciales de cansancio, que a cada uno le parece nica, irrepetible, diferente. Es la historia de la falta de tiempo para estar juntos. La historia del cansancio y el sueo La historia de ser jvenes y tener que luchar por el futuro. Y l no entiende por qu una es tan dramtica. Y l no entiende por qu una le da importancia a cosas pequeitas como el olvido de una rosa. Y una lo ve un monstruo fro, sin compasin ni sentimientos. Y 1 la ve a una imposible, incapaz de aceptarlo, de conocerlo. Y el orgullo de ambos, el empecinamiento, la fatiga, las heridas constantes van dibujando un lmite que separa... ; primero puntos suspensivos como los de los mapas; despus, un hilo de agua; por fin, una montaa. Y dnde estn los que una vez sintieron que no podan vivir separados? Dnde estn los que temblaban cuando sus manos se rozaban apenas? Dnde, los que reciban la madrugada conversando? All, a cada lado de la montaa, solos. Cuestin de dar un paso y voltearla. Cuestin de hacer caer la piedra con los llantos. Cuestin de desviar el curso de los ros para que la echen abajo. Slo bast que yo le entregara mis ojos mansamente y lo dejara mirarme en ellos. Que se ablandara mi tensin, y mi cuerpo reconociera en l al dios, al mago. Que refloreciera mi ternura. Que dejara fluir naturalmente mis palabras. mis pensamientos mis ganas. Por este hombre de manos como nidos. Por este hombre de tranquilos gestos. Por este hombre de voz pausada y ojos comprensivos, conozco la felicidad. la paz, la suerte de haber llegado a un puerto sin tormentas, a una orilla de luz a una permanente construccin, a un encuentro en el que nos reconocemos y nos necesitamos. Corazn sin llaveNo estaba ni triste ni contenta, no haca ni fro ni calor, no pensaba en nada...y de pronto te vi, parado frente a m, sonriendo, atildando como siempre (digo "como siempre" porque hasta hace 4 meses siempre haba sido as, y la gente, generalmente, cambia poco).

-hola... hasta el mismo perfume.

Y el gesto protector de agarrarme del brazo. Un gesto mecnico que me encantaba, pero en esta oportunidad me oblig a recapacitar que no era algo que hacas solamente conmigo sino con cualquier mujer que estuviera cerca. Y que, por supuesto, conocieras.

-Hola Ese perfume... y la presin de tu mano...y un beso al vuelo en la mejilla...

Mi mente esta fra, razonadora, en guardia. Pero mi cuerpo, como si obrara por su cuenta, como si fuera un ente aparte de mi inteligencia y mi psiquismo, se conmovi.

-tena el presentimiento de que un da de estos iba a verte... La voz.

Ahora era su voz rozndome, rasgndome, entrando en mi temblor. Una voz que me sublev con palabras, que con palabras me suaviz, me hizo rer, que me llen de ternura, de lstima, de rabia... por qu no poda responder tranquilamente, estableciendo una distancia que me mantuviera lejos de la conmocin y los reproches? Haba sido difcil lo nuestro, o yo transform en complicada una cosa que pudo ser sencilla y transparente?

Si el cerebro hiciera ruido, hubiera odo el rugido de todos sus motores en marcha. Los recuerdos iban y venan, como flechas lanzadas al aire por un arquero loco. Mis largas esperas junto al telfono aguardando una llamada que no haras. Tu aparicin al da siguiente, como si nada, extendiendo los brazos: " me fue imposible, Excusas increbles, mentiras infantiles... eras un campen defendindote de estupideces... Despus te ibas y yo me quedaba rumiando la bronca, desolada, con ganas de tirarte por la ventana o matarte. Pero no te tiraba por la ventana... ni te clavaba un cuchillo en el corazn.Caminando por la calle te llevaba conmigo, aunque no estuvieras all. Viendo una pelcula, secretamente te la comentaba. Mirando vidrieras. Oyendo msica... Conversando con otras personas. Qu mana tenemos las mujeres cuando nos enamoramos. Todo lo transformamos en "l". Pero, "el" nos tiene presentes TODO EL TIEMPO? Me di cuenta de que habas tomado mis dos manos entre las tuyas. Dios mo! otra vez mi cuerpo traicionndome, obrando por su cuenta, sin pedirle permiso a mi criterio. Quise retirar las manos, pero ellas se quedaron ah, sumisas, entregadas.

Mi cuerpo te extra. Mi cuerpo te busc entre sueos. Mi cuerpo se qued insomne imaginndote. Fueron noches interminables. Fueron das de sonmbula desconsolada. Fueron meses de llantos repentinos que me obligaban a abandonar la mesa, el escritorio, y correr a encerrarme en el bao hasta que el diluvio se detuviera, y despus retocar el maquillaje, respirar hondo y regresar dando una excusa que seguramente nadie me crea.

Me cost tanto sacarte de esa obstinada espera, borrarte de mi tiempo cotidiano, aprender a mirar los relojes sin que manejaras las agujas... Me cost tanto, tanto recuperarme para m, volver a ser "una persona"" y no "los dos". Y ahora, ah en pocos minutos, estabas otra vez dueo y seor de la situacin, moviendo las piezas necesarias para otro jaque mate.

Mis manos se soltaron. Mi pulso se fue tranquilizando. Mi cuerpo volvi a m... mir el reloj -perdname, pero ya llego tarde- ment, tranquilamente.

-puedo llamarte maana?

-no, ni maana, ni pasado, ni nunca. yo tambin tengo un compromiso, sabes? pero no se trata de algo sin importancia. Es una persona muy valiosa y no quiero perderla jams.

Se te endureci la mandbula. Ese gesto de bronca que conoca de memoria. -bueno... - te pusiste de pie para despedirme - que todo salga bien.

-gracias, todo va a salir bien. Me lo merezco. y sal sonriendo Sal apurada, casi corriendo. Mi compromiso era en verdad con una persona muy valiosa, que no quiero perder jams. CONMIGO

Tres intentos(Mariposas encerradas en mi)poldy birdEn qu momento se qued sin cuerda el reloj? En qu momento la palabra se hizo un ovillo y se acost en un rincn del cuarto, cansada, desganada, plegando sus alas? En qu momento la certeza se transform en interrogante? En qu momento las manos tiraron las caricias al cesto de los papeles? Ella lo sabe. Quiere armar la escena con precisin matemtica, pero no encuentra los gestos, la intencin, el motivo. Hurga entre los recuerdos.Espa, busca, indaga...Su memoria es traidora: no la ayuda, le esconde datos, le mezcla los recuerdos buenos con los recuerdos malos. La cuestin es que ahora importa poco que haya habido sublimes desvaros y ansias incontrolables.La cuestin es que ahora importa poco que haya habido una unin de puente tendido entre los dos, que hayan sido nufragos abrazados sobre una balsa en medio del ocano, que se hayan repetido hasta el delirio que moriran si no estaban juntos. Porque ahora ella ya no puede asegurar que sigue enamorada. Ella no puede convencerse de que lo necesita. Ella se queda con los ojos abiertos en la noche, buscando en la oscuridad una explicacin que la tranquilice, que le aquiete esa culpa que siente por lo que ya no siente. No es felz ni desdichada, cmo se puede vivir as? Est como una plaza en una siesta de verano: verde de rboles y coloreada de flores, pero sin presencias humanas.Ganas de llorar no tiene.Ganas de gritar no tiene.Podra, por ejemplo, hacer una cantidad de cosas que antes no se atreva a hacer sola, porque la soledad le daba miedo. Podra caminar por una calle, con pasos rtmicos, por el solo placer de caminar. Podra ir al cine a revivir que cuando era adolescente estaba casi loca por Paul Newman. Podra... podra... podra... Lo que verdaderamente no sabe es cmo decirle a l todo esto. Por qu l no lo entender.Por ms que siempre dijo que la conoca mejor que a, la palma de su mano, que la comprenda, que poda leer sus pensamientos, que saba cmo hacerla felz, cmo hacerla brillar, cmo hacerla sentir bien, plena, en paz... No la entender. Se pondr furioso, arremeter contra ella con frases hirientes, con gestos hostiles. Tratar de humillarla, de conmoverla, de hacerla sentir como una nia, como una vieja, como una tonta, como una loba, como un cordero, como un ave de rapia, como una flor, como una espina, como un pan dorado, como una daga refulgente.Tratar de despedazarla, de unirla, de someterla, de rescatarla, de odiarla, de hacerse el mrtir, el desahuciado, el pobrecito, de hacerse el superhombre, el conquistaador, el guerrero, el manso, el brazo, el incrdulo, el sarcstico, el noble, el dulce, el potico, el abandonado. Usar todas las armas y todos los matices.Ser una batalla tan larga y agotadora, que ella terminar por admitir que bueno, que est muy confundida, que s, que lo mejor ser darse otra oportunidad... que est bien, que no se puede tirar todo por la borda sin hacer un intento por salvarlo, por rescatar lo rescatable, por...Y har el intento.Porque las mujeres hemos sido educadas as: para hacer el intento por salvar las cosas, y ella es una mujer igual a todas las mujeres y no sabe, como los hombres saben, cortar las cosas de un hachazo y chau. Por eso maana a la maana lo va a llamar y le va a decir que tiene que hablar con l de algo importante. Y le va a plantear sus dudas. Y se va a aguantar todo lo que sabe que suceder. Y le conceder un plazo para arreglar las cosas. Maana mismo.Porque sabe que una mujer... para terminar con una relacin amorosa o casi amorosa o que fue amorosa alguna vez, debe pasar tres veces, por lo menos, por tres intentos. Las tres veces las mismas escenas. Las tres veces las tripas retorcindose dentro de ella. Las tres veces diciendo lo mismo y oyendo lo mismo.Slo que la tercera vez, por fin, agachando la cabeza y encogindose de hombros, sin replicar, sin decir la ltima palabra, haciendo odos sordos a la frase con la que l tratar de partirla en dos... por fin, por fin, por fin podr marcharse caminando despacito, como si sufriera terriblemente, sin darse vuelta... primero pasitos cortos, lentos; despus pasos ms largos, ms rapidos, y al fin esa distancia que no la deja or ms, esa distancia que le permite respirar, que le pone todo el universo delante de los pies, para que lo recorra como se le antoje, como pueda, como quiera, ya sin pensar en qu momento se cortaron los hilos y porqu y cmo se lo va a decir a l...

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