PÉREZ BOWIE, J. a. Pragmática de La Lírica

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  • 7/24/2019 PREZ BOWIE, J. a. Pragmtica de La Lrica

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    Pragmtica de la lrica: la enunciacin en primera

    persona ajena en la poesa funeraria y m itolgica

    de los Siglos de Oro

    Jos Antonio Prez B owie

    Universidad de Salamanca

    La aplicacin de un enfoque pragmtico al anlisis de la poesa lrica ha proporciona-

    do ya aportaciones valiosas que abordan los complejos problemas de la caracterizacin

    de un tipo de mensajes que, por las peculiaridades de su enunciacin, han de ser diferen-

    ciados no slo frente al uso estndar de la lengua sino tambin p or oposicin a otras ma-

    nifestaciones de la comunicacin literaria. En tales aportaciones se pone de manifiesto

    cmo la lectura lrica de un texto es el resultado de una serie de convenciones que me-

    diatizan el acercamiento del lector al mismo y su ulterior decodificacin (Genette, Cu-

    11er, Schwarze)

    1

    a la vez que se llama la atencin sobre el carcter problemtico del

    yo

    l-

    rico,

    resultado siempre de una enunciacin previa y, por consiguiente, ficticio

    (Hamburger, Stierle)

    2

    .

    Entre estos trabajos que tienen como objetivo una aproxirriacin a la especificidad de

    la comunicacin lrica, es de obligada referencia el de Yurij I. Levin

    3

    en el que se intenta

    disear el estatuto comunicativo del poema partiendo de la existencia de tres parejas de

    interlocutores simultneas E-R explcitos, E-R implcitosyE-R reales) y de las diversas

    manifestaciones de la primera de ellas, es decir elyo y el t que aparecen funcionando

    respectivamente como responsable y destinatario de la emisin. En un artculo mo ante-

    rior he utilizado las propuestas de Levin para llevar a cabo un acercamiento a la lrica

    ' G.

    GENETTE, Figures II

    (Pars: Seuil. 1969). J.

    CULLER,

    Potica de la lrica en

    Potica estructu-

    ralista

    (Barcelona: Anagrama, 1978). C. Schwarze: Testi l ir ici come testi persuasivi en Albano-Pi-

    gliasco (eds.):

    Retorica e scienze del linguagio

    (Roma: Bulzoni , 1979) .

    2

    K.

    HAMBURGER,

    Logique des genres littraires

    (Pars: Seuil, 1986). K.

    STIERLE,

    Identit du dis-

    cours et trangression lyrique en

    Potique,

    32, 1977.

    3

    Y. I.

    LEVIN,

    La poesa lrica sotto il profilo d ella comunicazione en AAV V :

    La semitica nei

    paesislavi

    (M ilano: Feltrinelli , 1979).

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    7 7 8

    JOS ANTONIO PREZ BOWIE

    amorosa de los Siglos de Oro desde una perspectiva pragmtica

    4

    . Apuntaba all la renta-

    bilidad que poda obtenerse de la aplicacin de esta tipologa y llevaba a cabo para de-

    mostrarlo el anlisis de un conjunto de sonetos amorosos caracterizados por el complejo

    diseo de la situacin comunicativa intratextual: el sujeto de la enunciacin -explcito o

    no- actuaba como introductor de una nueva situacin com unicativa en la que el papel de

    enunciador pasaba a ser desempeado por un personaje producto del discurso del prime-

    ro. El esquema, bastante reiterado en los textos lricos de los siglos XV I y XV II, funcio-

    nara como una de las convenciones distanciadoras de la expresin autobiogrfica carac-

    terstica de nuestra po esa clsica.

    La descripcin del estatuto comunicativo del poema que Levin lleva a cabo puede

    brindar, deca all, resultados muy satisfactorios para un acercam iento pragm tico a la l-

    rica de ese periodo: la caracterizacin de determinados subgneros, la relacin de la tipo-

    loga semntica del poema con la de su estatuto comunicativo, la posibilidad de detectar

    la interdependencia entre ste y el esquema mtrico seran algunas de las posibles direc-

    ciones de investigacin.

    Quiero centrarme en estas pginas en la descripcin de otro procedimiento observa-

    ble con cierta frecuencia en la poesa del mismo periodo y que desempea idntica fun-

    cin reforzadora de la ficcionalidad: me refiero a la construccin del poem a com o una si-

    tuacin comunicativa en la que el sujeto de la enunciacin (un yo explcito) es lo que la

    terminologa de Levin denomina primera persona ajena, esto es, un ser no identificable

    con elyo autorial.

    N o es preciso insistir en que elyo de la comunicacin potica, elyo lrico, es siem-

    pre,

    en cuanto resultado de una enunciacin previa, un enunciador enunciado y, consi-

    guientemente, ficticio; adems de problemtico en cuanto no puede ser definido de

    acuerdo con ningn patrn inamovible

    5

    . Las relaciones de esteyo,hablante del poema, y

    de lyo del autor se han presentado a lo largo de la historia en una considerable variedad

    de manifestaciones: existen poemas, que constituyen el mximo ejemplo de transparen-

    cia, en los que no resulta en absoluto difcil trazar puentes entre ambos; pero lo habitual

    es que elyo lrico funcione como mscara delyodel autor, ya sea como una enunciacin

    fuertemente convencionalizada (el caso de la poesa petrarquista), ya como un personaje

    totalmente desgajado (el poema concebido como monlogo dramtico); el caso extremo

    lo constituye el de los heternimos donde el discurso del sujeto de la enunciacin enun-

    ciada genera a su vez una personalidad ficticia a la que se adjudica la responsabilidad de

    la enunciacin efectiva

    6

    .

    4

    J. A. PREZ BOWIE, L a

    complejidad

    de l

    esquema comunicativo lrico como refuerzo

    de la ficcio-

    nalizacin. Algunos ejemplos

    de la

    poesa

    d el

    Siglo

    d e

    Oro

    enInvestigaciones Semiticas

    til.

    Actas

    de l

    111 Simposio Internacional

    de

    Semitica

    (Madrid:

    UN ED, 1990), vol. II,247-256.

    5

    Cf.

    STIERLE, art. cit.,

    438 . N o

    obstante, existen opiniones

    que se

    manifiestan

    en

    contra

    de

    este

    qu e

    llaman prejuicio

    de la

    impersonalidad lrica abogando

    por la

    identificacin, posible

    en

    muchos casos

    de l

    yo lrico

    con el

    yoautorial.Vase,

    po r

    ejemplo

    S.

    R EISZ DE RIVAROLA,Teorayanlisisde l texto

    lite-

    rario

    (Buenos

    Aires:

    Hachette,

    1989), 207 y ss.

    6

    Sobre

    la

    cuestin

    de los

    heternimos vase

    R .

    BRCHON,

    Le jeu des

    hetronymes:

    la

    conscience

    et le

    mondeenArquivos doCentro Cultural

    Portugus XXX, 1985.

    Tambin

    A.

    CRESPO,Lavida plural

    de Fernando Pessoa(Barcelona: Seix Barral,

    1988).

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    PRAGMTICA

    DE LA

    LRICA

    7 7 9

    N o puede olvidarse, si se intenta com prender la lrica de nuestros Siglos de Oro , el

    peso que sobre la expresin potica llegaban a ejercer las imposiciones de la convencin;

    en realidad, en toda la poesa occidental hasta el R om anticismo la manifestacin de las

    pasiones y sentimientos ha estado mediatizada por el uso de mscaras consagradas por

    una tradicin secular (pinsese, por ejemplo, en la larga pervivencia de los estereotipos

    del amor corts); slo a partir de entonces la persona se individualiza (y con ella su ms-

    cara) para organizar desde s la realidad en torno, organizacin que acarrear la distin-

    cin entre elyo del poema y el poeta, constituido en el artesano que pule cuidadosa-

    mente el poem a para m ostrar en l los juegos de su fantasa

    7

    .

    La referida utilizacin de una primera persona ajena como sujeto de la enunciacin

    enunciada es una ms de las convenciones de la poesa de los siglos clsicos que se su-

    mab a a otros procedimientos marcadores de la distancia entre elyo lricoy elyo autorial,

    como la creacin de personajes ficticios a quienes atribuir el discurso amoroso

    {hroe l-

    rico,

    en la no muy afortunada denominacin de Levin o la utilizacin de m oldes com uni-

    cativos estereotipados). La originalidad de los creadores se pona de manifiesto, ya que

    no en los temas (impuestos por la imitacin de los modelos clsicos), en el tour de for-

    c a que someta a tales procedimientos para presentarlos como novedosos. La atribu-

    cin a un ser no inidentificable con el yo au torial de la responsabilidad de la comunica-

    cin es, como apunta Levin, un procedimiento arriesgado que puede bloquear la

    comunicacin por las dificultades que encontrar el lector para elaborar a partir de l la

    imagen del yoimplcito;dificultades que se exacerban cuando esa primera persona ajena

    es un ser inanimado. De ah que no sea un procedimiento excesivamente frecuente en

    ninguna poca y que en la poesa clsica aparezca en los subgneros ms fuertemente

    convencionalizados: la lrica de carcter funerario y la de tema m itolgico.

    El esquema ms habitual de la lrica funeraria es el que Levin designa com o /propia

    / / impropia: el hablante lrico interpela al difunto a la vez que entona su panegrico, o

    bien se dirige, con idntico propsito exaltador, a la figura convencional del peregrino

    o cam inante que pasa junto a la tumba sobre cuya losa ha de presuponerse que est es-

    culpido el mensaje. Pero en ciertas ocasiones figura como responsable de la enunciacin

    una primera persona ajena, por lo general el propio difunto, quien reflexiona sobre su ya

    culminada existencia; el ttulo -aadido generalmente por el editor- resulta a veces la

    nica clave para identificar al hablante lrico. V ase com o muestra el soneto XV I de Gar-

    cilaso titulado Para la muerte de don Hernando de Guzmn:

    N o las francesas armas odiosas,

    en contra puestas del airado pecho,

    ni en los guardados muros con pertrecho

    los tiros y saetas ponzoosas;

    no las escaramuzas peligrosas

    ni aquel ruido fiero contrahecho

    d' aquel que para Jpiter fue hecho

    por manos de V ulcano artificiosas,

    7

    A.

    CARRENO, La dialctica de la personalidad en la poesa contempornea

    (Madrid: Gredos,

    1982),

    28.

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    780 JOS ANTONIO PREZ BOWIE

    pudieron, aunque yo ms me ofreca

    a los peligros de la dura guerra,

    quitar una hora sola de mi hado;

    mas inficin del aire en solo un da

    me quit al mundo y m'ha en ti sepultado,

    Partnope, tan lejos de mi tierra

    8

    .

    Lo poco habitual de este esquema en comparacin con los dos anteriormente citados

    se explica no tanto por la rareza de la situacin comunicativa, admisible dentro de la con-

    vencin que hace figurar al difunto como enunciador de su epitafio, como por lo chocan-

    te que resulta poner en boca del fallecido su propio elogio; y prescindir de ste significa-

    ba renunciar a la finalidad esencialmente panegrica del subgnero que nos ocupa. De ah

    que el poema de Garcilaso el autoelogio aparezca desplazado por la reflexin sobre la

    fragilidad de la existencia humana. El esquema en cuestin tiene, por ello, ms sentido

    cuando el difunto no es una persona digna de alabanza sino alguien de conducta execra-

    ble,

    en cuyo caso el parlamento que se le atribuye funciona como palinodia. Un ejemplo

    de ello puede ser el soneto de Quevedo que lleva por ttulo Lamentable inscripcin para

    el tmulo del Rey de Suecia Gustavo Adolfo:

    Rayo ardiente del mar helado y fro

    y fulminante aborto tend el vuelo;

    incendio primognito del yelo,

    logr las amenazas de mi bro.

    Fatigu de Alemania el grande ro;

    crecle y calent con sangre el suelo;

    azote permitido fui del cielo

    y terror del augusto seoro.

    Y bala providente y vengadora,

    burlando de mi arns, defensa vana,

    me trujo negro sueo y postrer hora.

    Y despojo a venganza soberana

    alma y cuerpo, me llora quien me llora:

    el que los pierde qu victoria gana?

    9

    No obstante, se pueden encontrar ejemplos de poemas funerarios construidos sobre

    este esquema comunicativo en los que el elogio del difunto constituye el ncleo temti-

    co.

    Se trata, por lo general, de composiciones concebidas como mero ejercicio retrico,

    como el siguiente soneto de Gngora dedicado a la muerte de la duquesa de Lerma. En

    l,

    la compleja formulacin de las imgenes y la desmesura de la hiprbole ahogan el

    temblor de emocin que se perciba en el texto garcilasiano, tras la voz de cuyo hablante

    lrico se poda reconstruir sin dificultad la imagen del

    yo implcito:

    Lilio siempre real, nasc en Medina

    del Cielo, con razn, pues nasc en ella;

    8

    Cito porPoesas castellanas completas ed. de E. L.

    RIVERS

    (Madrid: Castalia, 1979).

    9

    Cito porPoesa original completa ed. de J. M.

    BLECUA

    (Barcelona: Planeta, 1981).

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    PRAGM TICA DE LA LR ICA 78 1

    ce de un duque excelso, aunque flor bella,

    de rayos ms que flores frente digna.

    Lo caduco esta urna peregrina,

    oh peregrino, con majestad sella;

    lo fragante, entre una y otra e strella

    vista no fabulosa determina.

    Estrellas son de la guirnalda griega

    lisonjas luminosa s, de la ma

    seas obscuras, pues ya el Sol corona.

    La suavidad que expira el mrmol (llega)

    del muerto lilio es, que aun no perdona

    el santo olor a la ceniza fra

    10

    .

    El grado mximo de distanciamiento entre elyo explcitodel poema y la imagen del

    yo implcito que, a partir de aqul, construye el lector, lo constituye la parodia. Pueden

    citarse a ttulo de ejemplo v arios de los poemas qu e integran la serie Epitafios fnebres

    a diversos sepulcros, de Lope de V ega, en donde la reflexin angustiada que produce la

    presencia de la muerte deja paso a una actitud desenfadada, pe rceptible incluso en el me-

    tro al desplazar la agilidad de los octoslabos agrupados en redondillas a la andadura so-

    lemne de los endecaslabos del soneto:

    M oza fui, goc mi edad; Hend, romp, derrib,

    pero cuando vieja fui, raj, deshice, rend,

    otros gozaron por m desafi, desment,

    su hermosura y libertad.. venc, acuchill, mat.

    Setenta aos vi el sereno Fui tan bravo que me alabo

    cielo,vivilos al justo, en la misma sepultura.

    los cuarenta con mi gusto M atme una calentura.

    los treinta con el ajeno. Cul de los dos es ms bravo?

    (De Falsirena, vieja) (De Filonte, bravo)

    1

    '

    La voz del difunto no es la nica que puede funcionar como responsable de la enun-

    ciacin en los casos en que sta se encomienda a una primera persona ajena. Para evitar

    que sea el propio difunto el autor de su panegrico se recurre al expediente de sustituir su

    voz por la de la Fama o por la del mrmol, soporte material del mensaje. La fuerte con-

    vencionalidad el subgnero exacerbada en poemas de circunstancias (resultado en su ma-

    yora de justas poticas convocadas para cantar las alabanzas de alguna personalidad de-

    saparecida) convierte en tan problemtica como en los casos anteriores la construccin

    10

    Cito por

    Sonetos completos,

    ed. de B.

    CIPLIJAUSKAIT

    (M adrid: Castalia, 19 69). La muerte de la

    duquesa de Lerma origin una serie de poemas, que, probablemente, fueron consecuencia de una acade-

    mia literaria convocada a tal efecto. El mismo Gngora tiene otro soneto con idntico tema, el que co-

    mienza A yer deidad hum ana, hoy po ca tierra. V ase al respecto la nota que B. Ciplijauskait incluye

    en la p. 207 de la edicin citada.

    1

    ' Cito por

    Poesa lrica,

    ed. de Luis

    GUARNER

    (M adrid: Bergua, 1935).

    AISO. Actas II (1990). Jos Antonio PREZ BOWIE. Pragmtica de la lrica: la enu...

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    78 2 JOS ANT ONIO PR EZ BOW IE

    d elaimagen del

    yo implcito

    y di f icul ta enormemente ,pore l lo ,elp roceso de identifica-

    c indell ec to r . V aseunamues t radeambas pos ib i lidades :

    Yosoy la quelevanto

    delasepulturaalhombre

    y

    con mi voz

    puedo tanto

    que hago inmortalelnombre

    delosfamososquecanto;

    conmillenguasyclamores

    cantarde losmayores

    elmsfamoso mayor,

    yelmonarca emperador

    de reyesyemperadores.

    12

    M emoriasoy del msglorioso pecho

    que Espaaen sudefensaviotriunfante;

    en

    mi

    podrs, amigo caminante,

    un rato descansardellargo trecho .

    Lgrimasdesoldadoshandeshecho

    enmi lasresistenciasdeldiamante;

    yo cierroal que alocasoy allevante

    su victoriadiocrculo estrecho.

    Estas armas viudasde sudueo,

    que vistenen funesta valenta

    este,sihumilde, venturoso leo,

    del grande Osunason; l lasvesta

    hastaqueapresuradoelpostrer sue o,

    le ennegreciconnocheelblanco da

    13

    .

    Consideremos, por ltimo, como ejemplo de recurrencia a una primera persona ajena,

    la introduccin como hablante lrico de un ser humano de distinto sexo del yo autorial y,

    por tanto, inidentificable con l. El sujeto de la enunciacin a quien se enconmienda el

    planto puede ser, as, la amada del difunto, como en el siguiente soneto de Trillo y Fi-

    gueroa que lleva por ttulo ltimos afectos de una dama mirando el sepulcro de su

    amante:

    Si con morir pudiera mejorarte,

    si viviendo pudiera no perderte,

    qu poco mereciera con la muerte

    qu poco me debieras por amarte

    12

    Hernando de Acua: Epigrama a la muerte del emperador Carlos V;cito por Varias poesas,

    ed .

    de L. F.DAZ LARIOS

    (M adrid: Ctedra, 1982).

    13

    FRAN CISCO DE QUEVEDO, Epitafio delsepulcro y con lasarmas del propio [duque deOsuna].Ha-

    bl a

    el

    mrmol;

    enPosa o riginal com pleta, ed. cit.El

    carcter circunstancial

    de

    este tipo

    de

    poemas

    se

    pone

    de

    manifiesto

    al

    comprobar

    que es una

    reproduccin

    con muy

    pocas variantes

    del

    titulado T mulo

    a V iriato. Como ejemplo de primera persona ajena noanimada puede citarse otro soneto deQuevedo, el

    que lleva por ttulo Tmulo aColn, en el que el hablante lricoes untrozo demadera de lanavedel

    Almirante.

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    PRAGM TICA DE LA LR ICA 78 3

    Si con llorar pudiera co nsolarte,

    si risuea pud iera no ofenderte,

    qu poco me costara el merecerte

    oh, cunto mereciera en olvidarte

    Si la eleccin me fuera permitida,

    si en tus cenizas abrigar la pena,

    que ardiente parasismo es de mi vida,

    oh, cuan gozosa en la fatal cadena

    aprisionara la alma condolida,

    que tanto est de libertad ajena

    l4

    Este tipo de esquema comunicativo, aunque de gran tradicin en la lrica elegiaca

    (pinsese en las endechas de la poesa popular medieval) y, por consiguiente, tan conven-

    cional como los anteriores, aporta un mayor grado de verosimilitud en cuanto facilita al

    lector la construccin del

    yo implcito

    y propicia el funcionamiento de los mecanismos

    identificadores.

    Pasemos a continuacin a ver algunas muestras de poemas que utilizan igualmente el

    recurso de un

    yo exp lcito

    inidentificable con el

    yo autorial,

    pertenecientes a otro subg-

    nero lrico asimismo muy mediatizado por la convencin: la poesa de tema mitolgico-

    legendario.

    Las referencias a la Antigedad greco-latina constituan un captulo obligado en el

    marco de una cultura deslumbrada por los modelos de aqulla y reelaboradora incansable

    de sus temas. Tales referencias adoptan, por lo general, la forma de una comparacin ex-

    plcita entre la situacin del hablante lrico y una situacin semejante vivida por algn

    personaje mitolgico o legendario; en la estructura del soneto los cuartetos suelen pre-

    sentar la escena de la Antigedad mientras que los tercetos desarrollan la comparacin

    con el estado actual del

    yo lrico

    1 5

    .

    Un procedimiento ms indirecto consiste en una

    enunciacin narrativa previa que introduce la escena mitolgica para posteriormente ce-

    derle la voz al personaje. En tales casos, la comparacin con la situacin sentimental del

    hablante lrico (narrador de la escena) est implcita. El grado mayor de distanciamiento

    los constituye el esquema al que me refiero: se introduce directamente la voz del perso-

    naje (identificable a travs del ttulo o de las alusiones incluidas en su discurso), el cual

    aparece, as, como una primera persona ajena. En todos los casos la referencia al mundo

    clsico funcionara, adems de como elemento distanciador de la expresin de los pro-

    pios sentimientos, como paradjico refuerzo de los mismos al resultar equiparables con

    los del arquetipo de la Antigedad con el que el

    yo imp lcito

    se identifica.

    La imagen de este

    yo implcito

    se reconstruye a partir del personaje que figura como

    sujeto de la enunciacin, el cual acta como trmino imaginario de una metfora

    in ab-

    14

    Cito por Poetas lricos de los siglos XVIy XVII B.A.E., n. 42 (M adrid: R ivadeneyra, 1951).

    15

    La referencia mitolgica puede estar implcita y la comp aracin del

    yo

    lrico con el hroe puede

    ser deducible de las alusiones contenidas en el discurso de aqul. As, en el soneto de Herrera que co-

    mienza Subo con tan gran peso quebrantado es transparente la referencia al personaje de Ssifo. Puede

    verse el comentario que de dicho soneto hace R. SENABRE en Sobre la lrica de Herrera: teora y prcti-

    ca, incluido enHom enaje al profesor Antonio Vilanova (Barcelona: Universidad, 1989).

    AISO. Actas II (1990). Jos Antonio PREZ BOWIE. Pragmtica de la lrica: la enu...

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    7 8 4

    JOS ANTONIO PREZ BOWIE

    senta

    en la que aqul sera el trmino real, comprensible a partir de la presuposicin de

    una situacin comunicativa introductoria formulable en los siguientes trminos: Yo

    (personaje implcito) soy semejante a X (personaje explcito-sujeto de la enunciacin),

    quien en mi situacin hubiera dicho lo siguiente (enunciado) El

    t explcito,

    en el caso

    de aparecer, se encontrara en idntica situacin sustitutoria respecto del destinatario de

    mensaje delyo implcito.

    V eam os como ejemplo el siguiente soneto de Juan de Arguijo cuyo tema es el reco-

    nocimiento de la fuerza de la pasin amorosa, inconmensurablemente mayor que la forta-

    leza fsica: el

    yo implcito

    aparece m etaforizado en la figura de H rcules, quien, con todo

    su vigor es incapaz de romper las cadenas del amor:

    El jabal de Arcadia, el len emeo,

    el toro a los cien pueblos pavoroso,

    cayeron a mis pies, y victorioso

    de la hidra me vio el lago Lerneo.

    El can de tres gargantas y T ifeo,

    fieras guardas del claustro tenebroso,

    no burlaron mi intento generoso,

    ni le vali caer al fuerte Anteo.

    Ejemplos de mi ilustre vencimiento

    son Aceloo, Busiris y Diomedes

    y el rey a quien huir Hesperia mira;

    mas por qu ufano mis victorias cuento,

    cautivo en tu prisin? Cunto ms puedes

    si me rendiste, oh, bella Deyanira

    16

    De igual modo, la queja de Dido,

    yo explcito

    en el siguiente soneto de Fernando de

    Herrera, resulta fcilmente interpretable como la queja del

    yo implcito,

    vctima de la ma-

    ledicencia por su generosidad en la entrega apasionada y sin condiciones al ser amado:

    N o bast, al fin, aquel estrago fiero

    del fuerte muro i del sidonio techo,

    i aver trado al cativerio estrecho

    a quien a Italia quebrant primero;

    sino a un infame drdano extrangero,

    a quien, o R oma , padre tuyo as hecho,

    dezir que di, rendida, el limpio pecho,

    i pagu al impo Amor injusto fuero.

    T anto pudo la invidia, pudo tanto

    la musa de V irgilio mentirosa,

    qu'os manchar mi nombre esclarecido?

    A

    Hrcules;

    enPoetas lricos de lossiglos XVI yXVII ed. cit.

    AISO. Actas II (1990). Jos Antonio PREZ BOWIE. Pragmtica de la lrica: la enu...

  • 7/24/2019 PREZ BOWIE, J. a. Pragmtica de La Lrica

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    PRAGM TICA DE LA LR ICA 78 5

    M as la verdad, mayor que su alto canto,

    dir que menos casta y generosa

    Lucrecia fue que la fenissa Dido

    17

    .

    Las palabras que Quevedo pone en boca de Anbal en es te o tro tex to caben, igual-

    mente, ser in terpretadas como el desencanto del yo implcito ante una v ida de la que no le

    res tan esperar s ino pesares y desengaos:

    Quitemos al R omano este cuidado,

    y un nmero a sus muchos prisioneros,

    pues me temen, los cnsules severos,

    amenaza caduca de su estado.

    Impaciente a los trminos del hado

    salga la alma que arm tantos guerreros:

    no aprendan a servir estos postreros

    aos,que del afn he reservado.

    Prdigo del espritu y la vida,

    despreci dilatar vejez cansada:

    venganza les dar, no triunfo y gloria.

    Que es desesperacin bien entendida

    buscar m uerte a la afrenta anticipada

    que a guardar la vida a la m emoria

    18

    .

    La u t i l izacin del procedimiento t iene tambin lugar en contextos ldicos o pardi-

    cos. As , en el s iguiente soneto de Gn gora t i tu lado De una quin ta del conde de Sal inas ,

    r ibera del Du ero , el r o asu m e la f igura an tropom rfica del Pad re T ber de la mitolo ga

    romana, pero s lo para cantar las excelencias de la f inca de recreo del mecenas s i tuada a

    sus orillas:

    De ros soy el Duero acom paado

    entre estas apacibles soledades,

    que despreciando m uros de ciudades,

    de lamos camino coronado.

    Este, que siempre veis alegre, prado

    teatro fue de rsticas deidades,

    plaza ahora, a pesar de las edades,

    deste edificio a Flora dedicado.

    Aqu se hurta al popular ruido

    el Sarmiento real, y sus cuidados

    parte aqu con la verde Primavera.

    17

    Cito por

    Poesa castellana original completa,

    ed. de

    CRISTBAL CUEVAS

    (M adrid: Ctedra, 1985);

    figura, sin ttulo, en la p. 340.

    18

    Fun eral discurso de An nibal, tomand o el veneno para mo rir, vindose viejo, solo y desterrado ;

    ed. cit.

    AISO. Actas II (1990). Jos Antonio PREZ BOWIE. Pragmtica de la lrica: la enu...

  • 7/24/2019 PREZ BOWIE, J. a. Pragmtica de La Lrica

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    786 JOS ANTONIO PREZ BOWIE

    El yugo desta puente he sacudido

    por hurtarle a su ocio mi ribera.

    Perdonad, caminantes fatigados

    19

    .

    Y ya en un contexto totalmente pardico, se encontrara el empleo que de la primera

    persona ajena como sujeto de la enunciacin hace Lope de Vega en el soneto titulado

    Lamntase Manzanares de tener tan gran puente:

    Qutenme aquesta puente que me mata,

    seores regidores de la villa;

    miren que me ha quebrado una costilla;

    que, aunque me viene grande, me maltrata.

    De bola en bola tanto se dilata,

    que no la alcanza a ver mi verde orilla;

    mejor es que la lleven a Sevilla

    si cabe en el camino de la Plata.

    Pereciendo de sed en el esto,

    es falsa la causal y el argumento

    de que en las tempestades tengo bro.

    Pues yo con la mitad estoy contento,

    triganle sus mercedes otro ro,

    que le sirva de husped de aposento

    20

    .

    En tal caso estaramos ya en el lmite de otros gneros como la adivinanza o el enig-

    ma, caracterizados por el predominio de la funcin ldica del lenguaje, y en los cuales la

    utilizacin de la primera persona ajena se constituye en marca distintiva.

    Como conclusin tras este breve recorrido por algunas muestras de la lrica de los Si-

    glos de Oro se puede establecer que el uso como sujeto de la enunciacin de una primera

    persona no identificable con el yo autorial no es un procedimiento excesivamente fre-

    cuente; su rareza obedece a las dificultades que entraa para el lector la construccin del

    yo implcito con el consiguiente fallo de los mecanismos identificadores. De ah que su

    aparicin se detecte en los subgneros ms fuertemente mediatizados por la convencin,

    como la poesa funeraria y la de tema mitolgico. En la primera, est apoyado por la con-

    sideracin convencional del epitafio como un mensaje postumo del difunto, si bien la fi-

    nalidad panegrica que suele tener este subgnero provoca que aqul sea sustituido como

    hablante lrico por otros enunciadores (abstracciones u objetos inanimados) para evitar la

    situacin chocante de que sea el fallecido quien entone su propio elogio. En la lrica de

    tema mitolgico el uso del procedimiento est basado en la relacin identificadora del yo

    implcito

    con un personaje de la Antigedad greco-latina, identificacin que propicia la

    potenciacin de los sentimientos de aqul.

    19

    Sonetos completos, ed. cit.

    20

    Poesa lrica, ed. cit.

    AISO. Actas II (1990). Jos Antonio PREZ BOWIE. Pragmtica de la lrica: la enu...