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    ENSAYOSSOBRELA BUSQUEDA

    EDITORIALKIER S.A.Avda. Santa Fe 1260 -1059 Buenos Aires

    Del mismo autor:

    La India SecretaEl Sendero SecretoEl Egipto SecretoUn Mensaje de ArunachalaUna Ermita en los HimalayasLa Bsqueda del Yo Superior

    La Realidad InteriorMs All del YogaLa Sabidura del Yo SuperiorLa Crisis Espiritual del Hombre

    PAUL BRUNTON

    Traduccin castellana:.HCTOR V. MORELPRIMERA EDICIN

    Kenneth Thurston Hurst

    Ttulo original ingls: Essays on the QuestPrimera edicin inglesa: Kenneth Thurston Hurst, 1984. Rider and Company (Hutchinson Publishing Group, 17-21 Conway

    Street, LondonW 1 P6JD). I.S.B.-N.-009-155-340-7Ediciones en espaolEditorial Kier, S.A. Buenos Aires aos: 1987Tapa:Cecilia Massimino

    Libro de edicin argentinaI.S.B.N.-950-17-0138-7Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723 1987 by Editorial Kier, S.A. Buenos Aires Impreso en la

    Argentina Printed in Argentina

    Hay una vida que es superior a la que en la humanidad es norma: los hombres no la vivirn en virtud desu humanidad sino en virtud de algo que hay en ellos y es divino. No debemos escuchar a quienes exhortana adherir estrictamente a lo que se piensa, sino vivir de acuerdo con lo ms elevado que en el hombre existe,pues por pequeo que esto sea, est por encima del resto en fuerza y excelencia.

    Aristteles

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    INTRODUCCINEstos ensayos fueron extrados de los archivos del extinto doctor Pal Brunton. Conservan hoy su frescura tal

    como cuando l los escribi, llegan a nosotros con la brillante inspiracin de la fuente divina que tan a menudopuso en movimiento a su pluma. Pal Brunton muri el 27 de julio de 1981, en Vevey, Suiza. Nacido en Londres,en 1898, escribi trece libros, desde La India Secreta, publicado en 1935, hasta La Crisis Espiritual del Hombre,en 1952. Por lo general, se le reconoce como quien introdujo el yoga y la meditacin en Occidente y presentlos antecedentes filosficos de aqullos en un lenguaje carente de tecnicismos.

    Su modo de escribir consista en anotar prrafos a medida que se senta inspirado. Con frecuencia, losasentaba en los reversos de sobres o en los mrgenes de diarios mientras paseaba por los floridos jardines queorillan el Lago Lemn. Ms tarde, ya mecanografiados y clasificados, l sola revisarlos y unirlos en unanarracin coherente.

    Pal Brunton haba vivido en Suiza durante veinte aos; le agradaba el clima apacible y el majestuosopanorama de montaa. Llegaban hasta l visitantes y correspondencia de todo el mundo, y representaba unpapel importante en las vidas de muchas personas.

    "P.B.", como le conocan sus seguidores, era un hombre afable del que emanaba una aureola debenevolencia. Su erudicin se haba forjado en el crisol de la vida, y su espiritualidad refulga como un faro.Pero, desanimando los intentos de formar un culto alrededor de su persona, sola decir: - Deben encontrar a supropio P.B. dentro de ustedes mismos.

    Kenneth Thurston Hurst

    CAPITULOEL MISTERIO DEL MALNo acostumbramos criticar a los crticos ni responderles porque rechacen nuestra obra. Las opiniones

    humanas son tan variadas, los puntos de vista intelectuales tan vastamente divergentes, y los temperamentosemocionales tan distintos que, slo basndose en esto, en una poca u otra, un autor puede esperar recibirnoticias que abarquen toda la gama desde la alabanza inmerecida hasta el inmerecido vilipendio. Adems, notenemos el especial deseo de defender nuestra obra. Tan pronto se publica un libro, somos cada vez msconscientes de sus defectos y errores, de sus deficiencias y limitaciones. En realidad, somos emocionalmentetan conscientes de aqullos, que adrede nos abstenemos de pensar en nuestra labor literaria pasada, debido alpesar que invariablemente acompaa a ese pensamiento. Slo cuando otras personas presentan el tema ytenemos que tratarlo a fin de responderles o ayudarlas, nos sometemos a esa dura prueba.

    Esta actitud se debe, en parte, al cambio de punto de vista y al avance del conocimiento que, de algn modo,

    el destino nos aporta poco despus de cada publicacin. Lo que subsiste es el hecho de que nuestros libros nonos contentan y sus imperfecciones nos deprimen. De modo que, a semejanza de Emerson, temblamos siempreque alguien escribe con aprecio sobre nuestros libros y suspiramos aliviados cuando alguien no lo hace! Todolo cual es tan slo un prembulo de declaracin de que nosotros mismos somos nuestros peores crticos!

    El importante peridico literario de Inglaterra, The Times Literary Supplement, habitualmente toma nota de loslibros nuestros, y favorablemente tambin. Pero La Sabidura del YoSuperior cay probablemente en manos de

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    un critico nuevo, si nos es dable juzgar por la prueba interna del enfoque y la prueba externa del estilo. Ocupa lamayor parte de su espacio criticando unas pocas expresiones sin importancia del captulo introductorio, y el restocon una cita de la mitad del libro, que trata sobre el problema del mal, junto con una expresin de la opinindel crtico en el sentido de que esta cita (que segn l asegura es el resumen del autor acerca del problema)carece de "finalidad" y trata al problema "indiferentemente". Queda sin debatir la mayor parte de la enseanzadel libro y sus ideas principales.

    Agradecemos al crtico de The Timesque nos llame la atencin sobre lo que humildemente coincidimos en

    que es un tratamiento insatisfactorio de un tema importante, aunque deploramos lo intil de las otrasobservaciones dirigidas a lectores que quieren saber qu es lo que el libro contiene. El tratamiento esinsatisfactorio no porque le hubiramos quitado alguna parte, sino nicamente porque tal como est esdesparejo e incompleto, y no abarca ms que una parte de lo suyo. Es menester asociarlo con los prrafos delcaptulo titulado "La guerra y el mundo", que se ocupa de la existencia de las invisibles fuerzas del mal, y con losprrafos del libro preliminar. Ms All del Yoga, que se ocupa de la necesidad de un doble punto de vistafilosfico y prctico. Semejante combinacin representara ms correctamente la enseanza superior sobre esteproblema, pero ni siquiera entonces la representara plenamente. Por tanto, en las pginas siguientes, por laautora de ambos libros, hemos procurado ofrecer lo que all se descuidara y recalcar ms lo que all sedeclarara demasiado suscintamente.

    En realidad, vamos todava ms all y afirmamos que no slo existen los instrumentos visibles y corrientes delmal tan evidentes todos ellos alrededor de nosotros sino tambin los invisibles: concretamente, los espritusmalignos. Caer en la magia negra o en el perverso ocultismo de las malas prcticas msticas es tratar decontrolar o perjudicar a los dems por medios psquicos o mentales.

    Los dos puntos de vista

    Cul es el verdadero lugar del mal en un universo cuya alma que lo formo es benvola? No podemos llegara la verdad acerca de esto si nuestra consideracin lo aisla artificialmente, sino slo si lo consideramos comoparte del orden divino del universo. Cuanto ocurre hoy en el mundo, o cuanto ocurrir maana, no ocurrir fueradel conocimiento divino y, por tanto, no escapar al poder de las leyes divinas.

    Aunque para la fe ciega, la presencia del alma se justificaba tradicionalmente como la voluntad de Dios, lapersona religiosa moderna est desarrollando su facultad pensante. Est dispuesta a aceptar la voluntad deDios, pero, al menos, quiere una respuesta ms racional respecto de por qu existe esto. Se le ofrecen dospuntos de vista: el popular y el profundo. Este problema desafa la solucin racional si slo se lo trata desde elprimer punto de vista, pero empieza a rendirse si se lo trata desde ambos puntos de vista combinados. Enrealidad, no hay una explicacin popular del mal que pueda librarse de que un intelecto bastante agudo loacribille con su crtica. La persona religiosa moderna no deber contentarse con lo que la experiencia yel sentido comn le digan; tambin deber or lo que la reflexin metafsica y la revelacin mstica tengan quedecirle. Para los fines prcticos, podr seguir andando con lo primero, pero para los fines filosficos es necesarioque aada lo segundo. En una mentalidad equilibrada y amplia, los dos criterios no se excluyen mutuamentesino que pueden unirse con facilidad; en una mentalidad estrecha, ni siquiera pueden encontrarse.

    Cuando al materialista, al egosta y al de mentalidad superficial se los enfrenta con estos dos modos de ver almundo, los encuentran contrarios e incompatibles, marcadamente conflictivos y desesperadamenteinconciliables. Semejan un coche cuyas ruedas giran simultneamente en direcciones contrarias. Peroel investigador filosfico, que cultiva su psiquis con ms plenitud y mejor equilibrio, puede permitirles que existanuno junto al otro sin que l se separe en dos personalidades inconexas. Le es enteramente posible sintetizarlossin revelar esquizofrenia. De esta manera, su comprensin racional del mundo se une perfectamente, en laacabada personalidad, con su experiencia sensoria de aqul; su aprehensin mstica de la vida se equilibraagradablemente con sus reacciones emocionales hacia ella. Nada se quita y nada se niega.

    La comprensin de este asunto se oscurece para nuestra mente al no tomarnos la molestia de definir cmousamos esta palabra "mal". Deberamos rehusamos a negar o admitir la existencia del mal antes de quehayamos debatido esta cuestin: "Qu quieres decir con el trmino mal'?" Una vez logrado esto,

    descubriremos que el mal de que hemos de salvarnos est en gran medida (pero no ntegramente) dentro denosotros mismos. Qu significamos cuando decimos que un acontecimiento, una cosa o una persona son"malos"? En Ms All del Yoga, explicamos cmo las palabras se entretejen fuertemente con la sustancia mismadel entendimiento humano. Cuando investigamos el lenguaje en el que toman forma nuestros conceptos,estamos investigando los conceptos mismos. Entonces tal vez descubramos, azoradsimos, cuan importantesson las influencias psicolgicas ejercidas por palabras y frases que se convirtieron en estandarizados clissdespojados de significado claro. Tal vez notemos cmo se ilumina el carcter total de problemas oscuros.Ser ms fcil deducir el origen del mal despus de deducir su naturaleza.

    En los trpicos nos es dable observar a las ranas "malas" que cazan a las lucirnagas "buenas", y a lasvboras "malas" que cazan, a su vez, a las ranas "buenas". Todo lo que cree un estado conflictivo dentro o fuerade una criatura viva, y de esa manera, perturbe o destruya su felicidad, es "malo" para esa criatura. Puedeoriginarse en que algn animal obedezca a sus apetitos, en que algn humano se comporte malvadamente, oen alguna violencia por parte de la naturaleza. Puede resultar de un acontecimiento, de una accin o de larelacin entre stos. Aunque esto es muy cierto, solamente lo es en un sentido limitado y relativo. El hecho es

    que cada criatura "piensa" lo malo de una situacin.Cuando preguntamos por qu deben existir bestias salvajes en el universo, pensamos en los efectos deaqullas sobre las dems criaturas, incluidos nosotros mismos. Jams cesamos de pensar por qu estas bestiasno deberan existir por su bien y el de sus propias individualidades. Lo que llegaron a ser como resultado de laaccin y de la interaccin, del desarrollo y de la degeneracin del lado brillante de las cosas, justamente tuvoque ser. Una no tena por propsito exclusivo servir a cualquier especie, como la otra no lo tena exclusivamente

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    de perjudicar a aquella especie.En el caso de los hombres, a todo lo desagradable para un punto de vista humano, incmodo para su

    egosmo humano contrario a sus deseos humanos y doloroso para sus cuerpos humanos, se lo considerahabitualmente como malo. El mal del mundo es slo relativa y parcialmente malo, nunca lo es absoluta yeternamente. Es malo en una poca particular, o en un lugar particular, o en relacin con una criatura particular.Este principio de la relatividad de las ideas conduce a extraos resultados. Uno de los primeros es que algopuede ser malo desde el punto de vista de un individuo puesto en particulares circunstancias en una poca

    particular, pero no puede ser malo desde un punto de vista universal. Carlomagno se abri camino a travs de laentenebrecida Europa con su espada puesta al servicio de la cultura catlica. Pero cuando esa misma cultura sevolvi demasiado estrecha y demasiado intolerante, las hordas turca; que irrumpieron en Constantinopladispersaron los textos clsicos tanto tiempo amontonados en las bibliotecas de Bizancio, condujeron a Italia asus custodios, y de esta manera, liberaron sobre Europa nuevas fuerzas que estimularon grandementeel movimiento renacentista ya en existencia. En estos dos casos, la guerra "mala" produjo resultados culturales"buenos". En nuestra propia vida, hemos visto al ateo malo lanzando su obra de destruccin de la religindecadente. Pero en las manos de una Providencia superior, tambin vemos, finalmente, que se la usindirectamente para purificar, y de esta manera, promover verdaderamente la religin.

    La Idea Divina se elabora tanto a travs de las fragilidades humanas como de las virtudes humanas. Eneste sentido, el mal es, a veces, nuestro maestro. Sera valioso contar los numerosos casos en los que ladificultad indujo nuestro propio bien, y la afliccin demostr ser paz embozada. Luego de experimentar el ladoms tenebroso de la vida, estamos en mejores condiciones de ascender hacia el lado ms brillante hacia el cualella nos dirige. Antes de la guerra, algunos de nosotros haca tiempo que buscbamos un Mesas, pero lo

    queramos en nuestros propios trminos egostas. Queramos que fuera blando y afable: incluso, quesentimentalmente nos halagara. Jams soamos que, en lugar de l, podra venir un precursor como Hitler,cabalmente duro e inmisericordemente cruel, para castigarnos por nuestro materialismo personal y nuestroegosmo nacional. Buscbamos redencin, pero jams soamos que podramos haber sido redimidos por elpoder terrible del sufrimiento que nacera del mal. Una compensacin por los sufrimientos de guerra causadospor otros hombres es que aqullos despiertan las mentes de numerosas personas y las ponen en el senderopara que averigen el significado del sufrimiento y de la vida misma. Pero mientras persistan en ignorar larelatividad de las ideas y alcen sus opiniones personales o sus preferencias individuales como la verdad,continuarn descarrindose y descarriando a los dems; prolongarn innecesariamente sus aflicciones. El malque aparece cuando se ven los acontecimientos por primera vez, tal vez desaparezca cuando se los vea porsegunda vez. Esto se debe a que, en el ordenamiento de la vida universal, hay una exactitud ltima.

    Quin es Satn?

    "El mal es efmero. Al final, l mismo se derrota. Slo tiene vida negativa. Representa el hecho de no ver loque es, de no obrar en armona, de no entender la verdad. En suma, el mal es la falta de comprensinapropiada, es apartarse demasiado lejos del verdadero ser, es una captacin inadecuada de la vida. Cuando selogra la intuicin y se corrigen estas deficiencias, el mal cesa en sus actividades y desaparece. El msticoque penetra en la esencia profunda del ser, all no encuentra al mal".

    Esta cita de La Sabidura del Yo Superior, que el crtico de The Timesafirma que es el "resumen" que el autorhace del mal, y lo critica como tal, jams tuve el propsito, siquiera entonces, de ser un "resumen". Pero,entender adecuadamente la enseanza exige que se conozca el hecho de que la actitud de esa enseanzahacia el mal no se agota con esta cita sino que, en realidad, es de carcter doble. La creencia (que elcrtico parece sostener) en una oposicin satnica est tambin incluida, pero de modo diferente, en nuestrapropia actitud. No negamos sino que, por lo contrario, admitimos plenamente la existencia de fuerzasindividuales adversas a la evolucin espiritual. No cuestionamos la presencia de entes malignos y poderessatnicos.

    Hay fuerzas del mal tanto fuera como dentro del hombre. Estos agentes superfisicos trabajan en el mundoinvisible y, bajo ciertas condiciones anormales, se entremezclan con personajes humanos vivos para influir sobre

    los pensamientos y acciones de stos u oponerse a su progreso espiritual. El aspirante espiritual se topainevitablemente con la oposicin de estos elementos adversos, y las fuerzas del mal se mueven contra l demodo astuto. Por buenas que sean al comienzo las intenciones y por nobles que sean los ideales del aspiranteespiritual, sin embargo es posible que, involuntaria y sutilmente, el poder maligno de aquellos elementos yfuerzas del mal influyan sobre l. Si sucumbe ante ellos, algunos de aqullos en los cuales confa le traicionan,sus juicios resultan ser equivocados, sus acciones se confunden, y las circunstancias trabajan contra l. Leconducen de una accin a otra, primero mediante tentacin interna, pero luego mediante compulsin extema,envolvindole cada uno cada vez ms en sus redes, y amenazndole con consecuencias cada vez peores. Parahuir de cada consecuencia a medida que sta surja, l tiene que cometer nuevos actos que le arrastran cada vezms hacia abajo. Al final, la tragedia le atrapa y el desastre le abruma. Si pudiramos rastrear los efectosaparentes hasta sus causas ocultas, rastrearamos muchos problemas hasta semejantes fuerzas psquicasadversas, pertenecientes al mundo invisible.

    La segunda guerra mundial fue un ejemplo destacado. Tena un contenido psquico incluso antes de que sepusiera en marcha fsica y visiblemente. Adems de lo que fue poltica y militarmente, fue tambin una lucha

    dramtica entre las fuerzas del bien y los poderes de las tinieblas. Podemos estar seguros de que quienquieraque trate de despertar el odio de los buenos e inflame la ira contra lo Verdadero se ha prestado a lasoscuras fuerzas de la naturaleza. A los jerarcas nazis los posean sucios demonios, animados por poderesmalignos de las regiones ocultas. Aqullos intentaron cubrir su culpa con la vieja treta de la mentira maliciosa.Los que estaban trabajando detrs de Hitler no eran entes humanos. Procuraban convertir a los hombres en lasms peligrosas de todas las bestias, tratando de transformarlos en animales arteros, carentes de discernimiento

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    moral y privados de reflexin superior. Al movimiento nazi lo inspiraban mediaciones perversas, humanas perodesencamadas. Todas eran demonacas: todos eran poderes de los infiernos ms bajos. De all las mentiras, laopresin, la crueldad, el materialismo, la codicia y la degradacin que dispersaron por doquier. Los nazisno procuraron tanto crucificar a la humanidad mediante su arrogante agresividad y su brutalidad violenta. Fuems bien mediante su negacin de la justicia, su oposicin a la espiritualidad y su desprecio hacia la verdad quetrataron de clavar a la raza humana en la cruz de sufrimientos de los que no haba ejemplos. En lo ms recnditodel nazismo haba una suciedad indescriptiblemente negra e inconmensurablemente peor que cualquier

    plaga que haya acosado alguna vez a la humanidad, pues brot de regiones diablicas infernales, de ungigantesco ataque masivo de siniestras fuerzas invisibles que confiaban en destruir el alma y esclavizar alcuerpo del hombre. Nunca haba ocurrido esta peligrosa incursin de espritus del mal, en los asuntos denuestro mundo, en tan vasta escala. Puede decirse que la humanidad escap apenas del ms terrible revs desu historia. Si los nazis hubieran ganado, hubiera sido estrangulado todo ideal espiritual, hubiera sido ahogadotodo valor espiritual. La justicia interior de las cosas los anul, y la humanidad (dolorida y herida, pero salva yviva) emergi de su gran peligro, tan slo para encontrarse frente a otro intento de las mismas fuerzas oscuraspara dominar nuevamente al mundo, pero usando un canal diferente.

    Pero todo esto no coloca a estos poderes opuestos en un nivel de igualdad con la fuerza del bien en la luchauniversal; representan sus papeles necesarios y no es menester que los consideremos como errores imprevistoso malignos accidentes en el pensamiento divino. Las fuerzas del mal son siempre agresivas porque siempredeben tratar de destruir lo que, al final, las destruir. Solamente el bien perdurar. Corresponde a la naturalezamisma de los seres malos, como de los pensamientos malos, atacarse entre s, y, al final, destruirserecprocamente. Entretanto, sus poderes son estrictamente limitados, y la oposicin de ellos, cuando es vencida,

    ayuda realmente a desarrollar en nosotros al bien. No necesitamos vacilar en creer que el bien triunfar siempreen ltima instancia y sobrevivir siempre al mal, que ningn gnero de mal tiene existencia independiente sinoque todos los gneros del mal son slo aspectos relativos de la existencia. Pero esta lucha y este triunfo slopodrn existir en cada ente individual. No existen ni pueden existir en el cosmos en conjunto, porque ste es unamanifestacin de Dios. Aqu slo prevalece la voluntad de Dios.

    Existen los hombres malos y los espritus malos, pero si hay un principio independiente del mal, eso es otracuestin. Quien crea en la existencia eterna de Dios y admita la realidad eterna del mal, tendr que rastrear estaltima hasta su origen. Si ese origen es una personalidad o un principio coetneo y coperdurable con eluniverso, entonces maneja su voluntad diablica a pesar de Dios; entonces, hay realmente dos seres supremos.Las lgicas exigencias de unidad no permiten semejante conclusin imposible. Eso priva a Dios de su muyblasonada omnipotencia y representa un dualismo que pone a sus solcitos creyentes en un profundo dilema.Por otro lado, si se rastrea el origen del mal hasta un principio inferior o una personalidad inferior, nuevamentese los pone en un dilema, pues semejante conclusin deja sin explicar la cuestin de por qu Dios tolerala existencia de esta terrible entidad en vez de extinguir de Su Universo todo vestigio de mal. Si esto fuera cierto,entonces Dios debera compartir la culpa de Satn! Finalmente, si se rastrea al mal hasta el hombre mismo,entonces Dios, al permitirle que caiga y se condene, o ignora las malas acciones de Sus Criaturas o esindiferente a ellas.

    Tal como la filosofa dice que el concepto de Dios a semejanza del hombre es conveniente solamente para lasinteligencias inmaduras, de igual modo dice que el concepto del mal a semejanza del hombre, personificado bajola figura de Satn, es tambin slo para inteligencias inmaduras. Hay influencias individuales malignas, inclusoespritus individuales malignos, y ellos constituyen, en ocasiones, una oposicin para el aspirante. Pero lamxima oposicin no proviene de una criatura llamada Satn; deriva del propio corazn del aspirante, de suspropias debilidades, de sus propios pensamientos malos. No deber permitirse que el reconocimiento de esasfuerzas invisibles tape el reconocimiento de la propia responsabilidad primaria del aspirante.

    No es pertinente que aqu nos ocupemos de la cuestin de la naturaleza de la existencia de Dios, salvo parasealar que la filosofa combina los criterios tanto de trascendencia como de inmanencia. Pero todo pensamientodualista que admita al bien y al mal como fuerzas separadas, reales y eternas del universo, se envolversiempre en estas contradicciones. Y es dualista toda doctrina que ensee que las fuerzas prstinas del mundoson dos, no una sola. El criterio ortodoxo y popular, que sostiene que el poder divino lucha eterna y

    desesperadamente contra un poder satnico, y que este ltimo es enteramente independiente de l yeternamente opuesto a l, es dualista. Por tanto, tambin est atrapado en estas contradicciones, perorepresenta el punto de vista inmediato ms sostenible. Sin embargo, la filosofa va ms all y msprofundamente que las meras apariencias: de all que represente el punto de vista ltimo.

    A quienes de su visin del mundo proscribieron los valores espirituales tenemos derecho a preguntarles quhan ganado. Ninguna respuesta podr ocultar el fiero hecho de un mundo en las garras del mal y del infortunio.El fracaso de aqullos en integrar la realidad espiritual en nuestra visin de la vida ha producido lasconsecuencias internas y extemas ms desgraciadas. Ha producido un decenio en el que los crmenes inauditosde tiranos carentes de principios y las desdichas de masas desvalidas desanimaron y afligieron a todas laspersonas reflexivas y de buen corazn. Este lgubre menoscabo de la dignidad humana es la finalidad lgica delmaterialismo y es por tales razones que quienes puedan comprender las importantes consecuencias que eldestino de la raza humana hoy afronta debern entablar la dura lucha contra el materialismo como si fuera unaguerra santa. La guerra y la crisis constituyen un juicio trgico sobre una sociedad que estaba cayendo decabeza en el abismo de esa equivocada visin del mundo. Su angustia actual y su estado de aturdimiento

    demuestran, para su vergenza, cuan poca sabidura y cunta fragilidad hay todava en los sereshumanos. Tambin demuestra que el materialismo no tiene futuro, pues no puede proporcionar una sana basemoral de vida ni una esperanzada base metafsica para pensar en la humanidad.

    Debido a que nuestra generacin fue violentamente confrontada y sacudida por oscuros aspectos de la vida,como lo son la muerte y el sufrimiento, que la mayora de las generaciones habitualmente ignoran, tienen queconsiderarlos o huir de ellos. El primer rumbo la lleva hacia un sentimiento religioso vital o un sentimiento ateo

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    refractario. El segundo rumbo la hunde en la sensualidad. Este es el siglo del desafo. La humanidad deberescoger entre continuar en el viejo modo materialista de vida o poner en marcha un modo ms espiritual. Y amenos que el sufrimiento de la guerra y la crisis despierten espiritualmente a una cantidad suficiente depersonas, la perspectiva ser oscura.

    La situacin es grave todava. Dentro de poco sabremos con exactitud hasta dnde ha llegado este despertar.Los acontecimientos no dejarn en paz a la humanidad; la estn acorralando de modo tal que no hay escape.Deber hallar un modo nuevo y mejor de vida, o hundirse y perecer. En La Sabidura del Yo Superiorescribimos

    que la humanidad estaba caminando por el borde de un precipicio. Esa advertencia debe reiterarse aqu en elsentido de que si no responde al nuevo llamado mientras todava hay tiempo, sus das de seguridad estncontados. Las opciones son claras. La humanidad deber ampliar penosamente su perspectiva para incluir labase espiritual de la vida o continuar restringindose a un materialismo en ocasiones patente, a vecesencubierto. En el primer caso, se salvar y salvar a' su civilizacin; en el segundo, sucumbir ante los malesque semejante materialismo engendra.

    Cuando interpretamos estos hechos a la luz de la filosofa, observamos que mientras los hombres buscaronsolamente un triunfo personal partidista o grupal sobre otros hombres, en vez de buscar el triunfo del bien sobreel mal, y de la verdad sobre la falsedad sus asuntos siguieron pasando de un yerro a otro y de una afliccin aotra. Tales personas, de modo natural pero muy equivocadamente, distribuyen su crtica sobre otros hombres,o sobre acontecimientos o cosas. Los problemas polticos y sociales encubran un problema ms profundo an.Quienes formulaban un juicio rpido sobre datos limitados o quienes crean que la mente es un mero derivadode la materia, no podan percibir esta verdad. En medio de todo este clamor de lenguas y sistemas, individuos eintereses, los problemas fundamentales se oscurecieron y su carcter esencialmente mental y tico permaneci

    invisible. El fracaso espiritual y la crisis poltica de esta poca se ahond antes de la guerra; ni su mente ni sucorazn fueron capaces de recuperar a uno o resolver a la otra. Su alardeado progreso se descubri que erasuperficial.

    La filosofa rechaza las opiniones esotricas hindes de que el universo no es ms que ilusin, que susluchas son un juguetn pasatiempo de Dios, o su nacimiento un craso error de Dios.

    Pero es errneo decir que el Supremo crea el mal. El hombre lo crea; el Supremo meramente lo permite. Siesto no fuera as, el hombre podra reclamar que se lo liberara de su responsabilidad personal de obrar mal. Si lavoluntad individual del hombre est incluida en la ms poderosa voluntad de la Naturaleza (Dios), y est sujeta aella, empero tiene la independencia para elegir, la fuerza para crear y la libertad para actuar dentro de lmitesfijos.

    No es incoherente conceder que, en su carcter inmediato, el mal existe y tiene vasto alcance y poderformidable, mientras en su carcter ltimo es preferentemente la ausencia del bien. La experiencia atestiguaeso. Pero existe como nuestra idea humana y en un sentido relativo. No tiene ms ni menos realidad quecualquiera de nuestras otras ideas. Aqu la filosofa no enuncia doctrinas nuevas. En la Edad Media, Toms deAquino argumentaba que el pecado es estar privado del bien. En poca anterior, Plotino argumentaba que lainfinitud misma de Dios debe, en consecuencia, implicar imperfecciones como males morales y fsicos y que, envez de infringir la omnipotencia de Dios, estas imperfecciones realmente indican Su infinitud. En laera precristiana, Platn transmiti una tradicin que explicaba al mal como la negacin de la actividad positiva ybenfica de Dios.

    Trtase de un largo y fatigoso camino, pero es un hecho que hasta que los hombres lleguen a una etapaavanzada de evolucin, no aprendern, excepto que se entreguen a la enseanza del sufrimiento y a laslecciones de la congoja advirtiendo las aflicciones que se suceden tras una accin equivocada y malas obras.Tarde o temprano, los hombres afrontan los resultados de las pasadas acciones malas o insensatas.

    El mero espectculo terrible del odio organizado bastara para que alguien se volviera cnicamente pesimistaacerca de la naturaleza humana. Pero cuando esa persona advierte cuan monstrusamente se extiende el mal enel carcter humano por todo el mundo, y especialmente cuando descubre cuan hondamente penetra en losdenominados crculos espirituales, deber retroceder espantada y aterrorizada en lo que a ella respecta,sin esperanzas ni confianza en lo que concierne a la humanidad. Deber percibir que el dogma catlico romanodel pecado original no dista de la verdad prctica, por lejano que est de la verdad ltima. Semejante situacin,

    como la actual situacin de la humanidad est llena de los ms graves peligros y no puede continuar mucho msque un decenio ms o menos. Si no se le pone fin pronto, sern las fuerzas evolutivas las que pondrn fina nuestra presuntuosa civilizacin humana.

    A un hombre posedo por losdemonios (hitler) lo consideraron un nuevo Mesas, un profeta de Dios. El hechode que Hitler, en menos tiempo, hiciera ms para modelar el pensamiento y la vida de millones de seresfavorables al mal que cualquier otro hombre capaz alguna vez de favorecer al bien, es una triste prueba de quela moralidad experimentar ms rpidamente una cada que un surgimiento, y de que la espiritualidad es msdifcil que llegue que la materialidad. Los alemanes siguieron a este Anti-Cristo con una devocin y una femayores que la que haban demostrado hacia Cristo.

    El Anti-Cristo ocupa siempre el campo antes, durante o despus de la hora destinada a la aparicin del Cristoverdadero. Pero en nuestro tiempo esto no slo es cierto respecto de los problemas espirituales (o sea,religiosos, msticos, morales y metafsicos), tambin lo es respecto de las imgenes sociales que aqullosreflejan. Porque el veloz movimiento de la tcnica moderna impulsa un movimiento paralelo de las nacionesmodernas rumbo a una asociacin mundial supranacional, el nazismo ofreci, por adelantado, su propia versin

    egosta y caricaturizada de lo que semejante asociacin debera ser, y procur materializarla por la fuerza. Elbuen xito habra impedido que se fundara una verdadera asociacin mundial. La versin nazi era muy sencilla.Consista en el pitn alemn que se-tragaba a todos los dems animales y, de esta manera, creaba, con todosellos, una unin! Los nazis tenan inteligencia y ganas suficientes para apropiarse de algunos valoresespirituales, ofreciendo sus falsificaciones materialistas. El hecho asombroso es que creaban una parodiahorrible de ideas capitales que eran oportunas para incorporarlas a la actitud del hombre moderno respecto de la

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    vida. De esta manera esperaban aprovecharse del espritu de los tiempos para engaar a aqul.Tal vez se formule esta pregunta: si el mal es una cosa relativa y no absoluta, por qu a las fuerzas que

    inspiraron a los nazis las llamamos fuerzas del "mal"? La primera respuesta es que, en la etapa de cultura ticaque las masas alemanas haban generalmente alcanzado, lo que deba haber sido bueno para ellas los nazis lorepresentaban como malo, mientras que lo que deba haber sido malo para ellas, se lo representabancomo bueno. La segunda respuesta es que espritus malignos mentirosos dirigan al movimiento nazi desdedentro... Por qu no trabajar en favor del mero autoengrandecimiento si el individuo es nada ms que la

    persona fsica y egosta? Por qu no dejar que la guerra destruya a un milln de hombres, mujeres y nioscuando stos obstruyen la senda hacia semejante triunfo personal, si, tarde o temprano, estn condenados aperecer, de todos modos, para siempre? Por qu no establecer la adquisicin de cada vez ms y ms bienestodava, por los medios ms terribles, si la afortunada adquisicin de cosas materiales es la nicaaspiracin razonable en la vida de un hombre? Por qu no intimidar a todos los clrigos, a todos losestudiantes de literatura, a todos los predicadores de tica, a todos los filsofos del espritu, a todos los artistasde elevado genio cuya influencia da a sus seguidores la debilitante idea que los despierte ante el hecho de quepuede exisitir una realidad ms all de este montn de carne y de su medio ambiente terreno? Estas eranpreguntas razonables para la mente nazi porque estaba llena de hostilidad hacia lo divino en s y de odio hacia lodivino en los dems. De all que su peor legado de posguerra para el mundo sea el prejuicio, el rencor, el recelo,la intolerancia, la envidia, la ira, el desequilibrio, la codicia, la crueldad, la violencia y el odio, males stos quecorroen los corazones de millones de personas con intensidad terrible. Esta es la peligrosa situacin emocionalque el nazismo dej a la humanidad. Jams hubo, en la historia del mundo, tanto odio y tanto rencor. Jamshubo, en la historia, tanta necesidad de benevolencia y solidaridad entre los seres humanos. Esta situacin

    conmueve y desanima a todos los que, de verdad, desean el bien de la humanidad. Por tanto, cul es la leccinque la humanidad ms necesita aprender en la actualidad? La leccin de la piedad, de la compasin. Lanecesidad de ms amor y menos odio en el mundo es evidente. Empero, los hechos extemos y los movimientosemocionales de nuestra poca muestran ms odio y menos amor. Dnde est nuestro alardeado progreso? Laltima consecuencia de toda esta tendencia del mundo de antes de 1939 fue la desolacin y la violencia de laguerra. La ltima consecuencia de ella en el mundo de la poca de paz puede ser desastrosa a su modo. Lageneracin ms joven creci en una atmsfera explosiva, egosta y materialista. Si la tragedia pblica y el vacoprivado, pertenecientes a nuestra poca, no pueden convertir a esa generacin y a muchos de sus mayoreshacia un modo espiritual de vivir, nada podr hacerse con bastante rapidez. En ese caso, antes de que pasemucho tiempo, la destruccin total pondr fin a nuestra civilizacin decadente.

    Quienes tenan ojos para ver perciban claramente, incluso cuando el nazismo estaba en su cnit, que una delas principales tareas histricas de aqul sera la de acelerar este proceso en la Alemania misma en la que lasformas nazis se derrumbaron por completo, incluso despus de una existencia ms breve. Y esto porqueaquellas formas eran, en esencia, demasiado retrgradas en ese tiempo. A sus adherentes les proporcionabantoda la ilusin, pero poca realidad de progreso. De este modo, fueron envenenando los renuevos desde laverdadera lnea de progreso. Parte de la misin semiconsciente de Hitler era liquidar el viejo orden de cosas ydestruir las perspectivas del mundo que haban perdido su oportunidad y su capacidad de servicio. Pero,aunque en este sentido Hitler estaba muy adelantado a su poca, en otros sentidos estaba, por supuesto, muydetrs de ella. No entenda que la era de los dinosaurios morales y de los pterodctilos mentales haba pasadohaca tiempo.

    El prevaleciente estado materialista del mundo y su consiguiente influencia sobre el carcter humano puedenllevar a algo incluso ms devastador que la guerra. La naturaleza tambin podra participar del juego. En un parde meses, precisamente despus de la primera guerra mundial, la epidemia de gripe mat muchas veces mspersonas que las que perecieron durante los cuatro aos de esa misma guerra. La ciencia y la civilizacin,la cultura y las ciudades de la Atlntida fueron borradas de la superficie de la Tierra, las devor una vasta masade agua que, desde entonces, durante miles de aos de moverse incesantemente, dej limpio de la sucieadantigua el asiento de aqullas. A travs de semejantes cataclismos, la naturaleza se libera de lamolesta presencia de los malvados, purifica su cuerpo de nidos de corrupcin, y se defiende contra los viciosque su propia prole procura establecer. De esta manera, la naturaleza le devuelve a la humanidad los castigos

    por las iniquidades de sta . Cuando la violencia de la naturaleza, como en los terremotos y ciclones, es tangrande, o cuando los golpes del destino son tan recios como para hacerles sentir a los hombres su pequeez ysu impotencia, el instinto de volverse hacia algn poder superior con resignacin o splica, surgeespontneamente. En nuestra poca, fueron muchos los que, tan aturdidos por un duro materialismo, llegaron anegar la realidad de este instinto, pero slo lo han encubierto. No pueden destruirlo.

    Pero al desafo lo volvi final, urgente y agudo una fuerza nueva a la que se dej suelta en el mundo: lasbombas atmicas y de hidrgeno! La energa liberada por la desintegracin atmica est ahora en nuestrasmanos. Lo que otrora fuera el sueo fantstico de unos pocos cientficos se convirti en la horrible realidad de lahistoria contempornea. El nuevo tipo de bomba tiene efectos sin paralelo. Puede destruir e incendiar una vastaregin de un modo total, antes desconocido; puede, en un solo ataque, hacer desaparecer ciudades enteras consu tremenda concentracin de potencia incendiaria y explosiva. Hizo que fueran anticuadas todas las armasmilitares conocidas y releg como obsoletos muchos problemas de seguridad. Sus posibilidades de matanzamasiva constituyen la mayor revelacin de nuestros tiempos. Es significativo que la bomba atmica noapareciera hasta el final de la guerra contra el Japn, y no apareciera en la guerra contra Alemania. Esto seala

    el hecho de que, si se desarrolla otra guerra, este nuevo gnero de conflicto blico ha estado reservado para lsolo en los designios del destino y los anales de la historia. La guerra deber ahora matar por completo a lamayor parte de la raza humana o matarse a s misma mediante su propia perfeccin. Ella es tal vez la forma msdramtica y ms visible del mal en toda la historia de la humanidad.

    El orden que la humanidad construye es, despus de todo, la expresin de su percepcin espiritual o de suceguera espiritual. El orden nuevo no ser mejor si no es mejor el entendimiento. Caern en falsas esperanzas

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    todos los que no logren percibir la directa relacin causal entre la vida interior y la vida exterior, y quienesignoren el accionar exacto e infalible de la ley moral. Las vastas crisis y calamidades que golpearon almundo despertaron, en millones de personas, vivas expectativas de cambio social y renovacin universalinminentes en las formas espirituales y materiales de la sociedad. Estas tensiones terribles hicieron quenumerosos sufrientes se dedicaran a buscar su propia redencin. Nadie puede determinar todava, conexactitud, cuan grande debe ser la cantidad de aqullos, pero cualquiera puede percibir cuan pequea debe seren proporcin con el total de poblacin.

    Podemos estar seguros de que existe una razn tremenda para que el destino permitiera las consecuenciastremendas de que la energa nuclear se pusiera a disposicin de la humanidad en esta precisa coyuntura de lahistoria. Por tanto, no es un accidente que, en esta generacin, todo haya entrado en un estado de crisis. Unavoluntad superior est guiando los asuntos mundiales. Este estado no podra haberse desarrollado conantelacin, pues entonces habra sido muy prematuro. Est sincronizado krmicamente y conectadoanteriormente con el gran punto crucial de la evolucin del ente humano, con el apartamiento de ladesequilibrada inmersin en las apariencias fsicas y del apego excesivo a la personalidad. Cunto malhumano desaparecera si los hombres ampliaran sus perspectivas y achicaran su egocentrismo! Los efectosexternos de este movimiento evolutivo interior se estn sintiendo grandemente por todas partes pero en ningunaparte se los est entendiendo claramente. Lo que en Mas All del Yoga afirmamos en el sentido de quela humanidad se est acercando al umbral de la adultez significa que, desde el instante en el que comenz elnuevo sesgo evolutivo, la evolucin ignorante e infantiloide del ente humano tambin empez a tocar a su fin.Hasta aqu, haba andado entre tropiezos, medio a ciegas, en su adolescencia y su juventud. De aqu enadelante, recibir conocimiento y podr desplazarse ms conscientemente; tambin tendr que asumir, cada vez

    ms, las responsabilidades de la madurez espiritual. Cuando a su tiempo la crisis actual llegue a su fin,interiormente se liberar un influjo divino y exteriormente se manifestarn varios maestros espiritualmente dealtos grados. El siglo XX ser, realmente, el "siglo de la iluminacin". De esta manera, al principioinvoluntariamente y ms tarde voluntariamente, el hombre obedece al propsito superior que el plan divino letiene asignado. Este propsito no puede dejar de cumplirse, pues, en este universo, cada cosa trabaja enprocura de ese fin. Para cumplirlo no depende de su cooperacin consciente, ni lo desbaratar su oposicinciega. Puede trabajar con l u oponrsele. Al final, el primer derrotero conducir hacia el regocijo, el segundohacia el sufrimiento. Tal como est constituido, no le es fcil tomar el derrotero ms sabio. Empero, la evolucinle forzar a entrar en l gradualmente, de modo fcil o no, pues el mundo es un mundo correctamente ordenado.

    El movimiento de la humanidad es cclico y en este momento en que la rueda deber dar una nueva vuelta,las dos fuerzas universales que luchan eternamente entre s (la fuerza que eleva al hombre y la fuerza que lodegrada, los elementos evolutivos y los elementos adversos de la naturaleza) se encuentra en una luchatremenda, de tensin inaudita. Quien no logre percibir que ste es el problema fundamental o quien,percibindolo procure eludirlo, contribuye a ser responsable de los acontecimientos que se sucedan. Si noentendemos a las fuerzas humanas y sobrehumanas que estn trabajando en el mundo, no entenderemos cmoocuparnos apropiadamente de la crisis mundial misma. Deberemos llegar a ser conscientes de qudireccin inevitable estn tomando las fuerzas histricas por debajo de los acontecimientos visibles; ydeberemos aprender a interpretar correctamente las diversas corrientes y contracorrientes que el perodo deposguerra puso en marcha.

    Los descubrimientos nucleares fuerzan a la humanidad a elegir entre dos opciones: la aceptacin real de laley moral, o la virtual autodestruccin. Este es el accionar divino. La actual es realmente una poca fatal. Hoyvivimos todos con bombas terribles que penden invisibles sobre nuestras cabezas! Slo un cambio drstico delas actitudes morales podr afrontar con eficacia su peligroso desafo. Y qu otra cosa es esto sinouna eleccin entre cultivar una autodisciplina mayor o aferrarse a un egosmo obsoleto; una decisin entre unaalianza con la presencia sagrada o una continuacin de la indiferencia hacia aqulla? Si fracasamos en efectuarla eleccin correcta, entonces no pasar mucho tiempo antes de que la vida civilizada de este planeta llegue asu fin.

    El curso de los acontecimientos despus de la segunda guerra mundial no puede parecerse al curso de los

    acontecimientos despus de la primera guerra mundial. Todo est contra eso, pues esta vez la humanidadafronta un ultimtum, un desafo final para que inaugure una poca nueva y ms noble, o desaparezca delaTierra en general. Las dos opciones se nos han presentado claramente para que escojamos entre ellas. Nohay un camino medio.

    CAPITULO II

    LA AVENTURA DE LA MEDITACIN

    Eruditos profesores de la metafsica psicolgica solan ensear que la consciencia implica siempre unarelacin con un objeto porque se dirige siempre hacia algo. Si bien esto es verdad, slo lo es respecto del nivelde la experiencia corriente. Deja de serlo en el nivel del tipo ms elevado de experiencia mstica. Aqu, laconsciencia puede existir sin relacin alguna, pues se la puede dirigir hacia su propio yo. Esta es la experiencia

    nica que ocurre en la mente y que no posee, en absoluto, correlacin con (ni determinacin por) lo que ocurra,al mismo tiempo, en el cuerpo, al cuerpo o fuera del cuerpo. Por tanto, esto demuestra la falsedad de la actitudmaterialista del hombre. El mundo de la experiencia corriente no es el ltimo mundo posible. Hay un mundo msprofundo y ms divino, o, segn la acertada frase de Wordsworth, un "desconocido modo de ser", abierto a laaventura del hombre. Este no alcanz todava la verdadera consciencia de s; por eso, vive demasiadocompletamente en el nivel inferior de su existencia. Realmente, es tiempo de que tome plena posesin de s.

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    Pero el encuentro extemo con las expresiones msticas es una cosa, y la experiencia personal de los estadosmsticos es otra muy distinta. La teora mstica tiene que justificarse en la experiencia mstica. Ella es muy capazde hacerlo. En realidad, semejante experiencia puede comprobar ptimamente su practicidad. Entonces, sedescubrir que no se puede prescindir fcilmente de ella como si fuera quimrica, pues la experiencia de milesde hombres, a lo largo de la historia, en todas las condiciones sociales de vida, ha confirmado la realidad y laasequibilidad del estado trascendental. Sin embargo, por contraste con el nmero total de personas en elmundo, son relativamente pocas las que tienen sensibilidad como para haber odo estas armonas msticas de la

    existencia humana. Empero, no debemos considerar al mstico como un tipo altamente especializado deser humano. El es como nosotros, pero tuvo la visin y la paciencia de perseguir infatigablemente un acto de fecon una larga serie de experimentos activos para comprobar la verdad de esa fe. Si un hombre tom contactocon esta consciencia superior, todos los hombres pueden tomar contacto con ella. La prerrogativa no esexclusiva sino inclusiva, no es personal sino comn.

    En nosotros hay algo de lo que no somos normalmente conscientes. Slo en raros momentos somosconscientes (y ello oscuramente) de un segundo yo, por as decirlo, de un yo ms noble y sereno. Podemoshaber experimentado tal elevacin slo durante unos pocos minutos pero, de all en adelante y siempre, nosobsesionar una percepcin de su tremenda importancia, pues percibimos que entonces estuvimos en contactocon algo distinto de nuestro yo corriente, ms sublime que nuestro yo corriente, pero, a pesar de ello, de algnmodo relacionado con l. Quienes experimentamos tal estado inspirado, sentimos su serenidad, degustamos supotencia, y obedecimos a sus advertencias, sabemos bastante bien que slo entonces estuvimos plenamentevivos. De nada sirven los empuados argumentos del escepticismo de los dems contra el hecho adamantino denuestra abrumadora experiencia. A sta nada la reemplaza. Est ms all de toda erudicin intelectual, por

    encima de todos los ritos religiosos.En realidad, esto es nada ms que el reconocimiento del "alma". El alma est muy ciertamente all, pero si loshombres no se vuelven hacia adentro y le prestan atencin, entonces, para ellos, ella no est all. Pero, enrealidad, est all siempre, y el fracaso en reconocer su existencia es realmente el fracaso en apartar la atencinde la interminable multitud de cosas que continuamente la vierten hacia afuera. Es por esto que es tan necesariala meditacin, que es el arte de volver la atencin hacia adentro. Podemos descubrir al alma por medio denuestra propia mente. La consciencia que se vuelve hacia adentro, que se aparta de la actividad de los cincosentidos para contemplarse, siente primero la presencia y despus toma consciencia de la mente divina que estdetrs de esa presencia. Por tanto, la prctica de la introversin mental, o la meditacin, es muy esencial en estabsqueda.

    No podemos volver a capturar esos gloriosos momentos de reconocimiento, pero no podemos olvidarlos. Estasituacin atormentadora impone a nuestros sentimientos desasosiego e inquietud, que jams se mitigarn amenos (y hasta) que nos dediquemos a la bsqueda. Si el Espritu nos inspirara en toda hora y en todo lugar,debemos primero dejar que nos inspire en horas fijas y en lugares fijos. Esta es una justificacin de lameditacin, pues toda inspiracin surge de las interiores honduras de nuestra naturaleza. No podemos obligarla,sino que podemos invitarla. No podemos darle rdenes, es ella quien nos ordena. Por tanto, el mejor modo deinspirarse en rastrearla intuitivamente hasta su origen, o sea, hasta el yo divino que est dentro de nosotros. Lameditacin ayudar a este desarrollo de la intuicin latente, pues la meditacin es un proceso intuitivo.

    La mstica es un territorio con el cual el hombre promedio no est plenamente familiarizado. Entra en l, si lohace, con cierta incomodidad y cierta vacilacin. En consecuencia, es un hbito comn de los crticos ignorantesburlarse, como si fueran morbosos los msticos que cultivan la facultad introspectiva. Pero el hecho es que si setrata de un mstico filosfico, llegar a ser amo victorioso de la instrospeccin ms bien que su vctima morbosa.Quien, mediante prctica continua logr buenos resultados en los procesos de meditacin, se convierte entestimonio vivo de su valor indudable. Demuestra en s mismo que sus resultados prometidos puedenconcretarse, que no se trata de un sueo alocado ni de una abstraccin fantasiosa. Si antes no hemospracticado jams el arte de la meditacin, con seguridad no podremos usar nuestro tiempo con una finalidadmejor que empezar a hacerlo ahora. De esta manera, introduciremos un nuevo ritmo en nuestra vida, lo cual asu tiempo nos ayudar de todos los modos imaginables, lo cual posibilitar el mejoramiento de nuestro carctery nuestra capacidad, nuestra tica y nuestra consciencia, nuestro entendimiento y nuestra paz, nuestra intuicin

    y, a veces, incluso nuestra suerte. Practicado con fidelidad y durante bastante tiempo, compensar ampliamenteel esfuerzo prestado y conferir beneficios que muchos anhelan y pocos encuentran. Tambin est el testimoniode la historia, aunque, debido al confuso carcter de sta, nuestra era iconoclasta lo juzgue de poca monta. Elsistema del yogafue enseado y practicado a la vera del Ganges mucho antes de que Roma hubiera alcanzadosu apogeo. El mtodo de los cuqueros, de "atender" en silencio "al Seor", ha sido practicado durante la eramoderna en los villorrios ingleses y en las ciudades norteamericanas. El estudioso que tenga tiempo parahacerlo puede reunir cien formas diferentes de tcnica mstica. De esta confusa coleccin de ideas es posiblean extraer alguna praxis, claramente comn a todas aqullas, de un cultivo metdico de la vida interior.

    Al novicio occidental le ayudara mejor una descripcin ms precisa y menos potica del arte de la meditacinque la que habitualmente se da. Por qu no debera haber una ciencia de su aspecto tcnico como ya hayciencias de los aspectos tcnicos de tantas otras artes? Las pginas siguientes son una contribucin al intentode formular semejante expresin cientfica.

    El primer imperativo es la necesidad de soledad y tiempo para cultivar la vida interior, tanto en su fasemetafsica como mstica. Se necesita soledad porque la presencia de otros perturba claramente el proceso de

    vaciamiento. Se necesita tiempo porque la mente est habitualmente llena de pensamientos del mundo extemo;es totalmente esencial vaciarla de aqullos por un tiempo: de modo regular, habitual y deliberado. Sin embargo,si no usa decididamente la fuerza de la voluntad, para la mayora es difcil conseguir soledad o encontrar tiempo.

    Si un requisito lo produce, en parte, la necesidad que el aspirante tiene de poder concentrar su pensamientosin interrumpirse, tambin en parte lo producen los inquietos fluidos mentales que la mayora lleva consigo. Esagente rehuye estar sola e introduce naturalmente una influencia adversa en todos los lugares en los que se

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    practica la meditacin solitaria. El terror de esa gente respecto de la soledad tal vez surja porque le hace tomarconsciencia de la falta de objetivos espirituales y del vaco intelectual de su estada en la Tierra. El temor de estarsolo significa sencillamente que un hombre no tiene vida interior. Es materialista y estpida la escala de valoresque enumera a la soledad como un mal horrible que hay que evitar, o considera que desearla es un rasgoexcntrico o incluso antisocial. El mstico que aprendi el arte de la soledad creadora puede or una voz mentalen su silencio interior. De esta manera, la soledad que para algunos es enloquecedora, para l es iluminadora.

    Respecto del otro requisito, durante cierto tiempo de cada da deber haber una separacin de todos los

    trabajos fsicos y todas las actividades intelectuales habituales, lapso en el cual el aspirante podr llegar a estary permanecer corporalmente inmvil y mentalmente quieto. Una o dos veces por da deber separar unmomentito para meditar, tal como aparta algn tiempo para comer. Esto es indispensable para lograr progresoespiritual. Es absolutamente practicable que la mayor parte de la gente cree una rutina que, mientras satisfaga lanecesidad de recogerse para meditar, no obstante no interfiera con las actividades y deberes mundanos.

    Peridicamente, es necesario dejar de lado las cosas temporales para buscar lo intemporal, para aislarse delmundo extemo a fin de buscar un mundo interior. La finalidad psicolgica de semejante aislamiento es crear unhbito nuevo y una nueva actitud. El hbito es la meditacin. La actitud es la introversin. Al aspirante se loinduce a la ardua tarea de reeducar sus facultades perceptivas, intelectivas y de atencin. A estasfacultades hay que cultivarlas mediante una serie de ejercicios regulares. Esto implica autoinstruirse en untrabajo definido y en un aprendizaje largo y progresivo. La meditacin es un arte que hay que aprenderlomediante prctica repetida, como el arte de tocar el piano. Virtualmente, a nadie le llega de modo natural.Su tcnica requiere una destreza que tiene que ser aprendida como la de cualquier otro arte.

    Aqu puede ser una excelente ayuda la tendencia de la mente a formar hbitos. El hombre ganara ms con

    los ejercicios que practique regularmente durante unos seis meses que con los mismos ejercicios efectuadosintermitentemente durante el mismo lapso. En consecuencia, debe asignrsele una hora fija del da. El ritmoideal sera meditar tres veces por da, en coordinacin con el ritmo de los movimientos del sol: al amanecer,al medioda y al anochecer. Pero ese hombre no podra llegar a esto de repente. Podra ponerse mejor enmarcha con un solo perodo y continuar con eso durante meses, o incluso aos, hasta que se sienta dispuesto aavanzar y aadirle un segundo periodo. Tendr que trabajar en estos dos perodos, que pueden ser el amanecery el anochecer, o el medioda y el anochecer, pues, un considerable tiempo antes, el impulso interior es probableque le diga que d un paso ms y aada el tercer perodo. Tal vez entonces ni siquiera le sea posible adherirsiempre, con fidelidad, al programa as proyectado. Por ejemplo, las necesidades sociales pueden obligarle aomitir un perodo u otro casi todas las semanas. De all que debe hacer lo mejor de s dentro de los lmites desus circunstancias personales.

    Sin embargo, tal como es la situacin habitual del hombre occidental promedio, una sola meditacin es cuantoaqul podr practicar convenientemente cada da. Esto bastar y sobre tal base podr efectuarse un avancesatisfactorio. Si no dispone de las horas del amanecer o del ocaso para la prctica mstica, entonces puedeajusfar su tiempo para que se acomode a su propia conveniencia. Aunque la norma general es que la meditacines mucho ms fcil y ms eficaz inmediatamente antes de una comida, no es menester que a esta regla se lasiga siempre rigurosamente. Por ejemplo, si es ms conveniente realizar la prctica despus de participar de laprimera colacin del da y si este desayuno es liviano, eso no ser un impedimento; o si a cualquier hora del dahay una sensacin genuina de hambre, satisfacer primero esta sensacin e intentar luego meditar serapreferible a que el hambre moleste durante el perodo de prctica. La regla sobre elegir una hora que preceda alas comidas para meditar no se aplica a los estudiantes avanzados. En el caso de stos, si durante la prctica seefecta un contacto con el elemento superior, y luego se interrumpe la prctica para participar de una comida enla que la conveniencia hogarea, la necesidad social u otras circunstancias pongan a la hora fuera de su control,si lo desean pueden retomar la meditacin despus de comer, y, habitualmente, descubrirn que el contacto serecupera con rapidez y facilidad.

    Pasar algn tiempo antes de que menge la agitacin mental creada por el hecho de sumirse en negociosmundanos o en asuntos personales. Hasta que ello ocurra, el aspirante no podr seguir trabajandopositivamente en la meditacin sino que ms bien deber dedicarse a la tarea meramente negativa dedisipar esos recuerdos que lo distraen. Esta es una razn de por qu, en Oriente, para tal prctica se

    recomienda el perodo matutino. Al comenzar el da, los pensamientos y emociones del aspirante estn todavatranquilos y es por ello que, recogerse en el centro de aqullos, es, a la sazn, ms fcil. Sin embargo, quizsalgunos descubran que la maana (con su anticipacin de actividades que an han de ponerse en marcha) noes atrayente para esta actividad y consideran que la fatiga misma de un arduo da de trabajo induce a relajarseal anochecer y buscar la paz interior El propio ritmo del autor, que l mismo desarroll para adecuarlo a suscircunstancias de hombre sumido en muchas ocupaciones y trabajos, es el siguiente: cada maana recuerda lafinalidad superior de su vida con una oracin, durante solamente dos o tres minutos. Cada anochecer (si le esposible), se recoge en una meditacin que dura una hora.

    Si la hora regular para meditar resulta en ocasiones inconveniente, se la puede posponer. Si esto fueraimposible, por ese da puede abandonarse la prctica. Si es posible ajustarse con constancia al perodocompleto previamente proyectado como '--deseable y disponible para tal ejercicio, esto ayudar a crear un hbitoventajoso. Pero, si cualquier da en especial la fatiga resulta intolerable, entonces tambin ser mejor abandonarla prctica por ese da. Independientemente de estas horas fijas, o tal vez en reemplazo de ellas, se volver apresentar, una y otra vez, el llamado intuitivo a abandonar todo trabajo fsico y toda actividad intelectual. El

    aspirante debe obedecer a ese llamado. En medio de los quehaceres comerciales o del trabajo diario, tal veztenga cadas repentinas en la abstraccin interior. Aqullas, por lo comn, sern muy breves y es preciso que selas mantenga as. Pero vale la pena que se las cultive en todo lugar y siempre que se produzcan. Si esto serealiza con frecuencia y fidelidad, la facultad meditativa se acrecienta.

    Aunque no sea prudente fijar una duracin universalmente sostenible, pues sta depender siempre de lascircunstancias individuales y de las aptitudes personales, no obstante puede decirse que, en la mayora de los

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    casos, es ms que suficiente una concentracin plena y perfecta de dos minutos y medio, o una meditacinplena y perfecta de cuarenta y dos minutos. En estas cifras no est incluido el lapso preliminar en el que ala mente se la desocupa de todos los pensamientos que la distraen. Al practicante avanzado, capaz de entrar enel tercer grado, que es el de la contemplacin, segn la tradicin de la enseanza oculta (tanto en beneficiopropio como en beneficio de la sociedad) se le aconseja que limite esta experiencia deliciosa a veintiseisminutos. Pero, como ya se expres, sera imprudente una regla para todos los hombres, en todos los tiempos yen todos los lugares. Quien en la meditacin es un aprendiz se fatiga con facilidad y adelantar mejor fijndose

    tareas fciles y perodos breves. Estos podrn aumentarse gradualmente siempre y cuando el impulso interior selo ordene. Siempre que el aspirante haya avanzado hasta el sitio en el que perciba intuitivamente que un pocoms de tiempo dedicado a estos ejercicios le dara grandes resultados, debe seguir esa direccin y buscarmodos y medios para aadir un cuarto de hora, veinte minutos, etc. Esto ocurre, habitualmente, slo en ciertaetapa de su avance, y debe vincularse con esa etapa.

    "A menudo, pienso en cuan tenue es el hilo que mantiene unidos a nuestros pensamientos. Hambre, sed,calor, fro... un contacto de cualquiera de ellos y toda la esttica... desaparece como por el toque de una varitamgica." As escribe Robert Gibbing en su libro de viajes Coming Down the Wye. Precisamente, el hecho dedepender de los elementos extemos es el que hace que el aspirante necesite modelarlos en forma decooperacin, antes que dejarlos que permanezcan en una forma obstructiva. El aspirante no deber serestorbado por el aparato fsico de la meditacin, pero tampoco deber descuidarlo. Por ejemplo, demasiada luzperturba la meditacin. En horas del da, las cortinas de las ventanas debern estar corridas. Alanochecer, quienes vivan en ciudades descubrirn que lo mejor es la iluminacin elctrica indirecta o conpantallas.

    La primera cuestin que habr de atender es el lugar en el que el aspirante se propone realizar la prctica.Debe ser un sitio en el que pueda permanecer tranquilo durante el perodo que escogi. Dondequiera que estosea posible,'el lugar tambin es preferible que sea rural a urbano, pero aqu raras veces se dispone de libertadpara elegir. Slo tenemos que contrastar la apaciguadora tranquilidad de la vida en el campo con eldiscordante bullicio de la vida en la ciudad para damos cuenta de dnde el mstico podr alcanzar mejor sufinalidad. La vida en una gran ciudad, con el trnsito vehicular que pasa constantemente, no es conducente a lameditacin. Los bosques son particularmente amigables con el aspirante que busca la atmsfera justa parasus meditaciones hondas y pacficas; los jardines, para el aspirante que busca felices xtasis msticos.

    La siguiente cuestin concierne al cuerpo. Una columna vertebral derecha, erguida, con la cabeza erecta yalineada con aqulla ayuda a menudo a mantener alerta la atencin de quien medita y da ms fuerza a laconcentracin. Debe tratar de cultivar el hbito de estar sentado, durante ese perodo, tan fijamente como unafigura en un cuadro. Al principio, hallar difcil mantenerse incluso fsicamente quieto mientras dure la practica, yms difcil todava mantenerse mentalmente quieto; pero los viejos hbitos de estar nervioso o inquieto ceden, asu tiempo, ante tales esfuerzos. Sin embargo, es absurdo elevar esta sugerencia particular a la categora de undogma universal riguroso, como muchos yogis lo hacen. Es exagerada la importancia que atribuyen a unaparticular postura corporal durante la meditacin. Ellos insisten en que la columna vertebralperfectamente erguida es el requisito previo de buenos resultados. Pero, los msticos sufes del Cercano Orientey de Irn han meditado durante mil aos con la cabeza inclinada hacia el pecho o con la columna vertebral tanencorvada como para llevar la cara cerca de las rodillas, o incluso con un rtmico movimiento de vaivn haciaadelante y hacia atrs. No hallaron que esto impidiera buenos resultados, y sus logros fueron plenamenteiguales a los de los yogis. Ralph Waldo Emerson, que igual a la mayora de los msticos y yogisorientales encaptacin mstica y alcance moral (y que, incuestionablemente, fue superior a muchos en logros intelectuales yequilibrio psquico), usaba una mecedora ante su mesa de escribir. Ese rtmico sube y baja le ayudaba en sutrabajo. Ahora bien, eso no poda haber sido de ayuda durante el acto fsico de escribir (pues eso lo habrainterferido) sino slo en los intervalos de contemplacin entre tales actos. Por tanto, el movimiento de sumecedora le ayudaba, no le estorbaba. Hace treinta aos, quien esto escribe no poda obtener personalmente eltrance mstico sino echado de espaldas en su lecho. Diez aos despus, esa era la postura que le impedaobtenerlo! En la actualidad, no constituye diferencia el que est sentado, erguido, acostado de espaldas o con lacabeza cada: el hecho de pensar concentradamente en el Amado basta para poner a la mente libre en rpida

    unin con Aqul.Cul es la moraleja de esto? La primera moraleja es que lo que ms importa es el pensamiento, y que lo queocurre interiormente en la mente y en el corazn es ms importante que la mera actividad externa. Por qu lasgrandes religiones orientales, como el islamismo, el zoroastrismo y el hindusmo, prescriben abluciones antesdel rezo? La intencin real es liberarse con seguridad de la perturbacin mental resultante de un cuerpo sucio y,por tanto, incmodo. En la limpieza no hay virtud mstica. Algunos famossimos santos de Occidente y faquiresde Oriente han sido fsicamente sucios. Muchos tomas del Tibet llegan a no baarse durante meses. El valor realde la limpieza radica en quitar un obstculo posible de la concentracin mental durante el rezo. Por tanto, todaslas normas correspondientes al cuerpo en relacin con el rezo o con la meditacin, incluidas las relativas a supostura no deben ser sobrevaloradas, idolatradas niconvertidas en coercitivas.

    La segunda moraleja es que cada individuo debe elegir la postura corporal que mejor se adapte al momento,o que reciba un impulso interior para adoptarla, y no atormentarse tratando de adecuarse rigurosamente a algnsistema cuando descubre que ese sistema es incmodo o imposible. Cuanto ms pueda tranquilizar su cuerpo yevitar que est nervioso, mejor resultar su concentracin y ms rpidamente avanzar su evolucin. Sentado

    cmodamente, adecuadamente relajado, con los nervios y los msculos libres de tensiones, su casa de carnedeber mantenerse tan tranquila como, de modo parecido, un da lo estar su inquilino mental, en la etapasuprema. Ha cumplido la tarea que le toca cuando puede sentarse inmvil durante el perodo proscripto sinmover un miembro, sin cualquier otra seal de nerviosismo corporal ni distraccin mental.

    Ahora, es necesario investigar la naturaleza y el objeto de la concentracin aqu requerida. Quienesequiparan la palabra con lo que corrientemente recibe esa denominacin, estn, a la vez, equivocados y

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    acertados. Es cierto que muchas personas que jams oyeron siquiera hablar del yoga, como, porejemplo, empresarios, muestran en su trabajo una bien desarrollada calidad de concentracin. Pero esto no losacerca ms al conocimiento del yo interior. Por lo contrario, usan su facultad de concentracin para ponerse mscerca de la ignorancia espiritual, porque usan aqulla para hundirse ms fuertemente en el apego a las cosasexternas y, muy a menudo, en la creencia de que la materia es una realidad. El gnero de concentracin que unempresario practica inevitablemente, en algunos sentidos es el mismo, pero vitalmente diferente en otros, delque un mstico practica deliberadamente. A uno lo anima, habitualmente, un deseo de retener o acrecentar sus

    bienes terrenos; a otro un deseo de que su yo superior se apodere de l. Uno se aferra totalmente al accionardel intelecto; el otro se complace, en cierto punto, en dejarlo caer enteramente en la quietud. Uno se concentraen cosas extemas de las que puede formar en su mente imgenes concretas; el otro se concentra en conceptosabstractos que, a su tiempo, surgen hasta el plano carente de imgenes. O sea que uno extrovierte a menudo asu mente, y el otro siempre la introvierte: lo cual es un proceso enteramente opuesto. El esfuerzo del msticodebe ser penetrar cada vez ms en su propio ser consciente. Durante la primera etapa de esta meditacin hayun esfuerzo doble: paradjicamente, uno para olvidar, y el otro para recordar. Por un lado, tiene que esforzarsecontinuamente para dejarse salir de su yo terreno y olvidarlo. Por el otro, tiene que esforzarse con igualreciedumbre para apoderarse de su yo superior y volver a descubrir su existencia, o sea, recordar su origen.

    Toda concentracin corriente concierne al aspecto formalde la vida no a su esencia. El mstico tal vez noposea realmente una concentracin mayor que la que el otro pueda revelar en lo mejor de s, pero, dndole unadireccin interior, la usa para apartarse de los elementos externos, para debilitar su creencia en la realidad de lamateria y para llegar a ser espiritualmente consciente de s. Las antenas de su mente debern proyectarse hacialo que l todava no puede sentir ni ver. Este primer movimiento de la exploracin mstica de la consciencia

    humana es el sentido en el que la filosofa usa la palabra concentracin. Cuando la mente cesa de trabajar,automticamente los sentidos entran en inactividad. Cuando la energa mental se aquieta por completo, como enel sueo, no podemos ver, or, sentir, gustar ni oler. De aqu que el mentalismo diga que la mente es el factorreal de la experiencia. La mstica aprovecha este hecho cientfico para desarrollar una tcnica por la que a lospensamientos se los puede poner bajo pleno control, o incluso se los puede suspender, oscureciendo loscontactos sensorios o incluso proscribindolos, pero, no obstante, la energa mental de la consciencia de spuede mantenerse viva. Mediante un deliberado esfuerzo de la voluntad convcase a las salientes tendenciasdel yo, concntrase la atencin, y, mediante introversin, invirtese su direccin habitual, de modo que loscontactos sensorios se toman algo borrosos. De all que el primer principio operativo del yogasea desviar laatencin y el inters de las cosas extemas hacia una idea, un sentimiento, una serie de pensamientos o unaimagen mental que llene el vaco que as se creara. Cuando los pensamientos se sujetan continuamente a lossentidos, mantienen un inquieto ritmo de atraccin y rechazo, de goce y dolor, que se impone entre nosotros y lapaz estable. Estos minutos de quietud mental deben consagrarse a suprimir la saliente direccin de lospensamientos, a volverlos hacia adentro, y, finalmente, a internarlos en su origen inefable.

    En su ser recndito, usted ya es tan divino como es probable que lo sea siempre. De all que ningunainstruccin interior podr darle lo que usted ya posee, pero una instruccin adecuada podr ayudar a darle laconscienciade lo que usted posee. Ningn sistema prctico podr desarrollar por usted un alma, pues sta yaest all; pero un sistema adecuado podr introducirle en la consciencia de esa alma. Y entre los ejercicios demeditacin que debern necesariamente estar en primersimo lugar en tal sistema, ninguno es absoluto eindispensable. No hay una frmula universal para la prctica de una meditacin adecuada a todos los hombresde todos los tiempos. Al aspirante no lo beneficia descansar en el lecho de una sola frmula durante toda suvida. Los ideales filosficos de una mera evolucin nivelada y de una personalidad equilibrada lo prohibiran. Porlo contrario, el aspirante encontrar necesario usar diferentes ejercicios en distintos perodos de su carreramstica.

    La marcha mstica atraviesa un ritmo ascendente en espiral de modo que si, por ejemplo, el aspirante empezmeditando sobre los defectos del carcter y luego dej eso en procura de un tpico ms abstracto, un davolver otra vez a su prctica anterior; pero en esta ocasin lo har desde un punto de vista superior que,correspondientemente, le producir logros ms importantes. Tal vez fije su atencin en imgenes mentales oen ideas abstractas, en temas especficos o en sentimientos vagos, en un agudo pensamiento racional o en el

    rechazo de todo pensamiento, cualquiera sea ste. Todos estos ejercicios tienen un mismo objetivo. Todos sonenfoques de un slo estado psicolgico. Si difieren los enfoques, esto se debe solamente a que sus puntos departida difieren. Debemos sonrer con indulgencia a quienes insisten en que su mtodo particular es el nicomtodo eficaz, como debemos sonrer con tolerancia tambin a quienes limitan la verdad al concepto pequeoque de ella tienen. La filosofa no dice que el aspirante no deba seguir tal mtodo, sino que no debe seguirlo conexclusin de todos los dems. Un mtodo o una tcnica que es bueno para una persona, tal vez no lo sea paraotra. Y los mtodos bien adecuados para la mentalidad antigua puede ser que no lo sean para la mentalidadmoderna, mientras las condiciones proyectadas en pocas anteriores tal vez sean inadecuadas para la pocaactual.

    Pero, cualquiera que sea el ejercicio que el aspirante adopte, que recuerde cuatro puntos indispensables.Primero, su empeo debe buscar la eliminacin de todos los pensamientos, excepto el pensar en su propiotema. Segundo, cuanto ms se interese por lo que piense (efectivamente, incluso cuanto ms se anime alrespecto), mejor resulta su concentracin. Tambin es cierto lo contrario de esto. Tercero, la concentracin debepasar del hecho de pensar de un modo lgico en su objeto escogido al de entrar en el objeto de un modo fijo,

    establecido. Cuarto, si el primer paso es hacer presa cabal de sus pensamientos y sentimientos, o sea lograr laconcentracin, entonces el segundo paso es elevarlos por encima de todas las actividades y todos los deseosmundanos, o sea, lograr la meditacin. Esa meditacin empieza bien lo que empieza con rezo fervoroso yadoracin ardiente. El hombre deber enfocar la interioridad divina de su propio yo con toda la reverenciaposible, dejando afuera, en su umbral, los sucios zapatos del cinismo mundano.

    La meditacin real es un proceso intuitivo. Pero las tensiones que prevalecen en la mente impiden

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    habitualmente que a esta intuicin se la sienta, y todava ms, que se la siga, aunque se la sienta. Si el aspiranteva a seguir con los mismos pensamientos. las mismas inquietudes y las mismas esperanzas que preocupabansus horas de actividad, tambin podra continuar con lo que estaba haciendo antes de la hora de meditacin. Elprimer beneficio (como lo es, la primera necesidad) de la meditacin es que todo se interese por algoenteramente diferente. Deber elevarle de la corriente de la vida personal. Por tanto, deber empezar a meditarretirando sus pensamientos de sus propios asuntos y de los asuntos del mundo, fijndolos, en lugar de ello, enel objeto de su bsqueda: el Yo Superior. Durante estos intervalos debe cultivar la capacidad de poner sus

    negocios mundanos a distancia y calmar las emociones que se precipitan hacia afuera. Cuando "entra en elsilencio", cuando se sienta a meditar, en primer lugar debe librar su mente de todos los negocios uocupaciones del da. Cuando entra en el aposento de meditacin, debe dejar que la puerta se cierre porcompleto no slo en el mundo externo sino tambin en aquel mundo interno en el que sus habitantes autctonosson las trivialidades, la rutina, los negocios, las iras, los resentimientos, las irritaciones y las pasiones. Deigual modo, debe dejar que el pasado se vaya, y desdear el futuro. El est all para dedicarse a una ocupacinms santa que aqulla de la que el mundo habitualmente se ocupa, para seguir una ocupacin ms divina que laronda fatal de la personalidad, y para elevar sus pensamientos a niveles superiores al habitual.El renunciamiento que se le exige durante este perodo es tanto externo como interno: realmente, debe ser total.La madre deber apartar a sus hijos, como si nunca hubieran nacido. El estudiante deber olvidar sus libroscomo si stos nunca hubieran descansado en sus anaqueles. El fabricante deber viajar lejos de su fbrica,como si sta perteneciera a un pasado que muri. El obrero deber unirse a las filas de los desocupados, comosi nunca hubiera estado en otra parte. A menudo ocurre que el fracaso en la meditacin es causado por estefracaso en apartar los pensamientos de los asuntos personales y rutinarios de todos los das. El primer remedio

    es elegir un tema que, en s mismo, mantenga inters suficiente para conservar sus pensamientos atados a l.El segundo remedio consiste en hacer que, rigurosamente, la atencin vuelva a este tema cada vez que tomeconsciencia de haberse extraviado.

    Tericamente, la atencin no debe desviarse un solo segundo del pensamiento al que se la sujeta. En laprctica, ciertamente se desviar pues el hbito antiguo la volvi inquieta, indcil y disipada. Cuan dbil se volviel hombre lo muestra su vasta incapacidad para pasar siquiera media hora de ininterrumpido retiro de losasuntos de su personalidad individual y de incesante comunin con su individualidad superior. La concentracinexige inexorablemente que la mente no piense en veinte cosas y personas diferentes en otros tantos minutos.Empero, tan pronto alguien se sienta a meditar, una abigarrada multitud de pensamientos golpear las puertasde su consciencia. Nadie, salvo la persona experimentada, que ha practicado durante algunos aos y conregularidad, determinacin y entendimiento, es probable que est libre de este fastidio. Estas distracciones sontan persistentes y molestas que a muchos, si no a la mayora de los principiantes los sume en la desesperacino el tedio cabales, de modo que, en ltima instancia, los aleja por completo de la meditacin. Cuntas personaspasaron, cuando meditaban, por esta experiencia de perder el tiempo: piensan un instante o dos en el temaespiritual que se asignaron, pero ste pronto es abandonado o atestado por una multitud de pensamientos,recuerdos y expectativas impertinentes que, en su mayora, son de naturaleza mundana! Finalmente, tan prontoconcluye el perodo asignado, esas personas salen con alivio de este esfuerzo fastidioso. Con cuntafrecuencia deben aguardar la sensacin de contacto divino slo para descubrir, al final del perodo demeditacin. que esa sensacin nuevamente no logr manifestarse! Con cunta frecuencia comenzaronesperanzadas slo para terminar desalentadas cuando este exasperante hecho esquivo ocurre de nuevo! ,Siotros encontraron al yo divino volvindose hacia su interior, ellas fueron menos afortunadas y slo hallaronun vaco insensible.

    Es deber del aspirante querer atravesar estos tediosos perodos preliminares y soportar la deprimenteincomodidad de sus primeros experimentos. En su etapa actual, no puede eludirlos. Durante la meditacin, lamayor parte de su tiempo la desperdicia combatiendo su inquietud mental y su distraccin emocional. Unpensamiento tras otro usurpan su atencin y, cuando aparecen, l deber apartarlos uno por uno y mantenersevigilante sobre este asunto. Esto exigir un gnero de dominio de s, una reserva interior que diga: "Hasta aqullegu, pero no ir ms all". Es un ejercicio arduo mantener a la mente, sin distracciones ni perturbaciones,concentrada en la bsqueda del yo libre. Habitualmente, el aspirante es tan activo, inquieto y extrovertido que su

    modo de ser contrario afronta, inevitablemente, una resistencia recia y obstinada. Hasta para las muchaspersonas que, en ese arte, avanzan con resultados moderados, la meditacin no es nada fcil. Por desgracia,para ellas tambin hay pocas en las que el perodo de meditacin est lleno de una aridez como de desierto,que deja pensamientos inquietos y emociones tediosas. Sin embargo, ni siquiera tales perodos son realmentedesperdicio, sino que les ensean humildad y paciencia. Aunque en cada perodo de prctica ya no tenga quesuperar la inercia natural de la mentalidad extrovertida, empero, tiene que vencer de nuevo no slo a laresistencia interior de una mentalidad turbulenta (aunque esto ser mucho menos que con la persona inexperta)sino tambin la resistencia complementaria de extraos estados mentales y tensiones emocionales, "adquiridos"temporariamente durante los contactos y encuentros diarios con los dems. En realidad, esta es una de lasrazones de por qu quienes en Oriente estudian yogaabrazan la soledad y rehuyen la sociedad. Todas estasresistencias suscitan tinieblas depresivas, incluso desesperacin, pero se las puede vencer usando la espada dela paciencia para traspasarlas. De modo que, a menos que la fatiga les resulte insoportable, en esa ocasinno deben, con impaciencia, abandonar la prctica, como si sta fuera intil, sino que deben persistir, ensayandoel efecto de una plegaria dirigida al Yo Superior para que ste acuda en su auxilio. Luego de unos minutos, o

    quiz luego de un tiempo ms prolongado, la resistencia puede disolverse por s sola.Son pocos los que, tras sentarse y extender la colorida alfombra de la meditacin, realmente logran entrar enel estado de la quietud mental. Ese es un resultado positivo y posterior, mientras que el primer resultado esnegativo. Es intensa la lucha por mantener fija la atencin durante la parte preliminar de un perodo demeditacin. Su dificultad puede descorazonar a muchos. Empero, cuanto ms lo intentan, ciertamente msfcil ser cuando llegue el tiempo. El discpulo debe reconocer que, as como con frecuencia insume cierto

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    tiempo abordar satisfactoriamente algn trabajo intelectual, de igual modo insume cierto tiempo ponerse enmarcha en este trabajo espiritual. Slo el adepto de la meditacin podr obtener resultados inmediatos todos losdems necesitan abrirse camino poco a poco hacia esta meta. El aspirante deber aceptar el hecho de queestas negativas instancias preliminares, que no dan fruto inmediato, debern necesariamente insumir la mayorparte de su tiempo asignado, y. que no deber esperar resultados rpidos. Esto no puede remediarse. Elaspirante deber alentarse pensando que la pericia es el premio a la perseverancia, pero hasta entoncesdeber aprender a aguardar y trabajar para que la mentalidad agitada se recoja y calme, y detenga el torbellino

    de temas y pensamientos. Deber recordarse que si la prctica de la meditacin es difcilsima, tambin esesencialsima; que sin que esta prctica indiferible se incorpore a su vida cotidiana, no es posible quelogre apartarse de los deseos terrenales o apegarse al Yo Superior. Aqu la impaciencia es una seal de que elYo inferior se resiste a que se lo introduzca en la meditacin, pues en tal rumbo advierte la prdida ltima de supropia soberana. Si las comunes cualidades de la paciencia y la perseverancia tienen en algn sitio algn valor,es aqu donde lo tienen. Con ayuda de aqullas y con devocin hacia esa prctica, luego de un dilatadoperodo de ensayos y equivocaciones, puede llegar a poseer una buena tcnica. Nada menos que un maestroen ese arte, el famoso sabio indio Shankara, fue quien dijo que si la meditacin se cumple con perseverancia yfervor, alcanzar su meta en un lapso no demasiado prolongado.

    Todas las tendencias potentes y predominantes que hacen que el movimiento de los pensamientos y laexteriorizacin de la atencin sean los hbitos arraigados que realmente son, acosan al estudiante y le retrotraenal comn estado de esclavitud en el que l y todo el gnero humano han permanecido hasta ahora. El deber delestudiante es convocar a su fortaleza interior para que resista el regreso de estos pensamientos y rechace laintrusin de objetos en su atencin. Deber sostenerse el esfuerzo para mantener el estado extrovertido, no de

    modo violento ni cohibido, sino de manera calma y afable. Y esto deber repetirse un da tras otro, sin que laintensidad disminuya, hasta que los buenos resultados sean completos y permanentes. Muchos principiantescometen el error de creer que el resultado (si lo hay) de cada meditacin individual debe mostrarsenecesariamente durante la practica, y cometen el error de suponer que porque el final de una meditacin les dejacomo eran al comienzo, porque parece estril, rida y sin resultado, por tanto es un fracaso decepcionante. Estono es as, pues el resultado puede mostrarse poco despus y el esfuerzo no se pierde; lo nico que ocurri esque el beneficio no apareci en el umbral de la consciencia. Estos ejercicios pueden hacer que la marchaparezca lenta y trabajosa; los deben considerar como un gnero de disciplina gimnstica, como un auto-entrenamiento cuyos resultados se mostrarn con seguridad en la auto-evolucin, aunque en una fechainespecificable.

    As como no desechamos un espejo porque la primera vez no podamos ver en l nuestra cara, sino que lofrotamos y bruimos una y otra vez hasta que nos vemos, de igual modo no debemos desechar la prcticaregular de la meditacin porque el primer ao no veamos a nuestro yo espiritual, sino que debemos perseverarhasta que lo veamos. Aquietar las energas que salen del cuerpo, apartarse del funcionamiento activo de lossentidos y ordenar a las olas del pensamiento que se sosieguen, es una tarea que naturalmente reclama granconcentracin de todas nuestras fuerzas. Por ello, no es una tarea fcil; sin embargo, no es imposible. Soncentenares los hombres y mujeres que lograron esto positivamente durante los siglos pasados y endistintos pases. El secreto de este logro no consiste en renunciar a la bsqueda porque los resultados siganestando montonamente ausentes, ni en cesar en los esfuerzos, por impaciencia, irritacin o desesperanza. Enlas primeras etapas, a la meditacin se la percibe como ardua y sin provecho. En las etapas intermedias, hayperodos de avance consciente, con intervalos de estancamiento, pues es entonces cuando la mente trabajasobre el principio del taladro neumtico. El esfuerzo perseverante proporcionar pericia, sin duda irregulamente,pero en un mbito cada vez mayor. Si la consciencia reflexiva se siente afectada por estos ataques diarioscontra su carcter inquieto y vagabundo y se aterra tozudamente a sus viejos hbitos, un da suresistencia acabar y, tranquilamente, se rendir.

    Durante meses y tal vez aos, el practicante tendr que cejar enrgicamente en estas divagaciones, pero sipersiste, con seguridad llegar el da en el que eso cese por s solo, y, de buena gana, busque el descanso quela meditacin ofrece. A su tiempo, llegar la hora en la que ya no tendr que tratar de meditar; la meditacin lellegar por s sola, con facilidad y suavidad. Como en todas las dems artes, la pericia en el arte de la

    meditacin llega a travs de esta prctica infatigable. La concentracin resulta fcil y agradable. En el experto, latensin interior desaparece, y todo su ser se equilibra, se relaja armoniosamente.En esta evolucin hay tres etapas: la primera, la lucha larga, montona y cansadora contra las tendencias del

    intelecto hacia la divagacin; la segunda, la lucha ms breve y ms fcil para mantener y prolongar la facultad deconcentracin, una vez que sta se desarrolla; y la tercera, el triunfo sin esfuerzo de la prctica habitual que,finalmente, convierte a la pericia en un fenmeno natural. La" finalizacin de la primera etapa con cualquierejercicio la sealar la firmeza con la que el practicante se mantiene en su idea nica de hallar en su interior alyo divino y la inmediatez con que l vuelve a su bsqueda cuando advierte que se desvi de ella. Si se alcanzapositivamente la primera etapa de atencin concentrada, dirigida interiormente sobre la mente misma, entonces,la segunda etapa consistir en prolongarla. La segunda etapa fue alcanzada satisfactoriamente cuando seretoma la prctica con placer y se la interrumpe con desgano, cuando la mente es capaz de concentrarse yrecogerse interiormente al minuto o dos de sentarse. Puede alcanzar una pericia tal que ser capaz de ingresar,de inmediato con facilidad, y a voluntad, en la etapa primera, y luego en la etapa segunda de la meditacin.

    A medida que los efectos de la meditacin resultan cada vez ms familiares, aumenta con ellos la

    comprensin de su mecanismo y la facilidad de su prctica. Con el aumento de la facilidad que, de esta manera,el tiempo le procura, la disminucin de la distraccin le deleitar correspondientemente. Ser cada vez msbreve el perodo preliminar, de espera, durante el el cual los pensamientos, recuerdos, expectativas, emocionesy agitaciones suscitados por su vida externa se manifiestan e impiden una concentracin perfecta o demoranuna auto-absorcin interior. Todo aquel que ya est bien adelantado en la bsqueda halla siempre que