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30 Agricultura Familiar en España 2007 L a agricultura y el mundo rural en Espa- ña, y de hecho en el resto de los países de la Unión Europea (UE-15), viven un momento de “impasse”: se han adoptado un conjunto de reformas de la política agraria común europea (PAC), un nuevo escenario presupues- tario 2007/2013, el nuevo reglamento de desa- rrollo rural y, ligado a él, se han definido las di- rectrices estratégicas para ese periodo. No obs- tante, se mantiene la incertidumbre sobre el elemento desencadenante de todo ese proceso, que no es otro que el acuerdo de la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Las políticas agrarias y de desarrollo rural en la UE son en la actualidad dependientes del pro- ceso de liberalización comercial internacional. El grado y el ritmo de dicha apertura comercial, sus condiciones y características, son los que van a permitir la “viabilidad” futura de buena parte de la agricultura europea y, en consecuencia, de uno de los pilares básicos de la economía de nuestro mundo rural. Por tanto, la paralización a que se ha llegado en las negociaciones de la Ronda de Doha abre un periodo de incertidumbre que, no obstante, conviene acotar. En mi opinión, no ca- be imaginar retrocesos en el proceso de liberali- zación comercial, aunque sí puede modificarse el ritmo de apertura y la arquitectura del multila- teralismo. Conviene detenerse brevemente en es- tas cuestiones. Las sucesivas reformas de la política agraria y rural llevadas a cabo por la UE desde 1992, hasta las más recientes de 2003/05, han tenido una lógica dominante, basada en las siguientes premisas: > La liberalización comercial exige el desmante- lamiento de la PAC tradicional. > Sin la PAC y con la creciente competencia ex- terior, buena parte de la agricultura europea no sería viable. > Existen demandas en la sociedad europea que pueden justificar un nuevo sistema de ayu- das agrícolas ligadas en mayor medida a la conservación de la naturaleza y la biodiversi- dad, a la alimentación segura y de calidad y, en cierta medida, al bienestar de los animales. Pero la normativa que se ha ido elaborando en estas materias es principalmente europea, lo que condiciona las actividades internas de la UE, pero no tiene un reconocimiento interna- cional, dada la estricta especialización de los organismos supranacionales que gestionan la apertura multilateral del comercio. > En esta fase de transición entre la PAC tradi- cional y una futura política rural europea se cuenta con un importante “paquete financie- ro europeo” (40% del presupuesto total euro- peo, en el periodo 2007/2013, es decir, más de 400.000 millones de euros) que se ha ido reorientando (“desacoplando” de las produc- ciones agrarias) para que pueda ser legitima- do internacionalmente por la OMC (“caja ver- de”). En 2008/09 está previsto efectuar una revisión “intermedia” de la PAC y de la políti- ca presupuestaria. No obstante, del análisis económico de los di- Perspectivas de futuro para la agricultura y el mundo rural Carlos Tió Saralegui Catedrático de Economía Agraria Universidad Politécnica de Madrid

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Futuro de la agricultura y el mundo rural

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L a agricultura y el mundo rural en Espa-ña, y de hecho en el resto de los paísesde la Unión Europea (UE-15), viven un

momento de “impasse”: se han adoptado unconjunto de reformas de la política agraria comúneuropea (PAC), un nuevo escenario presupues-tario 2007/2013, el nuevo reglamento de desa-rrollo rural y, ligado a él, se han definido las di-rectrices estratégicas para ese periodo. No obs-tante, se mantiene la incertidumbre sobre elelemento desencadenante de todo ese proceso,que no es otro que el acuerdo de la Ronda Dohade la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Las políticas agrarias y de desarrollo rural enla UE son en la actualidad dependientes del pro-ceso de liberalización comercial internacional. Elgrado y el ritmo de dicha apertura comercial, suscondiciones y características, son los que van apermitir la “viabilidad” futura de buena parte dela agricultura europea y, en consecuencia, de unode los pilares básicos de la economía de nuestromundo rural. Por tanto, la paralización a que seha llegado en las negociaciones de la Ronda deDoha abre un periodo de incertidumbre que, noobstante, conviene acotar. En mi opinión, no ca-be imaginar retrocesos en el proceso de liberali-zación comercial, aunque sí puede modificarseel ritmo de apertura y la arquitectura del multila-teralismo. Conviene detenerse brevemente en es-tas cuestiones.

Las sucesivas reformas de la política agrariay rural llevadas a cabo por la UE desde 1992,hasta las más recientes de 2003/05, han tenido

una lógica dominante, basada en las siguientespremisas:> La liberalización comercial exige el desmante-

lamiento de la PAC tradicional.> Sin la PAC y con la creciente competencia ex-

terior, buena parte de la agricultura europeano sería viable.

> Existen demandas en la sociedad europea quepueden justificar un nuevo sistema de ayu-das agrícolas ligadas en mayor medida a laconservación de la naturaleza y la biodiversi-dad, a la alimentación segura y de calidad y,en cierta medida, al bienestar de los animales.Pero la normativa que se ha ido elaborando enestas materias es principalmente europea, loque condiciona las actividades internas de laUE, pero no tiene un reconocimiento interna-cional, dada la estricta especialización de losorganismos supranacionales que gestionan laapertura multilateral del comercio.

> En esta fase de transición entre la PAC tradi-cional y una futura política rural europea secuenta con un importante “paquete financie-ro europeo” (40% del presupuesto total euro-peo, en el periodo 2007/2013, es decir, másde 400.000 millones de euros) que se ha idoreorientando (“desacoplando” de las produc-ciones agrarias) para que pueda ser legitima-do internacionalmente por la OMC (“caja ver-de”). En 2008/09 está previsto efectuar unarevisión “intermedia” de la PAC y de la políti-ca presupuestaria.No obstante, del análisis económico de los di-

Perspectivas de futuro para laagricultura y el mundo rural

Carlos Tió SaraleguiCatedrático de

Economía AgrariaUniversidad Politécnica

de Madrid

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versos programas previstos, o en ejecución, seadvierte una notable incoherencia entre, de unlado, los objetivos enunciados por las nuevas po-líticas europeas y, de otro, la concreta asignaciónde tan relevante fondo financiero, que se desti-na, en gran medida, a los “pagos únicos por ex-plotación” (calculados en base a las “referenciashistóricas” de las ayudas percibidas en el perio-do 2000/02, ayudas que, a su vez, proceden delos “pagos compensatorios” establecidos en1992/93 para permitir el desmantelamiento delos sistemas de intervención). El objetivo de“mantener las rentas de los agricultores” parecehaberse convertido en el eje de la actual PAC.

Como consecuencia de tan confuso proceso,se detecta una creciente incomprensión socialhacia la PAC. Existe una cierta “deslegitimaciónsocial” liderada por grupos de interés económi-co (círculos de empresarios, grandes grupos mul-tinacionales, organizaciones patronales no agra-rias…), pero también por grupos ecologistas, or-ganizaciones no gubernamentales de desarrollo,asociaciones de consumidores alertadas por elcreciente coste de la vida y por la inseguridad enel consumo de alimentos… Es más, el apoyo quecontinúa recibiendo el actual “gasto agrícola” poruna buena parte de la población europea lo escomo consecuencia del gran desconocimientoque existe sobre el destino real de las ayudasagrícolas. A romper este apoyo se destinan hoymuchas campañas mediáticas sobre la respon-sabilidad de la PAC en el subdesarrollo de los pa-íses pobres, elaborándose listas con nombres yapellidos de los principales perceptores de lasayudas agrícolas europeas, donde figuran buenaparte de la nobleza y las clases dirigentes euro-

peas. Hasta los propios perceptores de estas ayu-das están interiorizando un sentimiento de “finde etapa”, pensando que estas ayudas “no vana durar” y que, además, van a tener consecuen-cias negativas a corto plazo en numerosos culti-vos: algodón, remolacha, tabaco, cereales, fo-rrajes…

Mi impresión personal es que nos encontra-mos en una fase avanzada del proceso de des-mantelamiento de la PAC, sin que el diseño deuna política alternativa para el mundo rural ha-ya adquirido un mínimo de solidez que le per-mita consolidarse en los próximos años. Y ello sedebe a que, junto a los buenos propósitos de lasinstituciones públicas (europeas, nacionales y re-gionales) que están diseñando el cambio, no seha logrado incorporar suficientemente a los nue-vos programas la dinámica que guía hoy los pro-cesos económicos en el actual escenario de cre-ciente globalización.

Las claves de la situación actual

La agricultura no es ajena a la evolución econó-mica internacional, que vive un complejo proce-so de mundialización. Efectivamente, existe unatendencia, “dura y estable”, de homogeneizacióneconómica mundial que está impulsando la aper-tura comercial y la deslocalización de actividadeseconómicas desde sus tradicionales enclaves ha-cia nuevas zonas emergentes que se beneficiande condiciones productivas especialmente favo-rables. Y estas condiciones se deben a la exis-tencia de unas profundas diferencias en la nor-mativa económica, laboral y medioambiental a lolargo y ancho del planeta. Este hecho implica unaprofunda contradicción que puede tener conse-cuencias en la evolución futura del proceso deglobalización. Por una parte, los mercados tien-den a abrirse y liberalizarse, pero, por otra, las es-tructuras económicas e institucionales que rigenla economía de unos y otros países son muy di-versas.

Una segunda característica a destacar es lafragilidad de las instituciones que gobiernan es-te proceso. En realidad, no existe un “gobiernosupranacional” que regule este proceso de glo-balización económica y apertura comercial, unproceso que, principalmente, viene siendo im-pulsado por las grandes empresas e intereseseconómicos transnacionales, con el apoyo implí-cito de las grandes potencias y el explícito de lasnaciones emergentes que están logrando creci-mientos económicos acelerados. Los intentos de

�Mi impresiónpersonal es quenos encontramosen una faseavanzada delproceso dedesmantelamientode la PAC, sin queel diseño de unapolítica alternativapara el mundorural hayaadquirido unmínimo de solidez

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fortalecer instituciones internacionales que ges-tionen la evolución económica (como es el casode la Organización Mundial de Comercio), o deestablecer ciertos acuerdos sectoriales o referi-dos a cuestiones concretas (como el Protocolo deKyoto), son claramente insuficientes. El escena-rio actual se ha configurado a base de continuosremiendos para solucionar problemas inaplaza-bles, como ocurre en la actualidad con las deci-siones que van adoptándose para enfrentar la lu-cha contra el hambre en el mundo o el problemamigratorio.

Estas nuevas circunstancias exteriores se venreforzadas por los cambios sociales que han ve-nido produciéndose en los países europeos. En-tre ellos destaca, en primer lugar, el hecho deque desde hace ya muchos años haya desapa-recido la inseguridad en el abastecimiento ali-mentario europeo. A ello hay que añadir, en se-gundo lugar, el cambio social que ha transfor-mado por completo la profesión agrícola,convirtiendo a los agricultores en un grupo socialnuméricamente poco significativo y, en gran me-dida, con dedicación a tiempo parcial. Además,el entorno rural se ha modificado, y en muchoscasos revitalizado, al poder satisfacer nuevas ne-cesidades sociales ligadas a la economía del ocio,la segunda residencia y la afición por la natura-leza.

También los mercados de alimentos han ex-perimentado cambios sustanciales vinculados alconsumo de masas. Aunque con especificidadessegún la realidad de cada país, en Europa Occi-dental el consumo de alimentos representa ungasto ligeramente inferior al 20% de los ingre-sos familiares. Se trata de mercados segmenta-

dos, con una amplia gama de calidades, muy in-fluidos por las modas, la seguridad en la alimen-tación y las recomendaciones dietéticas, y en elque crece aceleradamente el poder de las gran-des superficies de distribución comercial. La con-centración de la población en las zonas urbanasy metropolitanas y las nuevas costumbres socia-les y laborales fomentan el papel de este tipo decentros comerciales que representan unas cuo-tas de mercado muy elevadas y crecientes. Estosfenómenos se trasladan al conjunto del sistemaagroalimentario, imponiendo una dinámica deconcentración e integración empresarial que tro-pieza con algunas características tradicionales delas estructuras agrarias europeas. De hecho, laagricultura es de los sectores económicos másretrasados en incorporarse a este proceso deconcentración, a pesar de la importancia que his-tóricamente ha tenido el movimiento cooperativoy la más reciente expansión de los sistemas deintegración vertical y la agricultura de tipo con-tractual.

También debemos destacar la nueva sensi-bilidad social respecto a la protección de la na-turaleza, la conservación de la biodiversidad y ladegradación de los ecosistemas. Todo ello surge,sin duda, de los propios excesos de una socie-dad consumista y derrochadora de recursos queha rebasado en cierta medida los límites quecomprometen su viabilidad futura. El consumode energías no renovables, la acumulación de re-siduos y los riesgos ligados al cambio climáticoobligan a diseñar modelos de desarrollo sosteni-ble que van a imponer condicionamientos y limi-taciones crecientes a los sistemas productivos.

Por último, la sociedad rechaza los actuales

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niveles de desigualdad en el desarrollo humanoa lo largo y ancho del planeta. Se está propa-gando con rapidez un sentimiento altruista deapoyo a la lucha contra el hambre en el mundoy la necesidad de cooperar de un modo decididoal desarrollo de los países atrasados, sentimien-to basado en la convicción de que de este modose podría contribuir, además, a frenar el actualproceso migratorio que amenaza con convertirseen una espiral insoportable para países como Es-paña.

La sociedad actual está sometida a las nue-vas tecnologías de la información y de la comu-nicación (TICs) que imponen unas pautas sim-ples, breves y directas, en las que dominan la ca-pacidad simbólica, la identificación con el agentetransmisor y la emisión de un mensaje coheren-te con los nuevos valores sociales. De este mo-do, se extiende la idea de que la subvencionadaagricultura europea hace competencia desleal ala de los países en vías de desarrollo, cuyo cre-cimiento económico se piensa que debería ba-sarse en las exportaciones agropecuarias. Se re-cuerda los millones de personas que viven conmenos de dos dólares diarios que, al parecer,es la subvención unitaria por vaca en la UE. Ade-más, este mensaje se transmite a través de“agentes mediáticos” de la potencia de los acto-res Richard Gere y Angelina Jolie, del cantanteBono y de otros afamados artistas. Frente a estetipo de mensajes es complicado transmitir aná-lisis claros e inteligibles por las mayorías socialessobre las auténticas causas del atraso económi-co de los países pobres y las vías al desarrollo.

Pues bien, éste es el escenario en el que seestá planteando la nueva crisis de la agriculturay, en consecuencia, del mundo rural en Españay la UE. Casi todos podríamos aceptar la necesi-dad de establecer una política rural basada en unmodelo de agricultura sostenible, que garanticela seguridad y calidad en la alimentación, la pro-tección de los ecosistemas y el respeto a la bio-diversidad; una estrategia en definitiva más terri-torial y menos sectorial, es decir, multifuncional.Pero también hay que interrogarse sobre la com-patibilidad de ese “modelo europeo multifuncio-nal” con la actual dinámica de los mercados.

La agricultura es un sector económico y, co-mo tal, no puede ignorar la lógica que preside laactividad económica en el mundo actual: la con-centración empresarial, la integración en ampliascadenas productivas, la internacionalización delos mercados, las exigencias de una sociedadmediática… En los próximos años, la agriculturaeuropea deberá responder a este interrogante,

despejando dudas respecto a su integración em-presarial en la economía del siglo XXI. De lo con-trario, su supervivencia tendrá que limitarse aconstituir un sistema semipúblico permanente-mente subvencionado por su vinculación con elsuministro de determinados “bienes públicos”(paisaje, conservación de ecosistemas, manteni-miento de población en zonas marginales…).Ambos modelos de agricultura (“empresarial” y“multifuncional”) son compatibles siempre queno se interfieran.

Hasta ahora, la nueva política europea semuestra más sólida y segura en la promoción ydefensa de la “agricultura multifuncional”, al me-nos en el discurso teórico, que en el diseño y fo-mento de un sector agroalimentario competitivoen el contexto de los actuales mercados mun-diales. La principal consecuencia de todo ellopuede ser que el medio rural que se pretendesostener se convierta en un sector permanente-mente auxiliado por el presupuesto público. Esobvio que, sin una agricultura empresarial y com-petitiva en amplias zonas del territorio europeo,las ayudas agrícolas europeas no podrían por sísolas asegurar el desarrollo rural, sino sólo sos-tener los equilibrios mínimos deseables. Y ello esasí debido a que, en la sociedad actual, dondeno exista “lucro privado”, o bien hay apoyo pú-blico o habrá abandono de territorio.

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Extender el apoyo al modelo multifuncional deagricultura a toda la UE, donde los espacios rura-les representan más del 80% del territorio, equi-vale a esterilizarlo. No habrá presupuesto públicosuficiente para extender la “agricultura multifun-cional” a todos los espacios rurales europeos.

Por tanto, es imprescindible que exista unapolítica agraria que fomente la “agricultura em-presarial” y garantice su viabilidad en los merca-dos, lo cual es posible en muchas regiones y sec-tores económico-agrarios. Y ello exigirá un nota-ble cambio de carácter estructural en producción,industria y distribución, en organización, logísticay tecnología, pero también en adaptación de re-cursos humanos, en tamaño empresarial, en di-seño y promoción comercial de productos…En miopinión, esa política no existe hoy y, además, sele está poniendo continuas trabas.

El llamado “primer pilar” de la PAC

Desde la reforma del año 1999 (Agenda 2000),la PAC se compara con una construcción con“dos pilares”. El primero de ellos está constitui-do por las políticas tradicionales de regulación demercados, incluidas la política de protección enfrontera y las ayudas directas a los agricultores.El segundo pilar proviene de la antigua políticade estructuras agrarias (socioestructural), llama-da hoy de desarrollo rural. Entre las diferenciasclaves entre ambos pilares hay que reseñar quees el primero de ellos (el de los mercados) el queha concentrado el “potencial presupuestario” dela PAC a través de pagos efectuados a los agri-cultores y financiados al 100% por la UE. Por elcontrario, el segundo pilar (desarrollo rural) se habasado en pagos “no obligatorios”, con presu-

puesto muy limitado, aunque creciente, y no fi-nanciado plenamente por la UE, sino cofinan-ciado por los países y regiones europeas.

La regulación de los mercados agrarios se haido desmantelando progresivamente desde 1992y hoy día, a pesar de mantenerse algunos de sustradicionales mecanismos (precio de intervenciónde los cereales, destilaciones de vino, cuotas dela leche y de la remolacha…), existe el propósi-to evidente de avanzar en su eliminación. Inclu-so la política arancelaria está sometida a la re-ducción gradual, aunque acelerada, que se de-cida en la Organización Mundial de Comercio(OMC), próxima al 50% si se alcanza un acuer-do en la Ronda de Doha. Sin duda, no nos en-contramos todavía en una situación de mercadosplenamente abiertos al comercio internacional,aunque crece el número de sectores y produc-ciones donde el grado de desprotección es ca-da día más elevado.

En cualquier caso, toda estrategia empresa-rial a medio plazo (cinco/diez años) debería te-ner en cuenta un escenario de mercados cadavez menos intervenidos, donde la competenciaserá el criterio decisivo en el futuro. Es cierto quela UE prevé establecer mecanismos denomina-dos “redes de seguridad”, pero se limitarían entodo caso a circunstancias de precios catastrófi-cos, un escenario que por su carácter excepcio-nal no puede ser la base para programar un ne-gocio o diseñar una estrategia empresarial seria.

También es cierto que existen “ayudas di-rectas” que, de un modo u otro, se extenderánpor todo este horizonte temporal. En la actuali-dad disponemos de las ayudas de la reforma de2003/04, desacopladas parcial o totalmente y fi-jadas en base a la “referencia histórica” e indivi-dual del periodo de referencia. Es probable que

�Toda estrategiaempresarial amedio plazo(cinco/diez años)debería tener encuenta unescenario demercados cada vezmenosintervenidos,donde lacompetencia seráel criterio decisivoen el futuro

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estas ayudas, como se analizará más adelante,se mantengan transitoriamente como ingresos dela actividad de la explotación, especialmente enel desacoplamiento parcial. No obstante, lo másprobable es que rápidamente se extienda un sis-tema totalmente desacoplado y crecientementeterritorializado, con desaparición de la referenciaindividual histórica.

Si se alcanza un acuerdo en la cumbre de Do-ha que obligue a desmantelar las cajas “ámbar”y “azul” de las ayudas, según la terminología dela Ronda Uruguay del GATT, parece claro quela UE se verá empujada a orientar su próxima re-forma, tal vez antes de 2013, hacia el denomi-nado sistema “regionalizado” de “pago único”por explotación, que contempla el artículo 59 delReglamento 1782/2003. Bajo este sistema se au-toriza a extender el sistema de “pago único” a to-dos los agricultores de una región, en función desu superficie, independientemente de poseer ono la referencia histórica. En este caso, podráncultivar cualquier producto, excepto cultivos per-manentes, o ejercer cualquier actividad gana-dera. Este régimen es el escogido de forma par-cial o total por un importante número de países:desde 2005 lo aplican Dinamarca, Luxembur-go, Suecia e Irlanda del Norte, mientras que Ale-mania, Bélgica, Finlandia e Inglaterra lo hanpuesto en marcha a partir de 2006, de un modoescalonado.

Si tenemos en cuenta que los países reciénadheridos a la UE aplican un sistema de ayudassimilar a este régimen regionalizado, cabe supo-ner que el “pago único” en base a las referenciashistóricas de producción individuales (de cadaagricultor) se transforme definitivamente, y para

todos, en un “pago general por hectárea” para laconservación del territorio, a partir de 2013, ca-so de que no se produzca una nueva reforma conanterioridad. Sin embargo, esta posibilidad tam-poco sería estable ni definitiva, ya que mantieneun presupuesto demasiado elevado y, además,encubre una distribución perversa de los recur-sos entre países y regiones.

La UE está pensando claramente en susti-tuir la PAC por una nueva política rural, con ob-jetivos nítidamente territoriales y medioambien-tales. El problema es cómo hacerlo partiendo dela situación actual. Dadas las dificultades tre-mendas que tiene la UE para adoptar decisionesimportantes, estos cambios pueden dilatarse bas-tante en el tiempo, lo cual, en mi opinión, no se-ría favorable para el modelo de agricultura em-presarial europea. La situación actual es confu-sa y no facilita la necesaria reestructuración dela agricultura para competir en los mercados.

En este escenario, la posición de España noes desfavorable. Desde la adhesión a la UE en1986, la agricultura y el mundo rural español sehan visto favorecidos por una notable inyecciónde fondos europeos, tanto directamente agríco-las como de carácter socioestructural y en infra-estructuras, que han hecho posible un profun-do cambio del mundo rural, tanto desde el pun-to de vista productivo como de bienestar ydesarrollo en la mayor parte del territorio nacio-nal.

Desde la perspectiva de la agricultura, con-tamos con sectores altamente competitivos en elcontexto europeo y/o internacional (caso del vi-no, el aceite de oliva, la hortofruticultura y el sec-tor cárnico). Como testimonio baste señalar queel sector agrario y agroalimentario es el único dela economía española que arroja saldo positivodesde hace una década, entre todos los sectoresde la balanza comercial exterior. Por tanto, unaparte notable de nuestra agricultura y ganaderíadebería apostar por una estrategia empresarial yde mercado.

Además, buena parte del medio rural espa-ñol sufrió en el pasado un brutal proceso deabandono y desarticulación productiva, ya an-tes de la adhesión a la UE. Multitud de estos es-pacios rurales del interior peninsular y de mon-taña han experimentado un cierto auge en las dosúltimas décadas, derivado de las nuevas de-mandas y tendencias de la sociedad urbana ha-cia la segunda residencia, el ocio en la naturale-za, los deportes de montaña, la huida de fin desemana de las ciudades, los nuevos modelos deconsumo hacia una alimentación sana y pro-

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ductos tradicionales…Todo ello ha permitido unacierta recuperación del “rural profundo”, esti-mulado también por los flujos inversores proce-dentes de la UE.

Ante el nuevo escenario, estos espacios ru-rales pueden ofertar “naturaleza”, biodiversidad,territorio o belleza escénica, tal vez como ningúnotro país europeo. Teóricamente, se trata delmundo rural que puede ofrecer un “modelo agra-rio auténticamente multifuncional”. Parece queel mercado puede valorar parcialmente estos bie-nes y servicios, ya que existe una demanda so-cial, aunque es dudoso que, sin una política es-pecífica de apoyo y vigilancia pública, pueda sos-tenerse un equilibrio agrario/rural adecuado,dado el escaso interés empresarial hacia activi-dades agrarias que no ofrecen rentabilidad en símismas.

En resumen, nuestro país tiene diversas opor-tunidades ante el nuevo escenario europeo e in-ternacional, pero requiere de una estrategia de-finida que, por otra parte, no es sencilla de dise-ñar. Necesitamos de ambos modelos, el“multifuncional” y “el empresarial”. Pero al mis-mo tiempo, ambos modelos se necesitan mu-tuamente. Para que sobreviva el “modelo agrarioempresarial” debe obtener rentabilidad en losmercados, es decir, tiene que tener posibilidadesde competir sin que las concesiones ante la OMCterminen por “deslocalizar” buena parte de laproducción agraria europea. Además, este tipode empresas no debe recibir “interferencias per-versas” de la política de apoyo a la “agricultura

multifuncional”. Al mismo tiempo, para que seaviable un “modelo agrario multifuncional” debeexistir suficiente dinero público para compensarsu escasa rentabilidad en los mercados, a tra-vés de programas específicos para este tipo decomarcas. Esta condición sólo se podrá dar sise libera a los presupuestos públicos del com-promiso de atender con ayudas directas a la“agricultura empresarial”.

No debe olvidarse que la agricultura, la ga-nadería y el sector forestal siguen siendo la basede la economía rural, al menos en una buenaparte del territorio. Las excepciones serían algu-nos espacios rurales periurbanos y, por otras ra-zones, algunas zonas marginales y/o de monta-ña, donde las actividades agrarias ya han dejadode ser los motores económicos, siendo despla-zados por otros sectores de servicios y de ocio.No obstante, incluso en estos espacios rurales elsector agrario conserva un papel paisajístico y deequilibrio territorial, que se vería profundamentealterado en caso de su total abandono. Tambiénla industria alimentaria puede desempeñar unafunción en estas zonas, fomentando los produc-tos de alta gama, artesanos o tradicionales.

Para la mayor parte del territorio rural se ne-cesita una estrategia clara de política agraria, y laespañola no puede ser una estrategia idéntica ala de la UE. Debe ser compatible con ella, aun-que no idéntica. Y tampoco puede ser la sumade las estrategias de las comunidades autóno-mas, lo cual implicaría su total esterilización. Es-paña debe diseñar su propia estrategia nacionalde política agraria basándose en el mandatoconstitucional de la “ordenación general de laeconomía”. Sin esa estrategia, que hoy día es untanto difusa e irreconocible, no cabe imaginar undesarrollo rural coherente.

Una estrategia nacional para la agriculturaespañola

Para imaginar la estrategia agraria que necesitanuestro país no debemos caer una vez más en elvoluntarismo de proponer sólo aquello que de-seamos. La actual dinámica económica no de-manda nuestra aceptación; sencillamente se im-pone en los mercados. En consecuencia, hay queplantear una estrategia que permita mantener vi-va la mayor parte de nuestra agricultura y gana-dería en el escenario de futuro que se intuye pa-ra los próximos años, dando por supuesto que lastendencias presentes en la economía actual vana intensificarse.

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Mi análisis parte de dos supuestos básicos.En primer lugar, toda la actividad agraria que noresponda a un modelo basado en criterios es-trictamente empresariales se convertirá en un sis-tema productivo dependiente permanentemen-te de las subvenciones públicas. Y en segundolugar, el presupuesto agrario y de desarrollo ru-ral no está en absoluto garantizado para el futu-ro. Es más, dentro de algunos años (pocos), lasayudas van a diseñarse en base a criterios másmedioambientales y territoriales que productivos,serán cofinanciadas por los países y las regio-nes y, seguramente, disminuirán en volumen to-tal respecto a las presupuestadas actualmente.En definitiva, habrá menos ayudas, serán distin-tas, no irán dirigidas a actividades agrarias y ha-brá que cofinanciarlas.

Por tanto, el objetivo estratégico de la políticaagraria deberá reorientarse: desde el actual ob-jetivo de “mantenimiento de rentas” al de “man-tenimiento de la máxima actividad” viable des-de una perspectiva empresarial de rentabilidad.En la actual población agraria y rural española yano existe un problema de rentas, al haberse im-plantado un “modelo de actividad a tiempo par-cial”, y no existe, por tanto, un problema espe-cífico del mundo rural y agrario, al menos que nosea similar al de otras zonas o sectores produc-tivos.

La reciente reforma de la PAC ha puesto enmarcha un proceso de reconversión productiva(remolacha, algodón, tabaco, cereales, forrajes,oleaginosas…), que se pretende extender al vi-ñedo y, más adelante, al sector lechero cuandose supriman las cuotas. Pero los sistemas de ayu-das introducidos con objeto de mantener las ren-tas de los productores pueden esterilizar el ne-

cesario proceso de reestructuración empresa-rial hacia sistemas productivos viables en el fu-turo. En esta dirección van también las ayudas alarranque de viñedos que plantea en estos mo-mentos la Comisión Europea, al incorporar a losbeneficiarios del arranque subvencionado al sis-tema de “pago único”.

Sin embargo, la reestructuración agraria quenecesitamos no debe estar inducida por las Ad-ministraciones europea, nacional o autonómica,que, en definitiva, desconocen las tendencias delos mercados futuros, y, por ello, no están en con-diciones de prever ni garantizar las condicionesde los mercados a medio plazo, ni siquiera lasservidumbres que van a derivarse de las nego-ciaciones internacionales de comercio para laagricultura europea a muy corto plazo. En esta si-tuación es mejor que sea la iniciativa empresa-rial la que siga sus propios criterios, adaptándo-se a la dinámica de los mercados hacia la con-centración, la externalización de funciones y laintegración a lo largo de la cadena alimentaria.La experiencia de modelos empresariales comoCOREN, Guisona y COVAP, en sectores ganade-ros, o ANECOOP, en agrícolas, nos está indican-do el camino que debe seguirse.

La actual PAC supone un freno en este pro-ceso, al prolongar las ayudas a estructuras em-presariales sin futuro; tampoco son ayudas di-señadas para un apoyo selectivo a la agriculturaque pudiera representar el “modelo multifun-cional”. La estrategia de competitividad debe ba-sarse en programas de fomento de la organiza-ción e integración empresarial y de mejora del ca-pital humano y la tecnología, aunque sinprejuzgar las características del sistema produc-tivo o del tipo de explotación agraria resultante de

�La recientereforma de la PACha puesto enmarcha un procesode reconversiónproductiva(remolacha,algodón, tabaco,cereales, forrajes,oleaginosas…),que se pretendeextender al viñedoy, más adelante, alsector lecherocuando sesupriman lascuotas

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la reconversión, que es una tarea empresarial. Esobvio que los sistemas productivos que más vana sufrir la reconversión agraria son los extensivoscerealistas y los hasta ahora denominados “cul-tivos industriales” (oleaginosas, remolacha, ta-baco y algodón). En un año normal, España im-porta habitualmente entre 10/12 millones de to-neladas de cereales (un tercio de nuestrasutilizaciones) y, por tanto, es deseable que dichasimportaciones se efectúen a los menores preciosdel mercado internacional. De lo contrario, el so-brecoste para la ganadería española estaría sir-viendo de colchón para la cerealicultura france-sa o británica. Por tanto, puestos a liberalizar im-portaciones, España debería apoyar la del sectorcerealista europeo.

El sector cerealista español ha sido incapazde organizarse y modernizarse. Los diversos sis-temas de subvenciones que le han beneficiadoen los 20 años de pertenencia a la UE no han ser-vido más que para mejorar las rentas y elevar elprecio de la tierra de un modo un tanto especu-lativo. Hoy día, España dedica un tercio de su su-perficie de regadíos a la producción de cerea-les. Se trata de cultivos muy consumidores deagua, y no hay que olvidar que un tercio de losregadíos españoles (1,1 millones de hectáreas)se está destinando al cultivo de los cereales. Ade-más, perciben anualmente ayudas por valor de1.800 millones de euros (300.000 millones depesetas). El resultado de todo ello es que las co-sechas medias apenas han aumentado en los úl-timos 20 años, situándose en promedios quin-quenales en torno a 20 millones (de toneladas),muy por debajo de una demanda que se sitúa en32/33 millones de toneladas.

Las condiciones climatológicas y de medio fí-sico impiden que el sector agrario español pue-da ser competitivo en la producción de materiasprimas (commodities), como es el caso de los ce-reales y oleaginosas que, por otra parte, son in-puts básicos de la ganadería intensiva. En mi opi-nión, nuestra estrategia debe dirigirse hacia pro-ductos de alto valor añadido (aceite de oliva, vino,frutas, hortalizas y productos ganaderos) en sis-temas intensivos de producción, o bien en pro-ducciones de calidad singular con atributos re-conocibles y valorables por los consumidores.Son los sectores productores de materias primaslos que deben sufrir una profunda reconversiónpara adaptarse a sistemas productivos en granescala, con externalización de funciones y don-de la organización e integración sectorial sustitu-ya en la gestión a los propietarios individuales. Allídonde no sea posible adoptar tales sistemas pro-

ductivos, sólo las ayudas públicas de caráctermedioambiental y con objetivos territoriales po-drán mantener un mínimo de tejido socioeconó-mico. En caso contrario, la última alternativa esel abandono.

De hecho, en los últimos veinte años se handejado de cultivar 2,5 millones de hectáreas decereales grano (-14% de la superficie) y barbe-chos (-26%). Indudablemente, esa reconversiónserá más de carácter empresarial que producti-va. El territorio no desaparece; es el modelo em-presarial el que debe cambiar radicalmente. Nocabe esperar que una familia viva de una me-diana empresa de cereales en secano y, de he-cho, ya no vive desde hace muchos años, aun-que se sigan dando ayudas públicas al sosteni-miento de un modelo de “agricultura familiar”periclitado. Pero, aún peor, esas ayudas permi-ten sostener unos precios de la tierra irreales yunas estructuras empresariales inservibles. To-do ello está retrasando la imprescindible recon-versión en amplias zonas agrarias españolas.

En definitiva, el ejemplo de los cereales po-dría extenderse al del sector lechero y a aque-llos otros que perviven gracias a mecanismos deuna PAC que está ya muerta. Hoy día, existe un10% de las explotaciones lecheras que había ha-ce 20 años (poco más de 30.000 explotacionesen toda España, frente a las 300.000 que habíaa principios de los años ochenta). En esas con-diciones, ¿qué sentido social tiene seguir mante-niendo cuotas lecheras individuales y preservarsus niveles en las comunidades autónomas? ¿No

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sería mejor para la propia viabilidad futura delsector lechero español, por ejemplo, que se lle-vara a cabo una reestructuración en base a cri-terios empresariales y de demanda? Estas son lasbases sobre las que debería diseñarse una es-trategia nacional de política agraria con perspec-tivas de futuro; es decir, asumiendo las realida-des de los mercados y su previsible evolución fu-tura, sin taparnos los ojos ante lo que ya esirreversible, incluso para los propios agricultores.

Una estrategia internacional para la políticarural europea

Desde el comienzo de las negociaciones de laRonda Uruguay del GATT, en 1986, la estrategianegociadora de la UE ha sido de carácter defen-sivo. Después de veinte años la situación ha ma-durado y existe la posibilidad de diseñar una nue-va posición negociadora de futuro, a partir de lossiguientes hechos:> La UE ya ha asumido la supresión a plazo de

las restituciones a la exportación.> Las ayudas de la denominada “caja ámbar”,

precios garantizados y ayudas proporcionalesa la producción, están en vías de desaparicióna corto plazo.

> Las ayudas parcialmente acopladas, de la re-forma de 1992, o de “caja azul”, también pue-den considerarse residuales.

> Es obvio que las futuras ayudas de una políti-ca rural europea, dirigidas a objetivos territo-riales y medioambientales, y desacopladas delas producciones agrarias, serán catalogadascomo de “caja verde”.En consecuencia, la UE debe centrarse en

mantener un sistema arancelario y aduanero quele permita sostener su agricultura más competi-tiva. Ello implica un desarme arancelario gradualy ligado a compromisos internacionales en as-pectos cualitativos. Es decir, el principal objetivode la UE en el seno de la OMC debe girar haciala defensa del “modelo europeo de mercado ali-mentario”, basado en un cúmulo de normas y re-glas que, al someter a las empresas autóctonasa su mandato, deben ser igualmente respetadaspor las importaciones de terceros países.

En la actualidad, la UE ha tomado concienciade su vulnerabilidad debido a su extrema de-pendencia energética. El libre comercio interna-cional no garantiza la seguridad en el abasteci-miento en la actual situación sociopolítica delmundo. Por el contrario, y afortunadamente, noexiste dependencia externa grave en materia dealimentación, aunque sí en algunos sectores es-tratégicos como el de oleaginosas. Ya que la UEha podido comprobar que los abstractos mode-los del librecambio y sus virtudes son de escasaaplicación en situaciones conflictivas, es im-prescindible que no se adopte una política aran-celaria suicida. Si la UE fracasa en esta tarea dereconducir la apertura comercial y las reglas dela OMC, o bien se harán inviables futuros acuer-dos comerciales, o buena parte del abasteci-miento alimentario europeo tendería a deslocali-zarse hacia terceros países.

La agricultura europea está en desventajafrente a los países desarrollados que disponen deestructuras productivas más competitivas y, tam-bién, frente a los países emergentes o en víasde desarrollo que basan su competitividad en lainexistencia de condicionamientos extraempre-sariales de variado carácter (medioambiental, so-

�La UE ha tomadoconciencia de suvulnerabilidaddebido a suextremadependenciaenergética. El librecomerciointernacional nogarantiza laseguridad en elabastecimiento enla actual situaciónsociopolítica delmundo. Por elcontrario, yafortunadamente,no existedependenciaexterna grave enmateria dealimentación,aunque sí enalgunos sectoresestratégicos comoel de oleaginosas

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cial, fiscal, trazabilidad, bienestar de los anima-les, costes energéticos…). Hay que ser cons-cientes de que no podemos aspirar a igualdadplena en las condiciones de la competencia acorto plazo, aunque sí a incorporar a la agendainternacional este cúmulo de aspectos cualitati-vos que definen los mercados. Ello implica tam-bién vigilar las condiciones productivas y me-dioambientales en terceros países, de modo quela OMC vaya gradualmente siendo sensible a lascontradicciones internas que arrastra el modeloactual de liberalización comercial.

La principal de estas contradicciones derivadel actual modelo energético y de la dependen-cia del transporte en el comercio internacional,sector altamente consumidor de energía. Podría-mos decir que la plena liberalización comercial yla deslocalización en el abastecimiento no son co-herentes con el necesario ahorro energético y lalucha contra el cambio climático. La OMC no haconsiderado nunca las consecuencias de su es-trategia liberalizadora sobre los mercados de losproductos energéticos, ni sobre las previsionesde “cambio climático”. Siendo el sector del trans-porte una clave en estos procesos, parece razo-nable que se elaboren estudios que podríanaconsejar un rediseño de la estrategia de la OMC.

En definitiva, aunque las tendencias de la eco-nomía internacional pueden ser consideradas co-mo estables en un horizonte razonable a medioplazo, también es claro que no debemos ignorarque van a modificarse antes o después, dada lainviabilidad del modelo actual a largo plazo.

El control medioambiental de la actividadagraria

En los próximos años, las ayudas directas y losprogramas de desarrollo rural serán aparente-mente una prolongación de los sistemas prece-dentes, aunque es de temer que se evolucionede un modo muy rápido en un cambio muchomás radical. Como ya he dicho, todo apunta aque en el futuro las ayudas van a reducirse, vana cofinanciarse y van a ser mucho más selectivasy condicionadas a la obtención de objetivos con-cretos, lo cual exigirá una evaluación continua delos programas.

Pero dichos objetivos ya no serán agrarios, re-lacionados con las rentas de los agricultores, nicon los precios, las superficies cultivadas o losproductos obtenidos. Nos enfrentamos a un cam-bio mucho más profundo, en el que los criteriosy los parámetros estarán relacionados con el con-trol medioambiental de la actividad productivaagraria. Y ello sí que es preocupante para la agri-cultura como sector económico.

En la nueva orientación de la UE ya se ha es-tablecido como prioridad el objetivo de vincularla política agraria y la de desarrollo rural a un con-junto de objetivos y restricciones de carácter me-dioambiental. En enero de 2000, la Comisión Eu-ropea presentó una comunicación sobre la in-corporación de indicadores de seguimientomedioambiental a la PAC. Este sistema de 35 in-dicadores fue establecido por una comunicaciónde la Comisión Europea de 20 de marzo de 2001

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42Agricultura Familiar en España 2007

y, desde entonces, se ha creado una potente redestadística que se denomina IRENA, siglas en in-glés que corresponden a Sistema de Indicadorespara la Integración de los Aspectos Medio am-bientales en la Política agraria (Indicator Repor-ting on the integration of Environmental Concernsinto Agriculture Policy).

España es un país que debería vigilar aten-tamente la evolución de este proceso, debido aque puede ser uno de los máximos beneficia-rios del nuevo enfoque de la política rural, des-de esta perspectiva conservacionista, en los am-plios espacios de nuestro país donde es inviableuna agricultura empresarial competitiva. No obs-tante, estamos aún un tanto obsesionados conlas recientes reformas de las ayudas de la PAC yno se ha seguido con la debida atención este gi-ro estratégico. En muchas de las reuniones quese convocan en la UE para el diseño de esta ba-se de datos he comprobado la ausencia de ex-pertos españoles, además de corresponder al Mi-nisterio de Medio Ambiente el seguimiento de es-ta red. Estamos en un momento de transiciónentre los criterios tradicionales de naturalezaeconómica utilizados en la gestión de la PAC(precios, compras de intervención, cabezas deganado, rendimientos, superficies cultivadas, pa-gos históricos de referencia…) y los que van aser empleados en el futuro, que tendrán mu-cho que ver con los enumerados en la tabla ad-junta. Por ahora, ese conjunto de criterios estásiendo utilizado como “condicionantes” en laconcesión de ayudas, aunque es muy probableque en el futuro se conviertan en la “justifica-ción” de la ayuda.

Nada habría que objetar a esta vinculaciónentre política agraria y política medioambiental sise abordara desde planteamientos rigurosos ycientíficos, que atiendan a las necesidades deadoptar modelos de desarrollo sostenible en laevolución de la agricultura, aunque reconocien-do el papel insustituible de ésta como actividadeconómica y admitiendo que, por tanto, la agri-cultura debe competir en los mercados interna-cionales en igualdad con otros grandes paísesproductores. Esto quiere decir que la apertura co-mercial debe acoplarse en alguna medida a la ca-pacidad de establecer condiciones productivashomogéneas por parte de los organismos multi-laterales que gestionan la economía global, co-mo ya ha sido analizado anteriormente.

No voy a extenderme mucho en el análisis delos 35 indicadores de IRENA, pero sí debo se-ñalar algunas de las consecuencias más impor-tantes. La primera de ellas radica en el hecho

INDICADOR TEMAIRENA01 Superficie con apoyo medioambiental02 Nivel regional de buenas prácticas agrí-

colas03 Nivel regional de objetivos medioam-

bientales04 Superficie bajo protección medioam-

biental05.1 Precios de la producción orgánica y cuo-

tas de mercado05.2 Rentas en la agricultura orgánica06 Nivel de formación de los agricultores07 Superficie bajo agricultura orgánica08 Consumo de fertilizantes minerales09 Consumo de pesticidas10 Intensidad en el consumo de agua11 Utilización de energía12 Cambio en el uso de la tierra13 Modelos agrícola y ganaderos14 Prácticas de gestión de la explotación15 Intensificación/Extensificación16 Especialización/Diversificación17 Marginalización18 Balance bruto de nutrientes18sub Emisión de amoniaco a la atmósfera

desde la agricultura19 Emisión de metano y óxido nitroso20 Contaminación del suelo por pesticidas21 Lodos/fangos22 Extracción de aguas23 Erosión del suelo24 Cambio de la cubierta del suelo25 Diversidad genética26 Áreas agrícolas de alto valor natural27 Producción de energía renovable, por

fuentes28 Tendencia en las poblaciones de aves,

en zonas agrícolas29 Calidad de los suelos30.1 Nitratos en las aguas30.2 Pesticidas en las aguas31 Niveles de las aguas subterráneas32 Estado del paisaje33 Impactos sobre hábitats y biodiversidad34.1 Parte de la agricultura en las emisiones

de efecto invernadero34.2 Parte de la agricultura en la contamina-

ción por nitratos34.3 Parte de la agricultura en el consumo de

agua35 Impacto en la diversidad del paisaje

Fuente: Agencia Europea de Medioambiente.

http://webpubs.eea.europa.eu/content/irena/index.htm

SISTEMA DE INDICADORES PARA LA INTEGRACIÓN

DE LOS ASPECTOS MEDIOAMBIENTALES EN LA

POLÍTICA AGRARIA

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Futuro de la agricultura y el mundo rural

44Agricultura Familiar en España 2007

de que España está muy bien situada en muchosde estos indicadores, aunque hay que vigilar cui-dadosamente su utilización y manipulación, de-bido a que se trata de conceptos en gran medi-da cualitativos y la interpretación que se haga encada caso resultará decisiva. Por ejemplo, vea-mos lo que ocurre con alguno de estos indica-dores. El IRENA 04 es un indicador básico: su-perficie bajo protección medioambiental. La RedNatura 2000 incluye los Lugares de Interés Co-munitario (LIC) y las Zonas de Especial Protecciónde aves (ZEPAS). En total, España es el país de laUE-15 que tiene bajo protección el mayor por-centaje de su superficie geográfica (11,4 millo-nes de hectáreas, un 23% del total del país)1. Yademás, Andalucía representa el 40% del totalde espacios naturales protegidos2.

Dentro de la superficie europea bajo protec-ción, la UE ha determinado 33 hábitats, que de-penden del mantenimiento de prácticas agrariastradicionales y extensivas. Pues bien, en esteapartado España desciende hasta el sexto lugar,con sólo 2 millones de hectáreas (que represen-ta el 18% de la superficie protegida por la RedNatura 2000 en España). Sin embargo, paísescomo Portugal (26%), Dinamarca (25%), Italia(25%), Finlandia (21%) y el Reino Unido (18%)nos superan en porcentaje de su aportación deestos “hábitats agrarios” a la Red Natura 2000.

Ello tiene importancia, debido a que la UE re-comienda el desarrollo de programas agroam-bientales para mantener este tipo de prácticasagrarias tradicionales y extensivas en este tipo dehábitats. España, con más de 3,5 millones dehectáreas de barbechos, y con una notable su-perficie de zonas de montaña con olivar, almen-dro o sometidas a una utilización ganadera ex-

tensiva de sus pastos y praderas, debería revisareste tipo de bases estadísticas. Téngase en cuen-ta que en el resto de los 9,3 millones de hectáre-as españolas en las que siendo Red Natura 2000no se considera que la agricultura sea impres-cindible para el mantenimiento del hábitat co-rrespondiente, podrían llegar a establecerse prác-ticas restrictivas a la producción, por considerar-se que la actividad agraria no es imprescindiblepara el mantenimiento del medio ambiente.

Este hecho es coherente con la escasa apli-cación de las medidas agroambientales en Es-paña. Siendo el país con mayor superficie pro-tegida por las diversas normas de la UE, somosel segundo país “por la cola” en porcentaje deSAU (superficie agraria útil) sometida a contra-tos agroambientales (9% de la SAU), superandosolamente a Grecia (3%). Luxemburgo tiene el100%, Finlandia el 99%, Suecia el 86%, Aus-tria el 82%, Francia el 31% y Alemania el 25%.El gasto agroambiental en España (4,6 euros/hec-tárea de SAU) es el más bajo de todos los países,excepto Grecia.

También debemos reflexionar en el hecho deque, dentro de España, los porcentajes de SAUregional sometidos a programas agroambienta-les sean de 25% en Cantabria, el 23% en La Rio-ja, el 20% en Asturias y el 12% en Andalucía. Enmi opinión, ha llegado la hora de delimitar clara-mente los espacios rurales donde la agriculturatiene muy poca viabilidad futura y aquellos otrosdonde puede y debe desarrollarse una economíaagraria moderna e intensiva para competir en losmercados.

Otros indicadores que deben revisarse dete-nidamente son los que hacen referencia a la uti-lización del agua por la agricultura. Si bien la su-

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45Agricultura Familiar en España 2007

perficie de regadío española, según IRENA 10,es la segunda de la UE (con 3,478 millones dehectáreas), tras Italia (con 3,851), en términosrelativos en % respecto a la SAU ocupamos, sinembargo, el sexto lugar: Grecia (37%), Italia(29,5%), Holanda (24,6%), Portugal (20,5%), Di-namarca (16,9%) y España (13,3%).

También es preocupante que el indicadorIRENA 08 (consumo de fertilizantes minerales)nos señale como el único país de la UE que haaumentado su consumo en nitrógeno y fosfatosen el periodo 1990/2001. En términos absolutos,Francia, Alemania y el Reino Unido nos supe-ran en consumo de fertilizantes y, por supuesto,si se mostrara el indicador relativo respecto aSAU, que la actual base estadística IRENA no re-fleja, España sería un país retrasado en este in-dicador.

El indicador IRENA 06 refleja el nivel de for-mación de los gestores de explotaciones agrariasen la UE. En 2000, el 94% de los agricultores es-pañoles sólo tenían “experiencia práctica”, el 5%“formación agraria básica” y el 1% “plena for-mación agraria”. En este indicador compartimosniveles muy bajos con Portugal, Italia, Irlanda yGrecia. No obstante, para cualquiera que conoz-ca la realidad actual de la agricultura española,es obvio que es un indicador mal calculado enbase a fuentes estadísticas obsoletas.

Dada la dualidad de la agricultura española,este nuevo escenario debe generar expectativas,al tiempo que una seria preocupación. Por un la-do, es obvio que las amplias zonas marginalesque existen deben aprovechar al máximo su po-tencialidad de incorporarse a esta nueva diná-mica. Pero ello exige acoplarse al nuevo “len-

guaje” para adaptarlo a nuestra realidad. Ni losdaneses, ni los británicos van a realizar esa tarea,y los españoles estamos muy al margen de esosforos. Ellos intentarán acoplar el sistema a suspaisajes y sus espacios rurales.

Pero, al mismo tiempo, debemos sentir unahonda preocupación por cuanto esta nueva es-trategia europea pone trabas al desarrollo denuestro potencial productivo en las zonas punte-ras y productivas de la agricultura española. Tam-bién desde esta perspectiva debemos vigilar eseproceso de medioambientalización de la PAC y dela futura política rural europea. Y sobre todo noabandonarlo en manos del Ministerio de MedioAmbiente y de los grupos de presión ecologistas.Un hecho bastante preocupante es que sea el Mi-nisterio de Medio Ambiente el responsable degestionar estos asuntos. Su desconocimiento delas realidades productivas y económicas se estádemostrando continuamente, con reiteradas va-loraciones negativas de la agricultura de regadío.Para este Ministerio, todo lo que signifique “agri-cultura intensiva” es sinónimo de “no sostenible”,siendo especialmente lamentable que sea esteMinisterio el que ostente las competencias en ma-teria hidráulica, tratándose de una cuestión vitalpara la economía de este país.

Por otra parte, hay que valorar que la mejordefensa de los intereses de la agricultura exigeen la actualidad una especial sensibilidad por lasostenibilidad de los sistemas productivos. Es es-ta una bandera que no debe abandonarse fren-te a ningún otro grupo de presión o ideológico. SiEspaña dispone del mayor patrimonio natural deEuropa, hay que valorar la contribución que des-de antiguo viene aportando una agricultura queha sabido, en términos generales, adaptarse a laslimitaciones del medio físico y climatológico denuestro territorio. Igualmente, la política hidráu-lica desarrollada por muchas generaciones enel pasado ha sido decisiva para convertir a Es-paña en un país puntero en materia de regula-ción hidrológica. También hay que abordar de unmodo científico las limitaciones que deben intro-ducirse en los sistemas productivos agrarios pa-ra garantizar la sostenibilidad. Hay que contro-lar y evitar las prácticas que incrementan la ero-sión de nuestros suelos, la sobreexplotación deacuíferos, el uso excesivo de pesticidas y fertili-zantes y la contaminación consiguiente sobre elentorno, así como evitar las prácticas de riesgoque contribuyen a los incendios forestales. Se tra-ta de hacer compatible el desarrollo económicode nuestra agricultura y de nuestros pueblos conel mantenimiento de un patrimonio natural que

�Mientras persistanlas actualestendencias queestablecen ladinámica en laeconomíainternacional, seráinviable eltradicional modeloagrariodenominado“familiar”

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46Agricultura Familiar en España 2007

también es un importante activo para el mediorural. En definitiva, los agricultores y sus organi-zaciones no deben renunciar a convertirse en losauténticos guardianes de la naturaleza porque,además, son los que más y mejor entienden deestas cuestiones.

Conclusiones

Mientras persistan las actuales tendencias queestablecen la dinámica en la economía interna-cional, será inviable el tradicional modelo agrariodenominado “familiar”. Hasta ahora, la consoli-dación de un modelo agrario europeo con con-notaciones sociales convertía en prioritarios losprogramas de apoyo a las explotaciones familia-res, a los agricultores a título principal, a la ins-talación de jóvenes agricultores, a la jubilaciónanticipada, etc. Con carácter horizontal, es decir,para el conjunto del territorio, dichos programas

están dejando de tener interés para la reestruc-turación de la agricultura que se debe apoyar.

Es la iniciativa privada empresarial la que de-bería establecer las características de las em-presas viables y rentables. No se trata de que yo,personalmente, haga una apuesta por el “libe-ralismo” económico en la agricultura. Esa deci-sión ha sido ya tomada por otras instancias y, anosotros, sólo nos resta sacar las consecuen-cias y apostar por el futuro de la agricultura o porsu desaparición.

De igual modo, tampoco cabe esperar queexista a partir de ahora una política agraria sec-torial de fomento de producciones o de regula-ción de mercados, como lo ha sido la PAC tradi-cional. Lo más que podemos esperar es que semantenga una política rural de perfiles medio-ambientales y objetivos de carácter territorial. Locual no es poco, ya que permitiría un apoyo fi-nanciero imprescindible para las comarcas másmarginales y con mayores limitaciones naturalespara afrontar la competencia en los mercados.

Pero también debe vigilarse que los progra-mas de desarrollo rural no interfieran el necesa-rio proceso de reestructuración empresarial, niprejuzguen los modelos de explotación que de-cida el sector privado que, lógicamente, perse-guirán la rentabilidad. El sector privado está de-sinvirtiendo en la agricultura española desde ha-ce una década. Entre 1995 y 2004, la agriculturaespañola ha tenido una Formación Neta de Capi-tal Fijo negativa de 275 millones de euros cadaaño, de valor medio. Y ello se debe a la existenciade unas expectativas negativas respecto a la evo-lución de los mercados. Y, sin embargo, los pre-cios de la tierra no han desfallecido, alcanzandovalores desvinculados de la rentabilidad de la ac-tividad agrícola. La razón es que se está capitali-zando en el precio de la tierra la política de sub-venciones. Todo ello impide la necesaria estrate-gia empresarial de competitividad. Hay quequebrar la obsesión por la defensa de la agricul-tura familiar, la instalación de jóvenes y unos pro-gramas de modernización que no parten de la ini-ciativa empresarial. Más bien están programadospara captar fondos estructurales europeos.

En el futuro, los programas de desarrollo ru-ral deberían dirigirse a corregir los efectos per-versos que la liberalización de los mercados vana provocar sobre el territorio y el medio natural.Estos programas van a orientarse a vigilar la sos-tenibilidad de los sistemas productivos, la res-tauración y conservación del medio natural, asícomo del patrimonio histórico y cultural. En mu-chas comarcas donde la agricultura no será via-

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47Agricultura Familiar en España 2007

ble en el futuro, su previsible abandono por par-te de la iniciativa privada planteará un reto difícil,así como un esfuerzo presupuestario importante.

Por ello, va a ser imprescindible suprimir elcarácter horizontal de muchos de los actualesprogramas para ahorrar recursos, concentrán-dolos en las zonas más necesitadas, donde la ini-ciativa privada no mostrará interés. Donde la ini-ciativa privada vea oportunidades, los programaspúblicos no deberían interferir las estrategias em-presariales. En definitiva, en desarrollo rural losprogramas no deben ser horizontales, sino enfo-cados a los problemas concretos de cada zona.Incluso en los más adecuados, como es la ICM(Indemnización Compensatoria de Montaña), de-be tenerse en cuenta el conjunto de medidasadoptadas en cada territorio para evitar la super-posición de programas y ayudas sobre las mis-mas explotaciones, sin existencia de un proyec-to de desarrollo territorial.

Para poder evaluar la eficacia de cada progra-ma es preciso un esfuerzo por cartografiar los apo-yos públicos que se concentran hoy sobre un mis-mo territorio e incluir las futuras ayudas a las zo-

nas Natura 2000. Más que intervenir de oficio, se-ría importante hacerlo a petición de parte, evaluarlas demandas sobre problemas concretos y ofre-cer soluciones que requieran financiación públi-ca. Tampoco pueden ofrecerse garantías: el fo-mento público compromete a las Administracio-nes a sostener un marco de referencia agrario quees cada día más inseguro. La conveniencia de in-vertir o desinvertir corresponde a los empresarios.El objetivo futuro del primer pilar de la PAC debeser de carácter horizontal para todo el territorio:la consolidación de una estructura empresarial via-ble, competitiva y autónoma en su toma de deci-siones. También deben ser horizontales los pro-gramas de infraestructuras, donde confluyen in-tereses públicos y privados (por ejemplo, lamodernización y consolidación de regadíos).

Realmente debemos ser conscientes de quelos objetivos de la política de desarrollo rural quese aplicará a partir de ahora van a vincular la agri-cultura a la política medioambiental y no debe-mos ignorar las consecuencias que pueden de-rivarse para la competitividad futura del sectoragrario. �

� Notas:

1 Según la estimación de expertos españoles, esta superficie se elevaría hasta el 27% de toda la superficie geográfica si se incluyen to-das las figuras de protección ambiental declaradas por el Gobierno y las comunidades autónomas.

2 Según datos recogidos en Fernando Estirado en Atlas de la España Rural (pág. 396, MAPA. 2004). La determinación exacta de esteporcentaje no es fácil al solaparse varias de las figuras de protección existentes. No obstante, hay que valorar que se ha declarado zo-nas ZEPAS el 18% de la superficie de Andalucía, y en la Directiva Hábitats se propone como Lugares de Interés Comunitario el 28%de la superficie geográfica de Andalucía.