LA RUMBA CRIOLLA La rumba criolla: del conocimiento a la ...
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Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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Para una historia de la pequeña burguesía criolla
(o qué pasó el 19 a la noche)
La historia de la Argentina reciente ha quedado marcada a fuego por las jornadas
del 19 y 20 de diciembre de 2001. Puede ser que sucesos posteriores, de mayor
envergadura aún, vengan a sepultar esas jornadas revolucionarias. Aún así, se han
ganado el lugar de hito histórico, bisagra de la vida nacional. A punto de pasar un año
ya, es menester superar las primeras interpretaciones necesariamente impresionistas
para dar cuenta de ellas de manera científica. No obstante, esas primeras
interpretaciones, impresiones, son las que dan cuenta de las hipótesis con las que se
debe comenzar toda investigación. Entre dichas hipótesis se encuentra una que tomamos
como punto de partida y que quiere desdoblar el acontecimiento en dos: una rebelión de
la pequeña burguesía contra el poder político (el 19 a la noche), seguida por una
insurrección obrera espontánea la tarde del día siguiente. En este bloque de textos,
queremos ofrecer materiales para pensar la historia de esa pequeña burguesía argentina
cuya acción desemboca el 19 a la noche. Construir esa historia es la única forma de
darle una base científica al análisis de los acontecimientos de los que hablamos. En esta
ocasión, dos grupos de trabajo distintos de RyR (el dedicado a la historia de la izquierda
y el de sociología) se unen transitoriamente para aportar cada uno lo suyo. El primero,
persigue la historia de diferentes agrupaciones de izquierda, todas ellas ubicables bajo
las caracterizaciones de “movimientistas” y/o “foquistas”, en cuyo nacimiento y
evolución tuvo un rol destacado la juventud universitaria, de origen (en aquellos
momentos de los años ’50 y ’60) pequeño burgués. Entender la evolución de estos
grupos ayuda a comprender mejor los problemas y obstáculos políticos de los hijos e
hijas del Argentinazo a la hora de pensar el problema del partido de la revolución y del
sujeto revolucionario. El segundo, integrado por estudiantes de sociología, intenta
reconstruir el proceso social que llevó a la pequeña burguesía, a través de una serie de
alianzas a lo largo del período 1982-2001, a la noche del 19.
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I. La pequeña burguesía y la izquierda, entre Frondizi y Videla
Buena parte de la fama de la Argentina como país europeo y culto, no importa cuán
realista sea esta imagen, deviene de su otrora poderosa “clase media”. Decimos “otrora”
porque cierto consenso actual tiende a enfatizar el retroceso social y cultural de esa
pequeña burguesía, ya sea bajo la forma de la “nueva pobreza” o de las categorías de
marginalidad y exclusión. Exaltada por algunos como la expresión del sueño
sarmientino de una sociedad progresista, moderna y culta, o denigrada, por otros, como
la protagonista de la tilinguería y el medio pelo reaccionarios, la pequeña burguesía
argentina ha ocupado un lugar relevante en todo análisis de vida política nacional.
Aunque normalmente dichos análisis no han pasado de ensayismo literario. Está todavía
por hacerse una historia científica de la pequeña burguesía en Argentina, una historia
que seguramente mostraría una imagen más compleja que la que ofrecen las dicotomías
tradicionales. La pequeña burguesía no es, “naturalmente”, ni reaccionaria ni
progresista. Su lugar en la sociedad, a mitad de camino entre el proletariado y la
burguesía, la predispone a alianzas variables, a violentos cambios de frente. Y a
fracturas internas que dan pié a experimentos disímiles. En los textos que siguen
intentamos observar un momento de la vida de una fracción de la pequeña burguesía,
aquella que se corporiza bajo la personificación social de “estudiante” y que, en los años
’60 y ’70 protagoniza el fenómeno que dio en conocerse como “nueva izquierda” y en
cuyo seno podemos destacar dos corrientes claras, el movimientismo y el foquismo.
Como esta fracción de la pequeña burguesía se activa en un momento de retroceso del
movimiento obrero, es decir, tras el agotamiento de la resistencia peronista, se encuentra
particularmente vulnerable a posiciones políticas “independentistas” (en relación a los
partidos de la izquierda) y a las influencias exteriores (la revolución cubana y las luchas
anticolonialistas). Es por eso que cierta recuperación del fenómeno peronista va unido a
la negación de los partidos de izquierda, a la tendencia a construir organizaciones
endeblemente estructuradas y sin referentes en la política nacional, encandiladas por
procesos mundiales como el guevarismo. Es así que independentismo, movimientismo y
foquismo son los componentes casi omnipresentes en todos estos grupos. En qué
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medida estos elementos constituyentes de lo que alguien llamó la “nueva izquierda”
dificultaron más que contribuyeron a la construcción del partido revolucionario, es algo
que se discute más abajo. Conviene, por ahora, repasar en el siguiente texto de
Guillermo Parson, la que parece ser una de las principales influencias ideológicas sobre
esta fracción de la pequeña burguesía lanzada a la acción en el campo del proletariado
en un momento de relativo reflujo de su acción.
(Las bases teóricas)
La Monthly Review en español: ¿una tribuna del movimientismo foquista?
Guillermo Parson
Introducción
¿Qué leía la izquierda argentina de los ’70 en sus años formativos? ¿De dónde
sacaba sus “insumos” teóricos? Este texto tiene por función examinar una de esas
“usinas” del pensamiento de izquierda que, creemos como hipótesis, tuvo una enorme
influencia en la Argentina, sobre todo en los grupos “independientes” de las estructuras
partidarias “tradicionales” (aunque no sólo en ellos). Aquí nos limitaremos a examinar
las ideas centrales de la Monthly Review, (MR) dejando para más adelante el estudio de
la medida y el sentido de su influencia. Desde este ángulo, el primer punto importante
es comprender de qué manera este grupo de intelectuales caracteriza la realidad mundial
y por ende, cómo se ubica ante ella. En segundo lugar, cuál es la línea político-
estratégica que postula. Por último, cuál es el sujeto que llevaría a cabo las tareas que de
todo lo anterior se desprenden.
Nos proponemos demostrar en cuanto al primero de los aspectos mencionados, que MR
parte de la premisa de que el panorama político-económico mundial está atravesado por
el enfrentamiento entre campos: el imperialismo y sus naciones aliadas versus el campo
socialista junto a países en transición y neutrales, que se hallarían en un progresivo
pasaje al segundo de los “campos”. Este conflicto expresa en realidad, la lucha entre la
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revolución y la contrarrevolución, ubicando asimismo, dentro de la primera una
diferenciación entre políticas efectivamente revolucionarias -fundamentalmente la
dirección china- y otras reformistas -la conducción soviética. La revista se encuadra
explicitamente dentro del terreno revolucionario. La estrategia política no es uniforme:
las particulariedades nacionales en la época imperialista los hace distinguir entre la línea
a seguir en los EE.UU., que no es la misma a la postulada para Argelia -por dar un
ejemplo muy burdo.11 Se reivindica una táctica pro-guerrillera para los países coloniales
con el objetivo de realizar “la revolución por el socialismo”,2 entendido éste como símil
de los existentes. Lo que nos sitúa en el tercer problema. Se parte de admitir la
necesariedad de un sujeto revolucionario, pero el mismo se muestra, la más de las veces,
en forma algebraica. Conceptos como “pueblo” o “sectores revolucionarios” grafican
esta adjetivación. Sí parece quedar en claro que ninguna “burguesía nacional” en el
mundo semi colonial -que es el que nos interesa- puede llevar a cabo dichas tareas, sino
por el contrario, éstas se realizarán a pesar y contra ella.3 Aspectos todos que pasamos a
desarrollar.
Antecedentes y materiales
Los directores de la revista, Paul Sweezy y Leo Huberman -al igual que Paul Baran,
fallecido al hacerse la edición argentina- se reivindican como marxistas y adscriben a 1 La política para los EEUU y demás países centrales, tiene un desarrollo bastante inferior en las ediciones en español. Uno de los artículos que intenta profundizar en ella es “El Goldwaterismo”, de Huberman/Sweezy. MR 14, octubre 1964. Nosotros prestaremos atención a la estrategia y caracterizaciones que tienen que ver con el llamado “mundo semi colonial”. (Cfr. cuadro adjunto). 2 Como lo demuestra, entre otras varias las afirmaciones siguientes: “Coincidimos en que los continentes oprimidos de Asia, África y Latinoamérica viven una época de convulsiones cuya única salida posible reside en concretar pofundas revoluciones socialistas” (negrita en el original). Editorial: Huberman-Sweezy: “Qué se proponen los chinos?”, en: MR 4, noviembre 1963. O “Puede algún país latinoamericano tener esperanzas de evadir la ocupación por su proio ejército? Sí, pero bajo la condición de que derrote a su propio ejército. Por cierto que no podrá evadirse por el solo hecho de elegir a un gobierno de izquierda adicto a reformas básicas, como muchos chilenos izquierdistas parecen creer” Editorial “Brasil, Latinoamérica y los EEUU” de los mismos autores, MR 11, julio 1964. 3 Entre otras afirmaciones en el artículo “Brasil, réquiem para una ilusión” de Pablo Arriaga, MR 11, julio 1964 se lee - criticando la política del PC brasileño que llamaba a confiar en la ‘poderosa’ burguesía nacional de dicho país - : “El PC esperaba - como siguen esperando muchos PC en Latinoamérica - que mediante la presión popular, la burguesía tomara alegremente el camino revolucionario (...) Sin embargo las experiencias históricas demuestran que la conducción del frente de clases al que alude Prestes (N del R: secretario general de dicho partido) queda inexorablemente en manos de la burguesía pues las tareas de agitación y organización entre las masas se efectúan con miras a presionar tímidamente al gobierno para
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una concepción que ellos denominan “antidogmática”. El primero y el último publican,
en 1965, El capital monopolista, dedicado al Che. A grosso modo, podemos postular
que suscriben interpretaciones estancacionistas, que al igual que las tesis
subconsumistas y de la monopolización, parten de la premisa que para explicar el fin del
crecimiento de la economía mundial, hay que partir en forma excluyente del papel que
cumple el capital financiero, teoría que se inspira en los seguidores de Keynes.4 El
material con el que contamos comprende 22 números de los 33 que publicó la revista
entre el n° 1 -julio de 1963- y este último editado en junio de 1966. Los objetivos de su
aparición son expresados en la presentación inaugural, en donde se lee:
“(...) desde hace tiempo, amigos latinoamericanos nos vienen sugiriendo la
publicación de una edición en castellano (Nota del autor: el mensuario se publica en los
EEUU desde 1949). Ello ha sido posible gracias a la colaboración de un buen número
de amigos y muy especialmente, a la iniciativa de nuestras eficientes y dinámicas
traductoras, Liliana Martin e Irene Mizrahi, en quienes hemos delegado la
responsabilidad de publicar y distribuir las selecciones en castellano (...) Se omitirán
aquellos trabajos que consideremos de poco interés para los lectores latinoamericanos,
sustituyéndoselo por artículos de números anteriores de la revista original (...)
Queremos además recalcar que el objetivo fundamental de MR es y seguirá siendo,
interpretar la realidad de la sociedad capitalista estadounidense, tanto en sus aspectos
internos como en sus relaciones con el exterior”.5
Además de los directores, la revista contará con un amplio espectro de escritores que
participarán en varios de sus números. Entre ellos se encuentran André Gunder Frank,
Eduardo Galeano, Adolfo Gilly, Charles Bettelheim, Ralph Milliband y Harry Magdoff,
por citar algunos de los más conocidos. Otro dato de interés (y que da cierta idea del
que ‘cumpla lo prometido’ y realice las reformas que el pueblo solicite (...) quedando como primer tarea popular manifestar, mediante declaraciones de apoyo a la ‘burguesía nacional progresista’”. 4 Cfr. P. Baran- P Sweezy: El capital monopolista. Ensayo sobre el orden económico y social norteamericano, FCE, México, 1966. El nº 5/6 de MR, enero/febrero 1964 reproduce dos capítulos del mismo, a modo de adelanto. Para una crítica de las posiciones estancacionistas que éstos autores suscriben, ver Katz Claudio “Sweezy: los problemas del estancacionismo” en Taller, v. 5, nº 15, Abril 2001. 5 Presentación por Huberman/Sweezy, MR 1, julio 1963
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“espíritu” de la revista) es observar las distintas publicaciones que se anuncian en sus
páginas: Arte y literatura socialista (selección de escritos de Marx y Engels), Obras
escogidas de Mao Tse Tung, Peronismo y petróleo de John. William Cooke, Tres
revoluciones militares de Juan Domingo Peron, y revistas como Fichas de Investigación
económica y social, Pasado y Presente, Primera Plana, Revista de Liberación -en donde
escriben Juan José Sebreli y Bernardo Kordon entre otros- y un mensuario denominado
Colección de Política Concentrada, dirigida por Rogelio Garcia Lupo.
Los campos enfrentados
Todos sus análisis están cruzados por la existencia del denominado “conflicto chino-
soviético” y la emergencia de la guerra de Vietnam: “El conflicto sino-soviético se
desarrolla fundamentalmente entre los que se someten y los que resisten. La guerra de
Vietnam es el epicentro de la resistencia”.6 La dirección china corporiza los principios y
la estrategia de resistencia al imperialismo, en contraposición a la línea soviética que
adscribe a la “coexistencia pacífica” con aquel, apostando a alcanzarlo y sobrepasarlo
en el terreno económico fundamentalmente:
“Desde el acceso al poder de Mao Tsé Tung en el PCCH, la conducción china ha
seguido su propio camino independiente de los puntos de vista y directivas de Moscú.
Hasta ahora Mao y sus colegas estuvieron en lo correcto en los lineamientos
fundamentales. (...) Los chinos piensan en términos de una ruptura con el imperialismo
desde dentro, a partir de la rebelión de los países explotados, que son la base misma del
sistema. En lo fundamental de la disputa con la Unión Soviética los chinos tienen razón.
La historia lo demostrará”.7
Pero esta apreciación no les impide reconocer que ambos forman parte del campo
socialista, bloque antagónico al que hegemoniza el imperialismo: “Podemos afimar que
6 Editorial Huberman-Sweezy: “Una larga marcha, ascenso y reflujo de la revolución mundial”, en: MR 33, junio 1966. Para observar la receptividad e importancia que en la Argentina tenían en esa coyuntura, tanto el conflicto chino-soviético como Vietnam: consultar Pasado y Presente primera época nº 4, enero/marzo 1964, y si se quiere un ejemplo menor, basta recorrer la exitosa historieta Mafalda para comprobar dicha aseveración. 7 Editorial “¿Qué se proponen...,op. cit.
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el socialismo se encuentra sano y salvo en su primera tierra natal, y que los temores
chinos de que Kruschev conduzca a su país por el camino yugoeslavo hacia la eventual
restauración capitalista, no tiene base de sustentación”.8 La caída del citado secretario
general del PCUS a comienzos de los sesenta, los lleva a caracterizarla como “cosa
buena” -siguiendo lo expresado por el dirigente chino Chou En Lai- aunque
“La razón, empero, no es que la nueva dirección sea en algún sentido esencial
diferente de la de Brezhnev y Kosygin, proceden del mismo estrato de funcionarios
políticos y administradores económicos que proliferó en las últimas cuatro décadas de
crecimiento económico acelerado. En la era de Stalin estas personas eran mantenidas a
rienda corta y obligadas a ejecutar la política de Stalin mediante los controles estrictos
de la policía secreta. Con la virtual liquidación de estos controles luego de la muerte de
Stalin, ese grupo quedó en mayor libertad y forma hoy una especie de elite autónoma
que se auto renueva, muy similar en las formas a la dirección de las corporaciones
gigantes norteamericanas”.9
Dichos funcionarios encarnan y llevan a cabo el socialismo realmente existente bajo el
cual MR se encolumna. Veamos como la aplicación de ciertos términos no es arbitraria
para los autores:
“Deliberadamente evitamos usar el ambiguo e intencionado término
‘burócratas’. Los dirigentes son hombres que, merced a una excepcional capacidad,
energía, iniciativa y sagacidad se han abierto camino en la política o en la industria (a
veces yendo y viniendo de una a otra). Ya no se puede seguir llamándoles burócratas,
como no se podría llamarlo así al presidente de la General Motors”.10
La posibilidad de que la clase dirigente norteamericana lance una “guerra preventiva”
contra alguno de los “gigantes socialistas”, reafirma -para MR- la necesidad de que la 8 Editorial Huberman-Sweezy: “Transición pacífica del socialismo al capitalismo?”, en: MR 8, abril 1964. 9 Editorial Huberman-Sweezy: “El avance socialista: cinco hechos positivos”, en: MR 16, diciembre 1964.
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alianza entre éstos no se debilite o peor aún, se rompa. La lucha entre los “campos”
determina todo su análisis:
“El último curso de los acontecimientos dentro del movimiento socialista
mundial adquiere un cariz profundamente inquietante. Las conversaciones mantenidas
en julio entre los partidos comunistas chino y ruso han concluído aparentemente en un
rotundo fracaso (...) Los chinos afirman que la URSS rompió con una serie de
compromisos y acuerdos concertados con el propósito de ayudar al pueblo chino a
desarrollar su economía y adquirir su propia capacidad nuclear defensiva. Los rusos, a
su vez, acusan a los chinos de creer que puede construirse el socialismo sobre las ruinas
de una guerra termonuclear; que por lo tanto están a favor de una carrera de armas
atómicas (...) Sobre la base de estas consideraciones, resulta bastante evidente que la
anulación de la alianza entre China y la Unión Soviética conducirá a una revalorización
sustancial de la situación por parte de la clase dirigente norteamericana. Aumentarían
sensiblemente las probabilidades de que la bomba A pudiera usarse en Asia y
particularmente contra China, sin atraer sobre sí las fuerzas soviéticas”.11
La estrategia para el mundo semi colonial
El editorial clave para la problemática y las tareas en el llamado “tercer mundo”, es el
titulado “El imperialismo y la independencia nacional”. Allí se condensan de manera
clara los tres ejes que mencionábamos en la introducción. El ángulo general es señalar
que el imperialismo norteamericano -que ostenta toda la hegemonía planetaria,
convertido así en el ultraimperialismo de raíz kauskiana- teme que países
independientes luego de la segunda guerra, tomen el rumbo socialista -que como ya
señalaban anteriormente- corresponde al tipo de sociedades como las erigidas allende el
muro de Berlin:
“No creemos que el imperialismo siga siendo el mismo... la importancia relativa
de los viejos imperios coloniales ha disminuído drásticamente, mientras que la del
10 Ibídem. 11 Editorial “Qué se proponen..., op. cit.
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imperio neocolonial norteamericano ha aumentado en escala espectacular. (...) Aquellas
áreas están desplazándose no hacia un ‘tercer mundo’ que en gran medida es un mito,
sino hacia el campo socialista, en el cual los males de la dominación y explotación
imperialista han sido desterrados para siempre y donde los pueblos se han consagrado
de lleno a la tarea de edificar una civilización digna de seres humanos. Es esto lo que los
imperialistas no pueden tolerar, no que unas pocas colonias logren conquistar su
independencia formal; y no pueden soportarlo porque ello confiere nuevas esperanzas a
los pueblos oprimidos y les marca el camino por el cual deben transitar”.12
Cuando se refieren a las naciones semicoloniales, emplean indistintamente los términos
de “élites”, como así también el de “burguesías” u “oligarquías” para definir a sus
clases domi-nantes.13 El frente político social que en dichos lugares hay que construir
para edificar el socialismo, excluye a éstas de su participación y el modelo
paradigmático a seguir es Cuba, que también planteó una política militar:
“¿Cuál es el camino? El camino de la lucha armada. El ejemplo de la lucha de
los pueblos latinoamericanos por su ‘segunda’ independencia es el modelo para los
afroasiáticos ... Al cabo de cinco años de victorias, la Revolución Cubana constituye un
ejemplo que toda la fuerza del imperialismo yanqui no ha podido destruir”14
“(Cuba)... Allí, mediante la lucha armada y su íntegra desintegración (sic), el
ejército de Batista de ocupación fue definitivamente derrotado. Allí, el viejo aparato
militar fue totalmente destrozado y liquidado. Allí, en su lugar apareció el nuevo
ejército del pueblo y la milicia popular. Allí, logró restaurarse el poder civil y su
afianzamiento, cada vez más sólido, pese a presiones exteriores extremadamente
poderosas y dificultades internas sin precedentes. Allí, por encima de todo, se enterró el
12 Editorial Huberman-Sweezy: “El imperialismo y la independencia nacional”, en: MR 5/6, enero-febrero 1964. 13 Cfr. en especial editoriales ya citados y “La realidad chilena” Editorial por Rodriguez Suarez, MR 12, agosto 1964. También artículos “Los EEUU, Panamá y Venezuela”, de Huberman-Sweezy, MR 8, abril 1964 y “La crisis brasileña” de Galan, MR 9, mayo 1964. 14 “Los pueblos afroasiáticos y América Latina” de Gregorio Goldenberg, MR 11, julio 1964.
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pasado semi colonial y se construyeron las bases para un futuro socialista. Cuba
demostró que todo es posible”.15
Por eso se declaran seguidores de la dirigencia china que apuesta a la resistencia al
imperialismo, el cual -como Cuba ha demostrado- si bien se opondrá “con uñas y
dientes” a todo intento socialista, también está dejando expresar en su accionar, asomos
de debilidad:
“Los chinos creen, y estamos totalmente de acuerdo con ellos, que ésta es una
fórmula de derrota y desastre para el movimiento mundial (N del R: se refiere a la
‘coexistencia pacífica soviética’) y por lo mismo una amenaza mortal contra su propia
lucha por sobrevivir y edificar el socialismo. Creen, y volvemos a darle la razón en
todo, que el imperialismo sigue siendo una fuerza poderosa dirigida al mal, y que sólo el
decidido esfuerzo revolucionario de sus víctimas puede derrotarlo y permitir a la
humanidad avanzar hacia un futuro mejor y más seguro (...) Pero también es cierto,
desde luego, que los EEUU no son todopoderosos. Cuba lo ha demostrado”.16
A la búsqueda del sujeto
Si lo hasta aquí desarrollado aún en forma somera, nos permite comprender el análisis
global de MR: sus caracterizaciones más generales y la línea político-estratégica que de
ella se desprende; queda por visualizar el sujeto, agente de la transformación.
Resultaremos defraudados, en cuanto a poder observarlo con claridad. El “pueblo”, “las
fuerzas progresistas”, parecieran ser los actores a los cuales más insistentemente la
revista postula para cumplir dicho rol:
“(El resurgimiento revolucionario) les toca a las fuerzas progresistas y
revolucionarias... que hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial sufren derrotas
(...) Los compromisos del escalamiento bélico en el sudeste de Asia amenazan con
absorber toda la mano de obra disponible en los EEUU. Obligaciones cuya justificación
ostensible es la de proteger a veintena de países contra la agresión comunista, pero cuyo
15 Editorial “Brasil, Latinoamérica y los EEUU” Huberman-Sweezy, en: MR 11, julio 1964. 16 Editorial “El imperialismo..., op. cit..
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objetivo real es proteger a gobiernos reaccionarios contra sus propios pueblos (...) !
Adelante amigo! Este no es momento para el desconcierto ni la decepción. Es la hora de
ponerse a trabajar; de abrir un segundo, un tercer, un cuarto y muchos más frentes
contra el imperialismo”.17
También la acción guerrillera es postulada como praxis revolucionaria, con los ejemplos
de las experiencias china y cubana como guía, aunque se permitía cierto debate sobre
sus limitaciones, como puede verse en el siguiente comentario de Adolfo Gilly sobre el
frente guerrillero guatemalteco:
“Según la opinión de Guevara (en las postrimerías de 1959), la función de los
campesinos era la de apoyar y ayudar al ejército guerrillero, que iría aumentando
gradualmente su poder hasta adquirir la capacidad necesaria para desafiar y derrotar al
ejército regular. Es ésta una concepción esencialmente paternalista que ubica la
iniciativa, el impulso revolucionario y la responsabilidad final en manos de una elite
guerrillera. En un sentido, la concepción guatemalteca es precisamente la inversa. Se
asigna a las guerrillas la misión de organizar a los campesinos y convertirse en el
instrumento revolucionario de éstos. La correspondiente estrategia insiste más en lo
político que en lo militar(...) Lo que hacen los guatemaltecos es redescubrir a través de
su experiencia y adaptar a su particular situación, las ideas y los métodos desarrollados
durante las revoluciones rusas de 1905 y 1917 y durante la revolución china (...) Que
tales ideas y métodos organizativos tienen una relevancia considerable e inmediata para
extensas regiones de América Latina, parece obvio”.18
El planteamiento en ningún momento cae en posiciones mecanicistas o catastrofistas: el
imperialismo no caerá solo, habrá que hacerlo caer. Ese es el axioma que se de deduce
de todo lo anterior, aunque a veces esto lleve a posturas ultra voluntaristas y
17 Editorial Huberman-Sweezy: “Una larga marcha” en , MR 33, junio 1966. También se puede consultar los artículos ya mencionados Huberman-Sweezy: “La crisis en Vietnam”, en MR 7, marzo 1964 o “La lucha anticolonialista en los EEUU” de los mismos autores, MR 26, noviembre 1965. 18 Introducción a Huberman-Sweezy: “El movimiento guerrillero en Guatemala por A. Gilly”, en: MR 22/23, junio-julio 1965. También Cfr. W. Pomerag: “Experiencias de la guerra de guerrillas en Filipinas”, en: MR 4, noviembre 1963 o A. Domingo: “La guerrilla en Venezuela” en: , MR 8, abril 1964
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nuevamente a difuminar el sujeto bajo el genérico término revolucionario. Un editorial
ya citado señala:
“El imperialismo está muy lejos de la hora de su muerte. El socialismo va
avanzando sólo a través de luchas revolucionarias sangrientas, la visión de una
transición tranquila entre uno y otro no pasa de ser un sueño. Probarles esto a los
revolucionarios potenciales del mundo, desengañarlos de sus ilusiones, prepararlos
intelectualmente y moralmente para las luchas y los sacrificios que les esperan, esto y
no otra cosa, constituye la esencia y la motivación del conflicto sino-soviético”.19
Palabras finales
No podemos terminar este texto sin señalar una serie de elementos que contradicen la
imagen que la Monthly Review en castellano traza del panorama mundial, de la
situación revolucionaria y del sujeto que debiera encarnarla. No se trata de iniciar una
polémica retrospectiva, sino de mostrar que otras lecturas de la realidad del período
eran posibles en el período mismo (y de hecho, existieron y entraron en debate con
posiciones como las que aquí analizamos). Contribuímos, de esa manera, a destacar la
peculiaridad de las posiciones políticas de este grupo intelectual y a esbozar los
términos de los debates del período en cuestión.
Como acabamos de demostrar, la existencia de “campos de enfrentamiento” en un plano
mundial recorre como un “hilo rojo” todos sus análisis, tanto los de estricta coyuntura
como aquellos que refieren a la esfera de lo orgánico. Pensamos que dicho instrumental
conceptual, difumina más que aclara la relación de fuerzas entre clases y fracciones de
clase a nivel internacional. La existencia de los denominados “campos” es enunciada sin
más, a pesar de que la experiencia histórica ya ha conocido las purgas de Moscú, la
Guerra Civil española, los sucesos revolucionarios de la posguerra en Italia, Grecia, etc.,
donde la supuesta homogeneidad de los “campos” no se verifica en la práctica. Esta
experiencia histórica pone (y ponía ya en esa época) en cuestión la teoría campista,
mostrando que en el interior de cada campo (sobre todo en el socialista) los diferentes
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componentes tenían posiciones (y actitudes concretas) no sólo contrapuestas sino
antagónicas entre sí.20
Como también vimos, al frente del primero de los campos se halla la URSS con su
nomenclatura estatal-partidaria. Observamos asimismo como define a ésta MR. Ese
adjetivo “ambiguo e intencionado” -como caratula al rótulo de “burócrata”- es toda una
categoría política-económica-social que ya habían empleado el último Lenin y
desarrollado entre otros, Trotsky y Rakovski. Además -y paradojicamente- en el número
inaugural de la revista, en un trabajo de alguien ajeno a las ciencias sociales como
Albert Einstein, se encuentran conceptualizaciones más precisas, como las que
transcribimos:
“Sin embargo, conviene recordar que economía planificada no es sinónimo de
socialismo. La esclavización del individuo puede ser simultánea a la existencia de una
economía planificada. La realización del socialismo requiere la solución de algunos
problemas socio-políticos estrechamente difíciles: ¿cómo evitar que la burocracia se
convierta en una fuerza todopoderosa y arrogante, basada en una alta centralización del
poder político y económico? ¿Cómo asegurar los derechos del individuo, y oponer así
un firme contrapeso democrático al poder de la burocracia?”.21
Definición -burocracia- que a nuestro juicio conservaba toda su validez hacia
mediados de los sesenta y que permite a la vez, en forma dialéctica, entender la propia
política de coexistencia que los propios redactores de MR critican. En cuanto a la
valorización científica de dichas formaciones económico-sociales como socialistas,
también es (y, más importante, ya era en aquel momento) discutible. De hecho, los
redactores de MR parecen olvidar la categorización de sociedades post capitalistas o en
19 Editorial “El imperialismo ..., op.cit. 20 Esta matriz “campista” se remonta a la doctrina menchevique del “campo burgués progresivo” formulada por Martov y Dan a comienzos del siglo XX; tiene su símil aún dentro de concepciones que se dicen bolcheviques, como la posición de Stalin-Molotov ante el gobierno provisional de Kerensky antes de la llegada de Lenin a Rusia en abril de 1917 y “sistematizada” luego por Dimitrov con los “frentes populares” en 1935 y en forma político-filosófica por Mao en “Sobre la contradicción” texto de 1937 y más cercano a nuestros autores “Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo” de 1957 (La Rosa Blindada, Bs As, 1974). 21 “Por qué el socialismo” por Albert Einstein en: MR 1, julio 1963.
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y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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transición, por ese mismo motivo no exentas de la explotación imperialista -como MR
sostiene- por la sencilla razón de que no pueden abstraerse del mercado mundial y
construir la utopía de un “socialismo nacional”. Algo que ya advertían, tanto Lenin en
su última intervención al pleno del PCUS, como Trotsky en su carta al VI Congreso de
la III Internacional en años tan tempranos como 1922 y 1928 respectivamente. Pero no
sólo desde la “gris teoría” dichos postulados de MR podían ser discutidos. La misma
población que vivía bajo esos “socialismos”, ya habían comenzado a luchar contra esa
“civilización digna” que estarían construyendo los Kosygin y Cía, según la cándida
afirmación de Sweezy y Huberman. Tanto en la República Democrática Alemana como
en Hungría (y no faltaría mucho para que así ocurriese en Praga) gigantescas
movilizaciones cuestionaban al regimen en su conjunto, en acciones que sobrepasaban
la mera acción corporativa/fabril -que existía casi desde sus mismos orígenes- y que
culminó con la represión conocida.
También era altamente cuestionable que el citado “campo socialista” les marcara
a los pueblos coloniales “camino” alguno, como recurrentemente se afirma. Aún en el
estrecho marco de la “liberación nacional”, todas esas direcciones fueron acusadas de
boicotear sus luchas, incluso en el epicentro de la revolución mundial, que según
señalan es Vietnam, algo que su admirado Guevara denunció en más de una
oportunidad.22 Cuando se refieren al “ejemplo cubano” omiten decir que dicha
experiencia revolucionaria en su primer año largo de vida, sí incluyó a sectores
burgueses al interior de su frente político y en la propia cúspide estatal -Urrutia- y
recién en 1961 ésta “deviene” socialista y por ende, expropiadora.
La categoría de sujeto es clave en toda praxis revolucionaria. No es el lugar aquí para
desarrollar dicho punto en profundidad. Creemos que no es forzado interpretar -luego
de recorrer el mensuario durante este período- que todo aquel sujeto que esté dispuesto a
“resistir” al imperialismo norteamericano, es encuadrado dentro del campo
revolucionario. Se “abusa” al decir de Lenin, de la palabra “pueblo” y en él se diluyen
22 Cfr. Guevara Ernesto Obras Escogidas, t. II, Ediciones de Ciencias Sociales , La Habana, 1961 en especial los artículos “Solidaridad con Vietnam del Sur”, “Discurso de Argel” y “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”; también Lowy, M.: El pensamiento del Che Guevara, Siglo XXI, México, 1972.
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los diversos actores sociales.23 Este punto será la piedra de toque en los debates entre las
agrupaciones movimientistas filoperonistas y el resto de las corrientes de izquierda. No
existe ningún artículo o editorial que ubique de forma excluyente a la clase obrera en
alianza con los sectores campesinos o pequeña burguesía urbana para la construcción de
su hegemonía político-social. Lo que se observa -como ya señalamos- es que ningún
sector burgués es considerado como agente de cambio alguno, si bien no se esgrimen
razones de porqué esto es así. Por ese motivo esta aseveración parece más producto de
un hecho “empírico” -no hay en esa coyuntura una fracción de la burguesía en el
mundo semi colonial, que ensaye o tenga un roce importante con el imperialismo- que
a una elucubración científico-política más profunda.24 Este “empirismo” es también un
elemento que contó a favor de las posiciones políticas señaladas. Como decíamos en la
introducción, queda por investigar cómo estas concepciones, postulados y estrategia
política influyeron en las distintas expresiones de la izquierda argentina hacia mediados
de los sesenta, que es como decir hacia los albores de una de las etapas más álgidas de
la lucha de clases de la vida nacional: aquella que se abrió con el Cordobazo a partir de
1969.
Apéndice: Distribución de páginas en los veintidós números de MR (1963-1966).
Panorama Mundial Panorama mundo semicolonial Teórico-Arte Publicidad
Total
Páginas 186 644 408 180 1418
23 Cfr. Lenin, V :Dos tácticas de la socialdemocracia en la actual revolución democrática, Cártago, Bs As, 1973. Allí se afirma: “La socialdemocracia ha luchado y lucha contra el abuso democraticoburgués de la palabra ‘ pueblo’. Exige que con ella no se encumbra la incomprensión de los antagonismos de clase en el seno del mismo”. También para un análisis de la política leninista, Cfr Shandro A:“Lenin y la hegemonía: los soviets, la clase trabajadora y el partido...” en Razón y Revolución, nº 9, otoño 2002. 24 Las excepciones son los artículos “Feudalismo no, capitalismo” de André Gunder Frank, MR 12, agosto 1964 y el ya citado de Arriaga P. (Ver llamada 3)
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16
% 13,12 45,42 28,77 12,69 100
Ref: La columna de Panorama mundial incluye los análisis de política y economía
norteamericana. Panorama mundo semi colonial comprende el marco geográfico de
Asia, África junto a Centro y Sud América. Incorporamos, además, aquellos artículos
que tratan del conflicto chino-soviético por la estrechísima relación que el mismo tiene
con aquel. Teórico-Arte los agrupamos en la misma franja, ya que lo que se realiza son
aportes a la “teoría marxista del arte” como de crítica - o defensa - del así llamado
“realismo socialista”. Por último en Publicidad sumamos también los espacios en blanco
con que la revista cuenta.
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(Independentismo, movimientismo y foquismo)
El largo camino hacia el partido: las experiencias movimientistas y foquistas
en la izquierda argentina Fernanda Castagna, Fernando Castelo, Ezequiel Lezama,
Florencia Rodríguez, Eduardo Sartelli, Melisa Slatman
Uno de los fenómenos históricos que más ha impactado la conciencia política
contemporánea argentina, es el fenómeno popularmente conocido como “guerrilla”.
Categorizado de diversas maneras (lucha armada, fenómeno insurreccional, violencia,
nueva izquierda, subversión, guerrilla, etc.) el proceso que desemboca en la creación de
fuerzas armadas pertenecientes a partidos autodefinidos como revolucionarios,
populares, anti-imperialistas, de izquierda, etc., aparece hoy, en la conciencia general
como la nota distintiva de los años ’60 y ‘70. En gran medida, esa imagen que
distorsiona grandemente la realidad, desplazando el protagonismo de la clase obrera y
de las tendencias revolucionarias en su seno, tiene un origen intencionado en la
propaganda del Proceso Militar. En efecto, una de las justificaciones más extendidas
sobre la represión de los ’70 es que los “guerrilleros” ponían “bombas” y mataban “a
cualquiera”. La intervención militar se justificaba, entonces, para frenar una violencia
homicida irracional. Esta idea, con una modificación menor que repudiaba los
“excesos”, fue reflotada por la teoría alfonsinista de los “dos demonios”, según la cual
la lucha de clases de esos años se reduce a un tiroteo indiscriminado entre dos
“extremos” que aterrorizan a una sociedad paralizada. Incluso el tratamiento que recibió
el problema de los desaparecidos, implícitamente ligados a los militantes conocidos de
las agrupaciones más reprimidas (ERP y Montoneros), abonaba la idea de la centralidad
del fenómeno en cuestión en esos años, a pesar de que las cifras sobre obreros y
militantes sindicales secuestrados y muertos por la dictadura militar excede con mucho
a los primeros. La espectacularidad propia de las acciones armadas agrega un plus de
atracción en el país en el que nació el guerrillero legendario por excelencia, el Che
Guevara.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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Habiéndose fagocitado a la clase obrera y sus acciones, esa imagen dominante
que asocia los años ‘60 y ’70 con la “guerrilla”, opera el mismo proceso con las
organizaciones de izquierda que no desarrollaron aparatos armados o que se opusieron a
ello, a pesar de que algunas lograron un lugar importante en la lucha del período. No
sólo eso, sino más aún, la “guerrilla” termina identificándose con las dos agrupaciones
más importantes, el PRT y Montoneros, haciendo desaparecer a aquellas que aceptando
la necesidad de las acciones armadas, las concebían de otro modo. Se bloquea, así, la
posibilidad de percibir las variantes estratégicas y tácticas que cada agrupación
representaba o creía representar. Así, bajo la expresión “guerrilla” se esconden
posiciones tan diferentes como las que defendían la teoría “clasica” del foco rural, las
que se orientaban al foquismo urbano, las que pretendían combinar ambos, las que veían
la experiencia armada como una simple estrategia defensiva o de propaganda, las que la
subordinaban a la acción sindical y política de la clase obrera, etc., etc.. Cada cambio de
estrategia conlleva, además, cambios en el sujeto que encarna la revolución, de modo
que organizaciones que comparten un método (la lucha armada) pueden divergir por
completo en cuanto a programa, desde posiciones reformistas, nacionalistas o
democratizantes hasta revolucionarias. Entender bien este fenómeno, entonces, implica
descomponer ese constructo ideológico y separar la paja del trigo, estableciendo con
claridad las diferencias. Es por eso que hemos iniciado una tarea de rescate de
experiencias de este tipo de aquellas agrupaciones menos conocidas, como Uturuncos,
GOR y OCPO.
Otro fenómeno característico de aquellos años, también oculto detrás de la
preeminencia otorgada a agrupaciones como PRT y Montoneros, fue la enorme
diversidad de agrupaciones, de todo tipo, independientes de los partidos de izquierda
“tradicionales” (es decir, que responden a una tradición ya instalada, como el
stalinismo, el trotskismo o el socialismo reformista). Pululan en el período una notable
cantidad de agrupaciones nucleadas en torno a revistas o limitadas al ámbito estudiantil,
protagonizadas en su mayoría por estudiantes universitarios, hecho que las relaciona
estrechamente con las organizaciones “guerrilleras”, cuyo personal se recluta
mayoritariamente de ese estrato social. Al igual que la mayoría de los militantes de las
organizaciones armadas, los de las agrupaciones “independientes” suelen provenir de la
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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“izquierda gorila” (el partido comunista y el socialismo reformista), de la Iglesia y,
sobre todo, del radicalismo. En general, han experimentado alguna forma de
revalorización del fenómeno peronista y expresan algún tipo de corte generacional que
se manifiesta en el origen estudiantil de la mayoría de los militantes. Hoy se los suele
reivindicar (a diferencia de las “organizaciones armadas”, a las que pocos defienden)
como expresión de renovación y originalidad intelectual, siendo Contorno (y en alguna
medida, Pasado y Presente) el ejemplo más notable de esta operación político-
historiográfica para nada desinteresada.
Lo que aparece desdibujado en este cuadro es el origen de clase de los
protagonistas, lo que impide, en alguna medida, entender el proceso en el cual se
insertan. No significa esto que no fuera reconocido directa o indirectamente su origen
pequeño burgués, sino que no parece que el dato ocupe algún lugar en la explicación del
proceso de lucha de clases de los años en cuestión (y en los resultados de ese proceso).
Formulamos, a partir de este vacío, una hipótesis que, creemos, puede iluminar algunos
aspectos relevantes para explicar la derrota de las fuerzas revolucionarias de los años
’70.
Las fuerzas revolucionarias desarrolladas a partir del Cordobazo fueron
derrotadas. Ese es un hecho. Una de las claves de la derrota se debió a la superioridad
subjetiva de la burguesía frente al proletariado en el momento culminante de la lucha de
clases. En efecto, recuperando el esquema gramsciano de los niveles de relaciones de
fuerzas, observamos que, tanto por el nivel material como por el político general, la
clase obrera argentina estaba en condiciones de protagonizar una revolución socialista.
Observamos también que el grado de desarrollo de la lucha de clases en el período ‘69-
’76, es suficientemente elevado como para alcanzar el momento militar de la crisis
revolucionaria. En consecuencia, las condiciones objetivas sintetizadas por Lenin
estaban dadas. ¿Por qué no triunfó la clase obrera? Por su grado inferior de desarrollo
subjetivo, es decir, porque en el momento de la confrontación definitiva, su contrincante
estaba mejor preparado para realizar las tareas necesarias a la etapa, es decir, la
destrucción por medio de la violencia de la fuerza organizada del enemigo. Mientras,
tras un desconcierto inicial (entre el Cordobazo y la llegada al poder de Perón) la
burguesía se unificó detrás del partido golpista y su brazo armado, las fuerzas armadas
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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del estado, la clase obrera se encontraba dividida entre una fracción mayoritaria (pero
menguante) que permanecía fiel a la estrategia reformista que la había conducido desde
el 17 de octubre (y mucho antes también), y una fracción minoritaria (pero creciente)
que recorría el camino abierto por una estrategia revolucionaria. Pero la debilidad de la
clase obrera no yace sólo en esta división sino en la incapacidad de la fracción
minoritaria de arrastrar al conjunto de la clase. Y esta incapacidad nacía de la extrema
fragmentación de esta fuerza revolucionaria, carente de un referente general, es decir, de
un partido hegemónico. Esto es lo que se quiere decir cuando se sostiene que en los ’70
faltó el partido. De modo que una de las claves de la derrota consiste en entender por
qué “faltó” el partido. Está claro que la fuerza del reformismo en el seno de la clase
juega un papel mayúsculo, sobre todo reforzado por el retorno de Perón y el carácter
confusionista (a favor de la burguesía) de su papel en el proceso. Pero eso no alcanza.
Es necesario retroceder un poco para explicar esa ausencia. Aquí va nuestra hipótesis:
En todo proceso revolucionario, la gestación del partido es el problema principal. El
partido es, necesariamente y durante mucho tiempo, una creación donde la burguesía y
la pequeña burguesía juegan un papel primordial, algo que se evidencia en el hecho de
que los principales cuadros políticos revolucionarios provienen de esos estratos. En
algún momento del proceso, el partido de profesionales de origen burgués-pequeño
burgués portador del programa, debe “encarnar” en el seno de la clase. Se trata de un
proceso de acercamiento mutuo: ningún grupo revolucionario, por iluminado que sea,
puede encarnar en una clase cuya estrategia es fervorosamente reformista y ninguna
clase que elabora una estrategia revolucionaria, adopta una dirigencia que no entiende
las peculiaridades históricas del proceso en cuestión. Lo cierto es que la existencia de un
estrato de intelectuales desclasados es crucial para la formación del partido. No quiere
decir que la clase obrera no pueda generar un estado mayor desde su seno, sino que la
atracción de personal de otras clases acelera su formación como clase para sí. Y en
política, en la lucha de clases, el tiempo es, valga la vulgaridad, oro. De modo que una
clase obrera que no puede atraer a su seno a dicho grupo retrasa su formación. Entender
las dificultades de formación del partido revolucionario en la Argentina de esos años,
requiere atender a una cantidad elevada de variables, aquí sólo especulamos sobre una
de ellas. Pero sostenemos que una de las claves del asunto consiste en entender las
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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relaciones cambiantes entre la pequeña burguesía y la clase obrera argentinas de esos
años. Hay que atender no sólo a los procesos que vive la clase obrera sino también los
que vive la pequeña burguesía y la relación entre ambas experiencias. Y decimos: la
pequeña burguesía se activa, en la Argentina, en un período de relativo reflujo de la
clase obrera (1959-1969), a partir del fracaso de las orientaciones “tradicionales” de la
izquierda (el comunismo y el socialismo reformistas) y de una revalorización de la
experiencia peronista, en el contexto del triunfo internacional de la estrategia maoísta-
guevarista y de las luchas anticoloniales. Esto explica que el foquismo y la lucha
armada, el independentismo y el movimientismo fueran los componentes esenciales de
la estrategia general de las fracciones pequeño burguesas que se lanzan por el camino de
la revolución. Desconfiando acérrimamente de la forma partido, que eso es el
independentismo, tendiendo a conciliar con el peronismo, que eso es el movimientismo,
y habiendo claudicado ante el foquismo, difícilmente esta pequeña burguesía podía
constituir buen material para la construcción del personal dirigente de una clase obrera
como la que nace del Cordobazo. Todas las discusiones políticas del período en el seno
de las organizaciones que se reclaman revolucionarias están atravezadas por el
problema de liquidar una herencia que hacia 1970-74 aparece completamente inútil.
Habiendo colocado el carro delante del caballo (el momento militar al comienzo en
lugar de al final) o cedido a la estrategia perdedora (la claudicación ante el peronismo),
incapaz de comprender la importancia crucial del partido hasta último momento, esta
izquierda pequeño burguesa no está a la altura de la tarea. La clase obrera debe enfrentar
sus propios obstáculos sola porque quien debiera ayudarla no puede con los suyos
propios. El papel crucial que juega esta disincronía en la formación del partido
revolucionario (que no obedece sólo a una cuestión temporal sino, fundamentalmente, al
divorcio de los intelectuales pequeño-burgueses con la clase obrera operado por la
irrupción del peronismo), constituye, a nuestro juicio una hipótesis que merece ser
explorada.
Intentando ver en qué medida esta hipótesis puede ser confirmada, hemos
decidido comenzar por el estudio de algunos agrupamientos que parecen sintetizar con
su experiencia los problemas aquí señalados. Ellos son el Malena, Uturuncos, el GOR y
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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el OCPO. Los textos que acompañan esta presentación de la hipótesis son el resultado
de una primera aproximación de tipo fáctico a su historia.
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Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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2
El MALENA Melisa Slatman
Introducción
El presente trabajo, que integra una investigación mayor cuyos primeros avances se
presentan en este dossier, es una primera aproximación al MLN-MALENA. A pesar de
que el núcleo del texto está basado en una información limitada (especialmente una
entrevista hecha por Marcela Nari hace algunos años a Susana Fiorito, que fue secretaria
de organización y de prensa de MALENA) creemos que resulta útil publicarlo, en tanto
primera caracterización amplia de un movimiento que parece haber tenido una
influencia importante en la formación de la izquierda en la Argentina. EL Movimiento
de Liberación Nacional -MALENA- surge en 1960 a partir de la ruptura de un grupo de
jóvenes con el Radicalismo Intransigente, a causa de la firma de los tratados petroleros
por Frondizi en el año ‘58. Parecen ser mayoritariamente jóvenes universitarios sin
mayor organicidad, lo que se deja ver a partir de la siguiente caracterización de un
militante del Peronismo de Base en Rosario:
“El MLN, nosotros les decíamos los “malena”, era la gente de Viñas, ese sí era
un grupito cerrado, donde mezclaban la política con el sexo, hacían unas jodas
espectaculares, eran bien universitarios, bien teóricos, eran buenos tipos y buenas minas
... con una actitud de trabajo, sin grandes expectativas tampoco”.1
A partir de ahi, Fiorito y Viñas viajan por el interior buscando reagrupar a la juventud
que se ha sentido traicionada por la UCRI, en un proceso que llevaría dos años hasta la
constitución definitiva del grupo. En MALENA confluyen también ex militantes del
Partido Democráta Progresista y del Socialismo Argentino. Una etapa previa a la
formación del movimiento, es el frente que se realiza con gente de los mencionados
1 Aguila, Gabriela y Cristina Viano: “De la universidad a la fábrica: algunos elementos para pensar el mundo de la militancia en los primeros ‘70 en el Gran Rosario”, ponencia en las III JORNADAS “NUEVOS APORTES a la INVESTIGACIÓN HISTÓRICA”, 27 y 28 de octubre de 2000, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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partidos más los provenientes del Partido Comunista, para editar un periódico llamado
El popular, antecedente directo del MLN que se desarrolla entre 1958 y 1960.
En la primera reunión de constitución del MALENA, en Buenos Aires, participa
también el Partido Comunista (no dejemos de señalar -lo que no será tema de esta
investigación- la posi-bilidad de que la creación de MALENA haya sido una política del
PC intentando captar para si a esta corriente pequeñoburguesa en su seno). Como fuera,
MALENA tomará un rumbo diferente. Asisten militantes de Cordoba, Rosario y
Capital. La discusión va a girar en torno a dos posi-ciones respecto a formas de
organización: la conformación de un frente político que gire alrededor del PC, o la
formación de un cuerpo orgánico independiente -según Fiorito “una organización con
individualidad propia”. La reunión se rompe por una discusión entre Alterman -del PC,
partidario del frente- y Juan Symes -partidario de la línea independentista. Según
Fiorito, costó meses volver a reunir a toda la gente en plenario. Finalmente, se realiza
una nueva reunión en Córdoba -donde además asisten militantes de Entre Ríos- y se
conforma definitivamente el Movimiento de Libera-ción Nacional -MLN o “MaLeNa”
para sus militantes-, con características de organización independiente. Susana Fiorito
arriesga como fecha tentativa de la reunión el veinte de junio de 1960. Una primera
aproximación al programa del MALENA la tenemos a partir de las definiciones de
Fiorito:
“Primero nosotros no éramos marxistas. Primera cosa básica. El material
planteaba una perspectiva como la que después pudieron tener los maoistas acá:
liberación nacional... MALENA fue derivando hacia la izquierda, digamos, y hacia
posiciones de revolución socialista … hasta el ‘68 cuando se disolvió. Hubo todo un
trabajo de discusión interna, de lectura y de aprendizaje, de los textos marxistas … y
hubo toda una derivación hacia el leninismo. El marxismo-leninismo”.
La entrevista toca la cuestión del género. Este problema se halla subordinado -al igual
que otros problemas parciales- a la cuestión revolucionaria. La revolución resuelve
todos estos problemas. En este sentido (y a lo largo de toda la entrevista), vemos que el
MLN no jerarquiza los problemas, esto es, se encuentran en el mismo plano la
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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contradicción basica del capitalismo y, en este caso, la cuestión del género. No se
desarrolla una jerarquización de los problemas. Así lo expresa Fiorito:
“Hacíamos la conexión de que había que hacer la revolución para que se
solucionara (el problema de la mujer). Asi como si ibas a una fábrica tenías, hablabas de
como era el mecanismo de explotación, y el mecanismo de los salarios, esto, lo otro, en
una tribuna hablaban de problemas de mujeres, o recibías gente que venía a hablar de
problemas de mujeres. Puede ser que hubiera algún apartado en algún programa. Yo no
lo recuerdo. Pero no era una cosa que para nosotros fuera distinta de todos los otros
problemas sociales, que era lo mismo.”
Acerca del sistema de representación burgués se manifiesta una posición
antielectoralista, con preferencia por el voto en blanco, aunque en una elección en Santa
Fé se apoyó a un candidato de la izquierda peronista. Agrega Fiorito: “Ahora, tampoco
eramos antidemocráticos. Nosotros votábamos en blanco porque pensábamos que no
había nadie que nos representara … Pero no creíamos que había que anular el sistema
democratico”. Acerca de la cuestión de la lucha armada, la entrevistada informa: “A
nosotros nos parecía un disparate total y en lo absoluto. Yo creo que la primera gente
que se opuso al libro de Debray, fuimos nosotros”. Algo confirmado por Enrique
Carpintero que sostiene que hacia 1968 “Malena canta el tango como ninguna” contra el
stalisnismo, el populismo y el “foquismo” de la izquierda.”2
A pesar de lo dicho por Fiorito en la entrevista, en Liberación, la prensa del MLN,
aparece otra posición. La lucha armada -que es caracterizada como táctica que supera
las limitaciones del legalismo- no es vista negativamente si está integrada a un esquema
mayor de lucha. Las ac-ciones armadas, como el secuestro del sable de San Martín por
la JP, “…demuestran la validez de una acción concreta de enfrentamiento con los
régimenes proimperialistas de Latinoamerica, por encima de las limitaciones y
acomodamiento a una táctica legalista”. Así, como “…tipo de acción, como modalidad
de lucha no hay reparos que oponerle, pero la ausencia de integración a un plan más
2 Carpintero, Enrique: El hacedor de pensamiento crítico. Extraido de Internet. Se trata de un artículo sobre León Rozichner.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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vasto y amplio, que no puede ser otro que la unión de los sectores populares en la
marcha hacia la liberación nacional y social le restó trascendencia y determinó su
conclusión triste y penosa.” Es decir, las acciones armadas valen sí y sólo sí se
encuentran integrados a un esquema general de lucha que la haga efectiva. O sea, la
lucha armada es una táctica dentro de un programa mayor, y no puede ser considerada
aisladamente. Este es el sentido en el que puede pensarse que MLN se opone al
foquismo.3
El Movimiento se desarrolló entre el ‘60 y el ‘68 y fue muy importante en el medio
universitario, captando en su mayoría militantes independientes (sin experiencia
orgánica previa). Según Fiorito “No hubo prácticamente gente que viniera de los
partidos. Prácticamente no. Hubo toda una generación de chicos jovenes, que venía de
la política del secundario, o eran universitarios.” El movimiento llegó a contar con un
acervo de, según las estimaciones de S. Fiorito, 3000 miembros en su mejor época.
Llegó a tener un buen grado de extensión nacional, sobre todo en Buenos Aires,
Cordoba , La Plata, Tucumán, Santa Fe y militaban en distintos frentes (obrero,
universitario, cultural). El frente universitario llegó a posiciones de poder importantes
en Córdoba, Rosario, Tucumán, Santa Fe y La Plata.
Aparentemente adoptaban el centralismo democrático en el que la dirección -el comité
central- bajaba la línea política a los diferentes frentes y organizaciones del partido. Las
bases, frentes y organizaciones, podían cuestionar, en principio, la linea política. Sin
embargo, durante los ocho años del movimiento, sólo se llamó a un congreso, que fue el
de disolución. Según Fiorito, “en MALENA era un comité nacional el que resolvía esas
cosas. No había tampoco convención. Se hizo un congreso (...) un debate muy grande, y
esto era lo más orgánico que se hizo (...)”. De modo que la estructura parece haber sido
más bien laxa y limitada a acuerdos generales. La disolución del MALENA se da a
partir del cuestionamiento de la linea política que había ido adoptando el Movimiento a
lo largo de su historia. Este es el relato de Fiorito acerca de aquello:
“(...) la militancia y los grupos del interior exigieron el congreso para cuestionar
la línea política (...). (El motivo de malestar) era muy variado. Digamos, había una 3 Ver Liberación, n° 18, pag. 1.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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cantidad enorme de cuestionamientos.(...)Y hubo dos posiciones, una que decía sí, es
posible, han habido tales y tales errores en la linea, pero los errores no se enmiendan
disolviendo el movimiento sino haciéndose cargo. Pero esa posición de disolverlo fue
mayoritaria. (El motivo de la disolución era) que se habían cometido errores, que
populismo, que esto, que lo otro, que lo de más allá. Esa posición fue llevada adelante
por Viñas (Ismael). …cuando el MALENA se disuelve, se autodisuelve … la gente se
va a distintas estructuras. (...) Hubo gente que se fue a su casa. Hubo gente que se fue a
otras estructuras. Hubo gente que creó El Obrero, una organización política en Córdoba
(...), que después se fusionó con otra organización política de Rosario que se llamaba
Poder Obrero. Se llamaron El Obrero, se siguieron llamando El Obrero, a pesar de que
el grupo de Rosario era muy fuerte, y era el que pesó sobre El Obrero para que se fueran
a la izquierda.(...)Al maoísmo creo que no se fue nadie. La gente de Tucumán más bien
fue independentista.”
Hay ciertas cuestiones que no quedan en claro. Sobre todo, el proceso que va de
Contorno al MLN, asi como tampoco con otros grupos intelectuales, como el grupo que
editaba Proble-mas del tercer mundo. Del MLN se desprende, también, una fracción, el
MAR, sobre el cual aun no hemos indagado. Observando el proceso en su conjunto,
pareciera como si MLN fuera un momento de pasaje de un grupo de intelectuales con
una determinada orientación política -la izquierda nacional- hacia otras agrupaciones,
una corporización de toda una corriente de pensamiento, surgida al calor de la crisis de
la política reformista burguesa, que va tomando posiciones cada vez más radicalizadas.
Se trata, por supuesto, de una hipótesis que trataremos de desarrollar en futuros trabajos.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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(El foquismo)
Uturuncos Ezequiel Gil Lezama
La primera guerrilla argentina, Uturuncos, que nace al calor de las huelgas
contra Frondizi y de la Revolución Cubana. Los años 1958-1959 se viven a la vera de la
huelga de los trabajadores del petróleo y de la respuesta a la desnacionalización del
frigorífico Lisandro de la Torre. Dicha huelga culmina con una feroz lucha callejera en
el barrio porteño de Mataderos y con el encarcelamiento de John W. Cooke, jefe de la
resistencia peronista, que quiso convertir aquella acción en una “huelga general
revolucionaria”.1 Este es el contexto que va a dar lugar al nacimiento de la izquierda
peronista, en especial, de aquella que va a optar por el foquismo.2 Así, a mediados de
1959, un grupo de no más de veinte personas al mando de Enrique Manuel Mena (líder
del Estado Mayor del autodenominado Comandos 17 de Octubre) y con el aval político
de John William Cooke, se instala en el monte Cochunga, en una zona denominada
Puesto de Zárate, en Tucumán, cerca del límite con Catamarca.3 El grupo que sube al
monte está dirigido por tres personas con grado de comandante: Franco Lupi, Angel
Reinaldo Castro y Juan Carlos Emilio Díaz. Poseen como armamento una escopeta, una
ametralladora PAM, una pistola .45 y un revolver 38.
La composición social del grupo es homogénea, predomina la pequeño burguesía
urbana (estudiantes universitarios) y sólo hay tres obreros metalúrgicos que provienen
de San Martín, Buenos Aires. Los militantes provienen de la JP, de la Alianza
Libertadora Nacionalista y del Partido Socialista de la Revolución Nacional.4 La
mayoría se define “peronista”, simpatizante de la Revolución Cubana,
antinorteamericano y “populista”.5 Por otra parte, la guerrilla es considerada como
1 Gillespie, Richard. Soldados de Perón. Los Montoneros, Ed. Grijalbo, Bs. As., 1998, pp. 61-62. 2 Gil, Germán. La izquierda peronista (1955-1974), Centro Editor de América Latina, Bs. As., 1989., p.38. 3 “Uturunco: de la guerrilla al gobierno popular, entrevista a Juan Carlos Emilio Díaz” en Sietedías, 24/6/73, p.7. 4 Documentos de la Resistencia Peronista (1955-1970) 5 Morales, Emilio, “Uturunco y las Guerrillas en la Argentina” en El Obrero nº 2, diciembre-enero 1964, p.34.
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grupo de avanzada de más de 150 personas, que colaboran con el envío de víveres, de
información y en la organización de alianzas con otros sectores políticos (como la que
se busca a principios de enero del ’59 con el Partido Comunista, que fracasa porque el
partido de Codovilla los caracteriza como “locos o policías”).6
El “Estado Mayor” de Uturuncos, que se da el nombre de “Comandos 17 de Octubre”,
está constituido por Enrique Manuel Mena (quien muere en 1969 siendo delegado de
Luz y Fuerza), Carabajal y Abraham Guillén (un excombatiente de la Guerra Civil
Española, que además escribió sobre foquismo, pero sosteniendo que en Argentina era
más viable la guerrilla urbana que la rural).7 El resto de la guerrilla, en los inicios, se
compone por los comandantes ya mencionados y combatientes entre los que figuran
Santiago Moya, Juan Silva, Diógenes Romano, Raúl Miranda, “Azúcar” Villafañe,
“León” Ibañez y Pedro Anselmo González. Otro grupo estaba al mando de Félix
Seravalle (comandante Puma) en Santiago del Estero, compuesto por el “Negro”
Uriondo (en aquel entonces tenía 16 años y luego fue diputado nacional), “Anguila”
Fernández, el “loco” Perón, el “colorado” Martínez, Chaúd (otro de los adolescentes), el
“negro” Cárdenas y Díaz Ruiz (quien fue intendente de Santiago y luego “desaparecido”
en Tucumán).
El programa que se da Uturuncos es meramente democrático y reformista. Propone: a:
“el retorno a la Patria del General Juan Perón y la devolución del cadáver de la
protectora de los humildes, Eva Perón”; b: “rescisión de los contratos económicos–
financieros que afectan a la soberanía y dignidad nacional, especialmente los contratos
petroleros”; c: “la coexistencia armoniosa y próspera de una industria y comercio
florecientes, una clase media profesional y progresista y una masa trabajadora
dignificada y partícipe de la riqueza de la Nación (...) una Reforma Agraria para
eliminar la oligarquía terrateniente”; d: “establecimiento de un sistema económico–
financiero que proteja a la industria y al comercio nacional”; e: “la suscripción de un
Emprésitito de Salvación Nacional, donde los trabajadores ofrezcan al gobierno
revolucionario dos horas de trabajo suplementario”; g: “La convivencia de todos los
argentinos y extranjeros (...) sin discriminación de colores y matices políticos e
6 Ibid, p.39. 7 Véase Guillén, Abraham, Teoría de la violencia, Editorial Jamcana, Bs. As., 1965.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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ideológicos”; h: “recuperar la Tercera Posición pregonada y practicada por el General
Perón”.8
Durante el primer mes la guerrilla se mantiene pasiva, es la etapa de preparación, de
reconocimiento del terreno, de los preparativos para la lucha. Asimismo, un mes más
tarde entran en acción, lo que es juzgado por Díaz como uno de los factores de la rápida
caída guerrillera.9 Las primeras acciones son hechas en Concepción, Tucumán, donde
incendian una gomería y un depósito de granos, para llamar la atención de los
bomberos, con el fin de atacar el cuartel de éstos. Durante noviembre toman los
destacamentos policiales de las Banderitas y Alto Verde; en la ciudad de Tucumán, dos
días después de aquellos golpes, asaltan el puesto policial del Ferrocarril Mitre, de
donde secuestran 4 carabinas .44 y pistolas .45. La versatilidad con la que se mueven los
guerrilleros y las acciones en corto tiempo pero en distintos lugares, hacen creer a la
prensa y a los sectores castrenses la existencia de varias células guerrilleras que actúan
coordinadamente en diversas provincias.10 No obstante, la policía comienza a cercarlos
en los montes, por lo cual el grupo que está en el campamento pierde contacto con el
Estado Mayor. Sobre finales de noviembre un grupo de no más de 40 policías pasa muy
cerca de la base guerrillera, es visto por los guerrilleros, pero deciden no entrar en
combate, recoger algunos pertrechos, documentos y buscar escondites. Franco Lupi
junto a Angel Castro y otro más se encargan de buscar los escondites, mientras que el
grueso de la guerrilla se apresta para trasladar las armas e intentar romper el cerco. La
patrulla policial descubre la base y se esconde. Los tres guerrilleros que debían ubicar
los escondites se pierden, vuelven por error al campamento donde los está esperando la
patrulla que los detiene y tortura hasta que confiesan.11 Las detenciones son recogidas
por la prensa, que comenta la aprensión de los “asaltantes de la comisaría de Alto
Verde” y la confesión de que “están al mando de un tal ‘comandante Uturunco’”.12 Al
día siguiente continúan las detenciones en Concepción y la prensa cuenta las
divergencias existentes entre Castro y Díaz, ya mencionadas, basándose en
declaraciones de los detenidos: “expresaron que cuando Castro dispuso realizar asaltos, 8 “Reportaje a Uturunco...” en Op. cit., pp. 4-5. 9 “Uturunco: de la guerrilla...” en Op. cit., p.8. 10 “Reportaje a Uturunco en un lugar del país” en Mayoría 25/1/60, pp. 4-5. 11 “Uturunco: de la guerrilla...” en Op. cit., p.9
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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muchos de los que se habína incorporado a la banda desertaron, entre ellos el ya
mencionado Uturunco.”13 El senador Alfredo García, en declaraciones a La Prensa
señala que “no hay que restarle importancia al episodio (…) puede tratarse de un
movimiento con mayores alcances o ramificaciones en otros puntos del país (…) pensar
que no puede convertirse (nuestra cordillera) en una Sierra Maestra, es realmente
ridículo.”.14 Sin embargo, dos días después de estas declaraciones la policía abandona la
idea de que existan más guerrilleros en la montaña y detiene la búsqueda.
Esto permitirá a la guerrilla romper el cerco y bajar a la ciudad. Allí Juan Carlos Emilio
Díaz se entrevista con el Estado Mayor y le comunican que debe viajar a Santiago del
Estero para dar un golpe efectivo y grande. Al llegar a Santiago del Estero –viajan todos
en el Ferrocarril Mitre– se entrevista con Félix Francisco Seravalle (a) Comandante
Puma, quien dirigía un pequeño grupo (algunos son adolescentes). Entre los guerrilleros
de Tucumán y los proto–guerrilleros de Seravalle suman unas 25 personas. De la idea
inicial de atacar la jefatura policial de Santiago del Estero, cambian por un modesto
objetivo: el ataque a un destacamento policial de Frías. Para esa acción Mena les
consigue ametralladoras, que son trasladadas desde Uruguay por Cooke y cuentan con
un camión de Obras Sanitarias, que es conseguido gracias a que Seravalle había
trabajado allí antes del golpe de 1955.15
En la noche del 24 de diciembre, el grupo se traslada a Frías, donde van disfrazados con
uniformes del ejército y con brazaletes que llevan inscriptos la sigla: MPL (Movimiento
Peronista de Liberación). Seravalle (comandante Puma) y Díaz llevan los uniformes de
teniente general, por lo que al llegar a la comisaría de Frías, se presentan ante los –a esa
altura de la noche– ebrios guardias policiales y les dicen que “una revolución ha
triunfado”.16 Apresan a los guardias, se llevan pistolas, revólveres, algunos proyectiles y
la suma de $750. Luego del ataque vuelven hacia Tucumán, donde pasan los controles
policiales sin molestias, según comenta Díaz, porque la noticia de que una revolución
12 La Prensa, 9/11/59, p. 6 13 La Prensa, 10/11/59, p. 9 14 La Prensa, 10/11/59, p. 9 15 Uturunco: de la guerrilla...” en Op. Cit., p.9 16 Ibid, pp. 9-10
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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había triunfado evidentemente trasciende a Frías.17 El plan resulta a la perfección:
logran dar el golpe sin bajas ni heridos y, además, al día siguiente, ser primera plana de
La Prensa. Se emprende la búsqueda del camión de Obras Sanitarias, que es visto
cuando cruzaba por el límite entre Catamarca y Tucumán desoyendo la orden de
detención de la policía caminera. Por la dirección que lleva el camión surgen conjeturas
acertadas que vinculan el asalto de la comisaría de Frías con las acciones en
Concepción: “(Se cree) que puedan refugiarse en el lugar donde fueron detenidos tres
integrantes del grupo que actuó en El Calao (…)”.Lo curioso de esta vinculación es que
Uturuncos no va a ser considerada nunca por la policía y la prensa como una guerrilla
rural, sino como un “grupo de asaltantes”, una “gavilla” de “delincuentes adictos al
tirano prófugo”.18
El 29 de diciembre es detenido el chofer del camión, Adolfo Pérez Velárdez, cerca de
Concepción, con una granada de mano y una pistola .45, quien declarará que: “los
integrantes dela banda son 21 individuos jóvenes de Tucumán y Santiago del Estero,
adictos al tirano prófugo”. Además dirá que “actúan dos comandantes, uno el ‘capitán
Uturunco’ y el otro ‘el capitán Puma’”. 19 Mientras tanto, en el campamento, comienza
la rápida caída de Uturuncos, varios ado-lescentes (de 15-16 años) huyen al escuchar a
sus padres llorando por la radio, mientras vuelve el cerco policial y sus acciones de
rastrillaje en la ciudad logran desbaratar casi toda la base urbana de la guerrilla, por lo
que el campamento tiene, ahora, que autoabastecerse y queda virtualmente aislado. El
cerco de la policía, nuevamente, se hace intenso en el monte, tanto es así que una
patrulla se tirotea con algunos guerrilleros al pasar cerca de donde estaban emboscados
éstos, aunque no hay heridos.
17 Ibid, p.10. El “comandante Puma” cuenta, años después una historia diferente, un tanto confusa y con ciertos aspectos difíciles de creer, como que tomaron la comisaría de Frías con una escopeta de madera fabricada por su padre. En general, su relato suena a las escenas pueblerinas de “No habrá más penas ni olvido”, donde interviene una supuesta conspiración del General Iñíguez a la cual la toma de Frías hubiera significado el santo y seña para un alzamiento general. El propio Perón le habría regalado un par de armas, una de las cuales habría perdido en el monte durante las jornadas guerrilleras y el mismo Che Guevara lo habría consultado sobre la expedición a Bolivia (Seravalle insiste en que él le habría recomendado al Che a dos hombres suyos, Coco e Inti Peredo…). Todo su relato está organizado como una aventura personal, donde el resto de los uturuncos aparecen bajo su mando o completamente desdibujados. Queda por dilucidar cuál es la relación entre el grupo de Seravalle y el resto de los uturuncos. 18 La Prensa, 28/12/59, nota de tapa. 19 La Prensa, 30/12/59, p. 6 y 31/12/59, p. 4
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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Dentro el peronismo se produce una división en torno a Uturuncos. La dirección
peronista derrota con apoyo de la mayoría al grupo de Cooke, que sostenía a los
guerrilleros. La noticia llega al campamento y rápidamente intensifica la indisciplina,
las divergencias de orden táctico–estratégico, políticas, etc.20 El 1º de enero de 1960
cinco integrantes (todos menores), que actúan como les parece, bajan a la ciudad y se
entregan. A las pocas horas es detenido Díaz,21 mientras intentaba escapar. Los
detenidos informan que “hay un solo mando, cuyo jefe máximo es la persona apodada
‘Uturungo’, y que de él dependen varios subcomandados dirigidos por ‘Alaska’ [en
realidad, Alhaja, n. del autor], por el ‘capitán Puma’ y el ‘Moro’”.22 Quedan siete
combatientes al mando de Seravalle, que ordena movilizarse y romper el cerco del
enemigo. Logran romper el cerco, se refugian en un prostíbulo y luego en una iglesia
que forman parte de la red política de Enrique Mena.
A los pocos días de la detención de Díaz, un centenar de policías rodea la base guerrilla
el 10 de enero de 1960 y apresa a 3 combatientes que se habían quedado (a esta altura
el grupo ha perdido una dirección y actúa en fracciones);23 por otro lado Seravalle
propone volver a la ac-ción liberando a los presos del grupo, pero mientras viaja por
Tucumán en colectivo, con docu-mentación falsa, es detenido y juzgado por los
tribunales militares del CONINTES (Conmoción Interna del Estado).24 Sobre
comienzos de marzo es detenido Mena y 11 personas más en un prostíbulo del barrio 24
de septiembre, Tucumán. Allí la policía secuestra armas, municiones, granadas de
fabricación casera y brazaletes con la sigla ELN(Ejército de Liberación Nacional).
Parece fácil de ver, a simple vista y con la información de que disponemos, que toda la
aventura ha sido muy mal preparada. Hemos visto que las acciones en Concepción
producen las primeras deserciones, entre ellas la de Díaz, el presunto “jefe” de la
guerrilla e incluso cuando las cosas se ponen más difíciles a fines de diciembre, el grupo 20 Morales, Emilio, “Uturunco y las... en Op. Cit., p.47 21 Juan Carlos Emilio Díaz es quien está a cargo del grupo cuando vuelven después de la acción de Frías, ahí recién sería el “único” comandante Uturunco. En el reportaje de Mayoría del 25/1/60, dice que todos los que tenían grado de comandante se hacían llamar “comandante Uturunco” (en el inicio Lupi, Castro y Díaz) y lo curioso es que Mena, quien dirige el Estado Mayor, también ha pasado a conocerse como comandante “Uturunco”. Pero las declaraciones de los detenidos coinciden en que el comandante “Uturunco” es Díaz. 22 La Prensa, 3/1/60, p. 3 23 Morales, Emilio, “Uturunco y las...” en Op. cit., p.47
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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se fractura completamente. Uno de los integrantes del grupo hace énfasis en las
diferencias políticas a la hora de explicar el fracaso:
“Si yo volviera a participar en un grupo guerrillero, propondría antes que nada
que una vez con los fusiles en la mano, no habláramos más de política. Esto es
importante. Por estar discutiendo, muchos compañeros se negaron a entrenarse (...) y
otros no quisieron entender que no se podían alejar del campamento”.25
La falta de preparación para soportar las presiones e incluso la tortura se revela con la
facilidad con la que los planes guerrilleros son obtenidos por la policía. Por ejemplo, los
menores que habían participado y que son aprehendidos en enero del ’60, declaran que
“muchos de ellos (los combatientes) cambian continuamente de lugar y gran parte se
disiparía ahora a la zona de Andalgalá, Catamarca, que estiman más adecuada para
eludir la acción policial”.26 También acosa a la guerrilla la inseguridad que produce el
miedo a la delación, como expresa uno de los integrantes del grupo: “Esta inseguridad
(la posibilidad de delación) creó no pocas dificultades y entorpeció desde el comienzo la
disciplina combatiente”.27 La delación continuamente aparecerá con las detenciones: los
pasajes de los artículos de la prensa reproducidos aquí muestran en forma concreta que
la policía sabía los nombres de los integrantes, cuántos eran realmente, las jerarquías, la
zona del campamento, etc.
Otro factor que pudo haber incidido, pero que fue, en cierta forma, “ajeno” a la voluntad
del grupo que sube a los montes, es la disputa que se desata dentro del peronismo. Un
enorme sector de éste, trata de desvincularse inmediatamente aludiendo que los
guerrilleros profesan “ideas contrarias a la tradición occidental y cristiana del
movimiento” y posteriormente derrotará al grupo de Cooke, por lo que Uturuncos queda
sin respaldo del movimiento que dice representar y por el que dice luchar. También
fracasará, como dijimos antes, el intento de expandir el “frente” guerrillero
incorporando al PC, porque éstos no acceden.
24 “La leyenda del Uturunco” en Marcha nº 154, julio de 2000. 25 Morales, Emilio, “Uturunco y las... en Op. cit., p. 53. 26 La Prensa, 3/1/60, p.3 27 Morales, Emilio, “Uturunco y las...” en Op. cit., p.36
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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“La revolución latinomericana”:
¿el giro foquista del morenismo? Stella Grenat
Han elaborado a esos efectos una teoría: la de que la acción militar, armada, crea todo:
el partido, los cuadros, los dirigentes, la revolución en sí. Craso error. Todo eso lo crea
la acción de las masas
Carta de Moreno a Pereyra.
La agrupación morenista Palabra Obrera (PO) concentraba su actividad durante la
década del ´50 en una política sindical dentro del movimiento peronista. A comienzos
de la década siguiente, y en el contexto de la revolución cubana, contemporáneamente a
esta política de entris-mo en el peronismo, comenzará a redefinir su posición frente a la
lucha armada. Esta situación ha sido leída como un nuevo viraje táctico de la
agrupación hacia el foquismo. Según esta caracterización, el morenismo aparece
presentado como una agrupación carente de un fundamento orgánico, concentrada sólo
en planteamientos tácticos, que tendrían como único fin ir adecuándose a las diferentes
coyunturas. En este sentido, el morenismo es definido como oportunista.
Quien delinea esta caracterización es Osvaldo Coggiola,1 que encuentra en el texto de
Moreno La Revolución Latinoamericana2 la justificación teórica de sus supuestos: el
“viraje cubanista”3 y el “delirio foquista”,4 en los que incurriría el morenismo en este
periodo. Además, Coggiola encuentra que Moreno, en lugar de seguir la línea marcada
1 Coggiola, Osvaldo: "El trotskismo en la Argentina (1960-1985)" CEAL, Bs. As. 1986 2 Moreno, Nahuel: "La revolución Latinoamericana", Ediciones PO, Bs. As. 1962. “el nuevo viraje llevó a la expresión teórica de ello. En La Revolución Latinoamericana (1962) el revisionismo es febril ...”.Coggiola, op. cit., p. 41. Para Coggiola, además, las tesis de Moreno revelarían: “... Ni más ni menos que la teoría del foquismo: la revolución no depende de factores sociales o políticos, sino de la voluntad de un "puñado" o de un "grupo"...” 3 Idem. p. 42. 4 “...lo que va desde una posición a la otra es la "crisis del entrismo orgánico en el peronismo", y la aparición de sectores estudiantiles impactados por la Revolución Cubana a los que Moreno se dispuso a seguir con el mismo entusiasmo empleado hasta ahí para seguir a la dirección peronista...”. Idem p. 40.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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por los sectores peronistas, propone tomar como nueva dirección a los sectores
estudiantiles, que entran en escena con las guerrillas.5
Ahora bien, ¿son pertinentes las conclusiones que Coggiola desprende de La
Revolución latinoamericana? ¿Se puede afirmar con certeza que Moreno modifica su
caracterización acerca de la dirección y de las tareas que deben encarar los militantes de
PO? Éstas son las cuestiones que intentaremos elucidar para enfrentar las posiciones
expuestas por Coggiola.
Comencemos por aclarar que La Revolución Latinoamericana es un texto que
Moreno termina de escribir en marzo de 1962. En el año anterior, PO participará en la
insurrección del campesinado peruano. Coggiola que, como ya dijimos, entiende que La
revolución latinoa-mericana es la justificación teórica del giro foquista, toma a la
experiencia peruana como la expresión práctica de este giro. Para refutar la posición de
Coggiola, es necesario revisar la experiencia peruana y los argumentos que sobre ella
expone Moreno.
Un miembro de PO, Hugo Blanco,6 declarará la primer huelga campesina en
Perú. En ella los campesinos actuaban sólo a través de sus organizaciones sindicales,
que incluían a todas las categorías de trabajadores: peones libres, arrendires, allegados o
habilitados.7 El desarrollo de la huelga fue a partir de un “Pliego de Reivindicaciones”
con el que Blanco comenzará la tarea de extender la sindicalización. Este pliego era
presentado al gamonal (terrateniente peruano), y si era rechazado los campesinos
procedían a declarar la huelga (se negaban a trabajar las tierras del terrateniente, tarea a
la que estaban obligados en tanto que constituía el pago para usufructuar de sus
5 “... lo que va desde una posición a la otra es la ‘crisis del entrismo orgánico en el peronismo’, y la aparición de sectores estudiantiles impactados por la Revolución Cubana a los que Moreno se dispuso a seguir con el mismo entusiasmo empleado hasta ahí para seguir a la dirección peronista...”. Idem p. 40. 6 Hugo Blanco: dirigente peruano, caudillo del levantamiento, que perteneció a la agrupación trotskista POR (Partido Obrero Revolucionario peruano) y a PO. 7 “El arrendire”. Contratante directo con el hacendado, obtenía el derecho a cultivar una parcela de la hacienda, a cambio de trabajar gratis la tierra del gamonal (a veces hasta 25 días al mes) En haciendas grandes, algunos arrendires subcontrataban a “allegados”, y estos, a su vez, a “habilitados” o “manipuras”, con relaciones similares a las existentes entre el arrendire y el gamonal. Por otra parte, existían también “peones libres”, formalmente asalariados rurales que vivían en las haciendas, sin tierras ni viviendas propias, que trabajaban por pagas miserables. Para estos era normal la prestación de servicios personales no remunerados -llamados “pongaje” en los hombres y “mitani” en las mujeres...” p. 211, en González, Ernesto, (coord.): El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina, Tomo 3: Antídoto, Bs. As. 1999.
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respectivas parcelas individuales). Dicha huelga implicaba la toma de hecho de las
tierras y provocaba la reacción de los terratenientes, quienes junto a las fuerzas
represivas recurrían a la violencia para reconstituir el orden. Esta situación planteaba el
surgimiento, entre los campesinos, de milicias armadas para defender las ocupaciones.
En dicho contexto, dos militantes del PO viajan a Perú con el objetivo de
colaborar en la sindicalización campesina. Pero, una vez en Lima, tuercen sus objetivos
y optan por organizar una serie de acciones armadas. Coggiola sustenta en este hecho su
postura, atribuyéndole a toda PO el vuelco hacia el foquismo, que en verdad han dado
tan sólo dos de sus miembros.
Cabe aclarar que en La Revolución Latinoamericana no hallaremos nada parecido a una
defensa del accionar de estos dos miembros. Por el contrario, Moreno defiende
teóricamente la sindicalización campesina, la ocupación de tierras, la formación de
milicias armadas (no de focos guerrilleros), y la forma en que se desarrolla el poder
dual. Su argumentación, lejos de desviarse de planteamientos anteriores8 (como
pretende Coggiola), reincide en proponer el seguimiento de las experiencias surgidas de
las masas, para luego plegarse a ellas y “acompañarlas” en su desarrollo:
“La multitud de pequeños reclamos realizados por los sectores más sumergidos,
sumados entre sí, son imposibles de solucionar por el régimen, y ponen en juego el
poder político de la burguesía. Esto lo estamos viendo, porque junto a la multitud de
reclamos, se está desarrollando la experiencia del poder dual: los campesinos toman
tierras dirigidos por sus sindicatos, desacatando el poder burgués. Esto indica una
situación cualitativamente nueva donde está planteada la toma del poder, desarrollando
los brotes de poder dual hasta controlar el país. Ni por un minuto debemos abandonar al
campesino que reclama agua, porque con este pedido insignificante, sumado a miles y
miles similares, se está planteando concretamente el problema del poder, que algunos
campesinos ya superan al ocupar las tierras…”9
8 Ver Fernando Castelo: “Clase y Partido bajo el Peronismo. El GOM (1946-1948)”, en Razón y Revolución N° 9, otoño de 2002, y Barton, A.: “Para un análisis de la estrategia morenista sobre la construcción del Partido”, apuntes en torno al primer documento del GOM, en Razón y Revolución N° 9, otoño 2002.
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Dos cosas quedan claras: una es que para Moreno la tarea es impulsar todas y cada una
de las iniciativas de las masas (en este caso las campesinas), y la segunda es que el
desarrollo político de las mismas, es decir el paso de la reivindicación sindical al
cuestionamiento del régimen y el desarrollo del poder dual, es un producto espontáneo,
en el cual la organización no tiene más que el lugar de fiel acompañante. En este
sentido, Moreno explícitamente sostiene:
“Aquel campesino atrasado que sólo sabe del problema del riego se convencerá de la
necesidad de cambiar el gobierno y tomar las tierras (desarrollar el poder dual) al
compás de su experiencia concreta y del intercambio de experiencias con otras comunas
que viven un problema parecido. Desde la multiplicidad de luchas mínimas y brotes del
poder campesino, hasta la gran tarea de la conquista del poder, hay una escalera de
experiencias sucesivas (programa de transición) que van desde la lucha intransigente y
leal por las reivindicaciones mínimas, hasta la derrota de los gobiernos cipayos”10
Con estos elementos podemos afirmar que Moreno, lejos de fundamentar la acción de
un foco guerrillero, como supone Coggiola, lo que intenta es esclarecer la necesidad de
seguir las acciones de las masas. Con respecto al problema de la definición de una
nueva dirección, podemos decir que Moreno continuará en esta misma línea de
razonamiento. Al contrario de lo que sostiene Coggiola, no es la pequeña burguesía
estudiantil a la que presta atención. Su objetivo primordial está ubicado en visualizar
cuál es el rol de las masas y como se debe actuar frente a ellas. Considerando que el
período en el que escribe este libro está signado por la impronta de la revolución
cubana y por el debate acerca del rol jugado por los campesinos en el proceso
revolucionario, Moreno asigna a estos últimos el lugar preponderante, y dice que es allí
donde esta ubicada la dirección del movimiento:
“[...] Hemos dicho que en el actual proceso revolucionario latinoamericano está
interesado el frente del campesinado, la clase media urbana y el proletariado, y que en
9 Moreno, Nahuel: La revolución Latinoamericana, Bs. As. 1962, cap. 5. 10 Ídem., cap.5.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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estos momentos, es el campesinado quien está a la vanguardia en la mayor parte de los
países. Para el campesinado en ascenso no cabe otro programa que la toma inmediata de
las tierras del terrateniente y el enfrentamiento con las fuerzas armadas que lo
defienden.[...]”.
Finalmente, cabe desmentir la afirmación de Coggiola según la cual PO hace un giro en
lo concerniente a sus tareas políticas. En ningún momento Moreno prepone la
formación de una guerrilla; para él las tareas inmediatas son:
“debemos oponer la movilización de las masas agrarias a la reforma burguesa. Esto
significa cumplir, a través de la experiencia de las masas, la primera etapa legal, y lo
más pronto posible pasar a la etapa de la ocupación y el poder dual. Por lo tanto
sindicación campesina y ocupación de tierras son las dos consignas fundamentales.”11
De hecho Moreno objeta la acción guerrillera, defendiendo la formación de milicias
armadas. En una carta de enero de 1962 enviada a Daniel Pereyra (uno de los dos
miembro de PO que actúa en Perú), Moreno sienta claramente su posición frente a lo
que llama “aventura armada”:
“...nosotros estamos por la inmediata realización de acciones militares. Pero estas
acciones militares las consideramos necesarias como parte del desarrollo del poder dual
molecular, atomizado, es decir como parte de la toma de tierras por los campesinos [...]
creemos indispensable la lucha armada inmediata para desarrollar y consolidar los
brotes de poder dual [...] la toma de tierras[...] No debemos hacer nada que no esté
debidamente apoyado y defendido por la organización o iniciativa masiva del
campesinado. Con una aclaración debemos hacer todo lo que localmente los campesinos
y sus sindicatos quieran, aunque en escala regional o nacional todavía no lo quieran [...]
Creemos que hay que desarrollar, en oposición a los grupos guerrilleros, las milicias
armadas campesinas y partidarias (o de frente único revolucionario) [...] las milicias son
11 Idem, cap. 5.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
19
parte de la vida sindical y política [...] Estamos a favor de que todo sindicato tome
tierras y las defienda…”12
Las tareas inmediatas propuestas por Moreno no expresan un rotundo alejamiento de
aquellas que la agrupación venía desarrollando: reflejan un tendencia a permanecer
detrás de las masas. No sorprende que la conclusión que da cierre a la obra señale que
la tarea a cumplir sea ni más ni menos que continuar con el entrismo:
“[...] ¿puede ser para los revolucionarios un frente de trabajo tan o más importante que
el movimiento obrero, los movimientos nacionalistas, campesinos o democráticos? A
nuestro juicio la realidad ha dado su respuesta: en determinados países y circunstancias,
el principal lugar de trabajo es el movimiento nacional o agrario. Practicar el entrismo
en ellos, es tan fundamental como hacerlo en los sindicatos, soviet o en el partido
laborista inglés. [...] La independencia política y organizativa de los marxistas dentro de
ese movimiento es un requisito indispensable, y además el trabajo debe combinarse con
el trabajo sobre el movimiento obrero, futuro revolucionario del movimiento
nacionalista[...] Es una obligación estar ahí, y dar una tónica conciente a esa posibilidad
revolucionaria.”13
Mediante nuestro examen esperamos haber refutado las conclusiones que
Coggiola desprende de su análisis de La Revolución Latinoamericana. Dicho texto no es
la justificación de un giro foquista, no propone como dirección a los sectores
estudiantiles, ni asigna tareas vinculadas con la lucha armada. El interés de Moreno es
dilucidar, defender y seguir la acción de las masas, sin intervenir como factor
catalizador de la conciencia política de las mismas, porque supone un desarrollo
autónomo de la conciencia de clase; es decir, renuncia a convertirse en dirección
consciente.
Consideramos que Coggiola, en su afán de diferenciarse de la corriente
morenista, no deslinda los problemas con claridad y tiende a utilizar la caracterización
12 Carta de Moreno a Pereyra, 5 de enero de 1962, en Perú: dos estrategias, Bs. As: 1964. 13 Ídem. cap. 6.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
20
de foquista como un epíteto descalificador, sin profundizar su análisis. De hecho, deja
de lado uno de los puntos principales hacia donde debe apuntar una crítica sustanciosa,
que alcanza tanto al morenismo como al foquismo: nos referimos a la relación que
existe entre las acciones políticas de una organización y el desarrollo de la conciencia de
las masas. PO y su principal teórico Moreno, no pueden efectivamente ser calificados de
foquistas; de todos modos, pecan de uno de los defectos más caros a aquellos que optan
por la acción armada: el abandono del trabajo político, el apoyo a la noción del
desarrollo espontáneo de la conciencia de las masas. Aunque por razones diferentes,
tanto el morenismo como el foquismo se niegan a constituirse en dirección efectiva de
las masas, unos por marchar siempre demasiado atrás, otros, demasiado adelante: el
morenismo se limita a seguir las tendencias espontáneas de las masas, el foquismo a
colocarse desde el comienzo en el momento militar de la lucha de clases, es decir, lo
que llega recién hacia el final. Esta renuncia a convertirse en la dirección conciente de la
clase obrera, que implica dejarlas libradas a la influencia de ideologías burguesas o
reformistas, es el centro desde donde debe partir un debate serio.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
21
GOR, Grupo Obrero Revolucionario Fernanda Castagna
Entre 1967 y 1969 se comienzan a distinguir dentro del PRT El Combatiente una
serie de líneas que se van diferenciando en torno a la oportunidad del desarrollo de la
lucha armada. Se formaron tres corrientes con vistas al V congreso que va a tener lugar
en 1970, justamente a raíz de estas contradicciones internas. Una de ellas es la
Tendencia Comunista que, si bien estaba de acuerdo en el desarrollo de la violencia
revolucionaria y la lucha armada, se distinguía por no acordar con la formación del
ejército en ese momento, ya que no definía la etapa como una etapa revolucionaria. De
estas tres tendencias, la Proletaria y la Comunista se van del partido, el cuál queda
liderado por Santucho que en el marco del V congreso funda el ERP.
La Tendencia Comunista estaba encabezada por Bernardo (Alejandro Dabat),
Polo (Vasco Urretavizcaya), Alonso (Daniel Pereyra) y Juan Candela (Helios Prieto).1
De esta tendencia surge el Grupo Obrero Revolucionario en 1970. Se desarrolla
fundamentalmente en Buenos Aires y La Plata. Realiza tareas en frente único, en unidad
con grupos revolucionarios también pequeños. Entre ellos, las diversas columnas en que
se habían dividido las FAL (fundamentalmente las FAL-América en Armas), y con la
Fracción Roja del PRT (un grupo escindido en el ´73 que después pasó a llamarse LCR,
Liga Comunista Revolucionaria). Con este último la tarea en común culminó con la
unificación en el ´75 bajo el nombre de GOR. Se trata de un grupo pequeño, no llegó a
tener más de 200 integrantes, claramente clandestino.
En el plano de lo sindical impulsó, junto a otros sectores independientes y político-
partidarios, la formación de una corriente sindical clasista. En este sentido, tuvieron
presencia a partir de 1974 en las Coordinadoras Zonales. En Buenos Aires participaron
en las coordinadoras de Zona Norte (astilleros Astarsa), Zona Oeste (Martín Amato,
Acindar, Squibb) y Zona Sur (en la fábrica de los tanques Rin). Desarrolló también una
tendencia estudiantil (en Farmacia se llamó Agrupación Universitaria Socialista, Grupos 1 Pozzi, Pablo: “Por las sendas argentinas...” El PRT-ERP La guerrilla marxista, Eudeba, Bs. As., 2001.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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Universitarios Socialistas en Filosofía y Letras, y otros en otras facultades de la UBA y
La Plata).
Con respecto a las acciones armadas, el GOR distingue dos tipos: las de infraestructura,
que no reivindicaban (expropiaciones de dinero y de documentación, no de armas) y
acciones de propaganda armada, como las tomas de fábricas. Podemos dar cuenta de
dos acciones de propaganda. Una en 1972, cuando secuestran a D´Aquila, que era el
jefe del servicio de psiquiatría de Villa Devoto, uno de los responsables del régimen de
máxima peligrosidad que se instauró para los presos políticos. Con el interrogatorio que
le hicieron se publicó un libro que se vendía en las librerías de Corrientes durante el 73
y 74. El otro fue el secuestro de un helicóptero con el cual volantearon la cancha de
Huracán cuando jugaban River y Huracán una definición del campeonato (no tengo dato
de la fecha). No realizaban acciones de enfrentamiento, ataques a comisarías, cuarteles
militares, o desarme de policías.
La organización empezó a ser golpeada por la represión a partir de la dictadura de 1976.
Cayeron algunos de sus principales dirigentes entre 1977 y 1978, otros se habían
exiliado. Todo esto provocó la disgregación en el ´79, cuando es secuestrado Osvaldo
Barros, el último dirigente que quedaba en el país. Es Osvaldo Barros2 quien nos da
precisiones sobre las concepciones políticas del GOR: se definía como marxista
leninista trotskista, consideraba a la revolución como socialista, con la formación de un
gobierno revolucionario, obrero y popular, identificaba al movimiento obrero como
cabeza de ese movimiento revolucionario. Ponía el énfasis en la construcción del
partido, y en la inserción en las masas del movimiento obrero y estudiantil. Definía a la
lucha armada como un instrumento para desarrollar el partido, poder llegar a las masas
y apoyarlas en sus luchas. Se presenta como grupo político-militar porque todos los
miembros de la organización tenían que estar en condiciones de poder desarrollar las
tareas militares (desde la formación de un piquete de huelga hasta el desarrollo de una
tarea militar en el seno de una movilización de masas). No estaban de acuerdo con la
formación de un ejército revolucionario en esta etapa, no entendían el accionar armado
Nota 31 a pie de página 100. 2 Cátedra Libre de Derechos Humanos. Conflicto y movimientos populares 1955-1983. Reunión Nº 10, 9 de noviembre de 1996. Charla-débate con Osvaldo Barros. (copia desgrabación)
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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como una tarea de enfrentamiento a las fuerzas armadas, sí como medio para el
desarrollo de la propaganda.
Un primer documento consultado da cuenta del comienzo de esta organización.3 Se
presenta a T.C. como un grupo pro-construcción del partido comunista, que forma parte
de la izquierda marxista-leninista y apoya y defiende al Sitrac-Sitram. Compromete su
esfuerzo para el desarrollo de un sindicalismo de clase y para que esa experiencia ayude
al conjunto del proletariado a avanzar en conciencia y organización política, en la
formación del partido revolucionario.
Analizan el surgimiento del Sitrac-Sitram y concluyen que no fue producto del trabajo
de propaganda, agitación y organización de fuerza política alguna. Tampoco derivó de
un proceso de lucha y diferenciación con la burocracia, sino que, fue resultado de la
organización espontánea de los propios obreros de Fiat (sin conciencia, ni organización
política) contra la burocracia que era pro-patronal.
Definen al Sitrac-Sitram como clasista a partir de la distinción con todas las
experiencias anteriores. En primer lugar, destacan que se constituyó en una
organización sindical completamente fundida con sus bases. En segundo lugar, señalan
que defendió consecuentemente los intereses de la clase en su conjunto,
independientemente y sin subordinar sus luchas. El último aspecto que lo diferenció de
todas las experiencias anteriores se resume en que proclamaron identificarse
exclusivamente con los intereses del proletariado: el socialismo.
En este punto, señalan que la lucha contra la patronal y la burocracia obligó a intervenir
a un tercer contendiente “el gobierno, con todas las instituciones del estado”. Ya no se
trataba solo de dar respuesta a los abusos de la patronal y a las necesidades de su base,
se trataba también de dar respuesta a los intentos combinados de la burocracia, el
gobierno y los opositores por liquidarlos o instrumentar sus luchas. Pero estas
respuestas exceden el marco puramente gremial y adquieren ribetes políticos.
Definen los intereses del proletariado como la comunización de la propiedad y la
consecuente desaparición de las clases. Esto constituye su objetivo central. La
independencia política de clase significa que el proletariado actúe en la lucha política
3 Tendencia comunista: Grupo pro-construcción del partido obrero comunista. Julio de 1971. “Elecciones, sindicato, partido... Sitrac-Sitram: ¿Qué hacer?” Copia mecanografiada, seis hojas doble faz.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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cotidiana sin perder de vista este objetivo. Esto implica que haya adquirido conciencia
de que es una clase especial, que tiene intereses propios, que su enemigo fundamental es
la burguesía, que el estado no es otra cosa que las instituciones que usa ese enemigo
para eliminarla, y que su objetivo como clase es tomar por asalto ese estado, destruirlo y
construir su propio poder proletario.
Presentan al partido obrero revolucionario como la expresión organizada de esta
comprensión por parte del proletariado, que nuclea a los elementos más conscientes de
esa clase y es quién la representa ideológica y políticamente, es la única organización
que garantiza su independencia de clase. Por otra parte, dejan en claro que los obreros
se pueden organizar para resistir la explotación capitalista antes de que exista conciencia
y organización política, esas organizaciones son los sindicatos. Un sindicato clasista
llevaba consecuentemente la lucha, sin subordinarse a ninguna clase que no sea ella
misma. Puede ayudar al desarrollo de la conciencia socialista en la medida que se
identifique con los intereses políticos generales del proletariado, permita la libre
expresión de las ideas y permita a la clase hacer su experiencia de lucha, creando un
campo propicio para la difusión de las ideas socialistas. Pero no puede ser la
organización política revolucionaria de la clase para la toma del poder, y esto se debe a
su carácter de organización de masas para la lucha económica.
Concluyen que no se puede confundir al sindicato con la organización revolucionaria de
clase que es un organismo específico de la lucha política contra el estado burgués.
Cuando el partido no existe, para la intelectualidad revolucionaria y los obreros
conscientes, no puede haber tarea más importante que construirlo. Esta construcción
consiste en proporcionarle al conjunto de la clase el verdadero objetivo político del
proletariado, esto implica luchar por erradicar todas las formas e ideas con que la
burguesía trata de ocultar o confundir esos objetivos.
Señalan que ese partido no existe en la Argentina, debido a que la mayoría del
proletariado confía en Perón, o tiene esperanzas en las elecciones u otras salidas
burguesas, y el conjunto del proletariado se halla controlado por la burocracia sindical.
Marcan una gran desproporción entre las experiencias del proletariado cordobés y el del
resto del país. En relación a la izquierda revolucionaria, indican que los grupos que se
arrogan ser el partido o el embrión (VC, PCR, PO, PRT) no comprenden el fenómeno y
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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se siguen manejando con esquemas ideológicos que no expresan verdaderamente el
punto de vista del proletariado.
Distinguen tres sectores en el marco de la izquierda revolucionaria y los caracterizan:
por un lado, el PCR y VC, los cuales definen la revolución como popular democrática y
antiimperialista, se empecinan en definir al Sitrac-Sitram como revolucionario y llaman
al proletariado a destruir la trampa electoral mediante la insurrección o la revolución.
Por otra parte, el ERP y otros grupos militaristas que definen a la revolución como
anticolonial, responden al llamado electoral con la guerra y llaman a los obreros y al
Sitrac-Sitram a integrarse a esa “su guerra”.
El tercer sector estaría formado por El Obrero, ellos mismos y otros grupos marxistas.
Se caracterizan por definir la revolución como socialista, al Sitrac-Sitram como clasista,
llaman a los obreros conscientes a construir la organización revolucionaria, el partido
obrero comunista, y en los términos inmediatos, responden a la política de la dictadura
llamando al proletariado y al Sitrac-Sitram a desarrollar la lucha obrera, reivindicativa,
y contra todas las expresiones represivas del estado, como forma de acumular fuerzas
para la organización.
Para finalizar, hay que destacar que definen a la situación como no revolucionaria, y
señalan que la clase obrera y el Sitrac-Sitram no tienen planteado el poder “hoy”, sino
que, lo que se les plantea es la tarea de desarrollar un verdadero sindicalismo de clase en
la Argentina, ser la vanguardia en la lucha por las libertades democráticas y ayudar al
desarrollo de la conciencia socialista en el proletariado. Tratan de diferenciarse de los
otros sectores de la izquierda revolucionaria cuando sostienen que “la clase obrera a
partir de la construcción de su partido podrá pasar a recorrer un camino de
enfrentamiento armado con la burguesía (guerra), que desemboque en un alzamiento
general (insurrección) para la toma del poder y el socialismo (revolución). Pero otra
cosa es utilizar estas palabras como respuesta inmediata a las elecciones restringidas que
propugna el régimen.”
Listado de documentos y publicaciones correspondientes al GOR ubicados y/o
consultados:
TC:
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
26
Tendencia Comunista. Grupo pro-construcción del Partido Obrero comunista (regional
Córdoba): “Elecciones, sindicato, partido...Sitrac-Sitram: ¿Qué Hacer?”. Julio de 1971.
Rearme. Revista teórico-política. Bs. As. Nº 1, noviembre de 1971 y Nº 2 1972.
GOR:
Volantes, documentos:
Homenaje a los héroes de Trelew. Bs. As., agosto de 1973.
Sobre denuncia del presidente Cámpora. Bs. As., 22 de agosto de 1973.
Discusión GOR-OS, Boletín de informaciones, Nº 1, Bs. As., 1977.
Documento sin título de caracterización de la dictadura militar (disponible parte
2 y 3, “La perspectiva” y “La táctica”), Bs. As., 1978.
“La situación actual y la clase obrera”, Bs. As., sin fecha (1979).
“Acerca de las posiciones de la fracción bolchevique”, documento de Daniel
Pereyra (GOR, Argentina) y Sergio Cabrera (LCR, España), Bs. As.,
1979.
Periódico:
Tribuna Obrera. Bs. As. Nº 2, marzo de 1979.
Libro:
Sin autor, Máxima Peligrosidad, Bs. As., Candela, 1973. Con faja que indica:
“Declaraciones en una cárcel del pueblo. Habla el jefe de psiquiatría del penal de Villa
Devoto” (secuestrado por la columna América en Armas de la FAR y el GOR).
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
27
La Organización Comunista Poder Obrero (OCPO)
Florencia Rodríguez
.
La OCPO, Organización Comunista Poder Obrero, surge de la fusión de varias
pequeñas y medianas agrupaciones de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y La Plata.
ORPO Rosario, El Obrero de Córdoba, una agrupación de Tucumán y Jujuy de Héctor
Martó, MIR de Bs. As., Acción Comunista de Bs. As. y Córdoba, Lucha Socialista de
La Plata, de Luis Rubio, un grupo de Mendoza de Ortega Peña y FAL 22, son las que
conforman la organización. En 1975, en los albores del golpe militar e inmersas en el
proceso de coordinadoras obreras, se realiza finalmente la unión de todas estas
agrupaciones, que venían discutiendo y actuando en consonancia desde el Cordobazo.
Se plantean como alternativa superadora de lo existente: de Montoneros, porque éstos
entienden la situación como derrota histórica de la clase obrera (a causa de la muerte de
Perón) atribuyendo a las coordinadoras una función coyuntural (luchar por la
hegemonía dentro del movimiento peronista); del PRT, porque se ha desvíado hacia el
militarismo, habiendo dejado de construir, en la practica, el partido de la clase. De ahí la
necesidad de una tercera opción socialista revolucionaria, que sería OCPO, donde la
construcción del Partido junto con una línea de masas, serán el eje político. En tanto sus
acciones y política giran en torno a la acción sindical para la organización política de la
avanzada proletaria, con el objetivo estratégico de la dictadura del proletariado, se
trataría también de una superación del estrecho sindicalismo de los grupos “clasistas”.
En ese cuadro, el brazo armado era funcional y estaba subordinado a la política. No
negaban la necesidad de acciones armadas –aunque sí la del foquismo, considerándolo
inapropiado para la situación nacional- sino que discutían con el resto de las
organizaciones el lugar que ésta debía ocupar no sólo teóricamente sino en la práctica:
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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“La discusión se centró entonces, en la política de desarrollo de la lucha, donde la
violencia armada aparecía desde el comienzo, impuesta por el grado mismo de
profundidad del conflicto mismo (y no importada por los “ultras”) De lo que se trata,
entonces, es de articular dialécticamente en una política definida, las formas de
violencia de la vanguardia revolucionaria, con los niveles de violencia efectivamente
alcanzados por la lucha de clases, en cada momento, el grado diferenciado de
conciencia que tiene la avanzada y el conjunto de las masas acerca de la necesidad de la
violencia... No ha sido la lucha armada la que ha aislado a algunas organizaciones de las
masas, sino la desviación militarista, que consiste en hacer de la lucha armada la lucha
política misma en una fase del proceso que todavía no alcanza el nivel superior de la
lucha de clases definido como guerra revolucionaria.”1
Historia de la organización
Cada uno de las agrupaciones que integran OCPO tiene una larga historia. Éstas, en
general, habían comenzado a funcionar a fines de los años ’50 y principios de los ’60,
inicialmente discutiendo política y teniendo un accionar reducido a universidad, villas y
algunos sindicatos. Asimismo, muchos de ellos habían comenzado tempranamente a
militar en el Malena (experiencia que parece muy importante) y luego de su disolución
continuaron activando en otros lados, pero había entre todos ellos, según Dardo Castro,
una red de contactos de la cual surgiran muchos de los que terminarán militando en
OCPO:
“Éramos un grupo local vinculado a otros grupos locales. Algunos de nosotros
habíamos militado en el Movimiento de Liberación Nacional, MLN- MALENA le
decían en la jerga- fundado por los hermanos Viñas y Pico José Vazeilles. Ese grupo fue
el primer grupo de izquierda, marxista, en la Argentina, que se planteó la apertura al
peronismo. Fue el primer intento, digamos. Era un grupo fundamentalmente intelectual,
algunos eran unos intelectuales brillantes. Yo tenía 17 años y participé de un año de eso,
1 Documento mecanografiado-Dos partes, S/A, S/F (en el interior del documento especifica que se trata del año 1977,p.55), p.14-15.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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porque después se disolvió. (…) Pero ahí queda toda una red nacional de gente que
participó del MLN y que retomamos el contacto. Es sorprendente cantidad de gente que
uno se entera hoy que estuvo en el MLN y que fue a parar a muchos otros lugares …
León Rozitchner, los hermanos Viñas … la gente de la revista literaria El escarabajo de
oro ...”
El Obrero, por ejemplo se fortalece en 1966 a partir de las protestas estudiantiles contra
el gobierno de Onganía. Dardo Castro –militante de El Obrero y OCPO- lo describe:
“Era un grupo de obreros y estudiantes, algunos profesionales, que repartían, discutían,
analizaban con mucho nivel teórico, -fue un período de mucha formación intelectual,
tuvimos tiempo, después ya no se pudo hacer eso, ya después del Cordobazo... ya la
militancia, digamos (apareció Althusser, alrededor del ‘70 empiezan a llegar los
franceses, los italianos, Rosa Luxemburgo, que era poco conocida, la introduce la
editorial La Rosa Blindada, se comienzan a conocer textos muy importantes de la
tercera internacional. Todo esto reaviva el debate, se incorporan al debate otras
experiencias)... El Obrero, era un grupo que funcionaba alrededor de ese periódico, que
hacía pedagogía.”2
Alicia, militante de Lucha Socialista y de OCPO –esposa de Luis Rubio-, cuenta como
luego de una primera aproximación fallida al foquismo deviene en hacer trabajo en
villas y sindicatos donde principalmente hacían agitación:
“Es decir, no había posibilidades de hacer otro tipo de trabajo. Tampoco había
coyuntura electoral, no teníamos inserción, nosotros hablábamos del problema del
trabajo, pero el problema era la represión.”3
2 Entrevista grabada en casete TDK 60minutos lado A, S/F, Información en tapa de casete: DARDO CASTRO. ENTREVISTA REALIZADA POR: OCPO; en lápiz negro: Rául (SIC); información sobre el casete “OCPO- Entr. a D. Castro”. 3 Pozzi, Pablo y Schneider, Alejandro; Los Setentistas. Izquierda y clase obrera: 1969-1976, Eudeba, Bs.As., 2000, p. 385.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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Estos dos ejemplos son exponentes de los grupos que compondrán OCPO. Sin
embargo, la situación cambia vertiginosamente con el Cordobazo. Punto de inflexión
para la historia argentina de la época, este hecho repercute directamente en todas las
organizaciones del período. La caracterización de lo ocurrido, las medidas a seguir, la
repercusión que tuvo no sólo para el conjunto de las masas y la clase obrera sino el
reacomodamiento que implicó para el régimen fueron temas harto discutidos entre las
organizaciones. Para 1971 el Encuentro Nacional de Obreros Revolucionarios
organizado por SITRAC-SITRAM será el lugar que cobijará todas estas discusiones. En
1972, El Obrero edita un documento polarizador sobre el carácter de la revolución,
polarizando con PRT, Política Obrera y Socialismo Revolucionario. Un segundo
momento de discusión de estos grupos es en torno a la cuestión electoral del 1973. En
un documento interno fechado en 1977 de la Organización Comunista Poder Obrero
explican que:
“El 11 de marzo, y por primera vez en la historia argentina, las masas votan
objetivamente (cualquiera fuera la forma que tomara su conciencia en ese momento),
por la inestabilidad permanente del sistema, en la medida que sus reivindicaciones, por
las que luchaba, se oponían antagónicamente con las aspiraciones que Perón
personificaba, y que el peronismo daba configuración programática. El elemento
superador de esa contradicción... era precisamente la NECESIDAD.”4
Nuevamente la discusión teórica y la practica zanjan posiciones entre éstas
organizaciones, Montoneros, PRT-ERP y la “nueva izquierda”. Las fuerzas que
apostaron en aquel sentido saldrán fortalecidas de este proceso, aunque todavía
dispersas y sin un programa que capitalice lo que ellos consideraban sus “aciertos”.
Para 1974, encontramos el embrión de OCPO en la fusión de El Obrero y ORPO
al que se suman los grupos de Jujuy y Tucumán. Un año más tarde, se incorporarán
Lucha Socialista y Acción Comunista, conformando finalmente el OCPO. El proceso de
4 Documento mecanografiado. Dos partes, S/A, S/F(al interior del documento especifica que se trata del año 1977, p. 55), p 27.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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coordinadoras bonaerenses y de Villa Constitución así como las movilizaciones de
masas contra el gobierno contarán con una participación activa de la organización.
“Las Coordinadoras obreras se erigieron en organismos populares de dirección
obrera, pero resultaron incapaces de señalar un objetivo político superador de la crisis
generalizada. En junio la clase obrera se enfrentó al vacío de poder... pero carecía de
una alternativa propia que ocupara su lugar, ni había desarrollado el frente necesario
para imponerla al conjunto del país. En esta situación, el golpe militar aparecía como
terrible amenaza, y existía resistencia a seguir avanzando sin más perspectivas que
precipitarlo... es responsabilidad directa de las fuerzas que dirigieron el movimiento.
Ninguna fue capaz de asumir la vanguardia política del proceso: Montoneros por
circunscribirlo a su lucha contra el lopezrreguismo, y OCPO sin la fuerza necesaria aún
para erigirse en Partido.”5
Lo que el golpe del 24 de marzo de 1976 debe frenar brutalmente es este proceso
de ascenso en las luchas y la organización del proletariado y las masas, imponiendo de
hecho los intereses de la oligarquía financiera. OCPO reclama crítica y autocrítica
mientras la amenaza de fracturas es cada vez mayor. El intento de coordinación con
Montoneros y PRT no logran llevarlo a cabo por la caída de la dirección del ERP. La
propuesta era la conformación de un Frente único de Resistencia Antidictatorial con
hegemonía proletaria. Para mayo del ’76 encontramos que OCPO figura entre las tres
organizaciones político-militares más importantes:
“La actividad subversiva en el país continúa dinamizada a través de tres OPM
principales: Montoneros, PRT-ERP y OCPO; cuyas estrategias y objetivos si bien no
son esencialmente iguales, llegan a ser coincidentes y complementarios, dando lugar a
un accionar conjunto en el campo táctico, lo que aumenta su eficacia... El Ddo Z Def 1
y el Cdo Z Def 4 intensificarán gradual y aceleradamente la acción antisubversiva a
partir de la recepción de la presente orden y a medida que se reestructuren las
jurisdicciones territoriales y se adecuen las respectivas organizaciones con la finalidad
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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de completar el aniquilamiento del oponente en la zona donde mantiene mayor
capacidad.”6
El 24 de mayo de 1977, en la localidad de Monte Grande aparentemente se iba a
realizar una reunión entre OCPO, FAL/22, ERP, Montoneros y el movimiento
revolucionario CEE, que fue interceptada por el comando de la zona, llevándose
prisioneros a muchos altos dirigentes de estas organizaciones, secuestrando
documentación e informaciones varias entre las cuales había manuscritos en donde
constaba la composición de OCPO y FAL/22, así como la invitación al resto de los
participantes de las demás organizaciones.7 En el período que va entre 1977-1978 como
consecuencia de las acciones armadas OCPO fue fuertemente reprimida, sufrió serias
bajas y cesaron sus actividades.
El Programa
Un programa político no solamente es palabras plasmadas en un papel, sino más
bien hechos-palabras, teoría y praxis. En este momento inicial de la investigación y
considerando la inexistencia de producción historiográfica respecto del OCPO, los datos
recabados son esencialmente documental interno a la organización y entrevistas a
militantes. Por esto presentaremos una aproximación a lo que pareciera ser el programa
político que OCPO dice encarnar. A lo largo de un extenso documento interno de 98
páginas, encontramos caracte-rizaciones particulares de la historia Argentina, de sus
instituciones, de su proletariado y burguesía, las relaciones internacionales y profundas
discusiones de estrategia con Montoneros y PRT-ERP. La primera definición gira en
torno a la Argentina, se trata de un país capitalista dependiente del imperialismo, por lo
tanto, el carácter de la revolución es socialista. En segundo lugar, la concepción
vanguardia-masas:
5 Ibíd.. p. 32. 6 Orden Parcial nro 405/76: Reestructuración de jurisdicciones para intensificar las operaciones... SECRETO, Copia s/ nro, Cdo Grl Ej (EMGE-Jef III- Op), Buenos Aires, 211800 May 76, CPM-234. 7 Ver: www.studiperlapace.it “Sentenza di condenna del generale Cralos Guillermo Suárez Mason, del generale Santiago Omar Riveros e altri per i crimini contro i cittadini italiani nella Repubblica Argentina”, 6 de diciembre de 2000, Roma, p. 37.
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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“La tarea de consolidar el campo socialista a nivel de masas es una tarea
simultánea a la construcción del Partido, porque ambas son estratégicas para conquistar
la emancipación del proletariado. Una y otra suponen la existencia de formas políticas
singulares, pero combinadas comportan la base necesaria para el surgimiento de la
alternativa obrera en cualquier circunstancia del proceso revolucionario.”8
Asimismo, en la política sindical sigue claramente una línea leninista de máxima
re-sistencia en cada momento, colocando a los sindicatos en el seno del movimiento
obrero pero independiente política e ideológicamente del Estado. Es decir, la
prefiguración de una conciencia política independiente, con un correlato en ámbitos
organizativos que galvanice el nivel de acumulación de fuerzas alcanzado. En constante
discusión con el resto de las organizaciones del momento, este marxismo revolucionario
aportó para saldar debates con el espontaneismo. Por último, retomando los
planteamientos iniciales respecto de la toma de armas, el rol de la vanguardia está
necesariamente ligado a la lucha armada en este contexto del desarrollo del capitalismo
mundial, la construcción del Partido Revolucionario está indisolublemente ligada a los
embriones de Ejército Revolucionario.
Las acciones
Según Daniel Pereyra “Buena parte de los militantes de OCPO eran activistas
sindicales, y se afirma que llegó a contar con unos 1,000 de los cuales 100 componían el
aparato militar.”9 No tenemos datos certeros para comprobar tal afirmación. Sin
embargo sabemos que desde su nacimiento, OCPO ocupó un papel importante en las
luchas obreras, y jugó un rol decisivo junto a PRT-ERP y Montoneros en tanto
resistencia armada. A lo largo de 1975 en el proceso de coordinadoras obreras, tuvo un
rol protagónico en Villa Constitución y un lugar central en las coordinadoras
8 S/A; Para un Balance de la organización revolucionaria Comunista Poder Obrero, Introducción, Mecanografiada, S/F, p, 3. 9 Pereyra, Daniel; Del Moncada a Chiapas. Historia de la lucha armada en América Latina, Libros de la Catarata Madrid,1994, p. 88.
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bonaerenses, aunque no alcanzó un desarrollo sustantivo como organización para
imprimirle al proceso una dirección.
En cuanto a las acciones armadas, en “Foro de la Verdad Histórica, Listado
Cronológico de los principales atentados y ataques terroristas ocurridos entre 1969
y1979”, un sitio de Internet de extrema derecha, contabilizamos las siguientes acciones:
21/10/75 OCPO, asesinato del Dirigente Gremial Ricardo Sánchez.
22/12/75 OCPO, atentado con explosivos contra el edificio de la financiera
FINANDFORD, en la Capital Federal.
11/02/76 OCPO, asesinato del Jefe del Grupo de Artillería Antiaérea de Mar del Plata,
Coronel Rafael H. Reyes en la ruta a Camet. Es rematado por una terrorista mujer de 24
años de edad, recibiendo más de 50 disparos de ametralladora; son heridos los soldados
conscriptos Gómez y Tempone, acompañantes del coronel.
21/02/76 OCPO, asesinato de un activista gremial peronista de ACINDAR, en Villa
Constitución.
30/05/76 OCPO, secuestro del Coronel del Ejército D. Juan Pita, en Gonnet, Prov. De
Bs. As. Fue infrahumanamente alojado en un pozo (“cárcel del pueblo”) durante meses.
Condenado a muerte mediante la parodia de un “juicio revolucionario”, siendo sometido
a innumerables simulacros de asesinato. Se fugó en diciembre, luego de 192 días de
secuestro, habiendo perdido más de 15 kilos de peso.
11/06/76 OCPO, atentado con explosivos, secuestro y posterior asesinato del Ejecutivo
de empresa financiera, JULIO A. ONETO.
14/06/76OCPO, secuestro extorsivo del Ejecutivo de empresa financiera, Carlos Macri.
(rescate 750,000 dólares)
14/06/76 OCPO, asesinato del Ejecutivo del INTA, Ingeniero Pedro Etchevare.
10/10/76 OCPO, asesinato del Gerente de la empresa IKA RENAULT, Domingo
Lozano, en Córdoba.
22/10/77 OCPO, asesinato del Ejecutivo de la empresa MASSALIN Y CELASCO,
Ingeniero José M. Martínez.10
10 Todas las acciones han sido transcriptas literalmente de la fuente, obviando acciones armadas de otras organizaciones.
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Los compañeros caídos citados por Daniel Pereyra son: Jorge Camillón, Raúl Ticera,
Carlos Alberto Fessia, Luis Honores, Juan Cardozo, Julio Palacios y Guillermo Barros.
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II. De un naufragio a otro La pequeña burguesía argentina, entre Malvinas y el Argentinazo
Sebastián Cominiello, Cecilia Dinius, Juan Ignacio Mota, Germán Rosati, Eduardo Sartelli, Roxana Telechea,
Patricio Valero Narváez, Hernán Varela
Una coincidencia general, aunque con matices, afirma que la pequeña burguesía
fue la protagonista del “cacerolazo” del 19 de diciembre por la noche. Aunque resta,
todavía, confirmar en forma científica esa imagen tan sólidamente instalada en la
memoria colectiva (una tarea que este grupo se ha autoasignado), podemos dar por
cierto que, aún no siendo protagonista exclusiva, es indudable que la pequeña burguesía
ha tenido una participación relevante en la jornada en cuestión. Ahora bien, el 19 a la
noche significó el comienzo de la acelerada caída de un gobierno que esa misma clase
había impulsado al poder de una manera casi plebiscitaria. La pregunta es, entonces:
¿qué llevó a la pequeña burguesía a semejante intervención histórica contra su propio
gobierno? Dicho de manera un poco más científica: ¿qué procesos sociales concurrieron
para generar en la pequeña burguesía ese movimiento específico que contribuyó
decisivamente a la caída del personal político que ella misma había impulsado al
gobierno del estado? Una respuesta superficial querría señalar que el gobierno De la
Rúa no satisfizo las ilusiones de quienes lo llevaron a la presidencia. Pero eso no dice
nada acerca de cuáles eran esas ilusiones ni por qué la pequeña burguesía sintió
necesidad de defenderlas. Ni siquiera explica por qué creyó que ese personal político
que eligió era el más adecuado para hacerlas realidad. Para eso hay que reconstruir el
programa real que la pequeña burguesía se dio, distinguir qué intereses defendía ese
programa y cuál es la estrategia que elaboró para conseguir imponerlos. Lo que implica
recuperar su historia en un período relativamente mayor que el del año y medio del
gobierno De la Rúa. Programa, intereses y estrategia de la pequeña burguesía argentina
en los últimos veinte años es el proyecto de investigación que inauguramos aquí.
La economía política de una clase menguante
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La pequeña burguesía no es una clase. Es, según se encuentre en el proceso de
polarización de clases que promueve el desarrollo capitalista, una capa de la burguesía o
bien una capa del proletariado. En efecto, el terreno de la pequeña burguesía es en
extremo movedizo. El proceso de polarización social que promueve el capitalismo
somete continuamente a la pequeña burguesía a vaciamientos y rellenos (una especie de
tanque que se llena tan rápidamente como se vacía), a diferencia del proletariado (un
tanque que se llena permanentemente) o de la burguesía (un tanque que se vacía
permanentemente). En efecto: la concentración y centralización del capital lleva a la
expropiación permanente de las capas burguesas más débiles que, en su caída, suelen
recalar en las capas de la pequeña burguesía. Esta situación puede producirse en forma
inmediata o generacionalmente, es decir, que suceda que la generación de los padres
retenga la condición de burgués, pero que no alcance para que sus hijos lo hagan. De
esta manera, la pequeña burguesía recibe nuevos integrantes y el “tanque” se “llena”.
Pero al mismo tiempo, los mismos procesos de concentración y centralización operan
sobre la propia pequeña burguesía, que al ser expropiada por la burguesía sufre un
proceso de pauperización y proletarización, que puede ser también inmediato o
generacional. De esta manera, la pequeña burguesía pierde parte de su activo y su
“tanque” se “vacía” en beneficio del proletariado. Por el mismo procedimiento, la
burguesía ve ralearse sus filas y el proletariado su aumento. El proceso inverso, de
promoción de capas pequeño burguesas a burguesas y de proletariado a cualquiera de
las dos, también existe en contextos y momentos específicos, pero no constituye una
tendencia, de manera que el proceso de conjunto y a largo plazo, con sus marchas y
contramarchas, termina con la polarización creciente que caracteriza a la sociedad
capitalista: un puñado de burgueses cada vez más pequeño en número pero más
poderoso en medios de producción, se enfrenta a una masa creciente y cada vez más
explotada de proletarios. En el medio, eso que la imaginación funcional-weberiana
insiste en llamar, igual que el sentido común, clase media, una “clase” menguante.
Esta situación contradictoria es la que hace que, en sus alineamientos políticos,
la pequeña burguesía oscile, a veces violentamente, entre ambos polos de la vida social,
la burguesía y el proletariado, determinando muchas veces con esta oscilación, la suerte
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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de la contienda. De allí la importancia crucial para el proletariado de atraer a su campo a
la pequeña burguesía. Le quita base de masas a la burguesía y consigue para sí un
conjunto de cuadros de inapreciable valor en los momentos álgidos del combate.
Determinar en forma concreta cuáles son los intereses que la pequeña burguesía
defiende, cómo se propone hacerlo y qué alineamientos elige es crucial para entender
las posibilidades del proletariado en el proceso revolucionario. Esos procesos que vive
la pequeña burguesía tiene una base económica última, pero no se limitan a ella ni se
deducen directamente de la economía. Para entender esta peculiar situación, es
necesario comprender qué relaciones constituyen a la pequeña burguesía, además de las
de producción. Estas relaciones co-constituyen a la pequeña burguesía en particular, a
pesar de que puedan también ser importantes para el proletariado. No son para éste, sin
embargo, tan determinantes como para ella.
La lógica política de una clase menguante
En efecto, el conjunto de relaciones que co-constituyen a la pequeña burguesía
(es decir, que tienen un papel central, aunque no determinante, en su conformación) son
aquellas que le permiten defenderse como propietarios de capital y asegurar su
promoción al estadio siguiente, a la burguesía: son las relaciones de ciudadanía. En
efecto, aunque éstas también existen para el proletariado, no tienen la misma
importancia que para la pequeña burguesía. Los “derechos civiles” son cruciales para
ésta: el voto y la política parlamentaria no son sólo formas de promoción de
generaciones enteras de pequeña burguesía en tanto personal político de los partidos
burgueses, sino instrumentos elementales de defensa de intereses clave para la
permanencia y promoción de sus miembros. El control de la administración pública y la
injerencia en los gastos del estado son cruciales para sostener ciertos mecanismos de
promoción, de los cuales, en el caso argentino se han destacado históricamente las
fuerzas armadas en general (sobre todo la Marina y la Fuerza Aérea), tanto como el
Poder Judicial y el Legislativo, el aparato nacional de salud o la Administración
nacional y provincial. Como para todo ello se necesita un grado determinado de
competencias educativas, no sorprende que la educación pública y gratuita sea una de
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las demandas permanentes de la pequeña burguesía argentina y que Sarmiento sea su
ídolo por excelencia. La universidad se encuentra, entonces, en la condición de rito de
pasaje necesario para la pequeña burguesía, de modo que se explica fácilmente la pasión
con la que encaró movimientos históricos como el de la Reforma del ’18 o la lucha en
torno a “laica o libre”. De allí se explica también la superpoblación de carreras como
abogacía, ciencias económicas y medicina, que son las preferidas por una pequeña
burguesía de un país donde la ciencia y la técnica se importan más barato y que carece,
por lo tanto, de un poderoso aparato de investigación y desarrollo tecnológico.
El predominio actual de carreras “humanísticas” en las predilecciones de la
pequeña burguesía, sobre todo la de comunicación, es un indicio de la importancia que
ésta le asigna a otros derechos solidarios (y complementarios) al de la ciudadanía: la
libertad de expresión y, por ende, el derecho a la información. Ellos son particularmente
importantes en tanto son los que permiten a la pequeña burguesía algún control en el
reparto de los ingresos estatales, con los cuales satisface buena parte de sus necesidades.
La denuncia política y la investigación periodística se vuelven particularmente
importantes, en momentos en que un control estrecho del aparato del estado por la
burguesía, como el que caracterizó al menemismo, le permite viabilizar políticas de
“ajuste” en esas áreas sensibles. De allí el enorme peso político que adquirieron tanto el
problema de la “corrupción” como el de la “seguridad” en la campaña de su candidato.
De allí el enorme peso político que la temática del “autoritarismo” tiene en su seno. De
allí la furia pequeño burguesa contra la Corte Suprema. Es por esto que, como armadura
contra el avance permanente de la burguesía en el plano económico, la pequeña
burguesía enarbola un discurso contradictorio de intervencionismo, subsidio y
desgravaciones impositivas a las pymes, mientras en la política exige el dominio de la
“libertad” más plena. Esta contradicción no hace más que reproducir en su seno, con
una agudeza sin igual en el resto de la sociedad, la que domina al conjunto de la
sociedad capitalista, contradicción entre una igualdad formal en el plano jurídico
político y una desigualdad real en el plano económico.
La historia reciente de una clase menguante
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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La pequeña burguesía argentina ha vivido, desde los años que corren desde la
caída del peronismo, una serie de encuentros y desencuentros con el proletariado. Ariete
de la burguesía contra el peronismo, tendió a peronizarse a medida en que las políticas
burguesas amenazaban sus bases de reproducción. En ese proceso juegan un papel
central la concentración económica que inauguran los planes de estabilización del
segundo gobierno de Perón y que van incrementándo su dureza hasta Onganía, y la
consecuente erosión de los derechos “civiles” personificados en el “fracaso de la
democracia”, la censura y el ataque a la educación superior. En ese devenir realiza
varias apuestas fracasadas (Frondizi, Illia) y sufre un proceso de desgranamiento
político (que se manifestó como crisis “generacional”) que la lleva a confluir en el
peronismo o en alguna de las agrupaciones de izquierda, de preferencia foquistas. El
estallido del tercer gobierno peronista y la incapacidad de la fracción revolucionaria de
la clase obrera para constituirse en caudillo nacional, la recuesta pasivamente contra la
burguesía, dando un consenso tácito al golpe del ’76. Apoyo pasivo del que saldrá en el
’82, en medio de la crisis económica y el estallido financiero. Allí empieza la historia
que queremos estudiar con detalle.
En efecto, en la crisis que dio salida a la dictadura, la pequeña burguesía tuvo un
papel central y, de hecho, fue su candidato, Raúl Alfonsín, el que capitalizó la
emergencia y con ella se abrió un período de ilusiones centroizquierdistas. Habiendo
acaudillado al proletariado contra la burguesía con un programa típicamente pequeño
burgués, obligada por la burguesía a desgranarse frente a su propia utopía, es desplazada
del poder por la emergencia de la crisis social bajo la forma de saqueos y de la crisis
económica bajo la forma de híperinflación. Se alineó, ante al inminencia del “caos”, con
la burguesía contra los “saqueadores”, es decir, contra la clase obrera, para
transformarse en sostén pasivo del menemismo en sus primeros años. Son las
consecuencias de la economía menemista la que la arrastra lentamente a la palestra,
reviviendo la utopía alfonsinista con menos convicción, bajo la forma de Alianza.
Paradójicamente (y no tanto, en realidad), la caída de De la Rúa la encuentra otra vez
alineada con el proletariado contra la burguesía, saliendo a la calle el 19 a la noche en
defensa de los “saqueadores” contra el estado de sitio, pero ahora sin programa
económico y en medio de una crisis política terminal. Crisis que expresa la erosión del
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
y Revolución, nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica.
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conjunto de relaciones sociales (los “derechos”) que constituyen a la pequeña burguesía
además de las relaciones económicas. Años de lucha contra el gatillo fácil, la censura
bajo sus diferentes formas (incluyendo el asesinato de periodistas), la corrupción, por
los derechos humanos, etc., todo eso, sintetizado en el reclamo de “justicia”, explota el
19 a la noche. Esta situación es la que la lleva a enarbolar como consignas “Piquete y
cacerola, la lucha es una sola” y “Que se vayan todos” que, de hecho, tienden a
subordinarla a la dirección moral del proletariado. Esta es la mayor novedad política de
los últimos treinta años de vida argentina. Iluminar este proceso, hacerlo consciente para
sus actores, es la tarea de este grupo de investigación.
El proyecto, su hipótesis y sus objetos
Teniendo en cuenta estos elementos, ningún estudio de la pequeña burguesía
argentina estaría completo si se limitara al análisis del proceso económico y despreciara
la consideración de estas contradicciones secundarias que se corporizan en los
“derechos civiles”. Nuestra tarea tomará, entonces, ambas dimensiones, la económica y
la superestructural. Tras una primera etapa de observación superficial, que incluyó la
revisión atenta de los últimos veinte años del diario Clarín en busca de manifestaciones
de los procesos vividos por la pequeña burguesía, seleccionamos una serie de procesos
aparentes y formulamos la primera hipótesis. Esos procesos son los que están ligados a:
efectos de la acumulación del capital sobre sectores pequeñoburgueses, como
comerciantes y pequeños empresarios de diferentes ramas de la producción urbanos y
rurales; momentos de expropiación directa por la vía financiera, sobre todo en relación a
ahorristas; ataques a los derechos “civiles” de la pequeña burguesía, como ser los
problemas ligados al gatillo fácil, los derechos humanos o la educación; reacciones de la
pequeña burguesía a los ataques del capital en tanto vecinos propietarios, tales como los
cortes de luz, las inundaciones, los traslados de población “villera”, etc..
Estos procesos aparentes remiten a movimientos profundos en la economía, que
deben ser estudiados. Es por esto que, en el plano económico, la investigación se
orientará a observar el proceso de concentración y centralización del capital (y por ende,
pauperización y proletarización) en áreas particularmente sensibles para la pequeña
Para una historia de la pequeña burguesía criolla (o qué pasó el 19 a la noche), en Razón
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burguesía, en especial la comercialización, el transporte y el agro. Particular
importancia se dará al fenómeno de la expropiación financiera bajo la forma de estudio
de las protestas de ahorristas. También prestaremos atención a la pequeña burguesía en
tanto que “vecinos”. En el plano de los “derechos civiles”, la investigación se orientará
hacia el estudio de la transformación de las luchas de los derechos humanos y en
particular de la metodología del “escrache”. También se focalizará en el problema de la
seguridad, la policía de “gatillo fácil” y la realidad sociopolítica que aparece, en su
expresión periodística, como “casos”: Walter Bulacio, María Soledad, Carrasco,
Cabezas, etc.. No es posible recuperar el momento en que estos procesos adquieren una
generalización política visible si no se estudia el método de lucha aparentemente
novedoso que inaugura la pequeña burguesía, el “cacerolazo”.
El conjunto de información de superficie obtenido mediante la recolección
empírica permite, también, hacer una primera periodización del movimiento general de
la estructura en torno a la pequeña burguesía: los años finales del Proceso y comienzos
del alfonsinismo parecen guardar una semejanza estrecha con los del gobierno De la
Rúa, en tanto que, superficialmente, pareciera que los problemas que afectan a la
pequeña burguesía son muy similares: quiebra de comercios y pequeñas empresas,
confiscación de ahorros, cercenamiento de “derechos civiles”, etc., etc.. En el medio, la
crisis que comienza hacia 1988 y desemboca en el Plan de Convertibilidad parece dar
pie a un momento de relativa tranquilidad. De este modo, la crisis de fines del 2001
parece ser la reproducción ampliada de aquella de los comienzos de la década de los
’80, incluso en el plano político.
La hipótesis provisional que permite este primer acercamiento es la siguiente: a
la salida de la dictadura, la pequeña burguesía busca recuperar posiciones perdidas
mediante una estrategia de tipo electoral parlamentario, pero con métodos de acción
directa, hacia la que arrastra a la clase obrera y con la que espera controlar a la
burguesía. El fracaso de esta estrategia la lleva hacia la pasividad política de la que
resurge a mediados de los ’90, a raíz de las consecuencias de la expropiación a la que la
somete la burguesía, con una nueva apuesta a la misma estrategia pero con un programa
más modesto de reformas y con menos convicción política. Este nuevo fracaso, que
coincide con un nuevo estallido económico que amenaza con profundizar la
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expropiación, la lleva a la acción directa, arrancándola del terreno parlamentario y
arrojándola a las calles, a una alianza con la fracción del proletariado movilizado bajo la
forma de “movimiento piquetero”. En conclusión, es el proceso de expropiación general
a la que se ve sometida a lo largo de los veinte años anteriores, la que lleva a la pequeña
burguesía a abandonar el terreno parlamentario, retomar los métodos de acción directa e
inaugurar una nueva alianza social con tendencia a someterse a la estrategia de su
aliado, el proletariado movilizado. Este, que ha comenzado a cuestionar incipientemente
los límites de las relaciones sociales actuales, confluye con la pequeña burguesía, cuyo
programa no sobrepasa, todavía, el cuestionamiento de las relaciones políticas
generales, sin extraer, aún, las conclusiones que de ello se derivan.
Una conclusión provisoria del relevamiento realizado es que los sucesos del 19 de
diciembre de 2001 estuvieron claramente precedidos por dos décadas de lucha de la
pequeña burguesía en la que ésta tiende a adoptar los métodos y la estrategia de la clase
obrera. De modo que, aunque todavía resta verificarlo, puede afirmarse desde ya que el
Argentinazo, en lo que a la pequeña burguesía corresponde, no tuvo nada de espontáneo
ni careció de dirección, aunque más no sea en el plano que Gramsci llamaría “moral”.