Pentagrama 2011 01

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pentagrama Diálogo, una conversación sobre la creación, el ser humano y el lenguaje del alma Vivimos en un diálogo, todo habla en nosotros Diálogo sobre la creación Sobre el ser humano Diálogo consigo mismo Lectorium Rosicrucianum ENE/FEB 2011 NÚMERO 1 Profundidad, silencio, pensamiento, conciencia, palabra. El diálogo del italiano Giordano Bruno. La Edda, el destino de los dioses

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Hace miles de años que fue escrito con toda claridad el tema de este Pentagrama en la Taittriy Upanishad: «Para que se eleve el conocimiento, hace falta tanto maestros como alumnos. Y, por encima de todo, un tercer factor: un diálogo o una conversación». La poderosa imagen original del ser humano sembrado en la materia se anima en esos diálogos y al final de una evolución secular, y aparezca más claramente su propósito de una maravillosa belleza. El ser humano verdadero es únicamente Conciencia, Gnosis.

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pentagramaDiálogo, una conversación

sobre la creación,

el ser humano y el lenguaje del alma

Vivimos en un diálogo,

todo habla en nosotros

Diálogo sobre la creación

Sobre el ser humano

Diálogo consigo mismo

Lectorium Rosicrucianum

ENE/FEB 2011 NÚMERO 1

Profundidad, silencio,

pensamiento, conciencia,

palabra.

El diálogo del italiano

Giordano Bruno.

La Edda, el destino

de los dioses

«Si ahora renuncias a la vana polémica, encontrarás, hijo mío, que el Ánimo, el alma de Dios, reina, en verdad, sobre todo: sobre el destino, sobre la ley y sobre todo lo demás, y que no hay nada que le resulte imposible».

Hermes no puede expresarse de una forma más positiva. Aquí se dice y se refi ere a que, si el hombre físico —aunque pueda haber pecado tan gravemente y haber violado e infringido las leyes vitales elementales— se entrega y se confía al Hijo unigénito en él, al alma inmortal, será capaz de quebrantar incluso la más funesta fatalidad desencadenada por él mismo: el único perdón de los pecados. […]Por eso, no ponemos objeción alguna, sea quien sea el alumno o la alumna, al mal que él o ella haya podido hacer en el pasado, siempre que el concernido se confíe verdadera-mente de forma positiva al alma y dé prueba de ello a través de su comportamiento. […]La doctrina de la culpa y el perdón de los pecados y de la gracia es una enseñanza hermética clásica. Nos da mucha alegría poderle decir esto y poder demostrarlo sobre la base del evangelio, de hace tantos miles de años, de la Gnosis Original. Este grandioso y maravilloso consuelo nos llega, en esta parte del libro decimotercero, con la seguridad de que el alma verdadera es superior y más poderosa que toda fatalidad.

J. van Rijckenborgh, La Gnosis Egipcia Original, Tomo IV, páginas 104 y 105

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Revista de la Escuela Internacionalde la Rosacruz ÁureaLectorium Rosicrucianum

La revista pentagrama se propone atraer laatención de los lectores sobre la nueva era queha comenzado para el desarrollo de la humanidad.El pentagrama siempre ha sido el símbolodel hombre renacido, del hombre nuevo.Es igualmente el símbolo del universo y de sueterno devenir, por el que tiene lugar lamanifestación del Plan de Dios.No obstante, un símbolo sólo tiene valorcuando se convierte en realidad. El hombreque realiza el pentagrama en su microcosmo,en su propio pequeño mundo, se mantieneen el camino de la Transfiguración.La revista pentagrama llama al lector a realizaresta revolución espiritual en sí mismo.

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Hace miles de años que fue escrito con toda claridad eltema de este Pentagrama en la Taittriy Upanishad:«Para que se eleve el conocimiento, hace falta tanto maes-tros como alumnos.Y, por encima de todo, un tercer factor :un diálogo o una conversación». La poderosa imagen originaldel ser huma-no sembradoen la materiase anima enesos diálogosy hace que, alfinal de unaevoluciónsecular, aparez-ca más clara-mente su pro-pósito de unamaravillosa belleza.El ser humano ver-dadero es únicamen-te Conciencia,Gnosis.Miguel Ángel,«dialogando»con la piedra,nos muestraese ser endevenir.

p e n t a g r a m a

índice

diálogo, una conversación sobre la creación,el ser humano y el lenguaje del alma 2

naturaleza y actividad del universo en movimiento;

discurso universal de hermes a asclepios 6jan van rijckenborgh y catharose de petri

vivimos en un diálogo, todo habla en nosotros 13diálogo sobre la creación 21sobre el ser humano 26diálogo consigo mismo 34la determinación del destino de los dioses 40un buen diálogo 44Giordiano Bruno

y los Diálogos Italianosla profundidad de la palabra 47

Año 33 nº 1 2011

Cubierta: Este fresco del palacio del rey Minos enCnosos (Creta) proporciona la atmósfera y laaltura de espíritu que corresponde con el temade este número de Pentagrama: diálogo conlos demás, diálogo consigo mismo.

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Imagínese que entramos juntos en un espacioque hemos abierto con nuestros artículos. Esnuestro espacio, que vamos a llenarlo con

nuestro tiempo, nuestros pensamientos, nuestrosdeseos de conocimientos y comprensión, y quizátambién con nuestro anhelo de liberación, de liber-tad. En este espacio todo está presente, todo esposible. Está lleno de energía resplandeciente quepuede ser especialmente efectiva. Pero todavíanada se ha concretado.Una conversación normal destruiría la atmósferade este espacio, lo dejaría sin expresión. Por undebate se convertiría en un campo de batalla. Undiálogo hace todo lo contrario: vuelve el espacio«fecundo», cada participante se vuelve más rico,adquiere más inteligencia y se siente como«unido» a los otros. Un diálogo se lleva a cabo enun determinado nivel y, más importante aún, hacelibre, puede ser visible, tangible y concreta lo queestá presente en este espacio. La palabra griega«diálogos» significa «a través de la palabra; lo quea través de la palabra es posible».Los argumentos racionales avanzados en un diálo-go, a menudo siguen la pista de argumentos queen el momento cuentan mucho. Aún así, la mayo-ría de los diálogos no carecen de orientación,dirección u objetivo, incluso en lo que se llama un«diálogo abierto».En los diálogos clásicos de Platón vemos cómoSócrates sabe dar una dirección al diálogo plan-teando diferentes preguntas. No como una personaque enseña, sino interrogando respetuosamente asu interlocutor, a partir de su verdad que frecuen-temente está fundada en una opinión establecida o

evidente. Es la riqueza interior de la sabiduría ydel saber de Sócrates la que le capacita para plan-tear esas preguntas que dirigen ese diálogo.Conoce muy bien los prejuicios y la superficiali-dad mental de sus interlocutores, pero no formulasus pensamientos de forma doctrinal. Se esfuerzaen hacerlo de manera que su interlocutor, dialo-gando, acceda a una comprensión superior o mássutil, a ayudarlo a llegar a esta comprensión.Platón es quien escribe esos diálogos y es muynatural preguntarse si esas conversaciones hantenido lugar verdaderamente.Al lado de esos diálogos griegos siempre muycontundentes, también existen los diálogos italia-nos de Giordano Bruno. Lo que esos diálogos tie-nen de único es que, además del hecho de quesean preguntas vitales esenciales y muy modernaspara la época, se sustentan en los mismos valores,además del hecho que se despliegan en la igualdadde los interlocutores.

diálogo

El tema de este número es el Diálogo, una conversación sobre la creación, el serhumano y el lenguaje del alma.Todos los que se sienten interpelados por estaspalabras, por esos conceptos claves que se dirigen al corazón de la comprensión,quizá entenderán que el diálogo que instauramos aquí es algo más que un simple intercambio de puntos de vista.

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Dresses. Las abstracciones del artista americano

Derrick Hickman de Grove City, Ohio (USA),

forman al espectador en la historia de la pintura,

«al igual que lo romántico, el ego y lo dramático

deforman, distorsionan nuestros recuerdos».

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una conversación sobre la creación, el ser humano y el lenguaje del alma 3

UNA CONVERSACIÓN SOBRE LA CREACIÓN,EL SER HUMANO Y EL LENGUAJE DEL ALMA

DIÁLOGO

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Con la desenfrenada fuerza vital de sus razona-mientos, con erudición y humor, Bruno da a losnuevos conceptos europeos la ocasión de superarlos diálogos griegos, y sobre todo el pensamientode Aristóteles. Giordano Bruno dota de peso a lasabiduría egipcia como nos la transmitieron, entreotros, Hermes Trismegistos, también en forma dediálogo, al comienzo de nuestra era. Y la formaconcentrada en la que la antigua sabiduría egipciafue presentada de nuevo señala verdaderamenteque el pensamiento griego sólo era un niño com-parado con la sabiduría egipcia, como Solón yahabía señalado cinco siglos antes.Hermes nos muestra un punto de vista racional; lohace, con el entendimiento que profesa, por mediode la Gnosis que siempre es Luz, Fuerza y

Conocimiento y, por tanto, es incorpórea. Él trans-mite el conocimiento o Gnosis como una enseñan-za magistral que manifiesta en conversaciones conlos alumnos. Y este conocimiento, que al mismotiempo engloba y penetra todo, implica una com-prensión profunda. No se puede hablar, con res-pecto a él, de igualdad con sus alumnos.Los diálogos entre personas realizados en base deigualdad pueden ser llamados diálogos «horizonta-les». Los diálogos en el interior de una estructurajerárquica pueden ser calificados de diálogos ver-ticales, sobre todo si se trata de un diálogo interiorcomo el maravilloso libro Poimandres de Hermesnos lo hace conjeturar. Poimandres es nuestroÁnimo, el espíritu interior, nuestra naturalezaintrínseca espiritual, que nos enseña sabiduría,conocimiento, Gnosis.Al menos cuando queremos entablar con él un«diálogo abierto».

El Pentagrama trata de indicarnos cómo podemosentablar un diálogo vertical, un diálogo espiritualen nosotros mismos con nosotros mismos.Para la comunicación, el intercambio que sobrepa-sa los pensamientos cotidianos, existe interés enun diálogo a la vez vertical y horizontal, es decir,una comunicación en el interior así como en lasrelaciones interpersonales. Hermes nos dice quelas oposiciones son necesarias para progresar. YNicolás de Cusa (1401-1464) habla ya en la civili-zación europea de la unidad de los contrarios. Y loque así se forma es una cruz cuyo centro es comouna ventana que da a la grandiosa Realidad, una«ventana de diálogo» que da a la dimensión espi-

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Leyes en escritura cuneiforme, hacia el 3000 a. de nuestra era

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ritual. Nosotros, lectores, preparamos así la razóno la interioridad como el lugar de un diálogo vivo,una cruz… un punto de intersección y en la sabi-duría nos volvemos conscientes de la unidad finalde las contradicciones en nosotros mismos. El diá-logo circula, hay intercambio y estructura. Se estáen diálogo consigo mismo.

Este número nos proporciona algunas piedras deconstrucción que pueden ayudarnos en el devenirconsciente. Todo esto vamos a tratar de ilustrarlocon numerosos ejemplos de tipo horizontal o ver-tical. Desde Sócrates a Jakob Böhme, de Platón aGiordano Bruno, pero también con diálogosmodernos. La sabiduría universal se presentasiempre con grandes diferencias, con grandesdiversidades en la representación, por ejemplo, enlos escritos orientales como el Mahabharata (delque el Bhagavad Gita forma parte), los Vedas, laliteratura taoísta y otros numerosos textos. En todala literatura siempre aparece que en cualquier esta-do de independencia que las almas adquieransiempre es necesario un semejante con el que con-versar, con el que se intercambien ideas.J. van Rijckenborgh nos enseña en sus obras quela «razón» concierne al aspecto intelectual y quela «moral» corresponde con la comprensión y laexperiencia de la vida práctica. «Quien comprendees libre», nos dice Espinoza.La fuerza de la Gnosis o «conocimiento del cora-zón», únicamente puede obrar si comprendemos lanoción de que, sola, nuestra personalidad sola «nosabe nada» y «no puede nada». De las oposicionesaparentes aprendemos que la naturaleza de los

contrarios es importante para el crecimiento de laconsciencia, tan favorable para las relaciones coti-dianas en el mundo. La unidad de los contrariosen nosotros sólo puede ser alcanzada si descubri-mos que tenemos necesidad de los contrarios, porlo tanto del diálogo, para nuestro crecimientointerior.Cómo se desarrolla el proceso en todos los que seocupan de estudiar la Gnosis hermética, es el temade este número, con el que queremos mostrar queel desarrollo vivo en el camino es el enfoque alque actualmente calificamos «Camino de laRosacruz moderna».Como ejemplo de la forma profunda y llena deEspíritu en la que los herméticos, los mensajerosdel pensamiento de Hermes, sondean la existenciade Dios, sigue a continuación una introducción deJ. van Rijckenborgh: Diálogo universal de Hermesy de Asclepios

una conversación sobre la creación, el ser humano y el lenguaje del alma 5

Desde que la memoria de los seres humanosexpresa el pensamiento con palabras, se puededecir también que la palabra es el instrumento detransmisión de los pensamientos al Espíritu. Estoes verdad en varios planos. Los pensamientos sevuelven visibles por la escritura. Las palabras suenan y forman un flujo vivo de pensamientos,de arriba hacia abajo. Las letras constituyen laspalabras en el campo material, forman la imagen,la imagen corresponde a la palabra, la palabra llevael pensamiento, y el diálogo se instaura.

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La filosofía hermética siempre desarrolla surazonamiento partiendo de una idea muy ele-mental para llegar, a continuación, a la abs-

tracción más elevada. Quien maneja esta clave yno se desvía, progresará mentalmente paso a pasopara finalmente concebir lo que debe entenderse.Muchos tienen la costumbre de comenzar por abs-tracciones, por lo desconocido, para a continua-ción intentar descender a lo concreto. Tal métodojamás es satisfactorio y siempre da lugar a especu-laciones y mistificaciones. Así, por ejemplo, elmístico dice a menudo que se debe hacer tal o cualcosa. Frecuentemente, la razón permanece vaga y,muchas veces, es causa de una negación, o bien deafirmación autoritarias.Por ejemplo, se afirma que la Biblia es «la palabrade Dios». Pretensión abusiva, ¿o no? ¿Por qué esjustamente la Biblia la palabra de Dios? Nadiesabe absolutamente nada. La consecuencia es quealgunas personas aceptan por autoridad lo queotros niegan, mientras que terceros permanecen,en este sentido, totalmente indiferentes. Este méto-do de pensamiento no sirve en absoluto a la ver-

dad. Imprecisiones, incertidumbres, mentiras ydisensiones se suceden.El pensamiento hermético es el único métodoseguro y justo, pues muestra el Camino gnóstico aseguir a partir de lo conocido, de lo concreto, delcamino seguro hasta lo abstracto. Por ello, laGnosis original siempre ha aplicado este método;todos los que desean y buscan la liberación, loaceptan pues da los resultados más justos. Asítambién se puede reconocer en la forma de pensarsi alguien es un verdadero buscador de la Verdad ono. Un buen ejemplo es Baruc de Spinoza. Éste,indudablemente, aplicó el método del pensamientohermético.

Gracias al Diálogo universal de Hermes y deAsclepios constatamos que una Fuente de fuerzarodea, penetra y contiene todos los campos cósmi-cos. El propósito de este sexto libro de HermesTrismegistos es convencernos profundamente deello. La intención no es hacer una exposición filo-sófica que profundiza sobre la esencia de Dios ode la actividad de la fuerza divina.

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discurso universal deHermes a Asclepios

Asclepios (o Esculapio) era en la antigüedad el dios de la medicina. En sentido más amplio,Esculapio es el que contribuye a la curación, es un sanador. Hermes muestra en el sextolibro del Corpus Hermeticum, en el Diálogo general entre Hermes y Asclepios, a un alumnoque, según su nombre, se sabe llamado a seguir el camino de la Gnosis para estar capacitadopara cooperar en la curación de la humanidad enferma, para la elevación de los que hancaído, para el restablecimiento de lo que ha sido quebrado. En el sexto libro del CorpusHermeticum,Asclepios, en este contexto, es iniciado en profundidad en la naturaleza delmovimiento, en la causa y en la acción del movimiento universal.

NATURALEZA Y ACTIVIDAD DEL UNIVERSO EN MOVIMIENTO

J. van Rijckenborgh

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discurso universal de Hermes a Asclepios 7

J. van Rijckenborgh y Catharose de Petri son los fundadoresde la Escuela Espiritual de la Rosacruz Áurea en la queellos exponen y explican a los alumnos el camino de laliberación del alma de todas las maneras posibles, amenudo con la ayuda de textos originales de la enseñanzauniversal

Mosaico decorativo,Taj Mahal, India

DIÁLOGO

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Sólo se trata de hacer comprender al alumnoAsclepios, que se ha vuelto consciente de la eleva-da tarea a la que es llamado según la voluntad deDios y que desea recorrer en cuerpo y alma elcamino de la Gnosis, que debe unirse a estaFuente de fuerza. Nuestra insignificante existenciacomo ser natural inconsciente sobre nuestra tierramadre es completamente ilógica en la manifesta-ción universal. Quien está unido a las radiacionesde esta Fuente de fuerza será santificado, es decirsanado. ¡Y por el milagro y la gracia de su cura-ción, él morirá y se volverá, a su vez, un sanadoral servicio de la Gnosis: un Asclepios!El diálogo universal llama sobe todo a nuestrainteligencia, a nuestra comprensión y a nuestropensamiento orientado hacia el interior. No sólonos exige que escuchemos, sino también que refle-xionemos y descendamos interiormente hasta allídonde, en un silencio profundo y una paz serena,es posible oír y comprender la eterna llamada aregresar a la Vida verdadera.

DIÁLOGO UNIVERSAL DE HERMES Y ASCLEPIOS

HERMES: Asclepios, ¿acaso todo lo que está enmovimiento no se mueve en algo y por algo?

ASCLEPIOS: ¡Con toda certeza!

HERMES: ¿Y no es necesario que aquello dondeel movimiento tiene lugar sea mayor que la cosaen movimiento?

ASCLEPIOS: Sin duda alguna.

HERMES: ¿No es más poderoso lo que origina elmovimiento que aquello que se mueve?

ASCLEPIOS: Es evidente.

HERMES: Y aquello en lo que el movimientotiene lugar, ¿acaso no es necesariamente opuesto alo que se mueve?

ASCLEPIOS: Por naturaleza.

HERMES: ¿Es este universo más grande que cual-quier otro cuerpo?

ASCLEPIOS: Sí, es cierto.

HERMES: ¿Y no está lleno por completo demuchos cuerpos grandes o, mejor dicho, de todoslos cuerpos que existen?

ASCLEPIOS: Así es.

HERMES: ¿Es, por tanto, el universo un cuerpo?

ASCLEPIOS: Sí, seguro.

HERMES: Y además, ¿es un cuerpo en movimiento?

ASCLEPIOS: Sin duda.

HERMES: ¿De qué magnitud debe ser entonces elespacio en el que se mueve el universo? ¿Y de qué

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Dios es para nosotros lo más elevado hacia lo quese puede dirigir el pensamiento; para nosotros,pero no para Dios

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naturaleza será? ¿No es necesario que sea muchomás grande que el universo para permitirle un movi-miento continuo sin obstaculizarlo ni detenerlo?

ASCLEPIOS: El espacio debe ser extraordinaria-mente grande, Trismegistos.

HERMES: ¿Y de qué naturaleza será? ¿No será denaturaleza opuesta, Asclepios? Lo incorpóreo esde naturaleza opuesta a lo corpóreo.

ASCLEPIOS: Sin ninguna duda.

HERMES: El espacio es pues incorpóreo. Pero loincorpóreo es de naturaleza divina o el propioDios. Por divino no quiero decir lo creado sino loincreado. Si lo incorpóreo es de naturaleza divina,es de la misma naturaleza que la esencia funda-mental de la creación; y si es Dios, es uno con laesencia fundamental. Por otra parte es así como locapta el pensamiento.

Dios es para nosotros lo más elevado hacia lo quese puede dirigir el pensamiento: para nosotros,pero no para Dios. Pues quien piensa alcanza elobjeto de su pensamiento a la luz de la visión inte-rior. Dios no es para sí mismo objeto de reflexión,puesto que Él no se distingue de la esencia delpensamiento, Él piensa en sí mismo. Sin embargo,Dios es bien diferente a nosotros: por ello es elobjeto de nuestro pensamiento.

Si nos imaginamos el espacio universal, no pensa-mos en él como espacio sino como Dios; y si el

espacio nos aparece como Dios, ya no hay espacioen el sentido ordinario de la palabra, hay fuerzadivina activa que lo abarca todo.Todo lo que está en movimiento no se mueve enalgo que es móvil, sino en algo inmóvil; y la pro-pia fuerza motriz es inmóvil, pues no puede seruna parte del movimiento que ella misma provoca.

ASCLEPIOS: Pero, Trismegistos, ¿de qué formase corresponden las cosas que son movidas con lascausas de su movimiento? Pues tú has dicho quelas esferas en estado de pecado son movidas por laesfera sin pecado.

HERMES: ¡Aquí, Asclepios, no se trata de unmismo movimiento, sino de movimientos opues-tos! Pues estas esferas no son movidas en elmismo sentido, sino en sentidos opuestos. Estaoposición da al movimiento un punto de equilibriofijo, pues la resultante de los movimientos en sen-tido contrario se manifiesta en este punto por unainmovilidad.

Las esferas en estado de pecado son movidas ensentido opuesto al movimiento de la esfera sinpecado y ellas son movidas, en ese movimientoopuesto, alrededor de las esferas que ofrecen resis-tencia en torno a un punto de equilibrio que estáfijo.

Fíjate en las constelaciones de la Osa Mayor yMenor, no salen ni se ponen, sino que giran alre-dedor del mismo punto: ¿crees que están en movi-miento o inmóviles?

discurso universal de Hermes a Asclepios 9

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ASCLEPIOS: Están en movimiento, Trismegistos.

HERMES: Y ¿cuál es ese movimiento, Asclepios?

ASCLEPIOS: Giran sin cesar alrededor del mismopunto central.

HERMES: Así es. La rotación no es otra cosa queun movimiento alrededor de un mismo punto cen-tral, subordinado a ese punto central totalmenteinmóvil. El movimiento circular evita la separa-ción, estabilizando así la rotación. De esta manera,el contra-movimiento cesa en el punto de equili-brio porque el movimiento que ofrece resistenciaen ese punto se convierte en estático.

Voy a darte un ejemplo simple cuya exactitudpodrás comprobar con tus propios ojos. Miracomo nadan las criaturas mortales, el hombre porejemplo: la resistencia, la fuerza opuesta de lospies y las manos, produce en la corriente del aguaun estado de estabilidad tal que el hombre no esatraído hacia el fondo.

ASCLEPIOS: Este ejemplo es muy claro,Trismegistos.

HERMES: Todo movimiento es producido en algoy por algo en sí mismo inmóvil. El movimientodel universo y de todas las criaturas mortalesvivas no está determinado por causas externas alcuerpo sino por causas internas que actúan desdeel interior hacia lo exterior por una fuerza cons-ciente racional, ya sea el alma, el espíritu o cual-

quier otra entidad incorporal. Pues un cuerpomaterial no puede mover ningún cuerpo animadoni inanimado; realmente no puede moverlos.

ASCLEPIOS: ¿Qué quieres decir con esto,Trismegistos? ¿Acaso la madera, la piedra y otroscuerpos inanimados no producen movimiento?

HERMES: ¡Por supuesto que no, Asclepios! Puesno es el propio cuerpo el que causa el movimientode las cosas inanimadas, sino que lo que seencuentra dentro de ese cuerpo es lo que mueveuno y otro cuerpo, tanto el cuerpo que desplazacomo el que es desplazado. De ahí que lo inani-mado no pueda mover lo inanimado. Por lo tanto,puedes ver qué pesada carga soporta tu alma cuan-do ella sola debe llevar dos cuerpos. Es evidenteque lo que está en movimiento es movido en algoy por algo.

ASCLEPIOS: ¿No se produce el movimiento enun espacio vacío, Trismegistos?

HERMES: Escucha bien, Asclepios: Nada de loque realmente existe está vacío, nada de aquelloque forma parte del ser verdadero está vacío,como ya lo dice la palabra ‘ser’, es decir, existir.En efecto, lo que existe no tendría ninguna reali-dad, no existiría, si no estuviera completamentelleno de realidad. Aquello que es real, lo que exis-te realmente, nunca puede estar vacío.

ASCLEPIOS: Entonces, ¿no existe nada que estévacío, Trismegistos, ni un cántaro, ni una olla, ni

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una cuba, ni ninguna otra cosa semejante?

HERMES: ¡Detente, Asclepios, qué error eltuyo! ¡Cómo puedes considerar vacías cosascompletamente llenas y repletas!

ASCLEPIOS: ¿Qué quieres decir, Trismegistos?

HERMES: ¿Acaso el aire no es un cuerpo? ¿Nopenetra este cuerpo todo lo que existe y no llenatodo lo que penetra? ¿Acaso no están compuestostodos los cuerpos por cuatro elementos? Todasesas cosas que tú dices que están vacías, están lle-nas de aire y si están llenas de aire, también loestán de los cuatro elementos. Así llegamos a laconclusión contraria a lo que tú decías: todo loque dices que está lleno está vaciado de aire, por-que su lugar lo han ocupado otros cuerpos que nodejan lugar al aire. Sin embargo, lo que tú dicesque está vacío, deberías decir que está repleto y novacío, pues en realidad está lleno de aire y dealiento.

ASCLEPIOS: No tengo nada objetar a estoTrismegistos, pero ¿qué es el espacio donde semueve el universo?

HERMES: Es lo incorpóreo, Asclepios.

ASCLEPIOS: ¿Y qué es lo incorpóreo?

HERMES: El espíritu, todo él encerrado en símismo, libre de todo cuerpo, que no se desvía nisufre, que es intangible e inamovible en sí mismo,

que lo contiene todo y lo salva todo, que es libera-dor y sanador; del que emanan las radiaciones delbien, de la verdad, del principio original del espí-ritu y del principio original del alma.

ASCLEPIOS: Pero, entonces, ¿qué es Dios?

HERMES: No es nada de todo eso, sino la causade su existencia y de todo lo que existe, así comode toda criatura en particular. Pues no ha dejadoningún lugar al no-ser; todo lo que existe llega a laexistencia de aquello que es y no de lo que no es:pues al no-ser carece de la capacidad de devenirmientras que, por otro lado, el ser nunca deja deexistir.

ASCLEPIOS: ¿Qué es Dios en definitiva?

HERMES: Dios no es la razón, sino el fundamentoexistencial de la razón; no es el aliento, sino elfundamento existencial del aliento; no es la luz,sino el fundamento existencial de la luz. Por ello,se debe honrar a Dios llamándole ‘el Bien’ y‘Padre’, nombres que sólo le pertenecen a Él y anadie más. Pues ninguno de los llamados dioses,ningún hombre, ningún demonio puede ser, deninguna manera, bueno. Sólo Él es bueno y nadiemás. Ningún otro ser puede contener la esenciadel bien, pues son cuerpo y alma y carecen delugar en el que pueda morar el bien. Pues el biencontiene lo esencial de todas las criaturas, tantocorpóreas como incorpóreas, tanto las perceptiblescomo las que pertenecen al mundo del pensamien-to abstracto. Esto es el bien, esto es Dios.

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Por ello, nunca llames buena a ninguna otra cosa,porque sería una impiedad. Designa a Dios sólocomo el bien, pues llamarle de otra manera seríauna impiedad.

Sin duda todos emplean la palabra ‘bien’, pero notodos comprenden lo que es. Por ello, tampococomprenden a Dios y, en su ignorancia, llamanbuenos a los dioses y a algunos hombres, los cua-les no pueden nunca serlo: pues el bien es lainmutabilidad absoluta de Dios, inseparable de Élporque, en verdad, es el propio Dios.

Se respeta a todos los dioses, en tanto que seresinmortales, llamándoles dios. ¡Pero Dios es el bieny no como señal de respeto sino por su propiaesencia! Pues el ser de Dios y el bien son uno; for-man juntos el origen único de todas las generacio-nes. Pues bueno es quien da todo y no toma nada.Y, en verdad, Dios da todo y no toma nada.Porque Dios es el bien y el bien es Dios.

El otro nombre de Dios es Padre, porque es elcreador de todas las cosas. Crear es la característi-ca del Padre.

Por ello, en la vida de aquéllos cuya concienciaestá bien orientada, el nacimiento del Hijo es unacuestión de la mayor seriedad, de un celo ardiente

y de una profunda devoción a Dios; mientras quela mayor desdicha y el mayor pecado es morir sinesta filiación y ser juzgado por los demonios des-pués de la muerte.

Pues éste es su castigo: el alma de esas personassin hijo es condenada a tomar un cuerpo ni mascu-lino ni femenino, hecho reprobado bajo el Sol.Alégrate, Asclepios, si todos poseen esta filiación;pero envuelve con tu compasión a quienes tienenla desdicha de estar privados de ella, pues conocesel castigo que les espera.

Que estas palabras, Asclepios, te puedan conducir,por su naturaleza y su amplitud, al conocimientoelemental de la esencia del Todo

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Dios es el Bien, no a causa de nuestro respeto sino debido a su esencia

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Trate de imaginar lo que un ojo jamás havisto y lo que un oído jamás haoído…», trate de hacerlo porque usted

es un ser humano y quiere saber. Querer saberes precisamente típico del fenómeno humano.Cuando, además, nuestro saber alcanza el ricomundo de las ideas, nos elevamos y superamosaquí abajo a todas las demás criaturas de laTierra.Para comenzar vamos a considerar elComienzo primordial de la creación, para loque tomamos la tan conocida fórmula delEvangelio de Juan: «Al comienzo era laPalabra». Esto significa: en la dimensión infi-nita del comienzo, aunque no en el sentido delcomienzo de un único universo, sino comofuente de cada universo. Es la «profundidadinfinita», o el «abismo insondable», como lo

vivimos en un diálogo, todo habla en nosotros 13

vivimos enun diálogo,todo hablaen nosotros«Pero como está escrito, son estas cosasque el ojo no ha visto, el oído nunca haoído, y que no están en el corazón del serhumano, cosas que Dios ha preparadopara quienes Le aman […] Pues elEspíritu sondea todo, incluso las profundi-dades de Dios».(Pablo, 1Corintios, 2, 9-10, Según la Biblia)

DIÁLOGO

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llamaban los gnósticos, en el que el océano origi-nal de las formas se reencuentra en un solo peque-ño punto. Allí, en el silencio divino, en una pazeterna, se convirtió la energía del primerComienzo en Aliento y en fuerza del Espíritu. Enel reposo del universo apareció el movimiento, sedice en el Evangelio de Tomás, o la «Palabra» enel Evangelio de Juan.«El ser humano se ha formado a partir de un pen-samiento de Dios», se dice; y por la Palabra, porla expresión de este pensamiento, él, el ser huma-no, apareció. Si se intenta describirlo, se podríadecir que, de esta profundidad, de este silencio,una voz se elevó que dijo: ¡Ven a mí! El ser huma-no era llamado, un diálogo comenzó… Cuandoaparece un movimiento, siempre es seguido porotro movimiento. La vida es movimiento, y elmovimiento emite un sonido, por lo tanto, habla.Mientras que la creación esté en movimiento, elcreador habla con su criatura. Cada uno ha nacidode una pareja, de un hombre y de una mujer queson la causa de su existencia. Han concebido unhijo, pero ¿le han dado la forma o la vida?¿Pueden determinar el tiempo que vivirá, su salud,su carácter así como su bondad, su risa, su expe-riencia del dolor o del deseo? ¿Le han dado estamaravilla que son los ojos para que pueda ver?Cuando un niño nace, esperamos que pueda dispo-ner de todo lo necesario para expresarse en lavida, tal como nosotros la conocemos. La vida esmanifestación. Ella se reencuentra bajo una formaen la que algo quiere manifestarse, expresarse.Este algo que quiere manifestarse podría ser con-siderado el primer pensamiento, el «primer nacido

inmortal» del Padre.¿Con qué objetivo? ¡Quizá para aprender a hablar,para ser como el Padre, para devenir perfecto!«¡Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto!» Hermes Trismegistos dice:«Así como los dioses son la posesión de Dios,también lo es el ser humano. Y la posesión del serhumano es el mundo: si no hubiese nadie para verel mundo, lo que se ve incluso no existiría. Sólo elser humano ve lo visible y comprende las cosasespirituales pues ellas no le son extrañas. El serhumano tiene dos naturalezas, la mortal y lainmortal. Hay tres formas: el ser de la materia, elser del alma y el ser del espíritu. (Definicionesherméticas, VI,1)

TRES PUNTOS DE PARTIDA Cuando se abrennuestros ojos en tanto que seres humanos nacidosen este mundo y, tal como se dice, comenzamosesta aventura, somos confrontados inmediatamentecon esas tres formas de ser. Nosotros experimenta-mos en tanto que conciencia, percibimos a losdemás junto a nosotros y vemos el mundo que nosrodea o la naturaleza de nuestro entorno. Con estose nos dan tres llaves para plantearnos la preguntacrucial y también con el fin de encontrar la res-puesta.

La pregunta es: «Pero, finalmente, ¿qué es lo quehe venido a hacer, cuál es mi cometido en la vida?Las claves que son dadas para la respuesta:1. La naturaleza es mi profesor;2. La frecuentación de mis semejantes me da el

conocimiento de mí mismo;

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3. Me es necesario conocer al «Otro» en mí: el alma.

El mundo se muestra bajo el aspecto de una fuenteinagotable de impresiones, de cosas que quierenser vividas y que originan una serie incesante denuevas sensaciones. Es posible que la vida pro-venga de una necesidad de «algo divino» quequiera crear, dar forma a algo, como el creadorcrea la vida, para percibirse a sí mismo. Pero estoprovoca un problema. La ciencia gnóstica habladel «silencio», y lo llama la «insondable profundi-dad» del «No-Ser».Y de esta profundidad insondable resuena la lla-mada del Espíritu que, de forma dispersa, estáoculta en ese No-Ser: «Ven a mí» – ¡y la creación

comienza!Este «insondable» lleva en él «una profundidad,un silencio, una paz y un movimiento secreto».Tal proceso se reproduce en cada nacimiento deun ser humano en la materia. Sólo conoce el deseode la esfera de la que proviene (la madre). Es laúnica cosa de la que es consciente: la concienciade algo en él que le dice: «¡Regresa!»

UN FUEGO MANTENIDO POR SÍ MISMO Lavida entera representa un camino de evolución. Y siel intercambio, el diálogo entre nosotros mismos yel mundo ya no puede tener lugar, la vida, la evolu-ción se detiene, y el alma se retira. Para preservar-nos de ello, las tres llaves son una fuente de inspira-ción que ofrece renovación y profundización.

vivimos en un diálogo, todo habla en nosotros 15

El papiro Edwin Smith del antiguo Egipto proporciona remedios y tratamientos de las heridas, hacia 1600 a. de nuestra era(Malloch, Libros raros,Academia de Medicina de Nueva York)..© Malloch Rare Book Room of the New York Academy of Medicine

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• La naturaleza es la maestra del ser humano yenseña el arte de vivir. Por la naturaleza, aprende-mos las características fundamentales de ser eneste mundo y de ello se desprenden las grandescuestiones de la vida. Y si él profundiza al respec-to ve que existe intercambio entre todo y cuancoherente es todo. • La naturaleza es efímera, continuamente cam-biante. Por consiguiente, el verdadero buscadorpuede entender todo lo que es perecedero como unsímbolo y una alegoría.• Por los contactos con sus semejantes y con lanaturaleza, obtiene el conocimiento de sí mismo,de sus límites, por ejemplo, durante sus intercam-bios con otros, pero también del camino de lacompasión, de su propia impotencia y de sus ines-peradas capacidades, de lo que puede hacer o no.A la vez reconocerá que también es aplicable acualquier otra persona.En principio, todos somos iguales y recorremos unlargo camino de evolución, de lo individual pasa-mos a lo universal.• A partir de la soledad de la conciencia de símismo y de la experiencia de sus límites, llegamosal «Otro» en nosotros. Quien se conoce a símismo, puede llegar a conocer al Otro, el alma ensí mismo.Tal es la enseñanza de las escuelas de losMisterios. La iniciación es guardar silencio paradialogar con el Otro en nosotros. Es lo que repre-senta la imagen del «fuego mantenido por símismo». Por lo tanto, pensar es dialogar con noso-tros mismos.

SÓCRATES Existen muchos maravillosos diálo-gos redactados por célebres filósofos, grandessabios y humildes místicos. En todos los tiempos,por todas las partes del mundo se encuentran diá-logos, los cuales nos llevan a caminos de búsque-da en el curso de la vida, diálogos en los quepodemos transformarnos nosotros mismos.Sócrates era sin duda el maestro de este género dediálogos. En cada uno plantea la pregunta capital:«¿Cómo debo vivir?». Sócrates (469-399 a.C.) eraun personaje muy conocido en Atenas.Consideraba que su misión era recorrer cotidiana-mente esta ciudad rodeado de sus discípulos y desus seguidores, de los que muchos eran jóvenes,para conversar con todo tipo de personas sobre «elbien, lo bello y lo verdadero». De él mismo decía:«Soy la comadrona de mis amigos (su madre eracomadrona). No me intereso por el cuerpo sinopor el alma que tiene necesidad de dar a luz.Planteo preguntas y preguntas hasta que el frutoescondido, por su comprensión, ve la luz derepente».Sócrates quería sacar a la luz las cualidades divi-nas que los seres humanos poseen sin saberlo, deeste modo quería ayudar a un nacimiento espiri-tual. La ignorancia es la fuente de todos los males.Quería liberarles de su ignorancia como fuente detodo mal, como también de los obstáculos y de loslímites que les atormentaban y bloqueaban eldesarrollo del alma.En un diálogo con Tat, Hermes califica como«azote» a ese trato inconsciente que mantenemoscon esas dificultades.Tat: ¿Es que tengo disciplinadores en mí, Padre?

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¿Quiere leer la historia del rey nacido de sí mismo?Aprenda primero el brillante lenguaje del Sol, el delas estrellas, los tímidos susurros de la Luna, lamúsica de los planetas así como de nuestra MadreTierra que tararea su nana para sus innumerablescriaturas que, si su alma florece, pertenecerán alcielo.James Morgan Pryse

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Hermes: No pocos, hijo mío, y terroríficos ynumerosos.Tat: Yo no los conozco, Padre.Hermes: Esta misma ignorancia es el primer casti-go, hijo mío; el segundo es la tristeza y el dolor; eltercero, la intemperancia; el cuarto, el deseo; elquinto, la injusticia; el sexto, la avaricia; el sépti-mo, el engaño; el octavo, la envidia; el noveno, laastucia; el décimo, la cólera; el undécimo, la irre-flexión; el duodécimo, la maldad. Estos castigosson doce en número, pero existen muchos otrosque, por medio de la prisión del cuerpo, fuerzan alhombre, por naturaleza, a sufrir las actividades delos sentidos. No obstante, estos castigos cesan, sibien no de una vez, cuando Dios se ha apiadadode un hombre. Y esto último explica la esencia yel sentido del renacimiento». (La Gnosis EgipciaOriginal IV, cap. XVIII).

La ignorancia es la más grande de las plagas. Y laBiblia nos transmite ese lamento: «Mi pueblo sepierde por falta de conocimiento», lo que repre-senta la misma idea. «No poseer ningún conoci-miento» significa, en este contexto, «no dialogarcon la Divinidad». Es decir, no conocer o no sabernada de la existencia de la Divinidad, es no ocu-parse de ello. Uno mismo se excluye frente a ello,en la ilusión de que el cuerpo y sus percepcionessensoriales son lo más elevado que hay en la vidadel ser humano. Pero el ser humano es doble: sucuerpo es mortal y su alma inmortal.Nosotros los seres humanos deberíamos preocu-parnos seriamente por la cuestión planteada: ¿quéhacemos aquí abajo? Esforzarnos por comprender

nuestra situación, por comprender qué es el almainmortal, el «Otro en mí»; preguntarnos qué obje-tivo, qué tarea tiene esta existencia para nosotrosque poseemos una forma con la que podemosexpresarnos. ¿Cómo aprovechar esa circunstanciacorrectamente en lugar de dejar de lado los proble-mas aparentemente insolubles que nuestra situa-ción y nuestra elección causan?Uno de los diálogos de Sócrates se refiere a labúsqueda de la naturaleza esencial del almainmortal y del cuerpo humano mortal. El diálogocomienza por la cuestión de la importancia de lavida humana para el alma puesto que el ser huma-no muere mientras que el alma permanece.¿Debemos preocuparnos por nuestra alma?Citamos un pasaje de la última conversación deSócrates antes de su muerte:«Distingamos, si quiere, dos clases de cosas, lasvisibles y las invisibles».«Sí, hagamos esta distinción».«Las invisibles permanecen siempre semejantes así mismas, pero jamás las visibles».«Admitamos»«Bien, ¿pero no estamos compuestos por un cuer-po y un alma?»«Sí, sin duda.»«¿A qué especie, digamos, el cuerpo se asemeja yse parece más?»«Naturalmente, a la especie visible».«¿Y, el alma, es visible o invisible?»«Ella no es visible, al menos para el ser humano».«Pero, ¿acaso no hablamos de lo que es visible, ono, para el ser humano de la naturaleza o paraotro?»

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¡Oh!, escucha mi oración:Que jamás pierda el contactocon el Únicoen el juego de la multitud.Rabindranath Tagore

Ve cuán ilustrey grande es el esplendordel Eterno,que creó tantos espejosen los que se reparten su poder,pero siempre sigue siendo Unocomo lo era antes.Dante

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«Para el ser humano de la naturaleza».«Entonces, ¿qué diremos del alma? ¿Es visible ono?»«No visible. […]»«Sin embargo, enseguida observamos que cuandoel alma utiliza el cuerpo para percibir algún objetopor la vista, el oído o por otra fuerza de los senti-dos, porque percibir algo por medio del cuerposignifica servirse de sentidos, es atraída por elcuerpo hacia lo que jamás permanece semejante, yse extravía, se turba y es tomada por el vértigocomo si estuviese ebria porque está en contactocon cosas efímeras».«Es cierto».«Pero si ella contempla algo por sí misma, ella seorienta hacia un mundo diferente, hacia el ser puroe inmutable, uno e inmortal; y ella está unida a eseotro mundo porque está emparentado con él, y ellase une a él tan pronto como ella se orienta hacia símisma y se le concede la posibilidad. Entoncestoda vacilación acaba y ella es siempre una einmutable unida con aquel ser sublime. ¿Por qué?Porque un ser de aquella naturaleza la toca; y aese estado de unión se lo llama comprensiónpura». (Fedón 26 y 27)

Aquí el problema es planteado de forma precisa:las dos situaciones no son constantes. Resolveresta situación es la tarea del ser humano. Durantetoda la vida se repite la llamada que resonó ennuestro nacimiento: «¡Regresa, vuelve de nuevo!»

Una narración de Martin Buber (1878-1965)relata cómo el ser humano es siempre interpelado

por Dios: «¿Dónde estás?»«Un hombre preguntó a un rabino: «¿Cómo inter-pretar la pregunta de Dios a Adán: ¿Dónde estás?»El rabino respondió: «¿Crees tú que la Escritura eseterna y que incluye cada época, cada generacióny cada persona?» - «Lo creo», dijo. «Bueno, entodo momento, Dios se vuelve hacia cada uno delos seres humanos con la pregunta: ¿Dónde estástú en este mundo? Han transcurrido tantos años ydías a ti asignados. ¿Hasta dónde has llegado tú entu mundo?»La respuesta del rabino culmina diciendo al serhumano: «Tu eres Adán, es a ti a quien Dios pre-gunta: ¿Dónde estás? Cuando Dios pregunta así,quiere despertar algo en el ser humano que suscitaese tipo de pregunta y eso siempre cuando toca alser humano o cuando nos dejamos tocar por ellaen el corazón.Adán se oculta para no tener que rendir cuentas,para escapar de la responsabilidad que tiene de suvida. Cada uno se esconde así, pues todos nosencontramos en la situación de Adán. Para notener que rendir cuentas de nuestra vida, la propiaexistencia nos sirve de escondite.Es cierto que hay algo en Adán que busca a Dios.Pero Adán actúa de tal manera que cada vez esmás difícil para este algo encontrarlo. Y entoncesDios, con su pregunta, quiere sacudirle, sacarle desu escondite, mostrarle donde ha llegado. Estapregunta quiere despertar en él una firme voluntadde buscar cómo salir de allí. Pero la costumbre deocultarse siempre también ayuda a Adán a negarla turbación de su corazón. La llamada, sin embar-go, no aparece cuando una tormenta amenaza la

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existencia humana; no, la voz que pregunta, quellama, es «sustentada en el silencio», murmuradasilenciosamente, y es fácil de atenuar». (Cita deMartin Buber, De Weg van de Mens, El Caminodel Hombre).

J. van Rijckenborgh trata el tema de forma concisa:

¿Por qué tiene usted una forma física? ¿Para ir poraquí unos años, de un lado a otro, con toda clasede miserias y ejercer una u otra profesión burgue-sa que le mantenga a flote y, finalmente, morir?¿Y para, a lo largo de todos esos años, ahogarse enel éter nervioso, en la malignidad, luchando ypeleando sin cesar? ¿Es ése el objetivo de su vida?¿Por qué tiene usted una forma física? La formafísica, dice Hermes, es un instrumento, una pro-piedad del alma, para poder actuar como servidoradel alma. ». (La Gnosis Egipcia Original, tomo IV,p.80).

De hecho, el deseo del alma original es puro, ellasólo quiere reflexionar sobre su primera creacióny desplegar otras semejanzas que recibió delAltísimo. Dado que es «invisible», su dicha seencuentra en las cosas impalpables, pues ella hasido creada para unirse al Espíritu invisible yencontrar la paz. Sólo quiere obtener desde lasmás altas esferas su vida o su energía, pero en larealidad del mundo es arrastrada a una aventuracada vez más agitada a través de la vida y aprendeel placer de conocer las alegrías de la naturaleza.Esto va tan lejos que, debilitada, piensa que su

vida debe ser así…Sin embargo, nuestra particularidad en tanto queser humano es que, gracias a la Gnosis, la inteli-gencia gnóstica y la energía liberadora que estáunida a ella, podemos ser despertados de nuevo deesta debilidad comparable a un sueño. ¡Entonces,tal como un relámpago interior de un recuerdo, elsaber del alma puede resurgir en nuestra concien-cia! Entonces se hace un profundo cambio: elalma toma todo en su mano; y se plantea a símisma la pregunta: ¿qué debo hacer para volver aencontrar mi primer amor?

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¡Como por un relámpago interior de reconocimiento,el saber del alma puede de nuevo manifestarse ennuestra conciencia!

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Libre para siempre

© G.Tijskens, Bélgica

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El lenguaje de la creación susurra a través delos árboles, murmura en los arroyos, nosmuestra sus bellezas en las flores, descubre

la vida a la luz del Sol, sus misterios bajo el res-plandor de la luna, la esperanza en las estrellas, laalegría en el vuelo de las aves. Podríamos calificara Jakob Böhme de filósofo de la naturaleza. Éldice en Christosophia: «La grandiosa construcciónde Dios la vemos en la naturaleza, y Dios nosenseña que su voluntad es que su Palabra se reveletambién en la luz de la naturaleza, esa fuerza de lanaturaleza aún indómita».La naturaleza podemos experimentarla, unirnos aella, pues ella se deja experimentar de múltiplesmaneras. Martin Buber pone el ejemplo de cómouno puede precisar algo de esos pensamientos:«Yo contemplo un árbol. Puedo considerarlo comola imagen de un pilar elevándose totalmente dere-cho, donde la luz se topa en la cima con su verdorresplandeciente, a través de la cual perfora elsuave azul plateado del cielo en segundo plano.También puedo percibirlo como movimiento, con-siderando las venas que corren, se adhieren y aspi-ran en el núcleo de la madera, la succión de lasraíces, la respiración de las hojas, la circulacióninfinita entre la tierra y el aire, su propio creci-miento sombrío.Puedo en cierto modo clasificarlo a qué tipo perte-nece y observarlo como ejemplo, de acuerdo consu estructura y su manera de vivir. Puedo vencerla presencia y la forma de este árbol tan vigorosa-mente que reconozca que él es la expresión de lasleyes por las que las fuerzas opuestas llegan cons-tantemente al equilibrio, o bien las leyes, en las

que las materias se mezclan y se segregan. […]El árbol no es una impresión, ni un juego de miimaginación, no tiene un valor sentimental, sinoque se erige ante de mí con toda su vitalidad. Estáen relación conmigo, como yo con él pero de unmodo diferente». (Martin Buber, Ik en Jij, Yo y tú)

Usted puede decir ahora: el árbol produce el oxí-geno necesario para mi respiración, por lo tanto esnecesario para mi existencia, y la naturaleza es mifuente nutricia sin la que no podría vivir. Perotambién es el sello distintivo de toda la creación,todo se mantiene junto. El estudio de la naturalezasignifica a la vez el estudio de su lenguaje simbó-lico, como el de la reglamentación y las leyes porlas que se manifiesta.Veamos ahora la naturaleza como un libro sor-prendente en el que leemos y descubrimos lo quequiere decirnos en relación con el pensamientohermético: «Lo que es abajo es como lo que esarriba». Lo «pequeño» es como lo «grande». Elser humano en tanto que microcosmos es unpequeño mundo a imagen del macrocosmos, elgran mundo. Nosotros vemos al Sol como el cen-tro de nuestro sistema planetario, y como la fuentede la vida. El centro del ser humano es el corazóncon su núcleo divino. ¿Dónde tiene el Sol su fuen-te? ¿Su centro? ¿A qué está fijado? Ésta es la pre-gunta en la que se acerca por un lado la religión yla ciencia, pero también se diferencia en otra, esdecir, en la pregunta con la que todos se enfrentanregularmente:«¿Crees en la existencia de un Dios o algo pareci-do?»

diálogo sobre la creación 21

diálogo sobre la creación

Un diálogo sobre la creación nos lleva a la vida en la naturaleza y con la naturaleza, almundo en el que vivimos. Este mundo que está a nuestro servicio, que nos espera en sucohesión espacio-temporal y nos rodea con sus símbolos; símbolos que nos hablan sinpalabras; símbolos que representan nuestro propio mundo, con los que podemos experi-mentar una relación, en la que, sin embargo, no podemos participar directamente.

DIÁLOGO

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¿QUÉ HABÍA ANTES DEL BIG BANG? Se puedereconocer y quizá admitir la respuesta de AriesBos, médico generalista y profesor de filosofía dela ciencia en su libro Hoe de geest de stof kreeg(Cómo la materia llega al espíritu): «¿Por qué,básicamente, hay algo en lugar de nada? Es unapregunta imposible de responder, ¿no es cierto?Pero, aceptemos la física actual y admitamos quetodo comenzó con el Big Bang. Pero esto sólosería una explicación que la ciencia siemprebusca, pero definitivamente no es previsible. Porlo visto, antes no había nada. Y por lo tanto el BigBang no tiene ninguna causa. ¿No le sorprende?Siempre tengo el sentimiento de que no queremosver en absoluto lo que había antes, como hacemossiempre. Entonces, puesto que no hay causa, ¿esun Dios quien lo ha hecho todo?» «Espere, toda-vía no he abordado completamente la cuestión deDios. Lo que quiero decir es lo siguiente: si laenergía y los quarks tienen una causa, esta causaexclusivamente se puede describir como informa-ción.Al comienzo era información. «Al comienzo era lapalabra». La «palabra» es la traducción del griego«Logos». Esto significa cifra, número, palabra,pensamiento (contenido) y espíritu (en tanto quefuerza creadora). Información podría ser una tra-ducción moderna. El Big Bang causaba ondas. Lasondas pueden funcionar como portadoras de infor-mación; por cierto, la materia todavía se componede información. Pues, como saben, la materia estáconstituida por «partículas elementales» que enrealidad no son partículas, sino «pequeños paque-tes de energía» de nuevo en forma de ondas.

[…] Detrás de toda sustancia formada por átomos,se encuentra una información compleja. Sustanciasignifica: lo que hay en el trasfondo de la informa-ción, por debajo de la información, se podríadecir. Por lo tanto, toda sustancia representa infor-mación, es un concepto moderno para decir sabi-duría. Cuando nos referimos a la información,hablamos de la sabiduría y, en el fondo, del espíri-tu. Es decir: no hay materia sin espíritu. Los sereshumanos antiguamente imaginaron que la sabidu-ría podría flotar libremente en el aire. Tal como elEspíritu de Dios que ‘se movía sobre las aguas’.(Génesis 1,2), o como el Espíritu Santo que notiene necesidad de ser visible materialmente, sinoque es aceptable desde el punto de vista de laciencia física. Lo que es visible físicamente es lamateria, la sustancia que está en el trasfondo. Y alverdadero comienzo, a la información primordial,se la llama Dios».La conclusión del libro muestra que el diseño dela creación es que la humanidad elija deliberada-mente el amor. Pues el Espíritu sólo se une a lamateria por medio de un ser suficientemente librepara elegir él mismo su camino: el ser humano.Ahora sigamos una conversación, un diálogo queda una comprensión más profunda de la relacióndel ser humano con la naturaleza, conversaciónreflejada por Giordano Bruno en El Infinito, elUniverso y los Mundos, (primera conversaciónentre Elpino, Filoteo, Fracastorio y Burchio):Elpino: ¿Cómo puede ser infinito el universo?Filoteo: ¿Pero cómo puede ser finito el universo?Elpino: ¿Acaso sostienes que se puede demostrarese infinito?

El Dios invisible se ha manifestado. «Sólo la concienciadel alma ve lo invisible, puesto que ella misma es invi-sible. Si puedes, oh Tat, el Señor se revelará ante losojos de tu alma-espíritu, pues Él se muestra con pro-fusión en todo el universo. ¿Eres capaz de ver la con-ciencia de tu alma, de tomarla con tus manos y decontemplar, maravillado, la imagen de Dios? Pues, si loque está dentro de ti, te es invisible, ¿cómo podría serDios visible para tus ojos materiales?Si quieres verle, dirige entonces tus reflexiones haciael Sol, hacia el curso de la Luna, hacia el curso regularde las estrellas. ¿Quién mantiene este orden? Porquetodo orden está estrictamente determinado por el

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Filoteo: ¿Es que sostienes que se puede demostrarque es finito?Elpino: ¿Qué contiene su espacio?Filoteo: ¿Qué contienen sus límites?Burchio: Incluso si fuese verdad que es infinito,yo no lo creería, pues mi cerebro no es conscientede ello y no puedo hacer nada al respecto; aunquereconozca sinceramente que quisiera que fueracomo dice Filoteo, ¡pues si por desgracia cayesede ese mundo, siempre podría recuperarme!Elpino: Una cosa es segura, Filoteo, si pudiésemosfiarnos de nuestros sentidos, tomarlos como jue-ces, y decir que todo conocimiento tiene su origenen ellos, posiblemente llegaríamos a descubrir quequizá es más difícil argumentar para encontrar loque tú sostienes que para lo contrario. Ahora sécapaz de comenzar a comprender tu exposición.Filoteo: No existe ningún sentido que perciba loinfinito, ni ninguna conclusión, por impaciente-mente deseada que sea, puesto que el infinito nopuede ser aprehendido por ningún sentido. Porello, alguien que quiere conocer el infinito con sussentidos, se parece a alguien que quiere ver consus ojos la sustancia o la esencia; y alguien queignora la existencia de alguna cosa porque no esvisible ni observable, niega al mismo tiempo supropia sustancia y existencia. Por ello debemosutilizar los sentidos como testigos con mesura yexclusivamente a propósito de cosas perceptibles;e incluso es necesario desconfiar de ellos cuandoestas cosas no resisten el juicio de la razón.Corresponde a la razón tener en cuenta y formarseun juicio sobre ciertas cosas no presentes, queestán lejos por la distancia en el tiempo y el lugar

[…] Por los sentidos tenemos bastantes testigos; yno se hallan en situación de contradecirnos por-que, pueden mostrarnos su debilidad e insuficien-cia representándonos, por ejemplo, el horizontecomo «finito» en apariencia, y logramos compren-der cuán poco fiables son. A este respecto, porexperiencia, sabemos que nos engañan en razón dela superficie redondeada del globo terrestre y, porconsiguiente, debemos desconfiar todavía másdebido a los límites de la bóveda celeste que ellosnos muestran».Elpino: Entonces, ¿para qué sirven los sentidos?Filoteo: Exclusivamente para estimular la razón;para acusar, demostrar y testimoniar con parciali-dad; no para testimoniar completamente y aúnmenos para juzgar o condenar. Pues por perfectosque sean, jamás carecen de ofuscamientos. De ahíque una parte muy pequeña de la verdad comiencea revelarse por los sentidos, como de un punto departida débil, pero que no está en los sentidos».Elpino: Entonces, ¿cómo?Filoteo: Por algo perceptible como en un espejo.Por la razón en forma de argumentaciones y dediscusiones. Por el intelecto en forma de princi-pios o de resultados. Por el espíritu, bajo su propiaforma viva».(Cita de Giordano Bruno, Diálogos Italianos)

HERMES Y TAT Resulta que el ser humano, queen gran parte proviene de la naturaleza y vive deella, puede experimentar aquí que es más quenaturaleza. Como ser de la naturaleza, no puedepercibir esto únicamente a través de la naturaleza.Pero puede acabar por aprender a ver, por recibir

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número y la posición.El Sol, el más grande de los dioses del firmamento, aquien todos los dioses del cielo ceden el paso con res-peto como a su rey y señor, indeciblemente grande,más grande que la tierra y el mar, tolera que estrellasmás pequeñas se desplacen por encima de él. ¿Por res-peto o por miedo, a quién, hijo mío?¿Acaso todas estas estrellas no trazan en el firmamentoun camino similar e idéntico? ¿Quién ha determinado lanaturaleza y grandeza del curso de cada una de ellas?Mira la Osa Mayor, que gira alrededor de su propio ejey mueve en su rotación a todo el firmamento. ¿A quién

pertenece este mecanismo? ¿Quién fijó los límites almar? ¿Quién dio a la tierra su fundamento?Es, ¡oh Tat!, el Creador y Señor del universo. Ningúnlugar, ningún número, ninguna medida que exprese elorden cósmico, serían posibles sin que Él los hubieracreado.Todo orden es el resultado de una actividadcreadora. Su ausencia se demuestra donde no hay niorden ni medida».

La Gnosis Egipcia Original, tomo II, Libro Octavo,

Hermes a su hijo Tat, 8 a 16.

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como impresiones de algo diferente que hace posi-ble todas estas formas. De una forma penetrante,Hermes expone en el diálogo con Tat, en el nove-no Libro del Corpus Hermeticum, este algo dife-rente, que es la vida misma que no deja de afluir,de avanzar y de encontrar siempre nuevas formasde expresión; y el que ve esto comprende cada vezmás profundamente que nada de esto, que es real,se pierde, sino que, por equivocación, nosotroshablamos de cambio, de destrucción y de muerte.Hermes: «El Padre formó el cuerpo del mundocon toda la materia que destinó para ello. Le diouna forma esférica, determinó las propiedades conlas que lo adornó y le confirió una materialidadeterna, puesto que la sustancia material era divina.Además, después de que el Padre hubo expandidolas propiedades de las especies en la esfera, lasencerró como en una gruta, con el fin de adornarsu creación con todas las propiedades. Envolvióde eternidad todo el cuerpo del mundo para que lamateria no volviera al caos que le es propio, en elcaso que quisiera desprenderse de la fuerza decohesión del cuerpo. Cuando la materia no forma-ba ningún cuerpo, hijo mío, estaba desordenada. Ytodavía conserva algún rasgo de ello en su poderde crecer y menguar al que el hombre llama muer-

te. Este desorden, este regreso al caos, sólo se pro-duce entre las criaturas terrestres. Los cuerpos delos seres celestes guardan el orden que el Padre lesdio en el origen; y este orden se mantiene indes-tructible por el regreso de cada uno de ellos alestado de perfección. El regreso de los cuerposterrestres a su estado anterior consiste en la diso-lución de la fuerza de cohesión, fuerza que regresaa los cuerpos indestructibles, es decir a los cuer-pos inmortales. De este modo se produce una pér-dida de la conciencia sensorial, pero no la destruc-ción de los cuerpos.El «tercer ser vivo» es el ser humano, creado aimagen del mundo. Por la voluntad del Padre estápor encima de los demás animales terrestres, yaque posee la inteligencia. No sólo está unido porafinidad al segundo Dios (el mundo, la naturale-za), sino que también se aproxima al Ser del pri-mer Dios, por la contemplación interior. Pormedio de los sentidos percibe el segundo Dioscorporalmente, mientras que reconoce al primerDios como ser incorpóreo, como Espíritu, como elBien.Tat: ¿Este ser vivo no es, entonces, aniquilado?Hermes: Que tus palabras sean de felicidad y ale-gría, hijo mío, y que comprendas lo que es Dios,

Fragmentos de un antiguo

manuscrito del Nuevo

Testamento, parte del Codex

Siniaticus, hacia el 350 de

nuestra era.

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lo que es el mundo, lo que es un ser inmortal y loque es un ser sometido a la disolución. Y mira: elmundo ha nacido de Dios, está en Dios; el hom-bre, nacido del mundo, está en el mundo; y Dios,el manantial del universo, acoge a todas las cosasy las guarda.(Corpus Hermeticum, libro noveno, Hermes a suhijo Tat).

CUIDAMOS DEL ALMA «Este orden se mantieneindestructible por el regreso de cada uno de ellosal estado de perfección», dice Hermes en la ante-rior cita. Por otro lado todo lo que es de la natura-leza regresa a la naturaleza, a la disolución, en unestado de no coherencia. Pero la fuerza de cohe-sión, «el alma» de los cuerpos indestructiblesvuelve, es decir: puede volver si el ser humano, enuna contemplación interior se aproxima al Ser delprimer Dios».En este sentido se «espera por la humanidad».Esto hasta el día en el que los seres humanos sedescubran, en el que reconozcan interiormente,poco a poco, la voz del primer Dios que les habla,esta voz de la que nosotros decimos que es laRosa del corazón, y que nosotros escucharemos yseguiremos conscientemente. Es lo que contempla

y espera toda la creación: el paso de la ignoranciay de la inconsciencia al conocimiento verdadero:la Gnosis.Aunque el mensaje principal de Jesús en losEvangelios sea: «El reino de Dios está dentro devosotros», no ha sido transmitido de forma evi-dente. Sin embargo, son estas mismas palabras lasque escuchan personalmente los seres a quienesson dirigidas interiormente.En este número, cuyo tema es el Diálogo sobre lacreación, el ser humano y el leguaje del alma, setrata de la evolución de la conciencia a través dela naturaleza, a lo largo del camino de intercam-bios con el «Otro», camino que conduce a un diá-logo interior, donde en definitiva es el propio serhumano quien formula la respuesta

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¡Que reconozcan progresivamente la voz delprimer dios que les habla interiormente!

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sobre el ser humano

He encontrado innumerables personas, he visitado muchos lugares donde,según se dice, es evidente que debemos encontrar lo que buscamos, yaque en el pasado fue claramente visible para los humanos. Pero al final decada día, regresaba a esa desolada habitación de hotel, tan abrumadora porel calor.Y puede imaginarse que este vacío me inquietaba e incluso me ins-piraba angustia.No obstante, deben haber sido esas impresiones, el siniestro ambiente deesa habitación, el vacío mortal de aquella estancia, lo que despertaron miconciencia como si se tratara de un choque. Comprendí que nuestrosviajes y nuestra búsqueda no habían dado hasta ahora ningún resultado, nipodían dar resultado alguno, excepto la comprensión de que «así» nopuede funcionar, lo que, por otra parte, ya tiene su valor. Porque lo quebuscábamos se revela y opera de muy distinto modo a como lo concebía-mos. No está en alguna parte, está por todas partes, hasta aquí en W., enesta lastimosa habitación de hotel. Debía haber un gran número de genteque «lo busca» aquí, como nosotros. Pero muchos ya lo habían encontradocuando todavía nosotros sólo buscábamos a tientas en la sombra. Nosomos personas únicas o especiales en medio de la humanidad. La humani-dad es un todo.Al fondo está lo que yo siempre percibía arrinconado enlos vagones atestados de los trenes.Es bueno buscar, viajar. Pero, en mi opinión, encontrar es también otracosa. Quizá es reflexionar en una habitación silenciosa, ser acogido en elsilencio. Preferiría expresarlo incluso de otra manera con los demás, por-que lo que buscamos tiene un valor absoluto. Podría liberar a todas estaspersonas de todos sus sufrimientos. Se les podría liberar de sus eternosviajes sin salida. Naturalmente, si ellos lo quisieran.¿Es una misión imposible? La idea de que somos numerosos me da unagran esperanza».

Carta de un viajero

Sólo podemos vivir por los demás

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Hasta el presente, hemos buscado cómo,desde la noche de los tiempos, el serhumano es llamado a regresar: «Ven a

mi». Esta palabra altamente significativa de losmitos ancestrales de la creación se dirige a él.Este «ven a Mí», esta llamada al regreso desde elTodo al Uno, del Omnia ad Unum, (todo provienedel Uno y todo vuelve al Uno), llega a cada serhumano. Esto significa el regreso al fundamentoreal de su existencia, desde el comienzo, cuandoacaba de nacer y su alma pura está unida a undelicado cuerpo humano, que en sí mismo es unatotal maravilla. Pero nosotros vemos inmediata-mente que se encuentra bloqueado en la gran iner-cia existencial por los acontecimientos y las penasde la vida sobre esta Tierra. Apenas es capaz deasegurar su existencia. A partir de cierta edad, lascircunstancias exigen todo su tiempo. Sin embar-go, en la escuela de la vida desarrolla la concien-cia, adquiere la comprensión de su situación. Estole hace ver lo que puede hacer con relación a susparientes próximos y las carencias de los demás.

Vemos cómo todo nos impulsa a la conciencia, alconocimiento de lo que es el mundo alrededor denosotros, y al conocimiento de nosotros mismosen ese mundo. Así vemos como el ser humanoreconoce el mundo que le rodea y obtiene conoci-miento sobre sí mismo en ese mundo. Llegamos acomprender por qué, en el frontispicio del célebretemplo de Apolo, en Delfos, está grabado:«Hombre, conócete a ti mismo». Frase provenien-te de Egipto, y completada por la frase: «Y tuconocerás a Dios».

Jesús dijo: «Si os conocéis a vosotros mismos,seréis también conocidos y sabréis que sois hijosdel Padre, el Viviente. Pero si no os conocéisvosotros mismos, estaréis en la pobreza; seréis lapropia pobreza espiritual». (Evangelio deTomás,3)

Tras esto, dada la naturaleza de las cosas, el cono-cerse a sí mismo es en el fondo un deseo, una acti-tud egocéntrica. Pero en eso aparece una trampa.¿Acaso el conocimiento de sí mismo es otro cono-cimiento, como el saber sobre mi funcionamientopsíquico y emocional? Las preguntas psicológicascomo, ¿qué es lo que pasa conmigo? ¿y cómo mesiento por ello?, moran profundamente bajo lasuperficie. Ellas tocan las capas del inconscienteque remontan gustosamente, con el objetivo deatraer la atención de la conciencia. Entrando allí,se puede decir que uno no busca conocerse a símismo sino las columnas, pilares y cúpulas delpasado que han sostenido una construcción tamba-leante. No obstante la conciencia que llamamos el«yo» es perfectamente real. A veces es amable, aveces brillante, vejador, celoso, y así sucesivamen-te, sin fin; en todo caso, ésta no es verdaderamentela imagen de un hombre verdadero.

Por otro lado, sentimos que el ser verdaderodebe encontrarse en otro plano y actuar conmuchas otras facultades. Entonces aprendemos,en nuestros intercambios con otras personas ycon «el Otro en el ser humano», a conocer algode aquello.

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DIÁLOGO

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LA VIDA GRACIAS A LO QUE ES «DIFERENTE»,LA VIDA A TRAVÉS DEL OTRO Con el filósofolituano Emmanuel Lévinas (1906-1995) podemosdecir que vivimos exclusivamente por lo que es«diferente». En nuestro nacimiento entramos pri-mero en contacto con los que nos rodean, con losmiembros de nuestra familia. Es el primer hori-zonte donde todo se dibuja. Los otros formanparte de nosotros en la medida en la que embelle-cen nuestra existencia y la facilitan. Desde elcomienzo poseemos el instinto de auto-afirmaciónde forma continua, sirviéndonos constantementede cosas que están a nuestro alrededor. La formacomo aseguramos nuestra autonomía es apropia-ción, incautación. Apropiarnos de todo es la mane-ra con la que asegurarnos nuestra autonomía.

Absorbemos alimento y bebida, pero tambiénvemos películas, utilizamos nuestro automóvil,poseemos libros, casas y cosas inmateriales. Todasesas «otras cosas» se añaden a nuestro ser y con-tribuyen a nuestro «yo», son sus posesiones. Peroa la larga, esta forma de vida, esas posesiones yano nos satisfacen porque no nos capacitan paraaprender a conocer realmente al «Otro».Y así permanece sin cultivar nuestra facultad másimportante que es transcender nuestro instinto deconservación. Esta facultad es el amor. Los gran-des pensadores dicen que no hay dicha mayor queconocer al Otro. Los Vedas, en la filosofía india,enseñan que no hay diferencia entre el Otro ynosotros: «Tat tawam asi», Éste eres tú, y el Otroes comparado a Brahma. En el mismo sentido,

El ser humano se reproduce como ritmo del ADN

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Jesús dice: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».Un poeta persa habla de forma lírica del «fuegoque se mantiene a sí mismo» así como de una«fuente que se llena cada vez más, cuanto más sesaca de ella». El anhelo de lo Otro estimula nues-tra verdadera naturaleza: el amor. Ser llamado porel Otro es el comienzo de la verdadera liberación.Para comenzar, uno se sirve de la creación que nosrodea para asegurar nuestra propia existencia.Después, la creación se abre en nosotros, por asídecir, como órgano sensorial para sí mismo y nosinteresamos en esta grandiosa creación que nosrodea. «Surge el asombro y, después del asombro,la admiración, incluso una balbuciente venera-ción», como expresó Jan van Rijckenborgh. ¡Ynos damos cuenta de que, sin ese «Otro ser huma-no», no podríamos existir!El ser humano es el que aprende, quien da y toma.El que puede decir: «yo tengo necesidad de ti» ysuplicar: «¡ten necesidad también de mí!» El serhumano es humilde, como dice Lao Tse: «ÉL escomo el agua y busca los lugares más profundos,se reúne y fluye hacia el inmenso océano». (TaoTe King, cap. 66)Pues únicamente en una vida con otros y paraotros, yo puedo ser algo y descubrirme a mí

mismo.¿Qué ocurre cuando nos encontramos unos aotros? En general, vivimos medio conscientesunos de otros, no hacemos otra cosa que pasarunos frente a otros. Cuando alguien viene hacianosotros para una conversación, entonces, todocambia en un instante, pues no sólo veo su miradasino mucho más. Un mundo, una futura historia,se manifiesta ante nosotros. Aquí, en el tiempo.¡Veo un hombre original en esta otra persona por-que lo original se ha despertado en mí mismo ymis ojos están abiertos, iluminados por el Espíritu!La primera y más grande etapa hacia la liberacióndefinitiva se produce cuando testimoniamos denuestra apertura, de nuestro amor, de nuestra preo-cupación por el otro; y sólo así podemos conocer-nos a nosotros mismos. Es una nueva responsabili-dad: debo aprender a estar únicamente al serviciodel otro, a volcarme hacia él, a abrirme completa-mente al otro, a este ser único. Pero no es que elser humano en sí no sea importante, sino al con-trario. ¿Acaso Jesús, portador de Cristo, no dijo:«Amarás a tu prójimo como a ti mismo»? Por lotanto, se trata de llegar a la correcta unión. Enrelación con ello, esta frase de la Rosacruz:«Servir en olvido de sí mismo es siempre el cami-

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El ser humano es quien aprende, quien da y toma, ypuede decir: ¡le necesito!

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no más corto y más alegre para ir a Dios», es unfabuloso secreto, sin duda el mayor de nuestrosdeberes en nuestra época.El ser humano, según Lévinas, tiene que superarsu instinto de conservación. La vida es actuar entodo para los «otros»; y mi vida adquiere muchosentido si me mantengo «presente» para losdemás, para ayudar, para instruir, con los ojosabiertos hacia el bienestar de todos los que vivenen mi entorno. Es un anhelo por el otro –sin bus-car mis propios fines, porque he superado la fasedel instinto de conservación. «El reino de Diosestá en vosotros», dice el Evangelio, «pero sólo loencontraréis en el servicio a los demás».El hombre alma, el ser verdadero maduro interior-mente, eleva los ojos hacia las alturas, hacia elEspíritu, mientras que su corazón permaneceabierto a sus hermanos humanos. Las siguientespalabras, todavía son más claras: «Si quienes osguían dicen: Ved, el reino está en el cielo, enton-ces los pájaros estarán antes que usted; si dicen:está en la mar, entonces los peces estarán antesque usted. Pues el Reino de Dios está en el interiory en el exterior de usted. Tal como se conozca ustedmismo, será conocido. (Evangelio de Tomás, 3)

Aquí el Reino de Dios está directamente unido alproceso del conocimiento de sí mismo. Es la vidaespiritual propiamente dicha. El Reino de Dios es«un estado de conciencia, en el aquí y ahora»,constata Jacob Slavenburg en Inleiding tot het eso-terisch christendom (Introducción al cristianismoesotérico) y añade: las enseñanzas de Jesús sonllamadas al despertar para incitar a que sus oyen-

tes acaben por devenir conscientes de sí mismos.Este devenir consciente conduce finalmente al Serconsciente, el Reino de Dios.Se trata de la concienciación, de la realizacióntotal del ser humano, pero esto sólo puede ocurrircon intercambios con el «Otro». Y sólo puedeocurrir en el plano en el que la verdadera unión esposible: el campo del alma. En él se produce elverdadero «diálogo».

ESPINOZA Un diálogo es una conversación entredos personas que se responden cada una a su vez;es un intercambio mutuo de ideas, de opiniones.Las dos se dan recíprocamente un reflejo de ellasmismas por medio del cual intentan ampliar susvisiones, aprender una de la otra. Es una oportuni-dad de aprender de nuestro entorno, por lo tantode lo que es exterior a nosotros.Digamos que por el contacto con nuestros seme-jantes aprendemos a conocernos a nosotros mis-mos. Pero, ¿cuál es nuestra capacidad de conocer?De hecho, ¿qué es conocer realmente? Espinozaresponde en Ética: «La comprensión sin el podermental del Espíritu parece tener su propio método:ella sólo lo mantiene fijada en su propia naturale-za». (Ética,14)Con nuestros sentidos sensoriales percibimos den-tro de las dimensiones del espacio tiempo. Dadoque nuestras percepciones engendran nuestrospensamientos, sentimientos y actos volitivos, lle-gamos a una comprensión relacionada con nues-tras percepciones, nos identificamos con ella, yesto nos conduce a una conciencia experimental.La naturaleza que nos rodea nos tiende un espejo

«El no-ser es el espejo del ser absoluto,donde se refleja la radiación de la Realidad,reflejo que brota al instante.La unidad se manifiesta bajo el aspecto de la multiplicidadcomo cuando usted cuenta 'una' cosay tiene una multitud.Todos los números comienzan por uno,pero no tienen fin.El no-ser es puro en sí mismoy el 'tesoro oculto' se refleja en él».Shabistari

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que nos da nuestra visión de la vida y que, dehecho, constituye la base de nuestra existencia. Siel curso de nuestras experiencias se bloqueademasiado, y no ponemos en práctica nada de estasabiduría, no podemos adquirir sabiduría de lavida, nuestra evolución se estanca.Nos aferramos, dice Espinoza, a nuestro propioser. Vemos el mundo a través de la conciencia conla que estamos constituidos y sólo nos experimen-tamos a nosotros mismos. No vemos el Sol sinosólo la idea que tenemos de él, sólo vemos nues-tras propias proyecciones. No oímos realmente laspalabras de nuestros interlocutores sino sólo nues-tras propias interpretaciones de las mismas.Y Espinoza habla también de un conocimiento quenos permite comprender las cosas en su propiaesencia. Nuestro poder mental no es espiritual.Sólo cuando nuestra inteligencia es guiada por elpoder mental del Espíritu percibimos la propiaesencia de las cosas. Espinoza añade: «El Espíritutiene el poder de devolver toda imagen o impre-sión formal de las cosas a la idea de Dios».«Todas las representaciones son verdaderas, en la

medida en que ellas sean devueltas a Dios. Porquetodas las representaciones existen en Dios ycorresponden totalmente con lo que representa,por lo tanto, todas ellas son verdades». (Espinoza,Ética 32)«Quien se ha hecho una verdadera representaciónsabe que su concepción es justa y no puede dudarde su verdad». (Espinoza, Ética 43)Una multitud de interpretaciones, o recolectarmucha información no dan el conocimiento laesencia de las cosas. Ésta pertenece a un estadoque se encuentra muy por encima de nuestro espa-cio-tiempo; un estado con el que nosotros sólotenemos, en principio, una propiedad en común: elamor. Nuestro ser microcósmico, el hombre verda-dero cuya transcendencia nos rodea y nos penetra,constantemente nos habla de este conocimiento,de este saber del amor. Esta «esencia de las cosas»habla como una voz interior, como dice Hermes albuscador: «Lo que es creado aparece, como hedicho, gracias a algún otro: no existe nada que yano sea visible salvo lo que jamás se ha manifesta-do: el Creador. Todas las criaturas son visibles,

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Hombres y vacas sobre un puente en Georgia © Archil Kikodze

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pero Él permanece invisible. Por ello, ¡Él crea sinrestricción para hacerse visible! Esto es lo que esnecesario pensar y por ello llegar a maravillarse ya sentirse feliz con lo que el Padre nos ha enseña-do de Él». (Hermes, Corpus Hermeticum).Esto podemos experimentarlo por el Espíritu deHermes cuando nuestro mental ordinario, nuestropropio poder del pensamiento se muestre a símismo «pobre de espíritu». Si el Espíritu no puedemanifestarse en el alma llena de espíritu personal,permanece sin realidad. Esta comprensión abre lapuerta de la Verdad.El amor es la unión. El amor forma el gran puenteentre el buscador que aspira a la liberación y elmundo del «Reino de Dios». Pues en el mundoverdadero usted es semejante a lo que ve, a lascosas hacia las cuales su corazón se orienta.En su Evangelio, Felipe, lo formula así: «Nadiepuede ver las cosas de la vida verdadera a menosque se haya vuelto semejante a ellas. Nadie puedepercibir lo imperecedero a menos que él mismo sevuelva inmortal. Con la verdad no ocurre como enel mundo donde el ser humano ve el Sol, la Tierray lo demás, sin ser él mismo el cielo, la Tierra ytodas las demás cosas».Pero en el reino de la Verdad: Si ve algo de ella esque se ha vuelto semejante a ella. Si ve el Espíritu,se ha vuelto Espíritu.

Si ve el Cristo, es Cristo.Si ve al Padre, es el Padre.Por ello aquí en este mundo veis todo, salvo avosotros mismos. Sin embargo, en el otro mundoos veis a vosotros mismos». (Evangelio de Felipe,36)Dios quiere ser conocido por nosotros. Por eso Élnos ofrece tanto al otro de nuestro entorno comoal «Otro en nosotros». Nos ofrece el poder de No-Ser que es en sí mimo la pureza. El No-Ser escomo un espejo donde Dios se ve Él mismo ynosotros mismos en Él.La iniciación es guardar silencio para que haya unintercambio verdadero entre nosotros y el «Otro».¡En el silencio, el Otro habla! Si nosotros, loshumanos, abandonamos nuestra lógica limitada,Dios, el Logos, se glorifica del diálogo mantenidocon nosotros, sus criaturas. Es lo que significa laexpresión «el fuego que se alimenta a sí mismo»,o «la fuente única inagotable». Nos mantenemosentonces sobre una base, una razón de ser diferen-te, y lo que en lo sucesivo conocemos ya no estáde fuera de nosotros

La iniciación es silenciosa en un real intercambio con el«Otro en nosotros». ¡Silencio! ¡El «Otro» habla!

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Página de una alocu-ción del maestroEckhart (UniversidadGeorge-Auguste,Gotinga)

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«¡Una conversación!»«¿La ha solicitado?»«No verdaderamente, pero necesito mantener unaconversación».«¿Pero sobre qué tema? ¿Es grave, serio? ¿Quizásobre Dios? ¿O se trata de cosas sencillas?»«Sobre los dos, sobre la vida de los seres huma-nos, tan pesada para muchos y tan ligera paraalgunos».«¿Por qué quiere hablar de esto?»«Quiero tratar si es posible de aligerar la vida deun gran número de personas dándoles la posibili-dad de liberarse de la «pesadez» de su vida.»«En resumen, ¿usted solicita la liberación?»«Sí»«¡Si es para usted mismo, encuentro que es bas-tante egocéntrico!»«Sí y no. Pues piense que sólo se puede liberar losdemás de su «carga» cuando uno mismo se haliberado primero suficientemente. Por lo tanto, unbuen medio comienza consigo mismo. Entonces,¿es esa la única manera de conseguirlo?»«Encuentro que es muy pretencioso: ¿Quién espara decidir que usted mismo puede librarse y queotros andan doblados por el peso de la vida y, porello, deben ser liberados?»«He aquí lo que me ocurre: en realidad, yo mismotampoco puedo liberarme; no, sino que una fuerzamagistral, extraña e invisible efectúa ese trabajoen mí, sin que sepa precisamente cómo, por esoquería tener esta conversación».«De acuerdo, es posible, ¿pero en qué funda estasuposición?»«¿Qué suposición?»

«¿Qué usted tiene interiormente un maestro invisi-ble que debe hacer el trabajo?»«En la sabiduría de Oriente y de Occidente, en elsaber universal, como por ejemplo en la muyconocida tradición del cristianismo occidentaldonde se dice: «Mi yugo es dulce y mi fardo lige-ro». Para mí esto quiere decir que el maestro inte-rior hace ligero lo que es pesado, aunque tambiénse le llama un camino de cruz».«Usted se apoya en la fe de las autoridades puesno la ha experimentado usted mismo y, sobre todo,no ha respondido a la pregunta: ¿por qué todos loshumanos deben ser liberados, y sobre todo, porquién, por usted?»«Usted dice que es necesario, que parece que valela pena, todo lo que dice de seguir estudiando mása fondo, me gustaría hacerlo con usted, esto mere-ce la pena, pero más bien después de mi conversa-ción».«Sí, verdaderamente, esto parece valer la pena.Honestamente este tema también me preocupa. Yono sólo lo encuentro interesante, sino que siento lanecesidad de que los seres humanos en estemundo aprendan a soltar lo que pesa mucho en suvida».«Por lo tanto, le deseo a usted una conversaciónseria».«Muchas gracias».

HABLAR ABUNDANTEMENTE SIN HABLAR DELA MISMA COSA El buen diálogo concierne alos interlocutores que creen en los mismos valo-res, poseen el mismo sentido común y piensan quelas almas que somos y llegan a ser pueden encon-

diálogo consigo mismo

Conoce la Luz y vuélvete amigo para siempreHermes a Poimandres

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trarse en el plano mental para intercambiar susideas. Este intercambio debe conducir a la com-prensión, a la comprensión mutua; pero sobre todoa una nueva y mejor comprensión de las situacio-nes especiales que encontremos en esta vida.Esta comprensión puede consistir en una sucesiónde ideas cada vez más sublimes: ideas unidasvivamente con cada uno y que se comunican a laconciencia de cada uno.¿Acaso un diálogo es algo especial y debe «enta-blarse» y desarrollarse basándose en la creencia enlos mismos valores y el mismo sentido común?Sí, es algo particular, porque una equivalencia yentendimiento tal de estas disposiciones no tienen

cabida en el escenario mundial. Autoridades, insti-tuciones, intereses, beneficios, elogios, luchas,todos estos sistemas del mundo se las arreglanpara que el «diálogo abierto» sea algo raro. Amenudo el comienzo de un «diálogo abierto» sedesvía rápidamente hacia una disputa o a unalucha oratoria por sus propios derechos, de la queuna de las partes debe salir ganando. Un cómicoholandés definió este fenómeno con las siguientespalabras: «hablar abundantemente sin hablar de lamisma cosa». Según él, es la característica de lascomunicaciones modernas. Es entonces un casomuy especial cuando las personas se encuentranpara intercambiar sus ideas fundiéndose en los

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Fragmento de un manuscrito de La Doctrina Secreta, H.P. Blavatsky (hacia 1880)

DIÁLOGO

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mismos valores y el mismo sentido común. Loparticular es el razonamiento, la humanidad. ¿Puespor qué querría alguien conversar «abiertamente»si no tiene ningún interés ni encuentra ningúnbeneficio en ello? ¿Por un beneficio espiritual?¿Porque él o ella va a progresar espiritualmente?Nosotros sabemos que la verdadera humanidad escalificada de «milagro» en las consideracionesherméticas fundamentales que es el tema nuclearde este número del Pentagrama. «El ser humanoes un gran milagro», aprendemos de la sabiduríade La Gnosis Egipcia Original.Ya sólo nuestro cuerpo es muy sorprendente por-que posee en él la posibilidad de aplicar los cono-cimientos adquiridos.

LO ETERNO ES UN MISTERIO En el contextohermético, cuando se habla de que el ser humanoes una gran maravilla nos referimos, sobre todo, altérmino «ser humano» en su sentido más antiguo:«manas» en sánscrito, el «pensador» y también sepuede traducir por el «hijo de Dios». En la civili-zación griega vemos la estrecha unión del «serhumano» con el pensamiento autónomo. Ya hemosescrito sobre ello, en base a los escritos deSócrates y Platón.Se produce un «diálogo abierto» sobre todo porintercambios de pensamientos entre personas lle-nas de razón. Por ello, en este contexto no se tratade que «herméticamente» signifique un «sistemacerrado» sino ser consciente de la presencia de unelemento inmortal, eterno que está presente en elser humano en un estado latente. Y este elementoque se inflama, se vivifica, por un corto o largo

período, alimenta pensamientos llenos de razón.«Soy un dios en lo más profundo de mis pensa-mientos», es una frase del autor holandés WilliamKloos (siglo XIX). Y los filósofos de la ilustra-ción, Descartes y Spinoza, se fundamentan en laidea de que la existencia humana verdadera única-mente se basa en el poder mental, la razón. Delprimero de ellos es la célebre frase: «Pienso, luegoexisto». ¿Puede realmente transmitir a otros elpresentimiento o la suposición cierta, de lo quehay en usted de inmortal y eterno? ¿Puede formu-lar las ideas asociadas con ello en conversacióncon terceros? Realmente, ésta es, en efecto, la pre-gunta porque la conciencia de tales ideas parecemuy especial, es muy individual, porque expresar-las requiere un arte especial; porque las imágenesque las palabras transmiten y el propio lenguajeson muy subjetivos y, en nuestro tiempo, su signi-ficado cae muy rápidamente en desuso, se difumi-na y desaparece.Muchos pioneros, como Lao Tse y el Buda, eranpersonas de pocas palabras y mucho silencio. Lossabios jamás hablan inútilmente. Incluso los discí-pulos de la filosofía gnóstica y de la gnosis her-mética crística son personas de pocas palabras. Latradición dice que lo que es eterno y divino en elser humano es secreto. Esta afirmación es todavíaverdad hoy. Y es extremadamente delicado evocareste secreto pues cada palabra al respecto dismi-nuye la fuerza; y esto es especialmente ciertocuando se hace en presencia de quienes, por ejem-plo, se esfuerzan por adquirir poder, éxito, riquezay alta posición. Los antiguos rosacruces conocíantambién la expresión «sub rosa», mantenerse bajo

La Luz en el sentido de iluminación: atrae al almahacia lo alto donde recibe el conocimiento de símismo y de su origen

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la rosa: bajo el secreto. Y también la frase segúnla cual «no se deben dar rosas a los asnos».

EL DIÁLOGO VERTICAL Incluso en el sigloveintiuno la filosofía reconoce esta recomenda-ción: «Acerca de quien no se puede hablar, sedebe guardar silencio» (Witgenstein). Guardarsilencio es una gran virtud, y esto de este a oeste ydesde la antigüedad hasta ahora. El silencio noprofana la serenidad del ambiente.Manteniéndonos en tal actitud, el diálogo espiri-tual se entabla muy especialmente. Nosotros, enOccidente, gracias a los escritos herméticos greco-egipcios, estamos abiertos a tales intercambios deideas. A menudo, éstos son diálogos interiores ver-ticales, es decir, diálogos entre conciencias escla-recidas en una relación de maestro a alumno. Porconsiguiente, y esto es una parte del secreto, unarelación de maestro a alumno en la intimidad de símismo. Tal diálogo es puramente espiritual, eslegal y claro como el cristal. En un diálogo de estetipo, si quiere llegar a conclusiones razonables, sedeben utilizar frases bien formuladas. Pongamosun ejemplo de tal intercambio interior de pensa-mientos:«Y bien, ¿dónde estoy con mi alma? ¿Y cómo vaa evolucionar ahora mi alma?» «Una pregunta importante».«Ahora sé que está allí, me preocupo por su bienes-tar».«¿Cómo quiere lograr saber cuál es el estado de sualma?»«Posiblemente preguntándome: ¿se siente pesadao ligera?»

«¿Qué quiere decir concretamente?»«Pesada en el sentido de que ella es atraída haciaabajo siguiendo perpetuamente las necesidades ylos deseos demasiado humanos. Ligera en el senti-do de una iluminación porque ella es atraída hacialo alto donde aprende sobre sí misma y su ori-gen».«¿Cómo lo puede averiguar?»«Cuestión difícil. Esto depende de la medida enque pienso en mi responsabilidad en cuanto a subienestar. Hay dos estados de ser que puedo dis-tinguir: Aquél donde realizo mis experienciascomo ser humano, donde me ocupo de las cosascotidianas y donde lo que vivo es, a menudo, for-midable. Y luego existe otra manera de experi-mentar esta vida».«¿Cómo debo comprender esto ahora?»«Usted lo apreciaría mejor hablando de ‘revela-ción’».«¿Acaso uno de estos dos estados es mejor que elotro?»«Que bien sabe usted atraer a alguien hacia unatrampa. No, se trata de una cuestión de responsa-bilidad como ya he dicho».«Seguramente para tener una buena conciencia, lasatisfacción de ser como un buen hombre…»«Pues bien, en cada caso, saberse un ser humano».«¿Piensa que el alma es su conciencia?»«No, no es la conciencia sino que ella puede usar-la como una voz. La conciencia es una ayuda paranosotros mismos, para tomarse en serio las res-ponsabilidades y preservarse del olvido, comotambién del instinto ciego que resulta de él».«Nos entendemos bien, así pues dígame, sin

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tomarse a mal lo que voy a decir, ¿de dónde leviene esta tierna preocupación por ese ser interiormisterioso, casi imperceptible, que usted suponeque existe?»«No supongo nada, lo conozco. Se trata de algodiferente, es superior al pensamiento racional: esintuición, una intuición directa, universal, eterna,que sobrepasa el intelecto. Este conocimiento nose encuentra razonando, sino que viene del cora-zón. Y así es posible reconocer el fundamentodivino del ser, «el alma». El alma tiene la posibili-dad de reconocer en lo más profundo de sí misma

a este ser divino».«Creo que comienzo a comprender. Es el resplan-dor que usted encontró e incluso ha transformadonuestras conversaciones. Esta claridad del alma lerodea porque con ella usted recorre el camino. Loque le dice, si comprendo bien, le llega por unacapacidad diferente de conocimiento. Usted parti-cipa en la Luz de donde proviene esta claridad, enuna realidad total vibrante y luminosa». La Luz,de la que proviene el esplendor de su alma, lehace participar en una realidad total, vibrante yluminosa.

Sin número. Obra expresionista de Jackson Pollock, hacia 1955

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diálogo consigo mismo 39

«Sí, y es lo que quiero decir por responsabilidad.Por medio de las reflexiones hemos podido encon-trar el camino que el alma debe recorrer y obteneruna idea clara de su naturaleza. Desde entoncessabemos distinguir entre lo que ata el alma encar-nada –la que somos en realidad– y lo que la libera.Lo que se debe hacer o no. Si no tenemos cuidadotomamos el mal por el bien y a la inversa. Lo quesiempre provoca la confusión o el olvido.Krishna le dice a Arjuna sobre el fundamento divi-no del ser (el alma):«Como Luz de todas las luces permanece detrásde nuestras tinieblas y de nuestra ignorancia. Ella,el alma, es conocimiento, lo único real a estudiar oa conocer que habita en el corazón».

EL «OTRO» ESPIRITUAL EN NOSOTROS Y sipenetramos interiormente hasta el conocimientoverdadero, nuestra alma, el fundamento divino denuestra existencia, seguramente comprenderemoslo que está en el inicio del pensamiento hermético.Se trata en este inicio de las dos formas humanas.Hermes lo llama la reconsideración de las cosasesenciales y así se cierra el circuito. Desde esemomento se revela en el microcosmos la formaoriginal. Y el ser humano que ha proporcionado alalma esta posibilidad, va a elevarse completa, per-fecta y dichosamente en el «Otro» espiritual. Así,viviendo y trabajando en la sociedad actual, pode-mos irradiar, de forma excepcional, la Fuerza y laLuz de la Vida original para todos nuestros seme-jantes, lo que, en efecto, es de una gran necesidad.La Fuerza y la Luz que emana de la Vida univer-sal original pueden ser experimentadas en la pro-pia vida y actuar en ella, porque el microcosmosha sido estructurado antaño, en tiempos inmemo-riales, a partir de esta Vida original.La Luz es vibración. Hablamos de la velocidad dela luz. En las cosas comunes, nada es más rápido.A la luz también está asociada la alegría. La Luzda a la Tierra su belleza y la hace visible. Si seenciende la luz en una habitación se ve cuán bella-mente arreglada está. Por ello se puede decir quela luz viene a uno, si entiende o experimenta inte-riormente algo.

Cuando caminamos por un bosque, algunas vecespodemos ver cómo cae la luz, de manera muyespecial, sobre el follaje a través de las ramas,cómo juega con el rocío sobre el verdor en millo-nes de danzas y resplandores mientras que nume-rosos rayos pasan entre los ramajes hasta el suelo.En cada uno de los pasos deja una nueva paleta decolores, los innumerables y ricos coloridos de losrayos de luz. Pero ¡cuántas veces más viva es laLuz original, el conocimiento de los dos mundos!En lo más profundo de nuestro ser, podemos deci-dir y saber que esta Luz jamás la vamos a dejar ynunca nos abandonará. Está unida a nosotros,hasta en nuestra sangre.Como conocemos los dos mundos, las dos natura-lezas, porque hemos guardado vivo este conoci-miento, hemos permanecido abiertos al diálogo,podemos decir que en ese diálogo vertical los dosamigos espirituales se han vuelto un solo ser; y notendrán necesidad de desaparecer del microcos-mos, sino que, por el contrario, continuarán cola-borando en el desarrollo del nuevo campo de vida.Cualesquiera que así esté en diálogo está unidocon un saber totalmente diferente, con un nuevotipo de conocimiento vivo, que es la Gnosis.«¡Reconoce la Luz y contrae amistad con ella!»(Hermes Trismegistos)

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Lo que narra la «Wala» es un mito, no hayningún elemento histórico. Desde la oscuri-dad del lejano pasado completamente desa-

parecido, la vidente Wala percibe de forma clarivi-dente acontecimientos particulares para grabarlosclaramente en la conciencia de la comunidadThing que escuchaba atentamente.Esta comunidad formaba una asamblea compuestapor los mayores de las familias, los hombres libresy armados. Todos eran descendientes de«Heimdall». Éste «irradiaba sobre el mundo»,corresponde a la Luz de la primera creación. Es la

Las más variadas civilizaciones nos han transmitido innumerables mitos que nos proporcionan representacionesde los comienzos de la humanidad, de la aparición delmundo, de la acción de las fuerzas de la naturaleza y de los dioses así como de nuestra suerte tras la muerte.

la determinación del destinode los diosesLos mitos reunidos en la Edda nos hablan de losmisterios de la evolución del mundo. La Edda nosrevela la sola y única Verdad universal bajo formade imágenes diversas conformes al entendimientode los oyentes de la época. La tercera parte deesta serie sobre la Edda relata la determinacióndel destino de los dioses.

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Luz del mundo que proviene directamente de laFuente original del Espíritu y de la Abundanciadivina. Cuando Heimdall toca su cuerno, ésteresuena a través de todos los períodos del mundocomo un sonido secreto. Oír la «sonoridad» de laLuz siempre es la señal, una tarea intemporal deuna recreación del ser humano.La Wala habla en nombre del dios Odín tambiénllamado el Padre universal o Padre-Wal. Es el crea-dor de todas las almas; anuncia a los seres huma-nos la evolución del mundo desde sus comienzosen la noche de los tiempos hasta su desaparición.Como la aparición de la aurora, finalmente se des-pliega la visión del ser humano perfecto.El primer versículo de la visión de la vidente nosdice: «Oído, reclamo, invito a la generación santa,los grandes y pequeños hijos de Heimdall: Tú,Padre-Wal, Odín, quieres que anuncie sobre losantiguos cuentos que conozco de los seres huma-nos».

¿QUIÉN ES ODÍN? Se dice que Odín tiene docenombres diferentes. Esto significa que la energíaque emana conlleva un gran número de aspectoscreadores. Con su esposa, Freya, es el padre de losdioses más importantes como Baldur, Thor,Heimdall, Tyr y otros. Éstos actúan en el plano dela naturaleza y desarrollan la forma y el carácterdel ser humano de la materia.Odín es el hijo de Bur y de la gigante Bestla; es elsímbolo de un ser espiritual en camino entre lasdiferentes formas de la naturaleza. En la enseñan-za universal podemos considerar que el nombre de«Odín» designaría una clase de microcosmos que

representaría la imagen espiritual original de losseres humanos verdaderos que procuran crear, enel camino a través de los reinos de la naturaleza,una imagen de sí mismo en un ser humano de lamateria, un ser terrestre.Odín posee doce fuerzas creadoras que emanan dela energía creadora central que procede de lo invi-sible, de lo Único.Simbólicamente vemos la representación de losdoce «Asen», los doce dioses que dan su expre-sión a toda la creación. A consecuencia de lo cual,vemos el reflejo en los doce pares de nervios cra-neales, esa red de naturaleza sutil y extremada-mente sensible que toca cada célula del cuerpohumano y permite la unión íntima entre el cuerpo,el alma y el espíritu.De «Asgard», del jardín de los dioses, provienetoda la creación con sus tres mundos. El «as» es lacarta de un juego de cartas que representa el máxi-mo triunfo que vence a todas las demás cartas.Como unidad ha tomado todo. Y junta todo comounidad.

LOS DOCE PRINCIPIOS ORIGINALES A conti-nuación encontramos los doce primeros principios,en las doce corrientes que brotan de la fuente de«Niflheim». Nosotros también vemos en ellos losdoce principios del origen de nuestro zodiacoastrológico llamado también el círculo de diosque, en realidad, es el círculo de Tyr. Odín es lafuente original, el creador de todas las almas, elpadre de los valerosos combatientes que no estánmuertos en su lecho sino que han dejado su vidaen el campo de batalla de la existencia terrestre.

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De nuevo vemos aquí la referencia a la lucha en laque el héroe vence las formas que le aprisionan enel plano inferior. Odín lleva las almas de losvalientes combatientes al «Walhalla», a la Sala delos que han caído con honor en el combate: han«muerto» en el curso de los procesos de la trans-formación de su alma y se han despojado de suantiguo ser.

EL ORIGEN DEL LENGUAJE HUMANO En elnombre de Odín también se ocultan los vocablos«odem-adem-adán», el aliento, el alma secreta-mente insuflada. En alemán antiguo Odín se refie-re también a «Wuodan / Wotan»: el que empujafuertemente hacia delante, que reina en la tempes-tad, el que en la respiración llena de aliento lospulmones. Es el viento que sopla en el bosque yhace «hablar» a los fenómenos naturales.La Edda nos enseña que Odín, como «Dios-Hanga» permaneció colgado del árbol del vientonueve «noches» (niveles de conciencia) escuchan-do todos los sonidos e impresiones de la naturale-za. Y de acuerdo con estas impresiones formó ellenguaje humano tan rico en imágenes. ¿Acaso noestán ocultos en todas las lenguas los secretos dela unión entre el espíritu y la naturaleza? El espíri-tu aprende a conocerse a sí mismo con ayuda de lanaturaleza y, a la vez, transforma y espiritualiza lanaturaleza en el transcurso de eras inmensas. ¡Eltiempo no juega ningún papel! «Mimir», la memo-ria de la naturaleza, registra todo. En todas las len-guas el aliento de Odín está presente.Que Odín permanezca colgado nueve «noches» enel árbol ventoso era la expresión de un descenso o

caída de lo espiritual a la materia. Para que un díalos seres humanos tengan la posibilidad de desa-tarse de la naturaleza y hacer posible el ascenso asu debido tiempo, debía tener lugar la crucifixióndeliberada de un ser espiritual muy superior comoprefiguración de nuestra espiritualización y trans-figuración. Debemos ser muy conscientes de quelos misterios de Germania hacen presentir, aunquemuy vagamente, la propia esencia crística del sery de la misión.Por medio de la palabra de los videntes, los oyen-tes experimentaban en ellos el destino de los dio-ses. En ellos reviven aspectos de un recuerdo ori-ginal. «Vivían» a Odín como energía resplande-ciente y vitalizadora, en tanto que unión con unaspecto superior del espíritu.Para los germanos, Odín, el omnipresente, deter-minaba el destino. Sin embargo, también él mismose sometía al destino. Personificaba la potenciapara obrar todo y representaba en cada humano lavoluntad, la sabiduría y la acción divinas. Almismo tiempo, los videntes les mostraban cómoOdín moría en el hombre. En nuestro lenguajemoderno diríamos que Odín se insinúa a nuestroinconsciente. Ese proceso va a la par con la indivi-dualización. A medida que se desarrollaba el «yo»humano, éste comenzaba a percibirse, a mirarse así mismo, y ya no la acción de los dioses en él. Yano se ve como el reflejo de una entidad espiritualsino como un ser independiente.Y así la vidente también percibía en los signos pre-monitorios de un futuro, lleno de presagios queanunciaban desdichas, el presentimiento de unamenazante e ineluctable destino para los dioses

Los mitos deben su aparición a las experiencias seculares del alma y del espíritu. Esas experiencias son objetode representaciones míticas transmitidas primero oralmente, después por escrito. Esas imágenes revelan unaverdad que no es racional ni histórica sino que se debe comprender de forma intuitiva en el plano del alma ydel espíritu. Nuestro mental actual, predominantemente racional, tiene tendencia a dudar de esas intuiciones. Lalógica objetiva, realista, tiene dificultades frente a una verdad en forma de imágenes. Esto no tiene nada de fami-liar, todo parece encerrar un secreto, querer transmitir un mensaje. Sólo quien encuentra la llave del misteriopuede descifrar el secreto.Y como todos poseemos tal llave en el corazón, todos podemos recibir el mensajesecreto de forma consciente en nuestro propio ser.

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Siglo XVIII, representación de Yggdrasil, el árbol del mundo (J. C. Cooper,Enciclopedia Ilustrada de los Símbolos tradicionales, Londres, 1978)

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La forma de nuestra comunicación personal esun espejo del funcionamiento de nuestra«comunidad global». Todo individuo debe

tener una visión clara de todo, apoyada en buenosargumentos, justificada con vigor y la firmezanecesaria. Durante los enfrentamientos de los estu-diantes de la universidad de Columbia en NuevaYork, algunos periodistas entrevistaron al filósofoJacob Needleman, profesor y autor de LostChristianity (El cristianismo olvidado), para pre-guntarle su opinión. «No tengo ninguna», respon-dió tranquilamente. Si alguien no se conformabacon esta respuesta tan insignificante, él la repetía,pues era verdad: no sabía qué pensar. Cuando apesar de insistir, él no quería posicionarse, losreporteros le contemplaban con extrañeza y decí-an: «¿Quiere decir que no tiene opinión?»Entonces Needleman tuvo la sensación de que notener opinión era peor que cometer un crimen.Nuestro mundo de la información está amenazadopor una polarización hasta el punto de que casi esuna obligación tomar partido por tal persona ydesaprobar a las demás. A menudo se recurre aextremas convicciones para obtener claridad.Cualquier duda e incertidumbre hacen difícil laformación de una opinión. Sobre los temas másdivergentes se pide un argumento firme, convin-cente, y es necesario poder justificarlo con ejem-plos de apoyo. Es lógico, pues nuestras conversa-ciones degeneran a menudo en discusiones, deba-tes, altercados donde se extravían bajo una avalan-cha de palabras.Así existe el peligro de que el espíritu de la con-tradicción ocupe el lugar de la verdad. Se trata de

una antigua técnica de discusión practicada por lossofistas en la antigua Grecia, por la que inclusoeran remunerados. La victoria en esta justa estener razón, victoria confirmada por quien pronun-cie la última palabra.En este intento de definir lo que calificamos de«buena conversación», ¿a quién mejor dirigirnossino al filósofo griego Sócrates? Él es el padre deldiálogo socrático, esto le atraía la hostilidad de lossofistas. Sócrates no era un maestro de la conver-sación trivial sobre la lluvia y el buen tiempo, ytampoco quería convencer a alguien a toda costa.Pero él acababa por dudar de todas las falsas apa-rentes certezas de sus interlocutores.Planteando cada vez nuevas cuestiones más pro-fundas, les llevaba a darse cuenta de que, final-mente, no sabían nada. Así ataba corto las fanfa-rronerías de cualquier persona demasiado segurade sí misma. Sócrates se ponía él mismo comoejemplo, porque él decía que «no sabía nada». Nopretendía saber nada. Por este hecho, en ciertamedida, era ya más sabio que los demás. Conrazón Karen Armstrong se refiere en su nuevobestseller The Case for God, En Defensa de Dios,al método de conversación socrática. Según ella,las polémicas sobre las grandes cuestiones vitalesson siempre improductivas, impiden tener expe-riencias espirituales auténticas y jamás llevan a lailuminación.

Un buen diálogo incluye el examinar las propiasopiniones confrontadas con las del otro y señalar,desde el comienzo, que uno no tiene la cienciainfusa. Esto no siempre tiene éxito inmediato y,

un buen diálogoJustamente en nuestra época donde la comunicación es la palabra mágica, un buen diálogo esmenos evidente que nunca. El verdadero diálogo parece haber perdido una gran parte de suimportancia ahora que la comunicación de hombre a hombre se produce sobre todo por correoselectrónicos, por sms o por facebook. Los medios de comunicación dominan nuestra vida y nosasaltan con una increíble sobreabundancia de información. Las conversaciones giran sobre todoalrededor de lo que los medios nos cuentan y cada vez menos sobre lo que uno mismo tendríaque decir. Lo más importante es estar al corriente, bien informado. Quien no lo está, tiene quecallarse, no tiene nada que decir, no puede participar en la conversación.

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un buen diálogo 45

ciertamente, tan sólo lo tiene cuando nos esforza-mos conscientemente. En ese caso surge un funda-mento de conversación fructífero, donde los inter-locutores se escuchan abiertamente y de formareceptiva. Pues, es necesario guardar una actitudabierta y receptiva que nos permita percibir nues-tros desacuerdos. Tal conversación nos libera denuestras supuestas certezas y de la fortaleza inex-pugnable de nuestra suficiencia. Un buen diálogorelativiza. Ninguno de los dos interlocutores pre-senta sus concepciones como absolutas y totalita-rias, como verdades indiscutibles. En una buenaconversación no sólo está abierto el uno al otro.En efecto, una buena conversación también puedehacernos receptivos al misterio del Tercero imper-ceptible que llena el silencio entre palabras, elcompletamente «Otro» que se deja vislumbrar «enmedio» de los espacios. El «Otro» que excede atodo, irreductible a una verdad objetivamentedemostrable, bien definida, es lo que permanececuando todo ha sido dicho. Pues sólo puede mani-festarse en nosotros en el silencio; el silencio nosólo de la voz sino sobre todo del corazón.Cuando el diálogo llega a un punto en el que laspalabras faltan, cuando el silencio no es obstinadoy no está decidido a no querer oír ya nada, sinoque es la espera tranquila de la palabra liberadoraque sólo puede pronunciar el Inexpresable, el“Otro” se eleva en el propio interior.Este silencio también puede descender en nosotroscuando cesa la oleada interminable de las reflexio-nes personales, del diálogo que se desarrolla ennuestro consciente. El autor James Joyce lo definecomo «corriente de la conciencia» (stream of

consciousness).Pues las disputas a propósito de las palabras nosiempre han tenido lugar fuera de nosotros. Lamayor parte del tiempo continúa en nosotros conun interlocutor imaginario, un fantasma quehemos creado en relación con nuestro interlocutor.Como un adversario, ¡quisiéramos vencerlo connuestra propia razón! ¿Cuántas veces nos hemoscansado imaginando argumentos para nuestra pro-pia discusión, o hemos querido participar en tal ocual discusión con argumentos que nos hubiesegustado exponer y, sin embargo, nos hemos que-dado sin decir palabra?¿Qué consecuencias tienen las críticas y las obser-vaciones pedantes que expresamos? La historia dela religión da también numerosos ejemplos de per-sonas dialogando de esta manera con «su» Dios,con resultados variables. Ellas llevan así un com-

DIÁLOGO

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bate con los artilugios de su propia imaginación.Esta creación demoniaca, a veces de manera auto-ritaria, les obliga a tomar una actitud de obedien-cia, una fiel sumisión. Finalmente ellas llegan auna falta de fe total, a negar la existencia de Dios.Sin embargo, tal negación también puede tener unefecto purificador. Un choque de la ignorancia essusceptible de elevarnos por encima de nosotrosmismos y hacernos accesibles interiormente almisterio indecible de la vida, como lo leemos, porejemplo, en la Biblia en el libro de Job. El silenciointerior puede formar la tierra nutricia donde losimpulsos personales naturales cesan, permitiendooír la Palabra divina.Entonces, sólo queda en nosotros una única expre-sión, el deseo de la única palabra verdadera:«Habla y yo sanaré». Esto ya no es hablar deforma puramente informativa o descriptiva, es for-mular la petición de una transformación, de uncambio fundamental. Cuando la polémica interiores reducida al silencio, la única Palabra divinapuede hacerse oír y renovarnos completamente.En la tradición gnóstica cristiana se habla delLogos creador, la «Palabra de Dios que era alcomienzo y que era Dios» en tanto que únicaVerdad inexpresable que es posible experimentar

en la virtud. Esta Palabra se expresa también pornuestros actos, nuestra forma de actuar, nuestraactitud en la vida y lleva todas las demás palabrasal silencio. Esta palabra habla en nosotros y pornosotros, mientras que la experimentemos y laescuchemos en silencio.¿Qué decir, qué puede ser más grande y colmarmás que cuando la palabra divina del «Otro» ennosotros se hace oír y resuena en una conversa-ción entre seres humanos? Ya no se busca conven-cer, persuadir sin soportar la contradicción, seinvita a superar las palabras y a descubrir la ver-dad transcendente que supera todas las palabras.Entonces la comunicación ya no es un intercambiode conceptos diferentes sino una unión en el ver-dadero sentido de este término

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Filippo Bruno nació en 1548 en Nola, unalocalidad del sur de Italia próxima a Nápoles,a la que a menudo mencionaba.

En sus obras aparecen miembros de su familia, loque les da una vivacidad dramática así como unparticular tono personal. Filippo entra con quinceaños en los dominicos de Nápoles y eligeGiordano como nombre de monje. Rápidamente serebela contra la vida monástica y es acusado deejercer una mala influencia sobre sus compañeros.Una amenaza de procesamiento acusado de herejíale hace huir de Roma y, luego, hacia el norte de lapenínsula. Finalmente, se refugia en lugaresmenos católicos. En Ginebra, donde se une a loscalvinistas, necesita poco tiempo para entrar enconflicto con sus dirigentes según un procedi-miento que se va a repetir muy a menudo: atacar aun teólogo en discusiones o escritos con el fin de

llegar a desconcertarlo completamente, para luegoser forzado a huir o a presentar excusas. Esto tuvocomo consecuencia que viviese y actuase enmuchas ciudades de Europa.Giovanni Mocenigo, un patricio veneciano, leinvitó en 1592 a Venecia y, tras algunos mesesallí, le denunció a la Inquisición, la cual le hizosufrir un largo proceso, primero en Venecia yluego en Roma. Bruno comienza por testimoniarsu contrición, pero a continuación rechaza revocarsus ideas. Por ello, es condenado a la hoguera, elcastigo normal para los herejes.

TRES DIÁLOGOS EN UNO SOLO Las obras deBruno, en su mayor parte escritas en forma de diá-logo, están redactadas en latín o en italiano.Aunque el latín era la lengua usada en las univer-sidades, el italiano era importante por el hecho de

GIORDANO BRUNO Y LOS DIÁLOGOS ITALIANOS

la profundidad de la palabra,giordano brunoGiordano Bruno cuenta entre los personajes más conocidos de finales del siglo XVI, siendo unode los más difíciles de interpretar, de poder profundizar. Su agitada y compleja vida, su extensaobra de difícil acceso, su polémica vida y el cruel fin de la misma, contribuyeron a ello. Su atrozmuerte en Roma sobre la pira del Campo de las Flores marca el fracaso de quienes no toleran lalibertad de pensamiento. La interpretación según la cual Bruno habría sido un charlatán, unsupuesto mago, todavía sigue enturbiando su imagen.

DIÁLOGO

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ser la lengua de las gentes cultivadas en las cortesde Francia e Inglaterra. Por ello no debemos extra-ñarnos que muchos de los diálogos fuesen publi-cados en italiano en Londres cuando Bruno residíaen la corte inglesa en 1584 y 1585. En «Spaciodella bestia trionfanti» (Expulsión de la bestiatriunfante), se desarrollan tres diálogos a dos nive-les. Dos personajes conversan en dos niveles. Losdos personajes son Saulino y Sofía, la Sabiduría;Mercurio aparece algo más tarde en dos ocasiones.Sofía cuenta a Saulino lo que ocurre en el mundode los dioses. Júpiter ha cambiado, porque «elAño Mundial»; los treinta y seis mil años de suimperio casi han transcurrido y el dios supremoteme ser destronado. Convoca a los dioses y pro-pone una reforma: todas las constelaciones quepueblan el cielo y que dan testimonio de antiguosacontecimientos, sobre todo de las hazañas volup-tuosas de los dioses, serían quitadas del cielo trassu juicio; en su lugar serían instaladas las Virtudesque quitan los Vicios capitales y secundarios, lascuales debían indicar el camino de una renovaciónética y religiosa.

El paso inminente de un siglo al otro (del XVI alXVII) constituye la razón determinante de este diá-logo, tiene como objetivo poner en relación directacon la Reforma. El diálogo alegórico pasablemente

largoes real-zado conataques fero-ces dirigidos deheterodoxos, principal-mente de teólogos y filósofos.Júpiter la emprende contra la bestia «peorque la hidra de Lerna» que «expande su fatalveneno por medio de una multitud de herejías»(Lutero), y contempla, para combatirla, enviar aHércules a la Tierra. Entonces, Momus, que repre-senta el papel de un crítico celeste, al tiempo quede alter ego de Bruno, formula las soluciones radi-cales: «Sería suficiente con terminar con esta sectade golfos pedantes que, sin hacer el bien según lasleyes divinas y naturales, encuentran que son agra-dables a los dioses y quieren ser consideradoscomo ellos; que pretenden que hacer el bien esbueno y hacer el mal es malo, pero que es no porel bien que se hace o por el mal que se hace sino,según su propio catecismo, por mantener la espe-ranza y la fe».

LA SENTENCIA DE JÚPITER En el segundo diá-logo, Bruno da la palabra a Sofía: «Júpiter hadado la orden de Juicio; la ha dado y ordenadocon el fin de descubrir si es verdad que (los católi-

La rueda de la memoria de Giordano Bruno, De

Umbris Idearum tal como fue reconstituida por

Frances Yates en 1952

(Fragmento,Warburg Institute, Londres)

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costradi-

cionalis-tas) incitan

al pueblo a des-preciar a los legisla-

dores y a las leyes, o almenos a mostrarse fríos con

ellos, dándoles a entender que estos legisla-dores tienen tareas imposibles y que ellos reinanpara reírse. […] Y mientras que dicen quererreformar las leyes y las religiones, vienen a alterartodo el bien que allí se encuentra. […] Y, final-mente, cuando (los católicos) se saludan deseán-dose ‘la paz’, ellos blanden el puñal de la discor-dia allí donde entran, enfrentan a los hijos contrasus padres, al prójimo contra su prójimo, al ciuda-dano contra su patria y causan otras terribles sepa-raciones contra la naturaleza y toda ley. Y si, pre-tendiendo ser los servidores de aquel que llama alos muertos a la vida y cura a los enfermos(Jesús), son ellos mismos (los católicos tradiciona-listas) los peores de todos aquellos a los que laTierra nutre, que torturan o matan a los vivos, porsu lengua pérfida y por el fuego y la espada.¿Y qué clase de paz y de unión seducen los ojosde las pobres gentes? […] En el mundo entero nose encuentran tantas divisiones y discordias comoentre ellos. Pues de entre diez mil de este género

de sabihondos, ni uno solo respeta su propiocatecismo; y si todavía no lo ha publicado,

está a punto de publicar lo que ninguna otraorganización aprueba, porque encuentra algo avolver a decir, a criticar y a poner en duda entodas las demás instituciones».

VIRTUD. IMPORTANCIA DE LO ÚTIL, DE LAFUERZA Y DE LA VIRTUD La Iglesia de Romatambién lo toma para su uso: «Mercurio declaraque lo que ha desencadenado la acción de laInquisición en Nápoles es una feroz codicia con elpretexto de preservar la religión». Bruno, a dife-rencia de las teorías revolucionarias de Rousseauen el siglo XVIII, no trata en absoluto de defenderla idea de una Edad de Oro. Por el contrario, en eltercer diálogo afirma que estar exento de pecadoscomo en la antigua Edad de Oro no significa quetambién se posea «la fuerza y la virtud». Los dio-ses han dado precisamente a los hombres manospara que actúen y se distingan así de los animales.Indirectamente, Bruno exige volver a encontrar laprimacía del libre albedrío contra el «servicioobligatorio» de Lutero.Luego expone que la Sabiduría de los antiguosegipcios reside en la idea de que «Dios estaba enla naturaleza», e incluso que «la naturaleza repre-senta la presencia de Dios en todas las cosas».Reverenciando a la naturaleza, los antiguos egip-cios reverenciaban a la divinidad; y «en ciertosentido, en la medida en la que se manifiesta, ladivinidad desciende en la naturaleza, al igual queel hombre se eleva a través de la naturaleza hastala divinidad; él se alza en el curso de la vida, que

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trasluce a través de las cosas aparentes de la natu-raleza, hasta la Vida superior que está por enci-ma».

EL CAMBIO DEL SIGLO DE 1600 En su obraExpulsión de la bestia triunfante también seencuentra el concepto de la escalera de permitellegar hasta Dios por medio de la «magia natural»,cosa completamente diferente de la práctica de laspersonas que adoran «dioses que apenas poseenespíritu como nuestros animales. En efecto, a finde cuentas esta adoración acaba por hacer de esaspersonas mortales sin valor, escandalosos, idiotas,fanáticos, indignos, miserables, atormentados porlos malos espíritus, desprovistos de cerebro, deelocuencia y de ‘virtud’; no habiendo dado ningúnobjetivo a su vida están, tras su muerte, en laimposibilidad de hacer nada por sí mismos o por

los demás».Es un ataque no disfrazado de la veneración hacialos santos en la época de la Contrarreforma.Parece claro que el Bruno ve en el inminente findel ciclo (en el año 1600) el final de toda la tradi-ción cristiano-mosaica. Esto debe entrañar renova-ción de la moral por un regreso a la clásica «vir-tud» en la antigüedad de los romanos, que Brunoaprecia enormemente:«Magnanimidad, igualdad y gracia placen a losdioses. Por esas razones los dioses han elevado alpueblo romano por encima de los demás pueblos,pues por sus actos brillantes han llegado a igualara los dioses más que otros. Y como sus costum-bres y actos se corresponden con sus leyes y sureligión les han concedido mucho honor y dicha».A decir verdad, este estímulo a impulsar unanueva ética es el lado más utópico de Bruno; no

El monumento edificado en honor de G.Bruno tiene la siguiente inscripción: «A Bruno,

adelantado de su siglo, que murió aquí, quemado vivo». (Roma, Campo de las Flores, 1889)

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obstante, las estructuras utópicas tales como la«ciudad ideal» de Thomas More o los intentos deeste género le han dejado bastante indiferente.

EL BLANCO ES NEGRO En la discusión sobrelas constelaciones de Orión y de Centauro, en laúltima parte del tercer diálogo, Bruno ataca elcristianismo de manera disimulada. Con relación aOrión, por ejemplo, Momus declara:«Dejadme, oh dioses, hacer una sugerencia. Ledejamos porque hace milagros de todo tipo y,como sabe Neptuno, él camina sobre las aguas sinhundirse ni mojarse los pies, y, por lo tanto, tienetodavía ardides asombrosos, enviémosle hacia losseres humanos con el fin de que les cuente lo quequiere y les haga creer que lo blanco es negro, quela inteligencia humana es ciega en aquello quecree ver como mejor, y lo que la razón toma comobueno, excelente y superior es vil, malo y corrom-pido…»Este diálogo, Lo Spaccio, como todo los de Bruno,debe ser considerado como un escrito polémico,una instantánea en el recorrido, dentro del desarro-llo del autor. Tampoco debemos sorprendernos deque a continuación Bruno aparezca en centrosluteranos como Wittenberg y Helmstedt, y queelogió grandemente al reformador religioso ale-mán (Lutero) en su Oratio Valedictoria (1588), ensu discurso de despedida de la universidad deWittenberg. El monstruo de la herejía del dialogoLo Spaccio que Hércules debe combatir se con-vierte en el propio Hércules que triunfa contraCerbero coronado con la tiara. Esta contradiccióno cambio de rumbo no sugiere, sin embargo, que

Bruno revoque todas las concepciones expresadasen los diálogos. Sus ideas forman ciertamente unsistema coherente.He aquí, resumidos, algunos puntos cruciales: Laobra Los transportes del amor trata del amor delser humano por lo divino, y está en oposición a lovulgar, y totalmente en la tradición platónica delEros celeste y terrestre. Por el hecho de que launión con lo divino no puede realizarse completa-mente durante una vida humana, es el amor heroi-co de naturaleza trágica y, para el filósofo, unatortura sin fin. La divinidad le conduce sin embar-go hacia lo alto a lo largo de la escalera de losprocesos que conducen al conocimiento. Estetexto es considerado como una obra clave en laque ya están prefiguradas la suerte de Bruno y suúltima actitud inquebrantable frente a laInquisición.

LA DEFENSA DE LA IMAGEN HELIOCÉNTRICADEL MUNDO La opinión sostenida por Brunosobre el cosmos es de gran importancia. En Lacomida del miércoles de ceniza 1584, defiende aCopérnico como «alguien muy superior aTolomeo, Hiparco, Eudoxio y todos los que hanseguido sus huellas. Él ha alcanzado esta superio-ridad liberándose de algunos axiomas erróneos dela vulgar filosofía ordinaria, dicho de otra manera,de la ceguera. Sin embargo, él no se ha alejadomucho de ello, porque, más matemático que físi-co, no ha podido profundizar suficientementecomo para desraizar todos los falsos y vanidososprincipios, para resolver todas las dificultades,para liberarse él mismo y los demás de búsquedas

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inútiles y dirigir sólidamente sus observacionessobre los objetos indudables y bien establecidos.No obstante, apreciamos en su justo Valor la gran-deza de este alemán que, sin preocuparse de lamultitud ininteligente, barrenado, se manteníafirme y imperturbable ante la corriente de las con-vicciones y creencias contrarias».Esta apología de Copérnico es más explícita toda-vía en el diálogo Del infinito, del universo y de losmundos. Trece años más tarde escribe Galileo enun escrito, cuya publicación no estaba prevista, lomismo. Y medio siglo más tarde apareció la publi-cación de su «Diálogo sobre los dos principalessistemas del mundo» (1632).Bruno va más allá que Copérnico y ve el universocomo una inmensidad a semejanza del filósoforomano Lucrecio de algunos siglos antes, y él pos-tula la existencia de una pluralidad de mundosparecidos a nuestro. Además, no considera que eluniverso esté en vacío. En el interior del universo,que no tiene ni centro mi dirección absolutos ensus movimientos, todo se mueve tanto los «soles»como las «tierras». Gravedad y ligereza sólo sonnociones relativas.En todas estas concepciones, Bruno se revelacomo un precursor de la ciencia moderna. Laamplitud de la influencia de Bruno es difícil de

estimar. ¿En qué medida un pensador comoGalileo tenía conocimiento de sus escritos? Estose desconoce; incluso en el caso de Espinoza, aun-que sea probable que él haya leído alguna de susobras.En Holanda, no se ha tenido un gran interés porGiordano Bruno. La Rozekruis Pers es le ha con-sagrado un volumen en su serie Symposionreeks.La editorial Ambo ha editado en el año 2000 laobra titulada Italiaanse dialogen que da una bri-llante visión de conjunto de su obra.

Fuentes:

R. Speelman: Rondom een brandstapel Bruno en Campanella

in de italiaanse letterkunde anno 1600.

Giordano Bruno: Italiaanse dialogen,Ámsterdam,Ambo,

2000

Es difícil situar el comienzo de la influencia de Bruno,no es inverosímil que Espinoza haya conocido su obra

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pentagramaDiálogo, una conversación

sobre la creación,

el ser humano y el lenguaje del alma

Vivimos en un diálogo,

todo habla en nosotros

Diálogo sobre la creación

Sobre el ser humano

Diálogo consigo mismo

Lectorium Rosicrucianum

ENE/FEB 2011 NÚMERO 1

Profundidad, silencio,

pensamiento, conciencia,

palabra.

El diálogo del italiano

Giordano Bruno.

La Edda, el destino

de los dioses

«Si ahora renuncias a la vana polémica, encontrarás, hijo mío, que el Ánimo, el alma de Dios, reina, en verdad, sobre todo: sobre el destino, sobre la ley y sobre todo lo demás, y que no hay nada que le resulte imposible».

Hermes no puede expresarse de una forma más positiva. Aquí se dice y se refi ere a que, si el hombre físico —aunque pueda haber pecado tan gravemente y haber violado e infringido las leyes vitales elementales— se entrega y se confía al Hijo unigénito en él, al alma inmortal, será capaz de quebrantar incluso la más funesta fatalidad desencadenada por él mismo: el único perdón de los pecados. […]Por eso, no ponemos objeción alguna, sea quien sea el alumno o la alumna, al mal que él o ella haya podido hacer en el pasado, siempre que el concernido se confíe verdadera-mente de forma positiva al alma y dé prueba de ello a través de su comportamiento. […]La doctrina de la culpa y el perdón de los pecados y de la gracia es una enseñanza hermética clásica. Nos da mucha alegría poderle decir esto y poder demostrarlo sobre la base del evangelio, de hace tantos miles de años, de la Gnosis Original. Este grandioso y maravilloso consuelo nos llega, en esta parte del libro decimotercero, con la seguridad de que el alma verdadera es superior y más poderosa que toda fatalidad.

J. van Rijckenborgh, La Gnosis Egipcia Original, Tomo IV, páginas 104 y 105