Pedro Guibovich Pérez. Guillermo Lohmann Villena en perspectiva histórica

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GUILLERMO LOHMANN VILLENA EN PERSPECTIVAHISTÓRICA

Pedro Guibovich PérezPontificia Universidad Católica del Perú

El 14 de julio del 2005, falleció en Lima, su ciudad natal, GuillermoLohmann Villena, sin duda el más prolífico de los historiadores peruanos y elmás importante especialista en la época virreinal –y no colonial, como solíadecir-. Su partida nos sorprendió a todos, porque, para los que lo conocimos,Lohmann era un ejemplo de vitalidad y tesón en el trabajo de investigación,y su figura se había hecho muy habitual en los repositorios documentales ybibliográficos de esta ciudad. No está más entre nosotros, pero queda su obra,y sobre ella trataré en las líneas que siguen.

Después de culminar sus estudios secundarios en el Colegio Alemán,Lohmann ingresó a la Universidad Católica en 1933. Por ese entonces, laUniversidad de San Marcos estaba cerrada por orden del gobierno, de modoque la Universidad Católica se volvió un centro de gran actividad intelectual.Durante aquellos años, gravitaban en el medio académico de la capital dosimportantes figuras de la historiografía nacional: José de la Riva-Agüero yRubén Vargas Ugarte, vinculados ambos también a la casa de estudios de laPlaza Francia. Lohmann siempre profesó una especial admiración por lafigura y obra de Riva-Agüero, de quien se consideraba discípulo. Algunavez, escribió que en las conversaciones con Riva-Agüero había aprendido

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«mucho de aquel pasado peruano que no consta en los documentos y quesolo su memoria prodigiosa había rescatado de recuerdos familiares y de latradición oral suscitada por su inagotable curiosidad». 1

Lohmann admiró de la obra de Riva-Agüero su poder evocador, sucontribución a la formación de la conciencia nacional y su revaloración delperiodo colonial. Pero, sobre todo, admiró su carácter erudito, en particular lamanera de tratar las fuentes históricas. En su obra, Riva-Agüero se revelócomo un auténtico innovador dentro de los estudios históricos en el Perú deinicios del siglo XX, ya que fue el primero en llamar la atención sobre lanecesidad de evaluar las fuentes documentales manuscritas e impresas apartir del establecimiento de su crédito informativo, para luego discriminarsu uso, tareas que «a ninguno de nuestros historiadores se le había ocurrido»,escribió Lohmann.2

Riva-Agüero nunca llegó a sistematizar lo que pensaba acerca de lametodología para escribir Historia, como sí Rubén Vargas Ugarte, catedráticode Historia del Perú en la Universidad Católica y, por tanto, profesor deLohmann. Tanto Riva-Agüero como Vargas Ugarte coincidían en laimportancia del estudio de las fuentes como punto de partida para lacomposición de la Historia. Vargas Ugarte sostuvo en su Historia del Perú(curso universitario), obra publicada por primera vez en 1939, que, «paraadentrarse en las reconditeces del ayer y dar de él una imagen en lo posibleidéntica a la realidad», era preciso hacer una investigación prolija de lasfuentes, de los documentos, operación preliminar e indispensable sin la cualno podía levantarse nada sólido.3 Al reseñar la obra de su maestro, Lohmannescribió que las recomendaciones metodológicas de Vargas Ugarte eran deespecial importancia en el medio historiográfico peruano, «porquedesgraciadamente todavía en nuestro país, existe muy difundido el criterioanticuado y nefasto de los antiguos sistemas para escribir la reconstrucción

1 «Riva-Agüero desde el umbral», Estudios de Historia peruana. La conquista y elvirreynato. Lima: Instituto Riva-Agüero, 1968, p. xvi.

2 Ibídem, p. XVIII.3 Vargas Ugarte, Manual de estudios peruanistas. Lima: Studium, 1951, p. 10.

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del pasado». En tal sentido, censuró que no se practicase «la fiel transcripciónde los textos», como tampoco la valoración de los mismos, o que se dejasen de«cumplir con negligencia los postulados que prescribe la metodología modernapara la cabal realización de las obras sobre Historia».4 Se trataba, pues, de unareacción contra la manera de escribir Historia que por entonces imperaba enel medio académico peruano.

Esta ruptura con el pasado se hace aún más visible en los escritostempranos de Lohmann. Así, en las reseñas que escribió acerca del DiccionarioHistórico-Biográfico de Mendiburu reeditado por Evaristo San Cristóbal,Lohmann – aún un estudiante de la Facultad de Letras de la UniversidadCatólica- corrigió numerosas referencias, complementó la bibliografía eidentificó diversas fuentes documentales. Criticó a San Cristóbal la vaguedade imprecisión de sus anotaciones.5 Lejos de limitarse a los personajes de lacolonia, Lohmann llamó la atención acerca de la importancia de consultarlas fuentes hemerográficas para reconstruir la historia del siglo XIX. «Enespecial –recomendó a San Cristóbal- debería orientar sus búsquedas en losperiódicos y revistas del pasado siglo, en cuyas columnas colaboró lo másselecto de la falange de eruditos historiógrafos, que tuvo el Perú de esosaños».6

La compulsa de las fuentes y la crítica de las mismas es una constanteen la obra de Lohmann. Una y otra vez vuelve sobre la necesidad de haceruna valoración de las fuentes manuscritas e impresas. Auténtico abanderadode la causa de la heurística, no tuvo reparos en poner en tela de juicio la obra

4 Reseña a Rubén Vargas Ugarte, Historia del Perú (curso universitario), Lima, 1939,Revista de la Universidad Católica, VII/8-9, noviembre-diciembre de 1939, p.536.

5 Reseñas a Manuel de Mendiburu, Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. V. 2a.ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1932, Revista de la Universidad Católica, 1/5,julio de 1933, pp. 467-469; y Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. VIII. 2da.ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1934, Revista de la Universidad Católica, II/9,junio de 1934, pp. 123-125.

6 Reseña a Manuel de Mendiburu, Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. IX. 2a.ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1934, Revista de la Universidad Católica, II/11,noviembre de 1934, p. 302.

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de algunos historiadores consagrados, como fue el caso de Raúl PorrasBarrenechea, a quien calificó de «historiador romántico». Lohmann nocuestionaba los aportes de Porras, pero sí su manera de escribir Historia. Demodo similar que los historiadores del siglo XIX, Porras hacía demasiadasconcesiones a la literatura, su prosa es y seguirá siendo cautivadora, pero endetrimento del rigor histórico. Además, con frecuencia, como lo advirtióLohmann, no era muy cuidadoso en registrar las fuentes bibliográficas ydocumentales consultadas para la elaboración de sus textos.7

La necesidad de escribir Historia sustentada en los firmes cimientosde la erudición, es decir, de la crítica heurística, llevó a Lohmann a publicarvaliosos estudios sobre algunas de las más importantes fuentes sobre el periodocolonial. Sería largo comentar sus aportes en este tema. Pero ahora quiero tansolo mencionar uno: su estudio monográfico sobre las relaciones (o memorias)de virreyes.8 Esas eran los informes acerca de su actuación como gobernantesescritos al final de su mandato. Desde que Manuel Atanasio Fuentes iniciarasu publicación a mediados del siglo XIX, las relaciones se convirtieron en laprincipal fuente para reconstruir la labor de los máximos representantes de lacorona. Habían sido muchos los historiadores que las habían empleado en sustrabajos históricos: Sebastián Lorente, Carlos Huyese, Mariano Felipe PazSoldán, Manuel de Mendiburu, José de la Riva-Agüero y Rubén VargasUgarte, entre otros, pero ninguno había evaluado su información. El estudiode Lohmann es un modelo de crítica heurística.

La obra de Lohmann es sólida, rigurosa y erudita, innovadora entemas y metodologías. Es también enorme: 29 libros y opúsculos, 15 edicionesde textos, 320 artículos y centenar y medio de reseñas de libros.9 ¿Cómo pudo

7 «Raúl Porras Barrenechea, historiador romántico», en Homenaje a Raúl PorrasBarrenechea. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1984, p. 148.

8 «Las relaciones de los virreyes del Perú», Anuario de Estudios Americanos, XVI,1959, pp. 315-537.

9 Al respecto, véase Guillermo Lohmann Villena. Miembro honorario del claustro. Discursosy bibliografía. Lima: Universidad del Pacífico, 2004. Contiene una detallada relaciónde los libros, artículos y reseñas publicados por Lohmann entre los años 1935 y2004.

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escribir tanto? La respuesta es doble: de un lado, disciplina de trabajo, y, deotro, «avidez de conocimiento». Por años, a Lohmann no solo lo vimos en labiblioteca del Instituto Riva-Agüero, sino también en la Biblioteca Nacionaly en el Archivo General de la Nación. En este último, era el primero de losinvestigadores en llegar –muy temprano- y no gustaba que lo interrumpiesenmientras leía. Junto con la disciplina por el trabajo archivístico, Lohmannconfesó tener una avidez por el conocimiento, conducta que él mismo definióalguna vez como de «casi enfermiza». Y, en 1991, declaró para un diariosevillano que «la investigación histórica es un vicio que empeora con losaños». Este saludable vicio por el conocimiento lo llevó a escribir sobre elteatro, las artes plásticas y la literatura; virreyes, oidores, regidores, juristas,obispos y escritores; instituciones administrativas y económicas; y la difusiónde ideas políticas y religiosas durante el periodo colonial.

La obra de Lohmann se sustenta en un laborioso trabajo de acopio einterpretación de datos procedentes de fuentes manuscritas e impresas. Susfichas y anotaciones en papeles –muchas veces de pequeño formato, pocasveces grandes- fueron los ladrillos de la misma. Laboriosamente reunidos,esos ladrillos sirvieron para la construcción de su producción historiográfica y,al mismo tiempo, para la renovación de los estudios sobre el Perú de los siglosXVI, XVII y XVIII. Nuestra deuda y gratitud con el colega y amigo ausentees grande.

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