TENER PRESENTE NUESTRA IDENTIFICACIÓN CON EL PADRE

Cuando oremos, no perdamos la conciencia de nuestra identificación con Dios. Aprendamos la lección que nos da Jesús, el Cristo. Tengamos presente que no hay, ni habrá jamás oración que se equipare a la Suya. Cuando Cristo ora, ora a Su Padre que está en lo más recóndito de Su ser, ora a Su otro Yo; a Dios siendo también Dios; al Eterno, siendo también el Eterno; al Omnisciente, siendo también el Omnisciente; al Omnipresente, siendo también el Omnipresente; al Omnipotente, siendo también el Omnipotente. Cristo en Su oración nos da ejemplo de Su perfecta, absoluta, infinita identificación con el Padre. Cuando oremos no olvidemos esta enseñanza que nos da. En realidad como hemos dicho ya, Dios y nosotros, nosotros y Dios no somos dos entes extraños. No. Somos luz de la misma luz; como dice la Escritura, somos dioses nacidos del mismo Dios. Para bien orar, hay que profundizar en estos conceptos. De otro modo nuestra oración será muy elemental, muy imperfecta. Muchísimos cuando oran tratan de entablar un diálogo con un ser muy, pero muy lejano; oculto, vaporosamente oculto, al que dan conceptos de cómo obrar, de cómo proceder, de lo que debe dar o lo que debe alejar del que ora. Y lo que es más triste aún, en la oración piden a Dios castigos para el enemigo. ¿Será esto, oración?... Padre CÉSAR AUGUSTO DÁVILA GAVILANES

Guía Espiritual y Fundador de la Asociación Escuela de Auto-Realización

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