Peru Problema y Posibilidad

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LIBROS & ARTES Página 6 de la frase reside posible- mente en la fina distancia que toma respecto de otras igualmente emblemáticas, agudas y populares, utiliza- das para referirse de mane- ra sarcástica al incoherente y “radicalmente heterogé- neo” conglomerado de for- mas de vida que muestra la sociedad peruana. Por ejem- plo, aquellas adscritas a una tradición crítica nihilista o políticamente radical, tales como “El Perú es un burdel” (Macera), o “en el Perú es increíble lo que no sucede” (Casós), o “¿en qué momen- to se jodió el Perú?” (Zavalita en Conversación en La Catedral de Vargas Llosa), o aquella frase anó- nima citada por el propio Basadre que dice “El Perú es un país imposible”. Pero la frase de Basadre parece también tomar dis- tancia del otro extremo existente en nuestra tradi- ción narrativa sobre el Perú, el de aquella narrativa com- placiente, con “la mirada nostálgica hacia atrás”, que busca la “coherencia” del Perú a partir de la “super- estimación” unilateral de al- gún componente geográfico, racial o histórico de la socie- dad peruana. Tal es el caso de las narrativas adscritas a las tradiciones que Basadre llamó “incaistas”, “colonia- listas” o “proceristas”, las cuales comparten “en el fon- do, idéntico espíritu estático, nostálgico, retrógrado”; un fondo común de “provincia- nismo” que no es sino el mismo error inverso del “cosmopolitismo sin mati- ces”. SÍNTESIS El afán de Basadre por encontrar una lectura más integral y coherente del Perú como una “síntesis vi- viente” (Belaunde) se pue- de decir que es, lato sensu, un rasgo característico de la llamada “generación del centenario”. Esta genera- ción realizó un gran esfuer- zo intelectual durante la primera mitad del siglo XX por superar la amarga dis- puta en la que se encontra- ba entrampada la compren- sión de nuestra identidad nacional, luego de un siglo de vida republicana que culminó en el desastre de la guerra del Pacífico a fi- nes del siglo XIX. Para decirlo en pocas palabras: la “generación del novecientos”, en sus diver- sas vertientes —González Prada, Barreda y Laos, Ja- vier Prado, Manuel Vicente Villarán y García Calde- rón—, sembró una sensibi- lidad irritante en el “senti- do común” de la elite inte- lectual y política peruana de inicios del siglo XX. Para ellos, la desintegración y la heterogeneidad eran la cau- sa fundamental del fracaso de todos los proyectos por transformar al Perú en una república moderna desde su independencia. La llamada generación del centenario —desde Belaunde hasta Mariáte- gui— si bien compartió el diagnóstico novecentista y combatió la “república aristocrática”, no participó de su “método de lectura” crítico sobre el país. Como insistirá una y otra vez Basadre, las radicales nega- ciones nihilistas o los sobredimensionamientos unilaterales con que confun- dían segmentos parciales del Perú con el todo, conducían a nuevas exclusiones auto- ritarias que terminaban por reforzar —o apenas remo- zar— el viejo régimen here- dado de la época colonial compuesto de castas, jerar- quías inamovibles y exclu- siones desintegradoras que imposibilitaban todo progre- so material y la unificación espiritual de la nación en un sentido moderno. COMPLEJIDAD Basadre intentó uno de los más extensos y eruditos esfuerzos por lograr una síntesis holística en la com- prensión del Perú, apoyado en una permanente re- flexión epistemológica so- bre los procedimientos historiográficos utilizados en su investigación —sen- tido en el que continúa y desborda el trabajo iniciado por Riva Agüero en La his- toria en el Perú— y en una abrumadora información empírica que le servía para frenar los desvaríos unilate- rales de toda interpretación puramente especulativa y apresurada. Su obra se orienta a develar la inmensa comple- jidad o heterogeneidad de lo real, inaccesible a los este- reotipos con los que se in- tentaba hasta entonces sim- plificar la caracterización de los sujetos, las instituciones, las categorías conceptuales y los sentidos comunes de la vida peruana, cuya escan- dalosa incoherencia gobier- na este incomprensible y Perú: problema y posibilidad BASADRE SETENTA AÑOS DESPUÉS José Carlos Ballón P ara decirlo en palabras del propio Basadre: “La síntesis social perua- na… no se ha realizado aún… y el Perú sigue sien- do una serie de comparti- mentos estancos, de estra- tos superpuestos o coinci- dentes, con solución de con- tinuidad”. El atractivo simbólico Setenta y un años después de que Jorge Basadre escribiera Perú: problema y posibilidad, el título no sólo nos remite a uno de los pocos libros paradigmáticos escritos en el siglo XX sobre la evolución histórica del Perú como un todo * , sino que además por sí mismo ha pasado a constituir una frase autónoma y emblemática para cualquier esfuerzo intelectual por iniciar una nueva lectura crítica de las inmensas inconsistencias que caracterizan a nuestra comunidad nacional. * Basadre, Jorge; Perú: problema y posibilidad. (Ensayo de una síntesis de la evolución histórica del Perú, con algunas reconsideraciones, cua- rentisiete años después). Lima, Fun- dación Manuel J. Bustamante De La Fuente, 1994, Cuarta Edición, 386 pp.

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de la frase reside posible-mente en la fina distanciaque toma respecto de otrasigualmente emblemáticas,agudas y populares, utiliza-das para referirse de mane-ra sarcástica al incoherentey “radicalmente heterogé-neo” conglomerado de for-mas de vida que muestra lasociedad peruana. Por ejem-

plo, aquellas adscritas a unatradición crítica nihilista opolíticamente radical, talescomo “El Perú es un burdel”(Macera), o “en el Perú esincreíble lo que no sucede”(Casós), o “¿en qué momen-to se jodió el Perú?”(Zavalita en Conversaciónen La Catedral de VargasLlosa), o aquella frase anó-

nima citada por el propioBasadre que dice “El Perúes un país imposible”.

Pero la frase de Basadreparece también tomar dis-tancia del otro extremoexistente en nuestra tradi-ción narrativa sobre el Perú,el de aquella narrativa com-placiente, con “la miradanostálgica hacia atrás”, quebusca la “coherencia” delPerú a partir de la “super-estimación” unilateral de al-gún componente geográfico,racial o histórico de la socie-dad peruana. Tal es el casode las narrativas adscritas alas tradiciones que Basadrellamó “incaistas”, “colonia-listas” o “proceristas”, lascuales comparten “en el fon-do, idéntico espíritu estático,nostálgico, retrógrado”; unfondo común de “provincia-nismo” que no es sino elmismo error inverso del“cosmopolitismo sin mati-ces”.

SÍNTESIS

El afán de Basadre porencontrar una lectura másintegral y coherente delPerú como una “síntesis vi-viente” (Belaunde) se pue-de decir que es, lato sensu,un rasgo característico dela llamada “generación delcentenario”. Esta genera-ción realizó un gran esfuer-zo intelectual durante laprimera mitad del siglo XXpor superar la amarga dis-puta en la que se encontra-ba entrampada la compren-sión de nuestra identidadnacional, luego de un siglode vida republicana queculminó en el desastre dela guerra del Pacífico a fi-nes del siglo XIX.

Para decirlo en pocaspalabras: la “generación delnovecientos”, en sus diver-sas vertientes —GonzálezPrada, Barreda y Laos, Ja-vier Prado, Manuel VicenteVillarán y García Calde-rón—, sembró una sensibi-lidad irritante en el “senti-do común” de la elite inte-lectual y política peruana deinicios del siglo XX. Paraellos, la desintegración y laheterogeneidad eran la cau-sa fundamental del fracasode todos los proyectos portransformar al Perú en unarepública moderna desde suindependencia.

La llamada generacióndel centenario —desdeBelaunde hasta Mariáte-gui— si bien compartió eldiagnóstico novecentista ycombatió la “repúblicaaristocrática”, no participóde su “método de lectura”crítico sobre el país. Comoinsistirá una y otra vezBasadre, las radicales nega-ciones nihilistas o lossobredimensionamientosunilaterales con que confun-dían segmentos parciales delPerú con el todo, conducíana nuevas exclusiones auto-ritarias que terminaban porreforzar —o apenas remo-zar— el viejo régimen here-dado de la época colonialcompuesto de castas, jerar-quías inamovibles y exclu-siones desintegradoras queimposibilitaban todo progre-so material y la unificaciónespiritual de la nación en unsentido moderno.

COMPLEJIDAD

Basadre intentó uno delos más extensos y eruditosesfuerzos por lograr unasíntesis holística en la com-prensión del Perú, apoyadoen una permanente re-flexión epistemológica so-bre los procedimientoshistoriográficos utilizadosen su investigación —sen-tido en el que continúa ydesborda el trabajo iniciadopor Riva Agüero en La his-toria en el Perú— y en unaabrumadora informaciónempírica que le servía parafrenar los desvaríos unilate-rales de toda interpretaciónpuramente especulativa yapresurada.

Su obra se orienta adevelar la inmensa comple-jidad o heterogeneidad de loreal, inaccesible a los este-reotipos con los que se in-tentaba hasta entonces sim-plificar la caracterización delos sujetos, las instituciones,las categorías conceptualesy los sentidos comunes dela vida peruana, cuya escan-dalosa incoherencia gobier-na este incomprensible y

Perú: problema y posibilidad

BASADRE SETENTAAÑOS DESPUÉSJosé Carlos Ballón

Para decirlo en palabrasdel propio Basadre:

“La síntesis social perua-na… no se ha realizadoaún… y el Perú sigue sien-do una serie de comparti-mentos estancos, de estra-tos superpuestos o coinci-dentes, con solución de con-tinuidad”.

El atractivo simbólico

Setenta y un años después de que Jorge Basadre escribiera Perú:problema y posibilidad, el título no sólo nos remite a uno de lospocos libros paradigmáticos escritos en el siglo XX sobre laevolución histórica del Perú como un todo* , sino que además por símismo ha pasado a constituir una frase autónoma y emblemáticapara cualquier esfuerzo intelectual por iniciar una nueva lecturacrítica de las inmensas inconsistencias que caracterizan a nuestracomunidad nacional.

* Basadre, Jorge; Perú: problema yposibilidad. (Ensayo de una síntesisde la evolución histórica del Perú,con algunas reconsideraciones, cua-rentisiete años después). Lima, Fun-dación Manuel J. Bustamante De LaFuente, 1994, Cuarta Edición, 386pp.

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frustrante conglomerado deformas de vida. En ello con-sistirá el plantearse el Perúcomo “problema”.

Los infinitos detalles y“matices” de este irritanteconglomerado incoherenteque es el Perú, son recorri-dos, tratando de abarcar to-dos los puntos de vista.Basadre no se limita a lomeramente dado –comoaconsejaba el positivismo–,es decir, no ve sólo el “pa-sado” sino también “el por-venir”; y “no sólo lo quehemos sido, sino lo que nohemos sido”. Con tal proce-dimiento comparativo yucrónico-especulat ivo–pensaba Basadre– podría-mos evitar ser dominadospor las retóricas falsamente“modernizadoras” de unpolítico radical comoGonzález Prada o falsamen-te “cosmopolitas” de un po-lítico conservador comoGarcía Calderón.

Basadre se refería al ori-gen paradójicamente aristo-crático y no modernista dela tradición crítica nihilistadel radicalismo político pe-ruano: “La primera literatu-ra de la desilusión sobre lascosas peruanas la hicieronhombres reaccionarios. Quelas cosas marchan muy malen el Perú, que todo está co-rrompido, que lo que no darisa da asco, dicen el maris-cal Riva-Agüero (…) en1857, José María de Pando(…) en 1835, el generalManuel I. de Vivanco (…)después de 1851, FelipePardo y Aliaga en múltiplescomposiciones poéticas(…), Bartolomé Herrera ensus prédicas de tribuno ymaestro (…). Estas quejasy denuncias se refirieronsobre todo a la realidad po-lítica, ya que todos los re-presentantes, directos o in-directos, de las tendenciasregresivas de la aristocraciacolonial cayeron en el fra-caso, ante el predominio, node los liberales sino del mi-litarismo, de la politiqueríay del desorden… no es ar-bitrario establecer algunavinculación entre la obra decondena y de protesta de losúltimos supérstites o defen-sores de las llamadas clasessuperiores, con la obra decondena y de protesta dedon Manuel GonzálezPrada (…) Hay en él algo

de la antigua nobleza, sobretodo la de origen provincia-no, que, descontenta con lanueva oligarquía, busca elapoyo popular”.

No muy distinto fuepara Basadre el caso deFrancisco García Calderón,quien al mismo tiempo quemostraba una impecable re-tórica liberal y democráticamoderno-europea, propug-naba -sin hacerse mayoresproblemas de consistenciaintelectual- formar “una oli-garquía ilustrada y benéfi-ca para el Perú”. Basadredesentrañó con gran agude-za la contradictoria estruc-tura discursiva que subyacíaa su lectura “modernista”del Perú: “Algún día podráestudiarse las característicasde esta mentalidad sudame-ricana… Algunas facetas tí-picas de aquella se mues-tran, a veces, en García Cal-derón: la agilidad mental, larapidez en la asimilación, laamplitud cosmopolita en lacuriosidad, el gusto por lasideas nuevas. Es difícil serun sudamericano porque nohay, hasta hoy, código, gra-mática, decálogo, paraorientarlo como tal (...).Cualquier corriente culturalque tenga vigencia puedeser sentida por nosotros (...)sabemos absorber con faci-lidad ideas ajenas, nos ins-piramos en las fuentes másvariadas, improvisamosadmirablemente y a todoeso solemos darle un aire deelegancia y, en cierto senti-do, hasta de originalidad porla mezcla de elementos tancontradictorios...”1. Basadre cuestionó tam-bién la supuesta “moderni-dad” que se pretendió atri-buir a la narrativa indige-

nista o “incaista”, tras en-volverla con una retóricasocialista moderna que, ensu opinión, se basaba en una“comparación engañosa”completamente unilateral yarbitraria.

INDIGENISMO

Basadre desentrañó lasunilateralidades y las con-tradicciones históricas ytextuales insalvables de di-cho discurso metafórico:“La realidad peruanaprehispánica esencialmenterural y las doctrinas socia-listas nacidas del industria-lismo, están separadas porpoderosos factores de ordentécnico y de civilización; elIncario era un gobierno dedominadores y el socialis-mo en sus más extremas for-mas quiere crear un gobier-no de productores; el régi-men incaico estaba basadoen una diferenciación rígi-da y por ello en una des-igualdad efectiva (…) resul-tando el trabajo y el bienes-tar del pueblo producto deconveniencias administrati-vas y políticas y no de unanorma genérica de justiciacomo quiere el socialismo;la casta de los incas, de losorejones, de los curacas, delos sacerdotes, formabanuna gran cantidad de zánga-nos incompatibles con losideales del socialismo; laabsorción absoluta del indi-viduo llegaba hasta privarlode su libertad para escogersu trabajo, libertad que escapital dentro del socialis-mo, cuyo afán es la igual-dad en la iniciación (…) elsocialismo es un productoesencialmente científico ytécnico, la mentalidad indí-

gena estaba muy alejada dela mentalidad moderna”2.

En efecto, a primera vis-ta el discurso indigenista delos años veinte aparecíacomo una reivindicaciónigualitarista moderna detipo socialista contra la dis-criminación étnica o racial.No obstante, un estudio másdetenido de la estructura eintencionalidad pragmáticade dicho discurso mostrabaun procedimiento anacróni-co similar al de los Comen-tarios reales de Garcilaso,quien describió al imperioincaico prácticamente comoun régimen análogo a lasmonarquías absolutistasilustradas europeas del sigloXVII. No muy distinto fueel caso de Guamán Poma deAyala, en su Nueva coró-nica y buen gobierno, quienreclamó al poder colonial larestitución de las jerarquíasperdidas por la casta aristo-crática indígena frente a laemergente presencia de los“mestizos” y “caciques im-provisados”.

MILITARISMO

De igual factura fueronpara Basadre las disputaspor el poder político duran-te el primer militarismo(1827-1841). La guerra ci-vil entre Santa Cruz yGamarra tenía poco que vercon la constitución de unrégimen republicano mo-derno y, menos aún, con launificación de una naciona-lidad andina en la llamadaConfederación Perú-Boli-viana. Un estudio más de-tenido y minucioso mostra-ba la presencia de viejas dis-putas hegemónicas entrepoderes étnicos locales, en-

tre dos “viejos camaradasde colegio”, verdaderos ca-ciques provincianos; “Riva-lidad del aimara frente alquechua, del paceño y elcuzqueño (…). Rivalidad dedos ambiciosos, análoga-mente expertos en la intri-ga, en el disimulo y la vio-lencia. Más grande, másclarividente, mejor adminis-trador, Santa Cruz. Más po-lítico, más astuto, más mi-litar Gamarra”.

No muy distinta fue lalectura que Basadre realizódel principal caudillo “libe-ral” del “segundo militaris-mo”, don Ramón Castilla,cuyo desenvolvimiento po-lítico resultaba inexplicable–por incoherente- a partir dedichos patrones ideológicosdiscursivos: “… por ejem-plo, la libertad de los escla-vos y la supresión del tribu-to de los indios las encarócomo simples situaciones,pues dejó de realizar tantola emancipación de los es-clavos como la abolicióndel tributo en todo el perio-do de seis años que gober-nó entre 1845 y 1851 y pro-clamó ambos principioscuando lo creyó convenien-te; y más tarde quiso resta-blecer el tributo”. Basadreconcluye citando al escritorchileno contemporáneoLastarria: “En el Perú y enBolivia no ha habido parti-do liberal ni conservador, noha habido retrógrados ni re-accionarios, demócratas nimonarquistas, unitarios nifederales, sino por acciden-te”.

LIBERALISMO

Así, por ejemplo, másque por expandir los dere-chos ciudadanos y consoli-dar una sociedad civil, elCongreso Constituyente de1822 —dominado por losliberales— se preocupófundamentalmente por deli-mitar “… la iniciativa delEjecutivo en lo que respec-ta a las leyes, su falta depoder para nombramientos,la elección del Presidente

1. Basadre, Jorge; Historia de la Re-pública del Perú 1822-1933, Lima,Editorial Universitaria, 1970 (sextaedición corregida y aumentada),tomo XVI, pp. 16-17.2. Basadre, Jorge; La multitud, la ciu-dad y el campo en la Historia delPerú. Lima, UNMSM, 1929, p. 21.

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por el Congreso, la autono-mía de las autoridades y cor-poraciones locales, el sufra-gio… indirecto… la intole-rancia religiosa… y segúnla flamante Constituciónque aprobó esta asamblea(‘liberal’), el que no fuerareligioso debía perder lacalidad de peruano”. De ahíque Basadre no deje deaconsejar que: “No nos ha-gamos muchas ilusiones(…) sobre el doctrinarismode aquella época”.

Ante la ausencia de unafuerte sociedad civil hege-mónicamente compuestapor productores individua-les independientes, la “de-mocracia” no es la apertu-ra de un espacio públicopara garantizar los dere-chos de los individuos, sinola impunidad de los gruposde poder local a la caza delas arcas fiscales, las inter-minables disputas entre losnuevos caciques locales ylos antiguos, la anarquíageneralizada, que recurren-temente origina en el Perúla conclusión de que sóloun Estado central autorita-rio puede traer la moderni-dad.

Es curioso, peroBasadre se acercó con estaconsideración a la radicalcaracterización gonzalez-pradista de la lucha política

peruana, cuando a iniciosdel siglo XX afirmaba que:“Casi toda revolución en elPerú ha sido una guerra ci-vil entre dos reacciones…”.

Es posiblemente ésta larazón de su evaluación fi-nal del liberalismo peruano:“Las innovaciones que losliberales quisieron implan-tar en el Perú se relaciona-ron con el Estado y no conla Nación, salvo el aisladocaso del tributo, la esclavi-tud y algún otro. El Estadopudo variar más o menos lasconstituciones, las leyes ylos proyectos de ellas; perola nación siguió igual (…)hubo la misma arbitrariedaden el poder ejecutivo. Conuna u otra orientación, en elparlamento hubo la mismacorrupción e inmoralidad yla misma falta degenuinidad en las eleccio-nes y en los diputados”.

PLEBEYIZACIÓN

La misma complejidady heterogeneidad se mues-tra en el caso del autorita-rismo. Una lectura socioló-gica coherentista ha lleva-do a interpretarlo como unfenómeno representativo delos estratos sociales altosque conformaban la oligar-quía peruana, particular-mente limeña.

Pero Basadre desmitifi-có también esta simplifica-ción simbólica: “Desde elprincipio, el militarismo, apesar de haber albergado ensu seno a representantes delas clases altas –en mayorproporción de lo que ocu-rre en la época actual– cum-plió aquí una misión demo-crática al encumbrar a in-dios y mestizos, dándoles laúnica válvula de ascensiónsocial que podía existir enaquella sociedad”. Esta fun-ción se hace particularmen-te evidente cuando a partirde 1842 “empieza la loteríadel guano”. La riqueza co-mienza a ser administradadirectamente por el poderpolítico y con éste el acce-so directo a la riqueza, el as-censo social y la adquisi-ción de privilegios cliente-lísticos a partir del Estadoy no de la actividad produc-tiva en la sociedad civil.

No obstante, el fenóme-no político de la plebeyi-zación del Estado no pare-ce respaldar la hipótesis delinicio de un proceso demo-cratizador (en el sentidomoderno del término) de lasociedad peruana. De he-cho, el propio Basadre larectificará cuarenta y sieteaños después, en sus“Reconsideraciones”, a pro-pósito de los debates sobre

el llamado “modo de pro-ducción asiático”.

En su ensayo de 1931,Basadre reparó en que “laprosperidad fiscal aparentemarcada por el guano” sólo“favoreció a la empleoma-nía”, para luego añadir otraaguda observación: “El ca-pitalismo hizo su aparicióntardíamente (…) con (…)empresas públicas más quecon las empresas privadas(…) hizo su aparición conlos empréstitos (…) fue fu-nesto en esta forma finan-ciera por (…) las especula-ciones a que dio lugar”.

¿DEMOCRATIZACIÓN?

Es por ello que el acce-so directo de capas plebe-yas al poder político no ori-ginó una democratizacióncapitalista en el sentido deuna desoligarquización dela riqueza; sólo cambió o sesustituyó una oligarquía porotra. En este sentido, la ca-racterización de la luchapolítica peruana porGonzález Prada se acercómás a los hechos.

Los cambios en la com-posición individual o grupaldel Estado —al igual quelos recurrentes cambiosconstitucionales— no trans-formaron el sentido comúnde nuestra población haciauna “ética de la responsabi-lidad individual” como laque moviliza a la sociedadcivil moderna, es decir, laadquisición de riqueza ex-clusivamente por el trabajoindividual. La vinculaciónorgánica al poder políticopor relaciones de parentes-co o clientelaje siguió sien-do, desde los “enriquecidosdel guano” hasta nuestrosdías, la fuente fundamentaldel enriquecimiento mate-rial y espiritual.

No es —como ocurre enlos países capitalistas mo-dernos— la fortuna obteni-da mediante el trabajo pri-vado la que da acceso alpoder público, sino a la in-versa: el poder público, elorigen de toda fortuna pri-vada. Los llamados “vladi-videos”, que tanto han es-candalizado en estos últi-mos tiempos a toda suertede institutrices morales, sonapenas una visualizaciónanecdótica reciente de esteproblema profundo y anti-

guo del Estado en el Perú,por lo menos desde los le-janos “enriquecidos delguano”.

Más aún, en el Perú, laplebeyización del Estadoacentuó hasta la locura lapopularidad del mito de lacreación de una nación mo-derna a partir de éste, lo queha terminado por devaluarcompletamente todo escrú-pulo ético respecto del ca-rácter de “servicio” que tie-ne la función pública. Nin-gún político ni funcionariopúblico piensa que su labores un “servicio público”sino, más bien, que es unejercicio de “autoridad”para vigilar y castigar aladversario y de impunidadpara disponer de un botínque hay que repartir entresus seguidores partidarios ofamiliares.

Esto, a su vez, genera enlas capas populares una lec-tura oportunista de sus “de-rechos”, pues los ven des-gajados de todo “deber”. Enotras palabras, los entiendencomo “privilegios cliente-lísticos”, “favores” o “rega-los” que otorga la cercaníaal poder que no conllevanninguna obligación repro-ductiva de la contraparte,como la tradicional pleberomana.

ESTADO

Cuando escasean losfondos públicos por el roboy el gasto improductivo (po-pulista o decoratista, depen-diendo de si la clientela gu-bernamental es plebeya oaristocrática), los políticosapelan de manera recurren-te a gravar con nuevos im-puestos a los que producencon su trabajo o a incremen-tar indefinidamente la deu-da pública, cuyo facturacaerá sobre los productoresde riqueza en una inconte-nible espiral que parecierabuscar la desmoralizaciónexpresa de todos aquellosempeñados en aumentar lariqueza social.

Esto va acompañado deuna perversa campaña po-pulista de idealizaciónevangélica de “los pobres”para poder castigar a todotrabajador que ha alcanza-do el éxito gracias a su efi-ciencia. Así, se desprestigiala ética social productiva y

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meritocrática mientras para-lelamente se promueve unaética del privilegio, en uncírculo infernal que sólo re-crea la pobreza y el atraso.

De esta manera, los po-líticos refuerzan ante el pue-blo una imagen paternalistay sagrada del Estado –con-traria a todo proceso moder-no de desacralización delpoder político– como si fue-ra el divino creador y no elprofano dilapidador de lariqueza social. Es imposibleque en tal contexto funcio-ne la ley del valor, recono-cida desde Adam Smith has-ta Carlos Marx, cuya formu-lación popular reza: “a cadaquién según su trabajo”.Aquí funciona exactamen-te la ley inversa, expresadaen aquel viejo proverbiopopular que dice: “el vivovive del zonzo y el zonzode su trabajo”. He ahí lafuente última de toda co-rrupción aristocrática o ple-beya.

Tal fue quizá el motivoque llevó a Basadre a subti-tular los acápites finales delcapítulo VI con las siguien-tes palabras extraídas deldiscurso de Piérola del 19de junio de 1904: “Institu-ciones, hombres y cosas:todo ha sido falsificado, noson verdad aquí”; y luegodel 14 de julio de 1912: “Se-

guimos al abismo con ce-guedad inconcebible”.

¿MODERNIZACIÓN?

El proceso de plebeyi-zación del poder culminócon el ascenso de Leguía,cuando se desmoronó el ré-gimen civilista que denomi-nara “república aristocráti-ca” y –parafraseando al pro-pio Basadre– “el mayordo-mo se quedó con la casa”.

“Sin trabas éticas ni decasta, una vez satisfecha suambición, aceptaba a quienhabiendo sido su enemigode ayer, quisiera acomodar-se bajo su égida”. “De ahíresultó el dominio de los ca-ciques provinciales en elparlamento y un descensoen su nivel espiritual… in-tervenir en la vida adminis-trativa no para fiscalizarlasino para obtener nombra-mientos y prebendas… to-dos los males se acentuaroncon el gobierno de Leguía”.Pero fue sobre todo la ilu-sión de un desarrollo capi-talista moderno a partir delEstado, sin productores in-dividuales libres y sin socie-dad civil, regida por una éti-ca productivista, el más per-nicioso legado con que di-cho gobierno inauguró demanera paradigmática elPerú “moderno” del siglo

XX, el cual finalizará paté-ticamente con un régimenanálogo al leguiísta: el deAlberto Fujimori.

Tal como describeBasadre: “La penetracióncapitalista realizada engrande escala durante elgobierno de Leguía no tuvoprimordialmente un carác-ter privado (industrias, em-presas particulares, etc.)sino fue en gran parte decarácter financiero o conconexión presupuestal: em-préstitos, concesiones,obras públicas, moderniza-ción de la capital, urbaniza-ciones, etc. En ella intervi-no (…) aparte de algunoscontratistas privilegiadosnacionales, parientes muycercanos, relacionados oadeptos del señor Leguía.Aludiendo a la política delos empréstitos, base paraesta exaltación del progre-so material, de la ‘prosperi-dad’ nacional, el financistaamericano señor Dennis hahecho su exégesis en un ar-tículo lapidario: Si ser granfinancista consiste en pedirprestado para gastar, el se-ñor Leguía lo era (…)”.

La consecuencia inevi-table de tal “modernidad”plebeya fue, una vez más, lade siempre: “Se fue forman-do una nueva oligarquía”.

LOCALISMO

Finalmente —comopara completar la compleji-dad de “la cuestión so-cial”—, la obra de Basadreconcluyó de manera solita-ria pero lapidaria con el aná-lisis de dos aspectos centra-les del discurso en torno delproblema social peruano enlas primeras décadas del si-glo XX: el indigenismo y elagrarismo puro.

Según Basadre, desdelos “levantamientos indíge-nas” de Tupac Amaru yPumacahua a fines del sigloXVIII y comienzos del XIXhasta los ocurridos en“nuestra época en Huaraz,Huancané, La Mar, Ayacu-cho, Parcona, Puno, etc.(…) todos estos movimien-tos no son sino rebeliones”—que él diferenció de las“revoluciones” sociales—;es decir, meras “… vengan-zas colectivas, producto dela desesperación, estallidoslocos, regionales o locales,campesinos, antiurbanos,anticriollos; en el fondo,pese a la visión de dos o treshombres admirables, ‘rebel-días contra la civilización’.Muy justicieros en su origeny muy elocuentes en su sig-nificación; pero (…) conuna orientación regresiva”.

Para Basadre, uno delos factores fundamentalesde nuestra desintegraciónnacional y de la inviabilidadde la modernización socialreside no sólo en esta abru-madora hegemonía econó-mica del mundo rural, sinoen el sobredimensiona-miento cultural delaldeanismo que plantean elindigenismo y el agrarismopuro, de clara raigambrefeudal y firme soporte localdel caudillismo militarista.

“El separatismo, elindigenismo puro y antici-vilizado, el antilimeñismoenvidioso, el limeñismopedante y ensimismado,todo lo que hay de aldea-no y de lugareño aquí, en-venenan más nuestra vidaestrecha”.

En pocas palabras, el lo-calismo aldeano no sólodesintegra sino que hace in-viable la vida nacional:“Elementos no ya fusiona-dos —lo que sería imposi-ble y tal vez inconvenien-te— sino carentes aún de la

mera armonización, formannuestra realidad sociológi-ca. El país no marcha en unadirección ya fijada, sino os-cila entre la dictadura y laanarquía, entre la atonía yel estallido”. Todo un con-glomerado incoherente que,según Basadre, origina en lapsicología nacional un“complejo de inferioridad”,un sentimiento de impoten-cia y una opción por elausentismo, “mal endémicocuyo exponente es la frase:Este es un país imposible”.

CONCLUSIÓN

Son, qué duda cabe,más numerosos que losaquí señalados los proble-mas que Basadre logró in-dividualizar a lo largo de suextensa investigación his-tórica con su método demultiplicar los ángulos devisión, las circunstanciascontingentes y los múlti-ples elementos que rodeancada uno de los eventossociales.

Apenas hemos rozadoalgunos problemas; abar-carlos todos desbordaríalos límites de un ensayocomo el presente, cuyo ob-jetivo es apenas examinarlos alcances y límites de suparadigma de investiga-ción.

Lo mismo podríamosdecir de sus intentos de su-gerir respuestas o solucio-nes a los problemas anali-zados. Si examinamos sumétodo, resulta evidenteque no existe algo así comouna “solución general” a losproblemas descritos —quetanto gusta a los demagogospolíticos— sino múltiplessoluciones parciales, cuyasuma no puede formularseen un algoritmo universal.Sólo los diecisiete tomos dela última edición de su His-toria de la República delPerú constituyen una mues-tra de la magnitud de la rea-lización del paradigma deinvestigación que formula-ra en 1931.

Basadre propone aban-donar la pretensión de en-tender el Perú como una en-tidad metafísica ideal o apartir de un modelo ideal-mente consistente (tal comoaparece en las lecturas denuestros pensadores del no-vecientos y, antes de ellos,

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en nuestros “proyectistas”de fines del siglo XVIII),cuyo desacuerdo con la ex-periencia histórica peruananos impide individualizarlos problemas y resolverlosy nos conduce, más bien, auna condena moralista y to-tal de nuestra comunidad,característica de la críticanihilista radical.

En la crítica nihilista elsujeto emisor del discursoaparece como una suerte de“profeta” ubicado —sin jus-tificación alguna— en algún“lugar” epistemológica-mente privilegiado que lepermite enunciar un discur-so pragmáticamente mono-lógico, en la medida en queel lugar privilegiado queocupa convierte en inferiora todo interlocutor. Moral-mente, dicho discurso resul-ta tan autoritario como elsistema que dice criticar.

Por el contrario, Basadrepropuso entender el Perúcomo una totalidad incohe-rente de acontecimientoshistóricos, delimitando asíempíricamente su universodiscursivo, pero no como unconjunto de individuos físi-cos o instituciones genéri-cas sino como un conjuntode contradicciones (“pro-blemas”) individuales y deopciones disponibles (“po-sibilidades”) o “distintossenderos abiertos a la ac-ción, muchos de ellos com-plejos y difíciles”. Tal es, enmi modesta opinión, el sen-tido del título Perú: proble-ma y posibilidad.

PROBLEMAS

No obstante la riquezay superioridad de la pro-puesta de Basadre respectode todos los intentos que leprecedieron para entenderla racionalidad de la vidaperuana, queda sin embar-go al final de su lectura lasensación de que la hetero-geneidad e incoherencia dela vida peruana que su pa-radigma de investigación harecuperado y analizado, leproduce un profundo males-tar.

En efecto, trata la hete-rogeneidad como si fuera unrasgo intrínsecamente per-verso de nuestra idiosincra-sia nacional o, en el mejorde los casos, como un su-puesto metodológico transi-torio, necesario para enten-

der las carencias o ausen-cias de nuestra sociedadsubdesarrollada, pero final-mente no deseable sino su-perable en alguna apeteci-ble homogeneidad futura.

Esta actitud parece mar-car su propia apreciaciónsobre la importancia de lahistoria: “…en el Perú ellaes lo único que poseemos encomún; todo lo que no ema-na de lo histórico es, en elPerú, radicalmente hetero-géneo”.

Su caracterización delPerú como “una serie decompartimientos estancos,de estratos superpuestos ocoincidentes, con soluciónde continuidad” es, para él,resultado de un pasado que“no es algo colmado ni ad-mirable”. Y la meta —queBasadre comparte con sugeneración— de hacer una“síntesis social peruana”, esalgo que “no se ha realiza-do aún”; es decir, un vacíoque hay que llenar. En suscomentarios finales sobreGarcía Calderón encontra-mos la misma insatisfaccióncoherentista: “no somos un

todo sino un uno más uno,más uno, más uno…”.

Esta es una insatisfac-ción que Basadre parececompartir con otros miem-bros de su generación inte-lectual como Mariátegui yVíctor Andrés Belaunde.Para el primero, “El pensa-miento hispano-americanono es generalmente sino unarapsodia compuesta conmotivos y elementos (dis-persos) del pensamiento eu-ropeo”. Belaunde es todavíamás radical: “Es la incohe-rencia la que nos explica lainferioridad de nuestra vidacolectiva (…) consideradaen conjunto”.

La pregunta es: ¿quéocurrió con estos hombresde la generación del cente-nario que bajo el influjo fi-losófico de Bergson o

Nietzsche (y en muchos ca-sos de la fenomenología yel pragmatismo) viraron al“mundo de la vida” cam-biante e incoherente y des-estimaron el enfoquesistémico, coherentista yfisicalista de la sociologíapositivista decimonónica,para terminar finalmenteadoptando un punto de vis-ta coherentista y deva-luando la heterogeneidad e

incoherencia de la vida pe-ruana?

No se trata, por supues-to, de exigirle al pensamien-to crítico que tenga algúntipo de actitud complacien-te con las inconsistenciasque se manifiestan en nues-tra vida nacional, sino de serreflexivos sobre los límitesde validez de la misma no-ción de “coherencia” para elejercicio del pensamientocrítico.

Quisiera sugerir una hi-pótesis. Tengo la impresiónde que los pensadores de lageneración del centenariono abandonaron —a pesarde sus grandes esfuerzos—una visión coherentista de lasociedad peruana, porquetampoco abandonaron sucomprensión metafísica deésta como una “entidad”,

una especie de “hombregrande” a quien se le exigecoherencia y finalidad in-tencional en sus actos. Enotras palabras, no vieron lasociedad como un conglo-merado circunstancial yconvencional en el que con-viven poblaciones muy di-ferentes y contradictorias(en la que por tanto no hayun problema único o funda-mental sino múltiples con-tradicciones) y que la solu-ción de dichas contradiccio-nes tampoco es única ni esexpresable en algún algorit-mo o receta universal, quesólo nos lleva a discriminaro extirpar las diferencias deuna manera coherentista yautoritaria, sino que consis-te en coordinar su conviven-cia y tolerancia en infinidadde aspectos puntuales que laentrampan. El todo no esuna entidad distinta a lasuma de sus partes. No hayun problema sino múltiplesproblemas ni una posibili-dad sino múltiples posibili-dades, ninguna de las cua-les es total.

En general, creo que los

pensadores de la generaciónde Basadre preservaron laconcepción clásica de lasociedad —de origenaristotélico-tomista yneotomista—, en la cualésta es una entidad de natu-raleza orgánica, idea quetambién encontramos ennuestros pensadores colo-niales (p.e., el padreAcosta), en nuestros pre-cursores de la independen-cia (p.e., Vizcardo) y ennuestros pensadores posi-tivistas decimonónicos(como González Prada yJavier Prado), a la que me-tafóricamente denomina-ron “cuerpo de nación”,proceso ideológico que hasido minuciosamente estu-diado por el historiadorsanmarquino MiguelMaticorena.

Podemos encontrar estametáfora organicista enMariátegui y, por supuesto,en un pensador católicocomo Víctor AndrésBelaunde, pero su presenciano resultaba evidente en laobra de Jorge Basadre ymerece una investigaciónmás detenida que la presen-te. Él mismo reparó —cua-renta y siete años después—que la persistencia de estaconcepción tomista de lasociedad en la cultura na-cional no es algo arbitrario,cuando incorporó en sus“Reconsideraciones” las in-vestigaciones de RichardM. Morse sobre el pensa-miento político colonial.

En el prólogo a la se-gunda edición de Perú:problema y posibilidad, es-crito en 1978, es decir enun texto de madurez,Basadre deslizó esta metá-fora organicista precisa-mente para graficar su en-foque problemático y elmotivo de sus insatisfa-cciones frente a las incohe-rencias y heterogeneidadesde la vida peruana: “Cadaindividuo está envuelto enproblemas (…) cabe no lacerteza, no la seguridad, nisiquiera la probabilidad,pero sí, al menos la posibi-lidad de encontrar solucio-nes a corto, mediano o lar-go plazo. Trasladando estasecuela de pensamientos aun plan colectivo, resultaaplicable a los pueblos envía de desarrollo. No sonuna realidad definitivamen-te consumada, no han llega-do a constituirse en todosorgánicos (…)”.

Se nos plantea en estecontexto una pregunta: ¿Noes esta lectura organicista dela sociedad –tan profunda-mente enraizada en nuestrosentido común– una fuentepermanente de la lecturacoherentista de nuestraselites culturales y de la ad-miración popular por lassoluciones autoritarias ydiscriminatorias frente a lasincoherencias y heteroge-neidades de la vida perua-na? Tras la traumática ex-periencia fujimorista, meparece que esta visiónorganicista existente en lacultura política peruanacontemporánea debería serobjeto de crítica, debate einvestigación particular-mente urgente.

“Basadre mostró también un sinnúmero de elementosdel discurso y la acción política del liberalismo

republicano que se aproximaban más a una defensa delos poderes despóticos del caciquismo local contra el

poder despótico central, que a una oposición‘democrática moderna’ al despotismo”.