Pablo y la Misión - Un Estudio y Estrategias de la Pastoral Misional Paulina

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El tema de la Misión de Pablo a los gentiles, sus métodos y sus estrategias, no se ha profundizado en algunas de nuestras iglesias locales, probablemente hay una falta de visión hacia los no alcanzados.

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S E M I N A R I O E V A N G E L I C O D E L I M A

PABLO Y LA MISIÓN

UN ANÁLISIS DE LA ESTRATEGIA

PARA LA MISION EN SUS TRES VIAJES

CHRISTIAN TORRES RUIZ.

LIMA

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INTRODUCCIÓN

El tema de la Misión de Pablo a los gentiles, sus métodos y sus estrategias, no

es profundizado en nuestras Iglesias locales, probablemente hay una falta de visión,

por los no alcanzados, o quizás no se ha llegado a entender el significado real de la

Mision, lo cual es lamentable, ya que es uno de los aspectos más importantes dentro

de la Iglesia Universal.

Aún hay muchas iglesias locales, que solo se preocupan por el cuidado de la

grey; ejercen un pastorado netamente centrípeta; con escasez de liderazgo,

haciendo recaer en 3 o 4 personas toda la responsabilidad. Para cumplir el propósito

de Dios, como Iglesia aquí en la tierra, es importante llevar a cabo ese cometido en

obediencia al mandato bíblico revelado en Hch. 1:8.

Pablo fue pionero en ideas como la predicación del mensaje a todo el mundo y

no sólo al pueblo elegido. Además fue un caminante inagotable, que asumió

personalmente la tarea que propuso a sus hermanos de comunidad.

Esto a su vez le llevaría a la gran experiencia de compartir con diversas

comunidades el encuentro con la fe. Su virtud fue que, a partir de la fe, fue capaz de

denunciar y de actuar, es decir no se quedó a un nivel de discurso, sino que fue un

ejemplo de compromiso y testimonio con la verdad que predicaba.

Para los grupos cristianos la figura de Pablo adquiere una dimensión y un

significado especial por su testimonio de fe. Su gran fuerza provenía de su fe en un

creador, pero también en sí mismo, en su propia capacidad de realizar una misión

en esta tierra. Con humildad, pero con firmeza, defendió sus ideales y tomó el

camino de los hombres libres que son capaces de entregar su vida en el servicio a

los demás.

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CONSIDERACIONES BIOGRÁFICAS

La personalidad de San Pablo

Es tan compleja, tan rica y tan variada en matices, y por otra parte es tan

transcendental en la historia bíblica cristiana, que es necesario un estudio a fondo,

no sólo de su doctrina, sino también de su persona, de la historia de su tiempo y de

las circunstancias sociales y religiosas en que vive.

La primera noticia que tenemos de San Pablo en el Nuevo Testamento se

encuentra en el libro de los Hechos de los Apóstoles con ocasión de la muerte de

Esteban.

Por su origen, y por su actividad dentro del judaísmo, Pablo ocupa un puesto

muy importante dentro de la sociedad que le tocó vivir. A la hora de comprender su

personalidad como judío y como apóstol de Jesucristo, es necesario tener en cuenta

el capítulo 9 del Libro de los Hechos de los Apóstoles donde se cuenta su

conversión, hecho que es el punto de partida de la nueva personalidad del apóstol

de los gentiles.

Principales rasgos de su vida

A Pablo lo conocemos mejor que a ningún otro apóstol o personaje del Nuevo

Testamento, por sus Cartas y por el Libro de los Hechos de los Apóstoles, dos

fuentes independientes, pero que se complementan.

Según su propio testimonio nació en Tarso (Hch 22:3), capital de Cilicia en el

Asia Menor, hoy Turquía. Los padres de Pablo eran judíos que vivían en Tarso;

probablemente eran galileos que se habían establecido allí a causa de alguna

persecución.

No tenemos noticias precisas para determinar el año del nacimiento de Pablo.

Hay dos testimonios: en Hch. 7:58 se habla de un joven llamado Pablo. En la carta a

Filemón (9) se llama a sí mismo anciano. Aunque no son dos datos determinantes, si

que pueden servir para calcular con cierta aproximación el año de su nacimiento que

bien pudo ser entre los años 5 y 10 de nuestra era. No sabemos el nombre de sus

padres. Sí que sabemos que tenía una hermana y que un hijo de ésta le ayudaba en

prisión.

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Los habitantes de Tarso poseían la ciudadanía romana que les había otorgado

el emperador Marco Antonio. Las ventajas que reportaba el ser ciudadano romano

eran importantes:

a) Los ciudadanos del Imperio eran liberados de todos los castigos humillantes y

deshonrosos (flagelación y crucifixión especialmente). La lex portia regulaba y

prohibía bajo penas muy severas someter a un ciudadano romano al suplicio

de la flagelación.

b) Tenían derecho de apelar al emperador contra alguna sentencia, y el derecho,

para los que vivían en provincias, de estar sometidos únicamente a juzgados

romanos. En asuntos civiles estaban sometidos a un jurado. En los asuntos

criminales al representante de Roma.

Diversos eran los motivos para conseguir la ciudadanía romana

a) Ciudadanía otorgada a toda una ciudad o provincia por haber colaborado

esforzadamente en favor del Imperio en caso de guerra.

b) Concedida a una familia determinada por sus buenos servicios a la causa del

Imperio.

c) Adquiriéndola mediante una fuerte suma de dinero.

En tres ocasiones se habla expresamente de la ciudadanía romana de Pablo

- En Filipos, Pablo es azotado y amenaza con querellarse porque han azotado a

un ciudadano romano. Le ofrecen excusas (Hch. 16:37-39).

- En Jerusalén, pronuncia un discurso ante el pueblo, y ante el enfurecimiento de

las masas apela a su condición de ciudadano romano por nacimiento (Hch. 22:

25-29).

- En Cesárea del Mar, ante la lentitud del proceso que contra él se sigue, ante

Festo apela al tribunal romano (Hch 25, 11 -12).

Educación

Tarso gozaba de un ambiente cultural que le hacía rivalizar con Roma y

Atenas. También en el aspecto filosófico rivalizaba con Atenas y Alejandría.

Cuando cumple la edad es enviado a estudiar a Jerusalén (Hch 22, 3). No

sabemos el tiempo que le ocuparon los estudios. Tiene como maestro al ilustre

Gamaliel. Entre sus contemporáneos se distingue por su celo por el judaísmo y por

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la fidelidad a las tradiciones paternas que habían sido añadidas a la ley y a las que

los fariseos daban la misma importancia, el mismo valor, exigiendo su cumplimiento

(Gal. 1:4). Los saduceos, por el contrario, no aceptaban las tradiciones, únicamente

aceptaban lo que estaba escrito en la ley.

Pablo, consciente de su fe y de sus exigencias, se ocupa de la persecución de

los cristianos, no tanto por odio hacia la nueva secta, sino por el celo que le devora

en ser fiel al judaísmo. Para ello recibe cartas de sus jefes y se dirige a Damasco a

fin de aniquilar al grupo religioso recién nacido. Y en estas circunstancias es cuando

tiene lugar el milagro: su encuentro con Jesús en el camino de Damasco.

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CAPITULO I

ETAPAS DE LA MISIÓN PAULINA

Que Pablo haya sido un predicador itinerante no significa que haya pasado de

ciudad en ciudad en una carrera frenética. El esquema de Hechos parece dejar esa

impresión. Sin embargo se trataría más bien de la idea teológica del biógrafo de

Pablo que intenta mostrar la realización del itinerario descrito al comienzo de su

libro: "seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los

confines de la tierra" (Hechos 1:8). Por eso resulta suficiente decir, para cerrar el

relato, que Pablo había permanecido dos años en Roma predicando con valentía y

sin estorbo lo referente al Señor Jesús. No importaba ya que había sido más tarde

de la vida de Pablo, pues el mensaje de la salvación ya había llegado gracias a él

hasta la misma capital del Imperio. Esta carrera apostólica podemos sintetizarla en

las siguientes etapas.

Su primer viaje misionero, junto a Bernabé y a Juan Marcos, abarca la isla de

Chipre, Panfilia y Licaonia. La característica de esta misión viene dada por el público

mixto al cual se dirige, formado por judíos y prosélitos (por un lado) y paganos

temerosos de Dios (por otro lado). El éxito obtenido entre los no judíos desencadena

la oposición violenta de los judíos.

El segundo viaje abarca Licaonia, Tróade, Macedonia, Atenas, Corinto, regreso

a Antioquía por Efeso. Este viaje está motivado por la visita de los centros ya

evangelizados en el viaje anterior para fortalecer la fe de esas comunidades. Pero es

la ocasión de extender la misión al suelo europeo. En medio de persecuciones y

cárceles funda allí las comunidades de Filipos, Tesalónica y Berea. Las cartas a los

Tesalonicenses muestran el entusiasmo de esas jóvenes comunidades, y la dirigida

a los filipenses muestra el cariño especial que Pablo conservará por esa comunidad.

La predicación en el Areópago de Atenas es un ensayo de Pablo de

evangelizar la religiosidad y filosofía pagana, dialogando en el terreno de éstas. El

discurso no es un fracaso y, pasando a Corinto, Pablo se decide en adelante no

predicar otra cosa que Jesús el Cristo, y éste crucificado (1 Co 2,2). Su permanencia

en Corinto fue muy importante, porque recién allí Pablo se tuvo que enfrentar con la

vida pagana, residualmente presente en los creyentes. Día tras día Pablo tendrá que

elaborar la moral cristiana.

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En su tercer viaje se detiene largamente en Efeso. Allí encuentra a un grupo de

seguidores de Juan el Bautista, que fueron instruidos parcialmente en la doctrina de

Jesús por un alejandrino llamado Apolo. Sin embargo, éstos no habían llegado al

bautismo en nombre de Jesús y a la recepción del don del Espíritu. Apolo será

adoctrinado por el matrimonio colaborador de Pablo: Aquila y Priscila (1 Co 16,12).

Hechos 19:23 se relata el motín organizado en aquella ciudad por los orfebres

que veían en el apóstol una amenaza para su trabajo y para toda la infraestructura

implicada detrás del Artemision: "ese Pablo persuade y aparta a mucha gente

diciendo –que no son dioses los que se fabrican con las manos. Y esto no solamente

trae el peligro de que nuestra profesión caiga en descrédito, sino también de que el

templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y venga a ser despojada de su

grandeza aquella a quien adora toda el Asia y toda la tierra". La furia que habría

tenido el motín descrito podemos imaginarla a partir de la comparación con el fervor

con que los efesios habían reconstruido el presente Artemision después del incendio

que había destruido el antiguo. Dicho de otro modo, se interpretó la predicación de

Pablo como un atentado contra una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Pablo pasa desde allí nuevamente a Grecia, y desde allí regresa a Jerusalém a

llevar la colecta hecha entre las comunidades de origen pagano para la comunidad

pobre de los hebreos: éste será el principal lazo que une a los creyentes que ya no

están unidos por la circuncisión (Hch. 20:1-16).

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CAPITULO II

ESTRATEGIA MISIONERA

Distinta es la impresión que deja el testimonio epistolar de Pablo. Los viajes

son solamente traslados de un centro urbano a otro, en donde el apóstol se detiene

largamente para anunciar el evangelio y poner bases sólidas para que las

comunidades lleguen a ser maduras y autosuficientes. Más que por viajes, la misión

está caracterizada por la permanencia en algunas grandes ciudades, como Filipos,

Tesalónica, y sobre todo Corinto y Efeso, verdaderos centros de irradiación del

evangelio en las regiones respectivas.

Por tanto, debemos considerar en el modo de proceder de Pablo que lo que él

emprendió ha sido una misión exclusivamente urbana. No podía ser de otra manera,

pues únicamente se llegaba a las ciudades mediante las calzadas romanas o por vía

marítima. Además, sólo en los grandes centros urbanos podía ser comprendida la

koiné griega hablada por los misioneros. Las ciudades importantes se

transformaban, luego, en centros desde los cuales se podía irradiar el mensaje

evangélico a localidades más pequeñas, como sucedió con Cencreas, junto al

importante puerto de Corinto, y Colosas y Laodicea, junto a Efeso.

Hechos presenta toda la labor evangelizadora como una obra del Espíritu,

hasta el punto que lo hace responsable hasta del itinerario seguido por Pablo:

"Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el

Espíritu de Jesús. Atravesaron, pues, Misia y bajaron a Troáda" (Hch. 16:7-8).

Debemos reconocer que, sin embargo, el itinerario respondía ciertamente a un

proyecto elaborado por el apóstol. La opción de Pablo recaía en localidades donde

no había llegado el anuncio del evangelio: "he tenido como punto de honra no

anunciar el evangelio sino allí donde el nombre de Cristo no era aún conocido, para

no construir sobre cimientos ya puestos por otros" (Rom 15,20). Se sentía llamado a

llevar el primer anuncio y fundar nuevas comunidades, desplazando el señorío del

Resucitado cada vez más lejos.

En efecto, su misión no era convertir a cada individuo, sino la de establecer la

nueva fe en los principales puntos de la oikoumene grecorromana. Cuando

proclamaba en una ciudad el nombre del Señor Jesús, dándolo a conocer mediante

su predicación, tomaba posesión de esa ciudad para su Señor. Era secundario si los

ciudadanos lo sabían o no. El que lo reconocía se sumaba mediante la alabanza a la

proclamación ya realizada. En una palabra, la misión paulina tenía como

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destinatarios a los pueblos, de los cuales, en lo posible, ninguno debía quedar

excluido.

Hechos nos muestra a Pablo comenzando siempre la evangelización de cada

ciudad a través de la predicación en la sinagoga local y, una vez rechazado,

dirigiendo su mensaje a los gentiles, mejor dispuestos que los judíos. Pero muy

probablemente estos gentiles lo escuchaban en la misma sinagoga. Así sucede en

Antioquía de Pisidia: "Al salir les rogaban que les hablasen sobre estas cosas el

siguiente sábado. Disuelta la reunión, muchos judíos y prosélitos que adoraban a

Dios siguieron a Pablo y a Bernabé" (Hch. 13:42-43). Lo mismo en Tesalónica:

"Pablo, según su costumbre, se dirigió a ellos y durante tres sábados discutió con

ellos basándose en las Escrituras, explicándolas y probando que el Mesías tenía que

padecer y resucitar de entre los muertos y que "este Mesías es Jesús, a quien yo os

anuncio". Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y Silas así como

una gran multitud de los que adoraban a Dios y de griegos y no pocas mujeres

principales" (17:2-4).

Su predicación en las sinagogas provocaba, por tanto, deserciones entre los

judíos y captaba a muchos temerosos de Dios (paganos atraídos al judaísmo) a los

que les ofrecía la salvación al margen de la Ley y de la circuncisión. Y aún siendo

rechazado en la sinagoga, se mantenía en su cercanía, como sucedió en Corinto:

"Como los judíos se opusiesen y profiriesen blasfemias, sacudió sus vestidos y les

dijo: "Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza, yo soy inocente y desde ahora

me dirigiré a los gentiles". Entonces se retiró de allí y entró en casa de un tal Justo,

que adoraba a Dios, cuya casa estaba contigua a la sinagoga. Crispo, el jefe de la

sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y otros muchos corintios al oír a

Pablo creyeron y recibieron el bautismo" (Hch. 18:6-8).

No podemos extrañarnos, entonces, de las numerosas sanciones sinagogales

que sufrió Pablo, y que él mismo recuerda como gloria de su apostolado: "cinco

veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con

varas; una vez apedreado" (2 Co 11,24-25). Estos azotes indican hasta que punto

fue considerado como un competidor desleal y peligroso al que se respondía con

agresividad.

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CAPITULO III

ASPECTOS SOBRE LA ORGANIZACIÓN

Qué implicaba ser predicador itinerante en los tiempos de Pablo podemos

saberlo a partir de sus propios testimonios, pero llegamos a imaginarlo con más

precisión cuando conocemos con más detalle las condiciones de viaje disponibles

por entonces.

Los romanos habían dado una perfección no igualada hasta el momento a la

red de caminos construida sobre las huellas de las antiguas pistas de caravanas.

Antioquía era un centro de primera importancia en esta red. No es extraño,

entonces, que haya sido la plataforma operativa de la misión entre los paganos.

Pablo partió de allí, y allí regresó en sus distintos viajes misioneros. La Vía Egnatia

(que unía Roma con Bizancio) fue recorrida por Pablo en el tramo Filipos - Anfípolis -

Apolonia - Tesalónica. Y al llegar cautivo a Roma transitó la célebre Vía Apia,

pasando por Foro de Apio y Tres Tabernas.

En los caminos, cada 25 millas (la distancia que se podía llegar a recorrer a pie

por día) un puesto de guardia garantizaba seguridad a los viajeros, aunque no su

comodidad. Eso apenas importaba, porque lo únicamente temible eran los bandidos,

que sobraban por aquellos tiempos. Pero, de todos modos, cualquier medida parecía

insuficiente para frenar la delincuencia generalizada.

Había que contar, además, con las manadas de lobos que, en las montañas

entre Capadocia y Siria, obligaban a los viajeros a cerrar filas. Por eso Pablo

recordará sus viajes frecuentes como una fuente constante de sufrimiento en su

apostolado: "peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza;

peligros de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en despoblado" (2 Co 11:26).

Es preciso haber recorrido las vastas regiones de la planicie central de Turquía

para apreciar en su justo valor los esfuerzos físicos, sin hablar de la tensión

espiritual, que tuvo que desplegar Pablo para llevar el mensaje de la salvación de

provincia en provincia. Siria y Anatolia imponen a los viajeros largos recorridos. El

relieve tan accidentado, los cambios bruscos de temperatura entre la ribera del

mediterráneo y el clima continental del interior, con veranos tórridos e inviernos

helados, añadían nuevas dificultades al camino.

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La navegación, tan intensa en todo el Mediterráneo, no ofrecía más seguridad y

comodidad a los viajeros. Algunas embarcaciones de alta mar podían llevar varios

centenares de pasajeros, como destaca Hechos 27:37 respecto a las 276 personas

que viajaban en el barco que llevaba a Pablo prisionero a Roma.

Un viajero debía esperar para embarcarse a que el viento comenzara a soplar,

y de lo mismo dependía la velocidad que podía alcanzar la nave. Por tanto siempre

era muy difícil calcular el tiempo de duración de los viajes. Así, de Ostia (el puerto de

Roma) a Alejandría el viaje duraba de 8 a 9 días con buen tiempo; con mal tiempo

hasta 50 días. Y puesto que el invierno, era la peor época para embarcarse, los

barcos permanecían anclados donde los sorprendía el invierno. Embarcarse era

arriesgarse al naufragio, como le ocurrió a Pablo en su viaje a Roma: "El centurión

daba más crédito al piloto y al patrón que no a las palabras de Pablo. Como el

puerto no era a propósito para invernar, la mayoría decidió hacerse a la mar desde

allí, por si era posible llegar a Fénica, un puerto de Creta que mira al suroeste y al

noroeste, y pasar allí el invierno" (Hch. 27:11-12).

Una vez llegado a su destino, se imponía la exigencia de encontrar alojamiento.

De hecho, el apóstol encontró a menudo familias que le dieron hospedaje. Estas

mismas casas, una vez que hubiese partido Pablo, se convertirían en centros de

reunión de las comunidades formadas. Los saludos incluidos en las cartas nos

permiten conocer a algunos de los dueños de aquellas primeras casas - iglesias:

desde Efeso "envían muchos saludos, en el Señor, Aquila y Prisca, junto con la

Iglesia que se reúne en su casa" (1 Co 16,19); junto a "Filemón, a la hermana Apfia,

a Arquipo", se reunía una iglesia en su casa (Flm 1-2).

Más allá de los grandes discursos, que nos presentan a Pablo como a un

brillante orador ante grandes multitudes, Pablo dedicó muchísimo tiempo a la

predicación personalizada, a través del diálogo y el testimonio en el lugar donde

trabajaba y entre sus compañeros de viaje. Él mismo da cuenta a sus fieles cuánto

esfuerzo y cariño les dedicó durante su permanencia en Tesalónica: "Pues

recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Trabajando día y noche, para no

ser gravosos a ninguno de vosotros, os proclamamos el Evangelio de Dios. Vosotros

sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprochablemente nos

comportamos con vosotros, los creyentes. Como un padre a sus hijos, lo sabéis

bien, a cada uno de vosotros os exhortábamos y alentábamos, conjurándonos a que

vivieseis de una manera digna de Dios, que os ha llamado a su Reino y gloria" (1

Tes. 2:9-12).

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El hecho de trabajar con sus manos para su propio mantenimiento es una

prueba de que Pablo desempeñó una amplia acción misionera con pocos medios y

con modestos recursos financieros.

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CAPITULO IV

VIAJES MISIONEROS DE PABLO

Primer viaje: Asia Menor vía Chipre

La Iglesia de Antioquía separó a Pablo y a Bernabé para un nuevo ministerio,

acompañados de Juan, salieron al primer viaje misional (47-48 D.C.) del puerto de

Seleucia hacia Chipre, donde ya se había fundado la Iglesia. Luego navegaron a

Perge de Panfilia y de allí Juan regresó a Jerusalén. Haciendo una gran gira por

Galacia al sur, establecieron Iglesias en Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe.

Regresaron por las ciudades de Asia y volvieron a Antioquía de Siria donde

informaron a la Iglesia. Su estrategia durante esta misión en Asia fue predicar

primero en las Sinagogas de cada ciudad, y cuando era necesario salían a predicar

entre los gentiles. Así se añadían a la Iglesia muchos miembros más. Algunos

piensan que Pablo escribió Gálatas en este tiempo.

Segundo viaje: Europa vía Asia Menor

El segundo viaje lo emprendió con el objeto de confirmar las Iglesias que

habían establecido en el viaje anterior. En esta ocasión se hizo acompañar de Silas,

cuando llegaron a Listra invitaron a Timoteo a unirse a ellos. Después de predicar en

Frigia y Galacia del norte. llegaron a Troas, donde Pablo tuvo la visión del varón

Macedonio y donde se les juntó Lucas el médico. Atravesaron Macedonia y fundaron

Iglesias en Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto. Desde Corinto Pablo

escribió, 1 y 2 e Tesalonicenses a la joven Iglesia donde había tenido un breve pero

eficaz ministerio hacía pocos meses. Después de un año y medio en Corinto,

regresó a Antioquía de Siria pasando por Efeso y Cesarea.

Tercer viaje: Efeso y Macedonia

A pesar de las Iglesias que fundó, de los convertidos que congregó, de los

milagros que obró y de las innumerables pruebas que soportó, Pablo no estaba

dispuesto a dormir sobre sus laureles, y emprendió su tenaz viaje. Comenzó

volviendo a las regiones de Galacia y Frigia, donde confirmó a los discípulos y los

instruyó respecto de la ofrenda. Este tercer viaje misional (53-58 D.C.) tiene especial

interés por el prolongado ministerio del Apóstol en Efeso: "Todos lo que habitan en

Asia, Judíos y Griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús..." Hch. 19:10.

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Seguramente el alcance del ministerio de Pablo se extendió a través de los que

se convirtieron en este importante centro comercial y cultural de la provincia de Asia.

Algunos creen que en esta ocasión escribió Filipenses y tal vez otras epístolas como

las de Corintios y Romanos entre otras.

Viaje a Roma

En Jerusalén Pablo fue apresado por los Judíos quienes estaban celosos por el

ministerio que el gran Apóstol había realizado entre los gentiles (58 D.C.), de allí fue

trasladado a Cesarea donde presentó su defensa ante el Gobernador Félix, ante su

sucesor Festo y ante el rey Agripa. Al fin apeló al Emperador Romano. (58-60 D.C.).

Después de un viaje azaroso en el cual naufragó la nave en que viajaban, llegó

a Melita donde los habitantes del lugar consideraban que era un "dios" por cuanto

había escapado al veneno de una víbora. Por último llegó a la capital del Imperio y

permaneció prisionero durante dos años en una casa alquilada. Durante esta

reclusión recibió visitas, pudiendo así continuar su ministerio, en este lapso es

probable que escribiera Efesios, Colosenses, Filemón y Filipenses. Hay una opinión

de que Pablo fue puesto en libertad y realizó visitas a otras ciudades como Colosa,

Filipos, Nicópolis, Mileto, Creta, Troas, Efeso. Finalmente fue nuevamente apresado

por Nerón y decapitado. (67 D.C.)

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APÉNDICE

CIUDADES IMPORTANTES EN LOS VIAJES DE PABLO

1. Región de Galacia:

El antiguo reino ético de Galacia es ubicado al norte de la gran meseta interior

de Asia Menor. Pablo en su primer viaje misionero pasó por este lugar donde fundó

iglesias en algunas ciudades como Antioquía de Pisidia (en el corazón de Asia

Menor) esta ciudad dominaba las rutas comerciales entre Efeso y el Oriente. Como

cede del procónsul romano gozaba de muchos privilegios y era una ciudad de

mucha importancia en la época de las visitas de Pablo y Bernabé. Es por eso que el

apóstol elige la región de Galacia como punto estratégico de su predicación, porque

así lograba conexión con muchos pueblos donde pensaba establecer iglesias.

2. Atenas:

Ciudad capital de Ática en Grecia situada en el golfo Sardónico a 74 Km. de

Corinto. Atenas era famosa por su devoción a los dioses y allí había abundancia de

templos, estatuas y altares. Cuna de grandes filósofos como Platón, Aristóteles. De

las tres grandes ciudades universitarias: Atenas, Tarso y Alejandría, Atenas era la

más famosa. Filón el alejandrino dijo que los atenienses eran mentalmente los más

penetrantes de todos los griegos.

En tiempos de Pablo era conocido el deseo que tenían los atenienses de oír

novedades, pero los pensadores se dividían en dos escuelas de filosofía muy

importantes: Estoicos y Epicúreos. Por su énfasis en la razón como la ley suprema

de la vida y su enseñanza del panteísmo, el estoicismo, etc, no tenían mucho en

común con la doctrina de Pablo.

Cuando Pablo presentó su mensaje en medio del Areópago tuvo muy escaso

éxito, no obstante cumplió con un deber que para él era más importante que la vida

misma. A Pablo sólo le importaba una cosa, y esta era que todos oyeran el mensaje

da la cruz.

3. Antioquía de Siria:

Ciudad situada sobre el río Orontes a 26 Km. del Mediterráneo. Tenía una

situación geográfica ideal. Llegó a ser la tercera ciudad de todo el Imperio, Roma era

la primera y Alejandría la segunda. Casas lujosas adornaban su calle principal (6

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Km.) y los emperadores acostumbraban a contribuir a su belleza general. Aunque

Antioquía tuvo fama de ciudad pagana, ocupó también un lugar prominente en la

historia del cristianismo.

Antioquía recibió en impacto del mensaje evangélico poco después del martirio

de Esteban y fue allí donde por primera vez se predicó el evangelio a los paganos, y

los creyentes fueron llamados cristianos. Fue un centro muy importante de

operaciones misioneras de Pablo ya que sus características económicas y

geográficas permitían el desarrollo mundial del cristianismo.

Ciudades Importantes. (Continuación) Divisiones del tiempo.

4. Corinto:

Ciudad capital de la provincia romana de Acaya, en el territorio de Grecia.

Cuando Pablo llevó el evangelio allá en el año 51 D.C. encontró una ciudad

relativamente joven y sin manchas de las arraigados tradiciones socio-culturales que

poseían a otras ciudades. Por tanto, los Corintos estaban más dispuestos a recibir

nuevas ideas. Más siendo ciudad porteña, visitada continuamente por innumerables

marinos que se encontraban lejos de sus hogares, Corinto llegó a ser un centro de

inmoralidad a tal grado que la palabra "corintizar" era sinónimo de fornicar.

La inmoralidad predominaba hasta en la religión. En el templo de Afrodita, la

diosa del amor, se mantenían mil sacerdotisas que practicaban la prostitución

sagrada. La iglesia de Corinto llegó a ser una de las principales fundadas por Pablo,

pero éste no dejó de censurarles ya que la influencia maligna de la depravada

ciudad quería penetrar en la iglesia cristiana.

5. Efeso:

Ciudad del occidente de Asia Menor, y centro importante en la historia de la

iglesia primitiva. Estaba situada entre Mileto y Esmirna.

Según hechos Pablo visitó Efeso en dos ocasiones hacia fin de su segundo

viaje misionero, cuando iba con prisa hacia Jerusalén. Efeso era el centro

administrativo y religioso de la provincia romana de Asia. El templo de Diana, es

considerado una de las siete maravillas del mundo. Fueron impresionantes la

superstición y el ocultismo que florecían a la sombra del culto a esta diosa, cuyas

características eran semejantes a las de la diosa oriental de la fertilidad.

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Producto del trabajo misionero de Pablo, y otros más, se convirtieron tantas

personas a Cristo, que los fabricantes de ídolos vieron en peligro su negocio, y

provocaron el tremendo alboroto relatado en el libro de los Hechos.

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BIBLIOGRAFIA

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