Página_12 __ Psicología __ Psicoanalista en La Arena

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14/5/2016 Página/12 :: Psicología :: Psicoanalista en la arena http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/924112820140309.html 1/3 ULTIMAS NOTICIAS EDICION IMPRESA SUPLEMENTOS TAPAS ROSARIO/12 FIERRO FUTBOL EN VIVO PSICOLOGIA › COMO VIVE LAS VACACIONES ESE QUE ESTA DEL OTRO LADO DEL DIVAN Psicoanalista en la arena Por primera vez en la historia –y sólo en Página/12–, un psicoanalista rompe el pacto de silencio y revela qué sienten los analistas durante las vacaciones: cuáles son sus felicidades, sus angustias y sus esperanzas y, sobre todo, si durante esa ausencia piensan, y qué piensan, de sus pacientes. Por Martín Smud * La vuelta de las vacaciones es una época para encontrarse a tiempo completo con las ansiedades de nuestra neurosis y de nuestro trabajo. Pensemos en el caso de un psicólogo o psicoanalista que trabaja en clínica privada. Parece ser la forma ideal de atención, pero armar un consultorio privado es una tarea titánica. Se dice que es la mejor opción, pero también es la que tiene menos redes de contención, de derivación, de seguridad social y de sistema jubilatorio. Si el país se mueve –y cómo se ha movido estos últimos años–, los pacientes se mueven y, en más de una oportunidad, perfilan sus deseos por fuera del consultorio y el psicólogo o psicoanalista tiembla de miedo. No tiene sueldo fijo; no puede decir a ciencia cierta cuánto gana por mes. Las vacaciones del consultorio privado son algo serio. El consultorio se siente como un castillo de arena que se derrumba al paso de las olas veraniegas. El consultorio, que tanto trabajo costó armar, en verano se resiente por la deserción estival. Parece que los problemas, que en otras estaciones del año nos hacían tiritar ahora desaparecen como la ropa que nos vamos quitando ante el aumento de la sensación térmica. Ya muchos pacientes lo dicen como si fuera una máxima: existe una relación entre el ánimo y la temperatura ambiente. El psicoanalista privado se siente vulnerable y si no ha coleccionado, como las hormiguitas, billetes durante la época de abundancia, ahora se resentirán sus ingresos y por lo tanto sus posibilidades de movilidad. Tendrá más tiempo para hacer otras cosas, entre las cuales angustiarse no es inusual. Muchas veces, los pacientes nos preguntan si son o no un caso difícil y nosotros les respondemos que el único caso difícil que conocemos es el que no viene a consultar. Dependemos de que ese paciente acuda a su hora y, cuando no lo hace, paradójicamente, es el momento en que lo tenemos más presente. A su caso, ahora se agrega nuestra preocupación. A nuestro consultorio privado le va bien o le va mal. No hay medias tintas. O hay una permanencia de pacientes viejos y circulación de pacientes nuevos o estamos ante una contracción de nuestros ingresos. Muchos psicoanalistas lo afirman: es perjudicial sostenerse únicamente con el consultorio privado porque no se cuenta con mucha previsibilidad sobre lo que sucederá. El período de vacaciones es cuando aparece un agujero grande. Es el tiempo más complicado para el consultorio privado. Mientras vemos que otros, que están en relación de dependencia, no solamente reciben el aguinaldo, sino que se van de vacaciones con las semanas cubiertas por su empleo, el consultorio privado tiene lucro cesante, deja de ganar mientras no está abierto. Deja de ganar por las vacaciones propias y también por las de los pacientes. No es raro, entonces, que el período más esperado por la mayoría de los trabajadores sea un momento de estrés para los psicólogos/analistas. No se trata sólo de un tiempo difícil porque no haya entrada de dinero y sí mucha salida. No se trata solamente de eso. Un psicólogo en vacaciones se reencuentra con sus ansiedades prototípicas, con sus fantasías primarias, con su familia a tiempo completo y con un sentimiento de soledad e ESCRIBEN HOY Adrián Abonizio Adrián Paenza Alejo Diz Alfredo Zaiat Ana María Shua Andrea Guzmán Andrés Asiain Andrés Asiain y Lorena Putero Angel Berlanga Betiana Spadillero Claudia Piñeiro Claudio Scaletta Cristian Carrillo Daniel Paz Edgardo Pérez Castillo Eugenia Viña Fernando Bogado Félix Bruzzone Graciela Cutuli Gustavo Veiga Horacio Verbitsky Irina Hauser Joaquín Vismara José Maggi Juan Carlos Tizziani Juan Manuel Domínguez Juan Pablo Bertazza Julio Cejas Julián Varsavsky Karina Micheletto Laura Galarza Leo Ricciardino Luis Bastús Manuel Socias Marcelo Figueras Mariana Carbajal Mariana Enriquez Mario Wainfeld Mark Weisbrot Martín Granovsky Martín Pérez Mempo Giardinelli Mercedes Halfon Miguel Delibes Nicolás Lantos Pablo Donadio Paula Vázquez Prieto Raúl Dellatorre Rodolfo Reich Rodrigo Fresán Sebastian Abrevaya Sergio Pujol Sergio Sánchez Silvina Friera Susana Cella Telma Luzzani Vladimir L. Cares INGRESAR | REGISTRARSE EDICIONES ANTERIORES BUSQUEDA AVANZADA CORREO INDICE EL PAIS ECONOMIA SOCIEDAD LA VENTANA EL MUNDO ESPECTACULOS DEPORTES PSICOLOGIA CONTRATAPA PIRULO DE TAPA Domingo, 9 de marzo de 2014 | Hoy Volá con LATAM Conocé ofertas y novedades para vos Visitá el sitio ocial LATAM.com Vacaciones Mejor Precio MSC! Temporada 2016/17 Cruceros desde Bs. As. D/$14.990

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PSICOLOGIA › COMO VIVE LAS VACACIONES ESE QUE ESTA DEL OTRO LADO DEL DIVAN

Psicoanalista en la arenaPor primera vez en la historia –y sólo en Página/12–, un psicoanalistarompe el pacto de silencio y revela qué sienten los analistas durante lasvacaciones: cuáles son sus felicidades, sus angustias y sus esperanzas y,sobre todo, si durante esa ausencia piensan, y qué piensan, de suspacientes.

Por Martín Smud *

La vuelta de las vacaciones es una época para encontrarse a tiempocompleto con las ansiedades de nuestra neurosis y de nuestro trabajo.Pensemos en el caso de un psicólogo o psicoanalista que trabaja en clínicaprivada. Parece ser la forma ideal de atención, pero armar un consultorioprivado es una tarea titánica. Se dice que es la mejor opción, pero tambiénes la que tiene menos redes de contención, de derivación, de seguridadsocial y de sistema jubilatorio. Si el país se mueve –y cómo se ha movidoestos últimos años–, los pacientes se mueven y, en más de unaoportunidad, perfilan sus deseos por fuera del consultorio y el psicólogo opsicoanalista tiembla de miedo. No tiene sueldo fijo; no puede decir aciencia cierta cuánto gana por mes.

Las vacaciones del consultorio privado son algo serio. El consultorio sesiente como un castillo de arena que se derrumba al paso de las olasveraniegas. El consultorio, que tanto trabajo costó armar, en verano seresiente por la deserción estival. Parece que los problemas, que en otrasestaciones del año nos hacían tiritar ahora desaparecen como la ropa quenos vamos quitando ante el aumento de la sensación térmica. Ya muchospacientes lo dicen como si fuera una máxima: existe una relación entre elánimo y la temperatura ambiente.

El psicoanalista privado se siente vulnerable y si no ha coleccionado, comolas hormiguitas, billetes durante la época de abundancia, ahora se resentiránsus ingresos y por lo tanto sus posibilidades de movilidad. Tendrá mástiempo para hacer otras cosas, entre las cuales angustiarse no es inusual.

Muchas veces, los pacientes nos preguntan si son o no un caso difícil ynosotros les respondemos que el único caso difícil que conocemos es elque no viene a consultar. Dependemos de que ese paciente acuda a su horay, cuando no lo hace, paradójicamente, es el momento en que lo tenemosmás presente. A su caso, ahora se agrega nuestra preocupación. A nuestroconsultorio privado le va bien o le va mal. No hay medias tintas. O hay unapermanencia de pacientes viejos y circulación de pacientes nuevos oestamos ante una contracción de nuestros ingresos. Muchos psicoanalistaslo afirman: es perjudicial sostenerse únicamente con el consultorio privadoporque no se cuenta con mucha previsibilidad sobre lo que sucederá.

El período de vacaciones es cuando aparece un agujero grande. Es eltiempo más complicado para el consultorio privado. Mientras vemos queotros, que están en relación de dependencia, no solamente reciben elaguinaldo, sino que se van de vacaciones con las semanas cubiertas por suempleo, el consultorio privado tiene lucro cesante, deja de ganar mientras noestá abierto. Deja de ganar por las vacaciones propias y también por las delos pacientes.

No es raro, entonces, que el período más esperado por la mayoría de lostrabajadores sea un momento de estrés para los psicólogos/analistas. No setrata sólo de un tiempo difícil porque no haya entrada de dinero y sí muchasalida. No se trata solamente de eso. Un psicólogo en vacaciones sereencuentra con sus ansiedades prototípicas, con sus fantasías primarias,con su familia a tiempo completo y con un sentimiento de soledad e

ESCRIBEN HOYAdrián Abonizio Adrián Paenza AlejoDiz Alfredo Zaiat Ana María Shua Andrea Guzmán Andrés Asiain Andrés Asiain y Lorena Putero AngelBerlanga Betiana Spadillero ClaudiaPiñeiro Claudio Scaletta CristianCarrillo Daniel Paz Edgardo PérezCastillo Eugenia Viña FernandoBogado Félix Bruzzone GracielaCutuli Gustavo Veiga HoracioVerbitsky Irina Hauser JoaquínVismara José Maggi Juan CarlosTizziani Juan Manuel Domínguez Juan Pablo Bertazza Julio Cejas Julián Varsavsky Karina Micheletto Laura Galarza Leo Ricciardino LuisBastús Manuel Socias MarceloFigueras Mariana Carbajal MarianaEnriquez Mario Wainfeld MarkWeisbrot Martín Granovsky MartínPérez Mempo Giardinelli MercedesHalfon Miguel Delibes Nicolás Lantos Pablo Donadio Paula Vázquez Prieto Raúl Dellatorre Rodolfo Reich Rodrigo Fresán Sebastian Abrevaya Sergio Pujol Sergio Sánchez SilvinaFriera Susana Cella Telma Luzzani Vladimir L. Cares

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inadecuación.

Volvamos a las recientes vacaciones. Cierren los ojos e imaginen lasvacaciones del analista. Pensemos que fue a la playa. Ahora mismo está enla playa. El tiempo de vacaciones es distinto al del resto del año. El tiempoya no es aquello que se separa entre paciente y paciente, entre sesión ysesión; ahora tiene una continuidad, lo cual hace que una tarde de sol en laplaya se vivencie como más larga que el síntoma de toda una vida. En sureposera, mientras se acomoda el sombrerito que lo protege del sol, élpiensa qué significa disfrutar. Este debería ser un momento ideal en la viday, sin embargo, el analista está preocupado. Hace poco que llegó y todavíano se adapta a su nuevo estado de veraneante. Había dudado tanto acercade cuál sería la mejor quincena para tomarse. Hizo un pequeño relevamientoentre sus pacientes para saber cuáles, por la disminución del trabajo, seríanlas mejores semanas. Al fin decidió irse la última semana de enero y laprimera de febrero, a pesar de que le habían dicho que iba a ser unaquincena muy complicada por la cantidad de gente y el clima lluvioso. Estatarde, en efecto, toda la gente parece estar en la playa, y claro: ¡Después decasi una semana de mal tiempo! Sería el instante propicio para disfrutar delmar, para acurrucarse cerca de la orilla a tomar sol. En este momento, elanalista se pregunta acerca de su capacidad de disfrutar. Vuelve a sucabeza un tema del que todavía no puede olvidarse: sus pacientes. Hacesiete días que llegó y todavía no puede dejar de lado la última semana detrabajo, cuando se despidió por quince días de los pacientes que no sehabían ido de vacaciones dejándolos suponer que se iba a descansar panzaarriba.

Hace algunos años todos los analistas se tomaban vacaciones el mismomes: febrero, y el paciente, si llegaba a irse de vacaciones en otro mes,pagaba las horas que no utilizaba. Pero hoy ya no es así. Hoy, lasvacaciones de los pacientes duran incluso de diciembre a marzo. Endiciembre suelen dejar terapia los chicos que terminan la escuela y cuyospadres identifican el tratamiento con la época escolar, con lo cual planteanque seguirán el año que viene.

Pero, ¡stop! Volvamos a nuestro analista al sol en la reposera, dejemos quenos hable de lo que está viviendo y pensando acerca de sus pacientes y decómo se tomaron las vacaciones. Ahora intenta construir una tipología depacientes según cómo toman las vacaciones. Pasa revista a las posiblesrelaciones y analogías, intentando poner nombre a cada grupo, cambia deopinión. Al final de la tarde, cuando el sol ya se está escabullendo tras losmédanos, tiene el cuadro terminado.

Ha podido encontrar cinco categorías diferentes: el grupo del “Adiós”, elgrupo “Año calendario”, el grupo “No sé cuándo me voy”, el grupo “¿Cuándovolvés?”, el grupo “¿Cómo, te vas de vacaciones?”. El del “Adiós” y el del“Año calendario” comparten una característica: cuando el analista anunciósus vacaciones ellos no estaban. El grupo “Año calendario” se había tomadovacaciones casi llegando a fin de año: son aquellos que, por diciembre,hacen el balance de lo trabajado, escuchan lo que el analista tiene paradecirles, dicen que se tomarán un tiempo y que el año que viene volverán allamar. Este grupo no sabe nada de la salida de vacaciones del analista.Con el sol de frente, el analista piensa: “Interrumpen el tratamiento porquese acercan las fiestas y el verano, sabiendo que el tiempo de retorno serápor marzo o abril”. Este grupo guía su vida por lo que, a su parecer,corresponde: por el rígido molde del calendario, sea escolar, meteorológico,vacacional, laboral o vacunatorio.

El grupo “Adiós” no rige su partida por el esquema del almanaque y muestrauna cuota de crueldad al renombrar las vacaciones como interrupción deltratamiento. Dicen adiós sin fecha de retorno. Se desentienden del analista ydel tratamiento. Y no hay mucho más que decir. El grupo “No sé cuándo mevoy” es el de los que se toman vacaciones de repente; no saben cuándopero, unas horas antes de la sesión, llaman para avisar que están en lassierras, en las montañas, en la playa o en una quinta. El grupo “¿Cuándovolvés?” se angustia frente a la ausencia avisada del analista; ellosquisieran seguir al analista en sus vacaciones, por las dudas de que lonecesiten. El grupo “¿Cómo, te vas de vacaciones?” es el de los que nihabían pensado en las vacaciones del analista, tan preocupados comoestaban por su propio sufrimiento.

El analista sigue pensando: “El tiempo de vacaciones es el ideal para ponerun termómetro que tome la temperatura de cada tratamiento”. Alguien quepasa por la playa frente a él lo mira. El analista cae en la cuenta de que yaes tarde, hace más de cuatro horas que está bajo el sol. Y hace siete díasque llegó a la playa y... sigue pensando en sus pacientes.

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¿Habrá decidido bien la fecha de sus vacaciones? Dudó tanto sobre quésemanas serían las preferibles... La peor semana para el consultorio es laprimera de febrero, cuando los pacientes que se fueron en enero no sesacan el recuerdo de sus días de no hacer nada y los de febrero estánpartiendo a sus destinos turísticos. Es la semana catástrofe y convieneestar afuera en ese momento, pero, al haber elegido también la últimasemana de enero, ¿en sus pacientes habrá sido tremenda la desorientación?Después de tanto dudar está por fin de vacaciones ¡y sigue pensando ensus pacientes y en la decisión ya tomada! Quizá mañana deje depreocuparse. “Pero seguro que, unos días antes de volver a casa, vuelve laangustia.” Siempre le pasa lo mismo unos días antes de volver a trabajar:teme que no vuelvan los pacientes. Es increíble tener ese miedo despuésde tantos años de trabajo, pero cada año le pasa lo mismo.

Cuando finalmente se levantó de la reposera, le ardía la piel. Había estadodemasiado bajo el sol y no se había puesto suficiente protector en el cuerpo.La panza estaba hirviendo y su nariz llameaba. Mejor irse. No debía pensarmás en pacientes. Ya no dependía de él, tenía que relajarse. Estaba envacaciones, y el tema de qué pacientes volverían no era el mejor del verano.Esa noche, el analista se sacaría la preocupación de encima y empezaría adisfrutar. Después de que se le pasara el dolor en su piel chamuscada,después de dormir toda la noche colgado de una percha.

* Psicólogo, psicoanalista. Autor de Crónica de una residencia en saludmental, Lengua de mujer. Historia condicionada del goce y otros libros.

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