Patio de los Reyes.

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Varios siglos antes de que el primer piti-do del tren despertara el eco gran(tico delas lajas guadarrameñas, ya se alzaba en laluz fina de la sierra, muy cerca de lo que lue-go habría de ser el "camino de hierro", esteenorme complejo artístico y cultural (y nun-ca mejor empleada la expresión, porquecuando se habla del monasterio de EI Esco-rial se incluye, adem8s, el templo, el palacio,el panteón real, el convento y la biblioteca,conjunto de aportaciones de diversas épo-cas, estilos y significación, que hoy recibe el

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Varíos sigtos antesde que los trenes abrieran

caminos en la sisrraya se elzabsn las colosalea

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Y NATURALEZA pESpE EL iREN

STERIO ESCYRIALENSEEDUARDO TIJERAS

En un recodo de la vía férrea, al pie del gra ►Tito,^zrardarrameño, aparece lo que se ha convenido

en llamar la "octava maravilla del mundo".

calificativo general, justificado, de "octavamaravilla del mundo"; ya se sabe cuáles sonlas otras siete anteriores maravillas entrelos monumentos de la antig ŭedad, y quenos complacemos en recordar: las pirámi-des de Egipto; los jardines colgantes deSemiramis y las murallas de Babilonia; laestatua de Júpiter Olfmpico, de Fidias; elcoloso de Rodas; el templo de Diana, enEfeso; el sepulcro del Rey Mausolo, en Hali-carnaso, y el faro de Alejandrfal.

Impresiona la constación del arte acumu-

lado. EI proceso empezó mucho antes deque la villa se convirtiera en un selectivocentro veraniego, con sus chalets, restau-rantes y hermosa hilera de castaños en lacalle principal, todo ello bajo la presenciaomnímoda y augusta del monasterio, queatrae centenares de visitantes de todas lasnacionalidades y clases sociales, es decir,que allí, por entre los inmensos patios, lasfastuosas cámaras y la exquisitez antesana,se mezcla la pareja de recién casados con elprofesor de Harvard fanático de la historia

hispana y el campesino gallego convencidopor la persuasiva propaganda de las agen-cias de viaje y la facilidad de los "tours".

TRATADO DEL ESFUERZO PURO

Ortega y Gasset dedicó una breve perointencionada meditación al monasterio. Essabido que la prosa de Ortega, sobre elcomponente reflexivo, nunca excluye el sen-tido de la belleza estilística y la fusión co-rrecta de pensamiento y poesia. "Esta luz

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EI impresionante fresco que relata la batalla de Higueruela.

castellana -expresa Ortega- es la que,poco antes de Ilegar la noche con lento pasode vaca por el cielo, transfigura EI Escorialhasta el punto de parecernos un pedernalgigantesco que espera el choque, la conmo-ción decisiva capaz de abrir las venas defuego que surcan sus entrañas fortisimas.Hosco y silencioso aguarda el paisaje degranito, con su gran piedra lirica en medio,una generación digna de arrancarle la chis-pa espiritual".

Para Ortega, la erección de EI Escorial,inmenso sacrificio idealista de la grandeza aperpetuidad, es un esfuerzo consagrado alesfuerzo, como un "tratado del esfuerzo pu-ro" que muy bien puede conducir, y condu-ce, a la melancolía.

Pero nosotros, naturalmente, no pode-mos enfrascarnos en otra meditación de EIEscorial. Nuestro cometido es más superfi-cial y expositivo. Ahora observamos el mo-nasterio e, incapacitados ante las designa-ciones personales convertidas en sustanciahistórica, vemos las líneas austeras del edi-ficio y sus torres y pizarras y losas y jardines,y mausoleos y estanques e incunables y ex-celsos frescos y orfebrería y marfiles y ma-deras finas labradas y mármoles sanguíneosy bronces dorados al fuego y la innumerabi-lidad insustituible y sólo podemos mostrar,aparte la "enumeración caótica" tipo Eliot ypor encima de otras consideraciones socia-les y políticas, el asombro de un legado quede alguna manera nos constituye comomiembros de generaciones que han luchadoy muerto en el mismo suelo y dejado un tes-timonio más permanente que el sudor y laslágrimas de las batallas y el trabajo y lasepidemias y las supersticiones y la oscuravida medieval: el testimonio del arte, quehoy se yergue entre los pliegues pétreos delGuadarrama, la jara en flor y los trenes quecirculan al pie del sueño imperial.

EN MEMORIA DE LA BATALLADE SAN QUINTIN

EI propio Felipe II explica en la cédulafundacional de 1561 los motivos que le im-pulsaron a la ordenación de la obra magna,que fue "en reconocimiento de la victoriaque Nuestro Señor fue servido darme el díade Sant Laurencio el año 1557". Se refierea la victoria de San Quintín. EI Rey obtuvocon el monasterio la vitola conmemorativa yun paraje amado para vivir y morir.

Las obras duraron veintiún años, a cargoen principio del arquitecto Juan Bautista deToledo, quien expiró en 1567 y fue sustitui-do por su ayudante, el famoso Juan de He-rrera. Este Ilevó a cabo el ambicioso proyec-to con ideas personales. EI estilo arquitectó-nico del monasterio, tan familiar y de tantainfluencia en toda Castilla, responde, digá-moslo técnicamente, a una "severa depura-ción de los elementos clásicos del Renaci-miento italiano". Los mejores artistas de laépoca intervinieron en su decoración, pinto-res, escultores y orfebres, de manera que elmonasterio -y edificios adyacentes- es uncompendio donde no hay manifestación

En el monasteriode El Escorial, Felipe II

quiso simbolizarel ansia de inmortalidad

y la grandezade la estirpe reinante.

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La Sala Capitular, entre ricos lienzos

artística que falte ni destello de la sabiduríahumana.

REYES Y TUMBAS

Se ha dicho que EI Escorial fue un intentode resucitar el templo de Israel. Por esoGóngora Ilamó al Rey Felipe "Salomón se-gundo". En términos de fantasía literaria, elmonasterio de San Lorenzo de EI Escorial eslo más aproximado como tránsito entre lamaterialidad terrena y los efluvios de la últi-ma morada, la eterna, y sentimientos deesta especie podrían albergarse al contem-plar el panteón de los Reyes, la suntuosidadfunérea, el fastuoso mausoleo en el que re-

Panteón Real.

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y maderas, es lugar de descanso.

posan, tras la terapéutica estancia en el-Ilamado con desgarro- Pudridero -tiem-po al tiempo para que se queden los huesosmondos y lirondos-, los restos de Carlos Ide España y V de Alemania, el sumo Empe-rador retirado a morir en Yuste con su ju-ventud, sus relojes y su gota; Felipe II, Car-los III, Alfonso XII, entre otros, y tambiénReinas e infantes, y el vencedor de Lepanto.

Más que los panteones reales, en cuantoformas de un pasado, impresionan, porejemplo, los objetos personales y los tristesy oscuros dormitorios. EI de Felipe II eramonacal. Entre la cama con dosel, la pila deagua bendita y el colchón de paja sobre ta-blas es posible hacerse una idea, algo deso-lada, de cbmo vivía uno de los hombres máspoderosos de la Tierra.

Después de la penumbra mortuoria y elagobio de las cámaras del sueño es una ver-dadera dicha emerger a la luz del sol caste-Ilano, a los fresnos y encinas y al viento dela sierra. EI calor del campo entra comocuerpo sólido en la gélida atmósfera de losmármoles, los bronces y las cacharreriaspreciosas.

LIBROSLos grupos turísticos, adormecidos por la

voz amanerada del cicerone, van abruma-dos por la cantidad de cosas que ven y elextenso recorrido. Los salones, pasillos y es-caleras suman un recorrido de por lo menoscuatro mil metros. Cuatro kilómetros de arteacaban con cualquiera. A la biblioteca, RealBiblioteca, con altos escalones e incunablesde excepcional valor, a cargo de los agusti-nos, pública, se accede ya sin resuello. Peroaquí está la mayor dimensión de la cultura yhay que detenerse largo tiempo, un lapso decódices y pergaminos y la noción de cuáleseran los límites del mundo en tiempo de losviajes de Indias y la busca obsesiva de las

^Estampas cl8sicas de gran interéa. Una locomotora de vapor arrastra el tren real que conduce

los restos de Alfonso XII. Y también presenciamos la Ilegada a EI Escorial, año de 1885.

especias aromáticas; manuscritos árabes,textos teologales y filosóficos y, en general,un paraíso para el bibliófilo y el investigador.

LAS COSAS DE ESTE MUNDO

Palacios, patios, museos, herramientas,tumbas, tapices, lámparas, exclamaciones(una buena mujer frente a una mitra del si-

En la actualidad,el monasterio es el foco

de una intensacorriente turiŝtica,

que procede de todoslos lugares del mundo.

glo XVI urdida con plumas de colibrí: "iJe-sús!") y tal cúmulo de arte e historia, con sucorrespondiente ejercicio físico, no tienemás remedio que desembocar, lisa y Ilana-mente, en unas ganas feroces de comer,pues con las invocaciones persistentes a lainmortalidad ocurre eso: que se abre el ape-tito. Y a la hora del cierre, cuando el monas-terio se queda en su auténtico ser, en la so-ledad y en el silencio sobrecogido y sobre-cargado, una soledad añorada por el visitan-te sensible, que los hay, los restaurantes dela espléndida villa se Ilenan de un públicoheterogéneo que vuelve con un suspiro a lascosas de este mundo. Con el tintineo de lostenedores hay que imaginarse los ámbitosdel monasterio sumidos en el lujo del tiem-po perpetuado, las sombras alargándose enla generosidad de los patios, la vida monás-tica y ese particular aburrimiento de las co-sas que exceden nuestra vida cotidiana. n

(Fotos: MANI37