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PABLO GARCÍA BAENA La publicación de los sonetos del escritor cordobés recupera de nuevo su obra un año después de su muerte FOTOGRAFÍA: F. GONZÁLEZ. EDICIÓN: R. AZAÑÓN HISTORIA: ‘EL MADRID COTIDIANO DEL SIGLO XVIII’, DE JUANA VÁZQUEZ. NOVELA: ‘EL REY RECIBE’, DE EDUARDO MENDOZA; ‘DEVIL’S DAY’, DE ANDREW MICHEL HURLEY; ‘VELAS PARA EL DRAGÓN ROSADO’, DE MIGUEL RANCHAL. POESÍA: ‘SER Y TIEMPO’, DE EMILIO PRADOS; ‘LA SOMBRA DE BUDA’, DE ROBERTO LOYA; ‘MATRIA’, DE R. LANSEROS Libros Su libro ‘Ordesa’ se convirtió el pasado año en uno de los más leídos en España. Juana Vázquez entrevista a Manuel Vilas y profundiza en las claves que definen una de sus obras más reconocidas. Como asegura, buscó un estilo muy comprensible para llegar a los lectores. MANUEL VILAS PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA DIRECTOR: FRANCISCO LUIS CÓRDOBA BERJILLOS COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA AÑO XXXIII. NÚMERO 1.294 SÁBADO, 12 DE ENERO DEL 2019

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PABLO GARCÍA BAENALa publicación de los sonetos del escritor cordobés recupera de nuevo su obra un año después de su muerte

FOTOGRAFÍA: F. GONZÁLEZ. EDICIÓN: R. AZAÑÓN

HISTORIA: ‘EL MADRID COTIDIANO DEL SIGLO XVIII’, DE JUANA VÁZQUEZ. NOVELA:

‘EL REY RECIBE’, DE EDUARDO MENDOZA; ‘DEVIL’S DAY’, DE ANDREW MICHEL HURLEY;

‘VELAS PARA EL DRAGÓN ROSADO’, DE MIGUEL RANCHAL. POESÍA: ‘SER Y TIEMPO’, DE

EMILIO PRADOS; ‘LA SOMBRA DE BUDA’, DE ROBERTO LOYA; ‘MATRIA’, DE R. LANSEROS

LibrosSu libro ‘Ordesa’ se convirtió el pasado año en uno de los más leídos en España. Juana Vázquez entrevista a Manuel Vilas y profundiza en las claves que definen una de sus obras más reconocidas. Como asegura, buscó un estilo muy comprensible para llegar a los lectores.

MANUEL VILAS

PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA

SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA

DIRECTOR: FRANCISCO LUIS CÓRDOBA BERJILLOS

COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA

AÑO XXXIII. NÚMERO 1.294

SÁBADO, 12 DE ENERO DEL 2019

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CARTAS DEL NORTE

Memoria y divulgaciónLos libros de Juan Cruz, Tim Peake y Elvira Lindo

Elvira Lindo escribe sobre el devenir social, personal y político de treinta mujeres valientes que se enfrentaron a los cánones establecidos

Comenzamos la rentrée literaria de 2019 via-jando con Juan Cruz por los espacios oscu-

ros de la memoria. Conversan-do con aquellos amigos propios y ajenos, muchos de los cuales ya se han ido, pero que siempre ocuparán un lugar en su biblio-teca y en su corazón. Primeras personas es un libro entrañable, de esos que hacen afición a la li-teratura, como lo pueda hacer un Messi o un Ronaldo al buen fútbol. Pero también de los que consiguen hacer afición al cine, a la música, al cómic... Los escri-tores, recuerdo haberle leído en alguna entrevista, «como cual-quier ser humano, padecen una enorme soledad, por eso son tan vanidosos». Es cierto, pero re-calcaría el «como cualquier ser humano». Porque la vanidad y el ego van implícitos en los ge-nes del hombre. Si algún delito ha cometido Juan Cruz en este libro al escribir las semblanzas de creadores tan notables y en-trañables como Ángel Gonzá-lez, Ignacio Aldecoa, Jorge Sem-prún, Carmen Balcells o Dul-ce Chacón, entre otros muchos, ha sido precisamente el de no tener pelos en la lengua, pero a la par, el de haberles mostra-do ese cariño que solo se trans-mite a partir de alguien que es conocedor del oficio. Por eso es-tos libros de memorias, anécdo-tas y diatribas varias son tan im-portantes y gustan tanto. Por-que nos acercan a la verdadera dimensión del autor, entrevis-tador y entrevistado. Es curioso. Nunca hubiera imaginado que oliera a barbacoa el espacio. Pe-ro al parecer, y según nos relata el astronauta Tim Peake en el li-

Luis Santillán

ciencia, sería continuar alimen-tando el interés de la población infantil por tan noble profesión, ahora que parece estar en fran-co retroceso merced a los reali-ties televisivos. Juzguen ustedes si lo ha conseguido. Y vamos a terminar esta rentrée con 30 ma-neras de quitarse el sombrero, aun-que sospecho deben ser muchas más. Elvira Lindo escribe así el devenir social, personal y políti-co de treinta mujeres valientes que en un momento determina-do de sus vidas se enfrentaron a los cánones establecidos, arries-gando en muchas ocasiones el bienestar propio o de sus fami-lias, y dando un verdadero paso de gigante por la lucha de la mu-jer en un mundo de hombres. Son mujeres comprometidas como Ana Frank, Elena Fortún, Gloria Fuertes o Patricia Hig-hsmith, por ejemplo, pero tam-bién ficticias como «Tristana» o Pippi Långstrump. Y muchas de ellas, no siempre reconocidas en la sociedad actual.

bro Por que el espacio huele a bar-bacoa, debe ser cierto... A Barba-coa y a otras muchas cosas. Bro-mas aparte, estamos ante uno de esos experimentos que tan-to gustan a los americanos (y no americanos). No debió resultar-le tarea fácil a dicho astronauta responder al aluvión de pregun-tas que le habían hecho a través de las redes sociales, seleccionar las más llamativas y con ellas... dar forma a este libro. El objeto del mismo, se supone que, apar-te del carácter divulgativo de la

SERES DE BABEL

Rodríguez AlcaideManuel Gahete

El 28 de

diciembre

el Colectivo

Amigos de

Córdoba,

presidido

por Eduardo

Mármol, celebraba en el

Salón Liceo del Real Círculo

de la Amistad al profesor,

político y académico José

Javier Rodríguez Alcaide,

otorgándole la insignia

de oro de esta asociación.

Nunca he ocultado mi

admiración por este hombre

mesurado y lúcido a quien,

siendo acreedor de ellas

y como hombre sencillo

y sabio, parecen sobrarle

todas las distinciones.

Conferenciante porfiado y

prosista polifacético, estuvo

entre los fundadores de La

Voz de Córdoba y presidió el

Diario CÓRDOBA en dos

ocasiones durante la década

de los noventa; periódico

en el que sigue colaborando

con artículos de diferente

temática, manteniendo

un constante compromiso

con la ciudad de Córdoba,

ponderando sus virtudes y

advirtiendo de sus carencias,

impronta indeleble de quien

muestra, a sus ochenta

espléndidos años, una

intensa preocupación cívica.

vENTANAS

De papelJuana Castro

Las revistas,

que fueron

alma y enseña

de grupos

desde los años

50, están en

horas bajas.

Siguen existiendo, pero

únicamente en su versión

digital. Para quienes no

sabemos o no queremos leer

en pantalla, la desaparición

de las revistas poéticas y

literarias es otro signo que

añadir al ocaso continuo que

vivimos. Desde Salamanca

me envía Montserrat villar

Encuentros y palabras, de

la Asociación Cultural

Pentadrama. Y tengo aquí

Paraíso, dirigida por Juan

Carlos Abril, Diputación de

Jaén; Dos orillas, de Paloma

Fernández Gomá desde

Algeciras; EntreRíos, que

en Granada dirige Mariluz

Escribano; Cuadernos del

Matemático, despedida a lo

grande, con número triple y

dos suplementos: homenaje

a Leonard Cohen y antología

de la poesía Kazaja; la Revista

de la Academia Norteamericana

de la Lengua Española, con

sede en Nueva York; y Turia,

en el recuerdo de Ana María

Navales, que dirige Rául

Carlos Maicas desde Teruel,

con dos suculentos números

anuales.

2 Cuadernos del Sur AA Agenda Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019

CUENTOS

Desde el fondo de la selva amazónica en la que vivió re-cluido gran parte de su vida, Horacio Quiroga habría de construir una obra en la que la muerte y el miedo serían

constantes inevitables. Autor de relatos inolvidables y de personajes inencontrables hoy en la literatura, sólo desde la asunción de cuanto aconteció en el siglo XX en América Latina es posible entender su obra. Cómo si no, se puede dar vida a relatos como «La guerra de los yacares», que por sí solos justifican toda una obra. Conocido por ser un renovador del cuento, habría de aplicar tanto en este volumen, Cuentos de la selva, como en sus Cuentos del amor, la locura y la muerte, el «decálogo del perfecto cuentista». Toda una joya que no puede faltar en cuanta biblioteca se precie. L. SANTILLÁN

‘Cuentos de la selva’. Autor: Horacio Quiroga. Ilustrado por Antonio Santos. Edita: Nórdica Editorial, 2017.

NOvELA

Cumbres borrascosas, ambientada en el opresivo mundo ru-ral de la Inglaterra victoriana, retrata la pasión imposible entre Heatcliff y la joven y adinerada Catalina Earnshaw.

El amor entre dos clases sociales antagónicas marcará el ritmo de la novela hasta el final. La novela se anticipa a una época marcada por las transformaciones, no sólo so-ciales, sino también en las relaciones entre los dos sexos. Es ahí donde cobra sentido hablar de la concepción de la mujer descrita por Brontë, pues dibuja unos perfiles de mujer opuestos al decoro moral e ideológico de la época. Las mujeres en esta historia son fuertes, decididas, rebel-des y sabias, mientras que los hombres (a excepción de Heatcliff, aunque al final también él se derrumba), son personajes débiles y enfermizos. L.S.

‘Tres novelas-Cumbres borrascosas’. Autores: Las Brontë-Emily Brontë. Edita: Cátedra Ediciones, 2018.

ENSAYO

Una diferente mane-ra de viajar. Ésa es la apuesta del escritor holandés Cees Noo-teboom. Eso es ni más ni menos Tum-bas de poetas y pensa-dores, que nos acerca al submundo de Cal-

vino, Cortázar o Antonio Machado, por citar solo a tres de los autores «fotografiados» en sus nichos. ¿Quién no se ha preguntado en alguna ocasión como yace un poeta? ¿Quién yace en la tumba de un poeta?, se pregunta el au-tor. ¿El poeta o su obra? El poeta físicamente ha desapare-cido, su obra permanece, luego, ¿quién se encuentra bajo la lápida en la que su nombre aparece? Los cementerios y quienes ocupan «sus edificios», sean estos austeros o barrocos, no dejan de ser reflejo de la realidad. De los es-critores también, y sus últimas moradas, no son sino un guiño hecho a la realidad que vivieron. L.S.

‘Tumbas de poetas y pensadores’. Autor: Cees Nooteboom. Fotografías de Simone Sassen. Edita: Siruela, 2017.

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Juana Vázquez

Enumerar toda su obra de poe-sía y narrativa nos llevaría a una enumeración tediosa, ya que Manuel Vilas (Barbastro, 1962)

es un escritor de raza, de vocación, que desde el principio del sigo XXI ha escrito más de 20 obras sin contar sus colabora-ciones en la prensa y sus antologías. Es un gran creador y uno de nuestros más reconocidos narradores y poetas.

-Su novela ‘Ordesa’ fue la novela del 2018. ¿A qué cree que se debió?-Es difícil saberlo. Imagino que la razón es-tá en que trata un tema universal, como es el de la relación entre padres e hijos. También trata otro universal: la pérdida de los seres queridos. Y quizá que recrea un ambiente muy real de los años 60 y 70, tal como yo me acuerdo que era sin fabu-lar, ni quitar o poner nada.

-¿Es más realidad que ficción?-Para mí es una novela de contenido auto-biográfico. Pero el lector es quien tiene la última palabra. El narrador cuenta las co-sas tal como él las vivió. Para ese narrador todo fue verdad. Y yo le creo. Ahora, por supuesto, que, como toda autobiografía, tiene parte ficción en el sentido de que no cuentas todo, sino que seleccionas unos hechos determinados. Nunca puede haber una novela de contenido biográfico total, pues dejas muchas cosas atrás, porque no te acuerdas o porque han tenido menos relevancia en tu vida.

-Es la historia de una familia de clase media baja, dos generaciones o casi tres, padres, hijo y nietos adolescentes. Una familia donde no sobra el dinero y se no-ta su falta. -Yo crecí en una familia de clase media, que luego se convirtió en clase media baja. La historia que se narra en Ordesa es tam-bién la historia de una clase social, de unas relaciones económicas y laborales. Eso ha hecho que muchos lectores hicieran suya la historia del libro, por la coincidencia con esa clase media y clase media-baja, en donde estaba metida el 95% de la sociedad española de los años sesenta y setenta del siglo pasado. En definitiva, está contada desde mi mirada sobre ese ambiente y re-laciones que yo viví. Tratando de ajustar-me lo más posible a esa realidad.

-Su libro está lleno de poesía por los re-covecos de la prosa. -El narrador es muy sentencioso y se sirve de la poesía y del ritmo del lenguaje. Yo creo que hay mucha poesía en esta novela, pero esa poesía está subordinada a la his-toria que se narra. Todo está calculado. Es un libro muy trabajado. Y, claro, no puedo

el escritor aragonés es reconocido y premiado. autor de poesía y de

narrativa, su novela ‘ordesa’, que fue en 2018 una de las más leídas, es

una historia en la que el aspecto familiar está muy presente

Manuel Vilas

hace 40 años me tiembla el alma. Es co-mo ver a los muertos. Quizá las fotos, en el contexto de Ordesa, tienen la función de hacer vivo a lo que ya murió. De acercar-lo al aquí y ahora. No sé decirlo de forma concreta, pero la novela me lo pedía. Te-nían que estar ahí, eran una de las partes más reales del contenido. Unas pinceladas totales de la realidad de esos años.

-Esta novela, sin duda, es una oda a sus padres muertos. Aunque también están los tíos y sus hijos.-Todos somos hijos, y muchos nos conver-timos además en padres o madres, y allí se resuelve buena parte de nuestra vida. Quería que el lector viera toda la odisea de nuestra condición humana: cómo los hijos se convierten en padres. Así como las relaciones que existen entre ellos. Su vi-da, sus trabajos, su forma de andar por el mundo, sus extravagancias. En definitiva, el ambiente de tres generaciones, lo que los une y lo que los separa. Y, por supues-to, mi vida actual y mi relación con mis hijos de padre divorciado, diferente, a la fuerza, de la que yo estuve con mis padres. Y sí, principalmente una oda, como dices, a mis padres ya muertos; a su recuerdo.

-El personaje que más me gusta es el de su madre, es alguien errático que atrae la atención del lector. Una descripción maravillosa y compleja en su pluralidad. Su excentricidad tiene algo que ver con Monteverdi, aunque son muy diferentes. Son los personajes que parecen más fa-buladores.-Sí, mi madre es un personaje fundamen-tal; muchas páginas están dedicadas a in-tentar describirla y captarla. Como todos son personajes reales, me cuesta hablar de ellos fuera de la novela. Monteverdi era tal como se cuenta en Ordesa. Ya están muertos. Cuántos misterios, no sé. Pero también está muy presente la figura de mi padre, que era otro personaje complicado, por supuesto, muy diferente a mi madre, pero ya digo, también, otro personaje a su manera. En definitiva, todos somos perso-najes de una u otra forma.

-Los temas de la novela son los de siem-pre, como el amor de los padres, la res-ponsabilidad de los hijos, el paso del tiempo, el dolor, el olvido, el recuerdo, también su divorcio y, cómo no, la muer-te, pero lo que la hace única es el trata-miento de estos temas, que, en definitiva, es donde se asienta la buena literatura.-Sí, los temas son los de siempre. La rela-ción de padres e hijos es un universal de la literatura. El tratamiento es el que me salió del corazón. No me salió de ningún lugar premeditado; no hubo una reflexión intelectual. Todo vino del corazón. Por eso tiene tantos visos de realidad. No ha sido nada pensado, dirigido a un final de ante-mano y premeditado.

-La manera de narrar tan directa, sincera y reflejando un determinado espacio y tiempo, es muy singular. ¿Qué introdu-ce este estilo innovador en la narrativa española? ¿Marcará tendencia?-No lo sé. Yo pretendía que todo fuese cla-ro, expresivo, material, visible. Buscaba la sencillez. Creo que el libro está escrito con un estilo muy comprensible, con fra-ses cortas. Quería que se me entendiera. Eso sí puede ser innovador: desechar lo oscuro y apostar por la claridad. Que lo entendiera el erudito y el analfabeto fun-cional. No buscaba brillos enrevesados, ni, por supuesto, opacidad. En realidad, bus-caba la comprensión total de la historia y su realidad, antes que nada.

no podría, o no me sentiría bien, escri-biendo sobre novelas de ambientes, de atmósferas, de evocación... donde sólo se capta la emoción negativa o positiva, o de misterio, etc., pero donde no hay historia ni argumento. Ya digo, me siento cómo-do cuando los personajes hacen cosas, no comulgo con la metaliteratura. A mí me gusta ver pasar la vida a través de los he-chos de los personajes, sean de cualquier índole. Así que no puedo contestarte lite-ralmente a tu pregunta, pues en los dos géneros, junto al ensayo, me siento igual-mente de bien.

-¿Qué papel juegan las fotos de su álbum familiar? ¿Hacer la historia más real? ¿Fijar los recuerdos?-La fotografía es una pasión personal. Me parece el arte más devastador y auténtico de la modernidad. Me fascinan las fotos históricas. Barthes decía que el tema de la fotografía es la muerte, y creo que tenía razón. Cuando veo mis fotos de familia de

«Creo que el libro [‘Ordesa’] está escrito con un estilo muy comprensible, con frases cortas. Quería que se me entendiera. Eso sí puede ser innovador»

Manuel Vilas.

XAVIER GONZÁLEZ

olvidar que soy poeta, y aunque el conte-nido es escueto y sin florituras, ni grandes metáforas, la novela tiene un ritmo y, de vez en cuando, aflora esa faceta poética.

-¿En qué genero se siente mejor?-Todo son palabras. La novela, la poesía, el ensayo son palabras. Me siento cómodo con las palabras. Pero me interesa siempre contar una historia. Tengo que ver gente haciendo cosas, porque eso es la vida. Yo

Cuadernos del Sur AA Entrevista Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019 3

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Mucho se ha escrito sobre el si-glo XVIII español, pero muy poco, en comparación, sobre la vida cotidiana de sus gen-

tes, su día a día, las fiestas, tertulias, mo-das, incluso maquillaje, comidas, jerga juvenil de la época, restaurantes, fondas, comentarios sobre calidades y precios, la vida social, el teatro, las comedias, ocio y diversión nocturna, es decir, la vida del ciudadano dentro y fuera de su casa. Es-te ensayo histórico lo hace, centrándo-se en el Madrid del siglo XVIII, no desde la erudición sino cediendo la palabra a los hombres y mujeres de aquel tiempo, a través de crónicas de la época y otros testimonios populares que convierten este libro en una inmersión gozosa en aquella época en que se quiso moderni-zar el país al abrigo de la Ilustración na-ciente en Europa. Asistimos también al «tímido nacimiento de la sociedad laica» (pág. 176), un laicismo que trae la mino-ría progresista y que será caballo de bata-lla y motivo de crítica por parte del sec-tor más tradicional, añorante de la épo-ca de los Austrias.

No es fácil presentar aquel cuadro con amenidad y rigor. Pero lo consigue Juana Vázquez Marín en El Madrid cotidiano del siglo XVIII, publicado por Sapere Aude, 2018. Profesora, poeta, periodista y ensa-yista, ha publicado dos novelas, Con olor a naftalina y Tú serás Virginia Woolf, y partici-pado en revistas, antologías y suplemen-tos culturales de los primeros periódicos del país. Ahora, en esta obra, nos presenta el Madrid vivo y palpitante del siglo XVIII, desenvolviendo este atractivo ensayo his-tórico con habilidad y discreción, porque la voz de la narradora casi desaparece pa-ra citar fuentes de la época y dar la pa-labra a los testigos de aquellos tiempos. Así, consigue sumergirnos en aquella so-ciedad con veracidad, rigor y amenidad. Son los propios críticos, intelectuales, cro-nistas y escritores del siglo XVIII los que exponen con su lenguaje castizo, fluido e irónico los vicios de aquella época y la

y atractiva. Es el Madrid más variopinto y divertido el que aparece en sus páginas, los lugares emblemáticos, los escritores costumbristas, las anécdotas más curio-sas, la vida social y política, la intrahis-toria, las fiestas, en suma, un caleidosco-pio ameno y vivo de la vida cotidiana en aquel siglo.

Aparecen en estas páginas la resistencia a la modernización en tiempos de Carlos III, la añoranza del pueblo y el clero por el siglo de los Austrias, el día a día de los ha-bitantes de Madrid y muchos más detalles de aquel siglo que no dejan de asombrar al lector. Es la pluma de Juana Vázquez la que da forma a toda esa información coordinando los abundantes testimonios que aporta y dando coherencia a las con-tradicciones de la época, porque «la ca-pital con su ambiente moderno, con sus paseos, que resultaban ser escaparates de modas, con sus tertulias y saraos, apare-ce como responsable de que sus jóvenes adopten un código social falso y frívolo, pero al mismo tiempo exquisito y refina-do» (pág. 141).

Este completo retrato de la sociedad de a pie del Madrid dieciochesco termina con la descripción pormenorizada y ama-ble de las fiestas más representativas del Madrid del XVIII, en una perspectiva am-plia y completa; desde las fiestas profanas como los carnavales, las ferias, los toros y las fiestas de los barrios, hasta las fies-tas religiosas de San Isidro, la Nochebue-na, Semana Santa, El Corpus o la de San Juan y San Pedro; todo ello es el reflejo ameno de «la vida ajetreada y peculiar del siglo XVIII en Madrid, ya dentro de casa, ya fuera de ella, ya en escenas típicas, ya en tipos representativos de tal centuria» (pág. 235).la monarquía borbónica y la reacción tra-

dicionalista; no desde el frío manual del historiador, sino dando voz a los autores de la época, a las coplillas populares o las críticas anónimas. Aporta así una nota de color y espontaneidad al tiempo que se hace la mejor radiografía de los usos y costumbres de aquellos tiempos. A tra-vés de todos estos documentos vivos logra mostrar con claridad la transformación social, política y cultural de forma vívida

Una intrahistoria de MadridhIStorIA

Juana Vázquez aborda la vida cotidiana de la capital de España durante el XVIII

Alberto Monterroso

Juana Vázquez.

CÓRDOBA

‘El Madrid cotidiano del siglo XVIII’. Autora: Juana Vázquez Marín. Editorial: Sapere Aude. Oviedo, 2018.

pintoresca sociedad en toda su exultante variedad.

A través del ambiente de las tertulias, los usos sociales, las diversiones y cos-tumbres se observa cómo Madrid se va modernizando desde arriba, a impulso de las élites ilustradas, sin que la religión deje de tener la influencia y capacidad intervencionista que ya detentaba en el siglo de los Austrias. La autora describe la transformación social tras la llegada de

Dramas vitales

hasta la aparición de Pájaros en la boca y otros cuentos, la escritora argentina Samanta Schweblin (1978) había publicado tres li-

bros de cuentos y una novela, con los que obtuvo varios premios. Este volumen re-úne veinte narraciones seleccionadas de sus dos primeros libros de cuentos e inclu-ye dos relatos inéditos hasta ahora.

En «Irman», un incidente entre dos clien-tes y el dueño de un bar se convierte en una amenaza de muerte y en un robo.

rias de Pájaros en la boca y otros cuentos tratan sobre diversos dramas vitales y en ellas con-viven el realismo y lo fantástico, lo cotidia-no y lo extraño, lo normal y lo inquietante, lo corriente y lo misterioso, la vigilia y el sueño.

infidelidad y fracaso matrimonial. En «El cavador», a un hombre le espera una no-ticia aterradora cerca de la casa que ha al-quilado.

«hacia la alegre civilización» trata sobre las extrañas vivencias de un pasajero atra-pado en una estación de tren.

«Agujeros negros» tiene también mucho de desconcertante. En él, varias personas aparecen repentinamente en un lugar cuando estaban en otro alejado. El último cuento del libro, «Un gran esfuerzo», trata sobre el padecimiento que provoca la rela-ción entre un padre y un hijo.

Con una prosa fluida y sobria, las histo-

En «Conservas», una mujer, tras quedar-se embarazada antes de lo planeado, toma la turbadora decisión de ponerse en tra-tamiento para retrasar el nacimiento del bebé. «Mariposas», en el que los niños de un colegio se transforman en lepidópteros, narra un suceso escalofriante. «Pájaros en la boca» cuenta la desconcertante historia de una adolescente que se alimenta con pájaros vivos, que sus padres, separados, le proporcionan. «Papá Noel duerme en casa» está narrado por un niño que, en Navidad, espera recibir el regalo que ha pedido. El niño cuenta lo que ve sin darse cuenta de lo que ocurre en realidad: un episodio de

Roberto Ruiz de Huydobro

‘Pájaros en la boca y otros cuentos’. Autora: Samanta Schweblin. Edita: Literatura Random House. Barcelona, 2018.

CUENtoS

4 Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019

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García Baena, poeta mayorRecuperados los sonetos del escritor cordobés bajo la edición de Rafael Inglada

Antonio Moreno Ayora

POESÍA

Un año ya de la muer-te de ese poeta ma-yor que es Pablo Gar-cía Baena. Un año en

el que se le han dedicado muy diversas publicaciones porque su obra –según afirma Rafael Inglada en su reciente Cuader-nillo de los Campos– lleva a pen-sar «que, desde el duque de Ri-vas, no había surgido una voz tan potente en la literatura cor-dobesa». Recientemente, coinci-diendo con la publicación de la antología bilingüe Rumore occul-to, se presentó en Córdoba (Dele-gación de Cultura, 10 de diciem-bre) el libro Al vuelo de una garza breve, en edición también de Ra-fael Inglada, que le rinde home-naje atendiendo –y reuniéndo-los por ello– a los cuarenta y dos sonetos que Pablo escribió a lo largo de su fructífera trayecto-ria lírica. De ellos, los más leja-nos proceden de su poemario de 1971 Almoneda. 12 viejos sonetos de ocasión, mientras que el resto, se publicaron a partir de 1979. Es José Infante, que prologa esta edición de Inglada, quien expli-ca muchos detalles sobre aque-llos primeros sonetos paulinos, recogiendo sus opiniones sobre la vigencia entonces dudosa de tal estructura métrica y la con-creción del poeta sobre que «el más antiguo es de 1943 y el más moderno de 1962». Exactas y cu-riosas las precisiones que ha-ce Infante, como la de que par-te de este conjunto soneteril del autor cordobés pertenece a «los años cuarenta y cincuenta» o co-mo el hecho llamativo, por igno-rado, «de todos los sonetos que ahora vemos que fue escribien-do periódicamente a lo largo de los años».

Estas iniciales consideraciones de José Infante las completa y en-riquece el editor Rafael Inglada en su «Nota en primera persona», ocho páginas en donde se hacen interesantes y novedosas puntua-lizaciones, entre ellas la de que, «con veinte o veintiún años», Pa-blo ya «intentaba penetrar forza-damente en la poesía a través de las difíciles estrofas clásicas». Se deduce, de las palabras y aporta-ciones de Inglada, que los sonetos de Pablo, desde un punto de vista cronológico, pueden responder a tres etapas: una primera que agruparía sus más antiguos so-netos, siete, escritos hasta 1941; otra segunda que determinarían los 13 incluidos en el poemario citado, Almoneda, fechados entre 1943 y 1964 y que, en confesión de García Baena, eran «sonetos

Pablo García Baena, momentos antes de depositar un legado en la Caja de las Letras en 2015.

SERGIO BARRENECHEA / EFE

circunstanciales hechos a lo lar-go de mi vida»; y la tercera etapa, desde 1979 a 2005. El conjunto da como resultado este libro, Al vuelo de una garza breve, 97 sus-tanciosas páginas en las cuales se contienen –anota Inglada– «cua-renta y dos sonetos en total, los trece de Almoneda más los vein-tinueve esparcidos en revistas y periódicos, principalmente cor-dobeses».

De acuerdo con la idea de In-fante, pueden dividirse estos sonetos según su temática, se-parándose en tres modalidades que son la religiosa, cuyo fin es «glosar advocaciones religiosas» (consideramos como mucho 18 en esta línea), los dedicados a muchos de sus amigos, «poetas o no, con ocasión de algún home-naje» (parece que son 10 los pu-blicados en este caso), y por fin «los que celebran ciudades o lu-gares, como la Mezquita, Santae-lla, Antequera...» (de ellos hemos contado 6). De todos, el primero que hallamos –por cierto con reminiscencias sociológicas– es «La Reverte», fechado en 1943 se-gún Inglada y correspondiente al grupo de personalidades famo-sas, concretamente a la torera de ese nombre que en la primera década del 1900 alcanzó renom-bre porque, siendo un hombre,

aparentaba ser mujer, razón por la cual se alaba su toreo cuando en el ruedo «y el toro abraza con sus cuernos fieles/la cintura de nardo o de palnera». Uno de los religiosos, grupo en el que Pablo ensalzó fundamentalmente a tantas vírgenes, es el titulado «El Terrible (Jesús Nazareno de Puen-te Genil)», plástico y doliente, descrito en el momento de salir de su ermita «y un látigo de gu-les en el viento/borda tu espalda en púrpuras secretas». Pero desde nuestro punto de vista, ocho de esos cuarenta y dos sonetos no debieran clasificarse en ninguna de esas tres modalidades, por lo que para ellos proponemos un cuarto grupo de «sonetos amoro-sos» –de muy clásica influencia–, dado que es este asunto el que los aglutinaría, con menciones como éstas: «Besad, que ya la au-rora viene alada»; «Amor, el dul-

ce Amor, de amor herido» o «El rojo corazón enamorado».

Cabría plantearse, una vez leí-dos los sonetos cuya «historia y procedencia» es sintetizada por el editor entre las páginas 73 a 92, cuestiones estilísticas o léxi-cas que resulten primordiales pa-ra su comprensión. Los vocablos cultos con que Pablo signa sus versos llaman en primer lugar la atención, con el uso de palabras –principalmente sustantivos y adjetivos– como alquicel, céli-ca, agonal, curul o altor. El cui-dado clasicismo es lumbre que arde en el poeta cuando ilumina sus endecasílabos con metáforas originales y bellas, uno de cuyos ejemplos lo tenemos en el precio-sismo que convierte a la luna en «Rosa dormida en luz, de donde llueve/frescura de silencio y me-lodía», y es ese mismo clasicismo remanente de la tradición lírica de Garcilaso, del Barroco o de Lo-pe (del que reutiliza versos como comienzo de sus poemas) el que da lugar a pasajes como el cita-do «Besad, que ya la aurora vie-ne alada,/antes que Febo salte de su cuna/y que el olvido vierta su veneno», como «Si piso, torpe pe-regrino, el suelo», o «¡Y cuántas veces en la noche oscura/vencido le gritaba a las estrellas,/sin verte a ti, que brillas más que ellas!».

‘Al vuelo de una garza breve. Sonetos completos’. Autor: Pablo García Baena. Edita: Renacimiento.

En los sonetos de Pablo se respira la sencillez y el atractivo de los pueblos, de su campiña y de sus frutos ansiados

Igualmente es sello particular de García Baena acudir a la imagi-nería religiosa para dejar flore-cer, ante sus ojos transidos de devoción, no solo adornos flora-les hechos de gladiolos, de lirios o de azucenas o lilas («Las lilas de su mano amoratada/ungen los pliegues de la noche fría»), sino también los contrastes y parado-jas que nacen en su alma ante la contemplación de una Virgen o de un Cristo sufrientes: «¿Cómo, desnudo, en el relente frío/arde en lumbre la brasa del costado» ..., «¿Por qué, si muerto vais, es-táis tan vivo?».

LA SENCILLEZ Y LO POPULAREn los sonetos del gran Pablo se respira también la sencillez y el atractivo de los pueblos, de su campiña y de sus frutos ansia-dos, llegando, en el caso del so-neto «Montilla», a alabar «La copa alzada y el cristal sonoro/en brin-dis por Montilla y la alegría», o en el transcurso del titulado «Ca-mino del santuario» a exaltar el cante popular al decir que «La guitarra dibuja sus cantares,/he-rido corazón de la armonía,/y vierte el llanto de las soleares». Téngase en cuenta además que en ellos Córdoba estará presen-te de muchos modos, ya en la atrayente ambientación del día embriagado de azahar («sobre la cal de Córdoba callada/y que el sonido de la voz sagrada/abra la blanca flor del limonero») ya en la calificación del sentir de la ciu-dad aunado al de otras de Anda-lucía: «Cádiz de sal, Triana de la luna,/Málaga del jazmín, Córdo-ba amante,/le dan el vino denso del olvido». No todos los sonetos, evidentemente, tendrán la mis-ma calidad, el mismo temblor lí-rico ni igual perfección métrica, compositiva o sintáctica. En este sentido el buen lector sacará sus consecuencias.

Pero es de admirar el laborioso y detenido trabajo de Rafael In-glada, por cuanto en Al vuelo de una garza breve (título por cierto procedente de un verso del poe-ma «Tiraba rosas el amor un día») ha llevado a cabo la que él mis-mo reconoce como la «ardua em-presa de recoger y desvelar aho-ra todos los sonetos que, hasta la fecha, conocemos de uno de los más grandes poetas españoles del siglo XX».

Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019 5

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Un mundo en fiestaEduardo Mendoza invita a sonreír con la historia que cuenta en ‘El rey recibe’

Pedro M. Domene

NOVELA

Eduardo Mendoza (Bar-celona, 1943) nos tie-ne acostumbrados a un cierto aire de jocosi-

dad y abundantes dosis de iro-nía en sus últimas propuestas narrativas, y ahora con El rey re-cibe (2018) nos invita a sonreír una vez más con su protagonis-ta y la historia que nos cuenta, el relato de los fenómenos socia-les de los sesenta: la igualdad ra-cial, el feminismo, el movimien-to gay o la deriva de la cultura hacia nuevas formas de expre-sión, que hoy son el resultado de toda una fenomenología hu-mana y artística previa, tanto en su forma como en sus hechos. Al hilo de esa abundante enumera-ción histórica se soslaya la cróni-ca de mayo del 68, se apunta un acontecimiento como la Prima-vera de Praga, que pronto abor-taron tanques soviéticos, y se subraya la época de tibias espe-ranzas libertarias que supuso la apertura de Fraga con su Ley de Prensa. El manifiesto peso auto-biográfico del relato traslada la mayor parte de la acción al Nue-va York de finales de los sesenta, en un Manhattan inseguro, pe-ro donde ya anidaban los diver-sos movimientos culturales con-temporáneos como el pop art, y se propagaban las corrientes musicales, rock & roll y el soul, el rhythm & blues y el folk carac-terístico estadounidense.

Rufo Batalla es un curioso per-sonaje, periodista de relleno que

Eduardo Mendoza.

CÓRDOBA

se estrena escribiendo crónicas sociales y, tras un inesperado éxito, se convierte en codirector de una revista de cotilleo, pero el asfixiante ambiente barcelonés le lleva a emprender la aventura americana para trabajar en una oficina comercial de la embajada española en Nueva York, y allí in-tentará sobrevivir en un ambien-te burocrático que ya no compro-mete al personaje, y al que, una vez instalado en la gran urbe, le pasan cosas que no termina de entender del todo.

Eduardo Mendoza crea, una vez más, una especie de héroe sin atributos que consigue sus ren-dimientos literarios porque esta novela tiene, entre otras virtu-des, ese lado serio porque Batalla, sin ni siquiera esperarlo, se verá envuelto en una curiosa trama con un príncipe eslavo exilado que pretende recuperar el trono de un país báltico que linda con la Estonia actual, ficticiamente bautizado como Livonia. Rufo ha conocido al príncipe en Formen-tor, enviado por su periódico pa-ra cubrir la boda entre Tukuulo y la joven Isabella, emulando la crónica de ese otro acontecimien-to que fuera el enlace entre Rai-niero de Mónaco y la actriz Grace Nelly. El episodio resulta gracio-so, y mirado desde una perspecti-va jocosa, podría funcionar como una historia de novela paródica, una cruda pantomima y no me-nos caricaturesca, pero cuando el autor recupera a estos persona-jes en la trama neoyorquina ya no resultan tan creíbles, y debe echar mano de un excurso como

contar la historia de Livonia, que justificaría un episodio de me-nos interés argumental y social, porque lo que pretende el narra-dor es un perfecto retrato de la vida americana y de sus contra-dictorios modos de existencia, con perspicaces incursiones en lo social y lo familiar como el fin de semana pasado en las playas

de Hamptons con China y Allan, además del retrato psicológico de otros personajes como Valen-tina o Ernie.

Rufo Batalla vive su experien-cia humana en la gran ciudad, envuelto en el tedio diario de la oficina, las escasas salidas y los nuevos amigos que se asoman a su vida, pero sobre todo desea

ser querido aunque nunca lo lo-gra, y así verá pasar los aconteci-mientos que le afectan con cierta perplejidad, y le permiten eludir toda clase de moralismo al uso, algo que para un personaje como él no le resultará fácil mientras aborda los asuntos a que se irá enfrentando, incluido un nuevo y sospechoso encuentro con el extraño príncipe de su pasado español.

Mendoza traza una vez más una picaresca visión sobre la so-ciedad, subraya ese tono humo-rístico para analizar cualquier aspecto que atañe a la vida social de sus personajes, incluso cuan-do estos por motivos varios de-ban autentificar su existencia en una urbe tan genuina y caracte-rística como la ciudad de Nueva York donde pretende cuantificar el difuso objetivo de hacer algo emocionante con su vida. Los conflictos que expone El rey reci-be, y que se desarrollan en el siglo XX, reverberan de alguna forma aún hoy, porque las promesas es-grimidas y/o parcialmente con-cretadas no se han cumplido, si-no que a comienzos del presente XXI incluso han sido rebatidas, y así vivimos atrapados, de alguna manera, en aquella mágica época de la deriva social y cultural.

‘El rey recibe’. Autor: Eduardo Mendoza. Edita: Seix-Barral. Barcelona, 2018.

Terror en los páramos

Cuando hablamos de Gran Breta-ña acuden a nuestra mente ico-nos que, de forma sorprendente, han sobrevivido como símbolos

de modernidad, a pesar de que muchos de ellos proceden de la más rancia tradi-ción británica: la bandera (omnipresen-te, en los últimos años, en objetos tan cotidianos como tazas, edredones, corti-nas o cojines), el Big Ben, el té de las cin-co de la tarde, el fish and chips, el bombín y el paraguas del gentleman, el casco del bobby, los Beatles, el bearskin de la guar-dia real, la verde campiña, los campos de golf, el puente sobre el Támesis o el Dios salve a la reina. Sin embargo (como ocurre en todos los lugares), existe también una Inglaterra profunda y nada idílica, de pá-ramos agrestes en los que ulula el viento

el demonio para conformar el retrato na-da amable y crudo (terrorífico, a veces) de una Inglaterra, tan real como extraña, en la que se otorga más valor a la vida de un carnero que a la de un ser humano; de una tierra en la que, como John senten-cia al final del libro, «el Diablo ha estado desde mucho antes de que alguien vinie-ra, saltando incesantemente de una cosa a otra. Está en la lluvia y en los vendavales y en el río salvaje. Está en los árboles del bosque. Está en el incendio inesperado y en el mordisco de los perros. Está en la en-fermedad que puede arruinar una granja y en la nevasca que entierra todo un pue-blo. Pero al menos aquí podemos verlo manos a la obra».

sin cesar y nieva de forma inclemente, de turberas cenagosas en las que desapare-cen el ganado que se extravía o los niños que se arriesgan a explorarlas solos. Los habitantes de comarcas tan poco genero-sas son personas acostumbradas a pasar fatigas y a arrancarle a la tierra su sus-tento, supersticiosas, apegadas a las tra-diciones más ancestrales y desconfiadas del forastero.

Estos páramos, retratados magistral-mente por Ruth Rendell en sus relatos de

Félix Ángel Moreno Ruiz

‘Devil’s day (El día del diablo)’. Autor: Andrew Michel Hurley.Editorial: Berenice. Córdoba, 2018.

NOVELA

misterio, son los verdaderos protagonistas de Devil’s day, la última novela del escritor inglés Andrew Michael Hurley, que ha pu-blicado en España la editorial cordobesa Berenice. A las Endlands de Lancashire re-gresa, después de muchos años ausente, John Pentecost, en compañía de su esposa Kat, tras el fallecimiento del Gaffer, el pa-triarca de la familia. A pesar de la dureza del clima y del trabajo, de que el acciden-tado viaje pone en serio peligro su matri-monio, John acompaña a su padre a cazar venados, a cuidar el ganado, y pronto se siente atraído por una forma de vida y por una tierra que nunca ha olvidado y de la que en su momento huyó acosado por un terrible episodio de la infancia.

Escrita de forma fragmentada, en Devil’s day se mezclan la narración del presente con los angustiosos recuerdos de John y relatos que rescatan ancestrales leyendas sobre los habitantes del páramo y sobre

En ‘Devil’s day’ se mezclan la narración del presente con angustiosos recuerdos de John y relatos que rescatan ancestrales leyendas

6 Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019

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Ser y tiempo es el heideggeriano títu-lo de la más reciente antología de Emilio Prados (Málaga, 1899-Ciu-dad de México, 1962). El ambicioso

volumen, publicado por la Fundación Má-laga dentro de su colección Las 4 estacio-nes, reivindica la altura de un poeta mu-cho más conocido como impresor y fun-dador, junto a Manuel Altolaguirre, de la mítica revista Litoral.

La edición y selección de textos corre a cargo del escritor y profesor de la Univer-sidad de Málaga Francisco Morales Lomas, quien, además, firma un extensísimo y ri-guroso prólogo de casi 160 páginas, a lo largo de las cuales se desvelan con acierto las claves de la poesía pradiana, mostrando la auténtica dimensión de una voz singu-lar entre sus coetáneos, y por ello mismo incomprendida. Convencido de que no es posible entender al autor sin comprender al hombre y el tiempo en que este vivió, el crítico andaluz funde las coordenadas his-tórico-biográficas y literarias, haciendo un recorrido paralelo por ambas, con solidez y exhaustividad, y divide en tres etapas su producción: una primera de evidente in-fluencia vanguardista (1925-1928), una se-gunda de obligado carácter político (1932-1938) y una tercera de indudable aliento metafísico (1939-1962).

En un primer momento, los versos de Prados están muy influidos por las van-guardias -especialmente por el surrealis-mo-, pero también por la poesía neopopu-larista, con una fuerte presencia de refe-rentes naturales, tras los cuales, pese a la tendencia generacional del uso abusivo de

ces más importantes de la poesía del siglo XX, que, partiendo de la convicción de que la poesía debe ser un territorio de encuen-tro con el otro, ahonda en temas como la identidad, el sentimiento de búsqueda, el misterio de la existencia, la añoranza y melancolía, cierto ensimismamiento es-piritual, la soledad, el cuerpo o el deseo de infinitud.

Algunas de sus obras más significativas son Mínima muerte (1944), sutil penetra-ción, tras asumir la meditación como vía para el conocimiento del mundo, en una realidad más allá de la realidad; Jardín ce-rrado (1946), una extensa confesión en la que se produce una fértil interacción entre naturaleza y yo poético para, a partir de ahí, dar paso a una reflexión serena sobre los grandes interrogantes que articulan la existencia; Río natural (1957), que pro-fundiza en la búsqueda de respuestas a la existencia, para lo que el yo se fusiona de manera total con la naturaleza a través de la imagen del río; y La piedra escrita (1961), una obra casi mística en la cual este yo as-pira a la infinitud a través de la comunión con el afuera.

Pero, tal vez, sus tres obras más impor-tantes sean: Signos del ser (1962), un intenso poema dedicado a la memoria de su ma-dre por parte de un yo poético que deviene en mirada que, tras interiorizar el cuerpo, intenta comprender el mundo a través de un lenguaje profundamente simbólico, di-fícil de comunicar, que aspira a la conden-sación y a la síntesis conceptual y poética; Transparencias (1962), donde despoja el len-guaje de todo lo accesorio para, a partir de ahí, nombrar la realidad de un modo nuevo y, por tanto, crearla, convirtiendo, de este modo, a la palabra, pese a su pro-fundidad y oscuridad, en conocimiento del mundo y de uno mismo; y Cita sin lí-mites (1965), libro póstumo escrito a los 63 años, en tan solo dos meses, bajo la certeza de la inminencia de la muerte, cumbre de una poesía mística en la que el yo sale de sí mismo para fundirse con la naturaleza y con el ser humano, dejando su huella en todo aquello que es exterior e interior, con lo que conforma una unidad total a través de la palabra desnuda y directa, que es la semilla que cae en el surco y germina, a pe-sar de su insuficiencia para expresar senti-miento y pensamiento.

Como no podría ser de otra manera, de-bo cerrar estas líneas celebrando la apari-ción de un libro necesario, que pone de relieve la auténtica dimensión de Emilio Prados; y lo hago citando a Jorge Guillén, quien reconoció la novedad de una apues-ta poética a la que calificó como «la más singular de las escritas a lo largo del siglo XX», que, además, hoy se revela como una fértil vía de exploración para la poesía del siglo XXI.

metidos con la causa republicana y parti-cipó activamente en la defensa de Madrid -de hecho, su compromiso es anterior al de Alberti, pues ya en 1929 publica un poema como «¡Alerta!»-. Su poesía, como la de la inmensa mayoría de sus contemporáneos, cambia tanto temática como formalmente, al ser concebida como un instrumento al servicio de la revolución social, razón por la cual adopta estructuras rítmicas pro-pias de los metros populares -sobre todo del romance- y estructuras lingüísticas que tienden a la inmediatez denotativa y a la austeridad. Las obras más representativas de este momento son Calendario incompleto del pan y el pescado, donde aparecen cam-pesinos, pescadores y niños que sufren las injusticias sociales de la época, y Llanto de octubre, cuyo explícito subtítulo es «Duran-te la represión y bajo la censura posterior al levantamiento del año 1934».

Sin embargo, sus obras más interesantes son La voz cautiva, cuatro poemas escritos entre 1933 y 1934 en los que, junto a la de-nuncia social, aparece un lenguaje surrea-lista, y Cancionero menor para los combatien-tes, donde el tono enfático de los romances anteriores desaparece para redescubrir la naturaleza y hallar en sus elementos el do-lor y la desesperación.

MÉXICOTras llegar a México en febrero de 1939 a bordo del barco holandés Veendam, jun-to a otros intelectuales como José Berga-mín, su poesía evolucionará de manera inevitable al mirar decididamente hacia su interioridad. Desde este momento, el pensamiento metafísico y el diálogo esta-blecido con los lenguajes de su época se convierten en los pilares de una de las vo-

El ambicioso volumen, publicado por la Fundación Málaga, reivindica la altura de un poeta mucho más conocido como impresor y fundador de la revista ‘Litoral’

Emilio Prados, un poeta heterodoxoPOESÍA

‘Ser y tiempo’ es el heideggeriano título de la reciente antología del escritor malagueño

Francisco Onieva

Emilio Prados, del que ahora se publica una antología en Málaga.

CÓRDOBA

la imagen, se intuye tanto la apertura del yo poético a la otredad como la intención de mirar dentro de él para sondear las con-tradicciones interiores.

Pese a que los libros más representativos de este período tal vez sean Tiempo (1925) y Vuelta (1927), cuyas malas críticas lo lle-varon a no publicar nada durante casi una década, los dos más significativos son El misterio del agua -escrito entre 1926 y 1927, aunque no viese la luz hasta 1954, en la mítica antología publicada por la editorial Losada en Buenos Aires- y Cuerpo perseguido -escrito entre 1927 y 1928 pero publicado en 1940, como primera parte de Memoria del olvido-. En ellos se presenta un yo poéti-co que, en un éxtasis casi místico, sale de sí mismo para penetrar en la esencia de lo que le rodea. De este modo, el discurso de Prados inicia un heterodoxo camino don-de confluyen la tradición mística, el su-rrealismo y las nuevas corrientes de pensa-miento que colocaban el foco de atención preferente en el ser humano, preludiando, así, el enorme poeta que se mostrará a par-tir del exilio.

Durante la República y la guerra civil, el poeta malagueño, de ideología comunista, fue uno de los intelectuales más compro-

‘Ser y tiempo’. Autor: Emilio Prados. Edición de Francisco Morales Lomas. Edita: Las 4 estaciones. Málaga, 2018.

Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019 7

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Tiempo, desazón y optimismo

Rafael del Campo Vázquez, narrador de buena pluma en su libro de relatos de 2017 Los xílgaros del tío Jacob, se acredita ahora como poeta con el título Las eda-

des del día, cuyo prefacio es ya una explosión de ideas, un alumbramiento inesperado de sonan-tes alejandrinos blancos que aturden la emo-ción, un venero que señala la fortaleza de una interioridad de irremediable desbordamiento. El autor, que ha sido precoz y constante lector de poesía, ha esperado ilusionado el momento psi-cológico más oportuno para exponer su escritu-ra poética con una suave y pulida sonoridad.

Sus poemas, muy bien estructurados en cua-tro apartados, denotan sucesivamente la rápida instauración del amanecer, el vívido transcurrir del día que se alboroza en la luz, el lento aletar-gamiento en la amplitud de la tarde y, al fin, la despedida de las horas con la umbría del ocaso. Se ve así que es el concepto de tiempo el que lo

Antonio Moreno Ayora

‘Las edades del día’. Autor: Rafael del Campo Vázquez. Edita: Ánfora Nova. Rute, 2018.

rige todo, por lo que el tiempo se muestra como un fluir necesario, como un avance vital que se agota en etapas y como un acabamiento al que se llega concretamente en el ocaso vital.

Aunque el poemario comience exaltando la ar-monía cósmica primigenia, esta se va a quebrar pronto en la sección inicial «Amanecer», que en su significado anuncia tanto parajes de dolor («unos cándidos ojos lloraron dulces lágrimas») como es-cenas de luminaria contemplación y esperanzado futuro («nidal donde reposen, tras sus vuelos, los sueños»). Luego en la sección «El hueco del día» ca-be lo mismo la posibilidad del amor que la lucha fructuosa o la merecida delectación, mientras que la siguiente, «Atardecer», cobija por un lado los más hermosos sentimientos y por otro afianza vi-vencias de desilusión o melancolía, reconociéndo-se «que no habrá gallos en la amanecida/ ni agua en los arroyos». Será, por fin, en «Ocasos» donde se agiten recuerdos y experiencias para alternar la aceptación resignada y hasta feliz o indolente de la realidad, que incluso se retrae a momentos más negativos.

Los lectores verán en este libro una explosión de verdadero lirismo salteado con luminosas metáfo-ras («La vida es esa brisa que sopla donde quiere,/ agita las retamas de perlas amarillas») y convir-tiendo la mezcla de sus versos (alejandrinos, hep-tasílabos, endecasílabos) en un caldo de cultivo para la defensa de aquellas cualidades humanas que suscitan la emotividad y la sensibilización del vibrante sentir en los lectores.

Las edades del día, en síntesis, hacen prevalecer, ante el paso de tiempo, la perplejidad y la cruda adversidad, aunque enarbolando frente a ellas el valor de la dignidad del hombre y de su lucha por superar los malos vientos, lo que en el primer poema se proclama así: «el tiempo siente miedo si lo enfrentas en corto/y le hieres la frente con un golpe de piedra».

Junto al deseo del ser humano de dejar un re-cuerdo de bondad que mejore el mundo, aparece igualmente como legítimo un inmenso amor al campo y a sus criaturas que se trasluce en muchos de estos versos del poemario de Rafael del Campo Vázquez, que claramente subliman las diferentes etapas de este simbólico día cuyas inquietudes, tristezas y sinsabores acuciantes pueden enfren-tarse valorando lo positivo y enaltecedor de la existencia.

POESÍA

La palabra ilustradaRanchal trae la secesión catalana a ‘Velas para el dragón rosado’

Manuel Gahete

nOVELA

La primera novela de Mi-guel Ranchal, El dedo in-corrupto de Nerón, galar-donada con el Premio

Opera Prima que concede la Aso-ciación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios en reconoci-miento a los méritos de nuestros creadores, dejó en mí una hue-lla inmarcesible. Me sorprendió la fabulosa capacidad descripti-va de Ranchal, capaz de entron-car de manera acordada la com-pleja trama argumental de una narración nada fácil, tachona-da de un afiligranado lenguaje que obligaba a detenerse en la lectura para degustar la palabra y elucidar el sentido. Una labor procelosa, tanto para el que es-cribe como para el que lee, pe-ro que muestra el gran conoci-miento de Miguel sobre el tema que trata y la virtualidad expre-siva de un hombre de leyes pa-ra afrontar el no siempre senci-llo sendero de la literatura que no da nada a nadie sin esfuer-zo, como proclama la conocida sentencia: «Lo que natura non da, Salamanca non presta». Pe-ro es claro que lo que Salaman-ca prestó no hizo más que apos-tillar aquello que había conce-

Miguel Ranchal.

CÓRDOBA

‘Velas para el dragón rosado’. Autor: Miguel Ranchal. Editorial: Dauro Ediciones. Granada, 2018.

dido naturaleza y esto lo sigue demostrando en su segunda no-vela de tan sugerente título Ve-las para el dragón rosado, una es-pecie de ficción histórica para interpretar la dolosa y dolorosa realidad que se vive en España por la proclamada y no resuel-ta independencia de Cataluña. Pero no se trata de una novela histórica porque la trama se si-túa en un futuro no muy lejano. Sin embargo, Ranchal establece referentes históricos para argu-mentar e interpretar los hechos que se desarrollan en una nove-la marcada por el tema canden-te del secesionismo.

El autor no se atiene a discur-sos oportunistas aunque, por su actualidad, lo parezca. Ranchal busca encauzar su voluntad crea-tiva a través de los argumentos que afectan su sensibilidad y le permiten dar rienda a la necesi-dad del ser humano de ser cohe-rente con su tiempo y su desti-no. Para ello atrae de la historia asuntos cenitales que rayan la le-yenda, estableciendo supuestas pero posibles comparaciones: la tragedia de Guzmán el Bueno trasladada al chantaje que su-fre el presidente del Gobierno, bajo amenaza de asesinar a su hija si no cede a la presión de la secesión catalana; los tercios de

Flandes interpolados con la par-ticipación de España en la guerra de Afganistán; las glorias de las carabelas colombinas y el afán misionero de Isabel la Católica trasmudados en la recuperación de una Santa Alianza con la fina-lidad alucinante de enviar una nave espacial hacia no se sabe dónde para evangelizar no se sa-be qué; o reinventar un imagina-do Camelot, el de la Casa Blanca de Kennedy, a fin de fabular en nuestra patria con las virtudes y pecados de aquel ambivalente es-plendor. Es sorprendente el cau-dal de ciencia socio-histórica con la que Ranchal recama un texto ya de por sí complejo.

Lo que el novelista toma pres-tado no es más que un adorno para desvelar el alma, una expe-riencia proactiva que nos obliga a reflexionar sobre el paradigma impuesto por los cánones inmu-tables y el desaliento del ser hu-mano frente a la presión y el con-tagio de lo que nos rodea y nos obliga tantas veces a actuar o ca-llar en contra de nuestros princi-pios. El asunto catalán no es un factor oportunista sino oportuno para definir el drama, más bien tragicomedia, de esta época ex-travagante, más atenazada por amenazas que impulsada por ra-zones, en la que los fanatismos, siempre malsanos, coaccionan la

vida sosegada de las gentes, vícti-mas siempre de cualquier desor-den. Pero la mesura lo refrena y así nos habla eufemísticamente de un dragón «rosado» para ate-nuar el pavor que nos causa el le-gendario animal presto a exter-minar vidas y haciendas.

Ranchal juega con el elemen-to policíaco, un ingrediente que aporta al contenido expectación e interés. El lector debe someter-se primero a la gnosis, el conoci-miento cabal de los hechos que se interrelacionan intestinamen-te conformando un espacio, un territorio de conflagración casi obsesivo, donde lo emotivo y lo externo litigan en poderosa pero también sombría intersección. En el juego coral que se desplie-ga no faltan atisbos de refinada ironía, advocaciones más o me-nos proclives al esperpento que dibujan una realidad deformada, absurda a veces, donde no se evi-ta el lenguaje coloquial, jergal y desgarrado; que se apodera de la enunciación para atraernos, para fascinarnos, sin eludir los voca-blos más groseros que, hasta en su procacidad, coadyuvan a in-terpretar el statu quo del tiempo en que vivimos o te adentran en el escenario de nombres, claves y mitos. Miguel es un mágico constructor no proclive a todos los paladares aunque sí a los más sensibles, a todos aquellos que se atreven a detenerse en la contem-plación de una obra de arte, un amanecer de luces imposibles o la vibración inasible de las argén-teas olas para reflexionar acerca de lo visible y lo invisible.

8 Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019

Page 9: PABLO GARCÍA BAENA · 2019-01-11 · PABLO GARCÍA BAENA La publicación de los sonetos del escritor cordobés recupera de nuevo su obra un año después de su muerte FOTOGRAFÍA:

El próximo 15 de enero se entrega en la ciudad de Granada el Pre-mio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija a la escritora

Mariluz Escribano Pueo. Se trata de un galardón honorífico que, desde 2009, vie-ne concediendo la Asociación Colegial de Escritores de España, sección de Andalu-cía, para reconocer toda una vida dedica-da al arte de las letras de los escritores an-daluces y las comunidades autónomas de Ceuta y Melilla. La trayectoria y obra de Mariluz Escribano, vitalista, sensual, ar-moniosa e intensamente humana, la lle-van a ocupar el lugar de excepción que ya obtuvieron Manuel Alcántara, Rafael Guillén, Antonio Gala, Antonio Hernán-dez, Fernando Arrabal, Pablo García Bae-na, Josefina Molina, María Victoria Aten-cia y Pilar Paz Pasamar. Poeta y narrado-ra, habría que incluirla por edad en la promoción literaria del sesenta aunque ella siempre se ha sentido una escritora al margen de generaciones, modas y ten-dencias. Podría decirse que Escribano se integra en ese territorio olvidado de la lla-mada literatura sumergida a la que han sido relegadas muchas creadoras marca-das por el estigma de género, una lacra que, afortunadamente, se va difuminan-do. Este premio ha de servir para valorar en justicia la carrera literaria de quien ha permanecido en la sombra durante tantos años. Nacida en Granada en 1935, es hija de Agustín Escribano, catedrático de Geografía y director de la Escuela Nor-mal de Maestros de Granada hasta su fu-silamiento el 11 de septiembre de 1936, cuando ella tenía nueve meses, ausencia que ha marcado su vida y ha dejado hon-da huella en su obra. El poema «Los ojos de mi padre» es un veraz testimonio de esta impronta indeleble y, sin duda, uno de los grandes hitos de su producción poética. Su madre, Luisa Pueo y Costa, profesora también de la Escuela Normal de Maestros, fue represaliada; y con ella, en 1937, parte Mariluz a Palencia, donde ambas sufrirán el desarraigo para volver, después de tres años, a Granada, patria pequeña siempre amada que será otra constante en su poesía. Diplomada en Magisterio y doctora en Filosofía y Letras, Escribano ha sido, sin duda, una de las plumas esenciales del compromiso social en los últimos veinte años. En la década de los sesenta se vincula a los movimien-tos ciudadanos de su ciudad, primero co-ordinando el grupo de Mujeres Universi-tarias y más tarde liderando el colectivo Mujeres por Granada.

VOCACIÓN LITERARIACatedrática de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada, Escribano inicia su vocación literaria en 1958 como colaboradora de prensa escrita en el diario Patria, para pasar en los años setenta a publicar periódicamente en Ideal. Diario Regional de Andalucía, donde es-cribirá durante más de cuarenta años artí-culos de marcado carácter reivindicativo y

cargo de las profesoras Raquel Lanseros y Ana Merino, donde Escribano aparece se-leccionada como una de las ochenta y dos voces femeninas fundamentales de la poe-sía en español nacidas entre 1886 y 1960.

‘ENTRERÍOS’Su última obra, Geografía de la memoria (Ca-lambur, 2018), pondera las claves poéticas de una mujer que ha dedicado gran par-te de su vida a la docencia, las señales de identidad de quien guardaba, en el cofre indómito del sigilo, la riqueza inconmen-surable de la palabra silenciada; una mu-jer que ha dirigido la prestigiosa EntreRíos. Revista de Artes y Letras desde su fundación en 2004; y, en 2018, fue distinguida con la Bandera de Andalucía «por contribuir con su trabajo y su talento a reforzar la voz y el nombre de Granada en la consolidación de la autonomía andaluza». Como apunta el crítico jiennense Morales Lomas, la poe-sía de Escribano se caracteriza por «una necesidad perentoria de crear un mun-do», estableciendo precisas coordenadas por las que el lector penetra para adue-ñarse de él; tiempo y espacio imantados en la poderosa geografía de la memoria que permite construir un universo pro-pio, identificable, amansado por la edad pero vigoroso en su pasión. Sin abandonar los temas clásicos de su poesía: la infan-cia («una historia que no fue infancia ale-gre»), la madre («Crecí con las sonrisas de una madre»), el padre perdido («Mariluz, pequeña, niña sin padre»), la soledad («La soledad tiene la sangre negra»), los pájaros («Si quieres volar libre/pídele al ángel bue-no/que te convierta en pájaro»), la lluvia («No puedo mirarte a los ojos/por tanta llu-via que anegó mi vida»), el otoño («cuando el tiempo adivine el frío inaplazable: (...) cuando otoño»), la ciudad con nombre de granada («Mi ciudad era dorada/con un fondo de nieve/y un olor a frutales»), los ecos de Federico («¡Que no, no la despier-tes!»), el sesgo neopopular de Alberti («Mi ciudad marinera»), Escribano reconstruye un paisaje íntimo donde la naturaleza no es escenario sino morada, hogar más que ámbito, materia poética y no dato anec-dótico. Cierra este libro el poema titulado «Cuando me vaya», un texto arrancado a la claridad cognitiva, de hondo sentir ele-gíaco, donde se desgranan con afinada ternura las palabras y se debelan los sen-tidos; un texto conformado por imágenes gráficas que parecen estarcirse, como pla-nos cinematográficos, en la blancura de las páginas, en las líneas gastadas de la vi-da. Remedios Sánchez afirma que con este poema, junto a «Los ojos de mi padre» (Um-brales de otoño) y «Escribiré una carta para cinco» (El corazón de la gacela), puede cons-truirse toda una obra literaria. Poseedora de una sensibilidad cardinalmente transi-tiva, con una personal visión del mundo y abierta a la mirada de los otros, poeta del sentimiento y tocada por los carismas de la mejor tradición literaria, Mariluz Escri-bano nos transmite equilibrio, armonía y pureza –como afirma Sánchez García–, pero sobre todo nos ilumina en el proce-loso camino de la existencia con su lúcida fortaleza y su insobornable dignidad.

publicará el libro de memorias Sopas de ajo, que ese mismo año alcanzará una se-gunda edición, y Memoria de azúcar, un año después. Retomará el género narrativo en 2008 con el conjunto de cuentos Los caba-llos ciegos, publicado en la editorial madri-leña Devenir. Con prólogo de Gregorio Salvador y un preciso estudio preliminar firmado por Remedios Sánchez, se reedita en 2005, en la editorial Dauro de Grana-da, Sonetos del alba; pero será con Umbrales de otoño, publicado en 2013 por la edito-rial madrileña Hiperión, cuando consiga el Premio de la Crítica de Andalucía en la modalidad de poesía, otorgado por la Aso-ciación Andaluza de Escritores y Críticos, el momento decisivo de su carrera litera-ria. A partir de este momento, las grandes editoriales comenzará a interesarse por la obra de esta escritora granadina, cautiva en su silencio; y así publicará, en 2015, El corazón de la gacela, en la colección Valpa-raíso de Granada, de la que el crítico ma-lagueño José Sarria ha dejado escrito que la «consolida, definitivamente, como una de las voces líricas de mayor calado y pro-fundidad dentro del actual panorama de las letras andaluzas y españolas». Este mis-mo año le fue concedida por unanimidad la Medalla de Oro al Mérito de la Ciudad de Granada. En 2016, Escribano publica su antología personal Azul melancolía en la editorial Visor, donde se editará este mis-mo año el volumen antológico Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX (1886-1960) a

«Doctora en Filosofía y Letras, Mariluz Escribano ha sido, sin duda, una de las plumas esenciales del compromiso social en los últimos veinte años»

La razón de escribirPOESíA

La escritora Mariluz Escribano recibe este martes el Premio de las Letras Andaluzas

Manuel Gahete

Mariluz Escribano.

CÓRDOBA

lírico. Muchos de ellos se han recopilado posteriormente en diferentes libros: Ven-tanas al jardín (2002), El ojo de cristal (2004), Jardines, pájaros (2007) y Escuela en libertad (2010). Pero será en la década de los noven-ta cuando comience a darse a conocer. En 1991 publica, en la editorial Guadalhorce de Málaga, Sonetos del alba; al que sigue en 1993 la plaqueta «Desde un mar de silen-cio» en la colección Cuadernos del Tama-rit. Su siguiente libro de poemas, Canciones de la tarde, verá la luz en 1995, en la edi-torial Torremozas. Este mismo año apare-ce su primera obra narrativa, Diálogos en Granada, en coautoría con Tadea Fuentes, junto a la que publicará al año siguiente Papeles del diario de doña Isabel Muley, ambas editadas en Granada, ciudad en la que ve-rá la luz Cartas de Praga (1999), con prólogo de Luis García Montero, a quien siempre ha unido una grata amistad.

Serán años de intensa actividad litera-ria en el género narrativo; y así, en 2001,

Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019 9

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Literatura del cambioEladio Osuna regresa al territorio de la memoria de los años 60 y 70

Francisco Gálvez

NARRATIVA

Cada vez son más los es-critores que deciden ol-vidarse de las editoria-les y publicar sus obras

literarias en Amazon, y no es la primera vez que en este univer-so inmenso nos encontramos con autores insospechados y con una escritura insólita, sin con-taminar y en los márgenes del mundo literario. Como nos di-ce Carlos Alberto Gamissans en la revista Pliego Suelto: «Amazon es una jungla de libros donde coexisten miles de especies in-corpóreas. La versión digital del ilustrísimo Don Quijote de la Man-cha –que puede descargarse gra-tis– aparece al lado de Cincuenta sombras de Grey. Pero no sólo co-habitan clásicos y superventas. Además existe un grupo de au-tores independientes que publi-can de manera autónoma y tra-tan de abrirse camino, machete en mano y a pecho descubier-to». Algunos han dado el aldabo-nazo y salto literario desde esta plataforma.

Y entre las entretelas de Ama-zon, en este grupo de escritores independientes nos encontramos con Eladio Osuna (Nueva Carte-ya, 1949), profesor, periodista, fotógrafo y escritor de novelas y cuentos. Hasta el presente ha publicado tres novelas, Desmemo-rias de campiña (2015), El marqués de Louriño (2015), La estanquera del Maquis (2016), y su última obra, hasta la fecha, y la que suscitan estas líneas, con un título más

Eladio Osuna.

CÓRDOBA

que sugerente y de doble signifi-cado: Cuentos del cambio (2018).

El libro se divide en cuatro partes: «Cuentos de Ciudad Jar-dín», «Cuentos de la Dictadura», «Cuentos de la Victoria» y «Otros cuentos». La contraportada nos dice: «Cuentos que llevan años esperando salir, para superar una etapa bien ganada al pro-tagonismo por otros, pero que precisa del testimonio de la gen-te corriente, los que no fuimos a Suresnes, pero que también par-ticipamos». Estas palabras dan fe de una gran mayoría que vivió y luchó como aquellos otros que sacaron la cabeza de manera más visible. En el prólogo, el autor nos dice: «El cuento capta la fru-galidad de una historia que en sí misma, empieza y acaba en él. Lo demás, como siempre, es fruto de la imaginación del lector. Me aburren los cuentos con preten-siones intelectuales, los cuentos que tratan de ser trascendenta-les, los cuentos complicados que hay que descifrar como una no-vela de misterio. Me inclino por el cuento fugaz que capta una de las miles, millones, escenas coti-dianas que nos rodean, o la anéc-dota breve que no por efímera debe perderse».

Cuentos del cambio se sitúa en el territorio de la memoria de los años 60 y 70, un periodo inme-diatamente anterior a la tran-sición. No es una obra geográfi-camente parcial y tampoco con sentido de periferia, son hechos y vivencias que se dieron y vivieron simultáneamente en cualquier parte de nuestro país, entonces

despertando a otras y próximas experiencias sociales, políticas y culturales, también muy igual en costumbres y maneras, cuan-do otro tiempo se abría desde un país cerrado a cal y canto, hacia un futuro incierto pero ilusio-nante que se vislumbraba.

Sus cuatro secuencias o partes

se componen cada una de ellas de varios relatos conexionados bajo su título correspondiente, y con-lleva varios escenarios, lugares y episodios comunes, la ciudad, un tiempo de vericuetos y sen-saciones históricas, biografía de una juventud vivida con ilusión y esperanza, caminos por tomar

‘Cuentos del cambio’. Autor: Eladio Osuna. Edita: Amazon, 2018.

cuando todo estaba por hacer, hechos y costumbres de enton-ces, sucesos, pandillas, bailes, la urbanidad por las aceras, algún asesinato, el partido de fútbol en campos provisionales, pinceladas de la dictadura y otros.

En la primera parte desta-can «Café Express», «La lechera prodigiosa», «La espada del más valiente capitán del barrio» y «El muestrario». En la segunda, «Cuentos de la dictadura». El au-tor, a modo de semblanza, nos dice: «Me había criado al regazo de la educación más o menos ofi-cial, en una familia en la que en la Guerra del 36 habían tenido dos muertos, uno por parte de padre y otro por parte de madre. Así que la consigna estaba clara: No meterse en líos. El trabajar en unos periódicos progres supuso el descubrimiento de otro mun-do, el no oficial y patriotero», y brillan más los relatos «Opera-ción Plus Ultra», «Pisadas en la noche», «El señor Ruiz», «Certifi-cado de adhesión al Movimien-to» y «Certificado de buena con-ducta del párroco». En el tercera, «Cuentos de la Victoria», se refle-jan aspectos cuanto menos pin-torescos. Sobresalen «El paseo», «El café con moscas» y «Menú del día». Y en la cuarta, «Otros cuen-tos», se trata quizás de textos con más pretensiones sociológicas y políticas, destacando «Benito», «Copas y copas» y «Palmera en tres tiempos». Diversos y distin-tos pasajes se entrecruzan y co-existen de época y tiempo, tam-bién examen en la distancia de un entorno, de lo que fuimos y vivimos.

La que conjura el fuego

La escritora María Jesús Romero Ni-cieza, nacida en Avilés (Asturias) en 1955, ha publicado hasta la fe-cha los siguientes libros: Outsider

(o todos mis tutús en vos), de 2013, Chica Chis-pa (2015) y De Ciudad Blonde (2017), así co-mo este último, Laberintos (2018). Su obra se halla representada en antologías co-mo Asturcones. Treinta y un poetas de Astu-rias (2012) y Lluvia de palabras. Antología de poetas avilesinos (2014). Dentro de su que-hacer filológico preparó, con su esposo el poeta Luis Miguel Rabanal, la antología bilingüe de Miquel Martí i Pol, Lo dejo to-do (2001).

A manera de poética, en la contraporta-da del libro Laberintos, confiesa lo siguien-te: «Hay en nosotros un niño que huye. Lo atrapamos cuando escribimos y vuelve

conjura al dolor y al cansancio; así como al mismo laberinto mental capaz de ha-cernos infranqueables contra la adversi-dad, de fortalecernos en medio de nues-tro propio desvalimiento y frente al coraje que supone sobrevivir. «¿Ves? Ella lo dijo, me haré la muerta para soñar. Y soñó que se hacía la muerta. Se hizo la muerta. Los niños lo vimos» («Decimoctavo laberinto», p. 80). Al fin y al cabo, no somos sino rehe-nes de esos laberintos múltiples que son testigos del devenir existencial en que nos debatimos a diario.

pente, melodía limón, amarillo limón, mundo universo...

Se trata de una escritura fragmentaria, muy del tiempo en que vivimos, donde el mundo imaginado cobra relevancia en el laberinto urbano y/o mental en que los sueños rotos huyen a menudo de una rea-lidad abrazada a una muñeca; esto es, al desencanto y a la decepción del mundo que nos rodea. Citas del poeta de Riello, Luis Miguel Rabanal, del argentino Juan Gelman o de la compatriota de éste, Olga Orozco, dan entrada a las diversas partes que configuran la estructura de este libro singular que es Laberintos y que son, a sa-ber: un texto introductorio, «Pastiches de ciudad», «Response», «Espacios parapente» y «Laberintos», que da título al volumen y que integra el mayor número de textos.

La escritura de MJ Romero conjura al la-berinto urbano y al propio laberinto exis-tencial en que se debate la vida humana,

a escaparse. Mi escritura es la huida y el reencuentro. En definitiva, la ausencia. La ausencia en un prisma. Un prisma hueco descrito en su oquedad desde sus distin-tos vértices y aristas». MJ Romero se des-envuelve con fluidez entre los laberintos urbanos y los de la memoria, con imáge-nes que forman parte de su ideario, de gran audacia expresiva, con elegancia y delicadeza femenina, lo que no resta un ápice a la sobriedad de elementos, ni a la gravedad de la reflexión que anima con hondura sus textos.

Es la suya una prosa poética intimista que nos habla con un tono cuasi confiden-cial, a veces semejante al pudor, con gui-ños a otros idiomas, como es el caso del inglés o el italiano (MJ estudió Filología Hispánica en Oviedo), con insólitas apo-siciones que el lector avispado advertirá con cierta regularidad en su libro: lugares historia, sombras historia, espacios para-

José Antonio Sáez

‘Laberintos’. Autora: MJ Romero. Editorial: Eolas Ediciones. León, 2018.

POESíA

10 Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019

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Claridad entre la nieblaRoberto Loya profundiza en la perdición del ser humano en ‘La sombra de Buda’

Antonio Luis Ginés

poesía

Desnudar no es solo de-jar lo esencial al des-cubierto, sino tam-bién señalar la menti-

ra, lo que no perdura porque no estaba predestinado a ello. Uno se sumerge en los poemas de Ro-berto Loya y desde el comienzo tiene y mantiene sensaciones, y es bueno que se produzca este hecho, porque siempre es un pa-so hacia la emoción, hacia la cer-teza de la permanencia.

Dos fuerzas se encuentran en este libro: el pensamiento como algo no concreto y las imágenes, lo poético, como algo más con-creto. en ese pulso, se va produ-ciendo un desnudo, un aligerar peso de lo superfluo, lo que nada dice o aporta, con la voz seña-lando las incoherencias de nues-tro tiempo. entre ambos planos surge también un punto de en-cuentro continuo, un equilibrio, fundamental para que el poema prospere, y es ahí donde halla-mos a Loya batiéndose el cobre.

Descubriremos poemas de distinto corte: unos que ponen el acento sobre la belleza como un reducto aún intacto frente al resto de cosas, y otros que se de-cantan por señalar desde el ver-so, esa parte de nuestra historia que no agrada escuchar, y de la que somos, aunque sea indirec-tamente, cómplices.

Bajo ese tono en apariencia suave, casi melodioso, subyace durante todo el libro un mensaje mucho más fuerte que el propio timbre de voz. Un mensaje sobre la perdición del ser humano, la transformación que ha ido su-friendo y que tantos cabos suel-tos ha dejado en el camino.

Roberto Loya.

MANUEL MURILLO

pero no todo es oscuridad o de-nuncia, también hay lugar para la esperanza, y momentos de lu-cidez dolorosa que nos sacuden con una descarga: «No hay dhar-ma ni enseñanzas./solo estás tú y el coraje de estar solo». solo noso-tros decidimos hacia dónde avan-zar. somos los dueños de nuestro destino, otras variables no nos ponen sobre la pista auténtica de la existencia y su sentido.

Desnudar mediante la palabra lo que palabra genera a través del tiempo y las continuidades, de las inercias que se nos marcan y que la voz no duda en cuestio-nar: «abandonarse en este lluvia/es llegar a creer en lo que deja-mos de ser/Y hoy nos falta». Que-mar todo para nacer de nuevo,

y permanecer de forma más pu-ra, menos contaminada: «donde hubo dolor,/no hay ahora nada./ Nunca hubo nada./Nunca habrá nada...». avanzar con la certeza de que desvelar los secretos de la vida es una forma también de reencuentro con el ser y con el medio, de purificación de las al-mas, y no solo lo que se ve, sino lo que también se oculta; buscar la conexión con las cosas cuan-

do ese lazo establece un diálogo, una empatía: «se mecen en secre-to/todas las cosas./La música res-pira agua...». este juego es muy importante en el plano poético, necesario, imprescindible. Mos-trar pero siempre dejar oculta alguna carta, sin perder de vis-ta el hecho en sí, su vitalidad y movimiento, su significado: «Lo que no oye el canto/es el canto mismo».

Loya no se olvida de que las imágenes son imprescindibles para construir el corazón del poema: «es invierno,/Y arde sola/La nieve ahora,/Y es inocente». sa-bedor de ese detalle tan vital, esa proyección que nos dirige nun-ca pierde de vista que cuando la imagen aflora con estrépito, es

‘La sombra de Buda’. Autor: Roberto Loya. Editorial: Polibea. Madrid, 2018.

mejor dejarle paso para que se deslice e impacte: «el viento en la calle/Y una pintada:/¡ah! Tam-bién las rosas/son desdichadas». en el lenguaje poético no se da la comunicación, sino la revelación. el autor nos deja esas revelacio-nes que trenzan vínculos con las cosas y con la sabiduría del ins-tante, en la apuesta por lo vital: «el río se abre paso/Como un pá-jaro gigante/montaña abajo./La vida se purifica a sí misma». La idea de renovación es perpetua, una necesidad de limpiar lo de dentro y lo de fuera, en una nega-ción también insistente que pone de relieve lo que sí está llamado a perdurar: «No va a morir, y será salvado/Cómo un pétalo de rosa/recogido de las aguas…». en bus-ca de esa inocencia nueva -y en la confusión en lo que creemos ver- surge la claridad posterior, en la que la sombra no es oscuri-dad: «Todas las cosas miran/pero muy pocos lo saben», con ese aire sanador, en la espera de que sea-mos árboles hallando la claridad entre la niebla.

el olvido frente a la idea de eternidad hallan la forma de cohabitar en el mismo espacio, aunque el presente siempre flu-ye como el ritmo a seguir, como la música que impera frente a lo de antes y a lo venidero y cuyo estribillo está cargado de verda-dero sentido vital. sin presente no se construye lo eterno, no hay posibilidad de ello: «el corazón baila en silencio/pero muy pocos lo saben». Roberto Loya compar-te con nosotros las mentiras y las verdades, los anhelos y los secre-tos, las imágenes y su bondad, el pulso en una canción que no es otra mentira más, sino una mi-rada limpia que siempre parte de cero.

Lecciones de vida

La escuela, las lecciones, los alum-nos, los profesores, las relaciones entre ellos, los sentimientos de unos y de otros, los momentos de

dicha y de padecimiento: sobre eso tra-ta este libro y a ello hace referencia, de forma escueta y acertada, su título, En-tre pupitres.

el volumen es una antología de textos (contiene veinte) de ficción y de no ficción: hay cuentos, fragmentos de novelas y ex-tractos autobiográficos.

La mayor parte de los autores seleccio-nados son escritores (también hay algún

por su parte, en «el oficio de los san-tos», de Miguel González san Martín, la elección que hace un chico de un rega-lo para la profesora favorita de la clase causa un momento amargo para él y para ella, pero también es el inicio de una re-lación dichosa entre el muchacho y otra maestra.

hombre importante.en «La lección de canto», de Katheri-

ne Mansfield, el estado de ánimo de una profesora (determinado primero negati-vamente por una carta y después positi-vamente por un telegrama) influye en su forma de afrontar su clase, en qué lección elige y hasta en los sentimientos de sus alumnas.

«Cuento de escuela», de Joaquim Ma-ria Machado de assis, trata sobre corrup-ción, delación y castigo: un niño le paga a otro para que le enseñe la lección que el primero no ha aprendido; otro niño se lo cuenta al profesor; este inflige un cas-tigo severo a los niños que han hecho el trato.

profesor) de épocas y nacionalidades di-versas.

en el prólogo, el antólogo, seve Calleja, explica: «en la mayoría de los casos que hemos reunido en este libro, se nos dibuja aquella escuela antigua, casi siempre ru-ral, cuyos protagonistas son más pobres que la desangelada aula que los acoge. Y es en esos ambientes donde descubrimos que despuntaban muchos de los y las apósto-les de la moderna innovación educativa».

el maestro de Carrasqueda, de Miguel de Unamuno, cuenta una historia entra-ñable: la relación entre un maestro y un alumno, que se inicia en la escuela y con-tinúa el resto de la vida de ambos, inclu-so cuando el alumno se convierte en un

Roberto Ruiz de Huydobro

‘Entre pupitres’. Autor: Varios autores. Edita: El Desvelo.Santander, 2018.

ReLaTos

Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO12 DE ENERO DEL 2019 11

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Decíamos que la poesía de Ra-quel Lanseros encierra una propiedad esencial: «la mo-mentánea eternidad», y, en

consecuencia, el «ímpetu epicúreo de afirmación vital». Una lírica robusta y lúcida, que produce sensaciones emo-cionales y vibraciones profundas muy cercanas al lector, a su vida cotidiana, a sus pequeños relatos diarios, con los que alcanza un valor sensitivo pene-trante y la conmoción de estar inmer-sos en la cotidianidad, en la «momen-tánea eternidad». Con su última obra, Matria, dedicada a su hijo, penetra di-rectamente en la esencia de lo huma-no, lo convierte en materia sensible, vivificante, esplendente. Un libro de suculenta riqueza expresiva y múlti-ples matices, sinuosidades, lecturas diversas y enriquecedoras donde se aúnan el caudal del significante junto a una apuesta por el ser humano, la-tente, presente, en un «nuevo» y dife-rente compromiso para el siglo XXI en el que la incertidumbre haya su cami-no más solícito y la poeta se pregun-ta «¿qué es lo que debo creer?/ ¿Lo que me dicen los otros/ o lo que yo puedo ver?». El poema es receptáculo de sabi-duría y recorrido vital, biográfico y su-blime donde la escritora de Jerez tran-sita del yo al vosotros, del tú a ellos, en un camino de ida y vuelta que inspira la línea de una poética abierta a todo tipo de circunstancias vitales y estéti-cas en la que tan importante es el espa-cio privado como el público, la intros-pección íntima como su relación con el mundo. Un libro enérgico, audaz y de fortaleza probada, duro, consustan-cial a nuestro tiempo, pero de una en-diablada ternura, en la que el fuego lo preside todo, el «fuego que consume, pero también calienta», y en él su voz se hace conciencia ante «la memoria como patria íntima/el único dominio con vino de justicia», o ante las perso-nas queridas, como en el poema «Pa-dre»: «Me oigo gritarle al mundo desde dentro de ti». O el hijo, a quien dedica la obra: «El otro es breve y frágil/ape-nas perceptible/aún cuenta por sema-nas su presente (…)/El otro es un pro-yecto de espesura/el alba que despun-ta perfecta como un blanco».

Los recursos expresivos (incluso has-ta la ruptura silábica de diversas pala-bras o el desempleo consciente de los signos de puntuación) y la cercanía por momentos a recursos propios de la van-guardia son puestos en funcionamien-to para penetrar en los grandes signos de nuestro tiempo: el lugar que ocupa-mos en nuestra existencia, el recorrido vital, Europa, el homenaje a América, el compromiso con los derrotados, los balances de una biografía, el amor, la vejez, las cicatrices del corazón, su recorrido, el antropocentrismo y su discurso demoledor, la ruptura de los sueños, el concepto de culpa, el miedo

Lo humano y lo eternoRaquel Lanseros publica ‘Matria’ en la editorial Visor

Francisco Morales Lomas

Raquel Lanseros.

a estar a la deriva, esa condición de la existencia, y el sentido de la nada: «In-útil aspirar a su clemencia./Sus únicos amores conocidos/son la palabra nadie/ y la palabra nunca». Pero esta materia del significado está inmersa en un sig-nificante de ingente riqueza y abundan-tes recursos lingüísticos que permiten tanto adentrarnos en la casa familiar y la búsqueda de la felicidad como dete-nerse en la conciencia y hacernos uno con ella siendo conscientes de nuestra inanidad y desmemoria: «Poesía/que sa-be hablar con Dios y nunca muere».

En ocasiones el discurso puede estar más cercano a la épica, como en su be-llo poema «Europa», con sus palabras a medio recorrido, un hermoso canto a ese «camino» a medio construir: «¿Qué puedo hacer a hora? ¿qué hago? el vien-to aúlla/en una red so no ra que me at urde/soy un ángel ca ído ante tus pies, europa/¿dónde has plantado todos tus cadáv eres?/nunca sé lo que tr amas/ aquí esto y vara do en tu colina/ en me-

dio de esta plaga de perga mino y sed/ europa, eres la niña sin padres que me observa/con apetito afónico encrudada sin lágri mas» (sic).

Una poesía que nos permite entrar en una continua meditación sobre lo que somos, sobre lo que vamos cons-truyendo en nuestro día a día; una lí-rica para preguntarse por el lugar que ocupamos en el mundo y esa «liquidez» que tanto nos concita, al tiempo que tratamos de instigar un nuevo lengua-je que nos permita descubrir el miste-rio de lo creado: «El lenguaje se mira al espejo/que refleja vigor y belleza». Pero siendo muy conscientes siempre de la alegoría de lo aprehendido, de la constatación de un fracaso: «Creía/que la felicidad era algo así/ un futuro ro-ciado de esencias orientales». En otras ocasiones, la claridad desnuda su pala-bra; otras, por el contrario lo simbólico se adueña de la singladura del poema y expande sus registros, como en «Hen-daya-Irún 1962», o «666» con el diabóli-co emblema numérico.

La poesía de Raquel Lanseros se inser-ta en el siglo XXI, nace de su corazón pero llega al corazón del mundo a tra-vés de una palabra preservada, profun-da, vital, afianzada en una época llena de incertidumbres.

Lanseros crea una lírica robusta y lúcida que genera sensaciones emocionales

CÓRDOBA

LAS gUARDAS

‘Poéxit’Javier Sánchez Menéndez

Hay un dicho que indica

que cuando un finlandés

introvertido te habla

se mira los pies, si el

finlandés es extrovertido

se atreve a mirar tus pies.

Leo Las niñas siempre dicen

la verdad, de Rosa Berbel, y encuentro en

sus versos un tanto de introvertido y otro

de extrovertido. Una mezcla coherente

y acertada. Acudo a una entrevista en

una revista digital para conocer un

poco mejor a su autora y sí, Berbel

tiene muy claro el camino que desea

seguir, una búsqueda y observación de

lo experimentable, que bien reflejan

sus versos. Poesía sin maleza. También

tengo entre las manos El sol y sus flores,

de Rupi Kaur. Dice la faja que acompaña

al libro que se han vendido más de

cuatro millones y medio de ejemplares.

Y recuerdo a Kafka y a sus claras

expresiones «lamentable» o «deplorable».

También viene a la mente San Juan

de la Cruz «Detente, cierzo muerto», o

las palabras de Rilke «Dictámenes de

La poesía escrita por jóvenes anda en un proceso de búsqueda e indagación

bandería que sostienen hoy una cosa y

mañana la contraria».

Poéxit, lo de Rupi Kaur es poéxit, o lo que

es lo mismo, un amago de poesía que

reina en la república de las letrinas,

algo así como la Némesis, la justicia

retributiva. No sé si otra definición

puede ser «patulea», o tal vez «patullar».

¡Es tan poco poético!

Dice Rosa Berbel en la entrevista

que le molesta mucho que se hable

despectivamente de la joven poesía. Y

tiene razón, la poesía escrita por jóvenes

anda en un proceso de búsqueda e

indagación de propuestas valientes y

rompedoras. Hay mucha poesía joven

muy digna, pero aún en proceso de

irrupción y de maduración, como debe

ser. Lo contrario sería un error.

Lo que es poesía seguirá siendo poesía,

lo que no es poesía es poéxit, o lo que

es lo mismo, la cara de un finlandés

mirándose o mirándote los pies. Nada

más. No hay mucho más por más que se

busque. Y si se busca se pierde el tiempo.