Periódico Contexto Edición 45

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Distribución gratuita No.45 ISSN 1909-650X PERIODISMO UNIVERSITARIO Medellín, Octubre-Noviembre de 2014 Foto: Juliana Carvajal Castrillón Reportaje 6 La misma calle, dos tranvías que se fueron y otro por llegar 10 Folclor en decadencia 13 Reportaje Reportaje De la serie ‘Las transformaciones de Medellín’. En el Parque Berrío persiste la tradición musical de Anoquia. El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo Págs. 6 - 13 Lea en contexto LOS ROSTROS DEL ARTE EN MEDELLÍN Libertad en el molde Expresiones arscas y censura en Medellín. De las tradiciones y las costumbres, y de cada vez de más expresiones, está hecha la acvidad arsca de Medellín. El arte en esta ciudad, en su diversidad y con sus altas y bajas, conforma su retrato genuino: con encuentros y tensiones, con certezas y confusiones, con aciertos y reparos. Desde estos y más contrastes, pueden encontrarse propuestas arscas que se manenen a lo largo de los años, otras que apenas sobreviven, otras más que irrumpen y no pocas que resisten para dar tesmonio de la ciudad que, en lo codiano, distante de su condición de sede de grandes eventos, se abre espacio -a veces a empellones- para pensar, retomar contacto con sus orígenes rurales, demostrar que todavía es capaz de crear con sus propias manos o, simplemente, encontrarse para gozar. En nuestro calendario existe una conmemoración para el arsta nacional y es porque no puede negarse su aporte en la construcción de nuestra idendad. Así pasa en Medellín: la cultura que crea el arte de estos días sigue mostrando unos protagonistas, pero cada vez hay más actores en escena. Las historias de esta edición de Contexto cuentan del arte que nos pasa a diario y que, poco a poco, connúa labrando nuestra idendad, con todo y sus imperfecciones. EXPRESIONES DE LA CULTURA DE HOY EN DÍA

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En esta edición, Contexto ofrece un recorrido por diferentes expresiones artísticas que retratan y conforman los rasgos culturales de Medellín en la actualidad, con los artistas como protagonistas, esos a quienes se les reconoce cada octubre en la ocasión del artista nacional. además, una nueva entrega de la series "Las transformaciones de Medellín" sobre el Ayacucho y sus tranvías, así como un seguimiento a las metas de la llamada ley de Restitución de Tierras.

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Distribución gratuitaNo.45

ISSN 1909-650XP E R I O D I S M O U N I V E R S I T A R I O

Medellín, Octubre-Noviembre de 2014

Foto: Juliana Carvajal Castrillón

Reportaje6

La misma calle, dos tranvías que se fueron y otro por llegar 10

Folclor en decadencia13

Reportaje ReportajeDe la serie ‘Las transformaciones de Medellín’.

En el Parque Berrío persiste la tradición musical de Antioquia.

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo

Págs. 6 - 13Lea en contexto

LOS ROSTROS DEL ARTE EN MEDELLÍN

Libertaden el moldeExpresiones artísticas y censura en Medellín.

De las tradiciones y las costumbres, y de cada vez de más expresiones, está hecha la actividad artística de Medellín. El arte en esta ciudad, en su diversidad y con sus altas y bajas, conforma su retrato genuino: con encuentros y tensiones, con certezas y confusiones, con aciertos y reparos. Desde estos y más contrastes, pueden encontrarse propuestas artísticas que se mantienen a lo largo de los años, otras que apenas sobreviven, otras más que irrumpen y no pocas que resisten para dar testimonio de la ciudad que, en lo cotidiano, distante de su condición de sede de grandes eventos, se abre espacio -a veces a empellones- para pensar, retomar

contacto con sus orígenes rurales, demostrar que todavía es capaz de crear con sus propias manos o, simplemente, encontrarse para gozar. En nuestro calendario existe una conmemoración para el artista nacional y es porque no puede negarse su aporte en la construcción de nuestra identidad. Así pasa en Medellín: la cultura que crea el arte de estos días sigue mostrando unos protagonistas, pero cada vez hay más actores en escena. Las historias de esta edición de Contexto cuentan del arte que nos pasa a diario y que, poco a poco, continúa labrando nuestra identidad, con todo y sus imperfecciones.

ExPRESiONES DE LA CuLTuRA DE hOy EN DÍA

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UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 20142

CiuDADANÍA CuLTuRAL EN MEDELLÍN

Opinión

hay otras dimensiones que han reclamado su lugar en lo cultural para el ejercicio ciudadano como las artes, la ética, la diversidad y el derecho a la diferencia.

Las ciudades son para ser vividas y cada una tiene sus ritmos, caprichos, puntos de encuentro y desencuentro; su esencia, sus texturas y sus formas. Todas esas particularidades convierten las ciudades en ciudades con nombres y personalidades propias, y así es Medellín: la ciudad de la resiliencia y del eterno retorno. Pero dichas particularidades se construyen desde el ejercicio ciudadano de quienes habitan las ciudades ya que cada una se convierte en el reflejo, un espejo de cemento, de quienes las habitan y desde donde son habitadas.

La ciudadanía se puede ejercer desde diferentes puntos de partida que tienen en cuenta lo ético, lo político, lo econó-mico pero, sobre todo, es un asunto que se construye culturalmente. Según Toby Miller, profesor de la Universidad de Ca-lifornia, Riverside, experto en estudios culturales: “La ciudadanía siempre ha sido (…), una cuestión cultural”. (Miller, 2009, p. 1). Tiene que ver con un sentido de pertenencia desde la territorialidad, tanto física como simbólica, e implica tanto la conciencia del yo —identidad personal— como la de un nosotros —identidad social—, en el sentido en que lo propone Zygmunt Bauman.

En Medellín, la ciudadanía se ha ejercido desde múltiples dimensiones, pero, sobre todo, desde la identidad personal a la que ha llevado el miedo ocasionado por la historia de violencia, producto del contexto colombiano que hizo de la ciudad el caldo de cultivo y el escenario propicio para el surgimiento del narcotráfico y la falta de credibili-dad en las instituciones, en donde ha prevalecido el interés particular sobre el interés general. Sin embargo, gracias a las nuevas posturas asumidas por parte de los jóvenes líderes y de quie-nes han sido críticos de las dinámicas que han legitimado la violencia en to-das sus formas, la ciudad se ha conver-tido también en un escenario ideal para construir desde los distintos lugares del arte y del encuentro de diferencias, como nuevas formas de ejercer ciuda-danía desde lo cultural.

“…la ciudadanía opera como una síntesis o mediación frente al Estado y li-mita los poderes de éste. Es un mecanis-mo de derechos y obligaciones, histórico y situado, que pretende pautar las reglas del juego social, principalmente aquellos aspectos relacionados con la libertad y la seguridad, de allí que se pueda afirmar que la ciudadanía evoca definición y pro-tección”. (Muñoz González & Muñoz Ga-viria, 2008). La práctica ciudadana en las democracias se ha dado principalmente desde el ejercicio del voto y la conciencia de algunos de los derechos fundamenta-les que deben ser provistos por el Esta-do. Sin embargo, hay otras dimensiones que han reclamado su lugar en lo cultural para el ejercicio ciudadano como las ar-tes, la ética, la diversidad y el derecho a la diferencia. A estos lugares del ejercicio ciudadano, con una mirada más amplia e incluyente, los llamamos el ejercicio de la ciudadanía cultural, como una forma de diferenciarla de la ciudadanía civil, políti-ca y social.

A su vez, teniendo en cuenta la condición variable y de permanente lucha en los terrenos del ejercicio de la ciudada-nía, como un hecho cultural, está en per-manente transformación, reconoce los cambios y dinámicas de las sociedades y pasa de la concepción de ejercer la ciuda-danía en la medida en la que se pertene-ce a un partido político y a pensar un ciu-dadano que participa en la construcción de sus realidades sociales y culturales cotidianas, ese lugar en el que se crean grandes cambios y transformaciones.

Por ser la ciudadanía cultural la que se ejerce desde las nuevas miradas creativas y nuevas formas de entender-se y asumirse como sujeto social, son los jóvenes quienes, por excelencia, la ejercen en el sentido de las transfor-maciones que proponen sus posiciones críticas, arriesgadas, innovadoras y rei-vindicadoras. A su vez, los ambientes educativos y los espacios de formación son los ambientes más estimulantes para los nuevos ejercicios ciudadanos desde lo cultural.

Teniendo en cuenta la ambiva-lencia del término cultura y que la ciu-dadanía cultural es una construcción social en la que el sujeto se asume con derechos y deberes y legitima nue-vas formas para su ejercicio, se puede entender también que las categorías

Adriana Giraldo Zuluaga* / Catalina Isaya Calle**

sociales que clasifican lo deseable, lo bueno o lo malo para una sociedad, van siendo transformadas en el tiempo por esos ciudadanos culturales, hecho que representa la ambivalencia cultural del valor del pasado y la necesidad de trans-formación en el presente, según surjan nuevas miradas que ayuden a entender el mundo que se habita, el que se cons-truye culturalmente día a día.

* Comunicadora social – periodista de la Universi-

dad Pontificia Bolivariana, magíster en Gestión

Cultural, Jefe de Área de Cultura de la Universi-

dad Nacional de Colombia – Sede Medellín.

** Comunicadora social – periodista, magíster

en Gestión Cultural. Jefe del Área de Cultura

y Deportes de la Universidad Cooperativa de

Colombia.

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CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 2014 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA 3Editorial

Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda / Decana Escuela de Ciencias Sociales: Érika Jaillier Castrillón / Director Facultad de Comunicación Social-Periodismo: Juan Fernando Muñoz Uribe / Coordinador del Área de Periodismo: Juan José García Posada / Director de Contexto: Joaquín A. Gómez Meneses / Jefe de Redacción: Daniela Ruiz Lozano / Fotógrafos: Laura Montoya Carvajal • Juliana Gil Gutiérrez • Juliana Carvajal Castrillón • Mateo García • Laura Jaramillo Arango / Ilustraciones: Laura M. Cañas P. Redactores: Laura Bayer Y. • Aura María Puerta E. • María Camila Carvajal R. • Laura Jaramillo A. • Paola Atehortúa D. • Carolina Correa C. • Mateo García • Juliana Gil Gutiérrez • Juliana Carvajal C. • Laura Jaramillo A. • Carolina Campuzano B. • Laura M. Cañas P. • Mariana Bohórquez U. / Foto portada: Laura Montoya Carvajal. / Diseño: Estefanía Mesa B. • Carlos Mario Pareja P. / Diagramación: Editorial UPB / Impresión: La Patria // Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social- Periodismo / Dirección: Circular 1ª Nº 70 - 01 Bloque 7 Oficina 401 / Teléfono: 354 4558 / Twitter: @pcontexto / Correo electrónico: [email protected] / ISSN 1909-650X.

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Uno de los retos que presentaba el comienzo de este 2014 para la Facultad de Comunicación Social – Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivaria-na era el de lograr el reconocimiento de su labor académica en el ámbito internacional, un propósi-to a la altura de una trayectoria de 48 años de vida institucional.

Alcanzar el reconocimiento del Consejo Latinoamericano de Acreditación de la Educación en Periodismo y Comunicación – CLAEP – exigía recorrer un camino en el que cada paso contaba. Es así como los distintos estamentos de la Facultad participaron del proceso de revisión del camino recorrido y subrayaron las claridades que orientan el trabajo de las áreas académicas, de los grupos y semilleros de investigación, de proyectos como Contexto y Voces Ciudadanas, y de las múltiples experiencias significativas que hacen parte de esa labor académica. Y fue esa evaluación de la ges-tión lo que condujo a que la Facultad de Comuni-

ACREDiTACiÓN iNTERNACiONAL PARA COMuNiCACiÓN SOCiAL-PERiODiSMO:

EL COMPROMiSO AhORA TRASCiENDE FRONTERAScación Social – Periodismo recibiera la acreditación internacional.

Se trata de un voto de confianza a la solidez institucional y financiera que respaldan la labor de esta casa de estudios y, especialmente, a la calidad de sus procesos académicos y su propuesta curricu-lar en específico. El que la validez de ese voto llegue más allá de las fronteras refrenda la garantía para es-tudiantes, padres de familia, egresados, empleadores y para sociedad en general, de que el trabajo de la Facultad se acoge a los más exigentes parámetros y, en esa medida, da viabilidad a las más grandes expec-tativas en la formación de nuevos profesionales.

De este modo, nuestra Facultad entra definiti-vamente en diálogo con el mundo para responder a sus exigencias y hacer sus aportes. Ejemplos de ello son la visibilidad que adquiere nuestro programa ante las 1.300 empresas periodísticas que componen la Sociedad Interamericana de Prensa o las nuevas oportunidades para la movilidad académica de nues-

tros estudiantes hacia otras instituciones acreditadas en el continente.

Y es precisamente de ellos que hay que hacer mención especial para comentar este logro tan signi-ficativo. Sin dejar de reconocer el respaldo del cuerpo directivo de la Universidad al proceso, el compromiso y la seriedad con que el equipo docente asumió la ta-rea y el apoyo invaluable del grupo administrativo; los estudiantes, egresados y empleadores también asu-mieron un papel determinante como protagonistas del trabajo que le dio credibilidad a nuestra propues-ta ante el CLAEP.

Que se reconozca al programa por su alta cali-dad educativa es un patrimonio que les beneficiará y por eso, junto a nuestros profesores, están llamados a mantener este logro que nos confirma el sentido del rumbo que hemos definido y que nos entusiasma tanto como a cada nuevo estudiante que llega a esta Universidad a comenzar una experiencia que marcará su vida para siempre.

Es habitual que en Medellín se relacionen las expresio-nes artísticas con la manifestación de nuestra cultura. Desde este punto de vista, el arte significativo es, o debe ser, una expresión de nuestra identidad. Por eso tene-mos artistas y obras que están muy cerca de lo que con-sideramos nuestras tradiciones, un hecho irreprochable, pues una propuesta artística que tenga esos alcances es porque se fundamenta en una relación estrecha con el contexto en el que surge.

De allí que la expresión artística sea un signo de los tiempos que corren. Habrá que entender entonces las particularidades de dicha expresión en una ciudad en la que, según las estimaciones de la Encuesta de Calidad de Vida para 2013, cerca del 33% de la población ha mi-grado hacia Medellín y no ha vivido toda su vida en este territorio, esa ciudad que se considera fundamental-mente mestiza (74.48% de la población según la misma encuesta). Hemos asumido que somos, por lo menos, producto de una mezcla.

Y lo que hace esa mezcla es que cuestiona el es-píritu homogeneizador que, a veces, reviste la reflexión en torno a nuestra identidad: “aquí somos…”, “aquí ha-cemos….”, “aquí nos gusta…”, porque ese nosotros ya no se resuelve con una sola denominación, está lleno de matices y de una gran diversidad. Tan amplia, que, usualmente, es un conflicto aceptarla.

Pero el hecho es que en esta Medellín de hoy el arte es indicio de nuestra cultura diversa y, a primera vis-ta, parece incomprensible para muchos de nosotros e, incluso, para los escenarios más cotidianos –a veces a la vuelta de la esquina, literalmente hablando- para in-terpelarnos, ponernos a pensar, obligarnos a asumir un lugar en este mundo, sentirnos o no parte del reflejo que nos propone y, a partir de allí, reconocernos.

LO QuE hACEN LOS ARTiSTAS POR MEDELLÍN

A pie somos capaces de encontrarnos con esos reflejos distintos que nos propone el arte sobre lo que somos, como los que hay por ejemplo entre la música de carrilera de los músicos callejeros (muchos de los cuales se sentirían más a gusto trabajando una par-cela a cambio de un jornal digno, por las cosas de la huella indeleble que deja la guerra en nuestra cultura) y las salas de ensayo donde suena una banda de rock o un par de muchachos que experimentan entre com-putadores y tornamesas.

¿Para qué todo esto? ¿De qué sirven tantos re-tratos a través del arte? Esta ciudad diversa ha decidi-do que el arte sea, entre otras cosas, un instrumento para la memoria cuando vemos el dolor de nuestra guerra convertido en una pintura o en una canción; un vehículo para estrechar lazos con el entorno que nos rodea al reconocerlo de otra forma, cuando una instalación irrumpe en un espacio público y lo saca de nuestra rutina; una forma de resistir, cuando aparecen propuestas que reivindican la importan-cia de no querer abarcarlo todo y descubrir arte en lo que puede pasar en cada metro cuadrado de este territorio.

No puede desestimarse esa decisión que Me-dellín ha tomado. Su trascendencia aparece cuando miramos con detenimiento esas expresiones -como lo propone el trabajo de los periodistas universitarios que participan en esta edición de Contexto- y nos en-contramos que la información sobre nuestra vida en sociedad circula de otro modo, que en este contexto se legitima la búsqueda a la que cada persona tiene derecho y que esa búsqueda le está dando a esta Me-dellín ciudadanos más activos en su entorno, sensi-bles –de maneras distintas– a sus realidades.

CONTExTO, PROTAGONiSTA EN PREMiO NACiONAL DE PERiODiSMO

uNiVERSiTARiOEn la primera versión de los premios nacionales de periodismo Te muestra, organizados por la universidad del Quindío, fue nominada, en la categoría prensa, una selección de 4 trabajos. Como mejor reportaje, fueron nominados dos trabajos: el primero de ellos “¿yo con qué corazón me iré?”, escrito por Daniela Gómez Tamayo, Daniela Ruiz Lozano y Laura Mejía Moreno; el segundo es “unos sueñan con irse, otros con regresar”, escrito por Carolina Campuzano Baena y Laura Montoya Carvajal. En la categoría mejor entrevista fue nominada “El escritor en pausa”, entrevista a héctor Abad Faciolince por Juan Pablo López Molano. En la categoría mejor crónica, fue nominada el trabajo “Crónica de sol a sol”, escrito por Melissa Álvarez Correa. Estos reconocimientos nos animan a continuar en la construcción de propuestas para el periodismo que reclaman los retos de hoy. Queremos compartir el reconocimiento a este grupo de estudiantes cuyo compromiso hace posible a Contexto como una opción de calidad para sus lectores.

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UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 20144 Opinión

Las nenas de Medellín

“Son guerrilleros”

Hace varios días vi en las redes sociales un tema de discusión que llamó mi atención. El problema era, pa-labras más, palabras menos, que alguien -antioqueño- había dicho que las “rolas” eran muy “planas”; una mujer bogotana lo tomó por el lado ofensivo, pero otra “rola” tuiteó que no veía el problema, que todas las paisas éramos “siliconudas y operadas”. Me dejó pensando esa generalización tan arbitraria, pero la verdad es que no la culpo.

Lo digo porque, viendo a la gente transitar, tam-bién he pensado eso: ¿de dónde es que la mujer paisa

Valentina Hoyos Rojas / [email protected]

Daniela Ruiz Lozano / [email protected]

-la de 25 años para abajo- sacó la idea de que más es mejor? Quise consultarlo con personas que pudieran darme una base académica sobre lo que podría ser un prejuicio y resulta que un cirujano plástico, un psicólo-go, un experto en música, un comunicador, y muchos de mis compañeros concluyeron al unísono que esa es-tética se debe, en gran medida, al narcotráfico.

Decidí conectar un pasado que muchas mujeres de mi generación (90 a 96) no vivieron con un presente que, a mi modo de ver, sí está ligado a esta forma de ver-se: el reggaetón. Es cierto, Medellín podría considerarse como la capital de este género y hace poco empezaron a llamarla así. Pero es inevitable pensar que esas letras de Nicky Jam, J Balvin, Jowell y Randy o Ñejo y Dálmata, que describen a la mujer que ellos imaginan están personifi-cadas en múltiples mujeres de esta ciudad.

Habría que aclarar que vincular el narcotráfico directamente con el reggaetón y el imaginario colecti-vo que trae, es crear un sesgo que no necesariamente está correcto, pero que es mi punto de vista.

Hablar del consabido pasado narcotraficante -no tan dejado atrás- que marca a La tacita de plata, es tocar situaciones que se dieron, en palabras del psicó-logo Sebastián Quintero porque: “el paisa tiene unas raíces que se asientan en la guerra y la mafia, esto con consecuencias profundas que se pueden evidenciar en ese pensamiento de ‘plata fácil’. En ello también coin-

ciden Andrés Moreno, experto en música y Juan Sebas-tián Molina, quien trabajó para Codiscos en la promo-ción de reggaetoneros.

Lo que quiero decir es que, como lo explica Mo-reno, con la época del narcotráfico abierto y de frente que hubo en Medellín, todo se volvió un objeto de de-seo y lujo, algo para mostrar. Y ese “todo” incluyó a la mujer, quien debía ser mostrada y, por ende, ser visto-sa y ahí llega la cirugía como parte de la estética recar-gada que ahora nos caracteriza y -aparentemente- nos diferencia. Molina confiesa que alguna vez Jowell le ha-bló de una canción que había compuesto pensando en “las nenas de Medellín”.

Es innegable que vivimos en una cultura de tra-dición machista y patriarcal, en la que la mujer ha sido vista como objeto del deseo. Son estas nuevas generaciones las que han decidido aceptar un pro-totipo heredado de vistosidad corporal, una estética recargada que puede considerarse como causa y con-secuencia de que el reggaetón, un género también urbano, relacionado con drogas, mujeres y rumba -como Medellín- haya echado raíces en la tierra don-de, para otras regiones del país, sólo hay mujeres “sili-conudas y operadas”, “las nenas lindas” que personifi-caron letras que ya no sólo suenan en discotecas sino que, también, caminan por mi ciudad con sus tacones y vestidos.

“No existen países donde su historia no tenga ninguna culpa. Podemos sobrevivir sin unos futuros Stalins o Hit-lers. Algún día espero que veamos un mundo donde no haya guerra, lo prometo, les doy mi más sincera pala-bra”, escribió el poeta ruso Yevgeny Yevtushenko, al re-tratar un partido de fútbol entre exsoldados alemanes y rusos a los que les faltaba una pierna y un ojo o ambos y portaban aún en sus uniformes futboleros medallas de sus ejércitos. Al partido entraron como enemigos de guerra y salieron, después de un “picadito” entre obre-ros, riéndose del juego. Así relata Yevtushenko que se firmó la paz entre esas naciones, que luego del partido sobrevivirían sin nuevos Hitlers o Stalins.

Este fragmento del poeta trae a la memoria la escena que volvió a los medios el pasado 26 de sep-

tiembre. 14 días antes, el 12, la Universidad Nacio-nal vio salir por la puerta trasera, escoltado por una orden de la Procuraduría, al profesor Miguel Ángel Beltrán, un académico reconocido por sus estudios del conflicto armado colombiano, a quien se le acu-saba por vínculos con las Farc. Según la Procuraduría General de la Nación, se le nombra en documentos encontrados en el computador de Raúl Reyes. Sin em-bargo, la sentencia del Procurador ocurrió después de que la Fiscalía lo absolviera de todos los cargos por no encontrar ninguna prueba en su contra. La orden sentenció que por 13 años no podría volver a tocar los borradores, oler las tizas ni observar los tableros don-de ha formado a varias generaciones de sociólogos.

La sociología, una carrera que ha muerto para casi todas las universidades del país -en el caso de Medellín pasó de dictarse en cuatro universidades, a sobrevivir olvidada en la Universidad de Antioquia- es tal vez uno de los oficios más “satanizados” de Colombia.

-¿Qué estudia usted? – Sociología. – Ah, este es un guerrillero.

He escuchado decir en las conversaciones fami-liares de un sociólogo cercano.

Esta carrera que, además de ser la madre de las ciencias sociales, es la más idónea para determinar

dónde estamos y para dónde vamos como comunidad, es considerada de “guerrilleros”. Pero no sólo esta ca-rrera sino cualquier comentario, gesto o suspiro que tenga color de oposición. Y esto radica en que en Co-lombia estamos necesitados de héroes y villanos, án-geles y demonios, para poder comprendernos.

“Los héroes de la patria” y “los terroristas” son eufemismos que nos llevan a deshumanizar esta gue-rra de tantos años, a poner una frontera para el enten-dimiento de las víctimas, que nos llevan a separar a las de los terroristas de las de los paramilitares y a negar las de los héroes. Tal vez si llamáramos las cosas por su nombre, ejército, guerrilla, paramilitares, podríamos acercarnos más a entender tanta sangre derramada de civiles inocentes.

La inhabilidad al profesor Beltrán es una inha-bilidad para cientos de estudiantes que dejarán de aprender de uno de los pocos postdoctores de Colom-bia, pero más aún, es un abuso frente a la libertad de cátedra en las universidades, tal vez los únicos espacios en los que se puede construir desde la diferencia y la disonancia de ideas construye visiones panorámicas del mundo y la posibilidad de pensar permite alejarse de los eufemismos para comprender.

En Colombia, para justificarnos, necesitamos de-monios, es decir, de los imaginarios de Hitlers y Stalins que permitan entender una guerra tan absurda y desi-deologizada. Lo grave es que ahora se estén buscando a esos Hitlers y Stalins en las universidades.

Octubre no es un mes cualquiera, no sólo es el de la raza y el de Halloween, son 31 días para reír, gozar, pintar, cantar, bailar y disfrutar. En definitiva, un mes para ser y sentirse artista.

Ser artista no es ser famoso y mucho menos tener un título en dicho campo o salir en la prime-ra plana del periódico. Un artista es aquella persona

capaz de manifestarse a través de la música, la pin-tura y la danza, entre otros. Sin embargo, no significa perfección, pues es lo imperfecto lo que caracteriza al hombre y todo lo que sale de él. Sí, así como dice el dicho: “Nada ni nadie es perfecto”.

Basta ir al pasado para comprobar dicha hipóte-sis y recordar a nuestro destacado artista antioqueño Pedro Nel Gómez y algunas de sus obras plasmadas al-rededor de la ciudad, unas muy bien aceptadas, pero otras -como el Cacique Nutibara, ubicado en la Plazue-la Nutibara- no tanto. No obstante, es esto lo bello del artista, un ser humano como cualquier otro, capaz de satisfacer a unos, pero también de polemizar con otros a partir de sus pasiones, sentimientos y aficiones.

Pero ¿qué tenemos hoy en día? Más de esa belleza de lo imperfecto, niños que muestran sus destrezas en las academias de arte y programas de televisión, jóvenes que tratan de devorarse el mundo con su talento y muchos más adultos que disfrutan de lo perfecto que es lo imperfecto. De esta manera, se va trazando un camino para mostrar las experien-

La belleza de lo imperfecto

Sara Carrascal Ochoa / [email protected]

cias en las que se fundamentan los cimientos del arte, pensamientos, creencias y hasta la posición frente al mundo. Es así que cada día estamos más inmersos en un universo en el que el arte se convierte en la mano derecha y protagonista, no sólo del escultor, escritor o del pintor, sino de todos aquellos que tra-tan de recrear ese mundo ideal que tanto intentamos encontrar.

Quien aprecia el arte también hace parte de él. Por eso, es preciso resaltar que gracias a la ciudad contemporánea, se empiezan a entender conceptos como espectáculo y proyecto como elementos artís-ticos que ayudan a recrear la cultura desde dos pers-pectivas: la creación y la valoración. De esta manera, ambas miradas se integran porque hacen parte de la experiencia artística y herramienta de enseñanza, aprendizaje y formación.

Octubre, con la conmemoración de los artistas que propone e, incluso, con la famosa celebración de Halloween, es un mes que enseña maneras diferentes de entender el mundo.

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CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 2014 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA 5rEPortaJE

Aura María Puerta Escobar / [email protected]

Uno de los aspectos que hace parte de la superación del conflicto que por décadas ha vivido Colombia es la resti-tución frente al despojo de tierras. La Ley 1448 establece diferentes tipos de víctimas y se refiere específicamente a todas las personas que hayan sufrido daños por el conflicto desde el prime-ro de enero de 1985, por situaciones como: desplazamiento forzado, tortu-ra, secuestro, homicidio, lesiones per-sonales, violencia sexual, desaparición forzada y reclutamiento de menores. En relación con los despojos de tierras, hay otras fechas que se deben tener en cuenta, pues esta Ley sólo aplica en los casos ocurridos desde el primero de enero de 1991.

La Ley 1448 de 2011, establece el Plan de restitución de tierras para garantizar este derecho a las personas víctimas de despojos, con el objetivo de devolver los predios y la mejora en las condiciones socioeconómicas de los beneficiarios para una calidad de vida íntegra. Este Plan aplica aunque la per-sona reclamante no tenga títulos de propiedad.

En nuestro país, según datos de la fundación Forjando Futuros, los principales responsables de despojo de tierras son: el Ejército con el 1% de los casos, 3% las llamadas “bacrim” y los narcotraficantes, 7% grupos armados no definidos, 11% enfrentamientos en-tre actores diferentes, 16% guerrilla y 62% paramilitares.

El proceso para la restitución ini-cia con una declaración petitoria en la cual la persona reclamante especifique el tiempo del despojo o abandono de la tierra, el modo en el que sucedieron los hechos y el lugar. Dicha declaración se debe realizar ante la Unidad admi-nistrativa especial de gestión de resti-tución de tierras despojadas y abando-nadas forzosamente. Esta entidad es la encargada de identificar y recopilar información familiar y del terreno.

Aunque exista la ley y la ruta sea clara para los reclamantes, el proceso es lento y que del objetivo que tenía este actual Gobierno desde el primer mandato, sólo se ha cumplido con el 2%, si se considera que la meta del actual Gobierno es restablecer los de-rechos de todos los despojados de sus tierras en un máximo de 10 años.

En cifras, el Gobierno esperaba que 360 mil personas hicieran reclama-ción de tierras, pero hasta el momento sólo 63 mil iniciaron el proceso de resti-tución. También se estimó que se resti-tuirían 6.5 millones de hectáreas, pero pasado el primer mandato del presi-dente Santos sólo se habían devuelto 28.582 hectáreas.

Según el último informe de la fundación Forjando Futuros, titulado

RESTiTuCiÓN DE TiERRAS, uN OBJETiVO LEJOS DE CuMPLiRSE

Un porcentaje muy bajo de los predios que se han de restituir ha sido devuelto a sus dueños originales. En parte, la situación se debe a vacíos en la ley que enmarca el proceso.

“500 sentencias. Así fallan los jueces de tierras ¿cumplirá el Gobierno sus ór-denes?”, en los tres años de aplicación de la Ley 1448 de 2011, 500 sentencias publicadas hasta el 1 de septiembre de 2014, sólo se han restituido jurídica-mente 1.137 predios.

Esta ley no sólo devuelve las tie-rras, además de esto también se inclu-yen ayudas para restablecer los demás derechos afectados por las medidas de reparación, seguridad y protección, proyectos productivos, subsidios de vivienda, seguridad social y atención psicológica, retorno, educación, ade-cuación de vías, empleo y dotación de servicios públicos.

De un total de 8.310 órdenes impartidas por los jueces de Restitu-ción de tierras, 55 fueron las entidades encargadas de recibirlas y las que más recibieron fueron: Supernotariado con 1.501 y los gobiernos municipales con 1.088.

Dichas órdenes corresponden a la implementación del modelo tran-sicional de justicia, que ordena que, además de la restitución jurídica y de predios, el restablecimiento de otros derechos a las víctimas como la seguri-dad y protección.

Sobre dichas órdenes, se dice que el 21% no es muy claro, es decir 1.756 de ellas. Los motivos de la falta de claridad son varios: 1.382 no tienen entidad responsable, por lo tanto, si la víctima no identifica al responsable

del cumplimiento de la orden, no sabrá cuál es la entidad competente para ha-cer exigible su derecho. En 215 órdenes no se designa entidad, 101 órdenes son ambiguas y sin precisión. Por último, 58 son enviadas a entidades sin compe-tencia en el caso.

Las órdenes de las que aquí se habla corresponden al buen cumpli-miento que hacen los jueces de la justi-cia transicional.

Según el abogado de Forjan-do Futuros, Víctor Montoya, “uno de los errores cometidos por el Gobierno Nacional fue que se equivocó en el cál-culo de las solicitudes que debían ser presentadas para iniciar el proceso de Restitución. Además de la creación del decreto de la Microfocalización, el cual tiene como objetivo convertir en lento un proceso que no debería serlo”.

El abogado Montoya explica la Microfocalización como una “decisión administrativa de la Unidad de tierras, que establece sobre qué zonas se pue-de hacer la restitución y que, a su vez, está condicionada por un concepto de seguridad que debe emitir la fuerza pú-blica sobre el territorio en el que se va a iniciar el proceso de restitución”.

Desde una perspectiva indepen-diente de entidades del Gobierno y fundaciones que trabajan con el tema sobre las mayores fallas del Plan de res-titución, el abogado Enan Arrieta Bur-gos, docente de la Universidad Pontifi-cia Bolivariana, estuvo de acuerdo con Montoya en que el principal problema es la Microfocalización, dado que sólo se señalaban unos puntos del país en los que se podían presentar denuncias.

A ellos se suma otro denuncia-do por el periódico El Tiempo, en su artículo llamado “Órdenes de jueces de

tierras no se están cumpliendo”. El dia-rio denunció que las tierras devueltas en abril de 2013 a los antiguos dueños de lo que era conocido como Hacienda Santa Paula, en Córdoba, no han sido realmente pobladas por sus dueños.

Según la publicación de El Tiem-po, de las 129 familias beneficiadas por los fallos de Restitución, sólo 27 retor-naron y hoy en día no tienen una vida digna, viven en cambuches. El resto de las personas todavía están esperando la construcción de viviendas y la repa-ración de las vías.

El Plan de restitución no es sólo un problema de pequeños departa-mentos y municipios, también es algo que llega a las ciudades donde se ven las fallas en el planteamiento de su marco legal.

“La Ley correspondiente a la Restitución de Tierras se ha obstaculi-zado ella misma. Por ejemplo, una ciu-dad como Medellín, donde el 20% de la población es víctima del conflicto, donde además existen cientos de ca-sos de despojos documentados por la Alcaldía, no se han iniciado procesos de restitución, por cuanto la microfocali-zación, lejos de ser un organismo para hacer posible el proceso, se convierte en una barrera”, dijo el abogado Enan Arrieta Burgos.

La restitución de tierras contribuirá al incremento del uso productivo del suelo. Foto: Laura Montoya Carvajal.

En los tres años de aplicación de la Ley 1448 de 2011, 500 sentencias publicadas hasta el 1 de septiembre

de 2014, sólo se han restituido jurídicamente 1.137 predios.

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LA MiSMA CALLE, DOS TRANVÍAS QuE SE FuERON y OTRO POR LLEGAR

rEPortaJE

Eran las afueras de Medellín, había ca-sas que pertenecieron a la clase media alta de la época y algunas construc-ciones patrimoniales como el Para-ninfo de la Universidad de Antioquia. Hoy, el Metro de Medellín y la Alcaldía construyen el Tranvía de Ayacucho, el primero de este siglo. Por esta calle ya han pasado dos más: el tranvía de mu-las y el tranvía eléctrico.

De acuerdo con representantes del Metro, el recorrido de este nuevo tranvía comenzará en la estación San Antonio, pasará por Maturín, Junín y la Avenida Oriental, hasta la calle Aya-cucho; se detendrá en las paradas San José, Mon y Velarde, Bicentenario, Bue-nos Aires y Miraflores. De esta última se planea que salga una nueva línea del Metro Cable hacia los barrios El Pinal y Trece de Noviembre. El recorrido de los vagones continuará hacia la parada Lo-yola y El Molino (en el barrio Villatina) hasta finalizar en la estación Alejandro Echavarría de donde saldrá otra línea del Metro Cable con dirección a las pa-radas Las Torres y La Sierra.

El regreso de este medio de transporte no sólo ha causado cie-rres de vías, congestiones y cambios de rutas de buses; también ha provo-cado transformaciones paisajísticas y urbanas.

uNA CALLE, CuATRO NOMBRES Orlando Ramírez Casas, escritor del li-bro Bueno Aires, Portón de Medellín, afirma que “el primer nombre que tuvo fue Calle de don Pepe Santa María, por-que allí estaba ubicada la finca de don Pepe Santa María de Castro”, quien fue uno de los adinerados de la época.

Posteriormente, en 1786, fue la Calle de la Amargura. La tradición oral y algunas crónicas urbanas de la épo-ca cuentan que tenía este calificativo porque allí quedaban los juzgados; no obstante, otra versión le atribuye el nombre a que era paso obligado de los entierros. Según Ramírez Casas, “se di-rigían al cementerio conocido como El Chagualo, que fue el primero del sector y al cementerio San Lorenzo”.

Después, la administración local ordenó nombrarla como Calle Ayacu-cho en homenaje a la batalla indepen-dentista que se desarrolló en Perú en el año 1824. En 1934 la Sociedad de Me-joras Públicas presentó ante el Concejo Municipal un proyecto con el que se

Juliana Gil Gutiérrez / [email protected]

Cientos de años atrás, cuando Medellín constaba de unas cuantas manzanas, con grandes casas y caminos que eran recorridos a lomo de mula, Ayacucho fue un gran eje de desarrollo y transformación urbana para la ciudad, un papel que hoy repite. Reportaje originado en una investigación del Semillero de Periodismo Urbano de la Universidad Pontificia Bolivariana.

buscaba asignar nomenclatura numéri-ca a las calles y carreras de Medellín. El número 49 fue para Ayacucho.

RiELES DE CAMBiOEn 130 años, Medellín ha vivido la construcción de tres tranvías. Primero, fue el Tranvía de Mulas. Su concesión comenzó en 1885 y se inauguró el 23 de octubre de 1887 -algunos archivos señalan que comenzó a operar el 23 de enero del mismo año- y desapareció en 1897, con sólo 10 años de operación. La primera línea partió de la Iglesia de La Veracruz hacia El Edén, lugar donde hoy está ubicado el Jardín Botánico. Después, se planeó la construcción de otras líneas que jamás se ensamblaron. “El Tranvía de Mulas irrumpió en la vida de Medellín como un signo de moder-nidad que la ponía a la altura, aunque con un poco de retraso, de las grandes metrópolis de entonces”, se recuerda en el libro Del tranvía de mulas al Me-tro de Medellín, publicado por la Alcal-día de la ciudad.

El Ferrocarril de Antioquia llegó a Medellín en el año 1914, procedente de Barbosa, tiempos en los que ya se hablaba del Tranvía Eléctrico, el segun-do en la historia de Ayacucho. Augusto Woebckman, ingeniero que no conocía la ciudad, fue la persona encargada de elaborar los trazos de este camino de rieles en 1919.

El 12 de octubre de 1921 los me-dellinenses acudieron al Parque Berrío para la inauguración. Orlando Ramírez Casas, uno los pasajeros de entonces, recuerda que éste era muy lento y quie-nes caminaban junto a los trenes iban más rápido. “Una vez se incendió un vagón… incluso se chocaban entre sí porque sólo había una vía para subir y bajar”, cuenta Ramírez.

TRANSFORMACiÓN uRBANA DE LA CALLE 49La administración local contempla la construcción del Tranvía como una po-sibilidad de articular los medios masi-vos de transporte público a través del sistema Metro: MetroCable, MetroPlús, EnCicla y SIT. Al respecto, Carlos Alberto Bayer Cano, concejal de Medellín, dice que: “era necesario articular el trans-porte hacia la Comuna 8 con el sistema

de cables”, beneficio que traerá esta vía férrea.

En contraste, sectores de los ba-rrios aledaños a la construcción, han manifestado su inconformidad con las obras. Margot Cardona, residente del barrio Alejandro Echavarría manifiesta que su barrio no necesitaba un tranvía porque “es cercano al centro y con bue-na movilidad. Todo lo que se necesita está en el barrio o cerca”. Agrega que: “La construcción generó un desplaza-miento forzado del sector”.

“El tranvía aceleró la urbaniza-ción en las laderas, en especial en Bue-nos Aires, Sucre, Villa Hermosa y Man-rique, así como las zonas más planas y remotas como Aranjuez y, eventual-mente, Berlín, con lo que la ciudad ad-quirió el perfil alargado en dirección sur a norte que todavía hoy se conserva”, aseguran estudiantes de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana en su tesis Nuevas formas de hacer ciu-dad, transformación del borde urbano en la zona centro oriental de Medellín, en relación con el Tranvía Eléctrico del siglo XX.

Detrás de cada obra llegaron nuevas casas, negocios y hasta edificios que dieron a la calle un aspecto más moderno y la convirtió en un paseo peatonal con gran afluencia de clientes y visitantes. Decenas de años atrás, los negocios de fotografía, restaurantes (ubicados al frente de la Plazuela San Ignacio) y algunos almacenes, se con-virtieron en una buena alternativa de vivienda. Además, los carros de ven-ta de chunchurria se apropiaron de la zona. Hoy, diferentes tramos de la ca-lle son difícilmente transitables, razón por la que se afectó el comercio en el sector.

Luis Fernando González Escobar, docente de la Escuela del Hábitat, de la facultad de Arquitectura de la Univer-sidad Nacional, afirma que: “la llega-da del tranvía tiene una mala relación con la transformación urbanística de la zona porque es un proyecto pensado como un corredor de paso, pero no en

La Plazuela San Ignacio y el Paraninfo de la Universidad de Antioquia son dos referentes históricos de Ayacucho. Foto Juliana Gil Gutiérrez.

el propio recorrido”. En otras palabras, el tranvía consiste en un diseño vial y no considera el diseño urbano de la ca-lle. Para el experto, no sólo faltó la pla-neación urbana, sino que no se tuvo en cuenta la inclusión de las personas por-que se tiene el imaginario de que “la participación social es problemática, retarda las obras y aumenta los costos”.

De acuerdo con José Guillermo Ánjel Rendó, doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, “en términos urbanísticos éste resuelve un problema propio de la construcción de tranvías: las pendientes, porque es el único medio de rieles que las sube y es una forma de recuperar la ciudad de manera moderna”.

uN CAMiNO DE NOSTALGiA“A Ayacucho se la comió la ciudad, se la tragó el Centro y el mismo tráfico des-bordado de vehículos. Es una calle que está contada a partir de interrupciones y destrucciones”, asegura el antropólogo, investigador urbano y escritor Gregorio Henríquez Gómez. Él cuestiona el méto-do que se ha utilizado para reconstruir el centro de la ciudad -en especial la Calle 49- porque si bien no es patrimonial, mu-chas de las construcciones que albergó sí lo fueron porque “el patrimonio urbano no es la edificación o el referente histó-rico, sino el referente de la memoria”. Gregorio Henríquez reflexiona que “una ciudad se debe construir para los ciuda-danos, no para que salga muy bonita en una postal o para que nos entregue mu-chos premios”.

Ahora, Ayacucho sufre las cica-trices de una reconstrucción que tapó y arrasó los referentes del pasado con capas de concreto y polvo que poco se parecen a la Calle de la chunchurria, del primer tranvía y de las casas viejas y antiguas que alguna vez escribieron la historia de la ciudad que tapó su paisa-je con cables de electricidad.

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CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 2014 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA 7crónica

TEATRO y TERTuLiA, PuNTOS DE ENCuENTRO EN MEDELLÍN

Juliana Carvajal Castrillón / [email protected]

La importancia de espacios como Casa Tomada está no solo en la oferta de nuevas propuestas como el microteatro, también en ser espacios para el encuentro.

Foto : Juliana Carvaja Castrillón

CASA TOMADAA media cuadra de la glorieta de la 80 con la 30, la misma media cuadra desde la estación del Metroplús “La Palma”, en-tre locales de comidas y otros artículos cotidianos del comercio medellinense, una casa se distingue de sus vecinas. Quizá porque algún joven reparte unos volantes mientras la señala. Allí, lo diver-so, la creatividad y el arte se materializan en cortas historias. Por eso, o porque al-gunos andariegos se deslizan por la calle detenida y detalladamente, como acari-ciando aquel tramo de la acera, se perci-be la peculiaridad del lugar.

La entrada, con la puerta del garaje abierta en su totalidad, te da la bienvenida a Casa Tomada, un espacio pionero en la ciudad de Medellín en microteatro, un formato en el que se hacen obras que cuentan historias com-pletas, no fragmentos, en un espacio de 15 metros, en un tiempo no mayor a 15 minutos y con 15 espectadores. Las obras varían entre comedias, tragedias, melodramas, farsas, teatro naturalista o cualquiera que sea la temática que quie-ra abordar cada director. Es así como en Casa Tomada “cada espacio cuenta una historia distinta”, y es que, más allá de decirlo de forma racional como simple información, ésta es una experiencia que reside y atraviesa en primer lugar las sensaciones de cada visitante.

En el segundo piso, una mujer de vestido y labios rojos, tacones y guantes negros, y una rosa blanca en su cabello, también negro, da la bienvenida con acento argentino. Es Charlotte, la anfi-triona de la Casa y la encargada de hacer las guías por las salas.

Casa Tomada abrió sus puertas al público el 5 de septiembre del pre-sente año, después de casi cuatro años de investigación y, entre éstos, uno en la búsqueda de un sitio adecuado. Este formato de microteatro nació en 2006 en Madrid, cuando se reunieron 13 directo-res con el fin de hacer un homenaje a un espacio abandonado que anteriormente había sido un burdel, de lo cual, cada director dirigió una obra de 15 minutos y se dieron cuenta que funcionaba. “La intención de Casa Tomada es ofrecer el arte como acto de entretenimiento pero también como una obra de contenidos fuertes y profundos”, declara Robinson Duque, actor de la Universidad de Antio-quia y director artístico de la Casa.

Mientras tanto, Charlotte, en cada noche de jueves, viernes y sábado,

Medellín, la “innovadora” pero insegura, la de la “eterna primavera” pero que otros califican de “burdel”, es la que cada uno decide vivir, y por eso esa ciudad es también un hogar para la tertulia, para la música, para el teatro, para la pintura, para la poesía, para la literatura; un hogar de creadores, de soñadores, de apasionados, de pensadores: es un hogar para el arte.

Encuentre detalles sobre estas propuestas que hacen de Medellín un hogar para la tertulia en nuestro blog:

periodicocontexto.wordpress.com

continúa guiando a los espectadores por cada una de las salas, que son interveni-das por los artistas plásticos Camilo Celis y Valentina Monroy, para “dar apoyo a la historia y generar el mayor impacto posi-ble en quien la ve”. Cuando se pregunta por el nombre de la Casa y la posible re-lación que pueda tener con el cuento de Julio Cortázar, que lleva el mismo nom-bre, Robinson explica que “el proyecto se llama Casa Tomada porque hemos queri-do que este espacio se convierta, para los artistas de la ciudad, en una nueva forma de tomarse e intervenir con arte los espa-cios no convencionales.

Sonrisas, zozobra, intimidación cuando el actor que está a escasos me-tros fija su mirada en la tuya, calor, calor, calor; sonrisas, reflexiones interiores, aplausos. Espera, silencio, silencio, algo indescifrable que aqueja al corazón, una lágrima furtiva, silencio; recuerdos y nos-talgias, aplausos, silencio. Oscuridad, incertidumbre, sorpresa, carcajadas, carcajadas, confusión, reflexión, carcaja-das, aplausos. Si cada espacio cuenta una historia diferente, definitivamente las sensaciones y emociones que despierta también lo son.

Son cinco salas, dos de la Casa, dos abiertas para directores que quie-ran contar en este formato y una más conocida como el “Postre”, microteatro erótico en el que sólo entran dos per-sonas por función. Además, pretenden ofrecer, a partir de la última semana de noviembre, un vacacional en formación de teatro, música, danza, artes plásticas y baile social, con el fin de posicionar y fortalecer la línea académica de la Casa, cuenta Robinson.

Cuando se sale de las salas, en el café-bar, el espectador puede deleitarse ahora con alguna otra manifestación ar-tística: el jazz, para convertirse en baila-rín, en tertuliano, en degustador de las palabras, de los recuerdos y de la noche.

NuEVA ESCuELA DE PENSAMiENTO FERNANDO GONzÁLEzLa ciudad es ese espacio de intercambio, de búsqueda, de reflexión o, por lo me-nos, esa es la ciudad que vive la Nueva escuela de pensamiento Fernando Gon-zález desde septiembre del presente año. Su lugar de reunión: la Villa de Aburrá, sus “pupitres”: la hierba; su ambición: lo vivencial más allá de lo conceptual; sus respuestas: más cuestiones; sus maes-tros: incitadores o, como diría el filósofo antioqueño Fernando González, “parte-ros”; sus estudiantes: soñadores sensi-bles de su realidad.

En la misma manga en la que se reúne la Comunidad Cannabica Colom-biana o la organización Mil Espadas, la Nueva escuela de pensamiento también ha construido su espacio, cada sábado a las 4 de la tarde. Una carpa para preve-nir al siempre voluble clima, una cafete-ra con tinto caliente, en unas tablas con manteles que hacen las veces de mesas: galletas, velas, flores y libros. Jóvenes y adultos, hombres y mujeres, de todos los aspectos, algunos descalzos, unos que conservan su calzado, otros tantos que reposan todo su cuerpo sobre el tendido natural.

Julián Vásquez, cabeza de esta iniciativa, explica que este espacio se ha construido para que las personas que asistan tengan herramientas con las cua-les puedan buscarse a sí mismos, produ-cir, a través del arte, la capacidad de que cada uno reflexione sobre quién es, cómo se siente viviendo, cuál es el sentido que le da a su vida. Mientras tanto, otro de los 12 jóvenes que están de base en el proyecto, dirige un encuentro orientado

a encontrar nuestros orígenes, a buscar en cada uno, a hacer un recorrido ante-rior y en nuestra historia esa constante cuestión de ¿quién soy?

Es así como la Escuela es un puen-te, un posibilitador para la autorreflexión y el autoconocimiento, “y a partir de no-sotros saber cómo estamos como indivi-duos, realizar propuestas acerca de cómo debe vivir una sociedad: de una forma sana, armónica, independiente, sobera-na. Es decir, la Escuela es un espacio para construir individuo y sociedad”, agrega Julián.

Las sesiones están acompañadas de poemas, fragmentos de textos, mú-sica, experiencias para explorar dentro de cada ser de donde salen cuestiones y, quizá, algunas certezas; viajes lejanos con los sentidos o las palabras como trans-porte, la socialización de esos recorridos, de los pensamientos, de las críticas.

Esta “metodología” recoge o res-ponde a los principios básicos del pen-samiento de Fernando González, quien plasmó en sus obras que cada persona debe estudiarse a sí misma para poder encontrarse. Además, este filósofo fue un gran crítico de su época y esto es lo que pretende la Escuela: “proporcionar una posibilidad en la que se pueda criti-car y pensar esa sociedad en la que es-tamos ahorita”, es la convicción de este grupo de amigos que viene trabajando hace varios años tanto en la academia como en la movilización y en el arte.

Una mujer de unos 50 años de edad habla de la experiencia que acaba de vivir al cerrar sus ojos, soltar su cuer-po, y buscar algo en su origen, sentido por sentido; otra, quizá con la mitad de su edad, se siente coincidencialmente –qué se sabe- identificada. Va cayendo la tarde y un grupo de jóvenes acompaña los acordes de una guitarra con esa can-ción conocida que dice:

¡Ay! Pero yo no quiero tragoYo no quiero más drogaYo te quiero mujer, vos sos lo que me ahogaYo no quiero ruedaYo no quiero más alcoholSalvame vos, sos mi última opción

Mientras tanto, Julián Vásquez concluye que la importancia de esta Es-cuela reside en que precisamente toda sociedad necesita pensarse a sí misma, de lo contrario pierde el rumbo, pierde la idea de a dónde debería ir. “Con este tipo de espacios los valores predominan-tes empiezan a cuestionarse y, a partir de un cuestionamiento sano, viene también una construcción sana acerca de lo que no está funcionando”.

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UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 20148

LAS DOS CARAS DE LOS CERAMiSTASMateo García / [email protected]

rEPortaJE

A pesar de que algunos ceramistas afirman que la cerámica en Colombia no es valorada, ellos continúan trabajando. Lo hacen por amor al arte y aman hacer cerámica.

A sus 87 años, Consue-lo Ochoa aún recuerda la tarde en que realizó el examen de admisión para ingresar a Bellas Ar-tes a estudiar Cerámica Artística. Aquella tarde, mientras esperaba que comenzara el examen, se encontraba rodeada de jóvenes; ella era la única persona mayor. Durante su espera, un joven se le acercó y la cuestionó: ¿se-ñora, usted sí cree que va a pasar el examen? ¿Usted sí es capaz de perseverar o está aquí por curiosidad? Consuelo le respondió que ella no estaba ahí para pasar el tiempo, que estaba ahí con la intención de aprender y de hacer las mejores cerámicas.

Han pasado más de 20 años desde esa tarde. Su obra y su tra-bajo demuestran que sus intenciones eran verda-deras, que quería apren-der y hacer las mejores cerámicas. No en vano, la Biblioteca Pública Piloto realizó una exposición con sus obras el pasado mes de julio. “Sentimiento de la Tierra”, además de ser su exposición número 17, fue su retiro de las expo-siciones, mas no de la ce-rámica. Ella continúa tra-bajando.

Consuelo hizo otras cosas antes de llegar a la cerámica, puesto que aprendió costura, pintura, bordado, entre otras: “He hecho de todo lo que hay para aprender”, asegura. Sin embargo, se quedó haciendo cerámica artís-

tica, pues le llama más la atención porque “con la cerámica se puede hacer lo que uno quiera”.

En Bellas Artes estudió con el profesor Cristián Restrepo Calle, a quien ella llama maestro. “De él aprendí muchísimo, todo lo que sé se lo debo a él. De hacer mis ideas sin imitar a nadie”, dice.

No sólo estudió en Bellas Artes, también lo hizo en otros lugares y participó en diferentes talleres, como el Taller de cerámica escultórica con la profesora nacida en Lituania Nijole Sivic-kas, la madre de Anta-nas Mockus.

Para hacer cerá-mica, según Consuelo, “lo más importante es la arcilla y la voluntad. No se necesita tener instru-mentos comprados y sirve hasta lo más insignificante de la basura. Los artículos son muy elementales, sir-ve un palo, un cepillo, un lápiz. Cuando uno tiene una idea para hacer, pri-mero piensa en lo que va a hacer. Si es muy difícil no se hace un boceto, porque ahí me quedo. Uno tiene la idea en su mente y la va formando”.

Sus obras reflejan diferentes cosas. Todas sus ideas surgen de la realidad, de la vida coti-diana. Plasma la lluvia, el barranco, las diferen-tes etapas que tiene una persona durante toda su vida, el amor de una ma-dre, la pasión de los ena-morados.

Con la cerámica, ella no busca lucrarse. Lo hace por amor al arte. Ha recibido muchas ofertas para que venda sus obras, pero las ha rechazado, su pasión no es el dinero, es la cerámica. Además de hacer cerámica por amor al arte, la hace para cada uno de sus hijos y nietos. Regala cerámicas cuando hay al-guna ocasión especial.

En su casa tiene cerámicas por todas par-tes. No hay un solo rincón donde no haya alguna. Ha hecho tantas cerámicas que no recuerda cuántas tiene, pero sí recuerda cómo hizo cada cerámica y su significado, eso no lo olvida. Porque el proceso para hacer una cerámica es largo, son mínimo 15 días para secar una pieza, dependiendo del tamaño y del material. “Esto es de paciencia y de gusto. La paciencia vence lo que la dicha no alcanza. Todo es de paciencia y tener la ilusión de que lo que se está haciendo va a ser lo mejor”.

Para Alberto Salda-rriaga, quien estudió con ella en Bellas Artes, ade-más han compartido du-rante muchos años, Con-suelo es “la compañera más tesa que tuve. Con la edad que tiene, no ha per-dido en ningún momento el gusto por la cerámica. Ella me llama a pedir mi opinión por algunas cosas en sus obras. Es de las po-quitas compañeras que, yo diría, en este momento está trabajando la cerámi-

ca de todos los grupos que tuvo Bellas Artes”.

Alberto tiene su propio taller, en su casa en El Retiro. Allí cuenta con un par de hornos. Varios ceramistas antioqueños acuden a él para pasar las cerámicas por el horno, pues no todos tienen. En-tre esos ceramistas se en-cuentra Consuelo.

La cerámica ha sido muy importante en su vida. Siempre lo ha acompañado. Por esto, sabe lo importante que es la cerámica y conoce todos los trucos para ha-cerla y trabajarla en sus diferentes formas. “Esto es como una sopa, se hace de a poquito y no se puede echar todo junto. Hay que poner el toque mágico, que el barro se seca al viento y no al sol, todo esto es una magia”, afirma Alberto, quien ha participado de diferen-tes cursos y talleres y ha aprendido de la mano de grandes artistas, entre ellos, se encuentra Pablo Jaramillo.

De hecho, Alber-to fue curador de una de sus exposiciones en 2001 y también ha participado de muchas exposiciones, individuales y colectivas,

en entidades públicas y privadas.

La casa de Alberto está llena de cerámicas. Estas cerámicas no sólo están ahí para decorar su hogar. Están ahí para que sus visitantes vean el tra-bajo que hace y puedan comprar alguna de sus piezas. A pesar de que cuenta con su taller y algu-nas personas aprecian su trabajo, afirma que algu-nos talleres todavía sub-sisten pero no subsisten con la economía que tu-vieron en otros tiempos.

“Ahora han decaí-do por las importaciones de todos estos produc-tos y el contrabando. Es muy barato, no se pue-de competir con los pro-ductos que traen porque la mano de obra aquí es mucho más costosa. Al-gunos materiales son muy costosos y cuando se saca el producto hay que aumentar los valores y así es muy duro compe-tir. Por eso es muy impor-tante la gente que viene a uno, que conoce el traba-jo y que lo valora”.

Según Alberto la cerámica está en de-cadencia porque se ha perdido el interés hacia esta expresión artísti-

Consuelo Ochoa y algunas de las cerámicas que se encuentran en su apartamento. Foto: Mateo García

ca: “Hemos tratado de recuperar, a través de clases y proyectos a mu-nicipios, pero no aceptan nada. Las instituciones privadas también están cerrando las puertas a los ceramistas. Empresas antioqueñas tuvieron ta-lleres de cerámica pero se han perdido todos (…). También se han perdido las exposiciones que an-tes apoyaban la cerámica y la fueron sacando poco a poco. A nadie le sirve en Antioquia la cerámica ni en Colombia. La cerá-mica tiene el mejor valor mundial y en Colombia no lo han valorado”, asegura.

Anteriormente, en diferentes universi-dades de la ciudad, se le daba más importancia a la cerámica artística. Sin embargo, con el paso de los años ha mermado su enseñanza, sin importar que la cerámica haya es-tado presente en la cultu-ra colombiana.

“Es bueno que no se pierda el conocimien-to, que no dejen que la cerámica se pierda”, con-cluye Alberto.

Para Consuelo, que se apoye la cerámica por medio de exposicio-nes es “una oportunidad para que la gente, sobre todo los jóvenes, se den cuenta que el arte deja muchos motivos de di-cha, de alegría y de estar en paz con mucha gente. Que los jóvenes apren-dan de unas personas con muchos años, como yo que, a pesar de mis años, todavía puedo ha-cer arte”.

Las cerámicas deben pasar por el horno a altas temperaturas. Alberto Saldarriaga exhibe una figura de Consuelo Ochoa que está en su taller. Foto: Mateo García

“Los grande s curadores y los grandes críticos de arte en Colombia nunca han valorado la cerámica, ni la ancestral ni la contemporánea”. Alberto Saldarriaga,

ceramista antioqueño.

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CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 2014 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA 99rEPortaJE

Cerca de 350 mil visitantes acudieron a la octava versión de la Fiesta del Libro y de la Cultura de Medellín. 355 autores en las actividades, 108 lanzamientos de libros y alrededor de 2 mil 530 talleres de promoción de lectura. Las cifras evidencian los esfuerzos que se realizan en la ciudad para ofrecer alternativas de conocimiento y de encuentro con un gusto compartido: la lectura.

Actualmente son 26 las instituciones que van de la mano del Plan de Lectura municipal, un acuerdo de voluntades para su promoción en la ciudad. Sin embargo, son múltiples las organiza-ciones públicas, privadas e indepen-dientes que trabajan, aunque cada una desde enfoque distintos, unidas por el deseo de ser promotoras de cultura en Medellín.

“Es una iniciativa que no sólo pro-viene del Municipio hacia la comunidad, sino que la comunidad se integra con el Municipio para pensar la ciudad desde el Plan de Lectura”, afirma Luz Aydé Ate-hortúa, integrante del grupo de trabajo del Plan de Lectura municipal, quien explica que la tarea fundamental es lle-var los procesos de lectura y escritura a sitios no convencionales, diferentes a la escuela, como bibliotecas, centros co-munitarios y centros de rehabilitación.

Juan Pablo Hernández, director de la fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra, una de las entidades que trabaja en la formación y promoción de la lectura en la ciudad, comenta que la violencia de los años 90 en Medellín in-centivó las inversiones del Estado en lo social para rescatar a esa población per-dida en el temor.

Dentro de las acciones que sur-gieron, fue muy importante la creación de bibliotecas y de movimientos de pro-moción de lectura apoyados por la Alcal-día, las cajas de compensación y entida-des comunitarias. Juan Pablo Hernández y Tatiana Jaramillo decidieron sumarse a esta propuesta a partir de su proyecto independiente, impulsados por el es-critor español de literatura infantil y ju-venil Jordi Sierra i Fabra, quien expresa su compromiso con la promoción de la lectura mediante el apoyo a dos funda-ciones que llevan a cabo esta labor: Ta-ller de Letras en Medellín y la Fundación Jordi Sierra i Fabra en su país natal.

Con su revista para niños “El Con-de Letras”, la juvenil “La página escrita” y sus diversos talleres de formación, el trabajo de Taller de Letras fue merece-dor del premio internacional IBBY-Asahi de Promoción de la Lectura 2010, que se entrega cada dos años en el marco del Congreso Internacional del Libro Juvenil (International Board on Books for Young People, IBBY).

Otra entidad que conjuga un tra-bajo de múltiples instituciones es la Red de Bibliotecas de la Fundación EPM, un proyecto que busca el desarrollo de las bibliotecas del Área Metropolitana, sus-tentado en la tecnología. El portal de la RED reúne información de varias biblio-tecas de Medellín y Antioquia y le ofrece al público acceso gratuito a enciclope-dias, revistas, exhibiciones virtuales y a 600 libros digitales.

Son alrededor de 111 las biblio-tecas aliadas de la Red de Bibliotecas, a la que se suman el Sistema de Bibliote-

cas Públicas, bibliotecas de Comfama, bibliotecas de Comfenalco, Fundación Ratón de Biblioteca y las bibliotecas del Instituto de Cultura y Patrimonio de An-tioquia, entre otras.

LECTuRA PARA TODOSUna muestra de que la promoción de la lectura se está desplazando a nuevos espacios es el Primer Salón del Libro Di-gital, realizado durante la última Fiesta del Libro en Medellín, con alrededor de cinco mil visitas.

“La promoción de lectura aún se entiende en la sala de lectura tradicional y con los libros físicos que son valiosos, que van a seguir estando y que es necesario que estén, pero es innegable que están pasando muchas cosas con las formas de lectura. Las bibliotecas se tienen que seguir formando al respecto, pues aún no hay claridad sobre cómo promover la lectura y el conocimiento en el mundo di-gital”, afirma Juan Miguel Villegas, editor del portal de la Red de Bibliotecas.

La lectura no excluye preferen-cias de quienes lean en pantalla o en papel y hay buenas alternativas para los gustos de cada quien. Lo que es cierto es que en Medellín hay un público intere-sado en la lectura y en la cultura que le da vida a todos esos espacios dispuestos para el encuentro con los libros, las per-sonas, el mundo y consigo mismo.

Uno de los lugares para la lectura en la ciudad es la Casa de la Lectura In-fantil, conocida como Casa Barrientos. A través de los libros, los talleres, las aseso-rías y los conciertos, se realizan procesos formativos en torno a la lectura, prin-cipalmente para niños pero sin excluir otros públicos como jóvenes y adultos. Como lo explica Pablo Andrés Monsalve,

auxiliar de la biblioteca, más que una bi-blioteca, pretenden ser difusores de es-pacios culturales accesibles para todos. En promedio, la casa recibe diariamente entre mil y mil 200 visitantes.

La promoción del hábito de leer quiere llegar, incluso, a personas invi-dentes y sordomudas. Ejemplo de ello son producciones como el libro “Mil orejas”, editado por Tragaluz Editores, pensado para personas sordas y oyen-tes; una obra ilustrada que traza una conexión entre estos dos mundos y sus formas de lectura.

LETRAS iNDEPENDiENTES“Antes de tener editoriales independien-tes probablemente los autores creían que debían someterse a las políticas de las grandes editoriales. Además de la di-ficultad de que se abrieran las puertas, muchas veces sin obtener respuestas…” dice Pilar Gutiérrez, directora de la edi-torial Tragaluz, quien comenzó su sueño junto con el de Juan Carlos Restrepo, ilustrador y editor actual. Ambos añora-ban que la ciudad tuviera una editorial independiente.

Con nueve años de trayectoria y alrededor de 200 libros de sus servicios editoriales y 50 publicaciones con el se-llo propio, Tragaluz se caracteriza por el placer del libro como objeto genuino, novedoso y apreciable.

Sílaba Editores es otra editorial independiente que cumplió cinco años y que en cabeza de su editora, Lucía Donadío y su equipo de trabajo, buscan ser una posibilidad para los escritores y promover el amor por los libros y la lectura.

LA CiuDAD ENTRE LÍNEASLaura Jaramillo Arango / [email protected]

“Detrás de cada libro está la vida del autor. Los sueños. Muchos años de trabajo. Hacer un libro: editarlo e impri-mirlo es como volver realidad ese pro-yecto que lleva tantos años de trabajo y esfuerzo. La mayor alegría es cuando uno recoge el libro en la imprenta, toda-vía calientico, oliendo a tinta y entregár-selo al autor. Genera muchas emocio-nes”, afirma Lucía Donadío.

A su vez Pulso & Letra Editores, lleva 12 títulos publicados con apenas un año de labores. Carlos Gaviria Ríos, su fundador y director, se siente honra-do por ayudar a los escritores a cumplir sus sueños. Aunque lo describen como un Quijote, él se siente un Sancho Panza que acompaña como escudero el trabajo de los autores en su oficio de editor. “… Ser una partecita, una herramienta para esa persona que ha soñado, que tiene un libro en la cabeza, que ha investigado durante años…Poder entregarle el primer libro y ver cómo le brillan los ojos, eso es muy bonito”, dice Carlos Gaviria Ríos.

La Carreta Editores, Hombre Nuevo Editores, Fundación Arte y Cien-cia están entre las editoriales indepen-dientes que se atreven a mostrar otras propuestas, otros autores, otra ciudad, sin competir. “Medellín está viviendo de cierta manera un despertar cultural que trata de tener una pluralidad de auto-res, no sólo en el campo de la literatura, sino también de todas las artes. Enton-ces sería muy importante que en ese camino de bibliotecas, de promoción de lectura, de promoción de escritores, las editoriales se volvieran también un ente importante, no visto desde el punto de vista comercial sino como proyecto cul-tural. Todos involucrados en un proyecto de ciudad que se abre a vivir otros as-pectos desde la cultura”, afirma Daniela Gómez, de editorial Tragaluz.

La promoción de la lectura en la ciudad está salendo de las bibliotecas. Foto: Laura Jaramillo Arango.

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Las intervenciones sobre la libertad siguen siendo visibles y posibles. El arte, aunque puede ser banal, también puede ser desafiante, profundo y, para algunos, moralmente incorrecto porque tiene un proceso de validación según el contexto histórico y cultural en el que surja.

“ha habido una cultura de coctel, élites asociadas a las bellas artes que hablan del purismo y les parece de mal gusto el arte comunitario; las propuestas artísticas que puedan contradecir

una idea de país”, cuenta Juan Carlos Sánchez Restrepo, secretario de Cultura de Antioquia.

La censura a las expresiones artísticas y las contrapropuestas derivadas de ella, hacen parte de la historia del arte en Medellín.Ilustración: Laura Cañas P.

“No es verdad que el hecho de vivir en tiempos modernos nos haga más tole-rantes”, afirma Efrén Alexander Giraldo Quintero, PhD. en Literatura y magíster en Historia del Arte. Por ejemplo, en el orden moral y político se pueden citar casos de censura como el de la pinto-ra Débora Arango (1910- 2005), la pri-mera mujer antioqueña que se atrevió a pintar desnudos en Medellín y quien, además, abordó en sus obras temas prohibidos, muestra seres marginales y crudas críticas al poder, el cual reaccio-nó atacando sus representaciones artís-ticas, las que ella misma se había guar-dado, conociendo los prejuicios de la sociedad de una época polarizada entre liberales y conservadores. Incluso, en 1955, sus cuadros fueron retirados sin razón del Museo de Cultura Hispánica en Madrid. Débora Arango respondería a la censura así: “El arte no es amoral ni inmoral. Sencillamente su órbita no interviene ningún postulado ético”.

Además de la política y la reli-gión, otro actor que ha entorpecido el trabajo de los artistas son las élites de la cultura. “Ha habido una cultura de coctel, élites asociadas a las bellas artes que hablan del purismo y les parece de mal gusto el arte comunitario; las pro-puestas artísticas que puedan contrade-cir una idea de país”, cuenta Juan Carlos Sánchez Restrepo, secretario de Cultura de Antioquia quien, además, habla des-de su experiencia como músico, en la agrupación Nepentes.

Esas élites han hecho ver el arte como algo inaccesible y, aunque hoy hay más espacios y medios de difusión, según el Secretario de Cultura, en al-gunos municipios o zonas alejadas de lo urbano, diversas expresiones artísti-cas son calificadas como “producto de locos, de unos antisociales y marihua-neros”, calificativo con el que él mismo fue definido cuando fue llamado para ser parte del gabinete del gobernador Sergio Fajardo; además, en su ejercicio como músico, también recibió reaccio-nes negativas frente a sus canciones desde “organizaciones que no estaban de acuerdo cuando afirmábamos que Medellín era una ciudad violenta y falli-da”, comenta.

LiBERTAD EN EL MOLDECarolina Campuzano Baena / [email protected]

Por otro lado, los grupos violen-tos han hecho sentir su poder porque callan y amenazan diferentes artistas en la ciudad, por ejemplo, músicos que han hecho denuncias o contado sus realida-des como la agrupación Son Batá de la Comuna 13, quienes fueron amenazados en 2012 después de haber reaccionado en contra del asesinato del rapero Élider Varela, conocido como “El Duke”; allí la censura se extiende hasta poner en ries-go la vida de los artistas. También, los integrantes del grupo Pasajeros, cuya apuesta es por lo que ellos denominan música propuesta, un canto a la justicia social y por los derechos humanos, fue-ron detenidos en el año 2004, mientras daban un concierto, acusados de terro-rismo y de que su música incitaba a la rebelión, acto que nunca se pudo com-probar, por lo cual fueron liberados tras pasar seis meses en la cárcel Bella Vista.

Otra razón por la que los artistas pierden espacios y se ven coartados, se-gún el historiador de arte y el Secretario de Cultura, es por los mismos públicos; falta mucha formación de los mismos en estos territorios ricos en manifesta-ciones culturales y artísticas. Por otro lado, “muchos medios no promueven muchas expresiones artísticas porque no son comerciales”, afirma Mc Kno, ar-tista que lleva más de 20 años haciendo hip hop.

EL ARTE COMO PODEREl arte tiene poder, por esto se convier-te en una amenaza, según el historiador del arte Efrén Giraldo Quintero: “tiene gran poder comunicativo, de síntesis, es metastático”. Dice, además, que el mensaje que comunica lo hace con con-tundencia. Según Juan Felipe Ortiz Uri-be, maestro en Artes escénicas y quien desde el teatro reivindica el poder que tiene el arte de crear diferentes con-ciencias y formas de pensar: “el arte es una mediación para transformar las mi-radas aunque muchas veces tiene que bailar con cadenas”.

El arte tiene que ver con la cons-trucción de humanidad, enfatiza Juan Carlos Sánchez Restrepo, y ahí reside su poder; el arte es productor de valor y da valor. Sin embargo, también puede ser inhumano y el artista debe tener una ética profesional, dice el historiador del arte; el artista debe ser consciente de que está frente a un gran público y debe ser responsable, opina el músico; por último, afirma el teatrero que el arte tiene un compromiso social.

Para Juan Carlos Sánchez Res-trepo, los poderes se ven amenazados cuando una representación artística desmiente o desacraliza la imagen que quieren reflejar. Así, escandalizan agru-paciones como Frankie ha Muerto y Masacre, con sus canciones que cuen-tan una Medellín que se desangra o Wi-lson Díaz, el caleño quien fue vetado en 2007 con su exposición Los rebeldes del Sur, donde las Farc cantan vallenatos en un video que se proyecta en el ámbito internacional (Reino Unido) y donde se teme que esa imagen sea tomada como la representación oficial de Colombia ante el mundo.

Hay obras que le gritan al orden social establecido; otro ejemplo es Obra Mugre de Rosemberg Sandoval, el valle-caucano quien hace un performance en

1999, en el que arrastra un mendigo por una pared para hacer de su suciedad la pintura. Críticos como Marta Traba le cuestionaban sus maneras de pintar. Otro caso fue el del medellinense Carlos Correa, cuyo cuadro de La Anunciación, fue retirado de salas de muestra como el Segundo salón anual de artistas colom-bianos en 1942, por considerar que hacía representaciones paganas del cuerpo de la mujer de la Virgen; son muestras de la censura según los parámetros culturales de una sociedad.

Y ni qué decir de los casos en los que la literatura ha sido peligrosa como Relato de un náufrago, de Gabriel Gar-cía Márquez, censurado por el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla porque, más allá de la narración de un accidente en el mar Caribe, ‘Gabo’ denunciaba cómo el buque iba cargado con mercancía de contrabando y cuyo accidente se debió a un acto de negligencia. No se olvidan tampoco los textos de Gonzalo Arango o las creaciones de los nadaístas cuan-do publicaban en un orden en el que la hegemonía dictaba lo que era correcto escribir o no. Muchos libros que ame-nazan a los poderes son sacados de cir-culación por los mismos, ya que “el libro ha sido perseguido siempre”, cuenta Hernán Salamanca, librero del pasaje La Bastilla en Medellín.

Medellín, a pesar de seguir sien-do vista como provincia, tiene un gran potencial de producción desde lo ar-tístico, y aunque no ha alcanzado todo su desarrollo en cuanto a las industrias culturales, hay otras apuestas artísticas que son muy fuertes así no hagan parte de una visión comercial, afirma Ricardo Gómez Echeverri, director de Cultura del Museo Casa de la Memoria y voca-lista de Niquitown; sin embargo, agrega, “también en la ciudad hay diversos jue-gos de poderes que propician la apari-ción de la censura, porque la censura es un fantasma que está por ahí, pues las cosas que dice el arte pueden ser incó-modas”.

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APOyO EN ESCENAPaola Atehortúa Duque/ [email protected]

En la actualidad, Medellín cuenta con ofertas de carácter económico y pedagógico, así como iniciativas desde lo público y lo privado para que los artistas dignifiquen su profesión, mejoren la calidad de sus propuestas y le den un nuevo aire a las artes escénicas de la ciudad. Una revisión de algunas de dichas opciones.

Lizeth Atehortúa Alzate es una de las 16 integrantes del Circo de la Rua, una compañía que nació con el fin de poten-cializar las habilidades artísticas de los jóvenes de la ciudad y ejecutar proyec-tos desde la combinación de múltiples disciplinas como la danza, música, tea-tro y acrobacias. “Para quienes tene-mos pocos recursos que faciliten nues-tra formación como profesionales en el arte, el circo es un espacio para que nuestra ciudad cuente con personas ta-lentosas en diversas áreas escénicas”, dice Atehortúa.

“Los entrenamientos, talleres y capacitaciones gratuitas que realizamos en el Circo son oportunas para que los participantes activos sean artistas ínte-gros y puedan ofrecer espectáculos no sólo de gran impacto local, sino que ex-porten sus muestras culturales a otros lugares”, afirma Viviana Arias, directora artística. El Circo, poco a poco, se con-solida en el mercado cultural, y con las convocatorias que abre la Secretaría de Cultura de Medellín, han logrado exhi-bir sus presentaciones en la agenda de la ciudad, en eventos tan importantes como la Feria de las Flores.

De esta manera, entes estatales como la Secretaría de Cultura, desde el 2004 ejecutan proyectos que buscan mejorar la calidad de la actividad cultu-ral de la ciudad y proporcionan mayores recursos para que los grupos y perso-nas que desempeñan un papel artístico muestren el resultado de sus productos creativos a partir de un acompañamien-to económico y educativo.

“Nosotros en la Secretaría tra-tamos de estar permanentemente eva-luando los procesos y haciendo capaci-taciones para enseñarles a los artistas cómo realizar proyectos que incluyan aspectos técnicos y conceptuales. He-mos detectado que aún las personas presentan dificultades para redactar un proyecto con sus respectivos objetivos, justificación y cronograma de activida-des”, explica Francy Morales Acosta, coordinadora de la convocatoria pública Arte y Cultura para la Vida.

Viviana Arias considera que “no sólo se trata del apoyo económico, se necesita que las presentaciones de los artistas tengan un impacto, una evolu-ción permanente y no se mueran con el tiempo”.

La Secretaría de Cultura este año destinó 12 mil millones de pesos para una única convocatoria, en la que reci-bió 1.397 propuestas artísticas en diver-sas modalidades y fueron seleccionadas 585 ideas y se rechazaron 106 proyec-tos porque no cumplían con los requisi-tos de la convocatoria.

Entre las modalidades que ofre-ce la Secretaría para que los artistas propongan ofertas artísticas de calidad están “los apoyos concentrados para actividades artísticas y culturales de du-ración limitada, procesos de formación y fortalecimiento de espacios, procesos artísticos y culturales con grupos pobla-cionales específicos y otro de memoria histórica asociado con el conflicto. Por otro lado, tenemos los estímulos como aquellos reconocimientos económicos que incentivan y proyectan el traba-jo del arte en la ciudad con becas a la

creación, circulación, formación e investiga-ción; y salas abiertas de artes escénicas que bus-can realizar actividades de formación a públicos, fortalecimiento organi-zacional y programación artística”, expresa Francy Morales.

Además, existe una nueva modalidad de infraestructura que tiene la intención de mejorar y formalizar los espacios públicos para la exposi-ción de artes escénicas. Según Francy, desde el 2011, que fue expedida

la Ley 1493 de espectáculos públicos, el Ministerio de Cultura recauda apoyos económicos con el cobro de un impues-to equivalente al 10% del valor de la boletería, lo cual aplica para derechos de asistencia cuyo precio individual sea igual o superior a $80.000.

La entidad reparte los recursos a cada municipio para el desarrollo de proyectos locales de inversión en construcción, mejoramiento y dotación de la infraestructura de los escenarios para la presentación de muestras cul-turales.

Para Viviana Arias es muy impor-tante aumentar la capacidad de las con-tribuciones económicas porque ellas fomentan el arte en la ciudad, lo que facilita el diseño de espacios aptos, con instalaciones de equipos y elementos artísticos para una proyección de mejor calidad.

LA iNDuSTRiA CuLTuRAL, uNA FORMA DE POTENCiALizAR EL TALENTO ARTÍSTiCO A partir de diversas iniciativas de enti-dades públicas y privadas, corporacio-nes y gestores culturales se desarrollan procesos que incentivan la profesionali-zación de la producción artística como un aporte económico para la ciudad.

A partir del proyecto de tres mú-sicos: Nathaly Ossa Alzate, Carolina Cas-tro Gil y Juan Pablo Valencia Heredia, en 2013 nació la empresa Gestar Cultural para la promoción de la industria cul-tural, mediante la conceptualización, desarrollo y producción de iniciativas artísticas de todo nivel, que fortalezcan el oficio de las personas que se dedican al arte en la ciudad.

“El problema actual de la cultura en nuestro país no responde a la falta de talento o de calidad artística, es, más bien, un asunto de carencia de forma-ción, de hacer contactos con diferentes empresas y eventos que se realizan en las ciudades. Los artistas desconocen los mercados a los que les pueden apun-tar, según sus ofertas, y, por otro lado, todavía no hay estamentos serios que contribuyan a oficios artísticos más pro-fesionalizados que valoren las muestras culturales como cualquier otra carrera”, afirma Nathaly Ossa, directora ejecutiva.

Además, la idea de la empresa es también funcionar como un ente pe-dagógico que cuente con propuestas de excelencia artística y un carácter inno-vador que exporte lo mejor, no sólo de Medellín, sino del país para el mundo. De acuerdo con María José Castaño, coordinadora de Comunicaciones de Gestar, “la empresa trabaja por la dig-nificación de la música como profesión con una agencia de representación de artistas de todos los géneros”.

Nathaly sostiene que el artista debe iniciar un proceso de conocimien-to sobre aspectos legales y administra-tivos como el contrato, elaboración de proyectos y definición de la imagen que proyectará, para luchar contra el imagi-nario colectivo que tilda a las personas que se dedican al área cultural como aquellas que viven exclusivamente del amor al arte. Señala que, más bien, se deben formalizar los procesos que se dan dentro de la sociedad y ayudar a un cambio en la mentalidad del artista.

La idea de Gestar es expandir el mercado a programas multidisciplina-rios de altos estándares artísticos, que puedan incluir no sólo música, sino dan-za, teatro, pintura y otros oficios asocia-dos que permitan el desarrollo social a través de la innovación cultural.

“Nosotros necesitamos en la ciu-dad abrir el mercado artístico, contar con la infraestructura necesaria no sólo para presentar las muestras culturales, sino para el entrenamiento y ensayo permanente de los profesionales. Ade-más de realizar intercambios con otras ciudades y países para lograr espectá-culos de calidad y mayores conocimien-tos acerca de la industria cultural”, dice Viviana Arias.

“Luchar contra el imaginario colectivo que tilda a las

personas que se dedican al área cultural como aquellas que viven

única e exclusivamente del amor al arte”.

Nathaly OssaLa ciudad debe abrir más espacios para la presentación

de muestras artísticas que faciliten la formación y profesionalización de los grupos y personas que se dedican

al arte en Medellín. Foto: Laura Montoya Carvajal.

La gestión pública para la promoción de las artes incluye espacios como Altavoz, que esti-mulan el trabajo de nuevos artistas. Foto: Laura Montoya Carvajal.

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¿Es capaz de reconocer un fanzine si lo ve en la calle? Un fanzine puede tomar varias formas y decir cualquier cosa, pero es su naturaleza: la autoedición.

rEPortaJE

Para Marco Noreña, quien lleva varios años en las usanzas del

fanzine, “es una intención plasmada, una intención concretada (sic) en forma de publicación impresa o

fotocopiada”

Varias personas sentadas detrás de una mesa con papeles, muchos papeles, pequeños y grandes, impresos, fotoco-piados, con dibujos, letras y sellos, cosi-dos o arrugados. Los cortan, los pegan, los grapan, dibujan o escriben en ellos. ¿Dónde están? No en una papelería ni mucho menos en una oficina, tampoco en un taller litográfico. Podrían estar en cualquier lugar: en sus casas, en un muro de las Torres de Bomboná, en talleres de colectivos artísticos como Taller 7, Taller Ruda o Por Estos Días; en el Carlos E, en un parque, en una cafetería. Cualquier si-tio es bueno para hacer un fanzine.

¿Qué es un fanzine? Un fanzine es una publicación independiente, y ¿qué es una publicación independien-te? Luis Echavarría dice: es una publi-cación que “hace uno por sus propios medios, con lo que quiera publicar y en el formato que quiera, que no haya una editorial comercial que lo esté respal-dando, que uno tenga completa liber-tad sobre el formato”. Luis estudiaba en el colegio y leía historietas de superhé-roes, y desde entonces sentía que que-ría hacer su propio cómic. Todos los que ha publicado han sido autoeditados e, incluso, distribuidos por sí mismo. Su primera historieta se llama Olé, es de seis páginas, con letra mal hecha y algu-nos dibujos feos, otros bonitos. La guar-da con un afecto especial.

Para Marco Noreña, quien lleva varios años en las usanzas del fanzine, “es una intención plasmada, una inten-ción concretada (sic) en forma de publi-cación impresa o fotocopiada”. Marco, un hombre flaco y de estatura media, que a veces usa camisetas rotas, raya-das, entintadas y que difícilmente apa-renta su edad, sintetiza en una frase lo que le ha tomado mucho tiempo de es-

Si NO SABE QuÉ ES uN FANziNE, SÓLO PREGuNTE

Laura M. Cañas P. / [email protected]

tar haciendo y pensando sobre el tema. Da cuenta de un punto de vista “tonta-mente romántico”, que ya no le interesa debatir y es que “en teoría para ser un fanzine tiene que tener apariencia des-cuidada, errores de ortografía, precarie-dad y amateurismo”.

Para quien deambula por este mundo de las fotocopias, los papeles, las pegatinas y las grapas, no es una novedad decir que los fanzines fueron creados por los “fanáticos de la cien-cia ficción que solían enviar artículos a revistas comerciales que a duras penas aparecían en la sección de cartas”, como dice en un artículo de la Revista Arcadia: “Fotocopias colombianas”, y luego se popularizaron en el movimiento punk, con la consigna del “hazlo tú mismo”.

El primer fanzine que tuvo Mar-co en sus manos, hecho en Medellín, fue Nueva Fuerza, que primero se lla-maba Visión Rockera, y que “intentaba integrar todas las escenas del under-ground del rock en Medellín, con una visión muy crítica frente a la sociedad. Apoyaban la anti-celebración de los 500 años del descubrimiento del continen-te”. Hay revistas literarias como Punto Seguido, “con un espíritu muy cercano a los fanzines”, dice Marco, editada por Jhon Sosa, un hombre que trabajó en la Librería Científica. En su primer fanzine oficial, La cuerda automática, describe sus experimentos sonoros con electro-domésticos o instrumentos hechos en casa y extraídos de escritos de la van-guardia artística del siglo XX.

Luis Tobón, o Luto, historietista caleño, dice que hacer un fanzine es sa-tisfacer un deseo que se lleva por den-tro. Desde pequeño sentía un encanto especial por lo editorial. A los 11 años hizo su primer fanzine, sin saberlo, con

sus amigos: “se llamaba Periódico Tito, en honor a un perro callejero que había muerto. Contenía noticias del barrio y, a veces, me acuerdo que poníamos el título y los textos eran sólo líneas”.

DE LOS SABERES FANziNOMÉTRiCOSFernando Beltrán* es un apasionado por los fanzines y asistente fiel del Club de Dibujo Dedo Culebrón. Club funda-do hace dos años en esta ciudad y en el que se producen fanzines como To-mates in Blue, El hombre ciego, Kaputt, Arrugazín, ¿Será que esto sí es un fanzi-ne? No Cómics, Rats, No Rock and Roll y otros tantos. Esto fue lo que contó so-bre su historia:

¿Cuál es la mejor hora del día para ha-cer un fanzine? “Yo diría que cuando definitivamente es ineludible y no se pueden aguantar más las ganas”. ¿Piensa que hay un tipo de dinámica di-ferente en un grupo de amigos que ha-cen fanzines a otro grupo de personas? “No, simplemente hay gente que se siente unida cuando va a una discoteca a tomar y escuchar reggaetón y noso-tros nos sentimos unidos cuando hace-mos fanzines y los compartimos”.

¿Qué espera usted cuando ve un fanzine?“Yo espero ver cualquier tipo de ma-nifestación personal, desde algo total-mente repulsivo hasta lo más agradable o divertido, con tal de que me cause un impacto”.

¿Cuál es el mejor precio para un fanzine? “Cero precios, gratis. Porque si uno quiere de-cir algo por uno, lo hace para uno. Mis fanzines son gratis”.

Como medio de comu-nicación ¿tiene un po-tencial asociado con su forma técnica y que no puede explotar un me-dio masivo? “De tener la potenciali-dad, la tiene toda. Quizá el problema es que, por medio de fanzines, sólo se le predica a los con-versos de los fanzines”.

¿Cuál es el mejor sopor-te de un fanzine? “El papel, es el único”.

¿Cuál es el mejor material para poner en un fanzine?“El mejor material para poner en un fanzine es el material hallado fanzi-nométricamente”.

SOBRE LA iMPORTANCiA (O NO) DE LAS PuBLiCACiONES iNDEPENDiENTESFernando, ese hombre cándido, que responde con holgura, hace un análisis amplio sobre el rol social de las publi-caciones independientes: “el sector in-dependiente existe por defecto, todo lo que hace el ser humano debería ser independiente, pero como existen los sectores privado y público, éste apare-ce como urgente e inevitable desde la voluntad del hombre de hacer su propia cultura, bajo sus propios parámetros, independientemente de la oficialidad autoproclamada por los poderes del Estado y del mercado y sus industrias culturales que crean productos muchas veces ajenos a las necesidades específi-cas de las comunidades”.

Dice, además, que, por su es-pacio restringido en la sociedad, “en la mayoría de los casos sólo son archivo para curiosos y entusiastas”, y que su importancia es ahora más relativa con la aparición del internet, lugar al que la escena alternativa no tiene dificultad para trasladarse. Así, “las publicacio-nes independientes se convierten en fetiches de consumo”, que se guardan como pequeños tesoros. ¿Imprescindi-bles? “No cree que lo sean”, dice.

¿Que si tiene una importancia social?: “por supuesto que tiene una im-portancia social ya que nace de personas insertas en la sociedad y no puede hablar de otra cosa que no venga de la sociedad y, además, se hacen para ella misma, la de la efectividad”, y otra, tal vez todavía más relevante: “la de ayudarle a la salud mental de quien lo hace”.

*Nombre cambiado por petición de la fuente.La autogestión es el sentido fundamental del fanzine. Foto: Laura Montoya Carvajal, Laura M. Cañas P.

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FOLCLOR EN DECADENCiAMariana Bohórquez Uribe / [email protected]

“Los rasgos de una sociedad se definen más por la música que por otros aspectos”. Diego Londoño, periodista de la revista Música Colombia.

El folclor antioqueño también se reconoce a través de las melodías de una bandola, un ti-ple y una guitarra, cuyas melodías cuentan sobre la región, sus valores y costumbres ancestrales. Incluso, las agrupaciones de música en Antioquia se han convertido en pa-trimonio social y cultural.

El hecho que do-cumenta el portal Histo-ria Antioquia, se puede verificar un día cualquie-ra cuando se visita el Parque Berrío, ubicado en el centro de Medellín. Además de ser un ícono urbano y un referente geográfico e histórico para la ciudad es también un espacio para disfrutar la música tradicional del departamento. Hace más de 30 años que vienen los músicos locales y de otros lugares de Antio-quia a ganarse la vida y tocar porros, guascas, bambucos y pasillos de salón.

Donaldo de Jesús Jaramillo es uno de los tantos músicos que llega en la mañana a amenizar con su música el ambiente del parque. Él manifiesta que trabajar en el parque es muy abu-rridor: “Uno se pone a cantar aquí con dos compañeros durante cuatro o cinco horas, 40 ó 50 canciones, para ganar tres mil o cuatro mil pesos y pagar las cuentas. En una época, entre el 2001 y 2003, uno se hacía treinta o cuaren-ta mil pesos y se los repartía entre los compañeros”.

Ramón Castaño Zuleta toca en los buses y en el Parque Berrío para sobrevivir, entre su repertorio están las canciones de Los Pamperos, el Caballe-ro Gaucho y Los Trovadores de Cuyo. Ramón afirma que la situación actual que viven los artistas del Parque es pre-caria, pero que ellos mismos tienen la culpa porque, según él, aquí en Antio-quia se regala la música; Ramón Casta-ño menciona que mientras se agrande la brecha social entre pobres y ricos las malas rachas no cambiarán.

Antonio Soto Amaya, quien lleva más de 25 años cantando y tocando en el parque con canciones como “Las Aca-cias” y “Collar de lágrimas”, comenta que los días más movidos son los sábados y domingos, pero que en años anteriores sólo iba y tocaba los domingos y se hacía el dinero de “siquiera media semanita”.

Argemiro Villa Tobón es otro ar-tista que viene a tocar la guitarra desde hace un año todos los martes y viernes para relajarse y pasar un rato ameno. Argemiro no depende económicamente de la música, es comisionista de la em-presa Inverbienes, pero asegura que: “Hay gente que puede llegar desde las ocho de la mañana e irse a las ocho de la

“El Parque Berrío alberga aproximadamente 20 músicos. Lo difícil es recoger suficiente para repartirlo

entre dos o tres”. Donaldo de Jesús Jaramillo, cantautor del Parque Berrío.

noche sólo con un tinto que le brindan”. De igual forma afirma que las personas a las que les gusta la música tradicional se han ido, se han muerto, de manera que quedan muy pocos aficionados por los géneros antiguos.

Para Ángel Villanueva Patiño, quien trabaja en la Dirección artística y derechos musicales de Discos Fuen-tes, la importancia de estos géneros musicales radica en que son esencia y remembranza de las costumbres y la cultura antioqueña. Villanueva enuncia que éstos ya tienen muy poco espacio en las emisoras y los artistas, como los del Parque Berrío tienen que “rebus-cársela” porque no les ha quedado más espacio donde expresarlo sino en este lugar. Esto se debe a la falta de difusión y a la cantidad de música foránea que entra a la ciudad, según Ángel Villanue-va. Afirma que a la música tradicional le falta apoyo de la radio y de las disqueras y que debe enseñarse como algo impor-tante “y no como algo viejo a las nuevas generaciones”, expone.

“Así como cuando uno dice que a los papás y a los abuelos los respeta, lo mismo se debería hacer con la música y la tradición sonora”, comenta Diego Londoño, periodista de la revista Músi-ca, realizador radial en Radiónica y co-lumnista del periódico El Colombiano. Afirma que los artistas del Parque Berrío están desprotegidos, sin una ley que los ampare, sostiene que se han olvidado esos valores tradicionales de cantar y tocar en la calle; del mismo modo expo-ne: “Creemos que la tradición musical viene de Juanes para acá, pero dónde quedan artistas como Los Corraleros de Majagual, Los Gaiteros de San Jacinto o Totó La Momposina”. Para el periodista está bien recibir referentes musicales de afuera pero es necesario el rescate

de las tradiciones. Afirma que los artis-tas del Parque Berrío remarcan las cos-tumbres de un pueblo y es importante que se les dé el reconocimiento que se merecen, porque ellos están haciendo cultura con lo que hacen en la calle.

Jesús Rojas Jaramillo es vende-dor ambulante y dice que la situación de los músicos del parque es difícil. Sin embargo, asegura que ellos no se han organizado bien: “Yo pienso que si ellos se organizaran e hicieran una petición al Gobierno y consiguieran un represen-tante, seguro los apoyarían”.

Nazareno de Jesús Madrigal Guz-mán es otro de los artistas que toca en el Parque Berrío de Medellín. Mencio-na que la situación ha estado muy dura y que los parlantes y el sonido alto de los otros vendedores que se hacen en el parque los perjudica mucho: “Antes traíamos sonido, pero la Policía nos los hizo sacar de aquí, pero los otros vende-dores sí los traen y no tienen permiso”.

Nazareno cuenta que hace unos años la Asociación de entidades cultu-rales de la Secretaría de Participación Ciudadana llevó un coordinador, que no hacía sino llevarlos a reuniones y pa-seos, y que por ahí había supuestamen-te un dinero para ellos, pero que eso nunca se vio, tampoco unas grabaciones

que habían hecho con el apoyo de la Alcaldía de Medellín. Hace cuatro años, esa Secretaría y la Asociación de entidades culturales capacitaron a los músicos y abrie-ron una convocatoria en la que participaron 63 grupos musicales para la grabación de un álbum discográfico con 20 can-ciones. 32 grupos fueron escogidos para participar del proyecto.

Según Luis Fer-nando Marín, coordina-dor de Eventos de ciu-dad, de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín, existe una corporación llamada Corpopulares que solicita la ayuda de su despacho para crear mesas de trabajo en al-gunas actividades cul-turales de la ciudad. La Secretaría les enseña a

presentar proyectos para que los inte-grantes de la corporación puedan ac-ceder a convocatorias que realiza dicho organismo y contratan funciones para algunos grupos musicales que están vin-culados con la corporación para eventos turísticos y culturales de Medellín.

Gerardo de Jesús Quiroz Quiroz es el representante legal de Corpopula-res y según él la situación que viven los músicos del Parque Berrío es la peor: “Son personas que no tienen recursos y viven una situación económica difícil”, afirma. Gerardo de Jesús cuenta que Corpopulares pertenecía a Asencul-tura, pero ahora son independientes; actualmente la Alcaldía les contrata cuatro funciones al año, entre ellas el evento “Entre cuerdas y acordeones” en el Cerro Nutibara, en el mes de diciembre.

El señor Quiroz expresa su des-contento con el Gobierno y la distribu-ción de los aportes públicos: “En el Pre-supuesto Participativo hay cabida para las prostitutas, indígenas, desplazados y desempleados, pero los músicos no reci-ben ayuda alguna”. Para él, el Parque Be-rrío es la primera plazoleta tradicional en la que nació la música en Medellín y, por eso, debe protegerse su valor histórico y las condiciones de sus artistas.

“A los muchachos no les gusta si no el reggaetón, aquí sólo rueda la gente de edad”. Gustavo Molina Castaño, integrante del Grupo antioqueño. Foto: Laura Montoya Carvajal.

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Medellín Negro es una iniciativa que busca abrir un espacio urbano y académico para la reflexión en torno al crimen. Gustavo Forero Quintero, su director, considera que la ciudad ya está asumiendo el reto y se atreve a hablar, aunque su voz sea tenue, y eso es una garantía para no regresar al silencio que la inundaba en los años 80.

Desde el año 1991, en la ciudad se ha dado una producción importante en materia literaria, especialmente en el género negro, en el que , de acuerdo con Hubert Pöppel, profesor de la Uni-versidad de Regensburg y antiguo do-cente de la Universidad de Antioquia, la connotación que llevan sus historias es la de violencia innecesaria, el ambiente sórdido y las ciudades caóticas.

Escritores como Fernando Valle-jo, José Libardo Porras y Jorge Franco, son figuras paisas destacadas en el de-sarrollo de esta clase de obras literarias. “Cuando la ciudad decide asumir como examen interno una reflexión frente a la criminalidad, comienza también a per-filarse como foco de desarrollo intelec-tual”, afirma Gustavo Forero Quintero, director del Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro, al explicar las razones por las cuales se llevó a cabo en esta ciudad el evento académico, cultural y social que tiene como propó-sito fortalecer un espacio de discusión en torno al tema del crimen.

Medellín Negro nace de la inves-tigación de Forero Quintero “La novela de crímenes en Colombia a partir de la teoría de la anomia”, que buscaba expli-car por qué nuestra literatura negra no sigue el esquema tradicional de la novela policiaca recurrente en el resto del mun-do. “Nuestra novela se ocupa del crimen como entidad que da cuenta de una si-tuación de ausencia de la norma o de su vigencia, que vive la sociedad en pleno”, dice el director del Congreso, quien, ade-más, es Doctor en Literatura y docente de la Universidad de Antioquia.

La novela negra en Colombia no relata una garantía social, en ella no se cuentan los ataques a una sociedad, que luego se estabiliza tras su resolu-ción. No está presente la figura del de-tective, que simboliza la racionalidad que induce a la confianza en las institu-ciones estatales. Los crímenes quedan en enigma constante y predomina el ambiente urbano como un gran relato de prensa sensacionalista.

La novela latinoamericana tiene como línea de desarrollo el interés por la víctima, porque los temas recurren-tes en ella son la impunidad, la ausencia

VENiMOS A hABLAR DE OTRO MuNDO POSiBLELaura Bayer Yepes / [email protected]

En Colombia, la literatura negra no narra historias de crímenes que se resuelven. Según Gustavo Forero Quintero, quien también es abogado, el 95% de casos permanece en la impunidad, mientras que el 5% que sí

se soluciona, hacen parte de delitos financieros.

otro mundo posible porque reconoce lo que no funciona en el mundo actual.

TODO uN MOViMiENTOEl Congreso Internacional de Literatura es solamente una de las actividades que conforman la Semana Negra en Mede-llíN.N. (nombre preciso del evento) en la que también se incluyen exposiciones fotográficas y ciclos de cine relaciona-dos con el crimen y otros temas de la literatura negra.

El tema ha convocado el interés de invitados como el colectivo argenti-no Azabache, un grupo de artistas plás-ticos, cuyo ejercicio era crear pinturas en tiempo real, simultáneamente a las conferencias y, en algunas ocasiones, con la intervención del público. Entre los escritores de la ciudad que partici-paron, porque optaron por narrar sobre la criminalidad en la ciudad, estuvieron en el último encuentro Juan Diego Res-trepo Echeverri, Patricia Nieto y Reinal-do Spitaletta.

Reinaldo Spitaletta, por ejemplo, participó con una reflexión sobre la pros-titución en la ciudad. “Hablé de cómo la prostitución en Medellín no ha sido muy novelada ni poetizada, aunque hay algu-nos textos. Mi enfoque fue un recuento histórico desde la prostitución hospitala-ria y sagrada, hasta Lovaina de los años 40”, describe, además, que le parece extraño que a las disertaciones entre es-

critores de Medellín Negro acudan más los extranjeros que los ciudadanos de Medellín.

Por su parte, para la escritora ale-mana, Gisa Klönne, hacer novela negra es escribir sobre la supervivencia: “No podemos ignorar el hecho de que todos somos vulnerables”, afirma.

¿Por qué leer sobre lo que tanto nos afecta? “Porque no nos hace daño”, contesta ella. “La novela negra dota de capacidad a los lectores para que se iden-tifiquen con lo que temen. Es finita, no obstante, y nos da una justicia poética al final que nos satisface”.

A este espacio para la reflexión en torno al crimen llegan cada vez más ciudadanos y no sólo la comunidad aca-démica con que inició.

“No estoy de acuerdo con esas personas que rechazan las historias de narcos, de sicariato, porque dicen que de eso es mejor no hablar”, opina Fore-ro Quintero. Asegura que es necesario hablar del crimen para que la gente note que no vive en una sociedad estable y actúe.

La literatura está cumpliendo la labor de contar la realidad agobiante. El escritor ficciona porque no acepta que la barbarie que parece salida de un libro esté sucediendo en las calles. Y contar, publicar y, sobre todo, conversar sobre ello en la vida cotidiana, se vuelve una manera de creer que “otro mundo es po-sible”, como lo describe Gustavo Forero Quintero.

de autoridad legítima y de fe en un sistema, así como la carencia de in-vestigadores.

Sin embargo, nuestra literatura sirve como contención a la “peste”, es decir, la gue-rra y el terrorismo, según Zairo Anillo, ponente in-vitado al congreso. La literatura es una herra-mienta de reflexión que no explica el conflicto como tal, pero tiene una función catártica que nos hace sensibles a él. “La justicia realmente no se puede ejercer, el muerto sigue muerto y el am-biente que lo propició está ahí. Queda luchar para seguir viviendo”, dice, por su parte, Gisa Klönne, autora alemana invitada, quien ya completa ocho publi-caciones de novela negra en su país.

Para ella, decir quiénes fueron los criminales en sus historias mejora un poco la situación, pero no la repara. “Pero no hay manera de seguir viviendo si uno no es consciente de su pasado”, asegura.

En Medellín Negro confluyeron escritores y críticos de diversas discipli-nas, para discutir sobre literatura negra y el crimen como tema articulador. Uno de esos participantes, el semiólogo ar-gentino Diego García Conde, afirmó ver en Medellín, como en otras ciudades de América Latina, la construcción del mal a partir de los medios de comu- nicación.

“En un mundo mediatizado, la realidad es una construcción interesada. La información es representación de inte-reses, y es interesado decir qué es bueno y qué es malo”, dice García Conde y des-cribe que los medios, muchas veces, son los que legitiman la tortura, la naturalizan y personifican los enemigos que, a través de la historia, se han construido desde el poder.

Sin embargo, Gustavo Forero Quintero plantea que el hecho de que

un espacio como Mede-llín Negro haya crecido progresivamente en sus cuatro años de existencia, implica que la ciudadanía se ha dado cuenta de que el primer derecho que tie-ne es el de moverse con libertad.

“Cuando una per-sona se concientiza de sus derechos, puede ha-cerlos realidad y es muy posible la transforma-ción”, sostiene el docen-te y asegura que en Me-dellín Negro se habla de

La literatura negra le propone a Medellín reinterpretar sus expresiones de violencia. Foto: Laura Montoya Carvajal.

Las historias de la literatura negra con Medellín como escenario proponen a las personas nuevas relaciones con

su entorno. Foto: Laura Montoya Carvajal.

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CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 2014 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA 15

ARTE PARA CAMBiAR EL CENTROMaría Camila Carvajal Restrepo / [email protected]

rEPortaJE

El último sábado de cada mes, este espacio es para que los artistas locales y nacionales tengan la

oportunidad de interactuar con los transeúntes y habitantes del parque.

“El centro es un resumen de la ciudad y hasta del país, pero se nos olvidó y ahí fue cuando empezamos a sacar todo del centro, a desalojarlo, cuando lo que se tiene que hacer es todo lo contrario, es que es el único sitio que recibe todos los estratos sociales, todas las costumbres y a todos los habitantes”, plantea Jorge Melguizo Posada, primer gerente del centro de Medellín, una figura creada en 2004.

En el corazón de la urbe paisa está la Pla-za Botero, un referente turístico que es conocido como el parque de las escultu-ras por las obras del maestro Fernando Botero, donde también están una de las estaciones más transitadas del Metro, el Palacio de Cultura Rafael Uribe Uribe, el Hotel Nutibara, una de las iglesias más antiguas de la ciudad: La Veracruz.

Por eso, como espacio público que recibe a locales y turistas, la plaza se conserva viva y transitada, como escena-rio de actividades culturales promovidas por el Museo de Antioquia, organización que ve a la plaza como su antejardín.

“Ya era hora de trabajar en el en-torno inmediato, afuera de las salas de exposición del Museo. Así nace Vive la Plaza, un espacio para el arte público o el arte en el espacio público, que busca generar sentido de pertenencia desde lo artístico, la creatividad y la imaginación, a través de una serie de situaciones no convencionales para la plaza que puedan crear preguntas en las personas que nor-malmente la habitan”, explica Carolina Chacón, curadora adjunta del Museo de Antioquia.

El último sábado de cada mes, este espacio es para que los artistas lo-cales y nacionales tengan la oportunidad de interactuar con los transeúntes y habi-tantes del parque: fotógrafos y venteros ambulantes de sombreros, tinto y dulces. “Las actividades que hacen aquí son bue-nas para todos. Para los artistas porque muestran lo que saben hacer, para noso-tros porque es un sábado en el que pa-san cosas diferentes y llega más gente, entonces uno vende más y obviamente, porque uno aprende cosas”, reconoce Carlos Mario Restrepo, un fotógrafo de Plaza Botero.

La articulación de los parques del centro

consiste en que cada organización se encarga

de la iniciativa para aplicar en la plaza que tiene cerca: El Teatro Lido, Parque Bolívar,

Alianza Francesa, Parque San Antonio, Museo de Antioquia, Plaza Botero…”, explica

Carolina Chacón, curadora adjunta del Museo.

Esa plaza tiene, como casi todos los espacios públicos, sus normas, leyes y zonas propias, es más, ya ha sido pen-sada por sus habitantes cotidianos: los venteros ambulantes tienen su espacio de trabajo definido, los fotógrafos se encargan de cuidar las esculturas que todos los días usan en sus imágenes, los visitantes escogen la mejor zona a la hora de leer un periódico o conversar con amigos…, entonces, las actividades propuestas en Vive la Plaza comienzan con la selección de artistas que entien-dan esa dinámica. “El criterio para es-coger el artista o colectivo es que ya tengan una experiencia previa traba-jando en espacio público, en la ciudad o en otras ciudades y que, precisamente, su proyecto sea pensado o se adapte a ese contexto absolutamente específico: Plaza Botero en el centro de Medellín”, explica la curadora Chacón.

SiETE VECES ViVALa primera actividad de Vive la Plaza se realizó el primero de marzo con Me pre-sento, una actividad desarrollada por el colectivo Por estos días que consistió en que la gente se le presentara a la plaza y sus habitantes. “Me presento surge para reconocer quiénes habitan el lugar y para que entre ellos se conocieran, así que la gente podía usar un micrófono para decir lo que quisiera: su nombre, por qué esta-ba en Plaza Botero, hace cuánto tiempo pasa o trabaja allí, para qué promociona-rá sus productos…, en fin, hubo de todo”, recuerda Jaime Alejandro Carmona, inte-grante de Por estos días.

Luego, el 29 de ese mismo mes, llegó Wilson Arango, quien partió de reconocer el lugar como escenario de imágenes, producto del trabajo de quie-nes viven de la fotografía, y armó una gran estructura de madera con unos espejos donde la gente podía pintar su reflejo y los fotógrafos, contratados por

el Museo de Antioquia, tomaban las imágenes del evento.

En abril fue el turno de Martha Llano, quien puso a la gente a pensar de dónde vienen los alimentos y cuál es la importancia de un espacio natural en el corazón de la ciudad. Ella usó una circun-ferencia vegetal donde la gente podía aprender sobre las plantas que la com-ponían, identificarlas y sentarse junto a ellas, en medio de las construcciones del centro.

Al mes llegó Paulo Licona con una de las actividades que mejor respuesta tuvo del público porque unió su pro-yecto de piñatas gigantes con lo que más estigmatiza a Plaza Botero: los robos. Para ello, construyó cuatro piñatas: una en forma de celular y otra de cadena, los objetos más robados; y una en forma de cuchillo y otra de pistola, los objetos que más usan para intimidar.

La gente y los organizadores del Museo se encargaron de llenar las piña-tas que fueron golpeadas por la muche-dumbre en una “catarsis colectiva”. ¿Se imagina ver todo el centro de Medellín dándole “palo” a un revolver? “Eso fue de lo más emocionante y sólo lo logra el arte”, dice Carolina Chacón.

En junio, AKA, líder de la comuna 13 de Medellín y gestor de Agroarte en Unión entre comunas y Semillas del futu-ro, se unió a los campesinos caleños de Campo y Sabor para instalar en la plaza un mercado campesino. “Fue una ini-ciativa para unir campo y ciudad. La Red Colombiana de Agricultura Biológica, Re-cab , se encargó del mercado campesino y trajo 20 personas que tienen prácticas biológicas en sus fincas, luego estuvo el trabajo nuestro como raperos cantándo-le al agro y, finalmente, Campo y Sabor, un grupo de campesinos que le canta a las hortalizas: canción a la yuca, a la arra-cacha, al plátano, al maíz…, a través de sonidos agrofónicos”, resumió AKA.

En junio, el protagonista fue Jor-ge Velosa, el reconocido artista boya-cense, autor de canciones como La cu-charita y Rey sin corona, melodías que le cantan al campo y sus escenas coti-dianas. En agosto llegaron Peluqueras asesinas con su “motilof”. Este grupo de bogotanas propuso hacer cortes gra-tuitos de pelo, pero con la condición de que ellas definirían cuál era más apro-piado para quienes se interesaran. Esta activación buscaba integrar las peluque-rías del sector.

y SEPTiEMBRE… En septiembre no hubo Vive la Plaza. “Se había hecho un contrato por seis meses, y por ley de garantías no se alcanzó a re-novar, así que la actividad de septiembre no se hizo, pero ya hay vía libre para rea-lizar la actividad de octubre, en el marco del mes de Halloween y el mes de los muertos”, explica la curadora del Museo.

Vive la Plaza es un espacio que le abre las puertas a los artistas para que piensen la ciudad, para que, además, salgan de los museos y las salas de ex-posición y lleguen a la calle, pero, sobre todo, es una iniciativa que está logrando integrar y generar sentido de pertenen-cia en los habitantes cotidianos de Plaza Botero para hacer que en algún mo-mento el centro vuelva a ser el sitio de encuentro, la sala de la ciudad.

Romper piñatas en el centro fue la propuesta de Paulo Licona, quien reunió

gente de toda la ciudad en un acto catártico, a través de la diversión, para

decirle no a los hurtos en el centro. Foto: Cortesía Museo de Antioquia.

Una circunferencia de pasto, traída desde Santa Elena, fue el escenario para armar una huerta en Plaza Botero, lo que integró el corazón de la ciudad y el campo.

Foto: Cortesía Museo de Antioquia.

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UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 45 Octubre-Noviembre 201416 crónica

uN TEATRO PARA NO VERCarolina Correa Cano / [email protected]

La búsqueda constante de espacios para la inclusión en Medellín ha creado ofertas culturales innovadoras, cuyas protagonistas son las capacidades de los artistas que habitan la ciudad y que invitan al asombro.

Es de día pero todo está apagado, excepto los senti-dos. En el público hay ojos vendados y hay otros crista-lizados que no necesitan de vendas para dejar de ver. Silvia Congote, Blanca Duque y Joaquín Rendón están sentados en medio del lugar, frente a una mesa en la que hay hojas gruesas marcadas con hileras de puntos en relieve: historias escritas en Braille.

Blanca lleva su dedo índice al inicio del primer párrafo, con su otra mano ubica el micrófono para cerciorarse de que está a una cuarta de distancia, co-mienza a leer y lo que los asistentes escuchan es a un personaje de cuento que cobra vida.

“¿Personas ciegas leyendo teatro? Eso es algo que no ocurre todos los días”, afirma Nelson Pérez, promotor de lectura y dramaturgo que encontró otra forma de leer, de hacer teatro y de construir talento en Medellín: el Teatro en la Oscuridad.

Los espectadores se ríen con los comentarios del personaje que interpreta Joaquín Rendón, quien presta su voz y su entonación para que la imagina-ción de los presentes pueda recrear las escenas de la obra. “Cuando uno lo oye, percibe una cantidad de cosas, detalles y sensaciones que lo hacen vivir. Es como si todo estuviera pasando ante nuestra visión”, opina Silvia.

Adultos videntes e invidentes, jóvenes de insti-tuciones educativas, hombres y mujeres sin distinción de capacidades murmuran a lo largo de la función una misma frase: “esto es arte”. Y aunque esas palabras no lleguen a oídos de Nelson, que también está en la mesa principal porque encarna a un personaje, él sabe que por integrar, en una misma actividad, a un público tan variado, está logrando “hacer visible lo in-visibilizado, cambiar la mentalidad de la ciudad por-que todos tenemos que ver con la inclusión”, explica este hombre de voz serena que tanta seguridad le da a sus artistas.

Los actores tienen a su disposición instrumen-tos como latas, zapatos, palmadas y voces que, como efectos sonoros, incentivan y sincronizan las mentes de quienes están allí o en cualquier lugar a donde los transporte las historias. “Las personas invidentes podemos volver a sentir el teatro”, dice Silvia, mien-tras alza sus cejas, porque es experta en transmitir sensaciones.

Entre los asistentes se camufla Dora Montoya, voluntaria acompañante del Teatro en la Oscuridad desde hace cinco años. Ella, que es la seguidora fiel del equipo, sabe que “en cuestión de educación, estamos fallando desde el principio”, y pone como ejemplo el estado de Pensilvania, ubicado en el costado nororien-tal de los Estados Unidos, donde la lengua de señas hace parte de los contenidos básicos que se enseñan en todas las escuelas. “Eso es la inclusión, que todos estemos preparados para las distintas capacidades, para no dejar a nadie desprotegido”, añade sin dejar de mirar a esos lectores de teatro que vuelven a ser niños con su cuidado.

Cuando acaba la lectura de los textos, que lle-van por nombre Obras breves para gente brava, se encienden las luces, se quitan las vendas, se regresa del viaje literario y cada uno aterriza en la silla que, por media hora, le permitió hacer parte de este espec-táculo de sensaciones protagonizado por tres lectores de Braille. Ellos sonríen con los nervios de los buenos actores, tal vez porque, por lo fuerte de los aplausos, se dan cuenta de que son más de 100 personas los que disfrutan de su talento.

Los asistentes se acercan a la mesa y los felici-tan, les dicen que son grandes artistas, a lo que Blanca responde que “el secreto es practicar y seguir practi-cando”. Ella es abogada de la Universidad de Antioquia y hace parte del Comité de Inclusión de la Discapaci-dad correspondiente a la comuna 11, pero aplica toda su pasión en este teatro porque cree que por medio de él “las personas nos ponen atención, entienden que no somos desvalidos, sino que podemos hacer parte de todo tipo de espacios”.

Tener los ojos vendados y estar en medio de una obra de arte es tratar de ver más allá de lo físico y de las diferencias, de reconocer semejanzas y cons-truir a partir de esas capacidades en común. Es por eso mismo que la persona encargada de apoyar la logística del evento es Martha Liliana López, una bailarina de joropo con síndrome de Down, quien danza al ritmo de fuertes aplausos. “¿Para qué sirven estos espacios? Para decir que aquí se puede hacer algo: involucrar to-das las capacidades”, agrega Nelson con una voz que la admiración del público casi no deja escuchar.

Sonrisas, carcajadas, ceños fruncidos y labios mordidos son las señas que él mismo busca entre los asistentes para saber si está logrando su objetivo: dar-les reconocimiento social y ciudadano a estas perso-

nas. La literatura, las escenas evocadas y el espectáculo son una excusa para “enseñarle a la gente a escuchar. Si logramos escuchar, nos equivocamos menos”, nos entendemos y nos vinculamos como él lo ha venido ha-ciendo desde hace cuatro años y medio.

En la primera fila se encuentra Claudia Restrepo, quien no logra disimular su preocupación para que los actores hagan una presentación memorable. Sus manos la delatan: las mueve constantemente. Tal vez con ellas consigue percibir las emociones de quienes están a su lado, tal como las usa para leer su entorno cotidiano.

Ella es testigo de una de las posibilidades que brinda este teatro: “ponerse en los zapatos de otros”, hacer un intento por comprenderlos aunque sean per-sonajes, sentir. Sentir “alegría y orgullo. Orgullo de ellos, de lo que logran”, de su esfuerzo por superar barreras, por entregar la voz en un intento de acercar las letras a cualquier persona, porque así debe ser.

Luego de que se abren las puertas del lugar y de que el público ha salido, el elenco principal abandona la mesa que hace las veces de escenario y, cogidos de los hombros, caminan guiados por Dora. Todos, con sus pasos coordinados y con el mismo ritmo al andar, dejan de ser personajes para volver a sentir en carne y hueso los deseos humanos. Porque aunque Nelson cite al poe-ta Federico García Lorca quien dice que “el libro nos ali-menta el alma”, el estómago pide un poco más después de una gratificante función.

“Las hamburguesas me dicen ‘vengan, vengan’”, menciona Claudia, que se les ha unido con su bastón guía. El resto pone cara de no poder resistir más el ham-bre y se sientan a hacer lo que mejor saben: aprovechar los sentidos.

Dora las atiende y va dejando sobre las bandejas una reflexión: “cada vez tenemos que empezar a comu-nicarnos más con ellos, a abrir más espacios. Aún falta mucho, pero hay que dar los pasos”. El Teatro en la Os-curidad es un gran avance.

Mientras tanto, Silvia y Blanca hacen un balance de la obra y de sus respectivos desempeños. La primera se compromete a coordinar mejor el dedo índice con su voz, porque una de las capacidades de los lectores de obras en Braille es la rapidez para encontrar los párrafos que les corresponden.

Ellos son artistas del dedo y la voz, de la literatura y el teatro, de los sentidos y la imaginación. Ellos son los artífices de un teatro que no se ve, seguramente porque todavía permanece en medio de la oscuridad.

El Teatro en la Oscuridad nace del deseo de acercar a todo tipo de público obras literarias en las que comprendan las

realidades humanas. Foto: archivo de la Sexta Parada Juvenil de la Lectura

La imaginación, protagonista del teatro a oscuras. Foto: archivo de la Sexta Parada Juvenil de la Lectura

El teatro en la oscuridad exige otras sensibilidades también a los inteérpretes. Foto: archivo de Comfenalco Antioquia,

sede Medellín.

“Eso es la inclusión, que todos estemos preparados para las distintas capacidades, para no dejar a nadie desprotegido”. Dora Montoya.“Si logramos escuchar, nos equivocamos menos”. Nelson Pérez.

“¿Para qué sirven estos espacios? Para decir que aquí se puede hacer algo: involucrar todas las capacidades”. Nelson Pérez.