POEMA MACHADIANO DE ANTONIO M.HERRERA
Transcript of POEMA MACHADIANO DE ANTONIO M.HERRERA
Villa Amparo(Rocafort, 1938)
El jardín es todo luz del este,
cálida y picante. A punto de aflorar.
Y, sin embargo, la sombra está impregnada
de una melancolía de tiempo negro
que quiere ser rencor, pero no puede.
Y no son los setos de boj que triangulan el espacio
ni las palmeras que aspiran a ser cúpulas
ni los limoneros que maduran como ritmos ya lejanos
ni el surtidor que tiembla en melindres de reguero
ni la blanca balaustrada que recibe,
con peldaños de abrazo, un calvario.
Son tal vez los postigos entreabiertos
que, negándose al destello vegetal,
refrescan la escasa sangre que habita en las estancias.
Son los pasos arrastrados. Minúsculas palabras.
Suspiros que huelen a tabaco y a dolor.
Algunos versos que ya no pueden con su propia métrica
porque no queda ni mano viril ni forjador
para una espada ya cansada.
En tu corpachón desaliñado de mapa de miseria,
transpiras arrugas de derrota,
de no aceptar, incrédulo, lo antes intuido.
Eres demasiada crónica de un desastre colectivo
como para soportarla en un esqueleto.
Se cierran las tenazas. Todo se va acabando.
Espera aún un largo exilio de trenes,
tus trenes, los de miles, los trenes del exilio.
Nada te llevas, salvo el corazón helado
por la otra mitad que ya temías.
Detrás, queda la agonía de trincheras.
Espanto y grima, has dicho.
Delante, ¿ya lo sabes?, décadas de odio.
Te recibirán tras la frontera convulsa
por otros moscardones no domésticos.
El último viaje de un desnudo, Abel Martín.
Como un hijo de la mar, tú, tan de tierra adentro.
Todo, prestado. Lo has cumplido.
Les darás lo único que tienes,
un verso alejandrino con color de infancia
que rebuscas, añorante, en el bolsillo.
Y te lo pagarán con una tumba.
¿Cómo va a sonreír el jardín del paraíso?
Lo que flota en él es el eco de una historia
que murió de un tiro muy certero,
urdido lentamente, en muchos siglos.
¡Qué poco duró la exaltación,
españolito que te vas del mundo, qué poco!
Pero escucha un momento, hombre bueno.
Escucha la acequia que pasa, río ya encauzado
rozando la tapia hacia la huerta,
en silencioso fluir de tres colores.
El esplendor del jardín impone
- ¡rachas de marzo que quiere ser abril!-,
sobre la melancolía, la esperanza.
Antonio M. Herrera
(Rocafort, 22 de febrero, 2009)