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PERCEPCIN SOCIAL DE LA CIENCIA

F RANCISCO J OS R UBIA V ILA(D IRECTOR )

I SABEL F UENTES J ULIN Y S ANTOS C ASADO DE OTAOLA ( C OORDINADORES )

ACADEMIA EUROPEA DE CIENCIAS Y ARTES ESPAA

UNEDEDICIONES

Director del proyecto: Prof. F. J. Rubia Vila Coordinadores: Isabel Fuentes y Santos Casado

Percepcin Social de la Ciencia

edita: Academia Europea de Ciencias y Artes isbn: 84-609-0239-0 depsito legal: Mimprime:

ndice

PRESENTACIN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . INTRODUCCIN. Francisco J. Rubia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La ciencia y el ciudadano CULTURA CIENTFICA Y PARTICIPACIN FORMATIVA. Jos Antonio Lpez Cerezo y Jos Luis Lujn . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LA DEMOCRACIA TECNOLGICA. Miguel A. Quintanilla . . . . . . . . . . . . EL RETO DE LA ADMINISTRACIN: LA CIENCIA Y LOS CIUDADANOS. Almudena del Rosal Alonso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IMAGEN PBLICA E INTERESES PRIVADOS. Jos Manuel Snchez Ron . . . CIENCIA, CULTURA Y PBLICO: FALSOS PROBLEMAS Y CUESTIONES VERDADERAS. Jean-Marc Lvy-Leblond. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LOS PROBLEMAS EN EL ANLISIS DE LA PERCEPCIN PBLICA DE LA BIOTECNOLOGA: EUROPA Y SUS CONTRADICCIONES. Emilio Muoz . . . . . . . . . . . . . Los medios CIENCIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIN. Vladimir de Semir y Gemma Revuelta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . INNOVACIN, CIENCIA Y TECNOLOGA EN LOS MEDIOS IMPRESOS ESPAOLES. Jos Luis Carrascosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CUATRO TRUCOS Y CUATRO ENTRADILLAS. Javier Sampedro . . . . . . . . . . . ADQUIRELA PARA POSEERLA: LA HERENCIA CULTURAL EN LA ERA DE LA REVOLUCIN INFORMATIVA. Jrgen Renn . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los museos LOS MUSEOS DE LA CIENCIA: ESPACIOS DE ENCUENTRO PARA LA CREACIN DE OPININ PBLICA. Jorge Wagensberg . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . DIVULGACIN Y EDUCACIN CIENTFICA EN LA ESCUELA Y EN LOS CENTROS INTERACTIVOS DE LA CIENCIA. Manuel Toharia y Ernesto Lowy Frutos . . . LA DEMANDA DE EDUCACIN CIENTFICA. Ramn Nez Centella . . . . . LOS MUSEOS TRADICIONALES EN LA ERA DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO. Carme Prats y Jordi Flos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VALORIZACINDE LOS MUSEOS CIENTFICOS Y TECNOLOGAS DE LA INFORMACIN Y DE LA COMUNICACIN.

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Paolo Galluzzi . . . . . . . . . . .

Eplogo LA CIENCIA Y LA GENTE. Isabel Fuentes y Santos Casado . . . . . . . . . . 373

PresentacinAcademia Europea de Ciencias y Artes

La Academia Europea de Ciencias y Artes se constituy en 1990 para, a la luz de la tradicin, contribuir al futuro de Europa y a su unidad mediante la promocin del saber, la cooperacin y la tolerancia. La Delegacin Espaola acepta este reto y se fija el objetivo de definir Europa en sus aspectos sociopolticos, econmicos, cientficos y tecnolgicos. Se ocupa as de reflexionar, investigar y debatir los problemas que plantea la nueva construccin de Europa, desde la perspectiva de nuestro pas y de sus regiones. Y ello con el objetivo de ofrecer informacin que permita allanar el camino de integracin de las diferentes naciones y pueblos que conforman la Unin Europea. La Academia aspira, desde esta perspectiva, a convertirse en un punto de referencia en los campos de conocimiento en los que trabaja. La Academia Europea de Ciencias y Artes-Espaa viene desarrollando, desde su creacin, un extenso programa que integra ms de treinta proyectos, encuadrados en varias lneas de investigacin, entre los que se encuentra la Percepcin social de la ciencia que ahora presentamos.

IntroduccinFrancisco J. Rubia

Cuando hablamos de cultura cientfica y tcnica en un pas como Espaa, en el que una mayora se dedica con entusiasmo a lo que podramos llamar cultura de circo, podramos caer en un pesimismo sin lmites. Ahora bien, siempre he pensado que el pesimismo, al cerrar puertas, no es ni siquiera sostenible como postura; mucho menos cuando se quiere emprender algo que, por ser valioso, cuesta. Cierto es que el nmero de personas interesadas por estos temas en Espaa es muy bajo en comparacin con otros pases de nuestro entorno ms adelantados cientficamente. Pero es que no se debe olvidar que la cultura cientfica es parte de toda la cultura y sta, a su vez, de un desarrollo econmico determinado. Precisamente el crecimiento econmico de Espaa en las ltimas dcadas ha permitido que un mayor nmero de personas disponga de un tiempo libre que bien podra dedicar a su culturizacin cientfica, en vez de seguir fomentando, con su participacin, esa cultura de circo que antes mencionaba. De que as lo haga depende, entre otras cosas, de la dedicacin y el esfuerzo de personas que han comprendido esa necesidad, no slo para s mismos, sino para el bienestar general de todos los ciudadanos. Creo entender que este modesto volumen ha reunido una serie de personas implicadas en esta tarea, por lo que es de esperar que lo que dicen, las experiencias que han reunido a lo largo de su actividad como expertos, sea de inters para aquellos, espero que muchos, que quieran emprender esta cada vez ms necesaria tarea de la culturizacin cientfico-tcnica de sus conciudadanos. As, al menos, lo ha entendido la Delegacin Espaola de la Academia Europea de Ciencias y Artes publicando esta monografa que recoge las opiniones de profesionales dedicados a elevar la cultura cientfica de los ciudadanos.

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El inters pblico por estos temas no ha disminuido, sino todo lo contrario. Cada da que pasa aumenta el inters de la poblacin por aquellos temas que ataen de forma cada vez ms directa a sus intereses, como son los temas de salud, de enfermedad, de alimentos o medioambientales. As lo confirman por una parte el nmero de revistas cientfico-tecnolgicas en el mercado, el creciente nmero de abonados a ellas, sobre todo entre la poblacin joven, as como los artculos dedicados a estos temas en los peridicos nacionales. Es sabido que el inters del pblico por los nuevos descubrimientos mdicos y cientficos, y por los temas de salud, de enfermedad y medioambientales, es relativamente alto en Europa, Estados Unidos y Canad. Ahora bien, por otro lado, la culturizacin cientfica que el pblico tiene es relativamente baja, lo que nos induce a pensar que hay que realizar un esfuerzo en esta direccin para que los ciudadanos puedan apreciar los cambios que se estn realizando y puedan comprender sus posibles consecuencias, tanto a nivel personal como pblico. Tambin hay que resaltar que existe un cierto miedo a las consecuencias de los resultados del avance de la ciencia en algunos campos, sobre todo en aquellos que ataen de forma ms inmediata a los intereses de los ciudadanos, por lo que esta culturizacin cientfico-tecnolgica es imprescindible. Es evidente que mientras mayor sea la participacin del ciudadano en la toma de decisiones o en la manifestacin de sus opiniones sobre estos temas, mayor ser tambin su cultura cientfica. Por tanto, los poderes pblicos tendran aqu una responsabilidad que no deben eludir, a saber, poner aquellos medios necesarios para garantizar la libre expresin de esas opiniones, aunque no fuese ms que para evitar resistencias irracionales futuras a la aplicacin de nuevas tcnicas. No hay que lanzar las campanas al vuelo. Se ha calculado que slo uno de cada diez europeos participa o presta atencin a los temas de poltica cientfica y tecnolgica. Ni qu decir tiene que este porcentaje es muy bajo si queremos esa participacin de la que antes hablamos. Como puede verse a lo largo de los trabajos que este volumen recoge, existen posibilidades en Espaa, y en el resto de Europa, de formarse en estos temas. Los museos de ciencia y tecnologa han proliferado recientemente y sus responsables, como veremos, son conscientes de la importancia que tiene esta culturizacin. Pero tambin han aumentado las noticias sobre ciencia y tecnologa en los pe-

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ridicos nacionales y se han multiplicado las revistas dedicadas a la diseminacin de estos conocimientos. Todo esto nos lleva a ser optimistas de cara al futuro, pero siempre que no slo seamos conscientes de esta necesidad, sino que pongamos los medios necesarios para satisfacerla. El denominador comn de este esfuerzo es la preocupacin por la cultura cientfica de nuestros ciudadanos de la que depender, estamos convencidos, de que los poderes pblicos quieran invertir ms en temas de investigacin cientfica y desarrollo tecnolgico que representan nuestro futuro como pas. En septiembre de 2002 la Fundacin Espaola para la Ciencia y la Tecnologa (FECYT) del Ministerio de Ciencia y Tecnologa elabor una encuesta sobre percepcin social de la ciencia y la tecnologa, hecha pblica en noviembre del mismo ao. Los datos arrojados no son muy alentadores con respecto al uso que nuestros ciudadanos hacen de estos temas. Curiosamente, aunque en una escala de 0 a 10 los temas de tecnologa y de ciencia estn bien valorados (5,33 y 5,72 respectivamente), los ciudadanos se quejaban del nivel de informacin que poseen. El consumo que se hace de estos productos se realiza fundamentalmente a travs de la televisin y de la radio, aunque los porcentajes de visin y audicin de este tipo de programas son muy bajos (24 y 6% respectivamente). Pero el dato ms significativo es que, a pesar de la proliferacin de museos de ciencia y tecnologa por las comunidades ms importantes, los encuestados confiesan que slo un 11% ha visitado alguna vez uno de ellos en los ltimos 12 meses. Este dato tendra que dar que pensar a aquellos que se encargan precisamente de culturizar cientficamente a la poblacin mediante la oferta que en esos museos se realiza. Ahora bien, la demanda existe. La valoracin que los encuestados hacen de la atencin que le prestan los medios de comunicacin a la informacin cientfica es que es insuficiente tanto en televisin (50%), como radio (47%) o prensa escrita (46%). Adems, la valoracin que los ciudadanos hacen de estos temas es muy alta por identificarlos con valores como progreso, sabidura, poder, bienestar o riqueza. Y preguntados por los beneficios frente a los perjuicios que ciencia y tecnologa puedan procurar, un 47% opina que los beneficios son mayores que los perjuicios. * * *

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La aproximacin al tema por parte de Miguel ngel Quintanilla es ms bien poltica. El problema de la participacin democrtica del ciudadano en decisiones sobre temas de tipo cientfico-tcnico que no entiende es un viejo problema y no fcil de resolver. La utilizacin de expertos intermediarios con la ayuda de los partidos polticos no hace ms que cambiar las personas y siempre sobre la base de que el ciudadano se fe ms del poltico que del cientfico, lo que niegan las encuestas. Creo que las discusiones y, sobre todo, actitudes del ciudadano ante problemas que no entiende, como el tema de las vacas locas o el de las antenas, nos dice bien a las claras que el desconocimiento puede llevar a respuestas irracionales dictadas por el miedo y que pueden costar miles de millones, como Quintanilla nos explica. Se me ocurre que, como siempre, esta situacin de indefinicin del ciudadano podra corregirse en parte con una consciencia cientfico-tcnica ms elevada. Ese es precisamente el tema de este volumen: cmo aumentarla. Almudena del Rosal, enfoca el problema desde el punto de vista de la Administracin explicando que el programa de Cultura Cientfica y Participacin Ciudadana de la Direccin General de Investigacin de la Comunidad de Madrid lo que pretende es abrir la experiencia cientfica a la mirada y reflexin del ciudadano. Para ello se explican las acciones dedicadas a este fin, como los talleres con amplia participacin de los distintos estamentos sociales, la Feria Madrid por la Ciencia o la Semana de la Ciencia, entre otras. Los resultados de estas acciones no pueden ser ms esperanzadores, sobre todo por lo que respecta a la Feria Madrid por la Ciencia que ha visto aumentar cada ao el nmero de visitantes y el espacio que se ha dedicado a ella. Quizs la consecuencia ms importante de esta experiencia, que tambin tienen otras Comunidades Autnomas, es por una parte la receptividad del ciudadano para este tipo de acciones si estn bien organizadas y se mezcla el ambiente cientfico con el aspecto ldico, y por la otra, la demanda insatisfecha que existe en nuestra sociedad. Esta mezcla cientfico-ldica tiene que estar bien equilibrada porque se corre el peligro de que este tipo de acciones se convierta ms en feria en el sentido ldico de la palabra que en feria de la ciencia. En cualquier caso, es reconfortante ver que el xito increble de estas ac-

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ciones an no ha alcanzado techo. De nuevo, motivos para ser optimistas. Ahora que parece que los museos y casas de las ciencias se han puesto de moda y que cada autonoma compite con las dems en tener instalaciones de este tipo, deberamos insistir en la necesidad de, a travs de ellos, realizar una buena culturizacin cientfica que redunde tanto en beneficio de la cultura del propio ciudadano como en la consciencia pblica en general de la importancia que estos temas tienen y van a tener para el futuro econmico y cultural de nuestros pueblos. Una mayor consciencia en estos temas significar, sin duda, mayores inversiones en temas de ciencia y tecnologa, lo que es ms importante que la propia existencia de un ministerio con este nombre. Pero no es asunto slo de los poderes pblicos; la empresa privada y sus ejecutivos tienen una enorme importancia si queremos que inviertan en investigacin, desarrollo tecnolgico e innovacin. La culturizacin de estos colectivos est todava por hacer, lo que a la larga impedira que nuestras empresas, sobre todo si son sucursales de otras grandes empresas extranjeras, se limiten a la comercializacin de sus productos y no inviertan en nuestro pas en ciencia y tecnologa. Jos Manuel Snchez Ron subraya la importancia que ha tenido en la reciente historia de la ciencia la participacin del sector privado (yo aadira: fundamentalmente en Estados Unidos). En efecto, desde el descubrimiento del transistor a finales de los aos 40, realizado en laboratorios privados, pasando por Silicon Valley con la estrecha colaboracin entre ciencia e industria, hasta el muy reciente ejemplo del descubrimiento del genoma humano, todos los ejemplos son de que, como dije, al menos en Estados Unidos, al cientfico no le duelen prendas si los descubrimientos cientfico-tecnolgicos pueden ser lucrativos. Es ms, a veces es el afn de lucro el que lleva a descubrimientos cientficos importantes. En mi opinin no habra que maravillarse que esto suceda, aunque en el pasado la ciencia y la tecnologa hayan dependido siempre o casi siempre del sector pblico. Precisamente en Espaa la escasa participacin del sector privado es probablemente un factor que retrasa nuestros avances cientfico-tecnolgicos. Como bien dice Snchez Ron, la ciencia es cada vez ms cara y llegar un momento en el que el sector pblico se vea incapacitado, por la necesidad de atender otros problemas ms perentorios, para financiar los costes que la investiga-

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cin requiere. La participacin del sector privado ser no slo necesaria, sino fundamental, como lo indica el porcentaje de su aportacin en pases ms desarrollados que el nuestro. Como historiador de la ciencia, Snchez Ron resalta el papel que la historia de la ciencia puede tener como instrumento para su difusin pblica; sin negar ese papel, existen otros medios que favorecen esa difusin. Precisamente en Estados Unidos, que est convencido de que su liderazgo mundial en ciencia y tecnologa lo debe al apoyo a la investigacin bsica y, naturalmente, su aplicacin, la atencin que se presta en la escuela primaria y secundaria a la cultura cientfica no es comparable con la que se presta en Espaa. Cultura que luego se prolonga en la universidad, en donde los estudiantes que buscan crear una empresa son una gran mayora; de ah que el nmero de empresas spin-off a partir de los conocimientos que all se generan sea mucho mayor que en otros pases. Por eso, el enfoque que Snchez Ron le ha dado a su comunicacin es, a mi entender, tan importante. Jean-Marc Lvy-Leblond comienza reconociendo la incultura del cientfico en reas que no son las propias de su trabajo, relativizando as la diferencia entre ciencia y ciudadano, aadiendo que tampoco el ciudadano es un no-experto inculto en todos los casos. Pero donde da en el blanco es cuando dice que lo importante no es conocer muchas cosas, sino saber cmo saber, es decir, saber buscar, saber leer, saber preguntar. Esto lleva a Lvy-Leblond a plantear que los cientficos deberan procurar cubrir sus lagunas culturales antes de corregir las lagunas cientficas de los ciudadanos. Es de suponer que ambas cosas pueden hacerse simultneamente. El problema no es tanto una carencia de conocimientos que separa al cientfico del profano, sino una carencia de poder que hace que los conocimientos cientficos escapen al control democrtico. Emilio Muoz adopta una actitud crtica frente a los resultados de diversas encuestas sobre el tema de la percepcin social de la ciencia, poniendo nfasis en algunas conclusiones que no dejan de llamar la atencin, como el hecho de que Finlandia, Espaa y Portugal sean los tres pases con una actitud social ms positiva frente a la biotecnologa. De aqu se sac la conclusin de que se podran identificar a estos pases como aquellos con las economas ms modernas y emergentes en Europa, conclusin que Emilio Muoz discute, con razn, dadas las enormes diferencias entre Finlandia por un lado y Portugal

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y Espaa por otro en relacin con su inversin en investigacin cientfica y desarrollo tecnolgico; precisamente estos pases representan los dos extremos, siendo Finlandia uno de los que ms invierte y Portugal y Espaa los que menos. Tambin llama la atencin sobre un tema realmente preocupante como es la prdida de confianza en sociedades avanzadas en la autoridad cientfica y en las instituciones que sustentan la actividad cientfico-tcnica. Aqu habra que comprender la necesidad urgente de una culturizacin cientfico-tcnica que, siendo consciente de los posibles efectos negativos de cualquier descubrimiento cientfico, no quiera tirar al nio con el agua del bao y condenar cualquier avance cientfico, como demaggicamente pretenden algunos. El dao que esta actitud negativa ante la ciencia y la tecnologa puede reportar es inmenso, y eso que fcilmente podra reprochrsele a sus defensores que no son capaces de renunciar a las ventajas que tanto la ciencia y la tecnologa les aportan. La propuesta de Emilio Muoz de una mayor implicacin de la comunidad cientfica en las tareas de culturizacin me parece excelente. Por desgracia, a un colectivo que est permanentemente luchando por su supervivencia como tal no se le puede pedir este esfuerzo adicional; adems, no todos estn probablemente capacitados para esta tarea. Pero aquellos que s lo estn deberan esforzarse por aumentar el nivel de cultura cientfico-tcnica de nuestros ciudadanos, siempre y cuando hayan comprendido que, a la larga, estn hacindose un favor a ellos mismos. La preocupacin de Vladimir de Semir y Gemma Revuelta es cmo se transmiten los nuevos conocimientos en ciencia y tecnologa a los medios de comunicacin. Abre su artculo Ciencia en los medios de comunicacin con los datos del Eurobarmetro de diciembre de 2001, que muestra las fuentes de informacin de los ciudadanos de la Unin Europea con respecto a los temas de ciencia y tecnologa. Los datos indican que los visitantes a museos de ciencia representan un porcentaje pequeo, pues, junto con los libros y las conferencias sobre estos temas, slo hacen un 14,2% del total. El resto recibe la informacin de la televisin, la prensa, la radio, la escuela o la universidad, de las revistas cientficas y, ms recientemente, de Internet.

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Estos datos son muy importantes, si tenemos en cuenta que deben haber variado mucho desde los tiempos en donde ni Internet, ni la televisin, ni la radio estaban a disposicin del ciudadano. Este Eurobarmetro tambin nos dice que aproximadamente un 15% de los ciudadanos busca informacin sobre estos temas, porcentaje que asciende curiosamente en Grecia a un 25,5%. Otro importante dato que mencionan Vladimir de Semir y Gemma Revuelta es la duplicacin de noticias mdicas y de salud en los peridicos espaoles de tirada nacional desde 1997 a 2001, a pesar de que el nmero de periodistas cientficos no ha variado. De aqu se deduce una necesidad nacional: el incremento del personal especializado en ciencia y tecnologa en los medios de comunicacin. Estos informadores oficiales no slo deberan aumentar en nmero, sino reciclarse peridicamente para dar un mejor servicio al ciudadano. Claro es, sin embargo, que las noticias mdicas y de salud no pueden ser un ejemplo extrapolable a otras, ya que son noticias de un inters ms inmediato para el ciudadano que las que son, por ejemplo, sobre Marte. Otro ejemplo que justifica el optimismo para aquellos que se dedican a intentar aumentar la consciencia cientfico-tcnica del ciudadano es que una revista de divulgacin como Muy Interesante tenga ya una tirada mensual de unos 300.000 ejemplares, estando inmediatamente detrs de las revistas femeninas y de decoracin que son las ms vendidas. La llegada de Internet ha supuesto una autntica revolucin informtica y un salto cualitativo respecto a otros medios convencionales, pues el crecimiento de sus consultas parece imparable. En Estados Unidos ya es la primera fuente de informacin sobre temas cientficos y tcnicos, aunque la televisin sigue siendo la primera fuente pasiva de informacin. En su contribucin, Jos Luis Carrascosa analiza el tratamiento que ha recibido la innovacin tecnolgica aplicada por la prensa espaola en los ltimos aos, partiendo de la conviccin de que los medios de comunicacin de masas tienen una enorme importancia en la cultura cientfico-tcnica del ciudadano. En este estudio se refleja la insuficiencia del espacio que ocupan estas noticias (0.5%). Si se aade la ciencia y la tecnologa, este porcentaje aumenta hasta un 3%, lo que indica la poca importancia que estos temas tienen para la prensa,

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teniendo ms impacto la televisin y la radio. Curiosamente, tres diarios econmicos publican un 60% de las noticias, mientras que seis diarios de informacin general publicaban el 40% restante. La comunicacin de Javier Sampedro comienza con un pesimismo que l mismo contrarresta dando una serie de tiles recomendaciones para aquellos que se atrevan a intentar elevar la cultura cientfico-tcnica de sus conciudadanos. Por ello, creo que el artculo de Sampedro ser muy til para aquellos que se dedican a esta tarea. A fin de cuentas, no es fcil encontrar a una persona que rene en s misma la profesin de periodista habiendo sido previamente un cientfico experimental. El artculo de Jrgen Renn est dedicado a la herencia cultural en la era de la revolucin informativa que estamos viviendo. Menciona la resistencia que, por ejemplo, despert el uso de Internet en algunos medios intelectuales alemanes, llegando a alcanzar este rechazo al 43% de la poblacin. Ciertamente, a estas reservas ha contribuido el hecho de que la Red ha sido utilizada con fines comerciales, como la compra de los derechos exclusivos de los frescos de la Capilla Sixtina por una televisin japonesa, o la creacin por Bill Gates de una empresa dedicada a coleccionar y digitalizar cuadros de pintura de todo tipo. Pero cualquier instrumento, y la Red es uno, puede utilizarse con diversos fines. Parece, desde luego, exagerada la preocupacin de prominentes cientficos alemanes de que en el futuro la ciencia tenga que volver a comprar sus propios productos a la economa. No comparto la opinin de Renn cuando nos dice que la cultura disminuye frente a la basura informativa en la Red. Quien quiera buscar informacin cultural la encontrar y en el futuro ser como todo lo dems: habr basura informativa, quizs ms que cultura, pero es que la Red no puede ser otra cosa que el reflejo de la sociedad que la alimenta con informacin. Proyectos como la iniciativa de volcar todos los archivos babilnicos en la Red, o la librera digital Perseo, ejemplos citados por Renn, nos indican algo que ya sabamos: que la Red es un instrumento y puede usarse para la cultura o para la basura informtica. Para Jorge Wagensberg la ciencia es la forma de conocimiento que ms influye en la vida cotidiana. El problema es que el ciudadano no tiene an la cultura cientfica necesaria para poder opinar o elegir, lo que sera imprescindible en un sistema democrtico. Coincide con

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Sampedro en que el conocimiento cientfico del ciudadano espaol es raqutico. Wagensberg quiere transmitir la experiencia de 20 aos al frente de un museo de la ciencia. Mediante una ancdota nos explica algo que todo cientfico conoce: que los resultados son una cosa y su interpretacin otra muy distinta, pudiendo haber incluso interpretaciones contradictorias, interpretaciones que pueden dar paso a una discusin fructfera para los asistentes a un museo de esas caractersticas. Las cuestiones cientficas no afectan slo a la comunidad cientfica, sino a todos los ciudadanos. El museo debe ser un lugar donde cientficos y ciudadanos puedan discutir sus distintos puntos de vista. Visto as, y con el xito que ha acompaado al museo de ciencia de Barcelona precisamente en este campo, podra convertirse en una recomendacin para futuras programaciones musesticas, lo que aumentara el bajo porcentaje de visitantes a los museos de ciencia y tecnologa que nos revel el Eurobarmetro. El establecimiento de una red musestica sobre la base de la asociacin ya existente (ECSITE) de museos y centros de ciencia a nivel europeo, y la comunicacin, utilizando los modernos instrumentos, podra revitalizar la funcin de estos museos de elevar la consciencia cientfico-tcnica de los ciudadanos. Las trece hiptesis de trabajo que Wagensberg menciona al final de su comunicacin, y que resume su experiencia, sern muy probablemente de gran utilidad para todo aqul que se dedique a esta noble tarea. El artculo de Manuel Toharia y Ernesto Lowy expresa la preocupacin por la enseanza ya en la escuela de la ciencia y la tecnologa, convencidos de que es ah donde hay que comenzar a formar la cultura cientfico-tcnica que la persona adulta debe tener para convertirse tanto en consumidor de, como en opinante sobre temas tan importantes para su vida como ciudadano. Los autores hacen un repaso de algunas teoras de aprendizaje y desarrollo, que pueden ser tiles para los que quieran dedicarse a este apasionante tema de la culturizacin cientfico-tcnica, para luego hacer algunas recomendaciones sobre educacin cientfica no formal que ha sido muchas veces la causa de vocaciones cientficas futuras. Sus reflexiones sobre los museos de ciencia, de los que ambos autores tienen larga experiencia, son muy interesantes, aparte de que recogen

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las experiencias y anlisis de otros museos del extranjero. Sin duda, el mayor hincapi se hace en las experiencias adquiridas sobre todo en el Museo de las Ciencias de Valencia. Estas experiencias sern sin duda tiles para otros museos de Espaa y del Extranjero, de la misma manera que tambin habr que tener en cuenta las experiencias de museos con una mayor tradicin fuera de nuestras fronteras. Pragmtico si los hay, Ramn Nez plasma sus experiencias adquiridas en los museos corueses que dirige. Parte de la base de que la educacin cientfico-tcnica es algo que hay que aprender muy pronto, a ser posible en la escuela, para que el nio pueda adquirir un equilibrio con su entorno, de forma que no se sienta amenazado posteriormente por descubrimientos cientficos o innovaciones tecnolgicas; claro que para eso es precisamente necesaria una formacin que en la escuela no se le da, al menos en Espaa; de ah que la mayora de los programas y cursos de enseanza de las ciencias a nivel de bachillerato procedan de Estados Unidos, que s es consciente de la necesidad de empezar pronto con la culturizacin cientfico-tcnica de los ciudadanos. Son estos programas en los que se hace hincapi en frases tan conocidas como aprendizaje por descubrimiento o la ciencia como modo de pensar, que indican que lo que hay que fomentar a esas edades es especialmente el desarrollo de actitudes que le permitan luego al adulto asimilar y ordenar los conocimientos nuevos que adquiere, sin reparos ni miedos irracionales. Carme Prats y Jordi Flos consideran que es en los museos e instituciones similares donde se da prioridad a la difusin de la ciencia. Un papel preponderante en esta labor se le atribuyen a las asociaciones de aficionados a la naturaleza que mantienen relaciones estrechas con los museos. Los autores afirman que para una buena tarea de culturizacin cientfica hay que poseer una slida formacin cientfica, aunque para ser un buen divulgador no baste esta formacin. La consecuencia sera que en los equipos de los museos debera haber tanto cientficos dedicados a la culturizacin cientfica como periodistas especializados en estas labores. Estos autores constatan que en los aos ochenta y noventa del siglo pasado la dedicacin de la prensa diaria a la divulgacin cientfica aument significativamente. Esto, unido al aumento del nmero de revistas dedicadas a la divulgacin de la ciencia y la tecnologa, nos vuelve a confirmar que, al menos, existe un aumento de la demanda.

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Prats y Flos nos dicen que un museo de ciencia y tecnologa moderno debe basarse en tres pilares: las colecciones y su conservacin, las exposiciones para el pblico y la investigacin que en palabras del fallecido director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, Pere Alberch, es lo que le da al museo una identidad dinmica y viva. Es interesante la explicacin del llamado Observatorio Cientfico de la Ciudad Mediterrnea que rene a 22 museos catalanes, instituciones cientficas de diferentes organismos y administracin, para fomentar la cultura cientfica del ciudadano; su portal en la red sirve para la comunicacin y participacin del ciudadano. La postura defendida por Lpez Cerezo y Lujn es que la participacin ciudadana en polticas cientfico-tcnicas no slo es un derecho bsico, sino que sirve tambin para generar cultura cientfico-tcnica. Que la participacin ciudadana sea un derecho bsico se argumenta con el hecho de que la mayor parte de la investigacin se hace con fondos pblicos (habra que aadir: al menos aqu en Espaa); otro argumento a favor es que representa un motor de cambio social y crecimiento econmico y afecta a la salud y al entorno de los ciudadanos; y, finalmente, que la ciencia se ha convertido en un factor clave de gobernabilidad. Una vez sentados estos argumentos, los autores se dedican a enumerar una serie de formas de participacin del ciudadano en la toma de decisiones sobre polticas de ciencia y tecnologa, muchas de ellas ya usadas en diversos pases. Finalmente, los autores discuten los resultados que se han obtenido con estas formas de participacin, insistiendo, como hacen otros en este mismo volumen, en la necesidad de llevar esta preocupacin a la enseanza reglada. La contribucin de Paolo Galluzzi est orientada a la reciente evolucin de los museos cientficos de carcter histrico. Su creacin a partir de la segunda mitad del siglo XVIII tena como meta precisamente difundir la ciencia por ser considerada motor del progreso y garante de la prosperidad. Plantea las diferencias entre los museos de corte clsico y los llamados science centers, prcticamente ausentes en los pases mediterrneos, diciendo que los primeros son top-down y los ltimos bottom-up, pero no deja de explicar los pros y los contras de estos science centers, como dar la posibilidad al visitante de la manipula-

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cin y la exploracin, pero corren el peligro tambin de que estos centros se conviertan en parque de atracciones. Como director del Instituto y Museo de Historia de la Ciencia de Florencia, Galluzzi nos transmite sus experiencias en dar vida a un museo histrico con una impresionante coleccin de instrumentos fsico-matemticos, utilizando las tcnicas modernas. El desarrollo de un catlogo-multimedia que permite la visita virtual al museo, la profundizacin en los temas y el acceso a recursos bibliogrficos; el desarrollo de un terminal porttil que permite al visitante la consulta mientras se pasea por las salas del museo; el hipertexto que hace posible la visita virtual a otros lugares de inters cientfico-tcnico de la Toscana. En suma, todas estas innovaciones basadas en nuevas tecnologas deberan servir de ejemplo para cualquier museo de estas caractersticas. Dijimos al principio que el tema de esta monografa podra resumirse en la necesidad de aumentar la consciencia del ciudadano sobre la importancia de los temas cientfico-tcnicos y cmo hacerlo. Hemos visto las diferentes opiniones de personas que de un modo u otro estn en relacin con este tema, y nos parece oportuno sacar de todas ellas algunas conclusiones. Queda abierto el problema de la participacin ciudadana en las discusiones sobre temas cientficos de los que no tienen un conocimiento profundo, tema este muy discutido ya que es tremendamente difcil pedir una participacin en la toma de decisiones cuando no se dominan los temas sobre los que hay que decidir. En otros pases se han ensayado diversos mtodos de participacin y supongo que tambin pueden aplicarse en Espaa, como la organizacin de conferencias y simposios en donde se invita tanto a los expertos como a cualquier ciudadano a participar en ellos y a discutir los temas en cuestin. Las experiencias que han tenido algunas de las personas que han participado en esta monografa son muy positivas y demuestran un inters extraordinario por parte del ciudadano en entender los problemas y plantear soluciones. Otra cuestin es el apoyo de las diferentes administraciones a la organizacin tanto de eventos de culturizacin cientfica, como la Semana de la Ciencia o la Feria Madrid por la ciencia, o en general de todo aquello que vaya dirigido a los fines que hemos discutido. Este apoyo ha dependido a veces de la especial sensibilidad de algunos ges-

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tores en vez de ser una preocupacin esencial de los poderes pblicos. En este sentido, supongo que el xito que han tenido algunos de estos eventos sea un motivo para que las diferentes administraciones adquieran consciencia de la necesidad de su celebracin. Es de esperar que se genere un crculo virtuoso que fomente cada vez ms la diseminacin de los contenidos cientfico-tcnicos de estas celebraciones. La participacin privada en este tema deja mucho que desear. Forma parte de una miopa general ante temas que, al ser a largo plazo, no ocupan la mente de empresas que esperan un beneficio inmediato de sus inversiones. Si la inversin privada en investigacin, desarrollo e innovacin es baja en Espaa, cuanto menos lo ser la inversin en la culturizacin cientfico-tcnica de la poblacin. Por tanto, es de esperar que un aumento de la primera, que se considera imprescindible si se quiere competir con otros pases, traiga como consecuencia una mayor preocupacin por el tema de la culturizacin. Bien es verdad que el sector pblico es ms importante, sobre todo porque la culturizacin cientfico-tcnica debe comenzar ya en la escuela, como se hace en otros pases ms desarrollados que el nuestro. Tambin lo han expresado as algunos de los autores de esta monografa, por su propia experiencia y por la mayor receptividad para estos temas de los ms jvenes. Otro aspecto que se ha planteado en esta monografa es la necesidad de que el propio cientfico tenga consciencia de que es necesario divulgar lo que hace de forma sencilla y entendible para la mayora de los ciudadanos. Es lgico que si queremos que el ciudadano tome consciencia de estos temas, por qu no exigir al cientfico que tambin lo haga y que tanto por un lado como por otro se acerquen las posturas que vayan ambas a mejorar esa consciencia. En otros pases ya han comenzado un buen nmero de cientficos a publicar datos de su propio campo de forma accesible para el ciudadano. Se habla de la tercera cultura, es decir, de necesidad de unir las humanidades y las ciencias. Precisamente el hacer accesible al gran pblico los conocimientos cientficos mediante libros u otras publicaciones escritas por los propios expertos es tambin una necesidad que puede ir perfectamente en la misma direccin.

introduccin

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Pero en donde se puede y se est intentando hacer un gran esfuerzo es en la modernizacin de la oferta musestica. Algunos museos han entendido que la muestra de colecciones o la actitud pasiva del visitante de estos museos es algo que debe pertenecer al pasado, sin que quede invalidada la importancia de las colecciones. Pero la interactividad, la preocupacin por hacer pensar al visitante en esos temas, etc., es algo que est calando cada vez ms profundamente en las personas que tienen a su cargo los museos de ciencia y tecnologa. En este sentido, los contactos con otros museos de Europa y Amrica son muy importantes, as como los son las nuevas tecnologas informticas que van a permitir una mayor flexibilidad en la oferta que estas instituciones hagan. Otra cuestin relevante es la de la divulgacin cientfica por parte de los medios de comunicacin. En este sentido, tanto la formacin de los periodistas como la preocupacin de los poderes pblicos por estos temas son fundamentales. Pero el aumento de la tirada de las revistas dedicadas a la ciencia y la tecnologa, as como el incremento de las noticias sobre estos temas en los peridicos nacionales supone una esperanza de que puedan pronto corregirse las carencias que en esta monografa se han subrayado. El futuro de nuestro pas, tanto econmico, como cultural y social depende de nuestra inversin en ciencia y tecnologa. Se suele repetir esta frase una y otra vez, pero nos queda un largo camino por recorrer si queremos que cale profundamente en la mente de las personas que aqu se han sealado como responsables. Y esta responsabilidad atae no slo a los poderes pblicos, sino al sector privado, as como a todos y cada uno de los participantes en estos temas: cientficos, periodistas y pblico en general. Es de esperar que el esfuerzo que hace la Delegacin Espaola de la Academia Europea de Ciencias y Artes al publicar esta monografa sirva para contribuir modestamente a aumentar la consciencia cientfico-tcnica del ciudadano, pero tambin de los otros estamentos implicados.

LA CIENCIA Y EL CIUDADANO

Cultura cientfica y participacin formativaJos Antonio Lpez Cerezo Jos Luis Lujn

La participacin ciudadana en la elaboracin de polticas pblicas relacionadas con la ciencia y la tecnologa (fundamentalmente polticas de promocin de la investigacin y regulacin de impactos y riesgos tecnolgicos) es frecuentemente defendida en virtud de un principio democrtico bsico: la participacin social en los asuntos pblicos. Tambin se defiende habitualmente la necesidad de la alfabetizacin cientfica y tcnica de la poblacin como un requisito de la ciudadana en las actuales sociedades industrializadas 1. Nuestra argumentacin en este trabajo es complementaria de estos dos enfoques, a menudo presentados en oposicin crtica. Consideramos que la participacin ciudadana puede ser defendida no slo por constituir un derecho bsico, sino tambin porque el proceso mismo de participacin genera cultura cientfica y tecnolgica.

La politizacin de la ciencia y la tecnologa y la cultura cientficaLa ciencia y la tecnologa se han convertido en nuestros das en asuntos polticos de primera magnitud. Este es un hecho social en numerosos pases desde hace algunas dcadas. A continuacin mostramos

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Respecto a estas dos lneas de argumentacin, vase ms adelante, as como, en general, las contribuciones

a Petersen (1984) o Fisher (2000).

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algunos de los principales factores que han conducido a esta situacin (Lujn, 2002): Una parte importante de la investigacin cientfica y de la innovacin tecnolgica est financiada con fondos pblicos. Las polticas de ciencia y tecnologa constituyen en la actualidad un mbito de las polticas pblicas de la mayora de los estados, y no slo del primer mundo a causa de la creciente extensin de las redes internacionales del comercio y la comunicacin. La ciencia y la tecnologa, especialmente la tecnologa, son un motor de cambio social. La tecnologa posee la potencialidad de modificar valores individuales y sociales, instituciones, la estructura social, etctera. Por ello se han ubicado en el centro de numerosos conflictos sociales contemporneos. La innovacin tecnolgica y la industrializacin introducen riesgos para la salud pblica y el entorno. La valoracin de las consecuencias positivas y negativas de la innovacin tecnolgica y su redistribucin social se convierten entonces en uno de los ejes del debate poltico y del conflicto social. Numerosas polticas pblicas estn fuertemente relacionadas con el conocimiento cientfico. Cada vez ms tratados, leyes, reglamentos, disposiciones, etctera, se elaboran sobre la base de la documentacin cientfica. La ciencia es un factor clave de gobernabilidad en el mundo actual. Desde mediados del siglo pasado la ciencia y la tecnologa han sufrido un proceso de politizacin explcita. Este es un fenmeno relativamente reciente, pues tradicionalmente la ciencia y la tecnologa eran consideradas actividades al margen de la esfera poltica, aunque motor de modernizacin social y crecimiento econmico (Gonzlez, Lpez Cerezo y Lujn, 1996). La necesidad de que la poblacin general adquiera un cierto grado de cultura cientfica se ha defendido por diferentes razones. Con el transcurso del siglo, la dimensin poltica de la ciencia y la tecnologa es una de las razones que va cobrando mayor peso. Irwin (1995: 11) se hace eco de una obra realizada por la Association of Scientific Workers poco despus del final de la Segunda Guerra Mundial. En el texto se asume una perspectiva socialista del pro-

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greso cientfico y se defiende la necesidad de incrementar la comprensin pblica del conocimiento cientfico por tres razones principales: La capacitacin tcnica de los trabajadores. La ciencia como parte fundamental de la cultura. La cultura cientfica como requisito para la democracia. En 1972, en las discusiones previas a la creacin de la OTA (Office of Technology Assessment), el congresista norteamericano Charles Mosser argumentaba en los siguientes trminos:Prcticamente todos los comits del Congreso estn obligados a tomar decisiones extremadamente importantes que incluyen aspectos tecnolgicos relevantes, y con el paso del tiempo esto ser cada vez mayor. Cada vez ms contemplamos proyectos que requieren un gasto enorme de fondos pblicos, proyectos que pueden tener enormes impactos sociales, ambientales, sobre la salud o econmicos, no fcilmente evidentes. Hay, por lo tanto, una necesidad crucial de que conozcamos mejor y valoremos ms precisamente esos impactos antes de que votemos nuestras decisiones 2.

A Mosser le preocupaba la asimetra que se estaba creando entre las agencias del ejecutivo y los congresistas norteamericanos. El nico modo de compensar el poder entre ejecutivo y legislativo en numerosos temas (especialmente los relacionados de algn modo con la ciencia y la tecnologa) era poseer una fuente de informacin tcnica independiente. Irwin (1995: 12-13) comenta tambin el informe de la Royal Society de 1985 sobre la comprensin pblica de la ciencia. En l se defenda la mejora en la comprensin pblica de la ciencia en trminos de: La prosperidad nacional: la ciudadana valorar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologas. El crecimiento econmico: se reducir la hostilidad o la indeferencia hacia la ciencia y la tecnologa. Polticas pblicas: cuya calidad aumentar. Decisiones personales: por ejemplo respecto a la dieta, la higiene, etc.2

Citado en McGinn (1991).

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La vida diaria: entender el mundo en el que vivimos. Riesgo e incertidumbre: una mejor comprensin de los riesgos conducir a mejores decisiones pblicas y privadas en este mbito. Pensamiento y cultura contemporneos: sin cultura cientfica se est privado de la riqueza de una parte importante de la investigacin y los descubrimientos humanos. Recientemente Miller, Pardo y Niwa han defendido un punto de vista semejante. La cultura cientfica es necesaria para la toma de decisiones, tanto individuales como pblicas.Quienes deben elegir entre tratamientos mdicos alternativos, especialmente entre alternativas que implican el uso de nuevas tecnologas, como la terapia gnica, quizs puedan tomar mejores decisiones si poseen una comprensin ms adecuada de la funcin del ADN. Y los ciudadanos dirigentes que estn familiarizados con constructos cientficos bsicos de energa, ecosistema, impactos ecolgicos de las actividades humanas y probabilidades y evaluacin de riesgos, pueden adoptar mejores decisiones en materia de polticas pblicas sobre asuntos que abarcan desde la ubicacin de los vertederos controlados hasta el emplazamiento de los reactores nucleares 3.

Y ms adelante aaden:Por ltimo, creemos que es esencial considerar la comprensin que el pblico tiene de la ciencia y la tecnologa como un componente importante del complejo sistema de formulacin, aceptacin y aplicacin de polticas propio de las sociedades industriales modernas. Incluso en los casos en que la participacin de los ciudadanos en la fase de definicin de dichas polticas se limita a dar su consentimiento tcito, el xito tanto de la aceptacin como de la aplicacin eficaz de tales polticas pblicas puede depender de que el pblico tenga un conocimiento bsico de los conceptos cientficos y unas actitudes positivas hacia las instituciones cientficas 4.

La creciente politizacin de la ciencia y la tecnologa en los pases democrticos ha hecho que la preocupacin por la cultura cientfica y3 4

Miller, Pardo y Niwa (1998: 6-7). Miller, Pardo y Niwa (1998: 11).

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tecnolgica tome unas dimensiones nunca anteriormente alcanzadas. Uno de los modos en que se ha materializado esta preocupacin es a travs de las propuestas de alfabetizacin cientfica. La idea bsica que subyace a la mayora de las propuestas de alfabetizacin cientfica y tecnolgica es que puesto que numerosas decisiones polticas estn relacionadas con la ciencia y la tecnologa es necesario que los ciudadanos posean ciertos conocimientos mnimos sobre dichas actividades. El concepto de cultura cientfica presupuesto es el de una comprensin mnima de los principales resultados de la ciencia y la tecnologa (y tambin del llamado mtodo cientfico). Y la principal actividad de alfabetizacin es la educacin formal y la divulgacin (mediante diferentes procedimientos). Se supone que si la ciencia y la tecnologa se han convertido en objeto de controversia social es debido principalmente al desconocimiento de una parte de la ciudadana de algunos aspectos tcnicos implicados en el tema objeto de debate, e.g., la energa nuclear. Los estudios de percepcin pblica de la ciencia y la tecnologa han mostrado que estos supuestos son errneos. Las actitudes hacia la ciencia y la tecnologa no dependen exclusivamente del nivel de conocimiento cientfico (Atienza y Lujn 1997). Pese a los programas de alfabetizacin, el proceso de politizacin de la ciencia y la tecnologa ha ido incrementndose. La necesidad de abrir los procesos de toma de decisiones en cuestiones relacionadas con la ciencia y la tecnologa se hizo ineludible en algunos de los pases del Occidente industrializado. Ms adelante veremos algunos de los procedimientos que se han utilizado para abrir los procesos de toma de decisiones en relacin con la ciencia y la tecnologa a la participacin pblica. Este proceso de controversia, politizacin y apertura de los procesos de toma de decisiones ha conducido a un cambio fundamental en el concepto de cultura cientfica. Cultura cientfica ya no puede equipararse nicamente a conocimiento de los aspectos tcnicos, sino que tambin debe incluir conocimiento de los aspectos sociales polticos, econmicos, etc., relacionados con el cambio cientfico y tecnolgico 5. Lo que puede conducir a la, en apariencia, paradjica situacin5

Miller, Pardo y Niwa (1988: 41) distinguen entre alfabetizacin cientfica prctica, alfabetizacin cientfica

cultural y alfabetizacin cientfica cvica. Por alfabetizacin cientfica cvica se entiende el nivel de conocimiento en

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de que un cientfico no posea un nivel adecuado de cultura cientfica si desconoce aspectos fundamentales sobre la dimensin social, poltica, cultural... de la ciencia y la tecnologa. Este es un cambio fundamental. El nuevo enfoque ya no se limita a reconocer un polo transmisor y otro receptor, como en los modelos tradicionales de la enseanza formal y la divulgacin. Los ciudadanos son parte interesada en los procesos de cambio cientfico y tecnolgico (fundamentalmente tecnolgico) y por lo tanto su punto de vista ha de ser tenido en cuenta, al tiempo que los ciudadanos se apoyan en conocimientos cientficos tiles para adoptar una posicin en numerosas controversias sociales y polticas. Se trata de una apropiacin popular de la ciencia que realiza una seleccin de contenidos sobre la base, al menos, de la utilidad y disponibilidad de los mismos, la confianza en las fuentes y las posibilidades de una asimilacin significativa 6. La cultura cientfica se contextualiza as en relacin con problemas sociales y polticos, explicitndose el reconocimiento de que la ciencia no habla con una sola voz.

Formas de participacin pblica

En este apartado mostramos algunos modos de participacin ciudadana en la toma de decisiones sobre polticas pblicas relacionadas con la ciencia y la tecnologa y valoramos algunas de sus principales caractersticas. El listado no es exhaustivo, pero es representativo de la mayora de mecanismos ensayados en los pases industrializados (Lpez Cerezo, Mndez Sanz y Todt, 1998; Lpez Cerezo y Lujn, 2000). Cuando se habla de procedimientos de participacin pblica en la elaboracin de polticas pblicas relacionadas con la ciencia y la tecnologa se distingue entre procedimientos de decisin y procedimientos de deliberacin. Mientras que el referndum sera claramente, por sutrminos de conceptos cientficos suficientes como para poder leer un peridico o una revista y para entender lo esencial de los argumentos que se empleen en una controversia.6

En el marco formado por una diversidad de elementos cognitivos y no cognitivos, como, por ejemplo, conoci-

miento popular, no cientfico, expectativas de accin, actitudes previas, etc.

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carcter vinculante, un procedimiento de decisin, las conferencias de consenso, por ejemplo, seran un procedimiento orientado haca la deliberacin. Tambin se clasifican los procedimientos de participacin de acuerdo a si la agenda temas, definiciones, alternativas, etc. est abierta a la negociacin con los participantes o est controlada por los promotores del proceso. El referndum planteara una agenda cerrada en este sentido (excepto en el caso de algunas iniciativas legislativas ciudadanas), mientras que en las conferencias de consenso estara abierta a la negociacin. Utilizando esta doble clasificacin, parece claro que los procedimientos deliberativos poseen mayor capacidad para generar cultura cientfica, al igual que aquellos que mantienen la agenda abierta a la negociacin. Estas clasificaciones, sin embargo, poseen algunos inconvenientes para nuestro objetivo. En primer lugar, estn pensadas principalmente para procesos formales. Pero stos no son los nicos de los que hace uso la sociedad actual para tratar de influir en el cambio tecnolgico. El consumo diferencial se ha revelado como una poderosa estrategia y ha sido promovida por organizaciones ecologistas, de consumidores y preocupadas por el llamado comercio justo. Lo mismo ocurre con diferentes modos de protesta social. En segundo lugar, en muchos conflictos sociales en torno a tecnologas se producen interacciones entre diferentes procedimientos. Por ejemplo, a una protesta le puede seguir una audiencia parlamentaria o un referndum. En tercer lugar, estas clasificaciones se circunscriben al procedimiento como tal. Pero su valoracin desde el punto de vista de su capacidad para generar cultura cientfica ha de tener en cuenta tambin el conjunto del proceso: lo que ocurre antes (e.g., si se presupone cultura cientfica), durante (valoracin del procedimiento) y despus (proyectabilidad en el tiempo). Con todo, para nuestro propsito es importante si el procedimiento est orientado a la decisin o a la deliberacin, y la agenda est abierta o controlada por los promotores. Adems, tambin hay que tener en cuenta la poblacin que participa en el procedimiento, la duracin del mismo y las caractersticas de la interaccin. Referndum. En un referndum se plantean a los ciudadanos diferentes opciones (normalmente dos) entre las que han de elegir. El resultado (excepto en el caso de los que tienen un carcter consultivo)

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es vinculante. Como tal, el referndum consiste en una votacin puntual, aunque en relacin con su carcter formativo se ha de analizar el proceso que conduce a su convocatoria. Los participantes son potencialmente todos los miembros adultos de una poblacin. Este procedimiento ha sido utilizado, por ejemplo, en Suecia, Austria y California en relacin con la energa nuclear, y en Austria y Suiza con la biotecnologa. Audiencia pblica. Se trata de un mecanismo frecuentemente utilizado. Su modo normal de funcionamiento es el siguiente. La administracin presenta un plan o un programa en un foro pblico. Los asistentes pueden dar su opinin, sin un impacto directo en trminos de las recomendaciones atendidas. Los participantes son ciudadanos interesados, si bien su nmero est limitado por la extensin de la convocatoria. Con frecuencia, los verdaderos participantes son los expertos y polticos que intervienen, pues los ciudadanos tienen muy poca capacidad para influir en la agenda. Es ms bien un procedimiento de recogida de informacin por parte de la administracin, antes que un procedimiento de deliberacin. Dado que suelen convocarse para diferentes tipos de actores sociales, las audiencias pueden durar varias semanas o incluso meses. Encuesta de opinin. Se trata principalmente de un mtodo para la investigacin de percepciones, valoraciones, actitudes, etc. de una poblacin. Sin embargo, es frecuentemente utilizada por la administracin para saber el nivel de aceptacin que puede llegar a tener una medida. Sus objetivos son muy diversos. La administracin puede decidir adoptar o no una medida segn lo que diga la encuesta, pero tambin puede utilizar los resultados para prevenir la reaccin social mediante estrategias de comunicacin. En el estudio participa una muestra representativa de la poblacin objeto de estudio de acuerdo con las variables consideradas relevantes. Normalmente se realiza mediante cuestionario escrito o encuesta telefnica. Puede incluir gran diversidad de preguntas. Se utiliza principalmente para recoger informacin, aunque como hemos visto los objetivos pueden ser diversos. Es ampliamente utilizada, y algunos ejemplos son los siguientes: EE.UU., biotecnologa e ingeniera gentica; Reino Unido, alimentos transgnicos; Espaa, biotecnologa e ingeniera gentica, reproduccin asistida; Unin Europea, eurobarmetros.

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Gestin negociada. Es el mtodo habitualmente utilizado por departamentos del ejecutivo como la Agencia de Proteccin Ambiental (EPA) norteamericana. Participa un reducido nmero de representantes de grupos de inters, y en ocasiones de organizaciones ciudadanas. Consiste en la puesta en marcha de una comisin de trabajo formada por los representantes de los grupos sociales afectados o interesados y de la institucin convocante. Las regulaciones concretas son el objeto habitual de trabajo, y normalmente se requiere llegar al consenso sobre la medida. La duracin puede ser muy variable, pero generalmente hay que fijar un plazo para que se llegue a una propuesta operativa. Conferencias de consenso. Usado ampliamente en Dinamarca y Pases Bajos, en temas como la irradiacin de alimentos o la polucin del aire, en Reino Unido para las plantas modificadas genticamente, en Francia tambin para aplicaciones biotecnolgicas y en EE.UU. para telecomunicaciones. Suele incluir entre 10 y 16 miembros del pblico (sin conocimiento del tema) elegidos por el comit organizador como representantes del pblico general. Consiste en reuniones abiertas al pblico en las que el panel de ciudadanos no expertos, con un moderador independiente, interroga a expertos convocados desde los grupos de inters. Se elabora un informe final con las conclusiones que se difunde pblicamente. La conferencia dura tres das normalmente y son necesarias actividades y reuniones previas para informar a los participantes sobre el tema. Las conferencias de consenso son uno de los procedimientos mejor valorados por quienes defienden un acercamiento deliberativo a la participacin pblica en temas relacionados con la ciencia y la tecnologa. Panel ciudadano. Generalmente incluye de 12 a 20 miembros del pblico seleccionados por el panel de grupos de inters como representativos de la poblacin local. Pueden coordinarse varios paneles simultneamente. Sigue el modelo de algunos jurados, con asesora de peritos convocados. Las reuniones son normalmente a puerta cerrada, y se elabora un informe final con las conclusiones que se difunden pblicamente. Sin ser necesario, las reuniones normalmente duran varios das. Se ha utilizado en EE.UU., Alemania y Reino Unido, entre otros pases. Comit asesor de ciudadanos. Los participantes son un pequeo grupo de ciudadanos seleccionados por la institucin organizadora

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para representar las opiniones de varios grupos o comunidades (puede no incluir miembros del pblico real). El patrocinador constituye un grupo de trabajo centrado en un mbito de polticas pblicas aunque eventualmente se discuten problemas concretos. Se produce una interaccin con los representantes de la industria relacionada con el mbito de discusin o el problema concreto que se aborde. Se ha usado con frecuencia en EE.UU., por ejemplo para debatir la limpieza de los depsitos de residuos, y tambin en otros lugares: Dinamarca, Pases Bajos, Espaa (Comit Asesor de Medio Ambiente - CAMA). Sus actividades tienen normalmente lugar durante un extenso perodo temporal. Audiencias parlamentarias. Es un mecanismo frecuentemente utilizado en todos los pases democrticos para cualquier mbito de las polticas pblicas. Una comisin parlamentaria convoca a expertos y representantes de grupos de inters para recabar informacin sobre un tema relacionado con la ciencia y la tecnologa. El legislativo trata de obtener capacitacin para formar un juicio independiente sobre diferentes aspectos de la regulacin. Se promueve la participacin en la medida en que el parlamento realiza una menor delegacin de sus funciones y se rene un amplio espectro de puntos de vista. Posee un carcter principalmente de recogida de informacin, aunque el procedimiento puede ser muy abierto y puede propiciar moderadamente la deliberacin. En cualquier caso, la interaccin entre los convocados no suele ser el caso. La duracin de este procedimiento es muy variable, ya que no necesariamente est relacionado con problemas concretos sobre los que sea necesario regular de forma urgente. Litigio. Muy frecuente en muchos pases, aunque su uso y el alcance de sus resultados depende de numerosos factores. Como es bien sabido, es especialmente utilizado en Estados Unidos, donde puede llegar a ser de gran efectividad. Puede utilizarse, por ejemplo, en casos de daos por aplicaciones tecnolgicas concretas, pero tambin en contra de las medidas adoptadas por la administracin. El litigio tiene lugar en el mbito judicial y requiere informacin pblica y asesoramiento legal. Los participantes tienen, en principio, la misma capacidad de influencia. El resultado final es vinculante. Consumo diferencial. Es un recurso recientemente utilizado en las economas de mercado con alto poder adquisitivo. Los ciudadanos incentivan o desincentivan lneas de innovacin mediante el consu-

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mo selectivo de productos y el efecto acumulativo del proceso. Se requiere informacin pblica: reglamentacin sobre etiquetado y otras fuentes de informacin vinculadas a medios de comunicacin y organizaciones no gubernamentales. Se trata de un modo de manifestacin de opiniones y actitudes, o incluso de protesta pblica, que pretende cambiar la conducta de las empresas, aunque a veces tambin de la administracin. Protesta pblica. En relacin con la ciencia y la tecnologa es un procedimiento que se utiliza en pases democrticos, con libertad de prensa y con una sociedad civil articulada en organizaciones. Puede adoptar una gran variedad de formas, a travs de pequeos grupos temporales o en vinculacin a grupos de inters consolidados. Las acciones tambin son muy diversas, desde declaraciones pblicas a huelgas, manifestaciones o acciones de boicot. El papel de los medios de comunicacin es muy importante, as como la existencia de grupos polticos capaces de explotar electoralmente las muestras de descontento cuando se trata de influir sobre la administracin. La protesta en muchos casos es una fase previa de los otros procedimientos aqu expuestos.

Participacin pblica, aprendizaje social y cultura cientficaEl punto de vista tradicional sobre la relacin entre cultura cientfica y participacin pblica considera que aqulla es un requisito de sta. Adems, los diferentes modos ensayados de participacin pblica han sido evaluados principalmente atendiendo a su carcter democrtico e igualitario. En general, no se ha establecido una relacin entre ambos conceptos. En este trabajo defendemos que los modos de participacin pblica pueden ser evaluados de acuerdo con su capacidad para que el proceso de participacin genere aprendizaje social en relacin con la ciencia y la tecnologa y por lo tanto cultura cientfica en la ciudadana. La justificacin de la participacin en la toma de decisiones sobre temas relacionados con la ciencia y la tecnologa es habitualmente normativa (i.e. en tanto se trata de asuntos pblicos debe haber parti-

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cipacin) o bien instrumental (i.e. para prevenir la percepcin pblica negativa y el conflicto social). Sin embargo, consideramos que la capacidad para generar aprendizaje social y cultura cientfica en el sentido anteriormente sealado constituye un argumento adicional a favor de la participacin. Algunas preguntas clave en esa evaluacin del potencial formativo de la participacin son: hasta qu punto genera aprendizaje social y cultura cientfica un mecanismo o procedimiento de participacin en su funcionamiento habitual?, hasta qu punto lo presupone para funcionar correctamente? Y algunas preguntas subsidiarias relevantes son: alcanza dicho aprendizaje a los ciudadanos o slo a sus representantes?, cun amplio es el segmento social involucrado?, incluye a expertos y empresarios?, se genera un debate pblico?, son dichas competencias sostenibles en el tiempo o transferibles a otros dominios? Sobre la base anterior, los criterios especficos relacionados, en cada caso, con el aprendizaje social y la cultura cientfica seran los siguientes: 1. 2. 3. 4. 5. Magnitud del impacto en trminos de incremento de competencia de los individuos participantes. Amplitud del pblico cubierto. Diversidad de pblicos a los que alcanza. Proyectabilidad en trminos de sostenibilidad temporal y transferencia temtica. Cultura cientfica presupuesta para que el mecanismo o procedimiento funcione apropiadamente 7.

En la siguiente evaluacin se trata por tanto de estimar los impactos previsibles en cultura cientfica sobre la base de las experiencias conocidas y la naturaleza de los mecanismos o procedimientos. Referndum. Se trata del procedimiento democrtico por excelencia en la toma de decisiones, ya que ofrece a todos los ciudadanos la posibilidad de participar en los asuntos pblicos. De todos los procedimientos que consideramos en este trabajo es el que ofrece mayor7

Este ltimo criterio es particularmente interesante pues, asumido el apropiado funcionamiento de un mecanis-

mo, permitira quiz su utilizacin como indicador indirecto de cultura cientfica y, por tanto, la triangulacin de resultados con otros indicadores ms clsicos.

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amplitud y diversidad. Como tal, el referndum ni presupone cultura cientfica ni la genera. Sin embargo, es necesario introducir alguna matizacin en esta primera valoracin. Lo normal es que se lleve a cabo un referndum porque el tema en cuestin (e.g., regulacin de alguna aplicacin tecnolgica) ha suscitado debate social. Este debate social previo al referndum s puede conducir a un incremento de la cultura cientfica. Del mismo modo, la convocatoria del referndum conducir a un encauzamiento del debate, exposicin de las diferentes posturas y a su defensa. Todos estos procesos pueden conllevar un aumento en la cultura cientfica. En cualquier caso, debe reconocerse que la proyeccin es ms bien baja. Audiencia pblica. Aqu participan normalmente ciudadanos interesados y representantes de diversos grupos sociales afectados (industria, universidad, sindicatos, etc.), por lo que se requiere cierto nivel de cultura cientfica. Los autnticos participantes son los expertos, quienes tienen en cuenta los puntos de vista expuestos por los ciudadanos, por lo que posee un moderado potencial de que en el proceso se genere cultura cientfica. La amplitud del pblico al que alcanza es tambin baja, aunque la diversidad puede ser moderada. A su vez, la proyeccin es tambin moderada. Encuesta de opinin. En su formato habitual, ni presupone ni genera cultura cientfica y, a diferencia del referndum, lo normal es que tampoco se genere en el proceso. Aunque puede estar relacionada con debates sociales, la encuesta no encauza ni estimula la exposicin y argumentacin de las diferentes posturas. La amplitud es baja, aunque la diversidad debe ser la correspondiente a la poblacin que se est analizando. Gestin negociada. Este procedimiento requiere que los representantes de los grupos de inters posean cierto grado de cultura cientfica. Adems, la interaccin que se produce en el proceso genera tambin cultura cientfica. La amplitud de la poblacin representada y la diversidad de sta son habitualmente bajas, aunque la proyeccin en el tiempo puede estar entre moderada y alta. Conferencias de consenso. No requieren de cultura cientfica previa, pero poseen un alto potencial de generarla en el proceso y posteriormente, dado que se espera de ellas que acten como disparador de un debate pblico ms amplio, por lo que su proyeccin es elevada. Tanto la amplitud como la diversidad de la poblacin son moderadas.

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Panel de ciudadanos. Este procedimiento de participacin pblica posee para el caso las mismas caractersticas que las conferencias de consenso, con la salvedad de la mayor opacidad pblica del panel. Comit asesor de ciudadanos. Se trata de un procedimiento semejante a los dos anteriores, aunque en relacin con los resultados que estamos considerando ofrece resultados muy variables. Esta variabilidad se debe a los temas analizados, generalmente problemas muy concretos, y a los grupos representados. Hay que mencionar, no obstante, que los paneles se utilizan ms frecuentemente con propsitos de recogida de informacin que con propsitos deliberativos. Audiencia parlamentaria. Se trata de un procedimiento clsico de los estados democrticos. La interaccin se produce entre, por un lado, los parlamentarios y, por otro, los expertos y los representantes de grupos de inters. La interaccin entre los diferentes grupos (especialmente sus representantes) y los expertos es muy limitada, si es que llega a producirse. Es un procedimiento que presupone cultura cientfica, pero su potencial para generarla en el proceso es limitado. Con todo, vale lo afirmado en relacin con el referndum. Lo normal es que la audiencia parlamentaria se produzca cuando un tema se ha convertido en objeto de debate social, y en ciertos casos estos procesos de debate ayudan a la generacin de cultura cientfica. La amplitud y la diversidad de la poblacin son moderadas, y la proyeccin en el tiempo es variable. Litigio. No presupone cultura cientfica, pero dependiendo de la repercusin pblica del caso es posible que pueda generar cultura cientfica, aunque no es el resultado normal. Al tratarse generalmente de episodios puntuales, y su proyeccin es baja. Consumo diferencial. No presupone cultura cientfica. Puede ser una respuesta ciudadana consecuencia de debates sociales, en los que s se puede generar cultura cientfica. La amplitud de la poblacin es variable y su diversidad alta. Su proyeccin en el tiempo es tambin variable, y est sobre todo ligada al debate social subyacente. Protesta pblica. Las caractersticas concretas de una protesta pblica concreta dependen del tipo de debate subyacente y de la repercusin social de la protesta. No presupone cultura cientfica, aunque en algunos casos puede generarse en el proceso, especialmente cuando alcanza notoriedad pblica. El resto de sus caractersticas (ampli-

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tud, diversidad y proyeccin) son muy variables, como variables son las modalidades de la protesta.

Discusin de resultadosEste anlisis preliminar se ha llevado a cabo considerando las experiencias realizadas y la naturaleza de los mecanismos y procedimientos que se utilizan en cada uno de los procedimientos. La falta de anlisis empricos de estos procedimientos en relacin con su potencial para generar cultura cientfica sugiere que estos resultados poseen un alcance limitado y que sera necesario proseguir esta lnea de trabajo. A continuacin proponemos algunos temas que podran ser abordados. La aplicacin del modelo evaluativo implica la realizacin de hiptesis empricas que deben ser validadas mediante el adicional estudio de casos. Ese estudio, presumiblemente, podra conducir tambin a un reajuste del propio modelo evaluativo. Es necesario un trabajo adicional del propio concepto de cultura cientfica, distinguiendo las dimensiones necesarias para su operatividad y utilidad en las polticas pblicas de ciencia y tecnologa. Destaca la importancia de reflejar una visin activa del proceso de enculturacin y de los mecanismos que la propician. Tambin debera analizarse el modo en que el conocimiento experto es asimilado e interacta con el conocimiento popular, as como los patrones de su proyeccin temporal y transferencia temtica. Una lnea interesante de trabajo adicional es vincular este estudio con el mbito de la enseanza reglada, y en particular analizar las experiencias y propuestas de formacin participativa en la enseanza de la ciencia y la tecnologa. El cruce de informacin al respecto, entre esas iniciativas en polticas pblicas y las nuevas tcnicas didcticas en el aula, puede proporcionar justificacin y sugerir lneas de accin prometedoras. La capacidad de los diferentes procedimientos de participacin ciudadana para generar cultura cientfica puede depender tambin de culturas polticas particulares (formas de interaccin poltica, organizacin de la sociedad civil, procedimientos de

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participacin, etc). Es necesario analizar esta dependencia para ofrecer valoracin de los diferentes procedimientos acordes con culturas polticas concretas. Sera interesante realizar estudios piloto de cultura cientfica (mediciones) a travs de casos concretos en situaciones sociales problemticas. La controversia pblica hace emerger normalmente los argumentos con demanda de informacin y oferta informativa alternativa, generando habitualmente espacios informales de participacin. Como es lgico, seran necesarias mediciones previas de control para poder comparar resultados.

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La democracia tecnolgicaMiguel A. Quintanilla

Al reconocerse que nuestros productos escapan ya a nuestro control, tambin ha entrado en crisis el sueo de la izquierda, segn el cual la Historia puede hacerse conscientemente Oskar LAFONTAINE (1989)

Con estas palabras conclua Oskar Lafontaine (1989), hace ms de una dcada, su brillante ensayo sobre la sociedad del futuro. Un futuro que ya es presente, por cierto. Una de las notas que ms llaman la atencin de aquel ensayo es el nfasis que el autor pone en la relacin entre tecnologa y poltica progresista, una herencia casi olvidada de la tradicin ilustrada. Estas pginas tienen la pretensin de contribuir tambin a recuperar esa herencia, conectndola con otro de los temas recurrentes en el pensamiento progresista de finales del siglo XX: el de la extensin de la democracia. Podemos considerar los posibles desarrollos de la democracia en torno a tres ejes. Uno de los ejes representa la extensin de la democracia, que puede ser tanto en sentido espacial como sectorial. Aqu hay un amplio margen para futuros desarrollos de la democracia: desde la generalizacin de los sistemas democrticos de gobierno a todos los estados del planeta, hasta la aparicin de nuevas formas de organizacin democrtica en diferentes niveles y sectores de la organizacin social: democracia en el gobierno mundial, democracia en la fbrica, en la escuela, en los partidos polticos o en las asociaciones de vecinos. Los otros dos ejes en los que se pueden producir desarrollos significativos de la democracia son el eje de la legitimacin y el eje de la eficiencia social de los sistemas democrticos. Quiz podramos asumir que hay una cuarta dimensin de la democracia, representada por el eje

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de la justicia o la equidad, pero me parece que esta dimensin, aunque esencial la medida en que el procedimiento democrtico contribuye a o aumentar o a dificultar la justicia social (vase Vargas-Machuca, 2002), se puede considerar como una funcin de la legitimacin y la eficiencia social. Pues bien, mi propsito en estas pginas es argumentar en torno a la conveniencia de desarrollar la democracia en un mbito especfico que llamo la democracia tecnolgica. Se trata de una propuesta de extensin de la democracia a un sector de la actividad social, lo que considero necesario, no slo en virtud de sus propios merecimientos, por la importancia que la tecnologa tiene para las sociedades actuales, sino tambin como una forma de responder a algunos problemas de legitimacin y eficiencia social a los que se enfrentan los sistemas democrticos. Todo el mundo est de acuerdo en atribuir una gran importancia a la tecnologa como factor decisivo en la dinmica interna de las sociedades actuales. Eso explica la existencia tambin de un amplio consenso con respecto a la importancia creciente de las polticas tecnolgicas en la agenda de los gobiernos y de las organizaciones multinacionales. Sin embargo, sobre esta base comn se entrecruzan mltiples discursos y opciones polticas completamente diferentes. Para ordenar el panorama podramos distinguir tres tipos de relaciones de la tecnologa con la poltica: la tecnologa como marco condicionante, como instrumento y como objetivo de la accin poltica.

La sociedad tecnolgicaEl discurso sobre la tecnologa como marco condicionante de la accin poltica est muy extendido en nuestros das. Una buena parte de la literatura (y las polticas gubernamentales, muy asociadas a esa literatura) sobre la sociedad de la informacin o del conocimiento parte del supuesto de que las tecnologas actuales, en especial las nuevas tecnologas de la informacin y las comunicaciones (TIC) constituyen la base de un nuevo paradigma socioeconmico a partir de la cual se configura un sistema social con todo lo que ello implica en la esfera cultural, econmica, y poltica. Las versiones ms ingenuas de este discurso suelen asumir de forma bastante acrtica una posicin vela-

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damente determinista, cuya coherencia exigira suscribir que la tecnologa evoluciona por su cuenta, fuera de control humano y que impone a la humanidad sus dictmenes respecto de cmo organizar la convivencia, la economa, la poltica. En algunas ocasiones la reflexin sobre las nuevas tecnologas se extiende hasta sus repercusiones sobre la organizacin de los sistemas democrticos. A este gnero, que a veces parece prximo al de la ciencia ficcin, pertenecen las especulaciones usuales sobre la democracia electrnica, el aumento de las posibilidades de participacin en los asuntos pblicos gracias a las TIC, el uso de Internet para mejorar la conexin entre los representantes polticos y sus ciudadanos, etc. Creo que algunas de estas especulaciones son importantes y contienen contribuciones valiosas para entender algunas caractersticas de las sociedades actuales. La nocin de sociedad red que propone Castells (1997), por ejemplo, creo que permite captar de forma muy ntida algunas caractersticas esenciales del mundo actual. En mi opinin, sin embargo, muchas otras ideas sobre estos temas, a pesar del predicamento que a veces consiguen, son ms ingenuas y llamativas que rigurosas y relevantes. Por decirlo de otra manera: no creo que los retos ni las soluciones ms importantes para el desarrollo de la democracia tengan mucho que ver con el uso de tecnologas de la informacin para organizar votaciones, hacer continuas consultas a la poblacin sobre cuestiones polticas o mejorar sustancialmente los problemas de legitimacin y eficiencia que tienen los representantes polticos en su comunicacin con los electores. Una ancdota puede servir para transmitir y justificar mi escepticismo ante todas estas ilusiones de democracia informatizada. Hace unos aos, el Senado espaol organiz una comisin de estudio sobre las tecnologas de la informacin y, por primera vez en el parlamentarismo espaol, se dise una pgina web en la que cualquier ciudadano poda acceder a toda la informacin recogida por la comisin, con los textos ntegros de las comparecencias de los expertos y de las intervenciones de los senadores. Adems la web dispona de varios espacios (foros) para que los ciudadanos pudieran participar en el debate. La idea me pareci interesante y, despus de haber comparecido como experto en la comisin, tuve una gran curiosidad en saber si haba mensajes del pblico en torno a los temas que all habamos tratado. Entr en el foro de cuestiones generales y me llev una buena sor-

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presa: las primeras intervenciones eran crticas bastante desabridas a los polticos por meter las narices en un asunto como Internet, hasta entonces patrimonio de internautas, al parecer ms apocalpticos que integrados. Por supuesto, esto ltimo no es ms que una ancdota, que no hace justicia a la meritoria y pionera labor de esa comisin del Senado, pero creo que puede ser significativa. Lo que representa es la enorme distancia que existe entre los discursos tericos sobre la sociedad de la informacin y sus repercusiones para la poltica democrtica, y la efectiva realidad de sta en las sociedades actuales. Para resumir, no creo que la influencia de las TIC en la extensin o en la mejora de la democracia tenga que ser mayor o diferente que la del transporte por ferrocarril en los sistemas parlamentarios del siglo XIX. Desde luego, me imagino que a los representantes de provincias les facilit mucho la vida el hecho de poder viajar desde sus circunscripciones a Madrid. Pero dudo de que esto alterara profundamente la cantidad y la calidad de la democracia, al menos en comparacin con otros fenmenos sociales no tan directamente relacionados con las innovaciones tecnolgicas de la poca. Y supongo que algo parecido ocurrir con las tecnologas actuales: en s mismas son un buen instrumento de comunicacin, y en esa medida pueden ser sumamente tiles a los electores y a los representantes polticos, lo mismo que lo son para los comerciantes y los taxistas. Pero cuando hablamos de democracia tecnolgica no debe entenderse esto como democracia con mvil o con Internet. Ms interesante a este respecto son las otras dos relaciones que hemos sealado entre la tecnologa y la poltica: la tecnologa como instrumento y como objetivo de la accin poltica. Empecemos por la primera.

Democracia tecnolgica mnimaUna primera forma de ver esta relacin proviene de la consideracin de la tecnologa como protagonista del reino de los medios, frente a la moral y la tica poltica que se sitan predominantemente en el reino de los fines. Por una parte, los medios tecnolgicos permiten alcanzar

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e incluso concebir fines para la accin poltica que de otra forma seran impensables. Las polticas sanitarias de vacunacin obligatoria no fueron posibles sino despus de que se inventaran las vacunas. En este aspecto ya se plantea un interesante problema desde el punto de vista del desarrollo de la democracia. Desde sus orgenes la democracia se ha considerado, moralmente, como el mejor sistema (para los liberales pesimistas, el menos malo) de gestin o gobierno de la sociedad. Este juicio moral se basa en una intuicin muy valiosa: si asumimos que todos los individuos humanos tienen la misma dignidad y los mismos derechos bsicos, cualquiera que sea la justificacin que demos a la existencia del Estado o de cualquier otra forma de poder poltico, ser siempre preferible un sistema de organizacin social en el que todos los individuos tengan iguales oportunidades de participar en el uso y control de ese poder para gestionar la sociedad. Pues bien, en la medida en que la tecnologa aumenta las capacidades de actuacin de una sociedad sobre su entorno, hay un sentido obvio de la extensin de la democracia, que consiste en garantizar el derecho de todos los ciudadanos a participar en las decisiones sobre el uso de las posibilidades tecnolgicas en asuntos de inters pblico. La tecnologa como instrumento para las polticas en un sistema democrtico exige arbitrar los medios para que el pblico pueda entender las nuevas opciones que se le presentan gracias al desarrollo tecnolgico, participar en su evaluacin y contribuir a la formacin de la opinin pblica acerca de estos temas. Una variante de esta facultad es el derecho de todos los ciudadanos de acceder al conocimiento tcnico y de contar con el juicio de los expertos como elemento fundamental para conformar la opinin pblica y participar en las decisiones polticas sobre asuntos tcnicamente complejos. Este es, digmoslo as, el contenido mnimo de la democracia tecnolgica. Su justificacin es de sentido comn. Una democracia en la que los ciudadanos tuvieran vetado el acceso al conocimiento tecnolgico y al asesoramiento objetivo y honrado de los expertos, sera una democracia secuestrada por la oligarqua de los tcnicos. No obstante, para ser coherentes, este contenido mnimo de los derechos de participacin en la democracia tecnolgica debera tener tambin una contrapartida en las obligaciones de los ciudadanos: no convertir en problemas polticos aquellos asuntos para los que existen soluciones tcnicas solventes y contrastadas.

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Hay algunas objeciones en contra de esta propuesta, que considero mnima, de democracia tecnolgica. En primer lugar estn las objeciones que se basan en la imposibilidad de que todos los ciudadanos accedan a la totalidad del conocimiento tecnolgico relevante para cada una de las decisiones que se toman a travs de procedimientos democrticos. Esta imposibilidad puede ser de dos tipos: pragmtica o intrnseca. Por imposibilidad pragmtica me refiero a aquella que se debe a razones de conveniencia poltica. Por ejemplo, puede que no resulte conveniente polticamente que todos los ciudadanos tengan acceso a cierta informacin tcnica referida a la ubicacin de depsitos de combustible nuclear susceptible de uso militar. Este tipo de imposibilidad o inconveniencia pragmtica del acceso del pblico a todo el conocimiento tecnolgico se puede argumentar con los mismos criterios con los que se argumenta a favor de la existencia de secretos de Estado o de informacin polticamente relevante pero no accesible a todos los ciudadanos. En las democracias representativas existen mecanismos contrastados para gestionar estos secretos de Estado y la limitacin del acceso al conocimiento tecnolgico basada en este tipo de argumentos no requiere justificaciones nuevas. As que dejemos este asunto al margen de nuestra discusin. Ms importante para nosotros es la cuestin de si existen limitaciones intrnsecas para el acceso de todos los ciudadanos al conocimiento tecnolgico que se necesita para determinadas decisiones polticas en un sistema democrtico. La base de este argumento es el carcter especializado y difcilmente comprensible del conocimiento tecnolgico avanzado y el consiguiente riesgo de deformacin de la informacin que se transmite al pblico con las consecuencias que eso puede tener a la hora de tomar decisiones basadas en una informacin incorrectamente procesada o comprendida. Se trata de una objecin seria e importante, que est en la base de muchas prcticas comunes en la poltica tecnolgica de los pases industrializados, en especial en las polticas relacionadas con tecnologas sensibles como la energa nuclear. Estas polticas se han apoyado en el secretismo y en la desconfianza respecto a la capacidad del pblico para comprender todas las implicaciones de los problemas que haba que afrontar. El resultado ha sido desastroso: la desconfianza del pblico se ha generalizado y ha hecho prcticamente imposible seguir adelante con determinados proyectos tecnolgicos, a veces con conse-

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cuencias desastrosas para la propia seguridad de los ciudadanos atemorizados, como ocurre, por ejemplo, con la gestin de residuos nucleares en todos los pases que tienen plantas de produccin de este tipo de energa. Sin embargo, en las tradiciones democrticas existen otros precedentes aplicables a este tipo de problemas. Para la mayora de los ciudadanos (y para muchos de sus representantes polticos) los tecnicismos jurdicos o econmicos de algunos debates parlamentarios son tan incomprensibles como las ecuaciones de Maxwell, pero eso no les impide participar y seguir esos debates, directamente o a travs de sus representantes y con la ayuda de las organizaciones (partidos polticos) intermediarias. No debera ser difcil generalizar esta experi