Una mañana Pedro abrió la puerta del jardín y se dirigió hacia los prados verdes.

Sobre la rama más alta de un gran árbol había un pequeño pájaro, amigo de Pedro:

- Todo está muy tranquilo aquí arriba –le dijo.

Mientras un pato se bañaba contento en el estanque que había en medio del prado.

El pájaro voló hasta posarse sobre la hierba y batiendo las ales le dijo al pato:

- Qué clase de pájaro eres tú que no sabes volar? - Y qué clase de pato eres tu que no sabes nadar? – le

replicó el pato tot matiéndose en el agua.

Discutieron intentando demostrar sus habilidades hasta que algún sonido distrajo la atención de Pedro.

Era el gato, que se aproximaba silencioso hacia el pájaro, mientras se le hacía la boca agua.

- Atención! – le gritó Pedro.El, pájaro revoloteó hasta ponerse a seguro sobre

la rama de un árbol.Desde el estanque, el pato gritaba indignado,

gritando “cuac-cuac”. El gato, hambriento vigilaba el pájaro que seguía sobre el árbol.

En aquel preciso momento apareció el abuelo de Pedro. Estaba muy enfadado porque su nieto se había aventurado solo en el prado.

- ¡Es un lugar peligroso! Podría salir algún lobo del bosque y eres demasiado pequeño para andar solo.

- Los niños como yo no tenemos miedo de los lobos y nos gusta recorrer los prados.

Pero el abuelo cogió a Pedro del brazo y se lo llevó de regreso a casa.

Justo cuando Pedro se hubo marchado, un enorme lobo gris apareció del bosque.

Veloz como un rayo, el gato se subió sobre el árbol, pero el pato se precipito desorientado fuera del estanque gritando desesperado. Pese a sus esfuerzos, el lobo corría más rápido y se acercaba cada vez más al indefenso pato, hasta que se le pilló.

Detrás de la puerta de su jardín, Pedro observaba todo lo que pasaba. Corrió hacia la casa, cogió una cuerda bien fuerte y se subió a un muro que llegaba hasta las ramas más altas del árbol.

Entonces Pedro le dijo al pájaro: - ¡Ayúdame a atrapar al lobo!. Vuela sobre

su cabeza con cuidado…El pájaro voló con mucha agilidad casi

rozando el hocico del lobo; el lobo daba dentelladas intentando comerse al pájaro.

Mientras, el valiente Pedro hizo un nudo corredizo en la cuerda e hizo bajar al gato muy lentamente hasta que enganchó la cuerda en la cola del lobo. El lobo, al sentirse atrapado estiraba con más fuerza, estirando así el nudo cada vez más.

Entonces unos cazadores que que habían ido siguiendo las huellas del lobo salieron de pronto del bosque disparando sus rifles de caza.

- ¡No disparéis! El pájaro y yo hemos atrapado al lobo! Ayudadnos a llevarlo al zoológico.

Después de desatarlo, se inició la marcha triunfal: Pedro abría contento el desfile; detrás los cazadores vigilando al lobo y cerrando la marcha el abuelo y el gato. Por encima volaba el pájaro cantando alegremente. Si os fijáis, podréis escuchar el pato que grazna dentro de la barriga del lobo, porque había conseguido zampárselo vivo.