Pablo Massey en Clase Ejecutiva AGO 2009

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20 Clase Ejecutiva ES UNO DE LOS CHEF PROPRIÉTAIRE MÁS EXITOSOS DEL PAÍS. PIONERO DEL BOOM DE LA COCINA FUSIÓN E IMPULSOR DE LAS CAÑITAS COMO CENTRO DE LA MOVIDA GOURMET, SE RETIRÓ DE LA VIDA PÚBLICA DURANTE 6 AÑOS. COCINERO PERSONAL DE MADONNA Y RALPH LAUREN DURANTE SUS VISITAS A PUNTA DEL ESTE, AHORA ESTÁ AL FRENTE DE SU RESTAURANTE DE CULTO, A PUERTAS CERRADAS, EN SAN ISIDRO. Y MIENTRAS PREPARA SU REGRESO A LA TELEVISIÓN, REIVINDICA LA GASTRONOMÍA DE SABORES SIMPLES Y HONESTOS. Texto: Andrea del Río Fotos: Antonio Pinta M NOTA DE TAPA Pablo Massey Magro. Enjuto. Desgarbado. Como escurriéndose. La contracara exacta de esa imagen caricaturizada del chef opíparo y de carrillos rozagantes. Pablo Massey es es- cueto. Tiene una peculiar –descarnada y disciplinada– manera de estar, de hacer. Y de decir. En eso se parece a Ulises, el protagonista de la más reciente novela de Marcelo Figueras, Aquarium, a quien describe como “lengua filosa, que por lo general no prodiga. Funciona en dos modos y sólo en dos: cuando tiene algo que de- cir o cuando se decidió a incendiar Roma”. Pronto se comprobará la pertinencia de la comparación, cuando el cocinero celebrity menos mediático de la Argentina la emprenda contra la coyuntura económica, la mediocri- dad del paladar promedio y la tilinguería de los que buscan fama detrás de las hornallas. Será un reflejo na- turalizado propio de quien se asume como una autori- dad en la experiencia vital gourmet. No sólo por haber sido criado como un auténtico bon vivant o por haber aprendido el oficio junto a otro exquisito (prometimos mencionarlo recién al promediar la nota). También por- que, a falta de pergaminos oficiales, le sobran horas de vuelo en cocinas de Francia, Italia, España, Australia, Canadá y Tailandia. Pero, esencialmente, porque habita el podio de los chef propriétaire argentinos desde que, en los ‘90, inventó el polo gastronómico de Las Cañitas y se convirtió en el abanderado de la movida fusión (que en el caso de aquel, su restó homónimo, denotaba un marcado ADN thai). Fueron años eléctricos. Duran- te un tiempo, el Massey de Cañitas fue contemporáneo de su clon en la Recova de Posadas. También conducía el programa televisivo Rock&Cook y habitaba las vidrie- ras mediáticas junto con otros ilustres y conocidos. Has- ta que abrió un paréntesis que desconcertó a muchos. Se dedicó al catering, se volcó a la docencia personaliza- da, se obsequió capacitaciones formales largamente pos- tergadas, se postuló para stages en restaurantes del exte- rior. También le puso su firma a los Especiales del chef, los menúes premium mediante los cuales McDonald’s apuesta a conquistar a comensales sofisticados. Hasta que se decidió a volver a escena. Distinto, pero idéntico a sí mismo. Más depurado –sincero u honesto, adjetiva- rá–, su estilo ahora se asume francamente mediterráneo. Desde hace un año comanda Uruguay, un restó a puer- tas cerradas en San Isidro, en un antiguo galpón leñero que solía ser su laboratorio de investigación, producción y asesoramiento. Y desde hace pocas semanas es, tam- bién, responsable del desarrollo gastronómico de El Clú, un exclusivo complejo de tenis en Nuevo Núñez cuya área profesional está dirigida por los entrenadores de Del Potro y Nalbandián. Además, acaba de firmar contrato con la señal Elgourmet para grabar, a partir de septiembre, un ciclo destinado a solos que quieran coci- narse rico y sencillo. ¿Massey reloaded? Recién llegado de un viaje en familia a Marruecos –algo así como la meca para un fundamentalista de las especias como él–, luce reflexivo y alerta al mismo tiempo. Son tiempos acústicos en la vida de Massey. Unplugged. ¿Estás cansado? Un poco. Anoche me acosté tarde. Vino un muy buen cliente con su familia, doce personas en total contando las novias de los hijos, y se sentaron a la chef table, en el centro del salón y con vista directa al despacho. Nos quedamos charlando, compartiendo un rico vino... ¡Y cada vez me cuesta más remontar las trasnochadas! Claro que en esa ubicación en particular tengo la chance de comprobar cómo la gente disfruta algo que es absolutamente habitual para mí: ver a los cocineros en acción. A eso se suma que, todas las noches, es lin- do ser cómplice de cómo la gente encuentra un sabor que la sorprende. Diría que es lo más gratificante de estar nuevamente al frente de un restaurante. ¿Es difícil tomar por asalto el paladar argentino? En Buenos Aires, al menos, nuestra comida es de sa- bores netos, sin afán de búsqueda. Y las nuevas gene- raciones, especialmente, no están acostumbradas a lo étnico, lo propio, lo verdadero. Gastronomías como la marroquí o la tailandesa son antagonistas de nuestro entrenamiento italiano, que se contenta con una bue- CONFESIONES DE UN CHEF unplugged

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Las confesiones de un chef unplugged. Pionero del boom de la cocina fusión e impulsor de Las Cañitas como epicentro de la movida gourmet, fue cocinero personal de Madonna y Ralph Lauren. Sabores simples y honestos, la receta de su éxito.

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20 ◆ Clase Ejecutiva

ES UNO DE LOS CHEF PROPRIÉTAIRE MÁS EXITOSOS DEL PAÍS. PIONERO DEL BOOM DE LA COCINA

FUSIÓN E IMPULSOR DE LAS CAÑITAS COMO CENTRO DE LA MOVIDA GOURMET, SE RETIRÓ DE LA VIDA

PÚBLICA DURANTE 6 AÑOS. COCINERO PERSONAL DE MADONNA Y RALPH LAUREN DURANTE SUS

VISITAS A PUNTA DEL ESTE, AHORA ESTÁ AL FRENTE DE SU RESTAURANTE DE CULTO, A PUERTAS

CERRADAS, EN SAN ISIDRO. Y MIENTRAS PREPARA SU REGRESO A LA TELEVISIÓN, REIVINDICA LA

GASTRONOMÍA DE SABORES SIMPLES Y HONESTOS.

Texto: Andrea del Río Fotos: Antonio Pinta

M

NOTA DE TAPA ◆ Pablo Massey

Magro. Enjuto. Desgarbado. Como escurriéndose. Lacontracara exacta de esa imagen caricaturizada del chefopíparo y de carrillos rozagantes. Pablo Massey es es-cueto. Tiene una peculiar –descarnada y disciplinada–manera de estar, de hacer. Y de decir. En eso se parece aUlises, el protagonista de la más reciente novela deMarcelo Figueras, Aquarium, a quien describe como“lengua filosa, que por lo general no prodiga. Funcionaen dos modos y sólo en dos: cuando tiene algo que de-cir o cuando se decidió a incendiar Roma”. Pronto secomprobará la pertinencia de la comparación, cuando elcocinero celebrity menos mediático de la Argentina laemprenda contra la coyuntura económica, la mediocri-dad del paladar promedio y la tilinguería de los quebuscan fama detrás de las hornallas. Será un reflejo na-turalizado propio de quien se asume como una autori-dad en la experiencia vital gourmet. No sólo por habersido criado como un auténtico bon vivant o por haberaprendido el oficio junto a otro exquisito (prometimosmencionarlo recién al promediar la nota). También por-que, a falta de pergaminos oficiales, le sobran horas devuelo en cocinas de Francia, Italia, España, Australia,Canadá y Tailandia. Pero, esencialmente, porque habitael podio de los chef propriétaire argentinos desde que,en los ‘90, inventó el polo gastronómico de Las Cañitasy se convirtió en el abanderado de la movida fusión(que en el caso de aquel, su restó homónimo, denotabaun marcado ADN thai). Fueron años eléctricos. Duran-te un tiempo, el Massey de Cañitas fue contemporáneode su clon en la Recova de Posadas. También conducíael programa televisivo Rock&Cook y habitaba las vidrie-ras mediáticas junto con otros ilustres y conocidos. Has-ta que abrió un paréntesis que desconcertó a muchos.Se dedicó al catering, se volcó a la docencia personaliza-da, se obsequió capacitaciones formales largamente pos-tergadas, se postuló para stages en restaurantes del exte-rior. También le puso su firma a los Especiales del chef,los menúes premium mediante los cuales McDonald’sapuesta a conquistar a comensales sofisticados. Hasta

que se decidió a volver a escena. Distinto, pero idénticoa sí mismo. Más depurado –sincero u honesto, adjetiva-rá–, su estilo ahora se asume francamente mediterráneo.Desde hace un año comanda Uruguay, un restó a puer-tas cerradas en San Isidro, en un antiguo galpón leñeroque solía ser su laboratorio de investigación, produccióny asesoramiento. Y desde hace pocas semanas es, tam-bién, responsable del desarrollo gastronómico de ElClú, un exclusivo complejo de tenis en Nuevo Núñezcuya área profesional está dirigida por los entrenadoresde Del Potro y Nalbandián. Además, acaba de firmarcontrato con la señal Elgourmet para grabar, a partir deseptiembre, un ciclo destinado a solos que quieran coci-narse rico y sencillo. ¿Massey reloaded? Recién llegadode un viaje en familia a Marruecos –algo así como lameca para un fundamentalista de las especias como él–,luce reflexivo y alerta al mismo tiempo. Son tiemposacústicos en la vida de Massey. Unplugged.¿Estás cansado?Un poco. Anoche me acosté tarde. Vino un muy buencliente con su familia, doce personas en total contandolas novias de los hijos, y se sentaron a la chef table, enel centro del salón y con vista directa al despacho. Nosquedamos charlando, compartiendo un rico vino... ¡Ycada vez me cuesta más remontar las trasnochadas!Claro que en esa ubicación en particular tengo lachance de comprobar cómo la gente disfruta algo quees absolutamente habitual para mí: ver a los cocinerosen acción. A eso se suma que, todas las noches, es lin-do ser cómplice de cómo la gente encuentra un saborque la sorprende. Diría que es lo más gratificante deestar nuevamente al frente de un restaurante.¿Es difícil tomar por asalto el paladar argentino?En Buenos Aires, al menos, nuestra comida es de sa-bores netos, sin afán de búsqueda. Y las nuevas gene-raciones, especialmente, no están acostumbradas a loétnico, lo propio, lo verdadero. Gastronomías como lamarroquí o la tailandesa son antagonistas de nuestroentrenamiento italiano, que se contenta con una bue-

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na pasta con aceite de oliva, queso y salvia. Y,justamente, lo que más me motivó a la hora dediseñar la propuesta de Uruguay es que todoestá definido: lo italiano es italiano, la carne esargentina tanto en sus cortes como en sustiempos de cocción. El toque diferencial estádado por la excelencia de los productos. Tenés fama de implacable.Y lo soy. Además de transmitirle mi experien-cia a mis cocineros, insisto para que ponganen práctica la constante voluntad de mejorar,de no conformarse. Por ejemplo, cada vez queestá por salir una pasta pregunto su puntaje.Con menos de 8 no llega al salón. Indepen-dientemente de estar seguro de su calidad–porque la elaboramos con sémola de trigocandeal, huevos orgánicos y agua mineral–, noadmito resultados mediocres. Especialmenteahora, que tengo un restaurante fuera del cir-cuito, en un lugar de destino que no quedacerca ni de paso hacia ningún lado. Es un es-pacio al que la gente viene especialmente, des-pués de trabajar todo el día o de conducir másde media hora desde el centro de Buenos Ai-res. Sólo por eso ya se merecen lo mejor.Además de instalarte fuera del circuito, implementaste una carta que es el sueño delos indecisos...Es cierto. Pero la estructuré así –un menú de3 y otro de 4 pasos, con opciones– fundamen-talmente por una cuestión de costos y operati-vidad. Es simple: si quiero que mis platos es-tén entre 8 y 9 puntos, aunque a veces llega-mos a los 9 y medio, no puedo trabajar conuna carta extensa. Además, tengo un equipode trabajo pequeño, compuesto por tres coci-neros y una pastelera, más otros 2 de jueves asábado. Y a eso debo sumarle el sommelier, eljefe de salón y los camareros. Me encantaríatener el doble, pero así somos rentables. Es sabido que también sos muy exigentecon la materia prima, que comprás en elmercado de Beccar. ¿Qué otro parámetrode excelencia aplicás?Diría que mi otra obsesión son mis cocineros,que no son improvisados sino que acumulancierto grado de experiencia, que se formaronconmigo como jefes de partida. Recuerdo queuna cliente me contó, con toda su ilusión, que asu hijo le faltaban dos materias para recibirse dechef. Fui sincero. Le dije que, con suerte, podíaesperar que se recibiera de buen cocinero. Y quedespués de diez años de quemarse los dedos ytrabajar en cada puesto de un restaurante, si ver-daderamente hacía las cosas a conciencia, podríaconsiderarse un chef. Ni un minuto antes.

EL REPOSO (ACTIVO) DEL GUERRERO

Inflexible, como todo converso. Riguroso, co-mo todo autodidacta. El modo en que Masseyse concibió a sí mismo como chef explica, engran medida, la contundencia de sus concep-tos. Criado en el seno de una familia de alcur-nia, estimulado a descubrir el lado sibarita decada experiencia, la tradición de clan le augura-ba un futuro como ingeniero agrónomo fun-dado en las largas temporadas que pasaban ensu campo bonaerense de Colón. Hasta que elhuracán Francis Mallmann lo obligó a cambiar

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de eje. Fascinado con el estilo devida y trabajo excéntrico y vibrantedel chef, Massey se animó a solici-tarle una oportunidad como apren-diz. Fueron nueve años de comu-nión, en los cuales recorrió todo elescalafón hasta convertirse en jefede cocina de Patagonia. Además,apadrinado por las cartas de reco-mendación de su mentor, accedió astages en los más vivaces fuegos delmundo. Fue entonces cuando co-menzó su viaje de descubrimientogastronómico, como elige definiresa etapa. Nueva York, Barcelona ySingapur lo hechizaron con su fre-nesí de tendencias insolentes. EnLe Bristol París, Le Crocodile yPlaza Athenee abrevó en las fuen-tes clásicas. En Tailandia, NuevaZelanda y Australia se convencióde la importancia del sello perso-nal. Al tiempo, y también gracias aun consejo de Mallmann, se deci-dió a sumar, al pergamino de chef,el de restaurateur. Casi al mismotiempo se consagró como pioneroporque la apertura de Massey enLas Cañitas dio origen no sólo a lamovida fusión sino también al bo-om inmobiliario que transformó aese quartier marginal de Palermoen epicentro de la sofisticación delpaladar de los ‘90. ¿Te sentiste muy expuesto? En realidad, creo que afectaba mása mis parejas (risas). Pero, sin du-das, la celebridad es mala conseje-ra. Asumo que me mareé. Condos restaurantes, un programa decocina y los eventos, terminé can-sadísimo. Hoy, con 46 años, meplanto de manera diferente.¿La decisión de preservarte tuvoque ver con la crisis de los 40?Creo que las crisis no avisan sinoque te sorprenden. Y uno reaccio-na como puede.¿Pero cómo te sentiste siendoun cocinero sin cocina?Es cierto que estuve casi 6 añossin restaurante propio, pero nome inquietó ni me generó dudas.En cambio, aproveché para saldaralgunas cuentas pendientes conmi formación, viajé, di clases yme concentré en el catering. ¿Y por qué volviste?Sentí que era el momento de tenerun restaurante que reflejara lo queme gusta, lo que hago, lo que bus-co. A un año de la apertura, consi-dero que es el mejor que he tenido.No sólo porque la comida es extra-ordinaria y mi equipo es bárbaro,sino también porque el lugar merepresenta estéticamente. Estuve unaño y medio trabajando para con-

vertir mi Galpón de Cocina en Uru-guay, un espacio con muchos rin-cones cómodos y detalles exquisi-tos, con una impactante chimenea ymobiliario entrañable, con un jar-dincito con deck y una cava con2.500 botellas. Un refugio dondees inevitable sentirse a gusto. ¿Cómo fue el día de apertura?Un caos (silencio). ¡Qué mal lapasé! No sólo porque vino muchagente sino porque, además, la car-ta era extensa. Hasta que le encon-tramos la vuelta, fue agotadoraceitar todo el mecanismo paraque los 50 cubiertos que tenemosno recibieran otra cosa que exce-lencia. Además, muchos empeza-ron a cuestionar que me hubieraestablecido en San Isidro, hacién-dome dudar de una elección quehabía sido absolutamente racional.Me relajé recién después de unosmeses porque, además, la inaugu-ración coincidió con la etapa mástensa del conflicto con el campo.Y si fue durísimo para el país, re-sultó un peso extra para los queempezábamos un proyecto nuevo. ¿Y cuál es tu balance, a un año?

Por un lado, estoy apenado porquesiento que el país no acompaña alos emprendedores. Cuando empe-cé a planear el restaurante, en2007, el clima era de diálogo. Enese contexto, no era descabelladoque, con mi experiencia, apostara aun nuevo proyecto: sabía que lapropuesta gastronómica me iba aacompañar y confiaba en que iba apoder esperar a que el emplaza-miento se hiciera amigable. En ver-dad, me sentía plenamente respal-dado. Sin embargo, desde queinauguramos, entre la crisis con elagro, las elecciones y la gripe A,descubrí que soy hiper vulnerable.¡Es que no podés contra la econo-mía! Ha sido muy duro. Pero, porotro lado, estoy orgullo de ser fielal objetivo de que los clientes en-cuentren gratificación y satisfaccióncuando finalmente nos visitan.¿Cambió tu clientela?Los que me siguen desde Las Ca-ñitas han venido para conocer ellugar, pero no retomaron su condi-ción de habitués. En cambio, sesumó todo un halo de gente nuevapara mí. Se trata de vecinos de La

Horqueta, Tortugas, Nordelta, Pa-checo y Pilar, igualmente entendi-dos y a los que les encanta experi-mentar. En general, no están acos-tumbrados a la propuesta de menúfijo pero, en cuanto uno lo explicay justifica, la aceptan. Y vuelven.Te involucraste en la definiciónconceptual y espacial. ¿Tambiénte ocupás de la gestión?Soy cocinero pero también empre-sario. Afortunadamente, en estanueva etapa tengo un socio, JuanCarlos García, con quien armamosun confiable esquema de trabajo.Lo conocí cuando solamente hací-amos comidas en la mesa 1. Lo-gramos una buena sinergia. Él meacompañó con la apertura de Uru-guay y yo estoy involucrado en eldesarrollo gastronómico de El Clú(ver recuadro). A futuro, segura-mente lo asesoraré cuando inaugu-re su proyecto de hotel boutiquesobre la calle Defensa, un empren-dimiento turístico, inmobiliario ygourmet extraordinario. Y, cierta-mente, Juan está dispuesto a apo-yarme en la publicación de un li-bro que documente el lifestyle deUruguay. Es una idea que acariciohace años. La oportunidad se meescapó cuando estaba en Las Cañi-tas, en un espacio cuyo estilo y si-tuaciones de cocina hubiera validola pena registrar. Me imagino unlibro muy canchero, sin recetas pe-ro tampoco puramente concep-tual, que refleje mi identidad. ¿Te afectaron las críticas cuandoaceptaste desarrollar los Especia-les del chef para McDonald’s?Acepté porque suponía un desafíopara mi pensamiento como coci-nero. Venía de trabajar para 60 a150 cubiertos por día, con menúessuper elegantes y en espacios per-sonalizados. Y, de pronto, me en-contré diseñando platos con un

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FEUDO SUBURBANOEl portón, hermético y enigmático, parece uno más de los tantos que sirven de parapeto alas casonas del San Isidro más residencial, allí donde empieza a confundirse el límite conSan Fernando. En el mismo galpón donde, durante los últimos años, funcionó su empresade catering, Massey inauguró Uruguay (a metros de la bajada homónima, en La Rábida2772), un restaurante de puertas cerradas que opera bajo estricta reserva.Allí, todo sabe,luce y huele al estilo Massey. Una personalidad exquisita. Clásica de tan vanguardista, con-servadora de tan provocadora, la manifestación de principios estéticos de Massey es el re-sultado de la síntesis extrema. Del regreso a los orígenes. Que, en su caso, se expresa co-mo un credo mediterráneo con influencias asiáticas. Un jardín orgánico sembrado de no-tas especiadas y cítricas da la bienvenida al elegante y exclusivo (apenas 58 cubiertos) re-ducto. Con innegable atmósfera british, en el salón conviven diversas atmósferas: una opu-lenta barra de destilados, una mesa junto a la chimenea imponente, sillones Chester don-de arrellanarse sin apuro. Y, dominando la escena, la chef table, donde hasta doce comen-sales pueden ser cómplices de los secretos que despliegan los fogones allí, justo frente aellos. “Es un restaurante con mucha intención”, es el mantra de Massey.

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NOTA DE TAPA ◆ Pablo Massey

toque gourmet que debían respon-der al gusto de miles de personasy, al mismo tiempo, adaptarse a unesquema de producción estandari-zado. Recibí un montón de críti-cas. Pero estoy convencido de quelo que no te mata, te fortalece. Esterrible que la gente y tus colegassean tan criticones. ¿Quién los auto-riza a juzgarme, en base a qué expe-riencia me objetan? Se olvidan queel inventor del chocolate para ganes-ha, que después todos copiaron conel nombre de volcán de chocolate,fui yo en el ‘96. Y fue el postre quemás vendí durante siete años. Poreso, es un orgullo haber logradoque, a través de la tecnología de laalimentación estandarizada que uti-lizan en McDonald’s, un montónde chiquitos de todo el continentehayan podido probar un postre conel que ni soñaban. ¿Tan mal está ha-cer lo que me sale bien?¿Por eso también aceptaste diseñar el menú del restaurantede un club de tenis vip?Soy socio de un club, que nomencionaré, donde la comida estodo lo horrible que aseguran los$ 15 que te cobran. En cambio,en El Clú, la premisa es ofrecerplatos cancheros, estéticamentelindos, rápidos y tan honestos co-mo los que almorzás en tu casa.Sabor, calidad y look aseguran queuna comida entre partidos o antesde volver a tu oficina, se transfor-me en un cuento: comer rico, be-ber bien, pasarlo lindo. ¿Replicaste, de algún modo, elestilo de padrinazgo que ejercióMallmann con vos?Reconozco varios discípulos, co-mo Martín Arrieta (Gran BarDanzón), Máximo López May(Palacio Duhau-Park Hyatt Bue-nos Aires), Leo Gardeliano (TierraAdentro) y Sebastián Tricarico(Gardiner). Algunos han tenidouna educación formal y otros songrandes intuitivos, como Tricarico,quien hace 6 años vendía sándwi-ches de milanesa en una estaciónde servicio. Son cocineros de razay no dudan en gastarse sus ahorrosen viajar, conocer, probar y apren-der. El resto, son tilingos. Y sonlegión. Pero los que llegan a mirestaurante no duran ni dos sema-nas. El primer día los mando alimpiar dos cajones de espinaca.Después, de zanahorias y de papas.Y no me importa si vienen reco-mendados. En algún momento meencaran: “Pensé que iba a diseñarmenúes o a tener un equipo a car-

go”. ¡Con esas ideas salen de lasescuelas de cocina! La mayoría seva. ¿No tenés ninguna discípula?No, ninguna. Ni siquiera Maru(Botana), que entró a cocinar aPatagonia cuando yo era el jefe decocina, porque allí el dueño eraMallmann. Con ella, más que unpar de besos y correteos por ahí,no llegué (risas).¿Y tenés amigos dentro de tuprofesión?Si bien conservo amigos de distin-tas etapas de mi vida, mis más cer-canos son también cocineros. ConFernando Trocca (Sucre), TommyPelberger (Eat Catering) y Ger-mán Martitegui (Casa Cruz) com-partimos momentos familiares.¿También tu tiempo libre? Trato de descansar bastante. Y micable a tierra, además de mi hijaJuana, de cinco años, son los de-portes. El año pasado, por ejem-plo, me súper fanaticé con la prác-tica de tiro con arco y flecha, con

mi amigo Ernesto Catena. Esteaño estoy jugando cuatro vecespor semana al tenis. Y los lunes,yoga para armonizarme. Adorocompartir tiempo con mi hija, quees una gran entusiasta de la vida: sillueve, se pone botas de goma; sihace frío, se abriga; pero nuncadeja de acompañarme ni de salir,jugar, disfrutar. No me gustaríaque fuese hija única. En 25 años de trayectoria comococinero, ¿nunca te equivocaste?Cuando era más chico estaba enParís. Venía de un par de stages enEspaña e Italia. Y conocí a unapersona que me conectó con el je-fe de cocina del restaurante LucasCarton, tres estrellas Michelin,que está en la Place de la Madelei-ne. Me ofreció trabajar con ellosdurante cuatro meses. Pero meabataté y nunca más volví. Es loúnico de lo que me arrepiento, la-boralmente. Claro que, en esaépoca, mi padre me había retiradola palabra ante mi decisión de serchef –y así se mantuvo durantecuatro años–, por lo que no tuvecon quién charlar, a mis 22 años,sobre una decisión tan importante.Volvés a la tevé con un ciclopara solos que no quieren resignarse al delivery. ¿Masseyretoma al frenesí de los ‘90?Simplemente voy a declarar, y es-pero que sea en mi favor, que lacocina me ha sonreído. Y yo le de-vuelvo la sonrisa.◆

POLVO DE LADRILLO Y ESTRELLASBajo un nuevo concepto de maridaje entre deporte y estilo, en mayo se inauguró oficial-mente El Clú, un complejo de tenis de alta categoría. En un predio de 26 mil metros cua-drados en Nuevo Núñez (Galván 3920), el emprendimiento liderado por el empresarioJuan Carlos García ofrece 12 canchas de polvo de ladrillo, un court de cemento diseña-do con el asesoramiento de jugadores profesionales, 2 canchas para mini tenis y unárea de entrenamiento de alta competición a cargo de Planeta Tenis, dirigida por Fran-co Davín, Luis Lobo y Roberto Azar, entrenadores de Juan Martín Del Potro, David Nal-bandián, Juan Mónaco y Juan Ignacio Chela. En ese entorno de espacios abiertos par-quizados, el restaurante supervisado por Pablo Massey reafirma la búsqueda de sofis-ticación sin complejidad. Tanto en el coqueto salón principal como en el deck aterraza-do se puede disfrutar una carta sencilla y terrenal con opciones gourmet de sandwi-ches, ensaladas, rissotos y carne. Tomates, ajo, oliva, albahaca, cous cous, verdes y que-sos son cómplices de un menú que el propio chef califica de “honesto, canchero, de si-tuación”. La propuesta gana en sofisticación por la noche, especialmente de los jueves,de la mano del ciclo Concept Sorpresa que propone un menú en tres pasos y un showmusical, ambos completamente enigmáticos hasta el momento de sentarse a la mesa.Seleccionados por la productora artística Loop the Loop, entre los artistas que brinda-ron una exclusiva performance figuran Los ratones paranoicos, Los negros de miércoles,Chucky de Ipola, Valentino, Baltasar Comotto y Pablo Bernard, entre otros exponentesde las tendencias cool.

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