Petit de Murat - El Último Progreso de los Tiempos Modernos: la Palabra Violada

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    Mario Jos Petit de Murat

    El ltimo Progreso

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    Centro Pieper- 2013 -

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    Mario Jos Petit de Murat

    El ltimo Progreso

    de los Tiempos Modernos:la Palabra Violada

    Tomado de:AAVV, Ensayos Filosficos - Homenaje al profesor Manuel Gonzalo

    Casas (1910-1961),Ediciones Troquel (Coleccin Dilogos del Presente),

    Buenos Aires 1963, pgs. 85-95.

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    El ltimo Progreso de los Tiempos Modernos:la Palabra Violada

    Fr. Mario Jos Petit de Murat, OP

    Mario Jos Petit de Murat (1908-1972), "hombre completo y eminente" segn

    Castellani, fue una estrella rutilante en el cielo de los dominicos argentinos e

    hispanoamericanos. Petit de Murat luce tanto por su cautivante prosa como por

    su capacidad de penetracin psicolgica. Autor prolfico y profundo conocedor

    de Santo Toms de Aquino, escribi y ense Teologa, Metafsica, Psicologa,

    Filosofa e Historia del Arte. Porteo de nacimiento, se radic en Tucumn,

    donde muri atendiendo una capilla rural en el Timb Viejo.

    - I -

    engamos por cierto que hemos ido a la deriva. Muchas han sido laslluvias, ros y vientos que la apostasa de Europa desat contra el

    Hijo del hombre desde el Renacimiento hasta nuestros das; comoconsecuencia se ha venido abajo con grande ruina todo lo que delcristianismo se intentara edificar sobre las arenas de la mediocridad, lastibiezas o los descuidos1.

    Es notorio que los tiempos renacentistas y posrrenacentistas estnespecificados por la reincidencia en el pecado, no en el individual, el cualse desgrana en cualquier rincn del mundo a cada instante, sino en el de lasociedad humana, pronunciando esta vez contra Dios no slo Creador sinotambin encarnado y Salvador. En consecuencia, el demonio y la nuevainiquidad disponen de mayor experiencia para su astucia y, as, la maliciaha progresado bastante sobre las antiguas tcticas.

    En efecto, la rebelda moderna ha aadido unaperfeccin capital a lainiquidad. Trataremos de esbozar, siquiera, lo que este enunciado entraa:

    Nuestra poca se mueve dentro del mbito de un mal teolgico; laanima la peor malicia, la de una apostasa. Si queremos lograr, no ya elgnero sino tambin la especie de dicho mal, hallamos que no se trata deuna apostasa cualquiera, la que apartara, por ejemplo, de la noticia que larazn o alguna tradicin cierta y remota pudiera dar de Dios. Lo que la

    1

    S. Mateo VII, 26-27: Y todo aquel que escucha stas, mis palabras, y no las cumple, se asemeja a unhombre estulto que edifica su casa sobre la arena: Y cay la lluvia y llegaron los ros y soplaron losvientos e hicieron irrupcin en esa casa; con lo cual cay y su ruina fue grande.

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    civilizacin actual intenta negar es la encarnacin del Verbo, adems detodo el orden sobrenatural y temporal originado por l en la tierra. Si frentea este hecho recordamos que la medida de un mal est dada por el bien queniega2, se entender que nos encontramos en la hora actual, ante un abismo

    idntico a la nada; pues si se niega el Verbo eterno qu nos queda de Diosy de las cosas? Si se niega la Encarnacin -la cual revela la decisin divinade asumir todo lo autnticamente humano- qu puede quedarnos delhombre? Sobre todo: en qu se convertir el verbo humano si existe laresolucin inflexible de emplearlo en contra del Verbo divino, a costa dedesgarrarlo en los nexos con su fuente, analoga y ejemplaridad suprema,que es ese mismo verbo?

    Ciertamente, la Edad Moderna ha obtenido al fin, tras su labor tenazde agnosticismo y subjetivismo, corromper la palabra en s. El lenguaje delhombre en todo tiempo, ha nombrado tambin conceptos, deseos yacciones inicuas; incluso cosas concretas dedicadas a la iniquidad(meretriz, Baal). Se pudo tambin mentir, pero se menta con cosas realesque no eran tal como se las nombraba ms en sus circunstancias que en suser mismo; sin embargo, permaneca inviolada la relacin del signo verbalcon la cosa significada. Se deca paz y cualquiera entenda que se iba a

    dar una real tranquilidad en el orden concretamente existente; cuando unrey asirio ambicionaba dominar a otro monarca, enviaba una embajadacomunicndole que le arrancara los ojos y le cortara las manos si llegaba aresistir y no rendirle vasallaje. En cambio hoy se dice hombre y se piensaque se puede estar nombrando a un animal sin mas; asimismo, si ungobernante llega a pronunciar la palabra paz el vecino entiende que seesta preparando para la guerra, y cuando un pas quiere apoderarse delmundo entero, oprime, destruye y aniquila en nombre del amor que profesaa la fraternal convivencia de los pueblos.

    2 Un mal se encuentra en el mismo gnero del bien que niega, porque no es otra cosa que la privacin deuna perfeccin debida; toda privacin no puede tener otra medida y gnero, en sentido negativo, que la

    medida y gnero que pertenece, en sentido positivo, al bien del cual carece. Por eso se dice que lacorrupcin de lo ptimo es psima, ya que la descomposicin de una brizna se percibe apenas; en cambio,resulta notable la corrupcin de un organismo superior. Pasando al espritu, ms an: la iniquidad deJudas est conmensurada por la existencia de Jess; si ste no hubiera existido, aquel tampoco lo podrahaber negado.Por eso, es grave la falacia de los filsofos de la Historia que quieren juzgar la Era moderna por leyesinferidas del estudio de los ciclos paganos. Nuestros tiempos de ninguna manera podrn ser paganos, puesestamos frente a un planteo del Bien radicalmente distinto a aquel que anim a las civilizacionesprecristianas. Nuestros pueblos al querer serlo se ven abocados a la tarea previa de oponerse a lapresencia de Dios injertada en lo humano y en la tierra con una especial voluntad de asuncin; han decaer, ante todo, del mundo moderno, no cosas accidentales, sino las esencias recapituladas en Cristo porla labor de la Iglesia. Es fcil entender que semejante esfuerzo reviste un sentido de suicidio, el mstrgico que ha podido ocurrir a la Historia humana. Para destruir la estructura cristiana en las cosas

    asumidas por Cristo, es necesario destruir las esencias de ellas. Ese es el signo de la soberana absolutadel Salvador; cuando obra, lo hace en el lugar donde slo Dios puede operar; su accin sigue el orden delser: primero lo esencial, luego lo accidental y lo operativo.

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    Notemos que no se trata de una transformacin etimolgica, por lacual numerosos vocablos han derivado apartndose de su contenidooriginal; v. gr. persona, villano. En este caso la mutacin es operada por elconsenso de todo un pueblo, cuyo genio verbal fluye tanto como las cosas

    en la realidad mvil del tiempo. La alteracin que hoy padece la palabra esmuy distinta; est sujeta a una doble intencin que la violenta en el nexodel signo con lo significado. Al uno se lo mantiene suspendido en susignificacin primera, mientras se socava lo segundo con la contrariedadmisma de lo que se significa; el vocablo justicia, por ejemplo, continasugiriendo la verdadera justicia, en cambio, por los caminos del derechopositivo puro se ha logrado inocularle subrepticiamente una significacinde absoluto subjetivismo que comporta la activa violacin diablica deaquella.

    - II -

    Podremos pesar la magnitud de esta perversin? La palabra humanaconstituye la ltima perfeccin de las cosas sensibles3. Cuandonombra a una de ellas, la define, manifiesta su peso y medida pticos

    y, por ltimo, le seala su lugar en el orden del universo con respecto de lascausas y dentro de las concertadas multitudes de las criaturas. Por eso sepuede afirmar que el logos humano corona con una epifana del ser almundo sensible.

    El modo de operar que la racionalidad aade a la inteligencia existeante todo por causa de la esencia del ser corpreo4. ste -que no es slofenmeno ni, mucho menos, slo materia- llama a esa peculiar inteligenciacomo a su trmino; all completa su ciclo, pues un ser que no se consumaen inteligencia, es un ser incipiente, o bien, frustrado.

    El ser fsico se desgrana en miradas de accidentes parciales ysucesivos. La materia quanta no admite una actualizacin -y por ende3 Ntese lo arduo de la cuestin que la palabra humana propone a la Filosofa. An no se ha estudiado sueficacia. Se la ha clasificado entre los signos ad placitum sin mayores distinci ones; en realidad la

    palabra y otros signos, imponen la verdad de que, entre el signo formal y el ad placitum se extienden

    grados en que el uno participa de las propiedades del otro. El poder de la palabra, en los tiempos actuales,para infundir la confusin en la profunda intimidad de la mente, revela una eficacia desconocida hastaeste momento.4 Santo Toms, Sum. Theol., I, q. LV, a. 2, c.: Y esto mismo se echa de ver en el modo de ser de lassustancias. Las espirituales inferiores, o sea las almas, tienen un ser afn al de los cuerpos en cuanto queson formas de los cuerpos: por esta razn su mismo modo de ser les impone que obtengan de los cuerposy por los cuerpos su perfeccin intelectual; de otra manera su unin sustancial con los cuerpos, sera

    vana. Si la inteligencia humana, mediante su modo de ser racional, recibe de los cuerpos lo inteligible,de manera adecuada, es con el fin de que tenga el modo de operar proporcionado a ellos y sea tambin,recprocamente, la inteligencia adecuada de los cuerpos.

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    una manifestacin- simultnea de todas las perfecciones contenidas en lavirtualidad entitativa de una forma sustancial recepta. Por esto la cosa

    sensible no es verbo de s, nunca se pronuncia aqu y ahora en una plenitudactual.

    En cambio, la inteligencia racional es potencia activa con respectodel ser; la nica capaz, en la realidad sensible, de abstraerlo de la materia yposeerlo tal como es en s, en su potencia primordial, depurado de lasoscuridades que la causalidad coartante de la materia le imprime. Sabemosque ser e inteligibilidad son trminos convertibles. El entendimientohumano tiene la propiedad de nombrar como suya a la esencia que fiel ypasivamente recibe de parte de la cosa. Esa fusin de lo inmutable de larealidad sensible con la inteligencia se llama inteleccin, de la cual procedeuna representacin formal intelectual en que la esencia conocida esexpresada; sta es la species expressa, la idea: el verbum mentis. Elentendimiento posible, con dicha respuesta activa conmensurada por laobjetividad de la esencia aprehendida, se convierte en entendimiento actualy la cosa, a su vez, en inteligencia. El verbum mentis as obtenido por elprimer acto de la inteleccin, es perfectible; el movimiento concatenado delraciocinio adquiere, luego, mediante el mtodo y el anlisis, precisionesque la simple aprehensin del ser, masiva, no puede aportar al concepto; sila argumentacin ha sido suficiente, logra al fin discernir, entre la multitudde datos, las notas esenciales y formales. La inteligencia, entonces, con su

    acto ms perfecto, el juicio, se ajusta a la cosa, afirmando lo que es onegando lo que no es, hasta el punto de consumar la unin ms ntima quepueda darse entre dos cosas realmente distintas -la inteligencia y larealidad- y, a la vez, transformadas la una en la otra. Desposorio, ste,necesario; primer misterio donde toda cosa halla su reposo y se despliegaen gloria. Ser y verbo: ltima y mutua perfeccin; tope final, pues no puedehaber cosa ms deseable, fruto ms jugoso, que el ser y la manifestacindel ser en el verbo. Es cuando se convierte en mirada de su rostro; luzinterior donde las cosas ren y trazan sendas de alas hacia el Principio

    inmutable.

    Pero los caminos del conocimiento de lo sensible no paran en elverbum mentis ni en el juicio: se traducen en signo.

    Los dos principios esenciales del hilemorfismo, fundidoseminentemente en la unidad de la esencia humana, racional, se llamanmutua y constantemente en todas las zonas del operar del hombre. Pues ascomo la forma sustancial recepta tiene una habitudo esencial hacia la

    materia, as tambin la species expressa tiene su vocacin igualmenteesencial por la realidad sensible y, con movimiento natural, retorna hacia

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    ella, para signarla de alguna manera. se es un sntoma: el verbum mentisnormalmente logrado siempre signa de alguna manera a la materia; si nopresenta esa tendencia se ha frustrado, derramndose en las arenas delconceptualismo.

    A esa causa se debe la abundancia ontolgica que entraa todovocablo: se descarga sobre l alguna plenitud esencial, la poseda por laidea que lo promueve.

    En consecuencia, la palabra veraz alumbra el existir de las cosastemporales con abreviadas plenitudes. Aqu -en la realidad- la cosa entregasu ser en sucesin de accidentes; all -en la palabra- lo ofrece entero ypatente en el instante iluminante del signo. La manifestacin es mayor enste; en aquella, la carga entitativa.

    Cuando se posee la palabra de esa manera, la realidad se corona conla epifana de su propio fondo ontolgico. Se producen entonces losgrandes momentos de la poesa y las culturas tpicas de envuelven con elhalo de artes pltoras, henchidas de sentido. En cambio si se las concibecomo un puro signo ad placitum, es violentada lo mismo que el violn enlas manos de un Paganini o el piano en las de un Liszt. Este ltimo trato essintomtico: el vigor vital de un pueblo ha muerto cuando su propio verbole resulta un conjunto de trminos convencionales. Las palabras, quebradas

    en sus relaciones transcendentales con las esencias, flotan sobre las olas delnaufragio, como formas yertas, esquilmadas por los comerciantes y losperidicos.

    La verdad es que el ser de un vocablo es pura estructura significativa,y tanto, que incluso su poca materia est, toda ella, embebida deintencionalidad, no arbitraria sino arraigada por sutiles analogas en lasesencias mismas de las cosas5. El espritu humano llega al prodigio artsticodel lenguaje porque es obra del genio de un pueblo, no de un individuo; y

    brota de all, gracias a esa abnegacin de todo lo particular, como laexpresin ms equivalente a la ndole espiritual de ese pueblo. Cuando unode ellos, por el asombro, recibe al desnudo en sus entraas el impacto delmisterio del Cosmos, produce su idioma. Momento feliz dedeslumbramiento y de juego donde el hombre liba las esencias y todo unpueblo es poeta que gesta con cada palabra una obra maestra y con lasrelaciones sutiles de los vocablos, otra mayor, ms memorable.

    5 Entre los hebreos -pueblo compenetrado de la carga de realidad que trae consigo el signo hablado- elvocablo dabar significa simultneamente cosa y palabra.

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    - III -

    a incursin llevada a cabo en el nexo del vocablo humano con laidea que lo origina, nos ha permitido descubrir la presencia

    analgica de sta en la fontica de aquel, de manera que el solopronunciar la palabra justicia anuncia a la inteligencia un esbozo de laverdadera justicia. Si expresamos esta conclusin a la inversa, es decir,negativamente, podemos afirmar que por mucho que vare el lenguaje,nunca en una misma lengua, el trmino cama llegara a significar caminar.

    Pues bien, el triunfo de la iniquidad moderna, su carcajada finalfrente al Verbo sangrante6 consiste en que ha logrado clavar su aguijn enlas junturas mismas del concepto con su vocablo. Este ltimo ha sido

    robado para violarlo e imponerle el feto de una significacin precisamentecontraria, que desde dentro le devora su propio ser significante; se explotasu sentido original para inocular en la mentalidad de los pueblos la ideaadversa a lo que l necesaria e inmediatamente sugiere.

    Basta traer a colacin los trminos justicia, libertad y liberalismopara entender hasta qu punto es perversa la corrupcin introducida hoy enel lenguaje.

    Nombra el primero la voluntad perpetua y constante de dar a cadauno lo suyo; el segundo, la responsabilidad de determinarse a s mismo enel orden operativo y en el mar casi infinito de los medios hacia el nico fin-el sumo Bien- que conforma esencial y exhaustivamente a la naturalezahumana; el tercero, a aquel que comunica sus propios bienes con elprjimo, sin olvidar la justicia.

    Para el moderno, por el contrario, la justicia significa la facultad deexigir derechos propios, absolutos y subjetivamente instituidos, frente a losde los otros, tambin absolutos y subjetivamente instituidos. La libertad es

    la facultad omnmoda del hombre concebido como principio de s mismo,con el absurdo consiguiente de que su accin es tal que plasma suexistencia en esencia y finalidad ulteriores a esa existencia. El vocabloliberal, por ltimo, es quizs el que padece mayor violencia interior; tantocuanto por s designa a aquel que sirve el bien desde las precisiones de la

    justicia, en la boca del moderno, sea vulgo, sea pensador de este siglo,nombra al ms hosco detractor y destructor de la verdad y del Bien que

    jams haya existido; al apasionado amante de las tolerancias que puedanliquidar todo lo que el Verbo divino haya construido en los hombres, ya en

    6Agreden al cielo con sus bocas y la lengua de ellos lame la tierra Salmo LXXIII , 9 (N. Trad.)

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    la recndita mansin del alma y la mente, ya en la complexin social y enlas disciplinas humanas. En resumen, llmase liberal a aquella mentalidadtan baja, que considera amplitud de criterio su repugnancia al misterio y susistemtica liquidacin de todo lo grande que la plana inteligencia del

    mediocre no puede entender; la cual sobre todo, eriza sus libertades yforma cordn policial nada ms que en derredor de Cristo y su Sangre; encambio, toda pirueta hacia la negacin de los perennes valores divinos y,tambin, humanos, cuenta con su sonrisa de bonachn.

    - IV -

    Y las consecuencias del psimo delito?

    No esperemos hallar flores de impunidad sobre el sepulcro de lapalabra violada.

    Corre el fro de la muerte por la mdula del alma cuando se piensaque la mentira anida en el interior del lenguaje del hombre moderno.

    Las consecuencias son inabarcables. Por el gnero donde sedesarrolla ese mal, sus efectos son inmediatamente deletreos de lohumano. Aunque stos se irradien, incalculables, en todo sentido, sepueden condensar en una sentencia an inaudita: el hombre no es. Su lugarest ocupado por el hervidero de su gigantesca descomposicin.

    Las cosas todas, tambin el hombre, dependen, esencialmente, de laverdad ontolgica7. Por consiguiente aquella mentira que, en laintencionalidad del hombre, impida la posesin de la verdad ontolgica,veda tambin al hombre la posesin de toda realidad. As las intenciones yel operar humano quedan desamparados de la presencia de lo real; en unapalabra, su operar estar vaco de realidad. Sus obras son, entonces, obras

    de maldicin, repudiadas por la densidad ptica del universo.

    Estamos en medio de nios que han escuchado la palabra mancilladapor la contradiccin interna, desde su cuna. El material plstico, el signotpico de la mentira moderna, hoy ablanda sus juguetes, la vajilla de su

    7 La verdad ontolgica causa y conmensura las esencias de las cosas concretas; stas son en el orden de loreal lo que aquella es en el orden de las ideas seminales del Creador. Las cosas existen por la conformidadde ellas con la Inteligencia indefectible que las origina. Por eso negar o afrentar la verdad ontolgicacomo lo ha hecho la filosofa moderna y la mentalidad contempornea, no logra modificar la realidad sino

    negarla y afrentarla. El fruto no puede ser ms desolador: el hombre queda privado, no de un bienparticular o de un sistema de ideas sustituible por otro sistema de ideas, sino del peso real de las cosasmismas.

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    mesa, todos los dolos que admiran. Porque este mundo ha perdido porcompleto el contacto con el caudal ptico que transita la materia, llega allamar material plstico al material ms miserable; al despojado de todaplasticidad. Por eso nuestros nios, cuando les toca el turno de inmolarse a

    los torbellinos vacos de una civilizacin ms perversa que la de Cartago,llaman amora una pasin obstinada que destruye lo amado, y libertada lapotestad de contraerse hacia un mundo que los asfixia.

    La confusin ha impregnado, como aceite derramado, los sentidosms recnditos del verbo humano, hasta el punto de desposeerlo de susrepercusiones cargadas de sugerencias y analogas. Tratamos palabrasprofanadas y muertas. Por eso hoy se da el hecho diametralmente opuestoal del nacimiento de un idioma. stos nacen en momentos frescos, en albaspoticas, de fervoroso encuentro del hombre con el universo. En cambionosotros estamos viviendo das desprovistos de venas esenciales; tiemposopacos terriblemente mudos: la poesa y la filosofa ha muerto. Nodisponemos de signos veraces. La confusin ha engendrado, al fin, unlenguaje; el propio de la ramera y el mercader, soberanos del mundo actual.

    La misma Teologa no deja de padecer la letal infeccin de algunasherejas o una residual sedimentacin de todas ellas en cuanto los telogosdivulgadores intentan modernizarla.

    La confusin inoculada es tal que hablamos palabras mentirosasaunque no queramos: se dice hombre de Dios y se concibe una criatura

    aniquilada; en cambio, se pronuncia Humanista y se piensa en un hombrebien afianzado en la realidad; y lo que en otro tiempo se llamaba lisa yllanamente pecado original, en la actualidad se denomina Humanismo;

    porque as se nombra a la sustancia de aqul, rediviva hoy. El dedicarse a laexaltacin de las potencias, derechos, recursos del hombre y de las cosas ens, dejando en segundo plano lo principal, la necesaria subordinacin detodos ellos a la trascendencia de Dios, lleva ese nombre desde el

    Renacimiento hasta nuestros das, con el fin de que se pueda desarrollar asus anchas, recibiendo incluso los servicios de ms de una mentalidad quedice, por otra parte, no reconocer otro Seor que el Cristo y su Iglesia.

    La comodidad moderna tampoco carece de nombre encubridor de losefectos que produce en las regiones del alma. Ella relaja las energas delcuerpo y del espritu hasta el punto de quitar al hombre toda aptitud deesfuerzo; de esta manera sume a la inteligencia y a la voluntad en marasmoque le impide, como al paraltico de la piscina Probtica8, levantarse y

    8 S. Juan V, 1-9

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    andar, esforzado, en pos de las gracias hasta alcanzar las aguas vivasinteriores de la verdadera caridad. A esa parlisis del espritu, por ciertoalarmante, se la llama camino de abandono; y al no saber orar se lo

    clasifica como oracin de quietud9.

    Pero es en el vocablo Dios donde se ha arremolinado con ms saa laintencin de corromper el lenguaje. La apostasa moderna, como resultadofinal de la multiformidad de sus manifestaciones (verdadera cabeza deMedusa), ha logrado, para nombrar al Seor de cielos y tierra, la palabradeshecha en el mayor grado de equivocidad posible. La libre interpretacinde los datos revelados se ha afirmado con tanta insolencia, que cuando sedice Dios, hasta el comn de los catlicos, entiende un ser infinitamente

    pasivo del hombre, susceptible de ser modificado de maneraincondicionada por las convicciones, el temperamento e inclinacionesparticulares de cada individuo. Gracias al trabajo de erosin de las herejasmodernas, el Nombre Santo es hoy un puro equvoco; cuando un israelita,un masn, un ateo materialista, un catlico tolerante y un testigo de

    Jehov se renen para planificar la ciudad polivalente, si alguno de ellos

    llega a pronunciar de paso la palabra Dios, todos los otros sonrenbenvolos, porque cada uno, a propsito del nombre vaco, ha podidopensar cualquier cosa o, lo que es ms perfecto, no ha pensado en nada.

    Al final de cuentas no sabemos en cuntos que dicen vivir, la Verdad

    que da vida, es idea muerta.

    - V -

    l mentiroso, para convencer, recurre a la locuacidad; de all pasa a lagesticulacin y llega, por ltimo, al paroxismo si tiene que pedirsocorro porque su mujer ha ingerido veneno o su casa se incendia.

    As est le hombre: se resuelve en paroxismo de radio, peridicos,

    propaganda y televisin. Todos vociferan, pero es en vano: nadie cree anadie. Se busca ms producir efectos que impresionen por algn momentoel apetito, no pronunciar palabras que pesen tanto como la verdad. Aunque

    9No se impugna en este lugar el caminito del santo abandono de Santa Teresa del Nio Jess y la SantaFaz, el cual contina sin duda, las prcticas heroicas de los mayores santos. Contiene un ascetismovigoroso y constante, semejante al de los Padres del yermo, sostenido por el ms puro ejercicio de lasvirtudes teologales. El abandono a la gracia, mencionado, es el remedo del camino teresiano, pues elafn de adaptar las disciplinas cristianas al mundo moderno y a la mentalidad vulgar, no poda dar otroresultado: todo se ha aflojado y reducido al mnimo hasta el punto de considerar abandono en las manosde Dios, a la incuria espiritual, a la ausencia de todo esfuerzo personal. Se descansa en el ex opere

    operato de los Sacramentos, olvidando que stos producen sus efectos en la medida de las disposicionesfavorables e intensivas que encuentren en el sujeto. Otro tanto se puede decir de la oracin de quietudde Santa Teresa de vila.

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    se quisiera, no se las encuentra, pues cualquiera de ellas lleva latente en smisma, su contradiccin. Todo hombre siente hasto por el verbo humanomenoscabado, rehollado. La poca, al perderlo, muestra al desnudo su valory necesidad. Siempre pasa as: el hombre aprecia un bien slo cuando lo

    pierde; mientras lo posee abusa de l; y hoy se ve hasta qu punto fueronincalificables las torpezas cometidas con la palabra por el Iluminismo y elRomanticismo; por el Humanismo decadente de nuestros das. Los esprituscultivados que an existen, perciben el silencio muerto de la alta ausencia,del verbo desflorado, y callan.

    Se vocifera para convencer a alguien, pero ms valdra callar: elhombre moderno, as nombre sus propios ojos, es un sordomudo dotado degritos vacos, lanzados contra un Universo intacto que se le ha clausurado;contra el otro hombre que est como un esquema remoto, desdibujado porla muchedumbre que lo connota, obsesiva, das y noche.

    Si dice blanco, al instante puede decir negro sin que nadie seconmueva; cuanto ms habr alguno que lo comente de paso levantando loshombros; una indignacin apopltica se encender, en cambio, en el nicocaso de que el negro en el lugar del blanco llegue a perjudicar algnnegocio. Este estado de cosas se debe a que cuando dijeron mono y seentendi hombre no hubo quien lavara la afrenta inferida a la inteligencia,sino que asintieron sonriendo, pues tal vez, aunque a costa de una ltima

    humillacin, haba llegado la hora de liberarse de Dios. Pero tanta fue laeuforia, que no notaron que all tambin est el Seor. Queriendo desatarsede l, lo nico que hicieron fue dejar la zona de su misericordia para entraren la de su justicia, ya que renegando de su condicin de hijos del Altsimo,de inmediato obtuvieron, en eso mismo, el castigo, pues quedaronaherrojados, nada menos que en las convicciones de sus mentes, al animalms asqueroso de la escala zoolgica.

    En consecuencia, el mundo est infectado de demonios y el sntoma

    de que el hombre dice una palabra y se entiende, por lo menos, dos cosasdistintas, manifiesta que ha llegado el turno de aquel que se complace enreducirlo a la condicin de un sordomudo. El otro indicio del endemoniadodel Evangelio tambin abunda en los dramas de los individuos y de lospueblos; as andan, cayendo unas veces en el fuego y otras en el agua10.

    Segn el Seor Jess tal gnero de espritu inmundo es echado fueraslo con la oracin y el ayuno. Siendo, en este caso la palabra la ultrajada,el ayuno que cabe es el silencio.

    10 S. Marcos IX, 13-28.

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    Cuando el hombre calla, Dios habla; y cunto tumulto y blasfemia,afrenta y llaga tiene que acallar el hombre para que Dios hable!

    nicamente el silencio lava al alma en las aguas de las esencias, las

    causas, la Trinidad desbordante. Y slo all la palabra llagada reposa yrehace su transparencia significativa como el vino cuando el mosto seasienta.

    Habr almas capaces de hundirse en la noche del silencio; delevantar bajo la desplegada mansin de la Voz, las altas cimas del hombre,las que presencian el Orden? El bautizado en su centro, hace suyo el arcanoescondido desde la fundacin del mundo: el Verbo est en la carne y en lallaga de la carne. Mas, habiendo entrado en las llagas, buscndonos, sinembargo calla en la casa de Herodes, el Usurpador; ausenta su mirada y suvoz ante el padre de este siglo.

    Slo los capaces de borrar en sus corazones la gritera del mercadocon las luces del desierto, tendrn poder contra los demonios que seresulten en vaciedad y blasfemia al mundo moderno. Si ese linaje delEspritu ya no se levanta desde el bautismo y el llanto de la Iglesia, peorpara este siglo: sobrevendr un silencio de cenizas lvidas durante tiemposnicamente conocidos por el Padre. Luego, la multitud de las aguas quebrotan de su Trono encender una vez ms el alba y, desde hierbas nuevas,

    ascender hasta el corazn del que Es, fue y ser, el hilo del cantoglorificante: el de la palabra que nombra y ordena en el Verbo, las trmulascriaturas de la Tierra.

    Fin

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