Petroglifos gallegos

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LA FACIES DE LOS PETROGLIFOS GALLEGOS Otra provincia de arte rupestre postpaleolítico, conexa, al menos en parte, con la facies esquemática, es la de los grabados, insculturas o petroglifos de Galicia y del norte de Portugal, con manifestaciones emparentadas, pero algo diferentes, que se hallan más al sur, como, por ejemplo, las del Valle del Tajo, en su curso portugués. Es un grupo de una gran personalidad, tanto por sus técnicas como por su repertorio temático. Según E. Anati (1968), el número de lugares con petroglifos es de unos 450 (320 en España y 130 en Portugal) (Fig. 107). Sobre las rocas al aire libre de aquellas regiones se encuentran millares de figuras, algunas seminaturalistas y otras claramente esquemáticas v abstractas. La técnica más común es la del piqueteado. No hay escenas propiamente dichas, lo que no excluye que la combinación de figuras y signos pueda tener un carácter narrativo. Impera el simbolismo que indudable encierra un significado religioso, lo que implica la relación de los grabados con algún tipo de ritual. En el Valle de Tajo casi toda la icono- grafía se reduce a símbolos abstractos, con frecuencia de difícil lectura. En el área galaica hay muchos zoomorfos, escasos antropomorfos y entre los signos destacan en especial la espiral y el laberinto. En la provincia de Pontevedra, la comarca de Campo Lanieiro (municipio del mismo nombre), constituye uno de los conjuntos más completos, en el que destacan la Pedra Grande de Montecelo y la roca de Os Carballos (Fig. 108 y 109); en el municipio de Fentans, debe ser mencionado el rico conjunto de Pedra das Ferradurras. Faltan argumentos para establecer una secuencia cronológica absoluta, pero abundan los elementos, por ejemplo, las representaciones de puñales que permiten establecer que la época de mayor desarrollo fue la Edad del Bronce. En conjunto se puede decir que los petroglifos se produjeron entre el Eneolítico y un momento avanzado de la Edad del Hierro. El momento final estaría marcado por la proliferación de los signos en forma de herradura con un punto o una línea en su interior. Un buen ejemplo de este momento es la roca de Ferraduras de Bemfeitas (Olivera de Frades, cerca de Viseu). Los trabajos pioneros sobre esta provincia artística son los de E López Cuevillas, R. Sobrino Buhigas (que en 1935 había catalogado más de 200 lugares), R. Sobrino Lorenzo-Ruza y J. R. Dos Santos Junior Descuidada durante algún tiempo, trabaja ahora en su estudio una pléyade de inves- tigadores con notables aportaciones como las de A. de la Peña, Emmanuel Anati A. García Alén, A. M. Baptista, M. Varela Gomes, R. Fábregas y J. M. Vázquez.

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LA FACIES DE LOS PETROGLIFOS GALLEGOSOtra provincia de arte rupestre postpaleolítico, conexa, al menos en parte, con la facies esquemática, es la de los grabados, insculturas o petroglifos de Galicia y del norte de Portugal, con manifestaciones emparentadas, pero algo diferentes, que se hallan más al sur, como, por ejemplo, las del Valle del Tajo, en su curso portugués. Es un grupo de una gran personalidad, tanto por sus técnicas como por su repertorio temático. Según E. Anati (1968), el número de lugares con petroglifos es de unos 450 (320 en España y 130 en Portugal) (Fig. 107).

Sobre las rocas al aire libre de aquellas regiones se encuentran millares de figuras, algunas seminaturalistas y otras claramente esquemáticas v abstractas. La técnica más común es la del piqueteado. No hay escenas propiamente dichas, lo que no excluye que la combinación de figuras y signos pueda tener un carácter narrativo. Impera el simbolismo que indudable encierra un significado religioso, lo que implica la relación de los grabados con algún tipo de ritual. En el Valle de Tajo casi toda la iconografía se reduce a símbolos abstractos, con frecuencia de difícil lectura. En el área galaica hay muchos zoomorfos, escasos antropomorfos y entre los signos destacan en especial la espiral y el laberinto. En la provincia de Pontevedra, la comarca de Campo Lanieiro (municipio del mismo nom-bre), constituye uno de los conjuntos más completos, en el que destacan la Pedra Grande de Montecelo y la roca de Os Carballos (Fig. 108 y 109); en el municipio de Fentans, debe ser mencionado el rico conjunto de Pedra das Ferradurras.

Faltan argumentos para establecer una secuencia cronológica absoluta, pero abundan los elementos, por ejemplo, las representaciones de puñales que permiten establecer que la época de mayor desarrollo fue la Edad del Bronce. En conjunto se puede decir que los petroglifos se produjeron entre el Eneolítico y un momento avanzado de la Edad del Hierro. El momento final estaría marcado por la proliferación de los signos en forma de herradura con un punto o una línea en su interior. Un buen ejemplo de este momento es la roca de Ferraduras de Bemfeitas (Olivera de Frades, cerca de Viseu).

Los trabajos pioneros sobre esta provincia artística son los de E López Cuevillas, R. Sobrino Buhigas (que en 1935 había catalogado más de 200 lugares), R. Sobrino Lorenzo-Ruza y J. R. Dos Santos Junior Descuidada durante algún tiempo, trabaja ahora en su estudio una pléyade de investigadores con notables aportaciones como las de A. de la Peña, Emmanuel Anati A. García Alén, A. M. Baptista, M. Varela Gomes, R. Fábregas y J. M. Vázquez.

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