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Viuda del príncipe Rodrigo d’Arenberg desde 2007, cuenta que hoy comparte sus días con el escritor francés Jean-Paul Enthoven, abuelo del hijo mayor de Carla Bruni. En una producción de vuelo cinematográfico, muestra su espectacular colección de trajes de noche en el Château d’Antoing, en Bélgica Abre su corazón y habla de su vida, casi un cuento de hadas PAtRiCiA dEllA gioVAmPAolA lA PRiNCESA dEl glAmoUR VUElVE A APoStAR Al AmoR En los jardines del castillo de su gran amigo Charles-Antoine de Ligne, con un vestido de Marchesa y aros de brillantes de Lydia Courteille. Completamente reconstruido y declarado patrimonio histórico de Bélgica en 1949, este castillo, que data del siglo XII, ha sido por generaciones la residencia de la familia de los príncipes de Ligne.

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Viuda del príncipe Rodrigo d’Arenberg desde 2007, cuenta que hoy comparte sus días con el escritor francés Jean-Paul Enthoven, abuelo del hijo mayor

de Carla Bruni. En una producción de vuelo cinematográfico, muestra su espectacular colección de trajes de noche en el Château d’Antoing, en Bélgica

Abre su corazón y habla de su vida, casi un cuento de hadas

PAtRiCiA dEllA gioVAmPAolA lA PRiNCESA dEl glAmoUR VUElVE A APoStAR Al AmoR

En los jardines del castillo de su gran amigo Charles-Antoine

de Ligne, con un vestido de Marchesa y aros de brillantes de

Lydia Courteille. Completamente reconstruido y declarado

patrimonio histórico de Bélgica en 1949, este castillo, que data del

siglo XII, ha sido por generaciones la residencia de la familia de los

príncipes de Ligne.

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N ació en Montepulciano, un pintoresco pueblo de la Toscana que tuvo su

auge durante el Renacimiento, pero su vida dio un giro para siempre cuando se casó con el príncipe Rodrigo d’Arenberg –hijo adoptivo del príncipe Eric Engelbert, onceavo duque D’Arenberg, y de Marie-Thérè-se de la Pöeze d’Harambure–, de quien enviudó en 2007.

Patricia della Giovampaola –quien suelta una carcajada cuando se le pregunta su edad y ataja con una sonrisa: “Ni muer-ta te la digo”– viajó a Argentina por primera vez a los 18 años para visitar a sus tíos que, tras haber emigrado a Sudamérica al final de la Segunda Guerra Mun-dial, se convirtieron en unos de los primeros inversores en pro-yectos urbanísticos en Punta del Este. Era verano y casi todas las noches Patricia estaba invitada a una fiesta, en las que deslum-braba por su belleza. En una de estas veladas vio por primera vez a quien más tarde se converti-ría en su marido. Aunque el de ellos, dijeron siempre, fue amor a primera vista, el flechazo llegó algunos años después en Monte-carlo, cuando las pasarelas y los sets de la televisión uruguaya, donde Patricia tuvo por muchos años un programa, la llevaron a coincidir una vez más con uno de los hombres más cotizados y deseados del Gotha –la gran guía azul de los títulos de no-bleza– y quien la introdujo en el jet set internacional. Un mundo que jamás dejó y del que hoy es protagonista.

De hecho, en plena entrevista, la princesa se excusó un momen-to para recibir a la condesa Eléo-nore de la Rochefoucauld, quien recién aterrizaba en Buenos Ai-res. Porque así es la vida de Pa-tricia. Ya sea en su departamento de la rue Murillo del 8ème arron-dissement de París o en la esteña

Villa D’Arenberg, siempre tiene invitados especiales. “Me encan-ta recibir a los que fueron ami-gos de Rodrigo y que hoy atesoro como propios”, cuenta.

Viajera incansable, siempre visita a su primo político y gran amigo, el príncipe Charles-An-toine de Ligne-La Trémoïlle, en su château de Bélgica. Un lugar con más de diez siglos de histo-ria en el que posa en exclusiva para ¡Hola! con los últimos mo-delos de su colección privada de vestidos de noche. En él, reco-rre su vida al lado de Rodrigo y descubre al hombre que hoy ocupa su corazón, el filósofo y escritor Jean-Paul Enthoven. Como no podía ser de otra ma-nera: el Château d’Antoing ha sido uno de los escenarios de su historia de amor y el lugar en el que se han hecho algunas de las fiestas más memorables de Eu-ropa. “Este castillo es para mí un sitio de refugio, de cariño”, cuenta nostálgica.

–¿Cuál es la relación entre las casas Arenberg y Ligne?

–A lo largo de la historia, ambas familias han estado re-lacionadas, ya que algunos de sus miembros se casaron y eso hizo que siempre estuvieran muy unidas. Es así que uno de los amigos más cercanos de mi marido fue el príncipe Charles-Antoine de Ligne, quien ade-más era su primo.

–¿Cómo fue que Rodrigo lle-vaba el título de príncipe sien-do adoptado?

–Después de que la madre de Rodrigo, Marie-Thérèse de la Pöeze d’Harambure, enviudara de Guillaume Le Verdier, se casó con el marqués Henri de Bel-zunce y tuvo dos hijos: Rodrigo y Laetitia (quien se casó con el príncipe Leopoldo de Habsbur-go). Desgraciadamente, duran-te la Segunda Guerra Mundial, Henri murió en combate en la batalla de Montecassino, en

1944, y Marie-Thérèse, madre de dos hijos pequeños, quedó viuda una vez más. La suerte, sin em-bargo, la hizo reencontrarse con un viejo amigo, el príncipe Eric Engelbert, duque d’Arenberg, quien se enamoró de ella y le propuso matrimonio en Lau-sana, en 1949. Temerosos de un nuevo conflicto armado, los príncipes decidieron marcharse de Europa. Las opciones para su nuevo hogar eran Canadá o Uruguay, y Eric decidió instalarse en Sudamérica, ya que los invier-nos del país del norte suelen ser largos y duros. Antes de viajar, en 1956, decidió adoptar a los hijos de su mujer y así formar una fa-milia. Siendo que Rodrigo que-dó huérfano a los 2 años, Eric tomó el papel de padre y educó a su hijo adoptivo como si fuera de su misma sangre. Y no solo eso, le otorgo el título de “Príncipe de Belzunce d’Arenberg”.

–¿Cómo llegaron a ser tan amigos Rodrigo y Charles- Antoine?

–Cuando la madre de mi marido se casó con el duque d’Arenberg, una parte del vera-no lo pasaban en este castillo y así fue que desde chicos Char-les-Antoine y Rodrigo se hicie-ron grandes amigos. A pesar de que mucha gente puede pen-sar que las leyes de la nobleza son muy estrictas, en el caso de Rodrigo la sangre nunca fue un impedimento para que fuera considerado un príncipe y tuviera tratamiento como tal. Desde que me casé, pasé largas estadías en este castillo y cuan-do se murió Rodrigo, los Ligne fueron un gran apoyo para mí.

SU HISTORIA DE AMOR–¿Cómo fue el flechazo entre

Rodrigo y vos?–Aunque lo conocí en una

de las grandes fiestas que orga-nizaba en su casa de Punta del Este cuando aún era un famoso

“Siempre que regreso a este castillo, me vienen una infinidad de recuerdos y mucha felicidad al ver cómo los amigos de Rodrigo

siguen extrañándolo y recordando sus hazañas”

En la gran escalera del castillo, en el que tantos veranos pasó junto a Rodrigo y del que enviudó en 2007. “Este siempre fue un lugar de cariño, de refugio… Además, aquí siempre coincido con gente que quiero mucho,

como la madre de Charles-Antoine,” cuenta.

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playboy, el flechazo se dio en Montecarlo. El tenía veinte años más que yo y era el hombre más seductor que uno pudiera imaginar. Me causaba cierto nerviosismo mirarlo fijo a los ojos, porque realmente me fascinaba. Recuerdo que corría el año 1988, época en la que tenía un programa en la televisión uruguaya y, mientras esta-ba en Italia, me llamaron de Montevideo para pedirme que emitiera mi programa desde Mónaco, y me contaron que nues-tro anfitrión ¡sería Rodrigo! La noticia me puso feliz porque él me gustaba. Desde ese día nunca más nos separamos. A los pocos meses nos instalamos en Buenos Aires, aunque los veranos los pasábamos entre París y Bélgica. Así fue que empecé a compartir mi vida con los Ligne.

–¿Cómo cambió tu vida cuando lo conociste?

–Conocí muchísima gente interesante. Aprendí francés, el amor por la naturale-za, pero creo que la mayor enseñanza que Rodrigo me dejó fue su filosofía de vida, que básicamente se basaba en la bondad y en el respeto. Era un hombre que valora-ba muchísimo el papel de la aristocracia en la historia y que siempre buscaba la forma de ayudar a los que menos tienen.

–Me imagino que este lugar te trae grandes recuerdos…

–Totalmente, ya que este siempre fue un lugar de cariño, de refugio… Ade-más, aquí siempre coincido con gente que quiero mucho, como la madre de Charles-Antoine, a quien cariñosamen-te llamamos “Yayó”.

–¿Qué representa para vos regresar a este castillo sin Rodrigo?

–Una infinidad de recuerdos, pero sobre todo la felicidad de ver cómo sus amigos siguen contando sus hazañas y re-cordando sus frases. Siempre que entro a este lugar lo siento muy presente, porque hay mucho cariño en el aire, ya que Char-les-Antoine lo extraña tanto como yo.

LA FORMULA SECRETA–¿Cómo es un día en tu vida? –Soy una persona que adora y respeta la

naturaleza por sobre todas las cosas, por lo que me considero una mujer sana y dis-ciplinada. Todas las mañanas me levanto temprano, hago yoga y footing, y llevo una

“la mayor enseñanza que me dejó Rodrigo fue una

filosofía de vida basada en la bondad y el respeto”

Con un diseño de Hedi Slimane para Yves Saint-Laurent,

brazaletes de Chanel y aros de Bergdorf Goodman. Cada vez que visita Bélgica, no duda en hacer una parada en el castillo

d’Antoing, propiedad de los Ligne desde 1634 y que lleva el nombre del pueblo donde está ubicado.

“Antes de elegir un vestido, cualquier mujer debe conocerse bien a sí misma para aceptar sus defectos y tener muy presente lo

que le queda bien”, asegura.

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estricta dieta compuesta preferiblemente por alimentos orgánicos. Tengo muy claro lo que me hace mal, así es que no fumo ni tomo alcohol. Cuidarme se ha convertido en parte esencial de mi rutina. Cada día de mi vida es distinto, ya que a pesar de que no tengo hijos, debo ocuparme de la administración de las rentas y las propie-dades que heredé de mi marido, tanto en Europa como en Sudamérica. También me lleva mucho tiempo todo lo relacio-nado con mi colaboración con causas be-néficas, museos y fundaciones culturales. Además, me encanta escribir sobre moda, algo que hago desde hace años en varias publicaciones y que me empujó a abrir mi propio blog en 2009.

–¿Le temés al paso del tiempo?–Para nada. Y, de hecho, creo que lo

vivo con alegría. Con solo recordar los años 80, la época en la que era una mujer joven y cuya moda, en mi opinión, fue un horror, me encanta decir que hoy, aun-que tengo algunos años más, me siento mucho más plena que cuando tenía 20. Porque estoy convencida de que el paso del tiempo solo te ayuda a conocerte me-jor a vos mismo, a la vez que mejora tu personalidad y tu calidad como ser huma-no. Solo tengo palabras de agradecimien-to para el paso del tiempo.

–¿Es la maternidad una asignatura pendiente en tu vida?

–Jamás lo vi así, ya que nunca tuve un instinto maternal muy desarrollado. No lamento no haber tenido hijos y puedo decir que mi sobrina Toscana (hija de su hermana Rossella) ha llenado un poco ese espacio. Es una chica que adoro y a la que siempre que puedo visito en Milán, donde estudia. Tenemos una relación de par a par y me encanta que me vea como a la tía que la malcría. Jamás me sentí sola y soy una persona que, aunque no me creas, disfruta mucho de la soledad.

VOLVER A ENAMORARSE

–Después de enviudar, ¿le diste otra oportunidad al amor? ¿Quién es hoy el hombre de tu vida?

–Rodrigo murió en 2007 y realmente jamás pensé que volvería a enamorar-

“Ser madre no es una asignatura pendiente...

Con toscana, mi sobrina, me saco las ganas de

mimar a alguien”

En su rica colección de trajes de noche, se destaca un diseño

bicolor de Oscar de la Renta, que combinó con alhajas antiguas

que compró en la joyería Arita, de Buenos Aires. En la otra página: con uno de los tantos gobelinos

que decoran el castillo de los Ligne detrás, luce radiante con un diseño bordado de la diseñadora

libanesa Reem Acra y aros de Fahoma.

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El hombre que hoy ocupa su corazón es el escritor y editor francés Jean-Paul Enthoven,

cuyo hijo, Raphaël, es el padre de Aurélien, el hijo

mayor de Carla Bruni

“Con Jean-Paul veo el mundo de otra manera:

charlo de política, de filosofía...

me sedujeron su inteligencia y su charme”

me. Pero el corazón no tiene leyes y hace tres años conocí al hombre que hoy lo ocupa. Se trata del escritor y editor Jean-Paul Enthoven, uno de los intelectuales más respetados de Francia y especialista en la obra de Proust, autor que descubrí gracias a él y con el que hoy estoy fascina-da. Con Jean-Paul veo el mundo de otra manera… Charlo de política, de filosofía. Es un hombre que no solo me sedujo por su charme, sino también por su inteligen-cia y su amor por la historia.

–¿Cómo se conocieron?–Lo conocí por primera vez hace quince

años en una comida, ya que tenemos mu-chos amigos en común, y después, a lo largo del tiempo, nos encontramos varias veces. Debo confesar que siempre lo consideré un hombre encantador y muy educado. Recuerdo que cuando murió mi marido, me llamó para darme el pésame, lo que me pareció un gesto que me dijo todo sobre su don de gente. A las pocas semanas, yo me tomé el atrevimiento de llamarlo porque ne-cesitaba conseguir una orquesta de música clásica para la misa que ofrecí en memoria

de Rodrigo en París. Casi cuatro años después volvimos a vernos y a los pocos días me invitó a salir. En esa primera cita, él me confesó que cuando me vio aquella noche quedó muy impactado y que realmente le parecía una mujer fascinante. Desde entonces empeza-mos a vernos más seguido y hace tres años que estamos juntos. He conocido pocos hombres tan caballeros y seduc-tores como Jean-Paul. Realmente estoy feliz de haberme vuelto a enamorar.

–¿Tienen planes de boda?–Es un tema que aún no hemos

hablado, pero creo que dos personas que se aman no deben casarse para estar juntas y elegirse todos los días. Aunque él vive en París y yo en Bue-nos Aires, siempre vemos la forma de pasar las vacaciones juntos y de en-contrarnos la mayor cantidad de veces posible. Además, los dos somos muy independientes y celamos muchísimo nuestro espacio. Soy una mujer con la que no es fácil tener una relación, por lo que estoy muy agradecida con la vida por haber puesto a Jean-Paul en mi camino y volver a sentir la ale-gría de estar enamorada. •

Derecha: amante confesa de la moda, Patricia posa en el comedor del castillo d’Antoing

con un Oscar de la Renta en terciopelo verde bosque, que acompañó con aros vintage de

YSL. “Tengo un amor idílico desde hace más de diez años con Oscar. Me fascina la terminación

de sus vestidos, porque hacen bella a toda mujer que los lleva. Adoro su calidad como persona”, cuenta. Izquierda: Patricia vivió feliz y enamorada al lado de su marido, el

príncipe Rodrigo d’Arenberg, hasta su muerte, en 2007. Aunque pensó que nunca volvería a enamorarse, años después se cruzó en su

camino Jean-Paul Enthoven, escritor y filósofo francés, su novio. En la otra página: con un

espectacular vestido de líneas rectas, de Pucci, con bordado de inspiración oriental.

Texto: Rodolfo Vera Calderón Fotos: María Teresa de Jesús Alvarez