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PLURALISMO VERSUS MONISMO: ISAIAH BERLIN 1. Algunos apuntes biograficos Elena Garcia Guitian Univer sida d Aut6noma de Madrid SUMARI O 2. La critica a la tradician racianal ist a occ idental 3. EI plurali s mo de valores 4. La libertad poli ti ca 5. La defensa dell iberal ismo pluralista 6 . Conclusion 7. Bibliografia "LPue de alguien en el siglo XX -con segurid ad uno de los peor es de la historia hu mana- cree ren el progre so h umano ini nterr umpid o? L 0 en el progreso gen eral como ta l? Sin es pecifi car respec to a que Lse puede ha blard e prog r eso? Es posib le re fe rirsea un sist ema de va loresque la mayo ria de los hombres ace ptan hoy y no aceptaban hace dos mi l arios; y es to , en termi nos de nu es tros v alores, es progresivo en algunos aspectos , en otros no . P ero no perci bo n ingun mov imi ento general" (Ber li n, 1992a:1 35). L os confiictos con los qu e ha a cabado el siglo XX exigen cie rt a re fi exi6n so br e los a co nt ec imi e nt os y tr ansformaci on es ideol6gi cas qu e en el han tenid o luga r y qu e cu es ti on an cua lqui er visi6n inge nu ame nte optimi st a del p rogreso de la hum a nid ad at ri buid o a la civilizaci6n . i, Estan justificados, en to nces, ese esce pti cis mo qu e impr egna el pen sa mie nt o de fin de siglo y la ca ut ela ideol6gica qu e 10 aco mp aiia y de la qu e tant os se lame nt an? Para con- tribuir a e st e debate qu eremos ex pon er a lgun os de los rasgos qu e componen el pen sa mi e nt o de I sa iah Be rlin , fil6sofo, h is tori ador de las ideas y te6 ri co poli tico, personaje rel eva nte no s610 pOl' su tr abajo int ele ctu al sino co m o t es ti- go de prim era fila de los sucesos que han mar cado e ste co ntr overti do perf odo hi st6ri co.

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PLURALISMO VERSUS MONISMO: ISAIAH BERLIN

1. Algunos apuntes biograficos

Elena Garcia Guitian Universidad Aut6noma de Madrid

SUMARIO

2. La critica a la tradic ian racianal ista occidental 3. EI plurali smo de valores 4. La libertad politica 5. La defensa dell iberal ismo pluralista 6. Conclusion 7. Bibliografia

"LPuede alguien en el siglo XX -con seguridad uno de los peores de la historia humana- creeren el progreso humano ininterrumpido? L 0 en el progreso general como ta l? Sin especificar respecto a que Lse puede hablarde progreso? Es posible referirse a un sistema de valoresque la mayo ria de los hombres aceptan hoy y no aceptaban hace dos mil arios; y esto, en terminos de nuestros valores, es progresivo en algunos aspectos, en otros no. Pero no percibo ningun movimiento general" (Berlin, 1992a:135).

L os confiictos con los que ha acabado el siglo XX exigen cierta r efiexi6n sobre los acontecimientos y transformaciones ideol6gicas que en el han tenido lugar y que cuestionan cualquier visi6n ingenuamente optimist a

del progreso de la humanidad atr ibuido a la civilizaci6n . i,E stan justificados, entonces, ese escepticismo que impregna el pensamiento de fin de siglo y la cautela ideol6gica que 10 acompaiia y de la que tantos se lam entan? Para con­tribuir a este deba te queremos exponer a lgunos de los r asgos que componen el pensamiento de Isaiah Berlin, fil6sofo, historiador de las ideas y t e6rico polit ico, per sonaje relevante no s610 pOl' su trabajo intelectual sino como testi­go de primer a fila de los sucesos que han m arcado este controvertido perfodo hist 6rico.

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1. ALGUNOS APUNTES BIOGRAFICOS

Berlin nacio en Riga en 1909, y posteriormente su familia se traslado a San Petersburgo, donde, en su ninez, fue testigo del triunfo de la Revolucion Rusa. Su corta edad no Ie impidio percibir los abusos revolucionarios, y son algunas de las experiencias vividas en esta epoca las que, el mismo reconoce, condi­cionaron su sensibilidad moral y politica, caracterizada por el rechazo de la violencia fisica y un enorme recelo ante los que piensan que el fin justifica cualquier medio.

A pesar de no sentirse amenazada directamente, su familia decidio poco despues trasladarse a Inglaterra, pais donde Berlin vivio y desarrollo una ca­rrera academica como filosofo e historiador de las ideas que, por otro lado, no Ie aislo de la realidad. Asi durante la II Guerra Mundial trabajo como asesor para el Foreing Office y la Embajada britanica en Washington y posteriormente, en plena Guerra Fria pudo realizar algunos viajes a la Union Sovietica (1945 y1956) que Ie dejaron una profunda huella. Todas esas experiencias1 y su propia personalidad, imbuida de una curiosidad que no encontraba satisfaccion solo en el estudio academico especializado y que Ie llevo a entrar en otros campos como la literatura 0 la mu.sica, son las que, pensamos, otorgan un valor aiiadido a sus refiexiones.

Berlin comenzo su actividad profesional ensenando filosofia en Oxford en 1932, epoca en la que el positivismo dominaba el ambito de la discusion teorica. De este periodo son trabajos como "Induction and Hypothesis"(1937) y "Verification" (1939), en los que nuestro autor se distanciaba de sus colegas positivist as criticando la simplificacion de muchos de sus planteamientos (por ejemplo, considerar la verificacion como unico criterio para determinar 10 real , 10 verdadero y 10 falso). No obstante, desde un principio sintio que habia algo mas que Ie apartaba de ellos, su escepticismo respecto a esa obsesion que constituia, en su opinion, el objetivo fundamental de los filosofos: la bu.squeda de la "verdad, de una fundamentacion objetiva de principios y valores (Berlin, 1992a:554).

En esta primera etapa completaban sus inquietudes intelectuales su gusto por la musica y la lectura, 10 que se refiejo en la redaccion de comentarios de critica musical (que siguio realizando durante toda su vida) y recensiones sobre temas diversos . Pero en 1933, segUn confesaba el mismo, un encargo transformo de forma decisiva su orienta cion intelectual. Le propusieron redac­tar una biografia de K. Marx en la que acabo trabajando durante cinco aiios y que fue determinante para articular los fundamentos teoricos de su propio pensamiento. El analisis de la obra de Marx Ie forzo a emprender la lectura de los antecesores de este autor, los Ilustrados, yen elI os creyo encontrar los

Los detalles de su vida han side ampliamente tratados en e1 interesante Iibro de Ignatieff (1998).

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presupuestos de 10 que identific6 como el origen del dogmatismo marxista: su visi6n monista. Desde ese momento, la exposici6n y critica de esta visi6n monista se convirti6, sin duda, en el nucleo sobre el cual se fue construyendo la peculiar visi6n berliniana.

Como hemos destacado, su compromiso politico Ie llev6 a interrumpir su labor academic a durante la II Guerra Mundial, periodo en el cual trabaj6 como informador2 para el gobierno britanico en los Estados Unidos. Despues de reintegrarse a la vida universitaria, en 1946 redacta sus primeros ensayos sobre pens adores rusos, otro de los temas siempre presentes en sus escritos. Pero es la decada de los 50 la etapa en la que quiz as defini6 mas claramente los presupuestos que constituirian la base de su pensamiento. Por ella, a pesar de que se estrena con trabajos de contenido eminentemente filos6fico coincidentes con los abordados en el periodo anterior, Berlin pronto los dejaria de lado des­plazando el centro de gravedad de su analisis hacia la cuesti6n que a partir de entonces seria su preocupaci6n fundamental: la libertad humana. Porque es el valor de la libertad el que impulsa su lucha personal contra Stalin, que aborda en algunos trabajos firmados con seudonimo, en los ensayos de critica a las doctrinas socialistas y, en general, en su oposici6n a las visiones teleol6gicas y deterministas de la historia. Y no hay duda de que los viajes que entonces realiz6 ala Uni6n Sovietica, en los que conoci6 a la poeta Anna Akhmatova y a Boris Pasternak, Ie marcaron para siempre y reafirmaron esas convicciones morales y politi cas que reflej6 su famoso ensayo "Two Concepts of Liberty"(1958), en el cual Berlin se alineaba claramente con la defensa de la libertad negativa y el credo liberal. Por ultimo, en esta etapa tambien manifiesta en "Jewish Slavery and Emancipation" (1951) su apoyo a la causa sionista, pero desde una postura personal que no dej6 de ser controvertida por la forma en la que abordaba el problema de la identidad judia, otra de las constantes en su obra.

Y si la decada de los 50 se caracteriza por la preocupaci6n por la liber­tad, durante los aiios 60 y 70 es cuando Berlin comienza a perfilar su visi6n "pluralista", siempre utilizando el analisis de las ideas de otros pens adores (especialmente Vico y Herder) 0 epocas hist6ricas (el paso de la Ilustraci6n al Romanticismo), desde la cual participara de forma indirecta en los debates politicos dominantes en esa epoca. Muchos de los temas se repiten: critica al determinismo, ensayos sobre pensadores rusos, la defensa de la libertad per­sonal frente a la ingenieria racionalista; pero tam bien aparecen otros nuevos, como los de caracter metodol6gico que encontramos en ensayos como "History and Theory: The Concept of Scientific History" (1960) y "La theorie politique existe-t-elle?"(1961), 0 su preocupaci6n por el nacionalismo "The Bent Twig" (1972). No obstante, con el transcurso de los arros su defensa de la libertad se iria diluyendo en su obsesi6n por precisar los limites de su personal postura pluralista, que es la que Ie consagr6 en los aiios noventa como uno de los pen-

Los informes que envi6 se publicaron con el titulo de Washington Despatches (Berlin, 1981).

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sad ores mas actuales del fin de siglo. Pod em os destacar en relaci6n con ella escritos como: "Note on Alledged Relativism in Eighteenth Century European Thought"(1980), "Reply to Robert Kocis" (1983) y, sobre todo, su importante declaraci6n de principios en "On the Pursuit of the Ideal" (1988) y esa especie de resumen de la evoluci6n de su pensamiento que es su ultimo escrito "My Intellectual Path"(1998). Aunque desde su muerte acaecida en 1997 han se­guido apareciendo libros suyos, se trata en todos los casos de reediciones y de publicaciones de algunos ineditos sacados de apuntes y conferencias.

2. LA CRITICA A LA TRADICION RACIONALISTA OCCIDENTAL

A pesar de sus comienzos como filosofo, Berlin se considera a si mismo un historiador de las ideas. Su abandono de la filosofia pura 10 justifica con cierta modestia ("me di cuenta de que nunca seria un fil6sofo de primera fila") pero tam bien con una ambici6n. Cree que es en el campo de la historia de las ideas donde es posible aprender mas sobre los hombres, quienes s610 se pueden entender a si mismos comprendiendo su pasado, de d6nde vienen y c6mo han llegado a convertirse en 10 que ahora son3 . La historia de las ideas seria una ram a de la filosofia que busca los origenes y analiza los efectos transform adores de los modelos conceptuales basicos en cuyos terminos nos comprendemos a nosotros mismos y adquirimos nuestra identidad como seres human os. Y es estudiando a los pens adores del pasado, sus puntos de vista y las soluciones que propusieron para los problemas humanos como Berlin llega a esbozar su propia visi6n de las cosas.

En este sentido, hay que advertir que sus ensayos tienen un caracter muy personal. No presenta en ellos analisis eruditos y sistematicos de los distintos personajes 0 temas que trata, sino que persigue el desarrollo de una 0 varias ideas, algunas de ellas solamente apuntadas en las obras originales y que ni siquiera merecieron la atencion de su autor, pero que son las que a elle inte­resan realmente, porque son las que contribuyen a reforzar su propios puntos de vista. Por ello, a pesar del caracter poco sistematico de su obra, de que sus opiniones en muchas ocasiones deben deducirse de sus alabanzas 0 criticas a otras propuestas te6ricas, podemos afirmar que la postura berliniana se define a partir de la critica a la denominada "tradicion monista occidental".

La visi6n monista que, en opini6n de Berlin, es la que ha dominado la tra­dici6n del pensamiento occidental durante un periodo de mas de dos mil afros, se caracterizaria por asumir la "falacia racionalista": la creencia en que solo

"Disraeli, Marx and the Search for Identity" <Berlin, 1979). Berlin considera que la autocomprension es una de las necesidades fundamentales de hombres y mujeres .

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hay una respuesta verdadera para cad a cuesti6n , de hecho 0 de valor, y que el metodo para descubrirla es la investigaci6n racional (Berlin, 1992:554). Este rasgo uniria, a su parecer , visiones tan distintas como el pensamiento griego, judio 0 musulman, el de los autores racionalistas del XVII 0 los empiricos del XVIII , en una tradici6n que, con excepciones, se mantuvo s6lidamente fundamentada hasta la epoca romantica. Fueron los autores romanticos los primeros que, segUn este relato, realmente consiguieron resquebrajar, aunque no derribar, la estructura monista. Pero, a pesar de ese relativo "fracaso" , la inconsistente asimilaci6n de los presupuestos basicos de dicho ataque no ha dejado de producir ciertos efectos. Como seiiala Berlin, hemos aprendido a vivir con las dos perspectivas, la racionalista y la romantica, que no dejan de incomodarnos porque no pueden pretender tener un encaje perfecto. Y esta ambivalencia es la que tam bien esta presente, como veremos, en la postura pluralist a que nuestro autor defiende.

El elemento central de la critica berliniana a las visiones monistas es la negaci6n de que haya existido 0 pueda llegar a existir una sociedad perfecta en la que los seres humanos disfruten de la mejor de las vidas posibles sin conflictos. Esta presunci6n, segUn subraya esta crftica, estaria presente en toda la tradici6n occidental, e implicaria considerar que hay una unica na­turaleza humana universal que alcanza su mayor grade de autorrealizaci6n cuando persigue ciertos fines tam bien universales. Fines que, por otra parte, seria po sible identificar mediante la cap acid ad de raciocinio que todos los seres humanos comparten. Y este nucleo comu.n de humanidad se expresaria en las tres proposiciones que en los ensayos de Berlin constituyen el nucleo de la visi6n monista: que todos los problemas de los hombres son los mismos a 10 largo de la historia, pues tienen intereses permanentes, aunque puedan estar dedicados a alcanzar distintas metas; que en principio es posible conocer su soluci6n correcta; y que todos pueden resolverse al mismo tiempo.

El conocimiento libera, de 10 que se desprende que una vez determinemos 10 que es racional podremos definir los medios para intentar llevarlo a cabo y nos habremos adentrado en el camino que posibilitara acabar con todos los males que afligen a las personas. En este relato, la his tori a aparece como el proceso en el que, de forma progresiva, va aumentando ese conocimiento que lib era a los hombres y que culminara cuando se constituya la sociedad ideal que resuelva todas las contradicciones y armonice todas las cosas buenas, acabando para siempre con el conflicto.

El merito del romanticismo, a ojos de Berlin, r esidiria en haber sido el primer movimiento intelectual que, como tal (y junto a a lgunos pensadores aislados como Maquiavelo 0 Vico), se enfrent6 a esta creencia. Sin asumir en absoluto todos sus presupuestos , nuestro autor consider a que su logrofundamental seria haber acabado con la "philo sophia perennis", la creencia en verdades objetivas permanentes y universales y, por tanto, con su idea de sociedad perfecta. En contraposici6n a ella, en la epoca rom antica los grandes hombres no son los descubridores de "la verdad", sino los creadores. Todos los fines son iguales y adquieren valor por el hecho de que son los individuos 0 grupos humanos los

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que los eligen. Lo prioritario es defender valores particulares, conseguir la autodeterminacion, sin que importe el precio que haya que pagar por ello. Se privilegian, por tanto, la diversidad, la integridad y el idealismo, los motivos frente a las consecuencias. El confiicto en este discurso aparece como algo inevitable. Si no existen medidas objetivas para evaluar los distintos fines el enfrentamiento constituira la norma general, idea que tiene su refiejo en una vision del mundo concebido como campo de batalla entre diferentes volunta­des individuales y colectivas. Y una vision asi no deja lugar a la esperanza de alcanzar una solucion comw para los problemas de toda la humanidad y, por ello, implica un rechazo absoluto de cualquier utopia.

3. EL PLURALISMO DE VALORES

A pesar del gran entusiasmo con el que Berlin celebra el embate romantico a la tradicion racionalista, no cabe, sin embargo, atribuirle sin mas la asuncion de sus presupuestos. Porque el acierto de muchas de las ideas e intuiciones romanticas no resulta suficiente para ocultar los desastrosos efectos que produjeron sus versiones mas radicales (nacionalismo y fascismol . La postu­ra berliniana adquiere forma precisamente en esa interaccion entre ambas tradiciones, situandose un poco en tierra de nadie. Nuestro autor no es un rom antico, pero tam poco puede alinearse sin mas con los racionalistas; entre el relativismo de unos y el monismo de los otros, intenta perfilar los caracteres de su planteamiento pluralista, y es precisamente el estudio de la historia de las ideas la que Ie proporciona su adecuada descripcion. Como el mismo reco­noce, su vision pluralista adquiere forma sobre todo a partir de la lectura de la obra de dos grandes pensadores, Vico y Herder, a los que atribuye la mas adecuada descripcion del pluralismo cultural. Berlin considera que Vico fue el primero en esbozar el moderno concepto de cultura, y que su merito reside en haber puesto de relieve que constituye el medio fundamental en el que los seres humanos se desarrollan y yen articulada su vision de la realidad y su propia escala de valores. Pero, a la vez, este autor tam bien era muy con sci en­te de que las culturas evolucionan en un proceso de transformacion que deja paso a nuevos valores e ideales, y de que en el de forma inevitable se producen a un tiempo ganancias y perdidas irreparables. La consecuencia importante que Berlin extrae de la lectura de Vico es que la idea de sociedad perfecta en la que todas las excelencias pod ran combinarse y alcanzarse a un tiempo no tiene sentido. Hay valores que no pueden coexistir, que son incompatibles. La barbara sociedad homeric a produjo la mejor poesia, pero esta solo pudo nacer en un entorno en el que se otorgaba priori dad a valores como el honor 0 la venganza y no hubiera podido aparecer en sociedades aburguesadas como las nuestras, que, sin embargo, son mucho mas humanitarias.

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El resultado de estas observaciones es la asunci6n del pluralismo cultural, que implica reconocer que no es posible realizar juicios de valor sobre una cul­tura utilizando unos supuestos criterios universales (que no existen) y sup one descartar que sea po sible hacer comparaciones totales entre culturas, pues son inconmensurables. Y esto a su vez nos conduce necesariamente a cuestionar el contenido ut6pico de la tradici6n occidental, asi como su correspondiente visi6n del progreso humano. A 10 largo del proceso evolutivo de la humanidad hay ganancias, pero tam bien siempre perdidas. No se puede tener todo. Los poem as homericos s610 pudieron ser escritos en una sociedad dominada por la crueldad y la ambici6n , son expresi6n de una forma de vida particular. No hay un cambio desde la imperfecci6n ala perfecci6n, s610 cambio . Las necesi­dades creadas por la satisfacci6n de otras necesidades son las que originan el paso de una etapa hist6rica a otra en el incesante proceso de autocreaci6n y autotransformaci6n de seres siempre activos.

Hay que destacar tambien, sin embargo, que en este proceso algunos elementos permanecen, porque existe cierta continuidad en la historia de la humanidad. Lo que unos hombres hacen otros 10 pueden comprender, aunque a veces no sea facil. Berlin atribuye a Vico el haber utilizado un "enfoque ge­netico" para vislumbrar c6mo hemos llegado a ser 10 que somos y a estar donde estamos. La "empatia", la capacidad para entrar imaginativamente dentro de una cultura, aplicada al estudio de las creaciones producto de esa cultura: su lenguaje, obras de arte, literatura, monumentos, etc., nos facilita el acceso a la comprensi6n de sus valores e ideales, las diferentes categorias que organizan su experiencia. El conocimiento hist6rico en general resulta ser, por tanto, un proceso complejo en el que interviene la experiencia personal, las vivencias de los demasy la actividad imaginativa, que nos permite concebir c6mo sepensaria, sentiria y actuaria en otras culturas y que exige la suspensi6n temporal de las presuposiciones mas profundas de la propia civilizaci6n del investigador. Es un tipo de conocimiento falible que requiere una habilidad especial (parecida a la que poseen los novelistas), pero tambien una investigaci6n empirica que confirme los resultados'.

Esta forma de concebir la historia, ademas, sirve de apoyo a otro ataque al monismo contra el que Berlin se rebel6, esta vez el monismo metodol6gico. Porque a Vi co tambien se Ie atribuye ese merito de haber insistido en la divisi6n que existe entre las ciencias humanas y las ciencias sociales5 . No se trataria de justificar una separaci6n entre ambas, pues Berlin esta convencido de que las primeras pueden contribuir a mejorar el estudio del comportamiento humano. Lo que cabe considerar dogmatico es que se crea que cuanto mas se acerque el objeto y la tecnica de investigaci6n en las humanidades a los de las ciencias

Ver por ejemplo en "Giambattista Vico and Cultural History" (Berlin, 1990:60 y sig). Berlin desa rrolla este tema en numerosos trabajos. Los argumentos de Vico se pueden encontrar en "The Philosophical Ideas of Giambattista Vico" (Berlin , 1976) y los del propio Berlino en, p. e., "The Divorce between the Sciences and Humaruties" (Berlin, 1979).

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de la naturaleza, mas proximo se estara ala verdad. Porque las ciencias de la naturaleza dejan fuera aquellos elementos que son constitutivos de la expe­riencia humana: motivos, fines, sentimientos, etc., cuya exclusion desvirtuaria cualquier pretension de llegar a entender que son y como se comportan los seres humanos.

Otro de los autores fundamentales que ayuda a Berlin a adquirir una vi­sion del pluralismo cultural, como ya hemos seiialado, es Herder. El punta de partida de su planteamiento vuelve a ser el enfasis en la relevancia del medio cultural en el desarrollo individual, pero esta vez abordado desde una pers­pectiva sincronica. Las personas no se crean a si mismas de la nada sino que adquieren su identidad dentro de una tradicion que condiciona sus pensamien­tos y sentimientos, su vida interior. Y cada cultura ordena de forma peculiar sus propios valores, 10 que implica descartar la posibilidad de realizar juicios de valor de acuerdo con estandares universales y rechazar la misma idea de una sociedad perfecta, pues no existe un ideal humano valido para todos los hombres en cualquier lugar y periodo historico.

Berlin, sin embargo, matiza con cuidado la posicion tanto de Vico como de Herder, con la cual en muchos puntos se identifica, porque quiere evitar por todos los medios caer en el precipicio relativista. En su opinion, ninguno de estos dos autores es relativista, pues 10 que ambos habrian puesto de relieve son los presupuestos de la vision pluralista, que se caracterizaria porque desde ella

"Se nos insta a contemplar la vida como proveedora de una pluralidad de valores, igualmente autenticos, igualmente ultimos y sobre todo, igualmente objetivos; inca paces portanto de ser ordenados en una jerarquia intemporal 0 juzgados en terminos de algun estandar absoluto. Existe una varied ad fin ita de valores y actitudes, de los cuales una sociedad ha hecho suyos unos, otra otros; actitudes y valores que los miembros de otras sociedades pueden admirar 0 condenar (a la luz de sus propios sistemas de valores) pero que siempre, si son bastante imaginativos y 10 intentan suficientemente, pueden lograr entender, es decir, verlos como fines de la vida inteligibles para seres humanos situ ados en ellugar en que esos hombres se encontraban ....

Es la mirada historica, entonces, la que proporciona la concepcion de la naturaleza humana en la que Berlin apoya sus refiexiones . Nuestro analisis del pasado nos muestra que los valores y fines cambian con el tiempo, que 10 que caracteriza la vida de hombres y muj eres es la diversidad, la transform a­cion. Lo importante es 10 diferente, 10 que varia, no 10 com tin. Sin embargo, al final hay una naturaleza humana que presupone determinadas propiedades, no solo f'isicas sino tam bien morales. En este sentido, los val ores y fines , ape­sar de ser variados, estan limitados por esas caracteristicas comunes; no son result ado de la pura voluntad particular, y por eso los consideramos "objeti­vos". Su presencia en toda la historia de la humanidad es la que mantiene la conexion entre pasado y presente, y permite nuestra comprension de culturas muy diferentes a la nuestra 0 lejanas en el tiempo. La nocion de estandares absolutos esteticos 0 morales no tiene sentido. Hay que tratar de entrar dentro de una cultura para comprenderla a partir del analisis de sus simbolos. Pero

6 En "Alledged Relativism in Eighteenth-Century European Thought" (Berlin, 1990:79).

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hay un factor unificador que nos permite hablar de historia humana que se proyecta en la existencia de unas categorias basicas (concebidas por todos los humanos de alguna manera, y cuya evolucion nos permite construir la historia de las sociedades). Forman una estructura, un as leyes que son responsables de paralelismos y correspondencias de estructuras psicologicas y sociales que se encuentran en individuos y sociedades remotas en el tiempo.

Berlin considera que 10 fundamental es senalar que reconocer la pluralidad de valores igualmente basicos y ultimos supone descartar la posibilidad, incluso teorica, de alcanzar la sociedad perfecta en la que todos los valores positivos esten ordenados de forma armonica. Porque estos valores fundamentales asumidos por una cultura, sociedad 0 individuo pueden chocar entre si y ser incompatibles, 10 que significa criticar esos dos presupuestos basicos de la tradicion occidental: la doctrina griega de la salvacion a traves del conocimiento, que asume que el conflicto es producto de la ignorancia y los errores humanos, y que conocer la verdad y actuar conforme a ella es 10 que nos hara libres; y la doctrina ju­deocristiana de la historia, que concibe el progreso historico como un avance o crecimiento hacia la consecucion de una meta 0 un modelo. Nuestro autor insiste constantemente en que la historia humana no tiene guion y los actores deben improvisar su papel. La realidad rompe los modelos en los cuales inten­tamos organizarla y hay que descartar cualquier vision determinista. Aunque el contexto limita y condiciona las posibilidades que los hombres tienen para elegir, al final hay un margen, aunque a veces sea minimo, de eleccion. Yendo aun mas alia, Berlin incluso concibe la eventualidad de que surjan form as de vida y de autodesarrollo absolutamente nuevas mediante las cuales se amp lie nuestra concepcion de naturaleza hum ana.

Esta forma de concebir los valores humanos nos lIeva, a su vez, a plantear otra cuestion fundamental. Si esos valores objetivos que pueden guiar la conducta humana son variados, estan ordenados de forma distinta en diferentes culturas y sociedades y pueden chocar entre si, pero son todos ellos legitimos, i,seria posible realizar juicios de valor que no fueran mera expresion de estandares particulares? Berlin insiste en que Vico no tenia ninguna duda al condenar en terminos absolutos la injusticia social y la brutalidad de la sociedad homerica, como Herder hacia con los grandes conquistadores. Sin embargo, esta es una cuestion compleja en la que la posicion de nuestro autor resulta ambivalente. La asuncion de alguna combinaci6n de esos valores basic os objetivos determina los limites de 10 humano, 10 que podemos comprender, y dentro de esos margenes se encuentran tanto la sociedad homerica como la nazi. Mas i,como podriamos entonces fundamentar nuestra condena? Esta claro que reconocer que son los hombres y mujeres los creadores de los valores, que cambian con el tiempo, no significa que dichos valores no sean vinculantes. La clave reside entonces en decidir si es posible la objetividad en cuestiones de moralidad. Y es en este punta cuando tenemos que referirnos a un conjunto de valores que, en opinion de Berlin, tienen un estatus especial y que hay que esgrimir para justificar la "objetividad" de nuestros juicios, y que funcionarian como una especie de ley natural sin fundamentaciones metafisicas . Estamos refiriendonos a una serie

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de valores defendidos por la tradici6n humanista occidental cuya permanencia en el tiempo y amplia extensi6n, asi como la profundidad con la que han sido asimilados, los ha convertido en constitutivos de los seres humanos. Son los valores que ahora consideramos derechos humanos, y su reconocimiento cad a vez mas generalizado es 10 que, en opini6n de nuestro autor, nos permite hablar de progreso en nuestros mas. Pero componen un estandar de moralidad minimo. EI progreso humane no se debe identificar con la extensi6n de la forma de vida occidental, cuyos valores y fines mas importantes pueden ser incompatibles con aquellos a los que otras sociedades y culturas otorgan prioridad. Como tam bien hay que descartar la idea generalizada de que el progreso moral sea paralelo al desarrollo tecnol6gico 0 al progreso cientifico.

Sin embargo, en este detallado relato del pluralismo defendido por Berlin, todavia no nos hemos referido a su obsesi6n por la defensa de la libertad per­sonal, que es la que Ie condujo a abrazar incondicionalmente el credo liberal. Y para ello tenemos que abordar la cuesti6n de cual es la visi6n politica que se deriva de la asunci6n de los presupuestos pluralistas.

4. LA LIBERTAD POLITICA

Si hay alglin trabajo que hayajustificado incluir a Berlin en la lista de los autores politicos relevantes del siglo XX y contribuido a hacerle popular este fue , sin duda, "Two Concepts of Liberty"(1958). La distinci6n entre libertad n egativa y positiva sobre la que gira su argumentaci6n se convirti6 en lugar comtin y punto de referencia para cualquier discusi6n sobre la libertad. Pero, adem as, este ensayo supuso una defensa de la superioridad de la doctrina liberal en la epoca de la Guerra Fda. Repasemos brevemente ambas cuestiones.

El analisis de la libertad se centra en la descripci6n analitica de dos de las concepciones de libertad politica, la libertad negativa y positiva. La elecci6n entre una y otra, en opini6n de Berlin, seiialaba la toma de partido por una de las dos opciones politic as enfrentadas en esa epoca. De ahi la importancia de su distinci6n. Y la estrategia que sigui6 para diferenciarlas fue doble. Por una lado, la disecci6n analitica de ambas concepciones; por otro, la exploraci6n de su uso hist6rico por parte de te6ricos politicos relevantes.

Comenzando por esa primera estrategia, el problema con el que nos topamos es que ambas concepciones tienen multiples y variados contenidos. La libertad negativa aparece descrita como "libertad de", "au sen cia de interferencia mas alia de una frontera", "ambito en el que uno es su propio dueiio" 0 dependiente de "cuantas puertas tengo abiertas". Yes evidente que cada una de estas des­cripciones conduce a conclusiones muy diferentes sobre la medida adecuada de la intervenci6n del Estado. Si la libertad se hace depender de la ausencia absoluta de interferencia, concebida como un ambito cerrado, exigira la no intervenci6n sin mas. Si, por el contrario, depende de cuantas puertas tenga

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abiertas, en muchos casos la actuacion del Estado sera fundamental para que muchas de ellas se abran.

En 10 que respecta a la libertad positiva, de nuevo encontramos el mismo problema. Con este termino Berlin se refiere a cosas que estan relacionadas pero que son conceptualmente distintas. La libertad positiva es "libertad para", que en el ambito personal se equipara a "ser su propio duefio" 0 "autorrealizacion " y, en el ambito colectivo, a "autogobierno colectivo" 0 participacion politica. Y la referencia continuada a estas dos dimensiones, la personal y la colectiva, sin especificar claramente sus diferencias, es la que a su vez complica su dis­tincion de la libertad negativa. Porque si no cabe objetar nada en principio a la separacion conceptual entre libertad individual y autogobierno colectivo (la primera definida como negativa, el segundo como positiva), si es mas compli­cada la que pueda existir entre la libertad negativa entendida como "ambito en el que soy mi propio duefio" y "ser mi propio duefio", que no sedan mas que las dos caras de la misma moneda.

Para reforzar la legitimidad de esa distincion conceptual, nuestro autorutiliza una segunda estrategia: la de co nectar la articulacion y defensa de la libertad negativa con la tradicion liberal, y a la vez contraponerla a las deformaciones conceptuales que a 10 largo de la historia sufrio la libertad positiva y que fue­ron utilizadas para legitimar el despotismo politico. En este relato, la libertad negativa se identifica con libertad individual y con la existencia de un ambito privado protegido de la intervencion publica, libertad que se ve amenazada por los que, por el contrario, defienden la libertad positiva. Estos ultimos aparecen relacionados con la defensa de una concepcion que primero es autodominio y despues, ya en esas formas "deformadas" que conducen necesariamente al despotismo, se presenta entre otras form as como autodeterminaci6n racional , autogobierno colectivo 0 busqueda de estatus.

No obstante, esta estrategia tambien da lugar a que se planteen ciertas objeciones. En primer lugar, algunos de los autores utilizados para esa defensa de la libertad negativa (Hobbes) solo podrian incluirse con dificultades en la tradici6n liberal , mientras que otros claramente identificados con ella (Locke, Kant), incorporan en sus teor1as alguna 0 varias de las descripciones de libertad positiva. La conclusi6n que cabe extraer es que la tradici6n liberal ha defendido ambos tipos de libertad , si bien definidos de forma diversa. Casi ninguno de los pens adores que adscribimos a dicha tradici6n se caracterizo por defender solo la libertad negativa entendida en un sentido restringido como "libertad de", pues en sus argumentaciones politicas consideran ambas concepciones legitimas, aunque eso S1, sean conscientes de que estan actuando en distinto nivel (interactuan de forma diferente en el ambito de la moral individual y en el ambito politico). Ademas, en 10 que respecta ala descripcion de la evolucion de la libertad positiva, Berlin no present a nada mas que la trayectoria de sus "deformaciones", con 10 que existen serios problemas para concebir cual seria su forma legitima. Sobre todo porque se utiliza indistintamente para referirse a concepciones que se aplican a la moral individual y al ambito colectivo, sin

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precisar como se combinan con la libertad negativa, que en principio solo se plantearia en el ambito publico .

Eso no significa, sin embargo, que muchas de las distinciones en las que Berlin insiste no sean fundamentales. En este sentido, nos insta a darnos cuenta de los peligros de equiparar "verdadera libertad" en politica con ''hacer 10 que se debe hacer"; a ser conscientes de la necesidad de disponer de una esfera libre de interferencias externas que garantice una minima autonomia; a distinguir lalibertad individual de la participacion politica, aunque sin olvidar la conexion que existe entre ellas y que muchos liberales pusieron de relieve, al ser la ley la que en sociedad establece cual es esa esfera de ausencia de interferencia.

Y si bien la primera version del ensayo (Berlin, 1958) concluia con una clara toma de partido por la defensa de la libertad negativa y el bando liberal, en su reedicion revisada de 1969 esa prioridad quedaba matizada por la asuncion del pluralismo valorativo . La libertad negativa seria un valor al que nuestras sociedades otorgan una importancia fundamental y situan en 10 mas alto de nuestra escala de valores, pero que, no obstante, no es dominante y debe com­petir con otros valores con los que entra en conflicto. Porque aunque es cierto que en un grado minima es imprescindible para garantizar la propia existen­cia del pluralismo, no deberia ser aumentada a expensas de las pretensiones igualmente legitim as de otros valores, incluida la libertad positiva.

De esta forma, la progresiva asuncion por parte de Berlin del pluralismo valorativo complica enormemente su inicial identificacion con la defensa de la libertad negativa y la causa liberal. Y no es que el con el tiempo dejara de ser liberal 0 de creer que es necesario intentar conseguir el maximo grado de libertad negativa, como sostenian sus admirados Mill y Constant. Lo que sucede es que su vision pluralista no Ie permite justificar a priori ninguna escala de valores (los valores estan en conflicto y no pueden ser jerarquizados conforme a 10 que disponga un unico principio). A pesar de reconocer que, por 10 menos en las sociedades occidentales, se exige un am plio grado de libertad negativa, este debe ajustarse teniendo en consideracion las exigencias de la libertad positiva y las de otros valores tan fundamentales como ella. Y para hacerlo no hay una formula general; hay que sopesar prioridades e intentar realizar el mejor de los acomodos posibles, teniendo en cuenta que siempre se producira alguna perdida.

5. LA DEFENSA DEL LIBERALISMO PLURALISTA

Berlin no deja clara cual es la relacion entre la asuncion del pluralismo de valores y elliberalismo. Porque si bien en muchas ocasiones insiste en que no existe entre ellos ninguna conexi on logica (Berlin, 1992: 44), la realidad es que su descripcion y defensa del pluralismo valorativo, verdadero nudo gordiano de su obra, se apoya en la presuncion de que conduce a la tolerancia y a una

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mayor libertad. Asi, mientras el grueso de la tradicion liberal estaria compuesto por racionalistas defensores de un planteamiento que conduce al despotismo (liberales no pluralistas), por el contrario, el romanticismo seria el movimiento que, al haber mostrado de forma descarnada el relativismo de los valores, y en cierto modo sin percatarse de ello, habria dado origen a la tolerancia, a la decencia y al (l,verdadero?) liberalismo (Berlin, 1999: 147). Ya hem os insistido anteriormente en que Berlin no se identifica con ese relativismo que atribuye al romanticismo, sin embargo, su ataque a la tradicion monista occidental, a la que, pOI' su contenido inherentemente utopico, atribuye los mayores sacrifi­cios de vidas humanas llevados a cabo a 10 largo de la historia, se corresponde con una defensa de un escepticismo moral que, considera, es la unica posicion intelectual que evita los excesos politicos al incorporar necesariamente una actitud tolerante y liberal. Pero aparte de esta presuncion presente en la propia definicion del significado del pluralismo, nuestro autor tam bien establece otra conexion, esta vez pnictica, entre pluralismo y liberalismo (Berlin y Williams, 1994). Elliberalismo seria as! la forma que hist6ricamente ha permitido una mayor expresion del pluralismo, porque las instituciones liberales permiten un m ayor margen de desarrollo individual y favorecen la diversidad' . Veamos con un poco mas de detalle ambos argumentos.

Reconocer el pluralismo de valores no significa rechazar que estemos condi­cion ados poria presencia de ciertas escalas de valor que son las que organizan nuestra vida colectiva, solo nos exige ser conscientes de que estas escalas no son univer sales ni eternas. Precisamente una de las cuestiones que Berlin no deja de abordar es la de la infiuencia determinante de la cultura en el desarrollo de la identidad personal y como la existencia de anomalias en esta relacion (falta de reconocimiento de determinados colectivos, humillacion de minorias culturales) constituye el origen tanto de desordenes de la personalidad8 como de una ideologia politic a tan poderosa como el nacionalism09 . Y esto nos con­duce directamente a plantear cual debe ser, desde un punta de vista politico, la relacion entre este determinismo cultural y la elecci6n personal.

En 10 que respecta a las sociedades occidentales actuales, se valora y pro­mueve un grado importante de autonomia person al asi como una relativa diversidad social. Y las instituciones libel' ales parecen ser las mas adecuadas para favorecer esos valores. No habria asi ningu.n gran confiicto entre todos estos conceptos , que se complementarian mutuamente. Pero no sucede 10 mismo en otras culturas. El pluralismo de valores es un h ech o, aunque tam bien pueda convertirse, en algunos casos, en un ideal, y la unica exigencia moral que de­beria incorporar ser ia esa minima combinacion de valores fund amentales que

En relaci6n con es ta polemica ver p.e. Lukes (1994), Walzer (1995) 0 Kekes (1993 ). A este res pee to es interesante leer "Benjamin Disraeli, K. Marx and the Search for Identity" <Berlin , 1979) as i como la mayoria de sus trabajos sobre la cuesti6n judia . Para vel' con detalle el analisis que Berlin realiza sobre el nacionalismo, deb en consultarse sus dos conocidos ensayos "The Bent Twig" (Berlin, 1990) y "Nationali sm: Past Neglect and Present Power" <Berlin , 1979).

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constituyen el micleo de los denominados derechos humanos y que es requisito indispensable de una sociedad decente, pero nada mas. No justifica otorgar prioridad ala elecci6n personal 0 ala promoci6n de la diversidad. Mas bien al contrario, la verdadera asunci6n del pluralismo valorativo significa respetar las escalas de val ores peculiares de cad a cultura, 10 que en much os casos implica aceptar y legitimar el status quo de culturas que no otorgan ninglin valor a la autonomia personal y que defienden la homogeneidad. En este caso, tomarse el pluralismo en serio supondria reconocer esa diferente combinaci6n de valores en la que no tienen cabida las instituciones liberales.

Otra de las cuestiones que hay que plantear tam bien es la de cuaI es el "mejor" tipo de liberalismo para las sociedades liberales. Lamentablemente, Berlin no construye ninguna teoria normativa sobre la disposici6n de valores mas adecuada para inspirar las instituciones liberales. En sus escritos insiste en que las escalas de valor que orient an nuestra practica no pueden aplicarse de forma automatica, y que esta aplicaci6n, a su vez, no puede hacerse sin confticto ni perdidas, porque nuestros valores mas preciados pueden ser incom­patibles y chocar entre s1. Lo importante es alcanzar compromisos, que nunca son definitivos pero evitan las soluciones mas perjudiciales para cualquiera de las partes. Su liberalismo es asi un liberalismo de minimos que insiste en las limitaciones sin desarrollar las potencialidades. Y en este liberalismo juega un papel fundamental el juicio politico de los autenticos lideres que toman las decisiones adecuadas inspirados en la mejor combinaci6n posible de valores en el contexto en el que se encuentran. De am la admiraci6n por Roosevelt, artifice de ese Estado de bienestar por el que Berlin confiesa sentir gran admiraci6n como encarnaci6n de los valores mas importantes para nuestras sociedades: la seguridad, la igualdad, la eficacia y la libertad. No hay, sin embargo, ninglin hueco en su teoria para el desarrollo de alglin modele de democracia.

6. CONCLUSION

Como cualquier otra presentaci6n de caracter sistematico de la obra de Berlin, este relato no puede dejar de estar incompleto. Los temas y pensadores que ha tratado son tantos y tan diversos que result a practicamente imposible abor­darlos utilizando un u.nico hila argumental. Pero, au.n mas, esta presentaci6n no s610 no es exhaustiva, sino que al tratar de conectar e integrar los mismos razonamientos e ideas presentes en los escritos berlinianos para ofrecer una visi6n coherente de su planteamiento tiene necesariamente que desvirtuarlos, porque fue el propio autor el que decidi6 no hacerlo as1. No obstante, la pre­sentaci6n sistematica es la unica forma de poder captar el sentido de su obra y de su critica, que muchas veces no aparece claramente especificada 0 queda difuminada en la exposici6n de los diferentes pensadores a traves de los cuales se expresa en la mayoria de las ocasiones. Y es 10 que nos permite tambien

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poder analizar el significado de ese pluralismo de valores que constituye el nucleo de su posici6n y articular la correspondiente critica.

Berlin aparece asi en un principio como un pensador esceptico y posibilista que prefiere centrarse en senalar las carencias hurnanas, apoyado en 10 que ha sido hasta ahora la historia de la humanidad, y en defender un liberalismo de minimos que controle los excesos y minimice las perdidas. Aunque tam bien, debajo de esta postura, en ocasiones se puede vislumbrar al Berlin que cree en la libertad personal y en las infinitas posibilidades de los seres humanos, que podnin encontrar expresi6n en ese ambito de libertad que favorecen las sociedades liberales y no las que no 10 son.

Es evidente que esa visi6n de la politica esceptica y posibilista es la que ha caracterizado el final del siglo XX y ha hecho que la obra de Berlin alcanzara cotas inusuales de popularidad en el ambito academico, e incluso fuera de el, gracias a la publicaci6n de su curiosa biografia. Porque si a final de los aiios 50 acert6 en su defensa delliberalismo frente a los excesos del marxismo, en los 90 ha sido su tesis sobre el pluralismo valorativo, que deja en segundo plano su liberalismo, la que Ie ha consagrado como uno de los pens adores politicos relevantes del siglo.

7. BIBLIOGRAFIA

En los ultimos aiios los problemas originados por la dispersi6n de los escritos de Berlin se han solucionado gracias al trabajo de Henry Hardy, que no s610 se ha preocupado de realizar una completa bibliograffa suya (The Isaiah Berlin Virtual Library, http:// berlin.wolf.ox.ac.uk//) sino tambien de editar sus ensayos agrupados en varias coleccio­nes. Esta bibliografia extensisima incluye criticas literarias y de musica, necrol6gicas, recensiones, etc., trabajos publicados en los medios mas diversos: peri6dicos, revistas academicas, introducciones de libros, e incluso impartidos como chari as radiof6nicas y conferencias. A continuaci6n incluimos s610 los ensayos que han aparecido reeditados en libros.

(1939 ): Karl Marx: His Life and Environment (Londres , 1939: Thornton Butterworth). Traducido al castellano en Alianza, Madrid, 1973.

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42 ELENA GARCIA GUITIAN

(1978b): Concepts and Categories: Philosophical Essays (Londres, 1978: Hogarth Press; Nueva York, 1979: Viking; Oxford, 1980: Oxford University Press; Nueva York, 1981, Penguin). Hay traducci6n castellana en Fondo de Cultura Econ6mica, Mexico, 1983.

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7.1. Monografias sobre B erlin

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7.2. Otros trabajos sobre Berlin

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Bobbio, N. (1980): "11 Liberalismo de I. Berlin", Rivista Storica Italiano., vol. 92 . Bonete, E. (1995): La faz oculta de 10. modernidad (Madrid: Tecnos). Crowder, G. (1994): "Pluralism and Liberalism", Political Studies, vol. 42. Garcia-Guitian, Elena (2002): "Escepticismo y tolerancia: una revision de I. Berlin",

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