PERSPECTIVAS PARA E L CONTROL DE ARMAMENTOS Y E...

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PERSPECTIVAS PARA EL CONTROL DE ARMAMENTOS Y EL DESARME * THOMAS B. LARSON, Columbio, University LAS NEGOCIACIONES sobre control de armamentos han entrado en un período estacionario después de la firma, a mediados de 1968, del tra- tado de no proliferación. A pesar de no haberse logrado la firma de algunos países que cuentan con capacidad técnica e industrial para rea- lizar programas de armamento nuclear, el tratado ha dejado atrás los límites de la etapa de negociaciones y se encuentra ya en el terreno de las políticas nacionales. Este receso permite reflexionar sobre el pro- greso que se logró en la década anterior en materia de regulación de armamentos y los posibles problemas susceptibles de presentarse en las negociaciones de los próximos años. Entre esos problemas el principal es el que se refiere a lograr un acuerdo sobre limitación de proyectiles y otros sistemas de armamentos estratégicos. Éste podría ser el punto principal de la agenda si las dos potencias que cuentan con sistemas de armamentos avanzados (URSS y Estados Unidos) deciden pasar de negociar las negociaciones, a las negociaciones propiamente dichas. Por supuesto, las posibilidades de llegar a nuevos acuerdos en ma- teria de desarme, se ven afectadas por la política interior de los países cuyo consentimiento es necesario para lograr cualquier progreso. Por lo que respecta a la URSS, la caída de N . S. Khrushchev expulsó del Kremlin al que fuera un líder fértil en la iniciación —-y locuaz sobre la propaganda— de proposiciones para el desarme; unas modestas y otras de gran importancia. Su atención en este campo estaba particularmente centrada en las relaciones con Estados Unidos porque pensaba —como lo declaró en cierta ocasión— que la historia había depositado en ambas naciones una responsabilidad especial sobre el futuro del mundo. 1 Por el contrario, los sucesores de Khrushchev han demostrado menos interés en el desarme como tema de negociaciones o de propaganda. También se han preocupado menos por la posibilidad de un acercamiento sovié- tico-americano; más bien han demostrado interés en mantenerse a dis- * Las ideas aquí expresadas han sido desarrolladas con mayor amplitud en: Thomas B. Larson, Disarmament and Soviet Policy, 1064-1968, Englewood Cliffs, N. J., Prentice-Hall, Inc., 1969. 1 Discurso del 21 de junio de 1960, ante el Congreso del Partido Comunista Ru- mano, extractos en The Sino-Soviet Dispute, eds. G. F. Hudson, Richard Lowenthal, and Roderick MacFarquhar. Nueva York, Frederick A. Praeger, Inc., 1963, pp. 132-139. 280

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PERSPECTIVAS P A R A EL C O N T R O L DE A R M A M E N T O S Y EL DESARME *

T H O M A S B. L A R S O N , Columbio, University

L A S NEGOCIACIONES sobre control de armamentos han entrado en un período estacionario después de la firma, a mediados de 1968, del tra­tado de no proliferación. A pesar de no haberse logrado la firma de algunos países que cuentan con capacidad técnica e industrial para rea­lizar programas de armamento nuclear, el tratado ha dejado atrás los límites de la etapa de negociaciones y se encuentra ya en el terreno de las políticas nacionales. Este receso permite reflexionar sobre el pro­greso que se logró en la década anterior en materia de regulación de armamentos y los posibles problemas susceptibles de presentarse en las negociaciones de los próximos años.

Entre esos problemas el principal es el que se refiere a lograr un acuerdo sobre limitación de proyectiles y otros sistemas de armamentos estratégicos. Éste podría ser el punto principal de la agenda si las dos potencias que cuentan con sistemas de armamentos avanzados (URSS y Estados Unidos) deciden pasar de negociar las negociaciones, a las negociaciones propiamente dichas.

Por supuesto, las posibilidades de llegar a nuevos acuerdos en ma­teria de desarme, se ven afectadas por la política interior de los países cuyo consentimiento es necesario para lograr cualquier progreso. Por lo que respecta a la URSS, la caída de N . S. Khrushchev expulsó del Kremlin al que fuera un líder fértil en la iniciación —-y locuaz sobre la propaganda— de proposiciones para el desarme; unas modestas y otras de gran importancia. Su atención en este campo estaba particularmente centrada en las relaciones con Estados Unidos porque pensaba —como lo declaró en cierta ocasión— que la historia había depositado en ambas naciones una responsabilidad especial sobre el futuro del mundo. 1 Por el contrario, los sucesores de Khrushchev han demostrado menos interés en el desarme como tema de negociaciones o de propaganda. También se han preocupado menos por la posibilidad de un acercamiento sovié-tico-americano; más bien han demostrado interés en mantenerse a dis-

* Las ideas aquí expresadas han sido desarrolladas con mayor ampl i tud en: Thomas B. Larson, Disarmament and Soviet Policy, 1064-1968, Englewood Cliffs, N . J . , Prent ice-Hal l , Inc., 1969.

1 Discurso del 21 de junio de 1960, ante el Congreso del Partido Comunista R u ­mano, extractos en The Sino-Soviet Dispute, eds. G . F . H u d s o n , R i c h a r d Lowenthal , and Roderick MacFarquhar. Nueva York, Frederick A . Praeger, Inc., 1963, pp. 132-139.

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t a n d a de los líderes de Estados U n i d o s . Esta últ ima act i tud se demostró

p a l p a b l e m e n t e cuando, a p r i n c i p i o s de 1965, Estados U n i d o s inició e l

b o m b a r d e o sistemático sobre N o r v i e t n a m . S i n embargo, a pesar de este

d i s t a n d a m i e n t o l a política soviética sobre c o n t r o l de armamentos n o

sufr ió básicamente n ingún c a m b i o drástico tras l a expulsión de K h r u s h -

chev, y dos acuerdos pendientes de discusión fueron negociados cuando

y a L . I . Brezhnev y A . N . K o s y g i n se encontraban instalados e n los

puestos pr incipales de l p a r t i d o y d e l gobierno de l a U n i ó n Soviética.

E n Estados U n i d o s l a l legada a l poder de u n a administración re­

p u b l i c a n a en 1969, puede alterar l a posición estadounidense en las cues­

t iones de desarme. Antes d^ su l legada a l a Casa B l a n c a , R i c h a r d

N i x o n procuró d i s i m u l a r , a través de su larga carrera política, c u a l q u i e r

entus iasmo respecto a negociar tratados sobre l a cuestión de armamen­

tos con l a U R S S . S i n embargo, los imperat ivos q u e r igen l a polít ica

p r e s i d e n c i a l son diferentes a los que pesan sobre los candidatos, y p r o ­

bablemente los primeros conduzcan a N i x o n a negociar con los rusos

asuntos que afectan l a seguridad m i l i t a r y l a estabi l idad f inanciera de

Estados U n i d o s . A u n q u e posiblemente se presenten cambios sustancia­

les e n las posiciones de Estados U n i d o s en m a t e r i a de contro l de arma­

mentos, con respecto a l t ratamiento que le i m p r i m i e r o n las adminis­

traciones demócratas precedentes, existen poderosas fuerzas burocráticas

e n W a s h i n g t o n que l i m i t a n las opciones presidenciales. Sólo u n a d i ­

rección fuerte y d e c i d i d a podrá encauzar esas fuerzas dentro de nuevos

canales.

Estas consideraciones previas pretenden establecer q u e tanto en l a

U n i ó n Soviética como en Estados U n i d o s existen fuerzas favorables a

l a c o n t i n u i d a d de cuestiones tales como el c o n t r o l de armamentos y e l

desarme, que m i n i m i z a n inc lus ive e l i m p a c t o de los cambios más drás­

ticos de los líderes de alto n i v e l . Precisamente este elemento de cont i ­

n u i d a d permite que l a reflexión sobre las pasadas negociaciones de

desarme sea s ignif icat iva p a r a trazar perspectivas p a r a e l futuro. L o s

elementos más importantes que d e t e r m i n a r o n los éxitos y fracasos en

l a década anter ior serán revisados en l a siguiente sección.

I . NEGOCIACIONES SOBRE C O N T R O L DE A R M A M E N T O S : 1959-1968

Y a nadie puede pensar que las negociaciones de desarme entre so­

viéticos y occidentales son únicamente m o t i v o de discusiones sin que se

l legue a n a d a posit ivo. L a f i r m a de cuatro acuerdos entre 1959 y 1968,

q u e establecen l imitac iones en l a polít ica de a r m a m e n t o de las poten­

cias, demostraron que el e n t e n d i m i e n t o en este campo es posible. L o s

c u a t r o acuerdos son: e l T r a t a d o de l a A n t á r t i d a de 1959; e l T r a t a d o

sobre Prohibic ión P a r c i a l de Pruebas de 1963; e l T r a t a d o sobre e l Es­

p a c i o E x t e r i o r de 1967; y el T r a t a d o de N o Proliferación de 1968.

E s t a cadena de éxitos podría aumentarse s i se incluyesen los acuer­

dos de efecto transi tor io o aquellos que n o i m p o n e n l imitac iones en

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política militar (como por ejemplo, el Acuerdo Conjunto Soviético-Americano sobre los Principios Aceptados para la Negociación del Des­arme General y Completo, de 1961, o el acuerdo de "línea-caliente" de 1963) o los tratados colaterales a las negociaciones soviético-americanas. A esta última categoría pertenece el importante Tratado de Desnuclea­rización de América Latina, o Tratado de Tlatelolco. 1 2 A pesar de que el principio de desnuclearización de América Latina recibió tanto el apoyo soviético como el estadounidense, ambos países tuvieron dif icul­tades para aceptar algunas previsiones del actual tratado. L a URSS, además de consideraciones de carácter nacional, tenía que mostrar poco entusiasmo por un tratado en cuya negociación no sólo no intervino el gobierno cubano sino que recibió su condena.

Individualmente cáela uno de los cuatro tratados mencionados pre­sentan complejidades, pero será suficiente para los fines de este artículo destacar sus características principales sobre control de armamentos. (De los cuatro, dos, el Tratado de la Antártida y el del Espacio Exterior, contienen reglamentación sobre otros asuntos que quizás resultan más importantes que sus postulados sobre política militar).

Tratado de la Antártida de 1959. E l Tratado de la Antártida de 1959 prohibe cualquier tipo de instalación militar en la región, ya sea convencional o nuclear, y específicamente prohibe la utilización de la Antártida para explosiones nucleares. L a vigilancia del cumplimiento del acuerdo se aseguraba mediante el libre acceso de los países signa­tarios a todas las instalaciones localizadas en la zona. E l único país que ha ejercido este derecho de "inspección" en dos ocasiones ha sido Estados Unidos. 3

Tratado sobre Prohibición Parcial de Pruebas Nucleares de 1963. E l Tratado sobre Prohibición Parcial de Pruebas Nucleares de 1963, fir­mado tras varios años de negociaciones infructuosas que buscaban un acuerdo sobre prohibición total de las pruebas nucleares, es mucho más importante que el Tratado de la Antártida. Prohibe las pruebas de armas nucleares y las explosiones nucleares en la atmósfera, en el fondo del mar y en el espacio exterior; implícitamente sanciona las pruebas subterráneas al prever que los desechos radioactivos desprendidos de éstas no traspasasen las fronteras del país que realice las pruebas. E l tratado puso f in a los programas de pruebas atmosféricas que se lleva­ban a cabo tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética, y obligó a los laboratorios nucleares de ambos países a trasladarse a áreas subterráneas; que es un medio difícil y costoso para realizar pruebas nucleares.

2 Ver A . García Robles, El Tratado de Tlatelolco. México, D. F., E l Colegio de México, 1967, e ibid., La desnuclearización de América Latina. México, D . F., E l Colegio de México, 1965.

;3 L a susceptibilidad soviética sobre la inspección se demostró por la crítica en la Unión Soviética de esta "inspección americana". SSSR, SShA i razoruzhenie, ed. I. S. Glagolev. Moscú, " N a u k a " , 1967, p. 145. P o r supuesto l a U R S S no objetó formal­mente la inspección.

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S i n embargo, e l tratado no logró t e r m i n a r con las pruebas nucleares

atmosféricas p o r q u e F r a n c i a y l a R e p ú b l i c a P o p u l a r C h i n a se negaron

a f i r m a r e l tratado que les habría i m p e d i d o alcanzar u n desarrollo de

a r m a m e n t o nuclear e n e l que Estados U n i d o s , l a U R S S y e l R e i n o

U n i d o estaban más adelantados p o r haber i n i c i a d o con a n t e r i o r i d a d

sus programas. Diversas razones i n d u j e r o n a otros países a rehusarse a

f i r m a r e l tratado. Estos fueron p r i n c i p a l m e n t e países d e l b loque or ien­

t a l p o r q u e veían con desagrado u n acercamiento soviético-americano y,

e n algunos casos, p o r simpatía con l a postura c h i n a .

L a s diferencias sobre l a necesidad de real izar inspecciones oculares

h a n i m p e d i d o que se l legue a u n acuerdo tota l sobre l a prohibición de

las pruebas de armas nucleares; e l tratado de 1963 dejó l a responsabi­

l i d a d de v i g i l a r el c u m p l i m i e n t o d e l tratado a los sistemas nacionales

d e inte l igenc ia . A p a r t i r de 1963 h a n surgido controversias menores so­

b r e l a observancia d e l tratado, p o r q u e tanto l a U R S S como Estados

U n i d o s h a n real izado numerosas pruebas subterráneas, algunas a u n

n i v e l jamás intentado antes de 1963. Además, las pruebas soviéticas y

americanas se h a n 4 ' vent i lado" ; es decir , h a n c o n t a m i n a d o la atmósfera

c o n desechos radiactivos. S i n embargo, es necesario destacar que las

quejas h a n surgido d e b i d o a l a producción imperfecta de pruebas sub­

terráneas perfectamente legales, y n o se h a argumentado que las prue­

bas se h a n real izado en medios p r o h i b i d o s .

Paradójicamente, e l acuerdo sobre prohibic ión p a r c i a l de pruebas

l l e v ó a mayores dif icultades para lograr u n a prohibic ión total . L o s

observadores que v i e r o n e n l a prohibic ión p a r c i a l u n paso hacia ade­

l a n t e para alcanzar l a meta p r i n c i p a l q u e d a r o n profundamente decep­

cionados. D o s factores c o n t r i b u y e r o n a este resultado. E l p r i m e r o se

ref iere a l a presión m u n d i a l contra las pruebas atómicas. E n 1963, esta

presión, que se manifestó tanto a n i v e l i n t e r n o como i n t e r n a c i o n a l ,

h a b í a a d q u i r i d o u n a gran fuerza. E s t a se d e r i v a b a p r i n c i p a l m e n t e d e l

temor , quizás exagerado, a las emanaciones causadas p o r las explosiones

nucleares. Este pel igro podía m a n i p u l a r s e más fácilmente que el d e l

per fecc ionamiento de armas más sofisticadas. E l i m i n a d o e l pel igro de

l a contaminación, p o r l o menos p o r l o que se refería a las pruebas so­

viéticas y americanas, l a campaña contra las pruebas perdió su carácter

i m p e r a t i v o .

E l segundo factor que contribuyó a que el tratado se convirtiese en

u n e lemento retardatar io d e l progreso de u n a prohibic ión total se re­

l a c i o n a directamente con l a polít ica i n t e r n a de Estados U n i d o s y l a

U R S S . T a n t o K h r u s h c h e v como el presidente K e n n e d y se enfrentaron

a l a predisposición de los aparatos mi l i tares de sus países para aceptar

u n a prohibic ión de las pruebas. Esto se demostró públicamente en

Estados U n i d o s , en donde el Estado M a y o r , apoyado p o r sus part idarios

e n e l Congreso, condicionó su aceptación d e l tratado a que e l G o b i e r n o

aceptase u n p r o g r a m a de "salvaguardias" . Este se re lac ionaba p a r t i c u ­

l a r m e n t e con las pruebas subterráneas, y p l a n t e a b a como requis i to la

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iniciación de un vigoroso programa que necesariamente conduciría a l a continuación de dichas pruebas y no a su eliminación.4 Respecto a la predisposición a firmar una prohibición de pruebas de parte de los militares soviéticos no existe una evidencia precisa; sin embargo, en abril de 1963, Khrushchev aludió a presiones internas —presumible­mente de parte de los militares— para que la posición soviética respecto a la prohibición de pruebas fuese más firme. 5 Antes de 1963 las auto­ridades soviéticas siempre habían rechazado la idea de exceptuar las pruebas subterráneas de la prohibición general, probablemente por con­siderar que este congelamiento tecnológico sería adverso para la URSS porque permitía a Estados Unidos realizar pruebas en un medio en el que estaba mucho más adelantado. De cualquier forma, lo significativo es que el logro de la prohibición parcial se tradujo en el planteamiento de condiciones más difíciles para llegar a la prohibición total de par­te de los soviéticos. Antes de la firma del tratado de 1963, la U R S S había otorgado su anuencia para la creación de un sistema internacional de control para vigilar el cumplimiento de las disposiciones del mismo, así como también aceptaba la idea de permitir algunas inspecciones oculares en territorio soviético con el objeto de mantener la vigencia del tratado. Desde que se aceptó la prohibición parcial de pruebas hasta el presente, las autoridades soviéticas se han negado a considerar o discutir cualquier tipo de sistema de inspección internacional como requisito para llegar a un tratado de prohibición total de las pruebas.

Tratado sobre el Espacio Exterior de ipóy. E l tercer acuerdo sobre control ele armamentos al que han llegado Estados Unidos y la U R S S es el relativo al espacio exterior. E l tratado, firmado en 1967, amplió y legalmente hizo más obligatorio el entendimiento alcanzado en 1963, por el cual las potencias capaces de utilizar el espacio exterior se com­prometían a no colocar en órbita vehículos equipados con armas de destrucción masiva, principalmente armas nucleares. E l tratado fue mu­cho más lejos que el entendimiento de 1963 al prohibir a las partes contratantes colocar instalaciones militares, de tipo convencional o nuclear, en otros cuerpos celestes. N o se estableció un sistema interna­cional que vigilara la observancia de las disposiciones del tratado cuya responsabilidad quedó depositada en los servicios de inteligencia nacio­nales. Por otra parte el tratado disponía de una cláusula, al igual que el Tratado de la Antártida, que permitía el libre acceso a cualquier instalación colocada en algún cuerpo celeste. Claramente, esta acepta­ción de libre acceso a estaciones inexistentes o territorios inexplorados, no significaba una distensión del control de las instalaciones existentes en la Tierra.

4 Se dijo que el presidente Kennedy declaró que hizo tantas concesiones para asegurar la aprobación del Senado que el impacto positivo del tratado resultó da­ñado. A r t h u r M . Schlesinger. J r . , A Thousand Days. Greenwich, Conn. , Fawcett P u b l . , Inc., 1967, p. 839.

5 Entrevista a N o r m a n Cousins el 12 de a b r i l , 1963, en Saturday Reviera, 7 de noviembre, 1964, p. 58.

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A pesar de que a m e n u d o e l tratado fue considerado como u n a l i ­

m i t a c i ó n de los programas espaciales a fines puramente pacíficos, en

r e a l i d a d éste prohibía únicamente las actividades ya señaladas; es decir,

e l establecimiento de bases mil i tares en otros planetas y cuerpos celestes

— l o c u a l n o cabía dentro de l a capacidad tecnológica n i s iquiera de

las potencias más avanzadas— y l a colocación en órbita de temibles

" M á q u i n a s Infernales", satélites g i rando alrededor de l a T i e r r a listos

p a r a dejar caer su carga de destrucción n u c l e a r en c u a l q u i e r b lanco

p r e d e t e r m i n a d o . N i e l aparato m i l i t a r soviético n i e l americano, h a n

aceptado la u t i l i d a d de ta l sistema de armamento. F u e r a de estos estre­

chos límites, el tratado dejaba en l i b e r t a d a las potencias p a r a u t i l i z a r

e l espacio exter ior p a r a otros propósitos mi l i tares . E l poderío nuclear

estratégico de l a U R S S y de Estados U n i d o s está basado en proyectiles

balísticos intercontinentales * que viajarían a través d e l espacio exter io i

hasta l legar a su objet ivo, sólo que su trayectoria sería balística y n o

o r b i t a l . A m b o s países cuentan además con satélites de reconoc imiento

q u e c i rcunnavegan el espacio exter ior para recabar datos destinados a

propósitos mi l i tares .

U n i n d i c a d o r de l a naturaleza l i m i t a d a de l a prohibic ión de acti­

v idades mil i tares d e l T r a t a d o sobre e l E s p a c i o E x t e r i o r , lo constituyó

l a serie de experimentos soviéticos en e l espacio realizados en 1966 y

e n años subsiguientes. Estos satélites seguían u n a trayectoria desacos­

t u m b r a d a m e n t e baja y parecían f o r m a r parte de u n p r o g r a m a para

d e s a r r o l l a r u n sistema o r b i t a l de bombardeo. D e n o m i n a d o FOBS * * p o r

e l Pentágono, e l p r o g r a m a comprendía el l a n z a m i e n t o de satélites ca­

paces de dejar caer cargas nucleares a u n antes de completar u n a ór­

b i t a . 6 N o obstante que estos objetos espaciales describían u n a trayec­

t o r i a o r b i t a l más que balística, en muchos aspectos eran similares a los

I C B M . A p a r e n t e m e n t e e l p r o g r a m a n o v i o l a b a las disposiciones d e l T r a ­

t a d o d e l Espacio E x t e r i o r , p o r q u e n o se co locaron en órbita armas de

destrucción masiva dentro de los satélites ut i l i zados p a r a las pruebas.

S i se h u b i e r a n u t i l i z a d o ojivas nucleares, los satélites equipados con

armas h u b i e r a n const i tu ido , i n d u d a b l e m e n t e , u n a violación d e l tratado.

S i n embargo, es necesario hacer constar que e l d ía que realmente se

u t i l i z a r a n , e l m u n d o se enfrentaría a problemas más apremiantes que

los derivados de u n a violación d e l tratado.

Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1968. E l cuarto

a c u e r d o sobre l imitación de armamentos se concluyó en 1968 y fue fir­

m a d o p o r Estados U n i d o s , l a U R S S y e l R e i n o U n i d o (así como por

otros países que n o poseen armas nucleares), e l i ° de j u l i o de 1968.

* E n adelante, a l hacer referencia a este tipo de programa se emplearán las i n i ­cíales I C B M , ínter-Continental Ballistic Missiles [ T . ] .

** Fractional-Orbit Bombing System: sistema de bombardeo de órbita fraccio­n a ! [T.].

s A pesar de que las autoridades soviéticas hacían frecuentemente referencia a los "proyectiles orbitales" de l a U R S S , no habían hecho referencia pública al F O B S bajo ninguna designación.

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Los otros dos países con poderío nuclear, Francia y la República Po­pular China, se negaron nuevamente a firmar el tratado, a pesar de que sus argumentos eran menos apremiantes que aquellos que determinaron su negativa a suscribir el acuerdo de prohibición parcial de 1963. Las razones de su negativa eran diferentes entre sí, ya que mientras Francia condenó la proliferación nuclear, la China comunista apoyaba la adqui­sición de armas nucleares por parte de los estados "amantes de la paz" (léase "revolucionarios"), especialmente de Asia, África y Latinoamérica. Sin embargo, los líderes chinos no mostraron indicios de estar dispuestos a ayudar a otros estados a adquirir armas nucleares.7

E l tratado disponía que los estados signatarios poseedores de ar­mas nucleares no transfirieran a otros estados o grupos de estados, n i armas nucleares, n i asistencia técnica para su desarrollo y producción. Los países signatarios no nucleares renunciaban a cualquier opción de adquirir armamento nuclear y aceptaban abrir todas sus instalaciones de tipo nuclear; es decir, las destinadas a usos pacíficos, a la inspección internacional supervisada por la Agencia Internacional de Energía Ató­mica.* Algunos de los países con mayor capacidad potencial para des­arrollar armas nucleares no han firmado el tratado hasta ahora, dentro de ellos se incluyen: la República Federal de Alemania, Israel, Japón y la India.

Los argumentos que fundamentaban la negativa o renuencia de los estados no nucleares a firmar el tratado eran de variada índole. Como sucedió en ocasión del Tratado de Prohibición Parcial de las Pruebas, algunos países de régimen comunista (y algunos otros) veían con des­agrado el espectáculo del acercamiento' de las superpotencias. Sin em­bargo, el descontento más generalizado se relacionaba con la clasifica­ción de los países en dos categorías: en una se agrupaban los países cuya propiedad de armas nucleares era legítima, y en la otra, integrada por el grupo más numeroso, se incluía a los países cuya posesión de armas nucleares era ilegal. E l sacrificio se consideraba desigual. Ninguna de las potencias nucleares había seguido la política de proporcionar armas a otras potencias, n i siquiera a países aliados,8 por lo que la aceptación de las disposiciones del tratado no significaba mas que la continui­dad de una ruta ya adoptada aun antes de la firma del mismo. Por el contrario, los estados no nucleares (y en especial los relativamente más adelantados) eran obligados a firmar una renuncia que ataría su futuro por un período indefinido.

7 Véanse los comentarios del viceministro Chen Y i de la República P o p u l a r C h i n a , 29 de septiembre, 1965, reproducidos en: Agencia Americana de C o n t r o l de Armas y Desarme, Documents on Disarmament 1965. Washington, D. C , Government P r i n t i n g Office, 1966, p. 463.

* Algunas veces mencionada en el texto por sus siglas en inglés: I A E A [T.]. 8 Esto está sujeto a una pequeña moción, ya que E E . U U . ayudó a G r a n Bretaña

en su desarrollo atómico, y la U R S S d io asistencia a C h i n a Comunista en 1957-1959. Más tarde sin embargo, los chinos se quejaron que l a U R S S no había dado una bomba atómica a l a R P C .

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cuyos líderes han mostrado más susceptibilidad a la inspección del terri­torio soviético que al de sus aliados.

I I . L A I M P O R T A N C I A DE LOS ACUERDOS ANTERIORES

Estos cuatro tratados sobre control de armamentos son una muestra de la posibilidad de lograr cierto tipo de acuerdos entre las potencias del mundo de posguerra. Sin embargo, es necesario destacar que nin­guno de los cuatro contempla la reducción de armamentos, y ninguno afecta seriamente el desarrollo posterior de los armamentos de las su-perpotencias. Por esta razón, ninguno de los tratados disminuyó la carga económica del gasto militar, el que actualmente se calcula en más de 150 000 millones de dólares anuales, y del que los gastos de Estados Unidos y la URSS representan dos terceras partes y el de los pactos de la O T A N y de Varsovia el 2 5 % . (Mientras que la ayuda externa global para los países en desarrollo representa tan sólo una veinteava parte del gasto militar mundial.) 9

Tres de los cuatro tratados prohiben actividades que las grandes potencias no habían emprendido, y que probablemente nunca habrían emprendido aun sin que existiese ninguna prohibición formal: estable­cimiento de bases militares en la Antártida, colocación en órbita de satélites con armas nucleares, y transferencias de armas nucleares a esta­dos que nos las tienen. L a prohibición parcial de pruebas de armas nucleares únicamente impidió que se continuaran los programas que realizaban las instalaciones militares soviéticas y americanas; pero se permitía que se continuaran los avances tecnológicos en materia de ojivas nucleares, aunque con ciertas restricciones, y se permitía además que se continuara la producción de armas nucleares para almacena­miento sin ninguna inspección.

Aún más, ninguno de los cuatro acuerdos estableció un sistema de control internacional que funcionara en el territorio de las grandes po­tencias, y por lo tanto no se realizó ningún avance en cuanto al control e inspección, cuestiones que han sido obstáculos en las negociaciones del pasado y prometen serlo en las futuras.

L a firma de estos acuerdos fue posible porque dejaban en libertad a Estados Unidos y a la URSS para continuar sus programas militares divergentes y les permitía continuar manteniendo sus puntos de vista sobre la relación entre las medidas de desarme y la correlación de las fuerzas militares de ambos. Las autoridades americanas intentaban man­tener la superioridad estratégica de Estados Unidos sobre la URSS y favorecer medidas de limitación de armamento encaminadas a perpe­tuar ese balance favorable. Los líderes soviéticos por su parte, preten­dían mejorar la situación militar soviética en relación con la de Estados

9 Ver Of ic ina de Economía de la Agencia Americana de C o n t r o l de Armas y Desarme. Worldwide Military Expenditures and Related Data, 1965. Washington, D. C , A C D A , 1967, Reporte de investigación 67.6.

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E N E - M A R 69 C O N T R O L DE A R M A M E N T O S Y D E S A R M E 289

U n i d o s y favorecían las medidas de desarme dir ig idas a reducir o el i­

m i n a r las áreas de super ior idad americana.

E s t a relación entre medidas de desarme y el balance de poderío

m i l i t a r ya había sido discut ida en el acuerdo de 1961 entre l a U R S S y

Estados U n i d o s que trataba sobre los p r i n c i p i o s que deberían regir las

negociaciones de desarme. 1 0 E l q u i n t o de esos p r i n c i p i o s declaraba que

las medidas de desarme "deberían ser balanceadas e n t a l forma que ase­

gurasen [1] que en n i n g u n a e t a p a . . . u n estado o g r u p o de estados p u

diese obtener u n a ventaja m i l i t a r , y [2] que se debería garantizar segu­

r i d a d a todos". E l lenguaje u t i l i z a d o n o ofrecía u n a ayuda efectiva para

resolver las diferencias sobre proposiciones reales, porque , quizás de l i ­

beradamente, las frases eran ambiguas. M i e n t r a s que las autoridades

americanas interpretaban e l p r i n c i p i o en e l sentido de que establecía

q u e c u a l q u i e r m e d i d a de c o n t r o l de armas debería dejar inal terada l a

proporc ión de fuerzas mil i tares soviético-americana; e l m i s m o p r i n c i p i o

e r a i n t e r p r e t a d o p o r los líderes soviéticos en e l sentido de que c u a l q u i e r

m e d i d a de desarme debería representar l a ausencia de toda ventaja

p a r a algún país; es decir, se debería p r o p o r c i o n a r i g u a l seguridad a

todos.

E s t a breve evaluación de los avances logrados en mater ia de desarme

sería i n c o m p l e t a si n o se h i c i e r a n dos consideraciones positivas. E l he­

c h o de que l a mayoría de ios acuerdos t ra taron de problemas potencia­

les más que de peligros claros y actuales, n o s igni f ica que el esfuerzo

h a y a sido en vano y que se haya p e r d i d o el t i e m p o . C o n el t iempo,

a l g u n o de los problemas podría haber l legado a ser serio. C l a r o está

q u e l a discusión de asuntos en los que los aparatos mi l i tares de las

grandes potencias n o t ienen especial interés es más fácil que l a de

aquel las cuestiones que revisten gran i m p o r t a n c i a ; s i n embargo, a u n las

negociaciones d e l p r i m e r t ipo presentan méritos que n o deben despre­

ciarse. L a segunda consideración p o s i t i v a es que los acuerdos logrados

entre 1959-1968 c o n t r i b u y e r o n a relajar l a tensión que había caracteri­

zado las relaciones soviético-americanas e n l a década posterior a l f i n

de l a segunda G u e r r a M u n d i a l . E n resumen, se puede asegurar que sus

efectos políticos fueron quizás más importantes que su i m p a c t o en cues­

t ión de armamentos.

I I I . PERSPECTIVA P A R A U N A C U E R D O SOBRE PROYECTILES

Es i m p o r t a n t e revisar, a l a l u z de las experiencias adquir idas en l a

negociación de los tratados anteriores, las perspectivas reales para lo­

grar acuerdos en otros tipos de armamentos y acordar l imitaciones o

reducciones de proyectiles y otros sistemas de a r m a m e n t o nuclear estra­

tégico. L a s proposiciones en torno a estas cuestiones se p lantearon hace

a l g ú n t i e m p o , e n r e a l i d a d f o r m a n el p u n t o c r u c i a l de los planes sovié-

10 También conocido como el acuerdo M c C l o y - Z o r i n , e l texto está reproducido en Documents on Disarmarnent I$6I3 pp . 741-742.

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T H O M A S B . L A R S O N FI I X - 3

tico y americano para un "Desarme General y Completo", como se dejó entrever al final de la década de los cincuenta y principios de los se­senta. Sin embargo, tales planes nunca cristalizaron en negociaciones formales, y no sería adecuado tratarlos aquí puesto que el interés que causaron con el tiempo se desvaneció en ambas potencias.

Sin embargo, es importante recordar que en 1964, poco después del asesinato del presidente Kennedy, el presidente Johnson planteó a los dirigentes soviéticos dos proposiciones sobre armas nucleares y vehícu­los estratégicos que quedaban fuera del contexto de un plan de desarme general. Una de las proposiciones trataba sobre el cese de producción de materiales fisibles para armas nucleares y la transferencia de algu­nos de esos materiales para la producción de armas (o empleados en armas) a utilización pacífica. L a otra proposición versaba sobre la "con­gelación" de toda ciase de vehículos para el transporte de ojivas nu­cleares, incluyendo proyectiles, submarinos y aviones de bombardeo es­tratégico. Los negociadores americanos insistieron en que el programa de estabilización del número de vehículos existentes (que permitía re­posición, pero no autorizaba aumentos de cantidad, n i introducción de modelos más avanzados) debería incluir sistemas de armamento tanto defensivo, por ejemplo el A B M , como ofensivo.

Estas propuestas nunca despertaron el interés soviético. Algunos vo­ceros de la URSS declararon que esas no eran medidas de "desarme" ya que no pretendían la reducción de los sistemas masivos de arma­mento nuclear de ambos países. Además, agregaron que el sistema de control e inspección previsto para vigilar la observancia de las dos medidas era totalmente inaceptable por la ausencia de reducciones im­portantes de armamento.

E l rápido incremento, después de 1964, de las fuerzas soviéticas I G B M y de la instalación de un sistema A B M alrededor de Moscú, inspiraron en Washington el deseo de retornar a la idea de negociaciones para poner f in a una nueva espiral en la competencia de armamento estra­tégico. Por lo tanto, en 1966-67, Estados Unidos volvió a plantear a la URSS una proposición para discutir el problema de los sistemas A B M . Kosygin indicó que las conversaciones deberían incluir toda clase de proyectiles ya fuesen defensivos u ofensivos. E n realidad, n i él n i ninguna otra autoridad soviética se habían mostrado tan alarmados con las instalaciones A B M de Estados Unidos como Washington demostró estarlo ante el comienzo del sistema A B M soviético.

Las pláticas sobre esta cuestión avanzaron muy lentamente hasta mediados de 1968, cuando se concluyó con éxito el Tratado de no Pro­liferación, lo que permitió que se anunciara que las negociaciones sobre toda clase de vehículos nucleares estratégicos eran aceptables para Estados Unidos y la URSS. L a subsiguiente invasión de Checoslovaquia por tropas soviéticas enfrió cualquier entusiasmo en Washington por acelerar la iniciación de las negociaciones; el interés para realizarlas pasó de Washington a Moscú.

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E N E — M A R 69 C O N T R O L DE A R M A M E N T O S Y D E S A R M E 291

L o más p r o b a b l e es que las negociaciones se efectúen a no ser que

se presente u n empeoramiento de las relaciones soviético-americanas. L o

q u e es difícil predecir es si las negociaciones se verán coronadas p o r el

éxi to , pero es más interesante e x p l o r a r los asuntos sustanciales que c o n ­

j e t u r a r sobre el m o m e n t o y procedimientos para in ic iar las .

E n rea l idad, n i W a s h i n g t o n n i Moscú h a n revelado sus intenciones,

y n o está claro qué posiciones nacionales se h a n adoptado. Las propo­

siciones soviéticas se establecieron brevemente m e d i a n t e u n memorán­

d u m e l 1? de j u l i o , 1968. a 1 P o r lo que se refiere a l asunto de las ojivas

nucleares, e l gobierno soviético propuso " q u e todas las potencias nuclea­

res i n i c i e n conversaciones inmediatas con e l propósito de poner f i n a

l a producción de armas nucleares, l a reducción de sus almacenes n u ­

cleares, y l a prohibic ión total , y l iquidación, d e l a r m a m e n t o nuclear

bajo adecuado c o n t r o l i n t e r n a c i o n a l . . . . E l gobierno soviético parte de

l a presunción de que durante las conversaciones se puede l legar a u n

e n t e n d i m i e n t o acerca de las medidas más complejas, d i r ig idas a l a des­

trucción de l a r m a m e n t o nuclear, y también a algunas otras que condu­

cirían a l a m i s m a meta" . Acerca de l a " l imitación y reducción de los

medios estratégicos de envío de armas estratégicas", e l gobierno soviético

proponía " l a destrucción de todo el arsenal, conservando, y esto tem­

pora lmente , u n a c a n t i d a d estrictamente l i m i t a d a de tales m e d i o s . . . "

L a s proposiciones n o se h a n a m p l i a d o o concretizado e n las discu­

siones subsiguientes. L a redacción de ambas propuestas i m p l i c a u n tra­

tamiento p o r etapas, lo c u a l las acerca a l pensamiento o f i c i a l en W a s h ­

i n g t o n , a pesar de que no se sabe cómo se conectarán las etapas entre

sí, ya que, p o r e jemplo, l a " l imitac ión" de cohetes estratégicos podría

negociarse p o r separado y antes que l a " reducc ión" de estos vehículos.

L a propuesta sobre cohetes omite l a mención d e l c o n t r o l internacio­

n a l , a l cua l se a lude s in embargo, en relación c o n e l a r m a m e n t o n u ­

clear. L a descripción de l a proposición sobre vehículos recuerda l a

redacción u t i l i z a d a anter iormente para descr ib i r l a propuesta soviética

d e l "paraguas n u c l e a r " , u n a e n m i e n d a presentada e n 1962-1963 a l p l a n

soviético de desarme general de 1959. Esta preveía, como u n a excepción

a l a el iminación de todos los vehículos estratégicos e n l a p r i m e r a etapa

d e l desarme, l a conservación de u n número estrictamente l i m i t a d o de

iCBM p o r parte de l a U R S S y Estados U n i d o s , pero de n i n g ú n bombar­

dero o s u b m a r i n o dotado de proyectiles.

N i el gobierno de J o h n s o n n i el de su sucesor d e j a r o n entrever l a

clase de propuestas previstas p a r a las pláticas sobre proyectiles con los

rusos. L a s contadas alusiones públicas parecen sugerir que las a u t o r i d a ­

des de W a s h i n g t o n siguen pensando en términos de "estabi l ización" o

'congelación" de acuerdo con el l i n c a m i e n t o seguido en las propuestas

le 1964. C o m o ya se mencionó, esas propuestas estaban tan lejos de los

>untos de vista soviéticos que n o fueron susceptibles de c o n d u c i r a

mbas potencias a l terreno de las negociaciones. L o s líderes soviéticos

u Texto aparecido en The New York Times, 2 de j u l i o de 1968.

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no estaban dispuestos a firmar un acuerdo por el cual se comprometían a aceptar que se perpetuase y legalizase la superioridad americana en los sistemas nucleares estratégicos. A l contrario, se dedicaron a realizar cuantiosas inversiones en programas para mejorar su posición frente a Estados Unidos, tanto en lo que se refería a proyectiles como a sistemas de defensa A B M .

Sin embargo, ciertos desarrollos alcanzados en los últimos cinco años, pueden haber mejorado las posibilidades para que se llegue a un enten­dimiento entre Estados Unidos y la URSS. E n primer lugar, la URSS ha logrado reducir el margen de superioridad que gozaba Estados U n i ­dos, en materia de fuerzas nucleares estratégicas. Esto lo logró princi­palmente mediante la rápida producción de I C B M entre 1964-1968. L a estabilización a los niveles actuales no representaría una desventaja tan grande para la URSS como lo hubiese sido en 1964.

E n segundo lugar, este avance hacia la igualdad de fuerzas se ve amenazado actualmente por el programa de Estados Unidos para equipar a los proyectiles terrestres y a los submarinos con ojivas nucleares múlti­ples capaces de alcanzar objetivos localizados a grandes distancias entre sí. E n términos del Pentágono se denominan M I R V . * A pesar de que se comenta que los laboratorios soviéticos también se encuentran tra­bajando sobre este tipo de armas, todo parece indicar que el programa americano está más cerca de la fecha de instalación. E l reemplazo total de los actuales I C B M y de los proyectiles Poseidon por aquellos capaces de atacar muchos frentes no añadirá problemas a Rusia en cuanto al bombardeo de los conductores de proyectiles, pero multiplicará los pro­blemas soviéticos de defensa, por lo que la situación de la URSS es más vulnerable ante una posible confrontación nuclear en el futuro.

E n tercer lugar, las oportunidades para llegar a un acuerdo pueden haber mejorado porque las exigencias de inspección internacional por parte de Estados Unidos son menos intensas. E n ocasión de la propuesta estadounidense de 1964, las autoridades soviéticas enfatizaron la inacep-tabiliclad clel requisito de control inherente a la propuesta. (Prefirieron aparecer como el estado socialista que impide el acceso de espías impe­rialistas a su territorio, a presentarse como la U R S S admitiendo su inferioridad militar ante Estados Unidos.) Sin embargo, a principios de 1967, las autoridades americanas empezaron a sugerir que un acuerdo para congelar los vehículos estratégicos —o aun para una modesta reduc­ción— podría ser verificado mediante los servicios nacionales de inte­ligencia sin recurrir a inspección internacional. Estas sugestiones nunca formaron parte de una propuesta formal, pero es probable que los ne­gociadores soviéticos hayan tomado debida nota de ellas.

A pesar de que las condiciones que se presentan en 1969 son más favorables que las que prevalecían en 1964, las diferencias soviético americanas, aunque ya no tan profundas, todavía representan una bre~

* Siglas que significan Multiple Independently Targeted Re-entry Vehicles: ve­hículos de objetivos múltiples e independientes.

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E N E - M A R 69 C O N T R O L DE A R M A M E N T O S Y DESARME 293

c h a considerable que separa sus posiciones y es posible que esta brecha

i m p i d a que se establezcan transacciones. N a t u r a l m e n t e , los acuerdos, si

es que se l lega a a lguno, surgirán de las negociaciones, y e l proceso de

negociación comprende l a etapa de transacción de las demandas inic ia les

y l a solución de las diferencias. E n este caso, s i n embargo, las di feren­

cias i n v o l u c r a n e l poderío estratégico de dos potencias que e x p e r i m e n ­

t a n m u t u o temor y sospechan u n a de l a otra. D a d a esta situación, l a

conclusión exitosa de cuatro tratados entre 1959-1968 es u n precedente

engañoso por su efecto m a r g i n a l sobre las instalaciones mi l i tares sovié­

ticas y americanas.

E l énfasis que este análisis h a puesto sobre e l poderío m i l i t a r puede

ser objeto de controversia. A l g u n o s analistas y autoridades creen q u e

p o r e n c i m a de d e t e r m i n a d o n i v e l , las diferencias de p o d e r estratégico

entre dos potencias como l a U R S S y Estados U n i d o s , ya no t ienen mayor

i m p o r t a n c i a . S i cada país cuenta con suficiente fuerza nuc lear para con­

trarrestar u n ataque i n i c i a l , a u n q u e se trate de u n ataque sorpresivo,

y es capaz de contestarlo, entonces n o i m p o r t a ya s i u n o u otro es su­

p e r i o r : cada u n o tiene suficiente poderío p a r a d i s u a d i r a l otro, y a l

f i n a l prevalecerá l a m u t u a disuasión. C u a n d o R o b e r t M c N a m a r a era

secretario de l a Defensa, y par t i cu larmente en los últ imos años de su

ejercicio, fue f ie l portavoz de esta idea, y p o r l o tanto minimizó l a

i m p o r t a n c i a de l a s u p e r i o r i d a d nuclear .

C u a l q u i e r a que sea l a fuerza de val idez de l argumento, es más fácil

que éste sea aceptado p o r las autoridades d e l país que cuenta con l a

s u p e r i o r i d a d que p o r las de los rivales o adversarios. D e c u a l q u i e r

f o r m a , los líderes soviéticos n o e n c o n t r a r o n ese a r g u m e n t o m u y atrac­

t ivo. T a m p o c o M c N a m a r a sacó como conclusión q u e Estados U n i d o s

debería estar dispuesto a r e n u n c i a r a su ventaja sobre l a U R S S . P o r lo

que se refería a l imitación de armamentos M c N a m a r a sostenía que cual­

q u i e r tratado sobre desarme, p a r a ser aceptable para Estados U n i d o s de­

bería preservar l a relación de fuerzas que favorecía a Norteamérica. L a s

propuestas sobre desarme emanadas de W a s h i n g t o n h a n demostrado fiel­

mente esta predilección, así como las propuestas soviéticas p o r su parte

h a n reflejado constantemente los deseos soviéticos de e l i m i n a r o r e d u c i r

l a s u p e r i o r i d a d m i l i t a r americana.

I V . PERSPECTIVAS P A R A L A LIMITACIÓN REGIONAL DE A R M A M E N T O S

Además de los proyectiles y otras armas estratégicas hay otras mate­

rias susceptibles de negociarse. A u n e n el terreno de las armas nucleares

es todavía factible l legar a u n acuerdo que p r o h i b a todas las pruebas ele

armamentos. Estados U n i d o s y l a U R S S aún siguen pensando en favore­

cer u n a prohibic ión tota l , y éste es u n o de los pocos objetivos comunes

e n los que están de acuerdo. S i n embargo, los últ imos c inco años n o

h a n aportado n i n g ú n progreso, y n i n g u n o de los dos países parece estar

pres ionando suficientemente p a r a l legar a u n acuerdo. E l avance lo-

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grado en cuanto a la capacidad de detectar pruebas subterráneas, así como en distinguirlas de explosiones causadas por actividades sísmicas de origen natural, ha venido a apoyar el punto de vista soviético de que el control internacional no es imprescindible. N o obstante, no se ha operado ningún cambio de la posición de los negociadores ameri­canos en el sentido de aceptar un acuerdo sobre prohibición de pruebas basado en la vigilancia y control de los servicios nacionales de inteli­gencia.

Frecuentemente han sido discutidas diversas propuestas de reducción de armamentos en determinadas regiones, particularmente en Europa y el Medio Oriente. E n las dos áreas mencionadas están involucrados considerables intereses rusos y americanos, en especial en el Medio Oriente, en donde puede surgir una seria confrontación militar dada la inestable situación política interna. Pero la tensión registrada en esa región ha impedido que se llegue a un acuerdo de desarme, al que pro­bablemente sólo se llegará, después o al mismo tiempo que se logre estabilizar la situación política.

Por lo que se refiere a Europa, la situación parece haberse agra­vado. Durante varios años la URSS patrocinó una serie de propuestas que tendían a llegar a un acuerdo sobre las fuerzas convencionales y nucleares en Europa: los planes Gomulka y Rapacki para la elimina­ción, reducción, o "congelación" de los armamentos nucleares en Euro­pa Central (Alemania del Este y Oeste, Checoslovaquia, y Polonia); las medidas para reducir el peligro de un ataque por sorpresa; un pacto de no agresión entre la O T A N y el Pacto de Varsovia y el mutuo retiro o reducción de fuerzas extranjeras estacionadas en Europa —en su ma­yoría soviética y americanas. Ninguna de estas ideas encontró acepta­ción en Estados Unidos y solamente hasta hace pocos años las autorida­des americanas empezaron a demostrar cierto interés en la idea de llegar a un acuerdo sobre la reducción de fuerzas en Europa. Lograron el apoyo de la O T A N para las negociaciones de retiro de fuerzas, y durante 1967-1968 Estados Unidos redujo en 5 0 0 0 0 el número de sus fuerzas en Europa.

Paradójicamente, los americanos aceptaron la idea de negociar el retiro de fuerzas cuando los rusos empezaban a perder interés en ella, ni siquiera respondieron a las sugerencias americanas para iniciar con­versaciones sobre el problema, n i tampoco imitaron el ejemplo ameri­cano con una reducción de sus propias fuerzas. E n realidad, la URSS eliminó de su lista de acuerdos deseables sobre limitación de armamen­tos del 1? de ju l io de 1968, no sólo su propuesta de retiro mutuo sino también sus anteriores propuestas cuyo interés se centraba en Europa.

Las razones que dictaron este cambio no están totalmente claras. L a mayoría de las propuestas reconocían en una forma u otra la conti­nuidad del papel desempeñado por la O T A N en la escena europea, y por lo tanto, en el contexto de las garantías de control de armamento, se dirigirían a legitimizar la O T A N como un factor necesario para la paz y

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seguridad europea. Este objetivo era incompatible con la importante campaña soviética dirigida a lograr la desaparición de la O T A N o su transformación de alianza militar a una alianza política de carácter más convencional. E n el período que sucedió a Khrushchev, las iniciativas soviéticas más importantes se han centrado en dos propuestas: una para la celebración de una conferencia sobre la seguridad de toda Europa —presumiblemente sin participación de Estados Unidos— para crear un nuevo sistema de seguridad europeo sin alianzas militares contrarias; y otra, sin duda inspirada en el ejemplo del presidente De Gaulle, para la abolición de la OTAN y el Pacto de Varsovia como organizaciones milita­res y su conservación como alianzas políticas. Los veinte años transcurri­dos desde la fundación de la O T A N , y la oportunidad que se presentaba a los estados miembros para retirarse, animó probablemente a los líderes soviéticos a pensar cada vez más en desmantelar alianzas militares que en otorgarles cabida dentro de un nuevo arreglo europeo. Si así era, la decisión soviética de invadir Checoslovaquia puso fin a esos deseos, como también al interés estadounidense de retirar tropas de Europa.

Por lo que se refiere a! Medio Oriente, las perspectivas para lograr u n control de armamentos son igualmente sombrías. A pesar de que en esa región las armas nucleares no son actualmente causa de un gran problema, es necesario puntualizar que ambas potencias favorecen en principio un acuerdo de desn uc lea riza ción del área, como lo favorecie­ron en el caso de África, que presentaba menos dificultades. L a hosti­l idad que caracteriza las relaciones ai abe-israelíes determina que este acuerdo quede fuera de negociación por el momento. E l problema más agudo en el presente es el flujo ele armamento convencional a la re­gión. Si los principales proveedores de armamento estuviesen de acuer­do, podrían ejercer considerable influencia sobre la situación del Me­dio Oriente mediante el control de embarco de armas destinadas a la región. Sin embargo, la situación real es que tanto Estados Unidos como la URSS apoyan en general a las partes contendientes, y la respuesta so­viética a las pérdidas experimentadas por los países árabes en 19/07 fue enviar grandes embarcos de armas para reemplazarlas. Estados Unidos sugirió que los estados proveedores hiciesen públicos sus embarcos de armas a la región, pero la URSS ni siquiera dio respuesta a la propuesta. Ambas potencias están de acuerdo en favorecer un control de armas en la región, pero la Unión Soviética ha declarado que tales medidas sólo podrían considerarse si las "consecuencias del ataque israelí" fueran eliminadas, y en especial si se evacuaran las fuerzas israelíes del terri­torio ocupado en junio de 1967. Queda claro entonces que la limitación de armamento en el Medio Oriente sólo podrá resolverse hasta que, por lo menos, algunos de los asuntos involucrados en el conflicto árabe-israelí encuentren una solución satisfactoria. T a l arreglo político podría incluir algunas medidas para el control de armas.

E l fondo del mar es una "región" que presenta mejores perspectivas para llegar a un acuerdo sobre regulación de armamentos. La utilización

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296 T H O M A S B . L A R S O N FI I X - 3

d e l mar está más o menos regida p o r l a costumbre, leyes y acuerdos lo­

grados desde hace cientos de años, pero este cuerpo de leyes no es sufi­

ciente para legislar e l fondo de los océanos. A u n q u e el p r o b l e m a es

más potencia l que real , el avance tecnológico logrado en los últimos

años permite l a explotación de l fondo de l m a r n o sólo p a r a proyectos

comerciales s ino también para utilización m i l i t a r . L o s pr incipales con­

flictos y posibles peligros que podrían presentarse h a n sido discutidos

e n conversaciones auspiciadas por la O N U , y de estas pláticas podría pa­

sarse a negociaciones sobre c o n t r o l de armas y otros tópicos. L a U R S S ,

que en u n p r i n c i p i o se mostró reticente sobre toda l a cuestión, apoya

ahora la idea de u n a convención que p r o h i b a todas las instalaciones

mil itares en e l fondo oceánico fuera de las aguas territoriales. Estados

U n i d o s apoya u n a i d e a más l i m i t a d a sobre prohibic ión de instalar ahí

armas nucleares y otras armas de destrucción masiva.

C o m o objeto de u n posible acuerdo de c o n t r o l de armamentos, el

fondo oceánico se asemeja a l a región de l a Antár t ida y e l espacio ex­

terior en que es u n a región exótica que hasta ahora no h a sido u t i l i ­

zada para usos mi l i tares . P o r lo tanto, l a f i r m a de u n acuerdo no o b l i ­

garía a los signatarios a a b a n d o n a r instalaciones ya en operación, n i

pondría cortapisas a actividades e n realización. A u n q u e ya se h a n ma­

nifestado diferentes puntos de vista de los países de tecnología más

avanzada, éste es u n o de esos problemas que puede l legar a resolverse

mediante u n a transacción como lo i n d i c a n las experiencias de l pasado.

E L PRESENTE ANÁLISIS de las perspectivas p a r a lograr nuevos acuerdos

sobre c o n t r o l de a r m a m e n t o entre l a U R S S y Estados U n i d o s , sugiere

que el p a n o r a m a es más b i e n sombrío. N o sería adecuado, s i n embargo,

predecir u n fracaso p a r a las negociaciones sobre proyectiles y otros siste­

mas de a r m a m e n t o estratégico, porque las diferencias entre Estados U n i ­

dos y l a U R S S h a n d i s m i n u i d o en los años recientes, y los líderes de

ambos países podrían estar dispuestos a aceptar arreglos que hace cinco

años h u b i e r a n estado fuera de discusión. N o obstante, este artículo ha

demostrado que los acuerdos alcanzados durante l a década pasada eran

básicamente de naturaleza diferente a l a indispensable p a r a lograr u n

acuerdo sobre proyectiles. L o s éxitos alcanzados en 1959-1968 se rela­

c i o n a n c o n cuestiones secundarias de política m i l i t a r y con problemas

potenciales de competencia de armamentos, y ofrecen escasa seguridad

de que las diferencias de las grandes potencias se h a n reconci l iado hasta

e l p u n t o de lograr acuerdos que reglamenten sus sistemas de armamento

pr inc ipales . L o s éxitos anteriores podrían c o n d u c i r a acuerdos que no

e x i j a n u n c a m b i o r a d i c a l de l a conducta m i l i t a r , n i o b l i g u e n a cambiar

estructuras de las grandes potencias. E n t r e este t i p o de acuerdos podría

inc lu irse e l cierre de áreas de conf l ic to p o t e n c i a l en regiones exóticas

como e l fondo d e l océano.

E l p a p e l de C h i n a c o m u n i s t a debe mencionarse en relación a las

perspectivas de c o n t r o l de armamentos. E l carácter de su pape l es do-

Page 17: PERSPECTIVAS PARA E L CONTROL DE ARMAMENTOS Y E …aleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/23012/1/09-035-1969-02… · Ya nadie puede pensar que las negociaciones de desarme entre

E N E - M A R 69 C O N T O O L DE A R M A M E N T O S Y DESARME 297

b l e ; o b i e n puede hacer posible e l acuerdo soviético-americano o b i e n

p u e d e hacerlo más difícil. P o r ejemplo, e l confl icto sino-soviético per­

m i t i ó que l a U R S S aceptase e l tratado de prohibición p a r c i a l de prue­

bas, pues l iberó a los dirigentes soviéticos d e l poder de veto c h i n o

sobre u n a decisión que e l K r e m l i n consideraba ventajosa p a r a l a U R S S

p e r o que los dirigentes de Pekín consideraban lesiva para e l interés

n a c i o n a l ch ino . Este i m p a c t o de las hosti l idades sino-soviéticas sobre l a

disposición de l a U R S S de efectuar tratos con W a s h i n g t o n , es m u c h o

m á s importante que c u a l q u i e r temor c h i n o sobre e l acercamiento de

Estados U n i d o s y l a U R S S .

S i n embargo, el rápido desarrol lo en armas nucleares y l a iniciación

d e u n programa de proyectiles e n C h i n a sugiere que n o pasarán muchos

años antes de que l a participación c h i n a sea i m p r e s c i n d i b l e p a r a lograr

q u e c u a l q u i e r tratado sobre desarme sea s ignif icat ivo. Ese día a ú n n o

h a l legado. L a s u p e r i o r i d a d actual de Estados U n i d o s y l a U R S S sobre

C h i n a en mater ia de sistemas avanzados de armas y en cuanto a capaci­

d a d de proyectar su poderío m i l i t a r a escala m u n d i a l , es suficientemente

grande, por lo que l a ausencia de C h i n a de las negociaciones y su nega­

t i v a a l a f i r m a de tratados, n o i m p i d e n que Estados U n i d o s y l a U R S S

l o g r e n l legar a acuerdos.