País Vasco: la microfísica del poder

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José María Ripalda en "Diagonal"

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  • El poder no es algo que est simplemente arriba ynosotros debajo, sino que todos ocupamos algunaparte en l. sta es, segn Foucault, la microfsicadel poder, un crculo del que todos formamos parte.

    Ahora bien, ese crculo no es horizontal, sino verti-cal: el poder cae de arriba (los que mandan) a abajo(los que obedecen) y el ascenso capilar no penetracon la misma fuerza de abajo a arriba. La circula-

    cin, por tanto, no es simtrica; abajo va quedando,como una variz, un poso maligno, una sobrecargaque obliga constantemente al reajuste y puede llegara ser explosiva.

    Espaa arrastra poltica-mente una Transicin in-acabada como un proble-ma de races demasiado

    profundas, que no se quiere recono-cer. Sus miserias se han barrido de-bajo de la alfombra y se ha forzadodesde arriba una opinin pblica dela Transicin modlica. Ahora, co-mo por arte de magia, alguien desdearriba, un presidente de Gobierno,por el mero hecho, al parecer, deadoptar un tono tico sin la altiso-nancia hueca e hipcrita que ha ve-nido pasando por tica, est cam-biando la microfsica del poder y otrapoltica de Estado parece posible. ElPP se ve desplazado del centro de laopinin pblica (que es el que im-porta, no el centro entre derecha e

    izquierda), a la vez que Zapaterofuerza tambin un giro en el estadode opinin de su partido. Es una po-sicin inteligente y atrevida la queha tomado con el tema vasco.

    Zapatero ha puesto el terrorismoen boca de todos, dndole un nuevoperfil hasta ahora excluido, el de lanegociacin. La pregunta es si nohay aqu una cortina de humo o unaoperacin de propaganda a gran es-cala. EHAK, ese dichoso partido co-munista que les ha surgido de laniebla a quienes no han aprendidonada del cierre de Egunkaria oEgin, la ilegalizada lista AukeraGuztiak, el ilegalizado Batasuna,pero tambin los muy legales PNV,EA, Aralar, Batzarre (sin contar enIparralde Abertzaleen Batasuna) sondemasiados para poder ser reduci-dos a ETA. Y lo que ellos exigen esrespeto a la voluntad de la gente deall, el que no se tuvo en la discusinde la Constitucin, pero sobre todoel que no se tuvo en la represin queall acompa la Transicin: dema-siadas vctimas s, tambin ellas, yan sin reconocer en manifestacio-nes pacficas, demasiados tortura-dos, heridos y detenidos.

    Pues bien, Zapatero dice queaceptar un acuerdo cualificado delos partidos vascos. Parece un acer-camiento de posturas. En realidadpudiera ser todo lo contrario: Za-

    patero proclama los partidos comosujeto poltico de la democracia,mientras que, al menos los ilegaliza-dos e ilegalizables in pctore, dicenque la gente es el sujeto poltico; unagente que, desde la Transicin, laclase poltica ha venido consideran-do o masa de maniobra o cosa mar-ginal. Incluso Ibarretxe dice que elpueblo, la gente, es el sujeto poltico;pero de hecho le ha ofrecido un plancerrado; y la gente se lo ha tomadoen las ltimas elecciones autonmi-cas con filosofa. Tambin el PNVes visto all como un partido.

    En la opinin pblica espaola seacepta normalmente el actual siste-ma de partidos, pese al evidente pre-dominio de su funcin integradora,es decir, de la gobernabilidad sobrela representatividad. Entre las dis-torsiones de este sistema, destaca lapersecucin as hay que llamarlaen el Pas Vasco de un asociacionis-mo civil externo a los partidos ejem-plificado por el proceso 18/98, queha sacado las masas a la calle, deiniciativas como la Fundacin Jo-

    xemi Zumalabe, de publicaciones,editoriales y distribuidoras, en reali-dad de todo lo que se mueva? Elloest haciendo que asuma ya el pro-tagonismo de la protesta gente pocosospechosa de nacionalismo, comoBernardo Atxaga o Mariano Ferrer.

    Lo que ocurre en el Pas Vasco esrepresentativo del tipo de democra-

    cia administrativa que hay en Es-paa; y tambin se repite aqu a otraescala, como sabe bien el movimien-to asociativo en Madrid y desde lue-go se sabe desde hace tiempo en laCatalua inoficial. El resultado pa-radjico es que, a medida que el te-rrorismo se debilitaba, la situacinpoltica no ha hecho ms que agra-

    varse. Y no slo en el Pas Vasco; pe-ro lo que resalta all es la especialartificiosidad del actual sistema departidos: el cruce de posiciones declase, culturales, tradicionales, na-cionales hace como en ningn sitioque el partido votado no sea repre-sentativo sin ms de una identidadpoltica; ni siquiera las siglas defi-nen bien a la izquierda abertzale o alos votantes navarros de UPN. Loque periodistas, polica y jueces lla-man entorno qu nocin jurdi-ca! responde a un espectro ampliode opinin pblica, no siempre pu-blicitada, que es la que realmenteest presionando sobre ETA y elEstado; pero cuya posible organiza-cin libre constituye el enemigo ver-daderamente temido. En las listasde apoyo a Aukera Guztiak la poli-ca ha encontrado 6.000 nombresrelacionados con Batasuna. Quocurre con los otros 12.000? De aquen adelante se los podr considerarya relacionados. Da la impresin deque en el Pas Vasco pronto van aser muy pocos los que no estn in-

    vestigados y vigilados, precisamen-te bajo el Gobierno Zapatero. A ETArogando y con el mazo dando... a to-do lo que se mueva.

    El PNV y EA representan, enanaloga con CiU, el nico proyec-to definido en lo social y, con elplan Ibarretxe, en lo poltico. Peronadie es capaz actualmente de in-tegrar la sociedad vasca. La circu-lacin del poder est rota. El des-precio por la gente, la construccindescarada de opinin public(itad)a,el ruido permanente en vez de ladiscusin, el consenso de interesesen vez de la argumentacin, el con-trol de lo poltico por elites de par-tido han cado sobre una falla cul-tural e histrica infravalorada, pro-vocando una inestabilidad perma-

    nente, que afecta a toda Espaa.Tambin una progresa que procla-ma constantemente los grandesprincipios de la Ilustracin, tapavergonzantemente su pedigr hege-liano, a la vez que cree incluso mshegelianamente que Hegel en la ra-cionalidad suprema del Estado,por identificacin con la del De-recho administrativo?

    Ha habido demasiados errorespor todas las partes implicadas yactualmente hay un optimismo po-ltico en el nacionalismo vasco, di-fcil de compartir. La descalifica-cin del plan Ibarretxe, que en elfondo no est nada muerto, puedeser una maniobra estratgica paradar tiempo a un proceso poltico.Pero es la izquierda abertzale, noslo ETA, quien va a tener que darel salto en el vaco, para poder co-menzar a pensar en un procesopoltico. Y de ste no hay nada ga-rantizado, si no es la disposicinactiva de la sociedad civil vasca. Elrdago de Zapatero quiz no tienecontenido; y slo ser creblecuando se extienda a toda la pol-tica espaola.

    El autor

    * Jos Mara Ripalda es profesor deHistoria de Filosofa de la UNED.

    CONTRADICCIONES. La oferta de negociacin llega en uno de los momentos de mayor represin contra la izquierda abertzale.

    Pas Vasco: la microfsica del poderJos Mara Ripalda*

    A medida que elterrorismo se debilitaba,la situacin poltica en elPas Vasco no ha hechoms que agravarse

    Zapatero ha apostado por la negociacin. La pregunta es si no setrata de una operacin depropaganda a gran escala

    Parece que en el PasVasco pronto van a sermuy pocos los que noestn investigados porpertenecer al entorno

    Yudania Garca

    GLOBAL // 7Del 26 de mayo al 8 de junio de 2005 // Diagonal

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