PHILIPON-Los dones del Espíritu Santo

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7/26/2019 PHILIPON-Los dones del Espíritu Santo http://slidepdf.com/reader/full/philipon-los-dones-del-espiritu-santo 1/389 M. M. Philipon Los Dones del Espíritu Santo Cuarta edición EDICIONES PALABRA Madrid

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    M . M. P h ilipon

    Los Dones delEspritu Santo

    Cuarta edicin

    EDICIONES PALABRAMadrid

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    A LA MADRE DEL VERBO HECHO CARNE

    para que nos obtenga,por mediacin de su Hijo,

    la plenitud del Espritu.

    Cuanto ms de Mara es un alma,ms dcil se muestra al Espritu Santo.

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    De verdadero acontecimiento editorial me atrevo a calificar la

    nueva versin espaola del libro de P. Philipon Los Dones del

    Espritu Santo, tan pulcramente presentado por Ediciones Pala-

    bra.Se trata de una de las mejores obras del insigne dominico fran-

    cs y, desde luego, lo mejor que se ha escrito en nuestro tiempo so-bre los dones del Espritu Santo y su importancia extraordinaria

    en la santificacin de las almas.

    Dos razones fundamentales abonan la rotunda afirmacin que

    acabo de hacer: la profundidad teolgica de la exposicin y la sua-

    ve uncin, transida de experiencia mstica, que rezuman todas sus

    pginas. El P. Philipon no fue solamente un gran telogo perito

    conciliar en representacin oficial de su Orden sino un verdade-ro santo que viva experimentalmente lo que con tanta profundi-

    dad teolgica escriba. Entre otras muchas obras, escribi con

    enorme acierto sobre El sentido de lo eterno, Los sacramentos

    en la vida cristiana, El verdadero rostro de Nuestra Seora,

    La Trinidad en mi vida, En silencio ante Dios, La Iglesia de

    Dios entre los hombres, etc. etc. y sus magnficos estudios sobre

    tres de las ms grandes figuras de la espiritualidad contempor-nea: Santa Teresita de Lisieux, Sor Isabel de la Trinidad y Don

    Columba Marmin. Sobre todo el libro dedicado a exponer la

    doctrina de Sor Isabel de la Trinidad traducido a multitud de

    idiomas es una obra maestra capaz de consagrar para siempre a

    un gran maestro de la espiritualidad cristiana.

    Nacido en Pau en mayo de 1898, el P. Miguel Mara Philipon

    ingres en la Orden Dominicana en 1920 y fue ordenado sacerdoteen 1926. Su vida dominicana se explay en un incansable y fecun-

    do apostolado en la enseanza teolgica, en la promocin de la vi

    www.traditioop.org

    PRESENTACION

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    da espiritual como gran director de almas y en la redaccin de sus

    numerosas y magistrales obras, muchas de las cuales han alcanza-do renombre universal. Los ltimos aos de su vida los dedic elP. Philipon a extraer las riquezas doctrinales del concilio Vaticano

    II en el que, como ya hemos dicho, actu como experto en el seno

    de la Comisin Teolgica. Public varios opsculos sobre el conci-

    lio, pero tena el proyecto de escribir un estudio completo sobre

    La doctrina espiritual del Vaticano II, y otro sobre Santo To-

    ms, maestro de la vida espiritual. La muerte le sorprendi ines-

    peradamente en Mjico el 20 de marzo de 1972, sin poder llevar a

    cabo estos importantes'proyectos.

    Slo me resta, amable lector, invitarte a comenzar a leer el pre-

    cioso libro que tienes en tus manos y a dejarte conducir sin resis-

    tencia por el suave influjo de los dones del Espritu Santo si quie-

    res alcanzar, aunque sea poco a poco, las ms altas cimas de la es-

    piritualidad y perfeccin cristiana.

    F r. A n t o n io Royo M arn , O .P .

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    INTRODUCCION

    E lt r a t a d o de lo s dones del E s p r i t u Sa n t o .NUESTRO GUA: SANTO TOMS DE AQUINO.P lan y m t o d o .

    El tratado de los dones del Espritu Santoiluminalas cimas de la vida espiritual.

    La accin del Espritu Santo domina el mundo. Laverdadera historia de la Iglesia es la de Pentecosts,continuada en las almas. A travs de todos los aconteci-

    mientos de este mundo, Dios persigue su eterno designio:reunir en la unidad de una misma Familia divina a loshombres de todas las razas y de todos los tiempos con-

    figurndoles a imagen de su Hijo".' Es sta una obrade sabidura, de poder y de amor, cuyo Artfice principal

    sigue siendo el Espritu Santo. La Iglesia de Cristo estan slo la humilde servidora de la Divina Trinidad.

    Animada por l Espritu mismo, trabaja con su Maestropara reunir en la unidad a todos los hijos de Dios queestn dispersos".1

    Da y noche, por encima de nuestras agitaciones hu-manas, la indivisible Trinidad est inclinada sobre nues-tras almas para divinizarlas. Dios Padre hasta enva almundo a su Hijo y a su Espritu. Las invisibles misiones del Verbo y del Espritu no cesan de iluminar a la Iglesia

    con la claridad de Dios y de conducirla al ritmo delAmor Eterno. En nuestra propia existencia, es precisoverlo todo en dimensin de Iglesia. Los individuos nocuentan por s mismos. Estamos vinculados en Cristo atodos los hombres como miembros vivos de un mismo cuerpo mstico, no formando ms que uno con El y enl, llamados a constituir con la multitud de los ngeles

    un solo pueblo de Dios. Un mismo Espritu anima a la 121. Rom 8. 29.2. lo 11, 52.

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    Trinidad y a la Iglesia: une al Padre y al Hijo en. la Unidad de una misma beatitud divina; anunci a los

    Patriarcas las divinas promesas; inspir a los profetas;santific a todos los justos del Antiguo Testamento. lanimaba en cada uno de sus actos al Verbo encamado,

    y a su Madre, la Corredentora del mundo. l ayud alos Apstoles y a los discpulos de Jess, como asistea sus sucesores y a los fieles de todos los tiempos, parallevar a cabo, a travs de los duros combates de la Iglesia militante, la obra salvadora de Cristo y edificar la Ciudadde Dios. El soplo multiforme del Espritu se adapta atodos los tiempos y a todos los lugares, a todos los es-tados de la vida, a todos los grados de cultura y civiliza-cin. La infinita variedad de las obras divinas brota deun mismo espritu de amor.

    El estudio de los dones del Espritu Santo debe abor-darse bajo esta luz: no con espritu de escuela, sino en

    clima de Iglesia, con los horizontes de Dios. El disfrutede tales dones no es algo reservado a una seleccin dealmas msticas, sino que su destino es asegurar la sal-vacin de todos los cristianos. Los siete dones se lescomunican a todos los hombres cuando stos son rege-nerados en Cristo por el bautismo. Quien no nacieredel agua y del Espritu no puede entrar en el reino delos cielos."3 El Espritu Santo, que introduce en lasalmas la gracia de una filiacin divina, no las abandonaa s mismas. Las toma a su cuidado e influencia, ponin-dolas bajo la proteccin de toda la Santsima Trinidad.Cada alma es un universo. Dios vela por cada una con

    solicitud mucho mayor que la que tiene por los espaciosinfinitos del cosmos material. Su Espritu las asiste encada uno de sus actos con un auxilio ordinario y cons-

    tante; y, siempre que la salud o la alta perfeccin deellas lo exige, interviene en Persona de una manera especialsima para iluminarlas, guiarlas y encaminarlas hacia

    l. El Espritu Santo acta as ininterrumpidamente encada miembro del cuerpo mstico con miras a su santi-

    ficacin individual y a la edificacin del Cristo total.4 El

    3. lo 3, s.4. Eph A, 13.

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    ritmo y la frecuencia de sus divinas inspiraciones depen-

    den de su Sabidura y de su Providencia. El Espritu esel amo y seor de sus dones. Cuanto ms dciles semuestran las almas a su accin, ms las aproxima l a

    Dios, ms realiza en ellas las maravillas de la gracia yde la gloria. Las operaciones ms elevadas de las TresPersonas divinas en las almas son fruto de los dones delEspritu Santo.

    El trato de los dones del Espritu Santo constituye laclave de la teologa mstica. Los ms grandes maestrosespirituales han puesto siempre muy de relieve este pa-

    pel primordial del Espritu de amor en nuestra vida es-piritual. Ignorar la doctrina de los dones del EsprituSanto es desconocer la accin ms secreta de Dios enla Iglesia. Este tratado de los dones nos proporciona elinstrumento ms poderoso para analizar las profundida-

    des del alma de los santos, y, por contraste, las del dra-ma del pecado. La encclica de Len XIII,Divinum illudmunus, del 9 de Mayo de 1897, haba llamado la atencin

    sobre la accin universal del Espritu Santo en la vidade la Iglesia, de la cual es l el Alma. La renovacinmstica contempornea ha devuelto al tratado de los do-nes del Espritu Santo su verdadero puesto en la espiri-

    tualidad: el primero, en orgnica unin con la prctica de las virtudes, que sigue siendo el autntico efe de todasantidad.

    Pero, dnde encontrar el Maestro espiritual que nosdirija con seguridad en materias tan difciles? El ma-

    gisterio de la Iglesia nos lo indica en la encclica Stu-diorum ducem. Para conseguir una inteligencia honda dela naturaleza de los dones del Espritu Santo, as como de todas las dems cuestiones de la vida espiritual, esnecesario ante todo recurrir a Santo Toms de Aquino,Doctor comn de la Iglesia no solamente en filosofa,en apologtica, en teologa dogmtica y moral, sino tam-bin, advierte Po XI, en teologa asctica y mstica, esdecir en todos los problemas que ataen a la espiri-

    tualidad cristiana. "No es menos eminente Toms en suciencia asctica y mstica. Reduciendo toda la cienciamoral a la teora de las virtudes y de los dones, define

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    excelentemente unas y otros segn las diversas categorasde cristianos, los que quieren vivir atenindose a lasreglas ordinarias y comunes y los que tienden a la

    perfeccin espiritual en su plenitud, en forma de vidaactiva o de vida contemplativa. La extensin del preceptodel amor divino, las leyes del desarrollo de la caridad yde los dones del Espritu Santo que lo acompaan, losdiferentes estados de vida, tales como la vida perfecta,la vida religiosa, la vida apostlica, los caracteres distin-

    tivos de esos estados, su naturaleza y sus valores: paraposeer a fondo estas cuestiones y otras anlogas de lateologa asctica y mstica, se deber recurrir necesa-riamente ante todo al Doctor anglico".*

    Es preciso entender bien esta declaracin del magis-terio de la Iglesia, sin aumentarla ni disminuirla. No setrata de hacer de Santo Toms de Aquino el nico maes-tro de la espiritualidad cristiana. La Iglesia tiene dema-

    siada conciencia de las riquezas de su catolicidad comopara que exalte as a uno solo de sus doctores en detri-mento de los dems. El sitio de un Santo Toms de

    Aquino no est en la lnea de los grandes fundadoresde rdenes o de tos conductores de hombres que han

    sabido comunicar a su innumerable familia espiritual suespritu de santidad. En espiritualidad, como en todo

    lo otro, l sigue siendo un maestro de ciencia y de sabi-dura; pero en este sentido, es necesario reconocer enl, segn las declaraciones del Papa Po XI, al primermaestro de teologa mstica especulativa. Otros le supe

    5. Nec minus nobilitata est eius in asceticis mysticisque scientia.Is enim, universa morum disciplina ad virtutum rationem donorumquerevocata, eamdem vel rationem vel disciplinan) egregie definit provario hominum ordine, sive qui commune institutum secuti, velintvivere, sive qui ad christianam spiritus perfectionem absolutionemquecontendant, iique in duplici vitae genere actuosae et contemplativae.Itaque praeceptum de amore Dei quam late pateat, cantas eique adiuncta dona Sancti Spiritus quomodo crescant, multplices vitae status, ut

    perfectionis, ut religiosorum, ut apostolatus, quid [la esencia, la qui-didad] nter se differant et quae cuiusque natura visque [la naturalezay las propiedades de las cosas], haec et talia asceticae mysticaequetheologiae capita [todos los puntos bsicos de la teologa asctica ymstica] si quis pemosse [conocer a fondo] volet, is Angelicum in

    primis [ante todo] adire Doctorem oportblt (Studiornm ducem, 29de junio, 1923).

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    rarn en potencia de organizacin prctica o en la des-

    cripcin de los estados msticos y de las maravillas dela accin divina en las profundidades del alma. Pero enel anlisis cientfico de la gracia santificante, en laexposicin de las misiones divinas,'fundamento supremode toda la teologa mstica, en el describir la misinredentora de Cristo y la de la Iglesia dentro de la eco-noma de la salvacin en la penetracin de todo el orga-nismo sobrenatural de las virtudes y de los dones del

    Espritu Santo bajo el primado de la caridad, l no tienesemejante. Quien desee penetrar la esencia de las cosasy percibir la verdad en sus ms profundas causas hastala raz, a l debe recurrir ante todo. En estos dominios de la explicacin cientfica y de la sabidura constructiva,l es el primero".

    En la Iglesia de Cristo, cada Doctor, cada santo con-

    serva su fisonoma propia y su misin personal al serviciode todo el cuerpo mstico. Lejos de hacerse sombra unosa otros, se esclarecen mutuamente, expresando cada unoa su manera, los aspectos multiformes de la infinita ple-nitud de la gracia de Cristo. Al lado de una Teresa de

    vila, escrutadora inigualada de las maravillas obradaspor la gracia de Dios en el alma de los santos y maestrade la oracin contemplativa, el Carmelo nos presenta aun San Juan de la Cruz, el doctor mstico de las noches

    y de la unin transformante y, ms cercana a nosotros, auna Teresa de Lisieux, la santa doctora de la infanciaespiritual. Oriente y Occidente parecen rivalizar con dos

    grandes maestros: los destellos dogmticos de un SanCirilo de Alejandra y las intuiciones creadoras del geniode Agustn. Otros doctores seguirn: un San Benito, el

    sabio organizador de la perfeccin monstica; un SanFrancisco de Ass y un Santo Domingo; un San Ignaciode Loyola proporcionando al papado un ejrcito de se-lectos al servicio de la Iglesia militante en sus tareasurgentes y de mayor importancia; un San Francisco deSales llamando al laicado mismo a la santidad ms alta.Y tantos otros! En esta galera tan rica de maestros

    espirituales, Santo Toms de Aquino aparece, con su

    genio didctico, a juicio de la Iglesia misma, como elDoctor comn" al servicio de la espiritualidad cristiana.

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    Tres notas fundamentales caracterizan la doctrinaespiritual de Santo Toms de Aquino: su objetividad

    cientfica, su universalidad y su carcter sapiencial.Ante todo, su objetividad. sta es en l la cualidadbsica, caracterstica de su genio cientfico. Nada deconfidencias personales; ninguna de las revelaciones deestados de alma tan frecuentes en los msticos. No secuida de relatarnos en un "Diario intimo" la historiade su alma, ni de referir las gracias que recibe en laoracin. No pertenece a la edad reflexiva, a aquel s. XVI

    que ver surgir los anlisis interiores de los dos incom-parables maestros del Carmelo. l es un telogo medie-val, vuelto por entero hacia la realidad que le rodea yacostumbrado a descubrir en el universo el libro de lacreacin, que canta la gloria de Dios. l escruta lasesencias eternas, inscritas en el corazn de las cosas yreflejos de las perfecciones de Dios. Escucha al Verbo

    que habla a travs de la Biblia, al Hijo nico del Padre,que viene a revelamos tos misterios envueltos hasta suvenida en la inaccesible luz en que habita Dios", en quese oculta el Dios Trino. Su hermano en la orden domi-nicana, fray Anglico, ha captado perfectamente la acti-tud ms honda de su alma y el sentido de su misindentro de la Iglesia, al representarle, en contraste conel Santo Domingo que suspira al pie de la Cruz, mirando

    tambin l la misma escena del Crucificado con unamirada seca, inmvil, pero escrutadora, como no que-riendo perderse ningn aspecto de la verdad de tan

    suprema revelacin del Amor. No deja que se le tras-luzcan los ntimos sentimientos que experimenta su almade santo: contempla el misterio, y su pluma de escritordescribir despus con transparencia los secretos de Diosen la economa de la salvacin. V e a Dios y habla de

    Dios. Todo lo dems se esfuma. El universo no es a susojos ms que una multiforme proyeccin de Aqul queEs". En la cima, el Verbo encarnado junta en susdos naturalezas, en l unidad de una misma Personadivina, las riquezas todas de la creacin y la infinitudde Dios.

    Toms analiza, pues, todo el contenido del saber reve-

    lado: el misterio de un Dios que es Trinidad en la Uni-

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    dad; el papel que desempean las misiones invisibles del

    Verbo y del Espritu Santo; la aparicin visible del Hijonico del Padre sobre nuestra tierra, mediante la Encar-nacin, que viene a completarse en el misterio de la Igle-sia. Y estudia a fondo al verdadero sujeto de la vidaespiritual: al hombre pecador rescatado por Cristo, cu-rado y divinizado por su gracia redentora. Le muestrallamado a vivir a imagen de Dios, en una participacincada vez ms perfecta de la Luz del Verbo por mediode la fe y del Espritu Santo por medio de la caridad,

    segn todas las leyes de la Encarnacin, es decir, porla prctica de las virtudes intelectuales, morales y teo-logales, cuyo sistema y funcionamiento describe minu-ciosamente a travs de las innmeras variedades y de losmviles del acto humano. Contempla a Dios, al universo

    y al hombre en Cristo.

    La obra espiritual de Santo Toms d Aquino se bene-ficia de la universalidad de la ciencia. No es SantoToms un solitario que componga obras de edificacin

    para uso de las almas religiosas y contemplativas. Defamilia emparentada con el emperador Federico Barbarroja, vinculada por la sangre y por matrimonios con laaristocracia de su pas y del resto de Europa, no viveretirado del mundo, separado de los hombres, con lamirada puesta en solo Dios, con espritu de eternidad,

    sino que pertenece, por su profesin, a una raza apos-tlica que va abriendo el surco para la siembra delcristianismo. Es un campen de la fe" que, en un mo-mento crucial en el que se decide el destino intelectualde la Iglesia militante, se lanza con resolucin a la

    lucha. Es un fraile Predicador que ha recorrido comoviajero la cristiandad de su poca y ha visto las milfacetas que de ella encontramos en su Suma teolgica;monjes de toda clase de sayales, contemplativos puroso miembros de rdenes militares, clrigos y prelados detodas las categoras, pertenecientes a lodos los grados dela escala jerrquica, recin tonsurados, con las rdenesmenores, diconos, prestes, archidiconos, obispos ycardenales, papas y simples legos se codean en su obralo mismo que en las catedrales de su tiempo, formando

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    una abigarrada multitud en la que se agitan todos los

    problemas humanes.Igual que la predicacin evanglica de sus hermanosde hbito, aunque de una manera sabia, sus enseanzasdoctrinales van dirigidas a toda la catolicidad, a la Uni-versidad primeramente, pero tambin a la masa decuantos espritus tratan de conocer a Dios. Compone laSuma teolgica con el fin de distribuir a todos la lechede la doctrina, como a los nios, siendo as que los ms

    grandes maestros podrn descubrir en su gigantesca sn-tesis los principios necesarios para solucionar todos los

    problemas venideros. Se dirife a todos los espritus y laIglesia, a su vez, proclamando la catolicidad de su doc-trina, le ha hecho su Doctor universal: Doctor communis".

    Esta nota de universalidad aparece de manera anms manifiesta en su capacidad de acogimiento y aber-tura con respecto a todas las formas culturales y a todoslos problemas de su tiempo. En l, el genio griego y lasluces de la fe, las obras de Aristteles, los datos bblicos

    y la tradicin patrstica, enteramente asimilados, se unencon superior armona en una sntesis orgnica que ase-

    gura a su Suma teolgica indestructible unidad.

    Un ltimo rasgo acaba de definir la misin doctrinalde Santo Toms: su carcter sapiencial. Nadie ha mani-festado como l la preocupacin por el orden en el domi-nio del saber: "sapientis est ordinare". El Prlogo" dela Suma teolgica ha subrayado esta necesidad primor-dial del genio de Santo Toms de Aquino: el "orden cien-tfico, ordo disciplinae". La Suma teolgica es unedificio de indisoluble unidad. La clave metodolgica noes el artculo sino la cuestin, alrededor de la cual gravi-tan todos los aspectos de un problema. Dentro de cadacuestin un articulo clave lo explica todo. As se orga-niza la estructura de todo el saber: a partir de un prin-cipio supremo cuya luz va descendiendo hasta las ltimasconclusiones. Es necesario saber volver de los artculosa la cuestin, de un conjunto de cuestiones a la intuicin

    directiva de un tratado, de los grandes tratados mismosa las tres articulaciones mayores de la Suma: Dios, el

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    hombre, Cristo; pues todo depende, como de una supremaintuicin arquitectnica, de la cuasidefinicin de Dios,en la medida en que es posible conseguirla en este mun-do: "Aqul que Es", Principio sinPrincipio, Principio delVerbo por va de generacin intelectual, Principio del Es-

    pritu del Padre y del Hijo por va de amor; todo depen-de, en fin, de Ellos Tres, que son, en indivisible Unidad,el Primer Principio y el Fin ltimo de todo el retorno

    de las criaturas a Dios por mediacin de Cristo.Las cuestiones secundarias encuentran aqu su ver-dadera luz Para resolver un problema, importa ante todo

    situarlo dentro de la sntesis total. Uno de los mtodosms fecundos consiste en aclarar un punto particular porla convergencia de los principios superiores que nos pro-

    porcionarn su explicacin. Por eso, en nuestro estudiode los dones del Espritu Santo deberemos avanzar a laluz de las divinas misiones del Verbo y del Espritu y de tos principios supremos de la Accin divina, discer-niendo al propio tiempo los principios subjetivos que ac-tan en el hombre para la elicitacin de sus actos ms

    perfectos y libres, bajo la mocin personal del Espritu.Santo Toms de Aquino no ha dictado un camino de

    perfeccin" ni ha trazado un "sendero de la nada" que

    conduzca por un atajo abrupto y decisivo hacia las cimasms altas de la santidad cristiana. No es un gua de altamontaa. Su genio de arquitecto ha construido una ca-tedral en la que ha reunido todas las enseanzas de laVerdad revelada. Cada problema tiene su sitio marcadoen esta inmensa catedral, como en una maqueta gigante,en la cual se puede leer, en resumen, toda la obra deDios. No hay ni un solo problema de teologa asctica ymstica que no halle en esta sntesis un sitio y su so-lucin.

    No se encuentran en Santo Toms de Aquino esasmximas fuertes y liberadoras tan frecuentes en San

    Juan de la Cruz, que dejan el alma absolutamente desnu-da: Nada, nada, nada, nada, nada, y sobre la montaa:nada". Ningn rasgo en sus escritos de aquellas violentas

    contraposiciones entre los movimientos de la naturalezay de la gracia que hicieron clebre un captulo de Laimitacin de Cristo. l no se cuida de procedimientos

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    prcticos que lleven a las almas por las sendas ms cortashacia la perfeccin, ni se detiene a describir los itine-

    rarios. No es un prctico en caminos espirituales, sihoun Doctor que asigna a cada ser su esencia y su cometido en la obra de Dios. Su doctrina espiritual no es una ms-tica de la huida del mundo ni de la evasin, sino unaespiritualidad de sabidura, de jerarqua de valores, deorden y de subordinacin.

    Qu plan y qu mtodo hay, pues, que seguir eneste estudio de los dones?

    Todo mtodo est impuesto por su objeto. Las cien-cias basadas en la observacin requieren mtodos experi-mentales; las ciencias especulativas se apoyan, a partirde lo sensible, en la dialctica de la razn. La teologa,

    para ser perfecta, exige un mtodo integral, a la vez

    histrico y doctrinal, positivo y especulativo. "Hacenfalta dos pulmones para respirar, nos deca, sonriendo,nuestro viejo maestro, el Padre Lagrange, fundador dela Escuela bblica de Jerusalen, deseando que los telogostuvieran el sentido de la historia y los exegetas la fuerza de la reflexin, bajo la luz directora de la fe. Privarsede una u otra de estas dos disciplinas complementarias,

    sera una mutilacin y un empobrecimiento.

    Un hecho capital domina toda la historia del pensa-miento humano: Dios se ha hecho a s mismo el Pedago-go de la humanidad, en primer lugar por medio de susmensajeros del Antiguo Testamento pero sobre todo pormedio del envo de su propio Hijo nico, que es suVerbo, su Pensamiento interior, su Palabra, Fundador deuna Iglesia, encargada, despus de la muerte de sus dis-cpulos inmediatos, los Apstoles, de transmitir a todaslas generaciones las enseanzas de Dios. Los Profetas ha-ban anunciado la universalizacin de este privilegio del

    pueblo de Dios cuando llegasen los tiempos mesinicos.*Jess aadi un dato nuevo: es el Padre quien instruira sus discpulos: "En los Profetas est escrito: Y serntodos enseados de Dios". Todo el que oye a mi Padre6

    6. Is 54, 13. Ier 31, 31-34.

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    y recibe su enseanza viene a mi".7 Segn la expresin

    del original griego en toda su fuerza, el telogo, comoel creyente en general, es un "teodidacta". El sabio y elfilsofo van a aprender a la escuela de la experiencia;el telogo asiste a la escuela de Dios.

    El telogo verdadero es aqul que, sirvindose prime-ramente del mtodo histrico, indaga sobre los documen-tos de la Revelacin, no para hacerse con un simple in-ventario de citas bblicas y de textos del magisterio dela Iglesia, sino con miras a un anlisis realizado a. fondo,conforme a todas las exigencias crticas y a todos losrecursos de la historia y de las ciencias anejas. Es la

    primera fase cientfica: la fe a la busca de los vestigioshistricos de la Revelacin divina, la fe a la busca dedocumentacin: fides quaerens documentum. Esta la-bor teolgica constituye ya, por s sola, un inmenso enri-

    quecimiento de la ciencia escrituraria y de la historiadel pensamiento cristiano. Un hombre solo no puede darabasto a semejante tarea. La teologa positiva requierela sabia colaboracin de un ejrcito de trabajadores es-

    pecializados: labor dura, de paciente investigacin y deininterrumpido control de las fuentes reveladas. Y, cun-to esclarece las andanzas del Pensamiento divino entrelos hombres! De aqu nuestro captulo sobre "El Espritu Santo en la vida espiritual.

    Tras esta primera fase de bsqueda positiva puedeempezar ya el trabajo del pensamiento especulativo me-diante el anlisis cientfico de las verdades de fe consi-deradas como nociones bsicas de todo ulterior esfuerzoreflexivo. Lenta y metdicamente, segn todas las leyesdialcticas del espritu humano, el telogo especulativo va

    a entregarse a la tarea que le es propia: ahondar en losenunciados de la fe, elaborar definiciones precisas, juiciosy raciocinios inductivos y deductivos apoyados siempreen los hechos o en las verdades infalibles, de fe, que lehan servido de punto de partida; despus, por sucesivasiluminaciones cada vez ms coherentes, el espritu huma-no se eleva hasta la sntesis total, donde, en una visin

    de armoniosa sabidura, logra su plenitud la mirada con-

    7. lo 6, 45.

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    templativa del telogo lo mismo que la del sabio. Es

    como si se imprimiera en l la ciencia misma de Dios":velut quaedam impressio divinae scientiae".* Entoncesse ilumina todo a la luz de los principios ms altos, ylas menores conclusiones, los menores detalles, se bene-

    fician de la claridad del conjunto: todo se explica yhalla su verdadero lugar en el edificio del saber. El pen-

    samiento humano descansa con certidumbre en la inte-leccin de la fe":fides quaerens intellectm". Esta bellatarea del telogo es la ms fructfera. El contentarse conacumular textos de autoridades impone una adhesinque deja el espritu vaco", segn una frase clebre deSanto Toms (Quodlibet., 4, 9, 3). El hombre necesita irhasta la raz de la verdad", juzgar de todos los miste-rios de Dios y del universo a la luz de Aqul que Es".

    Este esfuerzo de reflexin constituye la parte centralde nuestro trabajo: la consideracin de los principiosfundamentales de la teologa de los dones, seguida delanlisis de cada don en particular: don de inteligencia,don deciencia, don de sabidura, don deconsejo, don depiedad, don de fortaleza, y don de filial temor de Dios.

    Hay otra funcin de la teologade extrema impor-tancia en la hora actual que presupone ya constituidala ciencia, para extenderla en el dominio de las aplica-

    ciones prcticas: intellectus speculativus extensione fitpracticus". Su utilidad es constante en la vida cotidianade la Iglesia para juzgar sobre la conformidad de lasdoctrinas y la conducta de los hombres con las verdadesde la fe. Todas las congregaciones romanas, en particularla del Santo Oficio y la Congregacin de Ritos apelan ala competencia de expertos telogos. Este papel del te-logo se revela como indispensable en las materias deespiritualidad y de hagiografa. La misma ciencia teol-

    gica encuentra aqu autorizadas ilustraciones y un campode experiencias religiosas que le proporcionan unas condi-ciones privilegiadas para su enriquecimiento y progreso.

    A fin de no quedarse en el terreno de las abstracciones,la ciencia de la moral"'necesita recurrir de continuo ala experiencia concreta, individual. La mirada del telogo8

    8. Suma, I, 1, 3, ad 2.

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    INTRODUCCIN

    llega a todos los dominios de la ciencia'de Dios. Si domi-

    na con soltura su teologa de los dones del Espritu Santo, podr distinguir los matices de la accin personaldel Espritu de Dios en las profundidades de un alma ydeterminar las causas propias y adecuadas de esa accin.

    Bien es cierto que aqu abajo no podr conseguirlo sinodentro de un claroscuro y ms por va de negacin quede causalidad y eminencia, pero no sin una lcida toma

    de conciencia de la infinita trascendencia de lo sobre-natural y de esos estados superiores del alma de los san-tos que constituyen las ms preciosas riquezas de la

    Iglesia de Cristo. Comprende, a la luz de la caridad,que el ms humilde acto de puro amor en una vida desconocida a los ojos de los hombres y oculta toda ella en Dios, es ms til para la Iglesia entera que todaslas agitaciones del universo. Todas las ciencias del hom-bre y sus derivaciones, desde el psicoanlisis hasta las

    formas ms modernas de la psicologa profunda, se con-vierten en manos del telogo en instrumentos de anlisis

    para explorar los movimientos ms secretos del almaguiada por el Espritu Santo en Persona. No siempreson claros y manifiestos los indicios de esta accin delEspritu de Dios, pero, ayudado por la ciencia y la ex-

    periencia, el telogo puede observar, comparar y juzgarsegn los infalibles criterios de su fe, elevndose as auna autntica participacin en el perfecto conocimientoque Dios tiene de las almas. La Iglesia, antes de emitir,asistida por el Espritu Santo, juicios inalterables acercadel herosmo de tal o cual santo, consulta, a ttulo preli-minar y prudencial, la ciencia de sus doctores. La cienciateolgica, como la de Dios, desciende hasta lo indivi-dual.

    Nada esclarece tanto la doctrina de las virtudes cris-tianas y de los dones del Espritu de Dios como el ana-lizarlos en su realizacin concreta en la heroica existenciade los santos: "fides quaerens exemplum". Es decir, queen nuestro estudio de Iqs dones del Espritu Santo nonos debemos limitar a algunas definiciones generales de

    su esencia, sino que debemos procurar descubrir sta ydiscernirla en sus realizaciones concretas, infinitamentevariadas, en las almas de Cristo, de la Virgen y de los

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    IX)S DONES DEL ESPRITU SANTO

    Sanios. En este libro slo podremos indicar algunos ejem-plos de ellas. Despus a cada cual le ser fcil, segnsus gustos y su pertenencia a una u otra familia religiosao al laicado, proseguir el estudio de los diversos tipos de

    santidad cristiana.La teologa espiritual, como toda ciencia, implica, de

    acuerdo con las exigencias de un mtodo integral, unatriple funcin: de .documentacin, de explicacin y deaplicacin.

    Tal es l mtodo que hemos intentado seguir en esteestudio de los dones del Espritu Santo, conscientes de lainadecuacin de toda palabra humana ante la infinitudde Dios. Slo el Verbo eternal expresa en su totalidadel misterio de Aqul que Es: Padre, Hijo y Espritu de

    Amor, y que ha llamado a los ngeles y a los hombresa vivir "en sociedad" con l. Sin embargo, sin amedren-tarse por su debilidad, confiando en el Espritu Santo

    que ilumina a las almas y gua a la Iglesia, los Apstolesno han cesado de "publicar en la lengua de los hombreslas maravillas de Dios".9

    Toulouse, 2 de Junio, Fiesta de Pentecosts, 1963.Estudiantado de Santo Toms de Aquino.

    9. La sustancia de este libro ha sido durante varios aos objetode enseanza teolgica a estudiantes dominicos en Francia y tambinen nuestra Universidad romana del Angelicum y en otras universidadesextrajeras. Esperamos publicar algn da un estudio sobre el tratadode los dones del Espritu Santo en la obra de Santo Toms de Aquino,utilizando las notas y los apuntes de curso que han servido de base ala sntesis personal que hoy presentamos. Hablamos abordado ya esteestudio en dos artculos de la Revue Thomiste: les dons du Saint-Es-

    prit, chez S. Thomas d'Aquin: Gense de sa pense et synthse cratii-ce (1959, n. 3); Le problme des rtractations (1961, n. 2).

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    PLAN GENERAL

    INTRODUCCION:

    EL TRATADO DE LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO.

    Primeraparte

    La fe en busca de documentosFides quaerens documentum

    Captulo I:

    EL ESPIRITU SANTO EN LA VIDA ESPIRITUAL

    Segundaparte

    La fe en busca de entenderFides quaerens intellectum

    Seccin 1?; LOS DONES EN GENERALCap t ulo II: Los dones en general

    Seccin 2?: LOS SIETE DONES:

    Cap t ulo III: Inteligencia.Captulo IV: CienciaCaptulo V: SabiduraCaptulo VI: Consejo.Captulo VII: Piedad.CaptuloVIII: Fortaleza.Captulo IX: Temor.

    Terceraparte

    La fe en sus aplicaciones concretasFides quaerens exemplum

    Captulox: Los dones en Cristo, en la Virgen y en los santos.

    Eplogo:

    AL SOPLO DEL ESPIRITU.

    La vida de los santoses

    la obra maestra del Espritu de Dios.

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    Primeraparte

    LA FE EN BUSCA DE DOCUMENTOSFides quaerens documentum

    Captulo primero

    EL ESPIRITU SANTO EN LA VIDA ESPIRITUAL(Resumen)

    I. Dalos bblicos

    1. El soplo de Yav.2. El anuncio del Espritu.3. Pentecosts.4. El Espritu Santo en la Iglesia primitiva.

    II. La tradicin patrsticaSan Ignacio de Antioqua - San Ireneo - San Cirilo de Jerusaln - SanAtanasio - San Cirilo de Alejandra - San Ambrosio - San Agustn.

    III. La teologa medieval: Santo Toms de AquinoLa Accin del Espritu Santo en el cosmos material y en el mundo delas almas.

    IV. El testimonio de los msticos: San Juan de la CruzLa subida al Monte Carmelo.La noche oscura.El cntico espiritual.La Llama Viva de amor.

    V. La enseanza del magisterio eclesistico.Una encclica sobre el Espritu Santo.

    VI. El Espritu Santo y la unidad de la Iglesia.1. El Espritu Santo, Alma de la Iglesia.2. Unidad de persona.3. Unidad de pensamiento.

    4. Unidad de amor.5. Unidad de accin.6. Unidad de sacerdocio.7. Unidad de la Familia de Dios.8. En la unidad de la Trinidad.

    Dios Padreconduce a !a Iglesia

    a la luz del Verbo,a! soplo del Amor,

    hacia la consumacin en la Unidadde la Trinidad.

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    P r im e ra p ar t e

    LA FE EN BUSCA DE DOCUMENTOS

    C a p t u l o p r imero

    EL ESPIRITU SANTOEN LA VIDA ESPIRITUAL

    Es el Espritu Santo la realidad ms misteriosa de

    la Iglesia. La revelacin del Espritu aparece como laobra maestra de la pedagoga divina. Solamente al finalde una lenta explicitacin, los datos bblicos primitivosacerca de la "ruah de Yav, es decir acerca del alientode Dios" nos darn, por la venida del Verbo mismo, elsecreto de la Personalidad divina del Espritu Santo.I

    I

    DATOS BIBLICOS

    /. El soplo de Yav"

    El sentido fundamental que designa la palabra ruahes el de "soplo, aliento, espiracin". El "soplo de Yav"evoca una fuerza invisible y terrible cuya accin penetrael universo.

    Desde la primera frase del Gnesis aparece el "Soplodel Espritu Creador". Las tinieblas cubran el abismo,

    pero el Espritu de Dios se cerna sobre la superficie de

    las aguas.Mediante su soplo" es como manifiesta Dios suPresencia, su Poder creador y vivificador. Este soplo es

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    el estremecimiento de una energa divina que lleva lasrdenes de Dios hasta los ltimos confines del mundo(Ps.33, 6).

    El "soplo de Yav" es asimismo principio de vida.Todos los seres vivos dependen de ste "hlito" vivifi-cador.

    "Si tu escondes tu rostro, se conturban,si les retiras el soplo, mueren

    y vuelven al polvo.Si mandas tu Espritu, se recran,

    y as renuevas la faz de la tierra (Ps 104, 2930).Los seres animados viven slo por el "soplo de Dios

    (Is 42, 5).Este "soplo de Dios", este "Espritu de Yav", expli-

    ca todas las intervenciones de Dios en la historia de supueblo privilegiado. Apodrase de pronto de los hombres,hacindoles cumplir acciones extraordinarias para ase-gurar la liberacin de Israel: as, las proezas de unSansn. Otros reciben el Espritu de Yav "para sumisin de jefes o de reyes. En ocasiones se trata de undon permanente que aparece, como en Moiss y en sus"consejeros". Yav dijo a Moiss: Reneme a setenta

    varones de los hijos de Israel, de los que t sabes queson ancianos del pueblo y de sus principales, y trelosa la puerta del tabernculo; que esperen all contigo. Yodescender y contigo hablar all, y tomar del esprituque hay en ti y lo pondr sobre ellos para que te ayudena llevar la carga del pueblo y no la lleves t solo(Num 11, 1617).

    El "Espritu de Yav penetra a David de su uncin(1 Sam 16, 13). Reposa sobre Elseo (2 Reg 2, 13); "lle-na a los artfices encargados de confeccionar los objetosdel culto (Ex28, 3; 31, 3; 35, 31). Asiste a Jos confirin-dole una sabidura excepcional para administrar Egipto(Gen 41, 3840).

    Pero es sobre todo en los profetas en quienes habitael "Espritu de Yav". La Biblia designa al profeta como"el hombre del Espritu" (Os 9, 7). El Espritu de Yavanima a los profetas, provoca sus visiones y sus trans-

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    EN LA VIDA ESPIRITUAL

    portes extticos; el pofetismo viene a ser como un rga-

    no permanente del Espritu de Yav". Este "Espritude Yav es como el gua y el protector de Israel (Ag2, 5; Zac4, 6; Is 63, 1013). "Mi espritu permanece entrevosotros. No temis! As habla Yav, el Dios de losejrcitos" (Ag 2, 5).

    2. El anuncio del EsprituEl "Espritu de Yav" debe "reposar" con absoluta

    plenitud sobre el ReyMesas. l le asistir en el cumpli-miento de su misin: "Espritu de sabidura y de inte-ligencia, Espritu de consejo y de fortaleza, Espritu deentendimiento y de temor de Dios" (Is 11, 2). "Heaqu a mi siervo, a quien sostengo yo, mi elegido, en quien

    se complace mi alma. He puesto mi Espritu sobre l y ldar la Ley a las naciones" (Is 42, 1). El Salvador seaplicar a S mismo esta profeca de Isaas: "El Espritudel Seor, Yav, descansa sobre m, pues Yav me haungido. Y me ha enviado para predicar la buena nuevaa los abatidos, y sanar a los de quebrantado corazn;

    para anunciar la libertad a los cautivos y la liberacin

    a los encarcelados" (Is 61, 1). Toda su obra mesinicase desarrollar bajo el signo del "Espritu". Sus colabora-dores se beneficiarn, ellos tambin, del auxilio del Esp-ritu de Yav. "En aquel da Yav Sebaot ser corona degloria y diadema de hermosura para las reliquias de su

    pueblo. Espritu de justicia para el que se sienta en eltrono de la justicia y de valenta para el que haya derechazar el asalto de las murallas (Is 28, 56).

    Los profetas vislumbraron la regeneracin moral quetraeran los tiempos mesinicos. Isaas descubre el Es-pritu de Yav" reposando sobre el "ReyMesas", perotodo Israel ser renovado por l: el Espritu descendersobre el pueblo entero. Y evoca en trminos idlicos elcuadro de la privilegiada poca en que Yav, efundiendosu Espritu, realizar la salvacin: "Mientras no sea

    derramado sobre nosotros un Espritu de lo alto". (Is32, 15.)La primera Alianza tuvo ya un carcter principalmente

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    espiritual: hacer de Israel un pueblo santo. "Ahora, si

    os mi voz y guardis mi alianza, vosotros seris mipropiedad entre todos los pueblos; porque ma es todala tierra, pero vosotros seris para m un reino de sacer-dotes y una nacin santa". (Ex 19, 56 y Deut 7, 715). El

    pueblo elegido deba mostrarse infiel. Dios, en cambio,permanecer fiel a sus promesas. Su misericordia semanifestar an de manera ms grande, llevar a cabocon Israel una Alianza nueva, an ms ntima, no sobre

    las tablas de piedra, sino en el fondo de las almas, porla efusin de su Espritu. As, a impulso de los profetas,se opera un cambio en la concepcin de las relacionesdel pueblo elegido con su Dios. Yav rehar con l unaAlianza en forma ms alta, ms espiritual, toda interior:ese ser el rasgo ms fundamental de esta nueva Alianza,que anuncia Jeremas en el punto culminante de su

    libro. Todas las palabras de esta clebre profeca, sonpara meditarlas: "Yo pondr mi ley en ellos y la escri-bir en sus corazones, y ser su Dios y ellos sern mipueblo" (31, 33). El Espritu de Dios" iluminar pors mismo el interior de las almas: "Entonces no tendrnya que instruirse mutuamente, dicindose los unos a losotros: Tened conocimiento de Yav! Me conocern to-dos, desde el ms pequeo al ms grande" (31, 34). Esta

    Alianza estar dirigida a la purificacin de las almas:"Yo les perdonar sus iniquidades. Y no me acordarms de sus pecados" (31, 34).

    Ezequil subraya, con. ms vigor aun, el carcter derenovacin interior y de regeneracin espiritual de estanueva Alianza: Yo les dar otro corazn y pondr enellos un Espritu nuevo; quitar de su cuerpo su coraznde piedra y les dar un corazn de carne, para quesigan mis mandamientos y observen y practiquen misleyes, y sean mi pueblo y sea yo su Dios" (11, 1920). El

    profeta insiste: "Arrojad de sobre vosotros todas lasiniquidades que cometis y haceos un corazn nuevo yun espritu nuevo" (18, 31). Y he aqu la declaracindecisiva: "Yo os asperger con aguas puras y os purifi-car de todas vuestras impurezas, de todas vuestras

    idolatras. Os dar un corazn nuevo y pondr en vos-otros un espritu nuevo; os arrancar ese corazn de

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    EN LA VIDA ESPIRITUAL

    piedra y os dar un corazn de carne. Pondr dentro

    de vosotros mi Espritu, y os har ir por mis manda-mientos y observar mis preceptos y ponerlos por obra.(36, 2528.)

    La regeneracin de Israel revestir doble aspecto;uno negativo: la purificacin del pecado; el otro positivo:la creacin de un corazn nuevo. "Me santificar a losojos de las gentes, y sabrn que yo soy Yav, su Dios...

    No les esconder mi rostro, porque habr derramado miespritu sobre la casa de Israel." (39, 2729.)La ltima de las profecas sobre el Espritu, la de

    Joel, cuyo cumplimiento reconocer Pedro en el da dePentecosts, proclama la universalidad del don del Esp-ritu, dejando entrever su catolicidad: "Derramar miEspritu sobre toda carne, y profetizarn vuestros hijosy vuestras hijas, y vuestros ancianos tendrn sueos y

    vuestros mozos vern visiones. Aun sobre vuestros sier-vos y siervas derramar mi Espritu en aquellos das.(3, 12.)

    El DiosMesas, el Verbo Encarnado, se haba reserva-do la revelacin suprema de la Persona del EsprituSanto. Ni el Padre, ni el Logos, ni el Espritu, se haban

    expresado claramente en el Antiguo Testamento comoPersonas distintas: "Dios habitaba una luz inaccesible"(/ Tim 6, 16). Ha sido preciso que "un Dios, Hijo nico,oculto "en el seno del Padre (lo 1, 18) venga a "darnosa conocer" el secreto de la vida de los Tres en la Unidad.Es l quien nos ha dicho que el Espritu "procede delPadre y que es enviado tambin por el Hijo, "recibiendo"todo de l. El DiosCristo ha esperado la hora de sus

    ltimas conversaciones con sus apstoles, para revelarlesestas verdades sublimes. Aquellas confidencias del Maes-tro proclaman manifiestamente la Divinidad del EsprituSanto. Estos textos son los ms explcitos y los msricos del Nuevo Testamento sobre el Espritu Santo:"Yo rogar al Padre, y os dar otro Abogado, que estarcon vosotros para siempre". (lo 14, 16.) Yo os he dicho

    estas cosas mientras permanezco entre vosotros; peroel Abogado, el Espritu Santo, que el Padre enviar enmi nombre, se os lo ensear todo y os traer a la

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    memoria todo lo que yo os he dicho. (lo 14, 2526.) Estavez, Cristo identifica netamente al Parclito con el Es-pritu Santo. Despus que l haya vuelto cerca del Padre,el Hijo enviar este Espritu: Cuando venga el Abogado,que yo os enviar de parte del Padre, el Espritu deverdad, que procede del Padre, l dar testimonio de m"(lo 15, 26). El Espritu Santo proseguir en el mundo laobra del Hijo. "Muchas cosas tengo an que deciros,mas no podis llevarlas ahora; pero cuando viniere

    Aqul, el Espritu de verdad, os guiar hacia la verdadcompleta, porque no hablar de s mismo, sino quehablar lo que oyere y os comunicar las cosas venideras.l me glorificar, porque tomar de lo mo y os lodar a conocer. Todo cuanto tiene el Padre es mo; poreso os he dicho que tomar de lo mo y os lo harconocer. (lo 16, 1215.) Todas las palabras de Jess secomplementan y armonizan. El Espritu emana del Padrey del Hijo. Jess lo sabe, l, el Verbo, la Palabra eterna,que puede expresar, como Hijo, lo que ha visto cercadel Padre, lo que pasa en su inefable unidad. "Mi Padrey Yo, somos Uno." (lo 10, 30.) Todo es comn entre elPadre y el Hijo. De su mutuo amor procede el Espritu,enviado por los dos al mundo. El Parclito llevar ala perfeccin la obra iluminadora del Verbo. Guiar a

    sus Apstoles y a su Iglesia hacia la conquista de laverdad.Ningn texto del Nuevo Testamento expresa mejor la

    unidad de naturaleza y la distincin de Personas en elseno de la Trinidad, en virtud de misteriosas relacionesde origen que vinculan entre s al Padre, al Hijo y alEspritu Santo.

    El Evangelio de San Lucas nos revela otro aspecto

    de la actuacin del Espritu Santo en favor de los Aps-toles: Les revestir de la fuerza misma de Dios. Cristo,resucitado, pronto volver a su Padre. En el transcursode una cena (Act 1, 4), una de las ltimas que tomabacon sus discpulos, Jess les dijo: "Esto es lo que yoos deca estando an con vosotros, que era preciso quese cumpliera todo lo que est escrito en la Ley de

    Moiss y en los Profetas y en los Salmos acerca de m.Entonces les abri la inteligencia para que entendiesen

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    EN LA VIDA ESPIRITUAL

    las Escrituras, y les dijo: Que as estaba escrito, que

    el Mesas padeciese y al tercer da resucitase de entrelos muertos, y que se predicase en su nombre la peni-tencia para la remisin de los pecados a todas lsnaciones, comenzando por Jerusaln. Vosotros daris tes-timonio de esto. Pues yo os envo la promesa de miPadre; pero habis de permanecer en la ciudad hasta queseis revestidos del poder de lo alto. (Le 24, 4449.)

    Los Evangelios lo atestiguan: en sus ltimas conver-saciones con sus discpulos no cesa Jess de hablarlesde la accin maravillosa del Espritu Santo, de Aqulotro l en Persona, llamado a convertirse en Ayudadorde ellos, en su Defensor, su Gua por los caminos de laverdad, su Luz, su Fortaleza y su Santidad. Mientrasas les iba hablando, con su mirada de Cristo contem-

    plaba, al descubierto, la obra que el Espritu Santo hara

    en su Iglesia hasta el fin de los siglos. Nada se leocultaba de la misin iluminadora y santificadora delEspritu al servicio del reino de Dios. Vea Jess, conclaridad sin sombras, en sus detalles ms minsculos,cmo se desarrollaba el destino todo de su Iglesia, desdela creacin de los espritus puros y del cosmos materialhasta la consumacin de los siglos y hasta el ms all.

    Vea a su Iglesia llena toda ella del Espritu de Dios.3. Pentecosts

    La extraordinaria insistencia con que Jess nos anun-ci el Espritu es prueba de que, en su visin de laIglesia, ocupaba el Espritu Santo un lugar muy princi-

    pal. A l le sern confiados los destinos del Reino. Jess

    haba prometido que permanecera en Persona, l mismo,en medio de ellos hasta el fin de los siglos, y que ellosencontraran en el Espritu Santo, enviado por el Padre,una asistencia infalible y perpetua, un Defensor todopo-deroso. La Iglesia ser la obra indivisible de Cristo yde su Espritu.

    El da de Pentecosts inaugura, por tanto, tiempos

    nuevos: la frase ltima, definitiva, de la economa de lasalvacin, que durar hasta que el Seor "vuelva, hastaque los pueblos, temblando, vean reaparecer entre res-

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    plandores de gloria al Crucificado del Glgota a quienellos traspasaron (Apoc1, 7). Este inmenso perodo abar-ca todos los siglos de lucha que Cristo tiene reservadosa su Iglesia de la tierra, militante en medio de lasnaciones, apoyada en l y animada por su Espritu deAmor.

    Para comprender este gran acontecimiento, nadaiguala la sencillez del relato de San Lucas. En la maanade Pentecosts, mientras los Apstoles y los discpulos

    de Cristo se mantenan recogidos en oracin en tornoa la madre de Jess, de repente, se produjo un ruidocomo el de un viento impetuoso, que invadi toda lacasa en que residan. Aparecieron, como divididas, len-guas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos,quedando todos llenos del Espritu Santo; y comenzarona hablar en lenguas extraas, segn que el Espritu lesdaba. Hallbanse a la sazn en Jerusaln judos piadososvenidos de cuantas naciones hay bajo el cielo, y habin-dose corrido la voz, se junt una muchedumbre quese qued confusa al orlos hablar cada uno en su propialengua. Estupefactos de admiracin, decan: Todosestos que hablan, no son galileos? Pues cmo nos-otros les omos cada uno en nuestra propia lengua, enla que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, los que

    habitan Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia,Frigia y Panfilia, Egipto y las partes de Libia que estncontra Cirene, y los forasteros romanos, judos y pro-slitos, cretenses y rabes, les omos hablar en nuestras

    propias lenguas las grandezas de Dios. Todos, atnitosy fuera de s, se decan unos a otros: Qu es esto?Otros, burlndose, decan: Estn cargados de mosto.

    Entonces se levant Pedro con los once y, alzando

    la voz, les habl: "Judos y todos los habitantes deJerusaln, od y prestad atencin a mis palabras: Noestn stos borrachos, como vosotros suponis, pues noes an la hora de tercia. Sino que esto es lo dicho por el

    profeta Joel: Y suceder en los ltimos das, dice Dios,que derramar mi Espritu sobre toda carne, y profeti-zarn vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros jvenesvern visiones, y vuestros ancianos soarn sueos; ysobre mis siervos y sobre mis siervas derramar mi

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    EN LA VIDA ESPIRITUAL

    Espritu en aquellos das y profetizarn "...Varones israe-

    litas, escuchad estas palabras: Jess de Nazaret, varnprobado por Dios entre vosotros con milagros, prodigiosy seales que Dios hizo por l en medio de vosotros,como vosotros mismos sabis, a ste, entregado segnlos designios de la presciencia de Dios, lo alzasteis en lacruz y le disteis muerte por mano de los infieles. PeroDios, rompiendo las ataduras de la muerte, le resucit,

    por cuanto no era posible que fuera dominado por ella...

    A este Jess lo resucit Dios, de lo cual todos nosotrossomos testigos. Exaltado a la diestra de Dios y recibidadel Padre la promesa del Espritu Santo, le derramsegn vosotros veis y os... Tenga, pues, por cierto todala casa de Israel que Dios le ha hecho Seor y Cristo aeste Jess, a quien vosotros habis crucificado.

    En oyndole, se sintieron compungidos de corazn y

    dijeron a Pedro y a los dems Apstoles: "Qu hemosde hacer, hermanos?" Pedro les contest: "Arrepentios ybautizaos en el nombre de Jesucristo para remisin devuestros pecados y recibiris el don del Espritu Santo.Porque para vosotros es esta promesa y para vuestroshijos y para todos los de lejos cuantos llamare a s elSeor, Dios nuestro. Con otras muchas palabras atesti-guaba y los exhortaba diciendo: Salvaos de esta genera-

    cin perversa. Ellos recibieron su palabra y se bautiza-ron, y se convirtieron aquel da unas tres mil almas(.Act 2, 141).

    Este texto, de capital importancia, debe retener todanuestra atencin.

    En l se indican:

    las genuinas perspectivas histricas del da dePentecosts en la economa de la salvacin: la efusindel Espritu de Dios prometido por los profetas para lostiempos mesinicos;

    el simbolismo fundamental del SOPLO de Dios,en el "viento impetuoso que invadi toda la casa; el sim-

    bolismo complementario del "fuego", evocador del Es-pritu de Amor, y el de las "lenguas, que indican lamisin principal de los Apstoles: anunciar por doquierla palabra de Dios;

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    el aspecto carismtico y concomitante de la glosolalia: para predicar a Cristo, habla la Iglesia todas las

    lenguas; por encima de todo: el sentido profundo y msesencial de Pentecosts: el don del Espritu Santo otor-gado para la renovacin interior de los hombres;

    el Mediador nico que nos ha merecido con sumuerte la salvacin y que ahora nos enva desde lo altodel cielo "Su Espritu llamado a ser el Alma de su

    Iglesia; el carcter de universalidad y catolicidad de laefusin del Espritu, puesto que todos" fueron llenosdel Espritu Santo;

    la codicin subjetiva para recibir esta plenitud delEspritu: una conversin total y hacerse bautizar;

    finalmente, los admirables efectos de la venidadel Espritu Santo a las almas: una comunidad cristiana

    ideal, una vida nueva despegada de todos los bienes deeste mundo, y una caridad perfecta: "un solo corazny una sola alma en Dios.

    El Antiguo Testamento se desarrolla bajo el signode la paternidad divina. El Evangelio haba manifestadoal Hijo. Pentecosts revela la actuante Presencia e inha-

    bitacin del Espritu. Una indefectible continuidad enlazaal Nuevo Testamento con el Antiguo, como lo indica latradicional imagen del "soplo, que aparece de nuevo,atestiguando esta vez no ya el pasar sino la venida defi-nitiva del Espritu de Yav con miras a una "nueva yeterna Alianza manifestadora de las maravillas deDios.

    Pentecosts inaugura un perodo nuevo de la historia

    religiosa de la humanidad: la era del Espritu.4. El Espritu Santo en la Iglesia primitiva

    La promesa del Padre se ha realizado en este da:el Espritu ha sido enviado al mundo por mediacin delHijo. Con anterioridad no haba sido otorgado an elEspritu porque el Cristo no haba sido glorificado (lo 7, 39). Ciertamente, ya antes, el Espritu de Yav, este

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    EN LA VIDA ESPIRITUAL

    mismo Espritu Santo, animaba a todos los justos del

    Antiguo Testamento, pero cabe decir que no haba sidocomunicado sino con mesura. La muerte de Cristo haoperado una asombrosa efusin del Espritu de Diosentre los hombres; la glorificacin de Jess a la diestradel Padre ha sido la seal de este don del Espritu atodas las naciones. Ya en su primer discurso a la multi-tud, el da mismo de Pentecosts, lo declara San Pedro

    con energa: "exaltado a la diestra del Padre, Jess haentrado en posesin del Espritu Santo prometido"; y,como Jefe supremo de la Iglesia, aplicando a los miem-bros de su cuerpo mstico los beneficios de su redencin,"ha derramado sobre ellos su Espritu. Esto es preci-samente lo que estis viendo y oyendo, subraya elPrncipe de los Apstoles. Pentecosts, la efusin uni-versal del Espritu, es el fruto de la redencin cumplida,

    el regio regalo de Cristo a su esposa la Iglesia, signodeslumbrante de su resurreccin y de su exaltacin ala gloria del Padre. "Tngalo por cierto toda la casa deIsrael: a este Crucificado despreciado y rechazado porlos suyos, Dios le ha hecho Seor y Mesas.

    Extraordinarios carismas acompaaron este descensodel Espritu de Dios: fenmenos de lenguas y conversio-

    nes en masa, milagrosas; pero sto no era ms que unaconcomitancia accidental del primer Pentecosts, nece-saria para el desarrollo de la Iglesia naciente. El sentidoautntico de esta teofana es la "plenitud del EsprituSanto" en las almas transformadas. He aqu el puntocentral y perdurable a lo largo de todos los Pentecostsque se sucedern en la Iglesia hasta la consumacin delos siglos.

    Esta pgina de los Hechos de los Apstoles nos in-troduce, ms que ninguna otra de las Sagradas Escritu-ras, en las profundidades del misterio de la Iglesia,donde mora para siempre el Espritu del Padre y delHijo.

    Los "Hechos" son el libro inspirado que mejor nosrevela la labor del Espritu Santo en la Iglesia. Cons-

    tituyen, verdaderamente, como un quinto Evangelio: elEvangelio del Espritu. Se ve all al Espritu Santo enaccin, realizando los hechos y hazaas de Dios. Tanto

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    los simples fieles como los miembros de la Jerarqua,

    viven todos, en la Iglesia, alentados por el soplo deun mismo Espritu de Amor. Se entra en la Iglesia porel Espritu Santo. Se incorpora uno a Cristo por elEspritu Santo. Nos convertimos en templos de la Trini-dad por el Espritu Santo. El agua y el Espritu, enel momento del bautismo, hacen que los hombres "re-nazcan" en Dios, porque sta ha sido la voluntad delFundador del cristianismo segn la institucin promul-

    gada por l solemnemente despus de su resurreccin:"Id, pues: ensead a todas las gentes, bautizndolas enel nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo(Mt 28, 19). Paganos y judos, todos son llamados a sal-varse. El Espritu Santo les es dado a todos. Los "He-chos" nos hacen asistir como a mltiples Pentecosts, aPentecosts menores", segn se les ha llamado, pero

    que deben considerarse ms bien como una prolongacindel gran Pentecosts que hace descender sobre los Aps-toles y sobre los nuevos conversos la plenitud del Esp-ritu Santo. "An estaba Pedro diciendo estas palabras

    leemos, cuando descendi el Espritu Santo sobretodos los que oan la Palabra; quedando fuera de s losfieles de la circuncisin, que haban venido con Pedro,de que el don del Espritu Santo se derramase sobre los

    gentiles, porque les oan "hablar en varias lenguas" yglorificar a Dios. Entonces tom Pedro la palabra:Podr, acaso, alguno negar el agua del bautismo astos, que han recibido el Espritu Santo igual que nos-otros?" Y mand bautizarlos en el nombre de Jesucris-to (Act 10, 4448).

    El mismo fenmeno de repentina toma de posesinde las almas por el Espritu es referido varias veces enlos Hechos. Pedro confiesa que slo ha admitido a lospaganos en virtud de una inspiracin divina, habindoleconfirmado en su conducta el Espritu Santo mismo poruna aprobacin manifiesta: "Comenzando yo a hablar,descendi el Espritu Santo sobre ellos, igual que sobrenosotros al principio. Yo me acord de la palabra delSeor cuando dijo: "Juan bautiz en agua, pero vosotros

    seris bautizados en el Espritu Santo. Si Dios, pues,les haba otorgado igual don que a nosotros, que crea

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    mos en el Seor Jesucristo, quin era yo para oponerme

    a Dios? Al or estas cosas callaron y glorificaron a Dios,diciendo: Luego Dios ha concedido tambin a los gen-tiles la penitencia para la vida" (Act 11, 1518).

    Toda la vida de la Iglesia aparece en germen en losrelatos de los Hechos. Las acciones y proezas de los Aps-toles, las enseanzas dadas y las instituciones pronuncianlas lneas estructurales de la Iglesia: la funcin de su

    magisterio, su misin santificadora de almas, el ejerciciode su gobierno espiritual para conducir a todos los publos hacia Dios. La predicacin de la palabra de Dios yla recepcin del bautismo inauguran esta vida divina enCristo. El bautismo no es ms que el primer rito de lainiciacin cristiana, que debe venir a completarse me-diante la imposicin de manos por los Apstoles paracomunicar a los recin bautizados la plenitud del Espri-

    tu. Todos los cristianos tendrn su Pentecosts. Es yala prctica del sacramento de la confirmacin que lossucesores de los Apstoles administrarn a todos los

    bautizados para hacerlos perfectos cristianos. "Cuandolos Apstoles que estaban en Jerusaln oyeron cmohaba recibido Samara la palabra de Dios, enviaron alla Pedro y a Juan, los cuales, bajando, oraron sobre

    ellos para que recibiesen el Espritu Santo, pues an nohaba venido sobre ninguno de ellos; slo haban sidobautizados en el nombre del Seor Jess. Entonces lesimpusieron las manos y recibieron el Espritu Santo."(Act 8, 1417.)

    Dos relatos nos describen, en trminos idlicos, elfavor excepcional hecho a estos primeros creyentes ylos efectos del Espritu Santo en la Iglesia: "Persevera-

    ban en or la enseanza de los Apstoles y en la unin,en la fraccin del pan y en la oracin. Se apoder detodos el temor, a la vista de los muchos prodigios yseales que hacan los Apstoles: y todos los que creanvivan unidos, teniendo todos los bienes en comn; puesvendan sus posesiones y haciendas y las distribuan en-tre todos segn la necesidad de cada uno. Todos acordes

    acudan con asiduidad al templo, partan el pan en lascasas y tomaban su alimento con alegra y sencillez decorazn, alabando a Dios en medio del general favor

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    del pueblo. Cada da el Seor iba aumentando el nmero

    de los que haban de ser salvos". {Act 2, 4247.) "La mu-chedumbre de los que haban credo tenan un corazny un alma sola, y ninguno tena por propia cosa alguna,antes todo lo tenan en comn. Los Apstoles atestigua-

    ban con gran poder la resurreccin del Seor Jess, ytodos los fieles gozaban de gran estima. No haba entreellos indigentes, pues cuantos eran dueos de haciendaso casas las vendan y llevaban el precio de lo vendido,

    y lo depositaban a los pies de los Apstoles, y a cada unose les reparta segn su necesidad." (Act 4, 3235.)Ms que cualquier sabia disertacin, esta evocacin

    de una vida cristiana ideal, en el seno de la primeracomunidad apostlica, es reveladora de la profunda re-novacin operada en las almas por el Espritu Santo.El Espritu de Dios es un espritu de pobreza, de caridad

    fraterna y de ayuda mutua, en la comunidad de unmismo Cristo que nos conduce hacia el Padre. Ningunateora sistemtica, ninguna sutil teologa sobre los donesdel Espritu Santo hay en esos escritos inspirados sinoque enuncian estas mismas realidades de una forma ac-cesible a todos. La reflexin cientfica de la Iglesia lashar explcitas.

    Los Hechos hacen resaltar en gran manera el pri-

    mer plano que ocupan los Apstoles y sus colaboradoresinmediatos, introducidos en la jerarqua de la Iglesia;pero es el Espritu Santo quien los asiste en su ministeriode difundir la Palabra de Dios y en todas las formasde su actividad cerca de las almas. El Espritu de Diosest siempre all para ayudarles en la orientacin de susviajes y de todos sus pasos, en la comunicacin de gra-cias espirituales, en la administracin de bienes mate-riales, en la organizacin de instituciones eclesisticas y,en las decisiones dogmticas y disciplinarias. En el Pri-mer Concilio de Jerusaln, los Apstoles apoyan lasconclusiones de sus deliberaciones sobre su autoridaddivina: "Porque ha parecido al Espritu Santo y a nos-otros decidir as (Act15, 28). Tienen conciencia de habersido escogidos por Cristo para "apacentar la Iglesia de

    Dios" (Act 20, 28).Los dems escritos apostlicos, especialmente las

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    Epstolas de San Pablo, no cesan de recalcar la accin

    del Espritu Santo sobre las almas y sobre la vida es-piritual de la Iglesia. Apuntan vigorosamente la oposi-cin irreductible que existe entre el espritu del mundoy el Espritu de Dios. "Quien no tiene el Espritu deCristo, ese no es de Cristo... Porque los que son movidos

    por el Espritu de Dios, stos son hijos de Dios. Que nohabis recibido el espritu de siervos para recaer en eltemor, antes habis recibido el espritu de adopcin porel que clamamos: Abba, Padre! El Espritu mismo datestimonio a nuestro espritu de que somos hijos de Dios,y si hijos, tambin herederos; herederos de Dios y co-herederos de Cristo... Nosotros, que poseemos las pri-micias del Espritu, gemimos dentro de nosotros mismossuspirando por la adopcin, por la redencin de nuestrocuerpo... Y el mismo Espritu viene en ayuda de nuestra

    flaqueza, porque nosotros no sabemos pedir lo que nosconviene; mas el mismo Espritu aboga por nosotros congemidos inefables, y el que escudria los corazones, co-noce cul es el deseo del Espritu, porque intercede porlos santos segn Dios. (Rom 8, 912.)

    Toda la economa de la salvacin tiende a poner alos hombres bajo la dependencia del Espritu.

    II

    LA TRADICION PATRISTICA

    El Espritu Santo, que hizo el primer Pentecosts,

    habita permanentemente en "la Iglesia de Dios" (Act20,28). Ninguna solucin de continuidad hay entre la Iglesia

    primitiva y la nuestra. Desde el Antiguo al Nuevo Tes-tamento, el plan de salvacin se sigue ininterrumpida-mente. La misin denlos Profetas se perpeta, amplifi-cada, en la de los Apstoles, de los cuales son sucesoreslos Obispos. Pedro habla an por los labios de Paulo VI.

    El Cristo de Judea y de Galilea est siempre entre nos-otros, evangelizando a las gentes, bautizndolas, cum-pliendo, a travs de los ministros de su Iglesia, su triple

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    misin de Doctor, de Sacerdote y de Rey. El mismoEspritu que domin las aguas y animaba a los justosdel Antiguo Testamento, asiste a la Iglesia del VerboEncarnado.

    Desde estos puntos de vista es como hay que consi-derar al Espritu Santo actuando siempre en la Iglesiapara comunicarle la Vida de Dios. Su multiforme soplose adapta a la variedad de las razas y de los tempera-mentos, a todas las formas de cultura y de civilizacin,

    vinculando entre s, en un mismo cuerpo mstico, a losApstoles y a los primeros apologistas del cristianismo,a los Padres de la Iglesia y a los doctores de la EdadMedia, a los telogos y exegetas modernos, a todo el

    pueblo de Dios.

    San Ignacio de Antioqua ve a la Iglesia como unaCasa construida por el Padre. El maderamen que la

    sostiene es la cruz de Cristo. El Espritu Santo es comola maroma que la alza." (Carta a feso, IX, 1.) Recomien-da a los fieles que hagan todas las cosas "en el Hijo, elPadre y el Espritu Santo" imitando, con su sumisin alos Obispos, la de los Apstoles a Cristo, al Padre y alEspritu (Carta a Magnesia XIII, 12).

    San Ireneo , a quien debemos la primera vasta sntesis

    teolgica del cristianismo, documento de excepcionalvalor como testimonio, ya que el Santo era discpulo deSan Policarpo, el oyente de San Juan, ha subrayado convigor la importancia del Espritu Santo en la economade la salvacin: "Regenerados por el bautismo que senos da en nombre de las Tres Personas divinas, escribe,"somos enriquecidos en este segundo nacimiento por elHijo, en el Espritu, con los bienes ocultos en Dios Padre.

    Los bautizados reciben el Espritu de Dios, que los daal Verbo, es decir al Hijo, y ste, tomndolos los ofrecea su Padre, y el Padre les comunica la incorruptibilidad".* "El que est por encima de todos es el Padre.l que est con todos es el Verbo, pues mediante l hasido hecho todo por el Padre. El que est en cada uno de1

    1. Cf., Demostracin de la predicacin apostlica , en Patrologorientalis de Graffin-Nau, t. XII, p. 760.

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    nosotros es el Espritu, que musita: "Abba, Padre!"

    y que modela al hombre a semejanza de Dios."2 Sinel Espritu no puede verse al Verbo de Dios; sin el Hijo,nadie llega al Padre, pues el conocimiento del Padre esel Hijo, cuyo conocimiento se logra por el Espritu Santo.Es el Hijo quien, como funcin propia tiene la de distri-

    buir el Espritu segn el agrado del Padre."3 Y esta ad-mirable frmula: "All donde est la Iglesia, all se hallael Espritu de Dios; all donde se halla el Espritu deDios, all estn la Iglesia y toda gracia." (Adv. haer. III,24; PG 7, 966, C.)

    San C irilo de J erusaln habla del Espritu Santo asus catecmenos en un lenguaje familiar, accesible a to-dos, pero cun revelador de su papel de Santificador delas almas! Previene a sus oyentes de que no intentardeterminar la naturaleza o substancia del Espritu". Estassutiles cuestiones no han sido tratadas en los SagradosLibros, y l quiere atenerse tan slo a las palabras de laEscritura (Cat. 16, 2). "Potencia altsima, el EsprituSanto es una realidad divina, inaccesible. l vive, piensa,es el Santificador de todo lo que trae su origen de Dios

    por medio de Cristo. l ilumina las almas de los justos.l estaba en los Profetas y en los Apstoles, anunciando

    por mediacin de ellos al Cristo venidero." {Cat. 16, 3.)Se le ve en los Hechos de los Apstoles, a los que ldispersa, llama y enva con autoridad. Aparece como elSantificador de la Iglesia, como su Protector, como elMaestro prometido por Cristo a sus Apstoles. Se le lla-ma Parclito porque consuela, da valor y nos levanta

    por encima de nuestra debilidad. Queris medir su Po-tencia?: Ved a los mrtires. Sin l no se puede dartestimonio de Cristo." {Cat. 16, 21.) San Cirilo contemplamaravillado la accin del Espritu Santo en la comunidadcristiana: Cuntos sois? Cuntos estamos aqu? ElEspritu Santo acta en cada uno de nosotros. Presenteen medio de nosotros, ve nuestras actitudes, penetra ennuestra alma y en nuestra conciencia, sabe nuestras pa-labras y nuestros pensamientos. Calculad, a su luz el

    2. Pg. 759.3. Ibdem.

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    nmero de los cristianos, aqu, en Palestina, y en todo

    el Universo. Cuntos pueblos! Y en cada una de esasnaciones, cuntos obispos, cuntos sacerdotes, diconos,monjes, vrgenes y simples feles laicos. El Espritu San-to es su gran Jefe. 1 es quien distribuye a cada unosu gracia. A ste le otorga la pureza, a aqul una perpetuavirginidad, a otros la generosidad en las limosnas, laindulgencia, el amor a la pobreza, el poder de expulsardemonios" (Cat. 16, 22). La misin del Espritu Santo se

    extiende por todo el universo: Arcngeles, Potestades,Principados y Tronos, a todos les trasciende el EsprituSanto: l los instruye y los santifica" {Cat. 16, 23). lvive, es subsistente e inseparable del Padre y del Hijo.No es un soplo efmero que se escape de sus obras,sino una realidad personal. Habla, acta, gobierna ysantifica. El plan de la salvacin es ordenado indivisi-

    blemente por el Padre, el Hijo y el Espritu Santo."{Cat. 17, 5.)Podran entresacarse tambin bellsimos textos espi-

    rituales de las obras de los tres grandes Capadocios, SanBasilio, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio Niseno,cuyas enseanzas trinitarias pasarn a formar parte dela doctrina comn. Para probar la divinidad del Esp-ritu Santo, su argumentacin es simple y concluyente:

    El Espritu Santo es Dios, pues l, al mismo tiempo queel Padre y el Hijo, nos diviniza. "La vida nos viene deDios por medio de Cristo en el Espritu Santo." (SanB asilio , Contra Eunomio III, 1; PG 29, 664665.)

    San Atanasio, el gran defensor de la consubstancia lidad del Verbo, fue el primero de los padres del s. IVque luch contra los negadores de la divinidad del Es-pritu Santo. "Siendo el Padre luz y el Hijo su esplendor,en el Hijo es donde descubrimos al Espritu Santo, enquien nosotros somos iluminados. Esclarecidos por elEspritu, es Cristo quien nos ilumina en l. No es Cristola luz que ilumina a todo hombre que viene a este mun-do? De la misma manera, siendo el Padre la fuente y elHijo el arroyo, nosotros abrevamos del Espritu, y, en

    el Espritu, vamos a beber a Cristo. {Carta a Serapin I,19; PG 26, 573576.) "Cristo es el verdadero Hijo, pero.

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    al recibir el Espritu, tambin nosotros nos convertimosen hijos. Hechos hijos por el Espritu, somos llamadoshijos de Dios en Cristo. (I, 19; PG 26, 576 A.) Tenemosaqu la intuicin central de la doctrina espiritual deSan Atanasio: somos "hijos en el Hijo", a imagen delVerbo, por el Espritu. Segn la suprema plegaria deJess: "Que sean uno como nosotros somos Uno, nues-tra propia unin a Dios alcanzar su plenitud en la uni-

    dad con el Padre, y el Hijo en el Espritu. "Ciertamente,el pensamiento de Cristo no se orienta a establecer unaidentidad absoluta entre l y nosotros. El sentido de su

    peticin es suplicarle al Padre que d su Espritu aquienes crean en l, este Espritu por el que nosotrosestamos en Dios y, por tanto, unidos a l. El Verbo esten el Padre, y como el Espritu es dado por el Verbo,Cristo quiere que nosotros recibamos su Espritu. Pose-yendo el Espritu del Verbo que est en el Padre, graciasal Espritu, tambin nosotros seremos, gracias al Esp-ritu, "uno con el Verbo y por l en el Padre." (Contralos arranos III, 15, 376 AB.)

    He aqu, finalmente, un texto de San C irilo de Ale-jandra en el que se resume la tradicin griega acerca

    del papel del Espritu Santo en nuestra santificacin:"Nosotros participamos de la naturaleza divina en virtudde nuestra relacin con el Hijo por el Espritu. No esesto una simple apariencia sino autntica realidad. Noshacemos conformes a Dios. Cristo reproduce su formaen cada uno de nosotros, no como una creatura en otracreatura, sino como Dios increado en una naturalezacreada. Transforma a la creatura en su propia imagen

    por el Espritu Santo. La eleva y nos levanta, al mismotiempo, por encima de toda creatura" (In loan. V, 5;PG 73, 884 D885 A). "Es nicamente por el Espritu Santocomo Cristo es formado en cada uno de nosotros. (The-saurus 34; PG 75, 609.)

    Con menos riqueza de imgenes, pero con mayor

    precisin doctrinal, la tradicin patrstica latina ha in-sistido en la Personalidad divina del Espritu Santo yen su misin santificadora de las almas.

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    San Ambrosio , eco de la tradicin oriental, ha re-

    sumido toda su doctrina en una admirable frmula:"El Espritu Santo posee el mismo reino que el Padrey el Hijo: idntica naturaleza, idntico dominio soberano,idntico poder". "Habet consortium regni cum Patreet Filio etiam Spiritus Sanctus, qui unius naturae, uniusdominationis, unius etiam potestatis est." (De SpirituSancto III, 20, 158; PL 16, 813.) Inspirndose en unametfora que haba encontrado en los doctores de la

    Iglesia de Oriente, compara San Ambrosio al EsprituSanto con un ro que tiene su Fuente en Dios Padre.Aqu abajo slo nos es accesible, y nos basta, una solagotita de este agua; en la Jerusaln celestial, este Rode vida se derrama sobre los Tronos, las Dominaciones ylas Potestades, sobre todos los espritus, llevando pordoquier los beneficios de su septiforme virtud." (DeSpiritu Sancto I, 16, 157158; PL 16, 740.)

    La doctrina patrstica de los Padres latinos acercadel Espritu Santo halla su expresin suprema en elgenio de San Agustn . A sus ojos, el Espritu Santo esel Amor, el Vnculo de amistad y de unidad entre elPadre y el Hijo. l es quien difunde en las almas elamor de Dios y la caridad fraterna. "El Espritu Santo,Dios, procedente de Dios, comunicado al hombre, le infla-

    ma de amor a Dios y al prjimo. l mismo es el Amor.El hombre no puede amar sin que esto le venga de Diosmismo. San Juan lo dice explcitamente: "podemos amar-le porque l nos ha amado primero". Y el Apstol SanPablo: "el amor de Dios ha sido derramado en nuestroscorazones por el Espritu Santo que nos ha sido dado..."Cierto que el Espritu Santo nos regala con otros presen-tes, pero, sin la caridad, de nada serviran... El Amor,que procede de Dios y que es Dios, es, en el sentidoestricto de los trminos, el Espritu Santo. Por l esdifundida en nuestros corazones la caridad de Dios y

    por l habita en nosotros la Trinidad entera. He aqupor qu el Espritu Santo, siendo Dios como es, es lla-mado con todo derecho el Don de Dios. (De TrinitateXV, 17, 31; 18, 32.) El Espritu Santo es el amoroso

    Vnculo que une al Padre y al Hijo, y este Espritu esel que nos es dado. Ellos han querido, por medio de lo

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    que entre el Pudre y el Hijo hay de comn, ponernos en

    comunin entre nosotros y con Ellos: por medio deese mismo Espritu que es Dios y Don de Dios. "Quodergo commune est Patri et Filio, per hoc nos voluerunthabere communionem et nter nos et secum, et perillud donum nos colligere in unum quod ambo habentunum, hoc est per Spiritum Sanctum Deum et DonumDei." (Sermo 71, n. 18.)

    En la fundamental perspectiva de sus preocupacionespastorales, los Padres han visto ante todo en el EsprituSanto al gran Animador espiritual de las almas en laIglesia de Dios.

    III

    LA TEOLOGIA MEDIEVAL:SANTO TOMAS DE AQUI NO

    Los grandes telogos de la Edad Media reservaron unlugar eminente en su sntesis doctrinal a la teologa delEspritu Santo. El Aquinate dedic a ella en su Sumacontra los gentiles tres captulos (IV, 20, 21, 22) justa-mente clebres, donde se encuentra resumida la doctrinacomn de aquellos doctores.

    El captulo primero de los citados trae a la memoria,con textos de la Escritura, los efectos de la accin delEspritu Santo en todo el universo. Los dos ltimosanalizan la funcin del Espritu Santo en las almas. Son

    una de las cumbres de la literatura mstica cristiana.I.

    I. LA ACCIN DEL ESPRITU SANTO EN EL UNIVERSO

    Las grandiosas perspectivas del primer captulo tra-tan de abarcar la intervencin del Espritu Santo en suuniversal amplitud, en cuanto que se identifica con laaccin de Dios en el mundo todo: accin creadora, orga-nizadora, motriz, dominadora y vivificante.

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    1. La creacin del mundo

    1. La accin de la Trinidad es, sin duda, indisociable:el Padre, el Verbo y el Espritu obran en todo de unamanera indivisible; pero puede atribursele ms parti-cularmente al Espritu Santo la accin de Dios en eluniverso, porque tal accin es obra de amor. No esla razn suprema de toda la actividad de Dios ad extra

    la manifestacin de la divina Bondad? Este amor creador,al extenderse y pasar del orden de la naturaleza al dela gracia y la gloria, se ha hecho santificador y redentor.Pero Dios ningn provecho saca para S mismo de mul-tiplicar en torno suyo las seales de este amor. Nadaque de fuera le venga puede aumentar su dicha ni la

    plenitud infinita de su Ser. Sin embargo, l halla gozoen amar, es decir, en dar, en hacer que de la nada brotenseres a la existencia para divinizarlos y asociarlos a sufelicidad infinita. As pues, como fundamento de todohay que poner la donacin del ser por amor y por vade creacin. De aqu las palabras del salmista atribu-yendo el ttulo de creador al Espritu de Amor: "Envatu Espritu y ser todo creado (Ps 103, 30).

    2. El mismo Espritu de Amor va a aparecer como

    el principio supremo que preside la ordenacin del uni-verso. La distincin y la jerarquizacin de los gneros ylas especies revelan una Sabidura creadora, ms tam-

    bin un Espritu de Amor que se cuida de repartir enel mundo el mximo de orden y de perfeccin, manifes-tando, mediante la multiplicidad y la variedad de lascreaturas, el esplendor y la belleza del Creador. Heaqu por qu el Gnesis (I, 2) nos muestra al Espritu

    de Yav cernindose sobre las aguas y sobre el caosprimitivo para poner orden en aquellos abismos, funcinomamentadora que culminar en la obra de los seis das.

    3. Cada una de las creaturas, creada por el Amor,debe ser encaminada, segn su naturaleza, hacia sudestino propio. Pertencele al Espritu Santo, al Esp-ritu de Amor, despus de haberlas hecho salir de lanada, el comunicarse con ellas por un impulso motorcontinuado que las lleve a realizar su destino a travs

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    EN LA VIDA ESPIRITUAL

    de sus actos. "Caigan los impos en sus propias redes,que yo mientras seguir mi camino. (Ps 141, 10.) "TuEspritu es bueno, llvame por camino recto. (Ps143, 10.)

    4. Gobernar es actuar como jefe, dar rdenes efi-caces, efectivas. Gobernar el universo es ejercer sobretodas las creaturas un dominio soberano, obrar comodueo y seor absoluto que posee todas las cosas. Elapstol San Pablo atribuye este carcter de dominador

    al Espritu Santo, al que llama Seor" (2 Cor 3, 17).La Iglesia misma canta en el Credo ...Y [creo] en elEspritu Santo, Seor y dador de vida, "...Et [credo] inSpiritum Sanctum, Dominum et vivificantem".

    5. La manifestacin ms alta de esta accin motrizdel Espritu es la vida. El movimiento caracteriza a lavida. Y en nosotros las palpitaciones vitales provienende nuestros instintos ms hondos, de los secretos im-

    pulsos del Amor. Con razn, pues, atribuye la Escrituraal Espritu de Amor la creacin de la vida. El Espritues el que da vida, afirma San Juan (6, 63). Y Ezequiello haba anunciado ya: "Yo voy a hacer entrar en vos-otros el Espritu y viviris" (37, 5). Es la fe proclamadapor nuestro Credo en el Espritu dador de vida: "Et vivi-ficantem", "qui ex Patre Filioque procedit, "que procede

    del Padre y del Hijo.As acaba este primer captulo: amplio fresco doc-trinal que contiene todas las enseanzas tradicionalesde la Iglesia sobre la accin del Espritu Santo en eluniverso creado y gobernado por el Amor.II.

    II. LA ACCIN DEL ESPRITU SANTO EN LAS ALMAS

    Los otros dos captulos escrutan la accin del Esp-ritu Santo en las profundidades de las almas.

    Dos puntos de vista complementarios y el unosecuela del otro sirven para considerar el problemaen un doble aspecto:

    los dones de Dios (Cap. 21).

    las reacciones del alma, sus movimientos espiri-tuales baj la influencia divina, su ascensin haciaDios (Cap. 22).

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    a. LOS DONES DE DIOS AL ALMA

    Un anlisis minucioso, casi exhaustivo, nos proporcio-na la solucin en frmulas despojadas de todo lirismopero precisas y densas, que abordan la cuestin portodas sus mltiples facetas:

    1. El don del Espritu en su semejanza creada: lacaridad:

    2. la presencia personal, inmediata, sustancial delmismo Espritu Santo en el alma, con todas susconsecuencias:

    3. la inhabitacin de toda la Trinidad en el alma:4. el mutuo descanso de Dios en nosotros y de nos-

    otros en Dios:5. la revelacin de los secretos divinos:

    6. la comunicacin de todas las riquezas de Dios:7. la transformacin del alma en Dios y su fruicinde la beatitud divina:

    8. la adopcin filial:9. el perdn de los pecados y la purificacin total

    del alma por el amor.

    Cada uno de estos puntos es analizado a la luz de

    la ciencia teolgica siempre con el apoyo de textos dela Escritura, admirablemente escogidos.1

    1. El don del Espritu Santo en su similitud creada

    Puede decirse que el Espritu Santo nos es dado conla caridad, es decir cuando el Espritu de amor imprime

    en nosotros su propia semejanza. No decimos de lamisma manera que nos es concedida la Sabidura divinacuando participamos en la Sabidura del Verbo? Todoconocimiento de Dios, sea por la fe, sea por la visin,es en nosotros como un reflejo de la Luz del Verbo.Igualmente, todo impulso de la caridad divina nos asi-mila al Amor eterno. Las misiones invisibles del Verboy del Amor nos hacen conformes al Hijo nico, que esel Pensamiento del Padre, y al Espritu Santo, Amor del

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    Padre y del Hijo. El Verbo nos es as dado en una

    verdadera participacin de su Luz Increada; el Espritunos es igualmente comunicado cuando "por l es .de-rramada en nuestros corazones la caridad (Rom 5, 5),semejanza en nosotros del Amor Subsistente. Todo pen-samiento de sabidura es en nosotros evocador del Verbo,como todo movimiento de amor lo es del Espritu Santo.Por va de eficiencia nos elevamos directamente hacia

    toda la Trinidad, pero en el orden de la ejemplaridad sellega distintamente, aunque inseparablemente, a una uotra de las Personas divinas. Tales son las leyes de laapropiacin, que nos hacen ascender por los efectoshacia la indisociable Trinidad, como a la Primera Causaeficiente y ejemplar. Aunque estos efectos sigan siendoobra comn de toda la Trinidad, se les puede atribuirms especialmente a una u otra Persona: al Padre, los

    efectos de Poder; al Verbo, las manifestaciones de luz;y al Espritu Santo todos los beneficios del amor. Eneste sentido, podemos decir que el Verbo y el EsprituSanto se imprimen en nosotros.

    2. La Presencia personal del Espritu Santo

    Es preciso ir ms lejos y hablar no solamente dePresencia del Espritu Santo en una imagen represen-tativa, sino de una verdadera Presencia fsica de laPersona misma del Espritu Santo. En efecto, toda accindivina en las creaturas, en lo ms ntimo de su ser denaturaleza o de gracia, trae consigo a lo ms recnditode ellas mismas la Presencia real, personal y substancialde Dios, por contacto creador. El ms diminuto granode arena, el menor tomo que brot? a la existencia o esmantenido fuera de la nada, evoca la Presencia todopode-rosa del Ser infinito, Fuerza creadora y conservadora detodos los seres del universo. "Necesse est ut ubicumqueest aliquis effectus Dei, ibi est et ipse D eus effector." La luz de Dios en los espritus presupone la accin ilu-minadora y la Presencia del Verbo; el menor acto de

    caridad requiere la mocin directa y la presencia perso-nal del Espritu Santo. El apstol San Pablo lo afirmacon sus palabras, que es necesario entender con todo

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    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    el realismo de la fe: No sabis que sois templo de

    Dios y que el Espritu de Dios habita en vosotros?(1 Cor 3, 16).

    3. La inhabitacin de toda la Trinidad en el alma

    El Espritu Santo es inseparable del Padre y delHijo. De donde la Presencia indivisible y la inhabitacinde toda la Trinidad en el alma de los justos. Las Tres

    Personas divinas permanecen indisociables: donde estel Padre, all est el Hijo; donde se encuentran el Padrey el Hijo, all est el Espritu Santo. Esta venida delVerbo y del Espritu Santo, esta inhabitacin de laTrinidad en el alma es atribuida con razn, como efectode