PERLAS DORADAS

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TOMÁS MORENO MORENO PERLAS DORADAS POZO ALCÓN 2006

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TOMÁS MORENO MORENO

PERLAS DORADAS

POZO ALCÓN 2006

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© Tomás Moreno MorenoDiseño de portada: T. M.M.Pozo Alcón. Jaén.Julio, 2006I.S.B.N.: 84-611-1320-9Depósito Legal:

Imprenta Cervantes • BAZA

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Con todo el cariño del mundo dedicoeste libro a mis hermanos,

Daniel, Aureliano y Manuel y a mis sobrinos

Piedra encontrada en Peralta

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Temporal con mar en calmaTemporal sin aguaceros

CARLOS CANO

La literatura es un modo dever y sentir la vida y de vivirla

MANUEL MORENO MORENO

He pasado tres días extraños:el mar, la playa, los caminos

me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos

ERNESTO SÁBATO

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ÍNDICE

Prólogo

Introducción1. Las insinuantes curvas de una mujer2. Los flecos que rodean el poder3. Los reflejos de la fuente4. Nuevos modelos agrícolas5. Nunca te diré la verdad6. Otro día de nieve7. Paseemos unos momentos por la libertad8. Paseo y veo un ambiente que no me gusta nada9. ¿Por qué damos distintos valores a las cosas?10. Recuerdos y sueños11. Sexo a granel y pagando12. Soledad, ¿un sentimiento moderno?13. Tenebrosa mirada14. Tiempo de cambios15. Tiempo de cosecha16. Todas las enfermedades tienen su solución17. Tormenta de verano18. Un aire lleno de sensaciones19. Un amigo querido20. Un viaje corto21. Un camino sereno22. Un cuento de gorriones

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23. Un cuento que se complica cada vez más24. Un edificio solitario25. Un gato muy hábil26. Un mundo al revés27. Una boda sin importancia28. Una mala mañana29. Una paloma inquieta30. Una puerta entreabierta31. Una tarde de los últimos días del otoño32. Y el agua surgió33. Yo soy de pueblo34. A mis años voy contando cuentos35. Aconteceres de un escritor novel36. Andaduras de la virgen37. Aún en la inocencia38. Cómo brota algo especial39. Compañeros hasta el infierno40. Cuando solo nos mueve el interés y la competencia41. Cuento de amor42. Un pueblo43. El silencio del miedo44. Esta noche he soñado45. Hoy estoy enfermo46. La mente humana es un misterio, o tal vez no47. Cuando llega el otoño48. Cuarenta millones de hormigas

49. Cuento de Tomás y Medio

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50. Diversión y trabajo

51. Dos besos por un cigarro

52. Dos caminos diferentes, siendo el mismo

53. El largo camino de la primavera

54. El cuerpo también desprende olores

55. El envío del dinero por carretera ya no es necesario

56. El futuro de los pueblos

57. Cuento de miedo

58. El primer día de invierno

59. El silencio roto

60. Conversación en el Olimpo

61. El tren de la ilusión

62. Esta navidad ha nevado

63. Este cambiante mundo nuestro

64. Hay que estar preparado para todo

65. Hay que llamar la atención como sea

66. Hoy quisiera deciros una verdad

67. ¿La alegría de las ferias?

68. La diversidad, ¿puede traernos más beneficios?

69. La libertad tal vez sea un juego

70. La literatura es un entretenimiento de ricos

71. La luna y una estrella se aman

72. La meada de un gato sobre una máquina de escribir

73. La paz

74. La tristeza de una niña

75. La tristeza del enfermo

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Prólogo

El libro que el lector tiene en sus manos es el segundo salido dela pluma de Tomás Moreno. Ambos son fruto, por un lado, de una largatrayectoria de lector impenitente, iniciada en la biblioteca del club quehabía en la carretera de Jaén en los años setenta, y, por otro, de una nomenos larga experiencia vital, unida a su particular manera de mirarreflexivamente a su entorno. En el primer libro, conocido ya y saborea-do por todos, ambos elementos tuvieron su reflejo en los dos autorescolocados a su entrada: Juan Ramón Jiménez y José Ortega y Gasset.

Una vez alcanzado un estilo personal, que huye intencionada-mente de los artificios literarios, que fluye con naturalidad como el aguade la Fuente Taza, que se acerca al ideal de la prosa más moderna dereflejar la corriente de pensamiento tal como sale, ciertamente “a bor-botones” como escribió con acierto J. M. Leal Almagro, el intenso pro-ceso creativo no podía ser sujetado. Como un torrente, produce frutosde manera imparable. Cada día las páginas, las impresiones, las inspi-raciones surgen por sí solas y no se calman hasta que consiguen con-vertirse en “perlas doradas”.

Así titula Tomás a esta colección de setenta “cuentos”, como élgusta llamarlos. Y son efectivamente perlas doradas. Cada una recoge,en la brevedad de un par de páginas, la quintaesencia de un momento, aveces, de una idea, otras, de un cuento, de un suceso recordado y adere-zado con poesía, auténtica materia prima con la que están elaboradoscada uno de los capítulos. El lector se asombrará ante la riqueza deelementos que componen esta selección, sin más hilo conductor que elorden en que fueron viendo la luz, en la febril paz de su habitación de lacalle Era Carrasca. Puede por tanto abrir el libro al azar y leer cuantole plazca, sintiéndose libre de volver a empezar en la siguiente ocasión

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por donde se le antoje. En el recodo de una frase, en el asunto tratado oen una no esperada inflexión del relato le espera, paciente, su autor.

Es un homenaje a Pozo Alcón, lugar elegido para ir desde lo cer-cano y particular hasta lo universal, que ganará intensidad y emocióncon el paso de los años. Su autor pone voz a lo que los demás pensamosy, demasiado a menudo, callamos. Las próximas generaciones tendránasí con este libro la voz interior de este pueblo y sus gentes, vestida conlas mejores imágenes poéticas, para bucear en el pasado. Éste pasa tanrápido que solo los artistas son capaces de detenerlo, de fijarlo en pala-bras para disfrute de todos nosotros.

Daniel Moreno Moreno

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INTRODUCCIÓN

Estos cuento se parecen una barbaridad a la vida normal por-que si no ¿qué es la vida sino cuento?, un cuento chino, europeo o ame-ricano, pero no nos preocupemos por el cuento, seguro que, si es bueno,será publicado en diferentes idiomas.

Si no, ¿qué es el cuento?, yo creo que es una forma de vida. Otraforma de vida es la poesía y así añadámosle las que queramos. Antetodo, el cuento es un estado de ánimo producido por algo que nos agra-da, casi siempre, otras veces nos hace estar tristes, pero también haycuentos que no lo parecen y que tal vez no lo sean, pero seguro que porun momento, sea el que sea, nos harán soñar. Ese es el cuento, el quenos hace soñar despiertos en cosas universales y, a la vez, infantiles ytambién de adultos.

También hay que estar preparado para oír esos cuentos tantasveces repetidos y que ya se han hecho parte de nuestro acerbo culturalporque, si no se renuevan, se quedarán como esas catedrales que visita-mos en grupo, pero que, cuando nos vamos, permanecen solas y fríasdurante mucho tiempo.

El cuento es calor, es sentimiento, es alegría, pero fundamental-mente es sueño que algún día se hará realidad. Podremos añadirle, siempreque los digamos o los leamos, algo de nuestra propia cosecha. Ese es elcuento, el que nosotros imaginamos cuando pensamos o los escuchamos.

Los cuentos son los pensamientos que se nos pegan, como eseaire que respiramos, cuando sentimos algo especial.

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Lo que tiene en sus manos, amigo lector, son cuentos, sí cuentospero evolucionados. Tal vez alguno lo vea desde otro punto de vista.Sólo necesitas de unos segundos para ver al Gato con Botas o tal vez aAlicia en el País de la Maravillas, quién sabe si también a Blancanievesjugando de una página a otra.

Espero que los lectores disfruten tanto leyéndolos como yo hedisfrutando llevándolos en mi cabeza hasta que han madurado y he con-seguido pasarlos al papel día tras día.

EL AUTOR

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I

LAS INSINUANTES CURVAS DE UNA MUJER

Todo ocurrió en una de las innumerables playas del Me-diterráneo. Tal vez fue mitad sueño y mitad realidad. Despuésde un baño en la playa me dirijo a una heladería a tomarme unrefresco. Al cabo de un rato me dirijo al lavabo para cambiar-me el bañador, en el mostrador había una mujer. Nuestras mi-radas se entrecruzaron. Tenía unos hermosos ojos negros, loscuales pude imaginar, detrás de sus gafas de sol, nuestras mi-radas tenían algo en común, lo sabíamos de antemano. Aun-que ella era alta, en el mostrador, no cruzamos palabras, solocon la mirada, ya sabíamos que había cosas en común, aun-que no hablamos, nuestras miradas sí hablaron por nosotros.Me dirigí al lavabo, me cambié, al salir, me dirijo a la máqui-na de sacar tabaco.

Cuando termino la operación, veo las curvas perfectasde esa mujer pasar justo delante de mí. Mi mirada se deleitómirando las curvas, la belleza de esta mujer y cómo se movía,todo era perfecto, nunca había visto tal movimiento en unamujer, el movimiento de las manos, del culo y de sus piernassugerían muchas cosas.

No era una mujer normal, era alguien que de la bellezahabía exprimido la esencia y en sus movimientos hablaba atodo el mundo de que aún hoy hay mujeres que pueden enlo-

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quecer a un hombre. Sus movimientos acompasados como lamar en calma. Ella había sabido sacar arte en el andar. Ellasabía que podía hacer con cualquier hombre lo que quisiera,pues era consciente de que, además de su saber moverse, trans-mitía elegancia hipnótica.

Podéis creerme, sólo relato parte de lo que sentí, o más biendiría que sentimos, pues el camarero comentó también que unamujer de esa clase solo pisaba su establecimiento de año en año.No solo me di cuenta yo. Entre los clientes perdurará el recuerdode esa hermosura de mujer, cualquiera se hubiese ido detrás deella, como perro que se va detrás de su amo. Buscaba esa mujeralgo, o tal vez recibía lecciones de algún maestro, para que suandar no pasase inadvertido. La hermosura, la elegancia la pudi-mos contemplar todos los presentes, tal vez era una maestra desirenas, o a la mejor una sirena, que había salido del mar paratransmitirnos a los mortales algo que no veremos nunca más.

Ahora recuerdo emocionado aquella visión, que vimos to-dos los presentes, que era real, pues todos nos dimos cuenta deese arte hecho mujer y como tal arte efímero. No sé si a lo largode mi vida veré algo así, por si acaso iré siempre que pueda alMediterráneo, por si de sus playas veo salir algo que se parezca.Siempre me acompañará ese recuerdo cuando veo una mujer.

Ella no estaba allí por casualidad, tenía su objetivo, y eraque el común de los mortales nos diésemos cuenta, de que labelleza puede ser eterna y a la vez efímera, como ella sabíaque la vida era así. Se fue a otro lugar donde resplandeciera suelegancia y hermosura.

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II

LOS FLECOS QUE RODEAN EL PODER

Como podemos observar a nuestro alrededor, no todoes perfecto, casi nada que vemos nos parece lo mejor, siemprehay algo que no encaja, que no nos gusta, por variadas causasque cada uno observa. Le podemos pedir al gran Estado quesea perfecto, claro que sí, pero si así fuese nos encontraríamosen una nación irreal. Los fallos, los errores son normales, alser más fuerte el estado, vivirán mejor los ciudadanos. Hastaahora vemos que algunos estados están consiguiendo un me-jor bienestar para sus ciudadanos, por eso nos da pie a quepensemos que todos los estados son iguales. Pero es claro queno, podemos ver cómo les va a algunas naciones, parece serque lo que es válido en un sitio, en otro no lo es, al variar lascondiciones básicas, el entorno no es favorable y no funciona.

Pero lo que en unos estados falta en otros sobra, los fle-cos tal vez sean más largos en unos sitios que en otros, eljuego que se hace en la sociedad de combinar la eficacia esta-tal con el control de las actividades de la sociedad, en unospaíses se hace de una manera y en otros de otra. Los estadosno solo están para ser representados internacionalmente, sinoque en sus núcleos de población están para organizar en liber-tad los diversos intereses que se den en cada momento. Losflecos son las actividades que organizan los que en ellos vi-ven, casi siempre en mafias. Podríamos preguntar si esto es

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bueno o malo, a mi parecer prefiero un mal control estatal a losflecos con sus distintas mafias organizadas. Al fin y al cabo, lasmafias son estados en pequeño, donde la libertad aún se reducemás y casi siempre hay detrás un dictador caprichoso.

Eliminar los flecos en un estado que quiera controlarlocasi todo creo que es una utopía, es una utopía diría casi enmayúsculas. Podemos observar que todos los días tenemosque convivir con situaciones que muchas veces nos parecen ylas padecemos como un tanto absurdas, pero tenemos que co-ger fuerzas y dedicarnos a nuestro interés personal, pero mien-tras caminamos, conducimos o trabajamos vamos pensandoen la sarta de injusticias que nos toca padecer, sean de tipoeconómico o de relaciones personales. En nuestra mente severá reflejada la idea de que toda la culpa la tiene el estado,pero es que el estado no ha llegado todavía a controlar total-mente nuestras vidas.

Sabemos también que muchas veces el entorno en quenos desenvolvemos es un entorno viciado, pero si esa atmós-fera nos daña hay que salir de ella, o recurriremos al alcohol,o a otras sustancias, que al final lo que hacen es liarnos más enese circulo, del cual o vivimos en él o nos salimos pero sisalimos, a dónde vamos, muchos se vuelven después de uncamino tortuoso fuera del circulo, pero los que prefieren viviren él se acostumbran, y unos encuentran cobijo, tal vez en unlibro, en la música, el trabajo o de mil y una maneras.

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III

LOS REFLEJOS DE LA FUENTE

El agua se dejaba caer lentamente por los chorros dela fuente, así lo había hecho durante siglos, el poder delagua era destructivo, al pasar el tiempo el agua arremetíahasta desgastar todo a su paso. Claro que, de vez en cuan-do, se le hacía un arreglo y con él hasta el próximo. Elsonido de agua, al caer, parecía como si fuese un suplicio,para el que la observaba durante mucho tiempo, pero noera así. La señal de la vida no puede perjudicar a nadie, osí, no sabría decirlo con claridad. A los que la observabande paso le parecía algo bonito, pues al no conocerla seguroque pensaban que era una fuente más, pero no era así, aun-que no era muy bonita, el agua que pasaba por sus orificiosvenía de un nacimiento, el cual, según los más viejos del lu-gar, nunca se había secado.

Yo no sé de dónde vendrá el agua, pero si vemos de dón-de nace, seguro que la sensación que notamos es inexplicable,vemos profundidad y oscuridad, seguro que viene casi delcentro de la tierra, de algún lago bastante profundo, que sesurte de la lluvia, o tal vez de algún acuífero lo bastante gran-de para que, a través de los años, imparable, ha hecho que lafuente nunca deje de brotar el agua. Seguro que hay algunaciencia que estudia estos casos, pero a mí me gusta explicarloen plan poético.

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Seguro que el agua había elegido este lugar para derra-mar su precioso liquido, para dar vida. Siempre se ha bebidode este agua, pero las autoridades, según los análisis, han di-cho que no es potable, pero la gente del lugar y la que viene delejos no hace caso de este cartel y bebe su líquido para calmarla sed y para recordar, seguro, que es un agua especial.

Una vez estuve hablando con un lugareño, y me decíaque bebiese toda la que quisiera, que no era mala, ¡cómo iba aser mala si venía de la profundidad de la tierra! Él la compara-ba con de la que bebíamos del grifo, ¿por cuántas vicisitudesno habría pasado esta agua y cuánta química no llevaría?, sepreguntaba entonces si ésta era la buena, veía también intere-ses económicos por medio: las tiendas así podrían vender másagua envasada, decía que negocio era lo más importante.

El reflejo y el sonido del agua me traían tantas cosas a lamemoria, era la historia del pueblo, que, cual agua, parece lamisma siempre y siempre es diferente, el agua había visto trans-currir toda la historia del pueblo. Algún día os contare algomás. La iglesia estaba al lado, el Ayuntamiento también. Porsus aguas, entonces, y en su idioma, ha sido escrita toda lahistoria del pueblo, solo hay que saber interpretarla, que hablaen su idioma es seguro, nos dará explicación de todo lo que hapasado, y, tal vez, si nos remontamos nacimiento arriba, tam-bién nos diga el futuro. Otra forma de interpretar el idiomadel agua son sus reflejos, el sol le cae todos los días y en todaslas estaciones, también el agua, pero cuando, se refleja el sol,nos quiere decir el futuro.

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IV

NUEVOS MODELOS AGRÍCOLAS

Durante muchos días habían estado cogiendo los gar-banzos, era una tarea dura, había que hacerlo a mano: se jun-taba un buen puñado y se amontonaban para después llevarlosa la era, eran tan pocos que a la máquina le era imposiblecogerlos. Había el dilema de si se dejaba que los pocos quehabía se perdieran o cogerlos a mano. El año había sido seco,apenas si había garbanzos, pero el dueño sólo vivía de ello. Elesfuerzo y los gastos de la siembra y demás no habían mereci-do la pena. Como la máquina cosechadora no tenía trabajo,había también pérdidas. ¡Qué año agrícola más malo! Igualhabía pasado en muchos otros cultivos. Pero por eso no va-mos a pasar hambre, ya habrá, en algún sitio, sembrados yestará asegurada su recolección para que el primer mundo nopase hambre. Aquí vivimos como dioses, tenemos máquinas,tenemos tecnología, en resumen lo tenemos casi todo, por nodecir de todo. Nuestros platos no se verán vacíos.

Os voy a contar un cuento, que hoy sí que lo es, pero quehace muchos años atrás era el modo de vida habitual de todos.Los garbanzos se había criado mal, pero el pobre agricultor,recordando tiempos pretéritos, tuvo que hacer lo que unos añosatrás se hacía en todos los sitios. Cogidos uno a uno lo gar-banzos haciendo gavillas y puestas encima en un mantón, sele daban palos con la horca sin parar a unos garbanzos secos,

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que ese día hacía un tiempo idóneo para sacarlos. Venga palosy más palos, había que hacer que con la fuerza de la horca y elgolpe en los garbanzos éstos se abriesen para después, con elharnero, al llenarlo, a fuerza de darles vueltas, se iban que-dando solo los garbanzos, el ambiente se llevaba la paja, conel aire.

Esto ha ocurrido en el año dos mil cinco, es el cuento delesfuerzo que hay que hacer para la recolección, es muy duroque el agricultor, o mejor algunos agricultores tengan que re-currir a métodos antiguos para tener que comer. Esto no esuna fábrica, esto es peor. Hay mucha gente que vive todavíaasí, pero todos los años no son así, hay otros muchos en que elproducto de la tierra es muy bueno, entonces es más cómodoy más aún si se cogen inmigrantes y se les hace trabajar porcuatro euros.

Este agricultor del que os hablo se lo hacía casi todo él,pues así todo el beneficio era suyo: sembraba, recolectaba ymuchas veces vendía sus propios productos.

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V

NUNCA TE DIRÉ LA VERDAD

Es curiosa la costumbre de expresarnos con más o me-nos claridad, unas veces hablamos con palabras de ironía, otrassorteando la alegría con la seriedad. Nunca hablamos claro,casi siempre cubrimos con un manto las ideas con las que nosexpresamos. En nuestro círculo de amistades y familiares yahay un entendimiento y comprendemos lo que nos queremosdecir, unas veces con más claridad, otras con menos. Al deciruna cosa, al salir nuestros sonidos por la boca, no es fiel reflejode lo que pensamos, esto es así, realmente, nuestra mente vamodificando poco a poco la idea que teníamos para expresar.Los secretos que guardamos en nuestra mente no son sino loque expresamos de una manera modificada a nuestro antojo.

Yo conocí una vez y por poco tiempo a una persona quese dedicaba a contar cuentos, era una cosa habitual en él, de-cía que puesto que la vida es un cuento, que cada uno hacía,hasta donde podía, un cuento de su existencia, unos con suscuentos trataban de convencernos para que votáramos, otrospara que comprásemos, otros obligándonos a hacer aquelloque ellos quieren- Él contaba cuentos, entablaba una conver-sación y aunque no se divertía claramente de lo que hablaban,sí utilizaba, dentro de la conversación que mantuviera concualquiera, su óptica de verlo todo a través de un cuento, sipodía le daba la vuelta a la idea y expresaba una realidad, en

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su contexto, para expresar un cuento. Claro que sólo se sabíaun numero limitado de cuentos y de situaciones, cuando elcreía oportuno se marchaba a otro pueblo o a otra ciudad, nole retenía nada, solo que no quería repetir los cuentos, sabíaque no se darían cuenta de este hecho, pero él sí, es como unapelícula que vemos varias veces y en una de tantas ya le he-mos sacado todo lo que para nosotros es aprovechable, el noquería repetir películas.

Claro que el secreto de su marcha en busca de nuevosamigos, no lo sabía nadie, solo cuando él estimaba oportuno,cogía su maleta y se iba lejos, no solía mantener relación consus amigos después de haber abandonado el pueblo. Decíaque el cuento ya se acabó y que iría a otro sitio donde no fueseconocido y empezaría a mezclar cuentos junto con la reali-dad. Tenía una peculiaridad y es que cuando sentía que suscuentos se habían acabado, era la señal inequívoca de que ha-bía que buscar otros sitios donde empezar otra vez, de unamanera encubierta, a ir expresándolos, poco a poco. Esperabaque algún día se encontrase a otra persona que se dedicase acontar cuentos y así coger ideas nuevas. Él no quería escribir-los, todos lo tenía grabados en su cabeza, muchas veces pen-saba en coger algún libro de cuentos bueno e ir alargando lossuyos, pero nunca hizo eso. El sólo recitaba los suyos propios.

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VI

OTRO DÍA DE NIEVE

Cuando mi padre era joven, la nieve era una constantenatural todos los inviernos, inviernos muy crudos de intensofrío y grandes nevadas. Nos cuenta ahora que somos mayoresque el manto de nieve cubría todo el pueblo y el campo, losárboles todos cargados de nieve. Por la mañana, cuando deja-ba de nevar, el sol salía con un brillo especial, parecía comoque el color blanco de la nieve junto con el de los rayos de solnos transmitiese otro mundo diferente, aunque solo fuese porpocos días. Cuenta que todos iban a quitar la nieve de los oli-vos que había caído sobre ellos. Los olivos blancos, era maloque la nieve se helara sobre las hojas de estos, pues helaría lashojas y los tallos. De todas maneras, a los pocos días se veíacómo las hojas y los tallos se quedaban grises oscuros, hela-dos, claro, había que cortarlos, pues ya helados no servíanmás que para leña para la lumbre. Impedían que las ramas queno se habían helado pudieran desarrollarse con normalidad.Al campo iban los niños y los mayores con palos para, unapor una, dejar las olivas con la menos nieve posible.

Eran años duros, el frío que se pasaba era intenso, perono había otra cosa que hacer, la aceituna se helaba y cuando sele daban los palos a la oliva, algunas aceitunas también sedejaban caer. Como la faena de recolección estaba media, lasaceitunas, que caían al suelo, se recogerían cuando pasaba la

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nieve, muchas veces había que buscarlas entre las hierbas.Normalmente la recolección del suelo la hacían las mujeres,los hombres con las varas y los mantones, unas veces con másdureza que otra descargaban las varas sobre las ramas de for-ma que se le hiciese el menor daño a la oliva, tallo que caye-se, tallo que el próximo año no echaría aceituna. Eran otrostiempos, aún algunas generaciones los recuerdan, pero losavances en la forma de cogerla, nos harán olvidar aquellosaños de una dureza extrema. El frío les hacía pasar malosmomentos a los más débiles, cuando el frío era intenso, el solera la única salvación de poder coger algo de calor. Eran díasde recolección con frío, con viento, lluvia y nieve, había quecoger la aceituna, los mulos no paraban, cuando los sacos es-taban llenos, los mulos llevaban la aceituna al molino.

Ahora lo hacen los tractores, ha cambiado en poco tiem-po mucho la forma de coger la aceituna. En la mayoría de lospueblo hubo un tiempo en que faltaba mano de obra para larecolección, pero, de un tiempo a esta parte, los inmigranteshan hecho que cambie todo, el empresario, ya tiene mano deobra barata y abundante para todos los quehaceres del campo.Vemos a los inmigrantes como se juntan en algunas plazas delpueblo, la mayoría son árabes. Aún no me explico cómo vi-ven estas personas, sin casa, sin familia, solos, no siempretienen a algún compañero para ayudarse mutuamente. ¡Ojaláconsigan sus objetivos!, aunque a mi parecer lo tienen difícil.

Mientras bajo por la calle viendo todo esto que os voycontando, llego a la casa, me paro en la puerta un rato, y veo a

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los gorriones, parados en los cables de la luz que hay en lapared, arrinconarse para evitar el aire frío que sube por la ca-lle, los gorriones se amontonan, en cualquier rincón de lasfachadas de las casas, también corren malos tiempos para ellos,el frío no les beneficia en nada. Si se mueven volando tendránmás frío, el sistema está en coger un hueco donde cobijarse,donde el aire no pase, allí pasarán la noche. Recuerdo un in-vierno en el que, al levantarme, en los árboles grandes quehabía en una plaza, el suelo estaba cubierto de gorriones muer-tos, a todos le había pillado el hielo de pronto, creyendo queestaban en un lugar adecuado bajo las hojas de los árboles, lesllegó una bajada de frío de pronto. Todos murieron, el fríotambién trae esta cosas, ¡qué pena verlos, todos en el suelo!,esta estampa no se ha vuelto a repetir, por lo menos que yo lahaya visto, pero aquella vez fue penoso.

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VII

PASEEMOS UNOS MOMENTOS POR LA LIBERTADOpinión

Sin libertad el ser humano no sería tal. Va con él como sunombre o su destino. Sentirse libre es completamente imposi-ble, casi siempre hay destellos que nos impiden verla y sentir-la. Esa hoja del árbol, que se mece, según el aire le dicte, esono es libertad, pero sí es libertad el que esa hoja sienta cómoser, ese sentimiento de profunda alegría que refleja ese colorde su hoja, unas veces verde y otras más oscuro. Hay veces enque la libertad es un lujo solo para unos pocos, cuando debe-ría ser para todos. En estos momentos que se avecinan cam-bios importantes en nuestra Constitución, habría que ampliaraún más, a mi parecer, el artículo 20, que empieza de una for-ma muy interesante. Para que así, por lo menos, la Constitu-ción no tenga la culpa del manejo que algunas personas hacende ella de una manera un tanto retrograda. En perjuicio detodos.

Quisiera recodar parte de ese artículo 20, que dice así:“Se reconocen y protegen los derechos. a) A expresar y difun-dir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediantela palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”.Creo que es un tema muy interesante, para que lo meditemos.

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VIII

PASEO Y VEO UN AMBIENTE QUENO ME GUSTA NADA

Cuando se presenta un problema importante, se le echadinero encima y, momentáneamente, parece que se esfuma,pero no es así. Sobre todo cuando el dolor de algunas perso-nas se esconde detrás de una sonrisa. Por supuesto que el do-lor, el hambre y las enfermedades se pueden corregir, y sobretodo hoy tenemos los medios adecuados para solucionarlos,hay muchas personas preparadas para estos fines, pero el su-frimiento sigue ahí, como una luna que no se deja ver durantetoda la noche, para que no veamos ni un segundo la injusti-cias, que casi siempre se comenten de noche, para que cuandoel sol abra sus ojos, nos deje ver con total claridad este pobremundo en el que vivimos.

Paseo y los veo en grupos, unas veces hablando otrascallados, pero aunque no los entienda, no me pasan desaperci-bidos, que es lo que quieren, tienen que tener objetivos queconseguir, estas gentes que no entiendo, la mayoría piden tra-bajo, en un mal español, pero ahora sí entiendo la multiplica-ción de los panes y los peces, cuando los veo, muchos conperfumes, donde llenan sus estómagos, donde se visten, don-de compran los perfumes, seguro que hay una vida subterrá-nea que no conozco y que, tal vez, no conoceré nunca.

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También veo cantidad de coches, que hoy son los pies ylas manos del hombre moderno contemporáneo. Pasan al ladode estos grupos, es que acaso el coche se ha convertido en undistancia entre el ser humano y los demás, acaso sea eso, laexcusa es que ir en coche es hoy una necesidad, más que unlujo, es uno más de los signos del sistema en el cual vivimos.Este siglo debería de ser el de la igualdad de todos los hom-bres, salvando sus diferencias culturales y de vida. Si eso esasí, hay que ponerse manos a la obra para evitar que, entreotras cosas, los hombres se sigan paseando, haciendo turismoy disfrutando de los placeres de la vida, mientras que hay otrosque van sufriendo por un pedazo de pan, o por trabajo.

A mi parecer el mundo debe caminar por una senda defirmeza, en la que el sufrimiento tenga solución y dure lo menosposible. Tiene que haber una conciencia para que estas cosasno ocurran, pues mientras las migajas de unos cuantos se lascoman la mayoría, el mundo no podrá vivir en paz, tiene quehaber reparto equitativo, pues no hay ningún derecho que valgamientras haya gente sufriendo, además lo más triste del caso esque tiene una difícil solución en mentes cerradas, pero no en lamayoría de las personas que vemos que por haber nacido en undeterminado país se tiene la vida asegurada hasta la vejez, mien-tras en otros se mueren los niños, como pasaba antiguamenteen nuestro país, ahora en otros pasa lo mismo.

Esto sí que es un cuento, pero un cuento crudo, que lohemos padecido y que no hemos sabido poner solución paraque esto no se repita, hemos medio arreglado por unos años

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nuestra casa, pero en otros países siguen padeciendo la histo-ria tantas veces repetida, pero no por eso hemos encontradolas razones para poner solución, nos hemos conformado consufrir cuando nos ha tocado, pero, como una persona que sequema de comer caliente y pone la cara de sonrisa para quelos demás no se den cuenta y él pueda sonreír cuando los de-más se echen la comida a la boca. No, no, ese no es el sistema.

Tal vez el hombre no evolucione, por extraño que parez-ca, puede que no evolucione comprendiendo sus errores, y sípara hacer que otros sufran lo mismo o más que nosotros, ¡quétriste es esto!, pero por extraño que parezca también tenemosmaldad, ¿para qué sirve eso?, pues solo para que el sufrimien-to se prolongue más. Quizás algunas personas se sonrían, perootras pensarán con tristeza en esto. Tal vez el problema sereduzca a que todo o es bueno o es malo, yo creo que tieneque haber un paso intermedio, en el cual ni lo uno ni lo otrosea posible, sobre todo lo que signifique maldad, debería dehaber una revolución de lo bueno, que invadiera el mundo ehiciese de éste un lugar más habitable.

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IX

¿POR QUÉ DAMOS DISTINTOSVALORES A LAS COSAS?

Cada civilización ha dado un valor, a veces distinto,a un bien generalmente escaso: el oro. Es un patrón queune a muchas culturas, aunque en otras han sido otros sím-bolos. Pero independientemente del bien al que se les da elvalor, lo que han llevado consigo, a mí entender, ha sidoejercer el dominio absoluto sobre bienes y personas. Do-minio que ha llevado a tener esclavos, con unos u otrosanzuelos, la mayoría de la población ha estado trabajando, aveces de una manera absoluta, para una minoría, no tenía otroobjetivo que el de cumplir los deseos más insignificantes delos pocos, en contraposición a la escasa libertad de que goza-ban ellos mismos.

No se explica cómo a través de los tiempos esta mayoríaha estado maniatada y aún hoy está realizando actividades ytrabajos sobrehumanos, muchas veces de una manera arbitra-ria, aún hoy en algunos países se dan estas condiciones y en elresto del mundo viven de la misma manera, pero como estapoblación tiene cultura, ésta asimila el sistema, pero si lo mi-ramos detenidamente, el método es el mismo, solo que cam-bian las formas: coches, teléfonos, lavadoras y, en fin, todasestas cosas, que hacen que el escenario cambie, pero el tema ami parecer es el mismo.

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Tendremos más o menos cultura, pero la situación dedependencia para acumular valores escasos también se da enesta civilización, que es envidiada y la que parece ser que sir-ve como modelo para el resto de los países. De que manera haevolucionado el liberalismo, que siempre tiene solución paratodo en nuestro mundo, pero que no sirve para los otrossubmundos. Porque no sirve, pues, a mi parecer, no vale. Tie-ne que haber unos pocos países que sirvan de modelo inalcan-zable para el resto. Ya sabemos que los otros tienen que sufrir,tienen que pasar hambre, cuando en el mundo occidental sederrocha de todo, serán las migajas que se le caen al rico lasque tengan que consolar al pobre.

Tenemos que encontrar otro sistema donde la libertad yla comprensión hacía las culturas sea una asignatura para to-dos. Hemos visto que a través de los años la clase obrera seunió y tuvo un poder importante, pero no dio un resultadoaceptable, una explicación podría ser que copiaron el mismosistema, coger los bienes escasos, para disfrute de una jerar-quía que tenía en malas condiciones de trabajo al resto de suscompañeros. Hoy el estandarte más importante es la demo-cracia y la libertad, defendidas por una potencia hegemónica.Todo lo que se hace en el mundo, sirve para que ésta actúe deuna manera arbitraria, pero con el mismo objetivo: realizarunos pocos sus más queridos deseos, siempre disfrutando ellosde esa libertad y esa democracia, para que, por los circuitosmás adecuados, llegue a los mandamases de turno ese poderde hacer todo a su antojo, a cumplir sus deseos. Ellos sí ten-drán libertad, aunque me parece a mí que el sentimiento de notener nada completo también se les echará encima.

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X

RECUERDOS Y SUEÑOS

Un recuerdo del año 1968 viene a mi memoria. Se de-tienen mis amigos para, con su coche, hacer unas compras. Yopermanezco en él y entretengo la mirada, observo cómo loscoches van pasando, a dónde van, seguro que tienen sus desti-nos, van sorteando las curvas de la carretera, cual ola de mar,sólo que el sonido no es igual, o quizás sí. Desde luego yoprefiero el mar, con su calma y su violencia, a veces, es cues-tión de gustos. Lo que sí es cierto es que la espuma del aguadel mar no es igual que la que sueltan los coches, o las motos.Los jovenzuelos, con sus motos, se preparan para echar elmáximo humo de su moto al paso de algún transeúnte, así nosva, casi preferiría fumarme una caja de puros en mi casa quesalir a ver estas cosas, cómo despreciamos a los demás, arre-glémoslo ya, yo el primero, pero miro a mi alrededor, y pormomentos lo veo todo negro, sin ninguna salida, solo la delruido de la televisión o el sonido cercano a mi casa.

Pero miro hacia delante y sueño mucho, con un mundoperfecto, una y otra vez lo sueño, tal vez en el amplio planetalo que yo sueñe se haga realidad, aunque yo no lo sepa. Elmundo tendría que ser una calle, en la cual vivieran todas lasculturas y lo mejor de ellas se adaptara al ser humano, peroesa calle también es un sueño, aunque dicen que el mundo esredondo, para mí es una calle larga que no tiene fin, en la cual

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en las escuelas se enseñe de todo, en la cual el agua sea pota-ble y las basuras sean recicladas. La justicia existe en las ciu-dades y pueblos que están en la gran calle, es un mundo per-fecto, donde la paz se ha hecho realidad... ¡me cago en la le-che de los higos!, ¡otra vez estoy soñando! Sueño de todo,casi siempre bueno, pero cuando me despierto y veo la reali-dad que hay a mí alrededor, no me gusta. Tiene que venir otrosistema de vida y convivencia en la que mis sueños se cum-plan, porque seguro que hay más gente como yo.

Cuando mil ojos están pendientes de coger el color azul deuna flor, ¿qué pasaría, cuál sería la solución? pues que se ha-rían varias fotos y se repartirían entre aquellos que la quisie-ran y la flor se quedaría donde está, embebiendo y lanzandobesos de amor por todo el mundo.

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XI

SEXO A GRANEL Y PAGANDO

Todos sabemos más o menos de este tema, así que novoy a enseñaros algo nuevo. Intento dar a conocer cómo elsexo a granel lo tenemos en todos o casi todos los bares decarretera, allí las enfermedades se trasmiten, más que enningún sitio. ¿Pero es necesario practicar el sexo, o no?Opiniones las habrá de todos los gustos. El mejor sexo esel que desde el primer amor se mantiene durante toda lavida. Meterse en sitios raros casi seguro que es problemáti-co. Ahora se me ha ocurrido por qué no hay prostíbulos enlos que los hombres también cobren por hacer el amor, se-guro que pronto se pondrán de moda, se verá a una mujerhacer el amor pagando. A lo mejor el mundo se rige por tú medas, yo te doy.

Hay que regular la prostitución, sea de hombres o demujeres, con esto la miseria humana no se va a quitar, pero,por lo menos, sabemos quién es quién. Miseria ha de ser vivirde los aparatos genitales, a lo mejor es igual que el que se tirauna temporada de uva o de aceituna, a mí me parece que no.Las mafias es difícil hacerlas desaparecer, solo con la cultura,la libertad no puede ser cortada por nada. Se tiene que vivirbien trabajando, pero eso del sexo pagado es asqueroso, aun-que todos sabemos que tienen sus leyes, los deseos tienen quedominarse. Yo conozco muchos casos y asquerosos de cómo

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muchas mujeres son capaces de hacer cualquier cosa por unpuñado de euros, ¿qué calidad de vida llevarán? Yo he experi-mentado con todo y el proyecto de este tipo de vida solo daproblemas y muchas veces gordos.

El dilema está en si hacer el sexo es igual que hacer elamor o las dos cosas juntas culminan el no va más del amor,con mayúsculas. Eso cada uno opina, pero yo sólo pienso quesolo hay un tipo de placer, en esta cuestión. Otra cuestión es elespíritu, que está en todas partes y ese sí que nos da el verdade-ro amor. Juntar dos personas que sexual y espiritualmente esténen sintonía, eso es la aspiración máxima de cualquier hombre omujer. Pero como decían antes el amor os hará libres.

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XII

SOLEDAD, ¿UN SENTIMIENTO MODERNO?

En estos momentos, creo que hemos desentrañado elcuerpo y el alma. Si llegamos con un problema, casi seguroque si damos con el especialista adecuado le pondrá cura, opor lo menos nos ayudará de una forma importante a que nossea más llevadero. La edad es importante, no es lo mismo serjoven, que estar joven. Para las personas que aún se sientenjóvenes, a mi parecer, lo emblemático no es tanto lo físicocomo lo mental. La juventud es esa forma de ver la vida, setenga la edad que se tenga, donde lo más importante es elímpetu, el ver el futuro de una forma que no tiene fin, verrealidades que no siempre se harán realidad, no importará, loimportante es esa ilusión que tiene. Creo que todo joven sien-te esto que describo, cada uno a su manera.

Pero es que hoy la juventud pasa deprisa, tal vez seaporque el mercado laboral, de una forma o de otra, ha quitadoa los jóvenes media juventud. No es difícil ver a jóvenes queparecen adultos, lo saben todo, o por lo menos eso se creen.No quiero pasar de largo sin mencionar a esas parejas que hantenido hijos que, por problemas de los padres, viven una vidadifícil. A mi parecer es difícil tener a esos hijos sufriendo losproblemas de los padres y los suyos, hay muchos así. Si que-remos verlo como un progreso de nuestra cultura, lo podemosver así, todo evoluciona, la familia y la pareja no iba a ser

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menos, no estamos empezando nada nuevo, siempre ha habi-do desavenencias entre la parejas y han conducido a que unosseres que han venido al mundo, por la mayoría de las veces,por un momento de placer, pero las consecuencias serán lar-gamente duraderas en el tiempo y en los padres y los hijos.

Yo personalmente no puedo ponerme en el lugar de unoshijos que, casi siempre, tienen problemas económicos, emo-cionales, alimenticios. Pero no nos preocupemos, seguro quesalen de todos problemas en que se vean inmersos. Siemprehay solución a todo problema, solo se necesita tiempo parasolucionarlo y esas mentes jóvenes encontrarán pronto solu-ción a todos los problemas, de una forma o de otra, son jóve-nes y con el cerebro bien despierto para, al menos, vivir el díaa día lo mejor posible. Casi seguro que la mayoría se hacenmayores antes de tiempo, casi seguro que a una edad tempra-na tendrán los mismos problemas que personas mayores. Losveremos de camareros, los vemos en los supermercados tra-bajando, trabajando en el campo. Con esto no quiero decirque sea malo que trabajen, lo que veo mal es que no esperen ahayan cumplido una edad madura.

Con hijos, si se ponen a trabajar, o sin ellos, lo que esseguro es que habrá un momento en que la soledad se nosvenga encima y la notemos demasiado pesada para convivircon ella. Pues bien yo soy una persona que ha vivido la sole-dad como enfermedad crónica desde que nací. He luchado conella en mil batallas y siempre la he vencido, por eso la conoz-co bien, sé que es temible, son momentos, más o menos lar-gos, en los que uno llega a ver el final de todo, pero no sétodavía qué mecanismos tenemos, o por lo menos yo los ten-

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go, que siempre que la soledad se hace presente le venzo, nole tengo miedo.

A mi entender, no siempre la soledad es mala, hay vecesque te llevas bien con ella y pasa de largo sin hacerte demasia-do daño. Tal vez sea ésta una cosa personal que cada uno llevasegún puede. A todos, en un momento u otro de nuestras vi-das, se nos aparecerá, aparecerá como un estado de animo,después se reflejará en la cara, y siempre nos pedirá unos mi-nutos más para estar con nosotros, no querrá irse, querrá que-darse pegada a nosotros, como moscas a la miel. La dulzurade la miel, si se la ponemos, hará que tarde en irse más tiem-po, tendremos que retirar la miel y después limpiar muy bienpara no dejar ningún rastro en el que la soledad se pueda aga-rrar. De todas formas, también hay estados de ánimo en losque nos encontramos débiles, en los que la sin color soledadse detendrá, querrá pasar la mayor parte del tiempo con noso-tros. A lo mejor se cree que viene a echarnos una mano, perono es así.

A lo mejor la soledad es necesaria, pero cuando la in-mensidad de la vida se nos muestra en unos segundos, meparece a mí que a nadie le apetece ver ese mundo, que ademásno hace falta que conozcamos. Todo es complejo, pero cuan-do la soledad nos da el primer picotazo lo da sabiendo que latendremos presente toda la vida, unas veces la llamaremosnosotros, pero la mayoría vendrá sin necesidad de llamarla,unas veces su compañía será grata, pero la mayoría nos mete-rá en un fondo, en el que todavía, por fortuna, no he conocido

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a nadie que se haya quedado. Siempre se sale. Lo mejor, si nonos gusta la soledad, es la actividad, estar haciendo constante-mente cosas, se acaba una y se empieza otra, vendrá no lodudes, pero menos. La soledad lo que quiere es tranquilidad,eso le gusta un montón, acechará y, por poco tiempo que ten-gamos, aprovechará y vendrá a visitarnos, casi siempre sinesperar ser recibida.

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XIII

TENEBROSA MIRADA

Si os apetece leer un cuento, vais ha leer una mitad decuento y la otra mitad de realidad, a ver si los distinguimosunos de otro.

Hospitales hay a montones, incluso uno al lado de mipueblo. Pues bien la enfermedad de mi amigo es crónica, osea que como no se ande con cuidado seguro que se irá al otromundo, sufriendo, tiene que defenderse, del médico, de losenfermeros y lo que es peor, en el mejor de los casos de losmedicamentos.

En una de mis visitas me contó una de sus últimas recaídas:

“Llegué a urgencias voluntariamente, un rato con elmédico de urgencias y después, por un largo pasillo, al pabe-llón de salud mental, acompañado del médico, del guarda ju-rado y de mi acompañante. Yo me preguntaba qué hacía elguarda jurado allí y cómo había llegado. Me daba miedo, alto,con una cabeza gorda y rapada, yo ya sabía que con esa perso-na, por su forma, había que tener cuidado. No paraba de pre-guntarme qué hacía allí, seguro que le sobraba presupuesto alhospital para tener un cuerpo de guardias. Antipático, pero esque le gustaba serlo, se parecía al demonio, o sea que ademásde luchar con mi problema, tendría que luchar con una perso-

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na que no inspiraba confianza. La altura del guarda y, sobretodo, la mirada, si se observaba detenidamente, llevaba en suser a la locura sin fin. Se le notaba en la cara el ansia de humi-llar y maltrato psicológico, iba como esos perros que vemospor la calle, agresivos y dominados por el amo, hasta que pu-diera.”

“¿A quién protegía?, tal vez se protegía a sí mismo, a sustemores. Era imposible que esa persona sintiese ternura pornada, ese sentimiento estaba extinguido en su persona. La sim-ple mirada de este guardia imprime miedo, a cualquier enfer-mo. A la mejor es la forma moderna de mantener los mismosmétodos, de antes. ¿Ha cambiado algo en la psiquiatría? Me-nos mal que había otras enfermeras que eran tiernas y con untrato agradable, si no fuesen por ellas, seguro que no saldríanadie del psiquiátrico. Nos daban cigarros, nos leían el perió-dico y tenían un trato tierno, gracias a ellas pude salir a las dossemanas de allí. Pero el diagnostico de la enfermedad y loscorrespondientes medicamentos eran demasiados. ¿En quépensaría el médico?, esa medicación no había quién la aguan-tara. El poder del médico y del guarda, ¿me podrían curar?,me preguntaba yo. Si salí de mi recaída no fue gracias a losmédicos, sino al cuidado de mis padres. ¿Qué pasara cuandono estén?”

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XIV

TIEMPO DE CAMBIOS

Érase un mundo donde los cambios eran muy rápidos,la burguesía se había extendido mucho en casi todos los paí-ses, se había creado una amplia burguesía que, a base de hipo-tecas, hacía que el afán de ganar dinero fuese prioritario. Elestado promovía la empresa privada hasta niveles increíbles:a cualquier persona con un proyecto, por muy ridículo quefuese, los gobiernos le aportaban dinero, el caso es que cadauno se convirtiese en empresario.

Por el dinero que algunos gobiernos habían invertido eninvestigación, se veían ahora unos resultados muy positivos,se había entrado en un camino en el que la investigación dabafrutos más que óptimos. Más dinero para investigación y asíentramos en una espiral, como aquel mago que no paraba desacar trucos y trucos sin parar, así esta hoy la ciencia. El siste-ma, en vez de pensar en hacer revoluciones, inventaba, un díay otro también, nuevos avances que en teoría nos haría la vidamás fácil. Como aquel mago, nos deslumbraba, haciendo milpreguntas de cómo sería eso.

Pero si aún no nos creemos lo que nos está pasando. Soloutilizamos una pequeña parte de los inventos que tenemos eneste momento, pero es que no sabemos utilizar el último y yatenemos otra novedad que nos hará la vida más fácil. La in-

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vestigación aplicada a nuestra vida diaria hace que los cam-bios sean revolucionario, pero esta revolución no es como lasotras en las que se quería cambiar el mundo en nombre de laigualdad y la fraternidad, no, estos cambios no van por hay.Van para que, como con el mago, nos ilusionemos con susjuegos, para no pensar, solo nos quedamos con la ilusión mo-mentánea que nos produce. Pero cuando llegue el momentoen el cual pensemos fríamente, nos daremos cuenta de quevivimos en un mundo, en el que solo se nos dan golosinaspara que todo siga igual.

Tal vez vivimos en un mundo en el que necesitamos lailusión del mago para abrir la boca con cada uno de sus nue-vos juegos, será eso lo que necesitamos. Yo mantengo quesólo necesitamos estos inventos para ser cada vez más egoís-tas, para utilizar a las demás personas para nuestros fines. Alsistema le interesa mucho cada nuevo invento porque no poneen tela de juicio nada de sus fundamentos, sino que los asimi-la y a tirar para adelante, manteniéndonos así el máximo tiem-po posible encandilados. Porque de lo que se trata, a mi pare-cer, es no inventemos un nuevo nombre a las revolucionesque hay hoy en el mundo, sino que a los posibles revoluciona-rios, como con el mago, se les lleve de fiestas constantes, paraque tengan el mínimo tiempo de pensar en sus cosas.

Sí, eso es, no conviene que el hombre piense por sí solo,y que esos pensamientos sean compartidos por los demásmenos aún. De lo que se trata es de alcanzar la riqueza nece-saria para cada uno, en la cual se sientan como unas especies

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de dioses, ejerciendo el poder sobre algunos y haciendo alar-de de sus riquezas.

Si paseamos podemos ver muy buenos coches, que pa-san una y otra vez por la carretera, si vemos que casi todapersona que vemos lleva un móvil, ordenadores, hay casi unopor persona. O sea, inventos modernos para, junto con la tele-visión, evitar que pensemos en lo que no conviene a los gru-pos más poderosos. Porque pensar es malo, mejor es entrete-nernos haciendo cosas, pero pararse a pensar en el mundo, enla sociedad, en la relaciones humanas, eso es peligroso, ade-más crea adicción.

Critico desde aquí cosas que parecerán más o menosimportantes, pero ¿para quién escribo?, no es solo como sifuese un ejercicio mental porque me interesa que mis ideaslas entienda alguien más, aunque es difícil, no por la dificul-tad de las ideas, sino por los medios por los voy a difundir misideas. ¿Cuáles serán? Es una pregunta interesante.

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XV

TIEMPO DE COSECHARelato corto

Hace ya muchos años el modo de vida era diferente acomo es el de hoy y también al que vendrá mañana.

Había un caballero de lanza en ristre, el cual andaba portodos los lugares imaginables, deshaciendo entuertos. Llegóen pleno verano, cuando ya las siembras estaban para cose-char. Llegó a un pueblo donde la cosecha estaba en pleno apo-geo, ya se había segado el trigo, la cebada y la avena. Tambiénse había espigado, o sea, se habían recogido las espigas quelos segadores se habían dejado, no se desperdiciaba nada.

El año había sido bueno, había llovido mucho y el cam-po estaba pletórico, la primavera también había sido buena,las cerezas, los ajos, las patatas, las cebollas, había sido unbuen años de lluvia, todos los años no eran tan buenos comoéste, había otros peores, en los que las gentes del campo pasa-ban mucha escasez. Al llegar el tiempo de la cosecha, los hom-bre con sus hoces, todos en línea, empezaban a segar el trigo,todos mantenían un ritmo y, segando lo que abarcaba la mano,hacían haces, detrás iban los mulos cargando los haces, parallevarlos a la era. En el pueblo había dos eras en las cualesentraba el aire de una manera regular.

Hoy si vamos a esos lugares, con el caballero de lanza

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en ristre, encontraremos esas eras cubiertas de casas. Ya nohacen falta las eras. Las cosechadoras ahorran trabajo en untiempo record, empiezan por una finca y siguen con la otra,así hasta terminar de cosechar todo lo sembrado.

Recuerda el caballero cuando contemplaba desde la le-janía cómo en las eras, con los trillos dando vueltas incansa-bles, llevados por el dueño o por un asalariado, hasta que lapaja dejaba el grano. Recuerda este caballero que un año llo-vió en tiempo de la cosecha, y hubo que hacer raíles para queel agua no dañase la cosecha, al venir el buen tiempo, se seca-ba y se podía sacar el grano. Cuando corría aire, con las hor-cas se lanzaba la paja para que el trigo quedase aparte, al pe-sar el trigo más se quedaba abajo y con el viento la paja seseparaba. Cuando el trigo ya se quedaba limpio, se introducíaen los sacos para llevarlos a los atrojes, la paja para el pajar.El trigo para poder comer todo el año, y la paja en los pajarespara cuando los animales la necesitasen echársela poco a poco.Los mulos siempre tenían así paja para comer. El caballero sepreguntaba cómo con la paja estos animales se mantenían tanfuertes, seguro que también le echarían algo más.

El caballero seguía por estos lares, unas veces iba a unsitio y otras a otro, al fin, terminó por conocer toda esta zona.

Los muleros con sus mulos, cuando llegó el tiempo, se dedi-caban a roturar la tierra con sus arados, para poder volver a sem-brar, siempre dejaban sin labrar el terreno que cultivaban un año,para el siguiente sembrar, una vez que la tierra había descansado, aveces dejaban otro año más la tierra para que se recuperase.

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El caballero sólo observaba, parecía que había traído laviolencia, pasó unos años por allí, pero los nubarrones de sulanza en ristre no presagiaban nada bueno. Efectivamente, noha muchos años se desató la guerra, todo el mundo se volvióloco, menos el que ejercía la violencia. Detrás de este caballe-ro vinieron otros, necesitaban comer y, por la fuerza, se adue-ñaban de lo que los agricultores habían recolectado. Vinieronaños de pobreza, a los hombre se los llevaban a la guerra, lasimiente de la guerra no dejaba que las siembras creciesen,eran ciclos, muchos no olvidarían la última guerra.

Nunca la violencia tendrá razón, pero nos la topamos defrente, muchas veces sin encontrar ninguna razón para ello. Elpoder de unos pocos mandaba sobre todos los demás. Las aza-das, las hoces, las horcas se convertían, por la sinrazón, enpistolas, fusiles, aviones o tanques. Las guerras no acabannunca, siempre queda el rescoldo para la siguiente, será mástarde o más temprano, pero aunque no la queramos volverán.La guerra del agricultor por conseguir una cosecha buena sevio truncada por el caballero de la triste figura. Se pasaronmuchos años de hambre, los hombres se dedicaban a pelearseentre sí, el campo se había quedado abandonado, solo lasmujeres y los niños hacían lo que podían, que era bien poco,pues escaseaban las fuerzas.

Hoy vemos los arados y los trillos en sitios que decorany nos recuerdan otros tiempos, sirven para adornar el paisaje.Los caballeros también se han transformados, los vemos a al-gunos cómo observan la vida de una manera un tanto diferen-

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te, al igual que la siega ha cambiado y lo han sustituido lacosechadoras, del mismo modo los caballeros de la triste fi-gura andan por esos caminos de Dios pensando en un enemi-go imaginario con quien pelear. Claro que tienen a su fielDulcinea, que en muchas ocasiones les quitan esas ansias depelear. De todas formas, este caballero no hace daño, sino quese nos mete en la mente y nos demuestra que la guerra y laviolencia no tienen ningún sentido.

El pobre caballero no desaparecerá nunca, por muchosaños que pasen, cuando recorren el campo y ven esos bos-ques, o esos sembrados, siempre su cabeza, aunque no muycuerda, será un referente antiviolento. Ha leído mucho y elcerebro ha confundido la realidad con la ficción, pero ahí lotenemos, lo vemos por cualquier sitio, unas veces más serio,otras más alegre, pero siempre con esa razón que nunca llega-remos a comprender.

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XVI

TODAS LAS ENFERMEDADES TIENENSU SOLUCIÓN

A aquella persona que esté muriéndose de las múltiplesenfermedades que nos pueden aquejar, ¿qué consuelo le da-mos cuando sabemos que los días que le quedan están conta-dos? Es una difícil situación si nos ponemos en su lugar. Por-que si padecemos cualquier otra enfermedad, tal vez ésta sítenga cura o un alivio prolongado, con los medicamentos.

Pues bien yo he conocido a algunos amigos que han es-tado jugando con la muerte y, por lo menos en los casos queconozco, han salido ganando de este triste juego que es lamuerte. Han escapado, no sin ayuda, su ayuda han sido algu-nos médicos, que han sabido dejar pasar el tiempo y con laayuda de los medicamentos, en poco tiempo, estas personashan pasado de estar al abismo de la muerte a tener una vidacasi normal.

El título de este escrito tal vez peque de optimismo, se-gún con qué óptica se vea, de todas maneras es totalmentecierto. Yo conozco a una persona que se sentía morir y sufríamucho con la enfermedad que padecía, pues bien, fue a unmédico para más señas de la Seguridad Social, y tal vez fuerala comprensión total que tuvo ese médico con el enfermo, queéste recobró su vida de una manera normal. Mi amigo me conta-

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ba que había nacido de nuevo. Tal vez otro médico hubiese he-cho lo mismo, aunque él decía que era cosa de suerte haberencontrado a ese médico, que le hiciese recuperar la salud, cuan-do él ya sentía casi en los brazos de la muerte, y no de unamuerte cualquiera, sino de una muerte con mucho dolor. Talvez todas las muertes sean con mucho dolor, eso no lo sé yo.

En estos momentos me hago una pregunta y creo que noes baladí: ¿conllevan todas las enfermedades inexorablemen-te el dolor? O sea: ¿para morir hay que sufrir? En esto nopuedo dejar zanjada la pregunta, con una respuesta tan cate-górica como la del título de este escrito, no lo sé, lo único quesí sé es que el sufrimiento de una u otra manera va unido a laenfermedad, además de ser un síntoma, creo que es tambiénalgo que va unido a la enfermedad. Cuando un miembro sedebilita, o le aqueja alguna enfermedad, ¿equivale a sufrimien-to?, yo creo que sí.

De todas maneras este escrito quisiera ser un homenajea toda la profesión de los que se dedican a curar y que son losmédicos, unas veces con más aciertos que otras, ¡ojalá quetengamos en muchos aspectos de la vida alguna persona que,como los médicos en la mayoría de los casos, solo intenteencontrar curación a las enfermedades que cada día nos afec-tan! Desde aquí quiero dar unas gracias genéricas para todosaquellos que, muchas veces arriesgando su salud, trabajan paracurar la de los demás.

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XVII

TORMENTA DE VERANO

Las golondrinas ya traían a remolque de sus alas la tor-menta ya venía, faltaba poco tiempo, ya se respiraba ese olorcaracterístico para un entendido.

El primer día de apertura de la piscina, allí estaban, portodos los lados, las golondrinas, no paraban de volar, una vezpor un lado, otra por otro sitio, en definitiva, en su vuelo elobjetivo era calmar su estomago con los animales que des-prendía la piscina, parecía que, en su incansable volar, quisie-ran dibujar un dibujo en el cielo de paz.

Una de ellas, fuera por casualidad o porque era muy atre-vida, no paraba de jugar con el agua, en calma, pero corríapeligro si las alas se le mojaban, casi sería su muerte. Yo esta-ba allí observando, parecía que la golondrina quisiera decir-nos algo, pero yo sólo veía la belleza, que, como en un cua-dro, hacían ellas al dibujarlo.

Los gorriones estaban jugando con saltitos con las coli-llas de tabaco y con la hierba, ya casi se habían domesticado,les daba igual que hubiese más o menos gente. Muchas veceslos gorriones, cuando vamos por la carretera, vemos que seestán quietos y que el coche los machaca, los coches son tam-bién criminales con la naturaleza, tantas cosas hay que hace-

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mos para nuestro propio perjuicio. Los pobres animales vanquedando cada vez menos, de una forma u otra, con nuestraprovocada contaminación.

Será tal vez porque el destino de todos es la muerte, y sinos morimos más tarde o más temprano viviremos sufriendoigualmente, penando para poder llenar el estomago, porquelos animales no se sabe cómo viven todavía, pero ¿y cuandovengan las epidemias y se acerque el fin del mundo? Todo seacabará, no sabemos cuándo, pero llegará el fin, y cuando lle-gue le esperaremos para que nos redima del sufrimiento.

Aunque en esto no hay que pensar, es mejor vivir y tra-bajar y desear que nuestro fin sea lo menos doloroso, peroantes o después llegará esa golondrina que un día nos llevarácon ella.

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XVIII

UN AIRE LLENO DE SENSACIONES

Había llegado el verano, el calor se notaba muy eleva-do y el aire permanecía adormecido. La mujer ya entrada enaños sabía de estos aires mucho, pues no era la primera vezque, ayudada por el viento, llegaba a un estado indescriptible.Ella estaba sentada en su hamaca en la puerta de su casa ysabía que, como todos los años, por la noche, cuando estuvie-se disfrutando de un merecido descanso llegaría el viento. Nosabía lo que tardaría en levantarse ni si tomaría la direcciónque a ella le vendría mejor, para sentir cómo al penetrar el aireentre las faldas y sin nada que entorpecer su paso, se pasearapor entre las piernas.

Escasas eran las veces que conseguía esa sensación, pero-se decía para ella- merecía la pena esperar al verano y a eseambiente especial que da la noche para volver a sentir algoemocionante, como si fuese una acaricia del amor. Llegaba amojarse su parte femenina. Pero el placer iba aún más allá,duraría mientras ella estuviese concentrada en el movimientodel viento y, mientras éste se moviera según sus leyes, la mu-jer permanecía como en una especie de éxtasis permanente.

Al pararse, ella disfrutaba poco a poco de la quietud queproporcionaba, intentaba prolongar el placer, en su mente loconseguía, pero había un momento en el cual, sin viento, ter-

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minaba por terminarse. Había conseguido recordar ese placerque le producía cada verano y en contadas ocasiones. Muchasveces cuando añoraba el verano lo primero que le venía a lacabeza era su compañero, el aire.

El placer lo había descubierto casi por casualidad a fuer-za de convivir y de jugar con el viento que subía por su calle,como la calle estaba casi siempre solitaria, un día una ráfagade viento le había puesto el pelo de punta, solo se debía alcambio de temperatura, pero a partir de ahí ella, recostada ensu sillón, sentía cómo el viento jugaba con sus piernas, hastaque el atrevido buscaba la parte más femenina de una mujer,ella jugaba con el cuando el viento que había subido un poco,cerraba las piernas, como domesticándolo. A fuerza de repe-tirlo, consiguió un dominio importante. Todos los veranosconseguía algunas noches esa especie de éxtasis.

Me lo contó en una residencia de ancianos mientras yole daba de comer. Decía que había dominado el viento paraalgo bueno, su placer personal, tenía tal tranquilidad que, porla forma de decirlo, yo creía que era cierto. Pero había unvecino que se había dado cuenta de cómo la mujer jugaba conel viento.

Más adelante, ojeando una revista, leí que una escritorarelataba algo más o menos parecido.

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XIX

UN AMIGO QUERIDO

Cuando la justicia y la dignidad son robadas, ahí naceel inicio de la división de las emociones. Todo desaparece,solo queda la nada. Es nada lo que tiene sentido, para que, aborbotones, la voz exprese lo que la mente quiere. Y la mentey el cuerpo sobreviven. Y el cerebro sobrevive. Pero sobrevi-ve como ese gorrión que en la fuente acerca su pico una y otravez, sin beber, aunque esté sediento, lo hace porque le moles-ta el cemento de esa fuente, que no está donde debiera. Por-que sabe que irá a más sitios a beber agua y sabe seguro quenunca beberá donde su instinto se lo advierta.

Cuando todo ha perdido su sentido buscamos a un amigo,aunque, cuando hay problemas, en la mayoría de los casos, seretiran como las palomas cuando oyen un disparo. Las relacio-nes humanas nos acompañan desde que morimos hasta que na-cemos, pero el individualismo, familiar, a nivel de amistad tam-bién, nos llevará a la destrucción, si seguimos así, como en aquelcuento, no habrá contenido en nada, solo autómatas, sin sensa-ciones y pensando en el placer individual. Caminaremos, co-meremos, trabajaremos, pero si las situaciones cotidianas vanpor mal camino, todo nos llevará a cosas desagradables.

Es muy difícil convivir, pero recuerdo ahora a una an-ciana que había en una residencia. Estaba encargada de la cen-

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tral de teléfonos, parecía las voladoras, no paraba y seguíaintentando recibir las llamadas. Yo no sé si lo hacía bien, perome pregunto: ¿Llamarán los abuelotes a quien quieran? No losé, a lo mejor no desean hablar, encerrados en su mundo, has-ta que les llegue la muerte. Ahí están para verlos, con buenacomida y limpieza, esperando el gran silencio. Los familiaresestán contentos. ¿Estarán bien cuidados?

Ese aguilucho que nace no sabrá dónde va, pero la fami-lia sí sabe dónde tiene a sus seres. ¿Queridos? Esto es de loque hay que alegrase, que cada uno haga lo que quiera enlibertad y que nos lleve al progreso. Cuidar a las personas,mimarlas, y hacer de nuestro entorno un sitio donde se extin-gan las enfermedades y cada ser humano haga lo que quiera.Hay que progresar pero con respeto a la naturaleza y vivir enpaz. Si hay algún tono de voz más alto, hay que comprender-lo, y seguro que así conseguiremos un mundo con más paz.Porque la paz existe, como existe la amistad, y si no, nos lasinventamos, sin violencia, dialogando, en tertulias que evitensiempre el peligro.

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XX

UN VIAJE CORTO

Pasó por mi lado sin mirarme, sé que iba más pendientede su mantenimiento en el vestir y en guardar las formas, o talvez pensando en la tarea que iba a realizar. Yo la observaba yde ella me viene la idea de escribir esta perla dorada.

Seguramente no la volveré a ver nunca más, aunque elvehículo en el que se movía era de un pueblo cercano. Metransmitía mucha sensación de mujer, aunque ella nunca mevio. La vi entrar en el Ayuntamiento, seguro que iba a haceralgunas gestiones burocráticas- Le acompañaban dos perso-nas mayores, deduje que serían sus padres, aunque su imagendejaba bien sentado que era una mujer independiente y muyfemenina.

De lo que vi me llamó la atención un chal, de hilo gordo,haciendo un dibujo cuadriculado. Sí, así la vi. En un momentopareció a punto de caerse a causa del suelo, pues cuando bajódel coche en pendiente, al abrir la puerta, no se dio cuenta dela inclinación del suelo. Era alta y rubia. Aunque ella no meverá nunca.

Mira por dónde, si va a otro pueblo y hay otro observa-dor que escriba impresiones de ella, pudiera darse el caso quefuese visitando pueblos para conocerlos y tal vez vaya pen-

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sando que seguro que su presencia no pasará inadvertida porningún sitio por donde pase. Vosotros, que tal vez la habéisvisto, escribid, hablad, inspiraos en algo tan bello. No era mujervulgar, ella lo sabía, iba buscando el aire de la libertad y de labelleza, solo aspiraba a eso, transmitía elegancia de mujer,mujer.

Hasta cuándo podrá mantener esas sensaciones, para míque iban con ella, serán innatas. El tiempo ¿qué haría de ella?,no lo sé, pero sé que llegará a la vejez, bueno eso es aventurarmucho, pues ¿quién sabe el futuro?, por mucho que planifi-quemos, seguro que muchas veces nos equivocaremos. Talvez dentro de unos años la vuelva a ver, porque, aunque tengopoca memoria, hay cosas que no se olvidan. De todas mane-ras, si se me olvida, ésta es la prueba de que existió. Tal vez lavuelva a ver y no la reconozca, además ¿por qué la iba a reco-nocer si esto es un cuento?

Sé que aunque no la vuela a ver sí que veré a otras muje-res más o menos bellas y tal vez me hagan escribir más. Por-que todas las mujeres, aunque nos parezcan iguales, no lo son,cada una es de una manera diferente a las demás. Solo nosparecen iguales las que salen en la televisión. Aunque cuandose graba algo, al instante ya esta muerto, la siguiente respira-ción dará otra imagen. Por muchas fotos y grabaciones que sehagan, son naturaleza muerta. Hasta cuando hablan, están me-tidas en la cárcel de esos aparatos.

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XXI

UN CAMINO SERENO

El invierno se había alargado más de lo acostumbrado,había llegado casi al final de la primavera. A pesar de todo, lasflores primaverales se difundían por todo el campo. Paseabapensando en mil cosas y a ratos en nada, por momentos lavista se fijaba especialmente en el color amarillo de las floresde las retamas, abundaban por mi camino, el amarillo se deja-ba notar poderosamente del resto, era un color bello, pero a lavez limitador. Pues era la primera vez que me detenía a obser-varlas, siempre habían estado allí, por donde vivo, es una es-pecie muy común, pero la cantidad de retamas hacían que lamirada no pasase desapercibida, era un amarillo indescifrableen palabras, habría que observarlo, era tal el color amarillo delas flores que al poco de detenerse en él, elevaba la mente aalgo positivo y bello.

Iba paseando, unas veces me detenía a mirar los pies ylas piedras del camino y otras lanzaba la mirada como fle-cha en busca de alguna explicación a la duda en la que lle-vaba tiempo pensando. En el amarillo de la flor de la reta-ma la encontraba. Lo malo -pensaba yo- es que mi pensa-miento no durase como la flor, sabía que la flor amarillaperdería su color, para transformarse, y así sería mi pensa-miento, ¿florecería la primavera siguiente?, ni la retama niyo lo sabíamos.

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Hay hombres que de una manera más o menos aceleradapasan por la vida, dejando siempre algo, aunque no lo perci-bamos, esa influencia sembrada, cuando se engendró, se deja-ra sentir en la naturaleza y en las personas. Nada hay sin unarazón, todo tiene su explicación, menos cuando los filósofosse empecinan en buscar sentido a la nada, siempre, aunquesolo sea en la misma palabra ya hay sentido. Y si no que lodigan al amarillo de la retama, o al paseo disfrutando de lanaturaleza.

La naturaleza es buena, menos cuando descarga su irasobre nosotros, no es que se enfade, sino que, de vez en cuan-do, como nos ocurre a nosotros, lo normal deja de serlo y, porunos momentos, la ira contenida por un enfado se deja sentirsobre nosotros. Pero, con todo, hoy me quedo con el amarilloesplendoroso que la retama, hoy este color se ha dejado sentirde una forma señorial sobre el campo, solo hay que ir a verloy disfrutarlo. Me quedo con la retama, la dueña hace no mu-chos años de todos estos campos plantados hoy por el hom-bre, para comercializar sus productos. Tal vez el amarillo dela retama ya este comercializado, pero de la forma que noso-tros lo percibimos, de una manera salvaje, seguro que no losencontraremos ni siquiera dibujado por el mejor pintor.

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XXII

UN CUENTO DE GORRIONES

En cualquier pueblo de Andalucía, los gorriones son muyabundantes. No sé cómo, pero hasta en las playas andaluzasvan y acarician a los bañistas y de paso se comen un poco desus desperdicios de comida. No solo hay gorriones en las pla-yas, sino que en las sierras, en las ciudades y en los camposlos podemos ver. Son unas aves un tanto extrañas, están ahí yacompañan a los hombres en sus quehaceres, si vas a la ciu-dad te encontrarás en los árboles cientos de ellos.

Pues un día, paseando por el campo, retuve la miradasólo unos segundos en la casa de una depuradora y observédetenidamente cómo los gorriones se posaban lentamente entodo el borde, observé que hacían el tejado de la casilla, todosse alinearon y aún faltaron algunos que se quedaron si quererposarse en la casilla.

Ahora bien, me pongo a pensar si es un hecho fortuito oes que a los gorriones les gusta también dibujar juntos sende-ros de paz y de armonía. Claro, tiene que ser eso, no hay otraexplicación, ellos no perjudican a nadie, solo vuelan, se pro-crean y comen, pero en sus ratos libres también nos hacen vercaminos o multitud de caminos que nos enseñan a vivir enpaz. ¿Por qué no aprender de ellos?, solo los utilizamos paraestudiarlos, un estudio que nos beneficia, pero eso no es lo

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que ellos quieren enseñarnos. Me hago una pregunta: ¿tambiénlos gorriones nos estudiarán a nosotros para su propio modo devida?, claro eso tiene que ser, aprendemos mutuamente.

El piar de los gorriones, cuando se van las golondrinas,se hace más nítido, donde hay guerras o maldad allí no se oiráel piar de los gorriones, pero en los sitios donde los hombresviven en paz consigo mismos, allí siempre habrá como míni-mo algún gorrión. Casi siempre aprenderemos algo de ellos, yellos aprenderán de nosotros, pero ese saber junto debería devaler para que la paz se prolongase a todos los rincones delmundo, respectando a todas las culturas y personas.

¡Qué bonito ver cuando un gorrión está picando algo paracomer!, pero también es bonito cuando se juntan para dormir,para volar y para comer.

Un año había sembrado en una finca de un pueblo deAndalucía un alimento que les gustaba mucho, y solo dejaronlo que, ya hartos, caía al suelo. Acabaron con la cosecha de unpobre labrador, que él había sembrado para su recolección,pero, según parece, a los gorriones les gustaba mucho ese ali-mento, y vinieron gorriones de lugares lejanos para comer deese delicioso manjar.

Aunque parezca extraño, ellos solo nos enseñan a volary a cantar, pero para ello tienen que comer, cuando comen dealgo que les gusta mucho, mejor es su vuelo y su cantar.

Yo diría que son hombres transformados en aves, quenos guían por los senderos de la paz y la libertad.

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XXIII

UN CUENTO QUE SE COMPLICA CADA VEZ MÁS

Tengo la costumbre de que casi todos los días, al entraren mi casa, miro unos metros más abajo, siempre hay en lacalle unos contenedores de basura, como en casi todas las ciu-dades, con uno o varios recipientes en los cuales los vecinosvan depositando los sobrantes de sus hogares, bien sea restosde comidas, vidrios, latas, en fin esto todos lo sabemos. Eshabitual: todo lo que no nos vale, sea lo que sea, su destinoserá los recipientes de basura.

He observado que hay una fauna muy diversa, que se creaun mundo alrededor de los cubos de basura, hay gatos, perros,ratas, en fin, mundos y submundos que hacen de los desperdicios,que desechamos, auténticos ghettos, donde se adaptan animalesque antes vivían en las cuadras y en las cloacas. ¡Como nos hallegado la evolución de la civilización que ahora tenemos caminosde basuras! Antes los excrementos de las personas o animales ibana parar como estiércol a la tierra, para que su producción fuesemás, al tener este estiércol orgánico, para que aumentase el fruto decualquier cultivo. Ahora se recicla casi todo y vuelve otra vez a lacadena agrícola. Me cuentan que hay algunos desechos que sonmuy peligrosos, como las pilas y otros elementos, los cuales hacenque la química que llevan en su composición, al tomar contactocon la tierra, ésta se vea contaminada en un grado muy importante,afectando a todo lo que hay a su alrededor.

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Diréis, por lo que lleváis leído, que dónde está el cuentoque esperabais leer. Es que el cuento empieza ahora, pero sialguien ha visto en lo anterior algo de cuento también lo hay,yo por lo menos lo he hecho con esta intención.

Cuando oscurecía, todas las noches tenían reunión, comoel que tiene costumbre de tomar café, los gatos, blancos, ne-gros y de diferentes colores y edades. Siempre me llamaba laatención cuando había algún gato pequeño porque sabía quelos padres estarían muy cerca. Unos saltaban al contenedor yse metían dentro, para intentar coger alguna comida. Muchasveces cuando alguien soltaba la bolsa de basura, los gatos sal-taban como resortes fuera del contenedor. También había siem-pre alrededor de los cubos de basura, algunos perros, la ma-yoría de las veces se dedicaban a cazar gatos, como si fuesenconejos, aunque este menester les costaba mucho trabajo, pueslos gatos, con más reflejos que los perros, no se dejaban cogerfácilmente.

Iréis diciendo que dónde está el cuento, el cuento está enla evolución del hombre, que siempre seremos los mismosaunque las apariencias o los nombres cambien y si tenemosalgo que tirar, siempre habrá alguien, aunque solo sea un ani-mal o una persona lampando por lo que a nosotros nos sobra.Si nos sobra, lo tiramos, pero es que este es un ciclo sin fin, escomo aquel cometa que siempre iba paseando por el universoy nunca paraba, porque era eterno. Los gatos, los perros yotros animales siempre irán dejando huella y éstas se multi-plicaran hasta que llegue el momento en el cual el planeta se

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quede pequeño, aunque eso a mí no me importa, siempre ycuando los paisajes que construyamos sean bellos.

Porque la belleza, lo dulce, junto con el amor, harán queel ser humano encuentre ese punto de equilibro en que se sienta,allí donde esté, creando cosas hermosas, e intentando, es undecir, en cada rincón, exposiciones de pintura, conciertos demúsica, en fin arte, arte en las estructuras de las casas y en suinterior.

¡Cuántos cuentos van en este!, si sabemos, pensando unpoco, los cuentos se aproximan a la realidad porque, si medi-tamos un poco, ¿qué es la vida sino una sucesión de cuentos,parecidos a una cascada interminable de fuegos artificiales,con sus colores mezclándose unos con otros, para que nuestravista se divierta?

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XXIV

UN EDIFICIO SOLITARIO

Desde el primer momento que la vi, desprendía un cier-to misterio que nunca supe cuál era, pero sí puedo explicar lassensaciones que me produjo y que aún hoy me llevan a recor-darla. Cuando pienso que no pude enterarme exactamente depor qué y para qué se hacía esta casa solitaria.

La situación fue así: me encuentro en el coche buscan-do un restaurante y paso por delante de él, pero no me doycuenta, sigo adelante sabiendo que ya no lo encontraría porese camino, pero algo me indica que si seguía vería algo ex-traño; sigo por el camino de montaña y. en el pequeño valleque hacen dos laderas. allí está, el sitio era extraño, el am-biente también, mi cabeza enseguida empieza a maquinar co-sas, desde luego no esperaba encontrar ninguna persona, seveía a distancia que allí no había nadie, que aquella casa deparedes de piedra estaba allí para que nadie rompiera su eter-no secreto; cuando doy la vuelta buscando cuál sería su utili-dad, pensaba en algo espiritual, en un personaje importanteque la tendría allí para buscar la paz y la tranquilidad que im-ponía, nada más verla; unos kilómetros más abajo, en una ba-jada de la carretera, veo el restaurante, ¿a quién mejor pre-guntar –me digo- que al dueño del restaurante, muy amableen su trato, por otro lado?, menos cuando le pregunto por lacasa, me da la impresión de que el misterio que ya traía se iba

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a hacer más grande, pues, por sus respuestas a mis preguntas,sobre quién habitaba la casa y qué menesteres hacían en ella,se nota que no quiere tratar el tema de la casa misteriosa.

Pero alguien, algún día, llegará y se enterará de toda laverdad, pero no seré yo, aunque prometo que cuando pase porallí seguiré preguntando acerca de la casa. ¿Qué hacía en aquellugar?, ¿a qué menesteres se dedicaba? eran secretos guarda-dos por algunos, tendría que buscar a la persona adecuada paraque quisiera responderme si estuviera enterado de al menosalgunos detalles. ¿Sería de algún traficante de órganos o dedroga, o tal vez sería algo tan simple como una residenciapara el verano? El misterio, por lo menos en mí, persistía puesa quien preguntaba rechazaba responder y no solo eso sinoque añadían más leña a mi imaginación.

Muchas veces me preguntaba por qué mi interés porella, a mí al fin y al cabo no me importaba nada la casa, peromi curiosidad no tenía razón, solo sé que de tarde en tarde mimente se acuerda de la impresión que me causó. Volveré apasar por allí y mis preguntas, con toda seguridad, serán paraenterarme de qué uso se le daba. Policía no soy, pero habíaalgo que me atraía, no sabía con certeza la causa, pero siem-pre que pienso en ella recuerdo cómo las gentes del lugar guar-daban el secreto, si es que tal secreto conocían.

Era como un interrogante para mí, como cuando no sa-bemos una cosa y nos empeñados en buscarla, lo consegui-mos a base de paciencia y de empeño. El empeño lo tengo,pero por el momento no sé nada más.

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XXV

UN GATO MUY HÁBIL9-10-2005

Ocurrió un día de otoño, cuando las hojas, ya muertas,se desprenden lentamente de su querido árbol, el próximo añovendrán otras nuevas. Tengo un amigo que trabaja en el cam-po, un día me llamó para que pasáramos un rato con él. Efec-tivamente llegó el fin de semana y ya nos encontrábamos to-dos en la casa de José, mí amigo, juntos habíamos luchadocontra la soledad por lo que conocíamos también algo, aun-que poco, del ser humano.

Cuando, al día siguiente, nos despertamos, él ya lleva-ba trabajando algunas horas. Desayunamos y vamos a arran-car garbanzos -este año había sido muy seco y la cosechadorano había podido cosecharlos-. Al salir al sus tierras, veo a lolejos un gato, blanco y marrón claro. Conforme íbamos an-dando, el gato se cruzaba por las piernas de su dueño, lo que-ría mucho. Empezamos a juntar los garbanzos y el gato dandovueltas sobre nosotros, era increíble lo que yo sentía, pues yaen anteriores ocasiones lo había visitado.

Una vez cogidos los garbanzos, los apaleamos, losharneamos y los juntamos en sacos. Como aún teníamos tiem-po, nos dedicamos a coger las hierbas, ya secas de darle el soltodo el verano. Había pocas, pero mi amigo José me decía

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que, una vez cogidas con la horca o a mano, había que que-marlas, pues así moría la simiente mala. ¡Qué recuerdos delgato entre humareda de la hierba, de pinchos, amapolas,amordortelano y otras hierbas dañinas!

A José le gustaban mucho los animales, tenía perros,gatos, pavos reales, gallinas, cerdos. Su finca era pequeña,pero él vivía bien, no le faltaba ni para tabaco. Vivían felices,sus niños crecían por días y él disfrutaba de la vida. Cuandonos juntábamos, siempre recordábamos algunos casos que ha-bíamos presenciado de corrupción, todos los días salía algúncaso. Comentábamos también que éramos dueños del mundopero que el mundo ni giraba. Los dos considerábamos quetenía que haber una revolución, pues tantas injusticias no du-rarían mucho tiempo. Él siempre decía lo mismo: el dinerodestinado a los que hacen de la fuerza su modo de vida, cam-biarlo; y que se fijen en los pavos, o en las palomas o las águi-las reales. ¡Ojalá así fuese!

Al subir de trabajar, vemos también unos perros y unagata con sus gatitos, es una imagen preciosa. Por eso me gustavenir a ver a mi amigo, porque siempre nos depara algunasorpresa. Bueno es la hora de merendar. La gata les daba tam-bién por orden su leche a sus gatitos. No había duda, la natu-raleza es el medio natural de hombre. Allí desaparece todo lomalo que tiene uno, ver crecer los pepinos, los tomates y des-pués comértelos, eso hoy solo es privilegio de unos pocos. Lamayoría de la gente come comida de plástico,

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XXVI

UN MUNDO AL REVÉS18-4-2004

Hace diez años se nos ocurrió a un viejo amigo mío y amí mismo escribir un cuento sobre cómo nos parecía el mun-do a nosotros.

Todo parecía ir bien en una parte del mundo y, en mu-chos aspectos, iba bien; aunque se levantaban edificios a cualmás alto, las personas se alimentaban medianamente bien, seeducaba a los hijos para que el día de mañana fuesen los quedirigieran el mundo. Pero también había otras partes del pla-neta en las que la cara era otra, la cara de la miseria, el hambrey las enfermedades, eran cosas que en la otra parte no sufrían,salvo en algunos barrios marginales. Pero había muchos hom-bres que pensaban, o tal vez soñaban, en que lo básico fueseposible para cualquier humano, en ese empeño estaban. Lotenían todo planificado. Para dentro de diez años, esa igual-dad en los elementos básicos se haría realidad.

Mira por dónde, se tropezaron con los hombres que danmás valor a la muerte que a la vida, que tanto se empeñan porhacer lo impensable para, desde un prisma de tristeza y depesimismo, llevar a la humanidad al caos. Para ellos ya nohabía alegría, ni trabajo que permitiera al hombre progresar,lo que querían era la involución, o sea volver a tiempos ante-

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riores, ignorando los avances que se estaban dando en el pro-greso humano, querían retroceder cual un cuento. En ese em-peño estaban los unos y los otros.

¿Cuál de los dos bandos ganaría? El que quiere que elmundo sea mejor, o el otro, el que quiere volver a tiempospretéritos.

Desde siempre hay y habrá mentes que no piensen lomismo, pero lo que no se puede hacer en este mundo es quehaya personas que propugnen que los modelos económicos sederriben por la fuerza. Hoy somos más inteligentes, estosmodelos deben cambiar en libertad, pero sin recurrir a la vio-lencia.

Al cabo de los diez años que quedamos, volvimos avernos mi amigo y yo para ver y comentar este cuento: Mien-tras cenábamos, íbamos pensando que, con el tiempo pasado,al analizarlo, veíamos que vivíamos en un mundo donde lasoledad del ser humano se había hecho tan grande que todavíaexistían los mismos problemas; en lo que también coincidi-mos fue en que la historia del ser humano parecía inclinarse, alo mejor, por el momento, del lado de la violencia, de los odios,y, lo más grave, de la soledad interior, que hacía del humanoun ser odioso para él mismo.

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XXVII

UNA BODA SIN IMPORTANCIA

Una vez había un reino, en un país muy alejado, dondelos reyes gobernaban con un bienestar generalizado entre sussúbitos. Estos reyes vivían como dioses, o tal vez no, aún noles he preguntado si le gusta su sistema de vida, supongo que,no privándose de nada, no se quejarán, como no sea que setorturen con pensamientos filosóficos, no sé si les quedarátiempo para estas veleidades. Si en cada momento y circuns-tancia tienen lo mejor, supongo que las quejas serán mínimas,pero sigamos con el cuento.

Como casi todas las parejas, tenían sus hijos. Un día llegóel príncipe, ya mayor y soltero, diciendo a su padre que se habíaenamorado de una presentadora de televisión. El padre, sabiodonde los haya, pensó que era una influencia de la televisión y leadvirtió de que seguramente era una influencia momentánea, suhijo le decía que no, que era seguro que se había enamorado. Elpadre le dijo que a él también le gustaban algunas cosas que sa-lían en la televisión, y no por eso se le iba la cabeza detrás deellas. El rey le dijo que la televisión podía tener gran influenciasobre todos, pero el hijo seguía cabezón, nada, que se había ena-morado. Lo que no sabía el padre era que el príncipe ya habíaconocido a la que sería su futura hija política. Lo que fue unflechazo en televisión, se convirtió después en un amor, más no-torio en el príncipe que en la futura princesa.

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Se llevó a cabo la boda. Esto sí que es cuento de ver-dad, los mejores regalos del reino para el príncipe, lo mejor delas comidas para el príncipe y sus invitados, unos vestidos decuento, pero reales. Pero había un espectador, o tal vez varios,que no pensaban que esto fuese un cuento, sabían que era unarealidad, donde el poder en toda su grandeza se mostraba a losciudadanos para que los súbitos agacharan la cabeza y, aun-que se hiciesen muchas preguntas, ellos eran reyes y los de-más personas normales.

Tal vez fue buscando el príncipe eso precisamente, co-nocer a una de sus súbditas para saber cómo viven sus gentesy conocer de primera mano el mundo en el que se desenvuel-ve su reino, tal vez el príncipe quería ser una persona normaldel pueblo y no vivir con tanto lujo como en un cuento, queparecía que no era real. Nunca sabremos con exactitud lossentimientos reales, de sus graciosas majestades, unos dicenque tienen que ser como los de una familia normal, otros di-cen que no, que viven en un mundo irreal.

Lo cierto es que el príncipe, a la muerte de su padre,gobernó el país y la reina le ayudaba. Según cuentan algunosque lo vieron, fueron felices y tuvieron mucha descendencia,la reina se acostumbró pronto al ritmo de palacio.

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XXVIII

UNA MALA MAÑANA

Cuando la luna se despide del sol, llega una tristezaenorme, toda la familia, poco a poco, se ha ido enterando.Hace un momento, se ha muerto una persona. Se ha ido a ha-cerle compañía a las golondrinas, los gorriones y los colorines.Ellos son los que le han llevado su alma al edén.

Ya se ha ido, todo lo que tenía que hacer en la tierra seha acabado, otros, a lo mejor, seguirán el mismo camino, esono lo sabremos nunca, pero con toda seguridad nadie se podráigualar a él.

Era un campesino de los antiguos. Toda su vida la habíapasado en el campo, cuidando los olivos de sus antepasados.Campesino de los antiguos. Tenía también animales domésti-cos, la comida que sobraba del mediodía era para las gallinas yla cabra, no quería tener ovejas, pues prefería la leche de lacabra para su consumo. Era casi autosuficiente, cultivaba pata-tas, tomates, pimientos, engordaba un cerdo para matarlo en elinvierno. Así transcurrieron los más de ochenta años que vivió.Deja hijo y mujer. ¡Cómo podrán olvidarlo!, yo creo que nunca.

Todos vivimos olvidados de que, con un soplo de airefrío, se nos puede dar por terminada nuestra vida, no solo lade él, todos pasaremos, más tarde o más temprano, por ese

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trance. Ella no tiene prisa, unos más jóvenes, otros más vie-jos, todos nacerán y morirán, tal vez sea ésta unas de las pocasverdades autenticas del mundo, todo lo demás es juego, fanta-sía, destruirnos unos con los otros. A ella le encanta cuandocientos de miles de hombres mueren de golpe, así se alegramás. Pero no deberíamos seguirle el juego. Aunque ahora lasnoticias son optimistas, anuncian que a los jóvenes de hoy lesespera una vida muy larga. ¡Pobre trabajador de la muerte!Pero él no tiene prisa, es eterno.

Hay otra persona que se encarga de hacer el bien, perotiene pocos operarios y algunas veces no da abasto para man-tener el orden y la enfermedad, tenemos que hacer publicidadpara que los operarios aumenten y la guadaña de la muerte seretrase un poco más, pero todo se acaba: el sol, la luna, lasestrellas, todo tiene su fin, ¿Habrá algo eterno?, seguro que sí,pero hay que buscarlo y conseguir que la eternidad se hagarealidad.

Ya está debajo de tierra para que su hedor no moleste.La autoestima y la ternura, también lo más profundo del alma,se han oscurecido por unos días obsesivos, en los cuales losrecuerdos vuelven y vuelven, como si fueran ráfagas de me-tralleta, cuando uno menos se lo espera. Pero la vida sigue sucurso imparable y el olvido, como arena del desierto, va en-volviendo el pasado.

¿La muerte también tendrá su fin?, pues claro, cuandose canse o no tenga sitio donde poner a los muertos. Cuando

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le falte el aire, cuando se canse de manejar tanto muerto y suespíritu y su alma desaparezcan. Entonces ¿qué pasará cuan-do ella muera?, podemos ponerlo, como hace José Saramago,como una hipótesis que se puede hacer realidad. Quizás todosnos convirtamos en Ángeles con alas.

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XXIX

UNA PALOMA INQUIETA

Nunca sabré con certeza si la paloma que merodeabacerca de la fuente era común o torcaz. Por lo que pude observarme pareció que era torcaz, tal vez por eso se acercaba a la fuen-te con timidez. Veía que una y otra vez se acercaba al chorro deagua que surgía de la fuente, como si fuese la vida que mantie-ne el pueblo. Yo diría que hasta cientos de años el chorro de lafuente no había dejado de salir el agua. Los pájaros se acerca-ban una y otra vez, ya estaba acostumbrado a que calmasen lased con el agua interminable. No tenían miedo, se conocíanlos momentos oportunos para acercarse a calmar la sed.

Eran una estampa más del pueblo, una vez y otra sacia-ban su sed, o simplemente jugueteaban con su peculiar mane-ra. La estampa era normal en el pueblo, cualquier persona queobservase la vería. Seguro que así pasarían años, ocasionespara ver esa imagen estarían siempre ahí presentes para quetodo aquel que tuviese un poco de sensibilidad los observase.

Pero una tarde de primavera vi, por primera vez, a loque me pareció una paloma torcaz acercarse a la fuente. Yopermanecía quieto en la acera observando. La paloma, desdeel tejado de la iglesia, iniciaba su vuelo hacía el chorro de lafuente. Hizo varios intentos de acercarse, pero unas veces losniños pasaban por la calle, otras los coches le impedían pro-

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bar el agua. Yo deseaba que se posase en la fuente para vercómo bebía agua, pero ella, cuando se acercaba unos centíme-tros, volvía al tejado. Desde allí divisaba que la tranquilidadera un poco difícil de mantener. Esta tarde le ha sido imposi-ble beber el agua que sale, no es seguro que le gustase, pero síquería probarla. Por más tiempo que dedico a observarla, noconsigue calmar su sed. Seguro que en algún sitio distinto,donde haya más tranquilidad, su sed se calmará pues, desdesu vuelo por el cielo, ve dónde el agua está a su alcance.

Esa noche, en el tejado o en alguna rama, dormirá pen-sando que fue imposible, que en esa fuente que por ser segu-ramente la primera vez no pudo probar su agua, que tantosaños habría brotado. Ella seguiría allí, quería iniciar el queotras compañeras suyas consiguieran acercarse. Seguro que siel pueblo, a pesar de todo, se quedara solitario, si no hubieracasi niños, ni mayores, entonces será el momento de otras pa-lomas, comunes y torcaces, además de los pájaros, se sientansolos y beban esa agua que brota con un aprovechamiento tanexiguo. Entonces será cuando otras aves vuelvan a la fuente,cuando en ella no haya nadie. Porque los pájaros ya se habíanacostumbrado y seguro que otras aves seguirán también elmismo camino y beberán de esa agua que solo está para cal-mar la sed.

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XXX

UNA PUERTA ENTREABIERTA

De nunca me han gustado las puertas cerradas. Eso sig-nifica que la vida solo se concentra entre cuatro paredes. Cuan-do llevan mucho tiempo cerradas terminan por echar mal olor.En estos momentos en los que vivimos hay muchas puertascerradas y no solo al olor, sino a los sentimientos, al odio, etc.Al no entrar el aire, los muebles envejecen antes. Pero yo nole tengo miedo a eso, sino a la falta de vida, carente de senti-do, seguramente durante mucho tiempo.

El aire del verano hacía moverse la puerta de entrada dela casa. Aunque no nos gustaba, alguna veces el movimientodel aire hacía moverse la puerta, seguramente teníamos mie-do a que entrase algún ladrón. La posibilidad se podría darpero era muy improbable, pues al tener la televisión, o unaconversación, seguro que ahuyentaba a los ladrones. Nuncanos habían quitado nada, pero el miedo persistía, pues la gen-te que circulaba por la calle no era de fiar. El fresco que sen-tíamos en el verano dentro de la casa hacía que estuviésemosen una cueva, se estaba muy confortablemente. Sin embargo,en el invierno había que poner la calefacción para tener unambiente agradable.

A lo mejor llegaría el tiempo en el cual aquella casatambién se vería con todas las puerta cerradas. ¡Qué triste,

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pero casi seguro que pasaría así! Los duendes y los fantasmasseguro que se adueñarían de ella, seguro que pasado ciertotiempo la casa se vería derruida, pues el mercado inmobiliariolo imponía o, si no, al envejecer la casa, sería un peligro, pordesprendimientos o por otra causa, pero casi seguro que severía destruida. Tanto tiempo, tantas ilusiones, llegaría la má-quina y la derribaría, se imponía el cemento, como en otrasocasiones se habían impuesto otros materiales.

Pero aquellos momentos que pasábamos en familia, eldesayuno, el almuerzo, la cena, aquellos momentos de silen-cio o viendo la televisión, aquello sería inolvidable o segura-mente se nos vendría a la memoria de vez en cuando, cuandotuviéramos un momento de reflexión, aquellos momentos enlos que hacíamos nuestra vida de familia.

Aquellos portazos que el aire hacía dar a alguna puerta,que hacía peligrar los cristales de ella, siempre nos pillabande improviso, muchas veces llegábamos a asustarnos, seguroque el ánimo estaba en baja forma. La mayoría de las veces elsusto se saldaba con una reprimenda a aquel que se la habíadejado abierta. Pero el aire jugaba con nuestros sentimientosy nos hacía sentir y agarrarnos a la realidad.

Esto lo cuento como un cuento, pero no lo es.

En los tiempos en los que en los campos se hacían cor-tijos, seguramente por la evolución de la vida, con tierra, aguay tierra, unos eran pequeños, otros eran más grandes, según elmedio de vida de cada uno. En estos momentos recuerdo uno,

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recuerdo que en la parte de abajo había cerdos y en la parte dearriba los alimentos para estos puesto que había queengordarlos para en el invierno, hacer la matanza y guardar lacomida para comérnosla en tiempos donde era menester, paraechar mano al tocino, al chorizo, la morcilla y los jamones,tenía que durar casi todo el año.

Pasaron muchos años y un buen día, al avanzar el tiem-po, este cortijo se derrumbó, quedaron las cuatro paredes im-prescindibles. Para mí siempre permanecerá en la memoriacomo una realidad, el cortijo integrado en la naturaleza, sien-to tristeza al recordarlo como era. Ya en los días de hoy notienen sentido, pero para mí sí, tantos momentos de almace-nar cebollas, para venderlas durante el invierno. En fin mu-chos recuerdos que no cabrían en esta pagina.

¿Por qué será que casi todos los pueblos tenían las mis-mas construcciones, casas pequeñas, escaleras, habitaciones?Todo tenía su sentido. Se va cambiando con los tiempos, seevoluciona, siempre el que más tiene hace las casas mejores ycon mejores construcciones. ¿Quién ha conocido aquellos tiem-pos, en los cuales las patatas se ponían debajo de la cama dealgodón o de panocha? Eran momentos en los que lo que me-nos importaba era si la puerta estaba abierta o cerrada, lo queimportaba era la supervivencia.

De todas formas una puerta entreabierta invita a respi-rar aire puro, tal vez por eso me guste que esté así, tal vez seauna manía. Cerrar una puerta significa muchas cosas, es olvi-

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darse de todo lo que hay dentro, tal vez alguna vez la abramosy la veamos tal como la dejamos, pero creo que no es así.Cuando se cierra, algo se muere aunque cuando la abramos laencontremos igual, seguro que si pensamos detenidamentealgo, por muy insignificante que sea, se nos escapara a nues-tro sentido. Abramos o por lo menos dejemos entreabiertastodas las puertas, invitemos a que la libertad, aunque solo seala del viento, se mueva a su libre albedrío. No las cerremosdel todo, pues a lo mejor no podremos abrirlas algún día, aun-que quizás sí que hay algunas habitaciones que es mejor queestén cerradas mientras vivamos.

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XXXI

UNA TARDE DE LOS ÚLTIMOS DIAS DEL OTOÑOPaisaje

Ya se acerca el día en el que los días dejaban de ir acor-tando su duración, ya faltaba poco para que empezaran lenta-mente a hacerse más grandes. Entre el manto de hojas que sehabían caído de los árboles brotaba, como si fuese un sollozo,el sonido que, al pisarlas, se producía. Todavía no había llega-do el momento de que todas las hojas estuviesen secas, elmarrón y la sequedad iban ocupando el lugar de lo que en otrotiempo había sido verde. Las hojas se dejaban caer del árbol,lentamente, pero llegaría el momento en el que todo él se ve-ría con los troncos y las ramas desnudos.

Hojas que eran necesarias para la fotosíntesis del árboly para el alimento que todos esperábamos de él, para nuestraalimentación. Cada árbol cumple una misión en la naturalezajunto con los ciclos del tiempo, así se van comportando segúnla función que tenga asignada. Me da pena porque es raro verun paisaje donde la mano del hombre no esté presente, nodejamos que la naturaleza haga tranquila su función. Hablande integrar el hombre en la naturaleza y yo solo veo dominiode éste sobre ella.

Pensando en todo esto voy caminando por el camino.Las tardes de otoño, si sabemos verlas, nos sorprenden con

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algo que nos hace sentir al hombre en plenitud con los árbo-les, con las nubes, con el sol y la luna. Las nubes que al fondodiviso me traen recuerdos alegres, veo que donde las nubesterminan todavía el sol, ya casi escondido, lanza sus rayos decolor naranja oscuro. Las nubes cortan esos rayos como sifuese tirado el cuadro con un tiralíneas. Mientras miro esafranja de sol -las nubes no dejan ver más-, veo que hay unmonte como un trozo de circunferencia.

Desde el camino veo este paisaje que me evoca muchascosas, a pesar de que mi cabeza está pensando en otras cosas.No dejo de mirar al fondo para disfrutar con la belleza de estepaisaje. Hoy me he acordado de aquel paseo y creo que mere-ce la pena que lo ponga en el folio para, como aquella hoja, sedeje caer en alguien al que si no le gusta, por lo menos le hagapensar en algo bonito. La naturaleza nos complace a cada mi-nuto con momentos inolvidables, hay que salir de las ciuda-des, esos búnkeres de hormigón que nos hacen estar más so-los, aunque pensemos lo contrario.

A la vuelta, este paisaje me daba en la espalda, algunasveces me volvía para mirar y siempre estaba allí, pero yo sabíaque esta circunstancia no se volvería a repetir, sería casi impo-sible pues, aunque creamos que la naturaleza tienes sus leyes,no las tiene, es caprichosa, es bella. Aunque en algunos mo-mentos también puede ser peligrosa, a la mejor nos hace vercosas o sentir sentimientos que nos pueden hacer cambiar radi-calmente la vida. Mejor es que la veamos en cuados, en pelícu-las, para disfrutar de ella. Nos puede enseñar cosas que tal vez,si las vemos, nos muevan a ir buscándolas casi constantemente.

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XXXII

Y EL AGUA SURGIÓ

Había una vez un desierto en el que no llovía durantemuchos años, pero todo tiene su principio y su fin y sus habi-tantes lo sabían, no era la primera vez. Un buen día se levantoun aire fuerte como otras veces había pasado. Pero esta vez elviento traía algo que otras ocasiones no había ocurrido, revuel-to con el aire, traía algunas gotas de lluvia. Se incrementaba pormomentos, al pararse, el agua callo intensamente las nubes consus truenos y relámpagos intensos. Duró mucho tiempo. La arenase bebía el agua, calmando su sed, como si de una necesidadobligatoria se tratase. Todo empezó cayendo gotitas, pero almomento el cielo se cubrió de nubes y el agua caía de una ma-nera como si el mar se hubiese vuelto al revés. El horizonte nose veía, el agua y las gotas apretujadas no dejaron ver ni hacernada a aquellos que habitaban en esas tierras.

Estaban alegres, sabían aprovechar el agua porque ha-bían aprendido pues era un bien necesario y a la vez escaso.Veían cómo las nubes se abrían y el agua corría por la arena,haciendo surcos en ella. Llovió tanto como había sido la esca-sez. Ahora eran afortunados por la cantidad que llovía. Las pie-dras se inundaban de agua y poco a poco, con una calma lenta,ésta bajaba sabiendo que detrás empujaba más agua. El riachue-lo, al fin, haciendo lagunas, se llenaba del preciado líquido. Loshabitantes de estos parajes no se creían lo que veían.

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¡Había sido tanto el tiempo pasando una sequía muyintensa!

Sabían que estas aguas traerían riquezas, en sus huertasse criarían las patatas, las cebollas y casi todo lo que planta-sen. Mientras llovía, algunos ya veían sus huertos llenos devida y de alimentos, sabían que semilla que plantasen crece-ría. Sin agua no germinaría, como había pasado otros años,todo se secaba, las plantas se quedaban sin producir, por faltade este liquido. Los más viejos sabían que esta lluvia era muyimportante para ellos y que sería suficiente para obtener unasbuenas cosechas. Ya los años les habían enseñado cuándo unacosa era buena o no. Las terrazas en forma de escaleras, yacasi desaparecidas, volverían a ser utilizadas, circularía porellas el agua para llevarla a las plantas.

Pasaron muchos años y los agricultores pensaban enaprovechar el agua, hicieron presas y represas para guardarla.Los años fueron normalizándose y el agua corría por sus ace-quias distribuyéndose por los machones, todo eran beneficios,ver las plantas crecer y dar sus frutos, era algo que a todoscontagiaba de alegría. Algunos pensaban en el máximo apro-vechamiento del agua. Sabían que sus productos irían al mer-cado, donde funciona la ley de la oferta y la demanda. Aunquesolo unos pocos comerían estos alimentos, de otros seguroque sobrarían y casi seguro que a los agricultores no les llega-ría ni para sacar los gastos. De lo que hay poco es lo que estamás caro, pero cuando hay abundancia los precios son másbajos. En el mercado las cosas no tienen razón de ser si no espor la oferta y la demanda.

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Hubo un país que pensó en planificar las necesidades,pero esto no funcionó, seguramente era por la corrupción, peroesta idea no es mala. Hoy nos sobra de todo, teniendo un suel-do alto, pero si el sueldo es bajo tenemos que andar buscandolas ofertas y los productos que tienen los precios más bajos.El final de mes a la mayoría se nos hace muy duro, claro quea unos más que otros. Hoy, con los alimentos de plástico, vandando para llenar el estomago, para alimentar a tantas perso-nas. La comida que tenemos en nuestras casas no es natural,es de plástico, pero qué importa si el estomago lo llenamos.Llegará el día en el que con determinadas pastillas cubrire-mos nuestras necesidades, seguro que lo vemos así. El otrodía me decía un amigo inmigrante que la comida en su país esde más calidad, que nosotros lo que comemos es plástico.

Ese es el desarrollo. Porque aunque esto sea un cuento,la realidad seguro que supera al cuento.

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XXXIII

YO SOY DE PUEBLO

Esperemos que dentro de unos años todavía siga la gentediciendo esto. Pero me temo, por lo que se ve en otros sitios,que cada vez será menos la gente que diga soy de pueblo. Lode ser de pueblo no se ha llevado nunca, ni siquiera cuandoestos podrían llamarse tales. Era sinónimo de economía desubsistencia, de mucho trabajo, durante casi toda la jornadadel día, de poca ganancia generada por él.

Como quiera que todo en esta vida es cosa de alternati-vas, allí estaba la ciudad o los focos industriales que genera-ban mucho sueldo por poco trabajo. Claro que este trabajo erarelativo, en tanto en cuanto se le añadían las máquinas que lohacían, con unas breves atenciones del obrero, para que sedisparase la producción, que por sí solo el obrero era incapazde producir. Y seguimos añadiendo más máquinas para que elobrero, por unos míseros euros, siga diciendo a la máquina elcamino que ha de seguir. La economía se ha regido por estasnormas, en todos los rincones del planeta, lo que no ha conse-guido la economía ha sido inundar el mundo con sus podero-sos dogmas y realidades. A lo mejor es porque no ha podidoconquistar el mundo, pero seguro que es cosa de tiempo.

Aún hay sitios donde se cultiva el amor, el trabajo y lacreencia en los propios medios, pero son como microclimas

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en miniatura donde ha durado la felicidad, mientras algunosavances de la civilización no han llegado hasta ellos. La ver-dad es que son los menos.

A mi parecer, y esto no es un cuento, el obrero tiene queluchar por su salario, de una forma más cómoda en unos sitiosque en otros países donde todavía no han alcanzado nivel deindustrialización. Hay una lucha constante, pero esta luchaentre obrero y empresario no es cosa de cuentos, pues cuandoel obrero llega con su salario, si es que lo tiene, a su casa,pronto se da cuenta de que no es suficiente para todos los gas-tos de subsistencia. En unos hogares distraen el hambre concuentos, pero en otros ven la realidad y se dan cuenta que loque a ellos les falta se les esta robando en su trabajo y desper-diciando en lujos por parte de aquellos que han conseguidoreunir toda la ganancia de la empresa. A ellos no les faltara denada. Unos se entretienen en matar el hambre con lo primeroque pillan y otros, mientras, dilapidan el sudor de muchos paradisfrute propio.

Este es el cuento de cómo hay que desarrollar la inteli-gencia para que el hambre nos pase de largo.

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XXXIV

A MIS AÑOS VOY CONTANDO CUENTOS

Así es aunque no lo creáis: a mis años voy contando cuentos.Creo que es una manera especial de percibir la vida, si no laves con una buena dosis de ternura, no merece la pena vivir larealidad. ¡Ojo que también he conocido a mucha gente quehace lo mismo que yo, según su forma! Si fuésemos todosiguales, contaríamos siempre lo mismo, pero así cada unotiene su manera de expresarlo, de contarlo, casi siempre. Es-tos mismo cuentos míos, aunque parezcan repetidos no lo son,cada uno tiene su acento especial. Hay muchas maneras decontarlos o de inventarlos, incluso hay cuentos para no dor-mir, es una buena manera de pasar la noche, pensando en uncuento. A mí personalmente no me gustan los de miedo, perosí los de intriga.

Creo que el cuento siempre ha existido, creo ademásque es la madre de todas las literaturas, bien sea orales o escri-tas, de ahí han nacido numerosos hijos, al desarrollarse nopodían contar historias y les dieron otros nombres, como no-vela, ensayo, pero, en definitiva, ¿qué es todo esto sino unoscuentos, unos más grandes que otros? Yo lo veo así, en otroscuentos a lo mejor pienso lo contrario, como es un cuentopodemos dar mil vueltas a los argumentos. Pero lo verdadera-mente importante es si nos lo creemos. En un principio hayque creérselos para degustarlos como una buena comida, pero,

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como tal comida, después viene la digestión. Ahí es donde elcuento hace su mayor efecto. La simple escritura de la palabracuento nos evoca a todos cosas bonitas, agradables, casi siem-pre sensaciones buenas, también cuando lo pronunciamos,cuento, casi siempre los niños son los principales en oírlos yponerse alerta, pero yo también conozco a muchos mayoresque sienten como los niños.

Como creo que la vida es un cuento, para unos más pesa-do que para otros, no tienes que compartir esta opinión, amigolector, pero la vida tiene un principio y un fin, en el camino esdonde hacemos los cuentos, aunque no tengan títulos ni fin.

Una vez oí que en un lugar había la costumbre de espe-rar al cuentacuentos. Todo el año lo estaban esperando. Te-nían así un año entero para criticar o alabar alguno en especialque les hubiese gustado. Lo esperaban, sabían que vendría,que el cuentacuentos recorría los pueblos y ciudades. No sesabía si los contaba inventados o creados por él, nunca se sa-bía, aunque tampoco importaba, lo importante eran las emo-ciones que trasmitía aquel hombre que se dedicaba, siempre,de un año para otro, a ello. Siempre eran diferentes, de com-probarlo se encargaba la buena memoria de las gentes. Lo queno sabremos nunca era si en sitios alejados entre sí repetíaalguna vez alguno. Algunos amigos del cuentacuentos le de-cían que fuese más veces, no solo una vez al año, el decía queseguro que si iba más a menudo se cansarían. Algunos pensa-ban que no iba por no repetirse, aunque haciendo honor a laverdad, en aquel lugar nunca repitió el mismo.

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XXXV

ACONTECERES DE UN ESCRITOR NOVEL

Como las inquietudes no me han impedido escribir, aúnestoy en ello. Llevo desde muchos años atrás, por no decirdesde la juventud, con la idea de escribir. Las ideas se meagolpan y yo disfruto echándolas en la papelera mental, peroahora que el tiempo no tiene ningún valor y puedo hacer loque quiero prefiero pasarlas al papel.

Llevo muchos años escribiendo, la verdad es que sur-gió por una necesidad imperiosa y, tal vez, de casualidad. Enla revista del pueblo me comentaban que iban a tener que sus-penderla porque no había quien escribiera. O sea que, con todo,me veía en la necesidad de escribir algo interesante. Así metire unos años publicando continuadamente.

Pero la censura, de una u otra forma, se me ha hechopresente. Claro que para consuelo me tiene que servir la con-versación que tuve con Pilar del Río. Me comentaba que aJosé Saramago, que sería un monstruo de la literatura compa-rado conmigo, también le censuraban. Yo tenía pocas posibi-lidades de salir a flote, literariamente hablando. El director dela revista me decía, como excusa para no publicarme, que siem-pre escribía sobre lo mismo. Yo me callé. Por lo visto ya esta-ba cansado de leer mis escritos o tal vez que ahora sí que teníapersonas que escribiesen para no tener que cerrar la revista.

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Sea la razón que fuera, o le hago caso al dueño de la revista ome busco las habichuelas por otro lado. Habichuelas conta-das, en sentido figurado, pues por mis escritos aún no he reci-bido un duro. A la mejor tengo que cambiar mis ideas y ponerlas que a otros les convenga. Eso sí que sería bueno: pregun-tar a alguien interesado qué es lo que tengo que escribir, sobretodo si esa persona es alguien importante, seguro que guiarálos pasos de escritura si desea que sus ideas sean publicadas.

¡Qué tiempos aquellos cuando cada trimestre veía en larevista mi articulo, cuento u opinión! Eran días de alegría.Aunque había muchos errores de edición, pero a mi aquellome animaba. Con esto pasa como con los vicios: al tomar másse quiere más, eso tal vez me pasaba a mí con la escritura. Ibaal dictado de mi mente y de mi corazón, todo iba bien. Perotodo se cortó cuando, al cabo de tanto tiempo de seguir escri-biendo en la revista, un trimestre veo que no viene mi artículode costumbre. Me dije malo aquí pasa algo raro, tal vez no lodescubriré nunca pues hay cosas en los pueblos que prefierenguardarse y andar con medias verdades.

Sé que al director le va muy bien, pero, digo yo, con lapoca inteligencia mostrada por ella no puede ir la revista bien,tiene que llegar el momento, y no lo digo con maldad, perollegará ese momento en el cual se vea imposibilitado de sacarlas revista. Sé que será así y que la revista se agotara en elsentido de cultura, el destino final tiene que ser la suspensión,no me alegraré yo por ello, pues, al fin y al cabo, que hayatenido un pequeño roce con un colaborador no es razón sufi-

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ciente. Pero el tiempo como da quita las cosas y hoy o tal vezmañana llegaran al hastío de leer siempre lo mismo. Porque siél dice que lo mío es repetitivo para cualquier lector mediana-mente reflexivo, los demás colaboradores siempre hablan tam-bién de lo mismo. Si cada uno sigue con su tema, es posibleque al tiempo de editar la siguiente revista el lector se hayaolvidado ya y guste de nuevo de leer cosas parecidas. Tal vezgusten de las repeticiones, claro eso tiene que ser, es comouna misa, siempre es lo mismo, pues en vez de ir a misa leenla revista. Aunque el pueblo se está quedando vacío y queda-mos cada vez menos, tanto para leer como para escribir.

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XXXVI

ANDADURAS DE LA VIRGEN

Me encuentro en una pensión de un pueblo de Andalu-cía. Después de comer, me voy a mi habitación a descansar unrato. Me duermo, pero mi sueño se ve interrumpido por lascampanas de la iglesia, tocan a muerto. Cuando bajo al bar dela pensión, confirmo mi impresión inicial: hay muerto, claroestá que yo no lo conozco. Me tomo una manzanilla y salgo ala calle.

Veo mucha gente y por los comentarios que voy recopi-lando de lo que oigo de la gente es que traen al pueblo a laVirgen, que está ubicada normalmente en un cerro cercano.Voy oyendo a la gente y voy juntando las piezas, como si fue-ra un puzzle. Se ve a la gente con sus mejores ropas, alegres.Pero yo me pregunto qué es lo que mueve a tanta gente, ¿serásu fe?, ¿será que la Virgen ha hecho milagros?, porque ¿quése puede esperar de una Virgen sino que haga milagros?, ¿leshabrá hecho milagros a todos?, es un suponer. Para la personaque ha muerto casi a la misma vez que la llegada de la Virgen,¿será un milagro?, ¿le ha quitado a lo mejor el sufrir más enesta vida?, eso para mí no tiene validez. O tal vez le pidan a laVirgen que seamos eternos. ¿Será la Virgen eterna?, no creo.

Y digo yo, ya que esta persona ha muerto, ¿por qué nole pido a la Virgen que lo devuelva a la vida?, porque casi con

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toda seguridad no podrá hacerlo, es algo imposible. Nuestromundo se rige por sus leyes, en las que también tienen cabidalas religiosas. Mucha gente vive con una fe tan ciega en sureligión que harían muchas cosas si sus dirigentes se lo pidie-ran. Pero el mayor peligro que tienen las religiones y sus adep-tos es la ciencia porque una por uno todos los dogmas de laIglesia se caen al suelo, pero para eso estarán las autoridadesen materia religiosa, para recogerlos y para escribir y escribiry convencer y convencer a algunos que ya tienen abonado elterreno.

Hoy en día se va más a los actos religiosos por entrete-nimiento o tal vez por diversión, pero no por creer en lo que seestá haciendo, vamos a charlar, vamos a enterarnos de algúncomentario que se va difundiendo y todavía no ha llegado anosotros, por lucir los vestidos y también otros por aburri-miento. O sea que hoy la Virgen no habrá podido hacer elmilagro, tal vez estaba ocupada y ha llegado tarde. Pero paraque nos sirva de reflexión: ¿puede ser una romería de la vir-gen compatible con el dolor que sienten los que les ha tocadoque se muera su familiar el mismo día?

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XXXVII

AÚN EN LA INOCENCIA(dedicado a mis sobrinos. 1999)

Los he visto crecer, al igual que sus padres y sus abue-los. Aún recuerdo cuando a María su madre me la dejaba pa-sear en su carrito, normalmente era durante los mercados. Yole veía la cara y ella durmiendo, casi seguro que no sabía siera su madre o yo quien la llevaba. A mí llenaba de orgullo. Yaha crecido, sé que me quiere pues solo hay que oír cómo pro-nuncia: “Tito”, lo dice de una manera tan especial que llenade sentimientos la palabra y el ambiente. Nunca la he vistoenfadada. Tiene una ternura innata, tal vez sea la inocenciaque da la edad.

Ya está haciendo preguntas de persona mayor. El otrodía, casi con timidez, me preguntó que por qué no me he casa-do, yo sabía que esta pregunta era importante, le respondí queporque aún no había encontrado a la mujer que me gustase,ella, enseguida, respondió que también permanecería soltera.Ya empezaba ha hacerse preguntas de persona mayor, me gustóque su razonamiento le llevase a hacerse preguntas, al fin y alcabo ella estaba creciendo.

Quisiera ver en estos momentos qué sería dentro de unosdiez años, pero esto es imposible, por mucha imaginación quele echase. Todavía está en la niñez y como tal es mejor que

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juegue, que ría, que estudie. Aunque siempre tendré una duda:se me antoja a mí que esta juventud ahora es más inteligenteque nuestra generación, yo lo achaco a la comida, ¿quién sabequé puede ser?, la alimentación de hoy es más variada y másrica. Cuando yo era pequeño la comida era más bien escasa ycasi siempre se comía dentro de la variedad que daba el tiem-po, menos rica. Esto es lo que yo creo, a lo mejor estoy equi-vocado.

Carlos es un fenómeno, sabe lo que no esta escrito,todo lo que ve se lo aprende, lleva camino de ser escritor, yatiene dos premios literarios a sus espaldas, pero él es simple,lo mismo juega con los pequeños que con los grandes, aunqueya sabe mantener las distancias. Recordaré siempre que, sien-do él pequeño, una mañana que fuimos a la plaza estaba llenade palomas, él disfrutaba como un enano, allí lo vi sonreír porprimera vez, corriendo detrás de las palomas para ver si podíacogerlas, aún era pequeño, pero jugaba con cualquier cosa,siempre lo recordaré con su gorro de lana y yo paseándolo ahombros por toda la plaza de su ciudad.

Julio aprendió a andar antes que a comer, cuando echóel pelo le crecía rubio y en caracolas, le daba un aire a lasestatuas de los griegos, es más rápido que el viento, se muevecomo los tigres, pero también tiene la calma para escuchar uoír un cuento, casi siempre que hay lugar quiere que le cuentealguno y yo me lo invento, se lo cuento y cada vez que hayocasión quiere otro y otro, yo algunas veces me canso, perohago un esfuerzo y saco de mi cabeza otro y otro.

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XXXVIII

CÓMO BROTA ALGO ESPECIAL

Hoy me surgen a la memoria mil ideas, pero persigovarias que nos hagan salir de la monotonía que nos trae día adía la vida. Quisiera hacer sentir como cuando vemos los fue-gos artificiales en los cuales el color de la pólvora cambia elcielo en infinitos colores, el negro de la noche se convierte encolores, la lluvia de pólvora ilumina transitoriamente todo encolor. Así es la vida, colores más o menos.

Hoy, a los muchos años, me viene a la cabeza un recuer-do, va de asunto multirracial que es en el que vivimos hoy. Ha-bía una vez un muchacho de campo, trabajador, era un personamuy tímida, aunque se las daba muchas veces de fanfarrón.Vivía mucho tiempo solo, pues los padres se le habían muerto.Como casi todos los hombres buscaba ese color del cielo quenos hace gozar. En este caso él se dejaba llevar por el que suamigos habían aprendido y encontrado en el terreno amoroso.

Un buen día, en el bar que frecuentaba, había trabajan-do una inmigrante, él intentaba no fijarse en ella. Quiero quecuando leáis esta líneas, siquiera por un momento, sintáis laalegría que da cuando el color rompe la noche con su alegría,así surgió ante él esta mujer inmigrante. Recuerdo que acaba-ron viviendo juntos, pero no se más. Tal vez se acabaron lle-vando bien porque, hay que ser realistas, la convivencia es

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difícil, pero no es imposible, hay veces que dos personas seadaptan la una a la otra y hacen una vida con más o menosfelicidad. Yo personalmente lo veo muy difícil, este mundo esindividualista, en el solo pensamos en nosotros mismos y esmuy difícil pensar en los demás, este no es buen camino, peroa lo mejor yo estoy equivocado a medias y el amor tiene unlugar importante en el mundo.

El amor tiene que ser como una flor inmensa que inun-da todo el mundo, con su cuidados diarios, así llegaremos a lapaz. Las flores de la primavera, las flores del invierno, lasflores del verano nos invitan y nos enseñan a que el mundotiene que guiarse por el amor y así en nuestra vida diaria con-seguiremos que la violencia y la soledad se vayan reduciendo,pero siempre pensando en los sentimientos que dan las flores.Aunque no nos demos cuenta, si miramos despacio por la na-turaleza, las flores están por toda la naturaleza.

A lo mejor el amor de mi amigo es así, yo por lo menosasí se lo deseo de todo corazón.

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XXXIX

COMPAÑEROS HASTA EL INFIERNO

Una vez se hizo necesaria la democracia, con todo loque conlleva, sobre todo con la libertad. Es buena si ademásva acompañada de un crecimiento económico donde el bien-estar abarque a más ciudadanos que en otros sistemas de go-bierno. A lo mejor lo más importante de la democracia sea unpoco más de reparto económico. Para que un sistema se insta-le y dure, necesita de una mayoría de ciudadanos que crean enél y trabajen fuerte por esa idea.

Un amigo me contó un caso que había ocurrido en supaís, donde había habido mucha pobreza real, en lo físico y enlo mental. De la mejor manera que puedo paso a relatarlo enforma de cuento.

Si cogemos alguna revista del mercado que se dediquea la economía, e inclusos algunos anuncios de televisión, ve-mos que hacen hincapié en cuidar al trabajador como princi-pal motor de una empresa, que se le trata como persona entoda su integridad, así cualquiera quiere trabajar. Pero el casoque me contó mi amigo no era así, contaba que un amigo suyoaprobó las oposiciones de funcionario, según cuenta era muytrabajador, pero a los tres meses, sin saber de cierto las cau-sas, el jefe le obligó a ir a un psiquiatra. Desde entonces todose le torció a este trabajador, fue al psiquiatra y cuando el

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informe lo llevó al médico de cabecera, éste se hecho a llorardiciendo entre sollozos que lo que quería un grupo de perso-nas era echarlo del su trabajo. Durante muchos años, con lahumillación de algunos compañeros y también de políticos,aguantó, pero todo esto hizo mella en él y como todo tiene sufin y él amaba su trabajo, aunque le hicieran hacer actividadesque no eran de su cometido como echar muchas horas a lasemana, sin cobrar por esto ni un céntimo extra.

Seguro que muchos os veréis reflejados en este cuentoporque en cierta manera no es un cuento, es la excusa para dara conocer este caso, que por lo demás va a terminar de buenamanera, aunque parezca lo contrario.

Hubo mucha gente con mala fe que hizo daño a esta per-sona por el placer de verlo sufrir, pero aún hoy lo vemos pasarpor las calles, con su misma forma de andar, pero viéndolo queya no lleva ese peso encima. Muchos hicieron leña del árbolcaído, otros se aprovecharon de él, hoy –me cuenta mi amigo-pasa hoy por las calles comprendiéndolo todo y, a la vez, vien-do que su caso se repite más de lo que nos gustaría.

El ser humano es dañino, cuando le ofreces lealtad yamistad, muchos actúan, te llevan la corriente para más tardedarte el golpe de gracia, de una u otra manera. Me niego apensar que el ser humano sea así, pero la experiencia me hacever que somos como lobos cuando tienen una pieza, solo vana por el festín y luego a festejarlo. A lo mejor es la maneranormal de actuar, pero me niego a aceptar que esto sea así, no

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puede ser así, ¿dónde esta la razón?, no puede ser que la igno-rancia haga al ser humano actuar de esta manera. El frío inten-so del invierno y los calores del verano no creo que tenganque ver con la forma de actuar de determinadas personas. Niaún el alcohol creo que lo haga: sufrir y humillar a esta perso-na hasta el límite de tener que dejar el trabajo por no poderaguantar las maneras de actuar de compañeros y jefes.

Esta persona -cuenta mi amigo- vive hoy bien por losderechos adquiridos, tiene una pensión que es la envidia desus antiguos compañeros y jefes. Él sigue recuperándose detantos años de mal vivir y las expectativas se le han abierto,ha cambiado a mejor. Según me cuenta, se dedica a escribir,tiene sensibilidad y aunque sabe que sus creaciones son paraunos pocos, no por eso deja de transplantar sus ideas al papel,unas veces escribe novelas, otras poesías y también muchoscuentos.

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XL

CUANDO SÓLO NOS MUEVE EL INTERÉS YLA COMPETENCIA

Unos a lo mejor no se dan ni cuenta, pero hubo una vezun pensador que meditaba, era antiguo y sus ideas quizás yase han quedado viejas, aunque seguro que hay muchos quepiensan como él. Decía que al ser humano sólo le mueve siem-pre el interés para su propio beneficio. Por ejemplo, surge unaconversación sobre trabajo, seguro que alguno de los conver-sadores está pensando en cómo encontrar la forma de que losdemás propongan que hay un trabajo en tal o cual sitio para élo para algún amigo. Esto es solo un ejemplo y no demasiadosangrante. Hay otros aún más duros, que podemos imaginarque se pueden extrapolar a otras situaciones.

Hasta aquí todo normal, pero es que llegando al extre-mo este viejo pensador nos venía a explicar que todo es inte-rés y competencia. Y además decía que un mundo en el queestos dos factores son el corazón económico y social, por elque se mueve todo con sus cosas buenas o malas y que todosestamos metidos en él querámoslo o no. Así funciona el mun-do sin excepciones. Tendrá más o menos igualdad, con susextremos de pocos ricos y muchos pobres, pero es que hastalos pobres se guían por esta forma de ver el mundo.

Después hubo otras teorías que decían otras cosas más

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suaves, pero aún hoy la teoría dominante es el del interés y lacompetencia. Según muchos estudiosos, el interés del indivi-duo prevalece sobre todo. Así se llega al egoísmo individual ytambién colectivo. Cuando muchos individuos egoístas se jun-tan, malo, se autoabastecen de toda ideología para conseguirsus fines. La verdad es que para ser un cuento es bastanteduro, tal vez me obliguen a poner una x, como a algunas pelí-culas, para que mis posibles lectores sepan a qué atenerse.

Yo también escribo por interés, lo reconozco y sobre todolo que me mueve a escribir estos cuentos no es crear malestar anadie, solo describo lo que muchas mentes piensan y han pen-sando antes o después que la mía. Si queréis hago un subcuento,donde todo sea conformismo y con una euforia de lo bien quemarcha el mundo, eso os lo dejo para que vosotros lo penséis olo soñéis. Hay muchos hombres y mujeres que piensan que elamor mueve el mundo y -digo yo- si el amor mueve el mundo,¿por qué hay tanta enfermedad y tanto sufrimiento sino es porel interés y la competencia que nos mueve a todos?

Para terminar el cuento quiero, y no puedo, acabarlocon final feliz. Veo que en unos años hemos hecho desapare-cer del planeta el treinta por ciento de las especies por efectode la contaminación, si esta contaminación fuese producida, alo mejor no hubiese desaparecido ninguna especie. Ha sidoproducida por el interés y la competencia

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XLI

CUENTO DE AMOR

Parece mentira lo que os voy a contar, pero os adviertoque no es un cuento, es real como la vida misma. En un viajea una provincia de La Mancha, me encontré a una personamayor en la catedral sentada en un banco, se le notaba que lasoledad le aplastaba el cuerpo. Así lo vi: en un banco de lacatedral. Probé a ver si quería hablar conmigo, hubiese habla-do con el mismo diablo. Mi sorpresa fue cuando, tras un breverato de charla sobre el tiempo, el hombre me abrió su corazón.

Llevaba cincuenta y cinco años de matrimonio. Su mu-jer lo era todo para él, al igual que él era todo para ella. Ha-bían sido muy felices durante todos estos años. Pero ella semurió y él se quedó solo, ni los hijos le parecían los mismos,habían cambiado. Aunque se preocupaban por él, no sentíaese cariño verdadero necesario, pensaba que solo iban siem-pre por el interés económico. Yo le planteé lo que un hijo suyole aconsejó: que buscase a otra mujer, por lo menos para estaren compañía. El pensaba seguramente que a algún hijo suyono le sentaría nada bien. Quedamos en que pensase en unamujer con la que se gustasen mutuamente.

Ahora me hago una pregunta: ¿por qué, con la edad, losmayores se vuelven más egoístas?, ¿por qué, sin embargo,muchas veces decimos que tienen el poso de la edad y queesta es sabiduría? Esta pregunta tiene tela marinera, dejémos-

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la en interrogación y así cada uno da su respuesta según laexperiencia que haya tenido con personas mayores.

Pues bien, el viejo me contaba que su mujer cayó enfer-ma y que durante cuatro años él estuvo siempre a su lado ha-ciendo todas las labores de la casa y teniendo cuidado de elladurante su larga enfermedad. La quería tanto que ahora se lesaltaban las lágrimas, que iban a parar al suelo. Yo me emocio-né mucho, no comprendía como habían estado tanto tiempojuntos. El amor que sentían ambos le hacía ahora llorar de pena.Yo le decía que no pensase tanto en ella, que mirase al presenteo al futuro y que intentase mirar lo menos posible al pasado. Élme comprendía pero me decía que eso era imposible, incluso lehable de ir a un programa de televisión para buscar pareja ydecir a los cuatro vientos que el amor existe entre dos personas.

Mi postura personal es que es muy difícil que dos per-sonas se amen durante tanto tiempo, aunque muchos casos sedan. Puedo dar yo mismo fe también de otro caso próximo,pero no es el momento ahora, más adelante os lo contare, se-guro que os va a encantar.

Se dejaba caer la noche y nos separamos Seguramenteno lo vería nunca más, solo quisiera que las ideas que le di lesirvieran para algo, para que no sufriera tanto. Me fui alejan-do de su lado muy despacio, pero la conversación que tuvi-mos permanecerá en mi memoria durante largo tiempo. Aúnresonaban en mi oídos las palabras en las que me decía quehabía amado a su mujer muchísimo y que sería imposible po-ner en su memoria a otra en su lugar. Yo me lo creía porque lodecía, no tenía cara de mentiroso.

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XLII

UN PUEBLO

Era un pueblo de la envidiada España donde sobraba decasi todo, pero en el que faltaba solidaridad, comprensión yun poco o un mucho de amor al ser humano. En este núcleo depersonas se vivía en un relativo bienestar económico. Los pro-blemas no existían porque se guardaban en las concienciaspara sacarlos a la luz cuando el momento fuese más oportuno,pero no con el ánimo de solucionarlos sino para hacerlos aúnmayores.

Aladino ya no encontraba tesoros en sus esquilmadastierras, así sus descendientes decidieron que el tesoro más cer-cano estaba en la próspera Europa. Por las calles de ese pue-blo nos los encontramos, unos hablando nuestro idioma y otrosaprendiéndolo. El tiempo transcurre como siempre, pero hasucedido que vemos aumentar estos inmigrantes cada vez más.Las autoridades, con la excusa -cierta o no- de un delito, ac-túan con la ley en la mano. Aunque algunos tienen los papelesnecesarios para escapar por esta vez de las redes de la policía,otros no. Cuando se presenta algún problema, las mentes es-trechas solo saben hacer lo más fácil para solucionarlo, cuan-do a mi parecer esas soluciones conllevan agravar las situa-ciones conflictivas que se presentan. Sé que esta actitud míaes muy minoritaria, al menos habrá pocas personas que la com-partan, pero por lo menos yo lo veo así.

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Casi seguro que hay otros pueblos como el que descri-bo y no solo pueblos sino ciudades en las que sus autoridadestoman las mismas opciones, como si fuese como dibujar conpapel de calca. ¿Es que no hay otra forma de tratar a estosAladinos o Aladinas venidos a menos? Si vienen a una tierradonde no hay fronteras, ¿por qué para ellos sí que las hay?Que se les dé trabajo, alimentación y vivienda y si hay algunoque hace daño a la convivencia que se le trate como a un ciu-dadano más.

La medida más cómoda pero, a la vez, la peor es la quese adopta con estas personas, en pueblos y en ciudades, sa-biendo que nuestro futuro va ligado a ellos. Si supuestamentelos lugareños nos llevamos bien, ¿por qué no tratar de la mis-ma manera a aquellas personas que no vienen precisamentede vacaciones?, ¿por qué si a estas personas les abrimos nues-tro bolsillo no le abrimos también nuestro corazón?

Como esto es un cuento, sueño con otras mentalidades,con otros enfoques para afrontar los problemas.

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XLIII

EL SILENCIO DEL MIEDO

En el paseo diario que hago, observo y escucho los corri-llos de gente que se juntan por la calle. Me gustan los cuchicheos,unas veces más subidos de tono que otras. Me gusta cuando al-guien habla para los demás, o sea, los que suben la voz. Es laúnica manera que tengo de enterarme de lo que hablan. Alguienpensará que la subida de la voz es un detalle de poca educación,a mí sin embargo me gusta cuando alguna mujer u hombre ex-presa sus ideas en voz alta. Eso significa que quiere que sus ideasque se las lleve el viento lo más lejos posible, a lo mejor para quelas recoja alguno oído, para que pueda meditar sobre ellas.

Casi siempre son los estados de ánimo los que impul-san las cuerdas vocales, por enfados tal vez, de modo que lavoz se eleva por encima del círculo. Muchas veces también escon la idea de que el pase cerca se entere de sus ideas. Nosiempre la voz que surge de la garganta es de enfado, sino quees por una injusticia por lo que clama alta y quiere que, alsubirla de tono, se extienda, tal vez buscando una solución.

El miedo profundo que todos llevamos dentro no nos dejaen muchas ocasiones expresar nuestros sentimiento y, si alguiense atreve, lo dice en voz baja, para que los ecos que salen de sugarganta no rebasen los lÍmites de un instantáneo momento deexpresión verdadera. Por eso el casi silencio con el que mu-chos hablamos, para que no sea entendido por casi nadie.

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En el mundo que vivimos hay mucho miedo, unos mo-tivos son personales y otros colectivos. En este cambiantemundo en el que parece que tenemos mucha seguridad, se nosdesvanece por momentos cuando, por ejemplo, no podemosllegar a final de mes o cuando ha habido una discusión en laque peligra el trabajo. Eso es lo normal, vivimos con miedopero lo mejor es hablar para que, en una histeria colectivamomentánea, demos rienda suelta a nuestros problemas. Sipensamos que lo mejor es guardarlos, habrá que ver cuandose abran de una vez si no nos derriban, no por el olor, quecomo todos sabemos los problemas no tiene olor, sino conesas ondas que desprende el baúl al abrirse.

Todos, alguna vez, hemos abierto ese baúl, casi siem-pre, quizás, las menos, pero forma parte de ese mundo nues-tro. Al que sabe dominarlo, a fuerza de abrirlo muchas veces,le sirve para, abriéndolo despacio, extraer un recuerdo, ungesto, un sentimiento o para pensar qué mala es la vida.

¡Tened cuidado!, hay que saber abrirlo. Si sabemos uti-lizarlo, nos servirá para tapar esos huecos de vacío y melan-colía, seguro que nos ayuda a meditar sobre algo que paranosotros es algo importante. El silencio y el miedo son muyamigos, lo mejor es saberlos llevar porque casi seguro que noencontraremos nada que nos pueda aliviar, pero, mientras pen-samos, podemos quizás encontrar algo bueno, seguro que haymucho bueno. Aunque quizás no debéis hacerme caso puesesto es solo un cuento.

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XLIV

ESTA NOCHE HE SOÑADO

Os voy ha contar el sueño, poco a poco, intentando plas-mar en el papel lo que vi en imágenes y en sensaciones. Soña-ba que se tejía una tela de araña por todo el mundo, que secambian todos los valores existentes en él, el valor del dinerodesaparecía, el trabajo cambiaba su aspecto, de ser esclavizantepasaba a ser placentero, todo esto, claro, sin necesidad de tomarningún alucinógeno, los ejércitos desaparecían, las fronteras tam-bién, la violencia también. Me recreaba en el sueño. Era la sen-sación de haber encontrado el método para que el mundo fun-cionara mejor. Todos los pensamientos e ideas que harían cam-biar el mundo pasaron claramente por mi cabeza. No era unaalucinación ni una pesadilla. El sueño era como esas pocas ve-ces que el cerebro piensa en una cosa importante y aporta lassoluciones a cada problema. Era una sensación como cuandoleemos un libro y encontramos en él soluciones a muchas ideasque antes estaban escondidas: vemos como si fuese una parti-da de dominó, las fichas van cuadrando unas con otras.

Así fue mi sueño: como una partida de dominó, ningu-na idea se desaprovechaba, todas encajaban.

El dominio que ejercemos los unos sobre los otros para,como última y más importante solución, exprimirnos hastaque al final en nuestra cuenta se sumen unos pocos euros. Sí,

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el motor del sueño era ese: cómo por la explotación de unossobre otros sometemos a los semejantes a trabajos para queluego, al final, los euros se vayan sumando y todo sirva paraperpetuar el sistema, que es muy antiguo. Pero, por una vez,ha pasado por mi cabeza otra forma de ver el mundo que nosea la explotación por la explotación.

Quiero saber si alguien más ha tenido el mismo sueño,seguro que sí. Así podría puede ser que llegara el momento enel que no solo aportemos las ideas sino que las llevemos a larealidad. El tiempo juega a nuestro favor, las ideas serán com-partidas por otras muchas personas. Ahora aporto una idea:las televisiones transmiten todos los días imágenes de guerrasy escenas sangrientas como partes de una guerra, también loson las fábricas de armamentos, las cuales se nos muestrantambién; la idea es el rechazo de esa industria de armamento yde guerra, que pensemos en todo lo opuesto a esto, en todaslas razones opuestas de paz y de amor o, si no, que probemos,siquiera por un momento, cuando vemos un rifle imaginar unmanojo de flores, cuando vemos las escuadrillas de aviones,imaginar un parque de diversiones y así, tirando de la hebra,se tendrá que llegar al fin de la violencia en todos sus conteni-dos, la borraremos de la faz de la tierra.

Con el mismo esfuerzo mental con el que pensamos queno es posible podemos pensar que sí es posible. Y no solo ob-tendremos más beneficios todos sino que el hombre se encon-trará consigo mismo y surgirán nuevos modos de vida, de co-mida, de trabajo y, en resumen, todo cambiará, aparecerán unasrealidades que estarán más de acuerdo con el ser humano.

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XLV

HOY ESTOY ENFERMO

Llevo varios días que no me encuentro bien, he proba-do con remedios caseros a ver si se me iba el malestar, pero vaen aumento. Esta mañana no he podido levantarme, tenía fie-bre, dolor de huesos y dolor de cabeza. No he ido al trabajo.Me he quedado en la cama. Sé lo que tengo. Recurro a lasmedicinas que ya otras veces me han curado. Paso las horasmal. A medida que pasa el tiempo, ya por la tarde, he notadomejoría. Con el malestar no tengo ganas de hacer nada, notengo ganas de comer. Aunque tengo defensas, pues estoygordo, no me apetece aprovecharme de la enfermedad paraperder peso, pues eso sería negativo. Tengo miedo pues talvez la enfermedad sea grave. No quiero recurrir al médico.Han pasado unos días y ya me encuentro mejor.

Aprovecho ahora para recordar algunos de los pensa-mientos que me acechaban de vez en cuando en los momen-tos de la enfermedad. Recordaré el caso de un amigo que ha-bía padecido dolor de cabeza desde pequeño, me decía que, sino llega a descubrir el remedio, no hubiese podido disfrutarde la vida como ahora lo hace. Permaneció así durante cua-renta años y fue gracias a un médico, en una visita rutinaria,que le dijo que probara a no comer chocolate, pues era muygoloso y comía mucho. Mira por dónde el chocolate tenía laculpa de su malestar de cabeza. Lo fue dejando y comproban-

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do que se le iba yendo el dolor. Así que hoy no prueba el cho-colate y lleva una vida mejor, sin dolor de cabeza. El médicoacertó. Había nacido de nuevo. ¡Con lo rico que está el choco-late en el desayuno!, pero a él le producía dolores de cabezapermanentes.

Ayer, cuando estaba en la cama enfermo, pensaba en lacantidad de gente que padece enfermedades y no encuentranremedio a ellas. A veces el remedio es muy simple, lo tene-mos en nuestras narices y no sabemos que nos está haciendomal y pasamos nuestra vida quejándonos y volviendo locos alos médicos. Era un pensamiento recurrente, ¡cuantas perso-nas sufren por enfermedades que no son tales! Pero que elmédico las diagnostica y nos da un tratamiento para su cura,con lo que conlleva de tomar química porque toda es adictiva.Aunque sea repetitivo, me imagino cómo sufrirán cientos depersonas, o bien por cosas simples o por diagnósticos equivo-cados. Porque hay que tener en cuenta que los médicos tam-bién se equivocan, no pueden acertar en el remedio de cadaenfermedad. Tal vez algún día, con la ayuda de las máquinas,lleguen a un tanto por ciento muy elevado de curación.

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XLVI

LA MENTE HUMANA ES UN MISTERIO,O TAL VEZ NO

Cada día que pasa conocemos más sobre nuestra men-te, evidentemente no voy a hacer un estudio sobre ella aquí.Lo que sí voy a exponer son algunas ideas, además hablo yocomo implicado en el tema. La mente humana se puede ave-riar como cualquier motor, pero estas personas normalmenteno son aceptadas por la sociedad. Más que a las enfermedadespropias de cualquier motor, me voy a referir a las que produceel medio en que nos desenvolvemos, las relaciones humanasturbias, las relaciones de trabajo enfermizas, las relaciones depareja muchas veces difícil de sobrellevar, y tantas otras.

Hoy en nuestro país cualquier tragedia que se precieconlleva la aparición de los psicólogos. Son los encargadosde enfocar las penas y el dolor de una manera racional y queésta no degenere en una enfermedad mental. También cuandoes difícil comprender la causa o dar una respuesta coherente auna difícil situación que se nos presenta, aunque no sea muy amenudo. Tal vez los psicólogos sean necesarios porque lasfamilias no se dan el calor necesario y hace falta echar manode personas que han estudiado al ser humano y saben darlesoluciones apropiadas a cada caso.

Evidentemente la sociedad puede estar enferma. Enton-

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ces a una sociedad enferma difícilmente, por muchos especia-listas que haya, casi seguro que no se le podrá dar solución.

Tal vez muchos como yo piensen en lo siguiente: quees la sociedad la generadora de problemas, que para unos sonfáciles de resolver y para otros son de imposible solución. Enese instante en que se produce la incomprensión tal vez hay seestá creando el problema de una enfermedad. Hay muchosespecialistas y personas de a pie que están de acuerdo conmi-go. El ser humano tiene la “virtud” de hacerse daño a sí mis-mo, si no es porque en una guerra se están matando unos aotros, es por el rechazo de nuestro entorno, estamos creandouna guerra larvada y diaria. Creo que no es difícil enfocar lasrelaciones humanas desde puntos de vista como la compren-sión, el amor, la delicadeza o la educación. Si se ve de estamanera casi seguro que a nuestro alrededor todo se hará másllevadero y evitáremos dolor y sufrimiento, sobre todo a losmás débiles.

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XLVII

CUANDO LLEGA EL OTOÑO

El otoño es una estación del año, quizás para muchosuna de las más tristes. Al significar un cambio en la naturalezay en nuestros cuerpos, parece ser que nos afecta más. Una dela razones puede ser la que provoca el letargo de algunos ani-males y la caída de las hojas. Si pensamos que solo es un pasomás a lo largo de nuestra vida, no ayuda a soportar los añosvenideros.

Me sorprendió una imagen que vi el otro día, sentadoen la puerta de mi casa. Miro al cielo y entre el espacio quedeja la calle y la altura más alta de la Iglesia vi una bandada degorriones plateados, dándole en todo su cuerpo el sol de latarde. A mí me parecían de oro, como si hubiesen sido baña-dos del oro, pero no era del oro sino de los rayos solares que,al reflejarse en ellos, daban la sensación de ser de oro. Era unapostal magnifica del otoño. ¡Qué bonito, toda la panda de go-rriones volando sincronizados, solo buscando vida y derro-char alegría! La verdad es que me emocioné. Era una más dela cosas buenas que nos trae el otoñó, esa imagen queda aquíplasmada, de una forma torpe, al haberla visto en realidad.

¿Qué os voy a decir más del otoño? Cada uno tendrá supropia sensación. A mí personalmente no me gusta mucho. Megustan más el verano y la primavera. El verano con su calor

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característico de cada zona, me encanta nadar, pasear. La pri-mavera me gusta mucho también, si ha llovido, habrá más flo-res que germinarán en el campo para alegrar el corazón de mu-chos enamorados y tal vez encienda ese fuego en otros muchos.

Acompañar estos días otoñales con una buena música,como los Conciertos de Aranjuez del maestro Joaquín Rodrigo,es buena idea. Seguro que os elevará el ánimo y podréis dis-frutar de esa cultura que nos trae el otoño, junto con estasmelodías tan bonitas. Oiréis como la música y el tiempo senos hacen más eternos, nos gratificaran el ánimo y nos eleva-rán el espíritu a una altura más que bella. La moraleja podríaser que todo es bello si lo miramos por el lado apropiado, eltiempo, la sociedad, la conciencia, las relaciones familiares,incluso la libertad ejercida de una forma razonable.

Todo es bello, claro que sí. Decidme una sola razón porla que haya que ver la realidad en plan negativo. Siempre hayque verla de forma positiva. Hasta a este cuento que, de unaforma casi involuntaria, me ha salido, será más feo o más gua-po, cada uno que juzgue. Como digo siempre, ¡ojo que estono es un cuento! Porque si la vida es sueño, como dijo el es-critor, yo propongo que la vida es cuento. Cada uno se montalos cuentos que mejor les va y así va tirando de la vida, unosde una forma y otros de otra. Lo que sí pediría es que igualque vienen las estaciones con sus cambios, así la sociedad losviva con todas sus consecuencias y, así como el tiempo esvariable, que por lo menos a las personas que pasan hambre yenfermedad estos cambios no les traigan problemas añadidos.

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XLVIII

CUARENTA MILLONES DE HORMIGAS

Las hormigas viven y se multiplican. Vivirán según sucostumbre, pero nosotros no percibimos sus alegrías ni suspenas. Será cosa de que me ponga a estudiarlas más detenida-mente, a lo mejor descubro algunas cualidades, es la únicaforma de salir de la ignorancia en este tema. Pero lo que nome negareis es que tengo un conocimiento vital de al menoscuarenta millones de personas. De estos cuarenta millones,hay quien dice que no pueden vivir mejor, pero yo sostengoque la inmensa mayoría vive y sufre hasta extremos difícilesde imaginar, llega a final de mes sólo el que puede, el tiene unbienestar económico suficiente, pero la inmensa mayoría, encontra del que diga que no podemos vivir mejor, vive en lamiseria y en la ignorancia -si no fuese porque hay que tenercarné de identidad-. Las hormigas y los humanos vivimos comopodemos, lo que nos une es que vivimos siempre trabajando.Seguro que la libertad que decimos tener no es tal, está limita-da, por poco que pensemos que lo está, seguro que muchos nisiquiera sienten que la tienen.

Hay que trabajar mucho, lo malo es que solo trabajanlas hormigas obreras y, parece ser, que no tienen paga, peronosotros sí que la tenemos y el trabajo, bien definido es bue-no, pero cuando lo utilizamos para destruirnos a nosotros y almedio ambiente no lo es tanto. No podemos realizar un traba-

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jo, salvo raras ocasiones, que nos beneficie, parece ser quecuando no estamos en guerra con los demás, estamos en gue-rra con nosotros mismos o con la naturaleza. Habría muchascosas que mejorar porque si nos ponemos a trabajar con losmedios que tenemos ahora podría ser hasta peligroso. Imagine-mos las montañas horadadas por túneles o rodeadas de carrete-ras. Dicen que las infraestructuras son necesarias para que unpaís progrese según el modelo establecido. ¿A que os parece uncuento?, es que a veces la realidad se parece a un cuento, o talvez sea al revés. Tendrá que haber un equilibrio porque el hom-bre se destruye a sí mismo. Tenemos más medios para destruir-nos que para construir. Hay que salir, a mi parecer, de esa modaperenne o, si no, el cuento no tendrá un final feliz.

Yo quiero, pero no noto que sea así, ver un mundo don-de la naturaleza y el hombre se comprendan. Sí, en el buensentido, pero, por lo que siento y veo, cada vez las hormigas ylos pájaros y los animales en general, también la naturaleza,se irán degradando más.

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XLXIX

CUENTO DE TOMÁS Y MEDIO

Os advierto, antes de empezar a leer, que, si alguien leeesto como cuento, me parece bien, pero casi no es un cuentoporque es un cuento sobre la televisión, y meto todas las cade-nas en el mismo saco. Como se acercan las navidades, es me-jor limar las asperezas y verlo todo de una forma optimista,que hay la forma contraria de ver las cosas, claro que la hay,pero, como decían en la televisión, hasta cuando hay dolor,hay que ir al médico con la sonrisa en la boca.

¡Qué de insensateces en los contenidos de los progra-mas y en la publicidad!, ¿hasta cuándo nos van a aburrir?Manipulan la figura de la mujer y la del hombre para que fije-mos la vista en lo que menos nos interesa y para motivarnos ahacer compras o tener pensamientos que, no viendo la televi-sión, no los tendríamos seguramente. Claro –diréis- ¿qué tie-ne esto de cuento?, pues tiene que la vida hay que verla comoun cuento de hadas, con ayuda de la televisión y así nos dis-traen de las cosas que verdaderamente nos importan. No ne-cesitamos ese tipo de distracción, que se la guarden para loque les guste.

Casi seguro que la inmensa mayoría pensará como Mao,que decía que la religión era el opio del pueblo. Ahora la tele-visión, con la ayuda de la religión, se ha convertido en otro

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tipo de opio, pero que a la postre es el mismo: que no pense-mos por nosotros mismos. Ya hay mucha gente que pasa de latelevisión. El imperialismo ha recurrido ahora a otro tipo deproducto para que el opio haga efecto, ahora han echado manode la informática, veremos después lo que sigue, seguramenteserán los viajes espaciales para que nos veamos el ombligomejor. En definitiva, lo que persiguen es que no pensemos pornosotros mismos, eso es peligroso pues su cuento se les aca-baría y ese sí que es un cuento, tal vez sea unos de los cuentosmás grandes de la historia humana.

Todavía hay gente que tiene amigos y familia con la quepoder conversar en libertad y respeto, seguro que hay más delas que imaginamos. En este mundo moderno, con todas suscontradicciones, el que más y el que menos llega a ver el plu-mero de toda la porquería que se esconde allí por donde vamos.Realmente si paseamos y meditamos a lo mejor vemos algo debueno en este mundo corrompido, en el cual algunas personasnos alumbran. Como un ciego que logra ver un rayo de luz, asívemos los destellos de la razón, como si fuesen gotas de aguasen un desierto en el cual también hay vida, pero que a nosotrosse nos antoja que solo es arena y sol, pero también hay vida. Yyo me pregunto: ¿habrá llegado la corrupción a ese desierto o aesas selvas que se nos antojan como carentes de vida?

Eso la vida es lo que hay preservar para que otros cuen-ten diferentes cuentos, y unas veces nos los creamos y otrasno. Pero de todas formas nos ayudaran a pasar el tiempo lomejor posible, pero no nos resignemos con lo que tenemos.

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L

DIVERSIÓN Y TRABAJO

Cuando nos ponemos nuestros mejores vestidos, casisiempre los fines de semana, buscamos una noche de amor yplacer desenfrenado que se nos quede grabada como un cuen-to en nuestra memoria para después recordarla como algo fa-buloso. Todos hemos pasado por este momento de la vida yme atrevería decir que, de joven, el placer puede ser la nove-dad, pero de mayor también se sigue buscando ese zorro quealgún día vimos pasar de largo y cuya visión duro poco, perono por eso no queremos dejar de repetir. Si tal vez sea ese unmomento de placer inolvidable que queremos repetirobsesivamente, ese puede ser el motor de nuestra vida. Bus-car el príncipe azul o la princesa de los sueños, a lo mejor laencontramos en persona, en sentimientos o en momentos su-blimes que pasamos en una conversación o en un estado deanimo, ayudados por el alcohol y ¿por qué no? también porotras drogas.

Porque a mí no me gusta todo este juego, pero sí obser-vo que hoy en día este tipo de diversión es una constante. Alparecer, cuando la pobreza y el dolor sacuden de lo lindo, lamente se las apaña para encontrar algún tipo de placer y cuan-do los estómagos están repletos uno de sus objetivos principa-les es también el goce. Si entramos en estado de soledad, laúnica solución es la diversión, pues no podemos llegar al fon-

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do de la soledad: son aguas muy turbulentas que nos puedenahogar.

Hoy, con una juventud a la que se le enseña de todo, lamayoría tienen todavía poca experiencia, aunque sí mucha teo-ría debido a los medios que les da el medio en que viven. Yo mesorprendo, cualquier discoteca o bar de copas tiene en sus ale-daños más coches que muchas fabricas porque de eso es de loque se trata: que los hombres y mujeres, ya desde jóvenes, sediviertan a su manera y que trabajen las máquinas. Tenemosque crear microparaísos en los que, si no acabamos con losmedios imprescindibles que nos brinda la naturaleza, lo mejores que el fin nos pille divirtiéndonos, mejor que trabajando.

El trabajo es un medio tan grande que produce más delo que se puede consumir. Mejor es investigar en nuevos me-dios de pasar el tiempo lo más placentero posible y que afec-ten poco a la naturaleza, si no es para engrandecer su poderíopor lo menos para hacer el mínimo daño a ésta. Así naceránnuevos juegos y diversiones que nos harán pasar el tiempo lomás agradable posible. Es una idea de la que muchos opina-rán que es algo peor que un cuento, y efectivamente lo es por-que en un cuento es en lo que se está convirtiendo nuestromundo, en el cual las montañas desaparecen por obra del hom-bre. Si cambiamos la cara de la naturaleza sin tener en cuentaque tienes sus leyes, leyes que por lo demás conocemos y norespetamos, utilizamos nuestra libertad, sí, pero nunca hastael momento en que haga daño, hasta ver esas montañas que-bradas, esas inmensas carreteras, esas ciudades.

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La gran carcajada y éxtasis de placer no es el que ven-drá, es el que padecemos hoy ya en forma de contaminaciónatmosférica de casi toda la tierra. Será ese el éxtasis, el que latierra nos tiene preparada para su único disfrute. Pero, mien-tras, todos nos hacemos los ignorantes y seguimos con estesistema. El placer no acabará, ni el trabajo tampoco. Pero comoel cuento se acaba ya, no pensemos en destruirnos los unos alos otros, sino en formar todos juntos una gran fiesta que nosacompañe cuando llegue el fin, porque todo tiene su fin, másalegre o menos. El hombre estará en pleno placer, ¡sí, eso!,¡que el fin del hombre y de la tierra nos pille gozando a todos!Y que los historiadores venideros -si los hay- escriban quetodo fue alegría.

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LI

DOS BESOS POR UN CIGARRO

Era finales de mayo o principios de junio. Estaba en una co-munión. Ya al final de ella, siempre se sale a estirar los piespor los jardines que hay en estos sitios. El estómago llenopedía movimiento y a seguir fumando. Compensaba el airefresco de la atmósfera con el calor que había en la sala de lacomida. Como siempre soy buen observador, veo a tres mu-chachas en todo su apogeo, provocativas, con unas faldas que,si hubiese corrido aire, Marilyn se hubiese quedado sin famay en plan guerrillero.

¿Qué será de ellas dentro de veinte o treinta años? Yono lo sé ni lo puedo adivinar, ni nadie sabrá lo que pasará. Elmundo sigue girando y tendrá su fin, pero mientras haya mu-chachas lozanas, bellas y con ganas de comerse el mundo,será más lo positivo que lo negativo. Con solo intentar descri-bir a una de ellas, imaginaremos lo que viene después: unaspiernas bellísimas, y ellas con ganas de enseñarlas. Imaginan-do las cosas, pensé en estar con ella en la cama, pero me que-dé con las ganas. En el futuro reciente no me comeré una ros-ca, pero dentro de unos años, ¿quién sabe?

Me sentía orgulloso de la conversación que entablé conellas, de estudios nada, a lo mejor me pasa lo que en el cuento“Las veras pero no las probaras, si no es por invocación divi-

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na.”. Pero se había creado entre los cuatro un clima bueno,cada una con su forma, pero la que a mí me hacía tilín era unarubia, guapa y con las mejores piernas del mundo. A los pocosdías, estando yo en la terraza de un bar, pasaron los tres clave-les que se me habían clavado en mi alma, cuando una de ellasse acerca a mí. Me quedé sorprendido cuando ella me dijo quele diese un cigarrillo. Le dije que si fumaba no crecería igualque si no fumaba, en plan de broma, le dije que si era capaz dedarme dos besos. ¡Y me dió dos besos en mi barba recién afei-tada! A pesar de todo, no quise darle el cigarro aunque, al finalde un rato de charla, se lo di.

Ella me dijo, al despedirse, que la vida era así. No pier-do la esperanza de verla algún día y disfrutar de unos momen-tos de placer, sea de lo que sea.

La belleza, hoy y siempre, hay que pagarla, por eso esasmujeres no me gustan, para eso está la prostitución, aunquetal vez sea otro modo de prostituirse. Nada es blanco ni negro,eso depende de cómo cada persona viva y vea la vida; unossufrirán más, otros menos, pero al final la belleza femenina eslo que nos atrae. Una buena hembra, eso es lo más grande quehay en el mundo. Impone y deja a ras de suelo todo lo demás.Yo conozco a una de estas mujeres, además la he visto evolu-cionar durante muchos años, cada vez está más buena, negraazabache, estatura alta, porte relleno y el cielo la bendice encada momento porque siempre que la veo está igual. No sé siel pelo será pintado. Es la mujer de alguien importante, a lomejor ella se sintió atraída por sus ganancias y por el lujo.

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Claro, no se iba a ir conmigo, un muerto de hambre que solosabe trabajar y mal pagado, no se me acercan ni las moscas.

Seremos todos iguales, pero a mi niña la recordaré mu-cho tiempo. Me dijo que tenía diez y siete años. ¡Qué bom-bón!, ¡qué flor para olerla!, ¡qué paloma blanca la acompaña-rá toda su vida para que solo dé placer, no un solo tipo deplacer sino muchos otros!

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LII

DOS CAMINOS DIFERENTES, SIENDO EL MISMO

Recuerdo que, cuando era pequeño y llegaba el buentiempo, en el colegio hacíamos excursiones al campo. El ob-jetivo era ir al campo de fútbol. Andábamos por los caminos,también por las veredas, los almendros en flor, recubiertos deflores blancas que parecían otro firmamento interminable, losolivos siempre serios, con sus hojas verdes, nos dejaban pasarentre ellos, con nuestros pequeños cuerpos. Todo era emo-ción, algunos de mis amigos conocían por su nombre el cam-po por donde andábamos, otros, como yo, íbamos con miedo,cansados, pero hacíamos un esfuerzo. Cada vez veíamos co-sas nuevas: las parras, las hierbas que había parejas en un cam-po que aún conservaba el rocío. Algunos pisábamos y casiinmediatamente pasaba la humedad a nuestros zapatos.

Algún comentario entre nosotros, casi siempre despec-tivo hacía alguien, pero sin mala fe. Jugábamos un rato con elbalón de goma. Yo casi siempre me iba a andar por el bordedel campo y me entretenía viendo a mis amigos jugar al fútbolmientras, como un policía, iba observando el entorno.

Aquellos eran tiempos de crecimiento. Había que apren-der a escribir y a hacer cuentas, pero ese día había tocado otroquehacer.

Recuerdo, en la escuela, el patio, con las paredes de

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blanco donde mi vista se estrellaba casi siempre y veía estre-llas. En la clase pasaba igual, todas las paredes de blanco ytambién, por donde meneaba el cuello, los ojos veían esas es-trellas que siempre me acompañaron. Ahora que tengo másedad, vuelvo de vez en cuando a andar el mismo camino. Hacambiado el camino y el paisaje. Cualquiera que no haya vis-to la transformación que ha habido seguro que pensará que elcamino sigue siendo el mismo. Pero ha cambiado, como casitodo en el pueblo. Algún amigo que se haya ido del pueblo atrabajar fuera y no haya vuelto durante unos veinte años, se-guro que no reconocería el camino que andábamos de peque-ños. Ahora hay casas, los caminos y veredas se han vueltocalles, las casas casi llegan al campo de fútbol, el paisaje, an-tes rural, ahora se ha vuelto urbano. Ya no quedan veredas niacequias ni esos árboles que eran nuestro punto de referenciapara cuando volvíamos después. Las veredas por las que te-níamos que ir de uno en uno y los caminos se han vuelto deasfaltos y mucho más anchos.

Creo que todavía a los niños del colegio los llevan aúnpor ese mismo camino, pero, claro, es diferente. El pueblo hacambiado mucho, ahora algunos políticos se atreven a decirque vivimos mejor que nunca, que hemos progresado. Peroaún existen por lo menos esos dos caminos, o tal vez más, porlos cuales cualquier crío que llegue a viejo sabrá distinguirque por un camino habrá algunos más, es difícil de entender,pero es así. Como decía el poeta: se hace camino al andar.¿Por cuántos caminos iguales llegaremos a pasear de nuevo alrepetirlos?

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LIII

EL LARGO CAMINO DE LA PRIMAVERA

Vamos caminando por el camino de asfalto cuando, depronto, se nos presenta un camino como cubierto de vegeta-ción. Decidimos recorrerlo. En la esquina que hace el caminohay tres cardos herederos, uno de un metro de altura y los otrosmás pequeños. Su contemplación es algo grandioso, es la natu-raleza en estado puro, el azul que sobresale de los tallos de loscardos, ¡son impresionantes, bellos hasta más no poder!

Ya estamos terminando la primavera. El calor propiodel verano se va acercando, se nota en el ambiente. Este vera-no, si las predicciones no fallan, será muy seco y poco lluvio-so. Juntándolo con lo poco que ha llovido en la primavera yen el invierno, las reservas de agua estarán al mínimo. No sési se le achacará a la falta de agua, pero en pueblos cercanoshan salido pequeños bichos por los grifos, casi seguro que elverano será muy difícil para todos.

Seguimos caminando. Las zarzas, el romero, el tomi-llo, los almendros, las nogueras van cubriendo el camino conuna luz de mil colores donde el verde predomina. Los almen-dros, cargados de almendras, la mayoría tienen muchas, loque no es bueno un año para una cosa, lo es para otra. El cami-no parece interminable, viendo tanta belleza. Es una bellezaque está ahí para que la disfrutemos. Otras muchas personas

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se perderán los sentimientos que emanan del camino estre-cho. Parece como si el camino lo cerrasen los arbustos, perono es así, el camino sigue ahí. Suelen pasar coches, tractores,si no fuese por eso, seguro que se cerraría por completo.

Cuando volvimos con el grupo, les contamos con todotipo de detalles lo que habíamos visto. No hubo ni uno que nose quedara embobado con nuestras explicaciones.

Al día siguiente volvimos todo el grupo. Uno se fijabaen el tomillo, otro en la retama que, de lo grande que era, semovía a un ritmo musical, otro se acercó a la zarza, cuandosalió de ella corriendo un conejo. El susto fue al pronto, pero,más tarde, se le fue pasando. Otro se fijó en la imponentenoguera. Parecía como una mujer bella cuando se arregla, asíestaba la noguera, moviéndose al ritmo que le marcaba el vien-to. Desde siempre me he preguntado cómo es posible coger elfruto de un árbol tan grande. Sin embargo, se recoge. Aquí senota mi falta de conocimiento de la naturaleza, siempre habrácosas que conocer. El olor del tomillo, la personalidad queimprime la retama cuando está en flor, con el amarillo queningún pintor podrá nunca plasmar, se le podrá aproximar,pero nunca plasmará la realidad que nos transmiten estas plan-tas todas tienen su sentido. Muchos de mis compañeros per-dían sus sentidos ante tanta belleza.

Había llovido una hora antes, los zapatos se nos llena-ban de barro, las hojas de los árboles dejaban caer las gotas deaguas como cuando, en Semana Santa, a la Virgen se le ve

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como que se le caen las lágrimas. Pero la alegría de nuestrocamino era inmensa, nunca lo olvidaremos. Cada uno de no-sotros, cuando volvamos a nuestros hogares, seguro que tar-daremos mucho tiempo en que se nos olvide lo que sentimosen aquellos momentos en aquel camino. Los olores a tierramojada, seguro que muchos los habremos olido, no hay pala-bras para describirlos y el olor de las plantas ¿lo olvidaremosalguna vez?, creo que no, siempre perdurará en nuestra me-moria. Pero no solo eso, sino que el camino nos llevará a co-nocer otros, más bellos pero no por ello mejores.

A la naturaleza, aunque queramos, no le encontraremosexplicaciones, siempre será inmensa. Intentaremos acaba conella, pero ella seguro que nos sorprende con algo nuevo. Hayolores que no conocemos, pero nos gustan o no nos gustan. Amí me parece que la naturaleza es así: vida, vida, vida por todoslos sitios. A unos nos gustara, a otros no, pero el conjunto es deuna sabiduría inmensa. Yo sólo conozco una parte, pero megustaría conocer algo más y, poco a poco, lo conseguiré. Megusta, me encanta, no me gustan las multitudes, pero sí me gus-ta pasear por entre los olivos, los almendro, las retamas, lostomillos. Eso sí, a mí, que tengo ganas de conocer, me guía elconocimiento. A la naturaleza nadie podrá conocerla a fondo,pero sé que sí que hay mucha gente a la que le gusta y quevuelve y que vuelven, no se cansan de convivir con ella.

La naturaleza supera a la religión porque Dios ha crea-do todo y nos ha dado el campo y los montes para que disfru-temos. Ella será más fuerte que el hombre destructivo, que

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sólo pretende, en una guerra sin cuartel, acabar con ella. Diosno nos creó para que nos destruyamos, sino para que vivamosen armonía. Aún no me explico cómo hay hombres que pien-san en la destrucción, por muchas vueltas que le doy no com-prendo cómo el mal puede existir. Porque el canto de un colo-rín, el vuelo de una golondrina o de un águila no dan nada másque paz. ¡Acabemos con el mal y cantemos todos los días lascosas buenas que nos da el mundo! Tienen que desaparecerlas guerras porque la naturaleza nos invita a la paz, encontre-mos en ella la razones por la cuales tenemos que convivir ydisfrutar de ella, de una manera armoniosa, sensible.

Tenemos que hacer que todos los hombres y mujeresdel mundo cuidemos de la naturaleza. Ese sería un objetivoprioritario.

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LIV

EL CUERPO TAMBIÉN DESPRENDE OLORESObservaciones

A nadie le pasa desapercibido el olor del cuerpo, si es-tamos al lado de alguien. Además de que hablemos más omenos, nuestro sentido del olfato enseguida se pone alerta,casi siempre olemos los aromas u olores que desprende quienestá cerca de uno. Si empezamos a clasificarlos, entraremosen un mundo subjetivo que dependerá de cada uno. Yo doy miopinión, que puede ser más o menos compartida.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que cuando elolor procede de una materia en descomposición desagrada acasi todos los olfatos, si de ese sudor se sacara la esencia, talvez podríamos tener un perfume. La verdad es que hoy a loque más se tiende es a echar buen olor y eso se consigue conuna ducha diaria, con champú y jabones perfumados. Esto esun negocio como otro cualquiera. Pero, de todas formas, cadapersona tiene que convivir la mayoría del día con su olor per-sonal, pues los perfumes, por mucho que persistan, se evapo-ran al paso del tiempo. Las mujeres, siempre coquetas, son lasque más utilizan las colonias y otros ungüentos, a mi parecerpara llamar la atención.

¡Cuántas colonias no se han evaporando en la mente dealguna mujer, al no conseguir el objetivo que persiguen! Ten-gamos en cuenta que algunas colonias y demás jabones de

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belleza contienen feromonas. Claro está que esta palabra laconoce muy poca gente, Según he entendido yo, esta sustan-cia, su función principal es atraer al hombre, es una sustanciacomo otra cualquiera, pero que solo la utiliza quien sabe, conobjetivos claros de atraer a una determinada persona. Pero, almargen de este producto químico, también hay otra sustanciaque en su conjunto se utiliza para atraer o simplemente paracausar buena impresión.

¿Podemos determinar las enfermedades de una personaa través de olor corporal? Yo diría que sí, así de primeras, y nolo digo porque a las personas que estén enfermas no se lesasee cuidadosamente, aunque, siendo realistas, no es así en lamayoría de los casos. Un especialista en determinado tipo deenfermedades sabe, cuando el enfermo llega a la consulta, casisiempre, que si no detecta la enfermedad por el olor es porqueno está enfermo. Seguro que hay algunos médicos que handesarrollado este tipo habilidad. Cada enfermedad tiene su olorparticular.

Pero, al margen de los olores de cada enfermedad, a miparecer, siempre habrá una mayoría de la población que utili-zará los perfumes, aunque sea en proporciones mínimas. ¡Québonito sería oler todos a albahaca, romero, tomillo, etc., y susderivados: ¿Creen que para 6.000 millones de personas habráperfumes para todos?, si nos lo planteamos, seguro que sí.

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LV

EL ENVÍO DEL DINERO POR CARRETERAYA NO ES NECESARIO

Los vemos cuadriculados y blindados, por todas las ca-rreteras, llevando dinero. Allí donde hay un grupo de gente,allí hay una sucursal bancaria. No se han enterado aún de queel dinero no vale para nada. El símbolo de todo el mal hadesaparecido, ahora el papel moneda se trasmite por potentesredes de impresoras, conectadas a grandes ordenadores. ¿Se-ría posible que el dinero como símbolo desapareciera comorealidad? Claro que es posible, el trueque sería la alternativa.

La solución sería coger lo que uno necesite, sea comi-da, vehículos u otra cosa. Utilizar lo que necesitemos para nues-tras necesidades diarias. ¿Veis cómo sí es posible que el dinerodesaparezca? También desaparecerá el egoísmo. ¿Por qué no seinvierte el presupuesto, en vez de en coches bancarios que pa-recen tanques, en ambulancias o en cosas que al hombre y lamujer hagan más felices y que curen las mil y una enfermeda-des. El presupuesto de mantener a todo el personal y esos vehí-culos, eso es tirar el dinero, el esfuerzo que se hace no es nece-sario. No podemos mantener un sistema que como símbolomáximo de riqueza tenga el dinero, los símbolos tienen que serotros, podemos imaginarlos, hay cientos, solo falta empeño.

Con un poco de aprendizaje, seguro que el mundo

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funcionaría mejor. Si este sistema funcionase, que seguro quefunciona, sería estupendo, pero si no funcionase, podríamosrecurrir a otros. Solo por evitar a esas personas que van dentrode esos vehículos el sufrimiento que tienen que padecer, se-guro que merecería la pena de intentar un nuevo cambio.

Acumular dinero y bienes no es un plan apto para na-die. En la educación que recibimos de pequeños, lo primeroque encontramos es la enseñanza del valor del dinero y delorgullo. Por eso todos los tenemos en mayor o menor cuantía,pero la igualdad tiene que extenderse por todo el mundo, pocoa poco, no puede haber gente pasando hambre y enfermeda-des cuando nos están sobrando a los países ricos todo lo quehace falta para la solucionarlas. Los trabajadores, a fuerza dehacer todos los días lo mismo, seguro que también piensan enmuchas de las injusticias, unos trabajan para comer y otroshan intentando llevarse parte del dinero que transportan.

Hubo una vez un caso que fue muy sonado. Un grupo detrabajadores del dinero se pusieron de acuerdo para robar a laempresa y lo consiguieron. Se llevaron el dinero, compraron ca-sas, coches y lavaron el dinero en paraísos fiscales. Descubrirloslos descubrieron, pero ya había volado la mayoría del dinero,unos meses de cárcel y al salir algunos a disfrutar del dinero.

Hay cosas que no tienen solución y no la tienen porqueno se la quieren dar. Tiene que haber personas formadas paraque los que roben, además de cumplir condena, deban de de-volver el dinero y, si no, a cumplir condena. No puede ser que,por diferentes causas, a los tres días estén en la calle.

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LVI

EL FUTURO DE LOS PUEBLOSOpinión

Se podrán aportar razonamientos, unas veces en contra yotras a favor, del porvenir de los pueblos. Salvo algunos román-ticos empedernidos, que idealizan los pueblos, la realidad no esesta. La realidad es que, por causas de todos conocidas, los pue-blos se mantienen bajo mínimos y en la mayoría de los casosperdiendo capital humano, económico y con perdidas en todoslos niveles. Así la vida en los pueblos se hace cada vez más irres-pirable; las inquietudes, educación, trabajo, diversión, etc. no es-tán a la altura de lo que la mayoría aspiramos. Así que la soluciónno creo que venga con irse todo el mundo a la ciudad.

Como todo tendrá que venir de la mano de nuevas ideasque hagan que los pueblos, por lo menos, si no aumentan, tam-poco disminuyan su gran importancia en todos los hábitos de lavida. Sabemos que la ciudad no es una buena solución para quetodos los habitantes de los pueblos se sitúen en esta. Sabemos,sin que nos lo diga nadie, que los pueblos no pueden desapare-cer ni que se puedan mantener solo para que un fin de semana aunos turistas se les ocurra visitarlos. Y que por donde antaño lavida y las relaciones humanas fueron florecientes, pase ahora,al caminar, el viajero en triste soledad.

Los pueblos son, también, vida. El otro día, hablando

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con un amigo, me decía que había visto como los habitantesque viven en la ciudad ya habían hecho mediciones exactas yvenían a decir que cada habitante de una ciudad, sin fumar, seestaba respirando lo equivalente a una cajetilla de tabaco, solopor la contaminación que se da en ella.

Evidentemente el oxigeno es una parte de nuestra cali-dad de vida. Ya mismo tendremos fabricas de oxigeno para ayu-dar a la naturaleza a aumentarlo porque cuando las estadísticas,que las harán cuando les interese a alguien para apoyar algúnargumento más o menos rocambolesco, nos digan que el siste-ma de desgaste de las materias primas está casi llegando a sufin, porque todo lo bueno, por mucho que queramos, es imposi-ble físicamente que pueda ser repartido de una manera justa.Que siempre tendrá que haber gente que se aproveche de una uotra manera y que mantenga su modo de vida a costa de los que,por leyes ya escritas, tendrán que pasar faltas.

Esto no interesara ya a nadie, salvo a aquel al que esanecesidad de justicia le muerda el alma y, de una u otra mane-ra, en canciones, en poesías o en mil maneras de expresiónsalga de su mente la protesta por el mal diseño que hace elsistema de los bienes y su injusta distribución. Tal vez enton-ces tendremos que recurrir a los pueblos de una manera rápi-da y alocada para encontrar lo que en otros momentos tuvi-mos. Esto no será retroceder, sino un paso hacia delante, haciaun mundo en el que el tiempo no tendrá valor y sí una buenaconversación o un alimento degustado de su propio huerto. Siesto no es así, vengan ideas nuevas que nos hagan ver la sali-da a un mundo cada vez más enloquecido.

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LVII

CUENTO DE MIEDO

Era sábado por la tarde. Estábamos en la puerta del merca-do municipal el conserje y algunas vendedoras. Era invierno cru-do, hacía un frío intenso, pero el calor que teníamos en la conver-sación nos hacía olvidar el clima. Veíamos subir las motos, loscoches, alguna bicicleta, pero, en definitiva, peatones se veíanlos de siempre, sin ganas de comprar solo de pasar el tiempo.

De pronto pareció que un intenso pesimismo se adueñóde las mujeres. Vieron pasar al médico y la ambulancia. Unintenso temblor nos recorrió el espinazo y en seguida el pesi-mismo se hizo dueño de la conversación. ¿Quién sería el des-graciado que estaba enfermo? No lo sabíamos, aunque nues-tro interés era muy grande, pues, a pesar de todo, todos tenía-mos personas a quienes les había tocado la china. Fueronmomentos de miedo. La forma de actuar de los médicos dabamiedo, también su forma de ir a ver a un enfermo, a la mejorera alguien importante. ¿Quién sería? Nunca nos enteramosde quién se había puesto enfermo, podría ser más el ruido quelas nueces. Pero los momentos hasta que llegó el momento decerrar el mercado fueron momentos de angustia. Yo hacía loposible por calmarlas, ya llevaba diez años trabajando allí ylas conocía. El sábado era peligroso pues, al no trabajar, algu-nos se dedicaban a charlar y a beber y, claro, ante el alcoholno hay cabeza. Podía haber pasado cualquier cosa.

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Este sábado no hicieron nada de venta, pero seguíancon la costumbre de abrir el mercado todos los sábados por latarde. A los vendedores les gustaba estar con el conserje, erabuena persona y muy centrada, siempre estaba a su disposi-ción. Si había que abrir el mercado a cualquier hora, estabasiempre disponible, aunque no era recompensado por ello, eraun títere de todos.

Aguantó allí diez años. Fueron tiempos duros por la por-quería de sueldo, sin una gratificación. Sin embargo a otros síque recibían todos sus deseos y a las funcionarias no digamos.Al jefe se le hacía la boca agua cuando las veía bien arregladas,conseguían todo lo que querían. Solo pensaban en ellas, nos lesimportaba nada más. Así, de esta manera, eran las dueñas. ¿Quiénle iba a poner el cascabel al gato? La anarquía de la fuerza sehabía adueñado de la situación, solo se pensaba en destruir a losdemás para quitarle la dignidad, pero lo que no sabían era quela vida es larga y muy difícil de andar.

A ellos el miedo que pasamos no les importaba lo másmínimo. Estábamos de fin de semana y había que emborra-charse y pasarlo lo mejor posible, pues nadie sabía lo que nosdepararía el futuro. Vivían al día, se creían que el mundo seacabaría de un momento a otro.

Así acaba el cuento, teniendo en cuenta las injusticias yel miedo que pasan algunas personas, aunque no deberían depasarlo, pero eso no es fortuito, todo tenía su justificación.

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LVIII

EL PRIMER DÍA DE INVIERNO

Iba andando por el camino de costumbre. Los olivos,las nogueras y las parras quietas, inmóviles. A los olivos, porestas fechas, se les coge el fruto, así que están preparándose paraese momento en que de una forma violenta se les quita el fruto,pero no por eso dejan de darlo, el año que viene seguro que ten-drán más o menos fruto de nuevo. Si observamos alguna vezcómo se le hace daño al olivo para extraer su fruto, las varas sinpiedad golpeando las hojas y los tallos del olivo para que caiganal mantón, la aceituna negra que cae de forma atropellada, sobretodo cuando se le ha dado a una rama que tiene mucha.

No creo que otra fruta sufra tanto como esta con estaforma de recolección para poder llevarla a la mesa. Hoy, enmuchos casos, se utilizan vibradores que mueven hasta la raízde la oliva. Ayudados por las varas, en pocos momentos laoliva se ve casi sin ningún fruto. La evolución avanza, el tiempoes oro y la mecanización deja atrás antiguas formas de cogerla aceituna. Se avanza y se evita en cierta medida el esfuerzohumano, cada vez la mano de obra es más escasa y hay queinventar nuevos métodos de recolección.

Cuando ya voy a pasar el pueblo y voy a entrar en elcampo, veo a una niña bien abrigada. Las manos sostienen unanimal. Observo que lleva algo entre sus manos aunque, como

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la noche se deja caer, no lo distingo bien. Le pregunto y ellame dice que es un conejo, pegado a su pecho, lo mima con susmanos. Ella es aún una niña y me dice que le gusta mucho elpueblo, que sus padres son del pueblo. No sé por qué ha elegi-do como mascota un conejo, tampoco se lo pregunto, no haytiempo.

Me pregunto qué habrá entre los animales y las perso-nas. Naturalmente que no podríamos pasar sin los animalescomo mascotas, nos acostumbramos los unos a los otros, te-nemos que vivir como si todos dependiéramos mutuamente.El conejo es solo un símbolo de que no podemos estar solos.La imagen de la niña con el conejo sobre su pecho acaricián-dolo, esta actitud, es todo un símbolo: la naturaleza domesti-cada y la niña alegre con su animal.

Le pregunto qué le da de comer, ella me responde quepienso aunque también le da lechuga, zanahoria o cualquiertipo de verdura. El conejo permanece quieto, como prestandoatención a lo que está oyendo, seguro que él también tendríaalgo que decir, pero permanece mudo. Otro día tal vez siga-mos con la conversación, tal vez el año que viene, cuando laniña lo traiga de nuevo y nos conozcamos un poco más. Segu-ro que ya tendremos algo de qué hablar, ya nos conocemos,seguro que a lo largo del año pensaremos en aquel momentoo, tal vez, nos olvidemos definitivamente y no nos veamos nila niña ni el conejo. Por si acaso el año que viene dejamos devernos, aquí queda un trozo de aquel momento. ¿Quién sabesi el conejo sabrá que ha estado en el pueblo?, si vuelve lo

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llevaré a que conozca a más amigos suyos. Aunque estos va-llan al matadero, se les alimenta noche y día y cuando ya es-tán engordados acaban en nuestras mesas. Dicen que el cone-jo tiene muchas propiedades alimenticias, aunque a algunosnos sienta mal. No os aconsejo que visitéis ninguna granja deestas que hay en serie. Es lamentable el aspecto, parecen an-choas y dan pena. Tenemos que comer todos y una de las ma-neras de que llegue el alimento a la mayor cantidad de gentees este sistema, pero me parece triste.

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LIX

EL SILENCIO ROTO15-4-2005

El silencio es el cielo y la tierra en perfecta armonía. Elsilencio es como un gorrión volando o tal vez una paloma ytambién un águila viendo desde las alturas cómo la tierra vadando vueltas para que no se repitan lo malo, la violencia, lafalta de amor o tal vez una flor que quiere nacer y no la dejan.

El silencio es paz, es armonía, es libertad y tolerancia.La ausencia del silencio puede ser algo anormal, pero es quehay silencio y sonidos, los dos pueden ser buenos y compati-bles, pero no ese ruido de la moto, del coche o tal vez delmurmullo de las gentes o de la televisión. ¿Qué hacemos cuan-do el silencio se ve roto por ese ruido, que nos hace daño yque sabemos que a quien lo produce también? Algunas vecespensamos las raíces de ese ruido y muchas no sabemos de quéprocede, salvo que detenidamente averigüemos las causas.

En el mundo actual, además de producirse desigualda-des sociales sangrantes, los obreros se ven obligados a produ-cir ruido en sus trabajos, el de las conversaciones es el demenos, lo que importa es que se haga el trabajo lo antes posi-bles, muchas veces sin reparar en medios. No se puede dormirni descansar bien, la mayoría de nosotros tenemos los nerviosy el cuerpo enfermos a causa de este ritmo de vida.

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Hay victimas incluso, pero de una u otra forma se en-tierran a los muertos y los vivos quedamos pidiendo que nonos pase lo mismo que a nuestro compañero, que ya está enotro mundo. Pero lo que sí nos tiene que interesar es el deaquí porque dicen que hay otro mundo, aunque yo prefieropensar como el del chiste que había muerto de accidente. Vay le dice un amigo a la pobre viuda: “Lo siento”, a lo queella responde: “No, déjelo como está”. La pobre, en el aqueltrance tan difícil, no había comprendido. Tal vez nos pase anosotros igual, que no comprendemos las cosas a la primeray necesitamos un poco de humor y de compresión para cier-tas cosas.

Hay que oír el sonido del agua al caer en un campo detrigo, como la vida que percibe el trigo y su movimiento acom-pasado, como si fuese algo en perfecta armonía para que elfruto que nos alimenta crezca y mientras llega el tiempo de lacosecha crezca con el agua para que su producto nos llene devida. Ese verde donde al atardecer los rayos se esconden y alverde intenso del trigo le va cayendo la noche para, al próxi-mo día, crecer otro poco y así día a día conseguir una cosechacon la cual nos alimentaremos.

Como vemos la nieve que cae acariciando los tejadoslas calles y los campos, dejando la incomprensión para otrosmomentos y tendiendo un manto blanco inmenso, como si elcolor que nos deslumbra la vista quisiera decirnos que todoslos inviernos, si no nos olvidamos de ella vendrá la paz, paraque no se nos olvide.

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Esta tarde de primavera pensaba en un cuento y me hasalido pasando al papel la conversación que tuvieron la palo-ma y el águila, volando a ras de suelo. Yo estaba sentado de-bajo de un pino y como pude conseguí pasarla a papel. Yomismo, la verdad, no me lo creo del todo que consiguiese en-tender la conversación, pero como tuve esta sensación la cuen-to. Tal vez no sea ni cierto ni mentira, a lo mejor es una sensa-ción que sentimos algunos.

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LX

CONVERSACIÓN EN EL OLIMPO

Todo empezó al finalizar una obra de teatro. Los tresempezaron a hablar entre el murmullo de los otros planetas.Estuvieron hablando mucho tiempo, así decidieron beber unpoco de agua pues se les había secado la garganta. Marte esta-ba solitario y los estaba escuchando, a ellos no les importabaque los escuchasen. Pues lo que hablaban era la verdad. Ha-blaban sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el arte, en finlo típico, también conversaciones normales donde, bajo losinflujos del arte, daban su opinión sobre cualquier cosa, comoel agua que bebían. Su lenguaje era especial, aunque entreellos se entendían, pero seguir la conversación era agotador.

Venían a decir los tres, y cosa rara era que estuviesen deacuerdo, que la verdad hay que hacerla realidad, el Sol mante-nía que la verdad no existía pues él, con su calor, la destruía yla Luna le preguntó si también destruiría un pino, un olivo ocualquier árbol, el sol decía que era ecológico, que nunca abra-saría la naturaleza, “Menos mal que respetaba algo” –pensabala Luna-. El sol decía que hacía lo que le daba la gana, querespetaba sólo a quien quería. Al oído de la Luna, le dijo elSol que la quería y ella le dijo que también. Marte escuchaba,más se estaba aburriendo con la conversación.

Salieron al Gran Parque, donde les esperaba un poco de

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comida. Era una comida especial, plato único, meteoritos co-gidos del cielo, unos más grandes, otros más pequeños. Cadauno cogía lo que les apetencia, la música era el silencio, unsilencio donde solo se oía hablar. Alguien se quejó y en segui-da Saturno volvió con sus típicos ritmos a alegrar la velada.Sabían que, aunque en sus puestos de trabajo se habían dejadoel piloto automático puesto, cuando volvieran tendrían quehacer su trabajo

El Sol se puso violento, pues su calor estaba empezan-do a aumentar a causa de que la Luna no le hacía caso. LaLuna se estaba fijando en Marte y el Sol se dio cuenta. Vamosque a lo mejor se enamoraban y dejaban al Sol solitario. Conla fuerza que tiene, destruiría a la Luna y a Marte. Al estarmás furioso el Sol, más calor desprendía, nadie podía estar asu lado, era sólo que se sentía engañado y sabían que cuandose calmase todo volvería a la normalidad.

Otros planetas y otras estrellitas también estaban en elguateque. Sabían que el hombre las estaba estudiando parasacarles su verdad, pero ellos sabían que no hay una sola ver-dad sino que hay muchas. Le decía Marte a la Luna que el con-junto de verdades conseguiría que el mundo fuese perfecto.Todos estuvieron de acuerdo en que la violencia es el principalproblema que existe en el universo. Todos hicieron planes paraque desapareciese, los programas que confeccionaron cada unovenían a decir que tiene solución, pero de múltiples maneras. Elcamino no venía desde luego por las explosiones que vemos enla películas más taquilleras, por ejemplo cuando un coche salta

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por lo aires. Ese es el Sol, si quiera podía hacer lo mismo, perono lo hace, aunque en cualquier momento puede hacerlo, perono lo hace, se controla. La violencia en las películas son solesque se destruyen. No quiero hacer poesía sino decir la verdad,pero es que hay cosas donde no cuadran.

La armonía del universo se está siempre ampliando, casien silencio. Pero en la Tierra, un sitio donde Dios creo al hom-bre, éste malvive. Pero no tengamos miedo, que la Luna y elSol nos están dando vida hasta que se cansen de ver la injusti-cia que da nuestra razón. Y tomen dos posibilidades: o nosdejen como estamos o nos manden a un lugar que solo ellossaben, el sitio no será el fin del mundo, será otra forma devida, seguro que mejor.

Se terminó la fiesta, todos volvieron a sus puestos, pen-sando en volver a otro acto cultural, a todos les gustaba. Mehe fijado en la Luna, el Sol, Marte y la Tierra, como pensa-miento y como realidad. Pero la razón podrá a cada uno en susitio, si los investigadores del espacio consiguen algún díadominar la sabiduría del universo. ¡Que lo estamos intentan-do! Si dominamos el universo y la tierra, ¿que seríamos noso-tros?, tal vez dioses haciendo el bien y el paraíso repleto defrutas, de aviones, tal vez sea ese nuestro destino. O tal vezsea lo contrario, pero por lo menos ganamos el tiempo pen-sando en cosas más bonitas o menos. Marte decía que quitaríael sufrimiento en el universo porque conocía la forma de eli-minarlo. Enseguida llamó por teléfono al Sol y le preguntóque qué haría él, él dijo que quitaría el hambre.

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Este es un mundo que puede ser real tan solo en estosfolios, pero ¿y si se hiciese realidad?, estudiando todo lo quecompone el universo, hasta la mínima partícula, si compren-demos, el amor se hará realidad y todos viviremos en paz,armonía y en mundo feliz.

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LXI

EL TREN DE LA ILUSIÓN

DEDICADO A MIS SOBRINOSCarlos, María, Julio, César, Sandra y Ascensión

Muchos niños, un día, se juntaron para hacer un viaje.Todos estaban muy alegres porque deseaban que ese momen-to llegase. Tenían muchas ganas de montar en el tren y pasarlobien, como otros niños y niñas ya lo habían hecho.

Contaban cosas muy buenas sobre el viaje que hacía eltren, el paisaje que se veía por las ventanas era muy bonito,así como los muchos animales que vivían en el tren que ade-más era su casa, no se iban nunca de allí. En fin, los que yahabían estado contaban que no era un tren cualquiera, era untren solo para niños.

Llegó el día y todo el grupo de niños y niñas, uno poruno, fueron subiendo al tren. En la puerta de entrada había unpayaso que iba regalando a cada uno una mochila llena de ju-guetes y golosinas y también alimento para los animales. Todosiban muy contentos. El payaso era muy simpático y, como si notuviese prisa, a cada niño le hacía un juego, diferente a cadauno. Los niños no paraban de reír, no habían visto esto antes.

Por cada ventanilla del tren se divisaban unos campos

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verdes y muchos árboles, de vez en cuando se veía algunaáguila, algún halcón y también jirafas, elefantes y muchaspalomas blancas. En el tren parecía que no acabaría nunca elviaje. En las paredes se veían unos cuadros muy bonitos ytambién figuras de deportistas en movimiento.

No lo olvidarían nunca, todos nos lo pasamos muy bien.

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LXII

ESTA NAVIDAD HA NEVADO

Por la tarde noche ya caían algunos copos de nieve queapenas se notaban. Es navidad. Por la mañana, desde mi ven-tana, veo el manto blanco del tejado de la iglesia. Me pongocontento como si hubiese recibido algún regalo: es la nieve.No sé por qué me da alegría, tal vez sea por el color blanco, esun color que trasmite a nuestra vista mil y una sensaciones.Ver la calle blanca, el tejado de la iglesia, los coches que hayen la calle blancos. Es como si un manto blanco se hubieseextendido por todo el pueblo. El blanco nos hace evocar algoen nuestro interior que no sabemos lo que es, pero que nostransmite sensaciones que son difíciles de desentrañar.

La nieve se ha helado, por lo que aún permanecerá mástiempo haciéndonos compañía. Su destino será convertirse enagua, agua que surtirá a los campos de esa humedad necesaria,pero que, siquiera por un momento, le ha dado color. El colorde la nieve, junto con el azul o el gris del cielo, el arco iris soncolores que nos ayudan ha cambiar cada día nuestras ideas fi-jas. Vemos la nieve y ella nos transmite tranquilidad y sosiego.

Yo creo que debería ser el color de la paz. No que hallapaz cuando nieva, sino que, aunque no nieve, también tenga-mos paz. Cuando la nieve cae debería de inutilizar todas lasarmas, que solo llevan a la violencia. Ella cae por un fenóme-no meteorológico, todos los sabemos, no es cosa de magia,

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pero si le añadimos que también puede hacer daño a los árbo-les, a nosotros también, ya es otra cosa.

Esta mañana, mientras caía la nieve, una persona se hamuerto en el pueblo. ¿Tendrá la culpa la nieve? Seguro queno, el cuerpo de esta persona ha dejado de suministrar algúnproducto que necesita el cuerpo, al faltarle ha dejando de vi-vir, no dudo que los médicos habrán hecho todo lo posiblepara que viva, pero no han podido prolongar su vida. Segura-mente cuando se le entierre no le acompañarán los copos denieve, pero sí la humedad que ha dejado la nieve. La tendre-mos como un símbolo, aunque también tiene su lado positivoy negativo. Como las ondas de los móviles o de la televisiónque cubren todo el territorio, algo parecido hace la nieve, soloque ésta es blanca y las otras ondas no las vemos, pero sedejan notar. Estas ondas dejarán también su huella en todonuestro devenir, sí, como la nieve.

Hacía años que no nevaba de una manera importante, almenos tres o cuatro, por eso seguro que este año el manto denieve se ha dejado notar en la sierra. A lo lejos se distingue elcolor blanco, entre los pinos y los olivos. Este año la nieve seha helado, así permanecerá más tiempo y hará más daño a losárboles, pues se hielan junto con ella. En algunas casas quetienen chimeneas se encienden para cortarle unos grados alfrío, al lado de las ascuas se suelen echar unas patatas para ircalmando el hambre.

La nieve trae frío. Cuando voy paseando por las calles,unas veces el aire me empuja por la espalda y otras de frente,

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en la cara. Tiene que haber alguna manera de que el frío inten-so e interior que tienen algunas personas se calme. Habrá co-razones que, con el frío, permanezcan inalterables, les da igualque haga calor que frío, ellos permanecen inalterables a losmandatos de su mente. Algunos los cubren con sonrisas, otroscon mil variedades de formas, pero todos los conocemos: soninalterables al sufrimiento humano, solo piensan en ellos. Casiseguro que no hay manera de cambiarlos, ni por casos más omenos humanos que se les presenten, pasará a su lado el dolory ellos no querrán darse cuenta, su cara o sus mil caras sigueninmutables, sólo piensan en ellos mismos. Hay que abrir loscorazones y lo que sintamos, expresarlo. Y hacer que el mantode nieve que solo cae unos pocos días al año cubra y diluyanuestros pensamientos negativos y si no amamos al prójimo,tampoco le hagamos daño.

Os dais cuenta del cuento tan blanco que estoy hacien-do, pues así es desde mi punto de vista y esto es lo que con lainspiración de la nieve he conseguido hacer, aún soportandoel frío intenso.

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LXIII

ESTE CAMBIANTE MUNDO NUESTRO

Hace unos pocos años era impensable tener algún elec-trodoméstico o coches o videos y, menos aún, ordenadores.Aquí, hoy en día, es todo normal, son nuestra mente, nuestrospies. Pero es que todo se está quedando anticuado como mipequeño electrodoméstico viejo, que ya he tenido que retirar-lo porque se averió y no encontraba piezas para poderlo arre-glar. Claro que no me preocupo mucho, voy a la tienda y com-pro otro, con más prestaciones que el que tenía, pero aunqueya ha pasado tiempo lo recuerdo con cariño.

¿Qué habrá sido de él?, fue mucho el tiempo que estu-vo conmigo. Hoy que hago memoria me doy cuenta de quehubiese cabido en algún museo, pero ya es tarde para recupe-rarlo aunque de vez en cuando en alguna película o anuncio loveo, aunque no es el mío, lo sé, pero mi mente se fija connostalgia. Tenía con el aparato una relación de uso que nuncahe podido olvidar, la forma de encenderlo, las prestaciones,yo ya las tenía memorizadas, sabía el tiempo que tardaría enhacer cada cosa, en fin lo enchufaba y yo ya tenía asimiladotodo lo que tenía que hacer.-

El nuevo aparato es mucho mejor, más evolucionado,hace las cosas más rápidas y tiene cosas que el viejo no tenía,aunque aún todavía hoy lo recuerdo con cariño. El nuevo no

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ha podido hacerse el mismo lado en mi corazón, es más frío,parece que no tiene vida, como el viejo, aún hoy me da penacuando lo recuerdo, ¿por qué lo tiré? Tal vez sería la novedado es que los primeros los hacían con sentimientos y los de hoysólo los hacen con aleaciones, tal vez sea por eso, aunque esaexplicación a mi no me convence del todo.

Cuando uno compra algo, parece que tenemos en la ca-beza metida la idea de que es para toda la vida y, por desgra-cia, sabemos que no dura toda la vida. Pero de lo que sí me hedado cuenta es de que, en los modelos que hay, son muchomejores sus prestaciones y cada vez más, podríamos pregun-tarnos para qué. Una explicación que se me ocurre es porquela tecnología avanza muy rápido y lo que hoy es nuevo de undía para otro se ha quedado viejo. Pasa con los coches, con loselectrodomésticos y hasta en la forma de comer. Es la veloci-dad y el cambio.

¿Adónde nos llevará todo este cambio tan rápido?, solobeneficio para el mercado. Se crean puestos de trabajo y no esque lo hagan sin ninguna razón, todo tiene su razón, casi se-guro. La evolución tecnológica nos llevará a no cogerle cari-ño a los bienes, solo serán de usar y tirar. El mercado encanta-do, más beneficios, pero ¿y nuestros sentimientos?, ¿aguanta-rá la naturaleza la extracción de parte de sus riquezas?

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LXIV

HAY QUE ESTAR PREPARADO PARA TODO

Es sorprendente la tensión que tiene el atleta, en el mo-mento de saltar, cuando se prepara a lanzarse al salto de longitudy mantener la concentración para, controlando el bombeo de susangre hasta el músculo, activarlo en el momento oportuno. Elsalto puede ser válido o no, pero su preparación concienzudale hará sentir por un momento que ha sido el primero.

Claro que eso le pasa a todos, pero sólo uno obtendráel primer puesto. Lo importante es hacerlo en el menor tiem-po posible en su especialidad. Hay muchos oponentes, perosólo uno, de una selección importante, ganará. Los podre-mos ver en televisión, son los mejores en su especialidad,les enseñan a controlar su cuerpo, su mente y el que másrápido haga el ejercicio ése será el campeón. Se sentirá -digo yo- el mejor de todos los de su especialidad, por unosdías y meses se sentirá dios, pero llegará el día en que, por lamerma de sus facultades, llegará otro mejor preparado y lequitará la corona.

¿Habrá coronas para que todos, sea la especialidad quesea, puedan sentir esa emoción?, claro que las hay. Por muchoque suframos, cada persona se siente rey por un día, el cualrecordará para siempre ese quehacer, sea en el trabajo, sea enel deporte o en su vida cotidiana.

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Hay etapas en la vida de las personas en las cuales, sinnecesidad de medios importantes, uno se siente bien, tambiénlos más humildes. Esa sensación de ser algo en esencia le harádar un empujón hacía delante y lo mantendrá en el recuerdomientras viva. Esos son los verdaderos deportistas, los quemiran de reojo la televisión cuando hay alguna competiciónpues ellos saben que también tienen su momento de gloria,sin necesidad de que se entere todo el planeta.

La competición de nuestra vida cotidiana requiere estarformado y no de una manera cualquiera, sino con un métodomuy estricto para que por lo menos todo funcione de una ma-nera uniforme. Pero cuando vemos por la televisión que algúnatleta se ha lesionado, pocas veces pensamos que nuestras le-siones no importan a nadie, sabemos que cualquier enferme-dad ocasiona perjuicios, naturalmente al lesionado y al siste-ma, son pérdidas. El juego no se detendrá por eso, pero laspérdidas sí se contabilizan. No solemos pensar en el daño quetiene esa persona enferma, el dolor que sufre durante unosdías, la mayoría de las veces nos es ajeno, sabemos que estápenalizado a no funcionar de una manera normal. Son perjui-cios económicos, que son los que más duelen, más inclusoque el dolor de una persona que no se encuentre apto paratrabajar.

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LXV

HAY QUE LLAMAR LA ATENCIÓN COMO SEA

Podría empezar el cuento con la forma de llamar losniños y los mayores la atención, porque necesitamos expre-sarnos y que alguien nos oiga, aunque esto cada vez más difí-cil. Tal vez este fenómeno es relativamente nuevo y algunosno se habrán dado cuenta de ello. Yo lo he observado en estosdías de Navidad con la televisión encendida. No hay nada ca-sual, pero muchas veces hemos echado mano del móvil al creerque nos llaman pero no es así. Una vez pasa y otra tambiénpero, cuando ya se repetía, puse manos a la obra y averigüe lacausa de lo que obsesivamente me preocupaba tanto, si mellamaban o no. Encontré la solución en que, cuando la televi-sión está encendida, alguna música de fondo de algunos pro-gramas, que suele ser muy tensa, se oía de vez en cuando,como algunas notas parecidas a las de mi móvil.

Claro, ahí está la solución. Parece mentira, pero paraatraer la atención algunos fondos musicales se parecían a lasintonía que tienen algunos móviles. ¡Qué cuento más boni-to!, ¡cómo se utiliza todo tipo de métodos para atraer la aten-ción de un público que seguramente piensa en cosas diferen-tes a las que les están echando por la televisión! No es unaidea brillante, pero funciona. Solo tenemos que ver que mu-cha gente se echa mano del móvil apresuradamente y luegono es nadie, pero el acto de coger el móvil no ha sido casual,

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sino que ha sido por un sonido parecido al tono de su móvil.Nada, a tener paciencia y a esperar a que nos llamen de ver-dad, esta vez sin intromisiones.

Esto es lo que quiero indicar: cómo vamos por la vidapegados y agarrados, atravesando un inmenso oleaje para quenos dejen hacer lo que verdaderamente queremos hacer. Estoes difícil, uno por allí, otro por acá y nosotros solo tenemos unobjetivo: que nos dejen trabajar o divertirnos. Ya sabemos quese ha acabado la originalidad, que la mayoría de nuestras vi-vencias son sólo copias de lo que otras personas ya han he-cho. Por muy poca mente que tengamos a nuestro alrededor,sabemos que nos necesitamos unos de otros, que copiamosformas de hablar, de vestir, de trabajar y que muchas vecesnos comportamos como verdaderos robots.

Pero no deseo que la especie humana vaya por el cami-no de copiarnos los unos a los otros, como se diría vulgar-mente en el colegio. Claro que tampoco podemos pedir quetodo el mundo sea un genio y que la creación en todos lossentidos sea un hecho real. Pero no es un hecho real, sino quecada uno, a lo largo de su vida, va dejando retazos, en unosmomentos o en otros, de algo genial, pero la mayoría de nues-tras vidas transcurren en el más gris de los paisajes, sólo sabe-mos quejarnos de casi todo.

Si tenemos en cuenta que desde que un niño nace ya sele pone el uniforme que ha de llevar durante su vida, luegocrecerá y seguirá con distintos uniformes, luchando por su

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subsistencia, se formará y, si toma un camino u otro, estaráplagado de cosas tan repetitivas que cuando seguramente pasepor su lado algo original no lo apreciará porque las criticassobre esto o aquello harán que su mente solo se preocupe dehacer las cosas rutinarias. Aunque se le diga que tiene liber-tad, ésta no es sino un mero antifaz y casi un engaño. Para laproducción de cualquier cosa material o espiritual, inclusocuando diga de descansar, ya tendrán todo preparado en serie,para que sea feliz o al menos se divierta.

Nuestra cultura esta encerrada en sí misma, como casitodas. Podríamos aprender de otras gentes que viven de ma-nera diferente y no ir nosotros a implantar la nuestra, sinohacer una mezcla de ambas. No podemos ir y, por la fuerza,hacer desaparecer culturas, tenemos que coger lo mejor decada una y aprender otras formas de vivir diferentes que apor-ten a la persona algo importante y no armar a los ejércitos,como si la variedad de culturas que hay en el mundo necesita-sen de la guerra.

No, hombre, no, lo que hay que hacer es aprender delos demás y no copiarnos.

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LXVI

HOY QUISIERA DECIROS UNA VERDAD

Verdad, ¡qué palabra más bonita! Suena bien y nos traesensaciones de algo importante, casi siempre que la decimosparece que se abre un mundo sin fin.

Bueno pues había un sitio en que la verdad no existía, sino contrastemos unas con otras. Por ejemplo, cuando hablamoscon un amigo o una amiga, la mayoría de las veces hablamoscon medias verdades que, al decir de aquel viejo, son mentiras.Si existiese alguna verdad, los cimientos del mundo se caeríana pedazos pues todos iríamos detrás de ella. A lo mejor es quetienen que existir muchas verdades, claro, eso es, tiene que ha-ber muchas verdades para que ninguna se asemeje a la otra yademás no se enfrenten. Además las verdades son como noso-tros, nacemos, maduramos, envejecemos y morimos.

Las verdades son unas notas musicales que nos gustany que tocan nuestra fibra sensible, también unas ideas que sa-camos de un libro y nos hacen ver que el mundo es adorable ybello. Luego también las hay que nos hacen daño, pero poreso no dejan de ser verdades: las guerras, las enfermedades,en definitiva el sufrimiento. ¡Cuántos no deseamos que noexistan!, pero parece ser que el placer, el bienestar, en defini-tiva todo aquello que nos hace daño, aunque parezca mentiraque sean verdades, también lo son. Podríamos decir que lo

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bueno y lo malo son ciertos, entonces alguien podría pensarque todo tendría que ser bueno, eso sería otra verdad, pero siaporta ideas para que lo malo se vea arrinconado y extingui-do, ¿por qué no?, ¿sería una utopía?, yo creo que no.

Conocí a una persona que tenía tal calma, tal dominiode sí mismo, que iba volando por las flores de las verdadescomo si fuese una mariposa. Este hombre solo cogía el po-len para ir sembrando de flores toda la tierra. Las flores eranbonitas y hermosas, solo que, cuando se dio cuenta, en elplaneta solo existían estas flores. Cuando volvió la primave-ra, volvieron a nacer las mismas. Se dio cuenta de que sí queeran bonitas, pero no solo ellas, sino también las demás. Asíque volvió a coger otra vez el polen de las pocas que existíany se dedico a esparcirlo el polen para que con las otras florestambién se formase un paisaje multicolor y no solo el de laúnica que el sembró.

Imaginaos el trabajo que tuvo que hacer este hombre.Él era más que un hombre. Cuando se le comentó que por quéhabía sembrado todo el mundo con la misma flor, respondióque porque era la única bella que existía, pero se dio cuenta deque eso era una verdad, pero cuando vio que el panorama sehabía vuelto monótono y gris, se dio cuenta de que eso no eralo que el quería, que esa verdad había durado mientras él tra-bajó y las vio florecer, pero cuando se dio cuenta de su error,volvió con mucho trabajo a sembrar otras flores diferentes.Según decía, nunca volvería a hacer eso. El colorido de susamadas flores volvió otra vez a ser como el de antes. Hay que

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dar gracias a que pudo restablecer la diversidad, tendría queser otra verdad, o sea, que muchas verdades juntas podríanhacer otra.

Así hay gente que sin ningún control, guiada de quiénsabe qué ideas, pretende hacer lo que nuestro amigo. La ver-dad es que seguro que hay alguno que quiere hacer esto. Haygente que quiere hacer realidad los deseos más sublimes ytambién los más bajos. El poder de unos sobre otros, cuandoalguno se impone y su dominio es grande y le da por hacerpirámides o palacios muy bellos para su disfrute transitorio eincluso para cuando dejen de existir.

Esta sí podría ser una gran verdad. ¿Quién no ha senti-do alguna vez ese placer de felicidad por alguna razón?, peroellos quieren que esa sensación dure en sus vidas indefinida-mente. Todos sabemos que no podría ser de esta forma. Lafelicidad y el placer son como las águilas que vuelan muyalto, pero también bajan a tierra para descansar de la bellezaque ven por los cielos. A veces el vuelo lo realizan sólo parabuscar comida y, de paso, observar los cambios que el hom-bre hace en su paisaje porque sabe a ciencia cierta que, comotales verdades, ella también desaparecerá después de haberdominado durante algún tiempo el cielo azul porque ya no seacuerda de cuando también había nubes.

Esto que buscamos todos de una manera un tanto apre-surada no está en ningún sitio, en este mundo no existe, solotenemos momentos en los cuales nos encontramos más a gus-

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to que en los momentos de enfado. Poseer la verdad casi siem-pre tiene connotaciones de dominio, sí, de dominio de las per-sonas, de los bienes, de todo, pero volvamos a plantar la florque más nos gusta y veremos lo que nos ocurre. Así, con esteejemplo podríamos terminar este cuento que espero que no osdé dolor de cabeza. Mi intención es sólo que paséis un ratoameno y, como el águila cuando vuela, trasmitir algo de esospaisajes que contempla casi todos los días, incansable, cuan-do sobrevuela con deleite.

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LXVII

¿LA ALEGRÍA DE LAS FERIAS?

El tiempo pasa y, como cada año, la alegría, la fantasía,el deporte y la música se hacen dueño de los niños, mayores,mujeres y hombres. Seguro que cada uno cogerá una realidady la grabará en su cerebro. Todo un año para recordar los deta-lles más gratificantes de ellas. La alegría, esa, esa es la quetiene que ayudarnos, con sus emociones, a superar los mo-mentos más bajos. Gozar trabajando, gozar practicando de-porte, oyendo música, alzar el codo también, pero en su justamedida. Señoras y señores, hay diversidad de cosas para po-der disfrutar. ¡Ojo, que esto también tiene sus limites!

Todos sabemos que lo contrario de la alegría nos traetristeza, dolor, sufrimiento y cómo debemos hacer para ayu-dar a las personas que, por cualquier enfermedad, están pa-sando por momentos donde sólo el dolor se hace dueño de sucuerpo. Hay maneras de aminorar el dolor y tener una vidacon más calidad.

También en estos días donde la alegría se apodera delpueblo a ese pequeño número de personas que están pasandolo contrario que la mayoría de sus conciudadanos no se lespuede dejar solos, necesitan la compañía, a veces especializa-da, de personas para que, por lo menos cuando sientan en suscasas la Traca, tengan ganas de sentirla el próximo año.

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Porque la muerte llega, pero debe llegar como la emo-ción que sentimos cuando una conductora guapa pasa por lacarretera y, entre las sensaciones modernas que nos produce,nos haga ver qué hay que ir detrás, dónde, no lo sé. Pero segu-ro que el aire se abre para que pase el coche, cojamos nuestrosbártulos y, con nuestras maletas, nos traslademos a otro sitio,que aún tenemos que conocer. Allí seguro que nuestro espírituse hará un lugar y pasaremos a otra fase de nuestra vida.

Pero, como decía un buen amigo mío, en un chiste quecontaba: Una vez un vecino tardaba en salir a la calle, losdemás se creían que le había pasado algo; efectivamente, abrie-ron la puerta y se lo encontraron moribundo; a uno se le ocu-rrió que por qué, puesto que ya estaba tan mal, no le daban porun tubo un poco de leche; hecho, a los pocos minutos, con laboca abierta, la leche entraba en el estomago del enfermo;pero ahí viene lo curioso, el vejete empieza a dar voces, cuan-do se entendieron, lo que quería decir es que le faltaba a laleche ¡azúcar!

Azúcar que, en las fiestas, en forma de alcohol, a muchole sirve para coger un estado de colocación. Se dan ánimos unosa otros para repetir el colocón otro día. Y seguro que algunoscoches, a toda velocidad, llevarán de compañero, al lado, ace-chando, a la muerte, esperando la mínima oportunidad para, enun descuido, llevárselo con ella, de amiga eterna.

La muerte no existe, sólo existe el dolor de que, al lle-gar al final, se acaban las células. Así es. Los médicos saben

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que, con una buena alimentación, seguro que las células sedivertirán más y si eres rico ya ni contar. Los pobres se mue-ren antes que los ricos, también se divierten menos, algunos,tal vez, no conozcan la alegría. Esto es una pena.

Con todo este lío, yo voy disfrutando por diferentescausas, tal vez sea una excepción. Cada uno ve la vida demanera diferente, pero cuando todo esto se mezcla con la in-diferencia, con la dignidad de algunos pisoteada, el diablo huyecorriendo, no lo quiere, sabe que añadir más problemas, más alos que ya tiene es peligroso.

Hay veces en las que la forma de vida es la nada abso-luta, sólo somos como los anuncios de televisión. Son mo-mentos en los que, si utilizamos la cabeza, podemos pensarque no existe nada, sólo sueños infinitos donde el dolor y elplacer se dan la mano y juegan, a cualquier deporte, por entre-narse, pues tampoco, existe nada.

La nada es sentir y olvidarlo, la nada es comer y creerque la comida esta más o menos buena.

La nada son los coches, las lavadoras, la televisión, soloson fantasías, bueno, ni siquiera eso, la nada, por parecerse aalgo, yo diría que se parece a un atardecer sin nubes. La ale-gría no es nada, el dolor no es nada. Un paisaje no es nadasólo, si lo disfrutamos, tampoco es nada.

¿Qué es la nada?, ni siquiera la palabra sirve, hay quedefinirse en muchas cosas, pero una persona, que estaba es-

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condida en una cueva, según me dijeron, sabía lo que era lanada. Pero no fui a verla pues ya sabía lo que me iba a decir.

El conjunto de cosas no forman un conjunto, es nada,totalmente nada, somos un grano que se ha escapado por ca-sualidad y no lo entendemos, pero yo sí sabía de una persona,porque me lo había dicho, que sabía qué es la nada, pues nada.Una casualidad, unos átomos que se han juntado y vemos evo-lucionar la vida,e intentar, con estudio, comprenderla. Traba-jo perdido, pues si todo es nada, no le pongo ni mayúsculaporque, aunque la pusiera, no va a servir de nada.

Así, en los días de fiestas, miremos nuestra nada y di-virtámonos lo mejor posible. Porque el dolor y la alegría y lavida son nada.

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LXVIII

LA DIVERSIDAD,¿PUEDE TRAERNOS MÁS BENEFICIOS?

Si observamos, y casi siempre lo vivimos en primerapersona, lo veloz que es una transacción comercial, la rapidezcon que algunas veces se nos hace el trabajo. Yo soy una per-sona tranquila, me gusta cómo veo pasar el tiempo y los acon-tecimientos que pasan a mi alrededor, pero había un reinodonde los ciudadanos se respetaban, y ese respeto hacía todolo que los rodeaba les llevaba a ser felices.

En ese reino, sus ciudadanos vivían en paz, en armoníacon ellos y con la naturaleza. Cuando llegaba algo nuevo deotros reinos, lo aceptaban y lo rechazaban según el beneficioque les aportaba, no a unos cuantos sino a la mayoría A losque alguna de estas medidas no les iban demasiado bien, lastoleraban. Estas personas no pedían nada a cambio sino queaceptaban lo nuevo y muchas veces, con el tiempo, lo hacíansuyo también. Esta mezcla de sentimientos hacia las cosas ylas personas hacía que el reino marchase bien, pero ¿quién havisto algún país pasar largos periodos de paz? Si miramos elmapa, son los menos, sobre ellos se avecina el peor de losfantasmas. Otro país, en el cual predomine la fuerza y la vio-lencia, querrá adueñarse de los bienes materiales y ¿por quéno decirlo? también trastornar el sistema de convivencia quetienen entre ellos.

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Una mañana, los aviones y los carros de combate se vol-caron sobre este pequeño país. Sus habitantes, sorprendidos, notuvieron tiempo de reaccionar. Hubo muchas víctimas y al pocotiempo la guerra se acabó, pero ahora viven en ese reino de unaforma que a ellos no les gusta: están dominados por las fuerzasde ocupación, mientras extraen las riquezas de sus tierras parallevarlas para uso y disfrute del país que los ocupa.

La vida ha cambiado. Ahora, aunque ha pasado muchotiempo, aún recuerdan algunos de sus habitantes los dos esta-dos por los que en sus largas vidas habían pasado. Algunos re-cuerdan con nostalgia los tiempos en los cuales en su reino sevivía en paz, en armonía, en definitiva todos vivían bien, ahorasolo viven cómodamente los ocupantes. Pero aún hoy muchoshan dejado plasmado en el papel aquel estado de bienestar quese vio trastocado por el egoísmo y la avaricia de un poderoso.

En algunos libros de novelas y poesía, incluso en algu-nas canciones, se palpa aquel pueblo que vivía en paz. Algu-nos lo recuerdan y lo comparan con el estado que viven hoy.No eran ricos, pero tampoco necesitaban serlo, eran ricos encultura, en libertad y en las emociones que les daba la vidadiaria, el arte plasmado en pinturas y música casi han desapa-recido. Ya no son lo que eran, todos viven con esa tristeza y, ala vez, con esa ilusión por la cual creen que algún día conse-guirán reestablecer aquel reino, en el cual su vida era vida yno la postración que ahora viven.

Aún hoy hay algunos que luchan por aquel reino, pero

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no luchan con las armas de la fuerza. Su lucha es difícil, puesno luchan con las armas de la violencia, sino con otras armasdiferentes, que son la de la cultura. Así lo creen ellos oportu-no, no es necesaria la violencia, piensan que una poesía puedeser más eficaz que un carro de combate. Ahí están todos losdías, como si fuesen soldados, hablando de amor, de paz y decomprensión hacía las opiniones que más favorezcan a másgente. Es una lucha difícil pero ellos la han elegido, sabencasi seguro que llegará el día en el que todos sus sueños seharán realidad, pero, a la vez que piensan en vivir como antes,muchos saben que eso es imposible. Por eso también trabajanpara que si se diese el momento del bienestar, también estarpreparados, para que nadie perturbe ese ciclo que todos de-sean que sea duradero.

No piensan en armarse de material violento, sino enexportar fuera sus ideales para que los demás países se vuel-van como ellos. Algunos dicen que eso es una forma de vio-lencia, pero han acordado que es la única manera de mantenersu reino en paz y a la vez que los demás aprendan del suyo yno de los violentos.

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LXIX

LA LIBERTAD TAL VEZ SEA UN JUEGOOpinión

Me encontraba jugando una partida de dominó y se mevino a la cabeza preguntarme por qué ganaba o perdía algunaspartidas. Ante todo me planteé que sobretodo era un juego, unjuego con sus límites, la partida tenía un tiempo determinado, lasposibilidades de ganar eran para todos iguales, la finalidad entodos los juegos es casi siempre ganar algo de dinero o lo que seacordara anticipadamente. En este juego, como en casi todos, lasmotivaciones de los jugadores son las mismas: pasar el tiempo,ganar o perder algún dinero, etc., pero era eso, un juego.

Llegué a pensar que la libertad se parecía algo a un jue-go, pero, después de pensarlo detenidamente, me di cuenta deque la libertad siempre está recortada por alguna circunstan-cia que le pone término. Si la libertad la entiende cada uno deuna manera, no habría libertad, aunque cada uno tiene un con-cepto de lo que es libertad porque no podemos darle un térmi-no exacto, tal vez en los libros de texto sí se atrevan.

La libertad para mí es vivir y que en esa vivencia los momen-tos que creemos buenos superen a los menos buenos. Cuando llegaalgún momento en que vemos que disfrutamos o gozamos, bien seandialogando, comiendo, o disfrutando de alguna cosa cultural, esa esla libertad, que volará y tal vez no sabemos cuando vuelva, perosabemos que vuelve, al menos mantenemos la ilusión.

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La libertad no está en tener muchos bienes que nos denpoder para dominar a los demás, la libertad es como el viento,que lo mismo viene que se va. Creo que hasta en los momen-tos o situaciones difíciles lo que nos hacen salir de ello essaber que habrá un momento en el que en nuestra convivenciao en nuestros pensamientos asomemos la cabeza y respiremoslibertad por todos nuestros poros, o trabajemos de una maneraen la que nos sentamos dueños. Aunque la libertad, claro, lalibertad no tiene dueño, es de todos.

Muchos han querido coger el aire que da la libertad yhan querido encerrarla entre cuatro paredes, pero nadie lo haconseguido durante mucho tiempo. No se puede detener, nose puede encerrar, ella es libre también. Todavía hoy hay gen-te que pretende amordazarla y crear espacios donde solo sehaga lo que a una mente le parezca bien. Lo consiguen, perolo consiguen por poco tiempo. Es como si la libertad tuviesealgo especial que no se puede detener en ningún sitio.

Pero hay cazadores de libertad y los vemos todos losdías, cazadores que solo se dedican a eso de capturar la liber-tad, no para encerrarla, sino para exterminarla. Si nos detene-mos, los veremos y sabremos quiénes son. Creo yo que estosseñores solo pretenden capturarla para exterminarla, pero ellatiene algo especial, que no se deja coger.

La libertad está en todo, pero hay que tener mucho cui-dado con los señores o señoras que se dedican y pretendentenerla para ellos solos.

La libertad es de todos.

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LXX

LA LITERATURA ES UN ENTRETENIMIENTODE RICOS19-4-2004Opinión

Si observamos un poco los periódicos, los libros o larevolución que trae consigo la informática, todo está hechopara la gran minoría, por eso solemos decir que apenas se lee.Desde siempre el saber ha estado en manos de unos pocosilustrados; hoy, con la enseñanza obligatoria, se pretende pa-liar algo el escaso acceso a la escritura, pero, por mucho es-fuerzo que hagan los padres, aunque a los hijos les guste acce-der a alguna carrera universitaria, en la mayoría de los casosesa posibilidad se ve coartada por el poco poder económicode los padres.

Entiéndase bien lo que digo, la realidad me da la razón:las personas que intentan hacer de su vida en el terreno labo-ral algo creativo, como por ejemplo ser escritor, proceden delas clases acomodadas y ¿para quiénes escriben?, para los queno leen, no, escriben para esa clase que les ha formado. Algu-nos ven la pobreza que hay a su alrededor y la describen enalgunas ocasiones, haciendo literatura de lo que ven, pero losescritores, en su inmensa mayoría, pasan de largo y harán teo-rías más o menos interesantes, pero la pobreza sigue a nuestroalrededor.

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Estoy de acuerdo en que el pobre no interesa y tambiénen que esto de la pobreza ha evolucionado también, al menoseso creo yo. ¿O no es pobre el que trabaja para poder pagar elcoche y las demás hipotecas?

Creo que es importante este concepto, la forma de serpobre hoy en día en nuestro país y en tantos otros ha evolucio-nado, los pobres que antaño iban pidiendo comida de casa encasa han quedado en minoría, hoy el pobre es el trabajador queacude a su trabajo y muchas veces va al frigorífico y no tienecomida, pero tiene televisión, coche, no es que la comida sehaya acabado, es que el presupuesto del mes se ha acabado ylos últimos días no tiene dinero para comprar siquiera lo im-prescindible. Este puede ser otro modelo de pobreza y no ha-blemos del que no tiene trabajo. No puedo imaginar los proble-mas importantes que padecerán estas personas, ¿Podrían serestos modelos de pobres?, yo creo que sí, solo que el modeloeconómico ha cambiado y se ha llevado antiguos modelos.

Veo que los encargados de fabricar ese mundo de ideasen el cual se basa la igualdad existe, pero en muy poca medi-da. Están formados y criados en medios de sobreabundancia,sólo se fijan en los necesitados para pasar el rato y darle rien-da a sus sentimientos. Y no pensemos que la Seguridad Sociales la encargada de arreglar este problema importante.

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LXXI

LA LUNA Y UNA ESTRELLA SE AMAN

En una noche de esas en la que las estrellas dominan elfirmamento, mi mirada se dirigió al cielo, vio la inmensidadde éste. Seguía mirando y no miraba ni la luna ni las estrellas,miraba el inmenso firmamento. No me cansaba de mirar, pa-saba las horas mirando unas veces por un lado y otras porotro, solo veía estrellas y, claro, la luna.

En un momento determinado vi, os lo podéis creer aun-que sea un cuento, que una estrella se aproximaba a la luna,pero ella iba con mucha cautela. Algo de la luna le había lla-mado la atención, de verdad que la vi. Como se acercaba a laluna, algo guiaba a esta estrella que dirigía su camino a laluna, en un momento se juntaron, lo que sentían no lo sé, a lomejor no querían que me enterase, pero mi mirada observabacómo, en un extraño fenómeno sobrenatural, la estrella noparaba de cortejar a la luna, por lo menos eso me parecía a mí.

Aunque mi mente pensaba en mil y una cosas, no para-ba de preguntarse cómo era posible este fenómeno algo extra-ño, porque, claro, es extraño que la luna se enamore de unaestrella y ésta vaya a cortejarla para que, guiados por el amor,consigan sentimientos nuevos en mi y también en los que enestos momentos lo vean -porque claro que, como hay tantosobservatorios, a lo mejor pasa desapercibidos para ellos, aun-

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que no lo creo, pero sí creo que mi vista y mi mente vean esefenómeno tan extraño-. Alucinaciones mías no eran, era purarealidad, claro que cada uno puede pensar lo que quiera, peroseguro que, si el cuento lo leen, cada uno sacará sus propiasconclusiones. La naturaleza nos enseña en cada momentomuchas cosas que en un momento no comprendemos, peroque si meditamos profundamente seguro que encontraremosalguna razón.

El amor se manifiesta de muchas maneras. ¡Sí, mirad elcielo y seguro que veis en algún momento cómo la luna yalguna estrella se aman!, pero se aman de una manera espe-cial que nosotros a lo menor no comprendemos, pero se aman.Podríamos aprender algo de estos fenómenos para hacer en lavida aproximaciones a la luna cascabelera y a su poder deatracción, que lo tiene para que los humanos conozcamos nue-vas formas de expresión que nos guíen a comprender el amorcon que todo está hecho. A lo mejor así desaparecería la vio-lencia y viviríamos todos mirando el cielo de noche y apren-diendo de el, o de la naturaleza., Tal vez algún día podamosviajar por el espacio y, siguiendo las sendas, nos lleven a com-prender que el amor lo puede todo. Seguro que así podríamoshacer desaparecer las injusticias y vivir en un mundo muchomás feliz.

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LXXII

LA MEADA DE UN GATO SOBRE UNAMÁQUINA DE ESCRIBIR

11 de octubre de 2005

Ahora se han puesto de moda todo tipo de mascotas.Me viene a la memoria nuestra gata linda y mansa. La tenía-mos para mantener los ratones a raya y, a fe mía, que los man-tenía. Mi gata siempre estaba de un lado para otro, no hacíaruido, ni solía maullar, sólo de vez en cuando alzaba el rabo,un rabo con mezclas de colores, blancos y negro. Era muymansa, pero más de una vez la veíamos con su presa en laboca. Ella siempre se portaba bien. Sabíamos dónde hacía susnecesidades y, cuando se acumulaban, las recogíamos paraestiércol.

Eran otros años, cuando los mulos, cuando no trabajan,comían en sus zahúrdas. Ahora vivimos otros tiempos, la granpregunta es: los tiempos pasados ¿fueron mejores o peores?,si oímos al poeta, que se paseaba por estas tierras, decía quelos tiempos pasados fueron peores. Seguro que era en una másde sus poesías, pero esta es de las que más se ha hecho famo-sa. La verdad es que de cada uno hay que sacar lo positivo, nolo negativo.

Mi gata siempre estaba donde debía, por la noches de-bajo de la mesa, con atención, por si caía un trozo de jamón o

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de pan, era lo que más le gustaba. Pasaron los años y se hizomayor, que no vieja. Un día veo que la funda de la máquina deescribir esta mojada, claro, por el olor, había sido ella. Conpaciencia, desmonto la máquina, pieza por pieza y le doy conaceite. La gata desapareció por unos días, sabía que no lo ha-bía hecho bien. Cuando la vi, me miró y, en poco tiempo, nosperdonamos. Nunca más, hasta su muerte, volvió a hacer lomismo. Lo más fácil hubiese sido haberle pegado, pero sé que,por experiencia, que cuando alguien hace algo malo, si no aldía siguiente, la justicia cae sobre ellos.

Todos la queríamos. Cuando se ponía a dos patas, conla cabeza mirando hacía arriba, moviendo el rabo por el sueloy las orejas en movimiento, parecía que cantaba de felicidad.Nunca he visto una estampa tan bonita y a la vez de una ele-gancia sublime. De vez en cuando se quedaba embarazada,pues era libre como el agua que fluye cuando llueve. Ahoraque soy mayor veo cómo “respetamos” los animales que ve-mos por nuestras calles, cómo, con la cuerda, van arrastrandoa su dueño, bueno me he hecho un lío, tal vez sea al contrario.

La otra tarde, cuando iba de paseo, veo una gata. Al si-guiente día ya éramos amigos. Hoy, como esta lloviendo, no hepodido ir a verla, tal vez mañana la vea y volverá a restregarsesobre mis pies. Es muy sensible, seguro que no la perderé deamiga, cuando baje le llevare comida, no para sobornarla, sinopara que, si algún día le falta, tenga donde reponer energía.

Solo digo que a los animales domésticos hay gente quelos quiere más que a sí mismo o a los demás.

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LXXIII

LA PAZ

La paloma blanca se posó en la torre de la iglesia, allado venía otra de color oscuro, las dos estaba juntas, ¿de quéhablarían?, de paz seguramente. Al lado, en el jardín de laiglesia, un molinillo jugueteaba con el aire, ¿de qué habla-rían? El árbol los estaba oyendo, pero el árbol también guar-daba sus secretos, aunque dijo un buen día que hablaban deamor, ¡qué bonito!

Hablar de amor y de paz no es mala conversación, ¡ojalátodos hablásemos de estas cosas!, que parecen tan simples, peroque a la vez son tan complejas. No pensaban en nada malo, sólohacían largos proyectos de amor y de paz. Tal vez nosotros nolos comprendamos, seguramente es un idioma especial, quedeberíamos aprender. Porque la verdad es que todavía, por des-gracia, le quedan muchas cosas que aprender a los humanosde la naturaleza, deberíamos de aprender de ella.

Hasta los animales más dañinos, que se nos parecen anosotros, no ejercen tanta violencia y el hombre sí la ejercecontra ellos, es un decir, como decía un famoso poeta. (Si sigoescribiendo, seguramente romperé la magia del cuento, perovamos a seguir gastando tinta para añadir algo que a mi pare-cer nos desentrañe más la conversación de la paloma y la delárbol con el molinillo). Hablaban de ese cielo azul que no

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tiene fin y que solo se ve estropeado de vez en cuando poralguna nube, que promete agua. ¡El agua, tan necesaria paratodos!, de eso es de lo que hablaban, tal vez sea así, es solouna hipótesis, pero ellos seguían con su conversación, el mo-linillo acurrucado por los entresijos de las hojas del árbol.Hablaban y hablaban, seguramente en algún documental nosencontraremos algunas razones de su conversación.

Pero la paloma que estaba observando todo esto, ¿quépensaría’ y con su compañera ¿de qué hablaban? A lo menoren un documental de la televisión encontramos algo de lasrazones de las que hablaba. Pero yo, desde mi lugar privile-giado, contemplaba las dos conversaciones, sabía que habla-ban de paz y de amor. Me costaba trabajo entenderlas, pero miinspiración salio de su jaula y vio y oyó cómo hablaban, lascomprendía del todo bien. Un oído seguía la conversación delas palomas y el otro seguía la del molinillo y el árbol. Eso escosa difícil, pero con un trabajo de costumbre, con los dosoídos, seguía las dos conversaciones, tal vez se me pegaríaalgo de sus diferentes idiomas y, a lo mejor, pudiera trasmitira los humanos algo de las palomas y de árbol y del molinillo.

¿Qué pasa?, ¿es que esto es un sueño?, no, no es unsueño, solo es la realidad, el deseo de que haya paz en el mun-do y amor entre todos los seres humanos. Hasta a mi me pare-cía difícil, pero las palomas y el árbol y el molinillo me decíanque era posible esto, solo había que derribar las barreras quenos ponemos continuamente los humanos, sólo era cuestiónde derribarlas y de ellas saldrá la paz y juntos nacerá el amor.

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LXXIV

LA TRISTEZA DE UNA NIÑA

A lo mejor mi percepción de la realidad, y tal vez estecuento, estén equivocados. Os voy a contar un cuento que,para unos, puede ser verídico y, para otros, puede no ser ver-dad, pero cuando el río suena tal vez agua lleve.

Ocurrió en un país sudamericano, como podría ser enotro. Un matrimonio, ella joven y el muy mayor, con una vidapoco placentera, pero no tan poco como para no tener doshijos: una hija y un hijo. Se muere el padre alcoholizado, lamadre se queda sola, le abandona toda la familia por proble-mas que no sé explicar porque es difícil de entender, pues lológico es que cuando más ayuda se necesita más ha de estar lafamilia para ayudar. Pero en este caso no fue así. Era de clasemedia, así que tenía bienes con los que vivir, pero la vida des-de entonces le fue mal, según me explicó.

Ella, joven, se queda embarazada otra vez de tantas pa-rejas que había tenido. Le viene una niña, duda si abortar, comole aconseja tanta gente. Al final de muchas luchas, nace laniña, a la que llama Julia. A partir de ese momento, las desgra-cias aumentan, la vida les iba de mal en peor. La madre, su-pongo que desesperada, decide venir a España a encontrar tra-bajo. Ella ya sabía, por comentarios en su país, que la mayoríade las mujeres vienen a la prostitución. A pesar de ello decide

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venir. Viene sola en el viaje como un sol. Llega a Madrid-Barajas. El trabajo ofrecido era mentira. Ella traía dinero pres-tado en su país, el dinero se acababa y el trabajo no aparece.

Escogió ejercer la prostitución. Llega a un pueblo deAndalucía de poca monta y allí se encontró un pardillo a quienengañar. Ella era muy inteligente, todas las prostitutas lo son,conocen los bajos fondos y los altos a las mil maravillas. Elno podía pasar sin picar el azuelo, soltero y con ganas de mu-jer y muy buen persona. Decidió ayudarle.

Le ayudó a pagar la deuda que le exigían de su país,pues los problemas se harían aún mayores en caso contrario.A lo largo de tres años le mandó mucho dinero para que pu-dieran vivir sus tres hijos y algunos más de la familia.

Julia, la pequeña, era su máxima preocupación, se ledaban todos los deseos, estaba, tal vez, demasiado consenti-da. Al poco tiempo a Julia y a sus otros dos hermanos los traena España. Los problemas se multiplican y él, que se dió cuen-ta, los expulsó de su casa.

¡Qué mentes más retorcidas hay en el mundo que cuan-do se les hace el bien lo devuelven con el mal! Moraleja: ha-cer siempre el bien y perdonar no funciona bien en este mun-do. Si vienen de países donde la violencia es como el pan, queme digan cómo se puede hacer de lo malo bueno. A lo mejorhay soluciones, seguro que sí, solo hay que saber buscarlas.

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LXXV

LA TRISTEZA DEL ENFERMO

Enfermos hay en todos los sitios y también mil y una, omás, enfermedades. Sea de una manera o de otra, el problemalo tenemos todos los días y casi todo el mundo. Tantas enfer-medades no cabrían en este mundo. Seguro que si le doy vuel-tas a la idea que estoy pensando saldrá un cuenta, más buenoo más malo. Pero vamos a ello.

Supongamos que hay un médico perfecto que no se equi-voca nunca en sus diagnósticos, que, además, se asesora consu equipo. Este profesional seguro que no existe, pues, si exis-tiera, entonces sé que sería un cuento. La perfección no existeen nada, así que nos tenemos que conformar con tener losmínimos errores posibles

Hoy los ordenadores nos ayudan mucho a asegurar losdiagnósticos. El médico, el curandero y otros que se dedican acurar al enfermo, unos con más acierto que otros, los utilizan.A mi entender, la curación completa de cualquier enfermedades casi imposible, casi siempre quedan algunas secuelas.

Al principio de la primavera, sembré dos cerezos. Con eltiempo, se hicieron grandes aunque tuvieron enfermedades que

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superaron, pero cuando llegaba el tiempo de recolectarlos, siem-pre había alguien que se nos adelantaba a coger las cerezas. Lasveíamos blancas y casi rojas, pero no estaban para cogerlas,pero había alguien más listo que yo que siempre se adelantaba acogerlas. ¿Se podría comparar la tristeza del enfermo con la delas cerezas que, aunque den su fruto, no nos las comeremos?

¿Qué tristeza siente en enfermo, con su dolencia?, sabeque se calmará, pero también sabe que no se curará en la ma-yoría de los casos y no hablemos de las dudas de cuándo lle-gará el momento de pasar de la enfermedad, del tiempo quetiene que transcurrir hasta casi su total curación.

Yo, como tantos otros, le debo la vida a los médicos.Desde aquí quiero agradecer a todas aquellas personas que sededican a curar, muchas veces les guía un amor por su profe-sión, sin ningún interés monetario, sólo el sueldo que les asig-na por hacer su trabajo.

Pues sí, yo me curé como con la ciencia, que avanzadacada vez más, seguro que si recaigo, seguro que me curan. Altrato de todo el personal sanitario le tengo un especial respetopues, cuando ellos ven sufrir, como no son cosas, tambiénsienten el dolor y hacen lo mejor que saben para curar.

El cuento termina esta vez bien. Se sufre por un mo-mento, pero después viene la curación, tras un periodo de con-valecencia.

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Desde aquí, sea cuento o no, quiero hacer público miagradecimiento a todas aquellas personas que se dedican acurar porque, si la enfermedad la vemos como un cuento, se-guro que ya tenemos la primera fase de la curación.

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Niños, damas y caballerosespero que os haya

encantado estos cuentos

Colorín colorado estecuento se ha acabado

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FARMACIALda.

Cristina Rodríguez Santiago

Lda.Lourdes Henares de Simón

C/. Lazo, 2Telf. 953 718 258

POZO ALCÓN (Jaén)

Excmo. Ayuntamientode Pozo Alcón