Poder Poder popular y hegemonía

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analisis de las difernetes concepciones en torno al debate y la practica política relacionada con la lucha por el poder y el Estado, en relacion con la lucha de clases. La hegemoía y el poder popular conceptualizaciones delsde el marxismo, el guevarismo, el autonomismo y el nacionalismo

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  • Fecha de catalogacin: 19/04/2010

    Diseo de tapa e interiores: El Ro SuenaFoto de tapa: Desobediencia de vida (2010), de Gustavo [email protected]

    Impreso en febrero de 2011 en:Cooperativa Grfica El Ro [email protected]

    Caviasca, GuillermoPoder, poder popular y hegemona : hiptesis para el debate . - 1a

    ed. - Buenos Aires : Editorial Cooperativa El Ro Suena, 2010.90 p. ; 21x15 cm.

    ISBN 978-987-24930-1-1

    1. Clases Sociales. I. TtuloCDD 305.5

    Copyleft

    Esta edicin se realiza bajo la licencia de uso creativo compartido oCreative Commons. Est permitida la copia, distribucin, exibicin yutilizacin de la obra bajo las siguientes con diciones:Atribucin: se debe mencionar la fuente (ttulo de la obra, autor, edito-rial, ao).No comercial: no se permite la utilizacin de esta obra con finescomerciales.Mantener estas condiciones para obras derivadas: Slo est autori-zado el uso parcial o alterado de esta obra para la creacin de obras deri-vadas siempre que estas condiciones de licencia se mantengan para laobra resultante.

  • PODER, PODER POPULARY HEGEMONA

    HIPTESIS PARA EL DEBATE

    GUILLERMO CAVIASCA

  • INDICE

    Introduccin ........................................................................ pg. 7Democracia y nueva sociedad ............................................. pg. 12Clase obrera, sujeto y poder .............................................. pg. 21Doble poder, poder local y poder popular ........................ pg. 33El poder popular frente al autonomismo .......................... pg. 39Notas sobre el MST de Brasil y el Zapatismo

    de Mxico ......................................................................... pg. 44Problemas de la autonoma de la clase obrera en el

    Estado Revolucionario ..................................................... pg. 49Contra hegemona y doble poder ...................................... pg. 64El PRT y el doble poder ..................................................... pg. 74Algunos ejemplos para salir de lo admitido ................... pg. 88Balance en torno a la construccin de estrategias

    populares ..........................................................................pg. 113

  • INTRODUCCIN

    En este trabajo nos proponemos analizar la nocin de PoderPopular, en relacin con los conceptos de doble poder, hegemona,Estado y autonoma. Nos valdremos para nuestro anlisis delbagaje terico y experiencia histrica de las clases oprimidas, lasorganizaciones que se identifican con ellas y los pensamientos desus intelectuales orgnicos. Utilizamos principalmente la categoraclases oprimidas y no pueblo, clase trabajadora o simplementeoprimidos porque nos permite delimitar mejor al sujeto de nuestroestudio. Las situaciones que en este texto sern definidas como depoder popular no son exclusivamente obreras, en muchos casostampoco son predominantemente obreras ni abarcan slo elcampo de lo econmico. Pese a ello la categora clase nos permiti-r precisar mejor la naturaleza de los grupos que aparecen comoantagonistas al dominante y ver si expresan algn tipo de contra-hegemona y de qu tipo es.

    Podramos utilizar el concepto de clases subalternas que tam-bin implica una ruptura con la nocin romntica de pueblo comoconjunto de los nacionales. Pero la subalternidad es un conceptoque se basa en elementos diferentes al de explotacin (aunque nola excluya). En la definicin gramsciana, los grupos subalternosson enunciados como disgregados y discontinuos, siempre sujetosa la iniciativa de los grupos que gobiernan, incluso cuando se rebe-lan y sublevan, como el sector marginado de la historia o de lasociedad, en oposicin al grupo dirigencial formado por las litesque detentan el poder poltico, econmico, ideolgico y cultural.Sin desechar la nocin de subalternidad nosotros consideraremosque bajo la hegemona plena de la burguesa lo que existe es unadominacin integral (que excede la explotacin meramente econ-mica) aunque lo econmico sea fundamental. Y como a nosotrosnos interesan los momentos de accin y la resistencia creemos quela categora oprimidos expresa ms claramente la voluntad deaccin y sus objetivos al combinar los conceptos clase y opresin.

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  • La bsqueda de herramientas que permitan la construccin deun poder de nuevo tipo ha sido, e indudablemente es, uno de losobjetivos movilizadores de las luchas populares revolucionarias.Desde nuestra perspectiva, la construccin de un proyecto contrahegemnico ha sido condicin inicial para que las luchas popula-res tuvieran perspectivas revolucionarias y pudieran plantearse lacuestin del poder.

    Orientan nuestro trabajo una serie de preguntas Cuando unaestrategia de poder alternativa es efectiva? Cundo una estrategiaes realmente popular y contribuye a la emancipacin? Cmo seconstruyen alternativas en momentos de consenso para las clasesdominantes? Cmo articular una estrategia revolucionaria con elsentido comn del pueblo? Partimos de la concepcin de que essolo la praxis la que permite un avance en la resolucin de nues-tras preguntas. Las respuestas las buscaremos interviniendo acti-vamente en la lucha de clases, de la misma forma que es la histo-ria de la lucha de clases la que ha parido los desarrollos anterioresde la teora revolucionaria. Y debemos agregar que nuestras res-puestas sern solo provisorias, aproximaciones a la verdad, ya quecomo la historia es devenir y cambio permanentes las respuestasdeben ser permanentemente renovadas. Lo absoluto solo existe entanto opcin conservadora.

    Discutiremos, en base a la experiencia nacional, a los aportesdel PRT (Partido Revolucionarios de los Trabajadores) a la teoralocal del doble poder, a la experiencia latinoamericana y de lospueblos oprimidos que aparecen como posibles generadoras deenseanzas, y a los debates y teorizaciones de los fundadores de lateora revolucionaria moderna. Como lo particular y lo general sondos partes integrales del conocimiento, nuestro estudio remitir enforma permanente a los debates y experiencias de otras latitudes.El problema del poder abarca al conjunto de las prcticas transfor-madoras y debe ser analizado desde una perspectiva histrica.Poder popular, doble poder, Estado y hegemona son ideas fuerte-mente vinculadas con las relaciones de dominacin propias de lamodernidad capitalista y, justamente, surgen como conceptualiza-ciones tericas de las experiencias de lucha popular contra el blo-que dominante y sus instituciones en la poca de consolidacin delos Estados Nacin.

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  • El pensamiento relacionado con el poder, la sociedad, las insti-tuciones y su estabilidad tiene una larga historia. Al menos desdePlatn la filosofa ha estudiado como lograr un orden social esta-ble y reproductible. Es interesante como Aristteles, el ms gran-de de los filsofos de la antigedad clsica, no pudo encontrar unarespuesta satisfactoria a los problemas de la sociedad de su poca,proponiendo un equilibrio entre ricos y pobres eliminando excesosy creando una numerosa clase media de ciudadanos. El problemade los filsofos antiguos estaba en la contradiccin entre libertad ytrabajo que sustentaba la idea de ciudadana y que llevaba a que laamplia mayora de los productores directos fueran excluidos desta.

    Fue recin en la sociedad moderna cuando el poder comienza aser debatido en trminos de ruptura, cuando surgen filsofos queya no piensan en la estabilidad de lo existente sino que reconocenque el problema est justamente en la naturaleza del poder exis-tente y se proponen pesar su transformacin y alternativas. Pordistintos caminos Hobbes, Locke, Maquiavelo o Hegel reconocenla naturaleza de la nueva sociedad y sus problemas y buscan equi-librios que garanticen el nuevo poder del Estado, prncipe, levia-tn, etc. En general, tambin, la modernidad dio nacimiento amovimientos igualitarios en el seno de las revoluciones burguesas,pero estos influenciaron en la filosofa como acicates de la bsque-da del orden, siendo vistos como excesos, como los casos de losniveladores en Inglaterra o los Iguales en Francia. Fue Rousseau elprimer pensador laico que intent dar cuenta del problema de bs-queda de igualdad en su sistema poltico. Pero solo con Marx elproblema del conflicto social fue pensado desde el punto de vistade los trabajadores, asumiendo que el nuevo orden llevaba consi-go nuevas contradicciones. Su tiempo fue el de la consolidacincapitalista en Europa y del surgimiento de la clase obrera moder-na; la revolucin cambi definitivamente de lenguaje.

    Es dudosa la mejora de la situacin social y cultural de las cla-ses oprimidas en la modernidad, lo que es indudable es que porprimera vez se plantearon proyectos polticos no mesinicos quelas tuvieran como sujeto y objeto. Obreros, campesinos y pobres engeneral pasaron de la rebelin y el motn a la revolucin y surgie-ron organizaciones que proclamaron representar sus intereses

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  • especficos. Esto coloc a los trabajadores frente a un nuevo des-afo: el tema del poder. El poder de la burguesa, el de la aristocra-cia y el clero en las diferentes formaciones sociales que han existi-do tuvo reglas de ejercicio especficas mediante las cuales laestructura del sistema funcionaba logrando un consenso estratgi-co entre los miembros de la clase dominante y la hegemona odominio ms o menos violento sobre las clases productoras.

    En este sentido es un problema terico y prctico que no seresolvi an satisfactoriamente (para que sea un poder estable,reproductible en el tiempo y para que sea verdaderamente popu-lar) la forma en que las clases populares puedan ejercer el poder.La burguesa realiza su forma ms estable de hegemona poltica atravs de la democracia representativa y de la existencia de organi-zaciones no estatales funcionales al desarrollo y regulacin del sis-tema social, poltico y econmico. Es lo que llaman sociedaddemocrtica, una sociedad donde Estado y sociedad civil funcio-nan como un todo en la reproduccin, donde existe una hegemo-na burguesa en la visin del mundo.

    Poner en discusin el tema de la democracia cobra gran impor-tancia sobre todo cuando desde las usinas ideolgicas del poder lademocracia es considerada un valor sustantivo exento de contra-dicciones, por lo tanto inmune a la crtica. Y a partir de ese presu-puesto, usado para agredir pases soberanos, producir masacres eimponer formas democrticas institucionales represivas proimpe-rialistas, la burguesa de los pases centrales busc homogeneizaruna superestructura estatal democrtica en la que se proscribie-ra cualquier movimiento contestatario, nacional, de clase, que pro-pusiera alternativas a la sociedad de mercado. Una superestructu-ra en la cual salvajes dictaduras genocidas o regmenes de terrorcomo el Per de Fujimori, la Colombia de Uribe, Pakistn o Egiptofueran parte del concierto de naciones democrticas; mientras sepersegua salvajemente a palestinos o iraquies y se condenaba ydesestabilizaba a venezolanos, cubanos o iranes.

    La crisis sufrida en nuestro pas por esta concepcin de demo-cracia durante el 2001/2 (y para la misma poca en la mayora deAmrica Latina), sumada a la exacerbacin de la agresividad impe-rialista, abri las puertas para la rediscusin del concepto ficticiode democracia vigente los ltimos 20 aos. A esto se suma el esta-

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  • llido de una nueva crisis mundial en los pasases centrales y el terri-ble fracaso de la poltica militarista norteamericana (inglesa eisrael). Esto hace que a pesar del esfuerzo puesto por las clasesdominantes en recuperar el consenso democrtico, el desafo sigaabierto.

    NOTAS

    1. Hablamos de Praxis en el sentido de unidad dialctica entre experienciaprctica y desarrollo terico. En el mismo sentido que Antonio Gramsci ledio al marxismo al llamarlo filosofa de la praxis. La implicancia de esteplanteo es clara, la prctica humana en todos sus planos se hace en la his-toria y es en el desarrollo histrico en el que se articula pasado, presentey futuro.

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  • DEMOCRACIA Y NUEVA SOCIEDAD

    Muchas organizaciones revolucionarias son tildadas de antidemo-crticas, sobre todo por haber recurrido a la lucha armada duran-te un gobierno elegido electoralmente. Esto slo es as para los queconsideren la democracia occidental con sus particulares formasde representatividad y su autonoma de la esfera econmica(donde no hay democracia) como un valor en s mismo que permi-te la realizacin de todos los dems (la democracia sustantiva).Pero para la concepcin poltica de las organizaciones revoluciona-rias en general y de un importante segmento de la sociedad argen-tina esto no era as en los 60 y 70. Si bien la idea de que la luchaarmada no puede desplegarse con xito durante periodos demo-crticos ha sido una concepcin muy fuerte, es de dudosa genera-lizacin emprica. Es relativa a la naturaleza del rgimen demo-crtico vigente. Cuando ms democrtico y participativo es y efec-tivamente consensuadas son las polticas que aplica, la violenciarevolucionaria cuenta con pocas posibilidades de tener efectospositivos para el crecimiento de la lucha popular ya que es unmtodo muy directo. Ahora bien la forma poltica electoral noimplica en muchos casos ni bienestar econmico, ni disminucinde las desigualdades ni siquiera real participacin y consenso pol-tico popular al rgimen . Es, para nosotros, la naturaleza excluyen-te, las desigualdades evidentes, la falta de expectativas en podersuperarlas y la ausencia o retroceso de derechos sociales y econ-micos lo que hace que el ejercicio de la lucha armada cuente conmayor o menor posibilidad de xito o aceptacin popular como vapara la conquista de derechos, surgimiento y resguardo del poderpopular. Indudablemente la legitimidad de la violencia revolucio-naria parece mucho ms sencilla bajo gobiernos que desarrollenpolticas antipopulares y que a su vez tengan cerrados los mecanis-mos electorales1.

    En tres casos de organizaciones que apelaron a la lucha arma-da y que operaron en nuestro pas podemos ver que la concepcin

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  • de poder y democracia parta de una negacin de la democraciaformal como sistema que representara algn valor positivo. Sitomamos el caso del PRT, por ejemplo, vemos que conceba laposibilidad de democracia slo relacionada profundamente con latransformacin econmica de la sociedad, o sea, slo poda existirdemocracia si tambin la haba en el plano econmico y en el planoeconmico la democracia era el socialismo. En este sentido, lalucha por la transformacin integral de la sociedad no poda reali-zarse solo ni exclusivamente dentro del sistema democrticorepresentativo, ni tampoco con organizaciones sociales que cum-plieran funciones tradicionales. As embrionariamente pensaron laidea de poder local como expresin de doble poder. LaOrganizacin Montoneros nunca consider a la democracia comoun valor destacable en su discurso (al menos no a nivel de laestructura), llamando, despreciativamente, demoliberal al sistemainstitucional vigente en nuestro pas. Conceban el poder comopoder de la organizacin orientado hacia la toma del Estado. Y a laparticipacin popular democrtica como actividad y movilizacinde masas relacionadas con un nuevo Estado fuerte, conductor detransformaciones econmicas y polticas. Mientras que el Peronismode Base intent desarrollar embrionariamente una nueva concepcinorientada hacia la construccin de organismos democrticos alterna-tivos de los trabajadores que funcionaran como una especie de pir-mide invertida respecto de la organizacin.

    Los revolucionarios argentinos en general reconocan a lademocracia burguesa como dictadura de la burguesa y comomejor y ms desarrollada forma de dominacin poltica, en los tr-minos del marxismo clsico, sin mayores problematizaciones.Desde esta concepcin la mayora de los revolucionarios de lapoca no dudaban de la necesidad de un gobierno revolucionariofuerte que, representando los intereses del proletariado, desarro-llara desde el Estado los cambios revolucionarios necesarios. Poreso quienes desde la actualidad les reclaman a las organizacionesguerrilleras no haberse integrado plenamente al sistema democr-tico constitucional, en Argentina o cualquier otro pas de AmricaLatina, ocultan concientemente que los revolucionarios en la eradel capitalismo y del imperialismo luchan por la revolucin sociale independencia nacional y no por la constitucin liberal y el libre

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  • mercado como los revolucionarios del siglo XIX. Esta idea de Estado revolucionario fuerte y de partido dirigen-

    te organizador de movimientos de masas combativos (pensamien-to que englobaba tanto al PRT como a Montoneros y a la mayorade las organizaciones revolucionarias del tercer mundo hasta elpresente excluyendo a las corrientes denominadas autnomas)era una combinacin de la hiptesis de la dictadura del proletaria-do y las elaboraciones tericas de los clsicos con las realidadespolticas efectivamente vigentes en los pases socialistas o regme-nes antiimperialistas que en la poca llegaron a la conduccin delEstado. Las ideas del periodo implicaban claramente transformarla sociedad desde el Estado, despus de la toma del poder.

    El concepto dictadura del proletariado fue muy atacado en lasdcadas recientes y debe ser rediscutido. Qu pensaban Marx yEngels, creadores de sta categora cuando la propusieron comoforma poltica que tomara un hipottico gobierno de los trabaja-dores? Era concebida como el dominio de una clase sobre otra. Osea, la democracia burguesa expresaba el dominio de una minorasobre una mayora y la explotacin de esta: la dictadura de la bur-guesa. La dictadura del proletariado como su contracara expresa-ra el dominio de la mayora sobre la minora y el fin de toda explo-tacin. Pero la dictadura de la burguesa se manifestaba poltica-mente en variados regmenes: dictadura fascista, dictadura liberal,democracia restringida, monarqua constitucional y democraciaparlamentaria, siendo esta ltima la mejor y ms ptima forma dedictadura del capital. Entonces, no tendramos por que inferir quela dictadura del proletariado para Marx deba manifestarse nece-saria y nicamente a travs de la dictadura del partido nico.

    En esta orientacin debemos rescatar el concepto de hegemo-na entendida como la capacidad de una clase social de unificar ymantener unido en el tiempo un bloque social de intereses diver-sos a travs de la ideologa. Capacidad hegemnica que se expresaen la construccin de un bloque histrico que exprese la fusinde la clase potencialmente dominante en el plano econmico concapas de intelectuales y que genere sus propias capas de intelec-tuales dirigentes (en sentido gramsciano: lderes empresariales,polticos, militares, culturales, etc. de la propia clase) capaces dedarle organizacin y poltica dirigente a nivel nacional. La idea de

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  • un nuevo bloque histrico sera la fusin del proletariado comocalse potencialmente dominante con las ideas revolucionarias, launion del saber y del sentir. En este sentido es que el italianoAntonio Gramsci planteaba que la clase trabajadora deba darse lapoltica y la organizacin necesaria para transformarse en hege-mnica a escala nacional. La direccin intelectual y moral en elplano universal de la sociedad nacional era, para el italiano, unaclave de la hegemona. Igualmente esta tarea se relacionaba direc-tamente con la construccin de la capacidad poltica y coercitiva dela futura clase hegemnica2.

    El tipo de rgimen poltico no es parte de una receta previa, porel contrario la historia muestra que una misma clase se desarrollabajo formas de gobierno diferente. Lo que si podemos decir es quems duro y represivo es un rgimen poltico en relacin con ladebilidad o amenaza que sufra el dominio de la clase que lo enca-beza. El caso de la Revolucin rusa es paradigmtico. Si uno com-para las tesis casi anarquistas del Estado y la revolucin con elrgimen efectivamente instaurado en la Unin Sovitica en vida deLenin, ver pocos puntos de contacto. Pero una lectura atentapodr mostrar al lector informado que el escrito leninista habla deuna sociedad en la que hayan sido eliminados los antagonismosinternos y externos, una sociedad que estara al final de todo unperiodo histrico ya que slo el comunismo suprime en absolutola necesidad del Estado, pues no hay nadie a quien reprimir,nadie en el sentido de clase, en el sentido de una lucha sistem-tica contra una cierta parte de la poblacin (...) es posible e inevi-table que algunos individuos produzcan excesos. Pero en primerlugar, para ello no hace falta una mquina especial; eso lo har elpropio pueblo armado con la misma sencillez y facilidad con queun grupo cualquiera de personas civilizadas (...) separa a quienesse estn peleando o impide que se maltrate a un mujer3.

    O sea, una sociedad ubicada al final del camino de la transicinmundial hacia el comunismo. Pero los revolucionarios rusos(como cualquier fuerza poltica o social) tuvieron que enfrentarsea la reaccin interna y externa teniendo que superar momentos desuma debilidad, desarrollar un pas atrasado en todos los aspectosy acosado desde todos los frentes y para ello aplicaron una duradictadura. Una dictadura que no supieron, no pudieron o no qui-

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  • sieron transformar en otro rgimen poltico en sus momentos demayor fortaleza. Es probable que los revolucionarios de entoncesconcibieran que el fin del capitalismo y la transicin al comunismoera una cuestin ms prxima de lo que parece ser en realidad. Notenemos dudas que ese era el optimismo de Marx y Engels y que deall lo heredaron los rusos y muchos revolucionarios posteriores.La historia desede entonces ha contribuido a refutar cualquier ideade cortoplacismo o de modelo nico predeterminado. Entoncescualquier nuevo rgimen poltico surgido de una revolucin no essolo un momento institucional provisorio que tiende hacia laextincin y el surgimiento de una sociedad comunista, sino unaetapa de la historia de duracin prolongada y como tal debe serpensado.

    Pero ms all de que los regmenes revolucionarios no tiene queser necesariamente autoritarios, lo cierto es que el mismo Gramscisugera que todo sistema que quisiera ser fundante de una nuevasociedad tendra que pasar necesariamente por una fase totalita-ria. Y en ese sentido planteaba que una poltica totalitaria tiende(...) 1) a obtener que los miembros de un determinado partidoencuentren en este solo partido todas las satisfacciones que anteshallaban en una multiplicidad de organizaciones (...) 2) destruir atodas las otras organizaciones o incorporarlas a un sistema del queel partido sea el nico regulador. Esto sucede 1) cuando el partidoen cuestin es portador de una nueva cultura y estamos ante unafase progresista; 2) cuando el partido en cuestin quiere impedirque otra fuerza, portadora de una nueva cultura se vuelva totali-taria; y estamos ante una fase regresiva y reaccionaria . Esteplanteo nos lleva a considerar que la transformacin en hegemni-cos de los intereses de los trabajadores requerira de una fase tota-litaria. Pero solamente en este sentido. Ya que para Gramsci el par-tido debe ser algo muy diferente a un rgano burocrtico. Debe serel organizador de una clase El moderno prncipe, el mito-prnci-pe, no puede ser una persona real () solo puede ser un organis-mo, un elemento de la sociedad complejo en el cual comience aconcretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcial-mente en la accin. () es el partido poltico: la primera clula enla que se resumen los grmenes de voluntad colectiva que tiendena devenir en universales totales5. Igualmente creemos que la idea

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  • de totalitario planteada por el italiano no va en la direccin queel trmino nos sugiere en su acepcin cotidiana, sino en la necesi-dad de cambiar todos los aspectos de la vida social y no nicamen-te los institucionales y/o los econmicos, e imponer a los refracta-rios esa nueva visin del mundo.

    Entonces, la transicin de un sistema a otro es un cambio queexcede con mucho al cambio de manos del aparato del Estado o dela propiedad de los medios de produccin. Es una transformacinde valores, de concepcin del mundo, en este sentido toda revolu-cin es totalitaria ya que penetra todos los campos de la vida, de lasrelaciones entre los hombres y de los hombres con la naturaleza. Elpartido, para Gramsci, es el tipo de organizacin que se da la nuevaclase social para conducir esta transicin: una fuerza poltica queen si misma represente una concepcin total alternativa al sistema,que sea la organizacin de la clase cuando ya es portadora de nue-vos valores y busca transformarlos en universales.

    Los modelos de totalitarismo que estamos acostumbrados aestudiar son los que Gramsci calificaba de reaccionarios porqueimplicaron duras represiones sobre las mayoras y la penetracinsobre todos los planos de la vida social de valores reaccionarioscoartadores de la libertad. Pero es indudable que la fundacin deun nuevo sistema es total (o integral) y que implica la penetracinen toda la vida social de nuevos valores de progreso, solidaridad eigualdad y la represin de los valores contrarios. El concepto depachacuti en la visin andina puede dar cuenta muy bien de estaidea de integralidad: el fin de una era. Pachacuti se refiere a uncambio revolucionario de era. La conquista y la universalizacin dela organizacin y concepciones Incas fue considerado en LosAndes como un pachacuti. La conquista espaola otro pachacuti.Significa, en concreto, la llegada de un nuevo sistema poltico quere-ordena (o pretende hacerlo) toda la vida de las comunidades,ubicacin geogrfica, produccin, vida social. Tanto para el casoInca, como en un grado ms radical y destructivo para el espaol,se reorganizaba la religin (ideologa), se determinaba que produ-cir, como distribuirlo, etc. Rescatamos este concepto, no por seguirla moda indigenista, sino por que nos presenta una concepcinacabada de revolucin total desde una cultura no occidental (yamericana) y nos permite intuir que, justamente, los cambios radi-

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  • cales son concebidos por todos los pueblos y no solo por la moder-nidad occidental.

    Pero, desde una concepcin de creacin de poder popular ques lo que se puede considerar totalitario para una construccinhegemnica? Es totalitario el poder popular? Se confunde totali-tarismo con dictadura o absolutismo. Puede haber un totalitaris-mo democrtico: la polis ateniense era plenamente totalitaria, lademocracia de los monopolios yanqui es sangrientamente totalita-ria. Pero, desde la perspectiva de Gramsci, estaramos hablando detotalitarismo en momentos fundantes, hasta la universalizacin delos nuevos valores, de la nueva economa y de la nueva visin delmundo. O viceversa, en el freno integral del avance de los nuevosvalores por parte de las clases reaccionarias.

    En este punto podemos introducir el tema del rol del Estado enla construccin de hegemona y su relacin con la cuestin delpoder popular. Se discute en las ltimas dcadas en el seno demuchos movimientos populares la relacin entre revolucin,Estado y poder popular. Se mira el Estado con resquemor y se tien-de a dejar de lado la necesidad de herramientas que puedan des-arrollar polticas hegemnicas nacionales, recostndose esperan-zadamente en la espontaneidad creadora de las masas. Pero, esclaro que la burguesa universaliz su visin del mundo en formaparalela al desarrollo de su hegemona econmica y de su asuncindel poder poltico. Sera errneo plantearse la pregunta sobre si laasuncin del poder poltico por la burguesa fue antes o despus desu consolidacin hegemnica. Cada proceso nacional tuvo sustiempos diferentes, podramos decir que la construccin delEstado burgus es consecuencia y causa de la consolidacin de lahegemona burguesa. Precisando un poco ms: podemos ver que elEstado fue un escaln muy importante en el trayecto de la burgue-sa a transformarse en clase hegemnica, pero previamente yahaba desarrollado una amplia contra-hegemona en lo econmicoy cultural (frente a la aristocracia); el Estado permiti su afirma-cin, consolidacin y eliminacin del poder de las clases incompa-tibles con el nuevo modo de produccin. Tambin el Estado pas aser una herramienta fundamental en el disciplinamiento social dede las clases subalternas y de despliegue de la hegemona sobre elconjunto social.

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  • Adems de haber tenido que luchar por construir institucionespolticas nuevas en los pases centrales la burguesa us al Estadopara imponer sus intereses al resto de los pases del mundo, paradefenderse de otros agresores externos y para imponer su dominioen momentos de crisis de hegemona. Sin el Estado burgus elcapitalismo no sera lo que es hoy. La burguesa de los pases cen-trales cre estados burgueses sobre formaciones sociales diversas,creando sistemas semi-capitalistas en manos de antiguas clasesterratenientes o mercantiles metamorfoseadas en oligarquasmediadores entre el capital moderno y una estructura arcaica. Eslo que para Amrica latina Maritegui llam mediocre metamor-fosis de la clase dominante. En definitiva, a travs del Estadomoderno la burguesa de los pases centrales condujo la transicinhacia su capitalismo desarrollado y export un capitalismo acordea sus intereses al mundo colonial y dependiente.

    Volviendo a la pregunta anterior. Sin dudas el poder populardebe expresar la espectativa de un cambio de era, y por lo tantodebe tender a ser total (o totalitario en una fase fundante de lonuevo). Un cambio de relaciones de produccin y un cambio devisin de mundo que expresara la tendencia a la univesalizacin denuevos valores de las clases oprimidas. Para ello sera fundamen-tal la construccin de herramientas que permitieran su consolida-cin en el tiempo, su extensin a todo el territorio de la nacin, supenetracin en todos los planos de la sociedad y que dieran satis-faccin en el nuevo sistema a todas las expectativas.

    NOTAS

    1. Existen muchas organizaciones que despliegan (o desplegaron) la luchaarmada en diferente grado bajo regmenes democrticos y consignenbastante xito como en Colombia, Per o Lbano. Es ms la derrota de lasorganizaciones peruanas de debi a la supresin de las libertades demo-crticas ya que mientas estas existan el nivel de aceptacin de las mismaspareca ir en crecimiento. 2. De esta forma la concepcin gramsciana de hegemona se separaba dela Bolchevique ya que coloca en un lugar determinante la direccin ideo-lgica y cultural mientras que para Lenin lo poltico, econmico y militardeterminaba al resto.

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  • 3. Lenin, Vladimir ,El Estado y la revolucin, Pag. 362.4. Gramsci, Antonio, Cuadernos de la crcel, Pg. 104.5. Gramsci, Notas sobre Maquiavelo, Pag. 28.

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  • CLASE OBRERA, SUJETO Y PODER

    En torno a la dcada de 1990, catalizaron una serie de procesospolticos que tuvieron su mximo smbolo en la cada del muro deBerln. Pero ese hecho, que produjo que en pocos meses laRepblica Democrtica Alemana (experimento socialista) desapa-reciera y fuera absorbida por la Alemania Federal (poderosapotencia capitalista), fue solo el eplogo de un proceso ms largo deagotamiento de una etapa de la experiencia popular de lucha con-tra el capitalismo. Ya en los ochenta Occidente inici una nuevafase, la llamada neoliberal. Modelo que para superar la crisis enque las economas capitalistas se encontraban, propona abando-nar los principios keynesianos y retraer los beneficios sociales delestado de bienestar (pioneros fueron EEUU e Inglaterra, el mspoderoso y el mas antiguo pas capitalista respectivamente). O seadarle libertad y respaldo a los grandes capitalistas, al capital ban-cario o especulativo, abrir negocios a estos en reas antes reserva-das o protegidas por el Estado y disminuir el poder de los sindica-tos, las coberturas sociales y dems. El nuevo modelo no slo eraEstatal (requera para su implementacin y sostenimiento en eltiempo de una fuerte accin del Estado) y macroeconmico sinoque iba acompaado por un cambio en las formas tradicionales deorganizacin del trabajo y de estructuracin de las empresas.Flexibilidad y globalizacin son las palabras del perodo1. Ms allde la rpidamente desechada idea del fin de la historia o del mar-tillazo de realidad sufrido por las tesis de un Imperio superadorde los Estados-nacin, la idea de prdida de centralidad de la clasetrabajadora se instala en muchos espacios de la intelectualidad.Esta idea fue de la mano con otras: la indeseabilidad de luchar porel poder (de gobernar un Estado), la crtica radical a la moderni-dad (racionalidad, progreso, dialctica) y la valoracin de lopequeo (el individuo, lo local, lo sectorial, la diferencia, la prdi-da de los grandes relatos).

    En la Argentina, sin duda las transformaciones econmicas ysus paralelos polticos sociales y culturales, fueron ms radicales y

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  • negativas que en los pases centrales o las dems repblicas latino-americanas. Esto se debi al mayor desarrollo industrial relativode Argentina respecto a nuestros pares y a lo ms dbil y fragmen-tario del mismo respecto de los pases centrales. Hacia la dcadadel setenta la clase obrera apareca como un bloque social bastan-te homogneo y era la clase ms numerosa. El desarrollo y concen-tracin en ciertas ramas poda hacer pensar al lder guerrilleroMario R. Santucho que los mas de trescientos mil obreros de lasdoscientos cincuenta plantas ms importares eran el ncleo de larevolucin. Hoy esas plantas no existen (o son muchas menos) y yano es la UOM (la Unin Obrera Metalrgica) sino el sindicatocamionero, la estructura mas poderosa del sindicalismo2.

    En el mismo sentido la clase obrera ya no es un bloque homo-gneo, sino que se encuentra segmentada con una fraccin de tra-bajadores formales, otra fraccin precaria y una ltima marginal3.Pero esto no nos debe hacer perder de vista que estamos hablandode millones de trabajadores ocupados en la produccin o servicios,que ese porcentaje sigue siendo muy importante para una econo-ma del tercer mundo y que la riqueza del pas la generan estos tra-bajadores. Argentina sigue siendo un pas de trabajadores ms quede campesinos, cuentapropiastas o informales (aunque estos lti-mos hayan aumnetado su peso numrico relativo y puedan apare-cer como una parte destacada de los oprimidos) Todo lo que con-sumimos, todo lo que hace a nuestra vida cotidiana, todas lasherramientas de trabajo, los lugares donde vivimos y los que nostransportan, todo es producido por trabajadores asalariados. Espor ello que para pensar la idea de poder popular e identificar alsujeto de ese poder (como al sujeto central de la en la construccinde una nueva sociedad) no debemos perder de vista que estamosen una sociedad capitalista cuyo fundamento es la explotacin deltrabajo asalariado como mercanca.

    Tampoco debemos ignorar que en los pases del tercer mundolas luchas de liberacin nacional y/o por el socialismo tuvieroncomo sujeto a un conjunto popular en el que la clase obrera erasolo una parte (entre otras razones por su situacin minoritaria enla formacin social poco desarrollada). Por ltimo debemos reco-nocer (cosa que muchos olvidan) que la idea de poder popular noes un invento de la posmodernidad y fue levantada como consigna

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  • en procesos revolucionarios anteriores (como por ejemplo Chile delos setentas, la revolucin sandinista, etc.)

    La idea de poder popular al remitir a la amplia y variable cate-gora de pueblo engloba a clases y fracciones de clase relativamen-te amplias. La ambigedad de lo popular requiere indudable-mente precisiones para cada caso particular, ya que lo popular traeconsigo al sentido comn (y con l a las ideas dominantes) ymuchas veces incluye a clases capitalistas o cuyos intereses en elsistema capitalista pueden llevar a un proyecto popular hacia uncamino que reproduzca condiciones de explotacin o sea conduzcahacia una salida que refuerce o restableca nuevas o antiguas for-mas del dominio burgus. Es por eso que Fidel Castro en La histo-ria me absolver4 realiz una descripcin clara de la composicinde clase de la sociedad cubana de su poca y defini que clasesconstituan el pueblo cubano y que el M26 (Movimiento Veintisisde Julio) consideraba parte del frente revolucionario (en realidadun frente nacional, democrtico y antiimperialista). Entendemoscomo pueblo (...) la gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y ala que todos engaan y traicionan, la que anhela una patria mejor,ms digna y ms justa (...) los 700 mil que estn sin trabajo, (...)los 500 mil obreros del campo, (...) los 400 mil obreros industria-les y braceros, (...) los 100 mil agricultores pequeos, (...) los 30mil maestros y profesionales, (...) los 20 mil pequeos comercian-tes, (...) los 10 mil profesionales jvenes. Es claro que todos losexcluidos de esta definicin no son pueblo para Fidel: los banque-ros, los propietarios medianos y grandes del campo y la ciudad, losrentistas, los grandes comerciantes y todos los asociados al capitalextranjero; es decir, todas las clases que constituyen el polo domi-nante en la estructura de una sociedad capitalista. Si nos orienta-mos con la descripcin de Fidel vemos que en el conjunto de lopopular entran clases y fracciones del proletariado no obreras yclases no proletarias. Pero, queda claro que la nocin de pueblo deFidel rompe tambin con la nocin romntico nacionalista dePueblo: habitantes de la nacin que comparten una misma cultu-ra. Podemos pensar que el conjunto de las clases oprimidas en elmarco nacional son el pueblo, pero esta opresin a su vez debeincluir la posibilidad de alternatividad para ser poder popular.Clases que en el ejercicio del poder puedan (potencialmente) ser

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  • un nuevo sistema. Existen fracciones de la burguesa con contradicciones con el

    imperialismo que en muchos casos han constituido lo que Mao TseTung denominaba Frente nico. Pero ese frente nico antiimpe-rialista, nacionalista, explicaba Mao, no deba nunca imponer lasubordinacin de las clases oprimidas a la fraccin burguesaantiimperialista. El lder chino no se equivocaba, los procesos deliberacin nacional que tuvieron como clase dirigente a la burgue-sa oprimida del pas colonial rpidamente evolucionaron hacianuevas y atrasadas formas de explotacin y dependencia nacional.En este mismo sentido, para el caso argentino, Rodolfo Puiggrosdesarrollaba su hiptesis de la transformacin del peronismo pos1955 en un frente nacional con hegemona de los trabajadores5.

    Es una polmica interesante la que sostuvo Puiggros con ArturoJauretche en 1957, ya que discuta para las condiciones argentinasla cuestin del rol de la burguesa y el proletariado en las luchasnacionales. El ex Forjista acusaba mordazmente como era su cos-tumbre (y como en general hacen los nacionalistas populares) alhistoriador de ser un marxista abstracto y marginal al movimientopopular. Jauretche defenda un programa de Frente nacional enca-bezado por la burguesa nacional, acentuando el nfasis en la con-dicion semicolonial argentina, considerando las posiciones obre-ristas como desviadoras de la tarea principal y, en definitiva, per-judiciales para la misma clase obrera. Puiggros, recogiendo elguante, respondi: Ya que usted no quiere escrutar las causas desu fracaso, le ahorraremos el trabajo. Dice en su libro Los profetasdel odio: Ni el proletariado, ni la clase media, ni la burguesa pors solos pueden cumplir los objetivos comunes de la lucha de laliberacin nacional. Su informacin es incuestionable. () Peronuestras discrepancias comienzan cuando usted agrega que elmovimiento debe revestir la forma piramidal y luego acta comosi la base de la pirmide -la clase obrera- tuviera que estar sub-ordinada a la cspide, o sea a la clase media o a la burguesa.Porque el quid de la cuestin consiste en que ese movimiento no esesttico, sino extraordinariamente dinmico. Dentro de l hayfuerzas sociales que se disputan la direccin, quiralo o no usted.() Usted, doctor Jauretche, concibi su pirmide desde el puntode vista del inters de la burguesa y la clase media. Por eso su pir-

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  • mide se derrumb, como castillo de naipes, ante la decisin de laclase obrera. Y su fracaso ser mayor si insiste en organizar elmovimiento en forma piramidal sobre las espaldas de los trabaja-dores. Y continuaba Puiggros, fundando su crtica en las que con-sideraba las causas del fracaso del Frente nacional peronista en1955: Ese equilibrio que buscaba Pern (entre la burguesa y elproletariado N de R) era sumamente inestable y aleatorio, tarde otemprano tena que romperse. Entre tanto someta al Estado a unapoltica oscilante y lo conduca a un callejn sin salida () Lanica garanta que la pirmide de Jauretche no se desplome resideen el papel dirigente de esa conjuncin de clases sociales queasuma el proletariado. La polmica que presentamos aqu exrestodo un debate central en la argentina de los sesentas y setentas (yes vlida an en el presente). Podemos verla como la expresinargentina de la polmica que treinta aos antes dieron Haya de laTorre y Maritegui pero cuya resolucin fue diferente.

    El poder popular se relaciona con la posibilidad de las clasesoprimidas de desarrollar, por sus propios medios, formas polticas,sociales, culturales, econmicas y militares. Entonces vemos que elpoder popular lo que cuestiona centralmente es la capacidad de lasclases dominantes de desarrollar su hegemona6 sobre el conjuntode la sociedad no solo el poder del Estado, por lo tanto no podraser parte de un Frente nacinal encabezado por la burguesa. Enuna acepcin integral, poder popular sera tendencialmente unpoder alternativo, por lo tanto lo pensamos como una etapa o partedel desarrollo del doble poder.

    Tambin podemos ver que Gramsci define al pueblo" como elconjunto de las clases subalternas e instrumentales de todos lostipos de sociedad que han existido hasta ahora". Esta nocin declases subalternas nos remite a un campo que trasciende ladeterminacin econmica (el lugar que ocupa la clase en la estruc-tura productiva) aludiendo tambin a la dominacin de carctercultural (que se define por el lugar que ocupa la clase en el mbitode la hegemona). Pero es mejor la nocin de clase subalterna a lade clase oprimida? Consideramos que no, ya que la opresin nosremite a la accin concreta de las clases dominantes y la construc-cin de contra-hegemona se relaciona con el enfrentamiento inte-gral. La nocin clase subalterna parece ms descriptiva/opositiva/

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  • analtica (sin dejar de ser til) mientras la de clase oprimida estms relacionada con la accin en la lucha de clases.

    Entonces, cmo pensar el problema de la hegemona en elmarco de lo popular. En el marco de una anlisis del modo de pro-duccin capitalista en abstracto, o como tipo ideal la contradic-cin fundamental es burguesa-proletariado, y entendemos queesta contradiccin es la estratgica y fundamental del sistema ensu conjunto. Pero en las formaciones sociales efectivamente exis-tentes, en pases donde se combinan modos de produccin varia-dos (aunque el capitalista sea el dominante) o en nuestro tercermundo, existe una variedad de clases oprimidas pobres, proleta-rias o semi-proletarias pero no obreros tal como los pensabaMarx. Ya el mismo Lenin tuvo que allanarse a las consignas delcampesinado y Maritegui nos alert sobre las particularidades dela realidad latinoamericana. Problemas similares se dieron deforma concreta en China, Vietnam, Cuba, etc.: el sujeto revolucio-nario en sociedades con mayora de poblacin rural se encontrabaen el campo. Tambin (y no con menor grado de importancia con-creta), la opresin extranjera en forma de polticas imperialistas osemicoloniales evidentes o como penetracin de capital, sobrede-termina el campo de los enfrentamientos de clase. Esta situacinno puede ser ignorada o secundarizada como tampoco absolutiza-da. Mao con la experiencia China frente al Koumitang, los debatesde Maritegui con Haya de la Torre o la experiencia de Trosky enMxico. Los debates planteados por Cooke en los sesenta respectoa la naturaleza del movimiento peronista nos dan buenos elemen-tos al respecto, y se relacionan con la polmica que presentamosms arriba entre Jauretche y Puiggros.

    Si, como planteaba Gramsci, el avance de la modernidad com-plejiza la estructura social, dando forma a una sociedad civildensa, el despliegue de la poltica concreta requiere atender stadensidad que hace ms compleja no solo la estructura de clasessino las mediaciones entre estas, el poder y el Estado. Teniendo encuenta que el italiano planteaba esto para los pases occidentalesdesarrollados, deberamos pensar que en nuestros pases oprimi-dos la cuestin es an ms compleja ya que se combinan las tarasdel atraso precapitalista, las deformidades de un capitalismodependiente y la modernidad del sistema burgus.

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  • En las formaciones sociales concretamente existentes, y masan en las sociedades complejas, el despliegue de la hegemona serealiza a travs de una cantidad de instituciones que ofician deamortiguadores del conflicto y reproductoras del sistema. Si con-cebimos al Estado como algo ms amplio que el aparato burocrti-co militar propiamente dicho y extendemos la nocin de Estadohacia todas las organizaciones encargadas de reproducir la hege-mona de la clase dominantes podemos comprender la densidad delas estructuras de dominacin. Esta estructura social mas densahace que los choques de las organizaciones populares contra elEstado institucin impliquen la confrontacin slo contra unaestructura de dominacin. En este sentido, si bien la confrontacinde la clase trabajadora unida contra la clase dominante y el Estadotras consignas generales de toda la clase (que sern sin dudas pol-ticas) conmocionar al sistema en su conjunto, no lo derribarhasta tanto la clase no golpee el resto de las estructuras domina-cin de la sociedad civil. De la misma forma que, a la inversa, gol-pear las estructuras de la sociedad civil no destruir al sistemahasta tanto el Estado no cambie de naturaleza. Esto se relacionatambin con el grado de presencia del Estado capitalista en lasociedad. Cuanto ms estn desarrolladas las instituciones priva-das de la sociedad civil capitalista, ms fuerte ser el sistema.Cuanto ms presencia tenga el Estado y menos la actividad priva-da ms afectarn al conjunto del sistema las luchas contra elEstado. Por eso en las sociedades donde el capitalismo liberal estaplenamente desarrollado ,donde no solo es estructura econmicasino tambin cultural, el Estado es el articulador general y rease-guro del conjunto pero no el sistema en si.

    La concepcin que estamos planteando es la de Estadocomo dictadura ms hegemona y proviene de Gramsci porEstado debe entenderse adems del aparato gubernamental tam-bin el aparato privado de la hegemona o sociedad civil. Y siguemas tarde discutiendo las ideas de Benedetto Crocce en algnlugar Crocce afirm que no siempre hay que buscar el Estado alldonde lo indican las instituciones oficiales, porque a veces aqulpodra encontrarse por el contrario en los partidos revoluciona-rios: la afirmacin no es paradjica segn la concepcin de Estadohegemona conciencia moral, porque en efecto, puede suceder que

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  • la direccin poltica y moral del pas en una determinada situacindifcil no sea ejercida por el gobierno legal sino por una institucinprivada e incluso por un partido revolucionario.8.

    Consideramos muy til esta concepcin, ya que nos permite verla integralidad del problema del poder y la hegemona. A lo largode los Cuadernos de la crcel Gramsci presenta varias acepcionesde Estado: Dictadura ms hegemona, Estado ms sociedad civil,etc.9 Desde nuestra ptica todas se relacionan con el pensamientode que la sociedad capitalista se reproduce a travs de institucio-nes que exceden a las estatales propiamente dichas y que penetranprofundamente a la sociedad. En general los revolucionarios iden-tificaron poder con Estado y Estado como aparato burocrtico-mili-tar, esto es as en las sociedades donde la hegemona es dbil y el des-pliegue del poder de la clase dominante requiere de una estructuradirigente centralizada. En una sociedad donde la hegemona de laclase dominante se ha afianzado las herramientas de dominacin nose encuentran exclusivamente en el Estado aparato.

    Para entender el problema de la hegemona debemos profun-dizar en las mediaciones que existen entre la clase como categoraeconmica y sus expresiones polticas. Hablamos de clase obrera,pero asumimos que para las clases oprimidas en general nuestrashiptesis se hacen ms vlidas an. Nuestra perspectiva implicaque las determinaciones econmicas no configuran automtica-mente una clase obrera universal con una conciencia nica, sinoque entre la determinacin econmica y la conciencia particularque cada clase obrera adquiere hay una serie de mediaciones quese basan en la experiencia de lucha que esa clase tiene (o tuvo) enel marco de la sociedad nacional de la que es parte. Si comprende-mos a las clases no aisladas sino como relacin social entonces nosquedar ms clara la historicidad de su existencia y de su experien-cia. Estructuralmente como categora existen clases por su ubica-cin en la estructura productiva de la sociedad. Pero como actorhistricamente significativo, la clase existe a partir de que se mani-fiesta como tal. En este sentido podemos rescatar la idea de for-macin de las clases a travs de su experiencia, conceptospresen-tados por el historiador britnico Edward Thompson10. Nosotroslos consideramos un aporte valiosos que da vida a la clase, anqueagregamosla idea de Iigo carrera de que es la experiencia de

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  • lucha la fundamental en la formacin de una clase (sin excluir lasexperiencias de la vida cotidiana). Estas herramientas nos permi-ten comprender mejor la existencia de diversos tipos posibles deconciencia de los sectores populares maduradas en torno a la expe-riencia de lucha particular. Y esto nos permite explicar estrategiaspolticas exitosas (aunque no sean revolucionarias), las particula-ridades del poder popular o la viabilidad y permaneca de situa-ciones de doble poder.

    En este punto es que nosotros encontramos la explicacin detema de la identidad peronista de la clase obrera argentina en losaos 50, 60 y 70. La identidad peronista implicaba algunos presu-puestos ideolgicos generales, pero que excedan las definicionesideolgicas de Pern. La identidad era paralela a la ideologa y nose refutaba simplemente con una ideologa ms clara y superado-ra. Como explica Daniel James en su estudio sobre el movimientoobrero, el peronismo signific una presencia social y polticamucho mayor de la clase trabajadora en la sociedad argentina (...)estos son factores fciles de demostrar empricamente y en mas deun caso estadsticamente mensurables. Sin embargo existieronotros factores que es preciso tener en cuenta al evaluar el significa-do del peronismo para la clase trabajadora, factores menos tangi-bles y ms difciles de cuantificar. Nos referimos a factores como elorgullo, el respeto propio y la dignidad11. As la clase trabajadoraaccedi a la poltica burguesa argentina con pleno grado de ciuda-dana, aceptando las reglas de juego (quizs mejor que la mismaburguesa) e hizo sentir su fuerza durante aos impidiendo la ins-tauracin de un rgimen econmico ms perjudicial a sus intere-ses; aunque esto mismo le haya significado resignar el apoyo a pro-yectos mas vastos de transformacin social.

    Es innegable a la luz de la historia que los lmites que esa iden-tidad significaba (reconocimiento de la sociedad burguesa, ads-cripcin disciplinada al peronismo, etc.) resultaron insuperables yterminaron desarmando a los trabajadores cuando el tiempo his-trico de la alianza de clases propuesta por el peronismo se hizoinviable y con ella el peronismo mismo como expresin poltica delos trabajadores (aunque no solo de ellos). Pero la clase obrera eraperonista desde una sensacin poltica de paridad y lucha y conce-ba a la burguesa como un antagonista. Esto fue as a pesar de la

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  • ideologa oficial del peronismo y quizs tuvo que ver con que elmovimiento obrero argentino tena un larga experiencia previa aPern, no fue (como en otros casos) creado por el lder desde ceroo sobre las ruinas o derrota de la clase: en 1945 la clase obrera exis-ta, estaba organizada y tenia experiencia, el 17 de octubre fue suvictoria y fue (y es) interpretado por la clase obrera como una vic-toria de clase. Fue la clase obrera la que le dio una tnica particu-lar al movimiento de Pern, la que hizo fracasar uno tras otro losdiferentes proyectos burgueses desde el Congreso de laProductividad (respaldado explcitamente por Pern) hasta el plande Celestino Rodrigo (bajo el gobierno de Isabel), pasando portodos los planes y gobiernos desde 1955 hasta 1973.

    En qu se vincula la construccin de poder popular con el an-lisis anterior respecto al peronismo? Justamente, en las potencia-lidades y lmites que en el seno de las clases oprimidas tuvo laidentidad peronista como producto de la experiencia nacional.Creemos que la explicacin de la historia de nuestro movimientoobrero nos dar elementos para pensar una alternativa de poderpopular que saque enseanzas del fracaso. Los elementos simbli-cos, discursivos y prcticos que el peronismo popular alcanz en laproscripcin expresaron elementos de contra-hegemona signifi-cativos y fueron determinantes en la crisis orgnica que vivi ensistema capitalista argentino en aquellas dcadas. El sentimientode ser ajenos al sistema poltico vigente, la pertenencia a un colec-tivo social sentido como homogneo, la identificacin de un ene-migo: los gorilas, antipatriotas y antiobreros, portadores de otrosvalores, la ubicacin en espacios geogrficos diferentes con necesi-dades y organizacin diferentes, etc. configuraron una base para laconstruccin de un poder popular. Los lmites que ya explicamos:la conciliacin de clases y la moderacin de las aristas ms conflic-tivas de la organizacin obrera, la integracin subordinada alEstado con su consecuente prdida de autonoma, el macartismoantiizquierdista, etc. tambin deben ser parte del balance de aque-lla experiencia.

    Para las clases oprimidas sentir que se ES un todo nacional-popular que aspira ser dirigente del pas (el nuevo pas) en simismo, que considera posible y necesario el cambio y la universa-lizacin de nuevos valores, es expresin de una contra-hegemona

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  • posible. La construccin de una voluntad colectiva en ese sentidoes el desarrollo y la construccin de las herramientas organizativasque la sedimenten en el tiempo y espacio (que fue la imposibilidaddel peronismo popular y el fracaso del conjunto de los revolucio-narios) y es lo que da al poder popular perspectivas de transfor-marse en poder nacional.

    Pero como seran estas herramientas (que marcamos en plu-ral): estructuras sociales y polticas de fuerte y genuino arraigoentre las clases oprimidas, cuya presencia sea tan arraigada comopara que las masas las regeneren aunque exista represin.Organizaciones que por ser parte constitutiva de la identidad yvida cotidiana del pueblo no puedan ser extirpadas. Es cierto queuna represin prolongada puede dar resultados y desmembrar eltejido social pero, una presencia poltica de resistencia que se arti-cule con las necesidades de las clases oprimidas y potencie, dialc-ticamente, las organizaciones populares, puede salir exitosa de eseproceso. Es esta organizacin poltica de vanguardia que est pre-sente tanto en la resistencia como en la ofensiva, la herramientaque permite unificar y complementar a las organizaciones socialesen el plano de la poltica. Una organizacin que sirva como articu-ladora y se perfile para conducir el conjunto de la luchas y reivin-dicaciones populares orientando e influenciando ms quemandando y a su vez aprendiendo y siendo influenciada. Variasexperiencias histricas que mencionaremos ms adelante susten-tan nuestra afirmacin.

    NOTAS

    1. Ver David Harvey, La condicin de la posmodernidad: Investigacinsobre los orgenes del cambio cultural, 1998, Buenos Aires: Amorrortueditores.2. Existen en Argentina hacia el 2009 unos seis millones de trabajadoresempleados en el conjunto de las empresas unos tres millones de desocu-pados y el resto unos cinco millones es empleo precario, cuentapropismo,en negro.3. En realidad la situacin es an ms compleja, al agregarse sectores ter-cerizados, trabajadores por cuenta propia, talleres familiares y clandesti-nos, ventas de servicios especiales por fuera de la estructura de la empre-

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  • sa. Indudablemente es un enorme retroceso para la clase trabajadora laexistencia de un (aproximadamente) 50% de empleo en negro (nocubierto por los convenios colectivos, ni por las leyes del estado) que ade-ms debilita el poder de negociacin de los sindicatos. Como tambin esun dato a tener en cuenta la existencia de varios millones de personas enedad laboral cuyo acceso al mercado de trabajo solo se da en forma inter-mitente, en trabajos muy precarios (cartoneros), o sper-explotados(semi-esclavizados), dependientes de la asistencia social. Este sector ade-ms se realimenta con nuevas generaciones de jvenes semianalfabetos,mal alimentados, con deficiencias de salud y embrutecidos culturalmentePero el ncleo de la clase trabajadora que mueve la administracin, eltransporte y la industria mantiene una serie de beneficios (de acuerdo a larama de la produccin, por ejemplo la educacin esta retrasada respecto alos mecnicos), y se mantienen aislados del resto, aunque sus ingresosmedios sigan siendo menores que hace una dcada.4. Nombre con que se conoce el alegato de Fidel Castro frente al tribunalque lo enjuiciaba por el asalto al cuartel Moncada. En este alegato Fideldefine los objetivos de su movimiento y la composicin de clase del frenterevolucionario.5. Polmica Puiggros- Jauretche en la revista Revista Qu, 12 de agosto de1957 o en El proletariado en la revolucin nacional, segunda edicin1968, ed. Sudestada Bs As.6. Entendemos hegemona como la capacidad de una clase de imponer susintereses en los diferentes planos de la vida social sin necesidad de recu-rrir centralmente a la fuerza, y de que otras clases acepten como propiosestos intereses.7. Marx consideraba que la sociedad moderna tenda hacia una homoge-nizacin en dos polos: los dueos de los medios de produccin cada vezms concentrados y el proletariado industrial cada vez ms numeroso.Pensaba que todas las dems clases (pequeos propietarios, artesanos,campesinos, etc.) se transformaran en miembros de ese cada vez mayorejrcito de obreros. La tendencia general a la concentracin y desposecinse dio y contina, pero esta no ha producido un proletariado homogneoni ha eliminado definitivamente a clases burguesas no concentradas.8. Gramsci, Antonio Cuadernos de la crcel Pg. 105. y Pg. 126. Es muyinteresante esta hiptesis gramsciana para pensar en nuestro intento dedefinir que es el poder popular y el doble poder.9. Este tema es discutido por Perry Anderson en Las antinomias deAntonio Gramsci. En este trabajo usamos ambos conceptos de Estado yaclararemos cuando nos referimos a cada variante. 10. Thompson, E. P. La formacin de la clase obrera en Inglaterra.11. James Daniel, Resistencia e integracin. Bs. As., Siglo XXI, 2010.

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  • DOBLE PODER, PODER LOCALY PODER POPULAR

    Las concepciones de poder popular, doble poder y poder local, sue-len confundirse. Pero as como tienen puntos de contacto, se dife-rencian en otros. Mientras que poder popular se relaciona con lacapacidad propia, de las clases populares, ms all del Estado y delas instituciones de la clase dominante. Doble poder se refiere cen-tralmente a la existencia de dos estructuras de poder en disputa, enel mismo territorio, alternativas e incompatibles; pero puede serque ninguna sea poder popular y que expresen a diferentes fraccio-nes de la burguesa. Por otro lado, poder local implica la existenciade mbitos geogrficos especficos donde se despliega un poderalternativo al Estado, por ejemplo zonas liberadas por revolucio-narios o movimientos de liberacin nacional, pero puede se tam-bin algo menos visualizable que estas como las institucionesenmascaradas a las que se refera Santucho en Poder burgus,poder revolucionario. Aunque tambin el poder local puede serejercido por mafias, paramilitares o diversos grupos reaccionarios.Las concepciones de poder local y doble poder denotan la existen-cia de instituciones alternativas pero no hablan de la naturaleza deestas. Mientras que el poder popular es un concepto ms genri-co pero no explica en si mismo como se materializa.

    En Argentina el PRT desarroll una original (aunque embrio-naria) teorizacin sobre el desarrollo de una estrategia de poderrevolucionaria que implicaba el poder local. Analizando las luchaspopulares de los 60 y 70, Santucho dedujo que el saldo organizati-vo y poltico de stas ira sedimentando en la posibilidad de con-trolar territorios. As fue como el partido tom la idea del doblepoder. Simplificadamente, significaba construir organismospopulares paralelos a las instituciones del Estado, que ejercieransu propia democracia y gobernaran efectivamente en determina-das zonas, respaldados por el poder militar del ERP: el surgimien-to del poder local (zonas gobernadas por los revolucionarios, N de

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  • R) debe ser el resultado de un proceso general, nacional, dondeaqu y all, en el norte y en el sur, en el este y en el oeste, comien-cen a constituirse organismos de poder popular, comiencen lasmasas a tomar la responsabilidad de gobernar su zona. Esta mul-tiplicidad y extensin del poder local dificultar grandemente lasposibilidades represivas y har viable que unidades guerrilleraslocales de pequea y mediana envergadura defiendan exitosamen-te el nuevo poder1.

    La estrategia de doble poder del PRT relegaba a un segundoplano la construccin de espacios dentro de las institucionesdemocrticas del Estado (la idea era ir corroyendo su autoridad endiferentes zonas), al que se deba destruir reemplazndolo por elnuevo Estado construido paralelamente, con la guerra revolucio-naria. Esta estrategia propuesta implicaba un alejamiento de laconcepcin dominante del poder como algo objetivado en elEstado institucin, al cual se acceda sea por va armada o por vaelectoral. Entonces, la concepcin de doble poder se distanciaba dela de toma del poder predominante en las organizaciones arma-das. Ya que sta subordinaba la construccin de nuevas relacionessociales a la necesidad de acceder al Estado como herramientaestratgica de todas las transformaciones relevantes.

    El doble poder del PRT implicaba, plenamente desarrollado, laconstruccin de otro Estado durante la lucha, y la construccin deinstancias de poder popular que fueran generando nuevas relacio-nes sociales conviviendo en el mismo espacio con las formas tradi-cionales todava en funcionamiento y con un Estado burgus ejer-ciendo an su control. Pero, la prctica de ir resolviendo los pro-blemas de la administracin estatal durante el perodo de guerrarevolucionaria no fue una concepcin nica de Santucho, por elcontrario consideramos que es la forma natural en que se desarro-llan los procesos revolucionarios: el asalto al poder por medio deuna mgica huelga revolucionaria o por una guerrilla salida de laclandestinidad no existieron en la historia.

    Las situaciones revolucionarias son procesos de masas queimplican el desarrollo de doble poder. Existen experiencias de esetipo en muchos otros procesos revolucionarios y luchas de libera-cin, algunos paralelos al estudiado en este trabajo y otros poste-riores. En las zonas liberadas por el Frente Farabundo Mart en El

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  • Salvador durante los 80 se puso en funcionamiento la administra-cin revolucionaria, lo mismo en los barrios o zonas bajo controlenemigo pero con influencia guerrillera, las organizaciones vecina-les y sociales fueron constituyndose en mbitos de resolucin delos problemas de los pobres cubriendo un espacio donde el Estadoestaba ausente. La revolucin China fue un largo proceso donde seconstruyeron un nmero elevado de poderes locales bajo instan-cias del partido comunista chino (muchas veces destruidos yreconstruidos) siendo la provincia de Yenn un estado paralelo.En Guinea portuguesa, siendo una colonia que luchaba por suindependencia, el lder revolucionario Amilcar Cabral desarroll laadministracin econmica y poltica en las zonas bajo control oinfluencia de los independentistas. Las comunidades sumamenteatrasadas, proveedoras de mano de obra sper-explotada para losportugueses, fueron organizndose para resolver sus problemascotidianos y embrionariamente fundarn los cimientos del nuevoEstado. En Colombia las Fuerzas Armadas Revolucionarias deColombia (FARC) y el Ejrcito de Liberacin nacional (ELN) ejer-cen el gobierno en una parte importante del pas, en muchas zonas,las organizaciones populares tanto urbanas como rurales, tienentanto o ms poder que los funcionarios del Estado, que en muchoscasos aceptan las sugerencias de la guerrilla; de acuerdo a los vai-venes de la guerra civil, existe un poder paralelo a escala nacional.En Mxico, el zapatismo ejerce en el estado de Chiapas un gobier-no paralelo efectivo en algunas zonas y en otras es el gobierno dehecho y de derecho. Estos dismiles ejemplos, entre muchos sonmuestras de desarrollo poder paralelo efectivo2. Podramos seguirenumerando casos, ya que en general los movimientos guerrilleroscon un nivel de desarrollo e insercin lograron un grado de estabi-lidad cuando fueron expresiones de una situacin de doble poder ypoder popular.

    Tambin debemos aclarar que el doble poder no es necesaria-mente un poder socialista aunque s debe ser alternativo y popular.Aclaramos esto ya que en muchos casos frente al poder del Estadoaparecen otras organizaciones disputando o ejerciendo autoridad,como los paramilitares, narcotraficantes o milicias mercenarias defracciones de las clases dominantes. En estos casos si bien hay enlo tctico disputa a la autoridad de Estado, son expresiones del

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  • mismo ncleo del sistema o de su degeneracin y no de resistenciapopular. Tampoco debemos confundir doble poder con fragmenta-cin, la existencia de gobiernos locales cuasi independientes no esnecesariamente doble poder, por el contrario puede expresar unaetapa de disolucin de un Estado-Nacin.

    La idea de Santucho de adentrarse en la forma de construirpoder local en los barrios de las grandes ciudades, an en unasituacin donde la hegemona del enemigo se sostiene en la socie-dad, fue un desafo interesante para el desarrollo del proceso revo-lucionario argentino en los 703. Aunque, como el mismo Santuchorelataba en su folleto a forma de fundamentacin histrica, toda laexperiencia de lucha de los trabajadores desde 1955 presentaba unescenario social donde las clases oprimidas haban manifestado loque Gramsci llamaba espritu de escisin. Es entonces que laspropuestas del lder del PRT partan de un pasado reciente en elque durante dos dcadas los trabajadores eran ajenos al sistemapoltico y le negaban su consenso.

    La difusin de estas tesis en el seno del PRT recin comenzhacia setiembre del 74 (fecha en que el folleto vio la luz) y, tenien-do en cuenta que para mediados del 76 el PRT estaba virtualmen-te derrotado y las clases populares entraron en un profundo reflu-jo, no se dio la oportunidad para que estas ideas pudieran ser des-plegadas y reelaboradas con la prctica. Sin embargo, podemosconsiderar algunas hiptesis. En primer lugar, como dijimos, setrata de una concepcin alternativa a la de toma del poder, aunqueen Santucho ambas cosas se plantean en forma paralela. Tambinaparece la idea del doble poder como poder local (entendido estocomo desarrollo de zonas donde los revolucionarios tengan el con-trol y no el Estado burgus).

    La prctica del PRT y del ERP estuvo permanentemente orien-tada hacia los ncleos del sistema: grandes fbricas, cuarteles mili-tares, instituciones centrales del poder y respuestas poltico milita-res a coyunturas nacionales. Cmo se explica esto? No es tema deeste trabajo abordar las causas de la derrota de las organizacionesrevolucionarias argentinas, pero podemos pensar que hubo unasobrestimacin de la fuerza propia y una visin cortoplacista de lalucha revolucionaria (deca Santucho que en nuestro pas la luchapopular tena caracterstica de ofensiva permanente). Siendo as, y

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  • representando cada nueva coyuntura una etapa ms profunda ycalificada de la lucha de clases, las batallas deba jugarse en las for-mas ms elevadas. Entonces el desarrollo del poder local no seprioriz desde un a perspectiva de ms largo plazo y qued muyatado al desarrollo de una fuerza militar capaz de frenar la repre-sin en las zonas de hipottico doble poder. Esto, probablemente,se relaciona con las lecturas de la revolucin rusa en la cual eldoble poder fue un perodo de meses, o la supuesta rapidez de losrevolucionarios cubanos en derrotar a la dictadura de Batista.Quizs en sus ltimos escritos Santucho mismo esboz una auto-crtica al plantear la falta de asimilacin del marxismo, en relacincon la derrota que los obligana a aceptar la existencia de un reflu-jo de masas, replegarse, partir al exilio y reelaborar una estrategaapropiada a las condiciones. No podemos saber que quiso decircon falta de marxismo para muchos solo parece significar faltade ms de los mismo. Pero intuimos que se refera a la mayorcapacidad terico-prctica para comprender la realidad social locual implica un crecimiento/reflexin no lineal, no hermtico, his-torizar la realidad.

    De esta forma la perspectiva cortoplacista (de asalto al Estadoinstitucin) que se tena en los 70 atent contra una estrategia delargo plazo en la cual el doble poder entendido como poder local endiferentes lugares de la repblica, pudiera desarrollarse.Estrategia que a su vez hubiera facilitado el repliegue organizado,la resistencia y la supervivencia de fuerzas revolucionarias para elfuturo.

    NOTAS

    1. Santucho, Mario Roberto, Poder burgus, poder revolucionario, ed. 19de julio, Bs. As. 1995. Pag. 37.2. No son los nicos casos de existencia de un poder paralelo al del Estadoburgus con control territorial. Existi en Irlanda del Norte notoriamen-te. En el Pas Vasco se lleg a cobrar impuestos y ejercer el poder efectivoen ciertas zonas, logrando el reconocimiento como autoridad legtima porimportantes porciones de la poblacin. Tambin en Medio Oriente; en elLbano, el Hizballh ejerci funcion2. es estatales llegando hasta el equili-brio actual. En Irak, desde la ocupacin yanqui, el partido Baas y otras

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  • organizaciones polticas, religiosas o comunales mantienen la autoridadsobre diferentes zonas del pas, mientras que las fuerzas de ocupacin y elgobierno formal solo es autoridad en porciones restringidas de territorio. 3. Aunque en forma contradictoria tanto el IV como el V congreso del PRThaban definido la estrategia revolucionaria en Argentina como de guerracivil prolongada, definicin que deba haber implicado una concepcindiferente a la de ofensiva permanente y asalto al poder y mucho ms cer-cana a la que se esboza en Poder burgus., poder revolucionario, op. cit.

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  • EL PODER POPULAR FRENTE ALAUTONOMISMO

    Por otro lado, aunque no es audaz de nuestra parte pensar queSantucho no adherira a las concepciones autnomas en sus dife-rentes variantes, la idea de poder local se acerca a ellas si lo pensa-mos desde una situacin aislada y abandonamos la pelea por unnuevo Estado. Las versiones autonomistas posmodernas planteanla construccin de poder en los mrgenes, por afuera del Estado,de la cultura dominante y en sectores sociales excluidos, generan-do relaciones autnomas y sin cuestionarse el tema del poder o delEstado, entendido como acceso al gobierno de las fuerzas revolu-cionarias.

    En este sentido y al decir del autonomista radical Luis Mattini(autonomista radical en la dcada de 1990 y principios de lasiguiente), mximo dirigente del PRT luego de la muerte deSantucho: Cuando uno estudia la historia de la humanidad, lacada del Imperio Romano es un punto crtico, porque fue minadodesde abajo durante 300 aos por el cristianismo con su prdica.Pero no era prdica de discursos, sino 300 aos al estilo MTD deSolano, gente que viva de una manera diferente1. Entonces: no setrata de realizar una revolucin tradicional, poltica, sino en unsentido de ms largo plazo una transformacin muy lenta deestructuras que vaya minando las antiguas, ms cercana a la tran-sicin del feudalismo al capitalismo entendida como revolucinburguesa que dur cientos de aos que a la revolucin francesa ubolchevique que se condensan en poco ms de una dcada.

    Debemos destacar que la contradiccin entre revolucin delargo plazo y revolucin de corto plazo es artificial. Toda revolu-cin de corto plazo implica la idea de una transformacin estruc-tural de largo plazo, entendida como la transicin de un modo deproduccin a otro con todas sus implicancias de la creacin de unasociedad diferente a escala mundial y de cambio de las relacionesdel hombre con la naturaleza. Pero este proceso de largo plazo

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  • encuentra sus orgenes en el seno mismo del sistema an cuandoeste est en ptimo funcionamiento. La construccin del Estadoinstitucin, o mejor dicho, la formacin de las estructuras necesa-rias para dar cohesin al nuevo sistema es slo un hito en el proce-so de cambio de una formacin social a otra. Justamente, desdibu-jar este hito (la revolucin poltica), o restarle importancia es unaoperacin ideolgica sumamente peligrosa para las clases oprimi-das y las condena al ostracismo histrico.

    Pero de dnde y por que surgen estas ideas sobre el poderpopular y la autonoma? Tienen origen en el fracaso de muchas delas experiencias transformadoras, que por derrumbe o cooptacin,no lograron alumbrar un mundo mejor. Esto se combina con elimpacto del derrumbe del socialismo real y el rechazo que causen Europa el sistema de burocracia estalinista. Ah se abri paso auna crtica radical al poder que, empezando por Foucault y consu escuela pos estructuralista hizo estragos en el viejo continente.A esto se suma la vertiente ideolgica norteamericana, que a travsde un trabajo terico originado en derivas de la escuela deFranckfurt en el exilio e intelectuales el rin del sistema acadmi-co yanqui, aportaron convergentemente con los anteriores.

    Entonces se plantea: Estado es poder, poder es dominacin ydominacin es explotacin, por lo tanto el que se plantee el temadel Estado y del poder a la larga recrear nuevas formas de explo-tacin. Pero el confusionismo esta en que lo que aqu llamamosEstado, y que extendemos a todas la pocas histricas, es produc-to de la modernidad capitalista. Entonces, debemos aclarar quean la destruccin del Estado conocido no implica la desaparicinde toda estructura de organizacin social, econmica y poltica.Todas las formaciones sociales no capitalistas han desarrolladoestructuras que son propias de su constitucin de clase, desarrolloy extensin. Si afirmamos que el Estado es una estructura autno-ma de la clase dominante, en una sociedad feudal no hay Estado,pero sin duda hay dominacin de clase (y cmo), tampoco enEgipto o Persia, ya que la clase (o casta) dominante es el Estado ensi misma.

    Entonces a dnde queremos llegar, en relacin al poder popu-lar? La construccin de una nueva sociedad requerir de nuevasestructuras, y mientras existan clases y pases capitalistas en dis-

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  • puta en la mayor parte del mundo, estas debern garantizar lahegemona de las antiguas clases oprimidas con firmeza tal comolo hizo la burguesa antes de la repblica parlamentaria, o como lohace hoy frente a los desafos de los oprimidos o frente a las crisisperidicas del propio sistema. Una nueva organizacin social querequerira de un Estado de nuevo tipo que no anule el poder popu-lar sino que lo garantice estratgicamente. Esto es as aunque con-tradiga a los autonomistas europeos-norteamericanos y sus tribu-tarios tercermundistas, justificadores del progreso occidental ycristiano. Ms an, como una nueva sociedad no surge en pocosaos, sino que es producto de un largo proceso de luchas, de trans-formaciones culturales y de creacin de nuevas subjetividades (lacreacin de un nuevo hombre como deca el Che), indudablemen-te el tema del Estado cobra todava mayor significacin, ya queestaramos hablando de un perodo de transicin.

    Pero debemos tener en cuenta que el autonomismo representa-do por la versin situacionista; fue una variante extrema del mode-lo. De todas formas, an las variantes menos extremas, aquellasque s aspiran en un tiempo histrico mesurable (de pocas genera-ciones) a transformar la sociedad en su conjunto, tambin tienencomo eje lo local, lo sectorial y la construccin en los mrgenes,condicionando la estrategia a la necesidad tctica de lo local o sec-torial. Para entender cmo se manifiesta la contradiccin entre losocial y lo poltico, las necesidades inmediatas y las estructuralesdebemos pensar los conceptos de multisectorialidad y de asambleade base. Los nuevos movimientos sociales, como los movimientosreivindicativos en general, surgen a partir de abordar problemasespecficos de un sector, mas que movimientos de clase (como unsindicato) son movimientos en torno necesidades o problemas(vivienda, tierra, minera, contaminacin, derechos de minoras,etc.), las organizaciones piqueteras argentinas por ejemplo fueronun gran movimiento contra el hambre, la desocupacin y la degra-dacin barrial. Ahora bien, la existencia de una densa red de orga-nizaciones populares es una muestra saludable de vida social, elproblema est cuando se pretende hacer de esto toda la poltica,o la nica poltica correcta. Es as que el autonomismo conside-ra que la poltica es en si misma la que emana de estos movimien-tos y que lo dems es una impostura. Para explicarnos esto debe-

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  • mos recurrir a sus fuentes tericas y los conceptos de imperio,multitud, situacin, clase y dialctica3.

    Por otro lado la asamblea de base, tarea poltica tan cara amuchas organizaciones de izquierda, revolucionarias o clasistas,tambin es presentada como contradiccin entre la nueva polti-ca y la vieja poltica. Quizs esto sea as porque lo que se entien-de como vieja poltica fue la prctica de una parte de la izquierda,en general la ms integrada al sistema que con sus ritmos decoyunturas superestructurales integran de hecho a la izquierda enla reproduccin del Estado. Pero la mayora de los movimientosrevolucionarios fueron muy participativos. Pongamos un ejemploque podra ser considerado negativo. Antes de reprimir el levanta-miento de los marineros de Kronstat, los bolcheviques mantuvie-ron amplias discusiones que excedieron con mucho al ComitCentral. Los debates entre los rebeldes anarquistas y la direccinbolchevique circulaba los la prensa pblica y los mismos dirigen-tes fueron a la base naval a discutir con la asamblea. El PartidoBolchevique hasta el encumbramiento unipersonal de Stalin fuesin dudas muy participativo, con grandes y enriquecedores deba-tes que an hoy valen la pena leer. El problema est en contrapo-ner asamblea de base (que en general es local por cuestiones ope-rativas) a la existencia de organismos centralizados y delegacionesresolutivas.

    ste es un problema discutido desde antao, la democraciadirecta slo puede atender cuestiones de pequea escala y, comoplanteamos al principio, se relacionaba con la contradiccin entrelibertad e igualdad planteada los filsofos que mencionbamos. Enese sentido Rousseau en El contrato social adverta que su mode-lo asambleario funcionaba solo en una sociedad con riqueza homo-gnea y relativamente pequea. El ejemplo del cual muchos deestos primeros tericos abrevaban eran las poleis democrticasgriegas (solo algunas poleis eran democrticas). stas eran urbesrelativamente pequeas y tenan un cuerpo de ciudadanos limita-do. La ms grande y famosa de todas, Atenas, nunca super lostreintamil ciudadanos.

    Ahora bien el socialismo ha planteado diferentes mecanismosde democracia de alcance nacional, en general basados en la teoradel centralismo democrtico de Lenin. La tendencia hacia cada

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  • vez mayor centralizacin (acompaada de una creciente burocrati-zacin) en detrimento de la participacin democrtica, es el puntofuerte principal de los antileninistas y autnomos. Desde nuestropunto de vista el atar polticas nacionales a decisiones de asamble-as locales o sectoriales frena el desarrollo poltico popular. La cues-tin esta en resolver el proceso del avance de lo reivindicativo a lopoltico y en la articulacin entre la construccin de poder populary organizacin poltica como parte del mismo. Entonces vemosque las razones del rechazo a la herramienta partido tienen lamisma raz que el rechazo al Estado: la conviccin de que ambasimplican una escisin o (en el mejor de los casos) una imposturade la voluntad popular.

    NOTAS

    1. Extrado de La Vaca. Org: 08/01/2004. El Movimiento de TrabajadoresDesocupados del barrio de San Francisco Solano, una zona muy pobre delex tercer cordn industrial de Buenos Aires, fue durante mucho tiempopresentado como el paradigma de la construccin autonomista enArgentina. Las ideas que sus dirigentes plantean se pueden encontrar enuna entrevista publicada por el Colectivo Situaciones. Para ms datos sepuede acceder a las publicaciones de este grupo. Es importante aclararque en la actualidad (2009) el MTD de Solano tiene muy escasa presenciaentre los grupos y organizaciones populares, aunque sigue desarrollandotrabajo a nivel barrial. Hoy (2009) los referentes para los intelectualesvinculados al espacio autnomo son otros.2. Podramos discutir hasta que punto fue poder popular el de los cristia-nos de la poca de las catacumbas, lo que sin dudas no fue poder populares le de los grandes seores romanos convertidos en obispos hacia el finaldel imperio. Tambin podramos discutir cuales fueron las razones dederrumbe del imperio, pero no es tema de este trabajo. Para lo que hace altiempo actual el pensamiento de Mattini vale por la concepcin y no porsu veracidad histrica.3. Discutiremos estas ideas en captulos subsiguientes.

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  • NOTAS SOBRE EL MST DE BRASIL Y ELZAPATISMO DE MXICO

    Pero no todo en el universo de las construcciones autnomas eslocal o pequeo. Al considerar variantes menos radicales en su ais-lamiento de la poltica (y ms importantes en trminos de desarro-llo) como el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil (MST) o elZapatismo de Mxico vemos algunas caractersticas distintivas.Para ir al caso del Zapatismo, ste no se plantea la toma delpoder (en realidad no puede hacerlo desde la relacin de fuerzasque le implica limitarse a ser la organizacin de los indgenas deChiapas), pero s busca una transformacin de la sociedad mexica-na en su conjunto. Aunque Marcos consider en reiteradas opor-tunidades que es un error de los revolucionarios la idea de tomadel poder y que no es una aspiracin del zapatismo. Deca Marcos:No, no queremos acciones de apoyo porque estamos por caminosdiferentes, porque ustedes plantean la toma del poder y nosotrosno. Y aunque ustedes ganen y tomen el poder, vamos a estar con-tra ustedes, si no se cumplen las demandas de los pueblos indios",en relacin a los intentos del EPR (Ejrcito PopularRevolucionario) de establecer contactos.

    Y respecto de otras organizaciones, tambin delimitaba preci-samente los campos entre el autonomismo zapatista y la izquierdarevolucionaria: Esa es la diferencia fundamental. Ellos dicen ques se puede estar en el "arriba" y "abajo", que hay gente honestaarriba, y nosotros decimos que no es cierto, que all arriba no sepuede hacer nada. Sin embargo, ninguno de ellos interfiere en LaOtra Campaa, no se meten, ni sabotean ni prestan apoyo1.Igualmente este movimiento reestructur las relaciones entre lasociedad y la poltica en la zona donde ejerce el control; las nuevasinstituciones generadas por el zapatismo se construyen como unarecuperacin de las instituciones tradicionales de las comunidades(con el agiornamiento que implican 500 aos de influencia occi-dental) y extirpan la presencia del Estado mexicano en su zona (ya

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  • de por s dbil y corrupto, lo que no es un dato menor para las posi-bilidades de desarrollo de doble poder) extendiendo su influenciaalternativa por toda la regin. El zapatismo es claramente poderlocal en su zona de insercin y doble poder en el Estado de Chiapaspero su perspectiva indigenista (sectorial) y local conspira en con-tra de romper el cerco poltico y, relativamente, (en lo nacional) lohan aislado. El capitalismo monoplico tributario de los yanquisque mantiene el control del Estado central, las grandes unidadesproductivas y extractivas, contina su desarrollo preocupndosesecundariamente por la presencia zapatista.

    Pero en su desarrollo como poder local el zapatismo ha creadoinstituciones de nuevo tipo. Cuando uno recorre el territorioencuentra los Consejos del Buen Gobierno y el Comit ClandestinoRevolucionario Indgena (CCRI). Los primeros son una especie deconsejo comunal electivo rotativo que se encarga de todos losasuntos de la comunidad, son la expresin del poder popular en lazona, son elegidos por los pobladores y rinden cuentas antes estos.Los CCRI por el contrario son clandestinos, electos desde lacomandancia y rinden cuentas ante esta, vigilando y supervisandola zona y pudiendo cesar ante posibles amenazas, a los Consejos deBuen Gobierno hasta que la amenaza pase. Evidentemente elEjercito Zapatista es la fuerza que asegura la zona y es una organi-zacin militar. Por lo tanto, mas all del discurso horizontal, acvemos la existencia de instituciones de nuevo tipo que ejercen elpoder en una zona, que ese poder es poder popular y que est enrelacin dialctica con un partido armado.

    El MST tambin es una construccin autnoma de la poblacinrural brasilea, no sujeta a directivas que excedan a las de su clase,pero form parte de la construccin del Partido de losTrabajadores (que ms que un partido es un frente) apoyando conreivindicaciones propias para impulsar una propuesta de transfor-macin de corto plazo para todo Brasil. Adems el MST aspira aser parte de una construccin que se plantee reivindicaciones pol-ticas de fondo y no reniega ni pblica ni privadamente de la ideade partido y de revolucin. En sus debates internos el MST se cues-tiona la posibilidad de lograr reivindicaciones de fondo sin la exis-tencia de una poltica que exceda las necesidades del MST comoorganizacin campesina (sectorial). Por eso los Sin Tierra debaten,

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  • a la luz de su prctica y experiencia, la cuestin relacionada con lalucha econmica y la conciencia revolucionaria que ya cien aosatrs discutieron Lenin y Rosa de Luxemburgo. Entonces ellos venque las luchas de masas tienen un carcter espontneo, porque sulmite reside en la lucha inmediata por conquistas econmicas.Pero, por otro lado, debe ser entendido como el primer paso en laformacin de la conciencia poltica. O sea los oprimidos ingresana la poltica a travs de espacios para luchar por resolver reivindi-caciones inmediatas.

    En este sentido discuten la necesidad de formar cuadros polti-cos que puedan impulsar una lucha de tipo nacional, cosa que lapermanente atencin a la lucha propia del movimiento impide.Entonces podremos cometer errores histricos graves en la medi-da en que nos propusiramos formar cuadros revolucionariosdelegndoles tareas solo relacionadas con la lucha econmica quenunca llegarn a desencadenar un proceso revolucionario. Lacompresin del MST de que un cambio social verdadero esta msall de la lucha inmediata es clara, como tambin es clara la con-tradiccin inherente a todo movimiento social. Por eso polemizanconsigo mismos a travs de Lenin por eso (siguiendo a Lenin) siesta lucha espontnea es importante para engrosar las filas de losque luchan, debe, y es necesario tener, una organizacin que tengaestos objetivos (revolucionarios nacionales) formulados para lle-var la lucha hasta el fin. Ms adelante explicitan: es transparen-te entonces que muchas de las crticas hechas por Lenin se chocancon nuestra prctica, o sea: conocimiento parcial del marxismo,proponerse contribuir a la transformacin social a partir del movi-miento de masas sin una organizacin poltica, absolutizar unmovimiento de masas como fuerza invencible, sin una poltica con-secuente, sin programa, ni estrategia, etc. () Concluimos enton-ces, los dos procesos deben andar juntos, pues si un embrin deconciencia est en la lucha de masas, la mayor conciencia debe sergestada en una organizacin poltica con una definicin de tareasde mayor alcance2.

    En este sentido los Sin Tierra en sus debates de fines de ladcada del 90 avanzaban en la definicin del militante necesariopara realizar tareas revolucionarias. Un milita