Población, tenencia de tier ra, uso del suelo , y...

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97 Población, tenencia de tierra, uso del suelo, y deforestación en el Parque Nacional Sierra de Lacandón 1 David L. Carr Department of Geography University of California, Santa Barbara Alisson F. Barbieri Department of City and Regional Planning UNC-Chapel Hill Resumen Desde los ochenta, se ha reducido dramáticamente la cobertura boscosa del segundo parque nacional más grande de Guatemala: el Parque Nacional Sierra de Lacandón (PNSL). Entre 1993 - 1998, la expansión agrícola y el crecimiento poblacional, fueron menores entre las cooperativas agroforestales en el área de la ruta a Bethel (lado sur del parque), que en las comunidades de tierras invadidas de la ruta a Naranjo (lado norte del parque). Una extensa literatura ha debatido las causas de la deforestación en los trópicos y la incidencia de la tenencia de tierra en la conservación de los bosques tropicales. Los datos de este estudio sugieren que, a nivel regional, la tenencia segura brindada por comunidades cooperativas agroforestales pudiera contribuir a un mayor grado de conservación -tanto para frenar la inmigración como para contener la agricultura extensiva. Palabras clave: población, medio ambiente, Guatemala, tenencia de tierra Abstract Since the 1980s the forest cover of Guatemala’s second largest national park, the Sierra de Lacandón, has been dramatically reduced. Between 1993 and 1998 agricultural expansion and population growth were less pronounced among the agro-forestry coop- eratives in the Ruta a Bethel region (southern portion of the park) relative to the squatter communities along the Ruta a Naranjo (northern region of the park). A large body of literature has debated the causes of deforestation in the tropics and the affect of land tenure on tropical forest conservation. The data in this study suggest that, at the regional level, secure land titling among agro-forestry cooperative communities can contribute to improved forest conservation, by slowing in-migration and by reducing agricultural extensification. Key words: population, environment, Guatemala, land tenure Introducción Ubicado en el corazón del bosque tropical más grande de Mesoamérica, en 1990 el Parque Nacional Sierra de Lacandón (PNSL) se declaró una de las ocho zonas núcleo de la Reserva de la Biósfera Maya (RBM) (Figura 1). Con 202,865 hectáreas, el PNSL es el Parque con el segundo mayor área de zona núcleo en Guatemala. Por ser el área más lluviosa (1800 mm/año) y de máximo relieve, el PNSL cuenta con la más rica y diversa Journal of Latin American Geography 5(1), 2006

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Población, tenencia de tierra, uso del suelo,

y deforestación en el

Parque Nacional Sierra de Lacandón1

David L. CarrDepartment of Geography

University of California, Santa Barbara

Alisson F. BarbieriDepartment of City and Regional Planning

UNC-Chapel Hill

ResumenDesde los ochenta, se ha reducido dramáticamente la cobertura boscosa del segundo

parque nacional más grande de Guatemala: el Parque Nacional Sierra de Lacandón (PNSL).

Entre 1993 - 1998, la expansión agrícola y el crecimiento poblacional, fueron menores

entre las cooperativas agroforestales en el área de la ruta a Bethel (lado sur del parque),

que en las comunidades de tierras invadidas de la ruta a Naranjo (lado norte del parque).

Una extensa literatura ha debatido las causas de la deforestación en los trópicos y la

incidencia de la tenencia de tierra en la conservación de los bosques tropicales. Los datos

de este estudio sugieren que, a nivel regional, la tenencia segura brindada por comunidades

cooperativas agroforestales pudiera contribuir a un mayor grado de conservación -tanto

para frenar la inmigración como para contener la agricultura extensiva.

Palabras clave: población, medio ambiente, Guatemala, tenencia de tierra

AbstractSince the 1980s the forest cover of Guatemala’s second largest national park, the

Sierra de Lacandón, has been dramatically reduced. Between 1993 and 1998 agricultural

expansion and population growth were less pronounced among the agro-forestry coop-

eratives in the Ruta a Bethel region (southern portion of the park) relative to the squatter

communities along the Ruta a Naranjo (northern region of the park). A large body of

literature has debated the causes of deforestation in the tropics and the affect of land

tenure on tropical forest conservation. The data in this study suggest that, at the regional

level, secure land titling among agro-forestry cooperative communities can contribute to

improved forest conservation, by slowing in-migration and by reducing agricultural

extensification.

Key words: population, environment, Guatemala, land tenure

IntroducciónUbicado en el corazón del bosque tropical más grande de Mesoamérica, en 1990 el

Parque Nacional Sierra de Lacandón (PNSL) se declaró una de las ocho zonas núcleo de

la Reserva de la Biósfera Maya (RBM) (Figura 1). Con 202,865 hectáreas, el PNSL es el

Parque con el segundo mayor área de zona núcleo en Guatemala. Por ser el área más

lluviosa (1800 mm/año) y de máximo relieve, el PNSL cuenta con la más rica y diversa

Journal of Latin American Geography 5(1), 2006

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Figura1. Guatemala y el Parque Nacional Sierra de Lacandón (SLNP)

flora y fauna de toda la RBM (The Nature Conservancy (TNC), 1997). Es más, el PNSL

desempeña un papel clave como el único corredor biológico entre el complejo de áreas

protegidas de Chiapas y las de Petén y Belice. La conectividad que aporta el PNSL es

significativa ya que la masa boscosa de este transnacional complejo ecológico, conocido

como la Selva Maya, alcanza una extensión de más de 250 mil kilómetros cuadrados,

conformando así el bosque tropical más extenso de América Central.

Esta gran selva se arraiga en suelos pobres para fines agrícolas. El PNSL no es una

excepción. Según el Instituto Geográfico Nacional, la mayor parte del PNSL se califica

como tierras no aptas para la agricultura (TNC, 1997). A pesar de una amplia variabilidad

a pequeñas escalas, estos suelos suelen conformarse por roca caliza de pobre drenaje y

poca profundidad.

La historia política de la pérdida de bosques en el PNSL viene de los 1960 y 1970

cuando el gobierno promulgó leyes que, efectivamente, alentaron a campesinos y grandes

ganaderos a convertir en campos agrícolas a los bosques de Petén. En 1971 se proclamó

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El Decreto #38-71 “El Uso, Tenencia, y Adjudicación de la Tierra de Petén”, que adjudicó

parcelas de hasta 675 hectáreas (con una adjudicación mínima de 45 hectáreas). Con una

aumentada preocupación entre los países occidentales sobre la devastación de los bosques

tropicales, en 1989 se creó el CONAP (Consejo Nacional de Areas Protegidas) y EE.UU

y otros países donadores comenzaron a subvencionar proyectos de conservación ambiental

en Petén. En 1990 se estableció la Reserva de la Biósfera Maya (RBM) con una extensión

de 2, 113 km.2, abarcando casi 60% del territorio de Petén y 20% del territorio nacional.

El Parque Nacional Sierra de Lacandón se formó como zona núcleo de la RBM.

No obstante su importancia ecológica, su designación como parque nacional, y sus

suelos poco aptos para la agricultura, desde que se terminó la carretera de tierra entre El

Naranjo y la capital departamental, Flores, en 1982, los bosques en una franja de 5

kilómetros a cada lado de la carretera han sido casi completamente exterminados (Sader

et al., 1994) (Figura 2). Una causa fundamental de esta rauda deforestación ha sido la

llegada de campesinos impelidos a la migración debido a la falta de tierra disponible y

empleo en otras regiones del país, y atraídos por la visión de conseguir tierra en las nuevas

fronteras agrícolas de Petén. La realidad socio-política y ambiental de las áreas de origen

ha dado lugar a un alto nivel de migración no solo a Petén sino a la ciudad de Guatemala

y a los EE.UU. Durante el periodo de más alta inmigración al PNSL Guatemala vivía una

aguda etapa de violencia dentro de su prolongada guerra civil que terminó oficialmente en

1996. Estos patrones han sido estudiados por Schwartz (1990), Valenzuela de Pisano

(1996) y Lovell (2000). Carr (2002a) encuentra que los migrantes a las fronteras de Petén

representan los más marginados de todos los grupos migratorios. Solían venir del sureste

del país y de la costa pacífica. La mayoría no huyó de la violencia política que despobló

gran parte del altiplano (de hecho, para muchos hubo más violencia en Petén que en sus

áreas de origen). No obstante la importancia del prerrequisito a la deforestación, la

migración, la segunda causa de la deforestación en el PNSL ha sido el uso del suelo de los

migrantes, 94% de los cuales se dedican a la agricultura, caracterizada por el cultivo de

maíz bajo el sistema de roza-tumba y quema con un promedio de dos años de cultivos por

seis años de descanso.

Sin embargo, no todas las comunidades han incidido el medio ambiente del Parque

de igual forma. Cuatro de las cinco comunidades, con incidencia en la cobertura boscosa

del Parque por la ruta a Bethel (lado sur del PNSL), tienen regímenes estables de tierra.

Estas comunidades se formaron como cooperativas agrícolas en los años sesenta y setenta

(menos La Unión Maya Itzá, establecida en 1995), antes de la construcción de la ruta a

Naranjo, a mediados de los ochenta que trajo consigo una colonización espontánea por el

lado noreste del Parque.

Durante la segunda mitad de los noventa hubo poca inmigración y expansión

agrícola en el área de Bethel, mientras que hubo un gran incremento de población y

deforestación en las 23 comunidades por el área de la ruta a Naranjo (lado norte del

PNSL). En las comunidades más recientemente establecidas por la ruta a Naranjo, casi

todos los campesinos tienen “agarradas” (término usado en Guatemala para describir

tierras adquiridas y ocupadas ilegalmente), la mayoría de ellas adentro del PNSL.2

Está claro que una razón por estas diferencias recae en la relativa disponibilidad de

tierra por la ruta a Naranjo durante la década anterior. Sin embargo, este estudio halla que

los cooperativistas por la ruta a Bethel mantienen reservas de bosque comunitario y

mantuvieron más o menos estable su área agrícola, y proyectaban mantenerla estable en el

futuro (Figura 2). Por lo contrario, los campesinos con agarradas por la ruta a Bethel

expandieron rápidamente su área agrícola durante los finales de los noventa y planeaban

seguir talando el bosque hasta reducir súbitamente o eliminar por completo sus reservas

boscosas. En cuanto al crecimiento de la población, otra vez, hay que reconocer que las

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cooperativas se establecieron anteriormente a las comunidades de la ruta a Naranjo y por

lo tanto ya habían cumplido su inicial fase de crecimiento. Sin embargo, durante el periodo

del estudio (1993-1998) la inmigración entre las cooperativas fue casi inexistente, cosa

que no se puede decir sobre ninguna comunidad naranjera aunque la mayoría ya no

contaban con más tierra disponible ya para mediados de los noventa. Por último, el

crecimiento natural del área de Bethel también fue menor ya que el tamaño ideal de la

familia y la fertilidad fueron menores entre los cooperativistas. ¿Será que diferencias

entre las dos regiones sugieren que el compartimiento de tierra en forma de cooperativa

segura puede contribuir a un menor grado de conservación de los bosques dentro de las

parcelas de los pequeños agricultores en las fronteras agrícolas de los trópicos—tanto por

frenar el crecimiento poblacional como por contener la expansión agrícola? Este trabajo

examina esta hipótesis.

Consideraciones teóricasLas consecuencias perjudiciales de la deforestación en los trópicos son múltiples.

La eliminación de los bosques en las latitudes tropicales ha ocasionado la erosión de

suelos, la sedimentación de redes fluviales y la perturbación de ciclos de nutrientes que

empobrece la capacidad regenerativa de los bosques y los suelos agrícolas (Weischet y

Figura 2. Las comunidades y carreteras del Parque Nacional Sierra

de Lacandón (SLNP)

Caviedes, 1993). La deforestación también amenaza con exacerbar la desertificación,

contribuir a un calentamiento global (Adger and Brown, 1995) y extinguir a miles de

especies de flora y fauna (Myers, 1988)—lastimando irreparablemente el banco genético

mundial (Wilson, 1992).

Existe una extensa literatura que revela la variabilidad de las causas de la

deforestación en los trópicos. Entre algunos factores se incluyen: la integración económica

(Garland Bedoya, 1991; Pichón, 1997); los procesos demográficos a múltiples escalas

(Carr, 2002b, 2004a); las estructuras políticas y económicas a nivel nacional e internacional

(Hecht 1985; Stonich, 1989; Carr, 2004b); la migración interna (Moran, 1985; Lisansky,

1990; Schwartz, 1995) y la tenencia territorial (Kaimowitz, 1996; Clark, 1996; Alcorn y

Toledo, 1998).

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Algunos autores aseveran que una estable tenencia territorial permite al propietario

pensar en la sustentabilidad a largo plazo de su parcela, y por ende, alienta una intensificación

agrícola y un manejo más sostenible. Deacon (1999), a través de una investigación

detallada de documentos históricos, halló que a lo largo de la historia del mundo, las

inversiones en la conservación de bosques han sido mayores en áreas con título de propiedad

legal. Feder et al. (1988) documentaron en Tailandia, que los campesinos con títulos de

propiedad tenían más probabilidad de conservar su suelo, parcialmente debido al hecho de

que cuentan con acceso a crédito bancario y, por lo tanto, con los medios para invertir en

una producción más frúctifera y sostenible.

Por otro lado, algunos aseveran que la tenencia en si misma no es un factor

clave en el manejo de la tierra de los campesinos. Barbier (1990) indica que en Java la

calidad del suelo, las tasas de préstamos bancarios y la disponibilidad de empleo fuera de

la finca, pesan son los que pesan más en las decisiones de los minifundistas sobre las

inversiones en su parcela. Similarmente, Anderson y Thampapillai (1990) sostienen que

otros factores—entre ellos el nivel económico del campesino, su nivel de educación y su

acceso a los programas de extensión—inciden, más que la forma de tenencia territorial, en

el manejo sustentable de la agricultura.

En el caso de Petén, Kaimowitz (1996), Katz (2000), Schwartz (1995), Grunberg

(2000), y Clark (2000) han señalado la falta de títulos de propiedad legales como uno de

los principales escollos en la conservación y el desarrollo agrícola. Lo que no consideraron

suficientemente, fue el papel del título de propiedad como incentivo en los campesinos

para invertir en la adopción de ganado y en la expansión de pasto (Carr, 2004c). No

obstante, la relativa conservación del bosque que se observaba por la ruta a Bethel, a

comparación de otras áreas agrícolas en Petén, parece favorecer el argumento que la

tenencia segura, aunque en forma de cooperativa, ayuda a conservar el bosque. Tal

hipótesis parece haber sido un motivo de varias ONGs, con financiamiento de Europa y

los EE.UU., para promover la legalización de las tierras agarradas por los campesinos en

la ruta a Naranjo (Carr, 1999).

MetodologíaEntre enero y junio de 1998, líderes comunitarios (por ejemplo alcaldes auxiliares

y presidentes de comités de pro-mejoramiento) fueron entrevistados en cada una de las

veintiocho comunidades en el área de influencia del PNSL (Figura 2).3 También se

recabaron datos de 279 jefes de hogar y 220 mujeres (la mayoría de ellas parejas de los jefes

de hogar entrevistados) seleccionados aleatoriamente dentro de nueve comunidades que

fueron escogidas con una muestra de estratificación geográfica aleatoria. Las nueve

comunidades de las encuestas de hogar incluyen tres en el área de la ruta a Bethel (La

Unión Maya Itzá, Retalteco, y La Lucha) y seis por la ruta a Naranjo (Km. 75, Km. 107,

Poza Azul, Nueva Jerusalén II, Manantial, Lagunitas). Las encuestas con jefes de hogar y

las entrevistas con líderes comunitarios incluyeron preguntas sobre el uso del suelo, la

inmigración y la fertilidad en referencia a 1993 y 1998 (Carr, 2003). Las siguientes

secciones reportan algunos datos recabados en tales entrevistas.

Inmigración y crecimiento poblacionalSi las tendencias actuales sirven como un indicador del futuro crecimiento

demográfico, las comunidades de la ruta a El Naranjo crecerán más que las

comunidades por la ruta a Bethel, no solo debido a una mayor tasa de inmigración sino

también por un mayor crecimiento natural. La población de las cinco comunidades del

área de influencia del PNSL por la ruta a Bethel creció 94% entre 1993 a 1998, de

1,739 a 3,377 a personas.4 Pero si se excluye la anomalía de la llegada planificada de

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225 familias de retornados a La Unión Maya Itzá en 1995, el crecimiento demográfico

de esta región alcanza el 30%, considerablemente por debajo del crecimiento de 65%

de las comunidades de la ruta a Naranjo de 10,067 a 16,649 personas.5 En total, la

población de las comunidades en el área de influencia del Parque ha llegado

aproximadamente a 20,401 personas con una población proyectada para el año 2008

de 65,673 (Cuadro 1). El crecimiento demográfico de las comunidades en el estudio

ha llegado a tal punto que la densidad poblacional (Cuadro 2), a nivel de comunidad de

ambas regiones, ya supera lo que muchos campesinos consideran la capacidad de carga

del área—45 hectáreas (una caballería) por familia de seis personas.6

Communidad Año de Fundación Extensión estimada Porcentaje

(Ha.) estimado de la

extensión territorial

dentro del PNSL

Ruta a BethelBethel 1968 4230 0.18

El Esfuerzo 1970 3375 0.46

La Lucha 1976 3915 1.00

Retalteco 1979 5400 1.00

La Unión Maya Itzá 1995 5940 0.82

Ruta a NaranjoEl Ceibo 1968 675 0.33

Poza del Macho 1973 6930 0.78

Las Ruinas 1975 9180 0.93

Km. 107 1978 7380 0.61

Lagunitas 1978 13500 0.01

El Esqueleto 1980 2475 0.64

Cruce a los Esclavos 1980 1350 0.57

Km. 86 1981 3150 0.36

Las Victorias 1982 2475 1.00

El Repasto 1982 2700 1.00

Km. 75 1984 990 1.00

Km. 101 1985 5625 0.80

San Juan Villa Nueva 1986 4500 1.00

Manantial 1986 2250 0.30

Km. 96 1987 1440 0.65

Km.91 1987 2700 0.25

Nueva Jerusalén II 1988 6840 1.00

Villa Hermosa 1988 2700 1.00

Nueva Canaan 1989 540 0.50

Poza Azul 1990 1935 1.00

Manantialito 1990 1980 1.00

Km. 114 1991 720 0.06

Tierra Linda Zapotal 1993 1800 1.00

Total/promedio 106,695 0.68

Cuadro 1.

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e Lacan

n

Comunidad Población Densidad Población Densidad Tasa de crecimiento anual (1)

Estimada Estimada proyectada proyectada

1998 1998 2008 2008

Ruta a Bethel

La Unión Maya Itzá 1113 6.8 1113 6.4 --

Retalteco 881 8.4 770 -- -0.03

La Lucha 277 3.2 351 4.0 0.13

Bethel 431 4.6 588 6.2 0.17

El Esfuerzo 738 9.8 5090 67.8 1.63

Total Ruta a Bethel 3377 6.6 7913 23.4 0.94

Cuadro 2.

(1) Las proyecciones se hicieron aplicando la tasa de crecimiento de 1993 al periodo de 1998 a 2008 usando datos de entrevistas

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La Inmigración“Quisimos quedarnos en Huehuetenango. Pero con tantos hermanos ya no había suficiente

tierra allá.” -Joven jefe de hogar Quiché recién llegado al PNSL

La inmigración fue responsable de aproximadamente el 40% del crecimiento

demográfico total de 65% en las comunidades de la ruta a Naranjo entre 1993 y 1998. En

cambio, en las tres comunidades con estables regímenes de tierra a nivel de comunidad

desde antes de 1993, Retalteco, Bethel, y La Lucha, a pesar de un crecimiento natural

positivo, las primeras dos se mantuvieron con poblaciones casi estables mientras Bethel

solo se registró un crecimiento total de 18% durante el mismo periodo. La mayoría de los

jefes de hogar nacieron en otros departamentos y migraron a Petén. El departamento de

nacimiento de los colonos más representado es Izabal (16%), seguido por El Quiché

(10%)7, el mismo Petén (8%) y Alta Verapaz (6%). La desigual distribución de tierra, la

falta de empleo, la expansión ganadera y la fragmentación de parcelas, por el crecimiento

natural, son algunos de los factores que contribuyeron a la emigración de campesinos

hacia Petén durante las últimas décadas (Schwartz, 1995; Valenzuela de Pisano, 1996).

La mayoría de los entrevistados reportaron que vinieron al área por que disponía

de más o mejor tierra que en sus lugares de origen. Otros reportaron venir al área por la

posibilidad de conseguir tierra propia o para estar con parientes. La familia típica en el

estudio trabajaba en el campo agrícola en fincas y arrendaba parcelas pequeñas en otra

parte del país o en el sur de Petén antes de llegar al Parque. Entre los jefes de hogar que

trabajaban en la agricultura antes de migrar (sea con parcela propia, arrendando, o a

medias), el área promedio de tierra trabajada era de menos de dos hectáreas, sumamente

lejos de la caballería (45 has.) con que muchos soñaban conseguir en Petén.

Fertilidad“Ud. Puede ver con sus propios ojos que todas las mujeres están embarazadas. Es triste.

Seguimos creciendo pero la tierra no se estira.”

- Agricultor de la Ruta a Naranjo

No obstante la importancia de la migración, interesaba también conocer la

proporción del crecimiento poblacional que se podía atribuir a las tasas de fertilidad que

a la larga promete tener más impacto demográfico que la migración, ya que las tierras

disponibles son cada vez más escasas y ,por ende, se presupone que el crecimiento se

deberá cada año más al crecimiento natural de los pobladores. Las parejas entrevistadas

sobre la ruta a Bethel tienen un promedio de 2.86 hijos, valor mucho menor que el de las

parejas encuestadas sobre la ruta a El Naranjo (5.03). Parte de esa diferencia se explica

por las diferencias en la edad promedio entre las parejas entrevistadas en las dos regiones

(37.1 para los hombres y 28.9 para las mujeres para la ruta a Bethel comparado con 40.7

y 33.5 sobre la ruta a El Naranjo). Otra diferencia entre las dos regiones es la edad

promedio de las mujeres cuando tienen su primer parto.8 Sin embargo, si la edad promedio

de las mujeres encuestadas de la ruta a Bethel fuese igual a la de la ruta a El Naranjo, la

cantidad de hijos se elevaría a 4.15 hijos por mujer, todavía casi un hijo por debajo del

promedio de las mujeres de la ruta a El Naranjo. Es de notar que la tasa de fertilidad de

ambas regiones, superaría los siete hijos por mujer si se proyectara la fertilidad de las

mujeres sobre su periodo reproductivo, superando así la tasa de fertilidad promedio en

áreas rurales tanto en Guatemala como en Petén.

Sólo el 31% de los respondientes en las comunidades del área de Bethel y el 23%

de los jefes de hogar entre las comunidades de la ruta a Naranjo reportaron hacer algo para

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evitar embarazos. La predisposición de usar anticonceptivos fue inclusive más divergente

entre las dos regiones. En respuesta a la pregunta, “Si los condones fueran gratis, Ud. los

usaría?” 65% de los jefes de hogar de la región de Bethel contestó “sí” a comparación de

tan solo 39% de los entrevistados por la Ruta a El Naranjo.

La cantidad deseada de hijos en ambas regiones es consistente con estos datos. Por

ejemplo, cuando se les preguntó “Imagínese que Ud. tuviera la misma edad ahora que

cuando se casó (o se unió), si empezara de nuevo la familia, cuántos hijos (varones y

hembras) le gustaría tener?”, el promedio por la Ruta a Bethel fue de 2.60 a comparación

de 3.28 para los jefes de hogar entre las comunidades de la ruta a El Naranjo.9 Las personas

que tienen que invertir más trabajo en criar los hijos, las mujeres, reportaron desear menos

hijos que los hombres con un promedio de 2.49 hijos deseados en las comunidades de

Bethel y 2.74 para las mujeres de la ruta a El Naranjo.

Usos del Suelo y Cambios en la Cobertura Boscosa“Como campesino que necesita tierra para sobrevivir, voy a descombrar el bosque. Es

una lástima pero un campesino tiene que hacerlo. No puedo trabajar en una oficina, no

estudié ni el primer grado. No puedo cultivar otras cosechas; los camioneros solo

compran puro maíz.”

-Agricultor Q’eqchi de la ruta a Bethel

Desde la oleada de colonos de otras regiones del país empezaba a llegar al área, hace

aproximadamente quince años, la breve historia agrícola de las comunidades del PNSL ha

sido la de un casi monocultivismo expansivo de maíz. Menos del 13% de los campesinos

en el muestreo reportó tener por lo menos una hectárea dedicada enteramente a otro

cultivo además del maíz. Con respecto a otros usos de la tierra, la adopción de ganado y

la introducción de pasto ha sido mínima en ambas áreas hasta la fecha. Solo el 16% de los

encuestados tienen pasto (y estos suelen tener solo algunas hectáreas aunque existen casos

de campesinos con hasta cuarenta hectáreas de pasto). Sin embargo, la mayoría sueña con

desarrollar una producción ganadera en sus fincas, especialmente por la ruta a Naranjo

(Cuadro 3).

Bosque Descanso Pasto Maíz

Naranjo 1993 20.6 5.2 0.5 4.5

Naranjo 1998 20.0 8.0 0.9 5.6

Naranjo 2008 15.8 8.3 7.5 12.2

Bethel 1993 19.7 2.3 0.7 2.4

Bethel 1998 18.4 3.8 2.2 2.9

Bethel 2008 15.4 3.9 4.3 5.3

Cuadro 3. Promedio de hectáreas en los cuatro usos de la tierra de 279 jefes de hogares en

el PNSL, y el deseo de los jefes de hogar en cuanto al uso de tierra en 2008.

El cultivo del maíz ha sido más expansivo en la ruta a Naranjo. El promedio de

hectáreas de maíz por familia es de 2.9 hectáreas para la ruta a Bethel (e incrementó media

hectárea entre 1993 a 1998) y de 5.6 hectáreas para la ruta a El Naranjo (e incrementó una

hectárea entre 1993 a 1998) (Cuadro 3). Una vez terminado el cultivo sucesivo a lo largo

de (típicamente) dos años, cuando los rendimientos por superficie sembrada comienzan a

declinar, el campesino deja de cultivarla y ésta es invadida por rastrojo. A esta parcela en

Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón

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descanso se le llama guamil. La diferencia entre la cantidad de tierra en guamil entre las dos

regiones también implica un uso más extensivo entre las comunidades por la ruta a

Naranjo. Estas comunidades mantienen como promedio 8.0 hectáreas de su parcela en

guamil a comparación con las 3.8 hectáreas entre las comunidades por la ruta a Bethel.

Esta diferencia es especialmente pronunciada cuando se toma en cuenta de que la

colonización de la ruta a Naranjo es más reciente y, por lo tanto, la proporción de

campesinos que no tienen guamil, por no haber iniciado su rotación agrícola, es mayor que

en la ruta a Bethel.

La cantidad de tierra en bosque de las comunidades es similar entre las dos regiones

con 19.9 hectáreas por la ruta a Naranjo y 18.4 hectáreas por la ruta a Bethel. Sin

embargo, la diferencia en el tamaño promedio de las parcelas, 34.4 hectáreas por la ruta a

Naranjo y 27.3 hectáreas por la ruta a Bethel, hace que el porcentaje de las parcelas en

bosque sea superior entre las comunidades por la ruta a Bethel (67%) que por la ruta a

Naranjo (58%).

Es importante notar que los regímenes de tenencia de la tierra y los usos del suelo,

difieren entre las cuatro cooperativas por la ruta a Bethel. Sin embargo, se podría afirmar

que en cada una de las tres, la tenencia territorial segura y comunitaria ha jugado un papel

en mantener una mayor cobertura boscosa. En el caso de la Unión Maya Itzá, cada hogar

cuenta con dos hectáreas de tierra agrícola mientras que la gran proporción de la comunidad

se guarda en concesión forestal por cosechar madera. También por motivos de concesión

forestal, los cooperativistas de La Lucha mantienen un promedio de 75% de cobertura

boscosa en sus parcelas ya que las reglas de la cooperativa exigen que por lo menos la mitad

de las parcelas se mantengan en bosque, reglamento promovido por el Ministerio de

Agricultura de Guatemala a través de su ONG afiliada, Centro Maya. Los fundadores de

Retalteco establecieron parcelas particulares de una caballería a finales de los setentas.

Con títulos de propiedad legalmente reconocidos en las parcelas particulares en Retalteco

los colonos llegados en los ochenta y noventa no pudieron agarrar tierra en su comunidad.

Pero sin una organización territorial que protegiera el bosque más allá de Retalteco, los

migrantes más recientes invadieron y talaron tierra adentro del Parque por el lado norte de

la comunidad. Es importante hacer hincapié en que las diferencias en el uso del suelo

entre las comunidades en el estudio no se deben inherentemente a la presencia o ausencia

de una tenencia territorial legal, sino a la organización comunitaria incidida por la estructura

territorial de una cooperativa agro-forestal.

Si la forma de tenencia incide en las decisiones sobre el uso del suelo de los

campesinos, los deseos de los campesinos sobre el futuro uso del suelo podrían resaltar la

influencia de la tenencia en influir decisiones sobre el manejo de la tierra. Consistente con

la diferencia histórica entre ambas regiones en el uso del suelo, la expansión agrícola entre

las comunidades por la ruta a Naranjo se prefigura ser mayor y más rápida que entre las

comunidades por la ruta a Bethel. Para las comunidades de la ruta a Bethel, la extensión

deseada de milpa crecería de 2.9 hectáreas (1998) a 5.9 hectáreas en el 2008. Al mismo

tiempo, estas cifras aumentan de 5.6 hectáreas a 12.2 hectáreas por la ruta a Naranjo

(Cuadro 3). Puesto que las tierras dentro de las comunidades de ambas regiones están

totalmente ocupadas, y los entrevistados reportaron no querer disminuir significativamente

su reserva de bosque (de 20.0 a 15.8 has. para la ruta a El Naranjo y de 18.4 a 15.4 has.

para la ruta a Bethel), el cumplimiento de esta expansión deseada sugeriría la necesidad de

extender la actual frontera agrícola para abarcar una mayor área del parque nacional.

Si la tenencia territorial segura, junto con ayuda técnica, acceso a mercados, pudiera

asentar los cimientos de una intensificación agrícola en el PNSL, tal vez se podría evitar

algunas de las potenciales desventajas de un expansivo monocultivismo del maíz. La

expansión del maíz podría resultar en un empeoramiento de los dos principales problemas

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asociados con la agricultura en el área según los entrevistados: las plagas y la falta de lluvia.

A medida de que se expande el monocultivismo del maíz, las plagas que se adaptan a la

nueva fuente de energía en el ecosistema alterado, en este caso el maíz, se multiplican,

requiriendo un incremento en los pesticidas, lo que a su vez acarrea un costo significativo

para el campesino. Otro problema mencionado por muchos de los campesinos, la calidad

del suelo, también se empeora a medida de que los campos agrícolas van perdiendo

nutrientes (o “energía” como observan los campesinos del PNSL) con cada cosecha.

Sumándose a los problemas ecológicos, está también el trastorno económico de la

oferta y demanda del maíz en la región. La demanda para el maíz cae por la creciente

oferta en el área por la expansión de la frontera agrícola fomentada tanto por la llegada de

nuevos colonos como por la expansión de las parcelas existentes. Como consecuencia, los

productores se ven obligados a cultivar más maíz para compensar la caída en la demanda.

Tomando en cuenta los costos de producción y el precio de venta, la mayoría de los

agricultores del área ganan menos de 2,000 quetzales anuales (menos de $400 dólares) por

medio del cultivo de maíz. Un campesino remarcó “Con una ganancia de menos de

Q500.00 por manzana (0.7 de una hectárea) en maíz, se necesita sembrar mucho maíz

para sobrevivir.” Además, el acceso a mercados que demandan una diversificación de

cultivos no es económicamente factible para la gran mayoría de los habitantes de la región.

Sin la capacidad de llevar sus propios productos a los mercados, los campesinos se quejan

de que los compradores de productos agrícolas en el área, apoyan el monocultivismo al

limitarse a la compra de maíz.

Sin otras opciones viables, para aumentar su producción de maíz, los campesinos

queman la biomasa de la selva para convertirla en fertilizantes. Este abono natural da

nutrientes a la milpa por tres o cuatro años. Después de este período, la producción de la

tierra se desploma y los campesinos tienen que abonar su tierra (significando otro gasto)

o abandonarla y talar y quemar más bosque. Esta segunda opción es común en el PNSL

ya que muchos campesinos cuentan con suficiente tierra para continuar con un extensivo

uso de la tierra y faltan recursos económicos y capacitación técnica para invertir en

fertilizantes, herbicidas y pesticidas.

ConclusiónEntre 1993 y 1998, la expansión agrícola y el crecimiento poblacional fueron

menores entre las comunidades con cooperativas de tierra en el área de la ruta a Bethel que

por las comunidades de la ruta a Naranjo. Esto apoya los hallazgos de varios autores sobre

el beneficio de la tenencia segura en la conservación de la tierra y reitera la observación de

Kaimowitz (1996) y Clark (2000) que en Petén, la falta de tenencia territorial ha estorbado

la conservación y el desarrollo agrícola. Cuestiona la aplicación en este contexto del

argumento de Barbier (1990) que la calidad del suelo, y la disponibilidad de empleo fuera

de la finca pesan más en las decisiones de los minifundistas sobre las inversiones en su

parcela pues en el área de influencia del PNSL la calidad del suelo y la disponibilidad de

empleo fuera de las parcelas, no es notablemente diferente entre las dos regiones. En

cuanto a la observación de Barbier (1990) y Anderson y Thampapilla (1990) que el acceso

a crédito, el nivel económico del campesino, su nivel de educación y su acceso a los

programas de extensión inciden más que la tenencia en el grado de manejo sustentable de

la agricultura, es importante reconocer que la tenencia legal incide en la variabilidad de

estos factores. En el PNSL, partiendo del hecho de que no existe una gran variabilidad

socio-económica en el área, los que gozan de una parcela legalmente reconocida tienen

más posibilidades de tener acceso a ayuda técnica y financiera de bancos y organizaciones

no gubernamentales. Además, las comunidades sin tierra legalmente reconocida por el

gobierno dentro del Parque, no tienen derecho de recibir ayuda del Ministerio de Educación

Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón

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108 Journal of Latin American Geography

con fondos para construir una escuela y para contratar maestros.

Sin embargo, es importante reconocer que la tenencia territorial en sí no determina

el manejo de la tierra sino que provee una estructura que permite o prohíbe, fomenta o

desalienta ciertos usos del suelo. El título permite el campesino a pensar en la fertilidad

de su suelo a largo plazo. El título también abre el acceso a crédito bancario para invertir

en la productividad de la parcela a través del manejo intensivo. Sin embargo, como la

tenencia sólo provee las condiciones propicias para la adopción de técnicas de manejo

sostenible, para que estas técnicas se implementen, se necesita una buena capacitación en

técnicas intensivas como el uso de abono de fríjol. Agencias extensionistas como CARE

y Centro Maya han jugado papeles claves en la difusión del abono de fríjol y en la

capacitación de otras técnicas intensivas en la región. También hay que evitar que se

aproveche del título de propiedad para conseguir préstamos bancarios para invertir en

ganado, proceso que ha significado que los campesinos con propiedad privada por la ruta

a Naranjo deforestan más que sus vecinos con agarradas (Carr, 2005). Sin embargo, faltan

fondos para brindar adecuadamente un servicio de capacitación a todos los jefes de hogar

en el área. El uso del abono de fríjol puede duplicar la producción de maíz y reducir

dramáticamente la cantidad de tierra descombrada a lo largo de la evolución del ciclo

agrícola (Mausolff and Ferber, 1995). Actualmente, la mayoría de los campesinos está

empezando usar algún insumo (sea abono de fríjol, pesticidas u otro) y existe un gran

interés en aumentar la producción de maíz con abono de fríjol.

Sin embargo, ¿qué vínculo existe entre la tenencia legal y el crecimiento poblacional?

La principal amenaza demográfica en la región a corto plazo es la inmigración. Más del

60% del crecimiento demográfico del PNSL (de 1993 a 1998) se debió a la inmigración.

La mayoría de los recién llegados vino en busca de más y mejores tierras. Sin que se trate

de aliviar el crecimiento demográfico, la desigual distribución de tierras y la falta de

alternativas económicas en otras regiones del país, la demanda por tierra seguirá en

aumento y seguirán las amenazas sobre áreas boscosas como el PNSL.

Si bien el establecer una tenencia territorial segura en una frontera agrícola no va

a cambiar los empujes migratorios en las áreas de origen de los migrantes, podría desalentar

su jalón. Por ejemplo, en La Unión Maya Itzá y La Lucha, reglamentos internos restringen

el área agrícola y mantiene la mayoría de ambas comunidades en bosque para sus concesiones

forestales. Con un número fijo de cooperativistas y mayores ganancias generadas de su

área boscosa con un aprovechamiento maderero que con el cultivo de maíz, difícilmente

llegarán colonos a ocupar tierra boscosa en estas comunidades. Por otro lado, la mayoría

de los jefes de hogar sin propiedad privada en Retalteco agarraron parcelas dentro del

parque más allá del polígono de los parcelistas. La falta de usos económicos del bosque en

esa área, a diferencia de los bosques dentro de la Unión Maya Itzá, permitió la invasión de

esas tierras.

La tenencia segura también puede atenuar el crecimiento poblacional al reducir la

cantidad de hijos deseados de las familias, ya que es preferible heredar una parcela entre

pocos hijos que fragmentarla en pedacitos entre muchos. La cantidad de hijos deseados de

las parejas en el estudio, menos de tres, indica que existe una fuerte demanda latente para

la planificación familiar. Sin embargo, sin un adecuado acceso a centros de salud y

métodos anticonceptivos un bajo número deseado de hijos, seguirá siendo un deseo y no

una realidad.

Desde 1998 el ritmo de expansión agrícola se ha detenido levemente. Más estudios

son necesarios para determinar hasta qué punto se debe a cambios en el sistema de

tenencia territorial en el parque. Sin embargo, se espera que estos conocimientos sirvan al

Plan Maestro del Parque que se planifica para 2004. El futuro del Parque es incierto. A

medida de que va creciendo la población del área, los campesinos podrían reaccionar de

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varias formas. Estas reacciones podrían tener una gama de consecuencias, incluyendo: la

expansión de la frontera agrícola a áreas actualmente vacías de campos agrícolas, una

intensificación agrícola, una reducción en la fertilidad, la emigración a otras fronteras

boscosas (¿a dónde?) y la emigración a la ciudad o al exterior. En fin, este estudio apoya

la noción de que la forma de tenencia territorial puede desempeñar un papel en limitar la

expansión demográfica y agrícola. Sin embargo, no resuelve la problemática de las

condiciones en las áreas de origen de los campesinos que generaron su llegada al PNSL en

primer lugar, ni el aislamiento económico que tiene a las familias campesinas encerradas

en un ciclo vicioso de producción extensiva de maíz.

Notas

1 Los datos de este estudio vienen de Carr (1999). Quisieramos agradecer el Social

Science Research Council, la Fundación Mellon, el Institute of Latin American Studies

de la Universidad de Carolina del Norte, the Carolina Population Center, the Social

Science Research Council, El Proyecto Mayarema-USAID y the Nature Conservancy

por financiar la recolección y análisis de los datos presentados en este estudio. Agradezco

también a los colegas anónimos quienes revisaron una versión previa de este manuscrito.

2 Algunos campesinos en esta área fuera de la zona núcleo del parque tienen parcelas

reconocidas legalmente o en vías de legalización con su parcela medida y los papeles de

solicitud entregados al Instituto Nacional de Transformación Agraria (INTA).

3 Datos de Grunberg (1998) y funcionarios de TNC ayudaron en determinar esta cifra.

Entrevistas en el campo la corroboraron. Entrevistas informales con personas claves y

mi propia experiencia durante un año en el área. confirmaron que había solo unos pocos

casos aislados de campesinos que cultivaban tierra en el parque que no pertenecían a las

28 comunidades. Las comunidades incluidas en el estudio son las que tenían por lo

menos 10 hogares que manejaban áreas descombradas dentro del Parque en 1998. A la

fecha del estudio, fueron 28

4 Estas cifras son estimaciones basadas en las poblaciones reportadas por los líderes

comunitarios en cada comunidad en el estudio.

5 Casi todo el crecimiento poblacional de las cinco comunidades por la Ruta a Bethel

entre 1993 y 1998 (94%) se debe al establecimiento de más de doscientas familias en La

Unión Maya Itzá (UMI) y al crecimiento de la única comunidad en el área sin tenencia

legal, El Esfuerzo, de 281 a 738 personas.

6 La caballería se estableció por la Empresa de Fomento y Desarrollo Económico de

Petén (FYDEP) en los sesentas como el estándar de la cantidad de tierra otorgada a los

colonos en Petén.

7 Que El Quiché ocupe el segundo lugar en departamentos de nacimiento de los jefes de

hogar encuestados en el estudio oculta el hecho de que más de la mitad de los jefes de

hogar en el estudio nacidos en El Quiché son de una comunidad, La Unión Maya Itzá.

Esta comunidad se formó en 1995 por retornados refugiados en México por más de diez

años tras huir la guerra interna en el altiplano en los ochentas que azotó con particular

crueldad a El Quiché.

Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón

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110 Journal of Latin American Geography

8 Esta cifra es de 18.7 para las tres comunidades del área de Bethel, mientras que la cifra

para las 6 comunidades de la ruta a El Naranjo es de 17.4, haciendo una diferencia en el

espaciamiento de los nacimientos de 3.22 y 3.57 años entre las mujeres para las dos

regiones respectivamente.

9 Es de notar, empero, que los resultados de la Unión Maya Itzá influyen

considerablemente estos datos. Representando más de un tercio de los respondientes en

la encuesta de los jefes de hogar de la región de Bethel, más de 70% de los hombres de

la UMI respondió que usaría anticonceptivos si fueran gratis y que quisieran menos de

cuatro hijos. Esa diferencia podría deberse parcialmente a que estos refugiados se

acostumbraron a tener amplio acceso a varios métodos de anticonceptivos durante su

permanencia de más de 12 años en México, implicando que el acceso creó una demanda.

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