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Johny Isla / Markus Reindel Una tumba Paracas Temprano en Mollake Chico, valle de Palpa, costa sur del Perú Zeitschrift für Archäologie Außereuropäischer Kulturen 1 (2006): 153–182 Introducción Las evidencias relacionadas con la ocupación de la cultura Paracas en los valles de Palpa y Nasca hasta el momento son muy escasas y su pre- sencia, por lo general, sólo ha sido identificada en base a materiales de superficie y muchas veces fuera de contexto. No obstante, recientes investigaciones desarrolladas por el Proyecto Arqueológico Nasca-Palpa en los valles de Palpa 1 , están aportando nuevas evidencias sobre la ocupación Paracas en la zona, con lo cual poco a poco se están llenando los vacíos aún existen- tes para reconstruir la historia cultural de la región y en especial sobre el Período Formativo. En este contexto, en el presente artículo se presentan y describen los materiales encontra- dos en una tumba de la época Paracas Temprano (fase Ocucaje 3) 2 descubierta en un sitio del sector Mollake Chico, en el valle medio de Palpa, los cuales constituyen las primeras evi- dencias de ese tiempo que se han documentado en excavaciones arqueológicas. En el artículo se discute la naturaleza de este hallazgo y se analizan sus implicancias en el contexto cultural de la región, en particular con el desarrollo de la cultura Paracas y las influen- cias de la cultura Chavín en la costa sur peruana. La cultura Paracas El nombre de la cultura Paracas (800–200 AC) deriva de un sitio tipo localizado en la Península de Paracas, en la Provincia de Pisco, en la costa sur del Perú (ver Fig. 1), el cual ha sido utilizado para designar un estilo de cerámica y un estilo de textiles que se habían encontrado en varios sitios de la zona (Tello 1929). Desde entonces, hoy sabemos que la cultura Paracas tuvo su centro de desarrollo en los valles de Chincha, Pisco e Ica, así como en varios sitios de la Península de Paracas y de la Bahía de la Independencia (Pisco), en donde se han documentado las principales evidencias cultura- les (cerámica, tejidos, contextos funerarios, ar- quitectura monumental, sitios de habitación, etc.) que le han dado fama y prestigio en el contexto de la arqueología de los Andes Cen- trales 3 . Asimismo, otros estudios han reportado la presencia de materiales Paracas en los valles vecinos de Cañete y Topará 4 , por el norte, y en 1 El Proyecto Arqueológico Palpa que está dirigido por los autores fue auspiciado desde 1997 por la Fundación Suiza-Liechtenstein para Investigaciones Arqueológicas en el Exterior (SLSA). Desde 2002 los trabajos en Palpa forman parte de un proyecto interdisciplinario para desarrollar nuevas tecnologías para la investigación ar- queológica, financiado por el Ministerio Federal de Educación e Investigación (BMBF) de Alemania. 2 De acuerdo con las nuevas evidencias disponibles, la época Paracas Temprano comprende las fases Ocucaje 3 y 4(?), la época Paracas Medio las fases Ocucaje 5, 6 y 7, y la época Paracas Tardío las fases Ocucaje 8 y 9. Las fases Ocucaje 10 y Nasca 1 deben ser consideradas como una fase de transición entre las culturas Paracas y Nasca. 3 Tello 1959; Menzel et al. 1964; Wallace 1962, 1985; Engel 1966; Menzel 1971; Tello y Mejía 1979; Peters 1987–88; Paul 1991; Massey 1991; Canziani 1992; DeLeonardis 1997. 4 Lanning 1960, Wurster 1984, Wallace 1986.

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Johny Isla /Markus Reindel

Una tumba Paracas Temprano en Mollake Chico, valle de Palpa, costa sur del Perú

Zeitschrift für Archäologie Außereuropäischer Kulturen 1 (2006): 153–182

Introducción

Las evidencias relacionadas con la ocupación dela cultura Paracas en los valles de Palpa y Nascahasta el momento son muy escasas y su pre-sencia, por lo general, sólo ha sido identificadaen base a materiales de superficie y muchasveces fuera de contexto. No obstante, recientesinvestigaciones desarrolladas por el ProyectoArqueológico Nasca-Palpa en los valles de Palpa1,están aportando nuevas evidencias sobre laocupación Paracas en la zona, con lo cual pocoa poco se están llenando los vacíos aún existen-tes para reconstruir la historia cultural de laregión y en especial sobre el Período Formativo.En este contexto, en el presente artículo sepresentan y describen los materiales encontra-dos en una tumba de la época Paracas Temprano(fase Ocucaje 3)2 descubierta en un sitio delsector Mollake Chico, en el valle medio dePalpa, los cuales constituyen las primeras evi-dencias de ese tiempo que se han documentadoen excavaciones arqueológicas.

En el artículo se discute la naturaleza de estehallazgo y se analizan sus implicancias en elcontexto cultural de la región, en particular conel desarrollo de la cultura Paracas y las influen-cias de la cultura Chavín en la costa sur peruana.

La cultura Paracas

El nombre de la cultura Paracas (800–200 AC)deriva de un sitio tipo localizado en la Penínsulade Paracas, en la Provincia de Pisco, en la costa

sur del Perú (ver Fig. 1), el cual ha sido utilizadopara designar un estilo de cerámica y un estilode textiles que se habían encontrado en variossitios de la zona (Tello 1929).

Desde entonces, hoy sabemos que la culturaParacas tuvo su centro de desarrollo en los vallesde Chincha, Pisco e Ica, así como en variossitios de la Península de Paracas y de la Bahíade la Independencia (Pisco), en donde se handocumentado las principales evidencias cultura-les (cerámica, tejidos, contextos funerarios, ar-quitectura monumental, sitios de habitación,etc.) que le han dado fama y prestigio en elcontexto de la arqueología de los Andes Cen-trales3. Asimismo, otros estudios han reportadola presencia de materiales Paracas en los vallesvecinos de Cañete y Topará4, por el norte, y en

1 El Proyecto Arqueológico Palpa que está dirigido porlos autores fue auspiciado desde 1997 por la FundaciónSuiza-Liechtenstein para Investigaciones Arqueológicasen el Exterior (SLSA). Desde 2002 los trabajos en Palpaforman parte de un proyecto interdisciplinario paradesarrollar nuevas tecnologías para la investigación ar-queológica, financiado por el Ministerio Federal deEducación e Investigación (BMBF) de Alemania.

2 De acuerdo con las nuevas evidencias disponibles, laépoca Paracas Temprano comprende las fases Ocucaje 3y 4(?), la época Paracas Medio las fases Ocucaje 5, 6 y7, y la época Paracas Tardío las fases Ocucaje 8 y 9. Lasfases Ocucaje 10 y Nasca 1 deben ser consideradas comouna fase de transición entre las culturas Paracas y Nasca.

3 Tello 1959; Menzel et al. 1964; Wallace 1962, 1985;Engel 1966; Menzel 1971; Tello y Mejía 1979; Peters1987–88; Paul 1991; Massey 1991; Canziani 1992;DeLeonardis 1997.

4 Lanning 1960, Wurster 1984, Wallace 1986.

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los valles de la cuenca del Río Grande de Palpay Nasca (Silverman 1994, Isla et al. 2003), porel sur (Fig. 1). Por otro lado, también se haencontrado cerámica de estilo Paracas o relacio-nada con ella en zonas más alejadas como sonlos valles de Lima (Silva et al. 1982, Palacios1987–88), en la costa central, así como tambiénen varios sitios de Huancavelica, Ayacucho yAndahuaylas5, en la sierra centro sur.

Desde su descubrimiento científico, entre losaños 1925 y 19306, la cultura Paracas ha sidoobjeto de numerosos estudios que han cubiertovarios aspectos de su cultura material, en espe-cial de su cerámica y de sus elaborados textiles.

En el caso de la cerámica, ésta fue objeto dediversos estudios con la finalidad de crear unasecuencia de cronología relativa que permitieraentender el desarrollo que tuvo la cultura Pa-racas y sus relaciones con otros estilos (Rowe1958, Menzel et al. 1964). Desde esta perspec-tiva, la cronología relativa más avanzada y mejorpublicada es aquella elaborada en base a lacerámica procedente de diversos sitios del valle

de Ica, donde se propuso una secuencia estilís-tica de 10 fases – de Ocucaje 1 a Ocucaje 10 –que en gran parte sigue en uso hasta la fecha(Menzel et al. 1964). No obstante, se debeindicar que muchos de los materiales conside-rados en este estudio procedían de tumbas ycolecciones privadas sin mayores datos de cam-po o sin registros estratigráficos debidamentedocumentados, por lo que estudios más recien-tes han propuesto la modificación parcial de lasecuencia original, ya sea eliminando algunasfases y agrupando otras7.

Por otro lado, la cronología absoluta de lacultura Paracas también presenta serias diver-gencias. Así por ejemplo, para definir el iniciodel llamado Horizonte Temprano en la costasur, el que tiene que ver con la influenciaChavín, las propuestas existentes difieren hastaen 900 años (Paul 1991: 9). La base de estasdiferencias se encuentra en fechados de radio-carbono que proceden de contextos poco claroso incluso de sitios muy lejanos como Chavínde Huántar, al cual se relaciona con Paracas através de comparaciones estilísticas (Burger 1981,1985).

Para el caso que nos interesa aquí, la faseOcucaje 3 se encuentra al inicio del HorizonteTemprano (Rowe 1962) o del Formativo Medio(Lumbreras 1974b) y, como se dijo antes, re-presenta al momento de la influencia Chavín enla costa sur. A pesar de las discrepancias exis-tentes en los fechados absolutos8, el inicio de

Fig. 1. Mapa de la costa sur con la ubicación de lacuenca del Río Grande y de los valles de Palpa. – Karteder Südküste mit dem Flussgebiet des Río Grande unddem Palpa-Tal.

5 Casafranca 1960, Cruzatt 1971, Lumbreras 1974a, Chávez1977, Ochatoma 1998.

6 Julio C. Tello, quién dio el nombre a la cultura, propusouna secuencia temporal de los diversos materiales des-cubiertos y fue el primero en asignar a Paracas suverdadera antigüedad (Tello 1929). Pero fue ToribioMejía Xesspe, su asistente, quién llevó a cabo la mayoríade los trabajos de campo y por tanto estuvo envueltoen los descubrimientos. Así mismo, fue Mejía quién editóel primer reporte sobre las excavaciones en Paracas(Tello 1959) y escribió la mayor parte del segundo (Telloy Mejía 1979).

7 Wallace 1985, Massey 1986, Silverman 1991, DeLeonar-dis 1997, Cook 1999.

8 Una mayor discusión sobre estos aspectos se puede veren Paul (1991: 8–16) y Silverman (1996: 104–107).

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esta fase puede ser muy bien establecida alre-dedor del año 700 AC (Paul 1991: 10), fechaque concuerda bastante bien con un fechado deradiocarbono obtenido en la tumba de MollakeChico, cuyo valor más antiguo ha reportado unafecha de 760 AC9. En este sentido, el fechadode 300 AC propuesto por Burger (1985) parala fase Ocucaje 3 debe ser desestimada ya queresulta ser bastante tardía y presenta seriasincongruencias (Paul 1991: 9)10.

Antecedentes al tema

Antes del desarrollo del Proyecto Nasca-Palpa,las evidencias sobre la cultura Paracas en losvalles de Palpa y Nasca eran escasas y por logeneral limitadas a la parte más tardía de sudesarrollo, es decir, en relación con las fasesOcucaje 8, 9 y 10 del valle de Ica11. Desde estaperspectiva, hasta hace poco existía un ciertoconsenso entre los investigadores de que lainfluencia de la cultura Paracas en Palpa y Nascahabía ocurrido recién al final del HorizonteTemprano.

Este panorama ha cambiado notablemente enlos últimos años, cuando en los valles de Palpaempezamos a registrar sistemáticamente unaserie de asentamientos pertenecientes a diversasfases de la cultura Paracas, entre los que destacael sitio de Jauranga12, en donde se ha documen-tado una serie de estructuras arquitectónicassuperpuestas, numerosos contextos funerariosintactos y una gran cantidad de cerámica estra-tificada correspondiente a una ocupación per-manente ocurrida entre las fases Ocucaje 5–6 y10. A todo esto debemos agregar que en losmismos valles se encuentra una serie de sitioscon petroglifos y geoglifos de clara filiaciónParacas (Reindel/Isla 2004). Todas estas nuevasevidencias seguramente van a renovar los cono-cimientos y perspectivas que tenemos sobre estaimportante formación social de la costa sur.

En este contexto y en relación con el temadel presente artículo, aquí haremos una brevereferencia a las escasas evidencias reportadassobre materiales de la fase Ocucaje 3 en toda lacuenca del Río Grande de Palpa y Nasca. En

este sentido, hasta el momento los únicos ejem-plos conocidos corresponden a un fragmento decuenco procedente de Juncumayo, sitio locali-zado en los límites de la ciudad de Nasca(Silverman 1991: 372) y a unos pocos fragmen-tos encontrados en cuatro sitios del valle deIngenio (Silverman 1994: 366–67). En el primercaso se trata de un ejemplar que guarda una gransimilitud con la cerámica de estilo Chavín, cuyainfluencia, como se verá más adelante, tambiénalcanzó hasta los valles de Palpa y Nasca.

Por otro lado, Tello también presenta unabotella de doble pico y asa puente decorada enel cuerpo con una cara incisa de estilo Chavín(Tello 1959: Fig. 3), la cual estaba en la coleccióndel Dr. Pedro Tello de Palpa, un conocidocoleccionista de la zona, quién le dijo que dichabotella provenía de un cementerio ubicado enel sector de Casa Blanca-Mollake. Justo en esazona, en 1955 se habían encontrado fragmentosde cerámica con y sin incisiones que MejíaXesspe indica que son de claro estilo chavinoide(Mejía 1972: 80). Precisamente estos hallazgosmotivaron sus excavaciones de 1958, en loscuales identificó una serie de sitios Paracaslocalizados en la margen izquierda del valle,donde llegó a excavar 88 tumbas pertenecientesa diferentes épocas, 4.3% de las cuales serelacionan con el período denominado por élcomo Chavín-Paracas (Mejía 1976: 47). En lospocos materiales presentados por Mejía, pode-mos advertir que la mayoría de los fragmentosParacas se relacionan con las fases Ocucaje 8, 9

9 Este fechado por AMS (760–410 cal BC, 1σ, ET-128)se obtuvo de una semilla de pacae contenida en la capaA, al interior de la estructura funeraria. Del mismocontexto hay otros dos fechados, obtenidos de hilos dealgodón con huellas de quema que dan fechas todavíamás antiguas (905–820 cal BC, ET-176, 1σ; 1190–920cal BC, ET-125, 1σ). A nuestro criterio estas fechas sonmuy antiguas para este contexto. Posiblemente se hautilizado un textil antiguo como ofrenda al entierro.

10 Esta fecha se propuso en base a estimados de su faseJanabarriu (390–200 BC), la cual según Burger repre-sentó el momento de mayor influencia regional deChavín de Huántar.

11 Browne 1992, Silverman 1994, Reindel et al. 1999.12 Isla et al. 2003, Reindel 2004, Reindel/Isla 2004.

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Fig. 2. Mapa del valle de Palpa con la ubicación del sitio PAP-435 en el sector de Mollake Chico y otros sitiosmencionados en el texto. – Karte des Palpa-Tals mit der Lage des Fundorts PAP-435 im Sektor Mollake Chico sowieanderen im Text erwähnten Fundorten.

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y 10. Lamentablemente hasta ahora se descono-cen los materiales que él denominó Pre-Paracas,los cuales posiblemente se refieren a aquellosque tendrían que ver con la influencia de lacultura Chavín en la región.

Más recientemente, entre los años 1997 y2004, los autores de este artículo realizaron unaserie de trabajos de prospección y excavaciónen los valles del Río Grande, Palpa y Viscas,los cuales estuvieron orientados principalmenteal estudio de los geoglifos y asentamientos delas culturas Paracas y Nasca, pero sin dejar delado el registro y la documentación de sitiospertenecientes a otros períodos culturales. Fueasí que se llegó a cubrir un área de más de350 km² donde se registraron más de 730 sitiosarqueológicos entre asentamientos, cementerios,petroglifos, geoglifos, etc. (Reindel et al. 1999,2001, 2002). En el curso de estos trabajos, seidentificó una serie de asentamientos de lacultura Paracas cuyas ocupaciones van desde lafase Ocucaje 3 hasta Ocucaje 10/Nasca 1. Latumba Ocucaje 3 que se presenta en este artículofue excavada el año 2003. Asimismo, se hanidentificado algunos sitios del Período Inicial oFormativo Inferior, cuya cerámica presentanotables semejanzas con aquella de Erizo yMastodonte en el valle de Ica (Pezzia 1968),Disco Verde y Puerto Nuevo en la Penínsulade Paracas (García y Pinilla 1995) y Hacha enAcarí (Robinson 1994).

Por último, recientemente la policía nacionalha recuperado en Palpa un grupo de vasijas deestilo chavinoide procedentes del valle de SantaCruz, las cuales destacan por tener superficiesnegras bien pulidas y decoración en base a líneasincisas anchas que fueron pintadas de rojo(Rubén García, comunicación personal, 2003).Por otro lado, la influencia Chavín también hasido observada en los petroglifos de Chichictara,en el valle de Palpa, donde se encuentra unafigura que representa una cabeza de perfil en elmás claro estilo de la iconografía Chavín (Sil-verman 1991: 374).

Ubicación y descripción

El sitio PAP-435 (PV 67A-74), donde se hadescubierto la tumba perteneciente a la faseOcucaje 3, se encuentra en la margen izquierdadel valle de Palpa, al noreste de la ciudad dePalpa y justo frente a los terrenos del Sr. SergioTenorio, en el sector de Mollake Chico (Fig. 2).Esta zona se localiza en una sección intermediaentre la parte media y alta del valle, en un puntodonde éste se va haciendo más angosto y dondeempiezan las primeras estribaciones de la cor-dillera occidental de los Andes.

El sitio ocupa una ladera de suave pendienteque en su parte baja ha sido cortada por elcamino afirmado que bordea el valle (Fig. 3). Deacuerdo con los materiales de superficie, se tratade un sitio multicomponente de filiación Nascaque presenta una forma alargada de sudoeste anoreste, siguiendo el contorno del valle, el cualocupa un área de más de ocho hectáreas y quede acuerdo con las evidencias y rasgos desuperficie ha sido dividido en tres sectoresprincipales (Reindel et al. 2002).

En general, en todo el sitio, pero especial-mente en la sección media y alta de cada sector,se observa una serie de terrazas escalonadascuyos muros de contención han sido construi-dos con cantos rodados y algunas piedras can-teadas. La parte baja de las mismas tambiénpresenta terrazas similares pero más erosionadasy mayormente afectadas por un extenso cemen-terio y tumbas aisladas de varias fases Nasca.En todos los casos, las terrazas están asociadascon capas de basura y deshechos de actividaddoméstica relacionadas con diversas fases de lacultura Nasca, en especial con las fases Nasca 1,Nasca 2–3 y Nasca 4–5, y en menor grado conNasca 7. Sólo algunas terrazas de las partes másaltas, en especial en el sector C, parecen habersido establecidas sólo para contener tumbas,especialmente en la época Nasca Tardío. Unbreve análisis de los materiales y rasgos asocia-dos indica que algunas terrazas y el cementeriofuncionaron de manera simultánea, aunque tam-bién hubo algunos otros cementerios y tumbasaisladas que afectaron las ocupaciones más tem-pranas. Finalmente, se debe mencionar que

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debido a los intensos huaqueos que han afectadola mayor parte del sitio, superficialmente éstepresenta la imagen de un extenso cementeriohuaqueado.

En este punto, debemos indicar que este sitiofue registrado por nosotros en 2001, durante lostrabajos de prospección del valle de Palpa y enningún caso registramos materiales Paracas ymenos de una fase bastante temprana como laque se reporta en este artículo (Reindel et al.2002). Lo mismo podemos decir de DavidBrowne, quién durante sus trabajos de 1989visitó el sitio y tampoco encontró materialesParacas (Browne 1992: 97–98). En todo caso,los materiales más tempranos que se han iden-tificado en el sitio se relacionan con la faseNasca Inicial (Nasca 1), la cual incluye muchosrasgos de la fase Ocucaje 10 pero nada mástemprano.

Estos datos deben tenerse en cuenta parafuturos trabajos en la región, especialmente en

los trabajos de prospección, en donde es bas-tante claro que las evidencias de superficieactuales no siempre reflejan todas las ocupacio-nes que tuvo un sitio.

Descripción de los trabajos

Los trabajos en el sitio de Mollake Chico seplanificaron luego de saber de que en una partedel mismo (en el sector C), hace muchos añosse había “excavado” una tumba que conteníauna serie de materiales pertenecientes a la cul-tura Paracas, los cuales luego constatamos quedatan de la fase Ocucaje 3. Dicha tumba fuedescubierta casualmente el verano de 1969 porel Sr. Sergio Tenorio y su padre el Sr. LuisTenorio Rejas. Según el relato de Sergio Teno-rio, el hallazgo ocurrió luego de un cortoperíodo de lluvias en la zona, lo que provocóel intenso paso de agua por una pequeña que-

Fig. 3. Vista panorámica del sitio y del entorno geográfico. Nótese los intensos huaqueos que han afectado la mayorparte del sitio. – Panoramasicht des Fundortes und seiner Umgebung: Man beachte die intensiven Zerstörungen durchGrabraub auf weiten Teilen des Fundortes.

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Fig. 4. Croquis con la ubicación de las trincheras deprueba (TP) excavadas. – Lageskizze der angelegtenTestschnitte (TP).

Fig. 5. Dibujo de plantade la unidad TP1 con ubi-cación de la tumba y elárea huaqueada. – Pla-numszeichnung der Ein-heit TP1 mit Lage desGrabes und der durchRaubgrabung gestörtenBereiche.

brada adyacente a la tumba, dejando en expo-sición unas lajas paradas que conformaban ellado oeste de la estructura funeraria.

Con la ayuda del Sr. Tenorio visitamos elsitio en noviembre del 2002 y ubicamos el lugarexacto donde se encontraba la tumba. Esemismo año, gracias a la cortesía de don SergioTenorio, también llegamos a documentar unaparte de los materiales que fueron extraídos dela tumba en 1969. En base a estas evidencias yen el marco de un nuevo programa de inves-tigaciones relacionadas con la ocupación de lacultura Paracas en los valles de Palpa, el año2003 realizamos excavaciones restringidas en elsitio en base a siete trincheras de prueba (TP),una de las cuales fue establecida en el lugardonde se había excavado la tumba en 1969 ylas otras unos metros más al norte y noroeste(Fig. 4). Estas excavaciones se hicieron con lafinalidad de documentar la tumba misma y sabersi existían otros restos de ese tiempo.

a. Las excavaciones en la unidad TP1

Esta unidad medía 3 × 4 metros y básicamentecomprendía toda el área que ocupaba la estruc-tura funeraria y su entorno inmediato (Fig. 5,6). Al inicio los trabajos se concentraron en lalimpieza de los escombros tanto al interior

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como al exterior de la tumba, hasta exponer lacabecera de la misma (capa S1). En ese contexto,mezclado entre la tierra suelta y arena se recu-peró un numeroso grupo de fragmentos decerámica (principalmente de las fases Nasca 2–3 y Nasca 5), una gran cantidad de huesoshumanos quemados y fragmentados, valvas demoluscos, algunas cuentas de cerámica y piru-ros, así como diversos materiales recientes (vi-drio, latas, papeles, chapas, plástico, etc.). En unsegundo momento la limpieza se realizó sólo alinterior de la estructura funeraria (capa S2), endonde se recuperaron los mismos materialesantes citados pero libre de materiales actuales.

Luego de retirar el segundo nivel del des-monte (también considerada como parte de la

capa superficial), se dejó en exposición toda laestructura funeraria que había sido parcialmentedestruida y parte de una delgada capa intactade tierra de color oscuro que estaba depositadaal interior de la misma (Fig. 6).

Esta capa oscura (capa A) tenía un espesorvariable entre 12 y 20 cm. y sólo había sidoafectada en su extremo este, donde el huaqueotambién había destruido la pared de la tumba.La capa en sí se componía de tierra fina y suelta(bastante polvorienta) mezclada con restos or-gánicos quemados, donde se recuperó sin mayororden una regular cantidad de huesos humanosquemados pertenecientes a varios individuos,varias cuentas y piruros de cerámica y piedra,una punta de obsidiana, un ovillo hecho con

Fig. 6. Dibujo de planta y cortede la estructura funeraria, donde sepueden ver las capas excavadas. –Planumszeichnung und Schnitt derGrabkonstruktion mit den ergra-benen Schichten.

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hilos de algodón, artefactos de hueso, una vasijafragmentada in situ y un anillo de oro. Tambiénse recuperó un buen número de fragmentos decerámica pertenecientes a la fase Ocucaje 3. Porotro lado, las características de esta capa nos hanpermitido observar las condiciones originalesque tenía la deposición al interior de la tumba,antes de que ésta sea “excavada”, lo cual nosha permitido conocer algunos aspectos de estecontexto funerario. Parece que la mayoría de losrestos encontrados al interior de la tumba (es-pecialmente los huesos humanos) fueron que-mados en otro lugar, mientras que sólo unaparte habría sido quemado ahí mismo, en formafocalizada, de tal manera que no se observabanhuellas de quema en las paredes.

Finalmente, al fondo de la estructura fune-raria se encontraba una delgada capa de barrocompactado, de 1.5 a 3.0 cm. de espesor, el cualfue colocado directamente sobre la capa naturaly en relación con la base de las lajas queformaban la pared de la tumba. Esta capa, amodo de apisonado, presentaba en partes unacoloración rojiza como producto de la quemaintencional realizada en el lugar. Con la expo-sición y completa documentación de la estruc-tura funeraria finalizaron los trabajos en estaunidad.

b. Las excavaciones en las unidades TP2 a TP7

Con excepción de las unidades TP6 y TP7,donde además de una ocupación de la faseNasca 5 se documentaron los restos de unaocupación más antigua que a nuestro parecer serelaciona con aquella de la tumba Ocucaje 3, enlas otras unidades sólo se han registrado capasde ocupación relacionadas con materiales de lafase Nasca 5, tiempo en el cual el sitio habíaalcanzado su mayor extensión y complejidad.De acuerdo con las evidencias observadas, aquísólo vamos a hacer referencia a las excavacionesrealizadas en las unidades TP6 y TP7.

Cabe indicar que ambas unidades fueronestablecidas al noroeste de la TP1, justo al otrolado del camino que bordea el valle, en una zonaque hace tiempo fue nivelada con fines agrícolaspero que actualmente se encuentra abandonada.

La TP6 medía 2.5 × 3 metros y fue establecidacerca de un pozo huaqueado en donde se podíanver algunas lajas paradas similares a las queconforman la estructura funeraria de la TP1.Así, luego de retirar las capas relacionadas conla ocupación Nasca, casi al fondo de la unidadse llegó a exponer una capa de tierra fina y sueltade color gris oscuro (capa D), de unos 50 cm.de grosor, la cual cubría la superficie de unapisonado bastante regular y compacto de 7 cm.de espesor (capa E) que se había establecidodirectamente sobre la capa natural. En relacióncon esta capa y el apisonado se encontraronotras lajas paradas sin conexión aparente, lascuales al parecer formaban parte de muros quefueron establecidos haciendo una pequeña zanjaen la capa natural. Con excepción de unascuentas de conchas en esta capa no se recupe-raron otros materiales culturales.

La unidad TP7 medía 2 × 4 metros y fueestablecida un poco más al norte, a unos 5metros de TP6, en una zona que estaba cubiertapor desmonte moderno y en donde básicamentese identificó la misma secuencia estratigráficaobservada en la TP6. Así, luego de retirar lascapas relacionadas con la ocupación Nasca, sedocumentó una capa de tierra fina y suelta decolor gris oscuro (capa D) que estaba dispuestadirectamente sobre la capa natural, a la cual serelacionaban algunas lajas paradas y otras pie-dras sueltas muy similares a las observadas enla tumba de la TP1. Dicha capa tenía unos20 cm. de grosor y tampoco contenía materialesculturales. En este caso no se encontró elapisonado observado en la TP6 debido a quela capa oscura se encontraba intruyendo en lacapa natural en relación con unas lajas paradas,las cuales a su vez parece que formaban partede pequeñas estructuras de planta rectangular.

Las evidencias observadas en las unidadesTP6 y TP7 indican claramente la existencia deun momento de ocupación bastante más antiguaque la ocupación Nasca, la cual asociamos conla fase Ocucaje 3 debido al parecido observadocon la capa A excavada al interior de la tumbaen la TP1 y en especial con las lajas queformaban parte de los muros de dicha tumba.Evidentemente el tamaño de las unidades y la

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ausencia de materiales asociados nos impidenhacer una mayor comparación, tarea que espe-ramos resolver en los próximos años.

Descripción de la estructura funeraria

Se trata de una estructura de planta rectangularcon las esquinas redondeadas que medía 1.8metros de ancho por 2.5 metros de largo, cuyasparedes estaban hechas con lajas paradas quealcanzan hasta 60 cm. de altura con respecto alpiso interior. Esta estructura funeraria estabaorientada de noreste a sudoeste y fue excavadaíntegramente en la capa natural, a una profun-didad de tan sólo 1.10 metros de la superficie(Fig. 7).

En la construcción de esta estructura seemplearon lajas paradas colocadas una al ladode la otra, adosadas a la capa natural, dejandouna cara plana hacia el interior y complemen-tadas con algunas piedras de campo y el mismocascajo de la capa natural. De este modo, lapared interior presentaba una cara bastanteregular donde se notaba que las lajas fueroncolocadas casi en posición vertical, ligeramenteinclinadas hacia el exterior. Una vez terminadaslas paredes, al interior de la estructura se dispusouna delgada capa de barro compactado – a modode apisonado – cubriendo la capa natural. Segúnlos rasgos observados, todo indica que luego dedepositar los restos de los individuos y lasofrendas asociadas, la tumba fue rellenada hastala superficie. De momento desconocemos si éstatenía o no una cobertura o techo. En este punto,cabe mencionar que este tipo de estructurasfunerarias es completamente nuevo en la regióny difiere de aquellas que se conocen para lasépocas media y tardía de la cultura Paracas, lacual ha sido advertida sólo por huaqueros enotros sitios del valle de Palpa (Segundo Vásquez2004, comunicación personal).

Los materiales asociados

La mayor parte de los materiales que se pre-sentan en este artículo han sido cortésmente

prestados por el Sr. Sergio Tenorio, quien siguesiendo custodio de una parte de ellos, mientrasque otra parte fue recuperada por nosotros entrelos restos huaqueados de la tumba y en la capaque quedaba intacta en el fondo de la misma.

Los restos humanos13

Como se indicó antes, los huesos humanos(Fig. 8) estaban sueltos y dispersos en la caparemovida (capa S) y también en la capa intacta(capa A) que quedaba al fondo de la tumba(Fig. 6). El análisis por separado de estos ma-teriales no mostró ninguna diferencia significa-tiva en cuanto a las características de los ma-teriales. En este sentido, los huesos de la capaintacta no representaban esqueletos completosy estaban fragmentados, quemados y con cam-bios tafonómicos muy similares a los materialesrecuperados en la capa alterada. Inclusive, envarios casos, huesos hallados en la capa intactapudieron ser pegados a otros fragmentos halla-dos en la capa removida (Tomasto 2004).

Entre los huesos fragmentados y quemadosse ha llegado a identificar la presencia de 17individuos, de los cuales 12 son adultos y 5 sub-adultos. Este resultado ha sido obtenido en basea los fragmentos del temporal izquierdo quetienen parte del meato auditivo interno y/o dela cavidad glenoidea para la mandíbula (Tomas-to 2004: 47). La inexistencia de bordes quecoincidan da la plena seguridad de que se tratade huesos correspondientes a individuos distin-tos. Por otro lado, las características demográ-ficas de los adultos se han estimado medianteel análisis de los rasgos diagnósticos observablesen los fragmentos de coxales, cruzando estainformación con la obtenida de maxilares ytemporales, y reforzando el diagnóstico en al-gunos casos con la información de otros huesos.De esta manera, en la muestra se encuentran

13 Los restos humanos encontrados en la tumba de MollakeChico han sido analizados por la Lic. Elsa Tomasto,bioarqueóloga asociada al Proyecto Nasca-Palpa. Lamayor parte de los datos presentados aquí han sidotomados del informe respectivo.

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163Una tumba Paracas Temprano en Mollake Chico, valle de Palpa, costa sur del Perú

Fig. 7. Vista al sudoeste dela estructura funeraria, don-de se pueden ver las lajasparadas y la escasa profun-didad con relación a la su-perficie. – Blick auf die Süd-westseite der Grabkons-truktion. Zu sehen sind diestehenden Steinplatten unddie geringe Tiefe unter demGeländeniveau.

Fig. 8. Vista de una partede los huesos encontradosen la estructura funeraria. –Blick auf einen Teil der imGrab gefundenen Knochen.

tanto hombres como mujeres y en proporcionessimilares. Por otra parte, la mayoría de losindividuos son jóvenes, habiendo sólo un indi-viduo de más de 40 años (Tomasto 2004: 47–48).

En el caso de los sub-adultos, la estimaciónde la edad cuenta con las variables de grado dedesarrollo y tamaño. De esta forma, se han

llegado a identificar dos niños menores de unaño, dos en su segunda infancia (2 a 7 años,aproximadamente) y uno en su tercera infancia(7 a 12 años, aproximadamente). También se haidentificado un húmero correspondiente a unsegundo niño de tercera infancia o inclusivepubertad, pero no se ha incluido en el conteodel número minimo de individuos (NMI) por-

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que es posible que sus temporales se hayancontabilizado entre los adultos (Tomasto 2004:48).

Si bien el aspecto general de los huesoshallados en este contexto indica que éstos fue-ron expuestos al calor y entraron en combus-tión, una observación más cuidadosa de suscaracterísticas tafonómicas muestra una altavariabilidad de las mismas (Tomasto 2004: 48–50). Al cruzar la información de sexo y edadcon esas variables resulta evidente que los in-dividuos enterrados en esta tumba proceden dediversos contextos. De esta manera, entre losadultos los huesos sin huellas de combustión yen buen estado de conservación correspondenpor lo general a un individuo joven, posible-mente de sexo masculino. De igual forma, enel caso de los niños es constante la presenciade huesos de un niño en su segunda infancia,completamente negros, en tanto que los huesosde niños en su primera infancia no presentanhuellas de combustión o las tienen muy ligeras.

Cabe señalar además que los distintos gradosde combustión ocurren en todos los huesos, sinningún patrón, a diferencia de lo que ocurriría,por ejemplo, si todos los individuos hubieransido sometidos a un mismo ritual (Ubelaker1989: 36). Todo esto, sumado a que los esque-letos están en general muy incompletos y alhecho de que fueron hallados completamenterevueltos dentro de un pozo simple, sugiere quefueron trasladados desde otros contextos muydiferentes. De esta forma, algunos huesos ven-drían de contextos donde los cuerpos se habríanesqueletizado, conservando la calidad del huesoen mayor o menor grado, de acuerdo con lascaracterísticas del terreno donde estaban, entanto que otros habrían sido quemados, ya seacomo esqueletos o todavía conservando tejidoblando.

La cerámica asociada

La cerámica encontrada en la tumba comprendenueve vasijas completas o casi completas, y unos60 fragmentos de cerámica llana y decoradaperteneciente a la fase Ocucaje 3. Ocho de lasnueve vasijas completas han sido proporciona-

das por el Sr. Sergio Tenorio y sólo una ha sidoencontrada por nosotros, mientras que los frag-mentos han sido recuperados en el curso denuestras excavaciones en el sitio. En este grupono se incluyen los 115 fragmentos de cerámicade la fases Nasca 3 y 5 encontrados en la capasuperficial, además de dos fragmentos de la faseOcucaje 8.

Los fragmentos de cerámica Ocucaje 3 co-rresponden a bordes, cuerpos y bases de vasijasabiertas y cerradas, entre los que se distinguencuencos, tazones, ollas, botellas y partes devasijas escultóricas (figs. 9 y 10). En la muestradestacan varios fragmentos negros bien pulidoscorrespondientes a cuencos y tazones decoradosen base a motivos incisos y excisos, con o sinpintura post-cocción, los cuales tienen bordesligeramente engrosados y biselados hacia elexterior, así como bases planas o casi planasdonde el ángulo basal es bastante pronunciado.También hay fragmentos con decoración estam-pada (de textiles) y otros que combinan áreaspulidas y opacas delimitadas por incisiones. Engeneral todos los fragmentos presentan super-ficies de color gris, negro, marrón y rojo,notándose un predominio de vasijas cocidas enatmósfera reductora. En el caso de los cuencos,tazones y botellas la pasta es bastante fina coninclusiones de granos de cuarzo, arena y enalgunos casos restos orgánicos, mientras que enlas vasijas cerradas la pasta es de grano fino amedio y se observa un mayor porcentaje deinclusiones de cuarzo y arena.

Las nueve vasijas presentan un buen acabado,con superficies finas y bien pulidas (Fig. 11).Según los rasgos observados, parece que todaslas vasijas se rompieron después de haber sidocolocadas en la tumba, aunque en algunos casosno es claro si las roturas fueron casuales ointencionales. Teniendo en cuenta el contexto enel que estaban los otros materiales, ambasopciones son posibles, más aún cuando lamayoría de piezas fueron pegadas antes por elpadre del Sr. Tenorio.

La primera vasija corresponde a un cuencobajo de contorno convexo, de color negro,decorado en todo su lado exterior en base acírculos concéntricos con punto central (figs.

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Fig. 9. Algunos fragmentosde cerámica encontrados enla tumba. – Einige der indem Grab gefundenen Kera-mikfragmente.

Fig. 10. Dibujo de algunos fragmentos de cerámica recuperados en la tumba. – Zeichnung einiger in dem Grabgefundener Keramikfragmente.

11a, 19a). Siguen tres tazones de paredes rectasparalelas y apenas divergentes, con borde bise-lado o ligeramente curvado hacia el exterior ybase plana o apenas convexa (figs. 11b-d, 19b-d). Estos tazones presentan motivos geométri-

cos (líneas, círculos, triángulos, etc.) hechos enbase a incisiones anchas que a su vez han sidodecoradas con pintura post-cocción de colorrojo y blanco. El primero presenta decoraciónen base a círculos concéntricos separados en

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Fig. 11. Dibujo de las vasijas completas encontradas en la estructura funeraria. E 1ˆ3. – Zeichnung der vollständigenGefäße aus dem Grab. M 1ˆ3.

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paneles por dos líneas verticales (figs. 11b, 19b);el segundo corresponde a un tazón con verte-dero decorado en base a grandes chevronesdispuestos casi en todo el contorno de la vasija,dejando la sección del vertedero libre de deco-ración (figs. 11c, 19c); el tercero también pre-senta un vertedero y decoración en base atriángulos opuestos, destacando en la secciónopuesta al vertedero la figura modelada de unave (figs. 11d, 19d).

La quinta vasija ha sido encontrada en nues-tras excavaciones y corresponde a una pequeñabotella achatada de color rojo, la cual presentaun gollete bajo de paredes divergentes (figs. 11e,20a). Esta botella estaba rota in situ en el fondode la tumba.

La siguiente vasija corresponde a una peque-ña botella de color rojo (figs. 11f, 20b), la cualpresenta una base casi plana y un pico que tieneel borde ligeramente biselado hacia el exterior.Esta botella ha sido decorada en la parte supe-rior del cuerpo en base a triángulos pendientesdel cuello, cuyo interior presenta una serie depuntos en desorden. A esta vasija le sigue otrabotella negra con base casi plana y asa estribopero cuyo pico estaba roto y ausente (figs. 11g,20c)14. Esta botella ha sido decorada en unamitad del cuerpo en base a motivos de círculosconcéntricos con punto central, parecido alcuenco descrito antes, mientras que la otramitad sólo ha sido pulida.

La octava y novena vasija corresponden a dosbotellas escultóricas, una de las cuales estabaincompleta, las cuales presentan un cuerpo glo-bular con base plana y pico central que terminacon un reborde biselado hacia el exterior (figs.11h-i, 20d-e). La primera (figs. 11h, 20e) repre-senta a un personaje antropomorfo dispuesto enposición sentada, con la cara de frente, brazosdoblados hacia el pecho y piernas flexionadas.Destaca la cabeza prominente donde la carapresenta un tono de color opaco, sin engobe nipulido, con los ojos, nariz y boca que parecenesculpidos, mientras que el resto del cuerpo hasido modelado y delineado con incisiones an-chas. Las manos presentan los dedos pulgaresalargados a modo de garras, rasgo típico obser-vado en la cerámica de estilo Chavín. La segun-

da botella (figs. 11i, 20d) representa la figuramodelada de un mono, el cual tiene la cabezacompleta con uno de los brazos tocándose lacara y orejas alargadas con aretes circulares. Unode los brazos ha sido delineado sólo en base aincisiones, mientras que sobre la cabeza presentamotivos de círculos con punto. En ambas botellaslas incisiones han sido pintadas alternadamentecon pintura post-cocción de color rojo y blanco.

Otros objetos (artefactos y adornos varios)

Además de la cerámica, en la tumba se encontra-ron varios materiales artefactuales entre los cua-les destacan objetos relacionados con la produc-ción textil, como un pequeño ovillo formadocon hilos de algodón, dos huesos trabajados(uno incompleto) utilizados como separadoresde hilos, 22 piruros de piedra y 10 de arcilla sindecoración alguna15. También hay algunas pie-dras pulidas y fragmentos de carbón mineralposiblemente utilizados como pulidores en lafabricación de cerámica. Otros objetos o artefac-tos a destacar son una punta de obsidiana decolor marrón con restos de pintura roja, unacuenta tubular trabajada en hueso, un pendienteo artefacto de hueso decorado con la figura de unmono, un anillo de oro (Fig. 12), así como unaslascas de obsidiana negra, cuarzo blanco, etc.

Asimismo, hay un grupo de objetos consi-derados como adornos o suntuarios entre loscuales se encuentra un numeroso grupo decuentas de arcilla decorada, de las cuales 14 sonde forma tubular, 4 de forma tubular concintura y 21 de forma redonda/ovalada o hexa-gonal (Fig. 13). Todas estas cuentas han sidodecoradas en base a incisiones y en algunoscasos adicionalmente con pintura post-cocción.

Entre las cuentas tubulares destacan ochoque han sido decoradas en base a motivosantropomorfos (Fig. 14), ya sea de personajescompletos dispuestos de frente sosteniendo

14 En el dibujo respectivo el pico ha sido agregado teniendoen cuenta la forma y el estilo del pico de las otras botellasencontradas en la tumba.

15 Piruro, instrumento que se utiliza junto con el huso paraconfeccionar hilos de algodón o lana.

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báculos, así como cabezas humanas solas defrente y perfil u otras asociadas a báculos ycabezas solas de frente y perfil. También hayotras dos con representaciones de arañas y otrascinco decoradas sólo con motivos geométricos,mientras que las cuentas tubulares con cinturaestán decoradas sólo con motivos geométricos(Fig. 15). Finalmente, las cuentas de forma re-donda/ovalada o hexagonal presentan una varie-

Fig. 12. La punta de obsi-diana, el anillo de oro y elartefacto de hueso roto configura de mono. – Pfeilspitzeaus Obsidian, Goldring undzerbrochenes Knochenarte-fakt mit Affendarstellung.

Fig. 13. Cuentas tubulares ypiruros encontrados en latumba de Mollake Chico. –Perlen aus dem Grab inMollake Chico.

dad de motivos geométricos solos o combina-dos, entre los cuales destacan una serie depuntos, líneas, círculos con punto, medios cír-culos, chevrones, rombos, exis, líneas en zig-zag, líneas onduladas, etc., donde se nota sólouna que tiene la representación de una cabezahumana de perfil (Fig. 16).

Además, se debe indicar que en poder de lafamilia del Sr. Sergio Tenorio se encuentran un

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collar de 369 cuentas de concha (Fig. 17) y unfragmento de carbón mineral utilizado comopulidor, así como otros 62 piruros y cuentas(Fig. 18), de los cuales 50 son piruros de piedray arcilla sin decoración, 10 están decoradas enbase a incisiones, y las otras dos correspondena cuentas tubulares (una de arcilla y otra demadera).

Otros materiales

Además de los materiales descritos, en la capaintacta que se encontraba al fondo de la tumbase encontraron una semilla de pacae (Ingafeuillei), fragmentos de conchas de choro (Au-lacomya ater) y almeja (Protothaca thaca), asícomo dos conchas completas de choritos (Pe-rumytilus purpuratus) y otras tres de chanque(pata de burro, Concholepas concholepas). Estosfueron los únicos materiales orgánicos que seencontraron en la tumba y que de algunamanera reflejan las clases de recursos a los cualesaccedían los habitantes del valle desde tiemposbastante tempranos.

Fig. 14. Dibujo de las cuentas tubulares decoradas conmotivos antropomorfos. E 1ˆ2. – Zeichnung der röhren-förmigen, mit anthropomorphen Motiven verziertenPerlen. M 1ˆ2.

Fig. 15. Dibujo de las cuentas tubulares decoradas conmotivos zoomorfos (arañas) y geométricos. E 1ˆ2. –Zeichnung der röhrenförmigen, mit zoomorphen (Spin-nen) und geometrischen Motiven verzierten Anhänger.M 1ˆ2.

Fig. 16. Dibujo de los piruros decorados con motivosgeométricos. E 1ˆ2. – Zeichnung der geometrisch ver-zierten Spinnwirtel. M 1ˆ2.

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Fig. 17. Foto de un collar hecho en base a 369 cuentas de concha. – Kette aus 369 Muschelperlen.

Fig. 18. Piruros de piedra y arcilla de colores negro, gris y blanco, algunos de los cuales están decorados con motivosincisos. – Perlen aus Stein und verschiedenfarbigem Ton, einige mit Ritzdekor.

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Discusión y comentarios finales

El descubrimiento de esta tumba constituye laprimera evidencia documentada de manera cien-tífica de un contexto de la fase Ocucaje 3 en losvalles de Palpa y en toda la cuenca del RíoGrande. Si bien hasta el momento se trata deun hallazgo aislado, estamos seguros que en losvalles de Palpa y Nasca deben haber otros sitiosque están debajo de ocupaciones posteriores oque se encuentran cubiertos por depósitos alu-viales. En este punto conviene recordar quemateriales de esta misma fase se han encontradoen forma dispersa en otros sitios de Palpa(Reindel et al. 2002) y que ejemplares similaresa los presentados en este artículo han sidorecientemente decomisados en el valle de SantaCruz (Rubén García 2003, comunicación per-sonal).

Desde el punto de vista decorativo, la cerá-mica encontrada en Mollake Chico presentaexclusivamente decoración exterior hecha enbase a motivos de líneas incisas y excisas,círculos concéntricos y círculos con puntos, loscuales con frecuencia presentan pintura post-cocción de color rojo y blanco entre las inci-siones, muy semejante a los del estilo Rocas deChavín (Lumbrearas 1993: 64)16. También seobserva una decoración estampada alternada conpulido o bruñido que permite crear áreas con-trastadas de un mismo color. Con respecto a lasformas de las vasijas, debemos indicar que enel caso de los tazones con vertedera, éste es unrasgo que también se observa con frecuencia enla cerámica Cupisnique y Chavín, mientras quela botella con asa estribo es una forma que alparecer tuvo su origen en la costa norte (Larco1941, Alva 1986). En todo caso, se trata deformas y rasgos decorativos que fueron intro-ducidos por la influencia Chavín en los vallesde la costa sur. Una situación similar ocurre conlos motivos representados en las cuentas tubu-lares, los cuales claramente se relacionan coneste mismo fenómeno.

Desde el punto de vista funerario, el contextoencontrado en Mollake Chico resulta por demásinteresante en la medida que nos está brindandolas primeras evidencias sobre las características

que tuvieron los enterramientos de esa época enla costa sur del Perú. La presencia de esqueletosincompletos de varios individuos en una mismatumba nos está indicando un aspecto muyparticular sobre el ritual mortuorio de esetiempo, donde resulta bastante claro que losrestos encontrados fueron traídos de diferentespartes y depositados sin mayor orden dentro dela tumba. Otro aspecto se relaciona con laquema intencional de los huesos, de lo cualhasta el momento no se conocen antecedentesen la región. Sólo en Jauranga hemos identifi-cado entierros de la fase Ocucaje 8 que habíansido quemados en puntos específicos (Isla et al.2003: 244) y otros que fueron totalmente que-mados al interior de sus cámaras (Reindel et al.2004: 145–148). Los análisis respectivos de estoscontextos, los cuales están en proceso, segura-mente nos darán mayores luces al respecto.

Según las evidencias disponibles hasta elmomento, los materiales presentados aquí serelacionan directamente con aquellos observa-dos en la cerámica de la fase Cerrillos del vallede Ica (Wallace 1962), Karwas del área de laPenínsula de Paracas (García y Pinilla 1995) yPozuelo de los valles de Chincha y Pisco(Lanning 1960, Menzel 1971), los cuales repre-sentan la manifestación regional de la influenciaChavín en la costa sur. En este punto tambiénse puede citar alguna similitud con los rasgosmás tempranos del estilo Patos del valle deCañete (Wallace 1963). Hoy en día sabemos quela expansión del estilo Chavín en varias partesfue precedido por importantes desarrollos loca-les, que en el caso de la costa sur se pueden veren sitios como Hacha (Robinson 1994), PuertoNuevo (García y Pinilla 1995) y Pernil Alto(Reindel et al. 2005), donde se observan losantecedentes inmediatos de la naciente culturaParacas y en cuyo contexto se introdujeron losrasgos más distintivos del estilo Chavín. Desdeesta perspectiva, la influencia de Chavín en lacosta sur no antecedió necesariamente al desa-

16 La fasa Janabarriu fue propuesta por Burger (1981) paradescribir al mismo grupo alfarero que Lumbreras habíadefinido previamente como Rocas (Lumbreras y Amat1966–67).

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Fig. 19. Los cuencos de cerámica encontrados en la tumba de Mollake Chico (ver también Fig. 11 a-d). – Die indem Grab von Mollake Chico gefundenen Keramikschalen (s. a. Fig. 11 a-d).

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Fig. 20. Las botellas de cerámica encontrados en la tumba de Mollake Chico (ver también Fig. 11 e-i). – Die indem Grab von Mollake Chico gefundenen Keramikflaschen (s. a. Fig. 11 e-i).

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rrollo de la cultura Paracas, como lo sugirióBurger (1988), sino que se insertó en su procesode formación manteniendo sus rasgos distinti-vos.

En este contexto, la cerámica que Silverman(1994: 368–370) denomina como Tajo para lacuenca del Río Grande17, fue el componentelocal que compartió mayores rasgos con lacerámica del estilo Chavín (círculos concéntri-cos, círculos con punto, triángulos con puntosinteriores, etc.). La antigüedad del estilo Tajoha sido relacionada con las fases Ocucaje 8 a 10(Silverman 1994: 369), aunque los datos quedisponemos actualmente indican que sus oríge-nes se encuentran justo al inicio del HorizonteTemprano, a nuestro entender, en relación conla formación de la cultura Paracas y por endecon la fase Ocucaje 3. En este punto, debemosindicar que la cerámica Tajo no es otra cosa queel componente doméstico de la cerámica delestilo Paracas, por lo cual casi siempre se

encuentra en asociación con la cerámica más finay decorada de dicho estilo. Esta misma asocia-ción también ha sido observada en muchossitios de los valles de Palpa y más extensamenteen el sitio de Jauranga, en relación con variasfases del estilo Paracas (Isla et al. 2003).

Finalmente, debemos indicar que la cerámicaOcucaje 3 de los valles de Palpa y Nasca, comolo sugiere Silverman (1994) para su estilo Tajo,también presenta rasgos similares a la cerámicaencontrada en sitios de la sierra como JargamPata en Ayacucho – estilo Kichka Pata18 – yAtalla en Huancavelica (Burger y Matos 2002).Las evidencias presentadas aquí nos indican quelos valles de la cuenca del Río Grande no fueronajenos a la influencia del estilo Chavín, la cual– aunque periférica – parece haberse canalizadotanto desde la zona de Pisco e Ica como desdeAyacucho. Seguramente futuros trabajos decampo en la zona permitirán mejorar y ampliarlos conceptos planteados aquí.

Dirección:

Johny Isla CuadradoInstituto Andino de Estudios ArqueológicosAv. Mariátegui 155Jesús MaríaLima, Perú[email protected]

Dr. Markus ReindelKommission für Archäologie AußereuropäischerKulturendes Deutschen Archäologischen InstitutsEndenicher Str. 41D-53115 [email protected]

17 Tajo fue elegido por Silverman (1994) para nombrar aun estilo de cerámica que presenta rasgos diferentes ala cerámica fina del estilo Paracas de Ica (Menzel et al.1964). No obstante, debemos tener en cuenta que laseriación de la cerámica Paracas fue hecha en base a laspiezas más finas y elaboradas, por lo cual hasta hace pocono se conocía casi nada de la cerámica de tipo utilitario,al cual se refiere el nombre de Tajo.

18 Casafranca 1960, Lumbreras 1974b, Ochatoma 1998.

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Zusammenfassung

Ein Grab der frühen Paracas-Zeit in MollakeChico, Palpa-Tal, Südküste PerusAbgesehen von vereinzelten Oberflächenfundenoder Fundstücken ohne genaue Herkunftsanga-ben sind bisher nur wenige archäologischeBefunde zur Paracas-zeitlichen Besiedlung derTäler von Palpa und Nasca bekannt. Die Un-tersuchungen des Archäologischen ProjektsNasca-Palpa an formativzeitlichen Fundplätzenliefern daher einen wichtigen Beitrag zur Kennt-nis der Paracas-Kultur an der Südküste Perus19.Im vorliegenden Beitrag werden die Funde auseinem Grabkontext von dem Ort Mollake Chicoim mittleren Palpa-Tal beschrieben. Es handeltsich um den ersten wissenschaftlich dokumen-tierten Fundkomplex der frühen Paracas-Zeit.Im Folgenden werden die Befunde und Fundebeschrieben und anschließend wird die Bedeu-tung dieses Grabkomplexes im kulturellenKontext der Region, insbesondere im Hinblickauf die Entwicklung der Paracas-Kultur undden Einfluss der Chavin-Kultur auf die kultu-rellen Entwicklungen an der Südküste Perusdiskutiert.

Die Paracas-Kultur (800–200 v. Chr.) wurdenach der gleichnamigen Halbinsel an der Süd-küste Perus benannt, auf der der peruanischeArchäologe Julio C. Tello zwischen 1925 und1930 bei Ausgrabungen von Siedlungsrestenund Gräbern erstmals den Paracas-Stil definier-te. Nach bisherigen Kenntnissen liegt das Zen-trum der Paracas-Kultur im Gebiet der Tälervon Chincha, Pisco und Ica. Aus dieser Regionsind Keramikfunde, Textilien, Grabkontexte,Monumentalarchitektur und Siedlungen bekannt,die sich aufgrund stilistischer Merkmale derParacas-Kultur zuordnen lassen. Funde mitähnlichen Stilmerkmalen wurden auch weiternördlich, in Cañete und Topará, sowie weitersüdlich, in Palpa und Nasca, dokumentiert.Einzelfunde sind auch von der Zentralküste(Lima) oder im südlichen Hochland (Huanca-velica, Ayacucho, Andahuaylas) bekannt.

Als Ergebnis von stilistischen Untersuchun-gen von Keramik der Paracas-Kultur wurdenverschiedene Ansätze einer chronologischen

Unterteilung in Stilphasen vorgeschlagen. Dieweiteste Verbreitung fand ein Chronologiesche-ma, welches auf der Grundlage der Analyse vonKeramifunden aus dem Ica-Tal zehn Stilphasenunterscheidet (Ocucaje 1–10). Neuere Untersu-chungen an Funden aus bekanntem Kontextund stratifizierten Befunden kommen jedoch zudem Ergebnis, dass die bisher gebräuchlicheStilsequenz modifiziert werden muss. Auch inder Absolutchronologie der Paracas-Zeit tunsich große Widersprüche auf. Die für die ab-solute Fixierung der Paracas-Chronologie ver-wendeten Radiokarbondatierungen stammenzum Teil aus unklaren Fundzusammenhängenoder es werden Datierungen aus weit entferntenFundorten wie Chavín de Huántar herangezo-gen, wo Funde gemacht wurden, die Stilverglei-che mit dem Paracas-Material zulassen. InÜbereinstimmung mit einer Radiokarbondatie-rung aus dem Grab aus Mollake Chico(frühestens 760 v. Chr.) lässt sich der Beginn derPhase Ocucaje 3 um 700 v. Chr. ansetzen.

Die wenigen Funde aus der Region Palpa, dievor dem Beginn des Archäologischen ProjektesNasca-Palpa dokumentiert wurden, deuteten aufBesiedlungen in den späten Paracas-Phasen(Ocucaje 8–10) hin. Hieraus wurde gefolgert,dass der Einfluss der Paracas-Kultur in Palpaund Nasca erst gegen Ende des Frühen Hori-zonts einsetzte. Die bisher einzigen Funde derPhase Ocucaje 3 aus Nasca und Palpa wareneine Schale aus Juncumayo, nahe Nasca, undeinige Scherben von vier Fundplätzen im Inge-nio-Tal. Aus der Privatsammlung des Dr. PedroTello aus Palpa ist ein Doppelausgussgefäßbekannt, welches nach Angaben des Sammlersvon einem Gräberfeld im Sektor Casa Blanca-

19 Das Archäologische Projekt Nasca-Palpa wird von denVerfassern dieses Beitrages geleitet. Es wurde seit 1997von der Schweizerisch-Liechtensteinischen Stiftung fürArchäologische Forschungen im Ausland (SLSA) finan-ziell unterstützt. Seit 2002 sind die Arbeiten in PalpaTeil eines interdisziplinären Projektverbundes, in demneue naturwissenschaftliche Methoden und Technolo-gien für die archäologische Forschung entwickelt werdenund der vom deutschen Bundesministerium für Bildungund Forschung (BMBF) gefördert wird.

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Mollake stammt. Im gleichen Sektor fand auchToribio Mejía Xesspe 1955 einige Scherben miteiner charakteristischen, dem Chavín-Stil ent-sprechenden Verzierung. Allerdings sind dieFunde Mejía Xesspes nicht mehr auffindbar,wodurch deren genaue stilistische Zuordnungungewiss bleiben muss.

Durch die Arbeiten des ArchäologischenProjekts Nasca-Palpa in Río Grande, Palpa undViscas von 1997 bis 2004 konnte das Bild vonder Entwicklung der Region Palpa in der For-mativzeit vervollständigt werden. Bei Prospek-tionen und Ausgrabungen wurden mehrereParacas-zeitliche Fundplätze dokumentiert, diein die Zeit zwischen Ocucaje 3 und Ocucaje 10/Nasca 1 datiert werden können. In Santa Cruzwurden vor kurzem Gefäße im Chavín-Stilsichergestellt. An dem Fundort Chichictara istneben zahlreichen anderen Felszeichnungen dieProfilansicht eines Kopfes im Chavín-Stil zusehen. Darüber hinaus wurden bei den Feldar-beiten des Projektes Siedlungsreste aus derInitialzeit ausgegraben, welche Parallelen zu denFundstellen von Erizo y Mastodonte in Ica,Disco Verde und Puerto Nuevo auf der Paracas-Halbinsel und Hacha in Acarí aufweisen.

Der Fundplatz PAP-435 (PV 67A-74), andem das hier vorgestellte Grab der frühenParacas-Zeit gefunden wurde, liegt am linkenRand des Palpa-Tals, nordöstlich der Stadt Palpa,im Sektor Mollake Chico, am Übergang vommittleren zum oberen Palpa-Tal (Abb. 2). Derterrassierte Fundplatz erstreckt sich über einensanft abfallenden Hang (Abb. 3). An der Ober-fläche finden sich Keramikscherben, die sichverschiedenen Stilphasen der Nasca-Sequenz(Nasca 1–7) zuordnen lassen. Hinweise auf eineParacas-zeitliche Besiedlung wurden bei erstenBegehungen an dieser Stelle nicht festgestellt.Die archäologischen Arbeiten in Mollake Chicobegannen, nachdem durch Anwohner bekanntwurde, dass an dieser Stelle 1969 zufällig einParacas-zeitliches Grab entdeckt worden war.

Im Jahr 2003 konnten Nachgrabungen amFundort des Grabes vorgenommen werden. Eswurden sieben Testschnitte (TP, Trincheras deprueba) angelegt, einer an der Stelle des bekann-ten Grabes und 6 weitere einige Meter weiter

nördlich und nordöstlich (Abb. 4). Die 3 m × 4 mgroße Einheit TP1 umfasste das Grab mit denunmittelbar angrenzenden Flächen. Die Arbei-ten begannen mit der Säuberung der offenlie-genden Grabkammer. Die Oberflächenschicht(capa S) war gestört und enthielt neben Nasca-zeitlichen Scherben auch moderne Abfälle. Inder darunter liegenden ungestörten Schicht (capaA) fanden sich Scherben der Phase Ocucaje 3,Menschenknochen mehrerer Individuen, Stein-und Keramikperlen, eine Pfeilspitze aus Obsi-dian, ein Knäuel aus Baumwollfäden, ein in situstehendes, zerbrochenes Gefäß und ein Gold-ring. Die Grabkammer war an den Wänden mitflachen Steinplatten verkleidet, der Boden be-stand aus einer kompakten Lehmschicht.

Die in den Einheiten TP2 bisTP5 geborgenenKeramikfunde lassen sich in die Stilphase Nas-ca 5 datieren. In den nordöstlich des Grabesgelegenen Einheiten TP6 (2,5 m × 3 m) und TP7(2 m × 4 m) wurden weitere Spuren einer offen-bar vor-Nasca-zeitlichen Besiedlung festgestellt:Unter drei Schichten der Phase Nasca 5, direktauf dem gewachsenen Untergrund aufliegend,konnte in TP6 ein Stampflehmboden dokumen-tiert werden. Außerdem wurden sowohl hier alsauch in TP7 charakteristische Steinplatten be-obachtet, die offenbar Teil eines zerfallenenMauerwerkes waren. Die Steinplatten entspre-chen jenen, die bei der Konstruktion des Grabesin TP1 verwendet wurden. Dieser Umstandlässt vermuten, dass die Besiedlungsspuren inTP7 ebenfalls der Phase Ocucaje 3 zuzuordnensind. Außer einigen Muschelperlen in TP6wurden keine Artefakte geborgen.

Das in der Einheit TP1 freigelegte Grabbesaß einen rechteckigen Grundriss mit gerun-deten Ecken (1,8 m × 2,5 m). Die Grabkammerwar direkt in den natürlichen Untergrund ein-getieft (1,1 m). Die Wände wurden mit bis zu60 cm langen, aufrecht stehenden Steinplattenverstärkt, so dass nach innen hin eine gleich-mäßige, glatte Wandverkleidung entstand(Abb. 7). Nach dem Bau der Wände wurde aufdem Boden des Grabes eine dünne Lehmschichtaufgebracht. Es scheint, dass die Grabkammernach der Deponierung der bestatteten Individu-en und ihrer Grabbeigaben komplett verfüllt

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wurde. Über eine mögliche Abdeckung desGrabes ist nichts bekannt. Bei der Stein- undLehmkonstruktion handelt es sich um einebisher in der Region unbekannte Grabform, diesich von den Grabformen der mittleren undspäten Paracas-Zeit deutlich unterscheidet.

Ein Teil des ursprünglichen Grabinventarsbefindet sich in Obhut des Grundstückseigen-tümers, Sr. Sergio Tenorio. Die übrigen Beiga-ben wurde im Laufe der Grabungsarbeitengeborgen. Die menschlichen Knochen fandensich verstreut, sowohl in der gestörten Ober-flächenschicht, als auch in der noch intaktenSchicht A (Abb. 8). Die Knochen beider Schich-ten wiesen die gleichen Merkmale auf. In Ein-zelfällen fanden sich Bruchstücke derselbenKnochen in beiden Schichten. Es ist anzuneh-men, dass trotz der Störung des Kontextes keinenachträgliche Vermischung mit Knochen ausanderen Kontexten stattfand.

Anhand der Knochenfunde konnten 17 In-dividuen identifiziert werden, 12 Erwachseneund 5 Kinder. Männliche und weibliche Indi-viduen sind zu gleichen Teilen vertreten. Dashöchste festzustellende Alter für eines der In-dividuen liegt bei etwa 40 Jahren. Anhand derKinderknochen konnten zwei Individuen iden-tifiziert werden, die jünger als 12 Monate waren,zwei weitere, deren geschätztes Alter zwischen2 und 7 Jahren liegt, und eines, das zwischen7 und 12 Jahre alt war. Einige der Knochenweisen Brandspuren auf, andere wurden unver-brannt beigesetzt. Zu letzteren zählen ein jungeserwachsenes Individuum, möglicherweise männ-lichen Geschlechts, und die Knochen der Kin-der, die jünger als ein Jahr waren. Die Knochenmit Brandspuren wiesen unterschiedliche Gradeder Verbrennung auf. Auch im Erhaltungszu-stand waren deutliche Unterschiede festzustel-len. Es kann davon ausgegangen werden, dassdie Knochen nicht einer einheitlichen Behand-lung unterzogen wurden. Der zerstreute undteilweise unvollständige Zustand deutet aufSekundärbestattungen hin.

Im Grab wurden neun vollständige Gefäßegefunden (Abb. 11) sowie 60 verzierte undunverzierte Gefäßfragmente, welche die Rekon-struktion der Gefäßformen erlauben (Abb. 9

und 10). Alle Gefäße und Fragmente lassen sichder Stilphase Ocucaje 3 zuordnen. Neben derKeramik fanden sich verschiedene weitereObjekte. Einige dienten der Textilherstellung:ein Knäuel von Baumwollfäden, zwei bearbei-tete Knochen und 32 Spinnwirtel aus Stein bzw.Ton (Abb. 16 und 18). Weitere Fundstücke sindein Goldring, eine Pfeilspitze aus Obsidian undein mit einem Affen verzierter Knochen(Abb. 12). Bei den Nachgrabungen in der Grab-kammer wurden zahlreiche Perlen und Anhän-ger geborgen (Abb. 13 und 14). Weitere Funde,darunter eine Kette mit 369 Muschelperlen(Abb. 17) sowie 62 Perlen und Spinnwirtel(Abb. 18) befinden sich im Besitz von Sr. SergioTenorio.

Der vorliegende Befund ist der erste wissen-schaftlich dokumentierte Grabkontext der frü-hen Paracas-Zeit (Phase Ocucaje 3) im gesamtenEinzugsgebiet des Río Grande de Nasca. MitSicherheit sind noch weitere Befunde dieser Zeitunter jüngeren Siedlungen oder fluvialen Sedi-mentablagerungen verborgen. Die hier doku-mentierten Keramikgefäße lassen aufgrund ihrerFormen (Schale mit Ausguss, Steigbügelgefäß)und Dekormerkmale (Ritzdekor, konzentrischeKreise, Kreise mit Punkt, rote und weiße Be-malung nach dem Brand, mittels Politur kon-trastierte Flächen) auf eine starke Beeinflussungdurch den Chavín-Stil schließen. Das unter-suchte Grab liefert die ersten Befunde überBestattungssitten der frühen Paracas-Zeit an derSüdküste Perus. Aufgrund der anthropologi-schen Befunde kann mit Sicherheit angenom-men werden, dass die Knochen mehrerer Indi-viduen in dem Grab zusammengetragen wur-den, nachdem sie unterschiedliche Behandlungenerfahren hatten. Die intentionale Verbrennungvon Knochen ist in der Region bisher nur voneinzelnen Bestattungen der Phase Ocucaje 8 vondem Fundort Jauranga bekannt, wo die Skelettezum Teil an ausgewählten Stellen, zum Teil aberauch an allen Knochen Brandspuren aufwiesen.

Den bisher verfügbaren Hinweisen nachlassen sich die hier beschriebenen Keramikfundemit der Keramik der Phase Cerillos aus Ica,Karwas von der Paracas-Halbinsel und Pozueloin den Tälern von Chincha und Pisco verglei-

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chen. Alle diese Keramikstile spiegeln den Ein-fluss des Chavín-Stiles an der Küste Peruswider. Neuere Forschungen haben gezeigt, dassdem Chavín-Einfluss an der Südküste an Fund-plätzen wie Hacha, Puerto Nuevo und PernilAlto eine Phase der regionalen Entwicklungvorangeht. In dieser Entwicklung ist der Ur-sprung der Paracas-Kultur zu sehen. Chavínkommt dabei keine auslösende, sondern viel-mehr eine prägende Rolle zu, ohne dass dieregional gewachsenen Besonderheiten verlorengingen. Die von Helaine Silverman für dasNasca-Gebiet definierte Tajo-Keramik der spä-

ten Paracas-Zeit lässt sich nun bis hin zur PhaseOcucaje 3 zurückverfolgen. Offenbar handelt essich beim Tajo-Stil um Gebrauchskeramik, diein fast allen dokumentierten Fällen mit Paracas-Feinkeramik vergesellschaftet ist. Die Keramikder Phase Ocucaje 3 aus Palpa zeigt auch ge-wisse Ähnlichkeiten mit Hochlandkeramik vonFundplätzen wie Jargam Pata in Ayacucho undAtalla in Huancavelica. Der Chavín-Einflusskönnte sich also sowohl von den benachbartenKüstentälern her, als auch vom angrenzendenHochland auf das Nasca-Gebiet ausgewirkthaben.

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