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CRÍTICA/¿QUÉ ES LA POLÍTICA? • PÉNDULO 21/UNO/FEBRERO 2012 • L a política, como lo señala desde su raíz etimológica griega tradu- cible como «ciudadano», «civil», «relativo al ordenamiento de la ciudad», implica por tanto al ciudada- no individual como a la colectividad a la que pertenece que por su intermediación busca acuerdos para alcanzar objetivos comunes; en sus orígenes clásicos grie- gos la política era una actividad por la cual en las ciudades/estados como Ate- nas y Esparta, los asuntos públicos más relevantes se debatían y definían por la asamblea de ciudadanos libres, con lo cual toda decisión ahí alcanzada adqui- ría el carácter de “cumplimiento obliga- torio” para la sociedad en su conjunto, al punto que el filósofo Solón señalaba que: “La ley permite dar muerte al ciu- dadano que se mantenga neutral en me- dio de las discordias civiles”. Si bien en el caso de la Grecia anti- gua, la actividad política implicaba formas de gobierno democráticas históricamente inéditas; incluso en civilizaciones ante- riores como fueron la egipcia y la asiria, que vivieron bajo gobiernos autocráti- cos, debe considerarse que existía alguna variante de actividad política pues el “gobernante” aun bajo la opción de testa coronada y con todos los atributos deri- vados de su origen “divino” debía tomar sus decisiones relevantes considerando a los diversos actores sociales, econó- micos y religiosos que interrelacionaban con él; de lo contrario sus propuestas y decisiones podían llevarlo al fracaso pues ningún autócrata gobernaba en sen- tido estricto por “sí mismo”. Un ejemplo relevante del papel de la política en los regímenes autocráticos que prevalecie- ron hasta el Renacimiento lo demuestra el texto El Príncipe de Nicolás Maquia- velo, clásico en el terreno de las ciencias políticas, donde el autor da consejos al gobernante para el mejor desempeño de sus labores de gobierno. La actividad política se modifica y alcanza un nuevo nivel de complejidad con los regímenes democráticos, cuyo mejor precedente histórico se da en la Inglate- rra del siglo XIII a partir de la firma de la “Carta Magna” por el rey Juan I ante la presión de los nobles, donde por primera vez se acota el poder absoluto del rey y se le sujeta al escrutinio de una instan- cia exterior o Parlamento, en el que los representantes de algunos estamentos sociales conforman un poder alternativo. Esta representatividad, sin embargo, no abarcaba a todas las capas sociales, pues excluía a los “burgueses”, habitantes de las ciudades o burgos, a los campesinos medios y pobres y, en la más baja escala social, a los siervos de la gleba, pues sólo la nobleza podía ser parte del Parlamento. Debieron ocurrir profundos cambios sociales y económicos y alguna que otra revolución para que la democracia se ampliara e incorporara en sus mecanis- mos de decisión a todos los actores de una sociedad, empezando por la revolu- ción francesa en 1789 y que se continuó en el siglo XIX con las guerras de indepen- dencia en América y las revueltas socia- les europeas. Como resultado de éstas, las aristocracias y oligarquías gobernan- tes aceptaron paulatinamente el recono- cimiento de “ciudadanía” a otros grupos sociales, aunque siempre con limitacio- nes: en Francia para poder votar y ser votado se debía tener propiedades, en muchos países se excluía del derecho al voto a los analfabetas, prácticamente en todo el mundo la categoría de ciudadano no aplicaba a las mujeres. Fue prácti- camente producto de siglo XX la univer- salización del derecho al voto junto con el retroceso de regímenes autoritarios y coloniales, lo que nos ha llevado a una normalización de la democracia como sistema de gobierno generalizado y en consecuencia, a considerar a la activi- dad política como importante para el desarrollo de las sociedades y naciones. Con todo, en las complejas sociedades modernas, donde coexisten e interactúan múltiples actores sociales con, en ocasio- nes, intereses contradictorios y enfren- tados, sólo a partir de una sana activi- dad política, que privilegie los puntos en común, consensos y acuerdos, se hace posible una propia gobernanza en las naciones. Aunque suene un tanto a Pero- grullo pero se puede postular que entre mayor consenso se obtiene al interior de una naciones, mayores son las oportuni- dades de construir objetivos comunes y alcanzarlos a través del esfuerzo con- junto. La asamblea en el ágora griega, paradigma de la actividad política ciuda- dana, no puede ser simplemente replicada en sociedades tan complejas y donde el número de habitantes y extensión geo- gráfica de los territorios hacen inviable esta convocatoria; en su lugar la única opción son las jornadas electorales, donde a partir de unas reglas fijas y transparen- tes y con la participación de los actores políticos organizados el conjunto de la ciudadanía expresa sus acuerdos y des- acuerdos y participa así, en las decisiones comunes. Para concluir, no quiero deses- Clara Müller Maldonado CONTENIDO Un desafío actual: confiar en el quehacer político Política, ciudadanía y sociedad Enrique Luján Salazar Clara Müller Maldonado ¿Qué es la política? Carolina Sánchez Contreras Paralelismos plásticos en México 1960 - 1990 Enrique Luján Salazar La Jornada Aguascalientes/ Aguascalientes, México FEBRERO 2012/ Año 3 No. 47 Política, ciudadanía y sociedad timar todas las críticas que se han levantado a la naciente democracia mexicana, pero si quiero recordar la palabras del canciller de Inglaterra, Sir Winston Churchill quien apun- taba que “la democracia es el peor de todos los gobiernos, excluyendo todos los demás”. Discurso en el ágora, antigua Grecia.

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SUPLEMENTO DE LA JORNADA AGUASCALIENTES

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CRÍTICA/¿QUÉ ES LA POLÍTICA?

• PÉNDULO 21/UNO/FEBRERO 2012 •

La política, como lo señala desde su raíz etimológica griega tradu-cible como «ciudadano», «civil», «relativo al ordenamiento de la

ciudad», implica por tanto al ciudada-no individual como a la colectividad a la que pertenece que por su intermediación busca acuerdos para alcanzar objetivos comunes; en sus orígenes clásicos grie-gos la política era una actividad por la cual en las ciudades/estados como Ate-nas y Esparta, los asuntos públicos más relevantes se debatían y definían por la asamblea de ciudadanos libres, con lo cual toda decisión ahí alcanzada adqui-ría el carácter de “cumplimiento obliga-torio” para la sociedad en su conjunto, al punto que el filósofo Solón señalaba que: “La ley permite dar muerte al ciu-dadano que se mantenga neutral en me-dio de las discordias civiles”.

Si bien en el caso de la Grecia anti-gua, la actividad política implicaba formas de gobierno democráticas históricamente inéditas; incluso en civilizaciones ante-riores como fueron la egipcia y la asiria, que vivieron bajo gobiernos autocráti-cos, debe considerarse que existía alguna variante de actividad política pues el “gobernante” aun bajo la opción de testa coronada y con todos los atributos deri-vados de su origen “divino” debía tomar sus decisiones relevantes considerando a los diversos actores sociales, econó-micos y religiosos que interrelacionaban con él; de lo contrario sus propuestas y decisiones podían llevarlo al fracaso

pues ningún autócrata gobernaba en sen-tido estricto por “sí mismo”. Un ejemplo relevante del papel de la política en los regímenes autocráticos que prevalecie-ron hasta el Renacimiento lo demuestra el texto El Príncipe de Nicolás Maquia-velo, clásico en el terreno de las ciencias políticas, donde el autor da consejos al gobernante para el mejor desempeño de sus labores de gobierno.

La actividad política se modifica y alcanza un nuevo nivel de complejidad con los regímenes democráticos, cuyo mejor precedente histórico se da en la Inglate-rra del siglo XIII a partir de la firma de la “Carta Magna” por el rey Juan I ante la presión de los nobles, donde por primera vez se acota el poder absoluto del rey y se le sujeta al escrutinio de una instan-cia exterior o Parlamento, en el que los representantes de algunos estamentos sociales conforman un poder alternativo. Esta representatividad, sin embargo, no abarcaba a todas las capas sociales, pues excluía a los “burgueses”, habitantes de las ciudades o burgos, a los campesinos medios y pobres y, en la más baja escala social, a los siervos de la gleba, pues sólo la nobleza podía ser parte del Parlamento.

Debieron ocurrir profundos cambios sociales y económicos y alguna que otra revolución para que la democracia se ampliara e incorporara en sus mecanis-mos de decisión a todos los actores de una sociedad, empezando por la revolu-ción francesa en 1789 y que se continuó en el siglo XIX con las guerras de indepen-

dencia en América y las revueltas socia-les europeas. Como resultado de éstas, las aristocracias y oligarquías gobernan-tes aceptaron paulatinamente el recono-cimiento de “ciudadanía” a otros grupos sociales, aunque siempre con limitacio-nes: en Francia para poder votar y ser votado se debía tener propiedades, en muchos países se excluía del derecho al voto a los analfabetas, prácticamente en todo el mundo la categoría de ciudadano no aplicaba a las mujeres. Fue prácti-camente producto de siglo XX la univer-salización del derecho al voto junto con el retroceso de regímenes autoritarios y coloniales, lo que nos ha llevado a una normalización de la democracia como sistema de gobierno generalizado y en consecuencia, a considerar a la activi-dad política como importante para el desarrollo de las sociedades y naciones.

Con todo, en las complejas sociedades modernas, donde coexisten e interactúan múltiples actores sociales con, en ocasio-nes, intereses contradictorios y enfren-tados, sólo a partir de una sana activi-dad política, que privilegie los puntos en común, consensos y acuerdos, se hace posible una propia gobernanza en las naciones. Aunque suene un tanto a Pero-grullo pero se puede postular que entre mayor consenso se obtiene al interior de una naciones, mayores son las oportuni-dades de construir objetivos comunes y alcanzarlos a través del esfuerzo con-junto. La asamblea en el ágora griega, paradigma de la actividad política ciuda-dana, no puede ser simplemente replicada en sociedades tan complejas y donde el número de habitantes y extensión geo-gráfica de los territorios hacen inviable esta convocatoria; en su lugar la única opción son las jornadas electorales, donde a partir de unas reglas fijas y transparen-tes y con la participación de los actores políticos organizados el conjunto de la ciudadanía expresa sus acuerdos y des-acuerdos y participa así, en las decisiones comunes. Para concluir, no quiero deses-

Clara Müller Maldonado

CONTENIDO

Un desafío actual: confiar en el quehacer político

Política, ciudadanía y sociedad

Enrique Luján Salazar

Clara Müller Maldonado

¿Qué es la política?

Carolina Sánchez Contreras

Paralelismos plásticos en México 1960 - 1990

Enrique Luján Salazar

La Jornada Aguascalientes/ Aguascalientes, Mé xico OCTUBRE 2010/ Añ o 2 N o. 20La Jornada Aguascalientes/ Aguascalientes, México FEBRERO 2012/ Año 3 No. 47

Política, ciudadanía y sociedad

timar todas las críticas que se han levantado a la naciente democracia mexicana, pero si quiero recordar la palabras del canciller de Inglaterra, Sir Winston Churchill quien apun-taba que “la democracia es el peor de todos los gobiernos, excluyendo todos los demás”.

Discurso en el ágora, antigua Grecia.

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• PÉNDULO 21/DOS/FEBRERO 2012 •

Enrique Luján Salazar

Un desafío actual: confiar en el quehacer político. La idea analógica sobre la democracia en Antonio Caso

aunque Porfirio Díaz fue expulsado del poder, se

estableció un gobierno democrático y se promulgó

una nueva constitución, se mantuvieron cuatro pro-

blemas que impidieron la consolidación de la demo-

cracia: la pobreza, la ignorancia, el caudillismo y la

injusticia. Según Caso, las condiciones para resolver

estos problemas y transitar a la democracia exigían

de los políticos prudencia y mesura en sus decisio-

nes, fomento a la educación y defensa de las liber-

tades y las instituciones. La democracia se trata de

algo más que de un sistema electoral:

No puede establecerse una política […] adecuada sin

el ejercicio más o menos imperfecto de la democra-

cia; no puede alcanzarse el funcionamiento adecua-

do de la justicia sin la propia base de la libertad, ni

la política nacional de instrucción pública será opor-

tuna sin el ejercicio libre del sufragio […] mientras

nuestro pueblo no exija a sus gobiernos la práctica

de instituciones liberales, las prescripciones de de-

recho serán ilusorias, nuestra vida política adolece-

rá de sus derechos característicos, de sus perennes

imperfecciones y el conflicto interno de nuestra de-

mocracia persistirá con sus dramáticos efectos.1

Cuán actual es el diagnóstico que el pensador

mexicano hace en 1913, durante la dictadura de Vic-

toriano Huerta. Cuán verdadero es el señalamiento

de que México no ha cumplido con la Constitución

de 1857 de ser una nación democrática, represen-

tativa y federal. Ciertamente la democracia es un

ideal en el que se ha de trabajar de manera conti-

nua y prudente, equilibrando, por un lado, el ideal

democrático plasmado en la Constitución de 1857 –

1 Caso, Antonio, “El conflicto interno de nuestra democracia”, en Conferencias del Ateneo de la Juventud, UNAM, México, 1998, p. 130 y 131.

Después de la resaca de los festejos del centenario de la revolución y del bicen-tenario la independencia, podemos de manera más acendrada volver sobre las

huellas del pasado y preguntarnos sobre nuestro fu-turo histórico. El debate sobre la nación mexicana y el valor de la existencia y la cultura de los propios mexicanos fue objeto de múltiples debates, progra-mas televisivos, libros que nos mostraban el lado humano de los héroes de las guerras que se conme-moraban, desfiles kitsch que llevaban la tradición a formas de expresión artísticas inéditas y, a pesar de esto, los problemas de los mexicanos aún perma-necen ahí, entre el olvido y la ineptitud de quienes deben resolverlos.

En esta colaboración pretendo sostener que, después de cien años, el pensamiento del maestro

Antonio Caso sobre la democracia mexicana conser-va no sólo la lucidez del momento en que fue ela-borado sino que tiene una vigencia terriblemente actual.

Podemos iniciar preguntándonos, con el filósofo mexicano, si efectivamente el movimiento revolu-cionario de 1910 dio paso a un sistema democrático tal como lo postulaba la Constitución Mexicana de 1857 y si fue así ¿cuál fue el sustento teórico e ideo-lógico en que se sustentó la democracia mexicana?

La Revolución se constituyó en un movimiento que permitiría transitar desde un gobierno autorita-rio a un gobierno más abierto, justo y plural es decir a un gobierno democrático. Ya desde las concepcio-nes liberales decimonónicas, México se dirigía en su progreso intelectual y moral hacia la constitución de un “perfeccionamiento social”. Sin embargo,

Construyendo México, Adrián Pérez. Nexos 2010

para nosotros cuenta ya la de 1914- y, por otro lado, las condiciones objetivas de la sociedad mexicana que obstruyen o dificultan el acceso a esta forma de convivencia y de sistema político. Antonio Caso es un filósofo de la analogía, señala y discute aca-loradamente las tesis jacobinas y las conservadoras del positivismo, posiciones que en franca oposición, imposibilitaron la constitución de una nación fuer-te desde el siglo XIX. Por estos motivos, señalaba que debería atenderse a la situación conflictiva y heterogénea de la nación mexicana. Se trataba de alcanzar un ideal de nación que integrara las dife-rentes características socioculturales del país, que a pesar de las diferencias pueda construir algo de unidad.

Así pues, la democracia no es sólo un sistema político sino una forma de vida que implica no sólo

la resolución de los problemas materiales sino tam-bién las respuestas a las deudas culturales y, aunado a lo anterior, un compromiso y una actitud de todos los mexicanos para que cultiven virtudes como la generosidad y la solidaridad — que referían en tér-minos casianos a la caridad—.

En fin, las reflexiones de Antonio Caso sobre la problemática política, más allá de su afán integra-dor de ciencia, religión y metafísica, son de una ac-tualidad que nos parece lacerante, dado que han pasado casi cien años de su publicación. La pre-gunta es: ¿seremos capaces de reorientar la polí-tica mexicana, tan fracturada e incongruente, y de atender las dificultades propias del sistema demo-crático liberal, así como a la urgente necesidad de una cohesión social que permita una integración, en diferentes sentidos y niveles, entre los mexicanos?

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• PÉNDULO 21/TRES/FEBRERO 2012 •

¿En qué momento esta actividad tan funda-mental para la convivencia entre los hom-bres, tan vital para el desarrollo de la so-ciedad, comenzó a tener una imagen tan

peyorativa? ¿O es que siempre ha sido mal vis-ta y, desde una perspectiva ingenua, ahora se ven los tiempos pasados como menos corruptos?Sin afán de hacer una revisión histórica del tér-mino, comienzo la reflexión sobre la definición de política retomando la visión de los griegos clási-cos. En este sentido, desde la raíz griega de esta actividad, podemos comprender la política como la actividad por excelencia de la polis, es decir encargarse de los asuntos de la ciudad, activi-dad que ante todo era un privilegio ya que sólo los ciudadanos, los varones libres, tenían acceso a ésta. Efectiva actividad, porque la participa-ción de los ciudadanos era directa. En esta épo-ca la ciudad tiene prioridad sobre el ciudadano: asegurar una ciudad virtuosa era la condición para que existieran ciudadanos virtuosos, según lo pensaba Aristóteles. Cuidar de la ciudad era pues una tarea importante.

Ahora bien, partiendo de un enfoque más ana-lítico, siguiendo a Xabier Etxeberria, podemos darle al término política cuatro sentidos gene-rales: a) como actividad que rige la vida colec-tiva de una comunidad soberana asentada en un territorio concreto, en vistas al bien o al interés común, tanto internamente planteado como en su relación con las otras comunidades sobera-nas; b) como arte de gobernar, es decir, se ciñe la actividad política fundamentalmente a la ac-tividad de los gobernantes; c) como ámbito, si-tuando determinados asuntos y actividades den-tro de lo político, mientras que otros los aparta-mos de él, distinguiendo entre asuntos públicos -los propiamente políticos- y asuntos privados; y d) como objeto de estudio: aparecen aquí la filosofía política y la ciencia política, disciplinas que se dedican a estudiar esta actividad

2.

Dejando atrás esta clasificación académica, desde un enfoque más coloquial Arnaldo Córdo-

2 Etxeberria Mauleon, Xabier, Curso: Fundamentos teóricos de la ética. “Módulo 2: El arte de la separación”. Documento virtual. Consultado el 02 de febrero de 2009.

va dice de esta actividad que:La política, vista desde afuera, es una cloaca pestilente y nauseabunda y es probable que haya muy contadas personas en el mundo que no estén convencidas de ello. Y creo que los políticos son los primeros que lo creen y lo saben, con la di-ferencia de que a ellos simplemente les tiene perfectamen-te sin cuidado. Pero buena parte de ellos sabe lo que los de-más no saben o fingen no saber: que si bien la política es un mundillo tenebroso y siniestro en el que lo normal es que to-dos cometan contra los demás todas las traiciones, todas las deslealtades y todas las iniquidades que se les pueda ocurrir, también es cierto que la política es la actividad especializa-da que permite luchar por el poder del Estado (o de cualquier organización), alcanzarlo, ejercerlo y conservarlo3.

3 Arnaldo Córdova, art. cit.

Carolina Sánchez Contreras

¿Qué es la política?

La política tiene muy mala fama (y muy bien ganada). Creo que fue el Tejón Garizurieta

quien en los años cuarenta la definió como "el arte de darle por el culo al que está abajo y

de ponerle la misma región anatómica para que haga lo propio al que está arriba".

Arnaldo Córdova1

1 Arnaldo Córdova, “De la ética y la política”, en La Jornada, domingo 17 de junio del 2007.

Las últimas líneas de Córdova nos llevan a la definición moderna del término: “conjunto de estrategias en torno a la adquisición y conser-vación del poder, y en torno a las decisiones que deben tomarse cuando se obtiene”

4. Moderna

porque podemos apreciar los rasgos de sistema-tización, pragmatismo y eficacia que subyacen en esta descripción de la actividad política pro-pios de esa época; y en la que el poder juega un papel fundamental. Esta definición tomará dife-rentes matices al vincularse con otros concep-tos, propios también de aquella época, como: democracia, liberalismo, pluralidad, represen-tación delegada, etc.

Más allá de todo lo dicho, ¿qué es la política hoy, cómo se percibe entre la gente? Si la políti-ca se ha ganado el estatus de disciplina especia-lizada enfocada al arte de gobernar, esto quiere decir que al poseer el carácter de ciencia enton-ces existen teorías políticas escritas por muchos pensadores a través de los siglos, autores que han reflexionado sobre cuál sea el mejor tipo de go-bierno, el mejor modo de organización política, sobre los tipos de Estado, etc.; lamentablemen-te es muy poco lo que al respecto se sabe, rara vez se escuchan diálogos o debates sobre estas cuestiones, resulta más un asunto exclusivo para la academia, para las universidades, para los in-telectuales.

Parece, otra vez lamentablemente, que la po-lítica ya no es un privilegio del ciudadano, sino un asunto de los partidos, de los políticos, de esos otros ciudadanos que no somos la mayoría, y que así está bien, pues no se requiere de la partici-pación de todos. Igualmente, lo que hoy impera en el imaginario colectivo es que la política tra-ta, ya ni siquiera de los asuntos de la ciudad -lo público por excelencia-, sino de lo sórdido de la vida privada de los políticos expuesto en lo pú-blico -en los medios de comunicación-. En pocas palabras: parece que hoy la política es sólo una mercancía de consumo para algunos espectado-res, un asunto del que muchos prefieren no ser parte pues resulta pestilente y nauseabundo.

4 Etxeberria Mauleon, op. cit.

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• PÉNDULO 21/CUATRO/FEBRERO 2012 •

Siempre he agradecido aquellas ex-periencias que me permiten no sólo ampliar mis horizontes culturales, sino también hacer más nítidos sus

propios contornos. Esto me sucede con la magnífica exposición que se muestra en el Museo de Aguascalientes: Paralelismos plásticos en México. Cuatro décadas en la Colección BBVA Bancomer, 1960 – 1990 auspiciada por la Fundación Bancomer y el Instituto Cultural de Aguascalientes. Esta exposición me ha permitido ampliar mi experiencia estética relativa a la pro-ducción y devenir de las obras artísticas producidas en México.

El arte mexicano, así como otras ma-nifestaciones de la sociedad mexicana, han vivido en la ambivalencia, al menos, desde el siglo XIX, al intentar erigir algo propio e independiente de “lo europeo” y, a la vez, han sentido la necesidad in-evitable de estar a la altura de los tiem-pos, de ser reconocidos universalmente.

La exposición comienza justamente con los “Encuentros de una nueva genera-ción, 1960-1970”, aquellos autores y aque-llas obras tan heterogéneas que coinciden justamente en la necesidad de enfrentar y encontrar nuevos senderos para la obra artística diferentes y diversos a los cáno-nes establecidos por la Escuela Mexicana de Pintura; movimiento que se caracterizó por la búsqueda del arte público y por su nacionalismo de aspiraciones revoluciona-rias y socialistas que fue el que lo cata-pultó, pero a la vez, lo limitó en sus po-sibilidades estéticas.

Frente a esta propuesta avasalladora que pretendía responder a nuestra propia circunstancia, no sólo por quienes la in-tegraban sino por el apoyo oficial con el que contó, se rebelaron algunos jóvenes que comenzaron sus trabajos artísticos in-dependientemente de la férula de la Es-cuela Mexicana de Pintura y de las políticas culturales públicas. La búsqueda artística tomó diferentes derivas que en esta ex-posición estaban sintetizadas bajo los ru-bros de “Interiorismo” representado por autores como Francisco Corzas, Rafael Co-ronel y Alfredo Castañeda y de “Abstrac-ción geométrica” representada por auto-res como Carlos Mérida, Manuel Felgué-rez, Gunther Gerzo y Matías Goeritz. Las obras que aquí se muestran forman una

pequeña ventana que nos permite otear hacia un pasado que todavía continúa en el presente. Uno de los criterios curato-riales fue mostrar justamente como estas propuestas manifestaban lo que sucedía tanto en el contexto nacional como en el internacional. El desencanto que ha-bía producido la Revolución Mexicana, los desastres ocasionados por las dos guerras mundiales y, en el campo estético, el re-chazo a un determinado canon artístico, a una supeditación ideológica o a la ne-cesidad de divulgar una identidad mexi-cana anacrónica y falsa. Esta controver-sia dio origen a las obras que podemos apreciar en las que se expresa la condi-ción humana en sus aspectos concretos, cotidianos y, a la vez extraordinarios; el enfrentamiento a la sociedad y al figura-tivismo impuestos por algunos muralistas, dio lugar a un abstraccionismo de formas geométricas derivados del informalismo y el expresionismo abstracto estadunidense entre otras corrientes.

Una segunda parte de la exposición está titulada “Diálogos contemporáneos, 1990-1980”. El título es afortunado tanto por la intertextualidad que podemos reali-zar con las obras mismas como por la con-versación que puede establecerse entre la obra y el espectador que efectivamente se dan en un tiempo que hemos denomi-nado contemporáneo.

Esta parte está conformada a su vez por otras tres series temáticas: “Desarti-culación de los cuerpos”, “Lenguaje de la materia y el color: narración intros-pectiva” y “Abstracción y naturaleza ex-terior”. Se trata de temáticas fundamen-tales en el arte contemporáneo que han sido desarrolladas para continuar la bús-queda artística de una expresión más au-tónoma y auténtica: el cuerpo, el lenguaje y la naturaleza.

Los cuadros que más me llamaron la atención de esta parte fueron los de Gui-llermo Ceniceros, Ismael Guardado y Ray-mundo Sesma quienes abordan el tema del cuerpo, desde una visión humanista hasta una visión, casi deleuziana, del cuerpo sin órganos. El cuerpo es la luminosidad opaca donde los significados se constru-yen y se confunden. La obra del cuerpo padece la precariedad y la contingencia de la carne, de los órganos, vive su pro-

Enrique Luján Salazar

COMITÉ EDITORIALIgnacio Ruelas OlveraJosé de Lira Bautista

Raquel Mercado SalasRamón López Rodríguez

COLABORACIONESCarolina Sánchez Contreras

Ludens

Algunas ideas en torno a la exposición:

Paralelismos plásticos en México 1960 – 1990

Espacio para recensiones de libros, exposiciones y cine

pia incertidumbre. Encuentro de la carne y la palabra mediante la racionalidad que muestra y oculta la expresividad doliente y abierta de lo desconocido que no es te-matizado ni tematizable. El cuerpo, los cuerpos fragmentados hablan sobre todos los placeres, todos los dolores, todas las metamorfosis de las que es capaz el ser humano. Su manifestación enajenada en la modernidad oscila desde el grito hasta el silencio. A partir de la indefensión y precariedad del cuerpo fragmentado nos lleva, desde la singularidad de algunos cuerpos, a nuevos encuentros, al viaje a otras galaxias corporales abstractas. Pro-mueve su propio desdoblamiento en otras alteridades que se tocan mediante flujos de palabras caóticas. Composición y re-composición del cuerpo humano.

En general puedo señalar que la expe-riencia estética de asistir a esta exposi-ción me confirmó la capacidad que tiene el artista de recrear continuamente su propio arte y reconfigurar a la naturaleza misma; la capacidad de crear las analogías más atrevidas para revelar, a través del cuadro y el grabado, el movimiento de la vida y la sociedad en la que se produce. La obra artística da testimonio de esa ca-pacidad de apropiarse de lo extraño y lo cotidiano, del mundo onírico y del mundo consciente.

¿Qué implica el crear artístico? ¿Por qué es una aventura y un riesgo el expre-sar o traducir a un lenguaje artístico las más disímbolas experiencias, tales como la muerte, el amor, la permanencia del pasado, la fugacidad de la vida o la sole-dad? ¿Para qué enfrentarse al lienzo virgi-nal, al asbesto o la placa sin trazo alguno? ¿Por qué no mejor: la mímica, lo ordina-rio o el silencio?

Estos artistas mexicanos y extranjeros nos muestran con su trabajo que la crea-ción requiere insoslayablemente de sole-dad. Mas la soledad no está dada, es ne-cesario que el autor se apropie de ella, que la construya material y espiritual-mente. El taller, la mesa, los pinceles y las gubias, la tinta, los ácidos y los colo-res; el estar con uno mismo y más allá de sí. Crear esa soledad inviolable e inex-pugnable que lleva a la calle, al hospital, al zoológico, al pordiosero, a la luna, al amante, o a los mundos más insólitos. So-

ledad sin rezos, amuletos o dioses. Des-conectarse del mundo cotidiano y ver las más insospechadas realidades, o mejor, ver el mismo mundo con diferentes reflejos, desde colores empastados en el lienzo o líneas que se hienden en la placa grabada dando como resultado perspectivas inédi-tas y sinécdoques cautivadoras. De alguna manera, el que no hayan existido escuelas dominantes en nuestro país ha dejado un margen muy amplio de libertad por donde han transitado los artistas.

Los autores expuestos nos enseñan que el arte requiere de apertura y capacidad de escuchar el movimiento del mundo y el corazón del ser humano, desde el caos balbuceante hasta los ruidos monótonos del orden. Estos artistas que ahora se exponen en el Museo Aguascalientes nos muestran que crearon no sólo a partir de sí mismos, sino por encima de ellos y de su circunstancia y dejaron que sus obras advinieran libremente y con pasos de pa-loma les revelaran sus íntimos secretos.

Para quien se dé tiempo para asistir y disfrutar de la exposición Paralelismos plásticos en México. Cuatro décadas en la Colección BBVA Bancomer, 1960 – 1990 se llevará una experiencia que no sólo tras-trocará su propia sensibilidad sino que le permitirá valorar la calidad del arte pro-ducido en México así como las diferentes propuestas artísticas realizadas desde una libertad radical y desde una búsqueda de expresión propia y, a la vez, universal.

La Jornada AguascalientesPÉNDULO 21

Publicación QuincenalFebrero 2012. Año 3, No. 47

EDITOREnrique Luján Salazar

DISEÑOClaudia Macías Guerra