Poetica Del Semaforo

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POETICA DEL SEMAFORO Fernando Buen Abad Domínguez Hijos predilectos del ensayo y el error señaléticos, los semáforos han salvado tantas vidas como la penicilina. Son artefactos paradigmáticos del desarrollo urbano, que en su historia como en su funcionalidad, condensan los modos sanguíneos de cierto fluir cotidiano. Con las pautas cronometradas de sus parpadeos casi incansables son esa "luz en el camino" que fronteriza vida y muerte. Sí o sí. De las redes ferroviarias a las calles, pasando por todos los usos sucedáneos y conexos que hemos dado al semáforo, nutrimos una relación fetichista intensamente enraizada en los valores más profundos de la existencia. Toda la obediencia y crédito que depositamos en la conducta mecánica de los semáforos se parecen muy poco a las que le otorgamos a otros artefactos o conceptos. Confiamos nuestras vidas al semáforo con una certidumbre verdaderamente religiosa, bajo el supuesto de una infalibilidad casi teológica. Entonces cruzamos calles y avenidas protegidos por el manto magnético de una luz verde, amarilla o roja que se volvió depositaria de convenciones culturales complejísimas. Magia cotidiana virtualmente iluminada. Los semáforos son portadores públicos de convenios colectivos respetados a precios altísimos. El estallido cultural que produjo la revolución urbana contemporánea (y viceversa dialéctica) hizo necesario inventar un sistema de mandato callejero y permanente que moderara los flujos y reflujos humanos en todos los sentidos. Se hizo necesaria una suerte de acuerdo común que, a gusto o a disgusto, impusiera ritmos al devenir cotidiano. A pie o en auto.

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La luz que nos guía en las calles

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POETICA DEL SEMAFORO Fernando Buen Abad Domnguez Hijos predilectos del ensayo y el error sealticos, los semforos han salvado tantas vidas como la penicilina. Son artefactos paradigmticos del desarrollo urbano, que en su historia como en su funcionalidad, condensan los modos sanguneos de cierto fluir cotidiano. Con las pautas cronometradas de sus parpadeos casi incansables son esa "luz en el camino" que fronteriza vida y muerte. S o s. De las redes ferroviarias a las calles, pasando por todos los usos sucedneos y conexos que hemos dado al semforo, nutrimos una relacin fetichista intensamente enraizada en los valores ms profundos de la existencia. Toda la obediencia y crdito que depositamos en la conducta mecnica de los semforos se parecen muy poco a las que le otorgamos a otros artefactos o conceptos. Confiamos nuestras vidas al semforo con una certidumbre verdaderamente religiosa, bajo el supuesto de una infalibilidad casi teolgica. Entonces cruzamos calles y avenidas protegidos por el manto magntico de una luz verde, amarilla o roja que se volvi depositaria de convenciones culturales complejsimas. Magia cotidiana virtualmente iluminada. Los semforos son portadores pblicos de convenios colectivos respetados a precios altsimos. El estallido cultural que produjo la revolucin urbana contempornea (y viceversa dialctica) hizo necesario inventar un sistema de mandato callejero y permanente que moderara los flujos y reflujos humanos en todos los sentidos. Se hizo necesaria una suerte de acuerdo comn que, a gusto o a disgusto, impusiera ritmos al devenir cotidiano. A pie o en auto. Se hizo irrenunciable la adopcin de imperativos categricos que ni el propio Kant sospech, para moldear las conductas de los pueblos con una nueva tabla de mandamientos sintetizada. Pare!. Prevenga!. Avance!. Pero sobre todo se cre un artefacto especialmente estrambtico y delirante que maana, tarde y noche repite ciclos abrumadores de poesa lrica y pica abstractas. El tema que obsesiona al soliloquio de los semforos es la vida o la muerte y todos hemos testimoniado o protagonizado algn drama, menor o mayor, sobre el escenario de la locura urbana. Con la presencia y proliferacin de los semforos en las vas pblicas sobrevino tambin una esttica indita en la historia de la cultura. Diseos, tamaos, colores, posiciones, texturas y recursos de todo orden comunicacional han evolucionado dialcticamente para perfeccionar, sin lograrlo del todo, el protagonismo semaforero. Las calles se infestaron con postes esquineros que priorizaron su estar sobre el transitar de la gente. Las calles se vistieron de luces en una fiesta taurina nueva que dej atrs la mitologa del toro para inaugurar el toreo de automviles y personas alternadamente. Se plag el espacio con colores convencionalizados que uniformaron a su modo, lo colectivo como insignia inequvoca de progreso. Emergi una esttica del semforo que a fuerza de convenios, discursos, presupuestos, impuestos y tragedias se ha estandarizado internacionalmente, hasta las saturaciones ms descabelladas. Oriente y occidente, norte y sur presumen como logro de modernidad la decoracin callejera que su explosin demogrfica ha forzado. La bandera de la "aldea global" tendr seguramente los colores del semforo. Toda la cultura se sintetiza en un semforo. De la histora urbana al devenir de las ideas polticas pasando por tecnologas, ciencias, artes y filosofas. En un semforo caben adems infinidad de reflecciones existenciales que se suscitan como sueo diurno en la vigilia de quien espera la luz para continuar con su camino. Hay semforos que transformaron vidas enteras. Es posible incluso desarrollar una "Psicologa del semforo". Lo que cada pueblo hace mientras aguarda el cambio inexorable de las luces es inabarcable. Depende de horarios y de zonas, de educaciones y cosmovisiones. A pie, en automvil, colectivo o camin, unos se sacan los mocos, otros otean cuerpos, rostros y vestuarios. Algunos miran los diarios, sintonizan la radio o hablan por telfono. Hay quienes se sumergen en cavilaciones preconscientes mientras otros buscan en sus carteras monedas sueltas para obsequiarlas a alguien que pide. Por una calamidad u otra. Existe incluso un cierto morbo suicida que seducido por tentaciones trasgresoras momentneamente desatiende los mandatos semaforiles. El catlogo de los resultados acarreados por semejantes tentaciones podra llegar a ser macabro. Y es que lo que tiene de autoridad y de autoritario un semforo como representante de poderes inconmovibles suscita agresiones que ninguna sociologa ha terminado por explicar. Pero ocurren Como en una religin sincretista los rituales cotidianos a que nos acostumbra el semforo piden que dasarrollemos movimientos corporales muy diversos asociados ntimamente con nuestros estados de nimo siempre cambiantes, semforo tras semforo. Se inauguraron emociones que otros perodos histricos no conocieron. La combinacin producida cuando se mezclan un medioda caluroso, una necesidad fisiolgica increscendo, algunas preocupaciones econmicas, ciertas penas amorosas, ese principio de lcera y un semforo largo puede tener pronsticos incalculables. No hay divn que lo soporte. En medio de lo aparentemente funcionalista, pragmtico y racionalista que supone todo el operativo que disea, instala y controla semforos, vive una tendencia inteligente que no deja de ser alimentada por cierto estmulo del pensamiento mgico. Actualizado, potenciado y vivificado por los alientos de los tiempos cambiantes. Lo mismo nos pas con el rayo. Todas las relaciones que instauramos cotidianamente con los semforos, a sabiendas o no, han quedado insertas en la estructura cultural de las sociedades contempraneas y en los modelos estticos colectivos. Alguien decidi por nosotros sin consultarnos y los integramos al regodeo fantstico de nuestros atavismos. Nos gusten o no los semforos se implantan y trasplantan como fetiche que aceptamos incuestionablemente sin saber si curar algn mal, remediar algn conflicto especifico o llenar el requisito presupuestal que obliga a gastar en semforos porque as lo impone un contrato. Los semforos llegan a constituir bosques de luz alineados contra los horizontes naturales y artificiales de las urbes. Bosques habitados por duendes culturales invisibles cuya voz cromtica pasa del verde al amarillo y al rojo como en un canto de espritus ahogados bajo el ruido del trfico. Los semforos poseen una fuerza compleja y atemorizante, guardan en su ser y modo de ser la sustancias arquetpicas ms profundas y los arcanos mayores de la sobrevivencia urbana. Son como dioses cuya voz obedecemos mansamente y cuya luz nos gua diariamente para que a salvo, con nuestros sueos y futuro, bien puestos sobre la fe cotidiana., crucemos los caminos.