-Pero · descuidar algo a sus demás pacientes, a sus demás menesterosos, para atender a mi...

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ella. 380 -Pero... _¿pero...? Dile que rezarás por ella, a quien debes la vida, y que una vez que se 10 prometas rezarás y que luego que reces... Mi hermano, acercándose, arrasados sus ojos en lágrimas, a nuestra madre, agonizante, le prometió solemnemente rezar por ella. 385 -Y yo en el cielo por ti, por vosotros -respondió mi madre, y besando el crucifijo y puestos sus ojos en los de don Manuel, entregó su alma a Dios. -"iEn tus manos encomiendo mi espíritu!" -rezó el santo varón. Quedamos mi hermano y yo solos en la casa. Lo que pasó en la muerte de nuestra 390 madre puso a Lázaro en relación con don Manuel, que pareció descuidar algo a sus demás pacientes, a sus demás menesterosos, para atender a mi hermano. fbanse por las tardes de paseo, orilla del lago, o hacia las ruinas, vestidas de hiedra, de la vieja abadía de cistercienses. -Es un hombre maravilloso -me decía Lázaro -. Ya sabes que dicen que en el fondo 395 de este lago hay una villa sumergida y que en la noche de san Juan, a las doce, se oyen las campanadas de su iglesia. -Sí -le contestaba yo-, una villa feudal y medieval... -Y creo -añadía él- que en el fondo del alma de nuestro don Manuel hay también sumergida, ahogada, una villa y que alguna vez se oyen sus campanadas. 400 -Sí -le dije-, esa villa sumergida en el alma de don Manuel, ¿y por qué no también en la tuya?, es el cementerio de las almas de nuestros abuelos, los de esta nuestra Valverde de Lucerna... feudal y medieval! Acabó mi hermano por ir a misa siempre, a oír a don Manuel, y cuando se dijo que cumpliría con la parroquia, que comulgaría cuando los demás comulgasen, recorrió un 405 íntimo regocijo al pueblo todo, que creyó haberle recobrado. Pero fue un regocijo tal, tan limpio, que Lázaro no se sintió ni vencido ni disminuido. Y llegó el día de su comunión, ante el pueblo todo, con el pueblo todo. Cuando llegó la vez a mi hermano pude ver que don Manuel, tan blanco como la nieve de enero en la montaña y temblando como tiembla el lago cuando le hostiga el cierzo, se le acercó con 410 la sagrada forma en la mano, y de tal modo le temblaba ésta al arrimarla ala boca de Lázaro que se le cayó la forma a tiempo que le daba un vahído. Y fue mi hermano mismo quien recogió la hostia y se la llevó a la boca. Y el pueblo al ver llorar a don Manuel, lloró diciéndose: "iCómo le quiere!". Y entonces, pues era la madrugada, cantó un gallo. Al volver a casa y encerrarme en ella con mi hermano, le eché los brazos al cuello y 415 besándole le dije: -iAy Lázaro, Lázaro, qué alegría nos has dado a todos, a todos, a todo el pueblo, a todos, a los vivos y a los muertos, y sobre todo a mamá, a nuestra madre! ¿Viste? El pobre don

Transcript of -Pero · descuidar algo a sus demás pacientes, a sus demás menesterosos, para atender a mi...

  • ella.380

    -Pero...

    _¿pero...? Dile que rezarás por ella, a quien debes la vida, y sé que una vez que se 10prometas rezarás y sé que luego que reces...

    Mi hermano, acercándose, arrasados sus ojos en lágrimas, a nuestra madre,agonizante, le prometió solemnemente rezar por ella.385-Y yo en el cielo por ti, por vosotros -respondió mi madre, y besando el crucifijo ypuestos sus ojos en los de don Manuel, entregó su alma a Dios.-"iEn tus manos encomiendo mi espíritu!" -rezó el santo varón.Quedamos mi hermano y yo solos en la casa. Lo que pasó en la muerte de nuestra

    390 madre puso a Lázaro en relación con don Manuel, que pareció descuidar algo a susdemás pacientes, a sus demás menesterosos, para atender a mi hermano. fbanse por lastardes de paseo, orilla del lago, o hacia las ruinas, vestidas de hiedra, de la vieja abadía decistercienses.

    -Es un hombre maravilloso -me decía Lázaro -. Ya sabes que dicen que en el fondo395 de este lago hay una villa sumergida y que en la noche de san Juan, a las doce, se oyen las

    campanadas de su iglesia.

    -Sí -le contestaba yo-, una villa feudal y medieval...

    -Y creo -añadía él- que en el fondo del alma de nuestro don Manuel hay también

    sumergida, ahogada, una villa y que alguna vez se oyen sus campanadas.

    400 -Sí -le dije-, esa villa sumergida en el alma de don Manuel, ¿y por qué no también en la

    tuya?, es el cementerio de las almas de nuestros abuelos, los de esta nuestra Valverde de

    Lucerna... feudal y medieval!

    Acabó mi hermano por ir a misa siempre, a oír a don Manuel, y cuando se dijo que

    cumpliría con la parroquia, que comulgaría cuando los demás comulgasen, recorrió un

    405 íntimo regocijo al pueblo todo, que creyó haberle recobrado. Pero fue un regocijo tal, tan

    limpio, que Lázaro no se sintió ni vencido ni disminuido.

    Y llegó el día de su comunión, ante el pueblo todo, con el pueblo todo. Cuando llegó

    la vez a mi hermano pude ver que don Manuel, tan blanco como la nieve de enero en la

    montaña y temblando como tiembla el lago cuando le hostiga el cierzo, se le acercó con

    410 la sagrada forma en la mano, y de tal modo le temblaba ésta al arrimarla ala boca de

    Lázaro que se le cayó la forma a tiempo que le daba un vahído. Y fue mi hermano mismo

    quien recogió la hostia y se la llevó a la boca. Y el pueblo al ver llorar a don Manuel, lloró

    diciéndose: "iCómo le quiere!". Y entonces, pues era la madrugada, cantó un gallo.

    Al volver a casa y encerrarme en ella con mi hermano, le eché los brazos al cuello

    y

    415 besándole le dije:

    -iAy Lázaro, Lázaro, qué alegría nos has dado a todos, a todos, a

    todo el pueblo, a todos,

    a los vivos y a los muertos, y sobre todo a mamá, a nuestra madre!

    ¿Viste? El pobre don

  • Manuel lloraba de alegría. ;Qué alegría nos has dado a todos!

    -Por eso lo he hecho -me contestó.

    420 -¿Por eso? ¿Por darnos alegría? Lo habrás hecho ante todo por ti mismo, por conversión.

    Y entonces Lázaro, mi hermano, tan pálido y tan tembloroso como don Manuel cuando

    le dio la comunión, me hizo sentarme en el sillón mismo donde solía sentarse nuestra

    madre, tomó huelgo, y luego, como en íntima confesión doméstica y familiar, me dijo:

    -Mira, Angelita, ha llegado la hora de decirte la verdad, toda la verdad, y te la voy a decir,

    425 porque debo decfrtela, porque a ti no puedo, no debo callártela y porque además habrías de

    adivinarla y a medias, que es lo peor, más tarde o más temprano.

    Y entonces, serena y tranquilamente, a media voz, me contó una historia que me

    sumergió en un lago de tristeza. Cómo don Manuel le había venido trabajando, sobre todo

    en aquellos paseos a las ruinas de la vieja abadía cisterciense, para que no escandalizase,

    430 para que diese buen ejemplo, para que se incorporase a la vida religiosa del pueblo, para que

    fingiese creer si no creía, para que ocultase sus ideas al respecto, mas sin intentar Siquiera

    catequizarle, convertirle de otra manera,

    -Pero ¿es eso posible? -exclamé consternada.

    tan posible, hermana, y tan posible! Y cuando yo le decía: "¿Pero es usted, usted, el

    435 sacerdote, el que me aconseja que finja?", él, balbuciente: "¿Fingir?, fingir no!, leso no es

    fingir! Toma agua bendita, que dijo alguien, y acabarás creyendo". Y como yo, mirándole a

    los ojos, le dijese: "¿Y usted celebrando misa ha acabado por creer?", él bajó la mirada al Iago

    y se le llenaron los ojos de lágrimas. Y así es como le arranqué su secreto.

    -iLázaro! -gemí,

    Y en aquel momento pasó por la calle Blasillo el bobo, clamando su: "iDios mío, Dios

    mío!, ¿por qué me has abandonado?", Y Lázaro se estremeció creyendo oír la voz de don

    Manuel, acaso la de Nuestro Señor Jesucristo.

    -Entonces -prosiguió mi hermano- comprendí sus móviles, y con esto comprendí susantidad; porque es un santo, hermana, todo un santo. No trataba al emprender ganarme

    445 para su santa causa -porque es una causa santa, santísima-, arrogarse un triunfo, sino que lohacía por la paz, por la felicidad, por la ilusión si quieres, de los que le están encomendados;comprendí que si les engaña así -si es que esto es engaño- no es por medrar. Me rendí asus razones, y he aquí mi conversión. Y no me olvidaré jamás del día en que diciéndole yo:"Pero, don Manuel, la verdad, la verdad ante todo", él, temblando, me susurró al oído -y

    450 eso que estábamos solos en medio del campo-: "¿La verdad? La verdad, Lázaro, es acasoalgo terrible, algo intolerable, algo mortal; la gente sencilla no podría vivir con ella". "¿Y porqué me la deja entrever ahora aquí, como en confesión?", le dije. Y él: "Porque si no, meatormentaría tanto, tanto, que acabaría gritándola en medio de la plaza, y eso jamás, jamás,jamás. Yo estoy para hacer vivir a las almas de mis feligreses, para hacerles felices, para

    455 hacerles que se sueñen inmortales y no para matarles, Lo que aquí hace falta es que vivansanamente, que vivan en unanimidad de sentido, y con la verdad, con mi verdad, no vivirían,

  • Que vivan. Y esto hace la Iglesia, hacerles vivir. ¿Religión verdadera? Todas las religiones sonverdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente a los pueblos que las profesan, en cuantoconsuelan de haber tenido que nacer para morir, y para cada pueblo la religión más460 verdadera es la suya, la que le ha hecho. ¿Yla mía? Lamía es consolarme en consolar alosdemás, aunque el consuelo que les doy no sea el mío". Jamás olvidaré estas sus palabras._iPero esa comunión tuya ha sido un sacrilegio! -me atrevf a insinuar, arrepintiéndome alpunto de haberlo insinuado.

    -¿Sacrilegio? ¿Y él que me la dio? ¿Y sus misas?-iQué martirio! -exclamé.

    465

    -Y ahora -añadió mi hermano- hay otro más para consolar al pueblo.-¿Para engañarle? -le dije.

    -Para engañarle no -me replicó-, sino para corroborarle en su fe.-Y él, el pueblo -dije-, ¿cree de veras?

    470 -iQué sé yo Cree sin querer, por hábito, por tradición. Y lo que hace falta es nodespertarle. Y que viva en su pobreza de sentimientos para que no adquiera torturas de lujo.iBienaventurados los pobres de espíritu!

    -Eso, hermano, lo has aprendido de don Manuel. Y ahora, dime, ¿has cumplido aquelloque le prometiste a nuestra madre cuando ella se nos iba a morir, aquello de que rezarías

    475 por ella?

    -iPues no se lo había de cumplir! Pero ¿por quién me has tomado, hermana? ¿Me creescapaz de faltar a mi palabra, a una promesa solemne, y a una promesa hecha, y en el lechode muerte, a una madre?

    -iQué sé yo...! Pudiste querer engañarla para que muriese consolada.480 -Es que si yo no hubiese cumplido la promesa viviría sin consuelo.

    -¿Entonces?

    -Cumplí la promesa y no he dejado de rezar ni un solo día por ella.

    -¿Sólo por ella? -Pues, ¿por quién más?

    -iPor ti mismo! Y de ahora en adelante, por don Manuel.485

    Nos separamos para irnos cada uno a su cuarto, yo a llorar toda la noche, a pedir por la

    conversión de mi hermano y de don Manuel, y él, Lázaro, no sé bien a qué.

    Después de aquel día temblaba yo de encontrarme a solas con don Manuel, a quien

    Seguía asistiendo en sus piadosos menesteres. Y él pareció percatarse de mi estado íntimo y

    adivinar la causa. Y cuando al fin me acerqué a él en el tribunal de la penitencia -¿quién era

    490 el juez y quién el reo?-, los dos, él y yo, doblamos en silencio la cabeza y nos pusimos a llorar.

    Y fue él, don Manuel, quien rompió el tremendo silencio para decirme con voz que parecía

    salir de una huesa:

    -Pero tú, Angelina, tú crees como a los diez años, ¿no es así? ¿Tú crees?

  • -Sí creo, padre.

    495 -Pues sigue creyendo. Y si se te ocurren dudas, cállatelas

    a ti misma. Hay que vivir...

    Me atreví, y toda temblorosa le dije:

    -Pero usted, padre, ¿cree usted?

    Vaciló un momento y, reponiéndose, me dijo:

    -iCreo!

    500 -¿Pero en qué, padre, en qué? ¿Cree usted en la otra vida?, ¿cree usted que al morir

    no nos morimos del todo?, ¿cree que volveremos a vernos, a querernos en otro mundo

    venidero?, ¿cree en la otra vida?

    El pobre santo sollozaba.

    -Mira, hija, dejemos eso!

    505 Y ahora, al escribir esta memoria, me digo: ¿Por qué no me engañó?, ¿por qué no me

    engañó entonces como engañaba a los demás? ¿Por qué se acongojó? ¿Porque no podía

    engañarse a sí mismo, o porque no podía engañarme? Y quiero creer que se acongojaba

    porque no podía engañarse para engañarme.

    -Y ahora -añadió -, reza por mí, por tu hermano, por ti misma, por todos. Hay que vivir. y

    510 hay que dar vida.

    Y después de una pausa:

    -¿Y por qué no te casas, Angelina?

    -Ya sabe usted, padre mío, por qué.

    -Pero no, no; tienes que casarte. Entre Lázaro y yo te buscaremos un novio. Porque a ti

    515 te conviene casarte para que se te curen esas preocupaciones.

    -¿Preocupaciones, don Manuel?

    -Yo sé bien lo que me digo. Y no te acongojes demasiado por los demás, que harto tiene

    cada cual con tener que responder de sí mismo.

    -IY que sea usted, don Manuel, el que me diga eso!, ique sea usted el que me aconseje

    520 que me case para responder de mí y no acuitarme por los demás!, ique sea usted!

    -Tienes razón, Angelina, no sé ya lo que me digo; no sé ya lo que me digo desde que

    estoy confesándome contigo. Y sí, sí, hay que vivir, hay que vivir.

    Y cuando yo iba a levantarme para salir del templo, me dijo:

    -Y ahora, Angelina, en nombre del pueblo, ¿me absuelves?

    525 Me sentí como penetrada de un misterioso sacerdocio, y le dije:

    -En nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, le absuelvo, padre.

    Y salimos de la iglesia, y al salir se me estremecían las entrañas maternales.

    Mi hermano, puesto ya del todo al servicio de la obra de don Manuel, era su más asiduo

    colaborador y compañero. Les anudaba, además, el común secreto. Le acompañaba en sus

  • visitas a los enfermos, a las escuelas, y ponía su dinero a disposición del santo varón. Y pocofaltó para que no aprendiera a ayudarle a misa. E iba entrando cada vez más en el almainsondable de don Manuel.

    -Qué hombre! -me decía-. Mira, ayer, paseando a orillas del lago, me dijo: "He aquími tentaciÓn mayor". Y como yo le interrogase con la mirada, añadió: "Mi pobre padre, que535 murió de

    cerca de noventa años, se pasó la vida, según me lo confesó él mismo, torturadopor la tentación del suicidio, que le venía no recordaba desde cuándo, de nación, decía,y defendiéndose de ella. Y esa defensa fue su vida. Para no sucumbir a tal tentaciónextremaba los cuidados por conservar la vida. Me contó escenas terribles. Me parecía comouna locura. Y yo la he heredado. iY cómo me llama esa agua que con su aparente quietud

    540 -la corriente va por dentro - espeja al cielo! iMi vida, Lázaro, es una especie de suicidio

    continuo, un combate contra el suicidio, que es igual; pero que vivan ellos, que vivan losnuestros!". Y luego añadió: "Aquí se remansa el río en lago, para luego, bajando a la meseta,precipitarse en cascadas, saltos y torrenteras por las hoces y encañadas, junto a la ciudad,y asf se remansa la vida, aquí, en la aldea. Pero la tentación del suicidio es mayor aquí,

    545 junto al remanso que espeja de noche las estrellas, que no junto alas cascadas que danmiedo. Mira, Lázaro, he asistido a bien morir a pobres aldeanos, ignorantes, analfabetos queapenas si habían salido de la aldea, y he podido saber de sus labios, y cuando no adivinarlo,la verdadera causa de su enfermedad de muerte, y he podido mirar, allí, a la cabecera de sulecho de muerte, toda la negrura de la sima del tedio de vivir. iMil veces peor que el hambre!

    550 Sigamos, pues, Lázaro, suicidándonos en nuestra obra y en nuestro pueblo, y que sueñe éste

    su vida como el lago sueña el cielo".

    -Otra vez -me decía también mi hermano-, cuando volvíamos acá, vimos una zagala,

    una cabrera, que enhiesta sobre un picacho de la falda de la montaña, a la vista del lago,

    estaba cantando con una voz más fresca que las aguas de este. Don Manuel me detuvo

    555 y señalándomela dijo: "Mira, parece como si se hubiera acabado el tiempo, como si esa

    zagala hubiese estado ahí siempre, y como está, y cantando como está, y como si hubiera

    de seguir estando así siempre, como estuvo cuando empezó mi conciencia, como estará

    cuando se me acabe. Esa zagala forma parte, con las rocas, las nubes, los árboles, las aguas,

    de la naturaleza y no de la historia". iCómo siente, cómo anima don Manuel a la naturaleza!

    560 Nunca olvidaré el día de la nevada en que me dijo: "¿Has visto, Lázaro, misterio mayor que el

    de la nieve cayendo en el lago y muriendo en él mientras cubre con su toca a la montaña?".

    Don Manuel tenía que contener a mi hermano en su celo y en su inexperiencia

    de neófito. Y como supiese que este andaba predicando contra ciertas supersticiones

    populares, hubo de decirle:

    565 -iDéjalos! iEs tan difícil hacerles comprender dónde acaba la creencia ortodoxa y

    dónde empieza la superstición! Y más para nosotros. Déjalos, pues, mientras se consuelen.

    Vale más que lo crean todo, aun cosas contradictorias entre sí, a no que no crean nada.

    Eso de que el que cree demasiado acaba por no creer nada, es cosa de protestantes. No

    protestemos. La protesta mata el contento.

  • 570 Una noche de plenilunio -me contaba también

    mi hermano- volvfan a la aldea por la

    orilla del lago, a cuya sobrehaz rizaba entonces la brisa

    montañesa y en el rizo cabrilleaban

    las razas de la luna llena, y don Manuel le dijo a Lázaro:

    -Mira, el agua está rezando la letanfa y ahora dice: janua

    coeli, ora pro nobis, puerta del

    cielo, ruega por nosotros!

    575 Y cayeron temblando de sus pestañas a la yerba del suelo dos

    huidoras lágrimas en que

    también, como en rocío, se bañó temblorosa la lumbre de la luna llena.

    E iba corriendo el tiempo y observábamos mi hermano y yo que las fuerzas de don

    Manuel empezaban a decaer, que ya no lograba contener del todo la insondable tristeza

    que le consumía, que acaso una enfermedad traidora le iba minando el cuerpo y el alma. y

    580 Lázaro, acaso para distraerle más, le propuso si no estaría bien que fundasen en la iglesia

    algo asf como un sindicato católico agrario.

    -¿Sindicato? -respondió tristemente don Manuel ¿Sindicato? ¿Y qué es eso? Yo no

    conozco más sindicato que la Iglesia, y ya sabes aquello de "mi reino no es de este mundo",

    Nuestro reino, Lázaro, no es de este mundo...

    585 -¿Y del otro?

    Don Manuel bajó la cabeza:

    -El otro, Lázaro, está aquf también, porque hay dos reinos en este mundo. O mejor,

    el otro mundo... Vamos, que no sé lo que me digo. Y en cuanto a eso del sindicato, es en ti

    un resabio de tu época de progresismo. Ño, Lázaro, no; la religión no es para resolver los

    590 conflictos económicos o políticos de este mundo que Dios entregó a las disputas de los

    hombres. Piensen los hombres y obren los hombres como pensaren y como obraren, que

    se consuelen de haber nacido, que vivan lo más contentos que puedan en la ilusión de quetodo esto tiene una finalidad, Yo no he venido a someter los pobres a los ricos, ni a predicara éstos que se sometan a aquéllos. Resignación y caridad en todos y para todos. Porque

    595 también el rico tiene que resignarse a su riqueza, y ala vida, y también el pobre tiene quetener caridad para con el rico. ¿Cuestión social? Deja eso, eso no nos concierne. Que traenuna nueva sociedad, en que no haya ya ricos ni pobres, en que esté justamente repartida lariqueza, en que todo sea de todos, ¿y qué? ¿Y no crees que del bienestar general surgirá másfuerte el tedio a la vida? Sí, ya sé que uno de esos caudillos de la que llaman la revolución

    600 social ha dicho que la religión es el opio del pueblo. Opio... Opio... Opio, sí. Démosle opio, Yque duerma y que sueñe. Yo mismo con esta mi loca actividad me estoy administrando opio•Y no logro dormir bien y menos soñar bien... iEsta terrible pesadilla! Y yo también puedodecir con el Divino Maestro: "Mi alma está triste hasta la muerte". No, Lázaro; nada desindicatos por nuestra parte. Si lo forman ellos me parecerá bien, pues que asf se distraen•605 Que jueguen al sindicato, si eso les contenta.El pueblo todo observó que a don Manuel le menguaban las fuerzas, que se fatigaba•Su voz misma, aquella voz que era un milagro, adquirió un cierto temblor íntimo. Se leasomaban las lágrimas con cualquier motivo. Y sobre todo cuando hablaba al pueblo del

  • otro mundo, de la otra vida, tenía que detenerse a ratos cerrando los ojos. "Es que Io estáviendo", decían. Y en aquellos momentos era Blasillo el bobo el que con más cuajo lloraba.610

    porque ya Blasillo lloraba más que reía, y hasta sus risas sonaban a lloros.Al llegar la última Semana de Pasión que con nosotros, en nuestro mundo, en nuestraaldea celebró don Manuel, el pueblo todo presintió el fin de la tragedia. iY cómo sonóentonces aquel: "il)ios mío, Dios mfo!, ¿por qué me has abandonado?", el último que en

    615 público sollozó don Manuel! Y cuando dijo lo del Divino Maestro al buen bandolero -"todos

    los bandoleros son buenos", solfa decir nuestro don Manuel", aquello de: "Mañana estarásconmigo en el paraíso". iY la última comunión general que repartió nuestro santo! Cuandollegó a dársela a mi hermano, esta vez con mano segura, después del litúrgico "...in vitamaeternam" se le inclinó al oído y le dijo: "No hay más vida eterna que esta... que la sueñen

    620 eterna... eterna de unos pocos años...". Y cuando me la dio a Ínf me dijo: "Reza, hija mía,reza por nosotros". Y luego, algo tan extraordinario que lo llevo en el corazón como el másgrande misterio, y fue que me dijo con voz que parecía de otro mundo: y reza también porNuestro Señor Jesucristo

    Me levanté sin fuerzas y como sonámbula. Y todo en torno me pareció un sueño. Y625 pensé: "Habré de rezar también por el lago y por la montaña". Y luego: "¿Es que estaré

    endemoniada?". Y en casa ya, cogí el crucifijo con el cual en las manos había entregado aDios su alma mi madre, y mirándolo a través de mis lágrimas y recordando el "iDios mío,

    Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?" de nuestros dos Cristos, el de esta tierra y el de

    esta aldea, recé: "hágase tu voluntad, asf en la tierra como en el cielo", primero, y después:

    630 "Y no nos dejes caer en la tentación, amén". Luego me volví a aquella imagen de la Dolorosa,

    con su corazón traspasado por siete espadas, que había sido el más doloroso consuelo de mi

    pobre madre, y recé: "Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en

    la hora de nuestra muerte, amén". Y apenas lo había rezado cuando me dije: "¿pecadores?,

    ¿nosotros pecadores?, ¿y cuál es nuestro pecado, cuál?". Y anduve todo el día acongojada

    635 por esta pregunta.

    Al día siguiente acudí a don Manuel, que iba adquiriendo una solemnidad de religioso

    ocaso, y le dije:

    -¿Recuerda, padre mío, cuando hace ya años, al dirigirle yo una pregunta me contestó:

    "Eso no me lo preguntéis a mi, que soy ignorante; doctores tiene la Santa Madre Iglesia que

    640 os sabrán responder"?

    -iQue si me acuerdo!... y me acuerdo que te dije que esas eran preguntas que te dictaba

    el Demonio.

    -Pues bien, padre, hoy vuelvo yo, la endemoniada, a dirigirle otra pregunta que me dicta

    mi demonio de la guarda.

    645 -Pregunta.

    -Ayer, al darme de comulgar, me pidió que rezara por todos nosotros y hasta por...

    -Bien, cállalo y sigue.

  • -Llegué a casa y me puse a rezar, y al llegar a

    aquello de "ruega por nosotros, Pecadores

    ahora y en la hora de nuestra muerte", una voz íntima

    me dijo: "¿pecadores?, ¿pecadores

    650 nosotros?, ¿y cuál es nuestro pecado?". ¿Cuál es

    nuestro pecado, padre?

    -¿Cuál? -me respondió Ya lo dijo un gran doctor de

    la Iglesia Católica Apostólica

    Española, ya lo dijo el gran doctor de La vida es sueño,

    ya dijo que "el delito mayor del

    hombre es haber nacido". Ese es, hija, nuestro pecado: el de

    haber nacido,

    -¿Y se cura, padre?

    655 -;Vete y vuelve a rezar! Vuelve a rezar por nosotros, pecadores,

    ahora y en la hora de

    nuestra muerte... SÍ, al fin se cura el sueño..., al fin se cura la vida...,

    al fin se acaba la cruz

    del nacimiento... Y como dijo Calderón, el hacer bien, y el engañar bien, ni aun en sueños se

    pierde...

    Y la hora de su muerte llegó por fin. Todo el pueblo la veía llegar. Y fue su más grande

    660 lección. No quiso morirse ni solo ni ocioso. Se murió predicando al pueblo, en el templo.

    Primero, antes de mandar que le llevasen a él, pues no podía ya moverse por la perlesía, nos

    llamó a su casa a Lázaro y a mí. Y allí, los tres a solas, nos dijo:

    -Oíd: cuidad de estas pobres ovejas, que se consuelen de vivir, que crean lo que yo no

    he podido creer. Y tú, Lázaro, cuando hayas de morir, muere como yo, como morirá nuestra

    665 Ángela, en el seno de la Santa Madre Católica Apostólica Romana, de la Santa Madre Iglesia

    de Valverde de Lucerna, bien entendido. Y hasta nunca más ver, pues se acaba este sueño de

    la vida...

    -iPadre, padre! -gemí yo.

    -No te aflijas, Ángela, y sigue rezando por todos los pecadores, por todos los nacidos.

    670 Y que sueñen, que sueñen. iQué ganas tengo de dormir, dormir, dormir sin fin, dormir por

    toda una eternidad y sin soñar!, ;olvidando el sueño! Cuando me entierren, que sea en una

    caja hecha con aquellas seis tablas que tallé del viejo nogal, ;pobrecito!, a cuya sombra jugué

    de niño, cuando empezaba a soñar... iY entonces sí que creía en la vida perdurable! Es decir,

    me figuro ahora que creía entonces. Para un niño creer no es más que soñar. Y para un

    675 pueblo. Esas seis tablas que tallé con mis propias manos, las encontraréis al pie de mi cama.

    Le dio un ahogo y, repuesto de él, prosiguió:

    -Recordaréis que cuando rezábamos todos en uno, en unanimidad de sentido, hechospueblo, el Credo, al llegar al final yo me callaba. Cuando los israelitas iban llegando al finde su peregrinación por el desierto, el Señor les dijo a Aarón y a Moisés que por no haberle

    680 creído no meterían a su pueblo en la tierra prometida, y les hizo subir al monte de Hor,donde Moisés hizo desnudar a Aarón, que allf murió, y luego subió Moisés desde las llanurasde Moab al monte Nebo, a la cumbre de Fasga, enfrente de Jericó, y el Señor le mostró todala tierra prometida a su pueblo, pero diciéndole a él: "iNo pasarás allá!", y allí murió Moisésy nadie supo su sepultura. Y dejó por caudillo a Josué. Sé tú, Lázaro, mi Josué, y si puedes

    685 detener el Sol, deténle, y no te importe del progreso. Como Moisés, he conocido al Señor'nuestro supremo ensueño, cara a cara, y ya sabes que dice la Escritura que el que le ve la

  • Dios, que 01 quo Io ve al guof'jo log ojos de la cara con que nos mira, ge muere sinremedio y para siempre. Quo no le vea, pues, la cara a I)i0B este nuestro pueblo mientrasviva, que después dc muerto ya no hay cuidado, pueg no verá nada...-iPadrc, padre, padre! -volvf a gemir.

    690

    -Tú, Ángela, reza siempre, sigue rozando para que log pecadores todos sucñcn hastamorir la resurrección de la carne y la vida perdurable...

    Yo esperaba un "¿y quién sabe...?", cuando le dio otro ahogo a don Manuel.-y ahora -añadió ahora, cn la hora de mi muerte, cs hora de que hagáis que se me lleve,695

    cn este mismo sillón, a la iglesia para despedirme allí de mi pueblo, que me espera.Sc le llevó a la iglesia y se le puso, en el sillón, cn el presbiterio, al pie del altar, Tenía

    entre sus manos un crucifijo, Mi hermano y yo nos pusimos junto a él, pero fue Blasilloel bobo quien más se arrimó. Quería coger de la mano a don Manuel, besársela. Y como

    700 algunos trataran de impedírselo, don Manuel los reprendió diciéndoles:

    -Dejadle que se me acerque. Ven, Blasillo, dame la mano.

    El bobo lloraba de alegría. Y luego don Manuel dijo:

    -Muy pocas palabras, hijos míos, pues apenas me siento con fuerzas sino para morir.Y nada nuevo tengo que deciros. Ya os lo dije todo. Vivid en paz y contentos y esperando

    705 que todos nos veamos un día en la Valverde de Lucerna que hay allí, entre las estrellas de lanoche que se reflejan en el lago, sobre la montaña, Y rezad, rezad a María Santísima, rezad

    a Nuestro Señor. Sed buenos, que esto basta. Perdonadme el mal que haya podido haceros

    sin quererlo y sin saberlo. Y ahora, después de que os dé mi bendición, rezad todos a una el

    Padrenuestro, el Ave María, la Salve, y por último el Credo.

    710 Luego, con el crucifijo que tenía en la mano dio la bendición al pueblo, llorando

    las mujeres y los niños y no pocos hombres, y en seguida empezaron las oraciones, que

    don Manuel oía en silencio y cogido de la mano por Blasillo, que al son del ruego se iba

    durmiendo. Primero el Padrenuestro con su "hágase tu voluntad así en la tierra como en

    el cielo", luego el Santa María con su "ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de

    715 nuestra muerte", a seguida la Salve con su "gimiendo y llorando en este valle de lágrimas",

    y por último el Credo. Y al llegar a la "resurrección de la carne y la vida perdurable", todo el

    pueblo sintió que su santo había entregado su alma a Dios, Y no hubo que cerrarle los ojos,

    porque se murió con ellos cerrados. Y al ir a despertar a Blasillo nos encontramos con que se

    había dormido en el Señor para siempre. Así que hubo luego que enterrar dos cuerpos.

    720 El pueblo todo se fue en seguida a la casa del santo a recoger reliquias, a repartirse

    retazos de sus vestiduras, a llevarse lo que pudieran como reliquia y recuerdo del bendito

    mártir. Mi hermano guardó su breviario, entre cuyas hojas encontró, desecada y como en un

    herbario, una clavellina pegada a un papel y en este una cruz con una fecha.

    Nadie en el pueblo quiso creer en la muerte de don Manuel; todos esperaban verle

  • 725 a diario, le largo del lago

    en él o teniendo por fondo

    las montañas; todos seguían oyendo su voz, y todos

    acudían a su sepultura, en torno a la

    cual surgió todo un culto. Las endemoniadas venían

    ahora a tocar la cruz de nogal, hecha

    también por sus manos y sacada del mismo

    árbol de donde sacó las seis tablas en que fue

    enterrado. Y los que menos queríamos creer que se hubiese

    muerto éramos mi hermano y

    730 yo.

    Él, Lázaro, continuaba la tradición del santo y empezó

    a redactar lo que le había oído,

    notas de que me he servido para esta mi memoria.

    -Él me hizo un hombre nuevo, un verdadero Lázaro,

    un resucitado -me decía-. Él me dio

    fe.

    735 -¿Fe? -le interrumpía yo.

    -Sí, fe, fe en el consuelo de la vida, fe en el contento de la vida,

    Él me curó de mi

    progresismo. Porque hay, Ángela, dos clases de hombres peligrosos y nocivos:

    los que

    convencidos de la vida de ultratumba, de la resurrección de la carne, atormentan, como

    inquisidores que son, a los demás para que, despreciando esta vida como transitoria, se

    740 ganen la otra, y los que no creyendo más que en este...

    -Como acaso tú... -le decía yo,

    -Y sí, y como don Manuel. Pero no creyendo más que en este mundo, esperan no sé qué

    sociedad futura, y se esfuerzan en negarle al pueblo el consuelo de creer en otro...

    -De modo que.„

    -De modo que hay que hacer que vivan de la ilusión.

    El pobre cura que llegó a sustituir a don Manuel en el curato entró en Valverde de

    Lucerna abrumado por el recuerdo del santo y se entregó a mi hermano y a mí para que

    le guiásemos. No quería sino seguir las huellas del santo. Y mi hermano le decía: "Poca

    teología, ¿eh?, poca teología; religión, religión". Y yo al ofrselo me sonreía pensando si es que

    750 no era también teología lo nuestro.

    Yo empecé entonces a temer por mi pobre hermano. Desde que se nos murió don

    Manuel no cabía decir que viviese, Visitaba a diario su tumba y se pasaba horas muertascontemplando el lago. Sentía morriña de la paz verdadera,

    -No mires tanto al lago -le decía yo.

    755 -No, hermana, no temas, Es otro el lago que me llama; es otra la montaña. No puedovivir sin él.

    -¿Y el contento de vivir, Lázaro, el contento de vivir?

    -Eso para otros pecadores, no para nosotros, que le hemos visto la cara a Dios, a quienesnos ha mirado con sus ojos el sueño de la vida.

    760 -¿Qué, te preparas a ir a ver a don Manuel?

    -No, hermana, no; ahora y aquí en casa, entre nosotros solos, toda la verdad por amarga