Pintura española del siglo xvi

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1 PINTURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI n este siglo va ganando adeptos en España todo lo que tenga reminiscencias clásicas, sobre todo entre la nobleza, y por eso hay muchos artistas que viajan a Italia a imbuirse de clasicismo. Incluso lo mitológico se traduce al arte religioso que está tan adentrado en la católica España. Con la Contrarreforma se aboga por un acercamiento del arte al pueblo, para que sirva de adoctrinamiento y para superar lo ambiguo y lo mitológico. Es por eso que en nuestro país conviven las dos tendencias mezcladas todavía con lo gótico, lo mudéjar, y al propio tiempo influencias borgoñonas y flamencas. Uno de los primeros representantes de la pintura de este siglo es Pedro Berruguete, que viaja a Urbino, a la corte de Federico de Montefeltro, y traba conocimiento con Piero Della Francesca. Uno de sus cuadros más famosos de esta época es Retrato del duque y de su hijo Guidobaldo. De vuelta a España trae consigo las enseñanzas italianas y se pone en contacto con Juan de Gante. Pinta el retablo de Santa María del Campo, Retablo de la catedral de Ávila y el de Santo Tomás. En Toledo realiza varias Vírgenes con niños, y una Piedad para la catedral de Palencia. Dentro del Retablo de Santo Tomás destaca la tabla llamada Auto de Fe, donde une lo italiano con lo flamenco, en una composición de tintes nórdicos, con ausencia de perspectiva central, pero con ambiente, volúmenes y masas muy bien cuidados, al igual que el naturalismo de los rostros. Auto de fe E

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PINTURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI

n este siglo va ganando adeptos en España todo lo que tenga reminiscencias clásicas, sobre todo entre la nobleza, y por eso hay muchos artistas que viajan a Italia a imbuirse de clasicismo. Incluso lo mitológico se traduce al arte religioso que está tan adentrado en la

católica España. Con la Contrarreforma se aboga por un acercamiento del arte al pueblo, para que sirva de adoctrinamiento y para superar lo ambiguo y lo mitológico. Es por eso que en nuestro país conviven las dos tendencias mezcladas todavía con lo gótico, lo mudéjar, y al propio tiempo influencias borgoñonas y flamencas. Uno de los primeros representantes de la pintura de este siglo es Pedro Berruguete, que viaja a Urbino, a la corte de Federico de Montefeltro, y traba conocimiento con Piero Della Francesca. Uno de sus cuadros más famosos de esta época es Retrato del duque y de su hijo Guidobaldo. De vuelta a España trae consigo las enseñanzas italianas y se pone en contacto con Juan de Gante. Pinta el retablo de Santa María del Campo, Retablo de la catedral de Ávila y el de Santo Tomás. En Toledo realiza varias Vírgenes con niños, y una Piedad para la catedral de Palencia. Dentro del Retablo de Santo Tomás destaca la tabla llamada Auto de Fe, donde une lo italiano con lo flamenco, en una composición de tintes nórdicos, con ausencia de perspectiva central, pero con ambiente, volúmenes y masas muy bien cuidados, al igual que el naturalismo de los rostros.

Auto de fe

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Juan de Borgoña trabaja posiblemente con Ghirlandaio en su taller y cuando llega a España realiza obras en la Sala Capitular de la Catedral de Toledo, con los paneles del Juicio Final, todavía con aires góticos, aunque su mayor fama le viene dada por el Retablo de la Catedral de Ávila, y de ahí destacan La Virgen con Niño, Adoración de los Reyes Magos, Descenso al limbo y otras tablas en donde arroja todo su aprendizaje italiano, con cuerpos anatómicamente bellos, aunque con cierto canon alargado, y detalles de ambiente de acuerdo a su formación nórdica. Los rostros son bastante realistas y expresivos. Dentro de la escuela andaluza destaca Alejo Fernández, que pinta la mayor parte de sus obras en Córdoba. Cristo atado a una columna todavía tiene tintes góticos, pero el Retablo de Maese Rodrigo en Sevilla ya es renacentista. Las obras más conocidas son las pinturas de Vírgenes, como La Virgen del Buen Aire, Virgen de la Leche, Virgen de los Navegantes o Virgen de la Rosa. Se ocupa de la masa y volumen de las figuras y el ambiente nórdico está en casi todas sus composiciones.

Virgen de la Rosa Virgen de los Navegantes También del foco andaluz tenemos a Pedro de Campaña, que hace el Descendimiento para la catedral sevillana, con influencias rafaelistas, de Volterra y de Miguel Ángel, matizado todo del sentido nórdico de la composición. Es también un buen retratista y así queda reflejado en su Autorretrato.

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Luís de Vargas es sevillano de nacimiento y quizá por eso se le da el apelativo de “padre de la pintura sevillana”, aunque su técnica es peor que la de los anteriores pintores que hemos visto. Una de sus obras más importantes es Generación temporal de Cristo, conocida popularmente como La Gamba, donde realiza un hermoso juego ecléctico mezclando el manierismo italiano con el arte sevillano resultante de aunar varios estilos. En la escuela levantina hay dos grupos de pintores: los seguidores de Leonardo y los de Rafael. Aunque el nexo entre lo medieval y lo renacentista y anterior a estas divisiones es la familia de los Osona, cuyo miembro más importante es Rodrigo Osona, al que se le atribuye un Retablo en la Catedral de Valencia todavía con tintes flamencos, pero al que ya se le ha dado un cierto aire italiano. En el Retablo de la catedral de Valencia trabajan Hernando Yánez de la Almedina y Hernando Llanos, ambos manchegos y que posiblemente estudiasen con Leonardo. Individualmente Yáñez destaca con su pintura de Santa Catalina y Llanos pinta San Juan Bautista. Pero en esta escuela levantina los más importantes son Vicente Massip y su hijo Juan. El padre empieza a pintar según el estilo de Leonardo, aunque luego se decantarán más por el de Rafael, aunque mezcla también cierta influencia nórdica. Al final de su obra se rodea de un ambiente manierista. Su hijo Juan Vicente es conocido como Juan de Juanes, y ya formado en la escuela de Rafael, domina muy bien el color y se adentra en un ligero manierismo, con figuras bien delineadas, anatomías y cuerpos serenos que consiguen entre los fieles un gran impacto visual. Hace varias versiones de la Última cena, siendo quizá la del Prado la más famosa y también pinta La Virgen de la Leche, La Concepción, historias del ciclo de San Esteban.

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Entierro de San Esteban Martirio de San Esteban

De la escuela extremeña sale Luís Morales, llamado por Felipe II para pintar en El Escorial, aunque no le gusta al rey su pintura y regresa a su tierra natal. Empieza sus obras con un goticismo flamenco que le lleva al detallismo, sobre todo en el pelo de las Madonnas. Luego se adentra en cánones manieristas, con un excesivo alargamiento de los cuerpos, las caras limpias de frente ancha, rostros ovales y ojos almendrados, con cierto parecido a las figuras del Greco. Podemos destacar entre sus obras La Virgen del pajarito, Jesús atado a una columna, La Natividad, La Virgen de la rueca, La presentación en el templo o La virgen de la leche. Como retratista pinta San Juan de Ribera.

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Cristo atado a una columna La piedad

La Virgen del pajarito La virgen de la rueca

En El Escorial trabajan El Greco y otros pintores, entre ellos Juan Fernández de Navarrete al que se conoce como El mudo, que pinta dos versiones de San Jerónimo, y también el Martirio de Santiago, con aires de la escuela veneciana en el color y el dramatismo que infunde a las escenas. Cambiasso sigue los dictados del rey y pierde algo de originalidad, aunque

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sigue haciendo una pintura geométrica por medio de cubos, como se manifiesta en la figura de alguno de los profetas de los frescos del Escorial. También Zucaro trabaja allí aunque uno de los que deja mayor impronta es Tibaldi, con El martirio de San Lorenzo y los frisos de la biblioteca, con una iconografía sobre las artes liberales. En la pintura española de este siglo destaca el retrato cortesano, y sobre todo las figuras de Sánchez Coello y Pantoja de la Cruz. El retrato se impone en las cortes porque es la manera que los príncipes tienen de conocerse para los casamientos de estado, y es el antecedente de la fotografía, aunque se tendía a favorecer al retratado. Felipe II tiene como pintor de cámara al valenciano Sánchez Coello, que imita a Moro, aunque su sentido del color hace de él un pintor más intimista. Pinta los retratos de Margarita de Parma, FelipeII, Isabel Clara Eugenia, Don Carlos, Duquesa de Béjar. De sus pinturas religiosas destacan Los desposorios de Santa Catalina.

Isabel Clara Eugenia Príncipe don Carlos

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Felipe II Desposorios Santa Catalina Pantoja de la Cruz está influido por el flamenquismo que proviene de Portugal, y como está menos dotado para el retrato que Coello suple su falta de técnica con adornos, vestidos y joyas impresionantes, que disimulan en parte la rigidez de los retratos. Posteriormente se inclina hacia el intimismo y el retrato psicológico. Pinta doña María de Portugal, Retrato de la infanta Isabel Clara Eugenia, Nacimiento de la Virgen, donde imita al Greco, la duquesa de Braganza y otros.

Isabel Clara Eugenia Reina María de Portugal

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El Greco es uno de los pintores más importantes en España de este siglo, pero ya se ha tratado en otro apartado de manera individual, por lo cual allí nos remitimos. Como índice de obras destacaremos:

1. La Trinidad 2. El Expolio 3. Martirio de San Mauricio y la legión tebana 4. El entierro del conde de Orgaz 5. Vista de Toledo 6. Resurrección 7. Laoconte 8. El caballero de la mano al pecho