Periodismo en Perú

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 El periodismo en el Perú www.borrones.net  El periodismo en el Perú 130 AÑOS DE PERIODICOS Raúl Porras Barrenechea, destacado pensador peruano, cuya valiosa labor contribuyó al conocimiento de la cultura nacional, nació en Pisco; fueron sus padres Don Guillermo Porras Osores y Doña Juana Barrenechea y Raygada. De niño vivió en Barranco; sus estudios iniciales los hizo en el Colegio San José de Cluny y luego en el Colegio de la Recoleta en la Plaza Francia de Lima. Durante sus años escolares demuestra sus dotes de escritor publicando 3 cuentos y una traducción del francés en la revista del colegio. En 1913, ingresa a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos en donde luego se iniciará como profesor a cargo de la cátedra de Lengua Castellana. Parelalemente, debido a la temprana pérdida de su padre, trabaja como amanuence (secretario) en la Corte Suprema de Lima. Junto con Jorge Guillermo Leguía (1898-1934) fue uno de los más entusiastas y dinámicos del grupo de arielistas que impulsó el Conversatorio Universitario, idea que lanzara Víctor Andrés Belaúnde. Ricardo Vegas García, Manuel Abastos, Guillermo Luna Cartland, Carlos Moreyra Paz Soldán, José Quesada, José Luis Llosa Belaúnde, Jorge Basadre y Luis Alberto Sánchez fueron los otros integrantes que se sumaron a la propuesta de Porras y Leguía. Con motivo del centenario de la Independencia del Perú, despliega gran actividad destacando su conferencia sobre Don José Joaquín de Larriva. En 1918 viaja como delegado estudiantil a La Paz (Bolivia) y al año siguiente a Buenos Aires donde se involucra con las ideas de la Reforma Universitaria. Fue animador de diversas revistas de Literatura como Alma Latina. Fue maestro de Historia de diversos colegios de Lima, destacando su paso por los colegios limeños Anglo-Peruano (hoy San Andrés), italiano Antonio Raimondi y el Alemán, donde demuestra sus dotes docentes, que seguiría luego en la cátedra de Historia en su alma Mater y también en la Universidad Católica y en la Academia Diplomática. Como político fue elegido Senador por Lima en 1956, llegando a ser Presidente de su cámara. Raúl Porras Barrenechea Tuvo una destacada actuación como diplomático, siendo entre 1936 y 1938 Ministro plenipotenciario de su país ante la Sociedad de Naciones (hoy Naciones Unidas), también Embajador en España (1948-1949) y Ministro de Asuntos Exteriores (1958-1960), cargo que  juramentó en su propia residencia, debido a encontrarse delicado de salud. Falleció el 27 de setiembre de 1960, en su casa de Miraflores que hoy es Casa-Museo y sede del Instituto de Estudios que lleva su nombre. Es autor, entre otras, de las siguientes obras: Historia de los límites del Perú: texto dictado a los alumnos del Colegio anglo-peruano de Lima, conforme al programa oficial. (Lima: F. y E. Rosay. 1930) Las relaciones primitivas de la conquista del Perú. (Paris: Impr. les Presses modernes. 1937) El Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) (Lima: Lumen. 1946) Fuentes Históricas Peruanas: apuntes de un curso universitario. (Lima: Instituto Raúl Porras Barrenechea. 1963) Los Cronistas de Perú. (Lima: Sanmartí Impresores. 1962) Pizarro (Lima: Editorial Pizarro. 1978)  

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El periodismo en el Perú

130 AÑOS DE PERIODICOS

Raúl Porras Barrenechea, destacado pensadorperuano, cuya valiosa labor contribuyó alconocimiento de la cultura nacional, nació enPisco; fueron sus padres Don Guillermo PorrasOsores y Doña Juana Barrenechea y Raygada.De niño vivió en Barranco; sus estudios inicialeslos hizo en el Colegio San José de Cluny y luegoen el Colegio de la Recoleta en la Plaza Franciade Lima. Durante sus años escolares demuestrasus dotes de escritor publicando 3 cuentos y unatraducción del francés en la revista del colegio.En 1913, ingresa a la Facultad de Letras de laUniversidad de San Marcos en donde luego se

iniciará como profesor a cargo de la cátedra deLengua Castellana. Parelalemente, debido a latemprana pérdida de su padre, trabaja comoamanuence (secretario) en la Corte Suprema deLima.

Junto con Jorge Guillermo Leguía (1898-1934)fue uno de los más entusiastas y dinámicos delgrupo de arielistas que impulsó el ConversatorioUniversitario, idea que lanzara Víctor AndrésBelaúnde. Ricardo Vegas García, ManuelAbastos, Guillermo Luna Cartland, CarlosMoreyra Paz Soldán, José Quesada, José LuisLlosa Belaúnde, Jorge Basadre y Luis AlbertoSánchez fueron los otros integrantes que sesumaron a la propuesta de Porras y Leguía. Conmotivo del centenario de la Independencia delPerú, despliega gran actividad destacando suconferencia sobre Don José Joaquín de Larriva.

En 1918 viaja como delegado estudiantil a LaPaz (Bolivia) y al año siguiente a Buenos Airesdonde se involucra con las ideas de la ReformaUniversitaria. Fue animador de diversas revistasde Literatura como Alma Latina.

Fue maestro de Historia de diversos colegios de

Lima, destacando su paso por los colegioslimeños Anglo-Peruano (hoy San Andrés),italiano Antonio Raimondi y el Alemán, dondedemuestra sus dotes docentes, que seguiríaluego en la cátedra de Historia en su alma Matery también en la Universidad Católica y en laAcademia Diplomática.

Como político fue elegido Senador por Lima en1956, llegando a ser Presidente de su cámara.

Raúl Porras Barrenechea

Tuvo una destacada actuación como diplomático,siendo entre 1936 y 1938 Ministroplenipotenciario de su país ante la Sociedad deNaciones (hoy Naciones Unidas), tambiénEmbajador en España (1948-1949) y Ministro deAsuntos Exteriores (1958-1960), cargo que  juramentó en su propia residencia, debido aencontrarse delicado de salud.

Falleció el 27 de setiembre de 1960, en su casade Miraflores que hoy es Casa-Museo y sede delInstituto de Estudios que lleva su nombre.

Es autor, entre otras, de las siguientes obras:

Historia de los límites del Perú: texto dictado alos alumnos del Colegio anglo-peruano de Lima,conforme al programa oficial. (Lima: F. y E.

Rosay. 1930)Las relaciones primitivas de la conquista delPerú. (Paris: Impr. les Presses modernes. 1937)El Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) (Lima:Lumen. 1946)Fuentes Históricas Peruanas: apuntes de uncurso universitario. (Lima: Instituto Raúl PorrasBarrenechea. 1963)Los Cronistas de Perú. (Lima: Sanmartí Impresores. 1962)Pizarro (Lima: Editorial Pizarro. 1978)

 

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NOTA DEL EDITOR

El siguiente texto periodístico tiene un gran valor histórico. Es el recuento de la historia más rica de la prensa peruana, desde susorígenes hasta 1921, cuando la revista MUNDIAL ofreció una edición extraordinaria para celebrar el primer centenario de laIndependencia del Perú.

En medio de todos los destacados artículos de esta edición de lujo, encontramos este texto de Raúl Porras sobre El periodismo en el

Perú.

Porras comienza el artículo aludiendo al hecho real de que "La Colonia no tuvo periódicos". No había necesidad "en el estrechorecinto de la capital", porque las noticias corrían de boca en boca, de casa en casa. Cuando llegaba un barco al Callao el corro limeñose movilizaba al puerto y traía las últimas novedades de la península o de otras partes de América, que luego se expandían comoreguero de pólvora.

Pero la ciudad fue creciendo y, además, a fines del siglo XVIII, trascienden al continente las luces provenientes de la Ilustracióneuropea. Es entonces cuando aparece (1790) El Diario de Lima de Bausate y Mesa, que se convierte en "un exponente de libertad yun primer conato para democratizar la cultura".

Porras registra desde aquella época toda la producción periodística: diarios, revistas literarias y científicas, revistas ilustradas,periódicos satíricos y, sobre todo, los grandes diarios como El Comercio, El Heraldo, El Nacional, La Prensa, etc. En cada uno deellos exalta los nombres de los más destacados periodistas, el pensamiento ideológico de cada momento y la misión cumplida por el

periodismo en la vida nacional.

Ese artículo, profusamente ilustrado, ha servido de cantera inagotable para quienes han escrito sobre el periodismo en el Perú, y, hoymismo, constituye fuente esencial e imprescindible que los hombres de prensa y estudiosos de la historia pueden utilizar yprofundizar.

El periodismo colonial

La Colonia no tuvo periódicos. Rasgo de buengusto que nos ha librado de los sesquipedalesdiscursos de tanto doctor limeño erudito encánones y latín que entonces hubiera terminadoen periodista e inhibición oportuna impuesta por

el ambiente del virreinato. En el estrecho recintode la capital las noticias corrían de boca en bocacon más presteza que los papeles. La ciudad nonecesitaba de ellos. Chismógrafos profesionalesy murmuradoras de nacimiento se encargabande trasmitir desinteresadamente noticiasentretenidas y escandalosas. A estos periodistasocasionales, establecidos cabe el arco de algúnportal o de una iglesia, se unían otros puntualesanunciadores de todas las incidencias de la vidalimeña: las campanas. Las campanas dabancuenta de todo y a todas horas un buen limeñose informaba por el número de los repiques delmetal del bronce que sonaba, en qué parroquiahabía procesión o trisagio o qué vecino ilustrehabía muerto en la ciudad. Así "La Mónica" deSan Agustín debió hacer el papel del Comercio yfue una indudable antecesora de nuestra prensa

de oposición aquella traviesa campana que seechó a repicar cuando el Señor Virrey iba deincógnito, por asunto de faldas. Tan repetido einsistente llegó a ser el campaneo que losextranjeros se irritaban por él y Monteagudo,que debió tener el sueño ligero se vio obligado adar un decreto contra las campanas, prohibiendolos repiques por cualquier quisicosa. El decretolevantó gran polvareda, contribuyendo a laimpopularidad del ministro que así atacaba lascostumbres, pero hubo de cumplirse en todoslos conventos, menos en el de Jesús María, porla sencilla razón de que era el único que enaquella época no tenía campanas. Poca faltahacían ya las antiguas y alborotadas noticierastreinta años hacía que los limeños, obsesionadospor la ilustración habían dado en la manía cultade anunciarlo todo por hojas impresas.

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La Colonia no tuvo periódicos. Las publicaciones eran reproducciones de lo que se editaba en España.

El primer diario.No faltaron imprentas en Lima, desde 1584 en que don Antonio Ricardo hizo salir el primer libro deprensas limeñas y sudamericanas. Lo que faltaba era gusto por las letras, costumbre de leer, deseo deilustración. La Gaceta de Madrid , reimpresa en Lima desde el año 1715 y cuya salida dependía de lallegada de los galeones, no despertaba la curiosidad de los limeños. Menos eficacia conseguía la laboriosay paciente publicación, a que se entregaba con toda su bondadosa abnegación de sabio, el ilustradísimodon Cosme Bueno, con sus anuales guías astronómicas y geográficas que titulaba El Conocimiento delos Tiempos.

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Rúbrica de Jaime Bausate y Mesa

Don Jaime Bausate y Mesa, se propuso remediar esta indiferencia publicando el 1º de octubre de 1790 ElDiario de Lima, el de los cuatro adjetivos: "curioso, erudito, económico y comercial". El editor ofrecía alos suscriptores comodidades increíbles por el precio de quince reales al mes. Un criado les llevaría elperiódico a las nueve de la mañana. En seis lugares de la ciudad -la Plaza Mayor, la Inquisición, San Juan

de Dios, Santa Ana, Nazarenas y la Esquina de las Campanas-se instalarían "caxas" o buzones para quelos vecinos depositasen papeletas con las noticias que quisieran dar a conocer. El editor se comprometíaa tratar en beneficio de "la pro-común" la más grande diversidad de materias extrayéndolas de losmejores papeles. Tan seductoras promesas hallaron un eco favorable. La lista de suscriptores laencabezan el virrey y el arzobispo, honraría los más preclaros nombres por el talento y por la sangre y lacierra graciosa y evocadoramente un nombre femenino, el único de la lista, Micaela Villegas. ¡La coquetaPerricholi también quería ilustrarse!

El editor cumplió lo mejor que pudo su plan enciclopédico. El Diario prestó servicios como anunciador,consignó curiosas aunque muy cortas noticias históricas, disertaciones sobre ciencias, descripciones delas provincias del Perú y traducciones de versos clásicos junto a recetas caseras para matar los piques ycurar las lameduras de araña. Sin embargo, este anacrónico periodista no se preocupaba mucho de lasnoticias del día. Su afán era ilustrar, ser útil y ameno. Esto último no lo conseguía. El periódico cansópronto y el editor, sagaz conocedor del medio, se vio obligado a hacer uso de un recurso infalible: lacrítica. "En no hiriendo directamente a determinada persona ella es la salsa de los papeles", dice estegenuino abuelo del periodismo peruano. Declaración característica que define la índole y decidirá el éxitode las futuras hojas periódicas en estas fértiles tierras del ingenio. Con mayor o menor eficacia losperiódicos seguirán el consejo del iniciador y habrá algunos que exagerando la receta criolla, seconvertirá en pura salsa.

Las víctimas escogidas por la sátira del Diario fueron los miembros de la Sociedad Amantes del País,redactores del Mercurio Peruano, recién aparecido. Caso curioso y revelador: el primer periódico limeñoentablaba una polémica con el segundo, la primera de una serie que entre sus sucesores sería agria einterminable. Sin embargo de todos los esfuerzos del valeroso editor, el periódico decayó. En vano queaquel reclamara apoyo ante el monarca haciéndose un vanidoso paralelo con su paisano Pizarro, pues siaquel extremeño había conquistado el Perú para España, el no menos extremeño Bausate ganaba denuevo estas tierras con su pluma. El monarca ingrato negó su protección al periodista. Ingratitud que la

historia se ve en el caso de justificar porque la audacia de aquel aventurero iba a contribuirpoderosamente a que España perdiera sus dominios en el continente austral.

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El Mercurio Peruano.

La audaz iniciativa de un desconocido hizo desperezarse en sus sillones de baqueta a los pausadosdoctores de la Universidad, a los ilustres canónigos decanos del saber y a los curiosos estudiantes quealbergaba la ciudad erudita. De ese desperezamiento nació el Mercurio Peruano.

El Diario de Lima podrá haber arrebatado poralgunos meses al círculo de hombres ilustres queformó la Sociedad Amantes del País para escribirel Mercurio Peruano la primacía en la iniciativay en el tiempo dentro del periodismosudamericano, pero no podrá arrebatarle lapreferencia en la admiración. El MercurioPeruano realizó una doble e histórica labor. Alproponerse sus redactores el Perú como objetode estudio en todos los órdenes del saber,afirmaron el sentimiento patriótico que había deimpulsar la revolución. Constructores serenos

del porvenir, pusieron sin jactancia, ante los ojosmismos del virrey incauto que los protegía, loscimientos de la patria latente. Si no le bastaraeste mérito de su evidente direcciónnacionalista, tiene el Mercurio,sobreabundantes prestigios para merecer elprimer puesto entre nuestras publicaciones deayer y de hoy. Ninguna ha alcanzado más altorenombre científico ni esparcido mejor elnombre peruano. Sus noticias del Perúdesconocido y fabuloso de la geografía y de lahistoria, sus profundas observaciones sociales,su estudio del medio, sus fecundas iniciativas,

su constante anhelo de mejoramiento, tuvieronel poderoso atractivo de la originalidad. Un ecoprolongado de admiración que hoy repite lahistoria, le saludó en América y Europa.

 

Es sabido el homenaje de Humboldt, quien le puso, por propias manos, como un preciado regalo en labiblioteca Imperial de Berlín.

Los nombres de los de la pléyade que lo escribió, encabezada por Baquíjano y Carrillo, son ilustres poreste y otros títulos: Cisneros, el geronimita liberal; el sabio Unanue; Rodríguez de Mendoza, reformadorde la enseñanza; Cerdán, oidor eminente; los religiosos Méndez Lachica, Calatayud, cumbre de laoratoria, González, Romero, Millón de Aguirre y Pérez Calama, obispo de Quito; Egaña, Rossi, Calero, yGuasque y Ruiz, rimadores sin éxito. La más sabia de las publicaciones peruanas, se extinguió a los tres

años (1794) por falta de suscriptores. En doce volúmenes en pergamino la colección del MercurioPeruano es hoy inapreciable joya bibliográfica.

La Gaceta y el periodismo constitucional

De 1794 a 1810 el periodismo sujeto a censura no tiene más órgano apreciable que el periódico semioficial editado con privilegio superior por el célebre impresor don Guillermo del Río.

De 1805 a 1810 en pleno acceso de mitología, se llamó La Minerva Peruana y de 1810 a 1821 LaGaceta del Gobierno de Lima, de la que es vástago y continuador El Peruano de nuestros días. LaGaceta contó sucesivamente entre sus redactores nombrados por el virrey, a don José Pezet, a donGregorio Paredes, al arcediano Ruiz de Navamuel y al donoso clérigo don José Joaquín de Larriva, quesentaría en ella en los últimos días coloniales, cátedra de original eclecticismo político.

La Gaceta llenaba sus páginas con largas e interrumpidas reproducciones de papeles de ultramar, realesórdenes, manifiestos, bandos, oficios y discursos. A veces uno que otro rasgo interesante o composiciónliteraria. De 1807 a 1809 primaba en Lima el interés por las noticias referentes a las expediciones delprecursor Miranda a Venezuela, a los ataques de los ingleses a Buenos Aires, y a la guerra de losfranceses en España poco después.

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La Minerva, interpretando los temores del gobierno se ocupaba del descrédito de los capitanes de talesaventuras. A Miranda, después de retratarlo como ladrón y bandolero y probar la inmoralidad de susamores con Catalina de Rusia, cree desprestigiarlo en absoluto, denunciando que había estudiado "laslenguas francesa e inglesa en cuyo ejercicio no hubo de aprender cosas muy buenas". De Napoleónbastaba con decir que era francés, para suponer todos sus vicios y su nombre iba invariablementeprecedido del epíteto de traidor.

La sagacidad de Abascal promueve en esos años un constante y excitado amor a la monarquía, sed defidelismo al soberano español que La Minerva, cuyo título va precedido de un servil "Viva Fernando VII,difunde y excita con la publicación de las listas de los suntuosos donativos que la generosidad limeñaenviaba al rey amable.

De la ciudad y los sucesos, de ella casi no se ocupaba. La Minerva, dedicada siempre a la actualidadinternacional trasmitida por morosos correos. La promulgación de la Constitución de 1810 en Lima,recibida con sincero alborozo por los intelectuales y hecha festejar para el pueblo con suntuoso aparato,da lugar a La Minerva para hacer una detallada relación de las fiestas y, diversiones excepcionales conque se celebró ese suceso en Lima, relación doblemente interesante por los datos que contiene como porser un anuncio de la crónica local, tan olvidada entonces.

La libertad de pensamiento y la supresión de la Inquisición decretadas por la Constitución de Cádiz,abrieron margen a una abundante circulación de impresos. De 1810 a 1814 en que Fernando VIIrestablece el absolutismo, florece un periodismo nutrido y doctrinario, que ensalza la obra constitucionaly se extravía en pesadas disquisiciones políticas. De entre la compacta floresta retórica se destaca aveces una erguida proclama liberal que traduce una vaga e inquieta esperanza.

La más audaz de estas publicaciones es El Peruano, editado por el flamenco Del Río y cuyo nombre —dice Manuel G. Abastos en su conferencia del Conversatorio Universitario— flameaba ya como unabandera de nacionalismo. Ocultos sus redactores bajo seudónimos ingenuos, ignorase por quiénes fue

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redactado; el único descubierto por la censura y embargado bajo partida de registro al extranjero, fuedon Gaspar Rico y Angulo, entonces liberal valiente y en 1821 recalcitrante enemigo de la patria.

Secundaron a El Peruano, El Satélite del Peruano y el Peruano Liberal de menor importancia queaquél.El grupo intelectual que había dado a luz El Mercurio, integrado con nuevos elementos egresados de la

Universidad, no creo, como Abastos, que colaborara en El Peruano. Aprobaba la libertad doceañista,tránsito seguro y prudente de la independencia, y apoyaba al Virrey en su campaña constitucional. Suórgano fue, más bien, El Verdadero Peruano (1812-13), dirigido por el presbítero don Tomás Flores, enel que colaboraron los más conspicuos intelectuales de la época. Escritores constantes, con espírituperiodístico, fueron desde entonces don Félix Devoti, médico, y don José Joaquín de Larriva, quienes en1813 publicarían El Argos Constitucional en el mismo molde enfadoso que los demás periódicos de laépoca.

Sin la importancia ideológica de los anteriores periódicos, El Investigador, que apareció por dos años(1813-14), tiene una particular importancia para la historia del periodismo: es la primera hoja queensaya, aunque tocando de malicia, el periodismo local informativo, absolutamente postergado por eldoctrinario. Por primera vez se presenta un asomo de la vida real en el periodismo, un trozo de la vidalimeña en esos días de gestora inquietud. En El Investigador colaboró toda la ciudad, pues se hacíaúnicamente a base de remitidos. De él provendrá más tarde esa rama bastarda y anónima de los

comunicados, de nuestro periodismo pendenciero.

Fuera de algunas semillas fructíferas y del hábito de discutir los asuntos públicos que fomentó elperiodismo constitucional fue un vano y pomposo alarde de retórica política en honor de la Constitución;alarde ruidoso y convencional como el suntuoso desfile de las fiestas de la promulgación, castillo decohetes que distraía por un momento a la multitud y hacía encabritarse a los caballos de la comitiva delReal Pendón.

Derogada la Constitución el año 14, La Gaceta volvió a ejercer su cansado monopolio. En lospreliminares de la lucha por la independencia, Larriva, editor de La Gaceta, encuentra un método hábil ysofístico para servir al Rey y a la patria a un mismo tiempo, sin comprometerse. De 1819 a 1820, publicalas proclamas incitantes de Cochrane y San Martín, anotándolas con tremendas impugnaciones. Lasproclamas eran leídas ávidamente por los patriotas y las notas eran una dedada de miel para los godos.

El periodismo patriótico

El periodismo agitado por la idea y el sentimiento de la patria no data de 1821. De 1821 es su acentovibrante, su fervor tribunicio; en 1811, había circulado ya un periódico secreto y manuscrito, El Diario,redactado por López Aldana y que excitaba la esperanza patriótica.

Hojas sueltas y clandestinas continuaron, durante los años siguientes, la arriesgada campaña. El ejércitolibertador no olvidó traer la eficacísima cuarta arma: una prensa. Las proclamas de San Martín, el

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Boletín del Ejército Nacional de Lima, que la derrota fue llevando a Jauja o Huancayo y al Cuzco, yera el órgano oficial del Virrey, y El Depositario, en que el ambulante don Gaspar Rico y Anguloestampaba sandeces e insultos contra los patriotas.

En Lima, el periódico editado por Del Río cambió tres veces de nombre en un año. En Febrero de 1821fue El Triunfo de la Nación; en Julio, a la entrada de los patriotas, El Americano, y después de

proclamada la independencia, Los Andes Libres. Colaboraron en él Devoti, López Aldana y otrospatriotas, sin que su redacción ofreciera ninguna originalidad.

Por esos mismos días, Larriva publicaba El Nuevo Depositario, contestando las injurias de Rico concáusticos diálogos, octavas y jocosas parodias del estilo del periodista español. El Correo Mercantil,aparecido a fines de 1821, se propuso de preferencia fines comerciales e informativos.

El año 22, agita los ánimos una controversia anhelante. El Sol delPerú publica las actas de la Sociedad Patriótica, en la queMonteagudo propone como tema de discusión la forma de gobierno,preparándose a hacer aprobar sus planes monárquicos. Una brillanteconjuración de periodistas a quienes incita un romántico fervor por lalibertad, responde al monarquista, en escritos apasionados, con ardorde libelo. Fulgura el verbo gallardo y cáustico de Sánchez Carrión en

la Carta del Solitario de Sayán y en El Tribuno de la RepúblicaPeruana, defendiendo su república ensoñada. Las plumas coaligadasde Sánchez Carrión y de Mariátegui, agrio y tenaz en La Abeja Republicana, derriban al Ministro y expiden contra él el vengativodecreto de proscripción.

José Faustino Sánchez Carrión 

Es esta gloriosa campaña de prensa, la primera de nuestro periodismo y una de las más gallardas de él,orgulloso duelo a muerte en que perecen los dos antagonistas —Sánchez Carrión y Monteagudo— pero sesalva el noble y fecundo principio democrático.

El año de 1823, aciago para el patriotismo, no fue más venturoso para el pensamiento escrito. La célebreley de imprenta, abuela de nuestra legislación, que ha llegado hasta nuestros días centenaria e inválida,se expidió ese año.

La aparición de Bolívar en nuestra contienda, su personalidad dominante, las fragorosas luchas de esosdías, las sucesivas ocupaciones de Lima por patriotas y españoles, aminoran las publicaciones. Trujillo es,por algunos meses, activo centro de libelos patrióticos. En el Callao, sitiado y bajo el despotismo de Rodil,aparecen El Triunfo y El Desengaño, plenos de invectivas contra los bolivaristas. El abúlico Berindoagaescribe en ellos y el incansable don Gaspar Rico y Angulo, continúa con su irrisorio Depositario, despuésde haber fechado algún número en Yucay, la regia mansión de los incas, hasta que el escorbuto learranca con la vida la empecinada pluma turiferario.

El periodismo político del año 27 al 39.El año 27 se despidieron de Lima las tropas colombianas, terminada su brega heroica.

Libres de la tutela de don Simón, a quien en esos días, de hostilidad en las repúblicas que él mismo habíafundado, satirizaba alegremente Larriva, comparando su poder al de don Fernando, nos entregamosconfiada y esperanzadamente a ejercer los derechos que correspondían a nuestra mayoría de edad.Preparábase una carta constitucional, reivindicábamos bélicamente en el Norte las provincias de la patriahistórica y la honrada figura de La Mar en el mando acentuaba nuestra confianza en un orden durable yfeliz.

Aparecen ese año dos diarios que representan un ventajoso adelanto material y un concepto más ampliodel periodismo: El Telégrafo de Lima adicto a la administración de La Mar y Luna Parro, que era susostén y El Mercurio Peruano, redactado por Pando y el grupo conservador, afectos a Gamarra y LaFuente. El Telégrafo y El Mercurio no ofrecían exclusivamente disertaciones literarias, políticas yfilosóficas, como los periódicos del año 12 y del año 21, sino que traían además una guía diaria comercialy marítima, entradas y salidas de vapores, listas de pasajeros, movimiento de aduanas, estadística de lapoblación fiestas religiosas, observaciones astronómicas, etc.

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El editorial, venía luego, caldeado si de oposición, moderado y razonador si ministerial. Seguía unasección destinada a reproducir documentos oficiales, otra llamada Variedades que ahora llamaríamosReproducciones o De nuestros canjes, los indispensables comunicados y los avisos. Faltaba en este plan,ya algo ordenado, la sección propiamente informativa, la crónica o gacetilla de los hechos diarios. De lasdos funciones señaladas a la prensa: la información y el comentario, los diarios de esta época sólo daban

importancia a la segunda, olvidando por completo la primera. Al día siguiente de una revolución o decualquier otro suceso de esa trascendencia, el diario lo da por conocido de los lectores y se limita acomentarlo. La descripción de esos hechos, en que un periodista actual hubiera sido tan prolijo, se dejabaentonces al lenguaje frío y convencional de los documentos oficiales.

Los detalles pintorescos que este concepto periodístico hurta a nuestra curiosidad nos lo proporcionan encambio las disputas encarnizadas y típicas de editoriales y comunicados. En el período de Gamarra lapolémica periodística es acre, incisiva y violenta, como ninguna. Posesionado del poder por un golpe deestado, Gamarra se conserva en él apoyado por un autocrático círculo de militares valientes, probados enla guerra: Bermúdez, La Fuente, Raygada, Frías, San Román, Bujanda, Allende, Zubiaga, Escudero y porun eminente grupo civil que encabeza Pando y del que forman parte don Felipe Pardo, Antolín Rodulfo,Andrés Martínez, Vivanco y poco después don José Joaquín de Mora. Los militares ahogan en sangre losintentos revolucionarios, los intelectuales prestan el concurso de sus iniciativas en el gobierno y le rodeande respeto en una campaña periodística brillante por el vigor de la dialéctica y el prestigio literario de la

forma.

En El Penitente, El Convencional, El Telégrafo y El Playero, dos escritores mediocres peroapasionados, José Félix lgoain y Bernardo Soffia, fustigan enconadamente la tiranía de Gamarra y sussecuaces.

A los desvergonzados ataques de lgoain y de Soffia, responden: con frío desdén y castigadora ironía donFelipe Pardo, joven redactor de El Conciliador (1830-34) y de La Miscelánea (1830-32) con inflexiblelógica y elegancia formal, José María Pando en La Verdad (1832-33) y El Mercurio Peruano.

Las acusaciones del Penitente, revestidas de popularidad por unos diálogos entre la Beata y elPenitente, escritos por Soffia en que aquella, celosa defensora de la libertad, ensartaba chistosas injuriasy motes burlescos contra los personajes del gobierno, contribuyeron fuertemente a la explosión popular

del 28 de enero que derribó a Bermúdez, impuesto por Gamarra, e hizo subir a Orbegoso.La odiosidad contra Gamarra se desató implacable a su caída. El calificativo de gamarrano llegó a serinsultante. Contra la célebre doña Pancha hubo un ensañamiento que no detuvo ni su muerte. ContraPando y Pardo la calumnia no tuvo límites.

El Conciliador y La Miscelánea, que ellos redactaron, fueron, sin embargo, superiores a todos losperiódicos de su tiempo, decididos promovedores de la ilustración, sus redactores evitaban lasdiscusiones políticas, dejando sin respuesta los torpes ataques de sus adversarios para proponer mejorasadministrativas, discutir asuntos de interés público, de higiene, de educación de derecho, de bellas artes.

En la afluencia de hojas periodísticas de esos días, El Mercurio Peruano fue el diario serio ygeneralmente leído: El Comercio de aquella época, sobre todo en el gobierno de Gamarra a la exaltaciónde Orbegoso, renace El Telégrafo, extinguido en 1829, y ocupa el lugar de El Mercurio, que

desaparece.

Durante la vacilante administración de Orbegoso, el ardor polemístico vuelve a renacer con el mismoapasionamiento que en la época de Gamarra. La diatriba política de los descontentos ataca primero a losministros, acabando por herir al ídolo de pocos meses antes. Soffia y un grupo de descontentos que lellamaba "el padre de la opinión" por su campaña contra Gamarra, reemprenden la batalla por la prebendaperdida. Los sectarios de La Fuente, desterrado injustamente por Orbegoso, alborotan la opinión. Unperiodista mozo y viril, Bonifacio Lasarte, asombra en El Limeño (1834-35) por la seguridad de suconvicción y la eficacia de su lógica contra Orbegoso. El Limeño provoca diarias y empeñosas polémicascontra El Telégrafo, El Veterano (1834-35) y El Genio del Rímac (1834-35), y los numerososperiódicos satíricos que aparecen en esa época, de uno y otro lado. El Limeño tiene de su parte a ElVoto Nacional, La Gaceta y un invencible y travieso auxiliar, El Hijo del Montonero, en el que donFelipe Pardo demostraba sus risueñas cualidades de sagitario político. Denunciados por sediciosos losescritos de El Limeño, la vista de la causa constituyó un éxito político para La Fuente.

Asistió un público numerosísimo, en el que se distinguió un grupo de tapadas, el que se dice dirigía enpersona la interesante esposa del general La Fuente, doña Mercedes Subirat, y un grupo que sirvió declaque poniendo en ridículo con sus toses al fiscal acusador y colmando de aplausos a Lasarte y a su

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abogado. No acabó allí la burla: al día siguiente, las hojas lafuentinas publicaban unas repiqueteadasletrillas que inmortalizaron las narices del fiscal y la sarna del acusador. De los incontables ataques enverso a los actores de aquel proceso que concluyó, por supuesto, con la absolución de Lasarte, vaya éstepor su cortedad.

La excitación y el encono de esos días llegó a ser tal que aun los periódicos más serios decían al hablar

del caudillo contrincante: el ex-general Gamarra, el ex-general Raygada. Al citar los orbegosistas losperiódicos de Gamarra, decían "La Mentira", "El Voto Fraccional", refiriéndose a La Verdad y El VotoNacional. Otro recurso ingenioso, usado a veces por El Telégrafo, era el de poner al revés loscalificativos honrosos para el enemigo, al hacer citas de sus contrarios. Así, es frecuente encontrar citasde El Limeño reproducidas en El Telégrafo de este modo: "el ilustre e inocente general" La Fuente. Loslafuentinos, cuya campaña dirigía secreta e ingeniosamente don Felipe Pardo, se defendían con la finaarma de la ironía. A los redactores de El Genio del Rímac les llamaban "los geniales" y vengaban losinsultos con epigramas.

La revolución de Salaverry puso término a esta batalla de papeles, brusca e hiriente en tiempos deGamarra, punzante y regocijada bajo Orbegoso. Salaverry tenía en su favor a Pardo y a Lasarte. Suagitada y corta jefatura suprema tuvo más exaltadores que deprimidores. Contra Santa Cruz, la lucha fuetambién porfiada. El Tribuno del Pueblo, El Termómetro de la Opinión, le combatían. El Eco delProtectorado era su campeón. También los periódicos satíricos abundan contra Santa Cruz.

El más serio y a la vez el más risueño de los opositores, el que combatió con más éxito al Protector porsus convincentes escritos y sus letrillas destructoras, fue don Felipe Pardo con El Intérprete (1836)publicado en Chile y a cuya campaña se debió el Ejército de la Restauración. Con la paz iniciada por eltriunfo de Yungay, desaparecidos los órganos políticos circunstanciales y personalistas, extinguidos ElMercurio y El Telégrafo, termina el agitado torneo periodístico de este primer alborotado período denuestra vida independiente. El Comercio inicia este año su largo reinado.

El Comercio y sus competidores

El Comercio, la fácil historia del Perú del Padre Unías, apareció el 4 de mayo de 1839. Su publicaciónsólo ha sido interrumpida una vez: durante la invasión chilena. Lo fundaron don Manuel Amunátegui ydon Alejandro Villota. En sus comienzos no se distinguió por ninguna innovación periodística, fuera de la

del formato mayor. En 1839 El Comercio era un diario de avisos, de muy pocas noticias, tan falto desecciones informativas como El Mercurio o El Telégrafo, cuyo tipo periodístico copiaba. Su poco sentidoperiodístico era tal que por la falta de secciones apropiadas hubo vez que se ocupó de los toros en elfolletín y de la crítica de las obras teatrales en el editorial. Su fortuna original estuvo en los comunicados.Sección repulsiva y amenazante, palestra del insulto y del anónimo, liza a veces de agudos contrincantes,los comunicados fueron la crónica que faltaba al periódico, crónica escandalosa y desvergonzada queexhibía como en un kaleidoscopio inmoral impudores y bajezas que debieron quedar ocultos.

Pero los comunicados no fueron la razón de su persistencia: otros diarios podían haberle arrebatado elmonopolio deslustroso. Editado por un extranjero, El Comercio ya fuera por la nacionalidad de aquél, yapor un reflexivo principio de independencia, se mantuvo al margen de nuestra siempre accidentadacontroversia política. Su lema de los primeros años era "Orden, Libertad y Saber'. Sus editoriales rara vezrozaban la candente actualidad política, que desmenuzaban los comunicados. Desde 1840 en cambio suvoz se levanta con prestigio para defender la dignidad nacional herida por la impertinencia humillante de

los cónsules de las grandes potencias, constituyéndose en nuestro vocero internacional ante elperiodismo americano. En esta imparcialidad de El Comercio en su primera época, y en su preocupaciónde asuntos de más efectivo provecho que la política de partido para el país, estuvo la razón de su éxito.

Desaparecieron ante él hojas de más interés y mejor redactadas pero obsesionadas por el interés políticocomo El Correo (1840-1846-1851-1854) que reapareció varias veces escrito por plumas como las deVigil, Laso y Mariátegui; La Guardia Nacional (1844) castiza almena desde la que don Felipe Pardodisparaba saetas contra las botas del Mariscal Castilla o La Bolsa (1841), diario comercial y político quedirigió Manuel A. Segura. Cesaron también a su vista los diarios de actualidad política circunstancial comoEl Zurriago (1849) de Pagador y Espinoza, contra Castilla; El Progreso (1850) en el que don PedroGálvez, defendía la candidatura de Elías; El Nacional del mismo año, primitivo reducto de Fuentesentonces prosélito de Vivanco, El Rímac (1850) hoja echeniquista redactada por Casós.

Pero la abstinencia política no era fácil en un país donde los intereses partidaristas dominaban a lasociedad. Un gran diario El Heraldo (1854) aparecido en la época de Echenique y redactado por LucianoBenjamín Cisneros, pluma cálida y lírica, y por Toribio Pacheco, docto en ciencia constitucional y derechocivil, reconcentra el interés público.

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El Heraldo amplía su información periodística, con noticias económicas y políticas y repara, por fin, latan notada ausencia de la sección informativa, estableciendo una "Crónica de la capital". Sus editorialesdiscuten doctrinariamente con inusitada claridad y cordura las medidas administrativas y políticas delsegundo gobierno de Castilla, y el diario recibe el bautismo de todos nuestros periódicos de combate: laclausura. Como protesta contra las limitaciones del poder, El Heraldo saca sus columnas en blanco yfustiga a los ministros autoritarios.

El Murciélago le secunda en su campañagritando a todo trance, desde sus escondites detránsfuga político, desde la nave y del destierro:"¡Viva la libertad!" Cae El Heraldo y ElComercio aprovecha, incorporándoselas, susútiles iniciativas en el periodismo.

Entonces hace sus tímidas incursiones en lapolítica. Pero el Libertador Castilla no permitíaoposiciones papelucheras, pues o clausuraba eldiario o compraba al periodista. El Comercio temía lo primero y su honradez estuvo siempremuy lejos de lo segundo.

Manuel Atanasio Fuentes (1820-1889). Compartió elejercicio profesional de abogado con el periodismo.Editó El Murciélago, La Gaceta Judicial, La Epoca, ElMonitor de la Moda y el Seminario de los Niños;también numerosas obras sobre Derecho.

Inaugura entonces su política ecléctica y prudente, sistema cuyo secreto consiste en resistir los fácilesapasionamientos, los bellos arranques momentáneos para sustituirlos por un previsor silencio o unareprobación condicionada. Un obsesionado impugnador de este diario, El Murciélago, decía de él en1863 que: «capeaba todas las situaciones de compromiso; cuando algún toro embestía, su imparcialidadse metía tras la puerta del toril y dejaba a la cuadrilla de banderilleros que mataran la fiera, para salirdespués cantando el de profundas al muerto y el gloria in excelsis deo al recién levantado». Observacióntan cierta como dolorosa para nuestra cultura democrática que hasta el presente impone a nuestro

periodismo línea tal de conducta, bajo pena de supresión.

Impotente su acción en la política de partido, El Comercio tomó activa parte en la reforma de nuestrosdefectos democráticos, en defensa de las soluciones de derecho sobre las de la fuerza, en la culturaliteraria, en la iniciativa y reforma de las leyes y en la tribuna internacional. Por la tertulia de ElComercio, establecida por Amunátegui desfilaron prominentes personalidades de la vida republicana,siendo asiduos concurrentes de ella don Domingo Elías, que en los comunicados de este diario publicó suscélebres cartas de "El Hombre del Pueblo" (agosto de 1853) contra los derroches de la consolidación; donJosé Gregorio Paz Soldán, gloria florense que actuaba en el periodismo bajo el seudónimo de Casandro,(la Pitonisa Casandra le llamaba El Murciélago); Francisco Bilbao, Sebastián Lorente y José MaríaSamper, a quienes atacó duramente la intransigencia conservadora y, desde 1872, los más conspicuosmiembros del civilismo. En aquella tertulia organizó Amunátegui su sociedad protectora del indio, taneficaz como la moderna Pro-indígena.

En un artículo de sabrosa remembranza personal, publicado por esta misma revista Mundial , don PaulinoFuentes Castro enumera los redactores del Comercio en la década del 70, nombrando a Rodulfo,Moncayo, Leubel, Samper, Manuel Ascensio Segura, Sánchez Silva, Bazán, Chacaltana, Camacho, Pardo,Márquez, Flores Chinarro, Espiell, Saavedra, Rafael Vial (Rafaelito, como decía El Murciélago a esteperiodista chileno que emigró a Lima a consecuencia de una zurra de látigos aplicada a la maneraaraucana), de la Vega, Quinteros, Albarracín, Coronel Zegarra, Lorenzo García, Enrique y GuillermoCarrillo, Cazeneuve, y los principales José Viterbo Arias, Fuentes Castro, Luis Carranza y José AntonioMiró Quesada. Corresponsales de El Comercio eran Leubel, en Suiza, Quinteros en Nueva York; Sampery Gustavo La Fuente, en París. Colaboradores eminentes los poetas Althaus, Llona, Pedro Paz Soldán,Mariano Amézaga, recio prosador liberal, y el apóstol Vigil.

En 1875, don José Antonio Miró Quesada y don Luis Carranza, adquieren la imprenta de El Comercio.Periodistas sobrios, honrados y ecuánimes levantan con entusiasmo el prestigio del diario e impulsan su

progreso material.

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Los grandes diarios políticos (1864-1895) El creciente perfeccionamiento industrial de una parte, el aumento de libertad política, propiciada por lasagitaciones liberales de 56 y del 60, de otra, y la siempre excitada pasión de los partidos, que el

inconciliable dualismo civilista demócrata va a hacer llegar al punto de su máxima tensión, dan lugardesde 1864 a la aparición de grandes diarios políticos, a imitación del famoso Heraldo de Lima de 1855,cuya organización se perfecciona cada vez más.

La América (1862-65), opositora de Pezet, redactada por Vigil, Mariátegui y Laso y La Época, (1862)diario comercial, de José Arnaldo Márquez, son los primeros anuncios de este periodismo mayor.

En 1862, don Manuel Atanasio Fuentes ("El Murciélago") entusiasta promovedor de la cultura local, fundaEl Mercurio (1862 - 1865), diario comercial y político, notable por su servicio informativo y por suamenidad a toda prueba, desde el editorial y la gacetilla reidora, hasta los comunicados. Fuentes hacedesde El Mercurio una risueña oposición al ministro don José Gregorio Paz Soldán, ilustre hombrepúblico, cuyo mayor pecado político era para El Murciélago ser chato de narices. A la muerte de SanRomán El Mercurio se pliega convenientemente a Pezet.

El año 1864 la cuestión española exalta los ánimos. José María Químper, en vísperas de ser ministro,funda un valiente periódico de oposición El Perú que con El Tiempo, redactado por don Nicolás dePiérola, entonces joven conservador egresado del seminario, contribuye a la caída de los ministerios dePezet. El Tiempo, rebaja el precio de los periódicos y aspira a ser una hoja popular al alcance de lasmasas. Piérola, cuyo nombre va a ser más tarde señal de violentas luchas, inaugura un periodismollamativo, con tendencias al escándalo político del que será admirable retoño La Prensa de nuestrosdías, periodismo efectista que atrae al vulgo por el tamaño de los títulos extendidos a varias columnaspara cualquier incidente y del cual es una curiosa exageración el número del 11 de octubre de 1864.

En 1865 aparecen El Bien Público que dura un año, y el gran diario El Nacional (1865-1903); grandiario por la entidad de sus redactores y por su acción política como por ser el de mayor formato que seha publicado en el Perú. Sus redactores fueron don Cesáreo Chacaltana, don Francisco Flores Chinarro,don Manuel María del Valle y don Andrés Avelino Aramburú. Escrito en una prosa clara, vigorosa y

lacónica al par que fogosa, va a ser, en el acérrimo antagonismo político de civilismo y pierolismo, elórgano prestigioso del primero contra los diarios demócratas. Su oposición a Balta lo rodea depopularidad. Su imprenta es allanada, a consecuencia de un artículo de don Ricardo W. Espinoza, quedesata la ira del mandatario, y don Andrés Avelino Aramburú, cronista ético y elegante, sufre la primeraprisión de su brillante carrera de periodista. En la campaña de sucesión presidencial, primera ardientebatalla del civilismo por el poder.

El Comercio, en el que escribía entonces el fogoso Reynaldo Chacaltana, se banderiza francamente porla candidatura de Manuel Pardo y El Nacional proclama el principio civil, pero simpatizando con donManuel Toribio Ureta, quien establece tribuna propia de defensa en La República (1871-72). De ese añoes también La Sociedad (1870-1880) intransigente órgano conservador, heredero de las tradiciones delatrabiliario Católico (1855-60) de don Bartolomé Herrera, terco periodismo al margen de la vida quecontinuaran El Bien Social (1896-1912) y los diarios arzobispales. (La Unión 1913-18 La Tradición 1919-21) La Sociedad, que se despojó de todo interés al declararse desde su primer número diario

"ortodoxo y conservador" estuvo redactada en sus comienzos por un distinguido grupo conservador,Varela, Panizo, Calderón, al que sucedieron en la dirección los clérigos Tovar y Obin. La primera campañade La Sociedad en 1871, oponiéndose a la celebración del aniversario de la toma de Roma por lositalianos, produjo un meeting popular, una sableadura y una vibrante campaña de prensa. En La Patria (1871-82) fundada por don Tomás Civano, para servir los intereses de la colonia italiana, la pluma dedon Eugenio María Hostos, el gran centroamericano entonces huésped nuestro, escribió los más vigorososy arrebatados panfletos que se hayan lanzado contra el fanatismo religioso. "Esos torpes", se titula uneditorial ferviente. La Patria cambió ese mismo año de dirección, la que asumieron, sucesivamente,Federico Torrico, Pedro A. del Solar y José Casimiro Ulloa. La Patria fue tenaz enemiga de laadministración Pardo, combatida por Piérola en la prensa y en la acción.

La oposición a Pardo y al civilismo es violenta. El Cascabel suma agudezas e injurias contra el presidentey sus ministros. Aramburú funda entonces con Manuel M. Rivas, Ricardo Dávalos y R. Chacaltana, LaOpinión Nacional, (1873-1913) cátedra desde entonces de su idealismo combativo al par que tolerantey de su altivez periodística. Bajo el gobierno de Pardo se establece el servicio cablegráfico que agrega unnuevo interés a la información de los diarios. El Comercio, dirigido por Miró Quesada y Carranza, resistela fuerte competencia de El Nacional y de La Opinión Nacional, ensancha sus secciones y renueva susantiguas maquinarias.

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En los preludios angustiosos de la guerra los diarios traducen la enorme palpitación colectiva. Loseditoriales de Aramburu -uno sobre todo, titulado «Reminiscencias», del 21 de julio de 1879- condensanla álgida emoción de la muchedumbre patriótica, denuncian la alevosa preparación del agresor rapaz ysueñan inútil y generosamente en convertir su odio en proyectiles. Miró Quesada va a Panamá enbúsqueda leal de armamentos para su patria adoptiva. La prensa fervorosamente unida mantiene la

alucinada esperanza del triunfo, aún después de Angamos y de Arica, hasta que la derrota llega a laspuertas de Lima.

La dictadura de Piérola promueve un conflicto periodístico por el que resultan presos los directores detodos los diarios limeños.

Nicolás de Piérola, presidente del Peru 1879-1881 y 1895-1899

Con idéntica firmeza se niegan todos a satisfacer los caprichos del dictador. La invasión abre en seguidaun paréntesis duro para el periodismo. Una "Patria" suplantada por los chilenos agrega una nueva notade oprobio a sus ruindades.

Inaugurada la paz con el tratado de Ancón, reaparecen El Comercio, El Nacional y La OpiniónNacional a quienes incumbe el grave deber de la reconstrucción. El moderado gobierno de Iglesias escombatido prudentemente por El Comercio y apasionadamente por La Tribuna (1878-85) de don JoséCasimiro Ulloa y por El País (1884-1902), órgano del partido demócrata. El Bien Público (1983- 91)toma la defensa de gobierno y La Opinión Nacional busca inútilmente la conciliación.

El País dirigido por don Julio Hernández, afirmadesde entonces el prestigio luchador de losdiarios demócratas, apasionados por su caudilloromántico, con un entusiasmo que las prisiones,los ataques de la gendarmería y las largasclausuras no hacen sino redoblar,enardeciéndolo. El País tiene que cerrarse, bajoIglesias o Cáceres, el 30 de junio de 1885, el 30

de setiembre de 1886 y el 5 de abril de 1890, almismo tiempo que el jefe demócrata esdesterrado o preso. El 12 de junio de 1895reanuda su porfiada campaña, y conseguido eléxito de su caudillo, prolonga tranquilamente suexistencia hasta 1902. En 1910 lo reviviránhonrosamente por unos meses Luis FernánCisneros y José María de la Jara. En la redaccióndel antiguo diario demócrata se distinguieronademás de Hernández, Manuel J. Obin, FernandoGazzani, Joaquin Capelo y Ricardo Becerra,escritor colombiano.

La campaña periodística contra Cáceres esviolenta, llegando a enlodarse en el pasquín y enla vedada diatriba del honor privado.

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Andrés Avelino Cáceres, es el más digno exponente de la peruanidad

El Diario (1888-1893) La Opinión Nacional, El Nacional defienden ardorosamente al héroe de laBreña. Abundan los nuevos diarios: La Nación (1887-92), El Perú (1886), La Época (1887-88), LaIntegridad de Abelardo Gamarra, que continúa hasta hoy, los órganos oficiosos El Sol, bermudista,redactado por don Carlos Paz Soldán y El Constitucional, partidario de la candidatura de don FranciscoRosas, en el que escribía el doctor Alejandro O. Deustua.

El gobierno de Piérola (1895- 99) combatido en sus comienzos por La Opinión Nacional no tiene ningúnopositor encarnizado en el periodismo. Causa de su proficua administración la moderación de la prensa ola conformidad de ésta consecuencia del buen gobierno, el periodismo concedió durante estos años unsaludable descanso a sus discordes pasiones, cuyo rencor se mitigó desde entonces.

No es posible cerrar este período sin hacer un recuerdo de la típica figura del gacetillero en la redacciónde los diarios. Especie de redactor de pelea (el fighting editor de los norteamericanos) encargado de lacrónica local en la que entonces se involucraban todos los aspectos de la vida diaria, debía ser al mismotiempo repórter policial, crítico teatral, literario, y taurino, cronista social y comentarista político, y cargarencima de todo esto una competente dosis de buen humor para hacer reír a los lectores a base decualquier suceso inexplotable, Simón Camacho, gacetillero de La Opinión Nacional, ha hecho un retrato

indiscutiblemente autorizado del género.

Los más celebres gacetilleros de la época fueron Ramón Rojas y Cañas "el criollo de más ingenio" queconoció don Ricardo Palma; Juan de los Heros, con sus «Ensaladas y Pucheros», Pedro Antonio Varela, "elchico Terencio"; Julio Jaimes, "don Javier de la Brocha Gorda"; Simón Camacho, "El Nazareno"; FloresChinarro, en El Comercio; Trinidad Fernández, en el Mosaico y el Gacetín de El Tiempo de 1864; ElTunante, con sus Rasgos de Pluma en El Nacional; y el célebre Murciélago con sus «Aletazos» políticosy literarios. El gacetillero que representó la intromisión del periodismo satírico en los diarios, desaparececon el periodismo moderno que dispersa en múltiples secciones las tareas encomendadas antes a un soloingenio feraz.

El periodismo modernoDe los años finiseculares data la transformación y el ensanchamiento de nuestros diarios. A la hojasostenida por el álgido interés político, por la generosa convicción partidarista y la colaboración gratuitasucede la empresa comercial, que paga el trabajo intelectual fomenta la réclame, aumenta los tirajes ylas informaciones y rebaja el precio del periódico.

El Nacional es adquirido por la firma Canevaro. La Opinión Nacional, se convierte en una fuerteempresa tipográfica. El Tiempo, fundado en 1895, y dirigido desde 1898 por Alberto Ulloa, periodistaluchador y valiente, heredero de las viejas gallardías demócratas, se une en una poderosa sociedadmercantil con La Prensa, fundada por el espíritu progresivista de don Pedro de Osma en 1903. Gracias auna fuerte inversión de capitales La Prensa adquiere grandes y modernas maquinarias, y construye unmagnífico edificio. El nuevo diario amplía y diversifica las secciones informativas, ofrece nuevas dedicadasal comentario político, que prestigian al poco tiempo La Jara, Cisneros y Yerovi; publica ediciones en

colores, ofrece abundantes fotograbados y aumenta el número de páginas a 12, 16, 20 y 32.Económicamente reduce a 2 centavos el precio del periódico y establece el aviso económico. La fuerte yactiva competencia de La Prensa, sólo es soportada por El Comercio, el que sostiene por algún tiempouna costosa rivalidad en el servicio cablegráfico con el nuevo diario, importa linotipos y concede igualamplitud a sus servicios informativos. Ambos diarios transforman el periodismo.

La antigua gacetilla, se fracciona en veinte secciones diversas: el comentario político aparte del editorial,la crónica, el comentario el cable, la vida social, la de palacio, la universitaria, obrera, teatral, hípica,taurina, etc.

La información toma caracteres alarmantes. Se propaga la fiebre de la interview, y se inventa un verboimposible: interwiewvar. La curiosidad reporteril resulta un vicio tolerado. Los hombres públicos se dejansorprender por la indiscreción de los periodistas. La rígida intimidad limeña del hogar se trasluce alpúblico. Las Parcas notas sociales de antaño, al fallecimiento de alguna personalidad., se extienden.

Adquieren un indiscutible interés público el constipado de alguna señorita que no recibe a sus amigas y lalista de asistentes a algún ágape aburrido. La noticia de un crimen pasional con disparo y billetepóstumo, o de un incendio casual, se escribe en capítulos, con prólogo, antecedentes y desenlace. Las

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mociones de las sociedades obreras y estudiantiles cesan de redactarse para los archivos, solicitadas porla publicidad.

La biografía de la tonadillera y la llegada del torero ocupan varias columnas. Junto a esta prodigalidadperiodística la réclame comercial crece indefinidamente, engañando la atención escarmentada con nuevase ingeniosas atracciones. Surgen especialistas para todas las informaciones: el comercial, que sabe cada

diez minutos el alza y baja del cambio; el hípico, docto en tiempos, pesos y pedigrees; el taurinominucioso y entusiasta registrador, bajo el título de "Oro seda y caireles", u otro por el estilo, de losmolinetes, verónicas, ayudados y pases con la derecha a izquierda de cualquier fenómeno del redondel;el policial que adapta a cualquier suceso este par de títulos de su exclusiva: «Reyerta sangrienta» o«suceso desgraciado». El palaciego encargado de comunicar con qué personas almuerza el jefe delestado, y el obrero, anunciador de veladas y el universitario que consigna a diario un grado notable y unatesis sobresaliente. El interés de estas múltiples noticias nimias reemplaza pero no desaloja el interés porlas noticias políticas. La Prensa adquiere su vasta popularidad por la formación política de La Jara, los«Ecos» festejadísimos de Luis Fernán Cisneros y por los vibrantes editoriales de Ulloa. Rezago delarrogante periodismo demócrata de otros días, La Prensa contradice la índole de la moderna empresacomercial, con .sus imprevisoras rebeldías.

Atacado varias veces el local de su redacción, supo repelerlos con valentía. Preso Ulloa en 1908 por elgobierno de Pardo; por el de Leguía en 1909 a consecuencia de la revolución del 29 de mayo; en 1914

por Billinghurst, la simpatía pública le saludaba emocionada cuando volvía a ocupar su cátedra viril, nocon el conforme "Como decíamos ayer" del fraile paciente, sino con la frase intrépida y resuelta,encendida en un nuevo apóstrofe gallardo.

De 1908 a 1912, surge El Diario órgano oficial en el que brilló la prosa castiza de Castro Oyanguren,primer director de La Prensa. En 1913, Juan Pedro Paz Soldán publica La Nación (191314) que reveló unatinado sentido periodístico e importó algunas innovaciones. La Patria, (1914-15) y El Día (1917)periódicos de la misma índole gubernativa subsistieron al par que los gobiernos a que servían.

En 1912 comenzó a publicarse La Crónica que subsiste hasta hoy, orientada hacía la informacióngráfica. Dirigida por un vigoroso periodista, don Clemente Palma y por José Gálvez, que la fundara conaquél, contó un tiempo con las sabrosas crónicas limeñas de Picwick- seudónimo de Gálvez, que hoy vana ser reunidas en un libro jugoso. En 1915, don Alejandro O. Deustua dirigió La Época, defensora del

movimiento a favor del sufragio, de esos días y en 1917, apareció El Perú, dirigido por don VíctorMaúrtuqy Luis Fernán Cisneros, al que siguió Excélsior de los mismos, ambos diarios de sugestivalectura. De 1917, es también El Tiempo Actual, opositor a la administración de Pardo, a la ranciamanera del año 33. El año 1911 se fundó un diario obrero, La Acción Popular cuya publicación duró dosaños. En 1919 Octavio Espinoza dirigió La Actualidad.

Deben agregarse a esta lista las publicaciones que representan a las colonias extranjeras entre las quelas más importantes han sido: La Voce d'ltalia (190818), de don Emilio Sequi: The West CoastLeader (1912 hasta hoy); L'italiano (1915-19) y L'Alliance (1915).

De los hombres que han sobresalido en el diarismo y que no han cabido en la anterior relación, merecehacerse algunas menciones detenidas. El periodismo doctrinario contó entre sus próceres a don Franciscode P. Vigil, desde el año 30 empeñado en un sectario soliloquio de derecho canónico y doctrinasregalistas. El más notable de los periódicos de Vigil fue El Constitucional (1858) en el que con José

Gálvez, Benito Laso, Francisco Javier Mariátegui e Ignacio Novoa, defendió la intangibilidad de laConstitución de 1856.

Manuel Gonzales Prada

Tendencia parecida a la de Vigil representó donFrancisco Javier Mariátegui, impugnador violento

de mitras y bonetes. Don Manuel LorenzoVidaurre fue otro obsesionado publicistadivulgador de sistemas políticos y penales. DonJuan Francisco Pozos brilló en El Liberal (1867)y El Nacional. El Dr. Melitón F. Porras, redactorprincipal de El Comercio de 1889 a 1891, sedistinguió por sus artículos sobre políticainternacional, iniciación reveladora que le llevó aocupar pocos años más tarde la cartera deRelaciones Exteriores en el primer gabinete dePiérola. En la dirección de El Comercio, eldoctor Antonio Miró Quesada reemplazó a supadre, acreditándose como periodista hábil ydialéctico. A principios del siglo un exaltadoperiodismo radical surge alrededor de GonzálezPrada, ubicándose La Idea Libre (1900-903),

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El Libre Pensamiento (1896-903) y Germinal (1904-06) tan ineficaces como las anteriores

hojas sectarias.

Entre nuestros periodistas contemporáneos, se destacan a más de los ya citados alguna vez, EnriqueCarrillo cronista exquisito, Luis Varela Orbegoso (Clovis) croniqueur espontáneo y ameno, en su "Horaactual" de El Comercio, Exequiel Balarezo Pinillos, comentador elegante y útil de la "Perspectiva diaria"

de La Prensa; Oscar Miró Quesada, periodista cultísimo, de variada y simpática personalidad; LadislaoMeza, fuerte y original temperamento de escritor; Félix del Valle, poseedor de un fino espíritu, y César A.Ugarte (Marco Antonio), que firmo algunos excelentes artículos en El Perú (1917).

Entre los cronistas taurinos más populares imposible olvidarse de ese periodista nato que es Julio Portal,el Tío Cencerro. José Carlos Mariátegui, Alberto Falcón, Humberto del Águila, Ricardo Vegas García,Edgardo Rebagliati, Luis Alberto Sánchez, son brillantes renuevos de la generación joven.

José Carlos Mariátegui Luis Alberto Sánchez

Esta es la rápida e incompleta reseña de nuestros diaristas, y de nuestros diarios, mucho de los cuales nohe podido leer detenidamente en mi atropellada documentación de veinte días en la Biblioteca Nacional,cuya colección se halla incompleta e indecentemente mutilada en las partes de mayor interés. Seguro

como estoy de haber incurrido en omisiones o errores, acepto de antemano todas las rectificacionesautorizadas.

Las revistas literarias y científicas; las revistasgráficasLas revistas de carácter histórico, literario y científico, tuvieron corta duración entre nosotros. El máslejano ejemplo es el del Mercurio Peruano que debe considerarse como tal por la índole de susestudios.

Fueron estas revistas obra de algunos cenáculos de intelectuales entusiastas cuya cultura estaba en

completa disonancia con el medio. Sobraban siempre colaboradores gratuitos pero faltaban suscriptores.Los escasos y decorativos con que solían adornarse muchas de ellas se dispensaban de la lectura paraocuparse únicamente de la encuadernación. La inofensiva manía coleccionista y el entusiasmo abnegadoy gratuito de los redactores prolongaron la vida de muchas de nuestras publicaciones intelectuales.

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El ensayo de revista de esta clase más antiguo dentro de nuestra vida republicana corresponde a laCrónica política y Literaria de Lima publicada el año 1827 y que contiene un material literarioapreciable y de buen gusto. La Crónica fue, seguramente, obra de Pando.

En 1841 merece citarse el Instructor Peruano «gabinete curioso de literatura y ciencias naturales» quepresenta algunos interesantes artículos históricos. Continúan esta tendencia El Mapa Político y

Literario en 1843, redactado por don José María Córdova y Urrutia y El Faro Militar, (1845-46) de loscoroneles Antonio Plascencia y G. Angulo. El año 1847 se publica El Ateneo Americano, de literatura,ciencias, artes y oficios.

La más notable de nuestras revistas literarias fue La Revista de Lima, la obra seria y serenada de latraviesa bohemia de don Ricardo Palma.

La Revista de Lima publicó de 1859 a 1863 lasprimeras obras de aquellos ingenios. Suprestigio está dicho con anunciar que allí vieronla luz tradiciones de Palma, de Lavalle y deCamacho, versos de Pardo, de Salaverry, deCisneros, Márquez y Paz Soldán, artículos de

José Casimiro Ulloa y de Manuel Pardo, LucianoCisneros, García Calderón y Francisco Laso.Directores de la revista, y los más acordes con elespíritu de la publicación, fueron don JoséAntonio de Lavalle y don José Casimiro Ulloa.Lavalle tuvo una aptitud especial para el ensayohistórico, corto y sugestivo que, sin llegar a laamenidad chispeante de las tradiciones dePalma, realzaba la verdad histórica consimpática galanura.

Ulloa escribió la crónica política quincenal,siempre interesante, sobria y precisa en el

comentario sagaz. Camacho y Palmarepresentaron el inagotable buen humor criollo,tocándole al segundo escribir el epitafio de larevista, siempre por escaseces económicas.

Ricardo Palma

El Ateneo de Lima (1863), La Aurora del Rímac (1865), La Alborada (1874-75) redactado por lasseñoras Orbegoso, Elespuru y Gorriti y El Álbum (1874) de las Gorriti, Jaimes, Amézaga, Carbonera,Orbegoso y Plascencia, no tienen la importancia de La revista de Lima.

La segunda revista (1873) de este nombre, hereda el título pero no el interés de la revista de Lavalle yUlloa.

El Correo del Perú publicado por don Trinidad Pérez, (1871-76) logró reunir las mejores colaboracionesde su tiempo, esforzándose en la presentación gráfica por la que mereció ser premiada en la exposiciónperuana de 1872.

Pero hay que llegar a la Revista Peruana (1879-80) para encontrar un esfuerzo digno de La Revista deLima.

La Revista de Lima es la obra de un historiador probo y laborioso, infatigable en su vocación por lahistoria, don Mariano Felipe Paz Soldán. A su lado colaboran antiguos redactores de la Revista de Lima:Palma, Ulloa, Lavalle y nuestros más significativos eruditos Mendiburu, Patrón, González de la Rosa, JoséToribio Polo, Torres Salda-mando, Coronel Zegarra, el propio Paz Soldán y su hijo don Carlos, Lorentepublica allí su mejor obra histórica.

La obra de la revista Peruana es inapreciable para los historiógrafos, a pesar de que no alcanzaron apublicarse sino cuatro tomos. La paciente y abnegada labor de Paz Soldán descuella sobre todas. SuÍndice de publicaciones periódicas del Perú desde el año 1790 al 1879, será de una enorme utilidad paralos historiadores del periodismo y de la política patrios. Por mi parte le rindo aquí mi homenaje de

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gratitud indispensable. Los Anales del Club Literario de Lima, (1873-74-75-76 y 85) que contienenapreciables escritos, no tuvieron una vida organizada y periódica, Perlas y flores (1884-86) se llamó ensus dos primeros años de vida. El Perú Ilustrado revista literaria (1887-92), con marcada tendenciagráfica y comercial, que concentra la abundante producción literaria de aquella época de nuestras letrasen que subsisten todavía algunos románticos de 1848 y se inicia una joven generación de dispersasinclinaciones.

El Perú ilustrado fue dirigido algún tiempo por doña Clorinda Matto de Turner y contó con elinapreciable concurso de un laborioso dibujante y grabador don E. San Cristóbal, cuya obra gráfica ynacionalista es muy meritoria.

El Ateneo de Lima, publicación del tipo de la Revista de dimburgo y de la Revue de Deux Mondes, queintrodujo entre nosotros la Revista de Lima sirvió de órgano al círculo literario denominado El Ateneo deLima que presidió don Eugenio Larrabure y Unánue y del que fueron Vicepresidentes Prada y Rosell.

El Ateneo a partir de 1886 publicó 8 tomos que contienen colaboraciones de interés y muchasreproducciones de los artículos de la revista de Lima.

De 1890 a 1891 es la Ilustración Americana apreciable revista literaria y gráfica.

La Neblina (1896-97) y La Gran Revista (1897) son las revistas de la generación de Chocano. LaNeblina, se inició exhibiendo en su carátula un romántico manifiesto literario en forma de decálogo en elque se pretendía realizar la unión de romanticismo y realismo uniendo a Hugo y Zola en un mismo culto

contradictorio. La Gran Revista trae en sus páginas los ecos de coronación de Cisneros, iniciada porChocano.

Un segundo Ateneo (18991906) del que formaron parte Javier y Mariano Prado, Deustua, Cornejo,Patrón, Amézaga, Chocano y Clemente Palma, en que colabora García Calderón F., Riva Agüero publicaun ensayo revelador y Gálvez se inicia líricamente, soporta en sus últimos años algunos "opúsculos"interminables, Lima Ilustrado (1898-903), Novedades (190305) Actualidades (1904-07) dirigida porL. F. Cisneros, Octavio Espinoza (Sganarelle) y Andrés A. Aramburu (hijo) son las mejores revistasilustradas hasta la aparición de Prisma (1906) a la que sucede Variedades semanario político y gráfico,dirigido hasta hoy por Clemente Palma, editorialista enérgico y que algunos años prestigiaron a Gálvezcon curiosas informaciones y con su dirección artística, Teófilo Castillo.

Contemporáneos (1909) revista de letras, reúne a la generación de 1908. Ilustración Peruana,magazine literario al estilo de Prisma se publica de 1909 a 1912.

De nuestros días son La Opinión Nacional (1914) dirigida por don Andrés Aramburú, actual director deMundial; Cultura de Enrique Bustamante Ballivián; Colónida, la original revista de Valdelomar quereveló a Eguren; Mundo Limeño (1917) Familia (1919) de María Wiese; Stylo (1920) cuya dirección

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artística tiene Carlos A. Raygada; La Revista Histórica (1906-1921) de don Carlos A. Romero; Hogar (191921), obra de Belaúnde que sigue la honrosa tradición del primer Mercurio Peruano y de la Revistade Lima, cumpliendo el viejo lema de aquel: Multa renascentur qui jam cecidere.

De vida más segura y constante son las revistas que sirven de órgano a las instituciones académicas,tales como los viejos Anales Universitarios de Paz Soldán, Ulloa y Ribeyro, transformados desde 1906

por don Luis Felipe Villarán en la Revista Universitaria, órgano de la Universidad Mayor de San Marcosy aspiración última de bachilleres de doctores con tesis inéditas; el respetable Boletín de la SociedadGeográfica, la Revista de Archivo Nacional.

Las revistas científicas tienen un largo abolengo, figuran a la cabeza de laspublicaciones médicas, los nombres de José Casimiro Ulloa incansablepromovedor y sostenedor de ellas, y los de Avendaño, Odriozola y Aljovín, y alfrente de las jurídicas, los de Manuel Atanasio Fuentes, Miguel Antonio de laLama y Paulino Fuentes Castro. Las más notables de la primeras son la CrónicaMédica (1884) órgano de la Sociedad Fernandina, cuya más entusiasta direccióncorresponde al doctor Leonidas Avendaño: El Monitor Médico (1885-99); LaGaceta de los Hospitales (1903 – 11) de Aljovín; La Reforma Médica (1915-18) de Paz Soldán C. E. y Caravedo: La Revista de Psiquiatría (1918) de

Valdizán y Delgado y los Anales de la Facultad de Medicina (1918) órgano deesta escuela.

José Casimiro Ulloa

Entre las más connotadas publicaciones jurídicas se encuentran: La Gaceta Judicial (1858-60-62-74-75) que reunió los ilustres nombres de Toribio Pacheco, Luciano Benjamín Cisneros, José Loayza , RamónRibeyro, Luis A. Albertini, Gabriel Paredes y Manuel A. Fuentes, El Diario Judicial testimonio desde 1890de la constancia del doctor Fuentes Castro; el Derecho (1885 - 907) órgano del colegio de Abogados,dirigido por el doctor Miguel A. de la Lama, y al que reemplaza La Revista del Foro (1914).

Las ciencias naturales y matemáticas han tenidosus representantes en la Revista de laCiencias (1897-913) y La Gaceta Científica dela Sociedad Amantes de la Ciencia (1884- 903).El nombre de Villarreal sobresale en ellas.

Federico Villarreal

Los títulos revelan la índole de las siguientespublicaciones: El Economista (1895-902) elauxiliar del Comercio (1901-08); el Financista, El Boletín de la Sociedad Nacional deAgricultura (1898 - 1905). El agricultorperuano, La riqueza agrícola (1912-13); Laagricultura (1915-19). La más antigua revistahípica es El Turf. Las revistas taurinas han sidonumerosas. Entre los exponentes de la culturadel proletariado merece citarse "El ObreroGráfico" (1920), órgano de la FederaciónGráfica de Perú.

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Los periódicos satíricos.Mejor acogida que las revistas eruditas tuvieron siempre, a través de toda nuestra vida republicana losperiódicos satíricos. Bajo los más extraños nombres que un capricho repetido hace recorrer toda la escalazoológica, mantienen todos un mismo malicioso espíritu inalterable.

Hay algunos cuyo solo nombre hace reír. Tales El hijo de su Madre, El Volantuso, Los Coscorreonesde Pluma, El Coco de Santa Cruz, El Negro, El Fraile, El Burro.

Fueron los periódicos satíricos la expresión exacta de un momento político y social. Tradujeron laanarquía y la indecisión de una época agitada. Correspondieron en la literatura a lo que en la política eranentonces las montoneras. Fue, en cierto modo, el de nuestros periódicos satíricos un montonerismoliterario.

Como las montoneras, surgían de improviso, atacaban aisladamente, sin concierto alguno, con el únicopropósito de desorganizar. Imponían a la curiosidad pública el cupo indispensable de su lectura y sedisolvían y por un acto de fuerza del gobierno, ya por un gesto de liberalidad sustentado en las arcasfiscales.

Como las montoneras, fueron la expresión de un hosco individualismo, el periódico satírico girabageneralmente alrededor de un solo escritora cuyo ingenio y audacia se debían todas las secciones delperiódico, desde el editorial reflexivo y patriótico hasta el chisme insidioso y alegre.

Suprimido este personaje, por la fuerza o por el oro, acababa la vida de la hoja; como en lasmontoneras, desaparecido el caudillo fracasaba la rebelión.

Aparecían en los momentos de crisis y contribuían con un apodo o una letrilla sediciosa a la derrota de ungobierno o a la caída de un ministerio. Logrado su objeto desaparecían, para resucitar en breve bajo otronombre y con otra nueva y generalmente contradictoria bandera. El Corneta, se llamó el primero deellos. De El Corneta tendrían todos los subsiguientes periódicos satíricos la fugacidad y laincandescencia.

Cuando un periódico oposicionista, se mostraba inquebrantable en sus convicciones, le nacía de repenteun antagonista frenético o una familia contradictoria. Los nombres denunciaban la sorpresiva aparecida.De pronto surgía un Cernícalo persiguiendo a la Cotona, el Loco contra el Loquero el Anti Argos, ElAnti Ramalazo o la Contra Tunda. El caso de la familia era algo más grave y les sucedió al Papagayo hablador al que le surgieron un Primo del Papagayo respondón y un Verdadero Primo del Papagayo haciendo una algarabía imposible y al Montonero, que tuvo que sostener una polémica familiar y romperno pocos platos con El Hijo del Montonero, La Madre del Montonero y El Tío del Montonero (1834). El gobierno tomaba no escasa parte en estas diabólicas publicaciones, llegando, urgido por suinstinto de conservación, a suplantar el nombre de algunas hojas oposicionistas publicando El Cascabel (1873) contra El Cascabel, don Lunes contra Don Lunes (1919), el mismo día con en el mismoformato, y secciones que aquéllas ante el público desorientado.

Las características predominantes de los periódicos satíricos fueron su volubilidad y su injusticia, de lasque el público les absolvía en gracia a su constante agudeza. Muchos erraron en la grosería y la diatriba,

y escasos de gracia, usurparon el título de periódicos satíricos, cuya única y comprobada legitimidad fuesiempre la risa de sus lectores.

Los más cercanos antepasados -prescindiendo de las coloniales décimas de los repentistas agudos y delos pasquines rimados- fueron los listines de toros. El más célebre compositor de ellos, don José Joaquínde Larriva, doctor en malicia y clérigo trashumante, es también el primer periodista satírico. Susburlescas hojas El Corneta, El Investigador, El Nuevo Depositario, El Atalaya contra Vitalicios, El Fusilico ,acreditan el género.

Desde los días de la independencia se propaga el germen risueño y contagioso. La Cotorra (1822) haceuna jocosa parodia de las fiestas con que se celebró el aniversario de la patria nueva y que inaugura lapantomima burlesca.

Aquella risueña costumbre de los motes que en la colonia bautizaba a un virrey a raíz de sus primerosactos en el gobierno, con tal constancia que podrían inscribirse sin solución de continuidad al pie de lacolección de sus retratos, subsiste en la república.

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Los periódicos satíricos se encargan de continuar la galería burlesca. Su arma predilecta son los apodos.Cuando un periódico satírico consigue asentar con la popularidad uno de sus motes ofensivos, es la señalque anuncia la caída de un ministro o la inseguridad de un régimen. Otra táctica, supletoria de laanterior, se ensaña contra los defectos físicos de los gobernantes. Una nariz deforme es el crimen máscensurado de un presidente y una excesiva carnosidad el peor decreto de un ministro de Hacienda.Merece hacerse un recuerdo de esta historia malévola. A Gamarra, sus nombres adoptivos le recuerdan

su origen quechua: "Agustín Quispe", "Agustín Mamani". Otros más graves ultrajan a doña Pancha."La Mariscala". A Orbegoso, lisonjeado por las tapadas y mimado por las monjas, le ponen a iniciativadel Hijo del Montonero un limeño sobrenombre: "El Señor de los Milagros".

A uno de sus consejeros enfermo de la piel le otorgan el título de "Príncipe de Samacia". Jetis Kan es elnombre de guerra impuesto a Santa Cruz, en honor a sus labios, inspiradores de unas chistosísimasMeditaciones sobre la jeta de don Felipe Pardo.

Al propio Pardo, ministro de Estado, no le abandona el alusivo mote de "Bernardito" que le obsequiaraLarriva en una polémica. Castilla, tiene los expresivos nombres de "el general de las Botas" y "RamónCascarilla" que le dan La Guardia Nacional y el Zurriago. El Murciélago, humorísticamente bautizado porél mismo, se postema graciosamente ante el milagroso "San Ramón" -el Libertador de 1855- para pediren un letanía jocosa: "Un poco menos de libertad que no haría gran falta que digamos". Cambiando eltono, pero jugando con la misma palabra, exclama al abolirse la esclavitud de los negros y producirse las

primeras licencias de éstos: "¡Oh qué libertad tan negra!'; El Cascabel, travieso opositor de laadministración civilista de 1872, la bautiza con el nombre de "La Argolla": El Chispazo del cáustico Juande Arona ataca a Morales Bermúdez llamándole a todo trance "El Honrado y Valiente Presidente".

En este corto recorrido han surgido los nombres de los más festejados periódicos satíricos. En 1840 donFelipe Pardo abre un paréntesis a nuestra porfiada sátira política y escribe a la manera castiza de Larra,un periódico de costumbres: El Espejo de mi Tierra, que dio vida imperecedera al "Niño Goyito".Segura, más cerca de la manera de Fray Gerundio le imita en El Corneta. Después de esta tregua, laguerrilla política vuelve a levantarse en armas. El Murciélago alcanza a herir a las dictaduras de Piérolay al invasor chileno. La Neblina de Blume y Velarde revive, con un ingenio irónico y paradojal, la antiguarisa criolla. La sigue Monos y Monadas que innova en la caricatura con Málaga Grenet; Don Lunes,animado por la musa ligera de Luis Fernán Cisneros y que continúa, en una época agresiva, Humberto delÁguila, Rigoletto, de Yerovi, y a pesar de sus invectivas, El Mosquito de nuestros días que alegraba la

vena satírica del Cojo Alcorta, cojo y mordaz, el último como el primer periodista satírico, el Cojo Larrivade las redondillas y las improvisaciones de café.

Anécdotas y polémicas. La acción delperiodismo.De la ininterrumpida polémica y la constante aventura que fue nuestro periodismo, quedan recuerdossonrientes y honrosas tradiciones. Entre los primeros debe contarse la historia de nuestras polémicas,porque las hubo muy jocosas y agudas, llenas de peripecias, de sustos y carreras y con el indeclinabledesenlace violento.

Las sostenidas por don Felipe Pardo contra Larriva o contra Soffia, son las más notables por el ingenio ypor la cultura del ataque, José Arnaldo Márquez se batió también en verso jocoso con Juan de Arona;quien desde entonces no le llamó sino Asnaldo. Los más perseguidos por las polémicas fueronnaturalmente los periodistas satíricos.

En general su agudeza estuvo en razón inversa de su valor y en razón directa de la agilidad de suspiernas. Ramón Rojas y Cañas, agredido por un señor Elías, en la calle del Arzobispo, Adolfo Valdez,redactor de El Cascabel y El Murciélago, son los más célebres tundidos que ha habido en Lima porasuntos de prensa. A don Manuel Amunátegui, se dice que le golpeó don José Balta, en el despachopresidencial, a causa de un comunicado.

La tradición honrosa del periodismo la sustenta una larga lista de diarios clausurados, de periodistas yeditores encarcelados, al amparo de nuestra inofensiva ley de imprenta.

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José Balta Manuel Amunátegui

Figura clásica de nuestro periodismo fue don Andrés Avelino Aramburú. Fue uno de nuestros pocosperiodistas, el único acaso exclusivamente periodista. Periodista de vocación, por su cultura ágil, por suverbo fluido y elegante, y porque se entrego entera y noblemente a su tarea. Una anécdota guardada conrespeto en esta casa de Mundial, que él fundara y para la cual viviera, demuestra como entendía él la

ardua y abnegada profesión del periodismo. Preso Aramburú como redactor de El Nacional y amenazadocon la muerte por la desenfrenada soldadesca de los Gutiérrez, don Manuel Pardo, candidato entonces ala presidencia con la oposición del gobierno, le envió una tarjeta preguntándole que podía hacer en suauxilio. Al reverso del ofrecimiento salvador Aramburú escribió estas palabras sugerentes: "En todas lasbatallas hay muertos y heridos: los muertos a la tumba, los heridos a la ambulancia. El General en jefesólo se preocupa de vencer". Y se quedó en la cárcel. Así sonriente y galano con su inmarchitableramillete de violetas en el ojal, este periodista aristócrata afrontaba las asechanzas del peligro. Altivo enel cumplimiento del deber no lo era menos en la exigencia de sus derechos y en el celo de su fueroperiodístico. En 1896 se le apresa por una publicación y se le somete a la jurisdicción ordinaria. Elperiodista se defiende en la tribuna con la misma gallardía que en los editoriales, pidiendo elsometimiento de su causa al jurado de imprenta. Se le niega ese derecho y sólo cuando la opiniónreclama imperiosamente su libertad, se le absuelve con un auto compasivo. Entonces el periodistaprovoca al gobierno una situación difícil y original: se niega a salir de la prisión, mientras no se le juzgueen forma y se pruebe claramente la honradez de su conducta. El gobierno se ve en el caso de echarlo porla fuerza de la cárcel.

Caso sorprendente de fecundidad es el del doctor José Casimiro Ulloa, quien urgido por diversaspublicaciones, dictaba a un mismo tiempo varios artículos sobre medicina, historia política. Su hijo donAlberto, dictaba a veces por teléfono, desde el Barranco, y a altas horas de la noche en que sedesocupaba, sus vibrantes editoriales de La Prensa.

Después de hacer este recorrido apresurado de nuestra historia periodística, demasiado largo en algúnsentido, demasiado corto en otro, deteniéndome acaso injustamente en algunas épocas, pasando sobreotras como con las botas del gato del cuento que devoraban leguas, llega el momento de las preguntas omás bien de las respuestas comprometedoras.

¿Realizó nuestro periodismo una acción eficaz y civilizadora o fue por el contrario su obra perniciosa? Sin

entrar en el análisis de sus defectos, de sus apasionamientos y de sus desviaciones, del abuso constanteque hizo de las palabras engañosas y de las supersticiones democráticas, de su constante colaboraciónen nuestro desorden no puede negársele su esfuerzo en pro de la libertad.

Ala y verbo del espíritu democrático, las primeras gacetas son el alborozado anuncio de la independencia.En las primeras décadas de nuestra vida republicana, cuando la anarquía y la dictadura se turnan en élgobierno, son las hojas periódicas las que defienden junto con la ambición de un caudillo el espíritudemocrático en peligro. Iniciadores de conflictos imaginarios en todas las épocas, denunciadores deespeculados imaginarios o vergonzosos, alentadores del desorden disfrazado de rebeldía y de la codiciavestida de patriotismo, los periódicos realizaron sin embargo una obra venturosa.

No importa que la historia les inculpe el que los dos más fecundos gobiernos de ella, los de Castilla yPiérola sean los que no permitieron o no sufrieron los desbordes injustos de la prensa. Por sobre todaslas inculpaciones ajenas y los propios errores, un solo esforzado mérito vale para redimir a nuestroperiodismo y deberle homenaje de prelación en esta fecha epónima: su obcecado amor por la libertad.

Raúl PORRAS BARRENECHEA, Lima, Julio 1921