Patricia 1. Thompson Gutiérrez

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IMPACTO SOCIAL DE UNA ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL: CENTRO DE DESARROLLO ALTERNATIVO INDIGENA, A.C. Patricia 1. Thompson Gutiérrez L os antecedentes de las actuales organizaciones sociales en Mé- xico se remontan a la Colonia, periodo que se caracten~a por un fuerte vínculo con la iglesia católica y un enfo- que asistcncial. Dicho periil se conser- va hasta 1857, cuando se promulgan las leyes de desamortización de los bi- enes del clero, que deviene en un menos explícito control de ellas por parte de la Iglesia. Posteriorniente, hasta la déca- da de 1960, la preeminencia del Estado en las labores de corte asistencial se hace presente, aun cuando en las cua- tro el último tercio del siglo m y los ini- cios del x>;i se ve reducida en la medida que el escluerna del Estado beiiefactor empieza a desinantelarse con la adop- ción del modelo econóinico neoliberal. Esto trae como una consecuencia el surgimiento de organizaciones civiles que asumen las funciones antes provis- tas por el Estado.' Los nornbres que empezaron a utili- zarse y se han generalizado son, cntre otros, organizaciones no gubernamen- tales (OXG), organizaciones sociales, or- ganizaciones no lucrativas, organiza- ciones del tercer sector, o simplemente ' Para uri análisis detallado del papel dcl gobierno en el escenario asistencial, véase Gloria Guadarramii, Entre /a ir~,-rdriil y c./ dercciio, IJti esfiid~o sobre el ugoi<rtnre>ifo dr.1 niodelo nnciat~~ii de uwstericta soriiil.

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IMPACTO SOCIAL DE UNA ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL: CENTRO DE DESARROLLO ALTERNATIVO

INDIGENA, A.C.

Patricia 1. Thompson Gutiérrez

L os antecedentes de las actuales organizaciones sociales en Mé- xico se remontan a la Colonia,

periodo que se caracten~a por un fuerte vínculo con la iglesia católica y un enfo- que asistcncial. Dicho periil se conser- va hasta 1857, cuando se promulgan las leyes de desamortización de los bi- enes del clero, que deviene en un menos explícito control de ellas por parte de la Iglesia. Posteriorniente, hasta la déca- da de 1960, la preeminencia del Estado en las labores de corte asistencial se hace presente, aun cuando en las cua- tro el último tercio del siglo m y los ini- cios del x>;i se ve reducida en la medida que el escluerna del Estado beiiefactor

empieza a desinantelarse con la adop- ción del modelo econóinico neoliberal. Esto trae como una consecuencia el surgimiento de organizaciones civiles que asumen las funciones antes provis- tas por el Estado.'

Los nornbres que empezaron a utili- zarse y se han generalizado son, cntre otros, organizaciones no gubernamen- tales (OXG), organizaciones sociales, or- ganizaciones no lucrativas, organiza- ciones del tercer sector, o simplemente

' Para uri análisis detallado del papel dcl gobierno en el escenario asistencial, véase Gloria Guadarramii, Entre /a ir~,-rdriil y c./ dercciio, IJ t i e s f i id~o sobre el ugoi<rtnre>ifo dr.1 niodelo nnciat~~i i de uwstericta soriiil.

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tercer sector u organizaciones de la so- ciedad civiL2

Estos nombres son utilizados para denotar formas en que los ciudadanos se agrupan para llevar a cabo objetivos comunes, que pueden ser la solución de problemas, la satisfacción de necesi- dades, la defensa de sus intereses y la presión para obtenerlos. La variedad de entidades en función de su formali- dad, la orientación de sus programas, la población atendida, su tamaño en términos de empleados o de recursos, su ideologia y credo, su cobertura y otras características es tal, que a pesar de los esfuerzos realizados para desa- rrollar un concepto que satisfaga a to- dos, permanece como campo fecundo para seguir adentrándose en él. Las formas legales más socorridas por es- tas organizaciones en nuestro país son la Asociación Civil (A.C.), la Institución de Asistencia o Beneficencia Privada (IAP O IBP varia según los estados de la república), y la Asociación Religio- sa (A.R.)

En 2001 se crea la organización Centro de Desarrollo Alternativo Indí- gena A.C., y como primer proyecto pone en marcha la instalación de "centros de trueque" en ciertas comunidades de la Sierra Tarahumara, a fin de apoyarlas con el abasto de productos básicos de consumo mediante el intercambio entre la oreaniración -creada Dara tal efec-

b y las comunidades, con la intención de evitar los esquemas de asistencia so- cial y10 de asistencialismo, y generar un proyecto auto sustentable a media- no o largo plazo para los pueblos indí- genas. Este proyecto fue promovido desde el Programa Interinstitncional de Atención al Indígena (PIAI), una me- sa de diálogo en la que participaban veintidós instituciones enfocadas a atender la problemática indigena del estado de Chihuahua. Aqui se eiicuen- tran organizaciones públicas y priva- das, y entre las primeras destaca la Coordinadora Estatal de la Tarahuma- ra, que tiene por objetivo coordinar los esfuerzos de todos los actores sociales en apoyo a los indigenas de esa región. También están Ia Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indi- genas (CDI) antes Instituto Nacional Indigenista, el Congreso del Estado. el Departamento de Educación Indígena de los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua (SEECH), la Escuela Na- cional de Antropología e Historia, IMSS- Solidaridad, la Unidad Regional de Culturas Populares, la Secretaria de De- sarrollo Social (programa Oportunida- des y Micro Regiones), la Secretaria de Educación y Cultura, la Comisión Na- cional Forestal, Liconsa, la Comisión Estatal de Derechos Humanos y Dicon- sa, entre otras. Entre las instancias narticulares destacan la Fundación del

ción Tarahumara J.A. Llaguno, la Co- z Para una distinción de enfoques discipli- misión de solidaridad y ~~f~~~~ de los

nares, terminologias y conceptos alternativos, véase Pmdencio Mochi Alemán, Las organiza- Derechos Humanos A.C. (Cosyddhac), ciones de la soc~edad civil y las ciencias so- el Centro ~ducat ivo Ichimeami o el ckles. Su con&uracujn en Amérka Lattna. Frente Democrático Campesino, por ci-

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tar las ~iiiis emblemáticas y con presen- cia niás constante, tanto en el Pi.41, CO- iiio cri Ia Sicrra Tarahumara. Debe se- iialzirse que en esta zona confluye el m;iyor niimero de programas oficiales y privados de apoyo a la población iii- digenii.

El Ceiiain surge gracias al finaii- ciaiiiicnto de la Fundación del Ernpre- sanado Chihuahuense A.C., cuyos fon- dos asrieiirleii a tres millones de pesos ;inuales. Actualmente los centros de trueque es uno de los proyectos que iiiant'Ja Ccdaui, ya que ha diversificado las cstrat.egias de promoción del desa- rrollo. Sus fiicntes de fiiiaiicianiicnto también :sc han diversificado, y actual- mente cuenta con recursos de la Fun- dación WaI1 Mart, la Fundación iilerced (para el prograina de huertos Saiiii- liaresi v la Secretaria de Desarrollo So- cial.

.4iites de uiiciar el programa se rea- lizaron ~(~uii iones cori autoridades tra- (licioriales, gobernadores indígenas y iiiicml)ros de algunas cornuiiidades l ~ a r ; ~ coricicci. su opinión respecto al pro- vecto. Las opiriiones recabadas vcrsa- bar1 sobre: los productos a intercambiar, así como los aspectos que debían cui- darse y toiiinrse en cuenta. Se coiiside- ró que' csta iniciativa beneficiaria a la coiiiunit1;~d en la inedida en que activa- ra el iiit<irc;imbio, desmonetarizara la iictividatl ccoiióiuica, se constituyera <in unti altcrriativ;~ dc "cmplco", apoya- r ; ~ ;i Lis coiiiuiiidades donde no llega la oferta iri!jtitucioilal por estar m i s ale- j;itl;is, fu<.ra u11 riiedio de abasto de a!i- iiierito y ficilitara la "comercialización" de los procluctos que ellos generan Aun cuniido no S<: conteiiiplaba un líniite de

intercambio por iridividiio, se pl;int.c:ó la necesidad de iniciar siniult. ~uicaincn- te uri estudio para determinar iiitli<:a- dores de iiiipacto social.

La población indígena total del cstado se calcula en 121 835 personas, ' y los tarahumara se concentran en los niu- nicipios de Rocoyna, Urique, Guncho- chi, Batopilas, C;irichí, Balleza, Gua- dalupe y Calvo. y Nonoava; se trata del grupo indígena más grande ísc calcula aproxiniadarnerite en 90 000) y se siguc multiplicando. Otros grnpos que habi- tan la parte serrana del estado son los tepehuanes, guarojiós y pimas, los cna- les están riiuy diezmados, pues durante cl siglo pasado st. dieron migracioiies h. ;. ' I C I ~ las ciudades. y tanto en 1;i capital como eri Ciudad Juárez existen asenta- mientos casi exclusivos par;i cstci últi- rilo p p o indígena. Se escogieron rinro corriuriidades <le1 iiiunici1)io (le Bocoy- na. uno de los quci tieiie rnás poblacióii tarahuuiare, y qiic comparte11 dos ca- racterísticas: no contar con otros pro- yectos de d<.sarrollo y carecer de po- blación nicst.iz;i. Idas cornunidadcs son Talliiraclii, Huiyoclii, Majimachi, Wua- jurana, y Row6rachi. del municipio d~ 13ocoyna. Cliihiialina. 'hrnbirn se rst,;l- blecieron cii la ciiidad de Creel, dorid<~ opera el centro clc distrib~ición, y cri Norogachi -que por ser un centro dc

' Coiiiisibn Kiicii,niil p i ra 6.1 I)i~sari-~iil~i de los Pueblos Indir>s ( 2 0 0 5 ) . Lcrigrios iridi,ri.>io> dc M!x*-ico: dispo~iil , lr rn http:llcdi~iib.in.d indexphpiid sr:ccion=(i60

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reunión de indígenas de muchas ran- tos por trabajo artesanal, evitando el cherías se consideró estratégico esta- asistencialismo y paternalismo que ca- blecerl*. Estas dos últimas comunida- racteriza a múltiples programas. des no satisfacían el segundo requisito. Se buscó especíñcamente que las co-

Las observaciones iniciales se cen- munidades se apropiaran del proyecto, traron en algunas cuestiones logísticas fomentar entre la población indígena que representaban escollos imuortan- la actividad artesanal. meiorar su ali- . <

te? para el trabajo: la prirnc.r;i es qiie iiiciitüci6n y robustecci. su ory;ini~ii- se ti.nraba tle una poblacioii indígena cioii tradicional. El obj~~tivo tl(t nuestro dispersa en áreas extensas y abmptas, lo cual dificulta recolectar la informa- ción, cualquiera que decidiera recabarse.

El contacto con personas ajenas a la comunidad no era inmediato ni fluido. Los indígenas honran más la cortesía que la verdad y consienten algo que no están dispuestos a hacer: no confrontan pero tampoco lo realizan, y a mayor pre- sión menor cooperación. Para obtener datos y la aceptación del observador se requería de la interlocución de perso- nas con presencia en las comunidades por más de veinte años. Realizar esta labor sin ellos equivaldría a no obtener la información; dichos interlocutores es- tán ligados a la iglesia católica: dos son sacerdotes, uno diocesano y otro jesuita, y tres exseminaristas; todos han traba- jado en las comunidades serranas con grupos indígenas, por lo que resulta in- discutible su ascendiente sobre ellos.

Objetivos

El objetivo del programa en el largo pla- zo era influir en el bienestar de las co- munidades en el aspecto alimentario. En el mediano plazo consistía en fomen- tar el autodesarrollo de las comuni- dades, pues la procuración de alimento básico a la población indígena se realiza a través de un intercambio de alimen-

trabajo era establecer los indicadores para medir el impacto del programa en el bienestar de la población beneficiada e iniciar el monitoreo.

REVISI6N DE LA LITERATURA

Los tarahumaras y cómo han sido percibidos

Múltiples estudios han brindado infor- mación sobre este grupo étnico (Gonzá- lez y León, 2000: 15-20), cuya extinción había sido pronosticada desde fines del siglo m, (Lumholtz, 19861, pero que ha mostrado una increíble capacidad de resistencia y adaptación a la cultura del mestizo.

Desde finales del siglo XIX hasta nuestros días ha prevalecido la óptica primitivista iniciada con los primeros estudios antropológicos de los tarahu- maras (Lumholtz, 1986: XIV), y aun cuando posteriormente ha sido matiza- da, siempre se parte del supuesto de que dicho pueblo se ha asimilado a la cultura occidental (Bennett y Zingg, 1986: 575-5811 o debe asimilarse para superar su atraso y miseria (Jordán, 1975: 39). Desde entonces también se ha cuestionado el doble abordaje de la problemática por los gobiernos: por un lado el trato discriminatorio y por otro

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la sobrepiateccióii, plaiiteada esta últi- ma como un severo impedimcnto para el desarrollo, proponiendo desde enton- ces un sistema de reserva u homestead como en Ektados Unidos (Saricgo, 1998: 25). Los intentos posteriores* han ado- lecido de la misma falla: estar diseña- dos dcsde el gobierno, asumiendo que los tarahiimaras quieren asimilarse a la cultura y a la econo~nia mestiza (ibi- dt? r~~: 11-41).

Por otro lado, desde la colonización (le los territorios del norte de México y Iiasta 1767, año en que fueron expulsa- dos del país los jesuitas, Estos hicieroii esfuerzos por convertir a dichos grupos indigena~ al cristianismo. En el perio- do en que la orden estuvo ausente del territorio (1767-1900), los indígenas asirnilaron a sus pricticas, con gran la- xitud de la ortodoxia, el legado religio- so de los jesuitas y raramurizaron el cristianismo (Sariego, 2002: 67).

E1 eje central de su vida es religioso: la celebración de sus festividades se con- vierte en una prioridad y los animales fonnail parte de ellas. Aun cuando sus fiestas y rituales son de una forma u otra, algunos actos colectivos se reali- zan para acompañar la vida del indíge- na, y otros constituyen ritos de la comu- nidad.

' Eii la decada dc 19:30, con Lázaro Cárdc- "as; posterionnentc, en 1952 se crea el Insti- tuto Naciurial Indigenista, que pretende dar iin enfciquc integral a este problema al cen- trarse en tres ejes: la cxplotacion del bosque, la tierra y la escuela.

Entre los priinrros tenernos el dt: nacimiento, agradecimiento a Dios, ma- trimonio, reconciliación (juicio y dizílogo privado con Owirúame), ritos para el control de fuerzas del mundo, curacio- nes y rituales de niuerte; y entre los se- gundos destacan los ritos de fertilidad o primavera y los de esterilidad o in- vierno (ibldern: 66).

Tienen rebaños' para sacrificarlos cuando celebran una fiesta vurnure o cuando van a entregar el alina dc un iiiuerto; en t;rl circunstancia dehciiios señalar que c.1 núinero de chivas cs rc- levante no como iiiuestra de riqueza, sino como elemento indispensable para seguir realizando sus tradiciones.

Aparte de sr r su alimento básico, el maíz se utiliza para preparar el tesgui- no, bebida imprescindible cuando sc trata de co~npartir tanto festejos como cargas de trabajo. "El tesgüino es uii elemento central de la identidad, de la religiosidad y del etllos del pueblo t;t- rahuinara" (Molinari y Porras, 2001: 155). Si hay maíz, podrían preparar tesgtiino, celebrar fiestas y compartir trabajos comunitarios o personales con ayuda de la comunidad; esto es tan ini- portante para ellos que incluso llegan :I

quemar la poca leña que tienen para calentarse en la preparación de la liebi- da, quedando desprovistos para los tiempos de fno. El número de tc,sgÜina- das que tiene lugar en una comuiiidad también arroja luz acerca del fortaleci-

' El tener ariimaies drimi.dicos es conside- rado por Hennett y Zingg como un rasgo de in- troducción f'oritiea; sin embargo, cn la actuali- dad está perfectamente asimilado.

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miento de sus tradiciones y, por ende, de su organización social (tradicional), ya que brinda cohesión a la comunidad. En la medida en que ,meda continuar con sus tradiciones, esta organización social se robustece, y a la inversa!

En cada uno de los rituales y fiestas en que participa -trátese de momen- tos especiales de su trayectoria vital o de celebraciones colectivas- el rará- muri recuerda, reproduce y actualiza su visión del . iundo: los hombres de- ben andar y cor.lportarse con rectitud en el camino de la vida, deben celebrar y bailar para contribuir a que Ononía- me -el que está a r r i b a siga dán- donos la vida, el maíz y el tesgüino. Porque la vida se expresa en la regu- laridad y fertilidad del ciclo agrícola, en el equilibrio con la naturaleza y en la reconciliación entre los hombres. Por eso hay que danzar, celebrar y be- ber tesgüino. Hombres mujeres y ni- fios lo beben en sus fiestas y labores cotidianas como símbolo de su cohe- sión social y, en reciprocidad con Dios, se lo ofrecen en cada una de sus cere- monias, esparciéndolo hacia los cuatro

Las posiciones respecto el tesgüino han sido polémicas, ya que es una bebida embria- gante. Bennett y Zingg (1986: 581) señalan claramente que un rasgo adoptado de la cultu- ra occidental es el beber la serunda noche, y porende el esquema de beber ~kc i sco ~ord& describe la practica en términos negativos, afirma que convierte al mdígena en 'Giolador, adultcro y asesino" Sariego (ibtdem: 47) se- ñala aue almas de las ~atoloeias del tarahu- ~. u

mara provienen de su proclividad a dicho con- sumo, en la que no pocos observadores han visto el mal endémico de dicha raza.

puntos del universo y utilizándolo pa- ra pedir la lluvia, curar las tierras, los animales, las enfermedades y para agradecer la cosecha. Porque sin tes- Wino no se obtiene la lluvia, sin lluvia no crece el maíz y sin maíz no se puede hacer tesgtiino (Sariego, 2002: 69).

En su cultura no existe el concepto de acumulación de riqueza, pues para ellos kórima representa la obligación de compartir del que tiene con el que carece. Quizá su productividad debe medirse con otras escalas, que pudie- ran referirse a la propia continuidad del proceso de intercambio (tmeque) a lo largo del tiempo.

La tarahumara es una cultura con espíritu democrático, la cual se pone en evidencia al elegir a sus autoridades tradicionales: el gobernador o sirianre, un mayor y variospolicias. Cuando se rzúne en asamblea, la comunidad es la autoridad máxima, y son pocos los ca- sos en que no se resuelvan los proble- mas en dicha instancia. Cuando hay tesgúinadas todos participan, indepen- dientemente de si son parte de la es- tructura tradicional de gobierno o s h - ples ciudadanos.

El gobernador es electo por aproba- ción unánime de viva voz, y es elegi- do el que logra más vocerío. Es ungido por el gobernador saliente, y en él que- da depositada la autoridad civil y reli- giosa; entre sus obligaciones está el dar el nawésari o sermón de los domingos en la asamblea de la comunidad, con- ducir las ceremonias religiosas y juz- gar los delitos. A pesar de que nadie discute su autoridad, ésta se circuns- cribe a su comuniclad, pues ningún go-

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bcrnador ha tenido control sobre todos los tarahuniaras.

Dado que su concepto de tiempo es dif'crente al nuestro, es indispensable respetarlo; el programa, por tanto, debía crecer desde la propia concepción en la ionia de decisiones desde la comunidad.

Ir~ipacto social

Se parte del supuesto cle que las orga- iiizacionris de la sociedad civil surgen para satisfacer alpina necesidad o pro- bleina e s ~ ~ c í ñ c o ; por ende, es necesaiio verificar si 1) se alcanzaron los resulta- dos esperados, y 2) si dichos resultados han tenido repercusiones cn el entorno social donde se ubica la organización.

En relación con los enfoques que ha tcnido este esfuerzo evaluativo se reco- nocen varias generaciones: la primera comprende las décadas 1950-1970 y es- taba fuer1,emente enfocado a los resul- tados del programa o proyecto, con el propjsito de medir y10 comparar entre la situación inicial y la final. No era considerailo un proceso sino un produc- to, y cobra auge en el coritexto de la ayiida internacional para el desarrollo iinpu1s;iilo por Naciones Unidas y el Banco Mundial.

l,a segunda generación coiresponde a la d6cada de 1980, cuando el enfoque inigra de los resultados a la respon- sabilidad, transparencia y rendición de cuent;is. El objetivo era brindar una herramienta de control, para dar cuenta n las ciititladcs financieras o donantes del usn adecuado de los recursos, iiiien- tras las agencias internacionales se en- focan más en los efectos/iiripactos de largo plazo.

La tcrcera gciieracióri surgc a partir de 1990 y está enfocada a los procesos; su objetivo es comprender los fenóme- nos que se detonan conla intcrveiicióii del programa o política en curso, y r1 aprendizaje para quien los disefia, opc- ra y controla. La evaluación es vida co- mo una herramicnta estratégica para la construcción de conocimierito, cs par- ticipativa - e n contraste con los aiitc- riores conceptos, donde correspon<lia realizarla a instancias externas-. y niás que el resultado obtenido se cucs- tioiia si la experiencia fue relevante [)a- ra los beneficiarios de la accióri; es decir, qué efecto tuvo dicho resultado sobre aqicéllos a quienes estaba dirigido cl esfuerzo (Quintero, 2000: 891.

La evaluwción implica u11 proceso racional quc -asi como en cl corioci- miento- acusa la presencia de para- d i g m a ~ que han permeado la investi- gación científica. Requierc de un fuerte sustento en datos. y explica e identifica a través de procesos deductivos. Esta fase o dimensión se sustenta en P I pa- radigma positivista-cuariti(iitivo; sin embargo, tailibién exlilora, cntirntlc interpreta los feiiónienos a travcs di. un raznriamiixnto iriductivo, iibiráiida~r~ rn el cnfoqiic iriterprct;rtivo-cui~litnti~~i~ (Mokatc. 2000: 22-26).

En térniinos generales, se considera el impacto sociiil coino la repcrcusioii r'ii

alguna variable social originada 11or la iiiterveiició~i dc la 0rg;inización ~ i i iiiiii

problemática tladn. y se enfatiza 1;i ini- portancia de la permanencia y niicgni- tud de los caiiibios en el largo plazo: si11

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embargo, no hay consenso en cuanto al periodo necesario para conceptualizarlo así. Los resultados acumulados pueden influir a la larga en la modificación del entorno social, aun cuando éstos son, por definición, a corto o mediano plazo. La evaluación del impacto pretende medir dicha modificación (Castro y Chávez, 1994: 14, Pichardo, 1999: 343-3441,

También se pone de manifiesto un problema particular para este tipo de estudios, conocido como la posibilidad de aislar el efecto, o determinar si el re- sultado se debió a la intervención del programa u obedeció a otros factores.

Se distingue entre monitoreo y eva- luación (UNICEF, 1991; siü, 1997): el pri- mero es el seguimiento, el acompaña- miento de un proyecto a través de la revisión sistemática y puntual del de- sarrollo de un programa que facilita la detección oportuna de deficiencia y necesidades de ajuste del mismo; la se- gunda determina la relevancia, efecti- vidad e impacto del programa a la luz de sus objetivos (Valadez y Bamberger, 1994), y contribuye al aprendizaje a través de la experiencia adquirida (OCDE, 1991). Ambos procesos son com- plementarios:

El monitoreo sin la evaluación --o lo que es lo mismo, la evaluación de pro- cesos sin la evaluación de objetivos- sólo nos pennitina juzgar la ejecución de una iniciativa, sin poder concluir nada al respecto de la bondad de la iniciativa y la sensatez de continuarla o suspenderla. Asimismo, la evalua- ción de objetivos resulta inviable sin el monitoreo. La evaluación requiere de buena información generada por el

monitoreo, pues para juzgar la efica- cia y eficiencia de unas determinadas acciones en el cumplimiento de sus ob jetivos, va a ser indispensable conocer los aspectos cuantitativos y cualita- tivos de la ejecución de dichas activi- dades (Mokate 2000: 2).

Si se realiza un monitoreo desde el punto de vista administrativo eficientis- ta, se parte del supuesto de que la en- trega del producto o realización del ser- vicio implicaráper se un beneficio para la sociedad, lo cual no es cierto, y equiva- le a permanecer en el nivel de resulta- dos sin preguntar por sus repemiones.

En resumen, la evaluación de impac- to debe comprender una fase o dimen- sión cuantitativa que permita revisar de manera rigurosa tanto los procesos del proyecto como sus resultados, segui- da (o en paralelo) de un acercamiento a los procesos realizados para entender, comprender y10 interpretar cómo ha sido asimilado por los beneficiarios (destinatarios o población objeto), siem- pre en la perspectiva de la situación de- seable que se buscaba alcanzar (Castro y Chávez 1994: 3).

Propuestas metodológicas

Algunas propuestas teóricas coinciden en la necesidad de racionalizar o con- ceptualizar la problemática a investi- gar a través de ejercicios de clarifica- ción, pues reconocen que en múltiples ocasiones la organización no tiene claro lo que pretende y, por ende, realiza ac- ciones erráticas e improvisadas que no obedecen a un proceso de planificación y no está en posibilidad de medir algún

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Cuadro 1. Comparativo de enfoques sobre mediciiin de impacto p. -~ -- --

Teorias/;iutor Mokate Cohen y Marco UNESCO

Conceptualización Franco lógico del problema

Cambio buscado iB) Objetivo final Iinpactos Fin Modelo -- explicativo

~ p..p

Qué hacer para lograrlo Objetivos Efectos Propósito &d causal !si A entonces B) intermedios explicativa -~ - - - -- p. p.--

Cóino hacerlo Objetivos Pn~ductos Componentes Metas !invercioniis y estrategias operativos para reali;:ar A¡ - ~- -~ - ~- -~

Actividades y tareas Insurnos, Componentes Actividades Productos y costos servicios

- -- p~ -- ~

bhenk: elaboración propia a partir de los autores.

efecto o irripacto. Este proceso de racio- nalizacióii de la problemática. que a n k todo se refiere a la diferencia entre la situación actual y la deseada, conoce como diagnóstico según Pichardo Mu- ñiz; para Mokate se trata del marco conceptual; para la teoria del niarco Ió- gico es el fin; Cohen y Franco (citados por Mokate, 2000: 12-13) lo denominan impacto, y para Castro y Chávez re- presenta el modelo explicativo de la realidad y sus problemas asociados.

Una s c p n d a fase es la racionaliza- ción de los pasos qve deben seguirse para alcarizar el cambio propuesto. En este punto la norneiiclatura también difirre, aun cuando se refiere a la mis- iiia oprirai:ión lógica: qué acciones pue- den origuiar el cambio buscado. Eiiton- ces tenemos las hipótesis causales de Mokate, la red causal explicativa de Cas- tro y (:há\.cz o el árbol de problemas en el niarco Iijgico; se trata de una fase cn- tica, pues en ocasioiies no está claro -y niás tratándose de problemáticas so-

c i a l e s , cual es el efecto y cujl la causa. En este punto es necesario jerarqui-

zar los pasos en hución de la relcvaii- cia y viabilidad. Puede que algo sea re,- levante para el objetivo planteado, y resultar totalmente inviable por cues- tiones financieras, políticas, de recurso humano, etc. También aquí coinciden los enfoques.

Se encontraron discrepancias en el enfoque en el nivel en que reconocen el impacto social, y que representa quizi el problema t.ora1 de la cuestión. A nia- nera de ejemplos, Castro y Chávez se- ñalan los siguientes tipos de impacto:

Modificaciones significativas dc las condiciories sociales de vida de la población: bienes y servicios, salubri- dad, nutricióii g alimentación, ciiipleo ingreso familiar, servicios culturales.

Modificaciones de componcntes subjetivos (conductuales) de la pol~la- ción beneficiaria, clestinatana y objeti- vo: redefiniciones efectivas de la cul- tura familiar.

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Cambios de las relaciones de poder de los sujetos involucrados en el proceso de ejecución del proyecto social: cambios en el control institucional.

Modificaciones sig..ficativas en la organización o institución que ejecuta el proyecto: en su estructura organiza- cional y administrativa.

Modificaciones significativas del perfil demográfico de la población: re- ducción de tasa de mortalidad infantil, aumento de esperanza de vida.

Modificaciones de las formas de organización social y participación sociocultural: cambios en el liderazgo comunal, regional, municipal o local (Castro y Chávez, 1994: 18-19).

Se observa que algunos de los im- pactos que señala el autor están a ni- vel de los beneficiarios, otros a nivel institucional u organizacional y otros más a nivel social o de contexto, divi- sión que asume Pichardo Muñiz. A su vez, en relación con políticas públicas que el Fondo Monetario Internacional señala.

Mediante el análisis de impacto social (AIS) se evalúan las consecuencias de las medidas de política -antes, du- rante y después de su aplicación- en el bienestar de diferentes grupos sociales, con especial atención a los grupos vulnerables y a los pobres. El AIS se centrará en el efecto de las políticas en la distribución del ingre- so entre los distintos grupos sociales, considerando factores como el géne- ro, el origen étnico, la edad, la propie- dad de la tierra, los medios de sub- sistencia y la ubicación geográfica @MI, 2001).

En esta acepción, el impacto social se entiende en relación con el bienestar de los grupos sociales afectados por el programa, y si bien se refiere a políti- cas públicas, sirve de referencia porque señala claramente la fase diagnóstica, el acompañamiento y la medición ex- post, así como el nivel prioritario para el AIS: los beneficiarios del programa.

ESTRATEGIA METODOLÓGICA

El abordaje al objeto de estudio combi- nó estrategias metodológicas cualita- tivas y cuantitativas en la construcción de un caso de estudio. La dimensión espacial quedó constituida por las co- munidades de la Sierra Tarahumara atendidas por el Centro de Desarrollo Alternativo Indígena A.C., mientras la dimensión temporal abarcó de 2002, año en que inicia operaciones, a 2004.

En el presente caso, en un primer momento se abordó con la perspectiva de comprender en forma hoiística (Gun- dermann, 2004: 251-288) una proble- mática cuya especificidad y contraste respecto a nuestra cultura la hacían compleja y defícil de abordar. Sin em- bargo, este caso contribuyó a clarificar los mínimos necesarios para realizar estudios de impacto social, así como a fundamentar el hecho de que éstos de- ben estar diseñados de manera iudivi- dual para cada organización.

La cultura tarahumara involucra procesos humanos que escapan a las ca- tegorías que estamos acostumbrados a utilizar, por eso se decidió abordar la problemática desde un enfoque que per- mitiera la flexibilidad que demandaba el objeto de estudio (Zemelman, 2000).

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Dicho al~urdajc coiisistió eii separar la prohlcni:itica eri tres ejes de invcsti- gación, u i o principal y 80s alterrios.

D~ifinrr los uidicadores en este cnfo- que mctcidológico constituyó un ejerci- cio a partir de la obscrvarióri de la co- munidad, pues fue necesario coiisiderar elcrncntos estructurales corno la dis- persión gcogrifica,' la falta de comuni- cación, 121 carencia de servicios de sa- lud, la organización cjidal sobrepuesta a la tradicional. Asirnisriio, elementos liistóricos como una autosegregación rn los lugares más inhóspitos de la sie- rra, producto de los ciifrentamientos con los colonizadores del territorio (Aboites, 1994: 45), y elementos cultu- rales coriio la organizacióii tradicio- nal, lii religión, su concepción clcl tra- l~ajo, las relaciones dc la comunidad ~Sariego, 1998.2002; Bennctt y Ziiigg, 1986; Molinari y Porras, 20011 ele- iii(,iitos coyiitiirales corno la apertura de los ceritros de trucquc.

Diiraritc 2002 se acoiiipanó al ericar- gado tlc licvar las iiiercaiicías a las dis- tintas coi-iiunidades, se conoció a !as au- t,orid:icics tradicionales y se interactuó coi1 ellos. así coiiio cori los interlocuto- res que eii ocasiones nos aconipaiiabaii: taiiibién sc trabajó de cerca cori el en- ioncrs director de~'~~royecto, quien fue

1 . . ,as c,irnuiiid;idrs S,. t.ncueiilrim cn arws

iiiu? rxtrnsas, donde cuiijuiitos dc una o dos viviend;ls canstituycii uria "ranchrria" con nuinbic propio. pcrii corisiderada parte de la ''coiriuni~lad" i> ciinjuni<i dc ranchrrías, cuyn rer i t r r i es ;iqirélln en donde sc construyó la iri<~si;i, I;i esciielii. la casi1 comunitaria y r n ricnsiuiics cl ccntro rlc salud.

una bucria fiieiitc de infbiliiac~óii accr- ca d r tliversas cuestioiies adiiiinis- trativas.

Se visitaroii todas las coiiiunidadcs doride inicid r:l proyecto (sict(:i, se coiio- iió a los tenderos en cada una y se esta- bl'cioron víiiculos coi1 otros miembros de las conlunida(l~~s para generar coii- fianza. Eii ese ;ifio se liicicroii oclio vi;\- jes, y rii algunos <le ellos sc visitaba inás de una coniuriidad.

llurarite est,c periodo se docuirieiitó toda 1;i expeiiericia: tanto la etnográfi- ca en la comuiiidad conio la adiiiiiiis- trativa r n las oficinas eri Chihuahua. Se capluró 1;i iifortn;~ción coiit,eiiida eii las notas ilc trurque que los tenderos Ilrnaii cada vez que hay un intcrcaiii- bio. y se elahornroii trcxs basrs rlr (latos. una por cada ano. Coiiio estratega adi- ciorinl para ;illcg;irso m i s iiitoriii;ici6ii que la ofrecida eii las bolet,as de truc- que, se diseiió uri;i ciicurst;~ para los i~rtesaiios d < ~ las comuni<ladcs, a ~ ~ e s ; i i de la oliosicioii inicial clc estos iritrrlo- cutores, ;idcriiRs d r 1111 ceiiso de los mis- mos con una Soto. La encuesta estalia p1aiik:rda cii trniiinos <le la cultura Lii- digriia, y l>riii<ló irifoi~iiacióii accrca (Ir 1;i cantidad de faiiiiliariis cn torrio a1 artesano, elenierito iiiiportante piirn fundamcntar las solicit~ides de ;ipoyos y tener unti rdcii. iiiis ccrcaria ii lo r<a;il en cuaiito a la pol~lación beneficiada. Para disciiar la t'iicuesta se recurri6 ti los iiiismos ar.trs;iiios, a fin de qiic ellos validaran los enunciados, y fue iiplicii- da por los triideros 1.11 sus rrspectiv;is coi~iuriid;i(lt~.; cori apoyo del cuortliiia- dor operativo. que es u11 rar;uiiun.

Posterioriiirrit~ se ~~rocedió a consil- litlar uii solo listado a partir dr 1;is ha-

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ses de datos generadas en tres años y pretendíamos evaluar y se midió a tra- del censo de artesanos. El censo conta- vés de dos variables: el interés de la co- ba con 336 registros, de los cuales 264 munidad en el programa, de naturale- aparecen en las notas de trueque y en za cuantitativa y cuyos indicadores son 72 no coinciden los nombres, de ahí la la cantidad de artesanos que intercam- necesidad de verificarlo en cada centro bian, el volumen del intercambio reali- de intercambio. Tomando en cuenta que zado, la cantidad de artesanos que in- los indígenas que intercambiaron algu- tercambian por rango de intercambio, na vez en los centros ascendió a 2 255; la diversificación de los proyectos v el se cuenta con información sociodemo- gráfica de 11.7% del total de artesanos intercambiando. Utilizar las dos fuen- tes de información -las notas de true- que y el censo de artesanos- permitió dimensionar la trascendencia que ha tenido el proyecto, pues el censo cuenta con información del artesano que las papeletas de trueque no brindan.

Problema eje y ejes alternos

Se enunció el proyecto como problema y se establecieron indicadores para des- cribir las modificaciones en las varia- bles de interés. Para ello fue indispen- sable partir de una concepción rarámuri acerca de la religión, los alimentos, la organización social, el trabajo, las festi- vidades y el tiempo.

Con estos elementos en mente se procedió a definir el problema eje, y se consideró que en la medida en que la comunidad se apropiara del progra- ma, éste funcionaría. La apropiación del programa sería el primer objetivo a lograr. Era la condición central que des- encadenaría los procesos alternos que

S Cantidad resultante de la consolidación de las tres bases de datos de los intercambios de 2002 a 2004.

mejoramiento en la calidadde la ake- sanía intercambiada. La segunda va- riable, de naturaleza cualitativa, fue el control de la comunidad sobre el progra- ma. Para este caso los indicadores ob- servados fueron la solución comunitaria a los conflictos de intereses, la vigdancia del funcionamiento del centro y la co- rrección realizada por la comunidad en la operación del centro de trueque.

A partir de este problema eje se con- sideraron otras dos vertientes o ejes alternos. Uno se refiere al objetivo de fomentar el autodesarrollo de las comu- nidades, por ello se buscó observar tres variables: la réplica, cadenas producti- vas y la migración de la población de las comunidades. Para el primer caso el indicador fue dado por la cantidad de comunidades que solicitaron el progra- ma, para el segundo por la cantidad de comunidades y productos agregados, y para el tercero por el aumento o dismi- nución de la población en las comunida- des. Sin embargo, los grupos indígenas tienen gran movilidad geográfica, por lo que el grado de dificultad para el acopio de información es elevado.

El otro eje alterno se refiere al obje- tivo de mejorar la alimentación, de ver- tiente cuantitativa. El indicador resultó la ingesta de caloríasper capita en las familias de artesanos y la proporción

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l ~ - ~ ~ ~~ ~ ~ -

Figura 1: Ejes de investigación

de los aliriientos intcrcanibiados res- pecto e1 vi~lumen total de alimentos de la ffmlilia del artesano.

Otra vertiente del eje tiene como ob- jetivo robustecer la organización tra- dicional a través de la variable orga- nización tradicional. Para este caso se pretendía observar procesos y relacio- nes como las festividades, las tesgüina- das, el trabajo comunitario, las prácti- cas tradicionales y los cambios de autoridad al seno de la comunidad, ya que para los indígenas estas activida- des se consideran importantes para ese

buen vivir. Estp enfoque metodologico nos permitió plantear el esquema de ob- servación de la siguiente fornia ifig 1 l.

Conio se observa, el nivel de iiii,,ac- tu esperado en este proyecto cs a riirel de beneficiarios: cl eje alterno relativo a mejorar la alimentación de la comu- nidad tiene repercusión directa en estti nivel. El eje principal y el eje alterno de foinento al autodesarrollo de las comu- nidades e n su vertiente cuantitati- va- influye11 mayormente eri el iiivel organizacional, y tanto la variable de migración coino la de 0rganiz:ición tra-

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Cuadro 2. Cantidad de artesanos por comunidad y variación porcentual ~ ~~

Comunidad 2002 2003 Var. ¡&.o> 2004 . . -~ Var. (%) - p - ~ ~ ~ ~ ~

Rowerachi 112 95 -16 84 -12 Tallarachi 60 68 33 96 41 San Luis Magimachi 99 101 2 101 O Huillochi 77 77 0 110 42 Wajurana 157 192 22 153 -21 Creel 166 127 -24 182 43 Norogachi 392 366 -7 288 -22 Bawinocachi 54 Choquita 40 Ccrocahui 44 Sin centro

~

4 -- 1 1

Total 1067 1027 -4 1153 12

Fuente: elaboración propia a partir de las notas de trueque.

dicional pudieran incidir en el nivel contextual o social, si bien todavía no pueden medirse.

Los señalados en el esquema con ra- yado horizontal son los que se han podi- do monitorear en estos tres anos, los rayados verticales apenas se cuenta con la información para iniciar su monibreo y resaltados en gris oscuro con lunares no se Ics ha podido dar seguimiento. A continuación parte de la información re- copilada en estos tres anos.

RESULTADOS

Eje central: lograr la apropiación del prograrna por la comunzdad. Variable: interés de la cornunidaá en el pmgrama. Indicador: cantidad de artesanos que ~ntermtnbian productos.

La cantidad de artesanos que han in- tercambiado cuando menos una vez en

los centros ascendió a 2 255 personas. El segmento que intercambió en los tres periodos ascendió a 258 artesanos (11 por ciento), los que intercambiaron dos periodos fueron 477 (21 por ciento) y los 1 520 restantes sólo lo hicieron una vez (68 por ciento).

Si tomamos en cuenta sólo la canti- dad de artesanos de las primeras siete comuiiidades para el cálculo de 2004, ésta asciende a 1 014, esto es, tuvieron un decrecimiento global de 1.3 por cien- to. Tomando en cuenta las tres comu- nidades que se sumaron, se incrementó 12 por ciento.

Por comunidad, únicamente No- rogachi, Wajurana y Rowerachi han tenido descenso en ambos periodos, mientras que Hillochi y Tallárachi han aumentado en forma significativa. De- be destacarse que estas dos últimas co- munidades son de las que tienen me- nos tradición artesanal. El descenso en las primeras puede ser explicado por el

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Cuadro 3. Cantidad de artesanos y volumen de interiambio anual ~~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

Año Cantidad Volumen del Cantidad de de artesanos

~

intercaml>io comuni<iades . ~~ ~

2002 1067 323 539 2003 1027 350 091 - , 20U4 1153

~ ~ ~~ ~

633 773 ~ ~

10

Fui,nt<, i~litliorirci~n prupia a piiiiir dc las notas de trurqur.

hecho di. haber introducido controles mento de tres coiiiuriidades al proceso; rle calidad de los productos y no acep- sin ernbargo. la cantidad intirrcaiiibia- lar algunns por carecer de demanda. da por las si(+ coiiiuiiiclades iiiicialrs

tambicn representa un incremento Indirrrdor iiolunr~r~ del ii~ter.curr~biu significativo, pues ascendió a 578

497,65 por ciento iiizis que el año aii- El volunien de irilercambio Iia ido au- tenor.

los artesanos siguen intcrcambiando apenas 8.1 por ciento. Tomando en con- durante los meses de actividad agrico- sideración que e1 volunien de artesanos la fucrtc, lo cual se había previsto que decreció cii <.se misino per.iodo 4 por no oc~imría. ciento, la nicdia por artesano auiireiilii

El volunicn de intercambio se dis- tarnbiéri en 12.4 por cicnto pasando i I < s

para durante rl últinio año por el au- 303.22 a 340.83 prlsos.

' n t e r c d i o por comunidad y variaiinn porcentual ~ ~-~~ -~~

2003 Var. ('i 2004 Var. (<!; 1

77 279 31.4 93 027 O 20.3 'Pallirnchi 15 250 22 333 46.4 55 001.5 146.0 S;rii Liiis hlagiinachi 45 952 42 0'77 -8.5 i Y 102.0 87.9 IIuillochi 29 241 30 319 3.6 66 451.0 11!).0 Wajufirna 61 590 6-1 416 4.6 121 998.0 89.3 (:rrcl 51 982 39 529 21 .0 S3 133.0 1110 Xi~ri,g;ictii 60 7Sl 74 (IR8 21.9 79 .1S.1.5 - '

l . . $

Ha\iiiio<.achi 20 '120.5 Ch~~quita 10 268.0 CC~IIGI.@I~ 2.1 588.0

Total 8.1 G3.'3 i7:l.!? ~ ~ ~~~~~ ~

X 1

E' i i iv i t i <!la.~ur.ociiin propia a partir dc las notas dr trutqut,.

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En 2004 el incremento en cinco de las siete comunidades e:: sustancial, y sólo Norogachi tiene un m, ~desto 7.3 por ciento, seguido de Rower ichi con 20.3 por ciento en ambos casos .nenor que el del periodo anterior. Nuevamente Ta- Ilárachi y Huillochi logran el crecimien- to más alto de las siete comunidades. No se tiene una explicacit ;i para esto, y una hipótesis es que quizá ~ , t á n ba- jando mas rancherias a intercambiar a los centros, lo cual tambii ... ' n d n a que verificarse. El aumento t n el volumen de intercambio en relación con la canti- dad de artesanos, que en + 5rminos ge- nerales permaier;' zstaule, significa que las personas aumentaron la canti- dad de bienes intercambiados.

Indicarloc promedio de intercambw por artesano según rango de intercambio acumulado en los periodos

Se tenían los datos para calcular el vo- lumen que cada artesano de la base de datos había intercambiado en los tres periodos, y para efecto de análisis se agruparon los intercambios indivi- duales en rangos de cien pesos.

Durante el periodo 2002 se observó que tres personas intercambiaron más de tres mil pesos, y al revisar la base de datos correspondiente se encontró que el registro que llega a 8 311 pesos " corresponde al padre Juan Córdova, sacerdote diocesano y uno de los inter- locutores mencionados al inicio del tra-

e Se decidió eliminarlo de la base de datos porque no satisfacía el perfil de la población beneficiaria del programa e introducía un ele- mento atípico en la misma.

bajo. En los tres periodos se obsewó que los más intercambiaron volúmenes pe- queños y los menos grandes volúme- nes. Esta disparidad hace difícil deter- minar, en términos de este volumen, la cantidad de personas beneficiadas.

Cuando se realizó el primer análisis de la información correspondiente a 2002, se supuso un promedio de siete miembros de familia, incluido el artesa- no. Si durante ese año se intercambió alimento con 1 083 artesanos quiere decir, si la proyección del tamaiio de la familia es correcta, que se beneficiaron 7 581 indígenas, pero se debió acotar esta aseveración. Aun asumiendo las cifras anteriores, y tomando en cuenta la disparidad en el rango de intercam- bio acumulado, habria que señalar que 5 943 personas tuvieron un muy ma- gro beneficio, ya que el intercambio fue menor de 400 pesos en el periodo. En el otro extremo del espectro, 546 indíge- nas (78 por ciento) tuvieron un benefi- cio significativo, ya que el intercambio acumulado se ubicó al menos en 800 pesos.

A manera de euestionamiento, que- da por resolver si esta disparidad en el intercambio se debe a motivos cultu- rales como el hecho de la naturaleza migrante del tarahumara, lo cual pro- vocaría que un volumen importante de la base de datos corresponda a la pobla- ción que en un determinado tiempo es- tuvo en alguna de las comunidades e intercambió sin repetirlo más adelante. Debido a este patrón de comportamien- to, se procedió a determinar el compor- tamiento de los tres periodos.

Respecto a la cantidad de artesanos por rango, destaca la disminución de

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Irnparti> s<icial di. una orpaniznri<in di. 1s suci,.d;id rivil í:critrti dr o~~~;iri-,>llr, Ali,.rri.itiv~, IriiIigerii..4 C 145 . ~~ ~~~-~ ~~~~ -- ~ - - ~ -

Cuadro 5. Comparativo de la cantidad de artesanos en el rango

~ E O (S) 2002 2003 2004 Var. ( I r )

Fuente: rkiboraci6n propia a partir de las notas de trueque.

los misrios en los dos rangos menores de intercainbio, el más bajo decreció 38 por ciento de 2002 a 2004, y el que le sigue un 6 por ciento. En contrapartida los rangos de 2 000 hasta 4 000 tienen u11 increnlento porcentual de 466.7 por ciento y aparecen nueve personas con intercambios superiores a los 4 000 pe- sos. De 1:1 comparación de los periodos se piiede observar que los rangos de

máximo intercambio han au~iientado, ya que el m i s elevado el primer año fue de 3 410, el (le 2003 ascendió a 4 183 y el de 2004 a 7 106 pesos. En 2002 sólo nucvc indígenas intcrcambiaron m i s de 2 000 pesos, para 2003 el número había aumentado a 20 y para 2004 fue- ron 60 indígenas que intercambiar011 más de dicha cantidad. Se analizó tam- bién a los indígenas que habían intcr-

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Cuadro 6. Cantidad de indígenas que intercambiamn más de 1 500 pesos en el año, según periodo y génem

Cantidad Cantidad Cuáles Mujeres Hombres de indígenas de periodos - --

periodos - - --

10 3 2002 a 2004 10 O 16 2 10 en 2003 y 2004 10 0

5en2002y2004 4 1 1 en2002y2003 1 0

96 1 7 en 2002 3 4 12 cri 2003 11 1

Fuente: elaboración propia a partir dc las notas de trueque

cambiado más de 1 500 pesos al año en alguno de los periodos.

Hay un total de 122 indigenas que han intercambiado más de 1 500 pesos anuales en alguno de los periodos. Es- tos 122 representan 11 por ciento del promedio de artesanos de los tres años, que ascendió a 1 082. Llama la atención que únicamente hay once hombres en este segmento, lo cual repercute en el ámbito familiar, ya que desde el análi- sis del primer año de operación de los centros de trueque se observó que esta- ba contribuyendo al empoderamiento de las mujeres, quienes adquirían cier- to grado de independencia económica de los hombres porque la actividad ar- tesanal es realizada mayoritariamente por ellas.

Variable: control de la comunidad sobre el programa. Indicador: solucwn comunitaria a los conflictos de intereses

Se nos informó que en la comunidad de Rowerachi se habia generado una si-

tuación que podría considerarse poten- cialmente conflictiva, pues habia cierto malestar del gobernador Francisco por la forma en que estaba funcionando el centro. Según él, se favorecía a ciertos miembros de la comunidad al pennitir- les canjear grandes cantidades de mer- cancía, lo cual provocaba que algunos no alcanzaran.

Cabe señalar que en dicha comuni- dad Francisco tiene una tienda y acep- tó que la apertura del centro le había afectado, y las personas que le debían ahora ya no le pagaban. Afirmó no es- tar en contra del centro, pero quería que se hiciera el trueque de manera que todos alcanzaran, y también sugi- rió que el centro sólo trabajara dos o tres días a la semana.

La comunidad resolvió el problema de la siguiente manera: aceptó que el tendero dejara su puesto y que Fran- cisco se hiciera cargo del centro; sin em- bargo, en la reunión donde se resolvería la cuestión, la comunidad no se congre- gó. Esto quiere decir que aceptaron el

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cniiil-iio I)c:n> iio otorgaron su aprobación e11 forni;~ explícita. Esta solución fue torriada dc acuerdo con sus tradicio- nes, y eii la nuestra significaria que se aprobaba el cambio, pero condicionado. Ilcspués de dos anos, en dos ocasiones Fr;miisco se ha negado a recibir los ali- ineritos cuando se han llevado, ocasio- riando problemas en el suministro. An- te cllo, la coriiunidad advirtió que la siguieiiti, vez que ocurra esto, se le re- voc;irá sir responsabilidad al frente del centro.

El meollo de la cuestión estriba en quc la drcisión fue tomada por la co- iiiunida~l libremente y cuidando sus intrreses, y no por personas ajenas al programa -por ejcri~plo, personal de Ce- d;iiii. iiit~zrlocutores u observadores-. C;ibc rc:;nltar aquí que una cuestión cxplicit;iinente detallada en el docu- nierito (It, «rigeti del Cedaui cs que éste no cornpctiría coi1 las tiendas de la co- rnuriidad, algo que no está ocurriendo e11 realidad. liitroducir elementos que perturbar1 r l sistema de relaciones vi- gerite eii la comunidad también deberá obscn~;~rrie cori detenimiento.

Es iiitcrr~saritc destacar que otro indi- catlor del apropiamiento esta dado por el g a d o (le sulicrvisión que la comuni- dad fjerce sobre cl(la) teridero(a1, pues nabierido sido i~ornbrados por ésta, lógi- co c..; ~ ' L P vigile 1.1 proyecto si le interesa.

SI. vriificó el supuesto acaparamien- to y cii terniirios geiierales no se dio el tcnónieiio lo cual indicó que el tendero estaba liacieiido l~ieri su trabajo: es de-

cir, la coii~ui~id;rd clip0 bien, inieiitras la inforiniicióii, si se conceptúa coii~o falsa, sugiere quci se lesiorlaron iiitere- ses, por lo que se puede suponer que el conflicto de intereses fue real.

En 'rallárachi el volumen de iiitrr- cambio fue poco porque únicamente se habían surtido productos básicos imaiz y frijol) y no había la variedad d r nier- cancías iridicadas en las listas, segúii manifestó Iléctoi. Núnez esposo de Cu- ca, la tendera del pueblo. Posterioniieii- te ella coriientó que habia aumeritaclo el voluinen del intercambio cuando sr. llevó provisión diversa, especificaiiieritr latas (sardina y clulel.

Sc observó que cila no tiene el c~)ricep- to de sumar los volúmenes, suio de hacer el intercambio uno a uno, y sc coiiside- ró que a futuro se podrían generar pro- blemas si las cuentas se coniplicaran y tuvieran que hacerse globalmeiite, lo cual se manifestó hacia fuiales de 2004. Se está en espera de que la coniunida<l intervenga para cambiarla.

En esta comunidad se pudo obser- var cierta inconformidad dcl goberna- dor en el monto al que son tomadas las artesanias, mientras la tendera se mos- tró estricta en cuanto a los cstáiidárrs de calidad, fi:nómeno quc se está dando e11 fonila espontiiiea por los oiicarg,i- dos de los centros.

Las coiiiuiiidades pidierori que SI,

divcrsificara la oferta de productos ;i trocar coi1 base en sus necesidades re;i- les, de ahí quc se introdujerzui correas, utensilios d r labranza, telas, etc. Nin- gún articulo se aiiadió por detcriniiia- ción de la a<lniinistración dcl Crdairi, sino que debió ser solicitado por 1;)s co- munidades. Asiriiisirio, se realizarori

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148 Patricia I Tliompson Gutiérrrz

reuniones con las comunidades para eliminar la artesanía que no se vende y fomentar la que sí tiene mercado. Es importante destacar que el control de calidad lo ejerce el tendero y ha resul- tado muy exigente.

Indicador: nntas de trueque escritas en espa?iol

La cultura tarahumara no tiene escri- tura, sin embargo se ha dado el control a través de las notas de trueque, y si bien surgieron algunos problemas, el hecho de que hayan aceptado hacerlo es indicativo de la apropiación del pro- grama. La sistematización de la infor- mación de las operaciones de trueque, que a simple vista parece sencilla, impli- ca de suyo el primer impacto que se está teniendo: para hacerlo fue necesario que los tenderos de los centros llenaran las papeletas que consignan las operacio- nes de tmeque, especificando cantida- des de artículos, las piezas de artesanías intercambiadas en cada caso, y el nom- bre del artesano. El hecho de que se lleven registros escritos en una lengua que no es la suya, y que lo estén hacien- do bien es un primer resultado tangi- ble del proceso que está teniendo lugar

Indicador: diuersificación de los proyectos

Se observa que las comunidades han evolucionado en su capacidad de ges- tión a través de los centros de trueque, promoviendo el desarrollo de otros pro- yectos de alto impacto socioeconómico como los huertos familiares, de los que se han entregado e instalado 18 en Ro-

werachi, 15 en Choguita, 20 en Cero- cahui y 48 en San José del Pinal, así co- mo 25 sistemas de captación de agua en Choguita. Esto se ha logrado gra- cias al acompaiiamiento tan cercano, lo que ha redundado en la generación de cierta confianza para desarrollarlos. Ejemplo de eilo es que en la comunidad de San José del Pinal (donde no hay centro de trueque) los indígenas acor- daron pagar el fondo revolvente obte- nido para financiar los huertos, ya que de esa foma iba a poder dotarse a más gente de los mismos. Es de llamar la atención, pues si al indígena se le dice que debe pagar por algo, no lo hace, y en este caso hacerlo fue un acuerdo de la comunidad.

Indicador: mejoramiento de la calidad de la artesanía

Una prioridad ha sido apoyar el d e s m 110 de habilidades artesanales a través de una capacitación específica, de acuer- do con las necesidades expresadas por los artesanos. En este contexto, la pri- mera administración se dio a la tarea de organizar un viaje de artesanos al sur de la república, en el que partici- paron cuatro tenderos, el entonces en- cargado de la comercialización y el coor- dinador rarámuri de la zona 3 u i e n tiene a su cargo la responsabilidad de entregar la mercancía y recolectar arte- sanía~. Respecto a las personas que sa- lieron de viaje, el encargado de comer- cialización destacó lo siguiente:

Identificaron que existe artesanía si- milar a la tarahumara de otras re- giones del país que es más barata y se

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Cuadro 7. Cantidad y promedio de siembra y cosecha de los artesanos ---. .. ... p~~

Siernbral Media Cosechal Media -- decalitms costales

Maiz 6 434 19.15 12 815 38.14 Frijol 7 811 23.25 6 926 20.61 Haba 9 164 27.27 5 439 16.19 Papa --

7 362 p~ -... ~-

21.91 ~ .. .

7 159 21.31 -~ .. . .

Fuente: elaboración propia a partir de las notas dc trueque.

año fueron, 30 por ciento el maíz, 22 por ciento el fríjol, 8 por ciento las ha- bas y 10 por ciento la papa.

Lo importante de contar con esta in- formación es que puede cruzarse con la de las papeletas de trueque y llegar a de- terminar la cantidad de calorías que el artesano y su familia consumen y de ello cuánto es debido al centro de trueque, ya que la información de las papeletas indica los productos comestibles inter- cambiados, y las cantidades de maíz, de frijol, etc. Esto había sido planteado inicialmente como uno de nuestros in- dicadores de impacto, y ahora que ya se cuenta con esta información es parte del trabajo que deberá continuarse.

Indicador:pmporcwn rle alimentos intercambiados respecto al total de alimentos de los artesanos

La encuesta brinda información sobre tal indicador, pues además de los datos globales sobre los volúmenes de cose- cha se les preguntó qué proporción de su mandado intercambiaban en el cen- tro. 16 por ciento aseveró que todo, 35 por ciento se provee ahí de más de la mitad y 43 por ciento de menos de la mitad. Con esta información, y con los registros de los intercambios, se puede

obtener la cantidad de alimento que el artesano y su familia han tenido du- rante el año. Este trabajo apenas está iniciándose y se podría cuantificar, aun- que fuese en forma aproximada, la pro- porción en que los centros han contri- buido a la alimentación de la población en un periodo determinado, en el que por cierto las lluvias no llegaron a tiem- po y la mayor parte de las cosechas se perdieron. En opinión de un interlocu- tor, esta proporción debe situarse apro- ximadamente en 50 por ciento. De con- firmarse esta cifra, podríamos asumir el grado en que los centros han benefi- ciado a la población en tiempos de se- quía. Respecto n la importancia del cen- tro en su provisión de alimentos, 38 por ciento van una vez al mes a intercam- biar, 36 por ciento van dos veces, 20 por ciento van tres veces, y sólo 5.4 por cien- to no va o no contestó.

EJE ALTERNO: ROBUSTECIhlIENTO DE LA ORGANIZACI~N SOCIAL

Variable: organización social. Indicador: acciones de trabajo con~urlitario y su celebración

En el eje del robustecimiento de la or- ganización social que se pretende me-

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<!ir a travcs de los ui~licatlorcs relativos :I sus tradiciones, sólo puede obtrnesse iiifor~iiacioii de viva voz de los po1)lado- res. En esta tesitura, en dos visitas ir1

poblado do Talláraclii se observó que la pol>lacióri eii aiiibas oc;isioiies había hcclio te:i@iino coincidierido con las la- bores (Icl &lo agrícola. Espccíficairirn- te, se inforiiió en la priiiiera que era porque estaban cercando, y en la sc- b u d a era triiipornda de siciiibra. Catie seña1;ir que esta u1tiiii;i visita tlrbió posporicrse ya qiir la fecha elegida iiii- cialiiiciite coincidía con la festividad de San Isidro, ;icto celctirado en las co- riiunidaclc:i.

En 1;i iiiedid;i en que las fontias de au- toridad tradicioiial signn teniendo rrle- v:mcia cn la vida comunitaria, se pucde considerai- que la organización social está sielido si no robustecida. al menos conservada. Sin embargo, hay iiiúlti- ples indicios de que se está tleterioran- (lo: se obs~:rvó una pandilla de niños tarahumai-as de entre 12 y 16 arios al- coholiza~los no sólo con tcsgüino sino tanibi6n ccin aguardiente de íiifinia cn- liciad qu<: se distrihuye clandestiiia- iiie~ite en I;r sierra, llegaron a una tes- güinada y agredieron a otro joven, al grado tic que im ;iciulto debió intervenir y tnn1bii.11 lile golpeado. Pregunti si eso era parte dc su cultura y rcspondicroii que no, que: cra un feriómeno que esta- ba aparecictndo apenas hace unos anos, que "los jóvenes ya no les hacen caso a los viejos" y que esto era inconcebible arios atrás. El ,mciario era visto con res-

peto aunque no tuviera un lugar (.n In cstriictura tra<licional (Ir gobierno, y ahora ya no. Se mcncionó qiic el fenó- nieno de las pandiil;ls va cn ;iuinento y cacla vez cstá peor.

EJE i\l,TERNO: I'~ITOL>ES.AR~~OI,I .O DE LA CORIUNIIMI)

El ~ii'iiiicr caso de rcil~lica corisuinatl:i es el dc 1;i coriiuiii(l;id dc Norogachi, in- tegrada al prograina c~i,julio de 2C02. b;l siguiente :iño se incorl~oraron Clio- guita, y Kahuinocaclii. La Gavilana fue la priiiiera que solicite el programa. pero no se ha podido incorpor;ir polquc se encuentra enclavada en otro muiiici- pio y en una cañada iiiuy profiinda.

Actualm<:iite hay tres coniuiiidatl<~s en lista de esl~cra. Respecto a las otras alternativas, por <templo los h n t ~ t o s fainiliares, ya fi~eroii puestas en opera- ción rii San Josi. dt?l Pinal, comunitlad qur no tiene c ~ n t r o <Ic tniequr.

El Ccdain posee un liueii sistema dr distribución en 10 coi~iurudadides, adt:iiik de una eficiente estructura ;i<lniinis- trativa, lo cual se trata <le aprovechar para intercaiiibiar insumos tarahu- inaras no artesanales entre las coniu- nidades del área <le influencia d r los centros de trucque. a fm dc forlalccrr n

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pequeños productores de insumos bá- cambio sostenible y10 permanente y ge- sicos. Ya se tienen localizadas mer- neraiizable en una variable social en la meladas, galletas y salsas de chile de Norogachi, chile piquín de Urique, y alimentos deshidratados, maíz, fríjol y artículos de limpieza de Cerocahui.

Variable: migración. Indicador: capacidad de arraigo de la comunidad dercvada de la presencia de los centros de trueque

En opinión de un experto consultado,

que se intervino y se está monitorean- do. El indicador de impacto mide y ve- rifica los cambios de largo plazo en las variables, y por ello implica permanen- cia en el tiempo.

Los indicadores de impacto se refie- ren al gran cambio planteado en el objetivo general del programa u organi- zación y, de existir, deben utilizarse in- dicadores internacionales. En este caso específico, incidir en el bienestar de in-

los centros de trueque brindan una op- dígenas tarahumaras representó un ción de alimentación a las comunidades desafío, pues dichos indicadores no pue- y actúan como un dique frente a la al- ternativa de involucrarse en activi- dades de narcotráfico, ya que algunas están ubicadas en sus áreas de influen- cia. La encuesta mostró un aspecto al que pudiera darse seguimiento, y es respecto a si vende sus artesanias en otras partes: la mitad contestó que no (51 por ciento), lo cual indica que los centros de trueque contribuyen a que parte de la población no tenga que saiir de sus comunidades para proveerse de alimentos. El arraigo se podría dar en la familia, específicamente la mujer y los niños, ya que ella podría proveerse de alimento con su artesanía aunque el esposo hubiere migrado.

El concepto de impacto social general- mente se confunde con el de resultados o la evaluación de desempeño. Consi- deramos que están relacionados, pero se refieren a cuestiones distintas al in- terior de la organización. Impacto es la repercusión social de un programa, un

den aplicarse a lo que para ellos es bien- estar, de ahí que se buscara generar la información de indicadores que +es- de su peculiar óptica- pudieran semir para comprobar que se había influido en su bienestar.

El impacto social no se percibe de inmediato, las consecuencias sólo apa- recen con el paso del tiempo y en oca- siones puede ser contrario a la inten- ción de la organización. Hasta hoy se dgsconoce qué efectos tendrá para di- cha población el empoderamiento fe- henino, o que la familia no migre con el hombre, ya que parte de su solidez como grupo étnico se debe a ello.

No puede haber impacto sin haber resultados y éstos se obtienen a partir de la actividad de la organización. El in- dicador de resultado mide los efectos mediatos del cambio en la variable so- cial. Lo avanzado en estos tres años constituye el primer paso de un proyec- to que, por definición, se alarga en el tiempo y da lugar a la primera medi- ción de algunos indicadores propuestos. Otros, mencionados al inicio del proyec-

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1 x i i 1 1 , ~ I i i i i~< i i Idl . i i i i s < o r ~ a i i i i a r i < i i i <Iv In ii~ciecln<i civil C<,ritri> <le Dc-iiii>IIii.\11i~i-ii;i~iri, Indig~.ii;i. \ (: 15:j

to, iio ha i i podido s c r es tudiados , e in- cluso s e desconoce su pertinencia.

En resumen , s e considera q u e toda acción d e l a s organizaciones t iene efec- tos ininetliatos, media tos y a largo pla- zo. Pud i i t r amos h a b l a r d e n iveles d e impacto cuando la actividad trasciende su prinier circulo d e influencia y con el tienipo s e modifica a lgún indicador d e a lguna vrlriable social. Así, el problema radica eii d e t e n n i n a r c u i n d o los resul- tados s e convierten e n impacto social.

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