Paz Larraín Mujer en La Gp

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  • fesencia de la -

    Mujer Chilena en laGuerra del Pacfico

    Paz Larrain Mira

    cntro de EstudiosBlCENTENARIO

  • Realiz susestudiosen elColegio SagradoCorazn deApoauindOvenfe universidadCatlica de Chile, recProfesora deHistoria ysTen Historia deAmricade Chile.Actuafm--^

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    ffflfjW4IPr4UfHWEntre sus obrasGuerra derPacfco

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  • La Presencia de la Mujer Chilenaen la Guerra del Pacfico

  • Centro de Estudios BicentenarioChile

    1810 - 1910 - 2010

    CIP - Centro de Estudios Bicentenario

    Larrain Mira, Paz.La Presencia de la Mujer Chilena en la Guerra del Pacfico / Paz Larrain Mira.

    Incluye notas bibliogrficas.Incluye bibliografa e ndice iconogrfico.

    L- Guerra del Pacfico, 1879-1884 - Mujeres. 2.- Mujeres en la Guerra -Chile - Historia. 3.- Mujeres - Chile - Historia - Siglo 19. - 1.- 1.

    CDD22983.0616 2006 RCA2

    Centro de Estudios Bicentenario / Universidad Gabriela Mistral Paz Larrain MiraCorreo N 30 Casilla 189, Vitacura - Santiago - Chilehttp ://[email protected]

    Derechos reservados

    ISBN 956-8147-36-5

    Inscripcin Registro de Propiedad Intelectual N 123373Primera edicin, enero del 2002.Segunda edicin, diciembre del 2006.

    Diseo de portada: Elena ManrquezFotografas: Myriam DuchensDiagramacin: Alejandra Urza

    Impreso en QuebecorWorld Chile SAImpreso en Chile / Printed in Chile

    Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, almacenadao transmitida en manera alguna por ningn medio sin permiso previo del editor.

  • La Presencia de la Mujer Chilenaen la Guerra del Pacfico

    Paz LarrainMira

    Ediciones

    Centro de Estudios UniversidadBicentenario GabrielaMistral

    Santiago

    2006

  • NDICE

    Prlogo de Cristian Guerrero Yoacham 9

    Introduccin 17

    Captulo I

    Presencia de la mujer chilenaen la historiografa de la Guerra del Pacfico 21

    Captulo II

    Las cantineras chilenas 31

    Captulo III

    Mujeres tras la huella de los soldados 79

    Captulo rv

    La mujer de ciudad y su aporte a la Guerra del Pacfico 125

    Conclusiones 169

    Bibliografa 175

    ndice iconoexfico 189

  • PRLOGO

    En la vasta bibliografa chilena sobre la Guerra del Pacfico,el tema de la participacin de la mujer en el conflicto no habasido estudiado, salvo por una tesis universitaria de pregrado deSoledad Gonzlez Ibaceta presentada en la Universidad de Chileen 1988. El trabajo se bas en algunas fuentes documentales ybibliografa secundaria.

    Hoy da, con el libro que el lector tiene en sus manos, se da ungran paso tendiente a llenar ese vaco, pues Paz LarrainMira, abordando este tema, ha realizado una rigurosa investigacin en unacantidad muy apreciable de material no estudiado previamente porlos historiadores del conflicto de 1879, rematando en una monografa de excelencia, cientficamente elaborada, que se convierte en unaseria aportacin a la historiografa chilena. Cubre en ella aspectostemticos mayores, presenta una gran cantidad de hechos y alcanzaconclusiones de gran solidez.

    Paz Larrain Mira fue una excelente alumna en el Instituto

    de Historia de la Pontificia Universidad Catlica de Chile. All realiz sus primeros trabajos de investigacin en diferentes Seminarioso-uiados por conocidos profesores de vasta experiencia. En loscursos de Historia de Amrica y de Chile se despert en ella unainquietud muy grande por conocer la historia de la mujer y muyespecialmente le apasion el tema de la Guerra del Pacfico sobre

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  • Paz Larrain Mira

    el cual ha publicado interesantes artculos. Titulada de profesorade Historia y Geografa, se inici en la ctedra universitaria en laUniversidad Catlica como ayudante de docencia de Teresa PereiraLarrain, Juan Eduardo Vargas Carila y Rene Millar Carvachoquien la llev a trabajar en la Escuela de Derecho y en la Escuela dePeriodismo de la Universidad de Chile. Tiempo despus colaborcon el Profesor Vargas en la Universidad Gabriela Mistral y posteriormente le sucedi en su curso en esta casa de estudios.

    No contenta con lo que haba logrado hasta ese entonces, PazLarrain, siempre ansiosa de perfeccionamiento, fue alumna delprimer programa de post-ttulo en Historia de Chile dictado por elDepartamento de Ciencias Histricas de la Facultad de Filosofa yHumanidades de la Universidad de Chile. All encontr una claraorientacin acadmica que la llevaron posteriormente a inscribirsecomo alumna regular del programa de Magster en Historia de lamisma unidad acadmica, tarea que realiz con gran esfuerzo ysacrificio, destacando con particular brillo en medio de una generacin muy prometedora. Culmin sus estudios satisfactoriamenteen 1999.

    Yo tuve como alumna a Paz Larrain en la UniversidadCatlica y en los dos programas de post grado de la Universidadde Chile y no fue raro para mi que Paz me solicitara mi ayudapara realizar su tesis de grado que, lgicamente deba tener comotema la mujer en la Guerra del Pacfico.

    La imagen que yo tena de Paz Larrain en aquellos aos,es la misma que tengo ahora, corroborada s por un contacto frecuente entre una alumna graduada y profesor gua y ms que eso,entre amigos. Persona de vida muy sencilla, trabajadora incansable, espritu inquieto, Paz Larrain nunca se da por satisfechacon lo que sabe y siempre quiere saber ms. En procura de aprender, nada la detiene y cuando se trata de investigacin, recorreen forma incansable archivos y bibliotecas, revisa con verdaderaavidez los empolvados y amarillentos papeles de viejos documentos, consulta con ansiosa inquietud diarios y revistas, lee apasionadamente colecciones documentales, papeles personales de testigos

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  • Prlogo

    y actores de los hechos que estudia, memoriales, cartas, notas, engeneral toda clase de fuentes primarias que puedan proporcionarleconocimientos, sometiendo todo el material a una rigurosa crtica.En forma paralela se preocupa tambin por los trabajos historio-grficos sobre sus tpicos, evalundolos con criterios objetivos. Porello mi labor como profesor gua de su tesis fue sumamente fcil.El resultado, la primera versin del libro que ahora prologamos,fue aprobada con nota mxima por la Comisin Examinadora.

    Pareca que todo terminaba all, pero Paz Larrain decidiprofundizar su investigacin. Busc y encontr nuevos documentos, logr consultar peridicos no vistos antes y en fin reunitanto material que en la prctica se decidi a escribir de nuevo sutrabajo, el cual comentamos en muchas gratas y amenas oportunidades. Partes de esta nueva versin ha sido publicada en formade artculos en algunas revistas especializadas y ahora, gracias ala generosidad de la Universidad Gabriela Mistral y del Centro deEstudios Bicentenario, la monografa de Paz Larrain sale a luz enuna muy cuidada edicin.

    En la introduccin del libro la autora explica las motivacionesque tuvo para investigar el tema que enmarca con precisin, planteasus objetivos y su hiptesis, informa en trminos generales sobre lasfuentes primarias utilizadas y los variados problemas que encontren el desarrollo de la investigacin y, finalmente, traza un breveboceto del contenido de cada captulo de la obra.

    El captulo primero, titulado "Presencia de lamujer chilena enla historiografa de la Guerra del Pacfico", contiene un anlisis muycompleto de la preocupacin que han demostrado los historiadorescontemporneos al conflicto y posteriores a l, los memorialistas ylos actores de la guerra que han dejado estampadas sus vivenciasy experiencias sobre la participacin femenina en el conflicto; elmismo anlisis hace la autora en el material documental primariopublicado, llegando a la conclusin que la presencia de la mujer enlas campaas de la Guerra prcticamente no ha sido estudiada en elnivel que se requiere y muchas obras lo relegan a un lugar secundario v episdico. De esta afirmacin se salva slo Benjamn Vicua

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  • Paz Larrain Mira

    Mackenna que ha sido el nico que ha asignado cierta importanciaal rol de lamujer en la guerra, aunque manifiesta ciertas reticencias.Paz Larrain ha evaluado crticamente ms de 60 obras para llegar acomprobar lo afirmado previamente.

    "Las cantineras chilenas" es el ttulo del captulo segundo yla autora partiendo de las definiciones ms conocidas del trminoo vocablo "cantinera" y la evolucin que ste ha tenido, entregaun retrato muy completo y claro sobre el personaje y sus particularidades, de las labores que ejecutaba en los mbitos de la saludy alimentacin de los soldados y de los actos, algunos de ellos verdaderamente heroicos, cuando en plena batalla reemplazaba a loscombatientes heridos o muertos. La seora Larrain establece unaclara diferencia entre vivanderas y cantineras y entre stas y las"rabonas" y "juboneras" peruanas y bolivianas. Es curioso observarque la autora destaca las muchas prohibiciones y limitaciones que elalto mando militar impuso a las mujeres que intentaban llegar a sercantineras, comenzando con la fallida intentona de impedirles viajardesde Chile central a las provincias del norte que fueron el escenario de la guerra, siguiendo con una serie de reglamentos, ordenanzas y decretos que estipulaban los requisitos para ser admitidas enlos diferentes regimientos. Con las biografas de las cantineras msdestacadas durante la guerra: Irene Morales, Filomena Valenzuela,Mara Quitea Ramrez, Carmen Vilches, Rosa Ramrez y LeonorSolar (estas ltimas asesinadas cruelmente en la accin de Tarapac),SusanaMontenegro y Dolores Rodrguez, se cierra este captulo. Lashistorias personales o historias de vida de cada una de estas mujeres,demuestran y refrendan con claridad y precisin todas las generalizaciones planteadas previamente por la autora.

    El captulo tercero, "Mujeres tras la huella de los soldados", esun estudio muy bien organizado y presentado con claridad sobreel curioso proceso que desarroll un gran nmero, casi imposiblede determinar, de mujeres (y nios en muchos casos) que viajaron al sitio de la guerra en seguimiento de los soldados y que enel norte se desempearon como enfermeras, costureras, fregonas,lavanderas, cocineras, etc. La autora muestra una variada gama de

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  • Prlogo

    razones que esgrimieron estas mujeres, las "camaradas", como seles apod, para emprender esta aventura, los riesgos y peligros quecorran durante la navegacin y las acciones emprendidas por lasautoridades civiles y militares para evitar esta verdadera invasina los campamentos, razones entre las cuales estuvo presente una

    campaa para advertir la propagacin de enfermedades venreasy otras derivadas del clima nortino, como la fiebre tifoidea o malescomo las paperas, reumatismo y tercianas. Se destaca el hecho quelas autoridades no lograron nada y las mujeres continuaron en posde los regimientos en las campaas de Antofagasta, Tarapac, Limay de la Sierra, muy pocas con autorizacin oficial y la gran mayora desobedeciendo rdenes explcitas del gobierno y desechando laoferta de viaje gratis de retorno a Valparaso. Para ellas lo fundamental era permanecer junto a sus hombres. Por su parte los soldados favorecan la compaa femenina y facilitaban sus uniformesde repuesto para que las mujeres se disfrazaran, al tiempo que lasprotegan y cuidaban. As, la presencia de la mujer en los campamentos fue algo habitual como lo fueron los partos, la presencia denios pequeos y las incomodidades que todo ello causaba, las queeran retribuidas por las mujeres con el quehacer normal y cuidadosos de las labores propias de su sexo que aliviaban los sufrimientosy brutalidades de la guerra a los cuales tampoco escap, como lodemuestran las mujeres sacrificadas brbaramente por los montoneros peruanos del General Cceres ("El brujo de los Andes") en elataque a La Concepcin o los episodios de la "generala" Buenda.A estas mujeres hay que sumar las chilenas que vivan en territorioocupado por Bolivia y en suelo peruano desde antes de la guerra yque colaboraron con el ejrcito expedicionario durante el conflicto,entre 1879 y 1884, sufriendo agravios de las autoridades aliadas porel simple hecho de ser chilenas. De mucho inters resultan los datosque entrega la autora sobre el retorno de las "camaradas" a Chile

    despus de la ocupacin de Lima, en especial el resumen estadsticoque incorpora v que revela que el 17% de los retornados eran mujeres, cifra muv significativa y demostrativa, aunque los datos sobrelos que se ha calculado sean parciales.

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    El captulo cuarto, titulado "La mujer de ciudad y su aportea la Guerra del Pacfico", tambin est elaborado en forma adecuada y convincente. Nos muestra lo que podramos llamar "elfrente interno" y la participacin que en l tuvo la mujer y queabarc desde el humilde trabajo de confeccionar hilas hasta atender enfermos en hospitales establecidos expresamente para hacersecargo de los convalecientes, crear, administrar y financiar casas dereposo, establecer talleres para la confeccin de uniformes y prendas de vestir, prestar servicios personales de enfermera, servirde escribientes de cartas a los soldados analfabetos que volvan

    para poderse comunicar con sus familias o de lectores para darlesalguna entretencin, reunir dinero por medio de rifas y bazares,recolectar limosnas y donaciones, atender viudas y hurfanos dela guerra, juntar ropas, etc. La habilitacin de ambulancias y hospitales militares y asilos y la creacin de albergues y de instituciones de beneficencia como la Protectora de Santiago y sus filialesde provincia, la Sociedad Protectora de Valparaso (tambin confiliales provincianas), el Asilo de la Patria, la Casa de Mara, elAsilo de la Pursima, la Sociedad del Perpetuo Socorro y otras quedesarrollaron todas las labores habidas y por haber para ayudar alas vctimas de la guerra, muestran cuan complejo y completo fueel trabajo de las mujeres citadinas durante los aos de conflicto,trabajo en el que participaron tambin varias congregaciones religiosas como San Vicente de Paul, Congregacin de las Hermanasde la Casa de Mara, religiosas de la Inmaculada Concepcin,Monjas de la Caridad y otras.

    La autora destaca tambin los esfuerzos de damas de colonias extranjeras residentes en Chile y el establecimiento de la CruzRoja en Santiago y de individualidades femeninas como las hijasde Francisco Ignacio Ossa, Luisa de Edwards, Isabel de Arlegui yGertrudis de Lyon, doa Dolores Vicua de Morand (hermanade Benjamn VicuaMackenna), Juana Ross de Edwards, IsidoraGoyenechea de Cousio y Rosa Aldunate de Waugh. Las biografas de estas damas son bastante completas y entregan abundantesdetalles.

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  • Prlogo

    Las conclusiones que entrega la seora Larrain estn en totalconcordancia con los objetivos que plante, prueban su hiptesis yestn hbilmente refrendadas con abundantes probanzas.

    La bibliografa presentada es muy completa y la seleccin delas piezas que identifica con informacin total muestran un conocimiento muy amplio de la historiografa de la Guerra del Pacfico,tanto en lo referente a fuentes primarias como a monografas histo-riogrficas. La bibliografa est categorizada en los siguientes apartados: i Guas bibliogrficas, n Obras generales, m Obras generalessobre la Guerra del Pacfico, iv Historiadores contemporneos ala Guerra del Pacfico, v Monografas sobre temas especficos dela Guerra del Pacfico, vi Documentos: a) Impresos, b) Inditos.vil Testimonios contemporneos chilenos: Diarios de campaa,epistolarios, memorias, reminiscencias, recuerdos, vni Testimonioscontemporneos extranjeros: Diarios de campaa, epistolarios,memorias, reminiscencias, recuerdos, ix Prensa del perodo de laGuerra del Pacfico, x Obras de referencia: Diccionarios, enciclopedias, diccionarios biogrficos. Esta categorizacin est inteligentemente planteada y hace fcil y expedita la consulta de la informacinbibliogrfica.

    En lo relativo a la metodologa usada por la autora, se combinan con extrema habilidad la narracin, descripciones, anlisis,crticas e interpretacin, logrndose un cuadro claro, preciso y lmpido del tema abordado. Cada afirmacin est debidamente refrendada en ms de una fuente. 462 notas de pie de pgina son unaprueba indiscutible de lo que afirmamos y hablan por si solas de laseriedad, minuciosidad y esmero con que el tema ha sido abordado.Todo ello revela que Paz Larrain tiene mucha prctica en el campode la investigacin y que domina las tcnicas hermenuticas.

    El estilo en que est escrito el texto de la monografa esmuy claro, preciso y exacto, entendible a primera lectura. Se ve elesfuerzo hecho por la seora Larrain por transmitir directamente

    su pensamiento y los logros obtenidos en una forma sencilla, sinjuicios de valor ni uso de calificativos, como tampoco planteamientos a priori. Prima en el pensamiento de la autora un definido

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    concepto de objetividad. El sistema de anotacin es claro y preciso y no presenta dificultad alguna. El lector obtiene al instantela informacin bibliogrfica que entregan las notas o comprendelas definiciones imprescindibles que van en algunas de ellas, lascuales de ser introducidas en la narracin, haran que esta perdiera su continuidad.

    Llama la atencin el adecuado uso que hace la autora demateriales grficos (fotografas y caricaturas) del perodo de laguerra, el aprovechamiento de la poesa popular y muy especialmente de informaciones de diarios, peridicos, pasquines y revistas coetneas al fenmeno blico.

    Trabajar con Paz Larrain Mira ha sido para el autor de esteprlogo una tarea grata y sencilla por los profundos conocimientosque ella tiene de la Guerra del Pacfico, su indiscutible talento her-menutico para indagar en las fuentes documentales y en las bibliografas complementarias, su sentido crtico, la objetividad cientficaque muestra en sus juicios y su habilidad como escritora. Adems,su personalidad definida por una inteligencia clara, madurez entodo sentido, capacidad de trabajo, seriedad en su quehacer y granempeo en concluir en buena forma las tareas que inicia, siempreson un aliciente que mueve hacia una meta feliz que, en este caso,queda expresada en esta magnfica monografa que llena un vacoen la historiografa nacional y hace un muy interesante aporte en elcampo de la historia de la mujer.

    Todos los libros son autobiogrficos segn sentencia Goethe,pues de una manera u otra definen a sus autores y transmiten susideas y pensamientos al tiempo que demuestran el trabajo realizado. No me cabe duda que la afirmacin del humanista y escritoralemn son aplicables al libro de Paz Larrain Mira, libro que permite pronosticar con certeza que su autora alcanzar un sitial deexcelencia en la historiografa chilena con las investigaciones quetiene planificadas para el futuro.

    Cristian Guerrero YoachamProfesor Titular Universidad de Chile

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  • INTRODUCCIN

    Uno de los temas de la Historia de Chile que siempre meha interesado es la Guerra del Pacfico y por ello la he investigadoen algunos de sus mltiples aspectos, publicando los resultados demis indagaciones \ Al realizar los trabajos ya citados, me llam laatencin lo poco que los estudiosos se han preocupado de la participacin de la mujer en el conflicto, hecho que pude comprobaral encontrar solamente una tesis universitaria sobre el tema 2 y verausencia total de referencias al tpico en la til bibliografa recopilada por Sergio Rodrguez Rautcher3.

    Actualmente algunos historiadores europeos estn dedicando atencin preferente al papel jugado por la mujer en determinados procesos, lo que se ha traducido en la publicacin deimportantes trabajos de real significado historiogrfico como

    ' LarrainMira, Paz: "La campaa de la Sierra", en Revista de la Academia deHistoriaMilitar,N 7, Santiago, 1992, pp. 6-24; Larrain Mira, Paz: "La campaa de Tacna y Arica",en Revista de la Academia de Historia Militar, N 9, Santiago, 1994, pp. 107-125. LarrainMira, Paz: "Las Conferencias de Arica", en Revista Xuestro ChileN 24. Santiago, 1994,pp. 42-61. Larrain Mira, Paz: "Don Patricio Lynch: el marino, el militar y el poltico".en Revista Chilena de Historiay Geogiafa, N 163. Santiago. 1997. pp. 71-106.

    2 Gonzlez Ibaceta, Soledad: La participacinfemenina en la Guara del Pacfico, 1879-1884,Tesis para optar al grado de Licenciada en Historia. Universidad de Chile, Santiago.1988.

    1 Rodr

  • Paz Larrain Mira

    por ejemplo Historia de las mujeres^ e Historia de la vida privada5 deGeorges Duby 6 y Regine Pernoud 7, respectivamente.

    En la historiografa latinoamericana, el tema de la mujerha sido en gran medida olvidado. En el caso concreto de Chile

    apenas podemos contar con algunas obras de carcter fragmentario, entre los cuales podemos citar Tres ensayos sobre la mujer chilena*,La mujer en el Reino de Chile9 y Cartas de mujeres de Chile10.

    Dentro de la historiografa chilena de la Guerra del Pacfico,en la que destaca la obra de Gonzalo Bulnes, el papel desempeadopor la mujer como ya lo hemos dicho, es ignorado y por ello el objetivo de este libro es conocer y demostrar cual fue el rol de lamujer enla contienda, y plantearse preguntas tales como si tuvo ella un papelimportante en la guerra y si lo tuvo cul fue? tuvo participacin lamujer en la estructura jerrquica del ejrcito?, qu diferencias huboen los roles que jugaron las mujeres chilenas en comparacin consus pares peruanas y bolivianas? y, finalmente, si la mujer realizslo los trabajos ymenesteres que se consideran tpicos de su gneroo si su actuacin abarc otros aspectos, qu impacto tuvieron losprimeros y cual fue la importancia de las otras labores?

    Esto me llev a plantearme la pregunta acerca de si iban ono mujeres acompaando a los soldados que integraron los batallones que expedicionaron al Norte. Luego de una larga investigacin, cuyos resultados el lector tiene en sus manos, creo que es

    * Duby, Georges y Perrot, Michelle: Historia de las mujeres, 5 Volmenes, EditorialTaurus, Madrid, 1991.Duby, Georges y Aries, Phillippe: Historia de la vida privada, 10 Volmenes, EditorialTaurus, Madrid, 1987.Duby, Georges : Mujeres del siglo XII, Elosa, Leonor, Leoy algunas otras, Editorial AndrsBello, Santiago, 1995. Duby, Georges: Mujeres del siglo XII, recordando el linajefemenino,Editorial Andrs Bello, Santiago, 1996.Pernoud, Regine: La mujer en el tiempo de las catedrales, Editorial Granica, Buenos Aires,1987. Pernoud, Regine: La mujer en tiempo de las cruzadas, Editorial Rialp, Madrid, 1991.Pereira, Teresa; Santa Cruz, Luca y Maino, Valeria: Tres ensayos sobre la mujer chilena,Editorial Universitaria, Santiago, 1978.Cano Roldan, Sor Imelda: La mujer en el Reino de Chile, Editorial Gabriela Mistral.Santiago. 1981.Vergara Quiroz, Sergio: Cartas de mujeres de Chile, Editorial Andrs Bello, Santiago, 1987

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  • Introduccin

    posible sostener la hiptesis de que a diferencia de lo que suelepensarse, la mujer chilena particip activamente en la Guerra delPacfico y tuvo un rol importante como compaera, esposa, enfermera y dispensadora de beneficencia, aparte de haber tomado lasarmas en casos puntuales.

    Las respuestas a las preguntas planteadas y la hiptesis quehe formulado se fundamentan en una amplia bsqueda en documentos y fuentes primarias custodiadas en el Archivo Nacionaly el Archivo de Guerra, en diarios de vida, diarios de campaa,memorias, reminiscencias y cartas de los actores del conflicto, alos cuales se agreg una pesquisa minuciosa en la prensa de lapoca que informa con abundancia de detalles una serie de episodios protagonizados por mujeres entre 1879 y 1883.

    La consulta de estas fuentes nos permiti formarnos unaidea del papel positivo jugado por la mujer, el cual aunque nofue determinante en el resultado del conflicto blico, si tuvo unainfluencia anmica y sirvi de aliciente y gran ayuda espiritual ymaterial a los soldados en campaa.

    En el desarrollo de la investigacin nos encontramos conuna serie de dificultades, entre ellas el hecho que no estaban todoslos libros que se necesitaban, muchas veces estos se encontrabanmal catalogados o empastados de a dos o tres en un solo tomo loque haca muy difcil su ubicacin; algunos peridicos como LaPatria tuve que leerlos en Valparaso porque en Santiago estabanen proceso de microfilmacin y por tanto cerrados al pblico. Enel Archivo Nacional, en numerosas ocasiones, pudimos comprobarque el material estaba mal clasificado y desordenado, a diferenciadel Archivo de Guerra donde prima el orden y el fcil acceso a ladocumentacin.

    Nuestra monografa consta de cuatro captulos. El primero est dedicado a constatar como la historiografa11 chilena

    1 Bajo este trmino comprendemos el "estudio bibliogrfico y crtico de los escritos sobrehistoria y sus fuentes, y de los autores que han tratado de estas materias". Real Acade

    mia Espaola: Diccionario de la Irngua Espaola. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 1992,Tomn, p. 1114.

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  • Paz Larrain Mira

    se ha referido en forma muy limitada a la presencia femeninaen la Guerra del Pacfico. El segundo se refiere a las cantineras.Tratamos de definir este curioso personaje y conocer el porqu desu participacin en el campo de batalla. Incluimos las biografasde las cantineras ms famosas. El tercero trata de las camaradas,quines fueron, por qu y cmo partieron hacia el Norte, de lasrazones esgrimidas por las autoridades de gobierno para prohibirel embarque y cmo ellas burlaron dichas prohibiciones con lacomplicidad de los soldados. El cuarto y ltimo captulo analiza laobra realizada por las mujeres que permanecieron en las ciudadeschilenas y cmo contribuyeron al desarrollo y trmino del enfren-tamiento aportando ayuda humanitaria, principalmente a los soldados heridos, a las viudas y hurfanos que dej la contienda.Luego presentamos nuestras propias conclusiones y la bibliografautilizada.

    Finalmente debo expresar mi agradecimiento a las personas que con su ayuda generosa hicieron posible la realizacin deeste libro. Primeramente y de una forma muy especial a CristianGuerrero Yoacham, quien con sus consejos, orientacin y revisintotal del texto, logr que sacara adelante este trabajo. A mi amiga,la profesora Cecilia Quintana Corts, por su paciencia para revisary catalogar mis materiales a medida que avanzaba en la investigacin. Finalmente a las historiadoras Myriam Duchens Bobadilla yPamela Searle Cauas que me ayudaron en la recoleccin de datose informaciones.

    Paz LarranMira

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  • CAPITULO I

    PRESENCIA DE LA MUJER CHILENAEN LA HISTORIOGRAFA DELA GUERRA DEL PACIFICO

    Si consideramos que la historiografa es el "estudio bibliogrfico y crtico sobre historia y sus fuentes, y de los autores quehan tratado de estas materias" o el "conjunto de obras o estudiosde carcter histrico" x bien podemos sostener que el papel jugadopor la mujer en la Guerra del Pacfico no ha sido un tema bienestudiado salvo la tesis de grado presentada en la Universidad deChile por Soledad Gonzlez Ibaceta que aparece como pionera enel tema2.

    Sin embargo, cuando se habla del tema de las mujeres, deinmediato se lo asocia con las cantineras en lo que respecta allado chileno, y con las rabonas cuando se refiere a las fuerzasperuano-bolivianas. Empero, la participacin femenina chilena enel conflicto fue muchsimo ms amplia como se demostrar en los

    1 Ambas definiciones en Real Academia Espaola: Diccionario de la Lengua Espaola,Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1992, Tomo II, p. 1114.

    2 Gonzlez Ibaceta, Soledad: La participacinfemenina en la Guerra del Pacfico, 1879-1884.Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. Universidad de Chile, Santiago,1988. A diferencia de lo que ocurre con la historiografa, en la novela sobresalen,entre otras, dos trabajos respecto a la mujer en el conflicto de 1879. Ellas son las deInostrosa. Jorge: Adis al Sptimo de Linca. 5 Tomos, Empresa Editora Zig-Zag, Santia-"o, 1955 (reeditado en varias oportunidades dado que se convirti en un best seller)y Pacheco, Ramn: La Generala Bucnda, Imprenta Gutenberg. Santiago, 1885-1887,publicada al ao siguiente del trmino del conflicto.

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  • Paz Larrain Mira

    siguientes captulos, ya que las mujeres de todos los estratos sociales participaron en el conflicto abarcando diferentes mbitos comoel sanitario, el culinario, el familiar, la ayuda benfica, el religioso,la confeccin de uniformes, ropa interior y otros.

    Entre las obras generales que se han escrito en Chile sobrela Guerra del Pacfico estn la de Gonzalo Bulnes 3, la Historia delEjrcito de Chile 4 que le dedica dos tomos al conflicto, las monografas de Francisco Machuca 5, de Wilhelm Ekdahl 6, de AugustoPinochet Ugarte7 y la de Hans Von Knauer8. Los tres primerosmencionan a diferentes mujeres en una forma tangencial relegndolas a un plano muy inferior, por no decir que prcticamente laignoran y los tres ltimos sencillamente no las nombran ni consideran para nada.

    Entre los historiadores contemporneos de la guerra que escribieron obras de carcter general sobre la misma, podemos sealar aDiego Barros Arana 9 y aBenjamnVicuaMackenna 10. El primero

    Bulnes, Gonzalo: Guerra del Pacfico, 3 Tomos, Editorial del Pacfico, Santiago de Chile, 1955. Los tomos de la primera edicin aparecieron en 1911, 1914 y 1919 respectivamente.

    ' Estado Mayor General del Ejrcito: Historia delEjrcito de Chile, 8 tomos, Academia deHistoria Militar, Biblioteca del Oficial, Santiago, 1980-1983. Los volmenes V y VIcubren la Guerra del Pacfico.

    Machuca, Francisco: Las cuatro campaas de la Guerra del Pacfico, 4 Tomos, ImprentaVictoria, Valparaso, 1927.

    6 Ekdahl, Wilhelm: Historia Militar de la Guerra delPacfico entre Chile, Pery Bolivia, 3 Tomos,Sociedad Imprenta y Litografa Universo, ImprentaMinisterio de Guerra, 1917-1919.Pinochet Ugarte, Augusto: La Guerra del Pacfico. Campaa de larapac, Editorial Andrs Bello, 1984.Von Knauer, Hans: Historia Militar de la Guerra del Pacfico, Imprenta del Cuartel General de la Primera Divisin de Ejrcito, Antofagasta, 1934.Barros Arana, Diego: Historia de la Guerra del Pacfico, 1879-1881, Editorial AndrsBello, Santiago, 1979.Vicua Mackenna, Benjamn: Historia de la campaa de Larapac, desde la ocupacin deAntofagasta hasta la proclamacin de la dictadura en el Per, 2 Tomos, Imprenta y Litografade Pedro Cadot, Santiago, 1880. Existe otra edicin similar a la de Cadot impresa porRafael Jover a la que se agreg como encabezamiento la frase Guerra del Pacfico enambos tomos. VicuaMackenna, Benjamn: Historia de la campaa de TacnayArica, 1879-1880. RafaelJover Editor, Santiago, 1881. Vicua Mackenna, Benjamn: Historia de lacampaa de Lima, 1S80-18S1, Rafael Jover Editor, Santiago, 1881. Vicua Mackenna.

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  • Captulo i. Presencia de la Mujer Chilena

    relata algunos episodios breves en que aparecen mujeres siemprerelacionadas o comparadas con mujeres peruanas y bolivianas. Uncaso diferente es VicuaMackenna, de quien podramos decir es elnico de los historiadores que en alguna medida tiene un conceptoy le asigna importancia al rol desempeado por la mujer en el conflicto. El establece con claridad las diferentes actividades que cum

    plieron las seoras desde su hogar. A travs de un libro en que relatala experiencia de su hermana Dolores n se puede apreciar un tipode motivaciones y diferentes trabajos que las mujeres realizaron enapoyo de las fuerzas expedicionarias. En otras publicaciones, especialmente artculos de prensa, entrega su concepto sobre las cantineras

    12y las camaradas. Las palabras de Vicua Mackenna son una

    fuente de primera calidad para nuestro tema ya que provienen deinformaciones directas que reciba o de sus propias observaciones.Sin embargo, hay que trabajarlas con cuidado pues muchas veces elautor se deja llevar por la fantasa y el entusiasmo patritico.

    Entre los testimonios contemporneos, los cuales comprendendiarios de campaa, memorias, reminiscencias personales y recuerdos, es donde aparecen los mejores datos sobre el rol que jugaronlas cantineras o las camaradas en la contienda. Estos fueron escritos por los propios soldados, por mdicos o por corresponsales queparticiparon de una forma u otra en la guerra. Entre estos trabajosdebenmencionarse por ejemplo el artculo ya citado "Las amazonasdel Ejrcito de Chile. La cantinera del 3o IreneMorales" en ElMuevoFerrocarril del 12 de agosto de 1880.

    Existen, sin embargo, algunos diarios de campaa que lasignoran como son los de Joaqun Figueroa Larrain13, Vctor

    Benjamn: El lbum de la gloria de Chile. Homenaje al Ejrcitoy Armada de Chile en la memoriade sus ms ilustres marinas y soldados muertos por la patria en la Guerra del Pacfico 1879-1883,Editorial Vaitea, Santiago, 1977.

    11 Vicua Mackenna, Benjamn: Dolores. Homenaje a la mujer chilena. Dolores Vicua deMorande, Imprenta Cervantes, Santiago, 1904.

    12 "Las amazonas del Ejrcito de Chile. La cantinera del 3o Irene Morales". VicuaMackenna, Benjamn: ELYnevo Ferrocarril, 12 de agosto de 1880, pp. 1-2.

    1:1 Fi'Uieroa Larrain, Joaqun: "Diario de un adolescente", en Revista Mapocho N 29,Santiago, primer semestre de 1991. pp. 71-92.

    23

  • Paz Larrain Mira

    Krner14, Evaristo Sanz15 y algunos relatos como los de VicenteGrez 1C\ Isidoro Errzuriz l/ y el Dr. Wenceslao Daz Gallegos

    18y

    muchos otros escritos de oficiales, soldados o corresponsales deguerra que jams aportan ningn dato sobre mujeres que hubiesenestado a la saga de los regimientos chilenos 19.

    Krner Anwandter, Vctor: Diario de campana de un cirujano de ambulancia. Campaasde Tarapacy Tacna de la Guerra del Pacfico. Mano de 1879 a Agosto de 1880, ImprentaLagunas y Quevedo, Santiago, 1929.Sanz, Evaristo: Hojas sueltas de mi diario de campaa o reminiscencias de la Guerra del Pacfico,Imprenta Londres, Santiago, 1942.Grez, Vicente: El combate homrico, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, Santiago, 1968.Errzuriz, Isidoro: Hombresy cosas durante la guerra. Serie de artculos editados por LaPatria, Imprenta de La Patria, Valparaso, 1882.Daz, Wenceslao yMiquel, Damin: Solicitud de los doctores W. DazyD. Miquel, ImprentaCatlica, Santiago, 1891. Daz, Wenceslao y Miquel, Damin: Reglamentos del servidosanitario del ejrcito en campaa, Imprenta de ElMercurio, Santiago, 1879. Daz, Wenceslaoy Miquel, Damin: Servicio sanitario del Ejrcito, Imprenta La Patria, Valparaso, 1882.Caviedes, Eloy: La batalla de Tacna descritapor el corresponsal delMercurio, Santiago, Imprenta y Litografa Bandera, 1880; Gonzlez y Gonzlez, Ricardo: El regimiento Aconcaguaysu segundojefe, Imprenta de La Patria, Valparaso, 1881; Guajardo, Bemardino: Victoriade bs chilenos en Tarapac, Imprenta Los Tiempos, Santiago, 1879. Lillo, ngel C: Labatalla en la cuesta de Los Angeles en Moquehua, Imprenta de Los Tiempos, Santiago, 1880.Lillo, ngel C: Laprimera gran batalla de Chorrillos, Imprenta de Los Tiempos, Santiago.1881. Marchant Pereira, Ruperto: Crnica de un Capelln de la Guerra del Pacfico. Apuntesdel capelln de la Primera Divisin don Ruperto Marchant Pereira (1879-1881), Editorial delPacfico, S.A. Santiago, 1959. Marconi, Hilarin: El contingente de la provincia de Atacamaen la Guerra del Pacfico, Imprenta del Atacama, Copiap, 1882. Medina, Jos Toribio:Una excursin a Tarapac. Losjuzgados de Tarapac, 1880-1881, Imprenta Direccin General de Prisiones, Santiago, 1952. Muoz Figueroa, Alberto: Recuerdos de Tacna y Arica,Imprenta Fiscal de la Penitenciara, Santiago, 1922. Ramrez, Manuel, S.: Informe sobelos oficiales heridos asistidos en la sala San Agustn, pasado a don Agustn Edwards, Imprenta ElMercurio, Valparaso, 1881. Sargento Necochea: Lafiuga de 3prisioneros chilenos despus delcombate de Tarapac, Imprenta del Mercurio, Valparaso, 1880. Valenzuela, Raimundo:Un ramilletito de talquinas, Santiago 1883. Varas, Antonio: Correspondencia sobre la Guerra delPacfico, abril-agosto 1879, Imprenta Universitaria, Santiago, 1918.

    2-1

  • Captulo i. Presencia de la Mujer Chilena

    Diferente son los diarios de campaa de Guillermo CastroEspinoza 2, Alberto del Solar 21,Marco Ibarra 22,AbrahamQuiroz 23.Justo Abel Rosales 24 o las reminiscencias de Arturo Benavides 25, deJos Clemente Larrain26, de Pedro Pablo Figueroa2/, de FranciscoFigueroa Brito28, de Hiplito Gutirrez29, de Juan E. Lpez30, de

    20 Castro Espinosa, Guillermo: Guerra del Per. Diario de campaa 1880-1881. Transcripcin y estudios complementarios de Fernando Castro Avaria, Santiago, 1986.

    21 Del Solar, Alberto: Diario de campaa, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires,Santiago, 1967.

    22 Ibarra Daz, Marco: Campaa de la Sieira, Universidad de La Serena, La Serena, 1985.Ibarra Daz, Marco: Campaa de la Sierra, Manuscrito en poder del profesor CristianGuerrero Yoacham.

    23 Quiroz, Abraham y Gutirrez Hiplito: Dos soldados en la Guerra del Pacfico, EditorialFrancisco de Aguirre, Buenos Aires, Santiago, 1976.Quiroz, Abraham: Epistolario indito de su campaa como soldado raso durante la Guerra delPacfico, 1879-1884, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, Santiago, 1976.

    24 Rosales, Justo Abel: Mi campaa al Per, 1879-1881, Editorial de la Universidad deConcepcin, Concepcin, 1984.

    25 Benavides Santos, Arturo: Historia compendiada de la Guerra del Pacfico, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, Santiago, 1967. Benavides Santos, Arturo: Seis aosde vacaciones, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, Santiago, 1967. BenavidesSantos public primeramente su diario de campaa y posteriormente su Historia compendiada..., en 1925 y 1927, respectivamente.

    26 Larrain, Jos Clemente: Impresiones y recuerdos sobre la Campaa al Per y Bolivia, Imprenta Lourdes, Santiago, 1910.

    27 Fiueroa, Pedro Pablo: Atacama en la Guerra del Pacfico. Reminiscencias histricas, Imprenta Coln, Santiago, 1888. Figueroa, Pedro Pablo: El cirujano militar Don FranciscoJulio Oyarzn. Sus campaas en la Gueira del Pacfico y servicios posteriores alpas, ImprentaModerna, Santiago, 1901.

    28 Fi

  • Paz Larrain Mira

    NicanorMolinare31, de Daniel Riquelme32, de Emilio Rodrguez33,de Pedro Sienna34, de Antonio Urquieta3s, de Rodolfo Serrano36,de Raimundo Valenzuela3', de Jos de la Cruz Vallejo38, de LucioVenegas Urbina39, o las crnicas de guerra de Arturo Olid10 o laMemoria del General Estanislao del Canto".

    En estas obras se recopilan los hechos acontecidos a susautores durante su estada en el norte y de ellas se desprende entrminos generales que la presencia femenina en la vida de loscampamentos fue algo rutinario y usual.

    31 Molinare, Nicanor: Batalla de Tarapac, 27 de noviembre de 1879, Imprenta Cervantes,Santiago, 1911. Molinare, Nicanor: Asaltoy toma de Arica, 7 dejunio de 1880, Imprentade El Diario Ilustrado, Santiago, 1911. Molinare, Nicanor: Asalto y toma de Pisagua,2 de noviembre de 1879, Imprenta Cervantes, Santiago, 1912. Molinare, Nicanor: Laexpedicin a Lima. Batallas de ChorrillosyMirafiores, Imprenta Cervantes, Santiago, 1912.Molinare, Nicanor: Historia de la batalla de Huamachuco. Martes 10 dejulio de 1883, Imprenta y Encuademacin Antigua Inglesa, Santiago, 1913.

    32 Riquelme, Daniel: Chascarrillos militares. Recuerdos de la campaa, Imprenta Victoria,Santiago, 1885. Riquelme, Daniel: Cuentos de la gueira y otras pginas, Compilacin deMariano Latorre y Miguel Varas Velsquez, Imprenta Universitaria, Santiago, 1931.Riquelme, Daniel: Bajo la tienda. Recuerdos de la campaa al Per y Bolivia, 1879- 1884,Editorial del Pacfico, Santiago, 1958. Riquelme, Daniel: La expedicin a Lima, Editorial del Pacfico, Santiago, 1967.Rodrguez Mendoza, Emilio: Reminiscencias militares, 1879, Imprenta del Centro Editorial La Prensa, Santiago, 1902.

    34 Sienna, Pedro : Recuerdos de El Soldado Desconocido. Episodios de la Guerra del Pacfico que nomenciona la Historia, Empresa Zig-Zag, Santiago, 1931.Urquieta, Antonio: Recuerdos de la vida de campaa de la Guerra delPacfico, 2 Volmenes,Escuela Talleres Gratitud Nacional, Santiago, 1907.Serrano Montaner, Rodolfo: Proyecto de reorganizacin del Servicio Sanitario del Ejrcito bajoel rgimen militar, Memoria de prueba para optar al grado de mdico cirujano, ImprentaNacional, Santiago, 1883.Valenzuela, Raimundo: La batalla deHuamachuco, ImprentaGutenberg, Santiago, 1885.Vallejo, Jos de la Cruz: La cantinera del Atacama, doa Filomena Valenzuela Goyenechea,Imprenta y Encuademacin de la Primera Divisin, Iquique, 1922.Venegas Urbina, Lucio: Sancho en la guerra. Recuerdos del Ejrcito en la Campaa del Pery Bolivia, Santiago, Imprenta Victoria, 1885.Olid Araya. J. Arturo: Crnicas de guerra. Relatos de un ex combatiente de la Guerra delPacficoy la Rcoolun de 1891. Ril Editores, Santiago, 1999.Del Canto, Estanislao: Memorias militares del General D. Estanislao del Canto, 2 Tomos.Imprenta La Traccin. Santiago. 1927. Reedicin con estudio preliminar de Alejandro San Francisco, Centro de Estudios Bicentenario. Santiago, 2005.

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  • Captulo i. Presencia de la Mujer Chilena

    La mayora de los testimonios contemporneos relatanepisodios que muestran a las mujeres en el campo de batalla.Igualmente hubo autores del perodo de la guerra que escribieronsobre las mujeres que permaneciendo en sus hogares, trabajaronarduamente y desde all aportando su grano de arena, ayudandoa atender y solucionar los problemas de las viudas y los hurfanos dejados por el conflicto blico, recolectando dinero o confeccionando ropa. Entre estas estn las obras de Vicua Mackennaescrita en homenaje a su hermana Dolores, el trabajo de PedroPablo Figueroa 42 y el del secretario y copista deVicuaMackenna,Mauricio Cristi43. Tambin a este respecto, un libro valioso porla gran cantidad de informacin que provee es la Memoria de la

    Sociedad La Protectora 44.Entre los testimonios contemporneos extranjeros 45 tambin

    encontramos relatos relacionados con la presencia de la mujer enla guerra, como con las colaboraciones prestadas por las mujeresbolivianas o peruanas dentro de su misma patria.

    Existen tambin testimonios contemporneos extranjerosescritos por enviados oficiales de los gobiernos de diferentespases como observadores de la guerra o los marinos de diferentes nacionalidades que les correspondi viajar a Amrica delSur durante los aos del conflicto. Todos escribieron especficamente sobre Chile y entre ellos tenemos a los franceses Davin46,

    42 Fi

  • Paz Larrain Mira

    Le Len47 y Varigny48, al norteamericano Masn49 y al inglsAcland. No se puede dejar de mencionar la obra del italianoSpila de Subriaco quien sali en defensa de los chilenos a raz dela publicacin de Toms Caivano 51 quien escribi a favor de losperuanos.

    Una obra de carcter general sobre la Guerra del Pacficoescrita por un peruano contemporneo es la de Felipe MarianoPaz Soldn52, paralela al trabajo del autor italiano TomsCaivano 53 quien residi largos aos en Lima. Las Memorias delos generales peruanos Juan Buenda y Andrs Cceres

    54tam

    bin son muy valiosas, tanto como los diarios de campaa desoldados bolivianos recopilados en Diariosy Memorias de la Guerradel Pacfico55 .

    Los relatos de la esposa del general Andrs Cceres, apodado "El Brujo de los Andes", que llev adelante la Campaa de

    47 Le Len, M: Recuerdos de una misin en el ejrcito chileno. Batallis de Chorrillos y Miraflores,Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, Santiago, 1969.

    48 Varigny, Charles de: La Guerra del Pacfico, Editorial Francisco de Aguirre, BuenosAires, Santiago, 1971.

    19 Masn, Theodorus: Guerra en el Pacfico Sur, Editorial Francisco de Aguirre, BuenosAires, Santia&o, 1971.

    50 Acland, William: "Descripcin del ejrcito chileno", en Wu Brading, Celia (Editor):Testimonios britnicos de la ocupacin chilena en Lima, Editorial Milla Batres, Lima, 1986.

    51 Spila de Subriaco, Benedicto R. P. : Chile en la Guerra del Pacfico, Imprenta del NuevoMercurio, Traducido al espaol porJ.L.Z, Valparaso, 1883.Paz Soldn, FelipeMariano: Narracin histrica de la guerra de Chile contra elPery Bolivia,3 Tomos, Editorial Milla Batres, Lima, 1979.Caivano, Toms: Historia de la guerra de America entre Chile, Per y Bolivia, 2 Tomos,Publicaciones del Museo Naval, Lima, 1979.

    d4 Guerra con Chile. La Campaa del Sur (Abril-Diciembre 1879). Memoria del General JuanBuenda y otros documentos inditos. Introduccin y notas de Rubn Vargas Ugarte SJ.,Editorial Carlos Milla Batres, Lima, 1967. Cceres, Andrs: Memorias del MariscalAndrs A. Cceres, 2 Tomos, Editorial Milla Batres, Lima, 1986.Claros, Manuel Pascual: "Diario de un excombatiente de la Guerra del Pacfico",s/f., en DiariosyMemorias de la Guerra del Pacfico, 2 Tomos, Instituto de InvestigacionesHistricas y Culturales de La Paz, Biblioteca pacea, La Paz, 1980.Dalence, Zenn: "Informe histrico del servicio prestado por el cuerpo de ambulanciasdel ejrcito boliviano presentado al Supremo Gobierno", Imprenta La Tribuna, La Paz,Bolivia. 1881, en Diariosy Memorias de la Guerra del Pacfico, 2 Tomos, Instituto de investigaciones histricas v culturales de La Paz. Biblioteca pacea, La Paz, 1980.

    28

  • Captulo i. Presencia de la Mujer Chilena

    la Sierra durante la ocupacin chilena del Per, 1881-1884, recopilados por una bisnieta constituyen un gran aporte, pues arrojanuna luz sobre el papel desempeado por la mujer peruana en laguerra .

    Al igual que en el caso chileno, haymuchas otras obras peruanas y bolivianas cuyo tema es la Guerra del Pacfico pero que dejande lado la presencia femenina en dicha contienda57.

    Los datos y referencias respecto a la actividad de las mujeresen la Guerra del Pacfico se pueden corroborar en documentosimpresos, tales como los editados por Pascual AhumadaMoreno

    8

    o los publicados en el Boletn de la Guerra del Pacfico5^ y en losdocumentos que permanecen inditos en el Archivo de Guerra,Ministerio de Defensa Nacional y en el Archivo Benjamn VicuaMackenna que se custodia en el Archivo Nacional. El Boletn de

    Leyes y Decretos aporta material de fuentes de primera importanciapara el estudio de las medidas relativas a las mujeres dispuesta porlas autoridades militares chilenas.

    La prensa contempornea a la guerra proporciona abundantesantecedentes sobre el rol cumplido por las mujeres, con referenciastanto de las seoras que permanecieron en las ciudades, como de lascantineras y las camaradas. Todos los peridicos que se publicaronentre los aos 1879 y 1883 entregan datos interesantes, especial-

    56 Moreno de Cceres, Antonia: Recuerdos de la Campaa de la Brea, Editorial Milla Batres, Lima, 1974.

    57 Del Mrmol, Horencio: "Recuerdos de Bolivia", en Guerra con Chik, la Campaa deTacna y de Lima, Documentos Inditos, Editorial Milla Batres, Lima, 1970. Gutirrez,Alberto: La guerra de 1879, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, Santiago,1975. Krebs, Ricardo; Fick, Brbara W.; Fick, George M.; Heiremansjuan Miguel:Blakemore, Harold; Hoodless, Malcoln; Arnguiz, Horacio; Couyoumdjian, Ricardo (Recopiladores): Informes inditos de diplomticos extranjeros durante la Gueira delPacfico, Editorial Andrs Bello, Santiago, 1980. Lecaros "Vlavicencio, Fernando: La

    gueira con Chile en sus documentos, Editorial Rikcontraay, Lima, 1983. Vargas H, Gerardo: La batalla de Arica. 7 dejunio de 1880, Imprenta Americana, Lima, 1921.

    58 Ahumada Pascual (Editor) : La Gueira del Pacfico. Recopilacin completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demspublicaciones referentes a la guerra que han dado a luz laprrensade Chile Peni y Bolivia, conteniendo documentos inditos de importancia, 9 Tomos, EditorialAndrs Bello, Santiago, 1982.

    r>" Boletn de la Guerra del Pacfico, Editorial Andrs Bello, Santiago. 1979.

    29

  • Paz Larrain Mira

    mente El 14 de Febrero, Antofagasta, 1879; ElBarbero, Santiago, 1879:El Constituyente, Copiap, 1879-1883; El Estandarte Catlico, Santiago,1879-1883; El Ferrocarril, Santiago, 1879-1883; El Ferrocarnlito,Santiago, 1880-1881; El Mercurio del Vapor, Valparaso, 1879; ElMercurio, Valparaso, 1879-1883; ElMuevo Ferrocarril, Santiago, 1879-1881; La Cantinera, Valparaso, 1881; La Patria, Valparaso, 1879-1883; Los Tiempos, Santiago, 1879-1883.

    Los datos que proporcionan estas fuentes son de primeramano y muchos de ellos pueden comprobarse y ratificarse conotras fuentes, especialmente los diarios de campaa y las cartasescritas por los soldados.

    Finalmente, las monografas que se han publicado condocumentos primarios de la Guerra del Pacfico, entre otras lasde Fernndez Larrain61, Matte Varas62, Pinochet de la Barra63,Ravest Mora64 y Ruz Trujillo65 muestran aspectos muy curiosos de las mujeres en el desarrollo de la refriega y hacen posibleestudiar la presencia femenina desde ngulos particulares, lo quepermite concluir que aunque se ha estimado que el tema ha sidotratado en forma tangencial, hay una buena cantidad de materiales para profundizarlo.

    60 Vase Captulo n, nota 116.61 Fernndez Larrain, Sergio (Editor): Santa Cruzy Torrealba. Dos hroes de las campaas de

    Tarapacy Tacna, Editorial Mar del Sur, Santiago, 1979.62 Matte Varas,Joaqun (Editor) : "Correspondencia del capelln de la Guerra del Pac

    fico Presbtero D. Ruperto Marchant Pereira", en HistoriaN0 18, Instituto de Historia,Pontificia Universidad Catlica de Chile, Santiago, 1983, pp. 345-365.Matte Varas, Joaqun (Editor): "Correspondencia de capellanes de la Guerra delPacfico", en Boletn de la Academia chilena de la Historia, Ao LH, N 96, Santiago, 1985,pp. 361- 397.

    63 Pinochet de la Barra, Osear (Editor) : Testimoniosy recuerdos de la Guerra del Pacfico, Editorial del Pacfico, Santiago, 1978.

    1,4 Ravest Mora. Manuel: Juan Martnez, comandante de los mineros del Atacama, ImpresoresFrancisco Carrin y Compaa Limitada, Santiago, 1979.Ruz Trujillo, Fernando (Recopilador) : Guerra del Pacfico. Memoria de campaa de JosFrancisco Vergara. Diario de campaa de Diego Dubl Almeida, Editorial Andrs Bello, Santiago, 1979.

    30

  • CAPTULO II

    LAS CANTINERAS CHILENAS

    i. Introduccin

    La cantinera es un personaje pintoresco y clsico de lacontienda que desempe un desconocido, pero a la vez muyimportante labor de ayuda sanitaria y humanitaria. Ella estabaautorizada oficialmente por el gobierno chileno para marcharjunto a un regimiento. Su nmero era variable, -iba de una acuatro-, de preferencia solteras y de probadas buenas costumbres. Para ello deba vestir el mismo uniforme y los mismosdistintivos de su batalln portando una cantina, lo que le dabanotoriedad porque significaba que iba a ayudar a los heridos enlos futuros combates.

    Ella acompaaba al ejrcito animada por un fuerte espritude servicio, como tambin movida por objetivos superiores comoel inmenso amor a la patria. Sin embargo, no dejara fuera que el"leiv motiv" de estas mujeres al insertarse en el ejrcito buscarantambin algn beneficio en su vida personal.

    En cuanto a la procedencia de ellas las situara en el estratomedio-bajo y bajo. En su mayora estaban radicadas en los centrosurbanos, tales como Valparaso y Santiago.

    31

  • Paz Larrain Mira

    n. El Origen de las Cantineras

    En los siglos pasados, cuando los ejrcitos no contaban conla logstica, intendencia y dems servicios actuales, el papel de loscantineros y vivanderos fue fundamental.

    El nombre cantinero proviene de cantina, la cual es una acepcin de significacin muy amplia en el lxico militar que implicadesde una pequea tienda de comestibles 66, como la de tener siempre a disposicin del soldado enfermo una alimentacin especial

    67

    o incluso prestar ayuda en los ms diversos problemas que el soldado enfrentaba.

    Esto signific que las cantinas tuvieran un papel de granimportancia para el ejrcito, sobretodo al considerar "que, ansin carcter militar, tanto en paz, dentro de los cuarteles, comoen campaa, nunca han faltado cantineros y vivanderos que hansuplido la accin militar" 68.

    Independientemente de esto, a lo largo de la historia y endiferentes pases, las mujeres han acompaado a los ejrcitos.Cuando una de ellas se haca cargo de una cantina o prestaba servicios especiales dentro del campamento, como atender heridos enuna batalla, se la denominaba cantinera. Por ello, una de las definiciones que ms se acercan al verdadero rol que ellas cumplan es

    66 La cantina era una pequea tienda de comestibles, bebidas y objetos diversos, talescomo papel, sobres, artculos de limpieza, etc. que se estableca en un campamentopara atender a precios mdicos las necesidades particulares del soldado. DiccionarioEnciclopdico de la Guerra, Tomo ni, p. 441.Durante la Guerra del Pacfico cada soldado llevaba una cantina, la cual contenaadems del depsito para el agua, un plato y una taza. Un corresponsal del diarioperuano La Patria, escribi desde Arica, el 24 diciembre de 1879 lo siguiente: "lo primeroa que atinaban nuestros soldados en el combate de Tarapac, apenas caa un chileno,era a despojarle del capote, botas y cantina. Estas ltimas son de mejor sistema que lanuestra. Contienen a ms del depsito para el agua, un plato y una taza. El equipo delejrcito chileno es muy superior al nuestro". Transcrito en Paz Soldn, Felipe Mariano:Xairaan histrica de la gueira de Chile contra el Pery Bolivia, Tomo m, p. 258."Entre las obligaciones del cantinero figuran la de tener abierto de diana a silencio, ysuministrar a los enfermos que el mdico ordene, caldo, leche, vino y otros alimentosapropiados". Diccionario Enciclopdico Hispano-Americano, Tomo xxvi, p. 387.Diccionario Enciclopdico de la Guerra, Tomo rv, p. 624.

    32

  • Captulo II. Las Cantineras Chilenas

    Cantinera de 1837.

    En, Historia del Ejrcito de Chile. NuestrosUniformes, Tomo XI, Estado Mayor General

    del Ejrcito, Santiago.

    Cantinera de 1879.

    En, Historia del Ejrcito de Chile. NuestrosUniformes, Tomo XI, Estado MayorGeneral del Ejrcito, Santiago.

    "la que en campaa sigue a una fraccin de la tropa, dedicndosea vender a los oficiales y tropa los efectos propios de las cantinas.Es adems en la guerra un tipo clsico que no se limita generalmente a ejercer su pequeo comercio, sino que en ocasiones haprestado excelentes servicios y dado muestras de rara abnegaciny de desprecio a la vida, socorriendo con la mayor solicitud a losenfermos y heridos1

    ' 69

    |W Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Tomo XI. p. 261.

    33

  • Paz Larrain Mira

    ni. La Primera Cantinera Chilena

    La primera mujer que figura en la Historia de Chile con elcalificativo de cantinera, fue la Sargento Candelaria Prez, famosaherona de la Guerra contra la Confederacin peruano-boliviana,hacia 1837.

    Desde Santiago se traslad a vivir a Per, en 1833, acompaando a una familia holandesa donde ella trabajaba comoempleada domstica. Luego de unos aos en dicho pas, se desligde sus patrones y aprovechando sus dotes culinarias abri unacocinera en El Callao, que bautiz con el nombre de "Fonda de lachilena". Cuando el ejrcito chileno al mando de Manuel Bulnesentr a Lima, ella pidi ser enrolada, lo que se le concedi con elttulo de cantinera-enfermera. Dado sus conocimientos del lugar,sirvi de correo, participando adems en el combate de Cerro dePan de Azcar y en la batalla de Yungay 70.

    Por el valor demostrado en dicha batalla, fue ascendida asargento. Esta mujer, acab sus das en la austeridad, el recogimiento y la frugalidad, "presa de una crisis mstica" 71.

    El mayor mrito de la Sargento Candelaria consisti enhaber iniciado una tradicin. As, cuando se declar la Guerradel Pacfico, fue comn que a las mujeres que partieron al norte aayudar, se las denominara cantineras.

    iv. Las Razones Esgrimidas para Ingresar

    Los batallones que en Febrero y Marzo de 1879 fueron destinados a Antofagasta, contaron con un nmero variable de canti-

    Estado Mayor General del Ejrcito: Hroes y soldados ilustres del Ejrcito de Chile 1810-1891. Tomo Lxv. Academia de Historia Militar, Biblioteca del Oficial, Santiago, 1981,pp. 159-161.

    '' Encina. Francisco Antonio: Histoiia de Chile, Editorial Ercilla, Santiago, 1984, Tomoxxn. p. 30.

    34

  • Captulo 11. Las Cantineras Chilenas

    eras que estaban previamente autorizadas ; incluso en algunos destos existieron plazas destinadas a esos efectos.

    Sin embargo, llegar a ocupar el puesto de cantinera no erafcil. Primero la mujer interesada tena que solicitar permiso alregimiento, el que aceptaba slo un cierto nmero de postulantes. Si su solicitud era rechazada, la interesada poda dirigirse alComandante del mismo regimiento, quien determinaba su aceptacin o rechazo 72.

    Otro medio que utilizaron las mujeres fue inscribirse en losregistros de los soldados, para desempear el oficio de cantineraso el de hermanas de la caridad, auxiliando a los heridos y a losguerreros en las batallas 73.

    VicuaMackenna informaba que recin declarada la guerrase alistaron mujeres en el ejrcito expedicionario. Estas viajarondesde Valparaso a Antofagasta, Caracoles y Mejillones, vindose

    72 ElMercurio, Valparaso, 12 de agosto de 1880, p. 2: "Ayer se nos present una entusiasta dama, decentemente vestida, que a toda costa quiere ir a la guerra como cantinera del Regimiento Valparaso. Se llama... pero slo daremos sus iniciales, E. G.Desgraciadamente no quieren aceptar sus servicios, porque primero los ofreci alcuerpo y le dijeron que no tenan plaza de cantinera; despus present una solicituda la Intendencia, y le contestaron que eso dependa exclusivamente del coronel delregimiento; por ltimo ha acudido a nosotros, y nosotros todo lo que podemoshacer es agradecerle su buena voluntad por servir a la patria y acceder a su deseo depublicar estas lneas para que, como nos dijo indignada, llegue a conocimiento delCongreso que no quieren admitirla con servicios de cantinera voluntaria".

    73 Figueroa, Pedro Pablo: Atacama en la Gueira del Pacfico. Reminiscencias histricas, p. 49:"La declaratoria de guerra a las poderosas naciones del Per y Bolivia, vino a poneren evidencia, una vez ms, el espritu patritico del pueblo de Chile, sealado entodas las pocas de su historia por su levantado civilismo. Desde el primer momentodel conflicto, se vio el hermoso y conmovedor espectculo que ofrecan las provincias de la repblica organizando cuerpos militares para defender la patria, sin omitirsacrificios y sin otro aliciente que el de contribuir a la obra comn de salvar la autonoma. Todos se crean con el deber de prestar su concurso al Estado para impedir laconsumacin de los siniestros planes de las naciones promotoras de la contienda. Losancianos y los nios corran presurosos a los cuarteles de reclutamiento, a enrolarseen las filas de los batallones de soldados-ciudadanos que anhelaban ir a los camposde la accin de la lucha a sostener con las armas sus sacrosantos derechos. Hasta las

    mujeres, ndeles custodios de los hogares, de la familia, fueron a inscribirse en losreistros de los legionarios para desempear el oficio de cantineras o hermanas de lacaridad, auxiliando a los heridos y a los guerreros en las batallas. Las fortunas erandesdeadas por sus felices poseedores, en cambio de poder disfrutar de la dicha y la"loria de contarse en el nmero de defensores de su pas"

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    as junto a la tropa "el espectculo de las primeras cantineras, quea la par con el soldado, se aprestaban para arrostrar las fatigas ylos peligros de la guerra" 74.

    Al parecer el hecho de ser cantinera era muy conceptuado, yello explica porqu varias seoritas se ofrecieron voluntariamentepara cumplir ese cometido no mostrando temor ante los peligrosa los que se veran expuestas 75. El Mercurio comentaba que en

    Santiago "en las orillas del ro Mapocho en el barrio del Arenal,las mujeres hacen ejercicios, porque dicen que a ellas les corresponde pelear con los peruanos. Tienen una muestra de lo quevalen las mujeres de Chile en la Sargento Candelaria, la heronaen la toma del Pan de Azcar" 76.

    Entre los argumentos ms repetidos por las mujeres, altiempo de presentarse en los regimientos, para que su solicitudfuera aceptada, era el querer ayudar a los enfermos: "AmaliaWavajaski se ha ofrecido para marchar al litoral como cantinera yatender all a los enfermos" 77. Otras consideraban que era porqueya haba tomado la determinacin de ir: "me voy y nadie me lo

    71 Vicua Mackenna, Benjamn: Campaa de Tarapac..., Tomo i, pp. 250-251. Existeotra edicin similar a la de Cadot impresa por RafaelJover a la que se agreg comoencabezamiento la frase Guerra del Pacfico en ambos tomos.ElMercurio, Valparaso, 10 de mayo de 1879, p. 3: Ovalle, voluntarios para el Norte:"El Domingo como a las siete y media de la noche llegaron de Tamaya, acompaados de la banda de msica, ochenta y tantos voluntarios, todos jvenes robustos yacompaados de una joven e interesante cantinera".

    75 ElMercurio, Valparaso, 18 de marzo de 1879, p. 3. "Solicitud patritica: Seor comandante de Armas. Sr.: Al ver a mis compatriotas arrimados de un verdadero entusiasmomarcial, hoy que nuestra querida patria nos llama hacia sus filas, para combatir a unenemigo extranjero yo, como ciudadana chilena, no puedo menos que ofrecer misdbiles esfuerzos en favor de nuestra causa, impulsada por el mismo patriotismo; y asdeseo ingresar a las filas de la Guardia Nacional en la clase de cantinera. La plvoray las balas no me asustan, y bien podr cuidar a los heridos en medio del estruendodel combate. No quiero quedar desairada en mi justa peticin, porque lo mismo puedeservir a la paia unamujer que un hombre cuando no falta corazn y se tiene un sacrosanto amor a la patria. Soy de usted atenta y segura servidora -Josefina Carvallo-"(La Patna. Caracoles). Esta carta de Josefina Carvallo tambin la reprodujo VicuaMackenna. Benjamn: Campaa de Tarapac..., Tomo i, pp. 250-251.Son abundantes los testimonios semejantes al precedente aparecidos en la prensa de1879 y 1880.

    7'j ElMercurio, Valparaso. 23 de abril de 1879. p. 2.ElMercurio, Valparaso. 26 de abril de 1879, p. 2.

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  • Captulo II. Las Cantineras Chilenas

    impide!"78. Otro argumento fue que con su presencia se queraayudar a poner fin a la guerra79.

    A veces la prensa les reconoca el papel que eventualmentepodan cumplir en el campo de batalla, como el hecho de saberusar un rifle: "4 robustas damas llevan el Batalln Atacama N 2.Entre ellas va una joven bastante bien parecida y no contar arribade 18 abriles. Una de stas de antemano se haba ejercitado en lapuntera y ms de una vez dio en el blanco, cuando los voluntariosse dedicaban a este ejercicio. De manera, pues, que de caer algunode los soldados de la compaa a que ella pertenece, de seguro quesu rifle no quedar botado al lado de la vctima" 80.

    Con tal de ir al norte, otras veces las mujeres, se prestaban ausar ciertos subterfugios, como el de disfrazarse de hombre: "unade las cantineras del Batalln N 2 Aconcagua, dadas de baja porel seor Marchant a causa de no haber como vestirlas, segn sedice, ha dado una prueba de alto patriotismo y firmeza de carcterde la mujer chilena. No pudiendo conformarse con no poder prestar servicios a la patria en la presente guerra como la fuerza de susexo lo permitan, resolvi sentar plaza de soldado en su queridobatalln. Al efecto, cort con mano firme su cabellera y vistiendo el

    78 El Mercurio, Valparaso, 7 de mayo de 1880, p. 3: "Segn se nos informa, una niajoven todava, as como supo la prxima partida de los atcamenos, tom la resolucin de marchar con ellos, para ingresar como cantinera en algunos batallonesde esta provincia. No se pudo convencerla de lo contrario: Me voy y nadie me loimpide!". Esta noticia la repiti textualmente, das despus, El Constituyente, Copiap.29 de mayo de 1880, p. 2.

    79 "Una cantinera, la que fue ascendida a sargento despus de Tarapac, va con los Zapadores luciendo su jineta. Es viva, joven y resuelta. Se vea entre los soldados con unadesenvoltura propia ms del sexo fuerte. Conque se va otra vez, le dijo una mujer en laexplanada. Por supuesto, quiero darle fin a la guerra. Embarcada en la lancha, se sentsobre la borda. Luego de desembarcarse del malecn, estir una pierna y se arremangel vestido, no sabemos si para lucir su gruesa pantorrilla o para empezar desde luego amatar a los enemigos '.' ElMercurio, Valparaso, 15 de abril de 1880, p. 2.

    80 El Constituyente, Copiap, 1 de marzo de 1880. p. 2.Ocho das despus, casi con las mismas palabras. Los Tiempos reproduca este artculo.Los Tiempos, Santiago 8 de marzo de 1880, p. 3.ElMercurio public la misma noticia: "Cantineras: Cuatro y nada mal parecidas son lasque lleva el Batalln N2 Atacama. Ojal que las balas las respeten para que puedanprestar los buenos y tiles senicios para que van destinadas". ElMercurio, Valparaso,8 de marzo de 1880. p. 3.

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    burdo traje del campesino, a la vez que ocultando como era posiblesus formas acusadoras, se present al cuartel y logr figurar en laslistas del batalln en calidad de soldado raso. Muy poco dur sinembargo, la satisfaccin de su deseo, fue descubierta por sus jefes ydada de baja. Ninguna observacin se nos ocurre a propsito de laltima medida tomada por los jefes del batalln; pero s nos atrevemos de calificar de demasiado terco y sin gracia alguna el hecho deremitir, como se hizo, a la ex-cantinera y ex-soldado a disposicindel juez del crimen. Si la ordenanza militar as lo autoriza, creemosque este rgido cdigo deja, sin embargo, alguna buena parte dejuicio y buen criterio de los jefes. Es necesario no tomar con tantaseriedad actos que si algo merecen no es por cierto la crcel. As senos dice, lo ha comprendido el recto e ilustrado seor juez letradodon Emigidio Guerra, quien dejar en libertad a esa pobre mujer,ms digna de aplauso que de castigo" 81.

    v. La Vestimenta Usada y suLugar Dentro del Batalln

    Una vez que las mujeres eran aceptadas en un determinadobatalln, se les mandaba confeccionar un traje acorde con el regimiento en el cual iban a servir82, porque slo en septiembre de1879, llegaron a Chile los uniformes hechos en Europa. Antes deesa fecha, cada batalln llev su propio uniforme, por lo cual existi una amplia gama de ellos.

    De este modo, usando el uniforme del regimiento que lasacoga y previo al embarque de las tropas enValparaso, desfilaban

    81 ElMercurio, Valparaso, 10 de febrero de 1880, p. 2.82 El Mercurio, Valparaso, 12 de marzo de 1879, p. 3. "Ya saben nuestros lectores que

    en el registro chico se inscribieron dos ciudadanas para la Guardia Nacional; puesbien, sabemos que el ayudante del cuerpo ha mandado hacer dos trajes completos decantineras para que estas dos bellas hijas del Batalln Cvico de Caracoles, formenen la prxima llamada".Lomismo enVicua Mackenna. Benjamn: Campaa de Tarapac..., Tomo i, pp. 250-25 1 .

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  • Captulo II. Las Cantineras Chilenas

    orgullosas portando el smbolo institucional ante la admiracin delos espectadores. Ejemplo de ello fueron las cantineras del BatallnCazadores del Desierto: "a la cabeza de la Compaa marchabanlas dos cantineras, cuyo traje, semejante al de los Cazadores delDesierto, se compone de botas color de suela, pantalones cenizacon franjas azules, faja azul, levita negra con botones amarillosy un gracioso sombrerito adornado con vistosas plumas. La vozde las cantineras sobresala ante las voces de los soldados comosobresale el eco del clarn entre los estruendos de la batalla" 83.

    Otras veces las cantineras marchaban con su batalln detrsde la banda de msica: "a la cabeza de la banda, avanza una llamaque escupe a la cara de los paseantes, o sea una alpaca, o bien unacabra adornada con cintas. La cantinera viene a continuacin consu vestido tricolor" 84. Cada regimiento posea su propia banda,sta tena abundante repertorio, usaba instrumentos de cobre y unabundante nmero de tambores que eran tocados por los hijos delos soldados que precedan a la tropa 85.

    83 El Ferrocarril, Santiago, 10 de junio de 1879, p. 2.El Ferrocarril, Santiago, 28 de marzo de 1879, p. 3. Refirindose a la llegada del Coronel Sotomayor a Calama. "El pueblo de Calama recibi en triunfo a sus salvadores.A la cabeza de las fuerzas marcharon, sin poder los jefes evitarlo, 400 mineros deCaracoles, los que no tenan armas de ninguna clase, a no ser que hubiesen llevadocuchillos corvos. Bajo ningn pretexto quisieron tomar la retaguardia. Estos valientes formaron frentes en medio de las balas para dar paso a las tropas por el ro, lo

    que fue ms bien un estorbo, porque sobre ellos tenan que hacer fuego nuestrossoldados. Las dos cantineras con sus hermosos trajes ocupaban sus puestos".El 14 de Febrero, Antofagasta, 9 de mayo de 1879, p. 2. "Mayo Io. Ayer parti a SanBernardo la Brigada de la Recoleta, llamada Cazadores de Mapocho para partirlueo al norte. Una simptica seorita de esa ciudad iba de cantinera, vestida deuniforme y espada en mano. El entusiasmo era inmenso, resonando a cadamomentoen el aire, los alentadores vivas! a Chile, al ejrcito y a la valiente cantinera".Los peridicos anunciaban el ingreso de cantineras portando el uniforme de supropio reoimiento: "Ya tiene el Batalln Atacama 3 cantineras que atendern a losvalientes de su cuerpo que caigan heridos en el campo de batalla. stas vestan ayerde uniformes v marchaban delante de la banda de msica". El Constituyente, Copiap,22 de diciembre de 1879, p. 3.

    81 I .c Len, M : Recuerdos de una misin en el ejrcito chileno. Batallas de ChorrillosyMirafiores, pp.197-198.

    85 Le Len, M: Recuerdas de una misin en el ejrcito chileno. Batallas de ChorrillosyMirafiores, pp.196-197.

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    vi. El Rol de las Cantineras

    Durante la Guerra del Pacfico, el accionar de las cantinerasque acompaaron al ejrcito expedicionario fue circunscrito preferentemente al mbito sanitario y al de la provisin de vveres.En la documentacin relacionada con estos servicios, no se hacemencin a funciones o personal femenino, situacin acorde con lasprohibiciones oficiales existentes 8f), no obstante, se deduce que lasmujeres llamadas cantineras se vincularon con las entidades desalud y alimentacin.

    Erasmo Escala, Jefe del Estado Mayor General del Ejrcito,manifest al Ministro de Guerra y Marina, su preocupacin porla cantidad de mujeres que seguan al ejrcito, pero considerabala necesidad de que algunas de ellas tuvieran la calidad de cantineras siempre que fueran de "reconocida juiciosidad y buenascostumbres para prestar sus servicios en la enfermera particulardel regimiento" 87. Esto fue aceptado por el Intendente Generaldel Ejrcito, pero "slo para ayuda de los enfermeros y de lospreparadores del rancho puedan permitirse en cada regimientodos mujeres, de moralidad reconocida, para que marchen con elEjrcito" 88.

    86 LarrainMira, Paz: "Mujeres tras la huella de los soldados". En Revista Historia, N 33,Instituto de Historia, Pontificia Universidad Catlica de Chile, Santiago, 2000, p.233. Vase tambin Captulo III de esta monografa.

    87 Archivo de Guerra. Subsecretara de Guerra. Guerra del Pacfico. Legajos 1-529. 1879, Tomoi, N 340, Folio 331. Tambin en Ahumada, Pascual: Guerra del Pacfico..., Tomo VI,pp. 25-26.Archivo de Guerra..., Tomo i, N 199, Folio 332. Tambin en Ahumada, Pascual: Guerradel Pacfico..., Tomo VI, p. 26.El capitn de ejrcito Rafael Poblete refirindose al mismo tema escribi: "Con fecha14 de julio de 1879, se prohibi que los contingentes transportados al Norte fuesenacompaados de mujeres y se orden el regreso a Valparaso de las que estaban enel ejrcito de Antofagasta. Esta medida, en bien de la moralidad y disciplina de lasunidades, encontr cierta objecin de parte de algunos Comandos que vean eneste elemento un auxiliar estimable para acompaar al ejrcito como vivanderas ocantineras prestando al mismo tiempo sus servicios en la enfermera particular delos regimientos... Para armonizar estos deseos se decret que cada regimiento podaser acompaado de 2 cantineras". Poblete. Rafael: "El servicio sanitario en el ejrcitochileno durante la Guerra del Pacfico, 1879-1883", en Revista Chilena de Historia yGeografa, N 37. p. 488. Este estudio contina en el N 38 (1920, pp. 469-499). N 39

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  • Captulo II. Las Cantineras Chilenas

    El General Escala las solicit de preferencia solteras. Estoprovoc molestia en ciertos peridicos, los cuales consideraban estehecho como una distraccin paralos soldados 89.

    BenjamnVicuaMackennafue uno de los pocos historiadores

    que destac el papel de la mujerdurante la guerra. Continuamentelas mencion en sus libros y artculos de prensa, resaltando la importancia del trabajo femenino en lasciudades, tanto como su rol en elcampo de batalla. Sin embargo,en lneas generales, al historiadorno le gustaban las cantineras, lasconsideraba como una institucin"ms pintoresca que til y ms peligrosa que pintoresca", pero a lavez le pareca "digna de ser conservada" 90.

    En otra ocasin escribi: "Francamente nunca hemos sidoadmiradores de las amazonas sino cuando las hemos visto all galopando en el verde csped de la pampa. Nuestra genial antipatapor la mujer guerrera, soldadesca y masculina, no impidi tampoco que trajramos de Sevilla el mejor retrato al leo que existeen Chile de doa Catalina de Erauzo (sic), la Monja Alfrez, quefue soldado en Arauco. Casi siempre la experiencia recogida de lavida y del trato de las mujeres marimachos, daba razn a nuestro

    BENJAMN VICUA HACKLN'KA

    Benjamn Vicua MackennaDibujo de Luis F. Rojas.Biblioteca Nacional.

    (1920, pp. 463-488), N 41 (1921, pp. 474-482), N 43 (1921, pp. 474-496) y N 45(1922, pp. 456-481).El Muevo Ferrocarril comentaba que el General en Jefe del Ejrcito pidi cantinerasy que "se las busca con actividad, y se da preferencia a las solteras. Para quese buscan cantineras? Se piensa acaso veranear e invernar en el desierto? Ya estiempo de que nuestro ejrcito sacuda su inaccin y modorra. En marcha. A desayunar cu Arica! A almorzar en Tacna y a comer en Lima!". El Muevo Ferrocarril, 2de febrero de 1880. p. 3.Vicua Mackenna, Benjamn: Campaa de Tarapac..., Tomo i, p. 251.

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    desvo, porque la mujer cuando desciende de su deber, que es unosolo, no se detiene sino en la perdicin, que es un abismo. As.sin ir ms lejos que al ensangrentado campo del Alto de Tacna,alguien cont en l no menos de 80 mujeres de toda procedencia ynacionalidades, verdaderas harpas (sic) de la muerte que se engolosinaban desnudando los cadveres hasta de los ms menesterosos atavos del pudor humano" 91.

    Con respecto a las cantineras hace una distincin clara entrelas que l considera legtimas y las que no. Entre las primerasinclua a Irene Morales y dice con respecto a ella que "el caso dems marcada excepcin que ha llegado a nuestra noticia es el de lamujer y legtima cantinera, se trata de una persona honrada queha ido a la guerra por entusiasmo patrio en busca de lcito trabajoen demanda de reparacin y venganza en el campo boliviano porntima afrenta recibida" 92.

    Sin embargo, continuaba Vicua Mackenna, "hay excepciones honrosas en que noble amor busca disfraz en las que llevandoaustera vida, ganan la de su prole en el duro trabajo de los campamentos. Estas son las verdaderas amazonas de la guerra, y lasotras llevan en su propio nombre lamutilacin horrible de su sexo,son "rabonas" 93.

    A diferencia de Vicua Mackenna, los medios de comunicacin consideraban un hecho loable el ser cantineras, por lo que lessignificaba a estas mujeres dejar su hogar para ir a servir a la patria."Hay enroladas en el cuerpo cuatro cantineras, cuatro jvenes ygallardas penquistas que abandonan la tranquilidad de su hogarpor compartir con el soldado las fatigas de la guerra" 94.

    Este mismo concepto tuvieron los que combatieron en laGuerra del Pacfico, para los cuales las cantineras fueron "buenascamaradas que siguieron a este cuerpo sufriendo con paciencia

    Vicua. Mackenna. Benjamn: "Las amazonas del Ejrcito de Chile. La cantinera del3o frene Morales", El Muevo Ferrocarril, Santiago, 12 de agosto de 1880 p 1

    92 fbid.,p.2.93 bld..Ts.l.

    ElMercurio. Valparaso. 9 de febrero de 1880. p. 2.

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  • Captulo n. Las Cantineras Chilenas

    y abnegacin las penurias porque pasaba nuestro batalln" 9o.Incluso eran consideradas como verdaderas monjas de caridadporque atendan a los oficiales y tropas enfermos en el cuartel,dndoles agua, lavndoles las heridas y vendndolos 96. No obstante, la labor que mayormente desempearon las cantinerasdentro del campamento estaban relacionadas con la costura y ellavado de la ropa.

    Nicanor Molinare, escritor contemporneo de la Guerra delPacfico, del mismo modo tena un alto concepto de las cantineras. Las denomin indistintamente, cantineras, camaradas 9/ ovivanderas98 y logr captar su verdadero herosmo, afirmando

    95 Figueroa Brito, Francisco: Organizacin y campaa a Lima del Batalln movilizado Quillota,pp. 134-135. Francisco Figueroa Brito le escribe a Elias Robles de Quillota unacarta fechada en El Callao, febrero 20 de 1881. En ella le relata la vida del batallndonde le cuenta que los quillotanos en El Callao hacen labor social como repararlos dos hospitales de ese puerto: "la organizacin de los hospitales es dirigida pornuestro comandante Echeverra, que a la postre cay tambin enfermo de terciana yde bastante gravedad. Durante la enfermedad fue cuidado con solcito esmero por laesposa del cabo Io Sixto Latorre, Petronila Zelada. Y a propsito de enfermedades,todos en el Quillota solo tenemos palabras de gratitud por las buenas camaradas quesiguieron a este cuerpo sufriendo con paciencia y abnegacin las penurias porquepasaba nuestro batalln. Muy tiles han sido los servicios prestados por estas buenascantineras, principalmente en la costura y aseo de la ropa; pero donde ms handemostrado el amor y caridad por sus semejantes, es cuando los quillotanos caanpor centenares enfermos del terrible mal, ya dicho; como buenas monjas de caridadatienden con solicitud a los oficiales y tropas enfermos en el cuartel. Las que se han

    distinguido ms en este acto de angustioso sacrificio han sido: la seora Zelada, yanombrada; Isabel Gmez, esposa del cabo Io Jess Varas; Margarita Varas G. hijade estos; Francisca Gonzlez, mujer del cabo Io Pedro Acua; Carmen Briones, demdel soldado Adolfo Lpez y Dolores Miranda, esposa del dem Matas Ortega. Losbeneficiarios pueden contar mejor los buenos servicios prestados por las camaradasdel Quillota; por mi parte les vivir siempre agradecidos, pues todas me han cuidadoa m y a mi hijo Francisco 2o".

    96 Figueroa Brito, Francisco: Oiganizacin y campaa a Lima del Batalln movilizado Quillota,p. 134, aqu se reproduce el testimonio de un soldado del batalln Quillota -ArturoCabrera- quien qued ciego producto de un balazo que recibi en la sien durante labatalla de Mirafiores; l cuenta que qued tendido en el campo de batalla por ms de24 horas y "algunas horas despus, fuimos visitados por una piadosa mujer la cualera cantinera del Segundo de Lnea, que nos dio agua y nos lav las heridas y nosvend".

    17 El camarada es "el que anda en compaa con otros, tratndose con amistad y confianza"; "el que acompaa a otro y come y 'rive con l". Diccionario Enciclopdico de laGuerra. Tomo m, p. 362.

    !'8 Vivandero es la persona que vende vveres a los militares en campaa ya llevndolos a la mano, ya en tiendas o cantinas. Este oficio ha desaparecido de los ejrcitos

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  • Paz Larrain Mira

    que "slo los que hemos cargado el uniforme del Ejrcito de Chile,y hecho vida de campaa activa y olido alguna vez la plvora,podemos apreciar cuanta abnegacin, caridad y patriotismo, gastaron las pobres camaradas de nuestros soldados en la Campaadel Pacfico"99.

    Ms adelante agregaba: "No hay palabras suficientementeelocuentes que puedan pintar con exactitud, ni paleta con bastantecolorido que llegue a copiar bien lo que fueron esas mujeres aquienes siempre llev al campamento, a las marchas y a las batallas, el patriotismo y el amor. Quin no recuerda entre los viejossobrevivientes de la Campaa del 79 a Irene Morales? Se podraalguna vez olvidar el sacrificio cruento de las camaradas de laConcepcin? Alguno de nosotros dejar de recordar la presenciaen Chorrillos de la Clara Casados, de la Elosa Poppe? Llovan lasbalas, y esas patriotas mujeres, sin temor ninguno, confortaban,curaban y ayudaban a bien morir a los que, la mala suerte enviabaa pasar la ltima revista; y sin esperar galardn, ni premio alguno,cumplan estrictamente con su deber. Ah! esas camaradas comonadie cumplieron con su misin! Hubo una, la Candelaria, mujerdel sargento Benjamn Pacheco, del Curic, que en la marchade Curayaco a Lurn dio a luz a su hijo, sin ms lecho que laarenosa playa cubierta por una bandera chilena! Y en Tarapac,quien jams podr contar esta batalla sin tener que dedicar captulo aparte a las cantineras del 2o Lnea! Pobres mujeres que allmurieron, quemadas unas, muertas otras en medio del fragor dela batalla por homicida bala, cuando cumplan abnegada y caritativa misin! En el Segundo, cayeron tres de estas bravas camaradas; laJuana, la Leonor Gonzlez y la Mara la Chica. La Mara,

    modernos. Diccionario Enciclopdico de la Guerra, Tomo XIII, p. 877.Entre el siglo XVIII y comienzos del XIX una cantidad apreciable de mujeres "dominaron casi por completo las ventas pblicas de alimentos. Donde quiera que les fueposible, instalaron sus ventas, cocineras y fritangueras. Se las denomin "vivanderas". Vendan pan, empanadas, frituras de todo tipo, cazuelas, frutas, verduras,helados, pasteles y bebidas alcohlicas". Salazar Vergara. Gabriel: Labradores, peonesy proletarios. Formacin y crisis de la sociedad popular, Ediciones Sur. Coleccin EstudiosHistricos. Santiago. 1989. p. 273.Molinare. Nicanor: Batalla de Tarapac, 27 de noviembre de 1879, p. 162.

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  • Captulo II. Las Cantineras Chilenas

    la Grande, cuyo apellido era Quinteros, escap de la matanza, fueconducida prisionera a Arica... La Juana Soto fue vivandera delmovilizado Chacabuco, junto con la Carmen Cabello, camaradadel Io, Aguilera, que muri en Tarapac y que todos recuerdanpor su singular belleza, pues bien, todas estas heroicas mujeres, sebatieron como leonas en la accin del 27 de noviembre y tres deellas rindieron su vida al pie de la bandera de Chile. La Mara, laChica, era unamujercitamuy bonita, apenas bordeaba los 20 aos,dolencias del corazn, penas del alma, la llevaron a Antofagasta yen el 2o de Lnea encontr la media naranja que le faltaba. Muriesta mujer al lado del Capitn Garfias Fierro; al da siguiente, enla tarde del da 28, don Federico Garretn, la encontr muertacon una venda en la mano, en actitud de curar al Ayudante donDiego, que estaba tendido a su lado; traidora bala sorprendi ensu santa misin a Mara, la Chica, que as moran aquellas abnegadas vivanderas! Y as como cay en el campo, en plena lid, laChica, a Leonor Gonzlez la quemaron. El fuego sublim la vidade esa chilena. El recuerdo de esas, nuestras camaradas, perdurar siempre en la memoria de los veteranos del 79, porque esasmujeres fueron ngeles de caridad en el campamento y en la batalla, y porque su patriotismo fue desinteresado y puro" 10.

    Esta confusin en los trminos para denominar a las mujeresque participaron en la Guerra del Pacfico fue comn no slo entrelos testigos presenciales de la guerra, como Molinare, sino inclusoentre los corresponsales extranjeros101 y los propios medios decomunicacin. Ejemplo de ello: "En el Batalln Bulnes va comovivandera, la seorita, Rosa Amelia Espinoza, que de todo tienemenos de Espinoza, pues es una arrogante y hermosa joven concuya compaa las fatigas del desierto sern indudablementemenos penosas" 102.

    1,10 Molinare, Nicanor: Batalla de Tarapac..., pp. 163-164.101 El corresponsal francs Wiener opinaba: "la rabona en el ejrcito chileno est reducida

    al rol de \ivandera". Wiener, Charles: "La guerra en Sudamrica (traducido del XIXSiccic)", en Boletn de la Gueira del Pacifico, p. 275. Tambin en Ahumada, Pascual: Guerradel Pacfico..., Tomo i, p. 282.

    "'- ElMercurio, Valparaso. 19 de abril 1879. p. 2. Ahumada, Pascual: Guerra del Pacfico...,

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  • Paz Larrain Mira

    Hacia 1880, el papel de las cantineras ya era destacado porla prensa. El Nuevo Ferrocarril destacaba el valor de ellas en la batalla de Tarapac: "no es necesario viajar a Esparta ni remover losescombros de Numancia y Sagunto, ni sentarse como Mario sobrelas ruinas de Cartago, para encontrar ejemplos de ardimiento varonil en el corazn de la mujer. La historia de la Guerra del Pacficoregistrar con orgullo el nombre de muchas heronas que han compartido con nuestros soldados la gloria y las fatigas de la campaa.En das pasados se hablaba de una veterana que gan en Tarapacsus jinetas de sargento y parta de nuevo a ennegrecerlas con elhumo del combate. Una correspondencia del Norte encomia a otraamazona que en la cuesta de los Angeles se bata como el mejorsoldado en las filas de su regimiento. El Eurotas no regaba tan slolas llanuras espartanas" 103.

    Pocos meses despus el mismo peridico dedicaba un versoa la cantinera, destacando su papel de ngel guardin entre lossoldados :

    Tomo II, p. 67: al mostrar la plana mayor del General en Jefe y la oficialidad de losdiversos cuerpos del ejrcito expedicionario fue nombrando los que compom'an losdiversos regimientos y batallones. Al referirse al Batalln Bulnes, al final notificaba"total 500 y una cantinera".Pascual Ahumada reprodujo un verso que fue dedicado precisamente a esta cantinera: Rosa Amelia Espinoza:

    "El BulnesEse gran batalln de los chilenosque fiama "Bulnes" la gentuza rota,la muerte sufrira y la derrota;pero. ..con sus estmagos rellenos.Tienen cebada y abundante henos,de espeso chacol mltiple bota,y, a guisa de coraza o firme cota,largos trozos de charqui entre los senos.Tienen en mancomn: melocotonesduro limn y repasada pera,calzoncillos sin fin, muchos colchones,queso, jamn, picante y salmuera,pasas, huesillos, guindas, orejones,y una.. .Rosa Espmosa... cantinera.l Recluta".

    Ahumada, Pascual: Guerra del Pacfico..., Tomo I, p. 150. Tambin en Uribe Echevarra.Juan: Cancionesy poesas de la Gueira del Pacfico, p. 245.

    1:1 El .\"uevo Ferrocarril, Santiago, 22 de abril de 1880, p. 4.

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  • Captulo ii. Las Cantineras Chilenas

    "La Cantinera"Cuando marcha redobladomi bizarro batallnen busca del enemigose me alegra el corazny el eco dulce

    que da el clarnsiento mi pechofuerte latir.Yo soy noble cantinera

    que voy a la lid marciala servir a los heridoscomo un ngel tutelar.All no temo

    jams morirporque el que muerevuelve a vivir.En el campo de la gloriacuando redoble el tamborno me aterran ni las balasni el estruendo del can.Si algn valientemiro caer

    prestarle auxilioes mi deber.La corona de laureles

    que admira la altiva siendel soldado victoriosoa mi me adorna tambin.Por eso buscola gloria alldonde el peligroms cerca est" 104.

    101 Cisterna, RoqueA. "La cantinera", ElMuevoFerrocarril, Santiago, 7 de octubre de 1880, p. 4.Otro poema titulado "El hijo de la cantinera", apareci en El Ferrocarrilito, Santiago,19 de marzo de 1880, p. 4:

    "El hijo de la cantineramuri como un valienteal campo inmediatamentea vengarlo fue mi madre.Vistise de cantinera

    y yo me terci el tambor

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  • Paz Larrain Mira

    El Ferrocarril, en marzo de 1881, reconoca que la opininpblica tambin se haba hecho eco de la importancia de las cantineras expresndole su cario: "a Valparaso regresan las tropasdel ejrcito del norte, en medio de las vivas de la multitud y dela Cancin Nacional, nuestros bravos eran saludados al arribar atierra firme con bravos y aplausos. Una cantinera del 2o de Lnea,lujosamente vestida de terciopelo azul, desembarc por la escalade los botes fleteros y recibi una verdadera ovacin" 105.

    En junio de ese ao, ya era tan preponderante el rol quehaban desempeado estas mujeres en la guerra que apareci enValparaso un nuevo peridico que llevaba por nombre La cantinera. En l escribieron antiguas cantineras: "Con el alma henchidade entusiasmo vengo a luchar las luchas de la prensa. He concluidomi misin en los campos de batalla, he acompaado a los valientesrotos en sus ms duras tareas. Cuando cansados y sedientos elevaban los ojos al cielo en demanda de auxilio, ah llegaba yo con micantimplora repleta a apagar su sed, a enjugar el sudor de su noblefrente y a fortalecer su espritu. Muchas veces en presencia de losenemigos, cargu tambin un rifle, y haciendo fuego sin cesar, msde un cuico, ms de un cholo cay muerto a mis pies. Siempre minico anhelo fue ser consuelo y ser fortaleza. Con la extincin delltimo baluarte enemigo, concluy mi misin" 106.

    ) peleamos con valorcada cual como una fiera.Me hizo una bala saltaren Tarapac; soy cojopero no me falta arrojopara volver a pelear.Si ante estos choleo trompetasme encuentro en un trance duroque he de matar, se los juroms de mil con mis muletas. Nicols Rojas"

    Este poema lo reprodujo Hernndez, Roberto: El roto chileno, Imprenta San Rafael,Valparaso. 1929, p. 191, y agreg datos sobre su autor: "entre los heridos de Tarapachallbase tambin el tambor Nicols Rojas, muchacho de 14 aos, hijo de la cantineraManuela Pea. Uno de los poetas populares. El Pequen, le public una hoja en que el