Pasos de Armas Justas y Torneos en La Co

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    Fiesta y Ceremonia Cortesanaen la Europa de los Austrias

    EL LEGADO DE BORGOÑA

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    EL LEGADO DE BORGOÑA

    Fiesta y Ceremonia Cortesanaen la Europa de los Austrias

    (1454-1648)

    Edición a cargo de

    Krista De Jonge, Bernardo J. García Garcíay Alicia Esteban Estríngana

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    La Fundación Carlos de Amberes es una fundación privada sin ánimo de lucro, inscrita en el Pro-tectorado del Ministerio de Cultura con el número 109, que recibe aportaciones desinteresadasde la Fundación Ramón Areces, del Ministerio de Cultura, de la Consejería de Cultura y Turismode la Comunidad de Madrid y de Fortis.

    © de los textos: sus autores, 2010© de las traducciones: sus autores, 2010© de la edición: Fundación Carlos de Amberes, 2010© de la edición: Marcial Pons Ediciones de Historia, 2010  www.marcialpons.es - [email protected]

    Preimpresión: Milésima Artes Gráficas, S. L.Cubierta: Sobelman Corta y PegaImpresión: EFCAISBN: 978-84-87369-64-3 (Fundación Carlos de Amberes)ISBN: 978-84-92820-24-5 (Marcial Pons Ediciones de Historia)Depósito Legal: M–40.866–2010

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     Í  NDICE

    Introducción  9Bernardo J. García García y Krista De Jonge

    I. EL LEGADO DE BORGOÑA: UN MODELO DE CORTE

    EN LA EUROPA DEL SIGLO XV

    El banquete de los votos del Faisán y la fiesta de corte borgoñona 21

    Marie-Thérèse Caron (Université de Lille III)

    El legado borgoñón en la vida cortesana de los Habsburgo austriacos 35

     Jeroen Duindam (Rijksuniversiteit Groningen)

    II. ESPACIOS CEREMONIALES DE LA VIDA CORTESANA

    Espacio ceremonial. Intercambios en la arquitectura palaciega entre los

    Países Bajos borgoñones y España en la Alta Edad Moderna (1520-1620) 61

    Krista De Jonge (Katholieke Universiteit Leuven)

    Los usos del Escorial con Felipe II  91

    Agustín Bustamante García (Universidad Autónoma de Madrid)

    La decoración pictórica del Alcázar de Madrid durante el reinado de Felipe II  109

    Almudena Pérez de Tudela (Patrimonio Nacional)

    III. LA CORTE EN LA CALLE

    Una novia entre heroínas, bufones y salvajes. La Solemne Entrada

    de Juana de Castilla en Bruselas, 1496 145

    Paul Vandenbroeck (Katholieke Universiteit Leuven - KoninklijkMuseum voor Schone Kunsten, Amberes)

    «Cosa veramente di gran stupore». Entrada Real y Fiestas nupcialesde Juana de Austria en Lisboa en 1552 179

    Annemarie Jordan Gschwend (CHAM, Universidade Nova de Lisboa)

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    Celebraciones y ocasiones festivas en el primer viaje de Vincenzo Gonzaga

    a Flandes (1599). Avances de investigación a partir del Archivo Herla 241

    Simona Brunetti (Università degli Studi di Verona)

    La fiesta como estrategia de pacificación en los Países Bajos

    meridionales. 1598-1621 267 

    Werner Thomas (Katholieke Universiteit Leuven)

    Voyez notre belle capacite a gouverner. Sobre las «Fiestas del papagayode 1615 en Bruselas» en honor de la infanta Isabel 305

    Sabine van Sprang (Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique, Bruselas)

    El Possesso de los virreyes españoles en Nápoles (siglos XVII -XVIII  ) 323

    Sabina de Cavi (Vlaams Academisch Centrum, Real Academiade Ciencias y Artes de Bélgica)

    IV. EL TOISÓN DE ORO

    Ceremonia de la Orden del Toisón de Oro (1501-1598) 361

    Rafael Domínguez Casas (Universidad de Valladolid)

    «Capturaré una piel que nos volverá a la Edad de Oro». Los duques

    de Borgoña, la Orden del Toisón de Oro y el «Santo Viaje»(La Jornada de Lepanto de 1571) 399

    Elena Postigo Castellanos (Universidad Autónoma de Madrid)

    El diario de viajes del rey de armas Jean Hervart (1605-1633).

    Un registro particular del ceremonial de los toisones 451

    Bernardo J. García García (Universidad Complutense de Madridy Fundación Carlos de Amberes)

    El collar del Toisón y la grandeza de España. Su gestión en Flandes

    durante el gobierno de los Archiduques (1599-1621) 503Alicia Esteban Estríngana (Universidad de Alcalá)

    V. CULTURA CABALLERESCA, OCIOS CORTESANOSY VIRTUDES HEROICAS

    Pasos de armas, justas y torneos en la corte de Borgoña (siglo XV  

    y principios del XVI  ). Imaginario caballeresco, rituales

    e implicaciones socio-políticas 561

    Eric Bousmar (Facultés Universitaires Saint-Louis, Bruselas)

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    Torneos y fiestas de corte de los Habsburgo en los siglos XV  y XVI  607 

    Veronika Sandbichler (Kunsthistorisches Museum, Schloss Ambras,

    Innsbruck)El espectáculo del rey guerrero. Armaduras reales y pintadas de Felipe III  625

    Pierre Terjanian (The Philadelphia Museum of Art)

    Huellas de la commedia dell’arte en Flandes. Reminiscencias de unacultura prototípica 637  

    Philippe Bossier (Rijksuniversiteit Groningen)

    VI. CEREMONIAS FÚNEBRES: PROYECCIÓN SIMBÓLICA

    Y MEMORIA DINÁSTICA

    Funerales apropiados para los duques de Borgoña. Las obsequias

    celebradas en Bruselas para el emperador Carlos V (1558)

    y el archiduque Alberto (1622) 653

    Margit Thøfner (University of East Anglia)

    Memoria funeral de los Austrias. El discurso histórico y las noticias

     políticas en las exequias sevillanas de los siglos XVI  y XVII  673

     José Jaime García-Bernal (Universidad de Sevilla)

    Lista de ilustraciones  705

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    Propósito de esta contribución

    Los rituales caballerescos en la corte de Borgoña, particularmente las justas, tor-neos y pasos de armas, constituyen un objeto de estudio con múltiples facetas quecompete por igual a la historia cultural y a la historia social y política, pero tam-bién a la historia militar, la del deporte, la violencia, los espectáculos, el imaginariocolectivo y la literatura. Al inscribirse en una cultura aristocrática internacional,estas manifestaciones contribuyeron al prestigio, al funcionamiento y a la comu-nicación de la corte principesca en un momento en que ésta se estaba imponiendoen el contexto europeo1. Sin ninguna pretensión de aportar materiales originaleso de desarrollar una teoría general, me propongo ofrecer aquí una reflexión deconjunto, en forma de estado de la cuestión, a partir de las fuentes y los numerososestudios que tratan el tema, procurando aproximar aquellos fenómenos más cu-riosos a los fenómenos urbanos, subrayando la continuidad Borgoña-Habsburgo(o austro-borgoñona) en el último cuarto del siglo xv, y aportando aquí y allá

    algunas observaciones originales. Un status quaestionis tal debería ser útil para elestudio de la herencia cultural borgoñona en siglos ulteriores, pero también comoreferencia para una antropología histórica de la corte de Borgoña2.

    Durante mucho tiempo, los estudios referidos a la corte de Borgoña hanreducido los rituales caballerescos a sus aspectos más llamativos o deslumbrantes.Primero, han adolecido de una aproximación exclusivamente descriptiva y, luego,de una aproximación supuestamente explicativa, pero que postulaba una huida oevasión de sus protagonistas a través de lo irreal y la ilusión. Así, estas ceremoniashan encarnado durante largo tiempo, según los autores, el mal gusto o la falta de

    realismo de los duques de Borgoña y de su corte. Todavía hoy se hallan trazas de

    PASOS DE ARMAS,  JUSTAS Y TORNEOS EN LA CORTE DE BORGOÑA

    (SIGLO XV Y PRINCIPIOS DEL XVI)Imaginario caballeresco, ritualese implicaciones socio-políticas*

    Eric Bousmar

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    estas dos opiniones en ciertos trabajos. Nuevas perspectivas más convincentes seimponen, sin embargo, desde hace varios años. Inicialmente, trataremos de elabo-

    rar un primer inventario de los pasos de armas organizados en la corte de Borgoñay de sus organizadores, tras recordar la tipología de los combates caballerescosfestivos. Luego examinaremos los actores de estas manifestaciones; su inspiraciónliteraria; su inserción en una cultura del combate. Procuraremos, en fin, aprehen-der en su propio contexto estas manifestaciones largo tiempo desatendidas o malcomprendidas. Para hacerlo, situaremos el paso de armas en su inmediato contextoceremonial y festivo, y lo consideraremos como un instrumento de comunicaciónpolítica y de distinción social, situado en el centro mismo de la interacción entrelas ciudades y la corte, que dependía de la coyuntura política y que funcionaba

    como elemento de estructuración y de distinción social. Por último, indicaremosbrevemente el impacto de estas competiciones festivas y teatralizadas sobre la crea-ción literaria de su época, antes de proponer nuestras conclusiones.

    Definiciones y primer inventario

    Importa recordar brevemente la tipología de estos combates. Se distingue el tor-neo, la justa, el hecho de armas, el duelo judicial y el paso de armas3. El estable-cimiento de una lista o relación de pasos de armas plantea una primera dificultadde orden documental, pero también terminológico y tipológico, porque, a veces, lafrontera entre un paso y un hecho o empresa de armas resulta bastante ténue. Porotra parte, se verá que este tipo de manifestaciones caballerescas se concentra entrelas décadas de 1430 y 1470, con un retorno en la década de 1490.

    El torneo (torneamentum), la forma más antigua, apareció en el siglo xi.Se trata de un combate colectivo, o contienda, que opone dos grupos de comba-tientes a caballo. Sin llegar a desaparecer por completo, el torneo evolucionó, en

    el siglo xiii, hacia la fórmula de las justas realizadas en campo cerrado, combatesingular entre dos contendientes, o hacia la fórmula de las lizas que separaban alos dos adversarios, a partir del siglo xv. Todavía se celebraron torneos, aparen-temente muy raros, en los principados de los Países Bajos borgoñones en cronolo-gías tardías. Así, treinta combatientes se enfrentaron en Brujas en 1392, la mitaddependientes del señor de Gruuthuse y la otra mitad del señor de Ghistelles. Estecombate pasa por haber sido una de las últimas contiendas a la antigua, antes deque se iniciara una forma de renacimiento o restablecimiento de los torneos alre-dedor de 14504, aunque este tipo de combate nunca desapareció completamente

    en el intervalo5. Un torneo se celebró en Brujas en 1468 como clausura de un paso

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    de armas; en él, la duquesa de Borgoña temió por su nuevo esposo y el torneo tuvoque ser suspendido a petición de las damas6. Igualmente se puede mencionar el tor-

    neo de Brujas organizado por Maximiliano I en 1481

    7

     y el celebrado en Amberespor Felipe el Hermoso en 1494, del que se ha conservado una descripción pictóricagracias a una copia tardía y anónima8. El tratado de los torneos de Antoine de LaSale, que se supone inspiró el de René de Anjou, fue redactado en el marco de lacorte de Borgoña a mediados del siglo xv. A su vez, el tratado del rey de armasRené fue copiado en los Países Bajos y es muy revelador que los dos ejemplaresde esta obra realizados por Luis de Brujas, señor de Gruuthuse, incluyeran pasajessuplementarios relativos al torneo de Brujas de 1392, en el que el padre de esteúltimo se había hecho célebre como vencedor9. Los dos tratados responden a un

    doble impulso de curiosidad y, en el sentido sociológico del término, de distinciónen un mismo público, pero elaboran una visión del torneo ideal, que mezcla, si espreciso, tradiciones.

    El hecho de armas, a pie o a caballo, se basa en un desafío, que puede tomarforma de divisa por el mantenedor del desafío (por ejemplo, un brazalete cerradoo una cadena), que espera ser liberado de él por el combate que le entablará unadversario voluntario. Estos combates singulares pueden hacerse a muerte, cuan-do enfrentan enemigos con periodos de tregua prolongados, o son, en aparienciaal menos, acciones de nobles en busca de honor y de aventura. Varios hechos dearmas se realizaron en la corte de Borgoña durante los dos primeros tercios delsiglo xvi por familiares del duque, entre ellos, los paladines que hallaremos comoorganizadores de pasos de armas (Pierre de Bauffremont, Jacques de Lalaing)10.No debe confundirse este tipo de enfrentamiento libremente consentido con otraforma de combate singular y codificado, del que se constatan algunos ejemplos enel siglo xv (véase más adelante): el duelo judicial o prenda de batalla, que es unaforma de ordalía cuyas consecuencias pueden ser mortales y se inscribe por con-siguiente en un procedimiento judicial11. La codificación del combate durante las

     prendas de batalla pudo inspirar, desde luego, la que se encuentra en los hechos dearmas y los pasos de armas12.

    El paso de armas se desarrolla en el siglo xv, a partir de la década de 1430,dentro del mundo franco-borgoñón, y antes en la península ibérica (si bien los pasos castellanos pudieron servir de detonante, algunos elementos latentes estabanya presentes, por otra parte, al norte de los Pirineos)13: se trata de un combate muyescenificado, donde el combate propiamente dicho se integra en un espectáculo yen un ritual más amplio (disfraces, parada, arquitectura efímera, como columna opabellón, pretexto narrativo). El paso de armas supone un desafío previo, lanzado

    por un emprendedor que se ofrece a combatir a los que responden al desafío y que

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    exige precisar de antemano los términos y condiciones del combate: plazos, lugar,enfrentamientos sucesivos y armamentos, precio (premio) y penalizaciones14. Du-

    rante las justas y los pasos de armas, no es raro que los combates a pie enfrentena los campeones después de que se hayan singularizado en el combate ecuestre. Enciertos casos, incluso, sólo un combate a pie enfrenta a los adversarios.

    Copiosamente descrito por las crónicas, el paso de armas aparece asocia-do en particular, pero no exclusivamente, por la historiografía con los territoriosde los duques de Borgoña: la reconstrucción de un supuesto paso de armas bor-goñón en Bruselas, en 1905, resulta, a la vez, reveladora y catalizadora de estapercepción15. Sin embargo, es obvio que, en estos territorios, fueron mucho menosnumerosos que las simples justas16, las cuales, por sí mismas, no se transformaron

    en objeto de atención sistemática en las fuentes narrativas, precisamente « pour ceque c’est chose commune de jouster», como dijo el cronista Olivier de La Marche,mayordomo y capitán de la guardia del duque de Borgoña Carlos el Temerario17.

    Nueve pasos de armas borgoñones son bastante bien conocidos y estándocumentados, siete de ellos para el periodo de los duques Felipe y Carlos18, y dospara el periodo austro-borgoñón:

    Año Denominación Organizador Lugar de celebración

    1443 Paso del Árbol Carlo-magno

    Pierre de Bauffremont, señorde Charny, caballero del Toisónde Oro

    Marsannay-la-Côte,cerca de DijonCamino

    1449 Paso de la Bella peregrina Jean de Luxembourg, bastardo deSaint-Pol, señor de Haubourdin,caballero del Toisón de Oro

    Saint-OmerCamino

    1449-1450 Paso de la Fuente de lasLágrimas

     Jacques de Lalaing, futuro caba-llero del Toisón de Oro

    Chalon-sur-SaôneIsla

    1454 Paso del Caballero delCisne

    Adolphe de Clèves, señor de Ra-venstein, futuro caballero delToisón de Oro

    Lille

    1463 Paso de la Escalinataencantada

    Philippe de Lalaing, caballero, yconseiller-chambellan

    Brujas

    1468 Paso del Árbol de Oro Antoine, bastardo de Bourgoña,caballero del Toisón de Oro

    Brujas

    1470 Paso de la Dama salvaje Claude de Vaudrey, señor deL’Aigle, chambellan

    Gante

    1491 Paso de armas Claude de Salins , écuyer Malinas

    1494 Paso del Caballeroesclavo

    Claude de Vaudrey,señor de L’Aigle

    Amberes

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    Conviene mencionar, además, el proyecto de un Paso de la Dama des-

    conocida, que estaba previsto celebrar en Bruselas en febrero de 1463, pero fue

    retrasado y luego abandonado, como consecuencia de la partida de uno de lostres emprendedores, el Gran Bastardo Antonio de Borgoña, como jefe de la ex-

    pedición de cruzada borgoñona19. En cambio, he creído oportuno no incluir en

    el cuadro un paso de armas dudoso que habría mantenido el mismo Gran Bas-

    tardo en Lille, en 1461, y únicamente mencionado como tal por la contabilidad

    municipal de la ciudad, fuente que, en otro momento, califica el acontecimientode «simple» hecho de armas y la confusión terminológica puede serle imputada

    al oficial local20.

    La lista de los pasos de armas borgoñones constatados y documentados

    es, por tanto, relativamente corta y, más adelante, habrá que hacer de nuevo refe-rencia a esta constatación, que contrasta con la exagerada atención que la histo-

    riografía les ha consagrado21.Se suman a ellos los pasos de armas organizados en otras cortes, espe-

    cialmente, el paso de armas de Nancy (1445) y el paso de armas organizado por

    René de Anjou en sus dominios: la Empresa de la Boca de Dragón (1446, cerca de

    Chinon), el Paso de la Solemne Guardia (1446, en Saumur) y el Paso de la Pastora

    (1449, en Tarascon)22. Para quien observa la cronología, no se podría descartar un

    fenómeno de concurrencia y de emulación entre las cortes de Anjou y de Borgoña.En 1455, fue Gaston IV, conde de Foix, quien durante una visita a Juan II de Na-

    varra, mantuvo en Barcelona, en plena ciudad, el Paso del Caballero del Pino con

    piñas de oro, servidor de la dama del Bosque secreto, mientras que un Paso del

    Castillo de Amor fue mantenido en la corte de Saboya en 147523.

    Bertrand Schnerb observa juiciosamente que el duque de Borgoña jamásorganizó directamente pasos de armas, al contrario que esos príncipes, uno de los

    cuales —René de Anjou—, fue también su adversario. Paradójicamente, en efecto,

    todos los pasos de armas borgoñones fueron organizados y mantenidos por hom-

    bres cercanos al duque, que aparecían en ellos como iniciadores, aunque también

    actuaran con el respaldo explícito del duque24.

    Los actores

    Los organizadores eran personas de relieve en la corte y en el Estado borgoñón:

    — Pierre de Bauffremont era caballero del Toisón de Oro, pero también

    y, quizá sobre todo, gobernador de Borgoña y reputado capitán, yerno

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    del canciller de Borgoña y futuro yerno del duque (se desposará conuna hija bastarda) 25.

    — El bastardo de Saint-Pol, chambelán del duque de Borgoña, tambiénera caballero del Toisón de Oro cuando mantuvo su paso26.— Jacques de Lalaing, que ya era caballero durante el Paso de la Fuente

    de las Lágrimas, se convirtió en consejero-chambelán del duque y encaballero del Toisón de Oro poco después27.

    — Adolfo de Clèves, señor de Ravenstein, hermano del duque de Clèves,

    era innegablemente un gran señor. Esposo de la sobrina de la duquesade Borgoña cuando se celebró el paso que sostuvo, aunque no ingresó

    en la Orden del Toisón de Oro hasta pasados dos años28.

    — Philippe de Lalaing, hermano menor de Jacques, descendía de una im-portante familia con una larga trayectoria de servicios en la corte y

    el Estado. Era caballero y consejero-chambelán cuando se celebró elpaso que sostuvo, pero nunca llegó a ingresar en la Orden del Toisón

    de Oro29.— El Gran Bastardo Antonio de Borgoña, medio hermano del duque, era

    caballero del Toisón de Oro y chambelán ducal30.— Claude de Vaudrey, miembro de una familia del Franco Condado des-

    tacada en el servicio de los duques, era consejero-chambelán. Entreotras cosas, será bailli (gobernador) de la Montagne en años posterio-res, es decir, se hallará al frente de uno de las tres circunscripciones po-

    líticas y judiciales que constituían el condado de Borgoña, sucediendoa su propio padre en dicha función (1474). En 1477-1478, será una de

    las principales figuras de la resistencia en las posesiones meridionales

    frente a Luis XI y se convertirá en chambelán de Maximiliano31.— Claude de Salins, simple écuyer durante su paso, fue quizá el más mo-

    desto de los mantenedores. Era écuyer tranchant  en la Casa de Felipe

    el Bueno32.

    Así, todos los mantenedores de un paso de armas poseían la condición de

    caballeros bajo los duque Valois. Sólo Claude de Salins no fue más que un simpleécuyer durante la celebración de su paso. Dos mantenedores ya eran miembros de

    la Orden ducal del Toisón de Oro durante el mantenimiento de su paso; los otrosdos lo fueron poco después. En total, cuatro de los nueve emprendedores eran

    caballeros del Toisón de Oro (cuatro de siete si únicamente se considera el periodode los Valois-Borgoña). Algunos eran personajes de consideración y desempeña-

    ban un papel relevante en el funcionamiento del Estado, a nivel central o regional.

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    Además, eran jefes de guerra. El papel cultural de, al menos, uno de ellos comomecenas y bibliófilo (el bastardo Antonio) es de sobra conocido33.

    También se encuentran en la lista dos bastardos de alta alcurnia.Se ha de advertir, por último, que algunos de estos actores aparecen endiferentes pasos de armas (sin contar aquí las justas ordinarias y los desafíos ohechos de armas): Antonio de Borgoña y Felipe de Lalaing participaron en el Pasodel Caballero del Cisne antes de mantener su propio paso de armas; Claude deVaudrey también tomó parte en el Paso del Árbol de Oro antes de mantener supropio paso. Y antiguos emprendedores participaron como simple oponente delmantenedor: es el caso de Adolfo de Clèves en el Paso de la Escalinata encantada.

    Una inspiración tomada de la ficción literaria

    Una característica principal de las manifestaciones que estudiamos aquí es su re-curso a elementos procedentes de referencias culturales artúricas y, por extensión,literarias, que provienen de una o de varias obras precisas e identificables, o queparticipan de forma más difusa del imaginario cortesano y de los círculos princi-pesco y aristocráticos. En realidad, el recurso a una inspiración tomada de la fic-ción de las epopeyas o de las novelas cortesanas para organizar los combates caba-llerescos en la corte no constituye, en sí misma, una novedad. Por el contrario, estáde sobra constatado por las fiestas, las justas o los torneos a partir del siglo xiii34.Desde el punto de vista de su puesta en escena, los pasos de armas del siglo xv que se desarrollan en las cortes principescas durante las décadas de 1430 y 1440,en particular, en la de los duques de Borgoña, los duques de Anjou y los reyes deCastilla35, poseían, sin embargo, una especificidad que parece ser una innovación.Estos combates, cuyo contexto inmediato es escenificado y teatralizado, se funda-mentan a la vez sobre una situación táctica real y sobre una situación imaginaria

    presente en las obras de ficción. El héroe defiende allí, a menudo individualmente,un paso que puede ser una encrucijada, un puente o un vado. Estas situacionespreliminares y de paso son frecuentes en los romances y su adaptación en prosa,en particular, en los de materia artúrica36. Los «capítulos» del paso (o «cartas dearmas»), es decir, el documento proclamado de antemano, frecuentemente por unheraldo, para dar a conocer el mantenimiento del paso y comunicar a los potencia-les adversarios las condiciones del combate (modalidades, precios, penalizaciones)son en sí mismos un elemento de teatralización y de espectacularidad, y permiten,además, anunciar el argumento del romance o narrativo que será escenificado en

    el transcurso del paso:

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    — El Paso del Árbol Carlomagno (1443), reminiscencia de la Canción deRoland  evoca la defensa del paso de Roncesvalles por Roland y sus

    caballeros contra los sarracenos

    37

    .— El Paso de la Bella Peregrina (1449) recuerda un personaje de una no-vela artúrica, Alejandro el Huérfano (Alixandre l’Orphelin); en él, elemprendedor representaba el papel de Lancelot y porta sus armas. Sele supone haber salvado una bella dama atacada por unos ladrones enel camino de Roma38.

    — El Paso de la Fuente de las Lágrimas (1449-1450) se inspira en la no-vela Ponthus et la belle Sidoine; Jacques de Lalaing representa el papeldel caballero Ponthus, que se bate para socorrer a la dama de las lágri-

    mas (una alegoría cuyo significado sigue siendo motivo de controversiaentre los historiadores)39.

    — El Paso del Caballero del Cisne (1454) se inscribe en la leyenda familiarde la Casa de Clèves (el emprendedor es el hermano del duque de Clèves),pero también bebe directamente del romance de El Caballero del Cisne. Elemprendedor desempeña el papel del mítico fundador de su linaje (condu-cido por un cisne, habría navegado en una nave a lo largo del Rhin, hastallegar al castillo de Clèves y desposarse allí con una princesa, de la que na-ció su casa ducal). Este paso está ligado a un ciclo de banquete y entremés(intermedio), que le sirven de introducción y conclusión.

    — El Paso de la Escalinata encantada (1463) pone en escena un caba-llero errante. Perdido en la noche, que encuentra una columna con unatrompa. La hace sonar tres veces para pedir socorro, pero es capturadopor un enano. Este último está al servicio de un hada, o dama de lacolumna (escalinata) mágica. Para lograr su libertad, el caballero debeir a la corte de Borgoña (la ficción se encuentra así con la realidad) paramantener allí un paso de armas40.

    — El Paso de la Dama desconocida (anunciado en 1463, pero nunca cele-brado) debía poner en escena cuatro campeones (o paladines), ficticia-mente prestados por el duque de Borgoña a una dama sin nombre paracombatir al opresor que pretendía despojarla de su herencia41.

    — El Paso del Árbol de Oro (1468) se inspira en el Romance de Florimont  para recrear su marco de ficción; el bastardo de Borgoña, hermanastrodel duque, representaba en él el papel de Florimont. Era el servidor dela Dama en la isla secreta (oculta), encargado, por el amor de ésta, deplantar su árbol de oro en el mercado de Brujas, en compañía de un

    gigante y de un enano, y de enfrentarse allí a cuatro adversarios por

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    día, colgando sus armas en las ramas del árbol, actuación a la que se

    añadía un torneo final42.

    — El Paso de la Dama salvaje (1470) se basa en las tribulaciones del Com- paignon de la Joyeuse Queste. Éste fue herido por Regard, mantenedor

    de un paso de armas alegórico y cuidado por el ermitaño de la Buena

    Acogida. Poniéndose al servicio de una bellísima Dama salvaje, des-

    nuda y cubierta de pelo y cabellos rubios, debe realizar proezas para

    obtener su amor y con la conformidad del duque de Borgoña, anunciaun paso de armas. Dos damiselas errantes se presentan como testigos y

    comunican sus hazañas a la dama salvaje43.

    — El Paso del Caballero esclavo (1494) pone en escena un caballero, obli-

    gado a realizar proezas para la Giganta rubia de la que es esclavo deamor. Para hacerlas, se presenta ante el rey de Romanos Maximiliano

    de Habsburgo44.

    Sólo el paso organizado en Malinas en 1491 no fue escenificado inspi-

    rándose en una relato literario: no consta más que de un desafío general a todo

    el que venga, el anuncio de las condiciones del combate, y el escudo que se ha de

    tocar para notificar que se acepta el desafío (elementos minimalistas tomados de la

    tradición literaria), sin la adopción de una identidad ficticia o de un argumento na-

    rrativo elaborado que justificara el mantenimiento de los combates y la naturalezadel decorado45. Por eso, la frontera tipológica entre este paso poco teatralizado y

    los hechos de armas sin vestimenta escénica resulta mucho más tenue46.

    La teatralización enmarca los combates, pero no marca la pauta de éstos:

    en efecto, contrariamente a lo que sucederá en el siglo xvi en los combates simu-

    lados, el resultado del enfrentamiento es desconocido de antemano y no ha sidoobjeto de repeticiones. La violencia y la competición son reales, bajo el signo de

    referencias culturales que revalorizan a los competidores. He aquí una diferencia

    fundamental entre el paso de armas borgoñón y, por ejemplo, el Paso del Castillotenebroso mantenido en Binche en 1549, en el que la «victoria» del príncipe Felipe

    (futuro Felipe II) se hallaba programada en el guión47.

    Las reglas del enfrentamiento: ritual y cultura del combate

    Puesto en escena, codificado y festivo, el  paso de armas es, además, un enfrenta-

    miento violento entre caballeros o escuderos pesadamente armados, y considerado

    como una demostración de su valor guerrero48.

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    570 Eric Bousmar

    En primer lugar, el combate es una proposición, un ofrecimiento, una oca-sión de demostrar valor. El emprendedor es quien fija las reglas y las condiciones

    del combate. Ofrece a sus adversarios la elección del tipo de combate en el quese enfrentarán: puede tratarse de un combate a pie, con hacha o espada, o deun combate a caballo, con lanza o espada. La elección se manifiesta tocando unescudo que corresponde a las modalidades elegidas. Aparte de este esquema-tipono existe, sin embargo, ninguna regla general y cada paso de armas presenta susparticularidades. Así, se ofrecen tres posibilidades en el Paso de la Fuente de lasLágrimas y sólo dos en el Paso del Árbol Carlomagno. En el Paso de la Escalinataencantada, la elección se plasma o concreta en el toque de tres escudos diferentes,y se alude a la posibilidad de luchar con armadura de guerra, con armadura de tor-

    neo, o de combatir con la espada. Además, también pueden ser especificados, paracada tipo de combate, el número y el tipo de golpes que deben asestarse. La vic-toria se puede lograr cuando el adversario es derribado al suelo. Por el contrario,durante el Paso del Árbol de Oro, se trata de asestar el mayor número de golpes enuna media hora y un reloj de arena da fe del tiempo transcurrido.

    Al igual que sucede en todo lo que atañe al guión de la puesta en escena,no existe un esquema ritual para el combate que enfrenta a los adversarios de unpaso de armas, sino muchas variaciones alrededor de un tema. En el plano técnicodel combate, se trata, aquí también, al parecer, de innovar o sorprender.

    Por lo demás, se constata que, en repetidas ocasiones, los mantenedoresde un paso se alejan de las condiciones del combate inicialmente fijadas y a lasque ellos mismos se habían comprometido: así, Jacques de Lalaing, aceptó más decuatro adversarios (siete en este caso) después de tres meses sin haber visto opo-nentes, mientras que, en el Paso de la Dama salvaje, se asestaron treinta golpes enlugar de diecisiete49. El Gran Bastardo, Antonio de Borgoña, se hizo sustituir comomantenedor del Paso del Árbol de Oro, tras la herida que le causó la coz de un ca-ballo. Puesto que se derogan sobre la marcha las reglas establecidas de antemano,

    la hipotética ritualización de los pasos de armas no puede ser sino relativa.Por otra parte, la técnica ecuestre y el dominio de las armas son elementos

    importantes del paso de armas. Los criterios fijados para la entrega de los precios ylos eventuales riesgos de penalización lo testimonian. Fuerza, valor y resistencia noson las únicas cualidades físicas que se requieren del participante; el entrenamientoes esencial. Es preciso recordar a este respecto que ciertas aptitudes para el com-bate, necesarias durante un duelo, lejos de estar en desuso, también son necesariaspara la guerra, tales como el manejo de la lanza. De igual modo, estos combatesson reales y no «representados» o parodiados; y lo demuestran la violencia de los

    combates relatados por los cronistas, la dificultad que tienen algunos participan-

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    tes envueltos en el fragor de la acción —tanto en los pasos de armas como en lasempresas—, para poner fin al combate tras haber ejecutado el número de golpes

    requerido, los peligros reales de lesión

    50

     y la violencia de los golpes, que revelan lasmenciones de armas o armaduras estropeadas o destruidas y las piezas (viseras delcasco, por ejemplo) perdidas durante el combate.

    Los pasos de armas también se inscriben en una cultura del desafío yde la «empresa» que se manifiesta en los hechos de armas. En los principadosde los antiguos Países Bajos, la tradición existe, incluso, antes de su integraciónen la construcción estatal borgoñona. Los adversarios se desafían por el honory sin odio —se insiste de buena gana sobre este aspecto y así lo testimonian lasprecauciones oratorias de una carta de desafío fechada en 1400—51, en comba-

    tes, por otra parte, muy violentos, a pie o a caballo, cuya codificación, al igualque la de los duelos judiciales52, ha influido ciertamente en la de los pasos dearmas. Protagonistas de pasos de armas tomaron parte en semejantes combatesa muerte, como por ejemplo Pierre de Bauffremont o Jacques de Lalaing en losaños 1430-1440, en tierras borgoñonas o desplazándose a los dominios de otrospríncipes. Además, la mayoría de las veces se trata de conseguir una insignia,una joya, que lleva el adversario, o, por el contrario, de liberarle de una coac-ción ficticia, materializada por un brazalete cerrado, por ejemplo. Aunque elcombate esté aquí sometido a cierto número de reglas convenidas de antemano,con frecuencia, estos choques son violentos. A decir verdad, existe una culturadel desafío y de la empresa en la que se inscriben los pasos de armas53. Algunosemprendedores de pasos de armas, pero no todos, sostienen una empresa comoen un hecho de armas.

    Estos encuentros por honor se aproximan a los combates librados en uncontexto de conflicto armado. En una sociedad del honor, las justas marcan lasoperaciones militares, en los tiempos muertos de los sitios o durante los periodosde treguas. Ejemplo del segundo caso son las justas de Saint-Inglevert mantenidas

    en 1390 por Jean Le Meingre, apodado Boucicaut, con el respaldo y apoyo delrey de Francia. Con la colaboración de dos caballeros franceses, Boucicaut desafióa todos los extranjeros que se presentaran y permaneció varios meses disponiblepara hacerlo. El momento y el lugar señalados resultan significativos: se enmarcanen el devenir de una tregua entre los reyes de Francia e Inglaterra; y Saint-Inglevertse sitúa en la frontera entre dos entidades políticas, el condado de Boulogne (fran-cés) y el Calaisis (inglés), en la ruta entre Calais y Boulogne-sur-mer. Un hermanode Ricardo II y el futuro Enrique IV fueron de los que, procedentes de Calais,respondieron al desafío. Al año siguiente, Boucicaut fue designado mariscal de

    Francia. El impacto político de tal acontecimiento resulta evidente; era un «véri-

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    table substitut de la guerre, en un temps de suspension des hostilités»54. Desafíossemejantes son mencionados regularmente en las fuentes de la época55.

    En el conflicto que les enfrentaba por la posesión de los condados de Ho-landa, Zelanda y Hainaut en 1425, el propio Felipe el Bueno desafió en combatesingular a su enemigo el duque Humphrey de Gloucester, tío del rey de Inglaterra,en una lógica, por lo demás, más próxima de la  prenda de batalla que del he-cho de armas; la cuestión era lo suficientemente seria como para que el duque deBorgoña se entrenara (sus preparativos le costaron alrededor de 14.000 libras enarmas, tejidos, tienda y equipamientos diversos), pero el combate fue rechazadoy no mantenido, en provecho de otros medios, diplomáticos y militares, menosaleatorios56.

    Es, pues, en una verdadera cultura masculina del combate y de la violen-cia, más o menos disciplinada y codificada, donde se debe aprehender el fenómenodel paso de armas. Se trata de una expresión de las élites aristocráticas del Estadoprincipesco bajomedieval. ¿Es preciso recordar que la organización curial, y enparticular la de la casa, tiene una función militar, transferible en caso necesario alcambo de batalla?57 La violencia y la tecnificación del paso de armas tanto comosu decorado artúrico o épico son, en cierto modo, inherentes a la identidad de loshombres de corte; sirven para explicarla y para reforzarla58.

    El contexto festivo y ceremonial del paso de armas

    Antes de profundizar en el análisis del papel político y de la función social que elpaso de armas pudo tener bajo los duques de Borgoña y los primeros Habsburgo,hay que centrar nuestra atención sobre la inserción de estas manifestaciones en unconjunto festivo o ceremonial, con frecuencia más amplio, del que recibe una partede su significación y con el que, a cambio, llega a conformar un todo.

    Muy a menudo, en efecto, la justa o el paso de armas no son aconteci-mientos aislados, sino elementos constitutivos de un acontecimiento más extenso.Considerarlos aisladamente constituiría un error de perspectiva. De hecho, se in-tegran en un contexto festivo y ceremonial total, que comprende muchos otroselementos (tales como el banquete, seguido de bailes de corte y acompañado derepresentaciones escénicas y de decorados o de tableaux vivants)59. La mayoría delas veces, además, estos acontecimientos no son fortuitos, sino organizados poruna razón específica (matrimonio, tratado de alianza...). La ausencia de explica-ción en las fuentes narrativas no implica necesariamente que no haya una razón

    subyacente. Ilustraré esta cuestión ayudándome de dos ejemplos.

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    El primero de ellos, el Paso del Caballero del Cisne (Lille, 1454), se inscri-be en un ciclo de banquetes y entremeses, centrado sobre una temática caballeresca

    y dinástica que culmina con los Votos del Faisán

    60

    . Los votos de cruzada se pro-nuncian bajo el impulso de una aprehensión física directa de la proeza y la hazaña:tanto las damas como los caballeros que van a votar delante de ellas han presencia-do o participado durante la jornada en el Paso del Caballero del Cisne. El recuerdovisual y sonoro e, incluso, para los participantes, muscular, sigue todavía vivo.Otros elementos reseñables aún estaban presentes en el momento de los votos. Lostapices que cubren los muros del salón representan la vida de Hércules, ancestromítico de los duques de Borgoña y modelo de caballería. Durante el banquete,tuvo lugar una representación muda de las aventuras de Jasón, héroe de referencia

    de la Orden del Toisón de Oro y compañero de armas de Hércules. El salón estabaigualmente decorado por una estatua de mujer desnuda arrojando hipocrás por elseno derecho y protegida por un león vivo; más allá de su valor alegórico, sobre elque los caballeros discuten, también es una doncella a proteger, una incitación a laacción caballeresca. Se impone una lectura en cuatro niveles (el paso de armas, laserie de tapices y los demás elementos materiales de la decoración, el mimodrama,la ceremonia de los votos) para poner de relieve el mensaje ideológico y político.Este último subraya en este caso la cohesión de la corte alrededor del príncipe ydel proyecto de cruzada.

    El segundo ejemplo, el Paso del Árbol de Oro (1468), organizado con oca-sión del matrimonio de Carlos el Temerario con Margarita de York, presenta unadoble originalidad estructural. Por una parte, consta de sub-ficciones dentro de laficción-marco; por otra, está ligado a un ciclo de entremeses que le acompaña denoche. Veamos primero las ficciones intercaladas. Tres oponentes al mantenedordel paso escenifican su llegada recurriendo a una ficción de inspiración cortesanaque tienen cuidado de coordinar en el guión de la ficción-marco puesta en escenapor el mantenedor del paso. Jean de Chassa se presenta como caballero errante,

    nativo de Esclavonia, que busca ganar el amor de su dama. Habiendo sufrido elmal del amor, el rechazo falto de compasión de su dama, el refugio desesperadoen un mundo salvaje, recibe la visita de una mensajera de su dama prohibiéndoleperder la esperanza. Partiendo a la aventura y atraído por el renombre de la Casade Borgoña, suplica a las damas presentes poder participar en el Paso del Árbol deOro. Philippe de Poitiers dice haber sido enviado a este Paso por la Dama blanca,que le «advoue et confesse son serviteur», con el fin de «croistre sa prouesse» y«accroistre en gloire et en vaillance». Mientras, el conde de Roussy se presentaen un castillo móvil artificial, como «chevallier, prisonnier de sa dame» en una

    ficción digna del imaginario alegórico nacido del Roman de la Rose. Lo custodia

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    el enano Pequeña Esperanza, servidor de Peligro. Sólo las damas del público,dice el enano, pueden liberar al caballero de Peligro para que se bata en el Paso

    del Árbol de Oro. En los tres casos, la ficción intercalada confluye en la ficción-marco y ésta desemboca en el espectáculo, el enfrentamiento y la realidad. Porotro lado, estos combates y su argumento narrativo se intercalan, a su vez, conmotivo del ciclo de entremeses que, por la noche, anima el banquete que sigue alos diferentes choques o encuentros del paso. Los Doce Trabajos de Hércules serepresentan en forma de mimodrama la noche de las justas: un caballero modéli-co, ancestro legendario de la dinastía. En resumidas cuentas, el Paso del Árbol deOro constituye la proclamación urbi et orbi de un modelo político, con motivodel matrimonio anglo-borgoñón. Se trata también de la afirmación de un modelo

    de sociabilidad, que implica la noción de servicio a las damas y la polarización degéneros expresada a través del elemento transgresor que constituye el cuadro delas Amazonas61.

    Con frecuencia, el paso de armas forma parte de un conjunto más ampliode festejos, cuyo mensaje y temática global se deben poder apreciar en su coheren-cia. Por consiguiente, deben tenerse en cuenta multitud de elementos para alcanzaruna aproximación integrada. Así sucede con la indumentaria y los accesorios, laelección de los colores y los motivos, las telas, los textos representados, las joyas,empleados tanto para el paso de armas como en el contexto festivo o ceremonialdonde éste se inserta62. Estos elementos son en sí mismos susceptibles de relacio-narse con el decorado, la iluminación (antorchas y juegos luminosos que puedendesempeñar un importante papel de noche)63 y especialmente la arquitectura efí-mera de las estatuas y pabellones, ligada a la especificidad del paso de armas (pen-semos en la peña del Paso de la Escalinata encantada, en la que el caballero puedeentrar64; en el castillo móvil del conde de Roussy, del que se trató más arriba; en lamaquinaria hidráulica que permitía hacer llorar a la imagen de una dama sobre losescudos que servían para elegir el tipo de combate durante el Paso de la Fuente de

    las Lágrimas)65

    , como en los elementos estándar de la infraestructura que tambiénse encuentra en las simples justas (lizas, tribunas, espacio cubierto de arena o demantillo)66. El estudio del acontecimiento permite darse cuenta de los artistas quecontribuían a él, pero también de los benneleurs y charetons (es decir, conductoresde canastas y carretas) que participaban en ellos; de la duración y de los costesde preparación, instalación, desmontaje y limpieza; de la cantidad de materialesbásicos, como madera, clavos, cuerda, mantillo o arena, y de materiales de lujoque se precisaban; de los salarios y, en fin, de su impacto sobre el mercado de tra-bajo67. A este respecto, se debe tener presente que una parte de estos gastos corren

    a cuenta de la ciudad que acoge semejante manifestación, mientras que el duque

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    y/o la misma ciudad conceden una subvención al emprendedor del paso para quepueda cubrir los enormes costes del acontecimiento, que resulta ser una ocasión

    de exhibición suntuaria por excelencia. Las circunstancias materiales del paso dearmas incluyen el alquiler de ventanas para los espectadores por sus habitantes68 yla organización reforzada de rondas y patrullas por toda la ciudad69, como ocurredurante cualquier manifestación excepcional que convoque un público numeroso.El papel desempeñado por los oficiales de armas en el desarrollo de cada uno delos pasos de armas, en la proclamación de los «capítulos», en la entrega de lospremios y en la memoria de los hechos merecerían un examen sistemático; la elec-ción de la titulación y del rango de los poursuivantes, heraldos y reyes de armasinvolucrados en un paso de armas no es anodina respecto al contexto global70.

    Tampoco hay que olvidar el calendario. Durante el Paso de la Dama salvaje (1470)mantenido por Claude de Vaudray, uno de sus adversarios, el conde de Roussy,entra en escena a lomos de mula como un Inocente, precedido de un Canciller quees su bufón. El recurso a la inocencia puede remitir al personaje artúrico de Perce-val71, pero, teniendo en cuenta el momento del año (el paso se mantiene en enero),también puede tener que ver con una chanza que alude al periodo del calendarioque transcurre entre la fiesta de los locos y el carnaval72.

    El paso de armas es, por tanto, una parte de un todo y sólo adquiere suplena significación así considerado. Es al prestigio de la corte al que contribuye elpaso de armas borgoñón. El honor de los participantes y el del duque, su huéspedo su afitrión se evalúan, se ponen a prueba y se realzan.

    Un instrumento de comunicación política y de distinción social 

    Los diversos elementos presentados y compendiados hasta aquí muestran ya am-pliamente que una simple aproximación descriptiva, que hace tiempo podía resul-

    tar apropiada, no podría bastar hoy en día para el estudio de los pasos de armas,ni tampoco para el de cualquier otro tipo de festividades curiales o principescas.Sin embargo, esta aproximación descriptiva ha dejado huella en una historiogra-fía, todavía llena de juicios sobre el «mal gusto» y los inútiles excesos de algunasmanifestaciones de la corte de Borgoña73.

    Paradójicamente, la primera tradición de aproximación a este tema que,tras los pasos de los trabajos pioneros del historiador neerlandés Johan Huizinga(1872-1945), fuera realmente explicativa o interpretativa, parece hoy poco con-vincente: según esta visión, la cultura caballeresca de finales de la Edad Media tes-

    timoniaría una huida de la realidad por parte de los nobles y un intento de buscar

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    refugio en el sueño y la ilusión que guiarían, en cambio, sus acciones74. Pero porestimulante que fuera, semejante análisis no resiste la crítica75.

    Ni prueba de mal gusto ni fenómeno de huida a través de la ilusión, lasfiestas de la corte de Borgoña deben ser consideradas, a la luz de las investigacionesmás recientes, como un medio de acción y de comunicación política que se dirige alos súbditos ducales, en particular, a las poblaciones urbanas, la corte del príncipey, más allá del Estado borgoñón, a las potencias vecinas, rivales o aliadas. Estosacontecimientos deben ser considerados como elementos de las complejas inte-racciones existentes entre el príncipe y sus súbditos76. El calendario o la agenda,en particular, política, así como la elección de los lugares y la personalidad de losactores del paso de armas, no pueden ser subestimados o desatendidos en ningún

    estudio de estas manifestaciones. Tratamos de proporcionar aquí algunos elemen-tos de reflexión a este propósito.

    Primero, hay que insistir sobre el contexto urbano o peri-urbano en el quetranscurren estos pasos y la mayor parte de las justas, lo que implica necesaria-mente una interacción con un público ajeno a la nobleza de corte y a los grandesoficiales (1). Veremos a continuación cómo estas manifestaciones se inscriben enla coyuntura política (2) y cómo juegan un papel de distinción y de estructuraciónsocial (3).

    1) El paso de armas en el centro de las interacciones entre ciudades y corte

    Los tres primeros pasos de armas borgoñones fueron organizados cerca de unaciudad, pero fuera de sus muros: al borde de un gran camino para el Paso delÁrbol Carlomagno (1443) y el Paso de la Bella peregrina (1449); en la isla de SanLorenzo, en medio del río Saona, y fuera de la villa de Chalon, que enlaza con ellamediante un puente, en el caso del Paso de la Fuente de las Lágrimas (1449-1450).

    En este último caso, el río que marca el límite entre el reino y el Imperio, entre elducado de Borgoña que depende del primero y el condado de Borgoña (o FrancoCondado) que depende del segundo, el lugar elegido para el paso de armas marcaun límite, pero también una imbricación, el duque que es a la vez príncipe territo-rial en el reino y en el Imperio.

    Los seis pasos siguientes fueron todos organizados en el corazón de unaciudad y, por otra parte además, en sus posesiones septentrionales, los Países Ba-jos: Lille (1454), Brujas, por dos veces (1463 y 1468), Gante (1470), las tres en elcondado de Flandes, luego en Malinas (1491), señorío autónomo y una de las sedes

    del poder principesco; y, por último, Amberes (1494), en el ducado de Brabante.

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    El desplazamiento desde las posesiones meridionales hacia el norte es significativoy muestra el peso creciente de este ámbito territorial en el conjunto borgoñón; el

    subsiguiente peso de las grandes ciudades del condado de Flandes, junto con Ma-linas y Amberes en la última década del siglo, resulta sin duda significativo de laevolución tanto de la coyuntura económica como de las relaciones entre poderesprincipescos y urbanos bajo la regencia de Maximiliano y el principado de Felipeel Hermoso.

    Algunas ciudades intrigaron para acoger un paso de armas, lo que muestrael interés que percibían en ellos, sin duda, tanto en términos materiales como sim-bólicos77. Paralelamente al duque de Borgoña, también proporcionaron subsidiosa algunos de los emprendedores de estos pasos de armas. Las ciudades de Lille y

    de Brujas solicitaron en vano, a Jean de Luxemburgo, mantener su paso de la BellaPeregrina entre sus muros, Saint-Omer fue la ubicación preferida (1449). Philippede Lalaing fue financiado por las autoridades urbanas de Brujas, donde mantuvosu paso de la Escalinata encantada (1463)78, igual que Claude de Salins lo fue porla de Malinas (1491)79.

    Por otro lado, para comprender bien la naturaleza de las interacciones quese articulan en torno al paso de armas, es preciso recordar primero que justar no esun privilegio nobiliario y que las grandes ciudades de los antiguos Países Bajos co-nocieron —en particular en el siglo xiv, pero también en el siglo xv—, una rica tra-dición de justas patricias, algunas organizadas con una periodicidad anual en Lilley Brujas. La confraternidad burguesa del Oso blanco acaba de ser objeto de undetenido estudio: apoyándose en una tradición establecida desde el siglo xiv y conel respaldo financiero de la ciudad, organizaba, para media docena de justadores,una serie anual de combates, mantenidos en el mercado de Brujas y seguidos de unbanquete en el ayuntamiento de la ciudad, en los días que precedían a la procesiónde la reliquia de la Santa Sangre. Además, esta reunión estaba relacionada con lasjustas de la Espineta en Lille. En estas justas del Oso blanco, se ve tomar parte a

    miembros de la corte tales como Louis de Gruuthuse, que interviene de forma muyhabitual, aunque es cierto que se trata de un magnate local; o como Jean de laTrémoille y Jean de Villiers en la década de 1420; Philippe de Lalaing más adelante(documentado en 1464); y el propio Gran Bastardo, Antonio de Borgoña. Los du-ques de Borgoña, a semejanza de su predecesor Louis de Male estuvieron presentesmuchas veces, estrechando sus lazos personales con algunos miembros de la éliteurbana80. Hasta 1485, se desarrollan en Lille las justas organizadas con motivo dela fiesta anual del rey de la Espineta81. También existen corporaciones que aúnannobleza y élite urbana sin que éstas estén necesaria y directamente implicadas en la

    organización de justas82. Sin embargo, la lógica que preside esta forma de mixtura

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    social parece ser puramente «descendente»83: el príncipe y los nobles participanen las justas burguesas, las élites urbanas no participan en las justas de la corte

    y a fortiori están ausentes de los pasos de armas reservados a algunos happy few entre la nobleza de corte. No obstante, la corte se instala en el centro de la ciudadpara desplegar allí sus fiestas caballerescas. Se es muy consciente de esta funciónde despliegue público de arcos, de símbolos y de competición, y del hecho de queresponde a una expectativa del público. Así el cronista Molinet precisa que el Pasomantenido en Malinas al margen del capítulo del Toisón de Oro (1491) estabaorganizado « pour embellir la feste», pero también y sobre todo para «entretenirceulx qui estoient venus veoir la noblesse d’icelle»84. Exhibiéndose, la nobleza decorte impone al público congregado la visión que quiere dar de sí misma. El espec-

    táculo no es más que divertimento.Como medio de afirmación y de comunicación, el paso de armas, inte-

    grado en un ciclo ceremonial de corte evocado más arriba (banquete, entreme-ses), encuentra una réplica en las manifestaciones organizadas por las ciudades,en particular durante la recepción del príncipe o de su esposa. Estas ceremoniasde entrada, o rituales de entrada principesca, son una ocasión de interacción entrecomunicación principesca y comunicación de las autoridades urbanas, cada parteafirma su identidad, sus derechos y deberes, a través de la elección de lugares queson atravesados o ignorados, la composición de los cortejos, la decoración y lostableaux vivants puestos en escena, los gestos y las palabras pronunciadas. Estasentradas, en particular cuando se trata de la primera entrada de un nuevo príncipeque viene a prestar el juramento inaugural de su mandato y a recibir la obedienciade sus súbditos, se inscriben en una concepción contractual de la soberanía princi-pesca. Otras entradas muestran la reconciliación entre súbditos y príncipe tras unarevuelta de los primeros sometida por el segundo; organizan en cierto modo unavuelta al orden cuasi-ritual de las cosas tras la ruptura de la contestación; restau-ran el lazo contractual entre gobernantes y gobernados. Al celebrar y agasajar al

    príncipe, los tableaux vivants que, en el transcurso de estas entradas, presentan losmunicipios y los diferentes cuerpos representativos de la ciudad, no dejan de evo-car temas caballerescos: la historia de Gedeón, que inspira a la Orden del Toisónde Oro (Arrás, 1455); la conquista de Constantinopla por el conde Balduino deFlandes (Mons, 1455); Alejandro, César y Pompeyo (Gante, 1458); las Nueve Mu-jeres Ilustres, en relación con Isabel la Católica que sometió Granada (Amberes,1496); y llegando incluso a combinar estos elementos con otros (que evocan, porejemplo, las virtudes cristianas) en el seno de un mensaje político global85.

    Existe un paralelismo entre el cortejo de entrada principesca y el paso

    de armas: es la salida en campaña. Al dejar una de sus capitales, Dijon, el duque

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    parte hacia Luxemburgo, donde le espera una campaña militar (1443). Esta sa-lida es, en cierto modo, un triunfo anticipado. Los pajes del duque llevan cascos

    (salades) adornados con perlas, diamantes y balajes; Jean de Clèves y Jacques deLalaing «furent fort en point d’écuyers, de chevaux, de pages, d’orfèvrerie et desonnailles», según rememora Olivier de La Marche86. En esta parada, en la pri-mera acepción del término, los hombres de corte y de guerra están rodeados, vanmontados y están provistos de objetos preciosos y sonoros, como pueden estarloy serlo tras el príncipe o su esposa durante una entrada solemne, como puedenestarlo y serlo también durante las justas y pasos de armas.

    Por sus «funciones», el paso de armas y los restantes divertimentos caba-llerescos (se podrían añadir los cortejos de los capítulos del Toisón de Oro, parte

    pública de un ceremonial que, en gran parte, se desarrolla a puerta cerrada) orga-nizados en la ciudad para la corte se inscriben en una red de comunicación másamplia, donde los actores, en parte concurrentes y en parte complementarios, enun marco de relaciones asimétricas, hacen valer su estatus e identidades, reivindi-caciones y pretensiones, utilizando medios de puesta en escena y de apropiaciónespacial parcialmente similares (el tableau vivant, el cortejo, los conjuntos de telasy colores, la tribuna, la calle, la plaza). El paso de armas responde, así, directa oimplícitamente a otros tipos de manifestaciones.

    Dicho esto, el paso de armas traduce también ciertas coyunturas propiasen la corte o la política principesca, lo mismo que contribuye, por sus especificida-des, a la afirmación de la nobleza de corte, según un proceso de distinción social.Ilustremos sucesivamente estos dos puntos.

    2) Coyuntura política y paso de armas

    El Paso de la Escalinata encantada pone en escena, especialmente a través de los colores

    y las libreas, tres grupos distintos de adversarios que se enfrentan al mantenedor: losborbones (Bourbonnais) que acompañaban a Agnès de Borgoña, duquesa de Borbón,a visitar a su hermano; el grupo de poder ligado a este último, el avejentado duqueFelipe el Bueno; y el entorno del conde de Charolais, el futuro Carlos el Temerario, suheredero. Como ha escrito Colette Beaune, más allá de su aspecto lúdico y de su papelcomo factor de cohesión social de las élites, el Paso de la Escalinata encantada «estun exorcisme médiatique», incluso si, como en esta ocasión, no llegue a impedir «une guerre civile larvée de continuer entre l’héritier et le favori»87.

    En el mismo orden de ideas, pero esta vez bajo la óptica de las rivalidades

    externas y sin una voluntad catártica, la propia personalidad del emprendedor (o

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    mantenedor) del paso debe atraer nuestra atención una vez más: resulta significati-vo que los pasos de armas celebrados después de 1477 en la corte de Borgoña, bajo

    Maximiliano y María, y después bajo su hijo Felipe el Hermoso, sean mantenidospor nobles nacidos en los  pays de par delà (el chambelán del Franco Condado,Claude de Vaudrey, en 1494 y el écuyer Claude de Salins, en 1491), es decir, naci-dos de componentes del Estado borgoñón que habían estado expuestos a la agre-sión e, incluso, a la ocupación francesa88. En la medida en que la misma organiza-ción de estos pasos podía considerarse una afirmación, entre otros aspectos, de lacontinuidad habsburgo-borgoñona, la referencia a la cuna de la Casa de Borgoña,conquistada por Luis XI, y al Franco Condado vecino que resistió y proporcionóun importante contingente a la corte, no podría ser del todo fortuita. La perso-

    nalidad del mantenedor es aquí de por sí un mensaje político, la afirmación de laperennidad de un Estado borgoñón que poseía sus tradiciones y su personalidadpolítica. La misma observación vale para el hecho de armas mantenido durante laDieta de Worms en 1495, que enfrentó a Maximiliano en persona con Claude deVaudrey89 y, sin duda, afirmó en pleno corazón del Sacro Imperio, la singularidadde la herencia borgoñona.

    Además, y respecto a la insumisión inicial y la posterior revuelta flamencade los años 1482-1492, animada por una parte de la alta nobleza de corte y lasciudades90, ¿es casual que sea en 1491 cuando un noble más modesto, el écuyer Claude de Salins, emprenda un paso de armas en Malinas, fuera precisamente delcondado de Flandes, en el corazón geográfico del Estado, lugar de residencia del jo-ven archiduque, y durante un capítulo del Toisón de Oro que verá la elección delemperador Federico III en el seno de la Orden? Frente a las implicaciones políticasinteriores y europeas del momento, la presencia de los dos poursuivantes de armasMalinas y Salins durante este paso está cargada de connontaciones: remite desdeluego al lugar del paso (la Marca de Malinas) y al patronímico de su mantenedor(Salins), pero también a dos señorías de las que el príncipe es señor directo, una en

    los países de par deça (Malinas) y la otra en los países de par delà (Salins), y quefiguran explícitamente en su intitulación oficial tras la mención de sus ducados ycondados. De este modo, la presencia de estos dos  poursuivantes pone de mani-fiesto la continuidad y la fidelidad del Estado borgoñón a la dinastía, en estos doscomponentes geográficos91.

    De esto se deduce que las circunstancias políticas concretas merecen serestudiadas y puestas en consideración tanto para los pasos de armas como paralas simples justas92. Asimismo, la elección de Valenciennes en 1458 por Felipe elBueno para un hecho de armas entre dos caballeros no se puede disociar del san-

    griento duelo judicial entre dos plebeyos, al que el duque había asistido en aquel

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    mismo lugar tres años antes, al verse forzado a respetar un privilegio local despuésde varias maniobras dilatorias, y durante el cual los échevins (regidores) habían

    negado al duque la gracia del vencido

    93

    . Este hecho de armas permitó al duquevolver a imponerse simbólicamente, tanto en lo que concierne a la calidad de loscombatientes y de sus motivos, como en su papel de príncipe: los protagonistas sonnobles, el combate termina con una acolada de honor y cortesía tras haber sidointerrumpido por el duque con un lanzamiento de bastón. En otras palabras, estehecho de armas de 1458 debe ser reconsiderado teniendo en cuenta el contexto dela lucha que, a largo plazo, oponía el centralismo del príncipe al particularismode Valenciennes; es uno de los medios utilizados por el duque para imponerselocalmente.

     Junto a la oportunidad política de carácter circunstancial, el divertimentocaballeresco de corte y el paso de armas estaban al servicio de otros fines a corto omedio plazo, y cumplían simultáneamente una función estructural orientada a losobjetivos del poder a largo plazo: la centralización principesca que se impone a losparticularismos de las ciudades, el establecimiento y el mantenimiento de redes depatronazgo y de clientelismo que ligan al príncipe con las élites nobles y urbanas,la afirmación del rango de la Casa de Borgoña frente a sus aliados y rivales, prin-cipescos o soberanos. Su papel como espacarate internacional resulta evidente sise piensa en la fiesta de los Votos de Lille de 1454, el Paso de la Fuente de las Lá-grimas en Chalon en 1449-1450 y el matrimonio ducal de 1468; se ve alimentadomás allá del corto plazo por las relaciones conmemorativas (comenzando por loscapítulos difundidos que anunciaban la celebración del paso) y por los cronistas.La justa a todo el que venga, principio que se encuentra (al menos teóricamente)en ciertos pasos de armas, como el del matrimonio principesco, son medios porexcelencia que se emplean para invitar a extranjeros, mientras que, a su vez, al-gunos miembros de la nobleza de corte pudieron desplazarse al extranjero, comosucede, en particular, con Jacques de Lalaing, que fue a Navarra y a Castilla (pero

    es verdad que se trataba en este caso de desafíos o empresas más que de pasos dearmas propiamente dichos).

    3) Discinción social y paso de armas

    El espectáculo caballeresco es el medio por excelencia de afirmación del estatussocial, principal preocupación de la época, que adopta múltiples facetas tanto enlas ceremonias como en la vida cotidiana, en las que se resalta la identidad de los

    grupos y de los individuos, bajo la forma de redes y de jerarquías de nacimiento,

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    alianza, fortuna, servicio y honor94: siendo mucho más exclusivo aún que las sim-ples justas, el paso de armas distingue a una élite muy pequeña de mantenedores

    y de oponentes en el entorno inmediato del príncipe (hemos visto anteriormentecómo eran de relevantes durante el periodo Valois). En los límites de esta identidadconformada a través de la inserción en un entramado de redes y de la pertenenciaa un grupo, el paso de armas permitía además a algunos participantes expresar, ensegunda instancia, una originalidad individual mediante la elección del personajeinterpretado.

    El mecanismo de distinción social del paso de armas se traduce en su ca-rácter exclusivo: quien no disponga de medios materiales y de redes de influencia,aunque sea noble de nacimiento, no tendrá la oportunidad de figurar como parti-

    cipante en un paso de armas. Además, hay que dominar los códigos sociales, cul-turales y «deportivo-militares» necesarios. Ahora bien, éstos —y se ha subrayadohasta ahora muy poco— no se limitan a la destreza, al coraje y a la fuerza desple-gada sobre la arena del campo cerrado o las lizas: antes y después del combate eldiálogo con el príncipe, los jueces, las damas, el adversario, parece (tras la lecturade los ideales de comportamientos que muestran las fuentes literarias) indisociabledel valor del combatiente, lo mismo que su actitud durante la velada que sigue,allí donde, en todo caso, es cuestión de danzar con un paso medido y de saberconversar con las damas95.

    En la sociedad que estudiamos, el caballero ideal es consciente de que lanobleza de sangre crea la obligación de mostrarse noble igualmente en virtud, alservicio del príncipe y de la cosa pública, lo que se concreta y manifesta mediantela proeza o la hazaña, la compostura y el porte gracioso, y el consejo, cualidadesen las que la moderación, la sabiduría y la prudencia valen tanto como la fuerzabruta y el coraje96. Por eso, resultaría equívoco aislar de sus indisociables corola-rios las solas cualidades físicas y el coraje del justador; para él y para sus contem-poráneos, éstas sólo tienen sentido en el seno de un conjunto, al servicio del bien

    común tal y como es encarnado, esencialmente, por la voluntad del príncipe. Alservicio, también, más prosaicamente, de las ambiciones personales y familiaresque se satisfacen asimismo sirviendo al príncipe. Repitámoslo, justar y comunicarno es, para los hombres de guerra y de poder de entonces, perderse en un mundode ilusión o dirigir su conduca sobre bases ilusorias.

    Las cualidades del hombre noble de corte son indisociables de la mode-ración y el dominio de sí mismos, situados por lo demás al servicio de la cosapública97. Por eso, el paso de armas permite al participante distinguirese respectoa sus iguales y distinguir al conjunto de la nobleza de corte respecto a otros com-

    ponentes sociales que asisten al espectáculo o que ni siquiera, y muy significativa-

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    mente, han tenido posibilidad de hacerlo. El paso de armas contribuye también aestructurar las relaciones fundamentales en el seno de la nobleza de corte, sobre

    todo al regular simbólicamente los roles sexuales o de género, que reservan un pa-pel activo al hombre noble y acentúan hasta el extremo la pasividad de las mujeresnobles, tanto en el argumento narrativo como en las fases de la propia competi-ción, como si, por el ritual y la fiesta, hubiera que conjurar la facultad ofrecida,de modo subsidiario, a estas mujeres de ejercer en ciertas ciscunstancias un podermuy real, precisamente mayor en la aristocracia que en cualquier otro medio98,proporcionando marcos que permiten, en un universo a menudo mixto, civilizar ycanalizar los comportamientos bajo la etiqueta del servicio a las damas99. Ligadoa las formas de rendir honor, saludar, respetar las precedencias, el ceremonial del

    paso de armas se inscribe también, de manera más amplia, en el estudio de lascuestiones de etiqueta100.

    El impacto de la afirmación elitista que son las justas y los pasos de armas¿no es tangible cuando se ven en el ámbito rural estas justas imitadas por los niñosde los campesinos, subidos en asnos, o en la ciudad, a las autoridades comunalesreprimir imitaciones de justas entre habitantes que son juzgados por montar sobretoneles, planchas o pequeños carricoches101? Seguramente, el espectáculo y la afir-mación de poder y de estatus social de las élites que estos constituyen marcan lascategorías inferiores de la población, hasta el punto de que éstas pueden tratar deimitarlos utilizando medios irrisorios, reveladores en negativo de la jerarquizaciónsocial y política que manifiestan las justas y más todavía los excepcionales pasosde armas.

    La vuelta a lo real en la literatura y la propaganda

    Otra forma de impacto no desdeñable, pero limitada en un primer momento al

    ámbito de la corte, es la impronta de lo imaginario que se advierte en los pasosde armas y cómo fueron tenidos en cuenta para la creación literaria. En efecto, sila ficción inspiró la puesta en escena en un entorno real, no es menos interesanteapuntar que, a su vez, los pasos de armas organizados en la corte de Borgoña pro-porcionaron argumento a obras de ficción. Así, Le Chevalier délibéré de Olivierde La Marche (1483) sitúa al héroe de un relato alegórico en el que se disputa unpaso de armas contra la muerte, mantenido por dos servidores de ésta, los caba-lleros Accidente y Débil que van a triunfar bajo la mirada de los duques Felipe elBueno y Carlos el Temerario, así como de la duquesa María. El hombre de corte,

    de guerra y de letras que era Olivier de La Marche retomaba la temática del Paso

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    de la Muerte del conde Amé de Montgesoie, que estuvo al servicio sucesivamentede la condesa de Charolais y de María de Borgoña: el heraldo Exceso lee, a pe-

    tición de la Muerte, los capítulos del paso; se vuelven a encontrar un pabellón,una Fuente de las Lágrimas y un árbol seco del que penden los escudos de losdos mantenedores, los caballeros Accidente y Antiguo el Débil102. Sin duda, estasrecuperaciones por parte de la ficción muestran hasta qué punto el paso de armas,como hecho social, político y espectacular marcaba el imaginario de los ámbitosque intervenían en él103.

    De forma más amplia, incluso sin hacer directamente referencia al moti-vo particular del paso de armas, la propaganda del Estado borgoñón a partir de1477 recurre de manera insistente al motivo caballeresco para exortar a los fieles

    a resistir frente a la invasión de Luis XI y para justificar la unión de las Casas deValois-Borgoña (la duquesa María) y de Habsburgo (el archiduque Maximiliano,convertido pronto en rey de romanos y después en emperador)104.

    A modo de conclusión: la mezcla de tradiciones habsburgo-borgoñonas

    ¿Qué se sentía bajo el yelmo al abalanzarse, a pie o a caballo, y hacer frenteal adversario durante un paso de armas borgoñón? Excitación y miedo au-ténticos ante los riesgos físicos (herida o muerte) y simbólicos (pérdida de lareputación); hay que demostrar fuerza física y mental, coraje, maestría, sangrefría, todo ello siendo capaz de proseguir, una vez «desarmado», con las danzasy los cantos. Batiéndose es también a su príncipe al que se hace célebre tantoante los súbditos como ante los visitantes extranjeros; es su lugar el que sedefiende frente a otros nobles de la corte y a todos los que jamás tendrán losmedios —financieros y relacionales— para estar allí. En ausencia de testimo-nios directos, sólo mediante hipótesis y cotejo puede forjarse semejante imagen

    el historiador. Las implicaciones personales y colectivas son múltiples y estánestrechamente ligadas entre sí.

    De todos modos, cualquiera que sea el recurso a elementos de puesta enescena prestados de la ficción para enmarcar los combates, hoy no se podría con-siderar que estas manifestaciones muestran una huída hacia un mundo de ilusión,con un modo de comportamiento que tomaba su inspiración fuera de una realidaddemasiado dura, cuyo verdadero alcance escaparía a los protagonistas. Es en elterreno del juego en el que nos situamos. Estos justadores son realistas rudos enel plano político, social y militar. Los que tienen medios para tomar parte en un

    costoso paso de armas no están desfasados en el plano cultural, ni marginados

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    de la sociedad: se hallan en el centro de los engranajes de un Estado moderno engestación. Son servidores del príncipe, oficiales, combatientes, gestores. Saben ser

    prudentes, astutos y calculadores. Pero también les gusta jugar, y jugar consigomismos, con sus referencias culturales, con un cierto universo mental que, desde elsiglo xii, a través de mutaciones, entretiene a sus familias.

    Conviene subrayar que aún se pueden elaborar muchos trabajos al respec-to. Tras un cuarto de siglo de investigaciones, sería interesante retomar la cuestiónde las fuentes de inspiración literaria y examinar con detalle cómo se traducen enla práctica y en qué se amoldan a las circunstancias, entrelazándose en el ciclo defestividades y en las circunstancias políticas concretas que motivan el paso de ar-mas. Por otra parte, habría que reemprender el examen sistemático de las cuentas

    locales, como ya se ha hecho para Brujas105, pero también las del príncipe, para te-ner una visión completa del fenómeno106. También el conjunto de los participantes,eventuales auxiliares del mantenedor, pero sobre todo los vinientes u oponentes, esdecir, los que responden a la invitación o al desafío, debería ser estudiado de formasistemática, teniendo en cuenta las carreras, las fidelidades y el anclaje relacional ypolítico de los protagonistas, considerando además, para los extranjeros, el estadode las relaciones entre los respectivos príncipes. El estudio se podría extender alos hechos de armas, no para confundir las prácticas próximas, aunque diferentes,sino con el fin de calibrar la parte común de estas prácticas. En fin, a falta de larepresentación directa de pasos de armas borgoñones en estampas, grabados opinturas107, la reunión selectiva de materiales iconográficos relativos a las justas,torneos y hechos de armas podría aportar elementos útiles que completen los tex-tos de los que disponemos108.

    Los pasos de armas no son, ya se ha dicho, una especificidad borgoñona.En la corte de Borgoña, el duque, todo lo más, impulsa indirectamente los pasosde armas: son personajes próximos a él quienes los emprenden; el duque los am-para y financia. Por lo demás, el éxito es variable: Bauffremont y Lalaing tuvieron

    pocos adversarios. Luego, la elección de un marco urbano y la de un calendariomás apretado en 1455 y 1468 aseguran ciertamente un éxito mayor. En 1463, elPaso de la Escalinata encantada vio sucederse cuarenta y dos asaltantes en tressemanas.

    Sobre todo, no se debería perder de vista que estos pasos de armas eran, aojos de los propios contemporáneos, acontecimientos del todo extraordinarios quese salían del quehacer cotidiano en la vida cortesana. No tenían nada de necesarioni de obligatorio, contrariamente a otras ceremonias, raras pero previsibles, comolos bautismos, bodas y funerales que marcaban el ritmo en la vida de las cortes. Al

    contrario, el paso de armas es contingente. Nada parece imponerle. A decir ver-

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    dad, ¿se puede hablar de un ritual del paso de armas, que tendría un valor social(en el sentido, por ejemplo, de un rito de paso, que marca una alianza matrimonial

    o un advenimiento) o espacial (en el sentido de un ritual liminar o de frontera)?

    109

     Pienso que se debe ser extremadamente prudente y pensar sólo en una ritualiza-ción del todo relativa. Además de su carácter extraordinario, las reglas cambiande una «edición» a otra y pueden, por añadidura, ser modificadas en su propiotranscurso. Antes que de un ritual, valdría más hablar de un divertimiento muy co-dificado que presenta similitudes y rasgos comunes, pero del que cada realizaciónconstituye un verdadero unicum. En este sentido, los pasos de armas no son másque una forma muy elaborada de la justa y del duelo110.

    Transmiten, como estos últimos, un mensaje explícito: el del honor de los

    participantes, el de la corte de la que forman parte y el del duque, directamente consu presencia y su soberanía, e indirectamente a través de sus servidores. Por eso,los pasos de armas desempeñan, por una parte, un papel importante en términosde definición del medio social situado en la cima de la nobleza, y contribuyen aasegurar la cohesión de los servidores del príncipe. Por otra parte, constituyen unmedio de propaganda que refuerza el prestigio y el poder del príncipe frente a lasciudades y frente a los observadores extranjeros.

    Sin querer sobrestimar la posteridad de estos acontecimientos festivos, hayque resaltar que ciertamente jugaron un papel de formación identitaria en el senodel medio de los próximos al príncipe, en paralelo y reforzándose mutuamente conotras prácticas (la Orden del Toisón de Oro, por ejemplo). Este papel identitariodebió perdurar, no sólo en los escritos de memorialistas (Olivier de La Marche) ycronistas (Georges Chastelain y Jean Molinet), sino también en la memoria vivade los nobles de la corte que permanecieron fieles a la duquesa María en 1477.Gracias a éstos y a la duquesa viuda Margarita de York, que sobrevivirá a la jovenduquesa, se estableció una continuidad borgoñona real en los Países Bajos111; pesea los disturbios de la guerra civil, perdura bajo la regencia de Maximiliano y bajo

    el reinado de Felipe el Hermoso y luego de Carlos V. Se reeditaron dos pasos dearmas después de 1477 y una ausencia de varios años. En todo caso, Maximilianofue un amante ferviente del divertimento caballeresco, como por otra parte es biensabido112 —en 1479, participó en un torneo que opuso un partido de diablos aun grupo de salvajes en Brujas y, en 1481, asistió a otro torneo, completamenteexcepcional de las justas anuales del Oso blanco, en esa misma ciudad—113, nodudó en recurrir a una especie de autoficción que, en el Weißkunig  y en el Theuer-dank, le presentaba a sí mismo como un caballero aventurero salido de una novelacortesana. En 1491 y en 1494, los pasos de armas marcan dos acontecimientos

    importantes:

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    — El capítulo del Toisón de Oro celebrado en Malinas, donde el archi-duque Felipe el Hermoso, de doce años y medio, es reconocido como

    soberano de la Orden.— Las ceremonias de 1494 en Amberes (en el contexto de las SolemnesEntradas en Brabante) en presencia de Maximiliano.

    En los dos casos, el poder se transmite de Maximiliano a su hijo; en los doscasos, los mantenedores son originarios de los países de par delà y no de los PaísesBajos; en los dos casos, se puede pensar que la organización de un paso de armasimplica una referencia explícita a la corte de los duques Valois y a la continuidaddel Estado borgoñón en los antiguos Países Bajos.

    *  Traducción de Alicia Esteban Estríngana.1  Sobre la corte de Borgoña, W. Paravici-

    ni, «The court of the dukes of Burgundy. A mo-

    del for Europe?», en R.G. Asch  y A.M. Birke 

    (eds.), Princes, patronage and the nobility. The

    court at the beginning of the Modern Ages ca.

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    titut, Londres-Oxford, Oxford University Press,1991, pp. 69-102; Th. de Hemptinne, «Struc-

    turation de la société bourguignonne: 1. Princes

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    et le peuple. Images de la société du temps des

    ducs de Bourgogne, 1384-1530, Amberes, Fonds

    Mercator, 1998, pp. 15-33, y R. Domínguez Ca-

    sas, «Stijl en hofrituelen», en P. Vandenbrock 

    y M.A. Zalama (eds.),  Filips de Schone. De

    schoonheid en de waanzin, Brujas-Madrid, Fun-

    dación Carlos de Amberes, 2006, pp. 89-103.

    Sobre el Estado borgoñón, los últimos duques

    Valois y sus directos sucesores austro-borgoñones,

    B. Schnerb, L’Etat bourguignon, 1363-1477, 

    París, Perrin, 1999; W. Prevenier y W. Block-

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    an der Wende zur Neuzeit, 5 tt., Viena, R. Ol-

    denbourg, 1971-1986, y F. Rapp, Maximiliend’Autriche. Souverain du Saint Empire romain

     germanique, bâtisseur de la maison d’Autriche

    1459-1519, París, Tallandier, 2007. Sobre la con-

    tinuidad cultural en los Países Bajos borgoñones

    después de 1477, véase más adelante la nota 111.2  Casualidades del calendario, un mes antes

    de celebrarse el seminario «El legado de Borgoña.

    Fiesta y ceremonia cortesana en la Europa de los

    Austrias (1454-1648)» en la Fundación Carlos

    de Amberes, donde fueron expuestas estas pági-

    nas, se presentó en París una reflexión paralela a

    cargo de Torsten Hiltmann durante un congreso

    organizado por el Instituto Histórico Alemán so-

    bre «La cour de Bourgogne et l’Europe. Le ra-

    yonnement et les limites d’un modèle culturel ».

    Desafortunadamente, no pude escucharle enton-

    ces. En espera de la publicación de sus actas, pue-

    de consultarse el resumen de la comunicación de

    T. Hiltmann, «Tournois et héraudie: une avance

    bourguignonne?», en La cour de Bourgogne et

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    588 Eric Bousmar

    l’Europe. Le rayonnement et les limites d’un mo-

    dèle culturel. Colloque international, Paris, 9-11

    octobre 2007. Programme, París, Deutsches his-

    torisches Institut, 2007, pp. 22-23.3  Sobre la evolución general, M. Vale, War

    and chivalry. Warfare and aristocratic culture in

    England, France and Burgundy at the end of

    the Middle Ages,  Londres, Duckworth, 1981;

     J. Fleckenstein  (ed.) , Das ritterliche Turnier

    im Mittelalter. Beiträge zu einer vergleichenden

    Formen- und Verhaltungsgeschichte des Rit-

    tertums,  Göttingen, 1985 (Veröffentlichungen

    des Max Planck-Instituts für Geschichte, 80);

    R. Barber y J. Barker, Les tournois, trad. fran-cesa con prefacio de G. Duby, París, Compagnie

    12, 1989 (ed. original: Tournaments, Woodbrid-

    ge, Boydell, 1989); M. Vale, The princely court.

    Medieval courts and culture in North-West Eu-

    rope, 1270-1380,  Oxford, Oxford University

    Press, 2001, en particular, el capítulo 5: «Court

    life and court culture» (pp. 165-200) y su epí-

    grafe «c. The tournament» (pp. 184-200), y

    N. Gonthier (ed.), Le tournoi au Moyen Âge.

    Actes du colloque des 25 et 26 janvier 2002, Lyon, Université Jean Moulin Lyon-3, 2003 (Ca-

    hiers du Centre d’histoire médiévale, 2). Véase

    también la entrada de J. Morsel, «Tournoi», en

    de Libera, Gauvard y Zink, op. cit. (nota 3),

    pp. 1398-1399.4  M. Vale, «Le tournoi dans la France du

    Nord, l’Angleterre et les Pays-Bas (1280-1400).

    Etude comparative», en Théatre et spectacle

    hier et aujourd’hui: Moyen Âge et Renaissan-

    ce. Actes du 115e Congrès national des sociétés

    savantes (Avignon, 1990). Section d’histoire

    médiévale et de philologie, París, Éd. du CTHS,

    1991, pp. 263-271, y aquí pp. 266-267 (resta-

    blecimiento en la segunda mitad del siglo xv) y

    pp. 269-270 (1392), y P. De Gryse, «Toerno-

    oien en steekspelen ten tijde van Lodewijk van

    Gruuthuse», en M.P.J. Martens (ed.), Lodewijk

    van Gruuthuse, mecenas en Europees diplomaat

    ca. 1427-1492,  catálogo de exposición (Brujas,

    Iglesia de Nuestra Señora y Gruuthusemuseum,

    19 de septiembre-30 de noviembre de 1992), Bru-

    jas, 1992, pp. 87-92 y 105-106 (notas).5  Un recuento no demasiado exhausti-

    vo permite recapitular al menos los 16 tor-neos siguientes: Namur, en 1404 (E. Van den

    Neste, Tournois, joutes, pas d’armes dans les

    villes de Flandre à la fin du Moyen-âge (1300-

    1486),  París, 1996, Mémoires et documents

    de l’Ecole des Chartes, 47, p. 270, n.º 225);

    Bruselas, en 1410 (ibidem, p. 280, n.º 245), en

    1423 (ibidem, p. 294, n.º 281) y el 18 de f