Pin8 - Vision Futura de Chile
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S.E. el Presidente Pinochet dicta su clase magistral enel Saln de Honor de la Universidad de Chile.
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Visin Futura de ChileCLASE MAGISTRAL DE S.E. EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA,GENERAL DE EJERCITO DON AUGUSTO PINOCHET UGARTE, CON MOTIVO DE LA INAUGURACION DEL AO ACADEMICO EN LA UNIVERSIDAD DE CHILE.6 DE ABRIL DE 1979.
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1831- 1891: EL PERIODO MAS BRILL ANTE DE
LA HISTORIA DE CHILE
1. Min ist ro don Diego Portales, genio o rganizador
del vigoroso rgimen presidencial que caracteriz a la
Repblica en su pero do ms brillante.
2. Genera! don Manu el Bu hes , Presidente de Chile
1841 - 1851.
3. Don Manu el Mo n tt , Presidente de Chile 1851-1861.
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4. Valparaso a mediados del siglo X IX , poca de
auge del comerc io y la marin a mercante nacional.
SRLFYRL
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1. Don Andrs Bello, figura lustre de la ctedra, la 2. Combate Naval de Angamos, 1879. El triunfo de
gramtica, las letrasy la historia, el derecho internado- Chile en la Guerra del Pacfico fue expresin del vigornal y el derecho civil. Primer Rector de la Universidad de la Repblica en su perodo ms brillante,
de Chile e impulsor de su fundacin en 1843.
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Antes de inic iar esta exposic in, en laque tratar de reflejar el pensamiento delJefe del Estado en su interpre tacin de
los actuales momentos que vive la Nacin, y sus proyecciones hacia el futuro,mirado bajo el prisma de los Principiosdel Gobierno, quiero manifestar al seor
Rector de esta Casa de Estudios mi reconocimiento por esta especial oportunidad que me brinda para reunirme con lacomunidad universitaria.
El 11 de Septiembre de 1973 ser considerado en nuestra Patria como uno de
los sucesos polticos ms importantes desu historia. Tanto como el nacimiento deChile a la vida independiente el 18 de
Septiembre de 1810, o como la creacin
del Estado Porta liano en 1830, o la Revolucin de 1891, hechos cuya trascen
dencia en la Nacin chilena son hitos quesealan, en cada caso, un cambio de rum
bo significativo.
Esta dura accin militar estuvo desti
nada a repudiar-la obra to ta litar ia sovitica, que entronizada en un Gobierno obe
diente a sus fines, lo haba llevado a unestado de destruccin de los cimientos
democrticos desde sus bases, por la violencia espiritual y material.
La corrupcin administrativa y el caoseconmico del pas haban corrodonuestra convivencia e nstitucionaldad
democrtica, hasta el punto de hacer im
posible su simple restauracin en los trminos en que la habamos conocido. La
fractura poltica nos haba dividido hastacolocarnos al borde mismo de la guerrafratricida.
Las materias que aqu se exponen son
el fruto de largas meditaciones sobre elmomento que vive Chile. Buscando las
races en el pasado, pero mirando siempre hacia el futuro, hemos diseado las
proyecciones de este nuevo Estado democrtico que, como forma de vida,readquiere todo su vigor. No as comoforma de Gobierno tradiciona l, que fuera
aprovechada por el totalitarismo rojo,como con toda seguridad lo sera nueva
mente, si as se lo permitiramos.
Principios inspiradores del rgimenportal iano
En 1830 se instaur un Gobierno autoritario. El don de mando de Portales, la poderosa mano de ese hombre de genio", al decir de un autor, ejerca conentereza y vigor el principio de autoridad.
Con gran espritu de moral cvica,arrastraba a todos por su ejemplo de vir
tud y patriotismo. Siempre procurabaaproximarse al bien medante la justicia.Detestaba todo lo que daaba la integri
dad de la Nacin. En una palabra, su deseo era un Gobierno fuerte, centraliza-dor, cuyos hombres fueran modelos deprudencia, dignidad y firmeza, reprimiendo inflex iblem ente los abusos y eldesorden.
En la creacin porta liana se destaca la
impersonalidad del gobernante. El senti
miento que se anida en el alma ciudada
na es el respeto tradicional por la autori
dad en abstracto, el respeto por el poder
establecido, con independencia de quienes lo ejercieran.
Entre los aspectos originales de lo que
se ha llamado la creacin portaliana" enla poltica chilena, est el establecimien
to de un Gobierno situado por encima detodos los grupos, banderas e intereses y
que, en consecuencia, fuese el rbitro im-parcial de las luchas sociales.
Gobierno autoritario e impersonal en
marcado estrictamente en !a ley, es lasntesis ms elocuente de una creacingenial, que fue capaz de cambiar la vida
poltica chilena, asegurndole un desarrollo donde rein el orden y la libertad.
La encarnacin humana del rgimenportal iano fue la institucin del Presidente de la Repblica, autoridad sta quegozaba de muy amplios poderes.
Junto a estas potestades y al reconocimiento de la ciudadana, tan poderosa
autoridad tena sin embargo dos grandeslmites de derecho: el Presidente eratemporal y deba someterse a lo dispues
to por la Constitucin Poltica y las le
yes.Sin embargo, la creacin poltica por
taliana no se bas nicamente en la ley.
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De ella result una mezcla armnica y'
creativa de leyes y prcticas ciudadanas.Portales fue un realista implacable: no seinspir en teoras ni en libros, sino en la
sociedad chilena de su tiempo, tal comoela era, apartndose del valor de lasideologas.
Perodo ms brillante de la Historia deChile
La existencia de un Presidente de laRepblica segn la concepcin portalia-na (1831-1891) coincide con el perodo
ms brillante de la Historia de Chile. Hayestabilidad y progreso en io econmico;
avances notables en lo cultural y en oeducacional; se ganan dos guerras exteriores dificilsimas; se pacifica la Arauca-na y se la coloniza; se adquiere y explo
ta el salitre; en todo el pas reinan elorden y la paz social.
La coincidencia entre la poca de Presidentes portalianos y el auge de Chiie no
es casual. Esta culminacin, precisa
mente, se debe a que existe una autoridad central velando siempre por el con
ju nto del pas y por os intereses comunes de los nacionales.
Grupos de presin y oligarquas seoponen al poder presidencial
Por ello, desde el inicio mismo del rgimen portaliano hasta hoy, los grandes
enemigos del Presidente como institucin, y de su poder, han sido los gruposde presin y las oligarquas. Estas hanquerido siempre gobernar por s y paras, viendo un obstculo en su autoridad,
rbitro de las luchas sociales y protectorade los sectores ms dbiles de la sociedad.
En 1810, la aristocracia era el nicogrupo social detentador de los poderes
socio-econmico y cultural, sobre los
cuales ejerca su potestad casi omnipotente en el pas. Con la Independencia,pareci que ese estamento extendera sumonopolio al poder poltico. Sin embargo, no ocurri as, por cuanto divididopor ambiciones y personalismos, y desconfiando instintivamente de cualquier
individualidad fuerte, no pudo gobernar.Como consecuencia, sobrevino la anarqua, con todos sus excesos, proceso queculmin en 1830.
El libertinaje y fas demasas de todotipo llevaron a la aristocracia a permitirla creacin poltica portaliana, y luego a
apoyarla. Pero en la medida en que seborraban de su recuerdo los duros mo
mentos de la anarqua, y aumentaba lacreciente prosperidad que alcanzaba e!pas en todos los rdenes, eila fue retirando su apoyo a la institucin presiden
cial, en razn inversa a su crecimiento en
poder econmico y social.As, se to rn en una meta e! reducir elpoder presidencial. Las reformas constitucionales desde 1870 en adelante, obe
decen a ese propsito . Como ellas noobtenan la satisfaccin plena de sus am
biciones, sobrevino a Revolucin de
1891 y el rgimen presidencial portaliano fue sepultado en Concn y Placilla.
El parlamentarismo: etapa ms estrilde nuestra historia
El Presidente pas a ser una figura de
corativa, en tanto la aristocracia gobernaba plenamente a travs de los partidos,que en ese entonces eran facciones deella misma, y del Congreso, que ellos elegan y controlaban. Tal fue el parlamentarismo que durara hasta la dictacin dela Constitucin de 1925.
En este perodo fue anulado el poder
presidencial tal como lo concibi e implant el genio de Portales, dando pasoal Gobierno exclusivo de la aristocracia
que, abandonando sus cualidades iniciales de austeridad y sobriedad, decay enuna oligarqua.
Meditando sobre ese perodo histri
co, creo poder sostener que el parlamentarismo ha sido el perodo ms estril yms negativo de nuestra vida republicana, antes del advenimiento del marxismo
sovitico.Los considerables ingresos del salitre
que llegaban a arcas fiscales se dilapidaron sin visin de futuro y, con ello, seperdi para Chile la magnfica oportunidad de desarrollo que representaban parael futuro del pas.
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Caracterstica inherente a este esque
ma parlamentarista fue la acumulacinde problemas, especialmente sociales, sinque se les diera solucin oportuna.
La masa popular, sobre todo aquellaque emigraba a las ciudades provenientes
del campo, se vio diezmada por la mortalidad infantil, la tuberculosis, la faltade higiene y de vivienda, la disolucin dela familia, el alcoholismo y el encareci
miento de la vida ocasionado por la crisisagrcola y por tas emisiones descontroladas de papel moneda. Tales fueron sloalgunas de las lacras que debi soportar
nuestro pueblo como consecuencia de es
te esquema.Entretanto, esta oligarqua asentada
en el poder perda su tiempo y el del
pas, levantando y derribando bizantinascombinaciones polticas y gabinetes mi
nisteriales, que en algunos casos slo du
raban das y en otros, semanas.
El estamento alto de la sociedad quetan positivo fuera para el pas mientrasprest su apoyo y acept el rgimen pre
sidencial portal ano, a pa rtir de su predo
minio indiscriminado se transform ennegativo para los intereses de Chile, con
virtindose en una fuerza poltica quebuscaba gobernar exclusivamente para l,anulando casi por completo al Presidente
de la Repblica.
La intervencin militar en 1924 y laConstitucin de 1925
La intervencin militar que en 1924
dio ocasin al nacimiento de la Constitucin Poitica de 1925, fue la respuesta deaquella poca al sinnmero de problemas
que el parlamentarismo, como sistema,
acumul por.su ineficiencia poltica.La Constitucin del ao 1925 repre
sent un serio esfuerzo por retornar alpresidencialismo tradicional, pero fracas por no haber reglamentado de manera
eficaz la accin de los partidos polticos.
Estos hipertrofiaron su poder en forma
desmesurada, llegando a sobreponerse alPresidente y al propio Congreso, ya queni la Consti tucin n i las leyes definieron
cules eran los lmites de esos grupos.Tampoco se reglament la disciplina
interna de los partidos polticos, de manera que stos, cada vez que alcanzaban
el poder, brindaron un espectculo deinestabilidad, frivolidad y pequeez,
peor que el que, en los mismos aspectos,haba dado hasta 1925 el parlamentaris
mo.Igualmente se omiti regular la res
ponsabilidad de los partidos, y as fu imos testigos de los acuerdos ms censu
rables y lesivos para el pas que ellosadoptaron, sin que nadie estuviese en
condiciones de pedirles o exigirles cuenta
de tales procederes.Por ltimo, no se reglament el finan-
ciam iento de tos partidos pol ticos, con locual se abrieron las puertas a las ms os
curas corrupciones.
Partidos polticos y gremiosprivilegiados: nuevas oligarquas
De este modo, paulatina e inexorablemente, se volvi al estancamiento nacio
nal que se haba vivido en la poca parla
mentara. El pas haba s ido esclavo y
vctima de su Congreso hasta 1925.Ahora era esclavo y vct im a del rgimen
de partidos polticos.El rgimen partidista dio origen a nue
vas oligarquas que empezaron a disputar
y a repartirse el poder con el antiguo estamento dominante.
Por otra parte, emergen gremios privilegiados, que por su poder econmico o
por su caudal de votos, o por ambas circunstancias a la vez, se convierten en la
base de sustentacin de determinadospartidos polticos; y surgen, asimismo,mquinas electorales, que combinando elcohecho, la presin administrativa, elfraude y la violencia, controlan polticamente regiones, con lo cual eligen sus diputados y senadores, convirtindose, con
ello, en una fuente autnoma de poder.
De los partidos populares" aicomunismo
Particulamente trgico es el caso de
los partidos llamados "populares", que noslo participan sin recato del rgimen po-
lt ico con toda su ineficiencia, sus pri
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vilegios y sus corrupciones sino queadems usan como arma de conquista devotos a la demagogia, destruyen la uni
dad nacional, avivando la lucha de clases,
odios y la promesa de parasos imposibles.
As llegamos a presenciar cmo uno
de estos partidos "populares", ante ia legtima protesta obrera por las condiciones de vida y de trabajo en el norte delpas, especialmente en el salitre, se entrega en manos de Mosc en el ao 1921.
Nace de esta forma el Partido Comunista de Chile en su rama poltica ye nsu rama sindical cuyo dcil servilismo a
la Unin Sovitica lo hace famoso entre
los partidos congneres del mundo. Bstenos recordar la incondicional sumisindel Partido Comunista chileno a Mosc
en aquella "Primavera de Praga", cuandose aplast y humill ignominiosamente al
pueblo checoslovaco en sus intentos poralcanzar un peldao hacia la libertad.
Las Fuerzas Armadas, depositaras ltimas de la resquebrajada unidad nacio
nal y de las tradiciones patrias, sufren encarne propia, desde 1891, las consecuencias de la anulacin del poder presiden
cial y de las sucesivas anarquas oligrquicas.
Sobre las Fuerzas Armadas recaen losefectos del desorden poltico interno y
sus secuelas, la estrechez econmica y el
peligro que para la soberana representanel desquiciamiento nacional y la falta de
suficiente equipo militar.
Diferencia entre las diversasintervenciones militares
Ante la vorgine poltica, las FuerzasArmadas tienen tres distintas reacciones:en 1891, se limitan a inclinarse hacia unoy otro bando de la guerra civil, en la me
dida que quienes los apoyaban estimabantener la Constitucin de su parte. As, la
Marina sera revolucionaria y el Ejrcito,balmacedista. En 1924, las Fuerzas A rmadas intervienen unidas y revolucionariamente, pero slo con el nimo de depurar el campo poltico de elementos in
deseables, a los cuales atribuyen a inope-rancia del rgimen.
En 1973, las Fuerzas Armadas y deOrden, nuevamente unidas, intervienenpara introducir un cambio integralmente
renovador, no en los hombres, sino en el
propio rgimen poltico partidista, porestimar que ste es el que paraliza el pro
greso nacional y porque han comprobado que se ha llegado a un total agota
miento del sistema democrtico tradicional.
Raz del fracaso que culmin entre1970 y 1973
La accin de las Fuerzas Armadas y deOrden en 1973 es concordante con la
Nacin y e! pensamiento del pueblo mismo, el cual, al manifestarse electoralmente, tend i a elegir Presidentes fuer
tes" que luego la maquinaria partidista se
encargaba de anular y de inhibir.
La aplicacin en Chile, durante casimedio siglo, de las frmulas tradicionales
del sistema clsico de la vieja democra
cia, de orientacin liberal en !a teora poltica, y progresivamente socializante en
los diversos experimentos econmicos,condujo, en 1970, al advenimiento de unsistema estatista fuertemente centralizado y burocrtico, que llegaba al poderpor la va electoral con respaldo minoritario, sin ocultar en momento alguno suspretensiones de establecer una estructuratotalitaria, similar al modelo sovitico, elcual era su principal fuente de apoyo
ideolgico, pol tico y financiero.
Quienes creyeron poder detener ocontrolar esa evolucin, escudndose en
el formalismo legal de un Estatuto deGarantas Constitucionales, dieron prueba, bajo el rgimen marxista, de su impotencia e incomprensible falta de visin.
Tanto el fracaso como la entera inope-
rancia de aquellos mecanismos constitu
cionales, apresuradamente elaborados enoctubre de ese ao, demuestran el agotamiento irrecuperable del viejo sistema yla imposibilidad de reanimar una organi
zacin social ya fenecida, mediante precipitadas enmiendas parciales a un textosobrepasado por la realidad del pas.
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Indefensin de la ciudadanacomprueba el agotamiento de un sistema
Entre noviembre de 1970 y ei Pronun
ciamiento Militar de 1973, pudo comprobarse fehacientemente que los meca
nismos constitucionales concebidos medio siglo antes, en modo alguno bastabanpara contener el avance totalitario.
La ciudadana misma lleg a un estadode completa indefensin frente a las arbitrariedades del Gobierno, al quedar im
posibilitada de obrar a travs de los me
canismos electorales, como consecuenciadel falseamiento sistemtico de los regis
tros electorales.Era impostergable poner fin a la
accin de un Gobierno ilegtimo y anr
quico, que se propona acabar en el ms
breve plazo con ei sistema del cual se
sirviera para la conquista del poder.El Poder Legislativo se hallaba com
pletamente desnaturalizado en sus fun
ciones y generacin, y su ineficacia en ladefensa de los intereses de la Nacin era
ampliamente manifiesta. .....El Poder Judicial, aunque dio pruebas
de gran vigor y energa en la preservacin
de sus prerrogativas e independencia, es
taba reducido a la impotencia, por cuan
to sus resoluciones.no eran ya respetadas
ni obedecidas por el Gobierno.
La Contralona General de la Repbli
ca se encontraba igualmente sobrepasa
da, en particular por el abuso del mecanismo de los decretos de insistencia.
El mismo diagnstico era aplicable alos dems rdenes de la vida social: Uni
versidades y escuelas convertidas en campo de constantes enfrentamientos; la vida econmica del pas en total desorden
y postracin; las actividades productivas,laborales y comerciales sufran la mscompleta anarqua; en fin, toda la comunidad era arrastrada a odios y divisiones
planificadamente fomentados.La poblacin era acosada por el mar
xismo y se encontraba sin medio algunopara defenderse contra la accin de! Go
bierno de la poca, que amparaba a vio-lentistas premunidos de toda clase de ar
mamentos, organizados y entrenados segn las ms modernas tcticas subversi
vas, que se preparaban para enfrentar alas Fuerzas Armadas y de Orden, ltimo
recurso capaz de evitar la destruccin de
los valores permanentes de la libertad y
la nacionalidad.
Las Fuerzas Armadas ante el llamado de!pueblo y un imperativo tico
Fueron estas Instituciones las nicasque se mantuvieron permanentemente
alertas frente al peligro totalitario, sinpermitir la infiltracin de los marxistas
en sus filas, que tan exitosos resultadostuvo en los dems sectores de la comuni
dad.Al poner trm ino a un Gobierno al
cual el propio Parlamento haba declarado ilegtimo e inconstitucional, los Institutos Armados respondieron no slo alclamor ciudadano, sino tambin, al impe
rativo tico y patritico de salvaguardarlos valores superiores de la Nacin de tangrave peligro.
Al obrar as, tuvie ron clara^conciencia...que asuman con ello una responsabilidad integral, por cuanto su accin tena
por objeto recuperar para todos los chile
nos los derechos y las libertades al bordede la extincin. Pero esta vez no sera
para dejarlas entregadas al juego.de las
oligarquas partidistas que nos condujeron a la crisis.
Por ello, como gobernante y soldado,siempre tendr presente en mi memoria alos hombres de uniforme que lucharon y
cayeron aquel 11 de Septiembre, ascomo a quienes hoy y siempre cuidan
celosos de la seguridad interna y externade !a Patria. Vaya a ellos nuestra gratitud
y reconocimiento por sus sacrificios y
por su compromiso de no aceptar jams
un retroceso a los das amargos que culminaron en 1973, pues bien sabemos queesta vez sera sin retorno.
Hacia un nuevo rgimen
poltico-institucional
A partir de ese instante, su obligacin
y deber seran dar forma y vida a unnuevo sistema constitucional que, preser
vando la verdadera esencia democrtica
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que ha caracterizado nuestra Repblica,
sea al mismo tiempo dinmico y moder
no, apto para responder a las exigenciascontemporneas, dotado de ios elementos de proteccin que hagan posible susupervivencia frente a los poderosos re
cursos del totalitarismo y a las sofisticadas formas de los actuales imperialismos.
Si hubo quienes en esa poca creyeronque las Fuerzas Armadas y de Orden intervendran de manera transitoria y su
perficial, para luego abandonar al pas alconocido y vicioso juego de intereses dis
tintos al bien de Chile, reafirmaron en
esta forma cunto se haban alejado delverdadero sentimiento y voluntad de laciudadana, cun profundo era su desconocimiento de la magnitud real del peligro totalitario contemporneo, y cuntodesconocimiento tenan de la esencia delos organismos militares, cuya misin
principal es la defensa y preservacin invariable de os valores patrios.
Muchos no comprendieron entonces
y an hoy hay quienes no pueden o nodesean entender lo que la libertad y laseguridad rescatadas dei Gobierno anterior, para conservarse y proyectarse demodo estable hacia el futuro, con exclusivas miras al mayor bien de la comunidad chilena, requieren de la creacin yconsolidacin de un nuevo orden institu
cional.
Muchos de los que propugnan el retor
no de la democracia parlamentaria, conmatices en cuanto a la forma, o son am
biciosos o estn equivocados. Pero, y loque es an peor, en esa corriente, sin du
da, va envuelta una nueva fuerza formada por el comunismo sovitico revestido
de democracia liberal, impulsando vacaspromesas institucionales para su propioprovecho.
El actual Gobierno procedi desde susinicios con entera claridad, manifestandoque no se lim itara, a ser una administracin provisional, sino que entend a comoun deber ineludible dar al pas ese nuevo
ordenamiento, que no corresponda ya a
un ensayo terico o ideoigico ms, sinoa una necesidad de supervivencia como
Nacin libre y como Estado soberano.
Declaracin de Principios: fundamento del nuevo rgimen
Las directrices fundamentales e incan
sables quedaron plasmadas en la Declaracin de Principios del Gobierno de Chi
le, hecha pblica hace ya ms de cinco
aos.En ella se perfila, con validez perma
nente, una concepcin propia y diferente
del hombre y de la sociedad, en la que seanan el legado de nuestra tradicin
occidental, humanista y cristiana, con lariqueza de un vigoroso sentido nacional.
Estado, bien comn y derechosnaturales
De lo anterior se desprende el recono
cimiento de la espiritualidad y dignidad
de a persona humana, lo que involucra
que sta tiene derechos naturales anterio
res y superiores al Estado.En cuanto tales derechos son inheren
tes a la persona, no es el Estado quien losconcede, y si bien puede reglamentar suejercicio, no podra negarlos o desconocerlos.
En consecuencia, el Estado es un instrumento que debe estar al servicio de lapersona, contrariamente a lo que se propugnan las doctrinas estatistas y socializantes.
Su finalidad es el bien comn general,definido como aquel conjunto de condi
ciones sociales que permita a todos ycada uno de los chilenos alcanzar su ple
na realizacin personal.El bien comn no es el bien del Esta
do ni tampoco el bien de la mayora, o
de una o ms minoras. Bien comn esaquel ordenamiento que brinda a todos y
cada uno de los hombres ia posibilidadde obtener bienes individuales con respe
to solidario y activo por el bien de los
dems. Es una meta que orienta la accindel Estado, el cual debe acercarse a ella
en la mejor forma posible, aun cuando su
realizacin plena se dificulte por la imperfeccin humana.
En esta labor de promocin del biencomn, ei derecho aparece como el principal instrumento de que dispone la au
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toridad, por contraposicin a la intervencin del Estado segn el arbitrio o la necesidad contingente de quien detente el
poder.
Importancia del principio desubsidiariedad
Sentad as estas p rem isas bsi cas, seadvierte que en el cuerpo social es requisito indispensable, para la existencia ysubsistencia de una verdadera libertad, el
respeto del principio de subsidiariedad,en virtud del cual e Estado debe asumir
directamente slo aquellas funciones que
las sociedades intermedias o os particulares no pueden desempear adecuada
mente, como es el caso del Orden Pbli
co, la Defensa Nacional, las Relaciones
Exteriores y aquellos servicios o activida
des estratgicas que requieren de unacoordinacin general, no accesible a otro
rgano que no sea ei estatal.
Las dems funciones sociales slo deben ser ejercidas por ste cuando las so
ciedades intermedias, por negligencia ofallas, no las realizan. Es el respeto a este
principio el que involucra la aceptacindel derecho de propiedad privada y de la
libre iniciativa en el campo econmico,que consideramos como la nica va queconduce a un verdadero desarrollo.
El estatismo retarda el progreso yasfixia la libertad
La absorcin estatista y centralizadosde la actividad econmica tiene comoconsecuencia inevitable no slo el estancamiento del progreso, sino tambin la
rpida prdida del campo de accin independiente de la persona.
En la misma medida en que el Estado
asume el control de la actividad econmica desaparece igualmente la libertad
individual, que puede considerarse extin
guida desde el momento en que el Esta
do controla el consumo. Evidencia deello se encuentra en los regmenes quehan abolido la propiedad y la iniciativaprivada.
El nfasis que la nueva institucionali-dad hace en el rol subsidiario del Es
tado no responde, pues, a forma alguna
de teora dogmtica, sino a la necesidadde proteger de modo efectivo la libertad
personal.
Libertad econmica y libertad pol tica
En sntesis, la consecucin del biencomn presupone el reconocimiento de
los aludidos derechos de propiedad e iniciativa personal, sobre cuya base habrde erigirse el orden econmico.
Sin incurrir en excesos deterministas,podemos sealar que en ia interrelacinentre e! ordenamiento econmico y elorden social y poltico, la libertad econ
mica es un requisito necesario para la
existencia de un sistema poltico realmente libertario.
No significa esto que la Carta Funda
mental deba quedar ligada a una determinada poltica econmica, pero s implicaque aqulla contenga las normas bsicassustentadoras de la actividad econmica,conformando un sistema coherente que
respete e incentive la libertad individualy el principio de subsidiariedad.
Necesidad de una nueva Constitucin
Las consideraciones anteriores, aunque someras, bastan para explicar porqu se ha considerado que no es suficien
te introducir algunas modificaciones a laCarta Fundamental de 1925, sino que es
imprescindible dar al pas una nueva
Constitucin que consagre y resguardeadecuadamente estos valores, sobre los
cuales no pesaba hace medio siglo unaamenaza tan grave y concreta como en laactualidad.
A tal materia ha atr ibuido ei Gobiernouna atencin prioritaria, cuyos resulta
dos el pas conoce bajo la forma de unnuevo esquema constitucional que en laactualidad estudia el Consejo de Estado.
Directrices fundamentales delanteproyecto constitucional novariarn
No es sta la oportunidad para analizar en detalle cada uno de los mecanis-
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rnos jurdicos que contempla este cuerponormativo. S;r embargo, y sin perjuiciode las- modificaciones que en el proceso
de elaboracin pueda experimentar el anteproyecto de la Carta Fundamental, deben destacarse aqu sus directrices funda
mentales, que no variarn, por cuanto
responden a la jerarqua de valores yaindicados.
Sobre su aprobacin, que envuelve unnuevo esquema poltico-social, acorde
con la realidad, la experiencia y la poten
cialidad de nuestro pas, se pronunciar
en definitiva la Nacin toda en plebisci
to.
Nueva inst itucional dad desborda loconstitucional
Previamente, debe reiterarse que unatarea de reconstruccin y de creacin co
mo aquella a que nos encontramos abocados comprende, por cierto, un campoms vasto que el solamente constitucional.
La instituc ional idad es mucho msvasta, y su renovacin exige modificaciones substanciales en materias tales comoe! campo laboral, previsional, educacional, econmico, de salud, viviendas, y
otras igualmente determinantes en el de
senvolvimiento de la comunidad, y a
cuyo respecto se avanza tambin incesan
temente en la preparacin y puesta enmarcha de iniciativas imbuidas del mismo espritu renovador.
La nueva institucionalidad no es unfin en s, sino un medio para la consecu
cin de los valores ya citados.
Normas adecuadas y hbitospolticos sanos
As, debidamente entendida como tal,
es razonable que pretendamos perfeccio
narla en la mayor medida posible, peroguardando cabal conciencia de que dicho
instrumento jurdico no representa pors solo una garanta, sino ms bien el establecimiento de condiciones ms favora
bles para que esos valores puedan mate
rializarse.Naturalmente, aun cuando la norma
ju rdica sea muy adecuada en su elabora
cin tcnica, ella permanecer como letra muerta si paralelamente no se fomen
tan y desarrollan nuevos hbitos polticos, saneados de los viejos vicios acumulados, y se estimula la accin de aquellaspersonas idneas dispuestas a entregarseenteramente al servicio pblico, sin propsitos ajenos al mayor bien de la Rep
blica.Nos encontramos aqu ante ia necesi
dad de incentivar la formacin de una
mentalidad distinta, en la cual la accinpoltica de la persona no est sometida a
la influencia de intereses diferentes albien comn.
La democracia: medio y no fin
Atendida nuestra tradicin ms quecentenaria, creemos que tal fin slo pue
de alcanzarse a travs de una forma deGobierno verdaderamente democrtica,distinguiendo claramente entre libertades
esenciales y accesorias.
La democracia, como forma de vida,readquiere plena vigencia en la nueva institucionalidad que propugnamos. Noocurre lo mismo si se pretende limitarla a
la forma de Gobierno que fuera utilizadapor el comunismo sovitico durante laUnidad Popular.
Debemos precisar que no atribuimos ala democracia el valor de un fin en smismo, sino que la concebimos como un
medio apto para el logro de aquellos
otros valores referidos, y que si no serealizan verdaderamente para todos los
miembros de la comunidad, hacen de iademocracia un mero ttulo carente de
contenido efectivo.
Alcance y val idez del sufragiouniversal
En inmediata conexin con este concepto aparece el de sufragio universal, el
cual tampoco entendemos como un fin,sino como una tcnica que, en determinadas condiciones, puede coadyuvar adar concrecin a esos valores, pero enmodo alguno es condicin nica para ga
rantizarlos.
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Es mi conviccin que Chile, prximo a
iniciar la ltima veintena de este siglo, nopuede permanecer aferrado a posiciones
dogmticas que, aplicadas en el pasado,no slo no consiguieron hacer salir a!
pas de un subdesarrollo que podemos ydebemos dejar atrs, sino que, adems,probaron larga y reiteradamente ser insu
ficientes para obtener tos benficos resultados que la teora pretenda atribuirles.
Lo anterior no significa oponerse alsufragio universa) como sistema estable y
adecuado para la generacin de la mayorparte de las autoridades polticas. Sinembargo, debe .prestarse especial aten
cin a los caracteres de la democracia y ala forma en que se desarrolle el sistemade sufragio popular. En caso contrario,se corre el riesgo de repetir costosas yestriles experiencias pasadas, sin alcanzar las finalidades que la nueva institu-
cionalidad persigue.
En efecto, nuestro pas comprob directamente que ni la democracia formal
ni el sufragio popular, entendidos comofrmulas operantes por s solas, son sufi
cientes para enfrentar con eficacia la rea
lidad contempornea.
La sola dictacin de un sistema denormas no permite que una autntica de
mocracia exista y se-mantenga establemente, ni est garantizada la manifesta
cin real de la voluntad popular por lapromulgacin de ieyes relativas al sufra
gio popular o a los registros electorales.Todo elio es sobrepasado implacablemente por el estatismo totalitario, queanula ia libertad.
El terrorismo y la subversin organizada tornan ilusoria la seguridad de cadapersona. La democracia meramente fo rmal se desmorona vctima de ia demagogia, que tiene por blanco principal la verdadera justicia social y la prosperidadeconmica, cuyo logro efectivo es sustituido por la promesa fcil e incumplibie,
con miras a! efecto electoral inmediato ycompleto desinters por el progreso per
manente de la Nacin. Creo que el mselemental buen sentido aconseja extraerde un desengao tan cercano la enseanza correspondiente.
Sufragio universal no agotaexpresin de la voluntad nacional
El sufragio universal no tiene por smismo la virtud de ser el nico mediovlido de expresin de la voluntad de la
Nacin y de constituir la frmula que,necesaria y mecnicamente, d origen a
la autoridad. Este pensamiento es contrario al de los viejos demcratas, para quienes no hay otra democracia sino la forma!, la del voto peridico, la del actoelectoral, de la cual surge la representa
cin de una mayora muchas veces accidental y efmera que no siempre representa el verdadero sentir nacional.
Adm it ir la virtud excluyente y nicadel voto universal significara suponerque la soberana agota su expresir>en1acto del sufragio, lo cual es contrario a larealidad de la vida humana, mucho msrica y compleja.
Unidad, discrepancia y lmites de sta
Toda sociedad se funda en cierto grado de! consenso o unidad comn en torno a determinados valores y objetivos bsicos, que permiten su existencia comotal y su progreso hacia las metas queellos suponen. A! mismo tiempo, todasociedad humana lleva encerrada en smisma un grado de discrepancia, cuya
eliminacin es el propsito que comparten por igual las tiranas de cualquier sig
no.Por el contrario, una sociedad que ver
daderamente desee vivir en un rgimen
de libertad, debe ser capaz de hacer coexistir equilibradamente ambas realida
des, unidad y discrepancia.En Che, tal consenso mnimo desapa
reci como consecuencia del avance yposterior asuncin al poder del marxismo sovitico.
Destruido por ste el rgimen en queantes coexistieran la unidad y la discrepancia, ia construccin de un nuevo sistema debe forzosamente recoger esa experiencia trgica y, siendo inaceptablevolver al viejo esquema que nos condujoal inminente peligro totalitario, debemosbuscar un nuevo sistema capaz de afron
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tar la alternativa de asegurar la libertad,
pero que preserve a la Nacin de una
nueva infiltracin sovitica, mediante
restricciones jurdicas que sealen virtuales lmites a la discrepancia cvica, y pro
tejan el sistema democrtico como forma
permanente de vida.
No cabe duda de que la subsistencia
de nuestra Nacin exige inclinarse por la
ltima opcin. Lo ocurrido durante el
trienio 1970-1973 es prueba del error
suicida que significa legitimar jurdica y
polticamente aquellas doctrinas quecontravienen y destruyen la mdula mis
ma de a comunidad nacional y propugnan ei enfrentamiento fratricida sin
detenerse siquiera ante la posibilidad de
la guerra civil.
Desde el momento mismo en que tales
doctrinas logran imponerse, queda des
truida la democracia, como nos sucedi
entre los aos indicados.
Es desde todo punto de vista imposi
ble que coexistan en el seno de una mis
ma comunidad dos concepciones intrnsecamente antagnicas, como ocurrira
de permitirse la actividad legal, dentro de
una democracia, de corrientes totalita
rias, pues stas, fatalmente, llevan a la
destruccin de la primera.
Limitaciones o tendencias extremas y diferencia con los totalitarismos
Fijar limitaciones jurdicas a las ten
dencias extremas no lleva envuelto,como pretenden mostrarlo algunos, re
caer en el vicio totalitario que deseamos
evitar. El comunismo sovitico, maestro
en corroer a la sociedad democrtica tra
dicional, presenta al mundo como fascis
tas y contrarios a la libertad a aquellos
Gobiernos que pretenden protegerse de
su agresin.
Sin embargo, lo cierto es que existe
una profunda y significativa diferenciaentre la democracia protegida y los tota
litarismos, pues mientras los segundos
eliminan sistemticamente los derechos
esenciales del hombre, la democracia mo
derna que propiciamos procura, precisa
mente, defender por todos os medios le
gtimos esos derechos, sealando ios tr
minos dentro de los cuales puede desenvolverse la discrepancia, sin pe rm itirq ue
se abuse de ella para luego eliminarla.
De all se aprecia que una democracia
moderna ser tanto ms perfecta, cuanto
ms eficaces sean los recursos de que est
dotada para subsistir. Esto no es aplica
ble para aquella etapa en que la tenden
cia totalitaria ya ha conseguido controlar
el poder poltico, pues entonces es muy
tarde. Por eso es necesario combatirla
desde mucho antes, a efectos de que, al
no ser tolerada o legalizada ingenua
mente su accin, se prevenga o dificulte
con ello su infiltracin en todas las esferas de la vida social.
Debe comprenderse que estas lim ita
ciones previenen igualmente la accin de
aquellos sectores democrticos que, va
namente, pretenden competir con los to
talitarismos en una carrera demaggica
que est perdida por anticipado.
Eficacia de proscribir al marxism o de
la vida cvica
Evidentemente, los lmites impuestos
no bastan por s solos para contener la
agresin totalitaria. Por ello no significa
que sean superfiuos.
El marxismo sovitico, la ms peligro
sa amenaza de nuestro tiempo, reacciona
con virulencia cuando se le proscribe le
galmente en algn pas, con lo que de
muestra que, como es obvio, sus activida
des y propsitos pueden cumplirse msfcil y rpidamente all donde est en
condiciones de actuar sin impedimentos
a la luz del d a, y no donde se ve forzado
a actuar al margen de la ley.
Adems, cuando se le reconoce como
partido poltico, pasa a constituir una al
ternativa vlida, capaz de llegar al poder
por la va democrtica, como nos suce
di en el ao 1970.
Por otra, parte, nadie podra sostenerque la clandestinidad es ms favorable
que la legalidad para el desarrollo de una
determinada accin. De all ios incansa
bles esfuerzos que el tota lita rism o lleva a
cabo para retornar a la tolerancia legal,
donde quiera se le proscribe, y la abun
dancia de promesas con que seduce a
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quienes sostienen, con ingenuo y acad
mico purismo, que con la clsica demo
cracia basta para salvar la vida democrti
ca, borrando de sus mentes hechos re
cientes de la vida actual, que hablan pors solos.
Democracia vigorosa para autoprotegerse
Por eso, la institucionalidad renovada
propone mecanismos jurdicos, cuyo fin
es proteger en la mayor medida posible
el sistema democrtico. Democracia pro
tegida no debe entenderse en el sentido
de estar sujeta a tute la externa alguna, |
sino a la inversa, como aquella dotadadel vigor suficiente para sobrevivir gra
cias a los recursos propios de que est
provista. i
El t rm ino de fine a un sistema de au- !
toridad firme e impersonal, verdadera- j
mente pa rticipativo, en contraposicin a
los antiguos mtodos de Gobierno por
pequeos grupos partidistas, hermticos
y alejados de las necesidades reales de la
poblacin.
La proteccin de a democracia no en-
vuelve slo el resguardo de las institucio
nes libertarias del Estado, del Gobierno y
de! cuerpo social. Hay algo ms, que se
impone en la realidad actual y que com
probamos ha llegado a ser un deber ine
ludible del Estado; proteger debidamente
la seguridad de las personas.
La seguridad amenazada por (a
subversin y el terrorismo
Es un hecho que nternacionaimente
se promueve hoy en da la subversin en
los regmenes del mundo libre, de mane
ra cuidadosamente organizada y planifi
cada, y con miras ai mayor provecho de
las aspiraciones hegemnicas soviticas. ]
En ese contexto, el terrorismo, en sus j
manifestaciones ms brbaras e inhuma
nas, es un instrumento de uso habitual,
frente al cual no es posible permanecerindecisos o inactivos. No tomar medidas
preventivas frente a esta agresin soviti
ca constituira, por omisin, violar grave
mente los derechos humanos ms esen
ciales.
Bajo la vigencia de la Carta de 1925 y
de la legislacin dictada segn sus postu
lados, qued en evidencia que los reg
menes de excepcin o emergencia ju r d i
ca mostraban en la prctica ser insuficientes frente al incremento creciente de
las tcticas y tcnicas terroristas, lo. que
i lev ai desbo rdam iento inev itable de las
normas en vigo r, situacin que en el fu
turo sistema se procura esclarecer con ni
tidez, facultando a las autoridades en
forma adecuada para hacer frente con
eficacia a esa amenaza permanente.
El carcter de particular salvajismo y
peligrosidad para cada persona que revis
te el acto terrorista hace que deba juzgrsele con el ms severo rigor y sancionr
sele con las ms duras penas.
Pero la estabilidad democrtica no s
lo tiene en el totalitarismo, el estatismo
y e terrorismo sus enemigos principales.
El progreso econmico y social:objetivo de la democracia
Amenaza no menor representan para
ella las condiciones.que entorpezcan o
impidan para todos los connacionales el
acceso a ia posibilidad de una vida prs
pera y en justicia.
Respecto al bienestar espiritual y ma
terial, las consideraciones precedentes en
torno a la libertad y al derecho de pro
piedad son orientacin suficiente dentro
del marco de esta exposicin.
E l. concepto, de justicia , en camb io,
nos remite a un examen genrico de loque ha de ser la organizacin de los po
deres dei Estado, y que en la do ctrina
moderna se conciben en forma ms rea
lista, como as diversas func iones que el
Estado debe cumplir, por medio de rga
nos tambin diferentes. La norma cons
titucional determinar las relaciones re
cprocas entre ellos, atend iendo a su
adecuado equilibrio.
Gobierno y Parlamento en la nuevainstitucionalidad
Bajo este enfoque , resulta posible u ti
lizar los trminos de Gobierno y Parla
mento, en reemplazo de Poder Ejecutivo
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y Legis lativo, ya que quien dirige al Estado es su Gobierno, direccin pol tica que
se traduce substancialmente en la fun
cin legislativa.Esto es as en ios hechos desde hace
mucho, habindose desplazado el centro
principal de accin legislativa desde el
Parlamento al Gobierno, realidad innegable en la Constitucin de 1925, segn su
formulacin original, reforzada por el ca
tegrico incremento de facultades legisla
tivas que entregaron al Jefe del Estadolas reformas de 1943 y 1970, a travs de
la ampliacin del mbito de materias cu
ya iniciativa legislativa le correspondade modo exclusivo y excluyente.
Baste recordar que, adicionalmente,
los mecanismos de urgencia en el despacho, control de la Tabla, convocatoria alegislatura extraordinaria, participacinen el debate a travs de sus Ministros,con uso preferente de la palabra y los
sistemas de veto,.constituan al Presiden
te de la Repblica en una autoridad confacultades muy superiores a as de un
simple colegislador, pese a las protestas
de quienes deseaban conservar intactas
las concepciones tericas del siglo X V i 11.
Realidad actual exige fortalecer a losGobiernos
En nuestro tiempo, el gobernar es una
funcin progresivamente ms tcnica y
compleja, exigiendo la coherencia slo
alcanzable en el seno de un Gobierno,mas no en la diversidad mltiple de unaasamblea parlamentaria.
Una mirada a la presente realidadmundial muestra que en aquellos pases
donde la funcin de gobernar no est radicada primordialmente en la autoridad
del rgano gubernativo propiamente tal,
y se diluye en las controversias de unaasamblea, sobreviene ei estagnamiento y
el retroceso, cuando no el caos o un estallido revolucionario.
Por tal motivo, la nueva institucionali-dad chilena prev un firme fortalecimien
to del presidencialismo. Los crticostradicionales querrn ver en esto ocultos
propsitos personalistas.No creo necesario detenerme a consi
derar imputaciones de esta ndole, pues
la labor constituciona l a que nos encon
tramos abocados mira hacia el futuro du
radero y estable de Chile, sin descender a
motivos transitorios y fugaces.Debo, eso s, subrayar que en esa orga
nizacin nueva, el Estado no ser ms un
mecanismo neutro, susceptible de ser uti-Iizado indistintamente por cualquier
combinacin de mayoras o minoras cir
cunstanciales, sino que estaremos frentea un Estado que, en s mismo, y sin
abandonar su rol subsidiario, involucrar
una definida concepcin humanista del
mundo.
Contrapesos adecuados al poderpresidencial
Esclarecido este aspecto sin dejar lugar
a dudas, cabe aadir que, sealadas las
facultades parlamentarias, la nueva insti-
tucionalidad deber contemplar otros
factores de contrapeso y ponderacinfrente a las facultades presidenciales, cu
yo,.estudio, est entregado a .instancias decarcter tcnico que impiden su examen
en esta ocasin.No obstante, debe destacarse e,| nece
sario fortalecimiento de la independencia
de los Tribunales de Justicia,, elevando anivel constitucional su facultad de impe
rio respecto a sus fallos, y otras disposi
ciones tendientes a impedir que la autoridad simplemente administrativa pueda,
en un momento dado, eludir o entrabarel expedito ejercicio de sus atribuciones
privativas.
Freno a la demagogia
No podra darse trmino a una enume
racin de los adversarios principales de la
democracia, sin referirse al fenmeno de
la demagogia, uno de los vicios de ms
fcil surgimiento y rpida propagacin.A este respecto, advertimos una frecuente propensin a ella por parte de
quien desea asumir responsabilidades pblicas superiores, vicio que se incrementa en proporcin directa al cargo a que se
aspira. Con ello se llega a un fomentomasivo de anhelos irrealizables.
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La norma constitucional debe prever
mecanismos jurdicos objetivos que frenen la inclinacin a un eventual deslizamiento hacia la demagogia.
Por ello hablamos de una democraciatecnificada, caracterstica que aparece
como la ms adecuada para impedir la
demagogia. No debe comprenderse como
un esquema que Hevea la mecanizacinde la vida humana.
Rechazo al libertinaje periodstico
Por el contrario, se pretende con ello
impedir, precisamente, que los valores
del humanismo sean aniquilados, porejemplo, por un completo libertinaje de
ios medios de comunicacin social, de
modo que pudieran stos transformarse
en un vehculo de degradacin progresivadel nivel tico e intelectual de la comun i
dad.
Vocacin de servicio pblico
Desde otra perspectiva, la tecnifica-
cn de las funciones de Gobierno contri
buir a evitar que accedan a ellas indivi
duos desprovistos de otra calificacinque e! respaldo de uno u otro partido,
monopolizador de ias vas de relacin entre la comunidad y el Gobierno.
Buscamos el medio para que, a travssuyo, se produzca una seleccin de aque
llas personas en [as que concurran unaautntica vocacin de servicio pblico
con la idoneidad y preparacin que iacomunidad tiene derecho a exigir de
aquellos a quienes encomiende la respon
sabilidad de la conduccin superior delGobierno.
Adentrndose hacia un plano an ms
de fondo, el real'sentido de la tecnfica-cin como elemento de la democraciaaparece cuando se distingue entre aque
llas decisiones que, por su naturaleza,
son de carcter pblico, como por ejem
plo las relativas a la defensa y la justicia,de aquellas otras decisiones que pertene
cen al mbito de lo individual.
En estas ltimas, la preservacin de la
libertad exige que el Estado no interven
ga ms all del mnimo indispensable, en
caso de que no sea factible su entera abstencin.
Tecni ficaci n de las determinaciones
polticas
En cuanto a las decisiones pblicas,
deben considerarse sus aspectos evaluati-vos y sus aspectos tcnicos. Las decisiones evaluativas o valorativas son polticas, y han de tener lugar en una instancia
po ltica. Las decisiones tcnicas, en cambio, han de atenerse a juicios positivos ocientficos.
Ahora bien, tecnificacin significa,precisamente, que la ejecucin de las de
cisiones polticas se haga a travs de losmedios tcnicamente idneos, pues ennada fortalece a la democracia el que las
razones tcnicas se vean pospuestas por
argumentos ideolgicos.
Campaa internacional contra unEstado que abandona la neutralidaddoctrinaria
Al dar t rm ino a esta sinttica visin
de los principios fundamentales que ri
gen la accin del Gobierno, y se propo
nen como fundamentos de la nueva insti
tuciona l idad, y siendo ellos tan claramente lgicos, tan verdaderamente hu
manistas en su inspiracin y propsito,
cabe preguntarse cul es el motivo por
el que hemos debido enfrentar una gigan
tesca campaa internacional de hostili
dad y de desprestigio, llevada hasta ex
tremos inconcebibles, que sorprende porsu desproporcin a cualquier analista ob
je tivo de los hechos?
Variadas son las causas que concurren
a explicar este fenmeno. Sin embargo,hay una razn medular, a cuya luz serevela el origen de la mayor parte de sus
manifestaciones.
Ella es la slida definicin doctrinariaque el Gobierno y el Estado de Chile asumieron el 11 de Septiembre de 1973,
que ha mantenido y defendido invaria
blemente desde entonces, y en cuyo res
guardo no cejaremos jams.
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Derrota del marxismo exige vencerlo ensu dimensin moral
La doctrina marxista sovitica no pue
de ser vencida por la simple exclusin de
sus agrupaciones polticas, como tampo
co neutralizarse a travs de ingenuos
compromisos.
Slo puede ser derrotada sobre la base
de una vigorosa postura doctrinaria, es
tructurada por valores esencialmente
opuestos a los suyos, que son, precisa
mente, aquellos que propugnamos, cua
les son nuestra concepcin humanista de
la vida, impregnada de sentido nacionaly cristiano.
Para comprender lo anterior, debe te
nerse presente que el marxismo no se ex
plica por la sola conjuncin de proble
mas o injusticias econmico-sociales, lasque, si bien constituyen, por cierto, un
medio ambiente favorable para su propa
gacin, no dan razn de su xito en la
penetracin de los sectores de mayor cul
tura e ingresos en muchos pases, sin ex
cluir a aquellos de ms alto desarrollo.Tampoco sera suficiente para esclarecer
la infiltracin de otros sectores donde no
concurren situaciones de extrema mise
ria.
A la inversa, tampoco podra en ten
derse la reaccin antimarxista de muchos
miles de personas que padecen lim ita cio
nes materiales y otras derivadas del sub-
desarrolio.
Planteadas tales interrogantes, es evidente que no puede reducirse el proble
ma en anlisis solamente al plano de lo
econmico-social, siendo indispensable
considerarlo en su dimensin moral, en
cuanto doctrina intrnsecamente perver
sa, esto es, atentatoria contra los valores
ms esenciales de la persona.
El marxismo como instrumento delimperialismo sovitico
Llevado esto al terreno prctico, ad
vertimos que, a escala mundial, la ideo
loga marxista se traduce en una agresin
permanente, puesta al servicio del impe
rialismo sovitico. Esta agresin no reco
noce frontera en parte alguna del globo,
como es natural que ocurra, en cuanto
ningn sentido tienen para ella los con
ceptos de justicia, derecho, libertad o
Nacin.
Guerra no convencional amenaza a losEstados libres
Ella utiliza formas de guerra no con
vencional, para apoderarse de los Estados
desde adentro, empleando simultnea
mente dos tcticas.
Por una parte, la infiltracin de los n
cleos vitales de las sociedades libres, prin
cipalmente los medios de comunicacinsocial, los centros universitarios e inte
lectuales, las iglesias, los sindicatos y los
organismos internacionales. Paralelamen
te, el fomento en esas mismas sociedades
de todos los medios cosibles del desor
den.
Es as como observamos la agitacin
callejera, las presiones demaggicas e in
flacionarias, las huelgas intermitentes, el
fomento de las drogas, la pornografa yla destruccin del concepto de familia.
Todo ello, unido al odio sistemtico
de clases y a la propagacin brutal del
terrorismo, conduce al debilitamiento de
Jas sociedades no controladas por el im
perialismo sovitico, siempre presto a
caer sobre ellas en el mom ento apro piado, en su incontrolable codicia hegem-
nica.
Opcin doc trinaria entretotalitarismo y libertad
Enfrentado al dilema real de nuestrotiempo, la opcin entre el totalitarismo
bajo control sovitico y la libertad, el
Gobierno chileno ha optado resuelta
mente por esta ltima.Resulta as comprensible que la Unin
Sovitica despliegue todos sus esfuerzos,
en todos los terrenos, para procurar ladestruccin del sistema que, soberana
mente, nuestro pas est construyendo .
Ello nos explica por qu motivo no se
produce el mismo encarnizam iento en
contra de otros pases, donde tambin
existen Gobiernos adversos al marxismo.
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Motivos por los cuales arreciar laagresin sovitica
Nuestro positivo progreso, nuestroxito, la consolidacin de un rgimen
autnticamente libertario, significan para
ella, desde luego, la destruccin de un
mito ampliamente difundido, cual es el
de su presunto podero y esa capacidad
invencible con que consigue atemorizar a
muchos espritus vacilantes.
Asimismo, un rgimen en el que sea
posible disfrutar verdaderamente del or
den, la justicia, la libertad y prosperidad,
constituye, por su propia existencia, undesafo intolerable para esa superpoten-
cia, ms an por cuanto proviene de un
pas pequeo, cuyo bienestar slo puede
alcanzarse a travs del ms constante y
duro esfuerzo.
As, aun cuando nunca hemos preten
dido proyectar nuestra experiencia y vi
vencia ms ail de nuestras fron teras, es
inaceptable para la mentalidad totalitaria
el que pueda subsistir y florecer un pas
que contraviene todos y cada uno de suspostulados dogmticos.
Nuestro avance innegable aviva su irri
tacin, de la que no podemos esperar
concesiones ni treguas de ninguna espe
cie. No podramos contrarrestar su agre
sin si flaqueramos en el combate doc
trinario o en el combate directo contra la
subversin permanente.
Razones del ataque que recibimos
desde ciertas democracias
Su profunda infiltracin, ya referida,
en los diversos mbitos del mundo occi
dental, explica tambin buena parte de
las reacciones negativas que a ll se han
suscitado.
En este caso, cabe mencionar, adems,
la adhesin emocional de muchos secto
res a las frmulas tradicionales de la de
mocracia, cuya teora cristaliz en diver
sos regmenes occidentales hace ms deun siglo y medio.
No nos corresponde formular juiciosrespecto de su efectivo funcionamiento
en dichos pases en nuestrosdas, pero s
tenemos el derecho soberano, como Na
cin independiente, a reivindicar para
Chile la facultad de decidir libremente el
rgimen de organizacin social que a s
mismo quiera darse.
Bases de una poltica exteriorpragmtica
Los dos principios antes enunciados,
reafirmacin de la soberana nacional y
no intervencin en asuntos propios de
otros Estados, cuyo derecho de autode
terminacin reconocemos y respetamos,
constituyen pilares fundamentales de la
respuesta chilena a la agresin internacional, expresada en una poltica externa
que se caracteriza por su irrestricto ape
go a las normas del Derecho.
Dentro de ese marco, el Gobierno ha
buscado el acercamiento y la mantencin
de las mejores relaciones posibles con to
dos aquellos Estados que, como Chile, se
atengan a estos principios.
Nuestro enfrentamiento internacional
al bloque sovitico responde a la defensa
propia de quien se ve amagado en su existencia misma, por cuanto dicho bloque
desconoce el respeto a tales valores a lo
menos a nuestro respecto en form a evi
dente.
Hecha esta salvedad, debemos recor
dar que no ha sido jams nuestra inten
cin asumir actitudes de liderazgo polti
co o moral, ni pretendido dar lecciones
basadas en una respuesta que nos es pro
pia y nica, que brota de nuestro ser na
cional.As, nuestras relaciones exterio res se
orientan con sereno pragmatismo a la
convivencia en paz con todos aquellos
que no intenten atropellar nuestra sobe
rana. No nos detenemos a cuestionar sus
posturas ideolgicas, en la medida en que
no aspiren a imponrnoslas.
Tenemos perfecta conciencia de que el
actual es un mundo de creciente inter
dependencia, con todo cuanto ello impli
ca en consecuencias positivas y negativas.Hemos postulado un sano nacionalis
mo, consciente e inserto en la universali
dad que conforma el conjunto de los de
ms pases del orbe. Al definirnos como
nacionalistas, no es nuestro nimo situar
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nos en una posicin de superioridad res
pecto de otros Estados, sino subrayar
que poseemos legtimamente una natura
leza diferente, que somos una Nacin
con caractersticas propias, que se tradu
cen en un modo de ser homogneo, his
trica, tnica y culturaimente.En un plano contingente, la poltica
exterior chilena defiende la paz, de tai
manera que, sin abdicar su soberana, se
ha mantenido vigilante y serena ante va
riadas provocaciones.
Injusticia de la campaa exterior contra
Chile
En el campo de los derechos humanos,
la campaa de propaganda a todo nivel
nos ha im putado hechos ajenos a toda
realidad, magnificando hasta dimensio
nes inverosmiles las consecuencias ine
vitables del enfrentam iento v iolen to a
que nos llev, contra nuestra voluntad, la
tentativa totalitaria que culminara el
ao 1973.
Hemos dado muestra de una mesuraque contrasta, en primer trmino con el
destino que, sin lugar a duda alguna, ha
bran corrido los sectores democrticos
de este pas si los propsitos soviticos se
hubiesen cumplido y, en segundo lugar,
con las realidades que diariamente estn
sufriendo aquellos pueblos que caen den
tro de su rbita.Podramos extendernos largamente en
una comparacin entre lo ocurrido en
nuestro pas donde un rpido procesonormalizador condujo, pasando por la li
beracin de todos los detenidos polti
cos, hasta una amplia Ley de Amnista,cuya vigencia data ya de un ao y los
horribles excesos que a diario tenemos
noticia de otros lugares del mundo.
Entrego este juicio a la honestidad decada chileno y de cada observador objeti
vo, en la seguridad que, en lo ntimo de
sus conciencias, llegan a conclusiones
mu y diferentes a aquellas que, por moti
vos polticos que no puede ocultar, ex
pres la Comisin Ad Hoc de las Nacio
nes Unidas.La verdad sobre Chile se abr paso da
a da por s sola, en cualquier lugar don
de se examine con objetividad e impar
cialidad lo acontecido.
Ese examen mostrar un avance ince
sante hacia la concrecin de los princi
pios orientadores de la accin gubernati
va, desde su comienzo mismo.
Las bases de una Gran Nacin
La ambiciosa pero legtima meta de
hacer de Chile una Gran Nacin presupo
ne un orden poltico que garantice la li
bertad, sin la cual no hay dignidad posi
ble. Igualmente, su ordenamiento social
debe promover la justicia, de manera quesus integrantes puedan satisfacer sus ne
cesidades bsicas, por medio de una retribucin equitativa del mrito y del esfuer
zo de cada persona, brindando igualdad
de oportunidades.
Ser grande aquella Nacin que consi
ga conjugar equilibradamente estos fac
tores.
Cuando ello se logra, y se atribuye sureal valor a la eficiencia econmica, en
vez de dejarse cegar por los dogmas, esaNacin tiene abiertas las posibilidades de
verdadero progreso.
Plan Econmico y Plan Laboral
Tales son los elementos que se han te
nido en consideracin para estructurar el
Plan Laboral, respuesta moderna y crea
dora a los requerimientos de nuestra po
ca y circunstancias.
Crticos superficiales o polticamenteinteresados han reprobado cidamente
este Plan, acusndolo de sometimiento al
Plan Econmico que sigue nuestro pas.
Olvidan intencionadamente que dicho
Plan Econmico es el que ha permitido,
por ejemplo, entre otros benficos efec
tos, contener la inflacin, incrementar
as exportaciones e importaciones, o res
catar a nuestra Patria de la ignominiosa
situacin de cesacin de pagos de sus
deudas.
Ese Plan conduce, directamente, al
mayor bienestar de todos los chilenos, en
particular de aquellos sectores laborales
antes ms postergados, a travs del innegable crecimiento econmico.
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Es efectivo que subsisten problemas
que an deben enfrentarse, pero ellos
son consecuencia directa de la postracin
tota ! a que nos llev 1a po litiq uer a ante
rior, y que culmin con los 1.000 das,
donde en su irracional afn de arrasarlo
todo, quise constituir una utopa sobre
ruinas.
En menos de un sexenio, hostilizado
desde todos los frentes, nuestro Gobier
no ha sido capaz, sin embargo, de echar
as bases para un desarrollo cuyos benefi
cios iniciales ya pueden percibirse en for
ma evidente.
Chile: Estado humanista, nacional y cristiano
Una visin global de la realidad nacio
nal no puede o m iti r una referencia a la
posicin de lo religioso en la nueva insti
tuciona l idad.La Declaracin de Principios es expl
cita en este punto, al sealar que "en
consideracin a la tradicin patria y al
pensamiento de la inmensa mayora de
nuestro pueblo, el Gobierno de Chile respeta la concepcin cristiana sobre el
hombre y la sociedad".
De all el concepto del hombre como
ser dotado de espiritualidad, con todas
fas connotaciones del ms alto nivel doctrinario y jurdico que ello envuelve.
Consecuentemente, al autodefinirse
como Estado nacionalista, humanista y
cristiano, Chile se pronuncia rotunda
mente incompatible con el materialismo,
pues no es posible defender tales princi
pios sin combatir a ste, enemigo total
de esos valores y de las bases mismas de
la civilizacin occidental y cristiana.
Antimarxismo m il i tan te
A l apro ximarn os ai t rm ino del siglo
XX, enfrentados a la expansin gigantesca del ma rxismo sovi tico, sera anacr
nico o ciego querer preservar los funda
mentos libertarios y cristianos de Chile,
y sostener al mismo tiem po que no es
indispensable actuar combativamente
contra aqul, que constituye una desfigu
racin consciente, metdica e integral de
cada uno de los principios cristianos.
Plena libertad religiosa
En modo alguno significa esto que lanueva institucionalidad propugne la into
lerancia religiosa o el sectarismo.
El Acta Constitucional N 3 categri
camente asegura a todas las personas la
libertad de conciencia, la manifestacin
de todas las creencias y el ejercicio libre
de todos los cultos que no se opongan a
la moral, a las buenas costumbres o al
orden pblico, honrando as una largatradicin de tolerancia, que ha permitido
a muchas generaciones de las ms varia
das confesiones, entregar un aporte til
al desenvolvimiento de Chile.
Sin embargo, preciso es tener concien-
ca que todas las creencias por igual se
ven amenazadas de desaparecer por el
marxismo, que se autoerige en una pseu-
dorreiigin tan pronto controla el poder
total.
Metas y evolucin permanente en vezde plazos taxativos
Al finalizar este sin t tico examen de la
evolucin chilena, debemos reiterar que
nunca hemos fijado plazos taxativos.Si en alguna oportunidad se han men
cionado, ellos tienen carcter tentativo yestn condicionados al cumplimiento de
metas u objetivos. Ello, porque la laborarealizar es profunda e involucra un cam
bio en la mentalidad oprimida y ahogada
del cuerpo social.
Hemos iniciado una etapa nueva en el
destino nacional, dando paso al potencial
de generaciones jvenes, capaces de desarrollar y personificar hbitos cvicos re
novados formados en el valor del esfuer
zo y de la creacin personal.
No se postula perpetuacin militar enel poder
Nunca se pos tul la perpetuacin m ili
tar en el poder poltico, pero no quere
mos que renazcan los mismos vicios que
hemos tratado de superar. Por ello, no
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entregaremos el destino de Chile a la in-certidumbre y al peligro totalitario.
El marxismo sovitico no comete dos
veces los mismos errores, y s permitisemos su reimplantacin, estaramos aban
donando a la tirana a las generaciones
venideras.Por tan fundadas razones es que pro
pugnamos las limitaciones jurdicas a la
discrepancia en el esquema democrtico
antes aludido .Por igual motivo combatimos y com
batiremos el terrorismo y la subversin,
sin tregua, en todos los casos y en todas
las formas.
Fundamentos y sentido de unatransicin sin elecciones polticas
Es tan grande y grave el peligro permanente, que no entendemos terminada
nuestra misin y nuestro deber con la
sola dictacin de una nueva Constitu
cin, por elevada que sea la perfeccin
tcnica de sus normas.Velaremos por su expedita puesta envigencia y funcionamiento.
Resguardaremos la consolidacin de lanueva institucionalidad durante un perodo breve pero suficiente, hasta verifi
car que, dentro de lo previsible, ella sea
slida y fuerte, para contrarrestar el ataque totalitario.
Tal es el sentido del perodo de transicin, enlazar con fluidez ei actual Go
bierno con aquel que regir Chile en fo rma definitiva, como expresin de la nueva
institucionalidad democrtica con queculminar la obra del rgimen surgido dei11 de Septiembre de 1973.
La Nacin no puede permitirse la
apertura precipitada a elecciones polticas, para las cuales an no est preparada. No se cierran todava completamente
las hondas heridas producidas por el mar
xismo, y que ste y sus instrumentos seesfuerzan por mantener abiertas tantocomo sea posible.
Frente a sus poderosos recursos, una
pugna eleccionaria por el poder slo nos
debilitara, facilitando su retorno.
La sociedad chilena necesita tiempo
para la profunda transformacin polti
ca, social y econmica, sin la cual su desarrollo integral no ser posible. Se'que
estas palabras van a ser tergiversadas por
ios polticos habituales y ms de algunobuscar crear situaciones difciles para el
Gobierno. Pero estamos preparados para
enfrentarlos y para continuar el camino
que nos hemos trazado.Es desde todo punto de vista necesario
que exista un efectivo receso poltico,
para lograr que el saneamiento econmi
co alcanzado se traduzca en un desarro
llo sostenido, que ofrezca mayor bienes
tar para todos os chilenos, y para que se
afiance en un nuevo modelo social, congruente con a institucional idad de una
sociedad verdaderamente libre.
La etapa de transicin posibilita el
avance gradual, sin estancamientos estriles, sin los quebrantos de un salto brusco. Durante tal perodo deben surgir ydesarrollarse hbitos cvicos renovados ysanos, configurando una tradicin en lasinstituciones polticas que el nuevo es
quema contemple.Pasar abruptamente del rgimen actuala la plenitud democrtica, con genera-,
cin de la autoridad por elecciones, slo
encontrara, como actores aventajados, alos antiguos grupos y partidos polticos,cuya obra fue funesta para Chile.
Nueva generacin civil
No slo debemos crear las nuevas instituciones que favorezcan el progreso
sostenido del pas, tanto espiritual comomaterial. No basta fomentar prcticasque confieran solidez a esas nuevas insti
tuciones. Es igualmente indispensable estim ular el desenvolvimiento de una nue
va generacin civil, impregnada de los re
feridos valores.
Olvidar este aspecto capital ocasionara que, al trmino del rgimen militar,
volviesen ios mismos hombres y partidos
cuyo fracaso exigi la intervencin delas Fuerzas Armadas y sta sera entonces algo efmero, sin races profundas enla evolucin histrica de la Nacin.
El logro de estas metas es el presupuesto de la plena participacin del pue
blo en las futuras decisiones polticas. Si
ellas no se alcanzaren, la recuperacin
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que hoy experimentamos sera fugaz, y
tornara vanos los esfuerzos realizadospor todo el pas en estos aos.
La recapitulacin precedente, aunque
no agota por cierto el anlisis de todosos componentes del nuevo modelo queChile se ha planteado para su desenvolvi
miento futuro, permite una visin global
de sus lineamientos.No es sta la ocasin para detenerse en
el detalle de cada uno de ellos, de suformulacin, aplicacin y proyecciones.
Su estudio imparcial y ecunime, la ob
servacin descarnada de los acontecimientos y la evolucin mundial, mostra
rn que es el camino de progreso, liber
tad y justicia.
Respaldo del pueblo y de la juventud
Se'que mi pueblo me acompaa mayo-
ritariamente en este afn, cuyo nico in
ters es Chile. No es avidez de podero niproteccin de privilegios el celo que nosmueve y la tenacidad con que da a da
enfrentamos los innumerables problemas
que el pas debe superar.Si elevadas son ias metas que nos hemos propuesto, grande es tambin laconfianza en que, unidos, las alcanzaremos, e inconmovible la fe que en Chile y
su pueblo hemos depositado.Especialmente profunda es la seguri
dad que me infunde al observar el entusiasmo, el dinamismo y la creatividadcon que la juventud ha respondido al llamado del futuro, comprendiendo que
nuestra obra de hoy tiene por finalidadsu seguridad de maana, en un pas librey democrtico.
A ustedes, acadmicos, estudiantes,
universitarios en general, incumbe res
ponder a ta privilegiada oportunidad quebrindan tos estudios superiores, cuyo
aprovechamiento les abre vastos camposde accin, al mismo tiempo que altas responsabilidades frente a la comunidad.
Al aceptarlas, estn asumiendo tam
bin el compromiso de laborar, desdehoy mismo, sin descanso, para afianzar
las bases de esta nueva independencia,llevando siempre adelante la obra perenne de hacer y mantener la grandeza deChile.
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1. S. E. es adamado por a dudadana2. Almuerzos escotares: inversin soda para quienes
representan el futuro de Chile.3. El Metro de Santiago: obra del Gobierno Militar.
4. Multitudinaria manifestacin en Santiago
celebrando un nuevo aniversario de! 11 de septiembre.
5. S.E. en el Saln de Honor de la Universidad deChile, acompaado por el Rector, el Ministro deEducacin y otras altas autoridades.
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ucil liUmi iisAA 000 623 704 4
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Divisin Nacionalde Comunicacin Social
ProduccinORBE Publicidad S.A.
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Visin Futura de ChileClA'SE MAGISTRAL DE S E. EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA,GENERAL DE EJERCITO DON AUGUSTO PINOCHET UGARTE, CON MOTIVO DE LA INAUGURACION DEL AO ACADEMICO EN LA UNIVERSIDAD DE CHILE6 DE ABRIL DE 1979.
J h i l e ^ y B r e s i d e n t e . (Pinochet Ugarte)^
isiiiifPs
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