Personalmente Linda Manzanilla Naim - comoves.unam.mx · turan grano, el correr del río y del...

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29 ¿cómoves? Personalmente En el umbral del tiempo suspendido ARSLANTEPÉ, Turquía, 1976. Rodeado de montañas desérticas, este oasis color es- meralda en el que nace el Éufrates semeja un paisaje neolítico. Aquí sólo se escuchan el molino de agua donde las mujeres tri- turan grano, el correr del río y del viento y las voces de la doctora Linda Manzani- lla Naim y de sus colaboradores en la ex- cavación arqueológica. Maadi, Egipto, 1978. La doctora Man- zanilla, cuya madre y abuelos maternos nacieron en estas tierras, busca en ellas —como en otros lugares del mundo— vestigios que le permitan explicar el surgimiento y transformación de las pri- meras sociedades urbanas. Para indagar, se vale, entre otros muchos recursos, de mapas, fotografías aéreas, imágenes sate- litales, magnetómetros, sismógrafos, radares, avanzados instrumentos de labo- ratorio y, sobre todo, de su enorme curio- sidad e impetuosa inteligencia. Tiwanaku, Bolivia, 1988. A 3 000 me- tros sobre el nivel del mar y en plena no- che, la doctora Manzanilla camina por el altiplano semidesértico hasta la pirámide de Akapana, centro del mundo en la cosmogonía aymara. Lleva en las manos una mesa de cartón sobre la que ha dis- puesto cuidadosamente —a modo de sím- bolos— dulces, algodón y papel metálico de colores, así como algunas hojas de coca. Con ayuda del yatiri o chamán, es- parce alcohol e incienso a los cuatro pun- tos cardinales y luego prende fuego a la mesa. Así obtiene el permiso de la tierra para excavar en este lugar sagrado. Teotihuacan, México, 2000. Aquí yace la primera gran ciudad del continente. ¿A qué grupos étnicos pertenecían sus 125 mil habitantes?, ¿cómo vivían sus distintas clases socia- les?, ¿por qué se debilitó y cayó? Después de encabezar varias excavaciones, la doc- tora Manzanilla conoce a muchos grupos de teotihuacanos mejor que ellos mismos. Sabe, por ejemplo, qué comían, qué ani- males utilizaban en sus rituales, qué acti- vidades realizaban en cada habitación y hasta qué vajilla usaba cada uno o incluso cuál era su parentesco genético. De Manhattan a Narvarte Mujer de anécdotas, la doctora Manzani- lla relata que sus padres, la políglota Roby Naim y el abogado y político Víctor Man- zanilla Schaffer, se conocieron y casaron cuando trabajaban en la sede de la ONU, en Nueva York, él como representante de México y ella como traductora simultá- nea. Poco después nació Linda. “En Manhattan, ¿eh?”, bromea y rompe en una risa festiva que brota una y otra vez du- rante la entrevista. De Manhattan, la familia pasó a la co- lonia Narvarte, en la Ciudad de México, donde nacieron las tres hermanas y dos hermanos de Linda. De todos, Linda fue la preferida de su abuelo paterno, Víctor Manzanilla Jiménez, abogado yucateco. ¿ Tierra o cielo? De su abuelo y de su padre Linda heredó el orgullo por el pasado maya y el interés en la arqueología. “Ya en quinto año de primaria —relata—, escribí sobre Egip- to, Mesopotamia, excavaciones y ese tipo de cosas en el periódico de la escuela”. Más tarde, mientras cursaba el bachille- rato, se interesó también en la astrofísica, pues “ambas disciplinas estudian el pasa- do y sirven para avanzar en el conocimien- to de lo que hemos sido”. Sin embargo, Marcos Moshinsky la disuadió de estudiar a las estrellas. Deprimido por los trágicos acontecimientos políticos de 1968, el gran físico mexicano afirmó que en México ¡no existe la física! “No tuve más remedio que estudiar antropología”. Y lo hizo en forma sobresaliente. La Escuela Nacional de Antropología e His- toria, “que entonces vivía su época de oro”, le otorgó el Magna cum laude por su tesis de licenciatura y maestría sobre Mesopotamia; la Sorbona de París califi- có con Mention très bien su tesis doctoral sobre Egipto; el Instituto Nacional de An- tropología e Historia le adjudicó el Pre- mio Alfonso Caso a la mejor investigación arqueológica de 1993; la Academia de la Investigación Científica galardonó su obra en 1990, y la UNAM la nombró directora del Instituto de Investigaciones Antro- pológicas en 1998. Hoy, a sus 49 años de edad, la doctora Manzanilla se dispone a excavar el Pala- cio de los Gobernantes, en Teotihuacan, para trasponer, una vez más, el um- bral del tiempo suspendido. Autorretrato. Soy una rebelde, una directo- ra no alineada. Defectos. ¡Uy, tengo un genio fatal!, sobre todo cuando no se hacen las cosas como uno dice. Pasiones. Me gusta mucho estar con la gen- te; dar clases y el baile; soy miembro del ballet folklórico de la UNAM. Matrimonio. La arqueología no se lleva con cuidar hijos y mi pasión es la arqueología. Si alguna vez me caso, tendrá que ser con un científico que me dé toda la libertad. Linda Manzanilla Naim Miguel Ángel Rivera Ávila Foto: Marco Mijares

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29¿cómoves?

Personalmente

En el umbral deltiempo suspendido

ARSLANTEPÉ, Turquía, 1976. Rodeado demontañas desérticas, este oasis color es-meralda en el que nace el Éufrates semejaun paisaje neolítico. Aquí sólo se escuchanel molino de agua donde las mujeres tri-turan grano, el correr del río y del vientoy las voces de la doctora Linda Manzani-lla Naim y de sus colaboradores en la ex-cavación arqueológica.

Maadi, Egipto, 1978. La doctora Man-zanilla, cuya madre y abuelos maternosnacieron en estas tierras, busca en ellas—como en otros lugares del mundo—vestigios que le permitan explicar elsurgimiento y transformación de las pri-meras sociedades urbanas. Para indagar,se vale, entre otros muchos recursos, demapas, fotografías aéreas, imágenes sate-litales, magnetómetros, sismógrafos,radares, avanzados instrumentos de labo-ratorio y, sobre todo, de su enorme curio-sidad e impetuosa inteligencia.

Tiwanaku, Bolivia, 1988. A 3 000 me-tros sobre el nivel del mar y en plena no-che, la doctora Manzanilla camina por elaltiplano semidesértico hasta la pirámidede Akapana, centro del mundo en lacosmogonía aymara. Lleva en las manosuna mesa de cartón sobre la que ha dis-puesto cuidadosamente —a modo de sím-bolos— dulces, algodón y papel metálicode colores, así como algunas hojas decoca. Con ayuda del yatiri o chamán, es-parce alcohol e incienso a los cuatro pun-tos cardinales y luego prende fuego a lamesa. Así obtiene el permiso de la tierrapara excavar en este lugar sagrado.

Teotihuacan, México, 2000. Aquí yacela primera gran ciudad del continente. ¿Aqué grupos étnicos pertenecían sus 125mil habitantes?, ¿cómo vivíansus distintas clases socia-

les?, ¿por qué se debilitó y cayó? Despuésde encabezar varias excavaciones, la doc-tora Manzanilla conoce a muchos gruposde teotihuacanos mejor que ellos mismos.Sabe, por ejemplo, qué comían, qué ani-males utilizaban en sus rituales, qué acti-vidades realizaban en cada habitación yhasta qué vajilla usaba cada uno o inclusocuál era su parentesco genético.

De Manhattan a NarvarteMujer de anécdotas, la doctora Manzani-lla relata que sus padres, la políglota RobyNaim y el abogado y político Víctor Man-zanilla Schaffer, se conocieron y casaroncuando trabajaban en la sede de la ONU,en Nueva York, él como representante deMéxico y ella como traductora simultá-nea. Poco después nació Linda. “EnManhattan, ¿eh?”, bromea y rompe en unarisa festiva que brota una y otra vez du-rante la entrevista.

De Manhattan, la familia pasó a la co-lonia Narvarte, en la Ciudad de México,donde nacieron las tres hermanas y doshermanos de Linda. De todos, Linda fuela preferida de su abuelo paterno, VíctorManzanilla Jiménez, abogado yucateco.

¿ Tierra o cielo?De su abuelo y de su padre Linda heredóel orgullo por el pasado maya y el interésen la arqueología. “Ya en quinto año deprimaria —relata—, escribí sobre Egip-to, Mesopotamia, excavaciones y ese tipode cosas en el periódico de la escuela”.Más tarde, mientras cursaba el bachille-rato, se interesó también en la astrofísica,pues “ambas disciplinas estudian el pasa-do y sirven para avanzar en el conocimien-to de lo que hemos sido”. Sin embargo,Marcos Moshinsky la disuadió de estudiara las estrellas. Deprimido por los trágicosacontecimientos políticos de 1968, el granfísico mexicano afirmó que en México ¡noexiste la física! “No tuve más remedio queestudiar antropología”.

Y lo hizo en forma sobresaliente. LaEscuela Nacional de Antropología e His-toria, “que entonces vivía su época deoro”, le otorgó el Magna cum laude porsu tesis de licenciatura y maestría sobreMesopotamia; la Sorbona de París califi-có con Mention très bien su tesis doctoralsobre Egipto; el Instituto Nacional de An-tropología e Historia le adjudicó el Pre-mio Alfonso Caso a la mejor investigaciónarqueológica de 1993; la Academia de laInvestigación Científica galardonó su obraen 1990, y la UNAM la nombró directoradel Instituto de Investigaciones Antro-pológicas en 1998.

Hoy, a sus 49 años de edad, la doctoraManzanilla se dispone a excavar el Pala-cio de los Gobernantes, en Teotihuacan,

para trasponer, una vez más, el um-bral del tiempo suspendido.

Autorretrato. Soy una rebelde, una directo-ra no alineada.

Defectos. ¡Uy, tengo un genio fatal!, sobretodo cuando no se hacen las cosas comouno dice.

Pasiones. Me gusta mucho estar con la gen-te; dar clases y el baile; soy miembro delballet folklórico de la UNAM.

Matrimonio. La arqueología no se lleva concuidar hijos y mi pasión es la arqueología.Si alguna vez me caso, tendrá que ser conun científico que me dé toda la libertad.

Linda Manzanilla Naim

Miguel Ángel Rivera Ávila

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