Poesía de los Trovadores

8/13/2019 Poesa de los Trovadores

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POESA DE LOS TROVADORES

Versiones de Francisco Serrano


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Francisco Serrano Poesa de los trovadores

Guillaume de Poitiers

(1071-1126)_________________________________________________________________________________________________________

CANCIN

Har un poema sobre nada:

no es de amor ni de amada,

no tiene salida ni entrada,

sino que lo hallo

dormitando por la calzada

en mi caballo.

Yo no s cundo fui alumbrado,

no soy alegre ni amargado,

no soy hablador ni callado,

ni te hago caso,

porque acepto que todo es dado

como un acaso.

No s a qu hora me adormec,

al despertar, muy poco vi,

mi corazn casi part

con ese mal,

no voy a fiarme ni de ti,

por San Marcial.

Estoy enfermo y morir,nadie sabe decir de qu,

a un mdico recurrir,

ignoro cul;

si es uno bueno, sanar,

si no, qu mal.

Tengo una amiga, no s quin es,

nunca la he visto, ni una vez,

nada me ha hecho, ni importa, pues

nada concierta


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si hay un normando o un francs

contra mi puerta.

Nunca la vi, en todo un ao,

la amo mucho, mas no la extrao,no me ha hecho bien ni dao,

pero adems

yo s de otra, desde antao,

que vale ms.

Cancin al fin, no s de quin,

la pasar sin prisa a uno en

Poitiers, que pueda darla, y bien,

a alguien cercano

que la transmitir, tambin,

de mano en mano.


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Bernart de Ventadorn

(1147-1170)

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CUANDO CONTEMPLO A LA ALONDRA MOVER

Cuando contemplo a la alondra mover

sus alas contra el sol, gozosa,

cmo se abandona y deja caer

por la dulzura que la acosa,

siento una envidia tal, que si

veo a uno gozar, jocundo,me maravillo de que sea as,

cmo es que de deseo no me fundo.

Ay de m!, yo que pensaba saber

de amores, s tan poca cosa,

porque de amar no me puedo abstener

a la que sin piedad es tan hermosa.

Me rob el corazn, me rob a m,

a ella se rob, y rob a todo el mundo,

nada me deja al privarme de s,

slo ansiedad en el pecho infecundo.

No tendr nunca sobre m poder,

me perd desde esa vez deliciosa

en que en sus ojos me permiti ver-

me: un espejo de luna esplendorosa.

Espejo, desde que me mir en ti,

me mata un suspirar de lo profundo,

pues como se perdi Narciso me perd,

y como l en la fuente, igual me hundo.


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Me desespera tanto no tener

confianza en la mujer, dama ni moza,

que aunque yo las sola proteger,

mi nimo defenderlas ya no osa,

ninguna vendr a ayudarme a m,

por eso me atormento y me confundo.

A todas temo, a ninguna cre,

bien s que son iguales, ms no abundo.

En eso se muestra bien mujer

mi dama, lstima, tan veleidosa:

no quiere lo que se ha de querer,

y hace lo que no debe, afanosa.

En desgracia, como el loco, ca

cuando cruzaba el puente, en lo profundo,

y no s lo que ocurre, o tal vez s:

piqu demasiado alto en este mundo.

La piedad, es verdad, se va a perder,

ninguna duda abrigo recelosa,

si la que ms debera tener

considera tenerla poca cosa.

Ah, qu duro parece, pero as

es, ver cmo a este triste gemebundo,

que sin ella ningn bien tiene, ni

nada, lo deja morir en un segundo.

Si con ella no me van a valer

ni ruegos ni favores, desdeosa,

puesto que ya no le causa placer

que le diga mi palabra amorosa,

voy a alejarme; desist,

me mat: hlito de muerte infundo.Ya que no me retiene aqu,


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al destierro me ir, o al inframundo.

Tristn, nada tendrs de m,

ya me voy, desdichado, no s adnde,

hoy renuncio a cantar, huyo de aqu

sin dicha: voy donde el amor se esconde.


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Arnaut Daniel

(1180-1195)

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DULCES SILBIDOS

I

Trinos, silbidos

oigo y gorjeos

de aves que en su latn hacen su ruego

a su pareja; igual t y yo halagamos

a amigas con las que nos entendemos;con la ms bella me he de entrevistar,

y una cancin har, alta como un destello,

que no tenga palabra falsa ni rima vil.

II

Ni estoy perdido,

ni doy rodeos

cuando al interior del castillo llego

de mi seora, a la que codiciamos

con hambre ms all de todo extremo;

por su belleza, que no tiene par,

mil veces al da levanto el cuello:

mejor pobre placer que dolor de marfil.

IIIBien recibido

ser, preveo,

porque al hablar no he sido lego:

prefer el oro al cobre; nos besamos

y con su manto azul nos envolvemos

a fin de las miradas evitar

de esa calaa de culebras sin resuello,habladores de lengua viperina y hostil.


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IV

Dios bendecido,

que no hizo reo

de sus pecados al centurin ciego,

deje, si quiere, que ella y yo yazcamos

all en el aposento que indiquemos;

cita feliz, y cuando sin dejar

de besar y rer muestre su cuerpo bello,

yo pueda contemplarlo a la luz del candil.

V

Tallo florido,

brote, el jaleo

que arman los pjaros con su rejuego,

no son ms frescos; sin ella, ni a amos

de urbes envidio, ni a reyes supremos;

pero voy, fiel, las manos a juntar

y a darme: la honrara un rey con su sello

o aquel que un doble imperio administra, sutil.

VI

Boca, te he odo

prometer, creo,

como si fuera yo emperador griego

digno de loores, o el rey que honramos

de Roma o aquel de Tiro? Tenemosque estoy loco si anso solicitar

tanto que me arrepienta de Amor un atropello,

pues quien el gozo espanta no es sabio: es incivil.

VII

Al perseguido

por lenguas, veo

sin temor, no obstante que al rey gallego

haya hecho errar; y, as, lo censuramos,


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pues apres a Raimn, bien lo sabemos,

que era pariente suyo y fue a peregrinar,

y no habr estimacin para l por ello

si no lo suelta ahora de ese infame cubil.

No lo vi, porque andaba subido en una rampa

viendo acceder al trono al nuevo rey de Estampa.


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EL FIRME ANHELO QUE EN EL PECHO ME ENTRA

I

El firme anhelo que en el pecho me entra

no pueden arrancarlo pico ni ua

del hablador, que as perder el alma;

no le voy a pegar con rama o vara,

aun a escondidas, donde no haya un to;

de gozo gozar, en jardn o alcoba.

II

Cada vez que me acuerdo de la alcoba

donde, para mi mal, s que nadie entra

pero todos vigilan, primo o to,

me tiembla todo el cuerpo, incluso la ua,

igualito que un nio ante la vara:

temo suyo no ser, con toda el alma.

III

Con el cuerpo ser, no con el alma

si consintiera que entre yo en su alcoba!

Ms me lastima que un golpe de vara,

que all donde ella est, su siervo no entra.

Con ella ser siempre carne y ua,

y no voy a escuchar a amigo o to.

IV

Jams am a la hermana de mi to

tanto ni ms, lo juro por mi alma!

Tan cerca como est el dedo de la ua,

si acepta, estar quisiera de su alcoba;

har de m el Amor, que en el ser me entra,

mejor que el fortachn de dbil vara.


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V

Desde que floreci la seca vara

y nacieron de Adn sobrinos, tos,

amor como este, que en el pecho me entra

no creo que existiera, en cuerpo ni alma;

dondequiera que est, plaza o alcoba,

no me separo de ella, ni media ua.

VI

As mi corazn se une y se aa

a ella, cual la corteza hace en la vara;

me es torre de placer, palacio, alcoba,

y no amo ms a hermano, primo o to:

tendr en el cielo doble gozo mi alma

si hay alguien que por bien amar ah entra.

VII

Arnaut enva su cancin de ua y de to

con la venia del alma de su vara,

a Aquel cuya virtud en la alcoba entra.


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Arnaut de Maruelh

(1195)

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SEORA, MS GENTIL DE LO QUE S EXPRESAR

Seora, ms gentil de lo que s expresar,

por quien no hago ms que gemir y suspirar,

ste, tu fiel amigo, bondadoso y cordial

seguro lo conoces y adivinars cul,

te dirige y enva la salud que l no tiene:

jams tendr algn bien si de ti no le viene.

Hace mucho, seora, que intento comprender

cmo conseguir decirte mi querer,

mi pensamiento y los fines de mi intencin:

por mensajero o por mi propio corazn;

por mensajero no me atrevo, temeroso

de que ello te moleste y resulte enojoso.

Lo dijera yo mismo, pero estoy tan turbado

por el amor, que, al verte, olvido lo pensado.

Remito para ti un mensajero muy fiel:

una misiva ma sellada va con l.

A ningn mensajero conozco ms corts

ni hbil para esconder lo que realmente es.

He aqu el consejo que me ha inspirado Amor,

a quien todos los das dirijo mi clamor:

ya que lo quiere, Amor me ha ordenado escribir

aquello que la boca no se atreve a decir.

No me atrevo a buscar ni pretexto ni excusa

al mandato en que Amor no tolera recusa.

Escucha pues ahora, seora, si lo quieres,lo que mi carta te dir donde estuvieres.


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Seora corts, duea de un saber exigente

que te vuelve agradable para toda la gente,

eres poseedora de toda perfeccin

en el pensamiento, en la palabra, en la accin:

la gracia, la belleza, el encanto sutil,

el habla, la cultura, el cuerpo gentil,

tu radiante sonrisa, tu color, tu valor,

y dems cualidades; la mirada de amor,

las hermosas acciones y dichos de alegra,

son materia que me hace meditar noche y da.

Cuando ocurre que no te voy a poder ver,

ni gozo ni deleite me es posible tener;

ni gozo ni deleite tengo, y soy como un muerto

si finalmente no puedo llegar a puerto;

porque la larga espera y el deseo de or

de ti, y el mucho velar y el tan poco dormir,

el anhelo de verte y la preocupacin

incesante me oprimen cruelmente el corazn.

Cien veces, noche y da, pido a Dios el horror

sombro de la muerte si no tengo tu amor.

Cmo obtendr tu amor?: ya no tengo albedro.

Sabe Dios que soy tuyo cien veces ms que mo;

porque de ti, seora, conozco que me viene

lo que bien hago o digo, y cuanto me conviene.El primer da que te vi, Amor penetr

en mi corazn con tal fuerza que encendi

una hoguera, que no mengu una vez prendida

y no se extingue: a diario aumenta, enardecida.

Mientras ms alejado estoy de ti, seora,

ms y ms se acrecienta el amor, que te adora;pero cuando sucede que te consigo ver,


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o admirar, nada siento, no me s conmover.

S que el dicho que suele decirse es falso: miente

lo de ojos que no ven, corazn que no siente.

Seora, el corazn me duele al comprender

que no te podr ver. Y ya no s que hacer.

Mi corazn fue all el da que te vi;

nunca ms ha podido separarse de ti:

no se aleja de ti ni un segundo, da y noche

vive contigo y te corteja, da y noche

est contigo all donde est, y no reposa

incapaz de pensar en cualquier otra cosa.

Si creo pensar en otra cosa, un mensaje

recibo: el corazn, proclive a tu hospedaje,

como tu mensajero, razona, me recuerda,

y de tu ser gentil la memoria se acuerda:

tu hermosa cabellera rubia, tu clara frente

que es ms blanca que el lirio, tu mirada sonriente;

la nariz recta, el rostro de encendido color,

ms blanco y sonrosado que ninguna flor;

la boca breve y hmeda, y los dientes, ms blancos

que la plata acendrada, mentn, garganta, blancos,

y el pecho cual la nieve o la flor del espino;

tus bellas manos blancas, de largos dedos finos

y delicados, tu agraciada figuradonde nada es innoble y todo es hermosura;

tus respuestas sinceras y finas, tu agudeza,

la gentileza de tu trato, tu franqueza;

y el hermoso semblante que al fin me dirigiste

la primera ocasin que te vi y t me viste.

Si el corazn te evoca y me dice todo esto,me arrebata a tal grado que acto descompuesto;


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porque ya no s adonde voy ni de donde vengo,

y es una maravilla si apenas me sostengo;

el corazn me falla y se me va el color:

tanto as me tortura, oh seora, tu amor.

De da padezco el rigor de esta batalla

y, con todo, en la noche sin piedad me avasalla.

Porque en el momento en que me he ido a acostar

y pienso que por fin lograr descansar,

comienzo a dar entonces vueltas y vueltas, giro,

me revuelvo, pienso una y otra vez, s, suspiro

y despus me levanto, para luego sentarme,

slo para enseguida regresar a acostarme;

y me recuesto entonces sobre el brazo derecho

y luego lo hago sobre el izquierdo y del lecho

arrojo las cobijas apresuradamente

para despus taparme de nuevo lentamente.

Cuando creo que me he esforzado bastante,

saco los brazos y, las manos delante

del pecho, con los ojos hacia el sitio en que s

que ests, voy repitiendo esto que contar:

Seora excelentsima, perfecta y agradable,

quiera Dios que en su vida le fuera una vez dable

a este fiel enamorado tuyo conocer

el da o la noche en que pueda por fin verfurtiva o libremente, tu cuerpo deseado,

grcil y gentil, entre mis brazos, y besado

dulcemente tus ojos y tu boca, que un beso

me valga ms que cien, y me ate el embeleso!

He dicho demasiado, pero no pude ms;

he dicho demasiado, ya no debo hablar ms.

Si bien nicamente una vez he expresadolo que en el corazn mil veces he pensado.


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Cierro los ojos, dejo escapar un gemido

y suspirando me voy quedando dormido.

Entonces va mi espritu derecho a ti, seora,

a ti, cuya presencia anhela a toda hora,

y de la misma forma como yo lo deseo

noches y das, cuando medito en ello, veo

que a placer te corteja, besa, abraza, acaricia.

Ser conde o rey desdeo: soar es mi delicia.

Pues he aqu que prefiero dormitar disfrutando

a, anheloso sin fin, languidecer velando.

Ni Rodocesta, Biblis, Blancaflor, Tisbe, Elena,

ni Semramis, Leda, Antgona, ni Ismena,

ni la hermosa Isolda, la de rubios cabellos,

gozaron con su amor de deleites tan bellos

ni la mitad de la dicha ni del deseo

que yo tengo contigo, o al menos eso creo.

De dulzura suspiro, y luego al despertar

abro febril los ojos y contemplo el lugar

despacio, aqu y all, y me imagino hallarte,

a mi lado, seora, mas no logro encontrarte

ni verte: cierro los ojos, vuelvo la cara

junto las manos, por si eso me deparara

el dormir; y sin xito me reintegro a la dura

batalla de amor que me vence y me tortura.

Seora, no puedo ni la centsima parte

de mis penas ni de mis males enumerarte;

ni de los sufrimientos, angustias y dolores

que padezco, seora, por tu amor, Amor es

causa de mis tormentos: me abraso estando vivo

y en medio de esta hoguera me consumo cautivo.

Ahora te suplico, seora, por piedad,que me absuelvas si peco o yerro, en soledad.


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Escucha, seora, esta plegaria, la criatura

ms gentil que en el mundo concibiera natura,

mucho ms bella que bello da de mayo,

sombra de esto, sol de marzo, rosa de mayo,

lluvia de abril, flor de gracia, espejo de amor,

llave de leal mrito, recipiente de honor,

sol de juventud, germen y flor de discrecin,

lugar de encanto, cmara de deleites, mansin

de liberalidad... No s decir, seora,

ms ni puedo mejor. De rodillas ahora

te ruego que me aceptes como tu servidor

y que no dudes en prometerme tu amor.

No pido nada ms porque ello no conviene;

todo queda en tus manos y a tu merced se atiene.

Y puesto que de m mismo hago tu alabanza,

cuando menos promteme brindarme tu esperanza

para que me consuele, si acaso tengo suerte,

magnfica esperanza ma, s, hasta la muerte.

Pues prefiero con buena esperanza morir,

a despechado arder y dejarme abatir.

Seora: no me atrevo a insistir ni a rogar,

pero que Dios te salve y te quiera guardar;

y, si quieres, devulveme esta salutacin.

Puesto que Amor ha obrado mi capitulacinpor causa tuya, pido ahora, por mi bien,

que Amor que todo vence, te venza a ti tambin,

Seora!


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Peire Vidal

(...1183-1204...)

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PUESTO QUE VOLV A PROVENZA

Puesto que volv a Provenza

y ello a mi dama agrad,

har una alegre cancin

a modo de recompensa.

Con servir y con honrar

se obtienen del buen seordon, beneficio y honor

si se saben apreciar;

as, me voy a esforzar.

Quien maldice la paciencia

incurre en un grave error;

de Arturo el pueblo bretn

conserv la preferencia.

Y yo por mucho esperar

conquist con gran dulzor

el beso que el fuerte amor

me hizo a mi dama robar,

que hoy ella se digna dar.

No falt por negligencia;conservo pues la ilusin

de que el mal mude a favor

porque el bien tan bien comienza.

Y se podr confortar

en m cualquier amador:

saco, tras ardua labor,

lumbre del fro glaciar

y aun agua dulce del mar.

No pequ: hice penitencia,


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sin culpa ped perdn,

de nada obtuve un fiel don

y de ira benevolencia,

y gozo pleno al llorar

y de amar dulce sabor,

y soy audaz por pavor

y s, perdiendo, ganar

y aun vencido, derrotar.

Obtendr correspondencia?

Vencido sabe que estoy;

considera de razn

el que, vencido la venza;

pues se debe apoderar

franca humildad del rigor.

Yo no encuentro valedor

cuya ayuda aprovechar,

mas ruego y merced clamar.

Como a su magnificencia

completamente me doy,

no debe decir que no;

sin ninguna reticencia

soy, para vender y dar,

suyo; comete un error

quien dice que a otro sectorvoy: mejor a ella aorar

que de otra el favor ganar.

Gran Rainier*, por mi conciencia,

careces de parangn,

el ms valiente barn

no igualar tu excelencia.Y pues Dios te hizo sin par


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y a m tu leal servidor,

te ofrecer mi loor;

har cuanto pueda crear.

Rainier, dgnate aceptar.

*Peire Vidal llama as al vizconde Barral de Marsella (muerto en 1192).


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TROVEROS Y MINNESINGER


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Friedrich von Hausen

(hacia1150 -1190)

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ME PRODUCE GRAN DOLOR

I

Me produce gran dolor

haber dejado a la hermosa;

intrepidez me falt,

no le dije cun preciosa

me era la luz de su amor,porque la inquina envidiosa

de algunos, me lo impidi.

Que quien al Infierno acosa

les d una pena espantosa.

II

Me estn vigilando, en fin,sin el derecho de hacerlo.

Muestran su codicia, sin

que les valga merecerlo.

Podran desviar el Rin

hasta el Po, s, retorcerlo,

antes que yo deje, ruin,

no importa lo sucedido,a aquellos que me han servido.


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Chrtien de Troyes

(1160 - 1190)

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DE AMOR, QUE ME HA ROBADO(fragmentos)

De Amor, que me ha robado, lo s,

y que no me quiere retener,

me quejo, aunque le permitir

tratarme conforme a su placer,

si bien soy capaz de precaverel lamentarme, y dir por qu:

a quienes le fallan observ

frecuentemente alegres volver,

y yo fallo, por mi buena fe.

Si alza Amor su ley, que yo ensalc,

y a sus enemigos quiere vencer,

lgico es, y as lo creer,

que a los suyos no deje caer;

yo, que no puedo retroceder

frente a aquella a la que me at,

mi corazn, que es suyo, le enviar,

y aunque de nada le pueda valer,

lo que le debo le devolver.

Seora, vuestro vasallo soy,

decidme, con gusto me aprobaris?

No s, pues conocindoos voy,

si os molesta: esclavo me tenis.

Y puesto que ya no me queris,

a pesar de todo, vuestro soy;

si de alguno debis tener hoy

piedad, bueno es que me soportis,

que a servirle a otra presto no estoy.


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Si tu dama te ha de rechazar

no por eso de ella partirs;

a su servicio debers estar

siempre, en lo que haces y lo que hars.

La abundancia, advierte, no amars,

la carencia no te va a pesar.

Dulce es si te sabes distanciar;

mientras la hayas deseado ms,

ser ms dulce para probar.


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Heinrich von Veldeke

(finales del sigloXII)

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EL SOL DEJ DE BRILLAR

El sol dej de brillar,

retirndose ante el fro,

y dejaron de cantar

los pjaros del esto.

Est triste el corazn,

pues llegaron las heladasdejando, sin compasin,

flores marchitas y ajadas.

Est la campia mustia

y esto me provoca angustia.


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Heinrich von Morungen

(?-1222)

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SEORA, PARA VIVIR

I

Seora, para vivir,

miradme al menos, querida.

Ya no puedo resistir,

estoy perdiendo la vida.

Mi alma est enferma, herida.Seora, son causa de mi congoja

mis ojos, tu boca roja.

II

Mira mi dolor, seora,

antes que pierda la vida.Por qu me dices ahora

esta palabra homicida?

Por qu siempre dices no?

No, no, no, no, no, no, no:

mi pecho se desgarr.

No podras decir s,

s, s, s, s, s, s, s?Mi pecho sufre por ti.


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ME PAS COMO A UN NIITO

Me pas como a un niito

que, vindose en un espejo,

toca su propio reflejo

hasta que al fin, con un grito,

lo ve romperse, perplejo.

Del gozo la pena es dejo.

Pens ser feliz; hoy admito

que ver a mi amor, contrito,

me anima y hiere, y me alejo.


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Wolfram von Eschenbach

(ca. 1170- 1220)

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CUANDO BROTAN LAS FLORES Y LAS HOJAS

I

Cuando brotan las flores y las hojas,

en primavera, y cantan viejos cantos las aves,

yo, en cambio, entonar puedo cosas nuevas y suaves,

aunque hiele, seora, y no oigas mis congojas.

La msica del bosque, su sonidoen mitad del verano, no halagan el odo.

II

Brillan resplandeciendo ms las flores

a causa del roco, que humedece el lugar.

Los pjaros que cantan, los mejores,

a sus hijos entonces se ponen a arrullar.No duerme en ese tiempo el ruiseor:

despierto estoy, y canto del valle alrededor.

III

Consuelo busca mi canto, mujer,

tu ayuda es ahora lo nico que me puede servir.

Porque tu galardn debe atenderal servicio que te hago y te har hasta morir.

Deja que venga mi consolacin,

as quedar libre de mi larga afliccin.

IV

Tu ayuda lograr, mujer, s buena.

Acaso ests dispuesta a cortar de raz

mi suplicio, que se acabe mi pena

y que mi larga espera tenga un final feliz?


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Tu grato proceder ha hecho as

que todas mis canciones te las dedique a ti.

V

Mujer, tu bondad y tu ira, a la par,

me dieron alegra en muchas ocasiones.

A mi espritu quieres consolar?

Acaba de una vez con mis lamentaciones.

Con una palabra me salvaras:

tendr otra vez confianza el resto de mis das.


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Walther von der Vogelweide

(1170 1230)

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A DNDE HAN HUIDO MIS AOS?

A dnde, a dnde han huido mis aos?

Es la vida verdad, o un sueo extrao?

Lo que yo cre que fue, ha existido?

Ya no s por cunto tiempo he dormido.

Ahora, que por fin he despertado,

nada reconozco, estoy perturbado.La gente y el lugar donde crec

son como espectros, ajenos a m.

Mis amigos estn lentos y viejos,

la campia cambi, el bosque est lejos.

Slo el agua traza el mismo camino.

Digo en verdad que es un triste destino.

No me saluda aquel que conoca.Pienso con pena en mis dichosos das,

que pasaron como una tempestad.

El mundo est lleno de hostilidad.

Ms cada vez, ay!

Poesía de los Trovadores

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