Piedra 222

31
Recuerda: “Del tipo bajo sé muy poco, conozco mejor al tipo alto, tal vez por eso siempre haga comentarios sobre él, en mi imaginación él está animado, veo sus reacciones y sabiendo lo que dijo me es fácil saber cómo lo dijo” Comienzo esto con poco o nada relevante rebotando en mi mente, sólo pensamientos redundantes, todos ellos para mí, intrascendentes. Y es que lo siguiente, debo aclarar para evitar reproches, no es originario de mi cabeza y sus derroches. Esta historia falsa o poco creíble corresponde a uno o más hombres y sus declives. Las locuras aquí presentes en nada me conciernen. No me consideren pues, lo digo realmente, el autor de cualquier idea aquí presente. Sólo estoy siendo por un tiempo un narrador, ¿entienden? Un intento de constructor y por ello disculpas suplico a los verdaderos autores de tales maravillas, las cuales he tomado para dar forma a esta narrativa; narrativa de un hecho que en aquella ocasión me juraron ser cierto y del que usted, si me honra por favor, ya dará su conclusión. Pero informo que una reconstrucción literal de un suceso irrelevante, con ideas ajenas fascinantes, innecesariamente da, advierto, una obra de calidad. Así que ahora es hora, e intentaré empezar. Pero con cuidado de no tropezar, pues la introductiva no es lo mío. No, no cuadra en mí dar un primer paso... Así que sin elegancia, sin táctica propia mas sí en mutua alianza con quien me detalló este asunto y me pidió inadvertidamente que se lo contara a cuanta gente traigo al presente el recuerdo aquel día con gran nitidez; al lado mío había un par de hombres, que tras haberse llamado el uno al otro por su nombre, uno empezó a contar y el otro que estaba distraído o poco atento se vio obligado a escuchar y yo, que amén haberlo hecho, en nada me lamento de haber formado parte de aquella situación, pues de ella he aprendido mucho y es sobre ella lo que le voy a contar, dejando en claro que ni soy narrador, ni nunca antes he escrito nada, y que lo que usted vaya a leer aquí es una historia creada con base a lo que en aquel tiempo oí... así

description

Parte inicial del primer borrador de Santo Estocolmo

Transcript of Piedra 222

NO TODAS LAS PIEDRAS SON DESGRACIADAS, PERO TODAS SON IDOTAS

Recuerda:

Del tipo bajo s muy poco, conozco mejor al tipo alto, tal vez por eso siempre haga comentarios sobre l, en mi imaginacin l est animado, veo sus reacciones y sabiendo lo que dijo me es fcil saber cmo lo dijo

Comienzo esto con poco o nada relevante rebotando en mi mente, slo pensamientos redundantes, todos ellos para m, intrascendentes. Y es que lo siguiente, debo aclarar para evitar reproches, no es originario de mi cabeza y sus derroches. Esta historia falsa o poco creble corresponde a uno o ms hombres y sus declives. Las locuras aqu presentes en nada me conciernen. No me consideren pues, lo digo realmente, el autor de cualquier idea aqu presente. Slo estoy siendo por un tiempo un narrador, entienden? Un intento de constructor y por ello disculpas suplico a los verdaderos autores de tales maravillas, las cuales he tomado para dar forma a esta narrativa; narrativa de un hecho que en aquella ocasin me juraron ser cierto y del que usted, si me honra por favor, ya dar su conclusin. Pero informo que una reconstruccin literal de un suceso irrelevante, con ideas ajenas fascinantes, innecesariamente da, advierto, una obra de calidad.

As que ahora es hora, e intentar empezar. Pero con cuidado de no tropezar, pues la introductiva no es lo mo. No, no cuadra en m dar un primer paso... As que sin elegancia, sin tctica propia mas s en mutua alianza con quien me detall este asunto y me pidi inadvertidamente que se lo contara a cuanta gente traigo al presente el recuerdo aquel da con gran nitidez; al lado mo haba un par de hombres, que tras haberse llamado el uno al otro por su nombre, uno empez a contar y el otro que estaba distrado o poco atento se vio obligado a escuchar y yo, que amn haberlo hecho, en nada me lamento de haber formado parte de aquella situacin, pues de ella he aprendido mucho y es sobre ella lo que le voy a contar, dejando en claro que ni soy narrador, ni nunca antes he escrito nada, y que lo que usted vaya a leer aqu es una historia creada con base a lo que en aquel tiempo o... as que slo le digo, que para entender lo que apenas y entend, necesario es estar atento.

Sentado en su chillante silla, con el libro sobre la mesa y la historia de ste en su cabeza, mi ahora colega empezaba su discurso alegando, conforme lo que pude captar, que aquel ejemplar que con su mirada constantemente penetraba y recorra tena en su interior la ms grandiosa coleccin de datos; apuntes, notas, fechas y antecedentes, todos formando la nica antologa conocida sobre los inolvidables sucesos que corran en cierto lugar hace ya cierto tiempo; - Que me abatan con piedras si eso es verdad! me dije. Y es que yo, por alguna razn que mi memoria ahora ignora, llevaba en aquel momento la actitud del incrdulo y con la ayuda de aquello perd el inters en mis propios asuntos e inconcientemente empec a poner en duda, internndome en ajeno ambiente, todo lo que se trataba en esa charla y fue mi vicio entonces escuchar a aquel hombre y su historia fehaciente:

Una vez ms mi querido hombresote, Por qu me ests siguiendo?

Pos si no lo estoy siguiendo seor. Y le repito otra vez de nueva vuelta; es de que debido a asuntos que uno tiene, tambin uno va pa all.

La larga mano del hombre alto se extendi apuntando desde el suelo haca el horizonte, como un ltigo rompiendo el silencio polvo, su dedo apuntaba al ya cercano pueblo. En cuanto al sol, tena otros asuntos; la Tierra giraba sobre s misma igual que ahora as que l segua su camino hacia otros horizontes, disolviendo su luz en una atmosfera cargada de diminutas motas de polvo... de alguna manera nuestros hombres del camino empedrado caminaban con respecto a un sol esttico. Pero desde la perspectiva del hombre alto era el sol el que se mova... Y de pronto la corta mano del hombre bajo seal otro punto en el universo, un lugar mucho ms cercano y preciso:

Y ese caminito que se ve adelante llega a algn lugar?...Y es que antes de llegar al pueblo, quizs t lo sepas, el camino empedrado se extiende recto sobre las colinas, y a la derecha, la derecha para el que viene, se desprende una vereda que serpentea entre y llega hasta Camino Real.

Aja! respondi el hombre alto, le agradaba sentirse til - Si se va uno por all, derechito, llega uno a Santo Estocolmo sin pasar por el pueblo. Nams que es largo el camino No lo saba ust? Sabes qu - interrumpi-, tienes razn. Te he estado siguiendo desde que te encontr...

Oh pues! Quin lo entiende? Yo no he dicho que ust me est siguiendo mas ust lo ha hecho y ahora acepta que ust ha hecho lo que ust ha dicho que yo he hecho.

Lo siento, sola escuchar ms a mi mente que a las tonteras que la gente me viene diciendo. Pero ahora empiezo a confundirme y no s quin de nosotros dos dice qu, y eso es porque hace tanto que hablaba con alguien. Seguramente estoy perdiendo la costumbre de tener que escuchar slo mis pensamientos... Porque pesar de tu forma de hablar, te empiezo a or ms claramente. As que segn t, qu tan largo es el camino?

No es que uno sepa por experiencia propia, nunca he andado ese camino. Pero hasta a uno le queda bien claro que es harto ms largo un camino que rodea todo un pueblo que uno que lo cruza derechito hasta llegar a Santo Estocolmo.

Ande, ande ust si est seguro de que por all va. Nams que largo es el camino y ya ve ust la hora que es

Yo no s si tipo bajo se sinti asustado al ver la oscuridad en la que se perda el camino, el punto es que aquella. Pero, imagnese, un camino perdido, y l un hombre tan ubicado y firme, y ese lugar ya sin piedras; con el polvo que seca la boca, hierba tostada y puntiaguda, el ruido aquel que se produce al pisarla; y l ahora ansioso de or cualquier cosa excepto sus pisadas. Y as pues, segundos despus, el hombre alto, ya pasada la desviacin a la vereda, segua acompaado del hombre bajo. Por qu? Miedo, o que s yo. Es cualidad del humano que la oscuridad le cause temor. La oscuridad; lo que en ella se puede encontrar, peor an si lo que encuentras es soledad, Diego.

Pero el hombre bajo era un tipo solitario, lo s. Estaba acostumbrado a vagar solo, al menos as lo contemplo yo que en cierta forma lo conozco. Pero aquella vez se rehus a ello, a la soledad de la que ya se haba desacostumbrado... Ja! Pero si hay que estar completamente loco para temer a ese tipo de cosas cosas, O no es as, Diego?

Y habiendo retomado el camino hacia el pueblo; cosa que de cualquier manera hubiera hecho a no ser por el encuentro inoportuno con el parlanchn de casi dos metros de alto, llevando el orgullo bajo por la decisin frustrada, pudo escuchar el cantar de los grillos mientras aceptaba que al menos por una vez en la vida no vale ms estar solo que mal acompaado.

Vaya, vaya, seor le dijeron con alegra-, no me diga ust que le da miedo andar solo. Figrese, hora, ust me est siguiendo a m.

Por ms molesto que sea escucharte no desviar mi camino.

Si tan latoso soy, tanto ms cobarde es ust.

Qu estabas diciendo de esas desgraciadas piedras?

Otra vez con eso? Pero si lo digo de verdad, va usted a tener que creerme, Diego. Algo all atrs les haba golpeado la cabeza, enormes piedras, tan suaves como como una esponja, como para no dejar rastro del golpe. No, no es un golpe que salte a la vista. Pero eso s, aquellas eran cierto tipo de piedras. Tal vez a usted y a m alguna vez sin darnos cuenta nos han golpeado con ellas en la cabeza. Hablando de eso, o decir a alguien una vez: no todas las piedras son iguales... Y es gracioso porque me viene a la mente ahora, no s usted si lo haya pensado alguna vez pero dgame si no es curioso que no existan, al menos en mi experiencia, dos piedras exactamente iguales. Ya sabe, que tengan la misma forma... No, no hay piedras iguales y ya ve que se dice tambin que todas tienen la misma forma, s, forma de piedra. Eh? Qu no le hizo gracia? Pero si no tena que hacerle gracia.

Sea como sea, son ideas mas, pero hablando de piedras el tipo alto tambin tuvo algo que decir:

Qu vivo es ust! dijo, pero no sarcsticamente- Pero las piedras, mi buen seor, bastante feliz han hecho a los hombres de la humanidad. No mal recuerdo buena msica con temtica de piedras, piedras rodantes en mtaforas; metforas corrigi aquella ltima palabra musitando - Tambin hay de las que se le atraviesan a uno en el camino. Piedras que vuelan o que dan vida pasiempre, piedras en libros...

Piedras como pisapapeles, piedras en el ro, piedras en el rin...

ndele, ndele, ya capt ust seor... y al notar el alto lo dicho por el otro frunci su rostro y dijo:- Piedras en el rin?, esas no hacen feliz a nadie. Lamento en mucho no estar de acuerdo con sus opiniones, pero no, no hacen feliz a nadie.

Ya lo vez, incluso las piedras nos hacen infelices. T mismo te has contradicho.

Yo no me he contradecido! Yo, a m mismo? Disclpeme ust mi buen seor, no es que uno tenga problema con los contradichos, pero ust me ha entendido mal; continu el hombre alto y enredado en las palabras se dio la razn: Bien es sabido, mi estimado seor, que los clculos renales son guijarritos que se forman en la bolsa de la orina junto con el agua de rin. As que puede que tenga ust razn; pero piedras, piedras... ansina; as, digo, como stas... no son, por tanto no entran en mi clasificacin de piedras agraciadas.

Me da lo mismo tu clasificacin, slo s que esas piedras de rin se llaman clculos renales y etimolgicamente

Hombre! Verdaderamente me halaga andar este jodido camino con ust... tamaa palabrita fue una gran bastedad para el hombre alto, obviamente l siempre intentaba hablar lo ms recto y culto posible pero haba tenido un arranque de emocin producida al or aquella palabra; un impulso que justific enseguida- Disculpe que se exprese uno as. Debe ser que se adquiere mala costumbre al no platicar con gente tan respetuosa y culta como ust.

Hablando de quien es o no una cosa u otra cosa; usted sabe que a veces la medida de una cosa est en funcin de la unidad con la que se mide. S me entiende? Pues en la historia escrita en esta obra >>Sobre la mesa el libro (y cervezas) retumb al ser golpeado por la mano extendida del narrador> Y al esto or en aquel momento, me dije para mis adentros: Buena seal? Pero si para darse cuenta no hay que ser tal intelectual, cuando hay desinters hay pocas interrogantes. Est claro que el nmero de dudas es directamente proporcional al inters de los espectantes.> Quines son esos a quienes llama cada quien? Dnde haban estado?, me pregunt. Jams mis odos haban sabido de aquel famoso y memorable suceso del que hablaban, era principalmente por eso, por eso y mi actitud anegable, que yo dudaba>Necesario es, mi querido lector, que haga yo otra vez intervencin, pues es menester en esta ocasin presentarme como mediador ante la insignificante discusin que se desenvuelve en breve entre aquel narrador y su interlocutor, espero pues no causarle una confusin y que no vaya en mucha su ya segura decepcin.

Entonces pues, sentados dos en misma mesa, uno narrador, otro su presa y hasta yo de paso, dan comienzo a una querella, sea porque el colega no contaba una historia muy bella o porque a su no muy atento compaero se le haban agotado las cervezas.

Pero eso no nos importa verdad? en retrica forma pregunt inconsciente el narrador casi omnisciente.

Por qu me lo preguntas? interrumpi irritado el hombre, que deseaba con fervor estar ya ajumado como era su costumbre- que chingaos me importa ya si en tu historia hay piedras del tamao de un meln o estrellas que no lo son, sabes que, ahora ya importa perder el tiempo con t historia.

Como dice usted eso, mi amigo, si incluso este hombre dijo mirndome, A m!, sentado casi a su lado, a lo cual respond asombrado intentando fingir que nada de lo que hasta ahora haba l contado haba yo escuchado, ado, ado y ms ado... disculpe usted si mi recurso literario he desgastado - parece estar atento al avance de la historia, una historia verdica...

No me ofendas con falsos cotorreos, canijo! dijo el de la cerveza vaca, como amn la cecera tena- Pa m que son inventos tuyos todo lo que me has dicho, Va uno a creer que a un seor lo llamen cara de plastilina pata de gallina quien sabe qu! Y sinceramente; vete al carajo, yo quiero beber!

Estimado amigo dijo paciente el narrador, pero conciente de que a quien le hablaba bien podra convertirse en su terror-, as va esta historia, hombre. Me extraa tu actual actitud, camarada, hace un instante te veas interesado en detalles que incluso nadie haba notado y ahora me reprochas a m tu fastidio. Mira amigo continu -, es para m un gran favor el que me haces al escucharme, pero ms favor es el que hago yo para ti pues creme que crnicas como esta deben ser bien valoradas, buen ejemplo es este en el que discutimos sin necesidad alguna, como lo hicieron el tipo alto y el hombre bajo en aquel tiempo...

Cllate pues y me callo!- le quebranto el hilo de ideas el interlocutor a mi ahora colega narrador- Dnde est la cerveza que me dijiste hace un rato?

Qu le dije? Ah, la que le promet... ahora mismo puede pedirla, o bien, usted reljese y me encargar yo de hacerlo... Oye compaero trae ac un par de...!

Bonita forma de comprar la atencin, embriagando a la gente... dominndola por su perdicin.

Oiga buen hombre! aclam el narrador, dirigindose a m- S, usted, he notado que ha estado escuchando mi narracin... Si gusta, y no tiene cosa mejor que hacer, sintese con nosotros. Con confianza buen hombre!.

Y pens: .

As le hice saber a ese folclrico literario que formara parte del pblico que contempla en la imaginacin los escenarios que plasmaban sus palabras al seguro comps de la improvisacin... correccin... realmente no me interesaban sus incoherencias narradas, era de completo atractivo examinar el proceso creativo aunque fuese muy falto de calidad y muy fallido, tampoco estaba yo, un ahora novato mediocre escritor, en posicin de juzgar tales enredos aburridos, pero me causaba morbo y curiosidad ver como en un espiral de contradicciones en cualquier momento caera el contador de espontnea historia lineal. As que tom una silla y sintindome sobre ella reposado acord apresurar el espectculo haciendo la peticin de que retomara el ritmo que llevaba de inmediato... A lo que amablemente asinti, y apunto de continuar, no poda faltar la intervencin del otro interlocutor quien exaltado al or la proposicin de nuestro expositor exigi se siguiera la historia donde se qued, Vaya derecho tena ese brusco hombre de exigir tal cosa cuando el mismo fue el que la interrumpi, en fin pues; que no, lo mo no es la narracin as que mejor escribir lo que dijo el verdadero narrador...

Bien, posase usted cmodo, buen hombre. >>...>...>...>Con un carajo!, tanto esfuerzo para terminar usando ese tonto y gastado atajo. Pudo haber inventado algo mejor, lo juro, yo no pude haberlo hecho peor... musit y tambin el mastuerzo a mi lado musit, solo que en voz alta, duro, al narrador casi atac: No me vengas con... sea que nomas hubieran dicho por favor y ya entraban? Hjole mano, todava ta canijo creerte... glub glub Todava? Me di cuenta que mientras este hombre tuviera con que hacer glub glub como los cerdos, se mantendra controlado, y as sera; acallado, poco a poco su presencia tornose inerte, pero de cuando en cuando de un sobresalto en su mente, que algn pasaje de la historia confundiere, hacia estallar criticas e inconformidades que interrumpan las novedades de aquel narrador ferviente. Yo por mi parte hice mi parte, pues en mi traviesa intencin de hacer caer en contradiccin los eventos de esa historia me hice preguntarle al cuentista si ese tal Israfel era un sabio o simplemente un sofista, ondulatoria respuesta obtuve a mi desinteresada interrogante, pero no tengo porque preocuparme, admit arrogante, pues mi lgica dictaba que con el tiempo la creatividad ira esfumndose y el sentido de la historia terminara desintegrndose.

Ja, ja, ja! Ni sabio ni mucho menos, buen hombre, deb haber dejado bien claro desde el primer momento que ninguno de estos individuos es mas listo que cualquiera de nosotros y que por tanto no comparto ninguna idea o planteamiento con ellos...

>>Arrogante yo?... Arrogante este narrador, arrogante todos los que jugamos a juzgar...! y de repente deje eso de pensar y cambi en un instante a: Es que este hombre en verdad puede estar en desacuerdo con los personajes que acaba de crear? Pues era por m sabido que cualquier mal narrador termina enredndose y reflejndose en algn hroe o cualquier otro sujeto en rededor, pero ahora se que no siempre es as... tambin contradecirse es darse la razn... Segu pues, con la firme esperanza de que esto solo fuera una invencin.

... Pero de cualquier forma, esta es la verdad y no podemos cambiarla, ya vern mas delante de que hablo. Pero eso s, seores, por algo las circunstancias de estos hombres y los sucesos de aquella noche se hicieron pasar a la historia. As que espero que alguna vez si tienen oportunidad cuenten a cuantos puedan los celebres hechos que les estoy a punto de contar.

Entonces luego Israfel les dio la bienvenida, podramos decirlo... as:

Debo pedir una disculpa por tanto rodeo pero vern que era necesario hacerlos entender dijo Israfel tan calmado como si nada hubiese pasado-, bienvenidos a nuestro humilde comit, una vez adentro, segn ciertas reglas, podrn hacer lo que quieran pero nunca olviden que las facilidades no deben hacernos olvidar las cordialidades...

Dicho lo dicho, torci la puerta verde completamente y literalmente se guardo la luz amarilla, que emanaba de un largo pasillo, en el bolsillo. Y caminaron por un tnel ahora obscuro y tan extenso... uno... dos... tres, cuatro, cinco, seis metros y aun faltaba mas; un espiral de metal que descenda de dos a tres metros en unos 20 escalones. Mientras iban a la mitad del pasadizo, el alto alcanzaba a ver como de las paredes, en esa oscuridad, parecan brotar diminutos insectos que danzaban mientras el caminaba, pero el saba que en las letras de viejas hojas arrancadas de libros que tapizaban los muros y el techo, lo saba porque l ya haba estado ah:

Seor, parecen estar de hormigas llenas las paredes, y mire como parece que caminan! Pero solo son letritas de libros y peridico.

S, claro dijo el bajo a su lado, Israfel iba guiando la pequea procesin, el alto pareca rezar al ritmo de las palabras que alcanzaba a ver en el muro y en cuanto al bajo... ese hombre era el penitente sumido en sus muy seguros dolorosos recuerdos.

El hombre bajo tena otra visn a su contorno, estaba en la profundidad, iba perdido en sus pensamientos, iba pensando... >...>...