PLAN DE ATAQUE A TARAPACÁ

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Plan de Ataque e invasión a chile en 1975 El inicio de la guerra de recuperación de Tarapacá y Antofagasta De acuerdo a la doctrina militar, técnicamente se había iniciado la guerra con Chile, toda operación bélica se inicia con la fase de planeamiento y esta comienza con el concepto inicial que fue el siguiente: Planear la totalidad de operaciones para aprestar a la fuerza armada, colocarla en condiciones de invadir Negro (nombre clave de Chile) y obtener el resultado mínimo de recuperar los territorios de Tarapacá y Antofagasta, en condiciones de continuar operaciones ofensivas hacia Santiago de Chile, manteniendo una Línea Principal de Resistencia (LPR) en la frontera norte con Rojo (nombre en clave de Ecuador), con el fin de neutralizar cualquier acción ofensiva de ese país” Apreciación de la situación militar La situación de las fuerzas peruanas en 1970, en lo referente al ejército, las unidades militares se encontraban concentradas en la capital y un remanente del conflicto con el Ecuador en 1941, mantenían cuadros de unidades con mejor potencial en la frontera norte (TON). La frontera sur (TOS) estaba en menores condiciones operativas con relación al norte, Piura y Tumbes. La III Región con sede en Arequipa tenía la responsabilidad de proporcionar la seguridad frente a Chile; solamente el 20 % de nuestro efectivo se encontraba acantonado en esta región; en cambio Chile desplegaba el 45 % de su fuerza operativa escalonada en líneas sucesivas de defensa desde Arica, por Iquique hasta Antofagasta, si bien las condiciones operativas eran deficientes, desde la guerra del Pacífico había fortificado la zona ante un eventual ataque nuestro, incluía este tipo de defensa los campos minados. Un balance arrojaba condiciones militares similares, con excepción de la formación académica de los oficiales, los peruanos teníamos clara superioridad formativa y la tropa del Perú, mayor nivel combativo que la chilena. Con relación al TON (Norte del Perú) las fuerzas terrestres ecuatorianas en un 70 % permanecían acantonadas en la frontera con nuestro país, en la zona de costa, sierra y selva; su frontera con Colombia mantenía relativa calma, históricamente hablando. En cuanto a la marina de guerra, nuestra escuadra constituía unidades antiguas, pero con el esfuerzo del personal naval, conservaba una capacidad operativa importante, con altos niveles de eficiencia. La marina chilena, históricamente apoyada preferentemente por el estamento político, si bien sus unidades de superficie eran algo más modernas que las nuestras, estaba en desventaja por la flota de submarinos del Perú superior en unidades, formación combativa y capacidad reconocida en Sudamérica. Las unidades navales ecuatorianas estaban acantonadas en la base de puerto Bolívar, limítrofe con el Perú. En cuanto a la aviación, la FAP disponía de 18 Mirage franceses modernos y de alta capacidad de ataque, Chile con antiguos cazas Hawker Hunter (12) y bombarderos Camberra (12), de la década anterior, aparte de otras unidades menores y de transporte, sin capacidad para oponerse eficazmente a una incursión de nuestros aviones; además, la formación de los pilotos peruanos era muy superior, cada oficial se graduaba con 2.5 mil horas de vuelo, los chilenos sólo alcanzaban 1.2 mil horas, trascendió que habían desarrollado una flotilla de 1 de 40

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En 1974 el gobierno tiene un plan para recuperar Arica en la región de Tarapacá. Por la fuerza.

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Plan de Ataque e invasión a chile en 1975

El inicio de la guerra de recuperación de Tarapacá y Antofagasta

De acuerdo a la doctrina militar, técnicamente se había iniciado la guerra con Chile, toda operación bélica se inicia con la fase de planeamiento y esta comienza con el concepto inicial que fue el siguiente:

“Planear la totalidad de operaciones para aprestar a la fuerza armada, colocarla en condiciones de invadir Negro (nombre clave de Chile) y obtener el resultado mínimo de recuperar los territorios de Tarapacá y Antofagasta, en condiciones de continuar operaciones ofensivas hacia Santiago de Chile, manteniendo una Línea Principal de Resistencia (LPR) en la frontera norte con Rojo (nombre en clave de Ecuador), con el fin de neutralizar cualquier acción ofensiva de ese país”

Apreciación de la situación militar

La situación de las fuerzas peruanas en 1970, en lo referente al ejército, las unidades militares se encontraban concentradas en la capital y un remanente del conflicto con el Ecuador en 1941, mantenían cuadros de unidades con mejor potencial en la frontera norte (TON).

La frontera sur (TOS) estaba en menores condiciones operativas con relación al norte, Piura y Tumbes. La III Región con sede en Arequipa tenía la responsabilidad de proporcionar la seguridad frente a Chile; solamente el 20 % de nuestro efectivo se encontraba acantonado en esta región; en cambio Chile desplegaba el 45 % de su fuerza operativa escalonada en líneas sucesivas de defensa desde Arica, por Iquique hasta Antofagasta, si bien las condiciones operativas eran deficientes, desde la guerra del Pacífico había fortificado la zona ante un eventual ataque nuestro, incluía este tipo de defensa los campos minados.

Un balance arrojaba condiciones militares similares, con excepción de la formación académica de los oficiales, los peruanos teníamos clara superioridad formativa y la tropa del Perú, mayor nivel combativo que la chilena.

Con relación al TON (Norte del Perú) las fuerzas terrestres ecuatorianas en un 70 % permanecían acantonadas en la frontera con nuestro país, en la zona de costa, sierra y selva; su frontera con Colombia mantenía relativa calma, históricamente hablando.

En cuanto a la marina de guerra, nuestra escuadra constituía unidades antiguas, pero con el esfuerzo del personal naval, conservaba una capacidad operativa importante, con altos niveles de eficiencia. La marina chilena, históricamente apoyada preferentemente por el estamento político, si bien sus unidades de superficie eran algo más modernas que las nuestras, estaba en desventaja por la flota de submarinos del Perú superior en unidades, formación combativa y capacidad reconocida en Sudamérica. Las unidades navales ecuatorianas estaban acantonadas en la base de puerto Bolívar, limítrofe con el Perú.

En cuanto a la aviación, la FAP disponía de 18 Mirage franceses modernos y de alta capacidad de ataque, Chile con antiguos cazas Hawker Hunter (12) y bombarderos Camberra (12), de la década anterior, aparte de otras unidades menores y de transporte, sin capacidad para oponerse eficazmente a una incursión de nuestros aviones; además, la formación de los pilotos peruanos era muy superior, cada oficial se graduaba con 2.5 mil horas de vuelo, los chilenos sólo alcanzaban 1.2 mil horas, trascendió que habían desarrollado una flotilla de

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Este documento del Cap. EP (r) Eloy Villacrez R. y otros autores ajenos, me fue enviado por Rafeal Córdova Rivera. Fue repasado totalmente en fondo y forma, 22 de Sept. de 2008 Luis Siabala Valer
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helicópteros para realizar operaciones helitransportadas, al no disponer de “techo” aéreo su operatividad era intrascendente. En el TON (Norte del Perú), respecto a Ecuador su Fuerza Aérea, era netamente defensiva destinada para proteger sus instalaciones en caso de guerra.

Cuadro comparativo de las FF AA del Perú, Chile y Ecuador (1969) Ejercito

País Personal Material de guerra Observaciones Perú 32,000 (2.5 mil

OO y 4.5 mil SSOO

120 Tqs- med. 35 tqs. Ligeros, 4 helicop

Blindados con 20 años de antigüe-dad

Chile 35,000(3 mil OO y 2.5 mil SSOO

130 tqs tipo sherman, 25 tqs livianos de la cab. Sin aviación del ejèrcito

Blindados con 25 años de antigüe-dad

Ecuador 16,000 (1.5 mil OO y 0.5 mil SSOO

40 tqs med arg. Sin aviación del ejèrcito

Blindados con 20 años de antigüe-dad

Marina

País Personal Material de guerra Observaciones Perú 12,000 (1.5

mil00 y 2.5 mil S0

2 cruceros, 3 fragatas 4 sub-marinos

Unidades con 25 años de

Chile 15,000 (2.0 mil OO y 3 mil SO

2 cruceros, 4 fragatas y 4 submarinos

Unidades con 15 años de

Ecuador 6,000 (0.8 mil OO sin datos de SO

4 corbetas Unidades con 15 años de

Aviación País Personal Material de Guerra Observaciones Chile 12,000 ( 1,3 mil

OO y 2.5 mil SO 12 Hacker Hun-ter y 12 Cambe-rras

Con 20 años de antigüedad

Ecuador 6,000 ( 0.7 mil OO y 2.0 SO) mil

06 cazas bom-barderos ameri-canos

Con 15 años de antigüedad

Nota: en la segunda columna OO son oficiales y SO suboficiales Elaborado en base de Strategic Reviex

Apreciación de la situación política (1971)

En nuestro país la sociedad peruana aprueba, en su mayoría, las realizaciones, logros y objetivos de la Revolución Peruana; existen algunas discrepancias con los estamentos políticos tradicionales, aquella oposición se debe a la decisión de afectar los derechos adquiridos que provienen desde la colonia, ese porcentaje difícilmente alcanza el 15 %, una mayoría absoluta del 70 % que está de acuerdo con las medidas de reforma de las estructuras del estado y de la sociedad, el 15 % restante se muestra indiferente.

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Las partidos políticos Acción Popular, APRA y PPC, expresaron por diferentes medios su desacuerdo con las medidas adoptadas. Los grupos políticos de la Democracia Cristiana, Social Progresismo y Partido Comunista, apoyan con reservas las medidas de cambio. Algunos grupos pequeños de extremistas de derecha e izquierda manifiestan su desacuerdo, esos grupos se encuentran dentro del 15 % mencionado como opositores.

En Chile, accedió al poder el líder de la Unidad Popular (Alianza de partidos de izquierda, el Partido Comunista y Socialista) Salvador Allende Gossens, la polarización de la sociedad chilena era un hecho que ve venir “los momios“ conservadores agrupados en el Partido Nacional y la Democracia Cristiana, aquellos iniciaron acciones desestabilizadoras, contaban para ello con apoyo internacional y el de sus fuerzas armadas, dispuestas a quebrar el orden constitucional, dejando de lado tradiciones de respeto al ordenamiento legal. Tal como lo habían hecho en 1973.

No se percibe solidez en la conducción ni en la estructura de gobierno por parte de la administración socialista, se pueden apreciar vacíos en la conducción.

Apreciación de la situación económica

El Gobierno de la FA del Perú inició diferentes reformas destinadas a cambiar las estructuras sociales y económicas del Perú, con el propósito de abrir el acceso a la distribución de los excedentes mediante una radical reforma agraria y una acción empresarial del estado, para movilizar la economía en razón que el capital privado era reticente a la inversión; probablemente esta situación se mantuviese hasta que los empresarios hubieren entendido que el modelo de la revolución estaba destinado para dinamizar la economía y lograr la disposición de los mecanismos de captación de los excedentes. Se buscaba conseguir de esta manera una capilaridad social con acceso a la riqueza producida por todos los estamentos de la sociedad.

En Chile, los grupos empresariales manifestaron su abierta oposición y su disposición a NO invertir y paralizar las actividades económicas con miras a asfixiar al gobierno, mediante un look out (huelga de empresarios), el gobierno de Unidad Popular no dispone de recursos intelectuales y de sistema de gobierno para presentar una alternativa viable para neutralizar este directo bloqueo de los opositores. Esta confrontación política en Chile, desde nuestro punto de vista, se presentaba oportuna al desarrollo de las operaciones militares de recuperación de las provincias cautivas.

Apreciación de Investigación y Desarrollo

El Perú, al formular un conjunto de medidas destinadas a innovar el sistema de producción y conformar nuevos modelos empresariales, incentivando la participación de los grupos sociales, movilizaba la creatividad y el desarrollo de nuevas tecnologías, con destino a los diferentes campos de la producción.

En Chile, gobiernos anteriores desarrollaron aplicaciones de sistemas de cómputo en diferentes estamentos tanto privados como de gobierno, tenían ventaja en ese campo, pero en el educativo existe un equilibrio inestable entre nuestros países, mientras el Perú va en proyecciones de mejora, Chile se encuentra en camino a una espiral degenerativa.

Conclusiones de la apreciación de la situación (1970-71)

Como país, sociedad y organización el Perú presentaba un panorama de mayor estabilidad y de mejores proyecciones que Chile, después de la guerra del 1879, la diferencia que existía era significativa, 87 años después existe equilibrio y

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ventajas claras en diferentes aspectos, tanto tangibles como intangibles, el PNB peruano supera entonces al de Chile en 5 %; la producción pesquera, energética, de acero, ácido sulfúrico y otros insumos para el desarrollo industrial, son ampliamente superiores en el Perú con tendencia a continuar en alza abriendo la brecha a nuestro favor.

Militarmente existe un equilibrio en lo referente al ejército y la marina, en la aviación hay una diferencia sustancial a nuestro favor, en equipamiento, número y calidad de aviones y entrenamiento, la ventaja es fácilmente apreciable.

Capitán Eloy Villacrez R, Miembro de la DIRAE, Estado Mayor General

Desarrollo de las Operaciones de planeamiento Tomando como base el concepto inicial de Velasco, con las directivas básicas para organizar el planeamiento militar por parte de la DIRAE (Dirección de Asuntos Estratégicos), se emitió la recomendación siguiente:

La DIRAE en el verano de 1972, elevó un documento estrictamente secreto, que en términos generales decía:

“En cumplimiento de las disposiciones emanadas por el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, para elaborar los planes de invasión a los territorios peruanos en poder de Chile y recuperar las provincias de Tarapacá y Antofagasta, con capacidad para continuar operaciones ofensivas a Santiago de Chile, neutralizando cualquier acción ofensiva de Ecuador, recomienda lo siguiente:

De acuerdo a la apreciación de la situación formulada por elementos de esta Dirección de Asuntos Estratégicos (DIRAE), existen condiciones favorables para llevar a efecto exitosamente la invasión dispuesta, para ello se solicita la aprobación del presente Concepto Inicial Deducido:

La acción ofensiva de recuperación de los territorios peruanos y bolivianos en poder de Chile, se efectuará con una penetración de unidades blindadas, con apoyo de artillería reactiva y de campaña, por el corredor de la costa, desde Chacalluta hacia la cortadura del rio Vitor, sobrepasando Arica. Unidades de paracaidistas y comandos asegurarán los puntos críticos con envolvimiento vertical y unidades de la zona del altiplano irrumpirán por el valle de Azapa, el orden interno de Arica que una vez sobrepasada será controlada por las unidades de la Policía de Asalto.

La infantería de marina cumplirá las funciones de seguridad abriendo una cabeza de playa en la Lisera y las unidades navales mantendrán aislado el

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teatro de operaciones, contando con la cobertura aérea correspondiente.

La Fuerza Aérea del Perú, organizarà el apoyo estratégico a las operaciones terrestres, concentrando la flota de bombarderos en el aeropuerto de Madre de Dios, que será acondicionado para realizar operaciones militares, la protección de instalaciones civiles y militares en el TOS se levara a cabo con el cumplimiento de los planes operativos vigentes.

Con el estudio del terreno y del teatro de operaciones, se elaborarán los planes definitivos de invasión, de acuerdo con el concepto inicial emitido por el Gobierno Revolucionario de la FA; en principio en forma tentativa se solicita considerar al más alto nivel lo siguiente:

• Realizar las coordinaciones para el aprestamiento de al menos cuatro divisiones blindadas en el sur con 360 tanques pesados y 40 ligeros de caballería, adquisición y repotenciamiento de nuestras unidades de artillería, con baterías reactivas y de campaña. Desde el punto de vista naval, fortalecimiento de nuestras unidades de superficie como elementos de maniobra y protección a las operaciones de desembarco, manteniendo nuestra superioridad en la fuerza de submarinos. Desde el punto de vista Aéreo, elevar sustancialmente nuestra capacidad de bombardeo aéreo y protección antiaérea con misilería, dando énfasis en la cobertura de los centros poblados, al tener conocimiento que el comando chileno habría decidido en caso de guerra hacer sentir sus estragos en la población civil.

• Capacitar, en promedio 600 oficiales de las fuerzas armadas y 800 suboficiales, en el comando de operaciones y manejo de blindados, pilotaje de aeronaves, redes de protección con misiles y artillería.

• Crear una infraestructura en instalaciones de 100,000 m2 de áreas construidas como mínimo, para el ejército y la aviación, incluyendo los parques de almacenamiento logístico y de apoyo a la fuerza operativa, todo ello a nivel subterráneo.

Al recibir la aprobación al presente concepto inicial deducido, se procederá a la formulación de los planes definitivos, para ser sometidos a su consideración en el plazo de tres meses.

Lima, abril de 1971.

Firmado General Molina Pallochia, Coroneles Freitas, Ruiz, De Vivero, Guabloche, Miranda.

Coordinación en Palacio de Gobierno General J. Graham H. Nota de redacción: Lo expresado es sincrético de un conjunto de documentos consistente en algo más de mil folios con los cuadros explicativos y justificativos de las recomendaciones emitidas.

Para mayo de 1972, la DIRAE recibió la aceptación gubernamental para elaborar los planes de invasión a Chile; previamente en el auditórium del Estado Mayor se convocó a una reunión de comando con los oficiales que directa o indirectamente estarían involucrados en llevar adelante la recuperación de Tarapacá y eliminar las fronteras con Chile y permitir, además, la salida al mar para Bolivia por Antofagasta.

El General Velasco reunió a los oficiales que en su concepto deberían prestar el apoyo correspondiente, asistieron además de los miembros directrices de la DIRAE, Marco Fernández Baca, C. Bobbio C. y Máximo León Velarde, Guillermo

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Alonso por PETROPERU; Javier Tantaleán, Luis Villacorta y Gastòn Luna por Pesquería; Cruz Céspedes por Agricultura; Meza Cuadra y Matallana por Transportes; A. Winkelried, blindados; C. Arrisueño, paracaidistas; Jara por los comandos; Betallaluz por la parte administrativa; Faura y Sánchez por la fuerza naval; Alegre y Miró Quesada por la Aviación; Zapata Cesti y Barrios por la Guardia Civil. La coordinación le fue encargada al General J. Graham H.

Las palabras del general Velasco fueron precisas y cortas dijo: “En ustedes confío para que Tarapacá vuelva al Perú y eliminemos fronteras con Chile, sólo así podremos vivir tranquilos y con seguridad en un futuro”. La exposición que efectuará a continuación la DIRAE, es un documento de trabajo para ser discutido entre los presentes; lo único que debo recordarles es que todo lo que se diga o acuerde es estrictamente secreto, ni siquiera a sus instituciones debe trasmitirse lo que estamos planeando, podría llevar a un problema diplomático que debemos evitar”.

La emoción y el patriotismo de los presentes eran imponentes; al recibir el encargo más sagrado para un soldado peruano, resarcir a la Nación lo arrebatado, recuperar nuestro orgullo nacional. En su perfecta magnitud el mensaje de Velasco, sintetizaba:

“Unir en un sólo proyecto político la proyección moral hacia el exterior, recuperando Tarapacá; y Antofagasta para Bolivia, a la vez que se realizaban las transformaciones de las estructuras sociales, políticas y económicas, mediante la instauración de sistemas distributivos de justicia social, la comunidad laboral, La autogestión, la propiedad social y las formas cooperativas” para alcanzar una sociedad en armonía.

Ese mensaje simple y claro, con lenguaje de soldado, fue difundido a todo el país, en lo pertinente, con relación al cambio de estructuras que exigía nuestro desarrollo, pero no fue aceptado por los grupos conservadores que consideraron amenazados sus “privilegios“, por la aplicación de la reforma agraria y otras reformas; tampoco quisieron entender que se deseaba alcanzar el desarrollo con equilibrio. Del otro lado la gran mayoría de los grupos de izquierda se enfrascaron en análisis interminables y discusiones bizantinas sobre la caracterización de la revolución militar, sin llegar a conclusión; jamás se comprenderá que se dejó pasar una oportunidad de conseguir una sociedad más justa de la que por entonces existía, polarización social que era preocupante.

Pese a las recomendaciones y órdenes emitidas para mantener el secreto sobre los preparativos de la invasión a Chile, algo trascendió, para los minúsculos grupos conservadores, era indiferente, sabían que no obtendrían dinero de esa guerra y los grupos de izquierda tenían muy arraigado el concepto internacionalista; antes que Tarapacá, pensaban en proteger a Salvador Allende; muchos de ellos presionaban a Velasco para detener los preparativos de ataque.

Quienes comprendieron en su cabal magnitud, fueron los ciudadanos de a pie, aquellos que en sus fibras más íntimas vibra el nacionalismo como parte consustancial, por ser herederos de más de tres mil años de historia y que por ello, intuitivamente, poseen la emoción natural del patriotismo; ellos sentían que algo grande estaba pasando, cuando accidentalmente observaban largas columnas de vehículos militares que diariamente y en altas horas de la noche transportaban pertrechos militares hacia el sur; comentaban con entusiasmo que había llegado la hora.

En cada ciudadano de nuestra patria, muchas veces enterado por terceras personas sobre el paso de los convoyes, vibraba en lo más íntimo, ese deseo de

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ver flamear nuestra bandera sobre el Morro de Arica; era el sentimiento que subyace en todo peruano, ¡Lástima que algunos que tienen formación política, consideren que ese tema deba olvidarse!

Después de la derrota de 1879, cuando Chile dio la consigna de no dejar nada que pudiera servir y procedieron con la destrucción y el despojo de cuanto valioso pudieron antes de retirarse, el Perú renació de sus cenizas y en 84 años éramos más fuertes, ricos y mejor capacitados, habíamos superado a nuestro enemigo del sur, tal se desprende del estudio formulado por el Tte. Crl. Augusto Freytas, ingeniero de profesión, con estudios post profesionales en petróleo y desarrollo: cumpliendo el encargo del General Velasco, evaluó comparativamente nuestras economías desde el fin de la guerra, desde 1883 a 1968, concluyendo que a pesar de aquellos gobiernos incapaces que tuvo el Perú, en la gran mayoría de los casos, antinacionales y marcadamente oligárquicos, tanto civiles como militares, habíamos superado en el producto bruto interno y en el ingreso per capita largamente a Chile. Además, el pueblo sentía que la historia nos debía esa victoria.

Pero como se dieron algunos casos en nuestra historia, no se tomó en cuenta que ya se anidaba la traición y la felonía, personificada en su promotor, el general Francisco Morales Bermúdez, tristemente célebre militar, indigno del uniforme nacional.

Coordinación del Gobierno

De acuerdo a las sugerencias presentadas por la DIRAE (Dirección de Asuntos Es-tratégicos) para realizar el aprestamiento de la fuerza armada y estar en condi-ciones de iniciar operaciones ofensivas sobre las provincias de Tarapacá y Ataca-ma, se comprendía dentro de ellas la necesidad de contar con cuatro divisiones blindadas del nivel tecnológico lo más elevado posible, para ese efecto se comi-sionó en forma secreta al general A. Winkelried y al coronel De Vivero, realizar una veeduría a los movimientos militares del cercano oriente en el verano de 1973, especialmente en las maniobras de las unidades blindadas por parte de Is-rael y Siria, considerando que los territorios donde se enfrentarían en las alturas de Golán y en el Líbano eran similares al teatro de operaciones de la I Región chi-lena de Antofagasta (Tarapacá y Antofagasta) Al retornar ambos oficiales y otros mas, emitieron un informe conjunto; fueron claros y coincidentes: las condiciones del equipo empleado en las maniobras y la operatividad de los tanques T-55 soviéticos, eran los más aparentes para nuestra tropa, los tanques Centurión y Sherman repontenciados que operaban los judíos, eran eficientes pero no adaptables a la manera de combatir del soldado peruano. Sustentaron su recomendación con exposiciones bien cimentadas, la presenta-ción ante los ministros de las fuerzas armadas y ante Junta Revolucionaria de Gobierno, en presencia de Velasco, inclinó la balanza a favor de la renovación del equipo con material soviético, tanto para el ejército como la aviación. Factor determinante fue la inversión, mientras un tanque soviético costaba 4 mi-llones de soles, un AMX 52 francés alcanzaba fácilmente los 40 millones; un Cen-turión inglés los 45 millones y un norteamericano Patton I, los 60 millones; en cuanto a tecnología el tanque soviético poseía un nivel más elevado, adaptable a nuestra manera de conducir operaciones.

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Se comprende que existía interés de parte de la Unión Soviética por introducir su armamento en Sudamérica, factor que fue determinante para recibir el equipo a un precio especial. La posición de la marina fue de escepticismo y la no aceptación del equipo naval soviético; expresaron sus representantes que existía en la oficialidad una doctri-na arraigada de utilización de equipo norteamericano, readaptar la flota llevaría a un retrazo en el desarrollo de las operaciones. Velasco aceptó las sugerencias navales y en la práctica quedó la fuerza naval so-lamente con responsabilidad defensiva de nuestra infraestructura marina y disua-sión de las operaciones punitivas que pudiera intentar la armada chilena sobre nuestras líneas de abastecimiento. Posteriormente el equipo de planeamiento asignó a nuestra marina de guerra labores de desembarco de la infantería de ma-rina en la playa la Lisera al sur de Arica y la protección del teatro de operaciones. Con estas consideraciones se puso en práctica con celeridad la instrucción del personal; se conocía que este aspecto era el más crítico, debido a la necesidad de adoptar una manera de conducir y operar en forma diferente. Bajo riesgo de la DIRAE que el gobierno no aprobara el uso del equipo soviético, se inició a partir del 2do. Semestre de 1971 un elevado desplazamiento de oficiales y suboficiales hacia Israel y Odessa, zonas donde se encontraban los centros de entrenamiento de blindados, artillería e ingeniería. En Moscú se entrenaron aviadores en el pilo-taje de los MIG, Sukoi y Antonov. Para fines de 1972, habían viajado a capacitar-se alrededor de 300 oficiales del ejército y la aviación, además de 500 suboficia-les. Al efecto habían llegado a Chorrillos unos 200 instructores de las fuerzas arma-das soviéticas, de todas las especialidades; personal altamente entrenado, sor-prendió que casi todos ellos, hablaban el quechua, tenían como característica ser exigentes al máximo; el comentario en toda la fuerza armada peruana, era que los soviéticos preparaban ”de a verdad” para ellos era una religión defender a su nación, habían llegado a magnificar el arte de la defensa, la dura experiencia de la invasión alemana durante la II Guerra estaba presente, la calificaban como la “Gran Guerra Patria”. No aceptaban bromas sobre ese tema, de igual forma eran absolutamente disciplinados en el momento del dictado de clases; pero una vez fuera, en momentos de descanso, se mostraban alegres y comunicativos. Los que tuvimos la ocasión de alternar con ellos podemos dar fe de su valía como combatientes; nos resulta increíble lo ocurrido posteriormente, en este 2008, esa doctrina de reverenciar la patria que tenían y manifestaban, al parecer la habrían perdido. Actividades de inteligencia Como parte de la preparación se consideró oportuno hacer un reconocimiento de la capacidad mental y de reflejos del personal militar chileno, al colocarles en “situaciones límite“; para ello en el verano de 1972, en el cuartel Albarracín de Tacna, el Grupo de Artillería 502, al mando del Teniente Coronel Ramírez del Carpio y los Mayores César Aguilar y Alfonso Tuesta, pusieron en marcha una operación de alto riesgo: se comisionó al alférez Juan Apesteguía Márquez, de

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capacidad e inteligencia notables, conducir 30 hombres, dos ametralladoras y dos vehículos LA, con equipamiento de combate con rumbo a Arica; sus instrucciones comprendían indicar a las autoridades chilenas que “izaría la bandera peruana en el morro”. El singular convoy cruzó la frontera sorprendiendo la vigilancia chilena, que no atinó cómo reaccionar y tampoco opuso resistencia. La columna se constituyó al fuerte Rancagua de la guarnición de Arica, ingresó al patio; un mayor chileno, que cumplía funciones de jefe de cuartel, de apellido Vargas, se acercó al alférez Apesteguía, al interrogarlo sobre la razón de su presencia, respondió aquél que había venido a izar la bandera peruana en el morro de Arica, el mayor dijo que consultaría con el comandante de la guarnición, éste se hizo presente y conferenció con el jefe peruano, quien observó la palidez y el miedo en los rostros de los oficiales y la tropa chilena, que frente a lo insólito del hecho no sabían que hacer. En vista de esta incertidumbre el alférez ordenó encender motores y se dirigió hacia la salida, donde había una tranquera, el subteniente chileno de la guardia no atinaba a nada, Apesteguía pronunció un sonoro carajo y le ordenó levantar la tranquera o la derribaba, el centinela franqueó de inmediato la salida de la columna peruana sin la menor duda. Al salir los camiones, los oficiales chilenos salieron del shock, el comandante general ordenó por teléfono a la vigilancia de la frontera detener los camiones; al acercarse la columna a ese puesto un subteniente chileno indicó que no podían pasar, Apesteguía ordenó rastrillar las armas y advirtió que sí no levantaba la tranquera lo tomaría prisionero y llevaría al Perú, los chilenos que sólo eran tres aceptaron que un sargento peruano levantara la tranquera y el convoy regresó a su cuartel en Tacna. Las enseñanzas y análisis que se hicieron sobre este caso fue estudiado por el general Gallegos Venero, quien elevó un informe reservado al más alto nivel de gobierno, luego se transformarían en instrucciones correctamente valoradas para el planeamiento de la invasión. Medidas adoptadas por el gobierno Con arreglo a las recomendaciones se procedió a conseguir un acercamiento diplomático con la Unión Soviética; el embajador Javier Pérez de Cuellar cumplió en aquel punto papel relevante, apoyado por el agregado militar general Abad Bermúdez, se firmaron importantes acuerdos en tiempo record. De esta manera se hizo posible la capacitación del personal, lo más complejo de modelar, dada la formación anterior preponderantemente norteamericana, que es diferente. Paralelamente se inició en forma acelerada la construcción de cuarteles en Locumba, Ilo, las Vilcas; se ampliaron las instalaciones del cuartel Albarracin de Tacna, Tarata, las Instalaciones de los cuarteles de Moquegua, Arequipa y Puno; se modernizaron las bases aéreas de Vitor, Pisco y al aeropuerto de Madre de Dios se le proveyó de condiciones militares; se construyó aceleradamente la carretera de Puno a Tacna y dotó de sistemas de defensa antiaérea a todo el teatro de operaciones del sur.

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Actividades preliminares para la concepción del plan de ataque fundamental Para la primavera de 1972, con las enseñanzas que se obtuvieron en el verano de ese año, en la acción de inteligencia llevada a cabo por el alférez Apesteguía, fuimos comisionados un numeroso conjunto de oficiales del ejército, aviación y marina, de todas las especialidades, incluyendo paracaidistas, comandos e infantería de marina así como expertos en operaciones blindadas, para hacer reconocimiento de zonas aptas para el salto de paracaidistas, operaciones de comando y de blindados, zonas de desembarco en territorio peruano ocupado por Chile, especialmente Arica. Un numeroso contingente de oficiales cruzamos la frontera en calidad de turistas, algunos conduciendo vehículos y en otros casos en vehículos alquilados con placas de Chile. Para 1972 se había “peinado” la totalidad de aquella provincia de Arica hasta la quebrada de Camarones. En el verano de 1973, los informes recibidos de aquellos oficiales y suboficiales fueron consolidados en un informe general, centralizado por la Dirección de Asuntos militares de la DIRAE. (Dirección de Asuntos Estratégicos), incluyendo los informes de los veedores en Israel y Siria. Se comprende que un resumen de todo lo informado por las decenas de oficiales y suboficiales que cruzaron la frontera en búsqueda de información, acopiar datos de inteligencia sobre el terreno y registrar las condiciones climatológicas del teatro de operaciones, además del estudio de la conducta de la población chilena frente una eventual invasión peruana, representa un volumen considerable muy importante; por ello se tratará de consolidar todo aquello para que el lector disponga del marco de referencia que se vivía en esos años. En términos generales quedaron identificadas cuatro zonas de salto de paracaidistas en los alrededores de Arica, las coordenadas cartográficas (UTM) fueron registradas en el Instituto Geográfico Militar, con el nombre clave de Negro1 (color asignado a Chile y el 1 de Arica) Recibieron esta responsabilidad, además de mantener en absoluto secreto la operación, incluyendo a su propio comando, los tenientes coroneles José Samanéz Casas y Rodolfo Gaige Anzardo. El plan de operaciones fue concebido en base de la información recibida por los especialistas militares y el planeamiento consiguiente se llevó a cabo en cartas militares elaboradas en secreto, teniendo en consideración que el Instituto Geográfico Militar, formaba parte de organismos internacionales como el IAGS (International American Geodesic Survey), que tenía relación directa con los EE UU. La protección de la información, recayó en los Comandantes Samanéz y Gaige, dotados de coeficiente intelectual, muy superior al término promedio, que incluía a los especialistas norteamericanos que visitaban con frecuencia el Instituto Geogràfico Militar. Las zonas de acceso para blindados y las líneas de aproximación para atacar Arica y sobrepasarla hasta la cortadura de la quebrada del cauce seco del río Vítor, fueron claramente indicadas en los itinerarios de la carta de operaciones, documento al que sólo tenían acceso el general Velasco y el general Molina; las

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cartas geográficas, confeccionadas ex profeso para la invasión, permanecían con la calificación de estrictamente secreto. Quedaron determinadas con precisión la zona de desembarco en la playa Lisera y las posibles áreas de bombardeo por parte de la aviación, así como los lugares previstos para las acciones de comando, en la cortadura del río Lluta y en la zona suburbana de Arica, donde se encontraban los depósitos de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, con almacenamiento de combustible que era necesario preservar. Por simple deducción, los chilenos no permitirían que esos tanques de almacenamiento de combustible pudieran ser utilizados por nuestras fuerzas, su destrucción resultaba también gravitante para la conducción de las operaciones defensivas de las tropas chilenas, que a toda costa debían evitar que nuestras tropas aquella captura. La toma por asalto y sorpresa a primera hora de la invasión fue responsabilidad asignada a la Compañía de Comandos de Ingeniería, adscrita al Batallón (+) Comandos 19, que tenía, además, otras responsabilidades en el sector Arica, evitando la destrucción de puentes y las estaciones de agua y electricidad. Presión política al Presidente Velasco Los planes de invasión habían trascendido, se comentaba en todos los niveles sociales, políticos e intelectuales del país; los rumores de invasión hacia Tarapacá no fueron confirmados por autoridad militar alguna, pero era un hecho que todos aceptaban como algo que ocurriría, inclusive los mandos chilenos lo aceptaban como un hecho real. Para neutralizar en algo esa información circulante, se comisionó al General FAP Gilardi para que en su calidad de miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y probablemente el más capaz de los mandos militares de la Revolución, constituirse a Chile para desvirtuar esa información. Con la natural capacidad de análisis y deducción que disponía logra dar tranquilidad a los mandos chilenos, para que siguiéramos armándonos sin mayores problemas. La presión diaria de dirigentes izquierdistas, específicamente los que se identificaban con las corrientes pro soviéticas y que en términos generales expresaban la comprensión del proceso revolucionario de la Fuerza Armada, con la frase “apoyo crítico” que a lo largo de los años demostraron madurez en interpretar el fenómeno político de cambio social que se vivía, pero que carecían por deformación doctrinal muy marcada el internacionalismo por encima del nacionalismo, ejercían el “lobby”, cabildeo o presión para evitar la invasión, al sustentar con ello que el proceso chileno era inédito y de justicia social muy similar al de la Revolución de la Fuerza Armada. Debido a esta singular presión, el general Velasco aceptó conferenciar con Allende usando de una escala técnica que haría en el aeropuerto “Jorge Chávez”. Pero al proponer Velasco a su par lo necesario que por justicia histórica significaría una variación de soberanía compartida de los territorios de Tarapacá y Atacama, fue rechazado de plano, agregando que en la década del 30 el presidente Aguirre Cerda había sugerido algo parecido para dar salida al mar a Bolivia, habiéndole costado la presidencia. Expresó el mandatario chileno que “Sí

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aceptó al menos discutir sobre la soberanía sobre esos territorios, no duraría una semana en el poder” Ante esta respuesta, Velasco citó a los oficiales que preparaban la invasión y expresó los resultados de la reunión con Allende, agregando: “Estos animales de los chilenos sólo entienden la fuerza, hay que aplicarles” Acontecimientos políticos-militares con influencia en los planes de invasión Los resultados negativos de la reunión de Velasco con Allende y los hechos trascendentes posteriores, a 1973, la guerra del Yon Kippur que enfrentó a israelíes y árabes, permitió estudiar la metodología del empleo de blindados y la aviación en terrenos desérticos y el uso de equipos similares a los que disponían el Perú y Chile, en las zonas previstas para el conflicto; esta nueva situación y sus enseñanzas, influirían en la elaboración del plan final de invasión. Otro factor trascendente en la evaluación de las operaciones fue el conocimiento anticipado que tuvo el presidente Velasco sobre el golpe de estado de Pinochet; se evaluaron las características del pronunciamiento y sus consecuencias con relación a la invasión que estábamos planeando. También resulto factor importante la presencia en Lima, en mayo de 1973, del general Juan Domingo Perón; se tenía la certeza que llegaría a la presidencia de Argentina, dado que había sido ungido Cámpora como presidente; debido al veto que habían impuesto los militares a su candidatura, se conocía que el receptor final del mando supremo en Argentina sería Perón, por esa razón es que se llevó a cabo una reunión privada con Velasco, para conocer su posición sobre los territorios ocupados por Chile desde la guerra del Pacífico; manifestó Perón que era respetuoso de los tratados, pero ante una situación irremediable, tomaría las cosas con la vista de la justicia histórica. Efectivamente un mes después ante la renuncia de Cámpora, accedió al poder. Con todos estos acontecimientos políticos, se convocó en noviembre de 1973 a una reunión de coordinación con los oficiales directamente relacionados con los planes de invasión; no fueron considerados en esta oportunidad los que se encontraban en la esfera de gobierno, la finalidad fue adoptar las medidas correctivas a los planes de invasión. En aquella reunión Velasco emitió nuevos lineamientos y concibió un plan de inteligencia a llevarse a cabo en Buenos Aires, Argentina, consistente en hacer una búsqueda de información con los miembros de la Unidad Popular que salieran fugados por la frontera con Argentina una vez producido el golpe de Pinochet. Por lógica Velasco dedujo que en ese numeroso conjunto de refugiados que existirán habría una fuente de información importante, específicamente sobre la conformación del orden de batalla chileno. (Organización, equipo, efectivos y entrenamiento del personal militar) Esta vez la recomendación fue enfática, respecto al conocimiento de lo que se estaba planeando y quienes serían sus depositarios; expresó Velasco que los únicos que estaban autorizados a conocer y en forma compartimentada aquellos datos eran los oficiales que se encontraban presentes. La necesidad de manejar con carácter estrictamente secreto todo lo que se planeaba era fundamental para alcanzar la victoria, el nivel de secreto debía mantenerse hasta con los colegas y

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compañeros de promoción.

Tanque Sherman Chileno acantonado en Arica

Tanque T-55 repotenciado, acantonado en Tacna

Aspectos preliminares al Plan de Operaciones “Negro Uno” El ataque a las guarniciones militares de Tarapacá y Antofagasta, fue concebido en tres fases, con los nombres en clave Negro, uno, dos y tres. Se comprende que la documentación de los planes de invasión, era muy amplia y precisa, consideraba aspectos de personal, inteligencia, operaciones, logística, asuntos civiles, internacionales y los temas normales de un planeamiento de operaciones. Lo inusual era la consideración de la concurrencia de fuerzas norteamericanas al teatro de operaciones y la posible participación de fuerzas cubanas en apoyo del Perú. En el caso de que las fuerzas de EE UU se involucraran directamente, ese ofrecimiento fue transmitido por el Embajador cubano en Lima, capitán Antonio Núñez Jiménez. Existía la posibilidad y la intención del mando chileno para escalar la guerra en niveles muy superiores al normal desarrollo de las operaciones; se conocía que había un riesgo de intervención con unidades de parte de EE UU: En caso eso sucediera se había recibido el ofrecimiento de apoyo de Cuba y sus unidades de

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combate que habían adquirido experiencia en las guerras africanas. Si bien lo referido, era una posibilidad, no se podía dejar de considerar aquello dentro de las alternativas de trabajo y previsión, si bien la situación militar de las FFAA de EEUU era muy difícil, la experiencia desastrosa que estaban viviendo en Vietnam les dejó un sabor a derrota, la moral combatiente yanqui se encontraba en serio cuestionamiento, no sólo internamente sino internacionalmente, puesto que no habían podido imponer condiciones a un país del Tercer Mundo y ese 1973 se debatían en franca retirada que avizoraba una clara y contundente derrota. Abrir otro frente para los EE UU en esas condiciones era de mucho riesgos, ese factor fue muy bien estudiado y calificado de improbable el escalamiento de la guerra. Por parte del Perú no existía la intención de escalar la guerra hasta niveles de confrontación de potencias; la situación de Pinochet era diferente, al presentarse débil y dividido su país su única alternativa era hacer intervenir a EEUU y constituir ese territorio del Teatro de Operaciones de Tarapacá “en la hierba que pisan los elefantes al pelear” Plan de operaciones, Negro uno A continuación se hará un resumen del plan de operaciones “Negro1” que debía entrar en vigencia al fijar el día “D” y la hora “H” el grupo de planeamiento Estudio del Terreno, en el teatro de operaciones Negro 1 (1973) Descripción del teatro de operaciones Corresponde a una zona desértica con temperaturas promedio de 15 grados, en verano (En-Mar) puede llegar a 25; en invierno en la noche puede descender hasta los 0 grados. El corredor de la costa es una franja que se extiende desde las orillas del Océano Pacífico, hasta la cordillera andina en un promedio de 70 km de ancho. Abarca desde la línea de la Concordia en Chacalluta, hasta el rió Loa, el único río con caudal mínimo permanente, es posible observar pequeños valles agrícolas con producción bastante pobre e insuficiente. El teatro de operaciones permite la acción de blindados desde la línea de frontera con una amplitud de 30 km. En Arica el comando chileno difícilmente puede man-tener una línea de resistencia. Se conoce que existía una maniobra de acción re-tardatriz para replegarse en orden presentando batalla, prevista hasta la cortadu-ra del río seco Vitor, al iniciarse la invasión. Las lluvias son escasas y se califica al desierto del Tamarugal como uno de los más secos del mundo. La presencia de salitre y salares en el terreno producen una sequedad en el ambiente afectando directamente el mantenimiento del equi-po de guerra y las condiciones de vivac. Las tormentas de arena son frecuentes, igualmente la presencia de bancos de neblina que se conoce como “camanchaca” que dificultan el movimiento de tropas, la coordinación y el avance, estos fenó-menos, especialmente las tormentas de arena pueden causar grave daño tanto al armamento de las unidades acorazadas como a sus motores de propulsión, a las comunicaciones radiales y a la infantería. La existencia de pequeños grupos humanos aislados en poblaciones con recursos

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limitados hacen prever que no existirían facilidades locales en el avituallamiento, el desarrollo de las operaciones exigirá la ampliación y alargamiento en 250 km. de la vía principal de abastecimientos (VPA). Existe un elevado riesgo de sabotaje de las líneas logísticas, para ello se tomarán todas las previsiones del caso, des-plegando una seguridad bastante exigente para el intenso apoyo logístico que re-quieren nuestras unidades combatientes. Se tenia conocimiento, por información de inteligencia, que la maniobra retarda-triz chilena hasta la quebrada de Camarones (80 km al sur), consistirá en el re-pliegue en orden y en combate abierto de los tres regimientos acantonados en Arica (Uno de infantería, uno de artillería de campaña y uno de blindados), la unidad de caballería blindada y a caballo de Putre, conjuntamente la unidad de montaña, se replegará por el eje paralelo a la costa, con funciones de reconoci-miento sobre una posible incursión de elementos bolivianos. En el valle de Azapa y en la misma ciudad de Arica, la unidad de ingenieros chile-na, reforzada con elementos de Iquique y potenciada con tropas universitarias de reciente reclutamiento, permanecerá en el área urbana y zonas adyacentes a la población, para la destrucción de los recursos e instalaciones que podrían ser utilizados por nuestras fuerzas de invasión, principalmente los tanques de alma-cenamiento de combustible de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), ubicados cerca de la rada de Arica que contienen un stock de operación normal, entre otros productos, de 150 mil galones de petróleo diessel, 200 mil galones de gasolina específica para vehículos automotores; grasas y aceites, cuya voladura está prevista dentro de los planes de la maniobra retardatriz, bajo res-ponsabilidad de las unidades de ingenieros antes de abandonar la ciudad; como es lógico nuestro comando dispuso que nuestras fuerzas debían evitar a toda costa esta destrucción, por dos razones, una de ellas, ser elemento vital para el apoyo logístico de nuestras unidades en combate y la otra que un incendio, en la magnitud y proporción prevista por el comando chileno, podría retardar la pene-tración de nuestras unidades de ser importante la necesidad de controlar la de-vastación provocada. Esto último no era tan exigible. Otro de los puntos previstos para destrucción por el comando chileno era las faci-lidades portuarias para lo cual el hundimiento de buques mercantes en la rada podría entorpecer el apoyo logístico y de combate a las operaciones terrestres, de nuestra marina de guerra. Otros puntos críticos en Arica y Tarapacà, que nos interesaba, fueron oportuna-mente reconocidos por oficiales con calificación en fuerzas especiales, ingeniería, artillería, intendencia (para aspectos logísticos), de caballería y blindados. En forma cíclica se cruzaba la frontera cumpliendo las tareas de conseguir informa-ción, para elaborar los planes específicos de las acciones concebidas como parte del planeamiento general ideado por el comando de invasión; dentro del espec-tro amplio de objetivos rentables para apoyar esta operación se definieron los si-guientes: El aeropuerto, la estación de generación eléctrica, la planta de potabili-zación de agua, los tanques de almacenamiento de combustible bolivianos, los puentes sobre el río Azapa, que dan continuidad a la Carretera Panamericana y los otros puentes de las carreteras al interior, todo ello previsto para ser destrui-do en el preciso momento que los observadores avanzados y la caballería de re-conocimiento chilenos en Chacalluta y en la pampa, se percatasen de la invasión de las columnas blindadas de nuestro ejército.

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En términos generales esa maniobra retardatriz con obstáculos de sabotaje a ins-talaciones y la presentación de combate abierto de las unidades de ingenieros y de la caballería chilena con sus tanques ligeros, tanto en la ciudad como en la pampa, descritas líneas arriba, así como el establecimiento de una Línea Principal de Resistencia (LPR) en la cortadura de la quebrada seca del río Vítor, bajo cober-tura de los tanques ligeros AMX32 de su caballería, para luego retirarse en orden más al sur hacia la cortadura del río Camarones, zona amoblada con anteriori-dad, fortificada con ingeniería militar. De acuerdo a los estudios y las acciones preparadas como parte de la maniobra retardatriz, la concentración de unidades que se repliegan y las que reforzarían desde Antofagasta, dentro de los cálculos del comando chileno, existiría un 50 % de probabilidad de conseguir detener el avance de nuestros blindados e iniciar la contraofensiva, o al menos solicitar la intervención internacional para detener las operaciones ofensivas del Perú. Para el comando de invasión peruano las probabi-lidades de ser detenidos no alcanzaban el 5 %. En forma simultánea a la retirada de la unidades de combate chilenas hacia la LPR (Línea Principal de Resistencia) inicialmente el río Vitor, para afianzarse pos-teriormente, de ser posible, en la quebrada de Camarones, previamente amobla-da con campos minados, como parte de la concepción defensiva chilena, existió la intención de involucrar a la población civil de Arica para servir como escudo frente a la progresión de nuestras unidades. Esta concepción defensiva por esca-lón y escudo correspondió al general Dowling, comandante general de Arica y fue ensayada en presencia del estado mayor chileno. El conjunto de operaciones de maniobra retardatriz se pondría en marcha al reci-bir la orden del alto mando, una vez que el primer blindado peruano penetre la frontera; es probable que la red de inteligencia chilena en Tacna hubiera tomado las previsiones del caso para informar oportunamente sobre cualquier movimien-to militar del Perú. Los esfuerzos por mantener en secreto la invasión eran impo-sibles. Para 1975 Tacna era un cuartel, los preparativos de la invasión en la prác-tica se comentaban abiertamente; una de las fuentes más sólidas de información del estado mayor chileno fueron las miles de prostitutas chilenas que llegaron a Arequipa, Moquegua y Tacna, pare ello se organizo la contrainteligencia pasando aquella “información” en los prostíbulos, que interesaba dar a conocer. También eran secreto a voces en Arica las operaciones de minado y el aislamien-to de los puntos críticos, que habían sido preparados para colocar explosivos, por parte de los ingenieros militares chilenos; eran ampliamente conocidas por la ciudadanía a partir de 1974. En una oportunidad fue comentado por la “Estrella de Iquique” que era el periódico de circulación diaria en Arica, sobre un accidente de un vehículo que voló por acción de una mina cuando transitaba por uno de los caminos vecinales, noticia a finales de 1974 que el comando chileno trató de ocultar, pero que ya había “rebotado” en la radio de Tacna. Dentro de esta acción de repliegue, el comando chileno, contemplaba la destruc-ción de la totalidad los recursos alimenticios de la población y toda vitualla de la zona, con la finalidad de crear problemas adicionales a las fuerzas peruanas de invasión, al tener que socorrer a centenas de miles de personas que no tenían medios de supervivencia. Un plan inconsistente poco inteligente como impracti-

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cable en toda su magnitud. Trascendió que se habrían cursado las ordenes desde Santiago de Chile, para que en Iquique se ensayara una maniobra sin idea de repliegue, esto se entiende en lenguaje militar como que todo el esfuerzo de guerra se concentraría en ese pun-to, sin considerar una retaguardia, sacrificando sus reservas sí la situación lo ameritaba. Para el planeamiento de nuestra ofensiva, se realizaron los estudios de estado mayor y los trabajos de inteligencia, permitiéndonos ubicar zonas aptas para el descenso de unidades aerotransportadas, en determinados lugares, cuyas coor-denadas cartográficas UTM, registradas en el Instituto Geográfico Militar, fueron comunicadas con carácter de secreto a los comandantes de las unidades de co-mandos, paracaidistas por los pilotos de las aeronaves de transporte designados. La Inteligencia Naval ubicó cinco playas de desembarco para las fuerzas de infan-tería de marina, desde la Lisera en zona adyacente a Arica hasta Altillos (15 km al sur de la quebrada de Camarones). La Inteligencia de la Fuerza Aérea localizó tanques de polietileno de 10,000 galo-nes para combustible de aviación enterrados en zonas paralelas a la carretera Panamericana, sector de Antofagasta, en líneas tangentes viales, que fueron habilitadas para el aterrizaje de aviones y poder ser abastecidos de combustible en tiempo corto, teniendo en cuenta que la flota aérea se encuentra concentrada 3,000 Km al sur en Puerto Montt, fuera del radio de acción de nuestros bombar-deros. Esta misión de abastecimiento “a píe de obra” fue realizado por los inge-nieros de la Fuerza Aérea Chilena, un elevado porcentaje de estos “aeródromos militares de emergencia” fueron debidamente localizados y referidos en los reco-nocimientos de fotogrametría que hicieron nuestros aviones del servicio cartográ-fico nacional. Sector geográfico y poblacional directamente involucrado en las opera-ciones militares previstas La I región chilena corresponde a la provincia de Tarapacá, su capital Iquique y la provincia de Arica con el puerto del mismo nombre, tenia en 1975 una población de 200 000 habitantes, con un nivel educativo de instrucción secundaria en un 35 %, compuesto por descendientes de inmigrantes de otras zonas de Chile, como parte de un programa de traslado y chilenización de la población, aplicado en los últimos cincuenta años y expuesto como política de estado, patrocinada por las administraciones Montt, Luco, Alesandri, Altamirano, Ibáñez del Campo, Aguirre Cerda y Gonzáles Videla, población procedente en su mayoría de las provincias que comprenden Bio-Bío, Concepción, Temuco y Chillán. La inmigración extranjera en su mayoría europea, alcanza en promedio un 9 %, ante una invasión no es posible contar con su colaboración. Existen núcleos de residentes peruanos en la zona identificados por nuestros servicios de inteligen-cia, su participación como colaboradores se encuentra asegurada, es importante mencionar las zonas alto-andinas de Tarapacá, donde hay población aymara, en-raizada con cultura propia, para alcanzar su neutralidad o su colaboración sería necesario que por la zona de Visviri, irrumpan elementos de la 4ta. D. Motz, pro-cedentes de Puno con personal que hable ese idioma.

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El personal chileno en edad de servir la fuerza armada recibe permanentemente instrucción militar acuartelada, en promedio 3 mil reclutados sirven anualmente en las diferentes unidades del ejército, armada y aviación en aquella región. El servicio militar obligatorio se cumple con el contingente de sangre de los jóvenes que alcanzan los 18 años, provenientes de otras regiones, los reclutados en Tara-pacá son enviados a las regiones del sur de Chile. El cuerpo de oficiales está compuesto por egresados de la Escuela Militar “Ber-nardo O’ Higgins”, todos ellos alcanzan formación profesional en un periodo de cinco años de instrucción, con una preparación aceptable desde el punto de vista castrense. En los cursos conjuntos con oficiales de los otros países sudamericanos, en la Es-cuela de las Américas en Fort Gulick en Panamá, sólo el 5 % de los oficiales par-ticipantes de Chile disponían de un coeficiente intelectual importante, según da-tos de la dirección de la citada Escuela. Situación operativa de las fuerzas peruanas para la invasión Desde el punto de vista de edificación de la infraestructura de soporte para la in-vasión, en lo referente a la construcción de cuarteles e instalaciones militares, se encontraban en un 90 % de avance. La construcción y colocación de redes de co-hetería antiaérea alcanzaba el 65 %. Uno de los factores más complejos era la preparación sicológica de la población y la de los cuadros militares, con el agre-gado de mantener el secreto. Se cumplió con eficacia a pesar de esta restricción.

En las maniobras conjuntas llevadas a cabo en Arequipa en la primavera de 1973, se puso en práctica el plan de operaciones en su fase Uno, con el nombre clave de Negro1, relativo a la captura de Arica; en forma secuencial se había concebido la fase Dos, con el nombre Negro 2, para la toma de Iquique. Se cono-cía que el comando chileno pretendía una resistencia sin idea de repliegue en la cortadura de Pisagua impidiendo la llegada a Iquique de nuestras unidades, evi-tando a toda costa, en un defensa sin idea de repliegue, antes de alcanzar el rió Loa, al sur de Iquique al considerar que ese rió era la frontera peruano-boliviana en 1879. Un tercer plan con el nombre Negro 3, la captura de Antofagasta, ya en pleno territorio boliviano de Atacama; además existía el plan alterno de continuar operaciones ofensivas hasta Santiago de Chile, apodado Negrosa.

Es importante mencionar que se incluyó en la maniobras a la Guardia Civil, la Po-licía de Investigaciones y la Guardia Republicana, con funciones específicas de mantenimiento del control poblacional y tranquilidad en la retaguardia; esa res-ponsabilidad era demás compleja pues atendía la seguridad de nuestra VPA, (Vía principal de Abastecimientos), determinante para continuar las operaciones, dado que se tomó conocimiento que el comando chileno había creado cuerpos de uni-versitarios del área de ingeniería para hacer operaciones de sabotaje a nuestras unidades, mediante el empleo de explosivos y construcción de obstáculos.

Velasco estaba informado que para julio de 1973, estaba planeando un golpe de estado contra Allende, se desconocía la fecha exacta, pero sí los alcances de la operación, el grado de credibilidad a esta información era de elevada certeza.

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En octubre de 1973, se produjo la guerra del Yon Kipur, la enseñanza de esta confrontación, permitió al equipo de trabajo disponer de otros criterios en la evo-lución de las maniobras planeadas.

Para noviembre de 1973, las maniobras conjuntas llevadas a cabo en Arequipa, permitieron hacer los reajustes para alcanzar el objetivo.

Ambos acontecimientos obligaron al equipo de trabajo a reformular los planes, para reajustarlos en vista de las enseñanzas de la guerra árabe-israelí y las con-secuencias que derivarían del golpe de Pinochet, al conocer los alcances y el gra-do de violencia aplicable por los militares para neutralizar a las huestes de la Unidad Popular.

Para el verano de 1974 se había completado el plan de operaciones para invadir Chile, en su fase Uno, con el nombre clave Negro 1. Las maniobras de la Tercera Región Militar en Arequipa, demostraron que se estaba en condiciones de iniciar las operaciones; constituía una restricción seria que hasta esa fecha no se había recibido la totalidad del equipo de guerra contratado y la red de defensa antiaé-rea se encontraba al 50 % de avance. Además el estado mayor recibió la información de inteligencia y de los órganos diplomáticos, con datos importantes, en forma muy especial el conocimiento que tenía directamente el general Velasco, sobre la intención de Pinochet en caso de ser atacado el de llevar la guerra afectando las poblaciones urbanas del sur del Perú, especialmente Arequipa, para lo cual se consideraron las medidas corres-pondientes. Golpe de estado en Chile

General Augusto Pinochet Ugarte Encabezó el Golpe Militar contra Allende (1973)

Tal como se expresó, en el otoño de 1973, Velasco recibió información de alta confidencialidad (AA1) con la advertencia que en los próximos meses o días debía

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ocurrir un golpe de estado en Chile, las tensiones políticas y militares habían lle-gado a un punto de no retorno, el golpe frustrado del General Roberto Viaux permitió considerarlo como un laboratorio de pruebas de las actitudes del ciuda-dano y el militar chileno; ante la eventualidad de un golpe de estado, se tenía la convicción absoluta que las condiciones estaban dadas para que las fuerzas ar-madas chilenas tomaran el control político del país. Se conocía que el General Pratts era uno de los aliados militares de Allende y que estaba en oposición al golpe, las medidas de emergencia de llegar a un referendo en Chile para dejar en manos del pueblo el destino del gobierno socialista, fue su carta final. Todos estos aspectos que influían en el desempeño político chileno se evaluaron en profundidad, además se estudiaba con acuciosidad en la Dirección de Asuntos Estratégicos (DIRAE) del estado mayor la disposición de Augusto Pinochet, al asumir la comandancia General del Ejército, para plegarse al golpe, por haber si-do desde un inicio renuente, se conocía que el almirante Toribio Merino era el principal propulsor, en cambio el general Roberto Leigh de la fuerza aérea acep-taba participar sin mayor interés. En este panorama de conspiradores castrenses chilenos, la marina contaba con dos generales del ejército proclives al golpe, Palacios y Urbina, que fueron los que le hicieron llegar el informe a Pinochet, que los soviéticos habían desviado un embarque de armas para Chile hacia el Perú, acordado por Allende con la cúpula del Kremlim, específicamente con Leoniv Breshnev; la preocupación en el estado mayor chileno de lo que estaba ocurriendo con la direccional que Velasco impri-mía a sus actos de gobierno inclinó la balanza para que Pinochet se integrara al golpe, al hacerlo tenía la obligación de demostrar que era uno de los duros e in-transigentes. Esta información analítica y la que se obtuvo por los canales de inteligencia per-mitió configurar las particularidades del pronunciamiento militar; que en los próximos meses o días produciría un cruento golpe, con las características si-guientes:

• Muerte del Presidente Salvador Allende, con bombardeo de la Moneda.

• Persecución de los miembros de la Unidad Popular, los padrones de los par-tidos comunista y socialista de Chile se encontraban en la segunda sección del estado mayor chileno.

• Concentración de prisioneros políticos en el estadio nacional de Santiago y

de otras ciudades.

• Fusilamientos en masa de los opositores.

• De ser el caso, al existir resistencia en los cordones industriales, se utiliza-ría la aviación para bombardearlos.

• Se prevé resistencia armada por parte de los sindicatos y organizaciones

laborales.

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• Toque de queda e implantación de tribunales militares y corte marcial.

• Oferta de asignación personal de las propiedades particulares y bienes de los miembros de la Unidad Popular a quienes denuncien a estas personas.

El Presidente Velasco consideró que esa nueva circunstancia obligaba a replan-tear el plan de operaciones, al variar las condiciones sociales que era el anfiteatro donde se llevaría a efecto la guerra, obligaba a una evaluación. Se comprende que al existir una situación como la prevista con el golpe y sus ca-racterísticas particulares, se debía considerar aquella como un laboratorio para estudiar las actitudes de la fuerza armada chilena y conocer su organización. Sobre esta base, Velasco dijo a los oficiales de la DIRAE, “De acuerdo a lo pla-neado por el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Chile, los asesinatos en masa de su propio pueblo, obligará a miles de chilenos a emigrar para proteger su vida, el posible lugar de fuga será Argentina, utilizando los pasos de frontera, para ese efecto hablé con el General Perón, con seguridad será el próximo Presi-dente de Argentina, con la finalidad que nos permitan acceder a las hojas de re-gistro que hará la inteligencia Argentina de cada uno de los ciudadanos chilenos y extranjeros que fugan, considero que estudiando y conferenciando con los refu-giados se logrará tener una panorama más exacto del Orden de Batalla Chileno, (Organización de la Fuerza Armada, su capacidad operativa y sus recursos)”. El pedido de franquear a oficiales peruanos la información clasificada de refugia-dos chilenos en Argentina, una vez producido el golpe, fue aceptado por el go-bierno Argentino, por entonces con Cámpora como presidente, quien frente al pedido de Perón aceptó sin cortapisa alguna la sugerencia. En forma confidencial Velasco puso al corriente de lo acordado a nuestro embajador en Buenos Aires general Ricardo Vassi Verme, que era de su absoluta confianza; designó al coro-nel Oscar Brush Noel para la explotación máxima de esta oportunidad, a su vez el coronel pidió el auxilio de oficiales analistas de inteligencia; fueron designados los capitanes Chávez y Maurtua. Por parte de Argentina el general Carlos Dalla Tea, del 2do departamento del estado mayor, como coordinador. El trabajo comenzó de inmediato luego de haberse producido el golpe, esto es el 12 de septiembre de 1973; estaba previsto trasladar al equipo de análisis a la ciudad de Mendoza para recibir de primera fuente los pormenores de las conver-saciones de las autoridades argentinas con los refugiados chilenos; el análisis de la documentación, se llevó a cabo en forma secuencial en los meses siguientes; aproximadamente se estudiaron un promedio de 8 mil casos, Entre los refugiados se encontraban dos oficiales de la fuerza aérea que se negaron a disparar a obre-ros del cordón industrial de Santiago, optaron por fugar al igual que miles de sus compatriotas. Para el verano de 1974, ya en Lima, el equipo de trabajo y análisis, presidido por el Coronel Oscar Brush, elevó el informe a la DIRAE, en una conferencia que con-tó con la asistencia de un conjunto restringido de oficiales por la necesidad de guardar el secreto: Todos eran especialistas en determinados campos, unidades blindadas, cohetería antiaérea, artillería, aviación, ingeniería, operaciones aero-transportadas y otros, en total eran algo de 100 oficiales.

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El informe sobre acontecimientos posteriores e inmediatos al golpe de Pinochet, permitió al comando de operaciones de invasión, conocer la organización militar, capacidad de desplazamiento, nivel operativo, mandos y estudio de la personali-dad de los Jefes hasta el nivel de capitán, en algunos casos se conocían sus nombres y las unidades que comandaban. Con esta información seleccionada y compartimentada nuestros elementos de in-teligencia evaluaron y emitieron las recomendaciones que se tomaron en cuenta para reformular los planes de invasión, quedando definitivamente estructurados y convertidos en órdenes de operaciones. Plan de invasión Negro 1

Como ya se tiene expresado, los acontecimientos políticos y militares en Chile de 1973 tendrían marcada influencia en la modificación del planeamiento de la inva-sión. Con el golpe de estado de Pinochet, se disponía de un conjunto amplio de información sobre la fuerza armada y existían elementos analíticos suficientes para estudiar al detalle los pormenores de la invasión, este conjunto de datos complementarios, recopilados y consistenciados en un informe general que la DI-RAE, elevó al Presidente Velasco, al finalizar la primavera de 1974, permitió dis-poner de un optimismo realista sobre nuestra victoria militar.

Es preciso acotar en forma coadyuvante sobre el aporte que se obtenía de las no-ticias militares de la guerra de 1973 entre árabes y judíos y los análisis, en espe-cial el comportamiento del ejército egipcio y la sorpresa del cruce del canal de Suez con mil unidades blindadas, sorprendiendo al comando de operaciones is-raelí; se comprende que estas informaciones analizadas sobre el Medio Oriente, eran importantes aplicarlas, puesto que el equipo de guerra que utilizaron aque-llas tropas beligerantes era similar al que usaríamos, con el agregado que el te-rreno era parecido. Enseñanzas de la Guerra del Yon Kipur La fiesta religiosa de mayor trascendencia en el calendario Judío es el Yon Kipur, ese día de octubre del 1973, un millar de tanques T-55, similares a los que dis-poníamos en el Perú, cruzaron el Canal de Suez, en una brillante operación con-siderada del más alto nivel, se conjugaron elementos de contrainteligencia, velo-cidad, sorpresa y oportunidad, dentro de un cuadro de eficiencia del ejército egipcio que tomó por sorpresa a los judíos, ellos jamás habían considerado la po-sibilidad que los árabes pudieran hacer una operación de tamaña envergadura. En general los egipcios en particular recibieron un entrenamiento exhaustivo que les permitió imponer condiciones a sus enemigos y conseguir la desocupación de sus territorios.

Los análisis realizados sobre las operaciones ofensiva y defensiva en el Medio Oriente a raíz del informe presentado por nuestros veedores, general Winkelried y coronel de Vivero con el general Miranda Vargas, permitió al equipo de trabajo obtener las conclusiones siguientes tomadas en cuenta para la invasión:

• La acción ofensiva debía tener un frente máximo de 2.5 km, en una ac-ción combinada de Ingeniería, blindados y artillería reactiva, con una pro-

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fundidad de 20 km, en un tiempo mínimo de 72 horas, en dos columnas blindadas, una de ellas ingresa a territorio ariqueño por el corredor de la costa, paralelo a la pista de aterrizaje del aeropuerto de Chacalluta, se al-canza Arica por el sector urbano y la otra columna sobrepasa la ciudad hasta San Miguel de Azapa.

• Las condiciones del terreno dificultan las comunicaciones radiales con ra-

dios convencionales, se requería contar con una central propia y dedicada exclusivamente a la invasión, con claves de seguridad criptografiadas.

• Para una operación como la prevista es recomendable que la relación uni-

dad de ataque-reserva deba ser 2 a1, con una reserva adicional estraté-gica de unidades blindadas, como unidad de maniobra, con el propósito que el avance no se detenga bajo ninguna circunstancia; en el caso que la resistencia chilena se produzca con mayor intensidad y aproveche la profundidad de las líneas para hacer una resistencia prolongada, permiti-ría al comando peruano reforzar y cumplir los plazos previstos, despla-zando unidades blindadas de la reserva hacia los punto amagados.

• La operación de ablandamiento aéreo, marítimo y de artillería, deberá ser

ejecutada con precisión y efectividad, en los puntos designados, cuya co-pia de las coordenadas serán repartidas con 48 horas de anterioridad a la fecha del ataque.

• Los acopios (stocks) de municiones y repuestos deben incrementarse en

100 %; cada tanque T-55 aparte de su dotación de 90 granadas, deberá recibir otras 90 antes de alcanzar la primera línea de ofensiva (río Vitor).

• Evitar el combate en localidades, el envolvimiento vertical (paracaidistas

y comandos) será efectuado en puntos sensibles de Arica. Existió un número mayor de recomendaciones, tanto desde el aspecto operativo, de entrenamiento, de operaciones conjuntas y otras, que fueron canalizadas hacia los elementos ejecutantes y fueron incluidas en el planeamiento y manio-bras de la primavera de 1974. Con el informe del golpe de Pinochet, el análisis de la información de los perse-guidos políticos chilenos que huyeron a Argentina y en menor número al Perú, se obtuvieron enseñanzas importantes, al igual que las enseñanzas de la guerra del Yon Kipur, el planeamiento de la invasión fue validado y confrontado con la reali-dad militar que el mundo vivió en 1973. Plan de Operaciones Negro 1, modificado Al finalizar el verano de 1974 se emitió el plan de operaciones de invasión defini-tivo y consistente con la realidad; fue expresando de la manera siguiente:

• Ingreso a territorio peruano ocupado por Chile en la provincia de Arica, con dos columnas blindadas y un agrupamiento de tropas de alta montaña.

• Primero, la columna de la 6ta. división blindada, cruzará la frontera con

Negro (Chile) por el corredor de la costa, en un frente de 2.5 km, desde

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Chacalluta hacia este, iniciará su desplazamiento de Santa Rosa en direc-ción sur, reforzada con dos grupos de artillería y unidades barreminas. De esta manera este primer agrupamiento compuesto por la 6ta. Division blindada (+), ingresará a Arica con 150 tanques T-55, sobre el corredor de la costa en dirección norte-sur, paralela al mar a 1,000 metros del litoral, el DIA D y a la hora H indicada, con una vanguardia de unidades de inge-niería con barreminas y artillería de campaña en un primer escalón. De-biendo la 6ta. división alcanzar la ciudad de Arica a las 1000 horas

• La segunda columna compuesta por la 3ª. división blindada (+) iniciará su

desplazamiento desde el puesto de la garita de control aduanero del Perú, sobre la carretera panamericana, desplazándose en un frente de UN km. como máximo, cubriendo la totalidad del corredor de la costa, en el área adyacente a la carretera panamericana, el 060500ago75 (el seis de agosto a las cinco de la mañana de 1975), sobrepasará Arica hacia el sur alcan-zando San Miguel de Azapa a las 1200 horas. Este segundo agrupamiento integrado por la III Division Blindada (+), con 120 tanques T-55, ingresará al territorio de Arica desde la zona de la garita de control, en un frente de 3 kilómetros en dirección norte-sur con unidades de artillería de campaña e ingenieros con lanzapuentes y equipos de remoción de obstáculos, cruza-rá la frontera a la misma hora, que el primer agrupamiento.

• La contundencia y violencia que aplicarán las unidades blindadas, servirá

como demostración de la eficiencia y capacidad operativa para alcanzar otros objetivos al sur.

• El tercer agrupamiento compuesto por una brigada de combate de monta-

ña, ingresará a Arica desde Tarata, con dirección a Putre hasta alcanzar el parque de Parinacota, con unidades de infantería del Destacamento Santa Rosa, apoyados por el Regimiento de Caballería No. 9, unidades de inge-nieros del Batallón de Ingeniería No. 3 y un grupo de artillería de campa-ña. Este corredor paralelo de la sierra será cubierto por una unidad de en-volvimiento exterior y de seguridad.

La operación en su conjunto al mando del general Gonzalo Briceño, había recibido instrucciones precisas del General Velasco, para las medidas de la ocupación y el nombramiento de las autoridades en los territorios que volverían bajo adminis-tración del Perú. Es importante mencionar que se había tomado conocimiento a finales del año 1974, sobre la intención de Chile de neutralizar al Perú, cediendo una salida al mar a Bolivia, por un corredor de 10 km. de ancho, en una franja paralela a la línea de la Concordia, alcanzando la rada portuaria en Arica. Pinochet prefirió en-tregar esa franja sin solicitar autorización al Perú para evitar perder Tarapacá. De acuerdo a esta información, quedó dispuesto que la totalidad de los efectivos y recursos de guerra estuvieran aprestados al 100 % desde el 01 de enero de 1975. Pinochet al parecer había recibido información confidencial sobre la asonada insu-rrecta que estaba preparando la CIA con el APRA contra el gobierno militar en las principales ciudades del Perú, para el verano de 1975. Esperaba que esa insu-

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rrección hiciera caer al gobierno, es probable que igualmente hubiera conocido los movimientos golpistas del general Morales Bermúdez y su gente, todo ello lo llevó a una espera estratégica para concretar el ofrecimiento de la salida al mar a Bolivia. Al ocurrir la asonada el 05 de febrero de 1975, que fue controlada, con un núme-ro de víctimas lamentable pero no considerable y que sólo ocurrió en Lima, no le quedó más remedio a Pinochet que concretar el ofrecimiento de la salida al mar a Bolivia, habiendo previsto para ello, reunirse en la línea de frontera en el pueblo boliviano de Charaña, el 18 de febrero de 1975, sellando este encuentro con un abrazo. Los órganos de búsqueda del Perú, mediante sus redes de inteligencia informaron a Velasco sobre este ofrecimiento; frente a ello dio orden clara y concisa al Gene-ral Gonzalo Briceño, Comandante General del Teatro de Operaciones Sur, para que en el caso, ese 18 de febrero, anunciaran los presidentes de Chile y Bolivia el acuerdo para la salida al mar, el plan de operaciones Negro 1 se ponía en ejecu-ción, sin más orden que el citado anuncio oficial, de las Cancillerías de Chile y Bo-livia. (Testimonio público del Embajador de Zela, responsable del análisis político de la Cancillería ese año). Es probable que elementos desquiciados y traidores del entorno del felón Morales Bermúdez o algún miembro de su banda, habrían advertido a Pinochet sobre la decisión del General Velasco de iniciar operaciones ofensivas sobre territorio de Arica, Tarapacá y Antofagasta inmediatamente se produjera el anuncio de la ce-sión del corredor para Bolivia y quitar a Velasco el mérito de la invasión a Chile. Esa información, trasmitida por algún traidor del Perú, habría impedido concretar el ofrecimiento de la salida al mar; igualmente se puede deducir que esos felones o el mismo Morales Bermúdez, en conducta vil y rastrera habrían dado segurida-des a Pinochet que el Perú no atacaría; por ello no era necesario ni imprescindi-ble dar la salida al mar a Bolivia y que luego, ya en posesión del poder, se llegaría a un acuerdo consensual entre los países involucrados y a la vez que se ofrecía seguridad a los chilenos que la conspiración de los felones estaba en marcha y que una vez arrojado del poder Velasco, Pinochet y su pueblo podrían dormir tranquilos. Al existir la orden de ataque ante la eventualidad de Pinochet de ceder una salida inconsulta al mar para Bolivia, los planes de invasión estaban perfectamente es-tudiados y entrenados por las tropas y los mandos desde el 01 de enero de 1975. Para agosto de 1975, las grandes unidades comprometidas e directamente invo-lucradas para la toma de Arica por tierra, a saber, la 6ta. División Mecanizada, bajo el mando del general Artemio García V., en forma simultánea a las H+2 (dos horas después de cruzar la frontera) desembarcarán fuerzas paracaidistas y co-mandos en los puntos predeterminados, la rada del puerto, estaciones de agua y luz y los tanques de almacenamiento de combustible de los Yacimientos Fiscales Bolivianos, al comando de Ormachea y Jara. El segundo agrupamiento compuesto por la III división blindada y otras unidades de apoyo, con unidades de caballería blindada aislarán Arica, alcanzando San Mi-guel de Azapa a las H+6, (12 del día), evitando la llegada de refuerzos para Arica

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desde Pisagua, permitiendo que las divisiones blindadas 6ta y parte de la IX en un ataque rápido y profundo ocupen Arica, inmediatamente la ciudad será con-trolada con fuerzas de la Policía de Asalto al mando del coronel Zapata y las uni-dades blindadas sobrepasarán el caso urbano y alcanzando San Miguel de Azapa hasta la cortadura del cauce seco del río vitor, ambas grandes unidades. El D+1 como máximo (Un día después de iniciado el ataque) se reiniciarán ope-raciones hacia el sur. El D+2, aprestarán las unidades, asegurando la VPA (Vía Principal de Abastecimientos), reorganizando las columnas de ataque, comple-tando su efectivo, acopios y material, para continuar la invasión a partir del día siguiente en orden. La reserva táctica estará constituida por la II division blinda-da, la reserva estratégica procedente de Arequipa será adelantada a Tacna. Los escalones de ataque del primer agrupamiento contarán con tres unidades de ingenieros, dotados de equipos mecánicos lanzapuentes, barreminas y capacidad para remover obstáculos, apoyados por las unidades de artillería de campaña re-activa y antiaéreas, del grupo agrupamiento 111. La nueva central de comunicaciones con sus claves criptografiadas y de alta per-fomance entrará en operaciones el D-6, (una semana antes del ataque). Una vez consolidada la posición en Arica, en el cuartel Rancagua se instalará la gobernación militar y una maestranza de apoyo a las operaciones de combate a cargo del Batallón de Material de Guerra 211. Se tomó conocimiento del plan defensivo chileno, consiste en fortificar el terreno con ingeniería militar, colocación de obstáculos contra paracaidistas, destrucción de los sistemas de comunicaciones e infraestructura eléctrica, construcción de zanjas antitanques, voladuras de los puentes sobre el río Azapa y Lluta, destruc-ción de los posibles vados y colocación de más de un millón de minas de todo ti-po. Se conocía por información de inteligencia, con elevado grado de certeza, que los regimientos chilenos Rancagua, Lautaro y Tacna con 30 tanques Centurión se re-plegarían al sur de Arica, pero antes de iniciar su maniobra retardatriz, con sus unidades de ingenieros y caballería se constituirían en retaguardia para destruir las instalaciones de comunicaciones, agua, luz y combustibles, permitiendo que el grueso inicie la maniobra retardatriz hacia el sur concentrándose en la cortadu-ra del rió Vitor y alrededores de San Miguel de Azapa, que habían fortificado con ingeniería militar, estableciendo una primera línea principal de resistencia (LPR1), con la totalidad de sus efectivos, abandonando Arica sin combate. El comando chileno toma esa decisión al existir temor de un envolvimiento de las unidades blindadas y de las tropas paracaidistas, donde existía una superioridad manifiesta de nuestras unidades, respecto a las posibles medidas defensivas que pudiera adoptar. Existía conciencia de la extrema debilidad de las unidades chilenas respecto a la capacidad operativa y doctrina de guerra, respecto a las unidades peruanas, en ese mes de agosto de 1975. El comando peruano de invasión había analizado por historia, como enseñanza de la Campaña de la Breña, la superioridad del combatiente de a pie peruano sobre

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el chileno, nuestra infantería tiene y tendrá ventaja diferencial respecto a los otros ejércitos de la sub región; si algo es preciso rescatar y hacer saber, es la potencialidad del combatiente del Perú, heredero de cinco mil años de confronta-ciones, esa capacidad bélica fue acumulándose a lo largo de nuestra existencia. Sin ánimo de exagerar el soldado peruano es catalogado como el mejor del mun-do, afirmación que corroboro después de haber comandado tropas de 14 países del mundo en combate en diferentes países. Es una lástima que muchas veces los oficiales no estemos a la altura de nuestros combatientes. El comando chileno, una vez abandonada Arica, constituye la Primera línea prin-cipal de Resistencia, con el convencimiento que sólo servirá para mantener la disciplina y la maniobra en orden, evitando la desbandada, hasta alcanzar la quebrada de Camarones, sector de defensa que constituiría la Segunda Línea Principal de Resistencia (LPR2), para ese efecto amoblaron el terreno con obras de ingeniería y obstáculos anti paracaidista y anti blindado, lugar donde habían previsto articular una defensa en profundidad comprometiendo la totalidad de los elementos de Arica e Iquique. El objetivo era evitar que nuestras tropas alcancen la frontera de 1879 que era el Rió Loa. El comando de invasión peruano y el de defensa chileno, coincidieron que no era posible combatir en Arica, pero se conocía que el general Dowling tenía la inten-ción de hacer una resistencia “casa por casa”, al ser convencido por Pinochet y por el jefe de Antofagasta general Forestier, que una resistencia en esas condi-ciones corría el riesgo de ser sobrepasada por los blindados peruanos y por los paracaidistas formándose un “bolsón” aislado de elementos que serían más útiles encuadrados como unidades constituidas dentro del plan de maniobra retardatriz. En todo caso el comando chileno, de acuerdo a las condiciones que existan el D+3, optarían por una resistencia sin idea de repliegue en Iquique y eso implica-ba el combate “casa por casa” que planteaba el general Dowling. Ese era el panorama de planeamiento y las órdenes de operaciones para la totali-dad de las unidades comprometidas con la invasión, en el teatro de operaciones al inicio del verano de 1975. La situación política a finales de 1974 e inicios de 1975 Para el ciudadano peruano existía cierto convencimiento que a los 100 años, esto es 1979, “algo” tenia que pasar que nos llevara a recuperar Tarapacá, ese con-vencimiento alguna vez fue comunicado al general Velasco, quien se expreso so-bre el particular, así: “Los chilenos creen que la revancha sería en 1979, con oca-sión del centenario de la guerra“, eso no tiene porque ser real, debería ser antes de esa fecha la recuperación de Arica, Tarapacá y Antofagasta. Para ese efecto los mejores cuadros de Jefes, oficiales y suboficiales debían ser asignados a las unidades militares directamente comprometidas, al existir mu-chos de ellos cumpliendo funciones directrices en la administración pública, se dispuso el retorno a los cuarteles de todo el personal que podía ser útil para las operaciones, sin descuidar la administración pública y las reformas estructurales. Esta situación había trascendido hacia Chile, la realidad que para nadie era un

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secreto que nos preparábamos para la guerra; los esfuerzos de Pinochet fueron muy intensos; en una oportunidad un emisario de ese gobierno por presión de EEUU fue recibido por Velasco en el invierno de 1974, la intención era hacer una reunión secreta de ambos presidentes en la línea de frontera en alta mar, la res-puesta de Velasco fue que no era posible, cuando explicó sobre esta gestión dijo: !No hay nada que hablar o negociar!, sólo quieren ganar tiempo. En Chile existía una inestabilidad manifiesta en su sociedad, no sólo por el quie-bre constitucional sino principalmente por los métodos aplicados contra su pobla-ción, una muestra de salvajismo y brutalidad que espantó a los países civilizados. En cumplimiento de las diferentes órdenes de operaciones, los aprestos militares de toda la fuerza armada peruana, el iniciar 1975, eran percibidos con aceptación por la ciudadanía, puesto que algunas órdenes habían trascendido la esfera cas-trense; por ejemplo las unidades de transporte público interprovincial fueron re-gistrados para utilizarlas en el transporte de prisioneros hacia la zona de la selva de Pucallpa, se procedió a empadronar a la totalidad de las lanchas pesqueras que operaban en el litoral sur y otras medidas. Además se hizo conciencia de responsabilidad en cada uno de los combatientes, tener la seguridad de que in-vadiríamos Chile, lo que hizo que los soldados, marinos, aviadores y policías, por primera vez en muchos años, ofrecieran una entrega total voluntaria, por el hecho trascendental que se lograría para el honor de la nación. Situación militar por el relevo obligado del Comandante general del Ejér-cito en 1975 Al finalizar 1974, debía nombrarse un nuevo comandante general del ejército; en esa fecha ese cargo era adicional al de ministro de Guerra y Primer Ministro, en síntesis el hombre más poderoso después de Velasco. El grupo de oficiales direc-tamente comprometidos con la revolución se inclinaba por que el mando recayera en el general Jorge Fernández Maldonado, miembro del consejo de la revolución y uno de los más claros conductores que tenía el proceso. Al trascender la disposición del general Velasco de respetar la línea jerárquica y de antigüedad militar, designando a Morales Bermúdez como el nuevo comandan-te general del ejército, pese a no pertenecer al conjunto de oficiales de la revolu-ción, dio pie a una situación muy compleja, que podría desestabilizar tanto las operaciones planeadas en el frente externo como al control en el frente interno, dificultades que se percibían para los meses o días que se avecinaban en ese ve-rano de 1975. Los generales Leonidas Rodríguez Figueroa y Fernández Maldonado, convocaron a una reunión de trabajo con el equipo responsable de la guerra contra Chile y los miembros de la fuerza armada directamente comprometidos con el proceso. En el auditórium del cuartel general, el último domingo de diciembre de 1974, se llevó a cabo aquella reunión; se tomó la palabra ante unos 60 oficiales de todas las graduaciones, desde capitán hasta general, mientras se esperaba la llegada de todos los convocados, se compartieron ideas y comentarios; cada uno de los presentes fue relatando el lugar de frontera o unidad de ataque que le corres-pondía dentro del orden de batalla para la invasión; la totalidad de los presentes que pertenecía a todas las especialidades, tenía responsabilidades por cumplir en

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los frentes de guerra, había recibido su memorando con las órdenes de cambio para integrarse a las unidades de combate; fue emocionante captar el espíritu y la fuerza moral de los presentes, sabíamos que escribiríamos la página más bri-llante de nuestra historia militar y de las armas del Perú republicano; estábamos preparados con una dedicación y entrega como jamás lo habíamos hecho, ade-más teníamos la convicción que estábamos construyendo un nuevo Perú, dismi-nuyendo las distancias sociales y proporcionando un equilibrio y seguridad al eli-minar las fronteras con Chile. Jorge Fernández Maldonado dio inicio a la reunión, fue muy escueto, primero in-vocó a la unión de todos los presentes y la necesidad de mantener la coherencia en los cruciales momentos que viviríamos al tomar los territorios que siempre fueron nuestros, Arica y Tarapacá y Antofagasta para Bolivia, dijo “porqué al eli-minar fronteras con Chile, podríamos vivir tranquilos los próximos 200 años”, in-dicó algo más y que sería gravísimo para un futuro cercano, causando preocupa-ción a todos los presentes, la salud del General Velasco, que continuaba deterio-rándose en forma preocupante; al respecto se temía lo peor. Luego comunicó que el presidente Velasco había decidido nombrar como nuevo comandante general del ejército a Francisco Morales Bermúdez Cerruti, por ser el oficial más antiguo. Con la franqueza del soldado los oficiales asistentes a la reunión, fueron tomando la palabra desde el menos antiguo, en este caso le tocó al suscrito, quien mani-festó que el llamado a conducir el proceso y a la victoria contra Chile era Jorge Fernández Maldonado, todos los presentes fueron tomando la palabra y coinci-dieron en la apreciación que Morales Bermúdez no tenía la “pasta“ de soldado pa-ra conducir una guerra; usaron de la palabra Fernández Salvatecci, Lora Muga, Huarcaya, del Pozo, Villacorta Boydo, Ormachea, J. Jara, Vásquez Pancorbo, Bala-rezo Vallebuona, T. Castro, Meza Cuadra, Betallaluz, de la Rocha, la Vera, Freitas, Zavaleta, Carlos Arrisueño y otros más. Se produjo un tenso momento, cuando es interrogado Jorge Fernández Maldona-do, por las razones que impulsaron a Velasco a nombrar en el mando a un oficial NO confiable como era Morales Bermúdez, dijo que como soldados debemos res-petar la antigüedad militar, la respuesta casi al unísono de todos los presentes fue que la historia no se escribe con antigüedad militar, sino con hombres com-prometidos. Ante ello el general Leonidas Rodríguez Figueroa, dijo “debemos respetar lo que Velasco ha decidido”, pero lo que debíamos entender es que el proceso revolu-cionario continúa y la guerra con Chile es un hecho, Pancho (Morales Bermúdez) se ha comprometido y dio su palabra. Las palabras no convencieron a los asistentes y el diálogo fue tomando un cariz altisonante y fuerte; Fernández Salvatecci fue uno de los más críticos llegando su vehemencia a cierto nivel de irrespeto, Jorge Fernández Maldonado salió al frente diciendo, “Pepe” en referencia a Fernández Salvatecci, “recuerda que esta revolu-ción es obra de todos los presentes y bajo ningún concepto pondría en riesgo los objetivos revolucionarios” luego dirigiéndose al auditorio levantó la voz con ener-gía afirmando que él como Jefe de Estado Mayor General del Ejército, garantizaba que los objetivos militares de recuperación de nuestros territorios ocupados por

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Chile y los de la Revolución se cumplirían, pidió confianza y tranquilidad. En términos generales los ánimos que estaban caldeados en todos los presentes, volvieron a su nivel, pero sin temor a equivocarme, en los cuadros subalternos de la oficialidad que apoyaba al proceso se había perdido la confianza en la con-ducción, ese domingo de diciembre de 1974, algo se había roto en la relación profesional y amical de los integrantes del consejo de la revolución, se había de-teriorado el factor mas importante de todo conjunto de hombres que tienen obje-tivos mas allá de la vida misma y es la confianza casi ciega en los que dirigen. Sí todo esto fue planeado, para detener la revolución y luego destruirla, fue ma-gistralmente ejecutado, donde los artífices de su propia destrucción eran los mismos que habían creado la esperanza del cambio social. Hoy a casi 35 años de esos episodios, se vuelven a repasar esos acontecimientos y se comprende que ese día comenzó el principio del fin del proceso y a la vez se detuvo la posibilidad de recuperar Tarapacá para nuestra generación; los de las nuevas promociones, los nuevos guerreros estudiaran el nuevo contexto de este plan para dar respues-ta a esa necesidad nacional. El caos interno planeado (los sucesos anteriores al 05 de febrero de 1975) En la misma reunión de coordinación para explicar el nombramiento de Morales Bermúdez como el nuevo jefe del ejército, el General Fernández Maldonado indicó que existía información de la más alta confidencialidad que hacia prever que su-cederían hechos muy graves que debíamos tener conciencia sobre su significado, indicó que la gran mayoría de peruanos estaban de acuerdo con recuperar nues-tros territorios y los de Bolivia. Resulta por ello incomprensible, puesto que toda la ciudadanía tenia conocimien-to que algo grande ocurriría en ese año de 1975, puesto que nunca había metas y objetivos nacionales en el frente externo que trascendían nuestra propia histo-ria como si las había entonces; además el frente interno estaba en proceso de consolidación de las transformaciones estructurales, tanto sociales como econó-micas que cambiarían nuestra sociedad en vías en desarrollo, encaminándonos a convertirnos en un país desarrollado, llevando la justicia social para favorecer a las grandes mayorías y a peruanos desposeídos y discriminados; resultaba in-creíble dentro de este marco de grandeza y proyección, como jamás antes en nuestra vida republicana lo habíamos tenido, anidaran fuerzas retardatarias, mi-serables filipillos” (Como siempre individuos nacionales al servicio de intereses extranjeros), desviados mentales que formaron parte de conjura para desestabi-lizar al gobierno; muy a nuestro pesar, se comprobó que no sólo eran aquellos que filosóficamente querían otro tipo de gobierno sino que existían peruanos li-gados a la antipatria y a los poderes extranacionales al servicio de las corpora-ciones transnacionales coludidos en este deplorable hecho. A continuación Jorge Fernández Maldonado, dio a conocer que recibiríamos in-formación secreta y que formaba parte obligatoria del análisis integral que de-bíamos hacer frente a esa coyuntura grave y difícil. Cedió la palabra al teniente coronel “Antón“Chávarri, jefe de investigación secreta del servicio de inteligencia, para informar a los oficiales sobre los indicativos que hacían presumir aquella si-tuación grave. Asistió a la reunión acompañado del coronel Edgar Kester, Jefe del

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servicio de inteligencia del ejército, en la exposición que realizaron, presentaron un panorama preocupante, hicieron hincapié que las fuerzas oscuras de la reac-ción contrarevolucionaria y elementos de inteligencia extranjeros, (CIA especial-mente) habían organizado en nuestro país una convulsión social en Lima y otras ciudades del Perú, especialmente en el sur, estos elementos desestabilizadores coludidos con militantes desviados de algunos partidos políticos, entre ellos el APRA, recibían la aceptación hipócrita de su dirigencia con la idea central de crear intranquilidad social con un estallido urbano, para ello habían establecido enlace con algunos elementos de la Guardia Civil, a nivel subalterno y probablemente algunos oficiales de rango inferior. Habían previsto dentro del plan desestabilizador, amotinar algunas unidades de la Guardia Civil, especialmente las acuarteladas en diferentes ciudades, tomando como pretexto la incapacidad de los mandos policiales en la conducción de la ins-titución. Esta intencionalidad de los activistas políticos de crear el caos en el frente interno para evitar su cohesión con motivo de la guerra con Chile, era probablemente lo más aberrante y tenía un sabor a traición, los comprometidos con la asonada consideraban que al debilitar el frente interno, la acción militar al exterior se pos-tergaría o al menos se debilitaría, por la necesidad de crear una fuerza de control poblacional al interior del país, al no contar con el apoyo de la Guardia Civil para el frente interno. Realmente fue lo más abyecto que pudieron concebir las fuerzas de la antipatria, puesto que durante años buscaron algún oficial del ejército que manifestara su disconformidad con el proceso revolucionario, al no encontrarlo optaron por la vía de la insurrección policial. Agregó Chávarri, que durante varios meses previos se detectaron reuniones entre activistas y policías, lo preocupante era que igualmente se detectó la presencia de elementos de operaciones sicológicas de los EE UU, entre ellos Luiggi Einaudi, estudioso y posible espía que en anterior oportunidad recibió autorización para estudiar el fenómeno militar del Perú. Se conocía que este personaje había negociado información sobre el Perú con la Organización Rand de EE UU, institución que se autocalifica como el “tanque de ideas”, puesto que estudian los fenómenos sociales del mundo para disponer de los conocimientos que les permita tomar decisiones en provecho de mantener el sistema y con ello la estabilidad de su estructura política militar y económica. Ante esta situación, calificada de muy difícil, en primer lugar los miembros de la Fuerza Armada dejaron de lado los cuestionamientos al nuevo comandante gene-ral del ejército Francisco Morales Bermúdez Cerruti y se acordó que los oficiales comprometidos con el proceso se constituyeran al sur para evitar que la asonada tuviera éxito en Arequipa, Moquegua y Tacna, Puno y Cusco. Lima quedaría bajo el control de Leonidas Rodríguez Figueroa y se designó a los mayores Lora Muga, Fernández Salvatecci y Huarcaya y al capitán Villacrez a conformar el apoyo ciudadano a la revolución por encima del SINAMOS, con el nombre de Comité de Coordinación de Organizaciones Populares, si bien SINA-MOS cumplía una función primordial, muchos de los posibles miembros e institu-

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ciones cooperantes con la revolución, se habían abstenido de participar por la presencia de elementos ligados a grupos políticos de extrema izquierda, que usa-ban la plataforma gubernamental para hacer campaña por sus objetivos políticos, antes que cumplir los objetivos de la revolución militar; estos grupos actuaban sin importarles que existía un posible estado de guerra externa con Chile, lo cual exigía que debíamos estar férreamente cohesionados. El general Gallegos Venero, ministro de agricultura, quedaría como coordinador con las fuerzas políticas de apoyo a la revolución. Los cuadros militares designa-dos para las operaciones militares contra Chile mantenían el entrenamiento del personal y continuarían con el aprestamiento de las unidades comprometidas con la invasión. Para el verano de 1975 la totalidad de los cuadros y unidades militares se encon-traban en sus respectivas guarniciones; en una oportunidad en Arequipa conver-sé con diferentes oficiales, de diversos rangos, el tema de la guerra era el motivo permanente de la conversación, la entrega y decisión de todos los oficiales inter-rogados en forma discreta. Impactaba la decisión y capacidad de todos; el fer-mento de la asonada política social no era mayormente conocido.

El espíritu en los cuarteles Como consecuencia de la reunión, que daba cuenta del estado de intranquilidad en diferentes ciudades del Perú, el autor que suscribe, recibió la misión del esta-do mayor de viajar por la provincias del sur para auscultar el espíritu militar en los oficiales y tropa; al inicio del verano de 1975 la totalidad de los cuadros y unidades militares se encontraban en sus respectivas guarniciones, en Arequipa conversé con un oficial brillante e inteligente, el teniente de artillería Hugo Morán Terrones, que había sido destacado a la línea de frontera con su grupo de artille-ría, compartimos ideas sobre la guerra que se venía; quedé impactado por la de-cisión y capacidad de este oficial; al año siguiente fue uno de los hombres que conspiró contra Morales Bermúdez, por desgracia para nuestro país no culmina-ron lo que tenían previsto; estuvieron con él, Salvador Fernández Servat, Darío Pino Dávila, Juan Atencio Lozno, Manuel Noria Rodríguez, José Gómez Vargas, Jorge Machuca Vargas, Daniel Peralta Sánchez, Rodolfo García Tallado; los capi-tanes que dieron su cuota de sacrificio para evitar que la traición de Morales Ber-múdez se consolidara, en una demostración de heroicidad y decisión que hubiera cambiado el curso de la historia de nuestra patria. Igualmente con la misma decisión coraje y valor brillantes oficiales, como el ma-yor Rafael Córdova Rivera, cuyo coeficiente mental es muy superior al termino promedio y con un liderazgo de primer orden; el teniente Falcón, más conocido como “el negro”, Ugarte Silva, Castañaduy García, Julio Velarde Oblitas, Denis Arias la Rosa, Capitán Héctor Portella Laguna y Calep Gonzáles, estos últimos al año subsiguiente en un acto también de patriotismo y grandeza personal trunca-ron sus proyectos de vida en un golpe de estado, para restituir a Velasco en el poder, todos ellos, centenas de oficiales interrogados, manifestaron su decisión de entregar la vida para recuperar nuestros territorios arrebatados. Probablemente uno de los problemas que había que resolver fue mantener el es-píritu combativo del personal y una disposición a controlar el orden público, por conocimiento de doctrina militar y la experiencia de otros países, se sabia que el ejército que reprime a su pueblo, pierde la esencia misma del combatiente, los

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reflejos para enfrentarse ante otros ejércitos también se pierden y en la práctica se convierten en soldados con mentalidad policial, eso era lo que se quería evitar. Cuando un hombre, uniformado o no, dispara contra otro sin armas o insuficien-temente armado se conjuga en la mente del que dispara, una suerte de cobardía por la cierta omnipotencia que le da un arma, ese hombre que se acostumbra a disparar contra otros desarmados o insuficientemente armados, pierde la capaci-dad para enfrentarse a otro igualmente preparado o armado. Esa ventaja diferencial que habíamos obtenido respecto a Chile, puesto que sus fuerzas armadas al asesinar a su propio pueblo, habían sido estudiadas en sus reflejos y coordinación, comprobando que perdieron el reflejo del soldado y se convirtieron en vulgares hampones. En el caso que nuestras fuerzas armadas procedieran en forma parecida perderíamos ese valor diferencial, era algo muy grave que precisábamos afrontar doctrinalmente. Los mandos militares de la conducción de la guerra, estudiaban y evaluaban que dentro del aspecto más complejo que existe en el mando de unidades militares el tema moral de mantener el espíritu de combate, es lo primordial y complejo; probablemente allí reside la gran diferencia en conducir una empresa o entidad; organizar hombres conscientemente bajo un ideal de patria que estén dispuestos a ofrendar la vida en defensa de los valores nacionales, niveles que van más allá del cumplimiento del deber, enfrentándose a otro elemento armado que bien po-dría estar imbuido el mismo basamento formativo. Con estos problemas por resolver, se hicieron advertencias veladas a toda la ofi-cialidad de las fuerzas armadas en la orden de operaciones de enero del 1975, con relación al peligro de la intranquilidad interna que se avecinaba; no se quería alarmar porque existía el riesgo de llegar a situaciones inmanejables que retrasa-rían el desarrollo de las operaciones de invasión a Chile. Para el verano de 1975, la totalidad de las unidades habían recibido la parte de la orden de operaciones que debían cumplir, con sus respectivas recomendaciones.

Amoblamiento del Teatro de operaciones Fecha prevista del ataque, el 06 de agosto de 1975 a las 0600 horas, por confir-mar mediante orden escrita. Se describirá el conjunto de unidades directamente involucradas con la invasión, tanto del Perú como de Chile; se desconocían las posibles unidades bolivianas que acompañarían a la 4ta. división motorizada en su paso por su territorio, en la operación de envolvimiento de tenaza por el altiplano hacía Arica; presumible-mente serían de muy poca envergadura, puesto que Velasco comunicaría al Em-bajador boliviano Julio Sanjinez Goitia solamente con días de anticipación. Tal como ocurrió el 28 de julio; con ocasión del besamanos Velasco se reunió con el Embajador Sanjinez, le expreso en forma muy escueta “de existir una invasión a Chile, pedía el apoyo de Bolivia o al menos su neutralidad, dejando pasar algunas unidades peruanas para amagar sobre Arica. Esta información la hacía Velasco por la amistad que tenia con Sanjinez, que era un coronel de ingeniería con estudios en la Escuela Militar de Chorrillos, si bien había concluido su formación en West Point (EEUU), sentía un cariño muy espe-

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cial por el Perú. En Bolivia lo calificaban como “peruanista” que es una corriente en la oficialidad boliviana de mantener la alianza de la guerra que afrontamos en 1879.

Fuerzas presentes en el Teatro de Operaciones, Unidades Peruanas Co-mando y Estado Mayor Nuestro cuartel General se encontraba en las instalaciones de la Tercera Región Militar en Arequipa, en el cuartel "Mariano Bustamante" bajo el mando del gene-ral Gonzalo Briceño Zevallos, oficial comando y uno de los jefes militares de ma-yor prestigio, los comandantes de la Fuerza Naval Operativa del Pacífico sur y de la Fuerza Aérea, constituían el Comando General de Operaciones bajo la conduc-ción directa del general Juan Velasco Alvarado, presidente de la república. El estado mayor administrativo en la ciudad de Arequipa, el estado mayor de operaciones avanzado en la ciudad de Tacna, en el cuartel Albarracín, bajo el mando del general Artemio García V. El estado mayor de la reserva operativa en la ciudad de Moquegua. Grandes Unidades presentes en el teatro de Operaciones En Tacna, la 6ta. División Motorizada, la III División blindada; la 2da. División Blindada en Moquegua, el Agrupamiento mixto "Tacna"; dos grupos-agrupamientos de artillería acantonados en la zona de Calientes y Pachía; una división de caballería blindada de reconocimiento, en la misma línea de frontera; unidades de artillería antiaérea Schilka, en la línea de frontera, en los alrededo-res de Tacna, Moquegua, Ilo, Locumba, Tarata; unidades de defensa antiaérea con cohetería "Sam-6 y Sam-7" en Vitor, Arequipa y el valle de Locumba y Mo-quegua.

UNIDADES COMPROMETIDAS CON LA INVASION En Moquegua, la Novena División Blindada y unidades motorizadas de infantería y artillería En Tacna, la 6ta división blindada y III division blindada, 3ra división motorizada y artillería de campaña En Ilo una gran unidad (+) con unidades motorizadas. En Tarata y Chiluyo, un Batallón de ingenieros y un regimiento de caballería, con la finalidad de cortar cualquier posibilidad de ataque por las zonas de alta monta-ña en la cordillera del Barroso. En Arequipa, la 3ra, Ala Aérea, con ocho aviones Hércules de transporte de per-sonal paracaidista; tres escuadrillas de caza-bombardero Mirage; tres escuadri-llas de Aviones MIG 21 y dos escuadrillas de Sukoi; en reserva en Pisco una es-cuadrilla de Mirage y dos de Sukoi. Quince helicópteros BEI de transporte de personal y abastecimiento. El Centro de Comunicaciones Militares en el Cuartel Salaverry, área logística, zo-

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na de atención de heridos y sanidad de campaña tanto en la ciudad de Arequipa, como en los hospitales de campaña de Moquegua y Tacna. Las unidades de in-tendencia administrarán las bajas y su repatriación hacia las diferentes localida-des del Perú. La escuadra con los cruceros Grau y Bolognesi y las fragatas Palacios, Ferre y Gálvez y las otras unidades menores operarán desde el Puerto de Mollendo y Ma-tarani, con capacidad de hostigar y bloquear los puertos de Arica y Pisagua en forma inmediata una vez sobrepasada la línea de frontera por nuestro blindados. Las Unidades de desembarco en la Playa de la Lisera en Arica, consistente en tres agrupamientos de ataque de la infantería de marina, con nivel de batallón, recibi-rán apoyo de la Fuerza Aérea en forma permanente. El Centro de Comunicaciones de Campaña se encuentra situado en Tacna, en el cuartel Albarracín y las estaciones de abastecimientos de víveres y vituallas, de las diferentes clases de abastecimientos, se acopiarán en Tacna y Moquegua. Una unidad de la Policía de Asalto concentrada y acuartelada en el cuartel Alba-rracin de Tacna con capacidad de constituirse con el escalón de apoyo una vez iniciada la invasión, la Policía de Investigaciones reforzada con elementos de se-guridad del estado y de la Guardia Republicana, en condiciones de efectuar la ocupación de la ciudad de Arica y establecer los mecanismos de seguridad y con-trol poblacional, con capacidad y entrenamiento para el combate en localidades. Una vez neutralizado el enemigo, la Policía establecerá el control de las poblacio-nes en las localidades que se recuperen, manteniendo asegurada la tranquilidad de la retaguardia. En cada uno de los comandos militares de operaciones se incluyó al jefe de la Guardia Civil y en forma muy especial al coronel Aguilar que sería nombrado go-bernador de Arica en ocupación, hasta el nombramiento de la autoridad civil que se haría cargo.

En la ciudad de Puno, la cuarta división motorizada y la cuarta división blindada, en condiciones de iniciar operaciones ofensivas por el altiplano boliviano para amagar sobre Arica.

Unidades Peruanas, aprestadas para la invasión La totalidad de unidades de combate se encontrarán con sus acopios y apresta-miento en niveles óptimos y en condiciones de entrar en combate en los diferen-tes frentes el 050600Ago75, dando cuenta a sus respectivos comandos. En Arequipa se acantonó una gran unidad de paracaidistas en el cuartel Salave-rry, bajo el mando del coronel de comando Justo Jara, compuesto por el batallón de comandos 19, grupo de artillería, batallón de ingenieros y una unidad de ca-ballería blindada. Un batallón de comandos (Fuerzas especiales) con 20 aviones de transporte con el objetivo de establecer la cabeza de playa en la desemboca-dura del río Camarones a 80 km al sur de Arica para impedir el acople de las grandes unidades chilenas de Antofagasta con Arica y evitar la maniobra retarda-triz prevista por el mando chileno para conservar sus unidades y disponer de la

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capacidad de maniobra para una posible contraofensiva; en la práctica sería la unidad que iniciaría el ataque con un salto masivo sobre la indicada quebrada de Camarones con 1200 hombres apertrechados para tres días de combate. Estas unidades como se había indicado líneas arriba, tenían la misión de evitar que las unidades chilenas de Arica en su maniobra retardatriz se unieran a las unidades de Iquique y Antofagasta; se calculaba que las bajas en este personal bordearían casi el 50 %. Velasco se apersonó al cuartel en el Rímac antes de par-tir hacia Arequipa, para saludar a cada uno de los combatientes y estrechar la mano hasta del menos antiguo de los soldados, fue muy emotivo cuando dijo “Soldados, en ustedes recaerá para la historia, el escribir la página más brillante del ejército moderno”, cuando sus botas pisen nuestro suelo santo de Arica, po-dremos decir Bolognesi recién puede usted, mi Coronel, descansar en paz” Mensaje del General Velasco en los primeros días de enero de 1975

En el auditórium del cuartel general del ejercito el Presidente Velasco reunió por última vez al equipo que se preparó para la guerra con Chile, estuvieron presen-tes la gran mayoría, algunos como Fernández Baca se encontraba en el retiro por disposición de la ley, lo cual no era impedimento para contar con su aporte, que por lo demás era del más alto nivel que tuvo alguna vez el ejército, otros oficiales como Arce Larco; Faura Sánchez, de la marina; Sala Orosco; Alegre; Balarezo de la aviación; Barrios; Aguilar y Quea por la policía. Del ejército, Fernández Maldo-nado; L. Rodríguez Figueroa; R. Hoyos; Gallegos Venero; Winkelried; Graham; Balarezo; Castro Pássara; los coroneles Freitas, Guabloche, Ruiz Figueroa, Miran-da Ampuero, L. Essenwanger, de Vivero Arias, Sarmiento, Sánchez Campos, Be-tallaluz; comandantes Sarmiento, Rey Sánchez, Mayores Bazo, Córdova, Iturri-zaga, Yataco, Panizo y otros, que fueron seleccionados como los más destacados, especialmente por contar con un elevado sentido común y capacidad incuestio-nable, según Velasco eran lo mejor de las fuerzas armadas y policiales.

El mensaje de Velasco fue como siempre, escueto per emotivo; comenzó diciendo “Gracias camaradas, el trabajo realizado por ustedes permitirá que nuestra na-ción consolide su destino histórico, fuimos humillados una vez por Chile, como nación y como guerreros tenemos más de mil quinientos años de existencia, de-mostraremos al mundo que somos capaces no sólo de llevar la justicia entre nuestros ciudadanos, sino lograr la justicia histórica internacional para nuestro pueblo y Bolivia”

Continúo su alocución con la voz quebrada, se le veía seriamente afectado por la enfermedad, “mañana todos ustedes estarán en sus unidades de combate, cuan-to los envidio, sí alguna vez he tenido ese sentimiento, reconozco que ahora lo siento por no poder estar en la primera línea de combate”. Fue un momento ten-so y emotivo; los presentes no atinaban a decir algo cuando terminó Velasco. Fernández Maldonado tomó la palabra en nombre de los asistentes, dijo, “permi-so mi general, todos los presentes cuando crucemos la frontera ocupando nues-tros territorios después de 80 años, besaremos esa tierra bendita, vale dar la vi-da por ella” fue emotivo y quebró algo la voz, continuó “para que nuestros nietos y descendientes que todavía no nacieron reciban una nación con tranquilidad y seguridad”. No se dieron aplausos, por el contrario existía preocupación y tristeza por la salud de Velasco, era el único capaz en el siglo XX de conseguir que Tara-pacá y Antofagasta vuelvan al Perú y Bolivia.

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Cuando manifestó su intención de retirarse en su silla de ruedas, fue emocionan-te, ninguno de los presentes dio voz de mando de atención, todos, inclusive los que estaban de civil en el retiro se cuadraron militarmente, en un silencio de res-peto y reconocimiento a la grandeza y decisión de ese hombre golpeado física-mente, pero con un valor moral a toda prueba; extendió la mano a todos los pre-sentes, tuvo palabras de aliento que hoy a treinta años de pronunciadas reprodu-cen al hombre en su mirada, su palabra que irradiaba coraje y decisión; para muchos de los presentes fue la última vez que lo vimos; sin duda alguna para to-dos fue la mayor experiencia alcanzada en la organización, mística y compene-tración de un equipo formado para lo que fuimos educados, la guerra.

Luego se retiró asistido por su jefe de la casa militar el general Ibañez Burga, ofi-cial con una lealtad al presidente por encima de toda consideración, bajo sus hombros recaía la estabilidad física y emocional de Velasco, personificó con su conducta la decencia y el apoyo a ese magnífico conductor, tanto en épocas de triunfo cómo en las de crisis, que habrían de llegar. Ibañez fue reconocido por todos como el hombre que comprendió la trascendencia de la obra del general Velasco, acompañándolo hasta el día de su muerte, definitivamente un grande hombre era custodiado por otro grande hombre.

Fuerzas Peruanas y plan de operaciones resumido

Orden General de la Fuerza Armada, Ene 1975 Al iniciar el año 1975, la totalidad de los cuadros militares se encontraban en sus respectivas guarniciones, se completaron los efectivos, municiones, vituallas, equipos, repuestos en su nivel de acopio óptimo, abastecimientos en todas sus clases y todo lo que requería la fuerza para iniciar operaciones, aparte de las medidas administrativas; se dictó la orden siguiente para todos los niveles de mando:

Para la Fuerza Armada y fuerzas policiales “Quedan restringidos los permisos y vacaciones, los oficiales y suboficiales no asistirán a los cursos que les corresponda, los mismos serán dictados por corres-pondencia, los comandos de Gran Unidad y Unidad, reportaran con carácter de urgente el completamiento de sus niveles en todas las clases (munición, repues-tos, víveres y vituallas en general), los comandos darán todas la facilidades al personal para enviar a sus familias a Lima para los que se encuentran de servicio en el sur, incluyendo suboficiales y tropa profesionalizada, de tal manera que puedan combatir con mayor estabilidad emocional”. En los cruciales momentos históricos que tendremos ocasión de vivir en defensa de nuestra nación, invoco al espíritu y la fuerza espiritual que mueve nuestro destino histórico al responder el legado de nuestros guerreros del Incanato, para alcanzar lo que por justicia nos corresponde, Arica y Tarapacá. Fuerzas peruanas, plan de operaciones resumido y conducta prevista de las unidades chilenas Se describió el orden de batalla muy resumido de nuestras fuerzas en el verano de 1975, relacionadas con las unidades directamente comprometidas con la invasión. En síntesis 250 tanques T-55 de las grandes unidades blindadas IX y 6ta, cruzarían la frontera el 0600060875, (El seis de agosto de 1975 a las seis de

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la mañana), por el corredor de la costa, sobrepasando Arica hasta la cortadura de la quebrada seca de Vitor, está previsto alcanzarla a más tardar el D+2, se prevé resistencia en base de ingeniería militar. La aviación atacará con los caza-bombarderos Mirage desde las 0600 mediante raids de ablandamiento con escuadrillas sobre los puntos sensibles ubicados en la carta de operaciones y sobre las unidades que se encuentran jalonadas en la cortadura del rió Azapa, en apoyo de las unidades blindadas de las dos columnas de invasión de la IX y 6ta divisiones blindadas. Las unidades de defensa antiaérea chilenas fueron insuficientemente entrenadas, al no haber completado su ciclo de preparación, esto es consecuencia de la inestabilidad social que vivía Chile por el golpe de Pinochet. Por tareas de inteligencia se conoce que en el teatro de operaciones chileno, I y II Zonas (Tarapacá y Atacama), no se instalaron sistemas de cohetería para la defensa de los puntos sensibles y las unidades de infantería e ingeniería que hacen vivac desde hace meses en la cortadura del rió Azapa y San Miguel, no disponen de defensa antiaérea organizada como red de protección. Las maniobras previstas por la guarnición de Arica e Iquique para el otoño de 1974 quedaron suspendidas. Estos factores abonan la balanza de probabilidades de triunfo a nuestro favor. Se tuvo conocimiento de ciertos síntomas de insubordinación entre la tropa chilena, existen algunos casos de deserción de soldados alistados; en Bolivia cuatro conscriptos del regimiento chileno Rancagua de la guarnición de Arica pidieron asilo autodenominándose perseguidos políticos, por ser miembros de la Unidad Popular, el partido político de Allende. Nuestras fuerzas navales del Pacífico, con las unidades de superficie (Fragatas y corbetas), permanecerán en condiciones de apoyar el desembarco de la infantería de marina en las playas de la Lisera en Arica, avanzando hasta la línea de frontera marítima a las 0600 horas, en condiciones de aislar el litoral hasta Iquique; el plan de operaciones naval de protección de nuestras instalaciones portuarias se efectuará cumpliendo los planes regulares con nuestra flota de submarinos y artillería de costa, dentro de los planes regulares de defensa del litoral. Simultáneamente, la división aerotransportada bajo el mando del coronel Carbajal efectuará un envolvimiento vertical en la cortadura del río Camarones, a 80 km al sur de Arica y Pisagua, estableciendo una isla de resistencia sin idea de repliegue hasta el D+2 a las 1800 horas, apoyados con la infantería de marina, que desembarcaría el la playa Altillos, en la desembocadura del rió Camarones. A esa hora, las 1800 del D+2, establecerán contacto con las unidades blindadas de la IX, que ingresaron por el corredor de la costa y sobrepasaron Arica. Las grandes unidades motorizadas, la 3ra. Dmotz, los comandos y la Policía de Asalto, deberán consolidar la ocupación de los territorios recuperados, especialmente la ciudad de Arica. La 4ta. D. Motz y las unidades bolivianas que formen parte de la invasión, continuarán por el corredor de la sierra para amagar en una maniobra de tenaza sobre Pisagua el D+3 a las 0600 horas.

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El D+3 a las 0600, una vez completados los efectivos y los acopios, se iniciará el ataque sobre Pisagua con ablandamiento previo de artillería reactiva y bombardeo aéreo, esta operación contará con las dos columnas blindadas de la IX y la 6ta que operan en la costa con el apoyo de la 4ta. D. Motz y probablemente algunas unidades bolivianas que amagarán por la sierra, debiendo culminar a las 1800. La resistencia en esa ciudad no reviste caracteres importantes, se tomó conocimiento que la evaluación del estado mayor chileno sobre la defensa de Pisagua es sostener una mínima resistencia, las condiciones de aislamiento y dificultades geográficas, hacen nada práctico articular una defensa, según ellos desgastar unidades defendiendo esa plaza no conducirá a detener el avance nuestro. El interés según interceptación de comunicaciones verificada con agentes y analistas la acumulación de fuerzas será en Iquique; el general chileno Dowling manifestó públicamente, en una entrevista en el verano de 1975, que de cometer la aventura los peruanos de invadirlos, en Iquique encontraran su infierno. Se conoce que la resistencia será “casa por casa”, la ventaja tecnológica en el uso de blindados que es inmensamente superior por parte nuestra, será compensada con el combate en localidades, donde el factor humano adquiere preeminencia. De acuerdo a los análisis efectuados a raíz del golpe de estado de Pinochet y las medidas adoptadas por las fuerzas armadas chilenas en el control de poblaciones, se puede deducir que los militares perdieron los reflejos del soldado: repetimos, cuando una fuerza armada se enfrenta a personal sin armas o insuficientemente armado, el reflejo inmediato es la pérdida de la capacidad de análisis por parte de los oficiales y conductores y de los reflejos de combatiente propios del soldado. El combate en estas condiciones será con mayor énfasis por la acción de pequeñas unidades, de acuerdo a los análisis de operaciones; existe clara ventaja en los cuadros militares del Perú respecto a la capacidad combativa de los chilenos, nuestros soldados fueron entrenados y es posible apreciar una mayor capacidad de acción en nuestras unidades de comandos que serán las que se empeñaran en este tipo de combate. Como fuerza de apoyo y control de poblaciones, unidades de la policía de asalto fueron entrenadas para ese efecto; las operaciones ofensivas sobre Iquique se iniciarán el D+5 a las 0600, el general chileno Mena, especializó unidades en el combate en localidades en base al sembrado de trampas y minas antitanque. Los elementos chilenos de la guarnición de Arica consideran que la gran batalla será en esta ciudad. El general Dowling, por el contrario, ha manifestado que la resistencia sin idea de repliegue debería ser la ciudad de Antofagasta. Indica que las líneas de abastecimiento que tendrá que mantener el ejército peruano se encontrarían sobre extendidas haciendo más débil nuestra acción ofensiva. Pinochet habría decidido que en Iquique la resistencia será muy sólida comprometiendo la totalidad de sus elementos, la concentración de abastecimientos y el reclutamiento apresurado de personal con instrucción universitaria, hace prever que esa ciudad será capturada a sangre y fuego el D+7 al atardecer con el crepúsculo náutico vespertino.

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Con relación a las operaciones navales de protección de nuestras operaciones ofensivas, el comando naval chileno ha considerado realizar una acción defensiva con sus cruceros; se prevé una confrontación en un combate naval de muy alta intensidad. Otra de las misiones asignadas a nuestra marina es proteger las instalaciones portuarias y las líneas de abastecimiento marítimo, esta protección implicará la utilización de nuestra capacidad punitiva con nuestra flota de submarinos. La escuadra compuesta por los cruceros Grau y Bolognesi y las fragatas Palacios y Ferré y otros buques menores, cumplirán las funciones de apoyo permanente a las operaciones terrestres. El comando peruano ha determinado según las apreciaciones y análisis de inteligencia que los chilenos no disponen de los recursos intelectuales, materiales ni mística de combate para ofrecer una resistencia sólida y estructurada. Se prevé que para el final del día (1800) del D+7 continuar operaciones de sostenimiento, dejando el 20 % de nuestras unidades especialmente de ingeniería e infantería enganchadas con las chilenas en Iquique en el combate en la ciudad. El grueso de las unidades blindadas se reagruparán y completarán efectivos desde el D+8 a las 1800 hasta el D+9; a las 0600 de ese día se reiniciará la ofensiva con dirección de Antofagasta, los análisis de inteligencia determinan la debilidad de las unidades militares chilenas en esa ciudad, si bien consideran los chilenos que será una defensa sin idea de repliegue, las unidades provenientes del altiplano con la 4ta. D. Motz peruana y las unidades bolivianas, en continuación de la maniobra de tenaza, amagarán desde la altura andina en un esfuerzo coordinado con las unidades blindadas y la infantería de marina. En condiciones de iniciar el D+9 al final del día (1800) se iniciará la ofensiva hacia la Serena y Santiago.

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