Parnaso Colombiano

305

Transcript of Parnaso Colombiano

Page 1: Parnaso Colombiano
Page 2: Parnaso Colombiano

1. CECILIA HERNÁNDEZ DE MENDOZA, El poeta en la sombra: Alberto Ángel Montoya. 1973.

2. AURELIO MARTÍNEZ MUTIS , Julio Flórez: su vida y su obra. Introducción de CARLOS VALDERRAMA ANDRADE. 1973.

3. Los árboles en la poesía castellana. Antología. Selección y estudio preliminar de NÉSTOR MADRID-MALO. 1973.

4. HORACIO, Arte poética y otros poemas. Traducción y notas de ÓSCAR GERARDO RAMOS. 1974.

5. RAFAEL MAYA, El tiempo recobrado. Poemas. 1974.

6. Baladas y romances de ayer y de hoy. Selección, intro­ducción y notas de CARLOS GARCÍA PRADA. 1974.

7. EDUARDO SANTA, El mundo mágico del libro. 1974.

8. DARÍO ACHURY VALENZUELA, Palabras con azar. Glosas. 1975.

9. RAFAEL MAYA, Letras y letrados. 1975.

10. ALBERTO MIRAMÓN, La angustia creadora en Núñez y Pombo. 1975.

11. EDUARDO GUZMÁN ESPONDA, Crónicas efímeras. 1976.

12. JOAQUÍN PIÑEROS CORPAS, LOS días siempre iguales: co­loquios del orbe nuevo. 1976.

13. JORGE ROJAS, Cárcel de amor: 1967-1976. 1976.

LA GRANADA ENTREABIERTA

Page 3: Parnaso Colombiano

14. HÉCTOR H. ORJUELA, «De sobremesa» y otros estudios sobre José Asunción Silva. 1976.

15. JOSÉ ANTONIO LEÓN REY, Guayacundo. 1976.

16. GUSTAVO A. ALFARO, La estructura de la novela picaresca. 1977.

17. ALIRIO GÓMEZ PICON, Francisco Javier Caro: tronco his­pano de los Caros en Colombia. 1977.

18. JOSÉ ASUNCIÓN SILVA, Intimidades. Introducción de GER­MÁN ARCINIEGAS. Edición, prólogo y estudio preliminar de HÉCTOR H. ORJUELA. 1977.

19 ÁLVARO LECOMPTE LUNA, Castillo y Rada, el grancolom-biano. Prólogo de Lucio PABÓN NÚÑEZ. 1977.

20. Amis y Amiles: cantar de gesta francés del siglo XIII. Traducción, introducción y notas de CARLOS ALVAR. 1978.

21. GLORIA SERPA DE D E FRANCISCO, Gran reportaje a Eduar­do Carranza. 1978.

22. FERNANDO LORENZANA, Recuerdos de su vida. Diario de su viaje a Bogotá en 1832 y su correspondencia con el primer representante de Colombia en Roma. Los pu­blica por primera vez GERMÁN ARCINIEGAS. 1978.

23. JOSÉ ENRIQUE GAVIRIA, « Caminos en la niebla » y otras piezas teatrales. 1978.

24. EDUARDO GUZMAN ESPONDA, Crónicas ligeras. 1979.

25. CARLOS ARTURO CAPARROSO, Clásicos colombianos. 1980.

26. ÓSCAR ECHEVERRI MEJÍA, Las cuatro estaciones. Poemas: 1963-1964. 1980.

27. JOSÉ ANTONIO LEÓN REY, El pueblo relata... 1980.

Page 4: Parnaso Colombiano

28. Antología de poesía latina. Traducciones y notas de ÓSCAR GERARDO RAMOS. 1981.

29. FERNANDO DE LA VEGA, Evolución de la lírica en Colom­bia en el siglo XIX. Edición, preámbulo y notas de GUILLERMO HERNÁNDEZ PEÑALOSA. Prólogo de NICOLÁS DEL CASTILLO MATHIEU. 1981.

30. JOSÉ ANTONIO LEÓN REY, Juegos infantiles del oriente cundinamarqués. 1982.

31. ABEL CRUZ SANTOS, Cinco hombres en la historia de Colombia. 1982.

32. RAFAEL ORTIZ GONZÁLEZ, El divino sonámbulo. 1982.

33. JOAQUÍN PIÑEROS CORPAS, Pasos con el pueblo. 1983.

34. JOSÉ ANTONIO LEÓN REY, Nidito de plata y otros cuen­tos. 1983.

35. CARLOS MARTÍN, Epitafio de Piedra y Cielo ... y otros poemas. Presentación de EDUARDO CARRANZA. 1984.

36. MARCO A. DÍAZ GUEVARA, La vida de Don Miguel An­tonio Caro. Presentación de MIGUEL SANTAMARÍA DÁ-VILA. 1984.

37. EDUARDO GUZMÁN ESPONDA, Variedades literarias y lin­güisticas. 1984.

38. CARLOS E. MESA, C. M. F., Cervantismos y quijoterías. 1985.

39. JOSÉ ANTONIO LEÓN REY, Del saber del pueblo: adivi­nanzas, supersticiones y refranes. 1985.

40. GIOVANNI QUESSEP, Muerte de Merlin. Prólogo de FER­NANDO CHARRY LARA. 1985.

41. JAIME GARCÍA MAFFLA, Las voces del vigía. 1986.

Page 5: Parnaso Colombiano

42. Federico García Lorca bajo el cielo de Nueva Granada. Compilación, presentación y notas de VICENTE PÉREZ SILVA. 1986.

43. HÉCTOR H. ORJUELA, Mitopoemas: cantares y fábulas de Yurupary. 1987.

44. JORGE ELIÉCER RUIZ , Sociedad y cultura. 1987.

45. JOSÉ ANTONIO LEÓN REY, Paisajes y vivencias. 1987.

46. JENNIE FIGUEROA LORZA, Huellas del camino. Anécdotas de las encuestas para el "ALEC". 1988.

47. Anécdotas y poesías satíricas de Miguel Antonio Caro. Edición, introducción y notas de GUILLERMO HERNAN­DEZ PEÑALOSA. 1988.

48. José Eustasio Rivera, polemista. Compilación, introduc­ción y notas de VICENTE PÉREZ SILVA. 1989.

49. NÉSTOR MADRID-MALO, Sonetos reunidos. 1989.

50. FERNANDO LLERAS DE LA FUENTE, El corazón suspenso. Prólogo de JORGE ELIÉCER R U I Z . 1989.

51. ALFONSO LÓPEZ MICHELSEN, El quehacer literario. 1989.

52. LUIS MARÍA SOBRÓN, Poemas de la vida y la palabra. Prólogo de CÁNDIDO ARÁUS. 1990.

53. EDUARDO LEMAITRE, Contra viento y marea. La lucha de Rafael Núñez por el poder. 1990.

54. Una visión de América. La obra de Germán Arciniegas desde la perspectiva de sus contemporáneos. Compila­ción y prólogo de JUAN GUSTAVO COBO BORDA. 1990.

55. Tomás Carrasquilla, autobiográfico y polémico. Compi­lación, presentación y notas de VICENTE PÉREZ SILVA. 1991.

Page 6: Parnaso Colombiano

56. JOSÉ ANTONIO LEÓN REY, "Cuando se muere el agua" y otros cuentos. Prólogo de MANUEL SECO. 1991.

57. EDUARDO SANTA, Porfirio Barba-Jacob y su lamento poé­tico (Estudio crítico). 1991.

58. OTTO MORALES BENÍTEZ, Momentos de la literatura co­lombiana. 1991.

59. JORGE ROJAS, El libro de las Tredécimas. 1991.

60. NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA, Sucesivos escolios a un texto implícito. 1992.

61. ALEJANDRO VALENCIA VILLA, El pensamiento constitu­cional de Miguel Antonio Caro. 1992.

62. América. De lo real maravilloso. Selección de MARIO GERMÁN ROMERO. 1992.

63. GIOVANNI QUESSEP, Antología Poética. Prólogo de H E R ­NÁN REYES PEÑARANDA. 1993.

64. CARLOS D U P U Y , Recuento de imágenes. 1993.

65. CECILIA HERNÁNDEZ DE MENDOZA, El poeta Jorge Rojas: estudio y antología. 1993.

66. ROBERTO URIBE PINTO, Corrientes interiores y otros poe­mas. 1993.

67. Leyendo a Silva. T o m o I. Compilación y prólogo de JUAN GUSTAVO COBO BORDA. 1994.

68. Leyendo a Silva. T o m o II. Compilación y prólogo de JUAN GUSTAVO COBO BORDA. 1994.

69. ALBERTO PARRA HIGUERA, El pozo de las imágenes (Poe­mas de ausencia). 1994.

70. MARTHA L. CANFIELD, Caza de altura. Poemas, 1968-1993. 1994.

Page 7: Parnaso Colombiano

71. GUSTAVO PÁEZ ESCOBAR, Biografia de una angustia. 1994.

72. Parnaso colombiano. Selección de poesías de los líricos contemporáneos, coleccionadas por EDUARDO DE ORY. Prólogo del Dr. Antonio Gómez Restrepo. Reimpresión facsimilar de la edición de 1914 con Nota Preliminar de JUAN GUSTAVO COBO BORDA. 1994.

Page 8: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO EDICIÓN FACSIMILAR

Page 9: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO SELECCIÓN DE POESÍAS DE LOS LÍRICOS

CONTEMPORÁNEOS COLECCIONADAS POR

EDUARDO DE ORY PRÓLOGO DEL DR. ANTONIO GÓMEZ RESTREPO

EDICIÓN FACSIMILAR DE LA IMPRESIÓN DE 1914

CON NOTA PRELIMINAR DE

JUAN GUSTAVO COBO BORDA

SERIE «LA GRANADA ENTREABIERTA», 7 2 I N S T I T U T O C A R O Y C U E R V O

SANTAFÉ DE BOGOTÁ / 1994

Page 10: Parnaso Colombiano

ES PROPIEDAD

IMPRENTA PATRIÓTICA DEL INSTITUTO CARO Y CUERVO, YERBABUENA.

Page 11: Parnaso Colombiano

/

Dentro de la misma línea que representan figuras como Miguel de Unamuno, al prologar a José Asunción Silva; Dámaso Alonso al hacerlo con Eduardo Carran­za, y Vicente Aleixandre con Fernando Charry Lara, conviene situar el generoso aporte de Eduardo de Ory (Cádiz, 1884-1939) a la divulgación de la poesía co­lombiana.

Lo hizo mediante su Parnaso colombiano, prolo­gado por Antonio Gómez Restrepo. Terminado de imprimir en Cádiz el 30 de abril de 1914, logra dar en sus 286 páginas un válido panorama de la poesía colombiana de aquel momento. Reeditarlo ahora es re­conocer la generosidad alerta con que de Ory se volcó hacia el mundo americano al declarar: "Mis moder­nistas favoritos son los americanos, porque son los más apasionados y los que retratan mejor la sensación"; y dar pruebas eficaces de su simpatía: los libros que de­dicó a Enrique Gómez Carrillo (1909), Rubén Darío (1917) y Amado Nervo (1918) y las aproximaciones a figuras como las de José Asunción Silva, Gutiérrez Ná-jera, Lugones o Freyre, recogidas en su volumen de 1909: Desfile de almas.

EDUARDO DE ORY: DIVULGADOR ESPAÑOL

DE LA POESÍA COLOMBIANA

Page 12: Parnaso Colombiano

XIV JUAN GUSTAVO COBO BORDA

Rubén Darío reconoció sus méritos: "le felicito por su constancia, talento y entusiasmo en el culto de nues­tra patrona la Belleza".

En verdad fue fiel a ella. Tal como nos lo pinta Nicolás Morillas en su libro Eduardo de Ory y su labor literaria (Cádiz, Librería Universal de Morillas, 1923) su retiro en Cádiz, saturado de libros y fotos dedicadas, de Margarita Xirgú a Alfonso Reyes, y de Palacio Val­dés a Manuel Ugarte, era un testimonio vivo de su in­terés sincero en las dos orillas de la lengua.

Las revistas modernistas que él inspiró (Azul, 1906-1908, con dos etapas, España y América, La Diana, 1909 y Gente conocida, 1939) fueron hospitalarias con las co­laboraciones hispanoamericanas, del mismo modo que revistas como El cojo ilustrado, de Caracas, y otras de todo el continente, reprodujeron sus poemas próximos al intimismo de Bécquer y a la imaginería andaluza, típica de la época.

Era un hombre activo y fecundo, tal como lo señala Morillas:

Eduardo de Ory, antes de los cuarenta años, tiene realizada una labor literaria formidable: sus cuatro libros de crítica, doce de poesía, dos antologías y dos de impresiones y pensamientos, creemos son más que suficientes para proclamar el talento y la laboriosidad del biografiado (pág. 123).

II

El Parnaso de Ory es tan diciente en sus logros como en sus caídas. Resume una época a la vez patrió­tica y religiosa. Hispanizante, como era de esperar, y tan pueril como truculento. Sólo que tantos cantos

Page 13: Parnaso Colombiano

a la bandera, o idilios campesinos, no impiden atrapar, de vez en cuando, y con mano firme, el perfil evasivo de la auténtica poesía.

Es el niño de Ismael Enrique Arciniegas que cierra los ojos para reconocerla. Es Eduardo Castillo modu­lando el aria suave de sus amores idos. Es Luis Carlos López con la música tan propia como desolada del viejo organillo. Es José Rivas Groot al aceptar que todo "crece, combate, agítase, llora, declina y pasa", con su poderosa elación cósmica, de conturbador romanticis­mo. Es José Eustasio Rivera al iniciar el censo de un americanismo veraz, de la paloma a la serpiente, de la garza a "la copa del guaímaro que domina la cumbre". Y es el vuelo ambicioso de Guillermo Valencia —"bus­co las rimas en dorada lluvia; ¡ chispa, fuentes, cascada, lagos, olas" — al refrenar la danza modernista dentro de la armonía clásica: "¡quién pudiera volar a donde brota / la savia de tus mármoles, Atenas!".

Una buena cosecha, de logros indudables, salpicada aquí y allá por joyas menores y aciertos fugaces, llámen­se Aurelio Martínez Mutis al buscar una España más afín que la de la manola o "el necio hidalgo de espa­dín y gola"; Guillermo Posada al recordar, sobre la Cartuja de Pavía, vidas "agitadas y breves", o Jorge Mateus, al intentar reverdecer el añoso jardín de la ter­nura. Sin olvidar por ello el tono más fluido y coloquial de un Carlos Villafañe, en diálogo amoroso al pie de la lumbre o el logrado humorismo, también a través del diálogo, con que Alberto Sánchez pone el auténtico "Epílogo" a la aventura modernista, convertida en feliz intrascendencia de salón.

UN DIVULGADOR ESPAÑOL DE LA POESÍA COLOMBIANA XV

Page 14: Parnaso Colombiano

XVI JUAN GUSTAVO COBO BORDA

III Las antologías son esos felices repertorios que nos

permiten acceder a toda una época, sin haberla vivido; y discernir, con el certero olfato del tiempo, a los me­jores poetas, sin tener que soportar, en demasía, los abrumadores detritus que cada período produce en tor­no suyo. También nos sitúan, a fondo, en el pensar de quienes las componen: Antonio Gómez Restrepo es ex­plícito en su atinado prólogo. Dice así:

La poesía lírica, de la Independencia acá, ha sido uno de los géneros que se han desarrollado con mayor abundancia y brío en esta tierra; en cambio, el teatro ha prendido trabajosa­mente y sólo ha producido intermitentes ensayos. No podríamos jactarnos de poseer una lírica propia, pues la poesía americana es una rama de la española; ha sufrido las mismas influencias y ha seguido análogas orientaciones. Una poesía estrictamente americana no ha existido ni puede existir, mientras sus cultiva­dores sean, por sangre, por lengua y por tradiciones, miembros de la familia española (pág. 25).

Al escribir sobre Toledo o El Generalife, Antonio Gómez Restrepo se sentía un español a carta cabal, del mismo modo que cuando piropeaba, en verso, a una sevillana. Por su parte, la exaltación de Alfredo Gómez Jaime, con la sangre española, que al igual que el vino "cuanto más viejo te ennobleces más", es sincera y apa­sionada. Cantar a los Libertadores no les ciega la mirada para reconocer motivos e inspiración en un mundo que la propia literatura española ya había acotado, figura a figura, paisaje a paisaje. Pero ese puente se ha roto y no tenemos de Ory que lleve lo de aquí y traiga lo de allá, en vivaz intercambio. Reeditar un libro de 1914

Page 15: Parnaso Colombiano

es una forma de reanudar esos diálogos y reconocer cómo la auténtica poesía subsiste y habla, por encima del tiempo, ochenta años después. Agradezcamos a de Ory, nativo de ese Cádiz siempre tan próximo a lo ame­ricano (recuérdese al sabio Mutis), ese don; y al Insti­tuto Caro y Cuervo el seguir ofreciéndonos piezas válidas, como la de La lira nueva, para componer el rico mo­saico de nuestra cultura.

JUAN GUSTAVO COBO BORDA

UN DIVULGADOR ESPAÑOL DE LA POESÍA COLOMBIANA XVII

Page 16: Parnaso Colombiano

EDICIÓN FACSIMILAR

Page 17: Parnaso Colombiano
Page 18: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Page 19: Parnaso Colombiano

S E L E C C I Ó N DE POESÍAS

DE LOS L ÍR ICOS C O N T E M P O R Á N E O S COLECCIONADAS POR

EDUARDO DE ORY De la Rea l A c a d e m i a H i s p a n o - A m e r i c a n a de C ienc ias y Ar tes .

PROLOGO DEL

Dr. ANTONIO GÓMEZ RESTREPO Cor respond ien te de la Rea l A c a d e m i a E s p a ñ o l a .

E m p r e s a " E s p a ñ a y A m é r i c a " Cánovas de l Cas t i l l o . 3 2 .

C A D I Z

Page 20: Parnaso Colombiano

Es propiedad. — Que­da hecho el depósito que marca la ley.

Cádiz: Imp. de Manuel Alvarez, Feduchy. 12

Page 21: Parnaso Colombiano

HOMENAJE

Al Gobierno de la República de Colombia.

E. de O.

Page 22: Parnaso Colombiano

PRÓLOGO

El Sr. D. Eduardo de Ory, distinguido poeta es-pañol de la nueva generación y trabajador entusiasta en la grande empresa de estrechar la unión de americanos y españoles, ha tenido la feliz idea de publicar un Parnaso de líricos colombianos contemporáneos. Sólo aplausos debe recoger el Sr. de Ory por su oportuno pensamiento; pues la producción poética de Colombia merece ser conocida en España y en los países hermanos de la América española, de una manera menos imperfec­ta de como lo ha sido hasta ahora. Los poetas colombia­nos no han sabido constituirse en propagandistas de su fama; y el más célebre entre los modernos, el malogra­do José Asunción Silva, murió siendo casi desconocido, fuera de un inteligente círculo de amigos y admiradores fervientes. Hoy mismo, el más insigne lírico entre los colombianos que viven, Guillermo Valencia, reside en una ciudad de provincia, gloriosa por mil títulos, y allí lleva una vida retirada, enteramente ajeno a todo lo que signifique exhibición ostentosa o simple réclame en favor de su persona o de sus obras. De aquí que, en igualdad de méritos, los poetas colombianos sean menos renom­brados que otros de sus colegas hispano-americanos, co­locados por la suerte en escenario más amplio y en cir-

Page 23: Parnaso Colombiano

8 PARNASO COLOMBIANO

cunstancias más favorables para dar a sus obras grande y calculada resonancia.

No era el propósito del Sr. de Ory el presentar un cuadro completo de la poesía colombiana, el cual habría requerido un volúmen de grande extensión. Quedan por fuera los grandes maestros, reconocidos y acatados co­mo clásicos y cuya gloria llena el siglo diez y nueve. La obra de estos preclaros varones, y las de su continuado­res y discípulos, debería estar ya incorporada en el teso­ro de la moderna poesía española; como que es su indis­pensable complemento. El lirismo audaz, apasionado y filosófico de José Eusebio Caro, representa un aspecto muy original de la poesía romántica; y este gran poeta está pidiendo un sitio entre Espronceda y García de Ta-ssara. Julio Arboleda continúa la gloriosa tradición del Duque de Rivas y de Zorrilla; y su Gonzalo de Oyón es una leyenda épica, por el estilo del Moro Expósito y de Granada, con la diferencia de que la acción no se desarrolla en los campos castellanos o andaluces, sino en el seno de la virgen América. José Joaquín Ortiz forma, con Olmedo y con Heredia, la trinidad de los grandes discípulos de Quintana, de los que sostuvieron el brillo de la oda heróica, cuya forma fijó el cantor de la Im­prenta, aplicándola a nuevos y magníficos temas, dignos de su grandeza. Miguel Antonio Caro y Belisario Peña, reclaman puesto de honor entre los poetas neo-clásicos; y quizá no sea exagerado afirmar que la oda del prime­ro A la estátua del Libertador, es la inspiración clásica de más quilates estéticos que poseen las modernas letras castellanas. Jorge Isaac, Diego Fallón y Rafael Pombo, representan la introducción en nuestra poesía del senti­miento de la naturaleza y del soñador idealismo de las razas del norte; en sus versos hay modelos admirables

Page 24: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 9

de un género que en España cultivaron poetas como Pas­tor Díaz y Enrique Gil, pertenecientes a la raza gallega, que aún guarda algo del espíritu celta. En Gutiérrez Gon­zález y en Epifanio Mejía, vemos la invasión del realismo sano y vigoroso en las formas tradicionales de la poesía española: el Cultivo del maíz recuerda el Observatorio rústico de D. Gregorio de Salas; con la sustancial dis­tinción de que lo que éste anotaba con ojos de observa­dor exacto y prosáico, el otro lo transfiguraba con la ins­piración poética de un discípulo instintivo de Virgilio. Rafael Núñez representa el ocaso del romanticismo y su evolución hacia una poesía de pensamiento, inspirada en los problemas de la ciencia; tal como pretendió cultivar­la Zorrilla en sus últimos tiempos, sin éxito ninguno, porque su arte estaba vinculado en la música y en la ima­gen, pero no tenía base de ideas; tal como la cultivaron Campoamor en sus Doloras y Bartrina en su extraña colección titulada Algo, donde hay cosas que recuerdan los versos de Núñez. Posada, Marroquín y Carrasquilla son discípulos afortunados de Bretón de los Herreros, cuyas letrillas y romances supieron emular por la facili­dad, la gracia y el sabor castizo del lenguaje. Finalmen­te, la Sra. Montes del Valle, en su oda Al Tequendama, encontró acentos tan vigorosos como los que dieron a la Avellaneda tan gran reputación como émula de la inspi­ración masculina de Quintana y de Gallego.

El P. Gómez Bravo, en su Tesoro poético del siglo XIX, dió cabida a algunas muestras de estos poetas y de los más notables del resto de la América española: ejem­plo muy digno de alabanza y que debieran seguir todos los colectores de Antologías Castellanas, si quieren dar una idea exacta de la amplitud y de la variedad de la poe­sía de nuestra raza. También los historiadores literarios

Page 25: Parnaso Colombiano

10 PARNASO COLOMBIANO

debieran estudiar la literatura americana, no como un apéndice independiente de la española, sino incorporán­dola en ésta, para que se vea con más claridad el influjo de las corrientes literarias. Este sistema ya empieza a aplicarse, pero sólo para el estudio de la escuela moder­nista, por la circunstancia especialísima de que este movimiento fué iniciado en España por un americano, Rubén. Darío; y porque americanos son los más insig­nes cultivadores del género, como Amado Nervo, Gui­llermo Valencia, José Santos Chocano y Leopoldo Lugo-nes. Pero lo que se hace en obsequio de Rubén Darío, no debiera hacerse en homenaje de un Heredia, un Bello, un Olmedo, un Caro y un Andrade?

El coro de nuestros poetas modernos aparece encabe­zado por José Asunción Silva. Hubo aquí evolución, no ruptura con la tradición. Silva es un poeta de pura es­tirpe castellana, por la calidad del lenguaje y del estilo, por su respeto a la métrica tradicional; por la diafanidad del pensamiento; por la armonía de las proporciones. Pero dice en versos perfectos cosas antes no oídas; nos trasmite impresiones nuevas y sutiles; pone en sus pai­sajes matices suaves y evanescentes, que ningún paren­tesco guardan con los colores tradicionales de la poesía española; da a sus versos una música exquisita y pene­trante; produce, en suma, como todo grande artista, un frisson nouveau. El Nocturno es una de las piezas ca­pitales de la poesia modernista, es una de esas raras y felices inspiraciones en que un sentimiento profundo y casi inefable halla un motivo poético que lo exprese y una fórmula plástica que lo encarne; vaga sinfonía, que suena como cosa inaudita y que, sin embargo, está cons­tituida con elementos de admirable sencillez. Puede ha­ber en la poesía nuevas inspiraciones más complicadas

Page 26: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 11

que el Nocturno; ninguna en que la música brote tan íntimamente de las entrañas del tema; y tenga, por lo mismo, una fuerza patética más grande.

La genialidad de Silva era francesa; y él, aunque pasó la mayor parte de su vida en Bogotá, tenía el sello de un refinado parisiense. Es curioso que a él pueden aplicarse textualmente las palabras que el reciente y afa­mado crítico y poeta francés Andrés Suares, consagra a Baudelaire:

«Gustó de las comidas delicadas y de los libros ra­ros, de las estrellas de Oriente y de los vinos vetustos, de la música ultra-moderna y de les ediciones imposi­bles de encontrar. En él todo era artístico: los cabellos de negrísima seda, la mirada brillante y profunda, la frente y el cuello de forma admirable y de una femenil blancura, sus actitudes nobles, su cuerpo fino y esbelto. Parecía un príncipe persa o árabe. A los treinta años se arruinó completamente: cayó entonces en la amarga tris­teza de aquellos que, no habiendo nacido en la pobre­za, se ven obligados a comparar en cada sensación, la excelencia de sus deseos y la ignominia de la realidad. Como voluptuoso, fué de aquellos que alimentan y aca­rician sus deseos, y haciéndolo crecer desmesuradamen­te, no sólo se desilusionan de la realidad, sino que la re­chazan. Su deseo vive de ensueño y solo el ensueño los contenta. Contento temible, que agota más que todas las orgías. Vivió únicamente de imaginación y en ella prodigó sus nervios y gastó sus fuerzas. En él la carne fué cerebral».

Asombra que observaciones tan minuciosas y preci­sas, referentes a un francés tan original como Baudelai­re, puedan aplicarse punto por punto, con pasmosa pro­piedad, a un bogotano de raza, como Silva.

Page 27: Parnaso Colombiano

12 PARNASO COLOMBIANO

La fama de Silva empezó a crecer con ocasión de su trágica muerte. A poco comenzó a surgir el astro de Gui­llermo Valencia; quien impuso triunfalmente las fórmu­las de la nueva escuela; aunque, a decir verdad, en él ha habido siempre más de parnasiano que de decadente; como acontece en el insigne poeta francés Henri de Rég­nier. Valencia se apropió algunos de los procedimien­tos de los simbolistas franceses; adoptó algunas fórmu­las de expresión del decadentismo; pero sus poesías sim­bólicas, como Las cigüeñas blancas y Los camellos, no están escritas en el estilo hermético de Mallarmé; y revelan una imaginación latina. Anarkos, es una poesía social, que por el fondo y la forma, recuerda más a VictorHugo que a Verlaine; En el Circo y San Antonio y el Centauro, son arrogantes cantos llenos de plasticidad y de relieve; y los sonetos son, en su mayoría de intachable factura par­nasiana. En la parte técnica, Valencia ha sido siem­pre un espléndido versificador dentro de la tradición española, pues solo en composiciones secundarias y como a despecho, ha rendido fugaz tributo a exóticas in­novaciones, tan contrarias a la índole de nuestra versifi­cación como el verso libre a la del francés. Valencia, como Regnier, tienen una cultura verdaderamente clási­ca, la cual es enemiga de la nebulosidad del pensamien­to y de la incoherencia de la expresión: cuando siguen su genialidad, buscan instintivamente la proporción, la euritmia; y si conocen el secreto de la sugestión delicada e insinuante, no ignoran la gracia triunfadora del relie­ve y de la línea.

El éxito de Valencia encaminó a la juventud por el sendero de la poesía modernista. Los tres años de la guerra civil 1899-1902, fueron el período de mayor ac­tividad del grupo decadente, que tuvo aquí cenáculos y

Page 28: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 13

revistas, y que, proclamando la libertad en el arte, mos­tró la intolerancia propia de las reacciones violentas, contra toda manifestación poética que no se acomodara a sus caprichosos cánones estéticos. Curioso contraste formaban esas discusiones sobre sutilezas artísticas y esos ensayos de imitación de los refinamientos de un Maeterlink o de un Mallarmé, con el espectáculo de de­solación y de ruina que ofrecía el país. Esas revistas se vendían por las calles, en momentos en que las guerri­llas enemigas amenazaban la capital y murieron de muerte violenta el día en que pareció inminente el ata­que. Este espectáculo hacía pensar en los disputadores bizantinos, que se emboscaban en sutiles discusiones mientras Mahomet asediaba las murallas de Constanti­nopla. Se hicieron entonces ensayos poéticos con el ex­clusivo objeto de épater le bourgeois y de que sin duda se rien hoy sus mismos inteligentes autores. Se puso de moda un vocabulario poético que entonces pareció nue­vo en fuerza de su mismo abigarramiento; pero que es el más estrecho, artificial y uniforme que se ha usado en castellano desde los tiempos del gongorismo. Todos los valores poéticos fueron sometidos a revaluación: Victor Hugo fué declarado poeta enfadoso en comparación de Verlaine; y Núñez de Arce perdió el principado que ha­bía ejercido durante largos años, y fué sustituido por Rubén Dario, a quien acompañaba como principal mi­nistro Leopoldo Lugones.

Nadie niega la conveniencia que a principios del si­glo había de infundir sangre nueva en las venas de la poesía castellana. En cuanto a la base estética del simbo­lismo, es inobjetable, como bien lo demostró Brunetiére. Pero ocurrió aquí, en pequeño, lo que sucedió en Fran­cia, según palabras del mismo ilustre crítico; pues la ma-

Page 29: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

yor parte de los adeptos de la nueva escuela se mostra­ron moins curieux d' art qu' affamés de réclame et de notorieté.

El período de actividad y de agresión del decaden­tismo pasó ya. Los verdaderos poetas que hicieron sus armas primeras debajo de ese pabellón, tomaron por diversos caminos; y se han distinguido por obras mo­dernas, pero no decadentes. Quedan restos del vocabu­lario puesto en moda por los maestros; y hay en los ver­sos de ahora mayor riqueza de matices que en los de época anterior. La paleta simbolista fué muy abundante en medias tintas, en tonos vagos y esfumados; y algunas de las combinaciones de colores y de sonidos de esa es­cuela, son legítima adquisición del arte moderno. Como producción de primer orden solo pueden citarse Los Ritos de Valencia, que compiten ventajosamente con las Prosas profanas de Darío.

Al lado de Silva y de Valencia, se desarrollaron no pocos poetas que no entraron en la corriente innovado­ra y escribieron de acuerdo con su genialidad. Antítesis de Valencia es Julio Flórez, el más popular de nuestros poetas y uno de los más conocidos en todo el Conti­nente. Flórez es el trovador espontáneo y romántico a lo Zorrilla; y su retrato parece arrancado a una galería de poetas del año 30. Tienen sus versos una música fasci­nante, que el autor sabe acentuar cuando los recita con voz cálida y acariciadora; y relampaguean en ellos imá­genes de esplendor tropical; descripciones en que hay derroche de vividos colores y rasgos de inmensa misan­tropía, de pesimismo tétrico, que contrastan con la os­tentación de fuerza y de vida que se observa en sus pin­turas de la naturaleza. Flórez no es un artista refinado, que nos da la quinta esencia de sus filtros, sino un poe-

14

Page 30: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 15

ta genial, para quien los versos son una necesaria expan­sión de su temperamento apasionado y ardiente. Tiene alguna semejanza con su homónimo mejicano Manuel M. Flórez, el cantor de Eva, por la brillantez de su poe­sía; pero Julio es artista más variado y poderoso; y su técnica es mucho más perfecta.

Carlos Arturo Torres es muy conocido como artista y literato. Sus Estudios ingleses, hacen honor a las le­tras colombianas. Pero él habría muerto inconforme, si hubiera creído que la posteridad prescindía de sus ver­sos. Y no ha ocurrido esto: porque Torres, tuvo la am-bicíón de la poesía trascendental y filosófica; y dejó pruebas suficientes para demostrar que su vigoroso ta lento era capaz de vencer las asperezas del género y con quistar la palma del triunfo. Fué un poeta de la escuela de Vigny, a quien rendía culto fervoroso y de quien tra dujo estrofas admirables; es decir, era poeta simbolista; pero sus símbolos, como los del autor de Eloa, fueron claros y traslúcidos; y contribuye a darles relieve la ener­gía del estilo y el vigor quintanesco de la expresión. Su poesía no es popular; porque es más intelectual que imaginativa o de sentimiento; pero no se olvidarán en nuestra historia literaria cantos como a la meditación En la Abadía de Westminster, en que el poeta, con inspi­ración vigorosa, canta la grandeza de Inglaterra, simbo­lizada en ese panteón de sus grandes hombres; y dá la voz de alarma a los pueblos latinos contra la raza impe­rialista, que obedece a las inspiraciones de los filósofos de la energía y vigoriza sus músculos para salir siempre triunfante en «la lucha por la vida» cuya ley le enseñó Darwin.

Diego Uribe es el más genuino representante de la poesía de sentimiento: sus versos son lágrimas de infini-

Page 31: Parnaso Colombiano

16 PARNASO COLOMBIANO

ta transparencia; y como es sincero en su dolor y en su compasión, es aplaudido y amado por inmenso círculo de lectores de buen gusto y de elegantes lectoras. Mar­garita encierra algunos de los más bellos versos elegia­cos de la poesía colombiana. Pero Uribe no se ha ence­rrado en la contemplación de su propio dolor, ni en el espectáculo de su hogar en ruinas: después de envolver en sudario de orientales aromas el cuerpo de la muerta idolatrada, ha tendido la mirada compasiva hacia los se­res débiles y abandonados que gimen en el mundo; ha­cia los niños huérfanos; hacia la pobre obrera, que tra­baja y sueña dolorosamente; y sus versos delicados y patéticos, penetran en el alma: son obra bella y obra buena; honran el entendimiento y el corazón del poeta.

José Rivas Groot es poeta poco fecundo; pero de grande intensidad de inspiración y de admirable pureza de forma. Es poeta pensador, como Carlos Arturo To­rres, pero no se contenta con el vago espiritualismo y la filosofía humanitaria de éste, sino que acepta plenamen­te la inspiración de la fe católica. Entre los cantos que ha producido su musa grave y meditabunda, sobresale el titulado Constelaciones, que nos parece uno de los más bellos y originales que ha producido la contempla­ción de uno de los grandes espectáculos estéticos que ofrece la creación: el cielo estrellado. Hay allí rasgos de honda melancolía, propios de toda meditación profunda sobre el destino humano: pero la nota pesimista que allí apunta, no estalla en las desesperadas quejas e impreca­ciones de un Leopardi o de una Ackermann, sino que se funde en el himno de esperanza con que termina mag­níficamente el poema.

Es Ismael Enrique Arciniegas un veterano de la for­ma poética, que maneja con maestría desde sus primeros

Page 32: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 17

años, aplicándola con igual felicidad, a muy varios asun­tos. No es Arciniegas un dilettanti; es un verdadero poe­ta, cuya cualidad dominante es la elegancia y distinción de su musa, que anda con majestad de princesa, osten­tando gentilísimos adornos. En Colonia, poesía conoci­dísima en el mundo hispano, revela la influencia de Béc-quer, que era predominante en Colombia cuando Arci­niegas hizo sus primeras armas; pero se engañaría quien lo llamara poeta becqueriano; porque su obra, en con­junto, no responde al ideal de las Rimas; y nos presenta una rica variedad, que va desde las exquisitas miniaturas de Su alcoba y Su corsé, hasta cuadros vastos como Tropical; desde delicadísimos cuadros amorosos, como Leyendo, hasta piezas de orquestación tan complicada como la extensa Elegia. Se ha distinguido, además, Ar­ciniegas como excelente traductor de modernos poetas franceses e italianos.

El lirismo heroico de D.José Joaquín Ortiz, animado siempre por la llama del espíritu religioso, ha tenido un digno cultivador en José Joaquín Casas, versificador clá­sico de admirable robustez y constante elegancia, que desde su primera juventud dejó un modelo de oda ar­moniosa y espléndida en su Canto a la Virgen. Casas ha escrito sonetos dignos de Núñez de Arce; y después de cultivar el lirismo más aristocrático y pulcro, ha de­mostrado la flexibilidad de su musa, consagrándola a cantar escenas populares y campestres, con fresca vena poética, que no se enturbia al contacto de las humildes realidades de la vida rústica, y salta de vez en cuando, como magníficos surtidores, derramando perlas del más delicado sentimiento. Véanse sus originales Escenas de fiestas, poema que es de lo más propio que tiene nues­tra literatura moderna.

2

Page 33: Parnaso Colombiano

18 PARNASO COLOMBIANO

A la misma escuela religiosa y literaria de Casas, pertenece Enrique W. Fernández; pero éste no ha se­guido la tradición quintanesca, y más bien ha cultivado el lirismo filosófico del Dr. Núñez, con su mezcla de idealidad afectiva y de áspera concisión de frase. Solo que Fernández no ha sentido las trágicas luchas que atormentaron el cerebro y el corazón de Núñez: su fe viva, su envidiable pureza, dan a su poesía una sereni­dad que sólo conquistó aquel gran pensador en los pos­treros años de su vida. Dolor es un hermoso canto, en que se admiran la densidad y concentración del pensa­miento y la energía de la expresión.

Artista de exquisita selección es Víctor M. Londoño, el cual, por la perfección de sus versos, pudiera llamarse parnasiano; pero tiene toques de delicadeza y blandura que cortan la dureza del mármol pentélico que trabajan los discípulos de Leconte de Lisle. Su canto a la muerte de Silva no es una elegía; es una apoteosis: tiene toda la pompa pagana de una glorificación de Adonis. Es uno de los trozos más perfectos de nuestra poesía moderna. Londoño no es un poeta fecundo: no cabe la producción caudalosa con tan indeficiente anhelo de perfección.

Aquí cabe recordar a dos poetas, distintos por la ins­piración y el estilo, pero a quienes une no sé qué afini­dad espiritual: el uno, muerto ya, es Eduardo Ortega; el otro, vivo aún, es Eduardo Talero, quien mantiene con honor en la Argentina el renombre de la poesía colom­biana. Ortega era un artista de suma delicadeza y en quien chispeaba el ingenio bogotano; su nota dominante era la dulzura; sus versos flotan en un ambiente de dis­tinción y de elegancia. Talero es más bien un poeta ci­vil, en quien han palpitado las pasiones políticas; ha can­tado la pluma y la espada en versos de metálica reso-

Page 34: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 19

nancia. Pero no pierde de vista el ideal poético, que salva su obra de las prosáicas arideces del editorial po­lítico, y le da un valor literario permanente.

Max. Grillo es bien conocido como eminente prosis­ta; pero nunca ha dado atención secundaria a su labor de poeta. Algunas de sus composiciones son notas reso­nantes de nuestra poesía, como el canto Al Magdalena, en que no ha temido enfrentar su arte complicado de poeta moderno con la formidable inspiración romántica de Madiedo; como la poesía Selva, en que vaga un hálito de inspiración panteista; como algunos arrogantes so­netos.

Nuestros antiguos poetas festivos han tenido brillan­tes sucesores. El más original de todos es Clímaco Soto Borda, cuyo Salpique de versos nos lo hace estimar, más bien que como discípulo de Posada, como un poeta en quien persiste algo de la inspiración lunar y del amargo humorismo de Silva. Hay algo de extrañamente fantástico, de ideal a la par que de bufonesco, en ciertas inspiraciones de Soto; algunas de sus poesías parecen hechas con esas sombras trágicas y risibles que proyec­tan los objetos a la luz de la luna. A veces, por entre los huecos de la máscara de Pierrot, se ven correr furtiva­mente las lágrimas. Cuando Soto quiere, es delicadísimo poeta, como lo prueba su afamado Guitarrista.

Los poetas de una generación posterior, se formaron casi todos en la escuela decadente, como queda dicho; pero los que tenían verdadera vocación supieron hacer­se superiores a los amaneramientos y extravagancias de tal tendencia. Cornelio Hispano, por ejemplo, se orientó hacia el clasicismo, bajo los auspicios de Maurice de Guerin, de cuyo Centauro hizo una elegante imitación en verso; y en sus obras posteriores, el Jardin de las

Page 35: Parnaso Colombiano

20 PARNASO COLOMBIANO

Hespérides, la Leyenda de oro y Elegias caucanas, ha precisado esa afición, aunque mezclando los recuerdos helénicos con el de su tierra natal, el cálido y paradisia­co valle del Cauca. Si en alguna de sus imitaciones clá­sicas se muestra discípulo aventajado de Leconte de Lisle, quizá se manifiesta mejor su genialidad artística cuando evoca memorias de su tierra y recuerdos infan­tiles, dándoles el tono misterioso de la balada. Chimbi-laco, por ejemplo,nos parece linda poesía Hispano tiene excelentes condiciones para la narración histórica en prosa; y en este género puede conquistar envidiable re­putación.

Poeta fecundísimo, de imaginación brillante y de versificación voluble y gentil, que obedece a todas las sugestiones de su musa caprichosa, Alfredo Gómez jai­me se ha conquistado un puesto aparte entre los actuales poetas colombianos. Tiene el arte de las evocaciones su­gestivas, de las descripciones fantásticas, que dan a los objetos reales, a los hechos de la vida ordinaria, el pres­tigio de los sueños de las Mil y una noches. Sus Rimas del trópico, publicadas en España, le han dado fama en­vidiable, como un brillante cultivador del género poéti­co de Salvador Rueda.

No es posible olvidar a Enrique Alvarez Henao, aun cuando no fuera sino por haber escrito dos de los más bellos sonetos de nuestro Parnaso: La abeja y Los tres ladrones; delicadísimo el primero y henchido de miel, como las celdillas que fabrica el industrioso insecto a quien está dedicado; de factura sobria y sin aliño, el se­gundo, avalorado por un rasgo final de esos que sus­penden y avasallan la mente y el corazón.

El grupo de poetas becquerianos merece particular atención: lo encabezan dos ingenios malogrados, Joaquín

Page 36: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 21

González Camargo, autor de El viaje de la luz, que don Juan Valera colocó por encima de las Rimas, y Ernesto León Gómez, cuyo soneto El suicida es una joya. Entre los sobrevivientes, debiéramos recordar a Federico Ri­vas Frade y a Adolfo León Gómez, que han paseado su musa por muy diversos campos; pero guardando siem­pre la tendencia soñadora y melancólica de sus primeros versos. Uno y otro son muy conocidos y apreciados en la América española.

No podemos dejar de mencionar a escritores que se han hecho célebres por otros conceptos, pero que han cultivado con éxito la poesía. Santiago Pérez Triana es conocido en el mundo como orador y como publicista; maneja como pocos la prosa castellana. Su libro de via­jes De Bogotá al Atlántico es joya de nuestra literatura. Ha escrito menos en verso, pero su poesía A una desco­nocida tendrá puesto en las antologías. Samuel Veláz­quez ha conquistado gran reputación como novelista y autor de cuentos; pero son también populares su poe-mita Magdalena y otras composiciones cortas. Francisco A. Gutiérrez, político y hombre de negocios, tiene en su Meditación una perla de purísimo oriente.

Originarios del Cauca son dos de nuestros mejores poetas jóvenes: Carlos Villafañe y Ricardo Nieto. El pri­mero es, como Soto Borda, un humorista sentimental, que ha derrochado ingenio y gracia en trabajos fugiti­vos. Pero ha escrito poesías que quedarán, como el poe-mita Tierra del alma, en que ensaya la manera moderna para describir el valle del Cauca, ya inmortalizado en octavas clásicas por Arboleda. Hay allí vibraciones nue­vas y un modo sutil y extraño de sentir y de pintar la naturaleza. Nieto es un poeta interior, que se ha cons­truido un mundo propio de imágenes y de emociones;

Page 37: Parnaso Colombiano

22 PARNASO COLOMBIANO

y que no contempla las cosas con serenidad objetiva, sino que las tine con los matices de su fantasía crepus­cular, y les presta la vida de sus imaginaciones y capri­chos subjetivos. Su forma artística es tan delicada como su inspiración, y sus versos tienen una armonía vaga y penetrante, que convida al ensueño.

En Antioquia, el género más favorecido en los últi­mos tiempos ha sido la novela, que tiene un grupo de cultivadores, originales e ingeniosos. El más conocido de ellos es Tomás Carrasquilla, autor de la preciosa no­vela regional titulada Frutos de mi tierra. Pero la nove­la realista no ha dado muerte a la inspiración lírica. En­tre otros, merece especial mención el General Juan C. Ramírez, cuya poesía varonil y nerviosa, lo mismo cuan­do canta a Mirabeau y a España, que cuando trata temas amorosos, está muy de acuerdo con la profesión marcial del autor,

Joaquín Restrepo Tamayo, retirado y modesto, culti­va el arte por afición decidida, sin solicitar aplausos. Su musa, delicada y melancólica, le ha inspirado hermosos sonetos de corte tradicional. Daniel Arias Argáez, cau­seur chispeante y hombre de sociedad, ha escrito lindas poesías de tono aristocrático, que revelan un espíritu se­lecto, enamorado de la naturaleza y el arte, y que tienen como cualidades distintivas la gracia y la elegancia. Es un tipo representativo de la intelectualidad bogotana.

Entre los jóvenes que, partiendo de la escuela deca­dente, han sabido acentuar su personalidad, figuran va­rios que han dado importante contribución a las letras en lo que va de siglo; v. gr., Francisco Valencia (El úl­timo felibre), Aquilino Villegas (Palabras a los sem­bradores), Manuel A. Carvajal (Retorno de luna), Eduardo Castillo (Campanas de Provenza), Jorge Ba-

Page 38: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 23

yona Posada (Copa vacía), Jorge Mateus (Unos versos de amor), Martín H. Cortés (La ermita abandonada), Guillermo Manrique Terán (La bandera colombiana); Carlos Roa Ospina, Eduardo Echeverría, José Eustasio Rivera, Delio Seraville, Javier Acosta, Abel Marín, Car­los Tirado Macias, Alberto Sánchez, Alberto Carvajal, Francisco Restrepo Gómez, Julio C. Arce, Aníbal Mon­toya Canal, Manuel Briceño, Antonio Quijano Torres, F. Martínez Rivas, Guillermo Posada, y otros que por falta de espacio nos abstenemos de citar, pero que, como los anteriores, gozan de reputación en el país y obtienen buena acogida en las revistas literarias hispano-ameri-canas.

Otro grupo juvenil, sin desdeñar la parte útil de los procedimientos modernos, se ha encarrilado por la sen­da de un clasicismo vigoroso y de buena ley, siguiendo el ejemplo de Luis María Mora, docto humanista y poeta muy inspirado, conocedor directo de los modelos grie­gos, en los cuales ha aprendido la pureza de líneas, la elegancia del giro poético, la serena idealidad y com­postura de la forma. Algunas de sus últimas odas perte­necen al género de que nos dejó modelos inmortales el gran vate inglés Keats en piezas como la titulada Sobre una urna griega. En este grupo figuran poetas como Antonio Otero Herrera (La campanilla del altar), Ra­fael Escobar Roa (Al Tequendama), Carlos Núñez (Ra­yo de luna), Vicente Casas, Alfonso Villegas Arango, Ricardo V. Pinzón, Federico y Juan de Dios Bravo, Francisco A. Balcázar, Joaquín Maldonado Plata, autor de un valiente canto a Gonzalo Jiménez de Quesada; Bernardo Caicedo, y otros muchos distinguidos jóvenes que figuran en la capital y en los principales centros de­partamentales. Siguiendo la gloriosa tradición paterna,

Page 39: Parnaso Colombiano

24 PARNASO COLOMBIANO

los hijos de D. Miguel Antonio Caro, Víctor y Luis Ale­jandro, Manuel José y Antonio, pulsan la lira con clási­ca elegancia e inspiración propia personal. Otro próximo deudo del grande humanista, D. Hernando Holguín y Caro, eminente orador y publicista, educado en la sólida disciplina de su ilustre tío, no podía mostrarse ajeno al cultivo de los versos; y en efecto, ha demostrado que sabe tornear un soneto con la gallardía del siglo de oro, y expresar en fáciles estrofas, delicadas emociones reli­giosas y domésticas.

Réstanos citar dos poetas, coronados en solemnes fes­tividades literarias, y que han hecho notorios sus nom­bres en la primera juventud. El primero, siendo niño de diez y seis años, obtuvo la consagración como egregio poeta con su canto La juventud del sol, que causó asom­bro y entusiasmo. La precocidad no ha sido don raro entre los poetas líricos; pero aun así, llamaba poderosa­mente la atención ese infantil artista, que manejaba con tan gentil maestría la forma poética y que era capaz de una concepción tan arrogante como la de esa pieza, en que hay pensamiento y emoción, ciencia y poesía. El se­gundo ha alcanzado recientemente un triunfo interna­cional en la capital del mundo civilizado, con su Epope­ya del cóndor, canto en que el lirismo épico abre am­pliamente sus alas y se levanta con vuelo majestuoso; y paralelamente a ese himno guerrero, expresó delicados sentimientos religiosos en La epopeya de la espiga, ex­tensa poesía, llena, como la anterior, de imágenes fulgu­rantes y de magníficos versos. Llámanse estos dos inge­nios Angel M. Céspedes y Aurelio Martínez Mutis.

Como se ve por esta breve reseña, no es escasa la co­secha poética en Colombia, y acepta comparaciones con cualquiera otra de las Repúblicas hermanas. La poesía

Page 40: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

lírica, de la Independencia acá, ha sido uno de los géne­ros que se han desarrollado con mayor abundancia y brío en esta tierra; en cambio, el teatro ha prendido tra­bajosamente y solo ha producido intermitentes ensayos. No podríamos jactarnos de poseer una lírica propia, pues la poesía americana es una rama de la española; ha sufrido las mismas influencias y ha seguido análogas orientaciones. Una poesía estrictamente americana no ha existido ni puede existir, mientras sus cultivadores sean, por sangre, por lengua y por tradiciones, miembros de la familia española. Los más originales de nuestros poe­tas se enlazan con la tradición clásica; y así como Erci-11a, cantando a los araucanos, imita al Ariosto, Gutiérrez González, describiendo el cultivo del maiz en las mon­tañas vírgenes de Antioquia, despierta el recuerdo del Moretum, poema atribuído a Virgilio, según sagaz ob­servación de Menéndez Pelayo.

Después de la influencia española, la que se ha hecho sentir con más frecuencia en nuestra poesía es la de la lírica inglesa, desde Caro y Arboleda hasta Pombo, Nú-ñez y Fallón. El mismo Silva, tan influido por el arte francés, debe algo al genio extraño de Edgard Poe.

La influencia de la antigüedad clásica ha sido pre­ponderante en Miguel Antonio Caro, talento de estirpe romana. En poetas jóvenes, se advierten reminiscencias latinas o helénicas, pero generalmente no proceden de influencia directa, sino de imitación parnasiana. Algunos críticos censuran, como exótica, esta afición a los temas antiguos; pero cabe observar que los poetas que han pe­dido inspiración a Italia o Grecia representan muy bien uno de los rasgos característicos de nuestro modo de ser espiritual; pues estas nuevas nacionalidades, aunque for­madas en un medio físico tan distinto del de Europa, tan

25

Page 41: Parnaso Colombiano

26 PARNASO COLOMBIANO

original y tan pujante, viven espiritualmente en una at­mósfera de cultura europea; y se da el curioso espectáculo en algunas de estas Repúblicas, de costumbres políticas francamente tropicales en convivencia con refinamientos artísticos propios de sociedades envejecidas.

Claro está que conviene explotar la riqueza propia; tener ojos para contemplar los maravillosos panoramas de nuestros bosques y llanuras; aplicar los reactivos de la investigación y del arte para reavivar los borrados perfiles de las razas aborígenes; cantar los héroes y már­tires de la patria; expresar enérgicamente el alma nacio­nal. Sin dejar de ser españoles, seremos americanos; y continuaremos dignamente las tradiciones del novelista de la María y del cantor de Los colonos y del Liberta­dor Bolívar. (1)

Antonio Gómez Restrepo

(1) El Parnaso colombiano ha tenido pocos pero ¡lustres encomiado-res en España: D. Juan Valera, en sus primeras Cartas americanas; Marce­lino Menéndez y Pelayo, en su admirable prólogo al tomo tercero de la An­tología de poetas hispano-americanos; y Antonio Rubio y Lluch, egregio amigo de Colombia, en numerosos estudios y revistas.

Page 42: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Page 43: Parnaso Colombiano

JAVIER ACOSTA

Himno a la mañana Hosanna al sol, que con piedad nos mira

desde el oriente misterioso y vano; y calienta la tierra, donde el grano hacia un prodigio de verdor aspira.

Hosanna al padre Sol—caricia blanda— que atempera el rigor de su tortura al infeliz que en su prisión demanda un átomo tan sólo de luz pura.

Bienvenido el tibior que hace a las rosas surgir en juventud y lozanía: loado el luminar que forma el día y encanta con su amor todas las cosas.

Triunfa el amanecer; ¡mágica fiesta! fué el beso del sol en las corolas; canta en el seno de glacial floresta y juega con los rizos de las olas.

¡Hora llena de luz—fresca mañana— que ostentas tu radiantes desaliños delante de la alegre caravana y en los cabellos rubios de los niños!

Page 44: Parnaso Colombiano

30 PARNASO COLOMBIANO

Deja que deposite mis congojas en tu regazo tibio de azucenas, tú que inspiras el canto de las hojas y el dulce platicar de las colmenas.

Tú que eres al callado prisionero gentil amada en su desastre insano; alentador y fácil derrotero a las labores del dolor humano.

Tú que pueblas la unánime pradera de baladoras greyes y de aromas; y haces tender por la argentada esfera el vuelo fraternal de las palomas.

Misterio de esperanza y de ilusiones encarna tu caricia delicada, que al entreabrir los núbiles botones perfuma la creación fertilizada.

Y da la clave del vital concierto con que la tierra fiel arrulla al día, esa barca del sol que asoma al puerto tras de la noche perezosa y fría.

Page 45: Parnaso Colombiano

ENRIQUE ALVAREZ HENAO

La abeja Miniatura del bosque soberano,

y consentida del verjel y el viento, los campos cruza en busca del sustento, sin perder nunca el colmenar lejano.

De aquí a la cumbre, de la cumbre al llano, siempre en ágil, continuo movimiento, va y torna, como lo hace el pensamiento en la colmena del cerebro humano.

Lo que saca del cáliz de las flores, lo conduce a su celda reducida y sigue sin descanso sus labores.

Sin saber ¡ay! que en su vaivén incierto lleva la miel para la amarga vida y el blanco cirio para el pobre muerto.

Los tres ladrones Época fué de grandes redenciones:

El mundo de dolor estaba henchido y en el Gólgota, en sombras convertido, se hallaban en sus cruces tres ladrones.

Page 46: Parnaso Colombiano

32 PARNASO COLOMBIANO

A un lado, en espantosas contorsiones, se encontraba un ratero empedernido; en el otro, un ladrón arrepentido, y en medio el robador de corazones.

De luto se cubrió la vasta esfera: Gestas, el malo, se retuerce y gime; Dimas, el bueno, en su dolor espera.

Y el otro, el de la luenga cabellera, que sufre, que perdona y que redime, se robó al fin la humanidad entera.

Diamante negro Como enfermo nació, mas lo quería;

era de su viudez el solo encanto y los ayes del niño, ella con llanto la cunita en silencio humedecía.

¡Aciaga noche! al despertar de un día, de su pequeño terminó el quebranto, y todos contemplaban con espanto que a su muerto, aun llorando, lo mecía.

Mas cuando prodigábanle consuelos al sacar de la estancia al huerfanito, y la rogaban tregua a sus desvelos,

al apartarse dócil de la cuna, no asomó a su semblante ya marchito ni una lágrima sola... ¡Pero ni una!

Page 47: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 33

Gota de agua Penetra el viejo sabio al gabinete

a recordar su ciencia micrográfica, y sobre el transparente porta-objeto coloca una brillante gota de agua.

La somete al examen microscópico y la escudriña con febril mirada, y torna a ver lo que en antiguos tiempos: monstruos enormes de figuras raras.

Y remira esa hambrienta turbamulta de infusorios de formas tan fantásticas, y ve que unos a otros se devoran como en los mares de la especie humana.

Abandona de pronto el microscopio y murmura, calándose las gafas: ¡cuántos monstruos se irán también matando ocultos en el fondo de una lágrima...!

Gaspar y Lucía Con fuego Gaspar la amaba,

ella también lo quería; mas la niña noche y día suspiraba, suspiraba...

Una vez con embeleso sus labios Gaspar besó y ella sonriente lanzó un suspiro a cada beso.

3

Page 48: Parnaso Colombiano

34 PARNASO COLOMBIANO

Ella también a Gaspar un beso dióle otro día y desde entonces Lucía ya no volvió a suspirar.

Porque los suspiros son, cuando ellos no son fingidos, besos que mal contenidos se escapan del corazón.

La casa solariega Sebre el verdor del prado floreciente,

y tras esbelto, tropical ramaje, descuellan, con misterio, entre el follaje altiva torre y levadizo puente.

Retrata el lago azul y transparente un diáfano y espléndido paisaje, y al fulgor apacible del celaje los cálices aroman el ambiente.

Al ensueño el espíritu se entrega, y evoca algo poético y lejano... y no sé qué de tierno al alma llega,

Cuando aun en los fondos de la vega se escucha la canción del hortelano que cultivó la Casa Solariega.

Page 49: Parnaso Colombiano

JULIO CÉSAR ARCE

Desde la playa I

Y contemplaba bajo el cielo huraño el paisaje dormido de la noche, entre los velos del silencio extraño que se extendía grave en su reproche.

Miré cruzar por el azul del cielo, como si fuera un cisne de alabastro, en su implacable y majestuoso vuelo, el disco melancólico del astro-

Bajaba de la cumbre soñolienta una brisa clemente, que besó con sus alas la tormenta despavorida y muda de mi mente...

II Y desde mis penumbras funerarias,

al mirar las estrellas solitarias, enhilé como perlas mis ensueños, como perlas que hubieran resurgido al través de los mares de mis sueños sobre el árida playa del olvido...

Page 50: Parnaso Colombiano

36 PARNASO COLOMBIANO

Una racha de insólita tristura desató sobre mi alma su pavura, y aletearon mis ayes de vencido en la desolación de mi amargura.

III

La soledad me dijo sus rituales, la soledad profunda en que el poeta vive forjando en su prisión escueta la azul encarnación de sus ideales; y yo pensé en los tristes soñadores que viajan en sonora caravana en pos del ideal y los amores por el desierto de la vida humana, y que el laurel que les nimbó las frentes será una pena más para el mañana....

IV

(Y entre las sombras mudas e inclementes, mi alma un paisaje de quimeras finge, mi pensamiento en el pasado boga; y soy como una esfinge, como un destino mudo que interroga!)

Pero de pronto, el pliegue de un vestido me habló con la elocuencia de su raso, y una desconocida que al acaso, envuelta entre una ráfaga de aromas, iba sutil remando hacia los sueños, asustó mis bandadas de palomas, que huyeron al país de los ensueños...

Page 51: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 37

V

Y se perdió a lo lejos taciturna como un lucero blanco, me conturbó la línea de su flanco bajo la ténue claridad nocturna.

Su canotier primaveral reía, y en la lujuria de sus rojas rosas la castidad marmórea de una cinta timidamente hacía la señal de una cruz.

Sus voluptuosas miradas me bañaron;

su aéreo busto fingió un tallo flexible, vivo arbusto florecido en los ojos y en la boca; y así con sus hechizos era una estatua bajo el oro de la luna y se alejó... como esperanza loca entre la calma grave y oportuna.

VI

Y me quedé pensando con tristeza en sus cabellos negros y ondulantes, en su boca de grana, en su belleza, y en sus ojos profundos y quemantes... ¿A dónde iba? ¿Quién era? Símbolo de mis sueños, iba sola con rumbo hacia el misterio, cual la ola a la desolación de la ribera...

Page 52: Parnaso Colombiano

38 PARNASO COLOMBIANO

VII

Y. luego... me perdí como un reproche entre la vaga claridad nocturna, pensando en la viajera taciturna que como estrella atravesó la noche...

Page 53: Parnaso Colombiano

ISMAEL ENRIQUE ARCINIEGAS

En Colonia En la vieja Colonia, en el oscuro

rincón de una taberna tres estudiantes de Alemania un día

bebíamos cerveza. Cerca el Rhin murmuraba entre la bruma

evocando leyendas, y sobre el muerto campo y en las almas

flotaba la tristeza. Hablábamos de amor, y Franz, el triste,

el soñador poeta, de versos enfermizos, cual las hadas

de sus vagos poemas, «yo brindo, dijo, por la amada mía,

la que vive en las nieblas, en los viejos castillos y en las sombras

de las mudas iglesias; por mi pálida musa de ojos castos

y rubia cabellera, que cuando entro de noche a mi buhardilla

en la frente me besa.»

Page 54: Parnaso Colombiano

40 PARNASO COLOMBIANO

Y Karl, el de las rimas aceradas, el de la lira enérgica,

cantor del sol, de los radiantes cielos y de las hondas selvas,

el poeta del pueblo, el que ha narrado las campestres faenas,

el de los versos que en las almas vibran cual músicas guerreras,

«yo brindo, dijo, por la amada mía, la hermosa lorenesa,

de ojos ardientes, de encendidos labios, y riza cabellera;

por la mujer de besos ardorosos, que aguarda ya mi vuelta

en los verdes viñedos donde arrastra sus aguas al Mosela.»

— «Brinda tú!» me dijeron. Yo callaba de codos en la mesa,

y ocultando una lágrima, alcé el vaso y dije con voz trémula: ."

—«Brindo por el amor que nunca acaba! » y apuré la cerveza,

y entre cantos y gritos exclamamos: «¡por la pasión eterna!»

y seguimos risueños, charladores, en nuestra alegre fiesta...

y allí mi corazón se me moría, se moría de frío y de tristeza!

Page 55: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 41

Su alcoba Fatigada ya su mano,

sobre las teclas vagó, y soñolienta arrancó el último acorde al piano.

Y como aroma que exhala una flor, y al viento flota, aquella postrera nota queda vagando en la sala.

Y va la niña a su alcoba, y se alzan visiones puras de las blancas colgaduras de su lecho de caoba.

Por el alto mirador entran a la tibia estancia el rumor y la fragancia de los naranjos en flor.

Se vé al través del boscaje un astro que parpadea, y la brisa cuchichea en las cortinas de encaje.

Y de un amor ideal, memorias quizá adoradas, hay flores secas, regadas, en las mesas de nogal.

Entre esos ramos dispersos, de festines olvidados, muestra sus cortes dorados abierto un libro de versos.

Page 56: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Al fulgor azul y escaso que la lámpara derrama, brillan cerca de la cama sus zapatillas de raso.

Y finge la luz visiones, visiones que, sonrientes, se reclinan indolentes en los tallados sillones.

Y en la penunbra se vé, bañado en ténue fulgor, afuera del cobertor su breve y rosado pié.

Todo yace en calma. Hermosa la luna su lumbre riega, y a besar al lecho llega donde la virgen reposa.

¡Cómo su pecho se ensancha ante esa luz de consuelo! Es la bendición del cielo sobre esa frente sin mancha.

Su Corsé Corrido el cortinaje,

desde el balcón de enfrente ví su cuarto, el cuarto de la virgen, que mi sueño arrulla en las mañanas con su canto.

Jarrones de Sajonia descansaban sobre consola de bruñido mármol; y del sol que moría los postrimeros rayos, hacían resaltar en la penumbra

42

Page 57: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

las doradas molduras de los cuadros, las lámparas de bronce, los ricos muebles de nogal tallado, las cortinas del lecho, y en el muro los brillantes espejos venecianos.

Y en un rojo sillón, que parecía a su dueña esperar, medio borrado por la naciente sombra, se veía un corsé de blanco raso.

Y pensé entonces en las frentes pálidas, y en los risueños labios, en los azules ojos, y en los cabellos áureos, en las cinturas breves y en los ebúrneos brazos; en el velo flotante de las novias y de las niñas en los sueños castos, en las vírgenes carnes sonrosadas y en los púdicos senos de alabastro.

¡Quién fuera su corsé, me dije entonces, quién fuera su corsé de blanco raso, para saber si late, si late aún su corazón ingrato!

Leyendo I

Sobre la falda azul tenía abierto el libro en que leíamos los dos. De los sueños las blancas mariposas agitaban sus alas en redor,

43

Page 58: Parnaso Colombiano

44 PARNASO COLOMBIANO

y la azul primavera en nuestras almas cantaba, como alondra, su canción. Era una tarde llena de armonías, y era a la sombra de un naranjo en flor.

II

Leíamos callados, y de pronto . en voz baja leí:

«Siempre un jamas de toda dicha terrenal es tumba. Mañana olvidareis lo que hoy amais. Labios que juran, corazón que miente.... ¿A qué de humano corazón fiar, si constancia y amor y juramentos son palabra... palabras nada más?»

III

Trémula alzó su virginal semblante, flor de belleza, flor de juventud. «¿Palabras nada más?» murmuró triste, «dime que no es verdad, dímelo tú!», y llenos ya de lágrimas sus ojos, donde brillaba del amor la luz, «no leas más... no leas más», me dijo y rodó el libro de su falda azul.

Page 59: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 45

El niño y la estrella Un astro brilla en el azul del cielo

y en el agua dormida se refleja. Un hombre que pasaba dijo al niño poeta:

«Tú que sueñas con rosas en las manos, y con el alma al ideal abierta cantando va tus ilusiones, dime: «Entre tú y yo, ¿cuál es la diferencia?»

«Esta», responde el niño. «Levanta la cabeza:

¿Ves la estrella que brilla solitaria en el azul?»

—La veo —«Ahora cierra

los ojos y responde: ¿Con los ojos cerrados sigues viéndola?» —«No, dijo el hombre. No la veo.»

Entonces, como el que absorto sueña, «Aunque cierre los ojos, dijo el niño, yo sigo viendo en el azul la estrella.»

Page 60: Parnaso Colombiano

DANIEL ARIAS ARGAEZ

Tus cartas Causó tu enojo mi conducta extraña,

mas yo retuve, de perdón ansioso, las cartas qué sin tregua ni reposo me envió tu amor desde la noble España.

Hoy, después de un silencio que no engaña, las arrojé valiente y animoso entre las aguas del raudal undoso que los confines de mis campos baña.

Y al mirarlas huir, sobre mi frente de las hondas angustias sentí el frio, vi mi edad juvenil en su poniente

y mi futuro lóbrego y vacío: lo mejor de mi vida, en la corriente, y mi ensueños a merced del río.

Page 61: Parnaso Colombiano

FERNANDO E. BAENA

¡Salve Colombia! HOSSANNA A LA BANDERA

Yo venia envuelto en el manto de iris. BOLÍVAR

El cóndor más audaz de la bandada apareció en un trazo

de la falda senil del Chimborazo. ¡Era un humano Dios que aparecía!

El manto de iris lo ciñó glorioso desde donde al gigante de las aguas tributo paga el Orinoco undoso, hasta do el éter sofocó su aliento al rozar con su testa el firmamento. La cima escala; extraño paroxismo hiela todo su sér. En su grandeza y ante sus pies se extremeció el abismo. ¡Por el genio del tiempo respetada, flameó como un relámpago su espada!

No era aquel un delirio de ardiente fantasía; era el dios de Colombia

que su mente ciclópea poseía.

Page 62: Parnaso Colombiano

48 PARNASO COLOMBIANO

En el soberbio cráter diamantino un signo vió, cual nuevo Constantino; y desplegando el luminoso manto en la cima—inhollada todavía

por toda planta humana— enarboló como un emblema santo pabellón de la tierra colombiana.

¡Es la bandera de la Patria! Enseña de honor, del valor y la victoria, formada en los altares de la Gloria y hecha para clavarla en la cureña.

¡Es la bandera de la Patria! Flota en toda mano con honor.

El gualda se formó con el oro que en la falda de sus montañas opulentas brota.

Fulgor eterno el amarillo sea de gloria en los combates de la idea!

Es el azul el beso del cielo tropical con la encrespada onda del mar, que lame la dorada,

fértil orilla del boscaje espeso. ¡El hondo azul de la bandera sea —girón del cielo—de la lid presea!

Y su soberbio rojo es la sangre latente de los Héroes, centauros del valor y del arrojo. ¡Alborada de triunfo siempre sea el rojo de esa sangre en la pelea! ¡Es la bandera de Colombia! Aquella que el fiero orgullo de los bravos hincha, la que fué como cáuda de centella en Carabobo, Boyacá y Pichincha.

Page 63: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Es el pendón glorioso, del triunfo emblema, del valor escudo, lábaro santo en el combate rudo, que flota sobre el ande magetuoso. ¡La patria misma es su bandera! Nada su excelsitud ni su altivez humille, en todo campo esplendoroso brille, gigantesca, triunfal, glorificada! Para que así, cuando la Patria llame a clavarla en la cumbre soberana, el mundo entero al contemplarla exclame: ¡Es la bandera de Colombia! ¡Hossanna!

49

Page 64: Parnaso Colombiano

FRANCISCO ANTONIO BALCAZAR

TRÌDUO ROMÁNTICO

Invocación

Fué necesario en una edad galana para rimar los altos consonantes, la noble pluma que empuñó Cervantes y el plectro de oro que soñó Quintana.

Ya la castiza nave está lejana y en el fondo del mar los navegantes, que escribieron mil versos delirantes y blandieron la espada toledana.

Hoy que la trinidad de mis amores me pide un verso pleno de fulgores, de mis estrofas doy la más sincera,

pues me alienta la Virgen desde el Cielo, calma mi madre mi ardoroso anhelo y amorosa me cubre mi Bandera.

Page 65: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 51

A la Virgen María Vaya este canto a la que siempre fuera

mi blanca Musa y mi visión divina, y a quien yo di en estancia campesina mi primer verso y mi canción primera.

Que vaya como una ave mensajera mientras la tarde del vivir declina, y antes que la amorosa golondrina lejos del nido, de dolor se muera.

Si canta en su loor nocturno acento, se despierta el dormido firmamento y brota una oración de los aleros;

besa la luna la empinada cresta, vibra un himno de amor en la floresta y en silencio se apagan los luceros.

Mi madre Ella mi canto de pasión inspira,

porque aprendí tras de su santa huella, a honrar la Patria y a morir por ella, a amar a Cristo y a tañer la lira.

Es la Madre un amor que nunca expira; sólo a su sombra la esperanza es bella, pues lejos de la lumbre de esa estrella todo es tristeza, soledad, mentira.

Por eso, en el silencio de mi estancia, pido al buen Dios que protegió mi infancia nos una siempre indisoluble lazo;

Page 66: Parnaso Colombiano

52 PARNASO COLOMBIANO

que no marque el dolor su faz serena y pueda yo al volver de la faena descansar un momento en su regazo.

Mi Bandera No alcanza el hombre, ni consigue el Arte,

ni nobles cantos a mi ardor esquivos, a proclamar en dísticos altivos la gloria tricolor de mi estandarte.

Él es alma, es emblema y baluarte; reinó siempre entre libres y cautivos, así en la paz de tiempos fugitivos como en el campo asolador de Marte.

Con él quisiera conquistar la altura mientras corra la sangre en la llanura; y aunque la muerte mi fazaña aguarde,

clavarlo arriba con impulso fiero, saludar la Victoria con mi acero y así morir al declinar la tarde.

Page 67: Parnaso Colombiano

DANIEL BAYONA POSADA

Juanita Juanita la rubia,

la segadorcita de doradas trenzas, hace días que está triste, tan triste

que dá grima verla... Ya no canta ni baila bambucos, ya no tiene esa cara de fiesta,

ya no habla ni ríe, ya en los campos no corre ni juega.

Todas las mañanas cuando el sol apunta, con los ojos bajos marcha a la faena, y al segar los trigos con nadie sonríe,

con nadie conversa. Están sus mejillas—que antes eran rosas—

tan descoloridas cual blancas camelias; a cada momento lanza hondos suspiros y de sus pupilas el cielo se inverna.

Parece mentira, parece mentira que maten las penas; pero al ver cómo estraga a Juanita

su horrible tristeza, las segadorcitas y los segadores

Page 68: Parnaso Colombiano

54 PARNASO COLOMBIANO

mirándola piensan, que a la pobrecita

ya la está reclamando la tierra... Juanita la rubia,

la segadorcita de doradas trenzas, sin remedio alguno

morirá, morirá de tristeza; porque aquel mocito que andaba tras ella,

consiguió que la chica lo amase, y exigió de su amor una ofrenda...

y luego en silencio marchóse a la aldea; y mientras Juanita tan sólo en él piensa

y pasa las horas, las horas de vida, muriendo de pena, el galán ingrato

en el pueblo a otra chica corteja, sin pensar acaso

que allá, tras la sierra, sólo por su causa yace macilenta Juanita la rubia,

la segadorcita de doradas trenzas.

Page 69: Parnaso Colombiano

JORGE BAYONA POSADA

Copa vacía ¡Un lustro se alejó! No queda nada

de tu edad infantil. Ya no deslíes la tristeza, en mi alma congelada; que ya no me acaricia tu mirada ni benévolamente me sonríes.

El cascabel vivaz de tu alegría —quizá de tu hermosura el mejor gaje — há mucho que trocaste por la fría gravedad estudiada, que crecía a la par con la falda de tu traje...

Ya corolas de nieve no deshojas, ni imaginario mal te da tristeza, ni guardas de un breviario entre las hojas, con mis versos de amor, las flores rojas que eran manchas de sangre en tu cabeza.

No presientes mis pasos cual solías cerca del templo todas las mañanas, y no están ya, como en mejores días, mis diez y ocho años, con mis diez y ocho espías, vigilando en la noche tus ventanas.

Pasaron tus miradas amorosas; se fueron mis sentidos madrigales;

Page 70: Parnaso Colombiano

56 PARNASO COLOMBIANO

ya no huello yo espinas, ni tú rosas... y tú ya no persigues mariposas, ni yo ilusiones... ¿ves? ¡Somos iguales!

De tu edad infantil no queda nada; está marchita mi pasión de antaño, y en tanto proseguimos la jornada, tú, de la vida ya desengañada, yo, queriendo engañar al desengaño.

Cinematógrafo Sobre un límpido fondo de azul raso,

las nubes, de cambiantes esculturas, deslizan vagamente las figuras en el kinetoscopio del ocaso.

Ya un tropel de ilusiones, paso a paso, se desvanece en sombras inseguras, o se pierde trepando a las alturas entre las crines de oro de un pegaso.

Flores hechas de ensueño y resplandores, formas, hadas, quimeras y colores se esfuman en el marco del poniente.

Y en medio del telón de gasa bruna, empapada de luz surge la luna como el reflejo circular del lente.

Ave María « Virgencita: me voy a la guerra, no me olvides, que yo no te olvido, piensa en mí, si en mí piensas me amparas

de todo peligro;

Page 71: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 57

reza siempre a la Virgen del Carmen rosario enterito;

yo también cada noche lo rezo, porque nunca te enfermes de olvido.»

En un cuadro de ruinas y sombras, de muertos y heridos,

un soldado decía... «Dios te salve... El Señor es contigo...» Y del pecho rasgado,

cual dolor que brotara el espíritu, resbalaban las cuentas de sangre

a cada gemido... Y muy lejos dos ojos oraban ante un cuadro del Carmen bendito y unos labios decían... «Dios te salve..

El Señor es contigo....» Y un rosario de cuentas de llanto desgranaban los ojos marchitos!

Reconciliación Al cruzarnos en la ruta silenciosos nos miramos,

ella grave y pensativa y yo absorto, indiferente; las bandadas de recuerdos aletearon en mi mente y, sin verlo, a un tiempo mismo las miradas esquivamos.

Muchas cosas, muchas cosas con los ojos nos hablamos y volvimos a mirarnos largo tiempo, mutuamente; detuvimos nuestros pasos del olvido en la pendiente... sin sentirlo, sin saberlo con tristeza suspiramos...

Page 72: Parnaso Colombiano

58 PARNASO COLOMBIANO

Ella vaga sin camino; yo me aparto del sendero; entre la morada cuenca de la noche ni un lucero encamina nuestros pasos, ni señala nuestras huellas.

De repente tropezamos, nuestras manos se aprisionan, nuestros ojos se persiguen, nuestros labios se perdonan... y del árbol de las sombras se desgajan las estrellas!

Pupilas Yo no sé lo que pienso de tus hondas pupilas;

cuando en ellas naufrago, cuando en ellas me pierdo, me parecen dos mudas misteriosas sibilas que me muestran fundidos Porvenir y Recuerdo.

Hay en ellas presagios de delicias futuras, hay en ellas fagmentos de tristezas pasadas, la ignorancia completa de presentes venturas y el anhelo infinito de las cosas vedadas.

Cuando en ellas me embriago, vagarosos delirios de horizontes extensos a mi espíritu encumbran; mis rodillas se doblan... veo los mágicos cirios que el altar de tus gracias divinales alumbran.

En tu párpado a veces hay temblor de paloma, hay temblor de paloma que ensayase sus vuelos... es que tu alma inocente por tus ojos se asoma como virgen cautiva por mirar a los cielos!

Page 73: Parnaso Colombiano

JOSÉ L. BETANCOURT

Nieves

Aquella niña dulce de blondos y finísimos cabellos... ¡qué hermosa era, Dios mío, con sus ojos azules y serenos!

Con su frente de nácar, llena de soñadores pensamientos,

ceñida de inocencias, símbolo santo del amor primero;

con sus mejillas blancas de lánguidos matices marfileños, con sus trémulos labios do dormían, como el aroma en el rosal, los besos.

Era su alma mi alma... Su anhelo mi anhelo... Sus lágrimas mis lágrimas... ¡El eco de su acento mis acentos...!

Me amaba y la amaba : ¡Brotó el idilio espléndido henchido de ternuras,

Page 74: Parnaso Colombiano

60 PARNASO COLOMBIANO

pletórico de vírgenes ensueños! ¡Qué días tan hermosos,

qué días tan dulcísimos aquellos en que bajó la gloria

o subimos nosotros a los cielos! ¿Por qué se han disipado?

¿Por qué el broche se dobla amarillento y exhala, en vez de aromas,

olores de humedades y de incienso? ¿Dónde estás, niña pálida,

que en las noches heladas del invierno, tras las rejas sombrías

aguardabas mi vuelta del colegio? ¿Por qué ya no me escribes

confiándome tus penas y recelos...? ¿Por qué ya no me cuentas,

tímida y vergonzosa, tus secretos? ¿Por qué ya no me amas,

por qué ya no te meces en mis sueños, por qué cuando anochece ya no esperas que te lleven mis cartas y mis versos...?

¿Te acuerdas de esos días? ¿Te acuerdas de esos tiempos? ¿Te acuerdas de la casa solitaria

repleta de misterio? ¿Te acuerdas de mi hermana,

de mí... ¡De todo aquello...! de las noches de luna... de las tardes

llenas de sentimiento? Ya todo se ha perdido...

ya todo se ha deshecho... mi hermana... está en la fosa... Tu amor... es un recuerdo...

Page 75: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

y está todo muy triste... y está todo en silencio... ¡con la muda tristeza de las tumbas! ¡con la calma espantosa de los muertos!

61

Page 76: Parnaso Colombiano

FEDERICO BRAVO

La Bogotana Mira: ya viene esbelta; su pie ligero

acaricia en su sueño las duras losas; con su fru-fru de seda, con su salero provocando miradas menesterosas.

Ella, la que mi alma robó primero y me enseñó un perfume de ámbar y rosas; ella, la que redime con su hechicero sonreír... y es la reina de las hermosas.

Por eso viene alegre la bogotana, y sus pies y sus brazos graciosos reman despertando recuerdos de su Sevilla,

la patria que de lejos ella engalana. Pasa, mira! y sus ojos rasgados queman al través de la blonda de su mantilla.

Ensueños Y nada más... su cariño

flotando como un perfume: ¡tal mi vida se resume como la vida de un niño!

Page 77: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Amé con amor profundo sus ojos... Luego, llorando, lejos de ella, suspirando, fuíme solo por el mundo.

Ya no sé lo que deseo, lo que busco ni ambiciono: mas, en mi eterno abandono, por todas partes la veo.

La llevo en mi alma esculpida, y sueño en todo momento que su voz me trae el viento en sus alas recogida.

A los rayos de la luna subo al monte, cruzo el llano, soñando que de mi mano va asida su mano bruna.

Entre suspiros me nombra, con voz muy lánguida y queda, como rumor de la seda que se desliza en la alfombra.

(Es que la madre Natura a par de mí se recrea, y en haz de tallos ondea la florecida llanura.)

Fresca ráfaga de brisa viene a contarme, en discreto coloquio, el dulce secreto que vela su blanda risa.

Y nada más... su cariño flotando como un perfume: ¡tal mi vida se resume, como la vida de un niño!

63

Page 78: Parnaso Colombiano

64 PARNASO COLOMBIANO

Gentil recuerdo ¡No más semblante adusto, ni reproches, ni quejas!

¡Gocemos de la vida! ¿Es cierto que me quieres? Ansioso de mirarte—y henchido de placeres— rondaré a todas horas a los piés de tus rejas.

Fresco, aromado, negro... de sus brunas guedejas — hilo sutil que arrima en la vida dos seres— mandó que me olvidara de todas las mujeres, de sus almas traidoras y sus bocas bermejas.

Y dije así: ¡la quiero! Esas flores yo amo: son dos blancas violetas en diminuto ramo, atadas gentilmente, las flores que hoy me envía;

como la amé hace tiempos, la amaré en lo futuro, con aquel hondo anhelo, el mismo afecto puro y de antiguos galanes: ¡con mi vieja alegría!

Page 79: Parnaso Colombiano

JUAN DE DIOS BRAVO

Al Bolívar de Fremiet I

No surge como ayer en el poniente ya de tu gloria, con mortal tristeza: Hoy de gloria en la cima refulgente, echada atrás la varonil cabeza,

como el Dios de la guerra, omnipotente, te alzas en toda tu genial grandeza: un hálito de luz hay en tu frente y excelso triunfo tu semblante expresa.

El noble bruto que cabalga fiero, como escuchando del clarín guerrero la aguda voz que a combatir le llama,

en bélico furor el cuello erguido, parece contestar aquel sonido con un relincho que el espacio inflama!

II Las grandiosas hazañas de tu historia

de nuevo el bronce, en su elocuencia, canta; otra vez tu figura se levanta para honra de mi patria y de tu gloria.

Page 80: Parnaso Colombiano

66 PARNASO COLOMBIANO

Con arrullos y cantos de victoria, como ante el ara de la Patria santa, aquí el poeta, al detener su planta, evocará extasiado tu memoria.

Y como a aquel que Teneranni diera, al contemplarte en tu aflicción postrera, canto inmortal cual tu inmortal renombre,

un nuevo bardo, en diamantino verso, tu Tabor señalando al universo, vendrá a engarzar al de Fremiet su nombre!

Epitafio Corazón! No lo intentes, desespera;

renuncia a poseer soñados bienes, y en el profundo mar de sus desdenes hundirse mira tu feliz quimera.

Olvida ese pasado. En vano fuera, huérfano de un cariño que no tienes, revivir esa edad de donde vienes, en que un ensueño halagador naciera.

Sepulta tu pasión, ruede tu llanto, como justa expresión de un desencanto, sobre esa tumba que el desdén ha abierto,

y este epitafio pon sobre la losa: si una muerta ilusión aquí reposa, el ideal que la animó no ha muerto!

Page 81: Parnaso Colombiano

MANUEL BRICEÑO

Por mi madre Oh, Señor!, por ella: porque en sus cabellos

no deje el invierno sus ráfagas frías, porque las arrugas no turben su frente con sus acechanzas contra mi alegría!

Oh, Señor!, por ella; porque de sus ojos no se apague el fuego que alumbra la vía; porque no se extinga como aquella nieve que en arroyos baja de la serranía!

Porque sus mejillas no se tornen pálidas, como sombreadas por algo que expira; como aquellas flores muertas entre páginas o como esas páginas ya descoloridas.

Porque en su sendero no halle más abrojos, porque si se aleja no se aleje herida; oh, Señor!, por ella, porque nunca muera, porque no se acabe como todo, un día...

En su cabellera, muchos hilos blancos ha dejado el tiempo, como huella viva, y finge las ondas oscuras de un lago surcado de estelas de espuma dormida.

Page 82: Parnaso Colombiano

68 PARNASO COLOMBIANO

En sus ojos, algo como un beso triste dejó la tormenta de un dolor eterno; algo como el trágico fulgor que proyecta sobre un cielo pálido, la luz de un incendio.

Porque no me deje; porque si se marcha no borren su huella, la nieve ni el tiempo; porque un azul mismo, cubra nuestras almas y una misma loza guarde nuestros cuerpos.

Oh, Señor!, por ella!, por sus manos blancas que me señalaron tu amable sendero... Oh, Señor!, por ella; ¡oh, Señor!, por ella: dulce Padre nuestro que estás en los Cielos...

Page 83: Parnaso Colombiano

J. B. CAMARGO

El culto de la tristeza Es mi canto una copa. Me embriago de tristeza

cuando al cruzar la nieve por entre el valle oscuro se enreda entre los árboles, cuando la luz empieza

con su agonía serena, sobre la torre, el muro... Poetas, soy un ebrio! Decidme la belleza que mora entre lo triste, decidme algún conjuro

para que el verso llore sin lágrimas de cieno. ¡Qué dulce es la tristeza de aquel poema vago que asoma en las miradas de Cristo, el Nazareno!

George, el poeta raro; George, el artista mago, en cuyos cantos huyen melancolías de treno con el bagar de cisnes sobre dormido lago

me dió a beber su copa... No sé qué luz extraña, que vaga desde entonces en mis pupilas hondas con el fulgor de luna que las Esfinges baña, me hace soñar, y busco mis versos en las frondas donde el silencio duerme, comprendo la montaña con sus cansancios, y aun las enfrenadas ondas con su blasfemo grito de gladiador vencido...

La tristeza es plegaria... Mientras en luz de astro se inunden mis pupilas, frente al altar caído yo encenderé mis blancos fanales de alabastro.

Page 84: Parnaso Colombiano

ANTONIO J. CANO

Sendero de llanto Pasé por tus rejas y estabas llorando... y todas mis venas y todos mis huesos

de angustia gritaron... Pensé redimirte. Pensé, dolor mío, rompiendo los hierros que forman tu cárcel,

traerte conmigo. ¡Traerte conmigo!... Mi sueño amoroso! ¡Beberme uno a uno los hilos de plata

que manan tus ojos! ¡Secar con mis labios, sedientos de vida, tus ojos. Por ellos sorberme tu alma

y darte la mía!

Pasé por tus rejas y estabas llorando... Amor es un barco que cruza hace tiempos

por mares de llanto. Tú gimes. No importa. Tu llanto es la brisa que arrastra mi barco. Muy pronto, bien mío,

iremos arriba! El puerto, la aurora, el monte de plata que tiende la luna... la noche silente...

la alondra que canta...

Page 85: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 71

Dos almas que se unen tan quedo... tan paso, por unos sutiles caminos que cruzan

de labios a labios... Y en ese egoismo de dos que se absorben, bendicen su llanto—de amores remero—

y a solas entonces, oyendo un silencio que todo lo dice, hablando sin voces, en férvido abrazo,

ni ven, ni perciben, ni sienten,—absortas, calladas las almas— ni canto, ni noche, ni rayo de luna,

ni alondra, ni nada...!

Page 86: Parnaso Colombiano

LUIS ALEJANDRO CARO

La noche Oyendo en torno susurrar las frondas

y reclinado en la mullida grama, mis ojos beben las etéreas ondas que el sol poniente al declinar inflama.

A medida que el astro de la tarde tras la curva del monte se recata, crece la sombra tímida y cobarde y por los valles su pulmón dilata.

A su influjo letal se descolora cuanto el sol engalana en su caída, y parece que el mundo se evapora y que al par de la luz muere la vida.

Todo ya se confunde y va borrando; reina inviolada paz, calma infinita; y se extiende el sopor dormido y blando, y alto silencio en la extensión gravita.

Ya, agitando sus negros pabellones, la noche, que del llanto nos redime, surge, y su carro de ágiles bridones grave los flancos de la tierra oprime.

Y cual grandiosa floración de lilas, abriendo uno por uno el casto broche,

Page 87: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

despiertan en las bóvedas tranquilas los mudos compañeros de la noche.

Ya en lo más alto del azul sombrío luce Diana, el gélido planeta, cual gigantesca gota de rocío sobre un péralo inmenso de violeta.

Silencio! Esta es la hora en que el misterio, dueño del orbe, cual potente mago, de las almas quebranta el cautiverio y les habla de Dios con mudo halago.

Es la hora en que libre del insano aliento corruptor de la tormenta, lejos del mundo el pensamiento humano, de su esplendor la plenitud ostenta.

¿Qué es el llanto, el dolor, la muerte misma?: sólo un dardo fugaz que apenas hiere; que si en la nada al fin todo se abisma, el alma, soplo del Creador, no muere!

No muere, no; su origen es divino, es inmortal su generoso impulso, y en vano ruge entre ella y su destino el ronco temporal del mar convulso.

Allá va como rápida gaviota, como vela sutil tendida al viento, y cuanto más el ábrego le azota, más fácil corta el líquido elemento.

Allá va: soñadora se adelanta descifrando el arcano que le espera, el grande arcano que en silencio canta con muda voz la creación entera.

Mas, cuando llena el sol los horizontes, el alma sólo ve, sujeta al suelo, cómo brilla sin fin sobre los montes la comba azul del inmutable cielo.

73

Page 88: Parnaso Colombiano

74 PARNASO COLOMBIANO

Y si tiende su vista fatigada más allá de las cumbres anhelante, donde quiera adivina de la nada el mudo horror tras el confín distante.

Mas en la noche, blanda precursora del profundo remanso de la muerte, hay para todo espíritu una aurora que le anuncia otra vida noble y fuerte.

Hay un soplo vital que se difunde por el éter en trémulas cadencias, soplo vital que a la conciencia infunde nuevo ardor juvenil, nuevas potencias.

Y en tanto que los astros errabundos ruedan por el insomne firmamento, unido vibra el ritmo de los mundos al ritmo espiritual del pensamiento.

Y con tácita voz, que gime y canta, en la inmensa quietud conmovedora, un himno a Dios la creación levanta y el gran concierto universal le adora!

Page 89: Parnaso Colombiano

MANUEL A. CARVAJAL

A Jesucristo Tú que eras dulce y bueno como las azucenas,

Tú, que para cada uno de los hombres tuviste balsámicas palabras de amor sobre sus penas; Tú que dejastes armas de paz por donde fuiste, sé mi sombra apacible: quiero tardes serenas y rechazar el ángel de dolor que me asiste; no me dejes decir cuando comienzo apenas: el paso de los hombres sobre la tierra es triste.

En mis noches insomnes, cuando el alma no quiere ya nada de los hombres; cuando el alma rechaza todo cuanto el deseo de los otros prefiere, y el corazón exangüe mudamente se entrega a la noble tristeza que acumuló la raza, a tí, Jesús, mi huérfano desamparo se llega.

La tristeza del solitario Es un paisaje misterioso y quieto,

sombrío con sus árboles fantásticos, cuya silueta mancha en el crepúsculo la limpidez de un cielo amoratado.

Page 90: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Vuela un vuelo de alas invisibles y viaja de hoja en hoja un viento lacio que conturba el espíritu. La noche penosamente llega (tras un largo viaje entre palideces de crepúsculo que copian en el agua su cansancio), con su equipo de estrellas generosas que apaciguan las sombras del espacio, y con su luna ictérica que agobia un bouquet de tristezas consagrado por todos los poetas de los siglos y por todos los hombres que sonaron.

Y la noche, jovial como una madre, cubre el mudo paisaje con su manto, y se agacha a la tierra y le acaricia y al subir a los cielos tiende el arco que clava en las solemnes soledades aguijones de luz en el espacio.

Y cuando en las solemnes soledades la luna asciende por el cielo pálido, el paisaje está triste y amarillo, se profundiza hasta el problema el lago, y se alargan las sombras de los árboles indefinidamente. ¡Es un fantástico paisaje, donde hay tedios y dulzuras! ¡y pensar en el beso de unos labios tiernos que nos besaran poco a poco con fervor inefable, un beso extraño, tan frágil y tan largo que lograra la inmaterialidad bajo los astros!

76

Page 91: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Dulzura del recuerdo

Pacíficos silencios de tardes otoñales; efímeros y ténues paisajes vespertinos, mirados largamente por entre los cristales; quejumbres de las ramas oscuras de los pinos.

Manchas de sol encima de las torres cristianas; extraños jeroglíficos que escriben las viajeras golondrinas del ángelus; repiques de campanas sonámbulas; perfumes de brisas pasajeras: por qué traéis recuerdos de la amada, de sus manos, su aliento, su voz y su mirada?

* * *

Las manos de la amada perfuman su existencia, como diáfanos lirios en un pozo de olvido vestidos con la ténue seda de la inocencia.

El talle de la amada diera envidia al donaire de las palmas que trenzan con las brisas del llano, canciones sin palabras que mueren en el aire sereno de las tardes azules de verano.

Es la voz de la amada manantial de agua pura que fluye de las grutas de la bondad, canora voz que tiene gorjeos de mística dulzura para las rebeldías de mi alma pecadora.

Su aliento esparce un tibio perfume de violetas ocultas por el blanco lino de su corpiño, trémulas de inquietudes, amantes y secretas.

77

Page 92: Parnaso Colombiano

78 PARNASO COLOMBIANO

Mirada de la amada, mirada que sugiere yo no sé que inefable, fugaz melancolía. Quizá jamás tuvieron miradas de mujeres, ni aquella mansedumbre ni aquella lejanía.

Dulzura del, recuerdo, perfumes peregrinos, que dais al alma triste la tímida fragancia de una alcoba de virgen toda blanca de linos de amor y de primera comunión y de infancia.

Page 93: Parnaso Colombiano

JOSÉ JOAQUIN CASAS

A los ausentes Allá, do al fin del cautiverio, moran

bajo apacibles tiendas los viajeros, y, hossannas entonando placenteros, la antigua pena y el afan memoran;

Allá en los valles que risueños doran en floración perpetua los luceros, allá mi ojos volarán a veros, estos que, turbios, vuestra ausencia lloran!

¡Allá mis ojos os verán! ¡Cuán bella, a través de mis lágrimas y enojos esta esperanza al corazón destella!

Que al despedir mis áridos despojos, trocada en gozo del dolor la huella, ¡Oh, dulces prendas! ¡Os verán mis ojos!

Page 94: Parnaso Colombiano

EDUARDO CASTILLO

Almas afines Repose en tí mi amor, como reposa

en el mórbido estuche de una rosa llena de aroma y de frescor y aliño, un líquido diamante, ¡oh luminosa hermana de la nieve y del armiño!

Sacarán tus piedades del desmayo en que há mucho se mustian, a mis yertas ilusiones de amor, cual suele un rayo de sol, en el florido mes de Mayo, resucitar a las corolas muertas. .

Tu me dirás muy quedo que me adoras, y borrarás de mi dolor las huellas poniendo, con caricias redentoras, sobre mi sien tus pacificadoras manos, tan milagrosamente bellas.

Y ambos seremos cual dos niños buenos, que marchan confiados y serenos, sin perder en sus sendas imprecisas ni la divina fé de que estan llenos, ni el candor infantil de sus sonrisas...

Page 95: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 81

Aria suave Aún hay rosas de nieve en el sendero,

aún hay luna en el valle y hay en cada laguna de cristal un hervidero de estrellas blancas y armoniosas; pero de nuestro antiguo amor no queda nada.

La brisa, de perfume portadora, vaga aún por el valle florecido; pero hay en el paisaje y en la hora que transcurre, un espíritu que llora por algo irremediablemente ido.

Campanas de Provenza Campanas parladoras de la aldea, oh campanas

que resucitais épocas lejanas, muy lejanas, en el alma doliente; que evocais tantas cosas tan suaves y apacibles como un olor de rosas.

Recuerdo mi nativo terruño, el campanario a cuya sombra, amable para el soñar, alguna Sor dulce y pensativa desgrana su rosario; el gran reloj que cuenta las horas una a una; la vieja diligencia que asoma en un recodo lejano del camino risueño; la exquisita dulzura de dos ojos ingénuos de hermanita menor, dos ojos vagos, color de sueño; todo lo que nuestras pupilas miraron en la infancia al través de los tiempos asume una fragancia suave, consoladora: por eso hoy que he pecado

6

Page 96: Parnaso Colombiano

82 PARNASO COLOMBIANO

y he padecido, torno mis ojos de cansado romero hacia esos tiempos de venturanza, y como se asoma un preso, ansioso dé luz y aire soleado a una ventana abierta sobre un verjel, me asomo a los jardines frescos y umbrosos del pasado.

Campanas, oh campanas cuyo reir sonoro es en el claro ambiente como un río de oro, vosotras que mezclásteis en épocas lejanas vuestros joviales cantos a las más dulces horas de mis primeros años, sonad, sonad campanas, campanas musicales, campanas parladoras.

Page 97: Parnaso Colombiano

GUSTAVO DEL CASTILLO

Ausencias Imposible calmar este vacío

de tu ausencia, señora; me aletarga el gran dolor de tu partida amarga y hasta nuestro aposento tiene frío.

La lámpara no arde y se vé solo y pensativo el piano, que a mi sentir le hablara por tu mano en las melancolías de la tarde.

Fuera el perro medita, y en medio a tanta soledad yo lloro de tus misericordias el tesoro. Pero nadie se duele de mi cuita.

En dónde estás, señora? Vuelves?-Torna hasta mi corazón, que no te olvido. Y con tus manos líricas adorna las pesadumbres en que me he caído.

Que la estancia se vé tan olvidada como si fuera un lóbrego convento. Cuando torne la dulce bien amada se llenará de luz el aposento.

Page 98: Parnaso Colombiano

84 PARNASO COLOMBIANO

Entonces en mi senda habrá verano y sol encontrarás en mi alma joven, cuando escuche suspenso de tu piano las últimas sonatas de Beethoven.

Para tus ojos y tus manos No son sino recuerdos aldeanos;

en el principio de tus quince abriles yo rondaba festivo tus pensiles entre las avenidas de manzanos.

Tú fuiste para mí como un espejo de donosuras y sinceridades. Tus manos me brindaron vino añejo. Tus ojos todas sus ingenuidades.

Tus manos luminosas que enjugaron mis lágrimas oscuras que rodaron hasta tu corazón cuando te fuiste.

Y tus ojos, Señora, que adivino fijos en el retazo del camino en donde sin tu amor quedé tan triste.

Page 99: Parnaso Colombiano

ANGEL MARÍA CÉSPEDES

Otoño El otoño azota el bosque con su látigo vibrante;

muere el sol; fingen los cielos una cúpula plomiza, y con trémulos vaivenes, en bandada vacilante, van las hojas desprendidas entre un soplo del Levante y el destello funerario de la tarde que agoniza.

Y parece que las hojas al vagar con rumbo inquieto cuando el loco torbellino las sacude con sus alas, a manera de un enjambre que retorna al nido escueto ¡a marchita rama buscan para asirse al esqueleto de ese tronco que adornaron con la pompa de sus alas.

Cruzo en tanto por el yermo panteón de la arboleda, entre helechos esparcidos que los ábregos destrozan; y al crujir bajo mi planta con fugaz rumor de seda, el escombro del follaje me habla en voz ignota y queda, de ilusiones que naufragan y recuerdos que sollozan.

Mi alma entonces al pasado tiende el vuelo entristecida; sonda en giros temerosos esa turbia lontananza, y vá en pos de cada hora de placer desvanecida, como van las mustias hojas hacia el árbol ya sin vida, cuya frente coronaron con un nimbo de esperanza.

Page 100: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Ella Jugaba en los cristales rojiza llama;

erraban las canciones como gaviotas, y en su libro de ritmos las breves notas escalaban alegres el pentagráma.

Como un ave que vuela de rama en rama se agitaba su mano; puras e ignotas, temblaban las cadencias cual tenues gotas de cristalina lluvia sobre las grama.

Hoy... duerme... Las pupilas el llanto inflama;

sacuden los sollozos sus alas rotas; titila de los cirios la mustia llama... y en su libro de ritmos las breves notas escalan taciturnas el pentagráma.

El volcán Extiéndese la abrupta cordillera

bordando los confines del paisaje, como león titánico y salvaje tendido en el tapiz de la pradera.

El sol sobre sus flancos reverbera, o lo viste la bruma con su encaje; y forma de los bosques el ramaje su erizada y agreste cabellera.

86

Page 101: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 87

Cuando la noche en el azul deshoja su flor de luto, cuando el ruido acaba, rompe su voz el funeral reposo;

y de sus fáuces cálidas arroja ígneo turbión de purpurina lava que parece un rugido luminoso.

Nevando Descienden las neblinas; el turbio sol no alumbra;

rodaron ya las hojas al soplo del invierno; tenues copos nevados desgarran la penumbra... oye: como esos copos tu corazón es tierno.

Envuelve los espacios un velo de tristeza; se borran los perfiles del horizonte oscuro; los copos van cayendo; la tarde a hundirse empieza... oye: como esos copos tu corazón es puro.

Extiéndese en los campos inmaculada alfombra; opaco el sol ha muerto tras el confin vacío; la nieve en albos copos palpita entre la sombra... también como esa nieve tu corazón es frío.

Lejanía Se extremece la playa con la voz de partida;

la espumas sacuden su erizado atavío; y destrénzase el humo sobre el agua bruñida, y las anclas resurgen... y se aleja el navio.

Marca el lomo convulso del rebelde oleaje, con la frágil estela que dibuja su paso,

Page 102: Parnaso Colombiano

88 PARNASO COLOMBIANO

mientras borda de fuego la extensión del paisaje el fulgor vespertino que desmaya en Ocaso.

Un marino, que cruza taciturno la popa del playón, se despide con un grito de duelo; y su amada a la nave que en vapores se arropa da el «adios» silencioso de su blanco pañuelo.

Cual vencido guerrero que la frente doblega, muere el sol en un campo con su sangre teñido, y una fúlgida gasa de arrebol se depliega como rojo penacho del guerrero vencido.

Y la nave, a lo lejos, tras la línea se pierde del dudoso horizonte revestido de brumas, bajo un palio de nubes, sobre un piélago verde, ante un coro de brisas y entre un cerco de espumas.

Desde entonces la quilla de aquel barco viajero no volvió en esas ondas a trazar sus estelas, ni tornaron la áuras de ese mar plañidero a dormir en los rizos de sus cándidas velas.

Y en la playa arenosa, sobre el húmedo suelo, siempre ven los fulgores moribundos del día, a una lánguida joven agitar su pañuelo, con los ojos clavados en la azul lejanía.

Page 103: Parnaso Colombiano

VICTOR J. CORREDOR

Ante el Coloso Derviche encanecido,

vencedor de los tiempos destructores: ante la majestad murió el Olvido.

Los vientos bramadores que acarician tu faz son pregoneros eternos de tu fama, de tus gritos potentes y altaneros en tus horas de ira, Tequendama!

En tu real presencia se anonadan los hombres. La conciencia no recuerda más nombres que el del Creador y el tuyo. Los videntes, los poetas, los sabios, han inclinado las egregias frentes, han acallado los insignes labios ante tí, porque eres el Misterio, la voz ultrarreal de lo Infinito, porque desde tu eterno cautiverio haces temblar al mundo con tu grito.

Page 104: Parnaso Colombiano

90 PARNASO COLOMBIANO

El sol, el firmamento, de tus grandezas únicos rivales, respetan tu alta voz; y el pensamiento, que es como tú, venera tus caudales.

Invencible coloso: permite que mi lira, que a elevar una nota sólo aspira en tu loor, confunda sus acentos, con el bramar medroso de los vientos que pregonan tu fama; con tus gritos potentes y altaneros en tus horas de ira, Tequendama.

Page 105: Parnaso Colombiano

MARTÍN H. CORTÉS

La risa que llora Ya por los espacios negros de la noche

iban rumorosos los fuegos chinescos, y en haces de lumbre rompían su broche, cantando en la altura cantares grotescos.

Ceñida a mi brazo la tísica niña, atenta miraba los globos rosados que iban a perderse sobre la campiña, sobre la campiña plena de sembrados.

Con las risotadas de alegres bambucos, la banda de música marcaba sus sones, que eran como aéreos y ágiles bejucos que se enmarañaran en los corazones.

Recordaba ahora la niña que una noche como aquesta, de música loca, abatió su espíritu la racha importuna de un infame beso que infamó su boca.

Bajo de los toldos, los trasnochadores apuraban copas cantando y brindando, y esos cantos eran cantares de amores que iban en suspiros la vida arrullando.

La pálida niña también había oído en horas infaustas canciones amantes

Page 106: Parnaso Colombiano

92 PARNASO COLOMBIANO

que ahora traían a su alma el sonido de muertos candores y vicios triunfantes.

Pasaban parejas unidas del brazo diciéndose frases de franca alegría, y cada mirada fingía un flechazo lanzado de un arco de Coquetería.

Ella me vió triste, y viendo a los otros reir, dijo en tono de amable reproche: «Hoy todos se ríen, riamos nosotros...» Y oí que su risa lloraba en la noche.

Page 107: Parnaso Colombiano

JORGE ARTURO DELGADO

Oración del Romero I

Oh, Madre de «Las Lajas», en gracia concebida: concede a este romero que en su piedad de hinojos venera reverente tu imagen bendecida, que en las amargas horas de la presente vida lo alienten las divinas miradas de tus ojos.

II

Oh, Madre de «Las Lajas», para reinar nacida: permite que a tus plantas postrándome de hinojos te pida humildemente un don en mi partida: y es que al cerrar los ojos cansados de la vida, me alienten las divinas miradas de tus ojos.

I I I

Que al par de la Hostia Santa, de célica blancura, que ha de calmar de mi alma los íntimos enojos, te llegues blandamente hasta mi estancia oscura, y como dulce prenda de la eternal ventura me alienten las divinas miradas de tus ojos.

Page 108: Parnaso Colombiano

94 PARNASO COLOMBIANO

IV

Y al penetrar triunfante en la Salem divina, en medio de celestes y púdicos sonrojos; al contemplar gozoso la «Estrella Matulina», cual dulce recompensa de gracia peregrina, me alienten las divinas miradas de tus ojos.

Page 109: Parnaso Colombiano

EDUARDO ECHEVARRÍA

Estrofas ¡Salve, reina, que ciñes la adorable cabeza

con la regia corona de un imperio ideal y cubres con el manto de armiño la belleza de tu cuerpo de diosa noble y escultural!

¡Cuánta gracia y frescura tienen tus labios rojos, cuyo carmín anhela el vivido arrebol! ¡Cuánta luz en la inmensa negrura de tus ojos, cual si fueran tus ojos dos palacios del sol!

Tu perfil delicado de patricia romana, tu cabellera undosa, tu porte encantador, hacen de tí una hermosa como la mente humana jamás soñó más linda en sus sueños de amor.

El Arte vive en tu alma. Cuando tu breve mano recorre dulcemente las teclas de marfil, en cada nota vibra todo el dolor humano y en cada arpegio tiembla tu espíritu sutil.

Artista, tú interpretas los íntimos dolores de los que tristes pasan con su pesada cruz; y desgranas las notas cual pétalos de flores, como perfumes vagos, como átomos de luz!

Page 110: Parnaso Colombiano

96 PARNASO COLOMBIANO

Noble reina y señora del imperio invencible del ideal, mi alma te habla en esta canción; peregrinando vengo en pos de un imposible y traigo como guía una loca ilusión.

Yo busco, entre los muchos esclavos que de hinojos te adoran, algo mío, que huyó sin compasión un día en que mis ojos encontraron tus ojos y tras de tus pupilas se fué mi corazón!

En tornar a sus lares se muestra siempre esquivo como si fuera preso de un encanto fatal, cual tu sombra te sigue callado y fugitivo sin saber que se muere de un incurable mal!

Sé compasiva y buena con quien dejó una vida, —por ser esclavo tuyo,—de quietud y de paz y muere lentamente sangrando por la herida que causaron tus ojos y no curas jamás!

Bien sabes cuántos sueños de amor como atrevidas aves hacia tu espíritu volaron sin cesar, y al fin, aves de ensueño, cayeron ateridas... peregrinas incautas de la región polar!

Mi corazón se muere de tristeza infinita y tú tan solo puedes con tu adorada voz decirle como a Lázaro el Justo:—«Resucita!» y con tus ilusiones ven de mi huella en pos!

Si no le dices nada, al llegar la agonía, cuando la eterna noche lo envuelva en su capuz, míralo un solo instante y él tendrá la alegría de agonizar envuelto por un manto de luz!

Page 111: Parnaso Colombiano

RAFAEL ESCOBAR ROA

Ideales I

POESÍA

Yo persigo la forma engendradora de la belleza fúnebre, que viste con los celajes de la tarde triste más bien que con los brillos de la aurora.

Amo a la musa que doliente llora y con galas de duelo se reviste, porque la musa del placer, si existe, será siempre una musa engañadora.

Quiero la estrofa por gemidos rota, que naciendo del alma en lo más hondo, humedecida por el llanto brota.

Sólo a la triste inspiración respondo, porque tan sólo del dolor la nota sabe llegar del corazón al fondo.

II

MUJER

Triste también: con palidez de cera; negros los ojos de pupila ardiente, y coronando la nevada frente juegue libre la undosa cabellera.

7

Page 112: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Ostente la nariz esa severa línea de estatua helénica, imponente, y simule la boca sonriente una flor que entreabrió la primavera.

La garganta de curvas primorosas; el seno que a través de gasa leve se adivine cual búcaro de rosas.

Un corazón tesoro de poesía, tan puro como el ampo de la nieve, y un alma cual la tuya, madre mía.

III

FUTURO

Con ella, lejos del mundano ruido, realizar mis ensueños de ventura, como dos aves que en la selva oscura van de su amor a entretejer el nido.

Mas no por la pasión enardecido haré insano festín de su hermosura, ni en torpe bacanal con ansia impura saciaré los enojos del sentido.

Porque si el beso de su boca anhelo, y si mi ardiente corazón ansia tener entre mis brazos aquel cielo,

Quiero también que su alma con la mía pueda tender al ideal el vuelo, siendo luz, siendo apoyo, siendo guía.

98

Page 113: Parnaso Colombiano

ENRIQUE W . FERNANDEZ

Ultratumba Cuando deje su lóbrega caverna

mi alma, dos cosas llevará consigo: mi crucifijo, la lumbrera eterna, y mi dolor, el cariñoso amigo.

Y cuando el Juez celeste en su balanza pese mis obras con frialdad de hielo en el plato que oscile mi esperanza, Cristo y mi llanto pesarán un cielo...

Luego, al fulgor de la infinita aurora, buscaré por doquier con ansia pía... Y al ver un rostro que de dicha llora lo besaré gritando: ¡Madre mía!

Page 114: Parnaso Colombiano

JULIO FLORES

Idilio eterno Ruge el mar y se encrespa y agiganta;

la luna, ave de luz, prepara el vuelo, y en el momento en que la faz levanta, da un beso al mar y se remonta al cielo.

Y aquel monstruo indomable que respira tempestades y sube y baja y crece, al sentir aquel ósculo suspira... y en su cárcel de rocas... se estremece!

Hace siglos de siglos que de lejos tiembla de amor en noches estivales; ella le dá sus límpidos reflejos, él le ofrece sus perlas y corales.

Con orgullo se expresan sus amores estos viejos amantes afligidos; ella le dice «te amo» en sus fulgores y él responde «te adoro» en sus rugidos.

Ella le aduerme con su lumbre pura y el mar le arrulla con su eterno grito, y le cuenta su afán y su amargura con una voz que truena en lo infinito.

Ella pálida y triste le oye y sube por el espacio en que su luz desploma,

Page 115: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 101

y velando la faz tras de la nube le oculta el duelo que a su frente asoma.

Comprende que su amor es imposible, que el mar la copia en su convulso seno y se contempla en el cristal movible del monstruo azul en que retumba el trueno.

Y al descender tras de la sierra fría le grita el mar «en tu fulgor me abraso! no desciendas tan pronto estrella mía! estrella de mi amor detén el paso!

Un instante!... mitiga mi amargura ya que en tu lumbre sideral me bañas; no te alejes!... ¿No ves tu imagen pura brillar en el azul de mis entrañas?»

Y ella exclama en su loco desvario: «Por doquiera la muerte me circunda! Detenerme no puedo, monstruo mío! Compadece a tu pobre moribunda!

Mi último beso de pasión te envío; mi casto brillo a tu semblante junto». Y en la hondas tinieblas del vacío hecha cadáver se desploma al punto.

Entonces el mar de un polo al otro polo, al encrespar sus olas plañideras, inmenso, triste, desvalido y solo, cubre con sus sollozos la ribera.

Y al contemplar los luminosos rastros de la alba luna en el obscuro velo, tiemblan de amor los soñolientos astros en la profunda soledad del cielo.

Todo calla... El mar duerme y no importuna con sus gritos salvajes de reproche, y sueña que se besa con la luna en el tálamo negro de la noche.

Page 116: Parnaso Colombiano

102 PARNASO COLOMBIANO

Madrigal Si Dios me permitiese ¡Oh dulce anhelo!

Engarzar en la bóveda del cielo dos soles más, al punto engarzaría tus ojos, vida mía.

¿Y por qué? me preguntas. ¡Insensata! Porque así lo que intento alcanzaría: arrancarte los ojos por ingrata, y hacer más bello y luminoso el día.

La pedrada Era una tarde, y sobre el verde prado

corría entusiasmado cerca del bosque, candoroso niño contemplando los valles y las lomas,

las inquietas palomas, los arbustos y flores con cariño. Poco a poco las nubes nacaradas,

de reflejos bañadas, se tornaron en génios iracundos: no eran ya nubes, eran nubarrones

que huían cual legiones de fantasmas terribles de otros mundos. Todo estaba sin luz, todo sombrío:

el pavoroso río resonaba a lo lejos con violencia; el niño lo escuchó, quedo, muy quedo,

sintió profundo miedo... como vago estertor en la conciencia.

Page 117: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 103

Horrible tempestad se preparaba, y el niño que miraba

el hondo espacio por las nubes lleno, lanzó arriba una piedra, y al instante

una chispa brillante surgió de allí con formidable trueno. El niño huyó. Bien pronto en el regazo

con frenético abrazo estrechaba a su madre con anhelo; ésta afanada preguntóle: Hijo!

Que tienes? y él le dijo: Escóndeme por Dios, que he roto el cielo!

Ante una muerta El sol, desde el zenit resplandeciente,

disparando las flechas de su frente en campo abierto, azul, limpio de galas, cual si hubiesen barrido los querubes los obscuros encajes de las nubes con los blancos plumajes de sus alas;

El arte quieto—allá en la lejanía muda la gigantesca serranía; abajo, el verde mar de la sabana; y, en medio a tanta luz, áspera y fuerte, anunciando en los ámbitos tu muerte, la monótona voz de la campana:

¡Tú, muerta, en los carmines de la vida, sin una decepción, sin una herida, tú, la hermosa, la flor no deshojada, tú, la virgen, la tímida, la pura, ¿cayendo en la medrosa sepultura? ¿Ser luz, ser fuego y convertirse en nada?

Page 118: Parnaso Colombiano

104 PARNASO COLOMBIANO

¡Imposible! ¡Jamás! Si tú moriste, el cielo no es un mito, el cielo existe y hacia él alzaste, al expirar, el vuelo; no se concibe el sol sin sus fulgores, no se concibe el mundo sin sus flores, no se concibe el ángel sin el cielo.

Allá te veo; allá miro tus huellas como un surco formado con estrellas! Allá te miro con tus mismas galas; quizás por eso alegres los querubes, barrieron los encajes de las nubes, con los blancos plumones de sus alas.

Gotas de ajenjo Los amigos dijéronme:—¿Qué tienes?...

—Mudo y pálido vienes! —Pareces un fantasma!

—Estás más blanco que un cadáver!

—Ven, siéntate, en la vía hay mucha gente...

—Ven, aquí hay un banco. Yo lívido temblaba como un reo.

Ay! ninguno sabía que a mi lado pasabas aquel día, como nunca, gentil, por el paseo!

Ni saben, todavía, por qué pierdo el color... cuando te veo!

Page 119: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 105

¡Oh! los canes, los zoilos, que en toda lidia literaria, en el daño sois tan expertos; roedores de gloria, pozos de envidia, no vivireis un día después de muertos.

Pobres seres oscuros, sois impotentes para sacar un rayo de luz del caos; ¡no arrojeis más saliva sobre las frentes altas... ante esas frentes, arrodillaos!

Cuando acabó el ateo, con su frase vibrante y atrevida, de eliminar a Dios... dijo:—No creo en ese ser injusto.

Y, enseguida, nos habló de sus penas.

Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares, en lo mucho que sufro pienses a solas, si exhalas un suspiro por mis pesares, mándame ese suspiro sobre las olas.

Cuando el sol, con sus rayos,desde el oriente, rasgue las blondas gasas de las neblinas si una oratión murmuras por el ausente, deja que me la traigan las golondrinas.

Cuando pierda la tarde sus tristes galas y en cenizas se tornen las nubes rojas, mándame un beso ardiente sobre las alas de las brisas que juegan entre las hojas.

Que yo, cuando la noche tienda su manto, yo, que llevo en el alma sus mudas huellas, te enviaré, con mis quejas, un dulce canto en la luz temblorosa de las estrellas!

Page 120: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Llevas lumbre purísima en el alma; yo, sombras en mi espíritu desierto; tú, de los lagos la apacible calma; yo, la calma espantosa del mar muerto.

Por eso, niña, cuando canto a solas en el silencio de mis noche largas, mis rimas son como las turbias olas de aquel mar: ¡melancó1icas y amargas!

106

Naciste en fresco bosque y yo en playas desiertas; por eso tan distintos son nuestros ideales: te place el agua viva, y a mí las aguas muertas; te gustan los verjeles, y a mí los arenales.

Para los dos el mundo tiene extraños matices: te placen los palacios, y a mí los monasterios; a tí los cielos puros y a mí los cielos grises; te gustan la ciudades, y a mí los cementerios.

Algo distinto siempre nuestras almas alegra: a tí la flor luciente, y a mí la seca zarza; a tí el día brillante, y a mí la noche negra; a tí el ave que trina, y a mí la muda garza.

¿Sabes qué es amor, bien mío? —Un mal a mi parecer que se alivia... con placer, y se cura... con hastío.

La ancha frente inclinó melancólico y sombrío... y exclamó, distraído, de repente:

—¡Qué infeliz soy... Dios mío!

Page 121: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Dijo la ola al murallón:—Herrnano, tres siglos há que te golpeo en vano, sin que tú nunca de impedirlo trates; tres siglos, sobre el mundo y bajo el cielo, que con mi amarga espuma te fiagelo... pero tú... ¡ni te quejas, ni te abates!

Y dijo el murallón, con voz arcana: —¡Flagela más... flagela más, hermana! ¡Flagela más!... ¡Tu empeño no me arredra! que si tienes vigor, y es tu destino azotarme, furiosa, de contino, ¿que me importa? ¡Yo soy valla de piedra!

Yo, que esto oía, en medio de la noche, con mi voz más profunda de reproche, exclamé, presa de mortal fatiga: —¡Ay! ¡Quién tuviera el corazón tan duro como ese inmóvil y paciente muro, para retar al Mar que me fustiga!

107

—Llegar quiero a aquel monte, madre, y tocar el cielo.— Y enseñé con mi mano, en el turbio horizonte,

Mas de mi senda nunca tus lindos pies desviés, porque tu sér alumbra mis tristes soledades; tú cantas y yo grito, yo lloro y tú sonríes, envuelta vas en brisas, yo envuelto en tempestades.

¡Ven, acércate, niña!... y si tu alma se asombra al contemplar la sima de mi naturaleza, ¡Sol de amor! a esa sima baja y rompe su sombra y en fuga pon los buhos que guardan mi tristeza.

Page 122: Parnaso Colombiano

108 PARNASO COLOMBIANO

Cuando llegué a tu fosa, madre mía, no hallé nada en tu fosa: ¡Nada!... ¡estaba vacía!... pero ví que una blanca mariposa, con rumbo hacia el azul... de allí salía.

todo como de hielo, un gran monte lejano.

Mi madre dijo:—Vano, pobre niño, es tu anhelo; si quieres anda al monte y en él alza tu mano: ya verás que huye el cielo y que huye el horizonte.

Sé dulce en este suelo, sé virtuoso y sano... y sin llegar al monte, podrás tocar el cielo!

Triste fatalidad: se pierde un hombre, pero nadie a buscarlo se apresura; se pierde una mujer, y, en el instante,

¡todos van en su busca!

En la lívida cara transparente, del cadáver de aquella niña hermosa, clavó un gusano el invisible diente; y el glotón comió tanto, noche y día,

piel, y carne sabrosa, que en la fosa de aquella halló su fosa... pues murió de una fuerte apoplegía. Y hay quien me cuenta que al morir decía:

Page 123: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 109

- Oye, Musa, necesito una gran pluma...

—¡Un cometa!... —Mucha tinta amarga...

—¡El mar! —Un gran libro...

—¡EI infinito!... — ¡Vengan!

—¿Para que? ¡Poeta! —¡Para escribir mi pesar!

—¡Mujeres, no adoreis vuestra hermosura: ¡Vuestros encantos son fulgores vanos! No olvideis que en la hueca sepultura, con vuestra carne, alabastrina y dura, se revientan de gordos los gusanos!

En la sala anatómica y en las horas de clase, sobre las planchas yertas abría los cadáveres.

Fué siempre en medicina, el peor estudiante. Dejaba en la orgías su dinero y su sangre...

Mientras que en una choza su pobre y vieja madre, tiritaba de frío... se moría de hambre!

En la sala anotómica, una vez en la clase, el profesor le dijo, mostrándole un cadáver:

Page 124: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

—Ábrale usted el vientre...— Se acercó el estudiante... clavó el largo cuchillo de aquel cuerpo en la carne, y, al clavarlo, dió un grito, dió un grito y cayó exánime. Aquel cuerpo... era el cuerpo de su olvidada madre!

110

Page 125: Parnaso Colombiano

JULIO C. GAITAN

Por mi sendero ¡Te amo, gentil sendero. Romántico y florido;

te amo como a esas novias que en la pradera vi... ¿a quién debo mis versos, mis recuerdos queridos? ¿a quién sino a tus fuentes, a tus flores, a tí?...

Yo que siempre he querido con amor tan sincero el agua y el crepúsculo que da ensueño y laurel, te digo que te quiero más que a ocasos y lagos, tanto como a esa boca que me ofrendó su miel...

Fué ante tí, fué en presencia de tí que nos besamos a la florida lumbre de aquel atardecer que ya se ha convertido para mi alma en esencia; esencia de un recuerdo, perfume de un ayer... después... Cuando la viste muerta ya, ¡sin amores! dormidas para siempre sus pupilas risueñas, como un lírico amante, como un soñador triste

Page 126: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

la llevaste entre cantos, entre espigas y flores, hasta aquella colina donde tú también sueñas, donde tú también duermes debajo de una encina copuda y susurrante, llena de ruiseñores...

La novia de aldea I

Nacida en la montaña en un rincón ingénuo Heno de sol, los pájaros le daban su concierto. Allá donde las fuentes cantan un són tan tierno, donde la risa es franca y es tan azul el cielo. Allá donde es tan dulce cuando va anocheciendo sentir cómo perfuman las flores los senderos. Y parece que dicen las cosas al viajero: «Vas triste?... No estés triste... Nuestro destino es bueno...» Lugar como su espíritu tan rústico y sincero, do nunca han florecido ni la maldad ni el tedio... Lugar donde no hay dudas ni gloria, ni despecho;

112

Page 127: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

porque la tierra es fértil y el horizonte abierto... allá los hombres viven y pasan sin saberlo... Apáganse las vidas como se apaga un sueño...

II

Oh novia campesina, lejana como el eco, rosada como el alba y fresca como el trébol: es la ciudad muy triste... Muy pérfida... Yo quiero volver a tus campiñas, tornar a tus aleros... Acaso tus palabras, las rosas de tu huerto, las brisas y el perfume de salvias y de helechos; las fuentes cristalinas y frescas, y el sosiego, me curen la tristeza que de la ciudad llevo...

8

113

Page 128: Parnaso Colombiano

ALFREDO GOMEZ JAIME

Sangre española ¡Salve, rojo vino de la vid sagrada,

que cuanto más viejo te ennobleces más! ¡Sangre por la gloria siempre derramada, donde no fermenta la traición jamás! ¡Luz en el martirio, púrpura en la espada! ¡Salve, rojo vino de la vid sagrada, que cuanto más viejo te ennobleces más!

Savia de guerreros y trovadores por tí florecieron los Conquistadores, el glorioso Manco y el enorme Cid. Y surgió bañada por tu noble fuego la simpar figura del genial Manchego, campeón divino de la eterna lid.

¡Oh sangre! Es tu emblema; bajo su coraza, con latido inmenso de toda la raza generoso y fuerte vibra el corazón. El es quien avanza de tus glorias dueño, Rey de la esperanza, Señor del ensueño, Caballero blanco de inmortal blasón!

Por vengar a Iberia se lanzó a los mares,

Page 129: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 115

y de las traiciones y de los pesares, sobre los abismos arrastró la cruz. Y galopa el fiero caballero andante mejor que en Babieca, sobre Rocinante, con su fino acero de tajante luz.

Púrpura que arde, rosa de rubíes, en tus llamaradas de pasión deslíes todas las grandezas como en un crisol. Sobre tu vía-crucis de abrazos y estrellas deslumhran ¡oh sangre! deslumbran tus huellas cual si a borbotones se sangrara un sol!

A veces ostenta de tu bizarría con vigor salvaje triunfador laurel. Y hierves, ufana de tu valentía, al domar la furia de la res bravia que pujante brama sobre el redondel.

Tú impulsas del orbe, sobre cien naciones, el vivo oleaje de las pulsaciones que un himno gigante riman a compás. Esquife de ensueños, corcel de ilusiones, reventando rosas por el mundo vas.

Tuyas son las hembras de gracia infinita, donde todo ritmo de pasión palpita, donde toda cura nos predice amor. Esos cuyos ojos parecen espadas, morenas que afilan sus negras miradas en galantes lides para herir mejor.

Y esas rubias finas que soñara un paje, bajo la penumbra de gentil boscaje en un versallesco tentador jardín. Esas que al mirarlas de beldad tesoro, sacuden los versos sus alas de oro, rosadas princesas de seda y jazmín.

Page 130: Parnaso Colombiano

116 PARNASO COLOMBIANO

Eres flor de arte: con vagos anhelos Murillo su virgen le robó a los cielos; Velázquez la muerte detuvo imperial. Y Goya nos dice, con sus lumbraradas, que al copiar el estro de las cuchilladas ¡dejó los pinceles y esgrimió el puñal!

¡Savia prodigiosa, jugo de inmortales, milagroso filtro de sin par virtud, cálido torrente de vivos corales, que tiñes la senda de auroras triunfales con la eterna llama de la juventud!

¡Salve, rojo vino de la vid sagrada, que cuanto más viejo te ennobleces más! ¡Sangré por la gloria siempre derramada, donde no fermenta la traición jamás! ¡Luz en el martirio, púrpura en la espada! ¡Salve, rojo vino de la vid sagrada, que cuanto más viejo te ennobleces más!

Rosa mística

(A LA VlRGEN DE LAS NIEVES)

Adoro una blanca beldad misteriosa, mística princesa, grave y silenciosa que subyuga el alma con extraño amor. Habita en el hueco de elevado muro, como si en la grieta de peñón oscuro arraigase altiva y amorosa flor.

Page 131: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 117

Es una princesa cuya faz divina despierta emociones, allá en su hornacina de viejos cristales, la miro al trasluz. Juegan en su manto los oros del día y cuando la envuelve la noche sombría arde ante sus plantas amorosa luz.

Nunca ante su alcázar cruzo indiferente al verla en su nicho que finge un altar, la miro un instante fervorosamente, murmuro su nombre, descubro mi frente, y así un homenaje le rindo al pasar.

Por frente a su reja que guarda el misterio, todos los que llevan hacia el cementerio desfilan inertes en muda legión. Pasan en silencio los tristes despojos y la hermosa Reina de los dulces ojos parece mirarlos con rara expresión.

Oyeme, Princesa de la faz radiosa, oye, blanca estrella que fuiste una rosa nacida en los prados de luz del Edén. Mañana, siguiendo la fúnebre vía, mi yerto cadáver, en caja sombría, silencioso y triste pasará también.

Y no podré verte, beldad bienhechora, ningún homenaje te podré ofrendar; pero a veces pienso que en aquella hora este dolorido corazón que implora acaso en mi pecho sentiré temblar.

Bien sabes ¡oh Reina! por qué te amo tanto, sabes, que al rogarte con ansia crüel, oíste mi queja que inspiró el quebranto, y mi cáliz, lleno de amargura y llanto, se trocó en un cáliz de perfume y miel.

Page 132: Parnaso Colombiano

118 PARNASO COLOMBIANO

Tal vez, Princesita, como eres tan buena, al ver mis despojos cruzar ante tí, compasiva y dulce sentirás mi pena, y como el aroma de blanca azucena tu plegaria al cielo se alzará por mí.

¡Callarán entonces mis labios amantes; mas, por milagrosa y extraña emoción, de mis muertos ojos rodarán brillantes los dos más hermosos y puros diamantes que guarda el tesoro de mi corazón!

Silencio Soñaba que solo y triste

recorría la ciudad; por las calles negras, mudas, ni un alma cruzaba ya.

Entré a mi casa; doliente me turbó su soledad. Te busqué por todas partes y no te pude encontrar.

Hasta tu alcoba sombría llegué con medroso afán: te llamé con voz opaca, te llamé... torné a llamar...

¡Y era un silencio tan hondo, tan hondo, que en mi ansiedad como un niño a quien aterran de angustia rompí a llorar!

Page 133: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 119

Blasón

Bien sé que negros odios me acechan en lo umbrío, florecen los relámpagos con lívidos destellos; un viento de borrasca sacude mis cabellos, los lobos ya se acercan aullando en lo sombrío.

¡No importa, entre la noche y el huracán bravio, me alumbrarán tus ojos tan dulces y tan bellos, y buscaré los monstruos, y lucharé con ellos, sin que mi brazo arredren la tempestad ni el frío!

Amo la lucha. Es noble, magnífico acicate, y sólo entre las púrpuras gloriosas del combate retoña de los fuertes la triunfadora palma.

¡Oh, sombras! ¡Oh, rencores! Saciad vuestros empeños. Flagelad el pomposo rosal de mis ensueños y se abrirán más rosas en el azul del alma!

Titánica

A la orilla del mar, trágica y bella, la enorme roca su figura erguía viendo al coloso que a sus pies hervía y no cesaba de gemir por ella.

Clamaba el mar con íntima querella sin poder alcanzarla, pero un día, hirió su lomo, fúlgida y bravia cual látigo de oro la centella.

Rugió entonces el monstruo, a lo infinito;

Page 134: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

alzó su mole azul, con fiero grito sacudió su melena entre la bruma.

¡Y de su amor en el salvaje anhelo potente y ágil cual bisonte en celo saltó a la roca y la cubrió de espuma!

120

Page 135: Parnaso Colombiano

ANTONIO GOMEZ RESTREPO

A una Sevillana I

Era una hermosa tarde, cual de Sevilla: las calles animaba piadosa fiesta, e ibas tú, rebozada con la mantilla, en actitud airosa, pero modesta.

Aunque logré tan sólo verte de espalda, era tal de tu porte la bizarría, que exclamé: linda torre de la Giralda, ¿qué vale al lado de ésta tu gallardía?

Cuando de gozo lleno, me vi a tu lado, y pude contemplarte sin ser sentido, bebiendo tus hechizos quedé extasiado, cual picaflor en cáliz de miel henchido.

Inundaba la plaza concurso inmenso; devotos nazarenos con capuchones ya lanzaban al aire nubes de incienso, ya alumbraban los pasos con sus hachones,

Y al eco de saetas tiernas y blandas, conmovedor tributo dé fe sencilla, llegaban, conducidas en ricas andas, las sagradas efigies, prez" de Sevilla.

Page 136: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

El Redentor, transido de hondo quebranto y agobiados los hombros con el madero; la Virgen, extendiendo su inmenso manto para abrigar las penas del mundo entero;

Pedro, con aire humilde de penitente; Juan, cuyo rostro un nimbo de luz rodea; y a lo lejos, en grupo triste y doliente, las benditas mujeres de Galilea.

II

Yo, si un punto apartaba de tí la vista, para admirar la escena maravillosa, pronto a tí la tornaba, cual vuela lista en busca de la llama la mariposa.

Que tienes unos ojos negros y vivos con que al mortal que miras, en lumbre bañas, aunque celas sus guiños provocativos con el sedoso manto de tus pestañas.

Y es nido de ilusiones tu fresca boca, cual granada, encendida, suave cual seda; y son tus trenzas, redes do el alma loca cual pajarillo incauto, prendida queda.

Mirando tu cintura, no echara menos un árabe lo esbelto de sus palmares, y envidiara tus altos, ebúrneos senos la apasionada esposa de los Cantares.

Sostén de tanta gracia, tus plantas finas de tu falda aparecen entre las galas, como en caliente nido dos golondrinas asoman de su madre bajo las alas.

122

Page 137: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Y a rnás de los encantos de tu figura tienes, cual don supremo, gitana mía, toda la sal, el garbo, la donosura que da Dios a las bellas de Andalucía.

Con la negra mantilla tan bien prendida, ¡cuál brillaba entre todas tu faz serena! No es mejor cuando sale, de oro vestida, sobre triunfales andas la Macarena.

III

Venid, árabes genios que andáis vagando del fantástico Alcázar por los jardines, de las noches de luna la paz turbando al son de vuestras guzlas y bandolines.

Y vosotras, oh sombras de trovadores, que aun hechizáis del Betis la verde orilla, cantando la leyenda de los amores y el sino misterioso de la Padilla.

Venid todos, y dadme la soberana magia de vuestros himnos de amor risueños para que ensalce al cielo la sevillana beldad, que es hoy el norte de mis ensueños.

La que en mi alma amortigua pena de ausencias, y las sombras aclara de mi memoria, y es en la áspera cuesta de mi existencia el último peldaño para la gloria.

123

Page 138: Parnaso Colombiano

124 PARNASO COLOMBIANO

Al tempio de Neptuno en Pestum Cerca del mar que con materno instinto

besa el playón do manso se dilata, Pestum, en triste esquividad, recata del dorio templo el colosal recinto.

El sol poniente, en arreboles tinto, cruza el frontón con líneas de escarlata, y parece la inmensa columnata legión de atletas con el arma al cinto.

Vencido el Dios, cayeron los altares, y del santuario ante las losas yertas ya no resuenan himnos ni cantares;

Y a las vislumbres de la tarde, inciertas, se destacan los frisos seculares con la tristeza de las cosas muertas.

Cruzando el San Gotardo Hoscos pinares y perpetuos hielos

quedan atrás: de colosal montaña el tren horada la profunda entraña, temblar haciendo los calcáreos suelos.

De subterránea oscuridad los velos rasga de pronto refulgencia extraña: es que otro sol los horizontes baña y extiende Italia sus azules cielos.

La niebla huyendo y desnudez del Norte, la luz etérea, que al placer convida, a Italia trajo su risueña corte.

Page 139: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 125

Y al bañarse en sus ráfagas de vida, late el pecho con íntimo transporte, cual si entrara en la tierra prometida.

Febrero *

Ya el triste Enero hacia su ocaso rueda y el nuevo mes asoma en lontananza al ver su carro que ligero avanza, turba festiva se levanta leda;

Al rostro ajusta el antifaz de seda y por las calles en tropel se lanza; o se abandona a bulliciosa danza, que almas y cuerpos en su trama enreda.

Pero disipan el fugaz encanto los graves sones con que el tiempo santo anuncia a los cristianos su venida;

Y la mustia ceniza con que advierte que siempre acaba en brazos de la muerte el carnaval perpetuo de la vida.

Toledo En amarillo peñascal posada,

bajo un cielo del Africa inclemente, alza Toledo la rugosa frente, de viejos campanarios coronada.

* Para una galería de los meses del año hecha en 1894 por el señor Conde de las Navas.

Page 140: Parnaso Colombiano

126 PARNASO COLOMBIANO

Es mediodía: la ciudad sagrada duerme la siesta del lejano Oriente: sólo se oye la forja, do paciente prueba el armero el temple de una espada.

De antiguo coro en el sitial repuesto, al abrigo de góticos canceles, pálida monja su ritual recita;

Y en un balcón, en adornado tiesto, tiembla encendido ramo de claveles, cual fresca boca que de amor palpita.

Dicha perfecta I

1896

¡Feliz quien halla en juventud florida un alma de mujer que le comprenda, que le señale del deber la senda y goces y dolor con él divida!

¡Que la luz de esperanza bendecida en el santuario del hogar encienda, cuando esparciendo oscuridad horrenda estallen las borrascas de la vida!

¡Feliz quien oye acentos de ternura brotar, entre caricias y sonrojos, de una boca de miel, cándida y pura,

Y olvida del destierro los enojos mirando de los cielos la hermosura copiarse en el espejo de unos ojos!

Page 141: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

II

Mayo 5:1903

Hallé por fin, en juventud florida, la compañera que soñó mi anhelo; no la debí al azar: el mismo Cielo púsola en el sendero de mi vida.

Mi alma, en estéril soledad perdida, sintió del tedio quebrantarse el hielo y al divino reclamo tendió el vuelo con rumbo hacía la tierra prometida.

Hoy a mis brazos llega el bien soñado, ostentando virgínea vestidura que no manchó la sombra del pecado;

Y un cielo me abre su mirada pura, por risueña ilusión arrebolado, donde amanece el sol de mi ventura.

El Generalife Sólo queda un escombro, en la colina,

del árabe palacio del ensueño: si volviera Boabdil, su antiguo dueño, juzgara igual a su aflicción, tu ruina.

La dulce primavera granadina no pierde, en cambio, su verdor risueño: saltan las fuentes, convidando al sueño, y flota olor de flores y resina.

127

Page 142: Parnaso Colombiano

128 PARNASO COLOMBIANO

En este aislado mirador gracioso, quién pudiera pasar, hora tras hora, en la belleza y el amor soñando.

Sin que turbe el letárgico reposo otra voz, que la nota gemidora con que se estrena el ruiseñor cantando!

Los ojos Ojos, hay soñadores y profundos

que nos abren lejanas perspectivas; ojos cuyas miradas pensativas nos llevan a otros cielos y a otros mundos.

Ojos como el pesar, meditabundos, en cuyo fondo gris vagan esquivas bandadas de ilusiones fugitivas como en el mar, alciones errabundos.

Ojos hay que las penas embellecen y dan el filtro de celeste olvido a los que al peso de su cruz fallecen.

Ojos tan dulces como el bien que ha sido, y que en su etérea vaguedad, parecen astros salvados del Edén perdido.

Page 143: Parnaso Colombiano

MAX GRILLO

El Soneto (CARDUCCI)

Dante, del querubín el peregrino vuelo le infunde; lo circunda de oro: le da Petrarca su dolor, divino río de linfas que formó su lloro.

Ambrosia mantuana y venusino sabor le impetra de apolíneo coro Torcuarto; y cual acero adamantino lo aguza Alfieri con marciai decoro.

Hugo le da del ruiseñor cantares bajo cipreses griegos; al acanto en flor la ciñe de maternos lares.

El último soy yo: éxtasis, llanto, ira les dí a los míos: Tutelares sombras invoco y los sepulcros canto.

A. MANUEL UGARTE

Caballero cruzado de la raza latina, brilla el sol en tu escudo sobre campos de azur, orla tu frente un lauro de la rama divina y llevas en el pecho la insigne Cruz del Sur.

Page 144: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Viste al dragón de acero bajo la Osa helada con las fauces abiertas sobre el cuello de Orión, y has forjado del verbo la misteriosa espada que defienda la América de Isabel y Colón.

Bolívar, el propicio numen de la victoria, desde el peñón marino te saludó al pasar, en los pliegues envuelto del iris de su gloria y en sublime coloquio con el cielo y el mar.

Evocaste la sombra de Morelos. Yacía Méjico bajo el monstruo de insepulta ambición; aterradas sus glorias; en execrable orgia los hombres desgarraban el patrio corazón.

Entre las verdes ondas, coronada de palmas, hallaste en tu sendero la patria de Martí, ardiente y soñadora, semillero de almas, junto al Gigante, Cuba semeja hermosa hurí.

Bajo el cárdeno cielo que alumbra el Momotombo Nicaragua doblega su cerviz al dogal, mientras el viento horrendo con fúnebre rimbombo parece que evocara las potencias del mal.

Como la sombra airada de la antigua leyenda, en el mar de Balboa, Colombia está de pie, sin inciensos serviles a la justicia ofrenda la herida de traidores que profanó su fe.

En el mar de Bastidas, desplegadas las velas, refieren los marinos que ven en la extensión deslizarse entre brumas las blancas carabelas, con la insignia gloriosa de Cristóbal Colón.

Es el santo Almirante que recorre el camino do sus naos hallaron un mundo virginal; la Atlántida soñada del poeta latino, de la ibérica raza patrimonio inmortal.

130

Page 145: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Salud! oh caballero del escudo de roble! del mundo de tus sueños eres conquistador, que tus láuros, segados en el palenque noble, germinen en el Plata con eterno esplendor.

Caballero cruzado de la raza latina, brilla el sol en tu escudo sobre campos de azur, orna tu frente un láuro de la rama divina y llevas en el pecho la insigne Cruz del Sur.

131

Page 146: Parnaso Colombiano

HERNANDO HOLGUIN Y CARO

El día de Corpus

(EN ALTA MAR)

I

Hoy, mi Jesús, mi gloria, mi alegría, la pobre tierra nos cambiaste en cielo: hoy, del Pan santo bajo el puro velo, nos brindas, dulce, alegre compañía.

De uno al otro hemisferio en este día tu pueblo todo, con ardiente celo, obedeciendo a tu amoroso anhelo, a tí se acerca y su oración te envía.

Y el hijo que te adora, el pobre hijo que en tí lo tiene todo, y que gozoso siempre en tí lleva el pensamiento fijo,

Hoy vaga solo en extranjeros mares: bendícele Jesús, Jesús piadoso, hasta en tus más recónditos altares.

Page 147: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 133

II

¡Oh, vivir junto a tí! ¡Siempre a tu lado descanso hallar y conversar contigo! ¡ser de tu amor y tu bondad testigo! ¡tú, de bondad y amor nunca saciado!

¡En tu bendito corazón sagrado poner la frente y encontrar abrigo, como la puso tu mejor amigo, tu dulce Juan, tu compañero amado!

¡Oh vivir junto a tí! Cual la sencilla lámpara ténue, que callada brilla entre las sombras de tu templo santo;

Y mientras rueda en su bullicio el mundo, sólo contigo, en éxtasis profundo darte mi amor y mi abundoso llanto!

III

¡El sí te amó! Tu verdadero amante fué el que a tu lado incontrastable viste; solo el escarnio por tu amor resiste, solo él asciende al Gólgota infamante.

En cambio de su amor puro y constante tú el más hermoso galardón le diste; «mira a tu madre» tierno le digiste, y él «su hijo fiel» llamóse en adelante...

¡Símbolo fuera él de tu siervo indigno! vivir sobre tu pecho; en tu santuario. Siempre tu rostro hallar dulce y benigno;

De la existencia por la oscura vía subir contigo el áspero Calvario; ¡ser, como Juan, el hijo de María!

Page 148: Parnaso Colombiano

134 PARNASO COLOMBIANO

IV

¡Tú que riges, Señor, el gran concierto de orbes sin fin; cuyo solemne grito fecundó el cáos y cuyo nombre escrito dejastes de la mar en el desierto!

Tú eres el del Pesebre, tú el del Huerto, tú el que el dolor llevaste a lo infinito; y hoy vives con nosotros... tu bendito corazón siempre al infortunio abierto!

Por tan alta bondad siempre te alaben los mares en sus himnos, y tu nombre jamás los mundos de ensalzar acaben;

Do quier tu gloria difundida veas, y los cielos, los ángeles y el hombre repitan sin cesar: ¡Bendito seas!

Al Valle del Cauca I

Por nueva vez a tus comarcas llego, Cauca! y en la explosión de mi alegría, bendiciendo al Señor el alma mía, hasta besar tus plantas me doblego.

Naturaleza con fecundo riego cruzó tu seno en anchurosa vía; pompa a la flor, al fruto lozanía dió, y a tus hijos corazón de fuego.

Cunas meciste que mi pecho adora; Y en ese sol que tus espacios dora fínjome ver los diamantinos lampos

Page 149: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 135

Con que la gloria iluminó tu suelo, claros, como los astros de tu cielo, bellos, como las palmas de tus campos.

II

Envuelto entre el celaje matutino y exhalando dulcísimos aromas, valle gentil, ante mi vista asomas cual muestra excelsa del poder divino.

No ya coronas con silvestre pino o agrio zarzal tus indecisas lomas: ceibos y mirtos y fragantes pomas ciñen tu valle en juego peregrino.

Y esa luz que tus ámbitos inunda, y ese diáfano azul, ténue y lejano, que como inmenso velo te circunda,

Hacen tu suelo del de Grecia hermano, vivificado, empero, por. fecunda sangre latina y corazón cristiano!

III

Mi padre aquí tus campos recorría de su vida en la alegre primavera, y aquí la llama se encendió primera del patrio amor en que su pecho ardía.

Su férrea voluntad, su fantasía, fueron tuyas, y tuya su alma entera, ¡si el mismo sol que en tu cenit impera reflejarse en su mente parecía!

Dulce en su hogar y grande en la pelea tú lo formaste, en el consejo sabio, ajeno a la ruindad y al egoísmo...

Page 150: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

¡Ah! do su imagen plácida se vea, agrúpanse tus hijos, de su labio a beber la lección del patriotismo!

IV

¡Cali, que al son de lánguidas palmeras y bullidoras ondas te adormiste, tú, cuya verde margen se reviste de albo jazmín y acacias placenteras;

Tú con mudas palabras hechiceras, tú con celeste magia me atrajiste, y munífica luego me ofreciste la más hermosa flor de tus riberas!

Hoy vuelvo a tí trayéndote la prenda que tú me diste; tu materno manto la envuelva y la acaricie y la defienda;

¡Amala! es tu hija y tu mejor amiga, que yo a mis solas te diré entretanto: ¡Cali, tierra feliz, Dios te bendiga!

136

Page 151: Parnaso Colombiano

J. B. JARAMILLO MEZA

Los bueyes Son unos grandes tristes. La pradera

sabe de su fatiga en el arado cuando en la cumbre el sol de primavera revienta como un lirio ensangrentado.

Como viejos filósofos meditan en su destino, al ver con amargura las ardientes novillas que se agitan en torno del sultán de la llanura.

Del campo a la ciudad, con grave fardo, siempre vienen y van con paso tardo, por la verdura de los frescos lotes.

¡Pobres vencidos! su desgracia es mucha: tienen por galardón la eterna lucha y tienen por caricias los azotes.

Page 152: Parnaso Colombiano

ADOLFO LEON GOMEZ

Nuestros nombres I

Sobre la arena grabó mi nombre y leve viento lo arrebató: quedó la playa serena y fría de negra noche bajo el crespón.

Años más tarde, de su memoria también mi nombre despareció... ¡como la playa, como la noche quedó sereno su corazón!...

II

Grabé su nombre sobre la nieve y al levantarse radiante el sol, ¡letra por letra, gota por gota, como llorando lo disolvió!

Cuando su olvido me hirió en el alma borrar yo quise mi ardiente amor, y, sin embargo, cuando la nombro llora en silencio mi corazón!

Page 153: Parnaso Colombiano

VICTOR M. LONDOÑO

En la muerte de José A. Silva

Tú, predilecto de los dioses, viste, serena el alma y con esquivos ojos, la fértil rama del laurel, los rojos mirtos robados al amor. Naciste para llevar sobre la frente rosas de aroma extraño y de misterio llenas, para besar las sienes de los dioses bajo los sacros pórticos de Atenas.

A tu velado gabinete, envuelto en vaga red de hiedras tembladoras, —gala del rojo cortinaje suelto,— vistes llegar en las dormidas horas en que al reir de alborotado coro furtiva nota en los espacios yerra, musa gentil cuya sandalia de oro apenas rasa el polvo de la tierra.

Mas la guirnalda que tegió su mano pobre la hallaste y sin matices; vano fué un esplendor su juventud, que grata solo te fuera la colora inerte en cuyos albos pétalos desata soplo de aroma arrobador la muerte.

Page 154: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Solo esa extraña viajadora esquiva de frente bianca y de pupilas graves, que el sueño infunde con sus labios suaves y ama a la hermosa juventud altiva, marcó tu asilo con su pie liviano; y cabe el lecho, en el pesado muro vino a colgar con sigilosa mano su leve manto de crespón oscuro.

Regó en tu pecho sus guedejas blondas, como sumida en amoroso dejo; bañado el rostro en límpido reflejo bajo el albor de sus miradas hondas. — ¿Por qué la noche—le dijiste—tarda? Es para tí mi juventud gallarda, mi pecho esquivo a los amantes lazos. Ya no ambiciona mi apolínea frente fácil lisonja de caricia ardiente; quiero dormir bajo la paz del cielo, pero dormir en tus mullidos brazos, libre de insomnio, en tálamo de hielo.

Paisaje Hosca noche de invierno, la llanada

y en los montes altísimos domina; en jirones se parte la neblina sobre oscuros peñascos enredada.

Bajo el cárdeno cielo, que fulmina al estruendo de bronca martillada, la melena del bosque remolina por el áspero viento destrenzada.

140

Page 155: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 141

Mientras huye medroso el peregrino se refugia fantástica la grulla en el fúnebre leño del camino.

Y a los muros en ruinas y desiertos salta un gato nervioso que maúlla con los ojos noctilucos abiertos!

Esperanza Jesús agonizante sobre la roca en vano

por los cielos insomnes busca una estrella amiga: el murmurio agorero de la noche mitiga el clamor de las trompas en el valle lejano.

Erguido en las tinieblas, un viejo pretoriano la postrera congoja de Jesús investiga. En palabra tortuosa que el dolor atosiga balbuce el Nazareno al adusto romano:

—Atardece a mis ojos la esperanza remota: del acibar de muerte que tu espíritu encierra he bebido en la copa de mi Padre. Se agota.

La esperanza que mana de mis labios heridos, y a mí, de los confines lejanos de la tierra llegarán en rebaño todos los afligidos...

En el puesto de guardia Bajo la sombra del portal vetusto

el arma fija en el costado, vela, alta la frente y el semblante adusto, firme en su puesto, el rudo centinela.

Page 156: Parnaso Colombiano

142 PARNASO COLOMBIANO

Siente, al mirar cerrado el horizonte, odio en el alma, en las pupilas tedio... ya no verá desde la sien del monte los verdes surcos del lejano predio.

No crujirá bajo sus manos toscas madura espiga, alhacinar las siegas en hondo seno de montañas hoscas o al aire libre de escampadas vegas.

Arden sus manos, del fusil esclavas, y ve, a la luz que del recuerdo brota, el buey sin yugo en las florestas bravas, disperso el trigo en la gavilla rota.

Descubre allá tras la desierta calle de viejos robles, la casita enhiesta, rincón amado en el paterno valle donde le aguarda la caricia honesta.

Sueña, del bosque en medio a los despojos, del buey seguir la perezosa ruta... y húmedos radian sus dolientes ojos entre el negror de la pestaña hirsuta.

Paisaje ilusorio La sombra de oscuro ramaje buscaba

en medio a las flores con paso indeciso; al cálido soplo del bosque agitaba su exangüe belleza de enfermo narciso.

De sus labios en ténues rumores, brotaban ingénuos la pena escondida, la miel de floridos amores y el dejo punzante que acendra la vida.

Page 157: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Tu planta insegura destrozan los yermos, tus ojos esquivos el tedio retratan; ¿qué labios enfermos pusieron en tí las caricias que matan?

Escucha mi acento con leve sonrisa que guarda reproche infinito, le mostraba los lirios de nieve, miraban sus ojos un lirio marchito.

Y las rosas de sangre en las eras rasgaban su cáliz al fuego del día; esas rosas sinceras nos hablablan con dulce ironía.

143

Page 158: Parnaso Colombiano

EDUARDO LOPEZ

El Coclí En el Valle del Cauca, en aquella florida

región de mi país, hay una ave zancuda que todas las sencillas

gentes llaman Coclí. Ese nombre le han puesto por onomatopeya,

porque ella canta así, porque doquier la pobre, en el aire, en la ceiba,

sólo dice: Coclí. Ave de enorme pico, de cuello largo y blanco

y de plumaje gris, que saluda a la aurora y despide al ocaso

con su grito: Coclí. De tarde, cuando suena del cazador el seco

disparo en el confín, azotando las alas contra el follaje espeso

le responde: Coclí. Se oye en las noches claras, porque como la luna

no la deja dormir, mientras ladran los perros, desde el nido murmura

su tristeza: Coclí. Y, cuando ya es la hora de ordeñar la vacada,

se sacude y feliz alza el vuelo y se pierde gritando en la distancia:

Coclí Coclí Coclí

Page 159: Parnaso Colombiano

ISMAEL LOPEZ (CORNELIO HISPANO)

Noche blanca Es noche de luna, y a las verdes parras,

donde en tiestos de oro crecen las mimosas, van los ruiseñores y van las hermosas a cantar al suave son de las guitarras.

El grupo risueño, las niñas medrosas al río se encaminan a colmar sus jarras, y en los troncos viejos de los lauros-rosas dan sus notas ásperas las secas cigarras.

Es noche de luna... la paz solariega; en medio del coro de los rapazuelos gira incierta y loca la gallina ciega:

Sólo a mí no llegan los rayos de oro... y ya sólo escucho en sus dulces vuelos, la voz de las niñas que cantan en coro.

10

Page 160: Parnaso Colombiano

LUIS C. LOPEZ

Hongos de la Riba I

El barbero del pueblo, que usa gorra de paja, zapatillas de baile, chalecos de piqué, es un apasionado jugador de baraja, que oye misa de hinojos y habla mal de Voltaire.

Lector infatigable de El Liberal.—Trabaja alegre como un vaso de vino moscatel, zurciendo, mientras limpia la cortante navaja, chismes, todos los chismes de la mistica grey.

Con el señor Alcalde, con el veterinario, unas buenas personas que rezan el rosario y hablan de los milagros de San Pedro Claver,

departe en la cantina, discute en la gallera, sacando de la vida recortes de tijera,— alegre como un vaso de vino moscatel.

II El Alcalde, de sucio jipijapa de copa,

ceñido de una banda de seda tricolor, panzudo a lo Capeto, muy holgada la ropa, luce por el poblacho su perfil de bull-dog.

Page 161: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 147

Hombre de pelo en pecho, rubio como la estopa, rubrica con la punta de su machete.— Y por la noche cuando toma la lugareña sopa de tallarines y ajos, se afloja el cinturón...

Su mujer, una chica nerviosamente guapa, que lo tiene cogido como con una grapa, gusta de la grasientas obras de Paul de Kock,

ama los avalorios y se pinta las cejas, mientras que su consorte luce por las callejas su barriga, mil dijes y una cara feroz...

A Basilio Tu organillo triste, tu organillo viejo,

cuando a media noche, bajo los balcones, gime dulcemente con amargo dejo, de seguro arrulla muchos corazones.

Tu organillo triste, de sentidos sones, que refresca el alma con amargo dejo, mientras acaricia mis desilusiones, cuantas cosas dice tu organillo viejo...

Cuando a media noche, bajo los balcones, gime tu organillo de dolientes sones, con plañir mimoso, con amargo dejo,

de seguro arrulla muchos corazones, mientras acaricia mis desilusiones tu organillo triste, tu organillo viejo...

Page 162: Parnaso Colombiano

ABRAHAM Z. LOPEZ PENHA

Citerea Es la hora de los besos estivales,

es la hora en que se duermen las falenas, y surgen los tritones y sirenas de sus grutas de vividos corales.

Mirrino olor de pomas edenales vierten las frondas de murmullos llenas, en su albura ideal, las azucenas surgieron los ensueños virginales.

Crece la luz. Sus férvidas espumas destrenza el mar en rósea lontananza, cual perlas de miríficas Golcondas.

Rásganse los cendales de las brumas, y, como del dolor nueva esperanza, emerge Venus de las glaucas ondas.

Page 163: Parnaso Colombiano

J. MALDONADO PLATA

Gonzálo Jiménez de Quesada

I

De altiva raza luchador pujante: yelmo, y espada, y reluciente cota ceñiste a tu figura de gigante, y tu barco, con alas de gaviota, burló las furias del soberbio Atlante.

II

Y con tu fe de hidalgo caballero dominaste la virgen espesura; y en todas partes indomable y fiero, afrontando el peligro con bravura, nunca tembló tu corazón de acero.

III

Sin conocer temores ni desmayos, miraste con pupila indiferente lo mismo fieras que plumajes gayos; ninguna tempertad dobló tu frente, que tostó el sol con sus quemantes rayos.

Page 164: Parnaso Colombiano

150 PARNASO COLOMBIANO

IV

Sintieron el empuje de tu brío fuertes peñascos y mullidas gramas, las turbias ondas de revuelto río, arenales ardientes como llamas, y erguidas cumbres que congela el frío.

V

Y en tus jornadas largas y violentas no tuviste nostálgicas congojas; te era lo mismo que en tus noches lentas te arrullaran con cánticos las hojas que con gritos de rabia las tormentas.

VI

De tus miembros la firme contextura, que un Hercules quisiera, fué forjada en el mismo metal de tu armadura: lista la mano al puño de la espada y el pie resuelto a coronar la altura.

VII

Y al remontar la cordillera ingente, gallardo vencedor en la porfía, radió la gloria en tu cerebro ardiente, se inundaron tus ojos de alegría y palpitó tu corazón valiente.

Page 165: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

VIII

Se abrió a tu vista un manto de verdura bajo un cielo de limpios horizontes, etérea gasa transparente y pura, y una cadena de azulados montes en el confín de la feraz llanura.

IX

Del Funza en la corriente sosegada encontró tu Genil la fantasía, y abrieron a tu mente fatigada su hermoso firmamento Andalucía, su fértil vega la gentil Granada.

X

Y te aprestaste a dominar en guerra de los chibchas la raza misteriosa, que dejó las labores de la tierra por defender con alma belicosa los duros flancos de su inculta sierra.

XI

Y al romper con tus músculos triunfales la dulce paz de su vivir sencillo, vibraron como músicas marciales los acordes del triste caramillo y el agreste rumor de los maizales.

151

Page 166: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

XII

Y con denuedo de feroces pumas volaron a poner filas estrechas, henchida el alma de invernales brumas, lleno el carcax de voladoras flechas, la sien ceñida de brillantes plumas.

XIII

Ardiendo el chibcha en varonil coraje, quiso salvar de extraño poderío su religión, su patria, su lenguaje, la silente quietud de su bohío y el dulce objeto de su amor salvaje.

XIV

Al astro rey en la montaña umbría templos le alzó de troncos y de flores, porque su lumbre sideral traía jugo a las frutas, al plumón colores, cantos al ave y esplendor al día.

XV

Y en el rudo combate en que se empeña, la tradición de Nenqueteva invoca, que con su vara, del poder enseña, vino a romper la formidable roca por donde el Funza su raudal despeña.

152

Page 167: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 153

XVI

Todo fué inútil: del feral estruendo huyó invadido de terror y el pasmo, pues de tu alfange al ímpetu tremendo, su valor, y su fuerza, y su entusiasmo, al pie de tu pendón fueron cayendo.

XVII

Y el santo misionero de alma grande dió al vencido su amparo generoso; y bajo el cielo donde el sol se expande enclavó con su brazo poderoso la excelsa cruz en el altar del Ande.

XVIII

Trinó el ave, se abrieron los capullos en el sopor de la floresta umbrosa cuando en lugar de tímidos murmullos, de tu patria la lengua sonorosa pobló el bosque de cantos y de arrullos.

XIX

Y de tu hermosa tierra castellana, en tropeles, gallardas y hechiceras, acudieron las ninfas del Guadiana a empapar sus flotantes cabelleras en las ondas del rey de la Sabana.

Page 168: Parnaso Colombiano

154 PARNASO COLOMBIANO

XX

Y apoyadas en muros de granito, contemplaron con íntimos temores que bajo el dombo azul del infinito retumbaba en un templo de colores del Salto audaz al fragoroso grito.

XXI

Y enamorado les brindó el coloso cuanto diamante en su corriente brilla, sus espumas por manto esplendoroso, por cetro los laureles de su orilla y por turbante un iris vaporoso.

XXII

Y al punto sus ardientes corazones odiaron el rigor de las cadenas, y a quebrantar los duros eslabones sustentaron con sangre de sus venas una potente raza de leones.

XXIII

Noble Conquistador: sus alas bate la libertad sobre la andina cumbre porque en tu savia el heroísmo late, y ella nos trajo su rojiza lumbre para encender las furias del combate.

Page 169: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

XXIV

Cuando alumbró tu acero victorioso del arduo monte la maraña obscura, dejaste fundamento poderoso en tu valor, tu fuerza y tu bravura de nuestro suelo al porvenir glorioso.

XXV

Aún abisman tu amor a la grandeza, de tu ánimo el poder incontrastable, de tu indómita raza la fiereza, de tu pecho el empuje formidable y de tu heróico brazo la firmeza.

XXVI

Te envolvieron del triunfo los fulgores en la cumbre del Ande inaccesible; te dió el sol tropical sus resplandores, y un pedestal la roca incomovible donde afilan su pico los condores.

XXVII

Y la victoria al coronar tu anhelo te ornó de palmas con su mano augusta, y el águila caudal, dueña del cielo, templó la fiebre de tu sien robusta con el gigante soplo de su vuelo.

155

Page 170: Parnaso Colombiano

156 PARNASO COLOMBIANO

XXVIII

Oh luchador invicto! Tu memoria, con el lauro triunfal de la conquista, se destaca en el bronce de la Historia, y cualquier nube que en tu espacio exista se desvanece al brillo de tu gloria.

XXIX

Y tu figura de titán descuella más grande cada día; de tu sable el diamantino corte no se mella, ni borra el tiempo en su correr mudable de tus pisadas la profunda huella.

XXX

Y hoy te arrulla en los brazos de la fama del trueno bronco el atambor violento, con su clarín la tempestad te aclama, y es el himno triunfal de tu ardimiento la omnipotente voz del Tequendama.

Page 171: Parnaso Colombiano

GUILLERMO MANRIQUE TERAN

Página blanca Por la carretera larga, por la carretera fría

donde flota un impalpable velo de melancolía, caminé toda la noche...

Y he llegado a tu retiro como el beso de una fronda, como el alma de un suspiro...

Todo duerme en torno tuyo. Tu morada está desierta, sólo un perro adormecido desperézase, a la puerta, y una negra ave nocturna que asustó mi cercanía pasa huyendo hacia la pampa cadevérica y sombría.

Un aroma penetrante de mies nueva y florecida se difunde por los campos como un hálito de vida, y al amparo tenebroso del boscaje negro y frío va gimiendo entre peñones el monólogo del río.

En la sombra que discurre por la trágica alameda el elictro de la luna melancólica se enreda, y parece que la luna al besar todas las cosas el silencio santifica con unciones milagrosas...

Vengo sólo con mi carga de pesares y de ensueños bajo el brillo misterioso de los astros halagüeños, y los astros me han contado por sus hilos tembladores una pálida leyenda de tristezas y dolores.

Page 172: Parnaso Colombiano

158 PARNASO COLOMBIANO

«La Princesa Rubia—Virgen del imperio de las hadas de los cisnes señoriales y las góndolas rosadas, prisionera de un gigante que la hurtó de su palacio, canta y llora en una cárcel de zafir y de topacio, canta y llora eternamente...

Pobrecita la Princesa! Y su adusto carcelero ni la mima ni la besa, mientras ella entona triste las doradas cantinelas, aprendidas en los brazos de las hadas bisabuelas. Una noche tenebrosa—noche negra y funeraria— en su cárcel opalina la Princesa solitaria, bajo el beso compasivo de una roja luz incierta, entonando sus canciones se quedó callada y muerta... A la pálida leyenda que los astros me han contado, perfumada con mis besos en tu reja la he dejado; y me he vuelto taciturno, por la carretera fría, donde flota un impalpable velo de melancolía.»

Bienvenida Al través de la sombra te adivino

eres la amada que marcó mi Ensueño y encendiste en mi lóbrego camino la santidad de tu perfil risueño...

Has venido por fin. Desde hace mucho te llamaba en mi noche... una lijera voz que en los pliegues del Misterio escucho a mi interrogación clamaba:... ¡Espera!

Salud, Turris ebúrnea! Bienvenida domadora gentil de mis anhelos, que has llenado los astros de mi vida con las magias azules de otros cielos.

Page 173: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 159

Quizá te he visto ya. Quizá no vienes a mi con el sabor de una primicia; quizá en los labios y en los ojos tienes la irradiación de la primer caricia.

Quizá tus labios de ternuras llenos, desgranaron la flor de su sonrisa; y ofrendaron miradas tus serenos ojos, donde el ensueño cristaliza.

¿Acaso eres la Bella del Boscaje que sueña entre su lecho de verdura, o el cisne azul de Loreley, en viaje vagando hacia el país de la ventura?

Alguna vez quizás he percibido tus pasos en la tarde silenciosa, cuando a la sombra del Trianon florido cruzaste—marquesita presurosa— al dialogar entre la fronda inquieta y en la avenida azul de los jardines, las mandolinas su pasión secreta y la genuflexión de los violines.

Quizás te he conocido muchas veces —Emperatriz del sistro y la sandalia-erigiendo divinas desnudeces a la orilla del Bosque de Castalia.

Quizás amaste mucho bajo el blanco devenir de un crepúsculo salvaje, y fué un triunfo la línea de tu flanco en la calma llorosa del paisaje.

Fuiste acaso una reina decadente, escoltada de esclavos y de fieras, que entornaban sus ojos mansamente bajo el flagelo gris de las palmeras.

Page 174: Parnaso Colombiano

160 PARNASO COLOMBIANO

O monja blanca y triste que tenía los ojos como abiertos para el llanto, y desgranaba su melancolía en un amor indefinible y santo...

Y hoy vienes hacia mí consoladora como una bendición. Salud, Hermana! ¡Oye cómo repica una canora alba de redención, una campana!

¡Cómo adoro tu carne floreciente cual un ritmo de luz que se deslíe! ¡Cómo adoro tu alma de vidente que ilumina, que sueña y que sonríe!

Un capullo de oro en tu cabeza cual un himno real impera y canta, y eriges en lo eximio de tu alteza un tesoro de nieve en la garganta...

A tí se abre la senda, y triunfadora y excelsa avanzas en tu trono altivo (¡oh gran encarnación!) Eres la aurora marchando en pos de Apolo fugitivo.

* * Mi jardín interior canta y florece.

Abrió su cauce el agua de la vida, y el arpa de mis frondas se estremece para entonar tu gloria ¡oh Bienvenida!

A la bandera colombiana Cual una flor radiante de púrpura y de oro

nacida en algún mágico jardín de claridad, te vi pasar un día nimbada por un coro de dianas cristalinas bajo la inmensidad.

Page 175: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Reían tus colores con un reir sonoro donde vibraba el alma guerrera de otra edad, y entonces te bendije como el mejor tesoro, orgullo de mi patria y amor de mi heredad.

Bandera de Colombia! Tu infancia victoriosa ungieron con el múrice de sangre generosa las águilas insignes y el épico león.

Así, radiante en gloria y en libertad y en lumbre, cual un iris que fuera diadema de una cumbre, te llevo desplegada sobre mi corazón!

11

161

Page 176: Parnaso Colombiano

AURELIO MARTINEZ MUTIS

A España(1)

ODA

Ni poder, ni esplendor, ni lozanía son motivos de amar; otro es el lazo que nunca nadie desatar podría:

Amo yo por instinto tu regazo, madre eres tú de la familia mía; patria! de tus entrañas soy pedazo.

M. A. CARO.

Madre! si es ronca e insegura y vana mi voz, no importa: ante la gloria hispana el más alto cantor será pigmeo, y es pobre el estro eximio de Quintana y la olímpica trompa de Tirteo!

En esta justa en que el laurel persigo la entera fé del triunfo me acompaña: si es la América toda mi enemigo, la sombra de Bolívar va conmigo y en alto llevo el pabellón de España!

(1) Premiada en los Juegos Florales organizados por la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes de Cádiz en 1912.

Page 177: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 163

Florido arco triunfal de nuestro anhelo su franja luminosa y bendecida el iris de la paz trazó en el cielo; tembló de amor la tierra americana; y madre e híja perpetuar quisieron con cadena de oro soberana aquel férvido abrazo que se dieron Bolívar y Morillo en Santa Ana. (1)

(1) Pequeña aldea de Venezuela, en donde se verificó, el año de 1817, la famosa entrevista de los dos caudillos, quienes, abrazándose fraternal­mente, firmaron un armisticio y pusieron fin a la guerra a muerte.

Tras de las lides épicas, allende y aquende el mar, bajo fraterna egida el dulce fuego del hogar se enciende; y en vez del grito del clarín guerrero y la llama homicida que destroza, y la desolación de la matanza,

Mas... qué digo? que acorde se concibe, hay acaso armonía por ventura entre esos dos ceñudos contendores que desde las riberas del Caribe a do el lejano Potosi fulgura desataren el rayo de la guerra con su corte de estragos y de horrores!

Es verdad; pero el vinculo profundo de raza y religión y lengua y vida que tu mano nos dió, pródiga y fuerte, enlaza al Mundo viejo el nuevo Mundo y puede más que el odio y que la muerte.

Page 178: Parnaso Colombiano

164 PARNASO COLOMBIANO

Lucharon por su escudo y su creencia (1) los patricios varones a porfía; esa tu herencia fué: tal como un día será el grano pomposa florescencia, ya en su sangre de nobles se escondía el germen inicial de independencia. Rodrigo, el caballero sin segundo, Cortés, que incendia las tremantes velas, Churruca en Trafalgar ya moribundo, Colón con sus tres niveas carabelas y Carlos Quinto, Emperador del mundo, son astros cuyos índices de oro señalan en la vasta perspectiva otros orbes de luz, en el gran coro de tu inmensa Vía-Láctea pensativa: Hidalgo y San Martín, Miranda y Torres; (2) Nariño, ese moderno Prometeo; (3) Bolívar, cuya voz, que absorto escucho, cuenta en el Chimborazo su deseo, (4) Sucre que arrolla y vence en Ayacucho y Ricaurte que estalla en San Mateo.

(1) Esta palabra está tomada aquí en la acepción, señalada en los dic­cionarios de la Lengua, de ideal, pensamiento, etc.

(2) Camilo Torres, el ilustre orador, fué nombrado Representante por el Nuevo Reino de Granada a las Cortes de Cádiz.

(3) El General Antonio Nariño, a quien se ha apellidado El Precursor de la Independencia americana, hizo parte, durante la guerra de España contra la invasión francesa, de la Junta revolucionaria de la Isla de León.

(4) Mi delirio sobre el Chimborazo,» famoso escrito de Bolívar.

resuena el caramillo en el otero, arde el fecundo incendio de la rosa y reverdece el surco en la labranza.

Page 179: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Madre! los dones mil que nos hicieras son en la Historia singular ejemplo:

tú nos diste la Fé; cuando llegaron

las naves de Isabel a las riberas invioladas, abrían las palmeras su abanico de seda esmeraldina;

asomaba la aurora; era como un gran templo

el Trópico en la gloria matutina; Colón alza la Cruz, la frente inclina y a Dios, doblando la rodilla, adora; y la recien nacida y seductora tierra recibió entonces de su mano el agua bautismal, en la piscina milagrosa y azul del Oceano!

165

Y nos diste el lenguaje: aquel idioma pintoresco y sonante de Castilla, suave como el olor de la vainilla, dulce como el trinar de la paloma, fuerte y flexible cual la enhista palma:

multiple maravilla que habla, perfuma, impera, ondula y brilla y da en el gesto la expresión del alma!

La raza es tuya: nobles y pecheros, artistas, sacerdotes y guerreros, de oro o de fama en pos, o tras la oscura guarida del indígena salvaje, trajeron a la America el linaje sonoro y fértil de tu sangre pura;

Page 180: Parnaso Colombiano

166 PARNASO COLOMBIANO

Vida enorme y ubérrima nos diste: en el aula, en el surco, en la cantera

y en la forja encendiste la civilization, esa lumbrera que ha dado savia a todo cuanto existe

en la tierra filial. Mas ay! tu seno

de madre, enantes de vigores lleno, quedó exangüe y enjuto y destrozado;

hoy, entre la maleza, y el polvo de los siglos, no ha quedado en el mundo esplendor de tu grandeza mas que una débil sombra del pasado: árbol de verde y florecida cumbre lleno de miel y música y aroma que alzó el ramaje a la sidérea lumbre, y bajo la gloriosa pesadumbre de su misma cosecha se desploma!

y todos aportaron a su seno del fuego hispano al generoso brote, el temple insigne de Guzmán el Bueno y el corazón sin par de Don Quijote.

Asombra al Universo estremecido ese derroche de tus ricas galas; no sé, pájaro Rook, cómo has podido tener tan grande y portentoso nido bajo el plumón caliente de tus alas!

Eres como el tostado marinero —rey de la azul inmensidad un día— cuyo barco—entre todos el primero—

Page 181: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

despedazó la tempestad bravía; y la madeja de su gloria hilando ya con la pena y el recuerdo a solas, de pié en la playa se quedó escuchando la orquestación eterna de las olas!

Y, sin embargo, vives todavía; torpe quien dice que de tí no queda sino una ruina trágica y sombria! cómo creer que ha muerto tu energía si al conocer el formidable estruendo en medio de la muerte y el estrago vida y gloria sacaste del tremendo desastre de Cavite y de Santiago?

167

No es el farsante audaz, ni la manola, ni el necio hidalgo de espadín y gola quienes engrandecieron tu pasado: tu pueblo a la cordura ha despertado! sobre el traje de luces del torero vence la austera pluma del letrado, la abnegation estoica del soldado y el martillo en el yunque del obrero.

Tu historia es un diamante inmaculado de mil facetas; ella te ha enseñado para mostrar lo que tu esfuerzo pudo, que las triunfales armas de tu escudo son un acero, un libro y un arado.

Brillas en la penumbra de tu duelo como el diamante entre el carbón oscuro;

Page 182: Parnaso Colombiano

168 PARNASO COLOMBIANO

Tiembla en el Norte el ávido Coloso! Contra el yanqui altanero y codicioso que dejó nuestros lares desgarrados, al pié de los latinos pabellones están tus fuertes hijos congregados, y en sus bravas y espléndidas legiones

militan cien millones de férvidos soldados!

Y no es la tierra tu mejor presea: cien años ha, cabe las turbias olas, Cádiz, la Villa ilustre y gigantea, prendió el sol rutilante de la Idea en todas las conciencias españolas. Allí, de lauros épicos ceñida, sonrió la Libertad esclarecida —creación segunda del linaje humano— que en jardín trueca el yermo de la vida, que transfigura en águila el gusano y hace del cetro protectora egida y de la turba Pueblo Soberano. Esa ciudad—guardián de Andalucía— que a raya tuvo al invasor violento, dió su norma a la propia Monarquía e impuso al Rey, como Aragón solía, el legendario y rudo juramento.

y hoy, lo mismo que ayer, la mar y el cielo te ven con firme y poderoso vuelo marchar a la conquista del Futuro.

Page 183: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 169

El soberbio condor que urde su nido sobre la roca abrupta, entre los hielos, mira en la cumbre tu pendón teñido de rojo y gualda, al asomar la aurora por el ámbito mudo de los cielos; y ve el desfile audaz de tus soldados

y tus conquistadores, y oye el sol de clarines y atambores al caer de la altura despeñados los andinos torrentes bramadores. Para siempre serás señora y reina; tu aliento invicto por doquiera expandes; el León inmortal no ha envejecido y aún se escucha el clamor de su rugido en las cóncavas grietas de los Andes!

Ni Otumba, ni Lepanto, ni Pavía, te ciñeron los lauros de aquel día en que nos diste fuero ciudadano y en que, bajo la sombra de tu escudo, en la vasta amplitud del Oceano, a tí enlazaste con estrecho nudo el corazón del pueblo americano. Conquista inmarcesible y redentora de tu Revolución; soplo fecundo que a tu suelo anunció la nueva aurora y fué a alumbrar la inmensidad de un mundo.

Page 184: Parnaso Colombiano

F. MARTINEZ RIVAS

Lejanía Fué la separación de dos hermanos:

por eso entre mis manos largamente y en silencio, retuve sus dos manos; por eso resignado, mi abandono le dijo sin palabras: «te perdono», por eso la besé sobre la frente.

Por eso, cuando al fin de la sombría ruta, bajo la gran calma del cielo, ví como su melena se perdía, pensé que su melena era un pañuelo que por última vez me despedía.

Ya nunca volverá. ¿Por qué se afana en esperarla el corazón cobarde? Ya nunca volverá la dulce hermana que vino, como el sol, una mañana, y se fué, como el sol, en una tarde.

De entonces El alma mía piensa:

yo conozco esa triste canción que van cantando. Y el alma mía evoca

Page 185: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 171

un recuedo muy frágil, que viene desde cuando, para mí, desgranaba canciones una boca.

¡Dulce boca impasible cuya sombra persigo hoy, a través de todo lo que me martiriza; labios que consolaron mi sufrir enemigo; labios caritativos que partieron conmigo el pan de sus palabras y el agua de su risa!

El pan de sus palabras: redentoras, divinas, ingénuas, sus palabras fueron tan milagrosas, que al enredar su fácil vellón en mis espinas, brotaba en mis espinas un milagro de rosas'.

El agua de sus risas: jamás en boca humana ha de tener la risa tonos más singulares; era tan argentina, tan musical, tan pura, que, al oirla, me hacía pensar en la campana diminuta y alegre que canta en los altares, y que rie de júbilo cuando consagra el cura.

Dormida para siempre, tras el último rezo aquella boca santa que me tornara fuerte, yo me digo—en los cardos de la existencia p r e s o -era buena... la muerte se la llevó por eso, era mía... por eso se la llevó la muerte.

Triste canción añeja, triste canción venida desde la paz alegre de las horas que fueron hasta las acritudes presentes de mi vida; triste canción, en tiempos lejanos aprendida por el alma, en los únicos labios que me quisieron.

En tus líricas hondas que son como las ondas de un río prodigioso, de un río perfumado, con mis ensueños hondos y mis tristezas hondas, en un vaiven tranquilo, de mi playa desierta me voy hacia el pasado... me voy hacia el pasado por besar a mi muerta.

Page 186: Parnaso Colombiano

JORGE MATEUS

La vieja piragua Sobre el agua nocturna, que fragua

un espejo ya falto de azogue, deja el rudo barquero que bogue al acaso su vieja piragua.

De la luna la imagen se vela en el fondo de la honda laguna, y parece, al través de la estela, el cadáver de un cisne... la luna.

Hay tristeza en el rostro curtido del patrón. Y la noche que empieza es un grave misterio, venido al conjuro de aquella tristeza.

Al mirar balancearse la nube que se copia en el fondo ligero, vá cantando esta copla el barquero, que del alma a los labios le sube:

«—¿Qué me importa en la vida que bogue al acaso mi vieja piragua sobre el agua nocturna, que fragua un espejo ya falto de azogue, si aunque todo un amor se me ahogue mi esperanza se vá... sobre el agua?»

Page 187: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 173

Amor tardío Hermana cariñosa,

tan blanca como un lirio y tan lozana como el húmedo cáliz de una rosa abierta en plenitud de la mañana;

Hermana que viniste yo no sé por qué lírica encomienda, y en los ojos sonámbulos trajiste la luminosa luz para mi senda;

Hermana compasiva, que sin saber en donde te aventuras intentas penetrar en la agresiva quietud de selvas híspidas y oscuras:

¿Por qué tardaste tanto y dejaste que el tiempo congelara la miel de la oración entre mi canto y el vino de la ofrenda sobre el ara?

Ah! Si hubieras venido cuando estaban de gala los pensiles, para tí solamente hubieran sido las mejores macetas juveniles;

Y de tu alma el aroma en la presente soledad que arredra, sería como tímida paloma que anida en viejo murallón de piedra.

Pero has llegado tarde, y en esta pobre casa abandonada no hay un solo perfume que te aguarde ni un solo verso que te diga nada:

Huyeron los ruidos, paralizó el invierno las corrientes,

Page 188: Parnaso Colombiano

174 PARNASO COLOMBIANO

y ya no habrá en las fuentes ni en los nidos desperezar de arrullos ni de fuentes.

No toques a la puerta, porque allí, un hosco guardador del predio que cuida el lecho de la pobre muerta, no te dejará entrar. ¡Ya no hay remedio!

Van los bohemios... «Ebrios todos de un vino lumi-

noso que no beben los bárbaros.»

Dejad pasar, presuntos caballeros del sentido común. Abrid el paso a la falange audaz de aventureros que vienen de la senda del acaso...

Son los hijos del Ritmo, los primeros que domaron los bríos de Pegaso con azotes de luz....Son los troveros de desgarradas túnicas de raso.

Regresan de un país a donde nunca podreis vosotros ir. Son la nobleza del dolor que sus éxitos no trunca;

Y como un himno abierto a los espacios, traen flores de ideal y de tristeza para desinfestar vuestros palacios...

En el viejo jardín de ternura... La mañana es propicia al regreso

de un amor que se fué siendo niño; en el viejo jardin hay cariño y en la brisa rumores de beso.

Page 189: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 175

Este viejo jardin de ternura que lució, entre su fronda discreta, el rubí de la fresa madura y el rubí de la fresca maceta.

Este viejo jardin, solitario hace tiempo, que hoy abre sus puertas porque tiene mil rosas abiertas que perfuman como un incensario.

Este viejo jardin que fué trono y fué nido y fué todo en la vida para ella... y copió su abandono en el fondo del agua dormida.

La mañana es propicia a que vuelva aquel ritmo fugaz y perdido, tantas veces ayer ofrecido ante el ara del dios de la selva.

Hay caricia en el aire, caricia en la fuente, caricia en la fronda y en el fruto de suave y redonda madurez... La mañana es propicia.

Hay renuevos de verde frescura y racimos de frutos jugosos que engalanan los troncos añosos en el viejo jardin de ternura...

La canción prófuga La perdí hace mucho

tiempo. Se fué sola, sin decir por qué ni decir a dónde... Hoy en vano lucho buscando la ruta por donde se fué.

Subí a lo más alto de aquella colina

Page 190: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

que limita mi valle natal, y agucé los ojos entre la neblina...

Bajé a lo más hondo de los labrantíos y en el fondo del turbio raudal conté hasta las piedras que arrastran los ríos...

Y grité mil veces su nombre a los vientos, y busqué sus huellas sobre los caminos; ¡pero se perdieron todos mis lamentos entre los lamentos de otros peregrinos!

La perdí hace mucho. Hoy nadie se asombre si anhelo el retorno de aquella canción agotando todas mis lágrimas de hombre y toda la savia de mi corazón.

176

Page 191: Parnaso Colombiano

LUIS MARÍA MORA

Bajo los robles

¿A qué busco en tus ojos lumbre de amor en que inundarse pueda mi alma, como el ave en la fúlgida luz de primavera?

¿A qué si nuestros seres, habrán de ser dos ondas que se acercan y luego, desunidas, mueren clamando en apartada peña?

Por eso, al contemplarte a mi ánima desciende la tristeza, como al fondo del valle en rizo tul, descolorida niebla.

Y a mis ojos acude lágrima silenciosa, y la cabeza furtivamente vuelvo, ay! y la enjugo sin que tú me veas.

Por mitigar mis ansias busco salvaje soledad; en ella todo lo que respira de una perpetua juventud se llena.

12

Page 192: Parnaso Colombiano

178 PARNASO COLOMBIANO

En medio de los bosques la amorosa, vivaz Naturaleza, suavemente en el alma deposita sus dulces confidencias.

Allí tu casta imagen se aparece a mi espíritu, y me alegra como al labriego el alba tras clamorosa noche de tormenta.

Y en la brisa que sopla con manso ruido en la hojarasca seca, oigo tus pasos, creo que sigues tú mi fugitiva huella.

Para tí entonces pueblo las escondidas frondas de la selva de sonrientes dríadas que corren a mirarte cuando llegas.

Entonces me repite tu caro nombre el agua que gotea en el antro; la fuente que pasa murmurando entre malezas.

Oye, dulce bien mío: bajo estos altos árboles, la pena que en mi pecho se esconde no sé en qué vaga aspiración se trueca.

Y es porque el alma mía siente la voluptuosa somnolencia de los bosques: aparta de sí la adusta realidad... y sueña!

Page 193: Parnaso Colombiano

RUBÉN J. MOSQUERA

A Bogotá (ODA)

Sobre fértiles campos y de apacible soledad rodeada, bruñida por un sol de vivos lampos tu frente elevas, de laurel ornada.

Del Funza la corriente con ahogado rumor tu falda besa, y ansiosa va do el Tequendana hirviente con hondo grito tu esplendor confiesa.

Te cercan vigilantes las altísima crestas de tus montes, y tiemblan ateridos y silbantes los cierzos en los grises horizontes.

En viejos saucedales regocijadas avecillas pían, muge la grey y cantan los zagales que en la bondad de sus cosechas fian.

En estival mañana cuando el sidéreo rey está de fiesta, ¡cómo es dulce escuchar de la campana el polífono acorde de su orquesta!

Page 194: Parnaso Colombiano

180 PARNASO COLOMBIANO

Mientras que tú, serena, ves dilatarse la feraz sabana, que a los cambiantes de la luz amena finge el tapiz de una oriental sultana.

En basas de granito tus pies de ninfa cautelosa asientas, y levantas erguida al infinito tu frente, burladora de tormentas.

Impalpable neblina grácil desciende en laxitud que agobia, y vaga en torno de tu faz divina como el nevado manto de una novia.

En no lejanos días te concibiera tal la mente osada de aquel varón de raras energías, prez de su estirpe y gloria de Granada.

Abrigas en tu seno con perspicua intuición lo más florido: en tí lo noble, equitativo y bueno con el alto pensar se encuentra unido.

Por tus venas circula sangre heroica de Cides y Pelayos, y tu nombre al de Atenas se vincula que fué cerebro forjador de rayos.

Verdad que no se espacia el vértigo industrial en tus linderos, pero el ática sal te dió su gracia y el honor medioeval sus caballeros.

Simulas extrañeza cuando algún signo del progreso estalla, y parece tu pétrea fortaleza-de águilas nido—para el mundo valla.

Page 195: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Pero no es culpa tuya sino del tiempo que tus timbres mengua; ya vendrá quien tus glorias restituya, digno de la alabanza de tu lengua.

¡Oh Bogotá! ¿No escuchas la predicción de tu alto poderío? ¡Grande serás si con denuedo luchas y al bélico afanar se hace el vacío!

¿No ves que por doquiera tus pasos siguen, pérfidas e insanas, las que son del Pacífico lumbrera? ¡No te quedes atrás, son tus hermanas!

Y mi acento que parte en elaciones plácidas mecido, pide a la Ciencia, a la Virtud y al Arte libren tu nombre del eterno olvido.

Y pueda en lo futuro lleno de glorias esplender tu nombre en la región del inmortal seguro que el premio otorga al laborar del hombre.

181

Page 196: Parnaso Colombiano

RICARDO NIETO

El Verso Alejandrino Reuniéronse una tarde catorce caballeros

enmediode una vasta llanura de Bretaña, tiraron de los puños los ínclitos aceros y al trote de sus brutos marcharon hacia España.

Al son de las trompetas y bélicos clarines pasó la caravana de un salto el Pirineo: al frente de esos bravos y heroicos paladines marchaba el rudo y fuerte Gonzalo de Berceo.

Llevaban en los cuellos gorgueras con encajes, en los fornidos pechos las férreas armaduras, al sol del mediodía brillaban más sus trajes y sus espuelas de oro contaban aventuras.

Los cascos de los negros e indómitos corceles resuenan en las piedras de Córdoba y Granada; las manos de los héroes desgajan los laureles que enredan con orgullo al pomo de la espada.

El ruido de las armas despierta a Don Rodrigo, que blande el hierro heroico que conociera Europa; mirándolos exclama: «señores, sois conmigo...» mas ya la caravana por el confín galopa...

Mas tarde se vinieron a América... Y un día cantaron las hazañas de los conquistadores,

Page 197: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 183

y en vez del yelmo roto, con gritos de alegría, pusiéronse un turbante de plumas de condores.

Qué hermosos! qué bizarros!... En dobles escuadrones avanzan fieramente saltando los peñascos, relucen las espadas, se asustan los bridones y tiemblan las llanuras al golpe de sus cascos.

Y en medio de la pampa y entre la selva verde galopan y galopan... Y el entusiasta coro al fin entre un boscaje de cámbulos se pierde y sólo se oye el ruido de las espuelas de oro...

El regreso ¡Oh, mi musa...! ¿eres tú quien ha tocado

en esta noche lúgubre a mi puerta? Yo te juzgaba para siempre muerta y hoy vuelves, como ayer, hasta mi lado.

¡Como tienes el rostro demudado! La cabecita, con la lluvia, yerta, y en la boca ya cárdena, entreabierta, palpitando los besos del pasado...

No te vayas, mi amor, hasta mañana; con los brazos unidos dormiremos escuchando la lluvia en la ventana,

y a los rayos primeros de la aurora como dos colegialas nos iremos a sepultar el alma que te adora...

Page 198: Parnaso Colombiano

184 PARNASO COLOMBIANO

Cantos de la noche —Un alma?—Si, es un alma que va por el sendero

cruzando la llanura desierta y silenciosa. No ves sus resplandores? toda alma es un lucero; no aspiras su perfume? toda alma es una rosa.

—Qué busca? Lo imposible, lo que jamás existe: un lago azul... un árbol donde se cuelgue un nido. Jamás ha de encontrarlo; por eso está tan triste, el lago es el sepulcro y el árbol el olvido.

El llano está en silencio; la luna sobre el cielo es una garza blanca que vuela, la llanura se va poniendo triste; un hondo desconsuelo parece que cayera desde la inmensa altura.

Un alma va pasando. Toda alma es una rosa caída de un lucero... Toda alma es un tesoro... Y abajo la llanura se alarga silenciosa, y arriba el cielo es palio flordelisado de oro...

Page 199: Parnaso Colombiano

ANTONIO OTERO HERRERA

En la muerte de Caro Aun en los aires tu clamor resuena,

que de expiación tiránica procede. ¡Colombia, patria mía, a quien no puede igualar en congojas patria ajena!

No bien has roto la brutal cadena que al vigor de tus fuerzas casi excede, cuando otra desventura te sucede que de luto y silencio el orbe llena.

Murió el gran Caro! y al tender el vuelo, en busca de la luz de eterno día, la noche te dejó y el desconsuelo.

Y de su sacro templo cada muro la Ciencia, la Virtud, la Poesía, cubren, llorando, con crespón obscuro.

Page 200: Parnaso Colombiano

LUIS CARLOS PAEZ

Parnasianos Son laboriosos Fidias, que tras largas faenas

arrancan de los bloques inmortales de Paros las palpitantes curvas y los contornos raros como los que ostentaban las vírgenes de Atenas.

Del arte a las regiones olímpicas, serenas, vuelan los pensamientos de sus cerebros claros, y adivinan las formas de sus tipos más caros que son las graves momias de congeladas venas.

Con instrumentos de oro lapidan sus ideas y tallan las facetas para bruñidos versos que tienen la estructura de las fieras nemeas,

las rítmicas turgencias de la Venus de Milo y el claror de la luna sobre los lomos tersos de las ondas dormidas en el sagrado Nilo.

Page 201: Parnaso Colombiano

F. PARDO FUENMAYOR

Carmen La falda verde-obscura suspensa a la rodilla,

y los claveles rojos como los peinetones, te dan ese donaire que tienen en Sevilla las majas de las juergas y de los pañolones.

Ruedan los galanteos al mirar tu figura garbosa y ondulante para las tentaciones, y al enarcar los brazos a la gentil cintura se estremecen vibrantes de amor los corazones.

Eres para la fiesta de las verbenas locas donde se liba el vino sangriento de las bocas que enturbia las pupilas y embarga los sentidos.

Eres para que triunfes en la triunfante fiesta, entre los histerismos de la danzante orquesta, con tus ojazos negros que son para temidos.

Page 202: Parnaso Colombiano

SANTIAGO PÉREZ TRIANA

Vientos del llano Tendió sus alas al viento

sobre la vasta llanura, dilatándose en las yerbas como caricia que ondula. De las flexibles palmeras

en las temblosas alturas, extremeció los penachos cimeras de verdes plumas.

En los recónditos senos de la inviolada espesura, dejó en la fronda y el nido rumor de voces que arrullan.

De los troncos y las ramas arrancó cadencias rudas: son los bordones sonoros de la agreste lira hirsuta en que sus gritos de guerra los huracanes modulan.

Del lago—cual ojo abierto que en su pupila profunda refleja el sol encendido, refleja la blanca luna,

Page 203: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 189

y los fantásticos sueños que en las nubes se dibujan—, rizó las ondas azules en florescencia de espumas.

* * *

Escaló las altas cumbres de las montañas abruptas, silbó entre las anchas grietas, vibró en cavernas obscuras, y entre los filos cortantes de peñascos que relumbran al rayo del sol poniente, cual cimitarras desnudas.

* * *

Llegó hasta la excelsa cima que la soledad circunda y eternas nieves esmaltan de inmaculada blancura; ningún aliento de vida de aquella región augusta el soberano misterio con su presencia conturba; la flor, el hombre y el bruto, vibraciones inseguras de aroma, dolor e instinto, que un día no más perduran, jamás en todos los siglos, llegaron a aquella altura; allí tan solo las cosas que ley inmortal vincula en rotación inmutable del tiempo a la eterna fuga,

Page 204: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

vencedoras de la vida y de la muerte fecundas; el fulgor de las estrellas, la claridad de la luna, los rayos del sol que bruñen la fulgente vestidura, cual la cota de un guerrero apercibido a la lucha, y al vapor que como incienso a la cumbre el mar tributa.

* * * Como si fueran dos manos

que sobre el ara se juntan el viento plegó las alas sobre la cima impoluta, sacerdote de los campos de la selva y la llanura, llevó el aliento de su alma cual plegaria a las alturas, que en blancas gasas envuelve el incienso de las brumas.

190

Page 205: Parnaso Colombiano

RICARDO V. PINZON

La divina canción Cancioncilla trivial, en su boca

eras una divina canción; qué dulzura en tus notas había al brotar de sus labios en flor!

Fuiste arrullo de nuestros amores que nacieron, acaso, por tí, cancioncilla trivial, aprendida una tarde lejana y feliz.

Cuántas veces subiste a los cielos como un himno de mi juventud, sí,—su mano en la mía—cantábamos por el campo inundado de luz!

Aprendieron las aves tus notas y miraron crecer nuestro amor; cancioncilla trivial, cómo vibras en el fondo de mi corazón!

Cuando vienes a mí, me acaricia el perfume del tiempo que fué, y mi oscura tristeza se envuelve en la gasa de oculto placer.

Page 206: Parnaso Colombiano

EDUARDO POSADA

La Bandera Colombiana ¡Salud, lábaro bello! Por tí mil campeones

cayeron degollados peleando como leones; y mártires excelsos al verte de sudario sonriendo recibieron los golpes del sicario. ¡Salud, lábaro bello! Magnífico tesoro guardamos en tus pliegues: rubí, turquesa y oro. El Gualda de la Patria simboliza la entraña; y dice el turquí la onda, que sus riberas baña; y el rojo que rutila, como un hierro candente, la sangre que hace un siglo se derramó en torrente. Naciste como Venus del mar en las espumas y Atlante cariñoso te cobijó, en sus brumas. Tu padre fué un coloso, su nombre tiene escrito la Francia agradecida sobre inmortal granito. Vencida te quemaron en una hoguera triste más pronta como el Fénix de nuevo renaciste; y luego victoriosa cruzaste la llanura llevada por centauros que sembraban pavura. Te vieron orgullosos y al par con pesadumbre, flotar sobre un cadáver, del Bárbula en la cumbre, y entraste majestuosa por pueblos y ciudades rompiendo las cadenas, fundando libertades.

Page 207: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Flameaste con el soplo del cierzo en las alturas y ondeaste entre el follaje de las selvas oscuras. Y allá sobre las aguas cerúleas de Orinoco te ungieron los patricios con entusiasmo loco. Por todo el continente triunfante te llevaron y al fin en áurea cima los héroes te clavaron. Partió Colombia un día su tierra en tres girones y tú quedaste altiva cubriendo tres naciones. Salud pendón glorioso, magnífico oriflama, los Andes te sostienen, te arrulla el Tequendama.

13

193

Page 208: Parnaso Colombiano

GUILLERMO POSADA

Los cisnes (ORILLAS DEL ALSTER)

Con ellos dialogando durante largas horas les narré cuantas aguas conoció mi barquilla: los mares y los ríos que cruzara su quilla a merced de las Furias pérfidas y agresoras.

Les hablé de las bellas tropicales auroras, donde el sol todo el año sobre los lagos brilla; las aves agitaban sus cuellos sin mancilla como mueven los barcos cuando parten sus proras.

Con ademán olímpico cada cual en la ría orgulloso copiaba su elegante silueta, yo el pan les arrojaba lleno de nostalgia;

El más blanco de todos lo tomó de mi mano y pareció decirme: «si acaso eres poeta cruzarás cual nosotros, sin mancharte, el pantano.»

En la cartuja de Pavía Juan Galéas Visconti levantó el monumento

como Escorial suntuoso de duques-milaneses: allí estan sus perfiles, sus cascos, sus arneses, las que fueron sus damas, cuanto fué su armamento.

Page 209: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Los claustros y capillas piden recogimiento; en ellos los cartujos entonaron sus preces, y Francisco Primero padeció los reveses de las armas en este solitario convento.

Varias generaciones con sus finos buriles labraron todos esos artísticos prodigios que yo admiré esculpidos en piedras y marfiles.

Sus vidas transcurrieron agitadas y breves, más de ellas han quedado como eternos vestigios los mármoles y bronces con sus bajo-relieves.

195

Page 210: Parnaso Colombiano

ANTONIO QUIJANO TORRES

De mis plegarias Oh, Tú, mi Venus Victrix emanada

de la onda polar que cuajó el frío; oh, Tú, Estrella blanquísima engarzada en el azul de un cielo que no es mío!

Pasaste con tus sífnicos fulgores sobre mis penas hondas y tenaces... y una infinita floración de albores desató Sobre mí todos sus haces...

Y hubo brotes de luz hasta en mis huesos; de perfumada luz brotes perdidos hubo en mi alma, que sintió los besos del sol sobre los hielos ateridos!

Pero esa luz con que alumbraste un día mi camino de sombras, se fué huyendo... y cayó sobre mí la noche fría, ¡la negra noche en que me estoy muriendo!

* * *

El sol ha de volver ¡Y la doliente noche vencida que en los cielos llora en fuga se pondrá cuando en Oriente entre estruendos de luz surja la aurora!

Page 211: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Oh, Tú, mi único sol! Ven con tu amada lumbre a mi Oriente lóbrego y y sombrío! ¡Ven, Estrella blanquísima engarzada en el azul de un cielo que no es mío!

197

Page 212: Parnaso Colombiano

JUAN C. RAMIREZ

Niobe Oh, madre de Viriato, noble Hesperia,

puros están de fango tus blasones, y no rindes tus limpias tradiciones en las aras del dios de la materia.

Alzate, como siempre, sacra Iberia, despierta tus indómitos leones y apresta los bizarros campeones contra los burdos hijos de la feria.

Si escrito está que caigas acosada en lucha desigual, tu sin desdoro perecerás de láuros coronada.

Y de los siglos el clarín sonoro consagrará tu veste, desgarrada por las pezuñas del becerro de oro.

Stella matutina Es una pequeñuela encantadora

cuando en la cuna duerme sonreída, es el embrión precioso de una vida que flota en los celajes-de la aurora.

Page 213: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 199

Parece que la sangre que colora esa carne infantil adormecida, con pétalos de rosa fué teñida por los labios bellísimos de Flora.

La madre vela con sublime empeño junto al blanco cendal de la cortina, de la inocente niña el blando sueño.

Y ante el inmenso amor que la domina, el Universo entero ve pequeño y toda otra pasión halla mezquina.

Page 214: Parnaso Colombiano

FRANCISCO RESTREPO GOMEZ

La Bandera Colombiana I

AMARILLO

Es el color del oro, del insigne dios oro, cuyo poder extraño las pasiones enciende y a cuyas vibraciones de retintín sonoro el monarca se rinde, la doncella se vende.

Es un color muy bello que por doquiera extiende de sus diafanidades el imperial tesoro: rubios son los fulgores que el Rey Astro desprende, rubios son los cabellos de la virgen que adoro.

¡Oh color amarillo! color de los desiertos y de las hojas mustias y de los pobres muertos y de los seres tristes y de las cosas viejas:

tu tienes magestades que simbolizan gloria, y en nuestra insignia noble y heráldica semejas la encarnación sublime del sol de la Victoria.

Page 215: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

II

AZUL

¡Es el color del cielo! color que al canto incita, color más sugestivo que todos los colores, color en cuyo fondo parece que se agita un vaho de ternuras, de sueños y de amores.

El cielo es un monarca de grandeza infinita con el manto cubierto de inefables clarores; el mar es un magnate de majestades cita; ¡y como son de azules los dos emperadores!

¡Azul! color artístico que su armoniosa franja sobre el pendon augusto de nuestra patria imperas, tú finges allí mismo con singular decoro,

un cielo entre dos nubes de rosa y de naranja, o bien un mar tranquilo, un mar cuyas riberas, formadas estuviesen de púrpura y de oro.

III

ROJO

¡El color de la sangre!... vino lleno de ardores, maravilloso vino que salta en nuestras venas, vino con que hace tiempo los briosos gladiadores tras luchas fratricidas bañaban las arenas.

Color, color purpúreo que con suaves temblores enrojeces las nubes en las tardes serenas; ígneo color que animas, regio color que llenas de vivida escarlata los labios tentadores...

201

Page 216: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

¡Oh, color encendido que apacible coronas la guirnalda del iris con un haz de sonrojos! oh, color que entusiasmas, oh, color que apasionas,

tu traes a mi mente memorias olvidadas, y en nuestra gran bandera simulas a mis ojos un mágico reguero de rosas encarnadas!

IV

SÍMBOLO

Arbol de tres colores, árbol fino y airoso cuya sombra es la sombra más benéfica y pura de las sombras humanas. Nuestra madre Natura no tiene en sus dominios un árbol más hermoso.

Gaya flor de tres pétalos y de tallo suntuoso, flor de olímpica seda, flor de rara frescura, en cuyo caliz lleno de santidad, fulgura algo como un destello del Todopoderoso.

Madre flor: tu regazo nos caliente y ampare cuando en la patria sople vendaval subversivo, o cuando en la pelea la suerte nos separe.

En tus pliegues, oh madre, brillen ramas de olivo, sé siempre a nuestros ojos bendito faro, y haz ¡que sea eternamente con nosotros la Paz!

Balbuceos I

Viejas paredes de la casa donde pasé mi mocedad ya no sois mías.... ¡todo pasa en la voluble humanidad!

202

Page 217: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Querida vieja Nicolasa sirvienta fiel de mi heredad ya te cubrió la oscura gasa de la insondable eternidad.

Y tú, mi buena madrecita, tú que amparaste, pobrecita, mi desjuiciada juventud:

Ya no me mimas ni me hablas... ¡dormida yaces en las tablas del enigmático ataud!

II

Novia campestre, novia pura como los lirios en botón, divina novia, miniatura de inenarrable sugestión.

Novia que ungistes mi amargura con el elixir de ilusión, y en mi tediosa senda oscura fuiste una blanca aparición.

Ya no me aguardas, oh lucero, en un recodo del sendero, cual me solías aguardar.

Huíste lejos ¡ay! tan lejos que ni siquiera tus reflejos vienen mi noche a iluminar.

III

Qué triste y lóbrega la vida sin el perfume del amor; cómo se siente la partida de la mujer que se adoró.

203

Page 218: Parnaso Colombiano

204 PARNASO COLOMBIANO

Tener el alma siempre herida, vivir pendiente del dolor, y si el cerebro dice: ¡Olvida! el corazón responde: ¡No!

Llorar sin tregua pero a solas y reir mucho ante las olas de la común vulgaridad.

Tal el secreto de vivir, porque yo creo que sufrir es la mayor felicidad.

IV

Tardes de júbilo pasadas en las callejas del jardín, con mis antiguos camaradas Jesús, Andrés y Valentín:

ya nunca más, tardes rosadas, me bañará vuestro carmín, porque a mis rutas desoladas llegó las sombras del esplín.

Ya no florecen en mis lares los mañaneros azahares de la alegría y el amor.

Hoy solo brota en mi camino, cual un milagro del destino la madreselva del dolor.

V

Ya no me queda nada... nada... todo, hace tiempo lo perdí, desde mi novia idolatrada hasta el postrer maravedí.

Page 219: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Por eso mismo voy así... decepcionado en la jornada, y llevo el alma atravesada por un agudo bisturí.

Pero... no estoy abandonado, no soy aún tan desgraciado, porque, cual santa devoción,

tengo en mi ruta de aspereza una querida: la tristeza, y un buen amigo: el corazón.

VI

¿A qué las luchas y el empeño, para qué sirve tanto afán, si todo pasa como un sueño o como pasa un huracán?

¿A qué soñar en lo risueño de las boquitas de coral si entre las rosas del ensueño duermen las víboras del mal?

¡Oh Señor mío Jesucristo: es tiempo ya, que desprovisto de todo germen de bondad,

oh buen pastor omnipotente, vengas al mundo nuevamente a redimir la humanidad!

Tarde de toros Ya próximo a morir, el sol dispara

sobre la arena su carcaj de oro, sobre la arena en donde cara a cara están el diestro y el pujante toro.

205

Page 220: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Aleve rayo de inquietud y cuita a mas de un rostro femenil asoma, y ébrio de gozo el populacho grita como en la fiestas de la antigua Roma.

Y cuando el diestro que con fé batalla clava el estoque en la imponente fiera, la muchedumbre, conmovida calla;

Y luego expiran con marcial decoro el sol tras de la vasta cordillera y en la mitad del redondel el toro.

Incógnita Cuando llegues a mí, cuando a las puertas

de mi ilusión, en donde el alma mía con las pupilas al camino abiertas te ha esperado... y te espera todavía;

entonces, cuando brille tu estandarte de mi existencia en las abruptas lomas, como alegres bandadas de palomas saldrán todos mis sueños a encontrarte.

Mi corazón se vestirá de galas, y para tí desplegarán sus alas unas aves enfermas: mis canciones.

Y tú, gloria y honor de mi esperanza, serás como una estrella de bonanza sobre la tempestad de mis pasiones.

206

Page 221: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Embajada Porque eres hermosa y pensativa;

porque ocultas extrañas sugestiones; porque tienen tus ojos de cautiva la magia de atraer los corazones;

porque en tu cuerpo—lámpara votiva— hierve sangre de antiguos infanzones; porque tu boca la blasfemia esquiva y es pura como un libro de oraciones;

porque tiendes la mano a los caidos y hay en tí la blandura de los nidos y el mullido satin de los plumajes;

por eso, y por lo blanca y por lo buena, estos versos, divina Nazarena, van hacia tí... como catorce pajes.

207

Page 222: Parnaso Colombiano

J. RESTREPO RIVERA

Elegía lírica Oye Isabel: es un canto

dulce, de cristal, un trino de ruiseñor que en el santo misterio de-este camino deja humedades de llanto.

El camposanto es lindero de la tierra del sendero.

Por aquí se la llevaron una mañana; llovía; agua? lágrimas?... Lloraron hasta esos que la sacaron que nunca lloran...

Sería la una de la mañana cuando murió. ¡Dulce muerta! Pobre boquita entreabierta como una rosa temprana.

Dulce mía tan lejana... Era su cajita el pomo

de aquellas doscientas rosas de que habla el cuento de un gnomo,

Page 223: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

y era ella en su caja como una hermana de las rosas.

Tal vez cuando desclavaron su cajita perfumada, esos hombres que lloraron, al abrirla sólo hallaron una rosa deshojada...

Y desde entonces persiste siempre creciente, creciente, esa armonía doliente de aquella mañana triste.

Oye, Isabel: es un canto dulce, de cristal, un trino de ruiseñor....

....el camino acaba en el camposanto.

14

209

Page 224: Parnaso Colombiano

JOAQUÍN RESTREPO TAMAYO

A mi gato Decansas sibarita somnoliento,

sobre cogines, de plumón mullido. De tu ronrón el cariñoso ruído en el silencio de la noche siento.

Leve entreabre el párpado un momento y el ojo de ónix fijas con descuido, en el ir y venir del abatido pie que recorre el lúgubre aposento.

¿En qué piensas, amigo, cuando triste me ves pasear en las desiertas horas en que las noches sus crespones viste?

Ah, que el misterio de la vida ignoras y la amargura para tí no existe! Tú el más feliz de todos los angoras!

Al aviador Bleriot Rasgas el éter en flexible vuelo

y como ave fantástica te alejas luego, perdido en el azul semejas golondrina que cruza el alto cielo.

Page 225: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 211

Nada detiene tu ambicioso anhelo, en tu ascensión al águila emparejas y no temes la muerte, que cortejas llevándola en tu frágil barquichuelo.

Ya no te ven mis ojos; ya en la altura, viajador atrevido, te perdiste y, sin embargo, sigues adelante.

Pero, ay! yo considero tu amargura, cuando mires que el cielo a que ascendiste está cuanto más cerca, más distante!

Ante un crucifijo (IMPROVISACIÓN)

Exangüe, macilento, acongojado, bañado por la luz de la alborada, se eleva su blancura marchitada por la tristeza, como lirio ajado.

En su fino perfil ensangrentado muere su hermosa juventud cansada, y doliente solloza la mirada del Justo por los hombres inmolado.

Hostia blanca te elevas en la altura bañando con tu luz amortecida del camino la lúgubre espesura.

Aun gotea la sangre de tu herida; y resplandeces en la noche oscura, fanal eterno de la eterna vida.

Page 226: Parnaso Colombiano

212 PARNASO COLOMBIANO

Cuando ya se alejan... Cuando ya se alejen

nuestras ilusiones, y en los campos no haya flores ni canciones;

cuando en la ceniza de la tarde fría, module el invierno su melancolía,

y cerca del fuego del hogar sentados, evoquemos juntos los tiempos pasados,

hallaré en tus labios, y en tu cabellera todos los perfumes de la primavera.

Y veré de nuevo tu casita blanca, el verde plantío, la agreste barranca,

cielos luminosos, paisajes sonrientes, y entre la espesura saltando las fuentes;

y vendrán de nuevo nuestras ilusiones, los sueños alegres, las viejas canciones,

cuando cerca al fuego

Page 227: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

del hogar sentados evoquemos juntos los tiempos pasados;

porque en tu sonrisa, y en tu cabellera, hallaré el perfume de la primavera.

213

Page 228: Parnaso Colombiano

SANTIAGO RESTREPO

Cinegética Nos guió, mientras gustábamos las mieles

del amor que enceguese y emociona, del viejo bosque a inexplorada zona la libre voluntad de los corceles.

Tomabas bajo el palio de laureles fáciles actitudes de amazona, mientras yo te ofrecía una corona de mirtos perfumados y claveles.

Un ósculo encendióse en nuestras bocas y la emoción de nuestras almas locas fué tan grave, que no nos dimos cuenta

de un ciervo que cruzó la senda oscura y huyó, abriendo con la amplia cornamenta un salvaje camino en la espesura.

Page 229: Parnaso Colombiano

FEDERICO RIVAS FRADE

Ora Pro Nobis ¡Oh Virgen de las lágrimas! ¡Oh Santa

que la ciudad maldita humedeciste de llanto inmerecido! ¡Virgen triste, corazón delicado en medio a tanta

canalla que trocaba su garganta en un clarín de oprobio! Tú que fuiste mártir de ira cruel, tú que erigiste el sacrificio en religión, levanta

tus plegarias a Dios, y en esta lucha del amor contra el odio, en que la ciega turba, de espinas a Jesús corona,

a los que azota la calumnia, escucha; por los que ascienden al Calvario, ruega; y a los que expiran en la cruz, perdona!

La Curiara ¡Se va la curiara!, la playa que adorna el bohío

dejando al impulso del remo, en las ondas se lanza; y en tanto que grácil se mece y ondula y avanza, apenas arruga la seda verdosa del río.

Page 230: Parnaso Colombiano

216 PARNASO COLOMBIANO

Su dueño la adora; sin ella ve el mundo vacío, su estela lo envuelve en un nimbo de luz y esperanza, como esas mujeres soñadas que, en rítmica danza, cruzando las salas del baile, nos dan desvarío.

Mas ¡ay! que, como ellas, a veces movible y celosa, arroja al abismo al más hábil y experto remero y luego en las ondas, sin dueño, se va silenciosa,

siguiendo el impulso invisible de un soplo ligero; y allá, ya muy lejos, muy lejos la ve el marinero, que apenas arruga del río la seda verdosa.

Page 231: Parnaso Colombiano

JOSÉ RIVAS GROOT

Constelaciones

EL HOMBRE

Amplias constelaciones que fulgurais tan lejos, mirando hacia la tierra desde la comba altura, ¿por qué vuestras miradas de pálidos reflejos tan llenas de tristeza, tan llenas de dulzura?

LAS CONSTELACIONES

¡Oh soñador, escúchanos! ¡Escúchanos, poeta! Escucha tú, que en noches de obscuridad tranquila nos llamas, mientras tiemblan con ansiedad secreta la súplica en tu labio y el llanto en tu pupila.

Escucha tú, poeta, que en noches estrelladas cual bajo augusto templo descubres tu cabeza, y nos imploras, viendo que están nuestras miradas tan llenas de dulzura, tan llenas de tristeza.

¿Por qué tan triste? Oye: nuestro fulgor es triste porque ha mirado al hombre. Su mente y nuestra lumbre hermanas son. Por siglos de compasión, existe en astros como en almas la misma pesadumbre.

Page 232: Parnaso Colombiano

218 PARNASO COLOMBIANO

Por siglos hemos visto la Humanidad errante luchar, caer, alzarse... y en sus anhelos vanos, volver hacia nosotros la vista suplicante, tender hacia nosotros las temblorosas manos;

Y ansiar en tal desierto, ya lánguida, ya fuerte, oasis donde salten aguas de vida eterna; ya llega, llama,—y sale con su ánfora la Muerte brindando el agua muda de su grácil cisterna.

Tronos, imperios, razas vimos trocarse en lodo; vimos volar en polvo babélicas ciudades. Todo lo barre un viento de destrucción, y todo es humo, y sueño, y nada... y todo vanidades.

Es triste ver la lucha del terrenal proscrito; es triste ver el ansia que sin cesar le abrasa: el ideal anhela, requiere lo infinito, crece, combate, agítase, llora, declina y pasa.

Es triste ver al hombre, que lumbre y todo encierra, mirarnos desde abajo con infinito anhelo; tocada la sandalia con polvo de la tierra, tocada la pupila con resplandor del cielo.

Poeta, no nos llame—conduele tu lamento; poeta, no nos mires—nos duele tu mirada. Tus súplicas, poeta, dispérsanse en el viento; tus ojos ¡oh poeta!, se pierden en la nada.

Con íntima tristeza miramos conmovidas, con íntima dulzura miramos pesarosas, nosotras—las eternas—vuestras caducas vidas, nosotras—las radiantes—vuestras obscuras fosas.

EL HOMBRE

¿Todo es olvido y muerte? Pasan gimiendo a solas el mar con sus oleajes, la tierra con sus hombres;

Page 233: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

¿y al fin en mudas playas deshácense las olas, y al fin en mudo olvido deshácense los nombres?

¿Y nada queda? ¿Y nada hacia el eterno sube? Decid, astros, presentes a todo sufrimiento: la ola evaporada forma un cendal de nube, ¿y el alma agonizante no asciende al firmamento?

¡No, estrellas compasivas! Hay eco a todo canto; al decaer los pétalos, espárcese el perfume; y como incienso humano que abrasa el fuego santo al cielo va el espíritu, si el cuerpo se consume.

Vendrá noche de siglos a todo cuanto existe y expirarán, en medio de hielos y amargura, los últimos dos hombres sobre una roca triste, las últimas dos olas sobre una playa obscura.

Y morireis ¡oh estrellas! en el postrero día... mas flotarán espíritus con triunfadoras palmas; y alumbrarán entonces la eternidad sombría, sobre cenizas de astros, constelaciones de almas.

219

Page 234: Parnaso Colombiano

JOSÉ EUSTASIO RIVERA

Tierra de promisión Un guadual que rumora mientras duerme el plantío,

y en la madre del cauce soñoliento y salvaje, solitaria en un tronco do la espuma hace encaje, una garza que sueña con las ondas del río.

En sus plumas de raso se abrillanta el rocío. Y después, cuando escruta maliciosa el paraje, alargando su cuello sobre el límpido oleaje clava, trémula, el ojo en el fondo sombrío.

Es un pez recamado que volteándose juega; muestra entonces la garza su plumaje erizado, y al mirarlo que vuelve y hasta el tronco se llega,

hunde, rápida, el cuello, del caudal lo arrebata, y alza el vuelo llevando dentro el pico rosado un estuche de carne con escamas de plata...!

Cantadora sencilla de una gran pesadumbre siempre oculta en las frondas la paloma torcaz, acongoja las selvas con su intensa quejumbre picoteando arrayanes y pepitas de agraz.

Arrurrúuu... canta viendo la primera vislumbre; y después, por las tardes, taciturna o vivaz,

Page 235: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 221

Escueto y sólo, donde el llano empieza se extiende el cementerio campesino; y en la santa penumbra el vespertino viento suspira... y la colmena reza...!

Nadie viola su mística tristeza, nadie. Y en el invierno peregrino, se dobla alguna cruz ante el camino y amanece llorando la maleza.

Ya de noche, unas vacas compasivas, haciendo misteriosas rogativas, se echan por calentar las sepulturas.

Y convirtiendo al cielo sus ojazos ven una cruz de estrellas, cuyos brazos se abren sobre las huérfanas Ilanuras...!

Sobre el musgo reseco, la serpiente tranquila fulge al sol, enroscada como rica diadema; y en su escama vibrátil el zafiro se quema, la esmeralda se enciende y el topacio rutila.

Tiemblan lampos de nácar en su roja pupila que columbra del buitre la asechanza suprema; y regando el reflejo de una pálida gema, silbadora y astuta por la grama desfila.

en la copa del guáimaro que domina la cumbre ve llenarse las lomas de silencio y de paz.

Entre abiertas las alas que la luz tornasola, se entristece la pobre de encontrarse tan sola; y esponjando el plumaje como leve capuz,

al impulso materno de sus tiernas entrañas amorosa se pone a arrullar las montañas... y se duermen los montes... y se apaga la luz...

Page 236: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Van sonando sus crótalos en la gruta silente donde duerme el monarca de la felpa de raso; un momento relumbra la ondulante serpiente,

y cuando ágil avanza y en la sombra se interna, al chispear de dos ojos, suena horrendo zarpazo y un rugido sacude la sagrada caverna....!

222

Page 237: Parnaso Colombiano

CARLOS ROA O S P I N A

Rima blanca Bajo un palio tegido por el día

y en el albor de vespertina calma, llegaste a mí, nimbada de alegría, esparciendo tu aroma y tu ambosía por el cielo sin astros de mi alma!

Mujer, llegaste deshojando flores, constelando mi ruta de oro y lilas y disipando brumas y dolores con la diana triunfal de los amores y los besos de luz de tus pupilas.

Me trajiste mi fe,—fruto perdido— y con tus niveos Iris de bonanza, mi huerto de Quimera ha florecido y allí van hoy a fabricar su nido las aves tornasol de la Esperanza!

Page 238: Parnaso Colombiano

EUSEBIO ROBLEDO

El Santo de Asís Arde en cariño intenso por todo lo que brota

de los reflejos áureos de matutina luz, y de las transparencias brillantes de la gota, y de los rojos broches y el lánguido saúz.

Y su alma vive en éxtasis, y su alma vive inmota envuelta del Eterno en el niveo capuz... y su amor a Natura lo lleva hasta la rota vena, que vierte Vida en ánforas: la Cruz.

Y mientras sus decires en ardorosas preces suenan con los arroyos y halagan a los peces y cantan las alburas de nardos y de lis,

la faz del Nazareno, del que vistió los lirios, retrátase sonriente, ya libre de martirios, en el cristal del alma de Francisco de Asís.

Page 239: Parnaso Colombiano

ALBERTO SANCHEZ

Idilio de antaño Yo tengo en la memoria unas tardes lejanas

con luz rosa y distante repicar de campanas; una senda orillada por malezas hirsutas y frondajes magníficos donde cuelgan las frutas, senda por donde iba conmigo la amorosa de cabellera rubia y mejillas de rosa, incitantes los ojos y la sonrisa franca, el sombrero florido y la falda muy blanca.

Una vez regresábamos al toque de oraciones luego de haber tenido raras conversaciones. Incitado por esa soledad del sendero fui a besarla en los labios y ella dijo:—No quiero! —Lo deploro tantísimo... (En las frondas tenía el cantar de los pájaros una cierta ironía...) A la tarde siguiente me abrazaba.—¿Qué es eso? —Que estoy arrepentida y quiero darte un beso. ¡Cuántos hubo! Despacio y sin decirnos una palabra regresamos al salir de la luna. Y los días pasaban y morían los soles fantaseando con púrpura sus claros arreboles;

15

Page 240: Parnaso Colombiano

226 PARNASO COLOMBIANO

sobre nuestro camino caían los reflejos, —y cada tardecita nos íbamos más lejos-Occidente perdía colores; de la loma verdecida con trébol nos llegaba un aroma... Ella me sonreía sutil y picaresca, (su melena ondeaba sobre la hierba fresca) y, a la orilla del río, bajo del arbolado, me decía: —Querido, eso no... ¡que es pecado! Después todo era triste al morir de la hora; empezaban las ranas su cantata sonora. —Mira, es noche; yo quiero volver a casa presto; ¡no te imaginas cuánto, cuánto me pesa esto...! nunca volvamos juntos a pasear, si me quieres; ¡qué desgraciadas somos, Dios mío, las mujeres!

* *

Y una tarde pasaba sin vernos; pero al día siguiente la adorada esta carta escribía: —¡Ay, amor! yo de fuerza no puedo hacer alarde; te espero en el camino, ¡está linda la tarde! Otra vez yo encontraba por el grato sendero a la amada sonriente del florido sombrero; otra vez la mirada sutil y picaresca y la melena rubia sobre la hierba fresca... otra vez muy despacio y sin decirnos una palabra regresábamos al salir de la luna.

Epílogo Al principio de cierta reunión halagadora

esta noche con ella yo me encuentro. —Señora...

beso tan nobles manos... ¡Qué fortuna la mía,

Page 241: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

con usted encontrarme donde menos creía! —¡Hola, señor poeta!, mis felicitaciones por el último artículo, y por esas canciones; de usted es la culpa si yo soy modernista, si pasarme no puedo sin leer la Revista. —¡Cuánta honra! mil gracias...

Ya se anima la fiesta, unos valses magníficos introduce la orquesta, y a favor de la música y el rumor de la gente ella no puede menos de hablar sinceramente: —¡Bandolero, farsante! Si una mujer supiera... ¡Culpas como la mía las comete cualquiera! No haber hallado ni una circunstancia en mi abono, haberme abandonado, ¡nunca te lo perdono!

Actualidad triste Tuvo una primavera feliz, tuvo un pasado

de nobleza, de lujo, de fiesta y de canciones; lamentan los cronistas el que le hubiera dado por coleccionar besos y matar ilusiones.

La conocí cuando iba de pecado en pecado y la urgían terribles todas las tentaciones. Hoy la he visto y da lástima: tiene el ceño arrugado, por la frente le caen unos blancos mechones...

Me atajó el paso y mientras cantaba un pregonero, me dijo en voz muy baja y con penosa prisa, como si le angustiara pensar en la demora:

—Ayúdeme con algo, amigo y caballero; estoy en el empeño de pagar una misa pidiendo que un milagro me haga Nuestra Señora.

227

Page 242: Parnaso Colombiano

DELIO S E R A V I L E

El perfume imperecedero LECONTE DE LISLE

Cuando la rosa de Lahor su aroma destila de los cálices, y llena de sagrada ambrosía la redoma, se le puede verter sobre la arena.

Y en vano el mar con su salobre espuma la playa inundará grande y solemne; siempre el licor que se vertió, perfuma; siempre el aroma vivirá, perenne.

¡Oh amor! Así tu celestial perfume penetró de mi pecho por la herida y no se desvanece ni consume!

Este bendito mal yo he perdonado!, pués más allá del tiempo y de la vida llevaré el corazón embalsamado!

Epigrama funerario Aquí yace, extranjero, la divina

cigarra que a sus senos nutrió Helena,

Page 243: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 229

de ala sutil y vibradora antena, rumorosa en el pino o en la encina.

Ya está muerta la musa campesina del surco de la mies y de la avena; no turbes, caminante, su serena quietud con tu pisada peregrina.

Blanca, en medio a las flores del camino, y húmeda está la funeraria piedra. ¡Cuántos tuvieran ¡ay! este destino!

Aquí sobre su tumba, un niño llora, y en cada amanecer, entre la yedra liba rocío matinal la aurora.

Page 244: Parnaso Colombiano

CLIMACO SOTO BORDA

Venus Del blanco amanecer divina hora,

allá del cielo en el azul santuario es Venus un diamante, un solitario incrustado en el oro de la aurora.

La tierra avergonzada se colora, grita el agua la brisa es incensario, la Cruz del Sur aleja su calvario y lágrimas de luz el cielo llora.

Sobre la alfombra de las nebulosas, dos luceros gitanos a las osas hacen bailar... la noche está dormida...

Viene la aurora, Venus palidece. Así llora y se opaca y se entristece la triste y mala estrella de mi vida.

El último amigo A la luz de una vela lee el anciano

su querido Quijote, aquel testigo de sus años alegres y el amigo de su vejez más firme y más cercano.

Page 245: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 231

Vuelve las hojas con temblosa mano que saca de los pliegues de su abrigo, y al entrar juguetón por el postigo retoza el aire en su cabello cano.

En la sumida boca, sin un diente, una infantil sonrisa se remeda. Inclina el viejo la rugosa frente...

Se le cierran los párpados... se queda dormido... y por sus piernas, lentamente, la carcajada de los siglos rueda.

Música lejana Una fiesta... ¡Una noche que fué todo un poema!

En nuestros corazones la enfermedad divina: el amor! y en las almas una emoción suprema.

Yo escuchaba la música de tu voz cristalina; la luz de los salones; una lluvia de besos esparcía en tus labios y en tus ojos, en esos ojos grandes que juntan la claridad del día a las espesas sombras de las noches polares.

Dejamos los salones. Aún oigo los cantares y los ecos alegres que el viento conducía en sus alas ligeras... La tersa media luna se mecía en los aires como argentada cuna.

Te acuerdas de esa noche? Te acuerdas? Parecía

como hecha por los dioses para el amor... y era sobre un rústico tronco, bajo la enredadera de rosas que embalsaman el aire con su aliento. Al través de las hojas, un tembloroso encaje

Page 246: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

de luz , tegió la luna a nuestros pies, y el viento nos traía del bosque la música salvaje.

Arrullos en los nidos, aletear de palomas... Despuntaba la aurora de nuestro amor, y había en nuestras venas llamas, en el ambiente aromas, y alumbró nuestras almas el sol de la alegría...

Te acuerdas de esa noche? Tienes que recordarla todavía...

232

Page 247: Parnaso Colombiano

EMILIO S U A R E Z MURILLO

Mi reloj Siempre oculto en el fondo del bolsillo

lo guardo con carino y reverencia; de aquel a quien le debo la existencia es un recuerdo póstumo y sencillo.

Nunca del oro el refulgente brillo pudo lucir, ni indica su presencia relumbrón de magnífica apariencia sino el leve tic-tac de su martillo.

Cuando miro correr en su cuadrante sus manecillas siempre hacia adelante —imagen viva de la humana suerte — ,

medito con el alma entristecida: ¡un minuto más lejos de la vida y un minuto más cerca de la muerte!

Page 248: Parnaso Colombiano

LUIS TABLANCA

Magdalena Al caudal de tus joyas hoy le falta

la más bella porción: has derrochado aquel rubí cuyo prestigio exalta la sangre de las flores del granado.

El cofre de tus besos nada vale; te fuiste a divagar por los caminos y en el ánfora rota que se sale abrevaron su sed los peregrinos.

Y a pesar de tus ojos en tristeza, a pesar de tu gesto sin nobleza, de tu inmenso cansancio de mil nombres,

tu corazón encierra todavía una perla intocada, una alegría que no supieron descubrir los hombres.

Page 249: Parnaso Colombiano

RICARDO TIRADO MACÍAS

Sueño familiar A veces en la forma de ensueño evanescente

una desconocida visión mi mente inflama; me comprende y la adoro; y la adoro y me ama, y no es siempre la misma ni es otra diferente.

Porque sólo para ella mi alma es transparente, porque sólo para ella no es enigma esa llama que para ella sola sus fulgores derrama, refresca con su llanto los surcos de mi frente.

¿Es blanca? ¿es rubia?¿pálida?¿o morena? Lo ignoro; ¿su nombre? un dulce nombre, lo recuerdo, y sonoro cual los de las amadas que desterró la vida.

Su mirada semeja el mirar de la Esfinge, su voz—débil, lejana y arrulladora—finge la voz medio olvidada de una muerta querida.

En tu corpiño Al compás inarmónico de mi rústica flauta

¡oh soberana hermana gemela de Belkís!, temblorosa mi mano de extraviado argonauta, en tu corpiño blanco prende una flor de lís.

Page 250: Parnaso Colombiano

236 PARNASO COLOMBIANO

La flor que el encendido milagro de su pauta culmina en el escudo sagrado de San Luis. La traigo de muy lejos; la asió mi mano incauta lejos de aquí, muy lejos de este triste país.

La traigo entre mi alforja de extraviado argonauta y para tí la traigo, gemela de Belkís, que deje el encendido milagro de su pauta

en tu corpiño blanco o en tu corpiño gris. Y gima inconsolable mi inarmónica flauta si agoniza en la nieve de tu corpiño el lis.

A Luis II de Baviera Único rey del siglo que en la abyección expira!

Tu espíritu era un águila que despreció la altura donde la Ciencia erige su soberbia figura y el cortesano ensaya su astucia y su mentira.

La Ciencia matadora del Arte y de la Lira, de la Oración, del Ritmo, del Canto y la Hermosura; tu espíritu es un águila de mística blancura que en la región serena de los ensueños gira.

En esta caravana de los reyes pigmeos te anuncian las trompetas y cantan los timbales la gloria de tus armas, la luz de tus trofeos.

Llegó la apoteosis de tu alma soñadora: hierro y oro el cortejo de tus pompas triunfales, y una marcha de Wagner, solemne y vencedora.

Page 251: Parnaso Colombiano

DIEGO U R I B E

Soneto Cuando en medio del campo muere el día

y se van acercando, lentamente el sol hacia la sombra de Occidente, y el carro chirriador a la alquería;

y dora el valle y la floresta umbría, el escaso fulgor que da el Poniente, y el ángelus que vibra tristemente, puebla el aire de mística armonía;

cuando empieza la tregua del combate, el alma en pos de fulgurantes rastros, las blancas plumas de sus alas bate;

y exclama al verse del espacio dueña: —¡qué inmenso el infinito con sus astros; la tierra, con sus hombres, qué pequeña!

Gritos En la vida te dí cuanto tenía,

mi amor y mi esperanza y mi alegría, mis sueños de poeta, mi ilusión;

Page 252: Parnaso Colombiano

238 PARNASO COLOMBIANO

hoy que volaste a la mansion de gloria, te ofrendo en el altar de tu memoria lo más grande que tengo, mi dolor.

II

Los ojos de la carne no ven nada; cuando triste, tendido entre mi ¡echo, mientras todo reposa y me rodea tiniebla y soledad y hondo silencio, y empiezan como estrellas en la noche, a surgir en la mente los recuerdos; abro los ojos en la espesa sombra y exclamo presa de dolor intenso, ¿en dónde está la idolatrada mía? ¿en dónde, en dónde está que no la veo? Porque yo sé que su alma me acompaña, porque muy cerca de mi sér la siento... Cierro los ojos y al momento surge, miro mi corazón y allí la encuentro.

III

Tanto he sufrido en la vida y tanto temo sufrir, tanta herida he recibido, tanta temo recibir, que si abrieran mi cadáver acabando de morir, el cirujano hallaría mi helado pecho al abrir, en lugar de corazón una enorme cicatriz.

Page 253: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

IV

¡Oh, la hora más negra y despiadada, en que mi amor, mi vida, mi adorada en el eterno sueño se durmió! Brilló el sol en las cumbres de la sierra, iluminó los cielos y la tierra y en mi alma anocheció. Se han sucedido las aciagas horas y otra vez en el cielo las auroras han vuelto a renacer, pero en mi alma do anida la amargura, reina la sombra de la noche oscura; no ha vuelto a amanecer.

V

Hincaron tan profundo su agudo diente, las penas en las fibras del alma mía, que si cesan los llantos, el alma siente como remordimiento de su alegría. Si en medio de esta larga, contienda ruda, brota la risa alegre, ve la mirada surgir como una sombra pálida y muda, que me hiela en los labios la carcajada.

Ciego Sentado en una loma al pie de una barranca,

con su guitarra amiga, a solas, canta un ciego, y notas tristes, lánguidas, al instrumento arranca, con la tristeza mística del solitario ruego.

239

Page 254: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Lo envuelven resplandores del sol, crespusculares; los vientos de la tarde su cabellera azotan, y al par que en el espacio se pierden sus cantares, gotas de amargo llanto de su pupila brotan.

El sol bañó en sus rayos de resplandores rojos el fruto de esos párpados, inmóviles y muertos, y yo enjugué una lágrima al ver aquellos ojos para el placer dormidos, para el dolor despiertos.

Para él no hay sol radiante, ni noches estrelladas, ni amarillenta luna que surque el firmamento; para él no hay cariñosas sonrisas, ni miradas, ni pájaros errantes que crucen por el viento.

Para él no hay más que sombra. Para él nada fulgura; es justo que se aflija y en su aflicción implore, y que cuando alce un canto desde su noche oscura, arranque notas tristes a su guitarra, y llore!...

Pero también la sombra cruzan radiantes huellas, en negros nubarrones el rayo centellea; en las oscuras noches fulguran las estrellas, y surge entre la sombra más diáfana la idea.

Si más que luz da sombra la claridad del día, y el mundo de la forma la humanidad ofusca, ¿el ciego ve el impulso divino que lo guia, y claros los misterios que en vano el hombre busca?

¿Verá en su fondo mismo de Dios la omnipotencia? ¿Traspasará los lindes del misterioso arcano, y con los ojos fijos por siempre en su conciencia conocerá el abismo del corazón humano?

Entonces que no llore, que cante, que sonría; más lumbre hay en sus ojos y en su interior más calma; que no abra la pupila, porque la luz del día puede lanzar tinieblas sobre la luz de su alma.

240

Page 255: Parnaso Colombiano

FRANCISCO VALENCIA

Rosas y violetas

ROSAS

Almas como la huella de una daga, pregonan con modos señoriales la estirpe del rubí, y en la estupenda boca de la odalisca tienen erigido un alcázar. Una tarde las ví ondular en el monte como un río: vagaba sediento aquella tarde de un aroma; bebí de las ondas purpúreas de aquel río y al punto con su velo de sangre me envolvió el frenesí.

VIOLETAS

Alma como los ojos de un cordero; si hablaran, me pacificarían con su lengua; el fervor del tierno Luis Gonzaga, la gracia de María Estuardo las asisten. En ondas de su olor empapen la blancura de lino de su veste para ir las novicias a ofrecerse al Señor. Yo colmaré mi estancia de violetas y acaso con estas pudibundas me acompañe el amor.

16

Page 256: Parnaso Colombiano

242 PARNASO COLOMBIANO

Unas palabras A la memoria de Maria Bashkirtseff.

Rusa amable, gitana sin par, conquistadora del alma de tres razas: el carro de una aurora distante, hoy te conduce; te traicionó la vida, te quitó de los ojos la magia de su egida, y una gota de sangre pulmonar, acre y fuerte, a la boca te trajo el sabor de la muerte.

En el taller te esperan la sandalia de oro; el Diario en que tu alma quedó como un sonoro caramillo; un paisaje de la estepa, inconcluso: un lienzo en que tu mano delicuescencias puso.

Con un filtro pudiera finar, tal vez, hermana, tu cuadro; darle un tono más amplio a la mañana que alumbra allí las hojas de un durazno, lo verde de las aguas, el cielo donde un iris se pierde;

Poner más savia, un rasgo que pregone la vida... pero un temor me turba, ave frágil caída de la rama; que el todo resulte con el fuerte dolor que entre las manos me ha dejado tu muerte.

El alma acongojada de la Chirimía Ay! Cómo llora

la chirimía porque se acerca la noche umbría!

¡Qué son tan vago, tan dulce y lento,

Page 257: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

le puso el golpe del sufrimiento!

Gon los zagales de la montaña va muy enferma la pobre huraña;

sintió de pronto, sintió una cuita que casi parte su leve almita:

tiene un profundo mal de pesares por las tristezas crepusculares...

Ya en el vetusto convento en ruinas, se adormilaron las golondrinas,

y al fuego junto y entre bostezos, las abuelitas mascan sus rezos...

Con ellas habla la chirimía porque ha llegado la noche fría.

¡Qué son tan hondo, tan largo!; suena como un suspiro de ánima en pena.

Esta alma frágil de historia trunca, de monja anémica

243

Page 258: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

no ríe nunca; es una triste

que sufre cuando los niños pobres están llorando.

Van en camino de su cabaña los zagalejos de la montaña;

van en la noche, seguramente con pesadumbre sobre la frente.

Cuando la luna su rostro asoma semejan duendes sobre la loma;

Ay! cómo llora la chirimía por esta enorme melancolía;

entonces lloran, con ella el viento las sombras largas y el río lento...

Ya los zagales de la montaña sueñan con duendes en su cabaña,

y se ha quedado tras de la puerta la Chirimía de angustia muerta!

244

Page 259: Parnaso Colombiano

GUILLERMO VALENCIA

Los camellos LO TRISTE ES ASÍ...

Peter Allenberg

Dos lánguidos camellos, de elásticas cervices, de verdes ojos claros, y piel sedosa y rubia, los cuellos recogidos, hinchadas las narices, a grandes pasos miden un arenal de Nubia.

Alzaron la cabeza para orientarse, y luego el soñoliento avance de sus vellosas piernas —bajo el rojizo dombo de aquel cenit de fuego— pararon silenciosos, al pié de las cisternas...

Un lustro apenas cargan bajo el azul magnífico y ya sus ojos quema la fiebre del tormento: tal vez leyeron, sabios, borroso jeroglífico perdido entre las ruinas de infausto monumento.

Vagando taciturnos por la dormida alfombra, cuando cierra los ojos el moribundo día, bajo la virgen negra que los llevó en la sombra copiaron el desfile de la melancolía...

Son hijos del Desierto; prestóles la palmera un largo cuello móvil que sus vaivenes finge,

Page 260: Parnaso Colombiano

246 PARNASO COLOMBIANO

y en sus marchitos rostros que esculpe la Quimera, sopló cansancio eterno la boca del Esfinge!

Dijeron las Pirámides que el viejo sol rescalda: «amamos la fatiga con inquietud secreta...» y vieron desde entonces correr sobre una espalda tallada en carne, viva, su triangular silueta.

Los átomos de oro que el torbellino esparce quisieron en sus giros ser grácil vestidura y unidos en colleras por invisible engarce vistieron del giboso la escuálida figura.

Todo el fastidio, toda la fiebre, toda el hambre, la sed sin agua,el yermo sin hembras, los despojos de caravanas... huesos en blanquesino enjambre... todo en el cerco bulle de sus dolientes ojos.

Ni las sutiles mirras, ni las leonadas pieles, ni las volubles palmas que riegan sombra amiga, ni el ruido sonoroso de claros cascabeles, alegran las miradas al rey de la fatiga;

¡bebed dolor en ellas, flautistas de Bizancio, que amais pulir el dáctilo al son de las cadenas; sólo esos ojos pueden deciros el cansancio de un mundo que agoniza sin sangre entre las venas!

¡Oh artistas! ¡Oh camellos de la Llanura vasta que vais llevando a cuestas el sacro Monolito! ¡tristes de Esfinge! ¡novios de la Palmera casta! ¡Sólo calmais vosotros la sed de lo infinito!

¿Qué pueden los ceñudos? ¿Qué logran las melenas de las zarpadas tribus cuando la sed oprime? Sólo el poeta es lago sobre este mar de arenas, sólo su arteria rota la Humanidad redime.

Se pierde ya a lo lejos la errante caravana, dejándome—camello que cabalgó el Excidio...— ¡cómo buscar sus huellas, al sol de la mañana, entre las ondas grises de lóbrego fastidio!

Page 261: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 247

No! buscaré dos ojos que he visto, fuente pura hoy a mi labio exhausta, y aguardaré paciente hasta que suelta en hilos de mística dulzura refresque las entrañas del lírico doliente;

y si a mi lado cruza la sorda muchedumbre mientras el vago fondo de esas pupilas miro, dirá que vió un camello con honda pesadumbre, mirando silencioso dos fuentes de zafiro...

Ella Sumida entre la lógrega cantera

de mi cerebro calcinado—pura como el diamante entre el carbón—fulgura su faz, como la ví por vez primera.

Y cual rendido lapidario, espera mi amor, ciña la humilde vestidura en que hoy envuelvo su ideal figura de artista, de mujer y de hechicera.

Si algo palpita en este libro—gota de agua en el arenal—si deja huella y consigue ligar una alma rota;

si desgarra las sombras la centella de un verso, luz que en el olvido flota, es su lejana irradiación, es Ella!

Homero Hasta el Olimpo que la Tierra llora

subió de tu cantar la melodía, volando en el crepúsculo del día con voz que a Grecia de laurel decora.

Page 262: Parnaso Colombiano

248 PARNASO COLOMBIANO

Avido fuego que la mies devora, suelta de Aquiles la pasión bravia, y los ojos de Eurímaco vidria la saeta de Ulises vengadora.

Es un invierno tu cabeza. Mancha un piélago de sombras el camino que el ritmo puro de tu canto llena;

verde corona tu perfil ensancha, y vas—manso cantor de lo divino— asido al brazo mórbido de Helena...

Decadencia En el paterno muro, condenada

de avaro olvido a la venganza muda, al cordón polvoriento que le anuda se enreda la panoplia abandonada.

Largo reposo aletargó la espada y el casco viejo de cimera ruda; lima el tiempo la daga que, desnuda, contuvo al paladín de sien crinada.

¡Pasó la noble estirpe! El hijo enclenque trueca en establos lo que fué palenque, las hojas de Damasco en asadores.

Y vé impasible—pues luchar no pudo— caer deshecho el abollado escudo del orín a los tajos vencedores!

Page 263: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Caballeros teutones De heroico siglo en apartado día

cruzaba una pareja de teutones por las llanuras de la vieja Hungría, olvidados con noble bizarría de escudos, capacetes y trotones.

Tan solo a sus cinturas eslabona pesado anillo la marcial tizona que a sus puños de acero confió el rito: bajo el limpio metal que la aprisiona no ha turbado sus sueños el delito.

Ni en baja lid con la mesnada oscura jamás melló sus filos tajadores, ni de su temple y su virtud segura se abatió nunca a combatir la impura falange de malsines y traidores.

Zurda banda de pillos y gañanes con la pareja solitaria cierra, que entre la grita audaz de los rufianes y al golpe de sus toscos guayacanes, en sangre moja la manchada tierra.

A destrizar la sórdida gavilla bastaba la teutónica cuchilla; pero la ley caballeresca manda perecer sin defensa en la demanda antes que herir a gentes de trahilla.

Lustre consigan los honrados fueros, de la altivez al generoso brote: a estilo de los bravos caballeros prefiramos caer bajo el garrote a mancillar los ínclitos aceros!

249

Page 264: Parnaso Colombiano

250 PARNASO COLOMBIANO

Cigüeñas blancas Cicoria pietatis cultrix

PETRONIO

De cigüeñas la tímida bandada, recogiendo las alas blandamente, paró sobre la torre abandonada a la luz del crepúsculo muriente; hora en que el Mago de feliz paleta vierte bajo la cúpula radiante pálidos tintes de fugaz violeta que riza con su soplo el aura errante.

Esas aves me inquietan; en el alma reconstruyen mis rotas alegrías; evocan en mi espíritu la calma, la augusta calma de mejores días.

Afrenta la negrura de sus ojos al abenuz de tonos encendidos y van los picos de matices rojos a sus gargantas de alabastro, unidos. Vago signo de mística tristeza

es el perfil de su sedoso flanco, que evoca cuando el sol se despereza, las lentas agonías de lo blanco.

Con la veste de mágica blancura, con el talle de lánguido diseño, semeja en el espacio su figura el pálido estandarte del ensueño.

Y si huyendo la garra que le asecha, el ala encoge, la cabeza extiende,

Page 265: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 251

parece un arco de rojiza flecha que oculta mano en el espacio tiende.

A los fulgores de sidérea lumbre, en el vaivén de su cansado vuelo, fingen, bajo la cóncava techumbre, bacantes del azul ébrias de cielo...

'Esas aves me inquietan; en el alma reconstruyen mis rotas alegrías; evocan en mi espíritu la calma, la augusta calma de mejores días.

Y restauro del mundo los abriles que ya no volverán, horas risueñas en que ligó sus ansias juveniles al lento crotorar de las cigüeñas.

Ora dejando las heladas brumas a Grecia piden su dorado asilo; ora baten el ampo de sus plumas en las fangosas márgenes del Nilo.

Ya en el Lacio las cármenes de Oriente olvidan con sus lagos y palmares para velar en éxtasis ardiente al Dios de la piedad en sus altares.

Y junto al numen que el romano adora abre las alas de inviolada nieve; en muda admiración, hora tras hora, ni canta, ni respira, ni se mueve.

Esas aves me inquietan; en el alma reconstruyen mis rotas alegrías; evocan en mi espíritu la calma, la augusta calma de mejores días.

Símbolo fiel de artística locura, arrastraran mi sueño eternamente con sus remos que azotan las alturas,

Page 266: Parnaso Colombiano

252 PARNASO COLOMBIANO

con sus ojos que buscan el Oriente. Ellas, como la tribu desolada

que boga hacia el país de la Quimera, atraviesan en mística bandada en busca de amorosa Primavera;

y no ven, cual los pálidos cantores— más allá de los agrios arenales — gélidos musgos en lugar de flores y en vez de Abril, las noches invernales.

Encanecida raza de proscritos, la sien quemada por divino sello: náufragos que perecen dando gritos entre faros de fúlgido destello.

Si pudiesen, asidos de tu manto, ir, en las torres a labrar el nido; si curase la llaga de su canto el pensamiento de futuro olvido;

ah! si supiesen que el soñado verso, el verso de oro que les dé la palma y conquiste, vibrando, el Universo, oculto muere sin salir del alma!

Cantar, soñar... conmovedor delirio, deleite para el vulgo; amargas penas a que nadie responde; atroz martirio de Petronio cortándose las venas...

Oh, Poetas! Enfermos escultores que hacen la forma con esmero pulcro, y consumen los prístinos albores cincelando su lóbrego sepulcro!

Aves que arrebatais mi pensamiento al limbo de las formas; divo soplo traiga desde vosotras manso viento a consagrar los filos de mi escoplo:

Page 267: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 253

amo los vates de felina zarpa que acendran en sus filtros amargura, y, lívido corcel, mueven el arpa, a la histérica voz de su locura.

Dadme el verso pulido en alabastro, que rígido y exangüe, como el ciego, mira sin ojos para ver: un astro de blanda luz cual cinerario fuego.

Busco las rimas en dorada lluvia; chispa, fuentes, cascada, lagos, ola! ¡quiero el soneto cual león de Nubia: de ancha cabeza y resonante cola!

Como el oso nostálgico y ceñudo, de ojos dolientes y velludas garras, que miran sin cesar el techo mudo entre la cárcel de redondas barras,

esperando que salte la techumbre y luz del cielo su pestaña toque; con el delirio de subir la cumbre y de flotar en el nevado bloque:

del fondo de mi lóbrega morada, coronado de eneldo soporoso, turbia la vista, en el azul clavada, alimento mis sueños, como el oso;

y digo al veros de mi reja inmota, pájaros pensativos de albas pennas: ¡quién pudiera volar a donde brota la sabia de tus mármoles, Atenas!

De cigüeñas la tímida bandada, desplegando las alas blandamente, voló desde la torre abandonada a la luz del crepúsculo naciente,

Page 268: Parnaso Colombiano

254 PARNASO COLOMBIANO

y saludó con triste algarabía el perezoso despertar del día; y al esfumarse en el confín del cielo, palideció la bóveda sombría con la blanca fatiga de su vuelo...

En el Circo (Fragmento de un poema)

Corpora Sanctorum in pace sepulta sun: et vivent nomina eorum in œternum.

OFIC AECLES.

I

Como una roca gigantesca empina el Circo de Nerón la frente oscura a coronar la plácida colina donde el César divierte su locura.

No finge ya la lumbre del Poniente vasto incendio de Cúpulas lejanas: han bajado las sombras lentamente a cobijar las águilas romanas.

Gasas de claridad amarillenta la luna tiende por el Circo mudo, de pálido matiz un friso argenta, pone toques de luz sobre un escudo;

en el árido polvo del combate, donde reposa la falange inerte, como una lluvia de piedad se abate y acaricia los siervos de la Muerte,

Page 269: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 255

que a deleitar del pueblo los antojos y del César los bárbaros sentidos, fueron—en el azul puesto los ojos— cual rubio trigo del Señor, molidos!

Allí, bajo las sañas de las fieras, la doncella sin par, el blondo niño confundieron rizadas cabelleras y frescas manos de color de armiño;

¿quién los conocerá? De sus bellezas no queda rastro: zarpas de leones deshojaron la flor de sus cabezas, y el cuervo devoró sus corazones.

Ellos, sobre las húmedas arenas, sin un ay! de dolor que lo denigre, entregaron sus carnes a las hienas, al taimado chacal y al ágil tigre,

que meneando la felpuda cola divagan entre lívidos despojos, bajo el rayo lunar que tornasola la hirsuta piel de sus hocicos rojos.

Cómo se desperezan anhelantes, cansados de matar, en sangre tintos! cómo bullen sus ojos coruscantes! cómo afilan sus garras en los plintos!

Vierte la herida cálidos torrentes de savia que los urge, los provoca: relámpago de esmalte son sus dientes entre el joyel de la purpúrea boca!...

Page 270: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Gasas de claridad amarillenta la luna tiende por el Circo mudo, de pálido matiz un friso argenta, pone toques de luz sobre un escudo,

y en el árido polvo del combate donde reposa la falange inerte, como una lluvia de piedad se abate y acaricia los siervos de la muerte...

Como cisnes alígeros que el vuelo gusten posar en lóbrega barranca, súbito al Circo descendió del Cielo una falange luminosa y blanca:

A sus vuelos, filosa dentadura mostró un chacal y preparóse listo a destrizar la cándida figura de los esbeltos ángeles de Cristo,

que apagando las alas refulgentes, con un mirar de dioses afligidos, inclinaron el ampo de sus frentes para besar los mártires caídos!

IV

Duermes Nerón en tu Palacio. El Tibre bate sobre el peñón su onda revuelta... duermes, Nerón, en tu Palacio. Libre vives, oh Furia coronada y suelta!

Pasto de tu furor, romano y libio humedecen en sangre las arenas, y entre su baño perfumado y tibio te da Petronio el jugo de sus venas.

256

Page 271: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

A los arrullos de tu blanda orquesta riges, vinoso, con sedeñas bridas tu carro de marfil por la floresta que esclareces con carnes encendidas;

y del tallado torreón que asoma, coronado de musgos y retamas, contempla como se deshace Roma en un piélago cárdeno de llamas.

Das al áura tu dáctilo severo o los sonidos de tu roja flauta, y recitas exámetros de Homero sobre el pavor de la ciudad incauta.

Si derramas el ánfora sangrienta en los festines del Palacio de Oro, para limpiar el lodo de tu afrenta te arrulla de lisonjas dulce coro.

Y en el silencio de la noche adusta acaricias las sierpes de tu seno, o ensayas en presencia de Locusta el sumo roedor de su veneno!

Triunfa tus modos en la griega danza!, pides lauros de histrión y de poeta, en el carro triunfal que nadie alcanza partes cantando a conquistar la meta!

Y al furioso rodar de la cuadriga, que lleva con fragor tu mole hercúlea, como a dios, como a bardo, como a auriga te da sus himnos la ciudad Romulea...

En los blandos plumones del triclinio te sorprendes, oh nieto de la Loba! con el hórrido acento de exterminio que a las delicias del amor te roba:

17

257

Page 272: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Te han vencido, Nerón! Sobre tu solio como un alud la Galia se desploma; de las cimas del viejo Capitolio han volado las águilas de Roma!

Huyes... En alto vengador acero, pisan tus huellas ávidos tropeles, van a herirte, y exclamas con Homero: «¡ya escucho el galopar de sus corceles!»

Sabes morir como el artista sabe! al desaparecer del Universo, antes que el ritmo de tu voz acabe amas de Helenia recordar un verso!

Vencido y muerto estás! En el Teatro mil doncellas matizan las coronas para tu sien. El loco Anfiteatro te espera con sus jaulas de leonas!

Esas venas que abrieron a raudales tus arrebatos de furor no visto, fecundaron los místicos rosales de los nimbados mártires de Cristo!

Te ha vencido la tímida figura que en el sangriento fondo del estadio burló con risa angelical y pura los filos tajadores de tu gladio!

Ella, la virgen de menudo porte y azules ojos de mirar risueño, traída de los ámbitos del Norte para festín del sanguinario dueño,

buscó la Cruz, oró sobre las tumbas de Saulo, de Simón y de Evaristo, y en la noche de negras catacumbas dijo frases de amor a Jesucristo.

258

Page 273: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 259

Siguiendo en pos de la legión proscripta, contembló dibujar con ruda mano sobre la tosca piedra de la cripta, la paloma, o el pez o el Océano,

que pregonan, cual símbolos del Cielo, inocencia, piedad, sabiduría: todo cuanto de aquí levanta el vuelo en busca de quietud o de armonía.

Se dobló bajo el hacha como un lirio! y con dulce balido lastimero, sobre la tibia sangre del martirio llegó a balar el pálido Cordero...!

¡Oh hueste de sangrientos justadores!, contra el rudo molar de los felinos, rompisteis vuestra cárcel de dolores, para beber los hálitos divinos!

* * *

Gasas de claridad amarillenta la luna tiende por el Circo mudo, de pálido matiz un friso argenta, pone toques de luz sobre un escudo,

y en el árido polvo del combate, donde reposa la falange inerte, como una lluvia de piedad se abate y acaricia los siervos de la Muerte,

que a deleitar del pueblo los antojos, y del César los bárbaros sentidos, fueron—en el azul puesto los ojos— cual rubio trigo del Señor, molido!

Page 274: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Los mártires del Circo silencioso donde no crecen victoriosas palmas, donde asalta la duda como un oso, esperemos!... un grito poderoso vendrá del Cielo a confortar las almas!

260

Page 275: Parnaso Colombiano

EDMUNDO VELÁZQUEZ

Elogio del agua I

Es dulce, es mansa, es frágil y de gracia está llena; tiene claras miradas y en ensueños se abisma; y es cual una muchacha que en su inconsciencia misma llorara a un tiempo y riera de ventura y de pena.

Muestra sus senos albos y al pudor es ajena siendo casta; se enjoya por la virtud del prisma cuando el sol la traspasa y tiene ese carisma de ser a todas horas cordial, sencilla y buena.

Sufre, padece y gime cuando es aprisionada y en los cántaros duerme; sufre porque la aurora le roba sus estrellas... Y en la noche callada,

Al resudar en gotas, brillante y dolorida del tinajón de barro, se percibe que llora como una Magdalena sensual y arrepentida.

II

EN LA FUENTE.

Su lírica voz tiene claros timbres de plata; al salir por las gárgolas canta un antifonario;

Page 276: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

y evoca a la distancia su murmullo, el rosario que a media voz rezara una sor timorata.

EN EL LAGO.

Absorve suavemente el ocre y escarlata de los amaneceres; es fugaz relicario del vuelo de las aves, y con niveo sudario de impalpables neblinas discreta se recata.

EN EL MAR. A las ondas saladas corre a purificarse;

lleva hacia el mar el verde y el azul recogidos del cielo y de los bosques cautos en reflejarse.

EN LA TIERRA. Y tras sus mutaciones, en la tierra serena

descansa de sus éxodos largos y doloridos para surgir acaso más humilde y más buena.

La canción de las cigarras Una canción monocorde

cantan las viejas cigarras, viejas como mi tristeza, honda, incansable y amarga.

Cantan la siesta y las flores con una acerba nostalgia, cantan el mes de María en las notas de su escala.

Canta el viento, canta el río, cantan las viejas cigarras, y una canción entretejen triste, monótona y larga.

262

Page 277: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

En sus cantos uniformes pasa fugaz toda el alma de nuestra progenie, y hay las tristezas de una raza.

De la mañana a la tarde las mismas notas desgranan, y cuando el sol se ha fugado callan... callan...

Permanecen once meses sin prodigar sus cantatas, y envueltas en el misterio ocultan sus viejas plantas.

* * *

Con insinuación de seda la tarde en silencio avanza; hay una paz infinita en las cosas y en las almas.

En el arroyo cercano fulge una estrella de plata, cual un azahar que flota sobre el cristal de las aguas.

Y enamoradas fervientes de aquella estrella argentada, en el álamo frondoso cantan las viejas cigarras

la serenata unicorde que tienen sus viejas gamas, viejas como mi tristeza, honda, incansable y amarga.

263

Page 278: Parnaso Colombiano

264 PARNASO COLOMBIANO

Medalla Tengo sed y no calmas mis antojos;

estoy cansado y lucho sin embargo; dame a ver la fontana de tus ojos y sácame, por Dios, de este letargo.

En mis alcores cumpliré de hinojos tus mandatos, sultana de mi amargo padecer, y haré artísticos manojos con tu cabello perfumado y largo.

Te llevaré a mis úberes montañas, donde salta la fuente entre espadañas y entona sus preludios halagüeños

el mirlo parlanchín, y en mi ufaneza, acuñaré el perfil de tu cabeza en la medalla azul de mis ensueños.

Encantamiento de ensueño Aún bordo mi vida de ensueños triunfales

con los áureos hilos de las ilusiones, y vibran en mi alma los cuentos triviales de duendes y hadas y enormes tritones.

Evoca en mi espíritu la voz ya cascada de la noble abuela o de la nodriza, el tiempo lejano de esa edad pasada que un casto reinado feliz simboliza.

La vida y sus duelos jamás han podido despojar mi mente de ese hechizo amable que adquiere prestigio salvando el olvido.

Y es Caperucita princesa gallarda, Barba Azul un ogro fiero y detestable y Blanca de Nieve la novia que aun tarda.

Page 279: Parnaso Colombiano

SAMUEL VELAZQUEZ

Piedras finas Una tarde contemplaba Jesucristo en honda calma

el legado de colores con que el sol se despedía; y en el místico remanso de sus ojos, hechos de alma, paz de gloria, como un cisne melancólico dormía.

De repente, de entre un soto de rosales enflorados, salió espléndida hermosura, sueño ardiente del deseo, y acercándose al Maestro con los ojos inclinados: —Quiero hablarte aquí,—le dijo,—cariñoso Galileo.

¿Por qué, dime, no me has dado blondas, gasas y co­­llares

con que ornar mi suelto talle,que es la obra de Tí mismo? El coral mojado en sangre nada vale entre los mares, tiene el buzo que sacarlo de entre el seno del abismo.

Tú las alas emplumaste previsivo para el viento; sin estrellas fuera el fondo de la noche mudo y triste; para el alma un Paraíso, para todo un complemento, sólo viuda me dejaste la belleza que me diste.

Tengo sed, pero no hay agua; no tengo hambre, y hay [panales;

soy hermosa, y ando sola como errante procelaria. Dame, oh Cristo, por tu nombre, piedras finas y cenda-de albas telas que realcen mi belleza solitaria. [les

Page 280: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

— Esmaltar la luz pretendes, ¿quién la faz del sol aviva? Eres fuerza, y me la pides; mas, si quieres soy contigo: voy a darte los collares que cintilan allá arriba, y a cambiar mi azul eterno por los trapos de mendigo.

Y más tarde, cuando Cristo se plegaba en su grandeza, como una ala blanca y ágil por el buitre sorprendida, la hermosura con nostalgia de fulgores y riqueza, a los pies del Dios exangüe suplicando está rendida.

—¿Eres Dios o eres un hombre que mi fe engañó co-[barde?

De Jesús una amargura no brotó para el reproche. —¡Pobre niña! Si no quiere todo el oro de la tarde y los fúlgidos diamantes que le mando con la noche.

Será rica, tendrá joyas: pondré fin a su tormento. Sueño vano que la matas, ven con ella a recogerlas. Y las lágrimas de Cristo se tornaron al momento en reguero misterioso de azuladas, albas perlas.

A la vez, por los carmines del crepúsculo incendiada, tibia sangre que brotaba de la flor de una ancha herida, de rubíes, como dientes de magnífica granada, coronaba la cabeza de la hermosa sorprendida.

Y era rica, y sus hermanos con ferviente idolatría admiraban sus encantos a la lumbre del tesoro. —Pieles rubias, lino blanco,—temblorosas se decía;— Cristo amado, lo más dulce que tú hiciste ha sido el oro.

Las pasiones florecidas en radiante primavera; el deseo, como un cuerpo que destaca en la neblina; y la hermosa vacilante como lánguida palmera que entre ráfagas celosas su altivez de diosa inclina.

Y llegó la Hora negra, y al quitarse de la frente el cordón de piedras regias que Jesús le diera un día, se deshizo entre sus manos, otra vez, en llanto ardiente y en bermeja ola de sangre que su blanco pie teñía.

266

Page 281: Parnaso Colombiano

JOSÉ IGNACIO VERNAZA

La tarde Ha llegado la tarde con su manto de grana,

y ante su faz radiosa todo calla y se inclina; ha detenido el paso sobre la azul colina y alza el valle fecundo su melódica hosana.

Su trono el sol le ofrenda, y ante la Soberana se envuelve entre celajes de lumbre vespertina; la gran tristeza rompe su dulce sonatina y el arpa de las sombras sus cánticos desgrana.

Se aleja ya la tarde... Un crepúsculo de oro, entre nubes de nácar, ciñe el más alto monte de la gran cordillera; y mientras que el sonoro

cristal de un himno vago en las ramas empieza, la tarde, santamente recata su belleza tras un lago de sombras que llenó el horizonte.

Años Año que te acercas,

año que te vas ¿qué será de un alma si soñando está?

Page 282: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Lumbre de los años que vieron morir tantas primaveras tanto sonreír; lumbre de los años que vieron pasar las generaciones por el ancho mar, ¿qué será de mi alma si soñando está, hacia dónde el rumbo vago seguirá?

Año que te acercas ligero y jovial, incircuncidado cordero pascual, yo te ofrendo un canto lleno de virtud, brindo por la vida, bebo a tu salud!

Y año que te alejas cual un sepulcral viejo anacoreta que lleva un ritual, oye cómo vibra mi extraña canción, al grito que lanza la circuncisión.

268

Page 283: Parnaso Colombiano

CARLOS VILLAFAÑA

Al Amor de la lumbre Los dos en el diván. La bien amada

a la luz amorosa del bombillo enreda con su mano delicada las hebras de un encaje de bolillo.

Ojos como cocuyos, encendidos al margen de mis éxodos inciertos, ojos claros así... medio dormidos y otras veces así... medio despiertos.

Alma de una eucarística blancura que de un vino feliz mi copa llena, y una voz tan armónica y serena cual de la roca el hilo de agua pura.

Ojos que se vinculan a mi vida como dos esperanzas a una pena y cabellera undívaga partida sobre la tibia frente de azucena.

Mientras su mano de jazmín labora la complicada urdimbre del encaje mi ilusión, en la calma de la hora, hace al redor de Doña Inés un viaje.

Page 284: Parnaso Colombiano

270 PARNASO COLOMBIANO

Banalidad de todos los amores, la misma juvenil palabrería, pero en el corazón las mismas flores abiertas a las ráfagas del día.

«¿Me has pensado?» de golpe le pregunto y ella con esos ojos pensativos pone a tan delicado y serio asunto una serie de puntos suspensivos.

Las nueve dan en el reloj. La noche está como de endrina y de zafiro y apenas vibra el cascabel de un coche que cruza el barrio en angustioso giro.

Y el trovador que su ventura hermana al ensueño, en la noche y en el dia, dice en férvida rima castellana: Señora Doña Inés, hasta mañana, Señora Doña Inés del alma mía...

Ingenuidades tristes Corazón: estás triste, ya anochece

en la quietud de tu jardín desierto, y tu tic-tac monótono parece el golpe postrimero que alguien diese con un martillo en el cajón de un muerto.

Triste estarás y sin ventura. En vano buscas en su recuerdo un alborozo que a tu negra orfandad tienda la mano; ya en tu pobre sendero, antes ufano, sólo vibran los ecos de un sollozo.

Hace ya muchos días (lentos días que me llenan de lágrimas) florece

Page 285: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 271

su belleza en ignotas lejanías, mientras como una tarde se obscurece la llama que encendió mis alegrías.

Corazón: perfumado como un huerto está el recuerdo con que tú te alegras; por eso eres tal vez reloj despierto que sólo marca con su dedo experto la fuga tarda de mis horas negras.

Corazón: hay tristezas en la vida que se acrecen así como la sombra de la ceiba gentil a la caída del sol, cuando su copa florecida traza del llano en la serena alfombra.

Sólo estarás; su trágica esperanza la suerte huraña contra tí revuelve; ya tu esperanza a declinar empieza, y es tu tristeza aciaga, la tristeza del que ha esperado lo que nunca vuelve.

Corazón, sólo estás; se apaga el día en el confín de tu camino incierto; honda es tu soledad, y se diría que las voces de tu melancolía la lloran como si se hubiera muerto.

Poemas ligeros EL AMOR DE LA VIDA

Hombre, vaso de frágil contextura, te ciñes a la vida? Eres un loco! no sabes que la vida de amargura te colma y de tristeza, poco a poco!

Page 286: Parnaso Colombiano

272 PARNASO COLOMBIANO

Y que una vez a tu pesar colmada de hiel y de dolor la humana copa una tiniebla trágica te arropa, una verdad auténtica: la nada.

Un amor, una flor, quizá una rosa de paz busca tu frente peregrina y al buscar el amor no hagas tal cosa y si encuentras la flor coges la espina.

Quieres vivir y a tu vivir te enyugas, imbécil ¡ya verás por qué te afanas, la cabeza poblándose de canas y la frente llenándose de arrugas!

Mejor que envejecer, mejor que todo, deshojarse en el soplo de una brisa, y ya en la paz del último acomodo ser germen y ser tierra y ser ceniza!

LA SÍNTESIS

Hombre, sombra fugaz; desde que naces principias a llorar y sube y baja tu corriente interior y esta es la síntesis: llanto, pena, dolor, cirio y mortaja.

NO MARCAR LA TIERRA

Cuando se vaya el tren que a nadie deja y que al valle mortal no vuelve más, sobre el polvo que cubre al que sé aleja, no vayáis ni por señas a clavar una cruz: ¡para qué marcar la tierra si nadie aquella tierra ha de buscar!

Page 287: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

LAS HORAS QUE PASAN

El reloj que mis ámbitos abarca es un ánima en pena; noche y día todas las horas de la vida marca, pero nunca jamás marca la mía. A la tarde, a la noche o a la aurora lo oigo gemir con doloroso ahinco junto a mí y escuchándolo me quedo cual si oyera llover: me importa un bledo, si para mí no ha de marcar la hora bien puede dar las doce o dar las cinco.

MUJER, CALOR, AMOR

Mujer, vaso de amor y de veneno que intoxicas mis nervios: soy contigo y por tí seré salvo y seré bueno, si me da la blancura de tu seno calor para mi espíritu mendigo.

EMOCIÓN DE LA TARDE

El agua está tranquila entre el verdor unánime del llano y en el agua fantástica destila su tristeza el crepúsculo lejano.

Roja tarde de estío, encendida de luz como una fragua, en el monte sombrío y en la quietud especular del agua.

18

273

Page 288: Parnaso Colombiano

274 PARNASO COLOMBIANO

Hay una garza efímera en la orilla del cristal cinegético, una estrofa de plumas blancas que en la tarde brilla y que en la misma tarde filosofa.

La entraña de la ciénaga que arde al sol viste de seda y terciopelo; la seda lapizlázuli del cielo y el terciopelo rojo de la tarde.

Y mientras el paisaje va borrando sus tonos en el gris de la penumbra, pasa un rumor muy blando que a una paz infinita el alma encumbra.

Es que a lo lejos vibra la campana del Angelus y vibra de tal suerte que, oyéndola el espíritu, desgrana su rosario en la vida y en la muerte.

Page 289: Parnaso Colombiano

ALFONSO VILLEGAS ARANGO

Rondel Impalpable mariposa

es mi númen de cantor, que de la luna al fulgor nació en un cáliz de rosa.

Con vaguedad misteriosa, con dulce esquivo temor, ¡vuela, vuela a mi redor, impalpable mariposa!

No busques en mí al cantor de inspiración ardorosa; mis versos son el rumor que deja a mi rededor la impalpable mariposa.

Page 290: Parnaso Colombiano

EPILOGO

Mi amistad con un notable escritor y poeta bogota­no, Alfredo Gómez Jaime, a quien llegué a tratar mucho durante su permanencia en Madrid, los años de 1907 y 1908—donde desempeñaba un cargo diplomático—me hizo conocer bastante la literatura colombiana contem­poránea, y en particular la poesía de ese país, de la que ya anteriormente había oído hablar con gran elogio, pues sus cultivadores, a pesar de que no son amigos del «re­clamo»—como dice muy acertadamente el Dr. Gómez Restrepo—han conquistado siempre justa fama y se han distinguido entre los de los demás países hispanoameri­canos.

Ese conocimiento de la poesía colombiana -que ad­quirí gracias a la amistad con Gómez Jaime—me suge-rió la idea de publicar un «Parnaso Colombiano»,en don­de habrían de figurar los contemporáneos, ya que ten­dría que ser este libro una continuación de la «Antolo­gía Colombiana» publicada por D. Emiliano Isaza (1) hace algunos años.

A emprender la tarea proyectada me animaron, prin-

(1) Edición de la Casa Viuda de C.-Bouret.—París.

Page 291: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 277

cipalmente, aquel citado compañero, Gómez Jaime, y otro colombiano entusiasta, D. Hernando Martínez, que residía entonces en Barcelona y acababa de publicar la primera edición de las poesías del malogrado e inmor­tal José Asunción Silva. Los dos se ofrecieron amable­mente a secundar mi idea, facilitándome trabajos de los principales autores del país, los que se irían uniendo a los que yo consiguiese con mis investigaciones, para for­mar la obra, hasta que quedase lo más completa y selec­cionada que fuera posible.

Acepté con gusto lo que se me brindaba tan galan­temente y me puse a laborar sobre el asunto; pero bien pronto tuve que interrumpir y aplazar mi tarea, pues al poco tiempo de emprendida, regresaron a Colombia am­bos amigos, cuya colaboración me era tan necesaria al comenzar mi trabajo.

Hernando Martínez y Gómez Jaime me enviaron composiciones de algunos poetas notables; pero éstas y las que yo había conseguido reunir eran insuficientes pa­ra formar el florilegio como lo había imaginado y cuyo plan también habíame trazado de antemano.

Nuevo aplazamiento forzoso y otras muchas ocupa­ciones, unido a mi cambio de residencia—pues yo en­tonces vivía en Zaragoza, en donde tenía el honor de re­presentar consularmentea Colombia—me hicieron aban­donar por entonces mi idea, con tanto interés y afecto comenzada, la que tendría que emprender más adelante, con la calma y paciencia que requiere esta clase de tra­bajos.

Seis años después de mi proyecto, voy, al fin, a pu­blicar el «Parnaso Colombiano». Bien sé que aparece con gran retraso, pero ello ha sido por causas agenas a mi voluntad; que no son pocos los inconvenientes que

Page 292: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

hay que vencer hasta dar a la estampa una obra de esta índole, cuando ha de irse formando a tan gran distancia del país de donde han de obtenerse los datos que se ne­cesitan, los que han de conseguirse a fuerza de tiempo, indagaciones y contínua correspondencia.

A pesar de esto (y no para dar a mi trabajo un mé­rito del que carece en absoluto, sino para que se pue­da formar idea de lo que es llevar a cabo una recopila­ción de esta índole), debo confesar que no me ha sido posible, después de todos mis esfuerzos y gestiones, en­contrar trabajos de varios de los poetas que cita el Doc­tor Gómez Restrepo en el prólogo de este libro y que son: Bernardo Caicedo, Victor, Manuel José y Antonio Caro—hijos del célebre poeta Miguel Antonio Caro, de inolvidable memoria,—Alberto Carvajal, Vicente Casas, Francisco A. Gutiérrez, Abel Marín, Anibal Montoya Canal, Eduardo Talero, Carlos Núñez, Carlos Tirado Macias y Aquilino Villegas.

Tampoco—a pesar de mis pesquisas—me ha sido po­sible hallar algunas de las mejores composiciones de ca­da poeta, varias de las cuales cita el prologuista de este libro como verdaderos modelos, al hablar de sus auto­res; habiendo tenido que incorporar, en su lugar, otras inferiores.

Por estas explicaciones, que yo hago gustoso, para que se juzgue mi buen deseo al confeccionar este flori­legio, espero que el lector ha de concederme su bene­volencia, siquiera sea por la buena intención que me ha guiado; esperando también su indulgencia con respecto a aquellas omisiones involuntarias en que haya podido incurrir y por otras faltas que encuentre en el transcur­so del libro, que serán sin duda muchas, porque no hay obra perfecta y con mayor razón portratarse de obra mía.

278

Page 293: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 279

Como mi objeto era sólo el dar una continuación de la «Antología» del Sr. Isaza, incluyendo únicamente en el volumen a los autores contemporáneos sobrevivien­tes, me he visto obligado a excluir al gran Silva—cuyo nombre enaltece a toda la lírica hispanoamericana—y a otros recordados poetas, también muy notables, entre ellos Carlos Arturo Torres, Joaquín González Camar­go, Eduardo Ortega, Ernesto León Gómez y Ruben Mogollón Carrizosa, fallecido recientemente.

Y antes de terminar, me es muy grato expresar mi gratitud a los señores Antonio Gómez Restrepo, Alfredo Gómez Jaime, José M. Pérez Sarmiento y Hernando Martínez, por la atención que han tenido conmigo, pro­porcionándome algunas de las composiciones que figu­ran en esta obra, con cuya publicación he llegado a rea­lizar uno de mis más fervientes deseos, al mismo tiempo que rindo un homenaje de simpatía a mis eximios com­pañeros los poetas colombianos, y a Colombia, país que aprendí a querer desde muy pequeño y al que siempre he tenido y tendré entre mis más altas y grandes admi­raciones.

EDUARDO DE ORY. Cádiz: 20—4—914.

Page 294: Parnaso Colombiano

INDICE Páginas

DEDICATORIA 5 PRÓLOGO 7 JAVIER ACOSTA

Himno a la mañana 29 ENRIQUE ALVAREZ HENAO

La abeja 31 Los tres ladrones 31 Diamante negro 32 Gota de agua 33 Gaspar y Lucía 33 La casa solariega 34

JULIO CÉSAR ARCE Desde la playa 35

ISMAEL ENRIQUE ARCINIEGAS En Colonia 33 Su alcoba 41 Su corsé 42 Leyendo 43 El niño y la estrella 45

DANIEL ARIAS ARGAEZ Tus cartas 46

FERNANDO E. BAENA ¡Salve Colombia! . . . . . 4 7

FRANCISCO ANTONIO BALCÁZAR Triduo romántico 50

DANIEL BAYONA POSADA Juanita 53

JORGE BAYONA POSADA Copa vacía 55 Cinematógrafo 56 Ave María 56 Reconciliación 57 Pupilas. 58

Page 295: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 281

Páginas JOSÉ L. BETANCOURT

Nieves 59 FEDERICO BRAVO

La bogotana 62 Ensueños 62 Gentil recuerdo 64

JUAN DE DIOS BRAVO AI Bolívar de Fremiet 65 Epitafio 66

MANUEL BRICEÑO Por mi madre 67

J. B. CAMARGO El culto de la tristeza 69

ANTONIO J. CANO Sendero de llanto 70

LUIS ALEJANDRO CARO La noche 72

MANUEL A. CARVAJAL A Jesucristo 75 La tristeza del solitario 75 Dulzura del recuerdo 77

JOSÉ JOAQUÍN CASAS A los ausentes 79

EDUARDO CASTILLO Almas afines 80 Aria suave 81 Campanas de Provenza 81

GUSTAVO DEL CASTILLO Ausencias 83 Para tus ojos y tus manos 84

ANGEL MARÍA CÉSPEDES Otoño . 85 Ella 86 Hoy... duerme 86 El volcán 86 Nevando 87 Lejanía 87

VÍCTOR J. CORREDOR Ante el coloso 89

Page 296: Parnaso Colombiano

282 PARNASO COLOMBIANO

Páginas MARTÍN H. CORTÉS

La risa que llega 91 JORGE ARTURO DELGADO

Oración del romero 93 EDUARDO ECHEVARRÍA

Estrofas 95 RAFAEL ESCOBAR ROA

Ideales 97 ENRIQUE W. FERNÁNDEZ

Ultratumba 99 JULIO FLÓREZ

Idilio eterno 100 Madrigal 102 L a pedrada . . . 102 Ante una muerta 103 Gotas de ajenjo 104

JULIO C. GAITÁN Por mi sendero 111 La novia de aldea 112

ALFREDO GÓMEZ JAIME Sangre española 114 Rosa mística 116 Silencio 118 Blasón 119 Titánica 119

ANTONIO GÓMEZ RESTREPO A una sevillana 121 Al templo de Neptuno en Pestum . . . 124 Cruzando el San Gotardo 124 Febrero 125 Toledo 125 Dicha perfecta 126 El Generalife 127 Los ojos 128

MAX GRILLO El soneto 129 A Manuel Ugarte 129

HERNANDO HOLGUÍN Y CARO El día del Corpus 132 El Valle del Cauca 134

Page 297: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO 283

Páginas J. B. JARAMILLO MEZA

Los bueyes 137 ADOLFO LEÓN GÓMEZ

Nuestros nombres 138 VÍCTOR M. LONDOÑO

En la muerte de José A. Silva . . . . 139 Paisaje 140 Esperanza . .' 141 En el puesto de guardia 141 Paisaje ilusorio 142

EDUARDO LÓPEZ El coclí 144

ISMAEL LÓPEZ (Cornelio Hispano) Noche blanca 145

LUIS C. LÓPEZ Hongos de la Riba 146 A Basilio 147

ABRAHAM Z. LÓPEZ PENHA Citerea 148

J. MALDONADO PLATA Gonzalo Jiménez d e Quesada . . . . 149

GUILLERMO MANRIQUE TERÁN Página blanca 157 Bienvenida 158 A la bandera colombiana 160

AURELIO MARTÍNEZ MUTIS A España 162

F. MARTÍNEZ RIVAS Lejanía 170 De entonces 170

JORGE MATEUS La vieja piragua 172 Amor tardío 173 Van los bohemios 174 E n e l viejo jardín d e ternura . . . . 174 La canción prófuga 175

LUIS MARÍA MORA Bajo los robles 177

Page 298: Parnaso Colombiano

284 PARNASO COLOMBIANO

Páginas RUBEN J. MOSQUERA

A Bogotá 179 RICARDO NIETO

El verso alejandrino 182 El regreso 183 Cantos de la noche 184

ANTONIO OTERO HERRERA En la muerte de Caro 185

LUIS CARLOS PÁEZ Parnasianos 186

F. PARDO FUENMAYOR Carmen 187

SANTIAGO PÉREZ TRIANA Vientos del llano 188

RICARDO V. PINZÓN La divina canción • . 191

EDUARDO POSADA La bandera colombiana 192

GUILLERMO POSADA Los cisnes 194 En la Cartuja de Pavía 194

ANTONIO QUIJANO TORRES De mis plegarias 196

JUAN C. RAMÍREZ Niobe 198 Stella Matutina 198

FRANCISCO RESTREPO GÓMEZ La bandera colombiana 200 Balbuceos 202 Tarde de toros 205 Incógnita 206 Embajada 207

J. RESTREPO RIVERA Elegía lírica 208

JOAQUÍN RESTREPO TAMAYO A mi gato 210 Al aviador Bleriot 210 Ante un Crucifijo 211 Cuando ya se alejan 212

Page 299: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

Páginas SANTIAGO RESTREPO

Cinegética . 214 FEDERICO RIVAS FRADE

Ora Pro Nobis 215 La curiara 215

JOSÉ RIVAS GROOT Constelaciones 217

JOSÉ EUSTASIO RIVERA Tierra de promisión 220

CARLOS ROA OSPINA Rima blanca 223

EUSEBIO ROBLEDO El Santo de Asís 224

ALBERTO SÁNCHEZ Idilio de antaño 225 Actualidad triste 227

DELIO SERAVILE El perfume imperecedero 228 Epigrama funerario 228

CLÍMACO SOTO BORDA Venus 230 El último amigo 230 Música lejana 231

EMILIO SUÁREZ MURILLO Mi reloj 233

LUIS TABLANCA Magdalena 234

RICARDO TIRADO MACÍAS Sueño familiar 235 En tu corpiño 235 A Luis II de Baviera 236

DIEGO URIBE Soneto 237 Gritos 237 Ciego 239

FRANCISCO VALENCIA Rosas y violetas 241 Unas palabras 242 El alma acongojada de la chirimía . . . 242

285

Page 300: Parnaso Colombiano

PARNASO COLOMBIANO

GUILLERMO VALENCIA Los camellos . 245 Ella 247 Homero . 247 Decadencia 248 Caballeros teutones 249 Cigüeñas blancas 250 En el circo 254

EDMUNDO VELÁZQUEZ Elogio del agua 261 La canción de las cigarras 262 Medalla 264 Encantamiento de ensueño 264

SAMUEL VELÁZQUEZ Piedras finas 265

JOSÉ IGNACIO VERNAZA . La tarde 267 Años 267

CARLOS VILLAFAÑE Al amor de la lumbre 269 Ingenuidades tristes 270 Poemas ligeros 271

ALFONSO VILLEGAS ARANGO Rondel 275

EPÍLOGO 276 ÍNDICE 280 COLOFÓN 287

286

Page 301: Parnaso Colombiano

ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTA OBRA

EN CÁDIZ EN LA IMPRENTA DE

D. MANUEL ALVAREZ EL DÍA

30 DE ABRIL DEL AÑO

DE MIL NOVECIENTOS

CATORCE

Page 302: Parnaso Colombiano

OBRAS DE EDUARDO DE ORY

Aires de Andalucía. Laureles rosas. La Primavera canta... Bouquet de azucenas. El Pájaro azul. Mariposas de oro. La Musa Nueva (Antología). Desfile de almas (Prosa). Gómez Carrillo (Crítica). Alma de luz. Lo que dicen las campanas. Caravana de ensueños. Mármoles líricos. Parnaso Colombiano.

Page 303: Parnaso Colombiano

ÍNDICE G E N E R A L DE ESTA EDICIÓN

Págs. Eduardo de Ory, divulgador de la poesía colom­

biana, por JUAN GUSTAVO COBO BORDA XIII-XVII

Edición facsimilar 1-288

Page 304: Parnaso Colombiano

SE TERMINÓ DE IMPRIMIR ESTA OBRA, EL

DÍA 2 2 DE DICIEMBRE DE 1 9 9 4 , EN

LA IMPRENTA PATRIÓTICA DEL INSTI­

TUTO CARO Y CUERVO, EN YERBABUENA.

LAVS DEO

Page 305: Parnaso Colombiano