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IDEAS GENERALESQUE PODRÁN SERVIR

PARA FIJAR LA INSTRUCCION

E N LAS E S C U E L A S MILITARES,ACOMPAÑADAS DE ALGUNAS OBSERVAGIOKES

SOBRE VARIOS ARTÍCULOS

0 ^/ ff^ro^ecto de £ e ^ Constitutiva

J e i C^árcito^

P or los Oficiales encardados de la enseñanza en el Colegio M ilitar de Valencia: el Capitan D. Juan Daura del Dibujo m ilita r , el graduado de igual clase D. Juan de Dios Lasala de idioma francés^ el de la misma D. Clemente Lemus de Ordenanza militar el Teniente D . Juan José Tercero de M a­temáticas , el de la misma clase D. Rafael de Eche'- verria substituto de la de Francés, y el Subteniente

graduadx) de Teniente D. Francisco Renbm de Geografía,

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V Ju an d o una Nación consigue desembarazarse de guerras asoladorns que por largo tiempo la han oprim ido : cuando agoviada del peso enorm e de la esclavitud á que la han conducido sus m ismos go­bernantes, recupera de u n golpe la libertad de que se vio privada : y cuando en ñ n , vé afianzado su p o d e r, respetada su dignidad , y asegurados los de­rechos y propiedades de todos y cada uno de los individuos que la com ponen; entonces es cuando con todo empeño y eficacia debe esclusivamente' dedicarse á fom entar y propagar en todos los ra­m os una sólida instrucción , con la cual haga na­cer la suavidad de costum bres , y la cu ltu ra de los ingen ios; cree u n núm ero de hom bres eminentes en todas clases, form e sus e sp íritu s , les com uni­que u n m odo de pensar m as elevado, y suavice po r ú ltim o sus m odales, para que de esta precio­sa semilla venga una copiosa cosecha de Héroes, que al paso que sean las delicias de su P a t r ia , la engrandezcan é inm ortalicen con los frutos opi­m os de sab id u ría , y hechos gloriosos que nece­sariam ente han de seguirse á principios tan fun ­damentales. L a E spaíia , nuestra am ada P atria , no desconoce estos principios : en el reinado de D . Ju an el a.° se dejó percibir el crepiisoulo de k s lu ces; y la edad de Carlos 5.° vio despucs los grandes hombres que fueron la adm iración de la E uropa : no se conocieron menos en tiem po de Fe­lipe 3 .®, si bien es verdad que este fue el fruto de las labores de sus antepasados ; m as desde los p rin -

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cípios del reinado de Felipe 3.° fue dism inuyéndo­se la ilustración en razón de lo que se apartaba de su o rig en , hasta que á últim os del siglo 17 se y ió tan es té ril, que cuasi puede decirse que nos quedam os sin ella. Las demas Naciones se han de­dicado á las ciencias después acá con un empeño y una aplicación tan constante y seguida que pare­ce han llegado con sus descubrim ientos á tocar los lím ites á donde puede alcanzar el entendim iento hum ano ; nosotros solos hemos retrocedido ; pero gracias al Todopoderoso, ya amaneció en nues­tra casi exanime y morib(unda P atria un dia glo­rioso , que apartando para siempre las trabas y entorpecim ientos qu^ form aban el an tem ural de los progresos, nos fac ilita , prepara y sum in istra to­dos los medios necesarios para poder llegar con ra­pidez á la elevada cum bre de la prosperidad. Ya he­m os visto que la sabiduría del Congreso no ha po­dido prescindir de la im portancia de la instrucción? y ya hemos visto tam bién que celoso del mejor acier­to , ha señalado para la interesante discusión de la ley constitu tiva del Egército la prim era legislatu­ra , convidando y estim u lando , no solo á los sa­bios de la N ac ió n , sino á todos los E spañoles, á que manifiesten en el interm edio sus ideas , para que cotejándolas todas, puedan entresacarse aque­llas que contribuyan con m as u tilidad á tan ne­cesario objeto. Ñas contem plariam oa hijos espúreos de nuestra cara m adre P a tr ia , si desalentados por ,1a consideración de nuestros lim itados talentos , é in ­suficientes luces, sofocásemos en el silencio los bue­nos deseos que anim an nuestros sentim ientos, y de­jásemos sin patentizar las ideas que nos ocupan so­bre una de las partes del herm oso todo que ha

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componer la ley reglam entaría del Egército; m u­cho m a s , cuando nos convida á ello el incesante desvelo de los Padres de esta m ism a Pati ia por el m ayor bien y utilidad de todos sas hijos los C iu­dadanos Españoles. ¡A y !i¡y quién pudiera llenar completamente tan grandiosa como interesante em­presa! Pero ya que no nos sea posible, esperamos por lo menos se nos disim ularán los defectos que co­m etam os en el desenvolvimiento de nuestros p rin ­cipios , por solo la consideración de que únicam en­te el deseo de la prosperidad nacional es quien nos h a impelido á tom ar la p lum a en tan delicado punto.

Que el estado político actual de la E uropa exi­ja im periosam ente la du ra necesidad de. que sus diferentes potencias sostengan en tiempos pacífi­cos egércitos perm anentes que las pongan á salvo de las m aquinaciones y asechanzas que la desme­dida am bición de algún .conquistador podría tal vez in te n ta r , es una praposicion que no necesita dem ostrrase : y asi lo conocieron las Cortés get* nerales y extraordinarias cuando decretaron el a r­tículo 356 de nuestra Constitución política. INo in ­tentam os determ inar el n ú m ero , form a y demas circunstancias que deberán ooncurrir en .el vasto p lan de la form acion de estas tropas ; pero sí, continuando nuestro objéto, osaremos a firm ar que, sea cual fuere su organización , nunca podrá pro­meterse grandes ventajas, si los Oficiales , Geiés y Generales que sonilos resortes prim ordiales-de la delicada m áqu ina de un (gército , no siguen un i­formes la m archa magestuosa de sus m ovim ien­tos. INo es suficiente el v a lo r ; es necesario poseer unos conocimientos m ilitares que proporcionen aquella u tilidad y coatícida v e a ta ja í que ha h e -

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Gcho: palpar la e^ìpierìencia de tantas guerras , acos- tum ljrarae á reiiexiouar sobre ellos , y dedicarse con empeño á adqu irir cierta destreza y sagaci­dad para d irig ir las operaciones, conocer las del contrario y frustrar sus intenciones; \ Bien á nues­tra costa iienios experimentado estas verdades en la desastrosa guerra, que. con ta n ta 'g lo r ia de. la N ación española term inó en 8 i4 ¡ De aqui pues la necesidad de fom entar la instrucción e n e i ra-.- m o m ilita r , y de aqui el convencim iento de-las Cortes para dictar el artículo 36o de la m ism a C onstitución , en el cual se previene que se esta*p blezcan escuelas m ilitares para la enseñanza de todas las diferentes arm as del egército y arm ada.

Esto supuesto , convendría que el Gobierno de- term inase u n cierto núm ero de escuelas m ilitares en diversos puntos de la Península, donde al m ismo tiem po qi^e se sum inistrase u n a perfecta educación m il i ta rá la juventud españolarse facilitase á todos los ciudadanos que quisiesen aprovecharse de es­te beneficio enviando á ellos sus hijos ó encargan d o s , la proxim idad de sus casas , la economia posible,eu su m anu tenc ión , y ademas .todas aque­llas .véntajas compatibles con lo& intereses da la .Nación;

Convendría fijarse el m áxim um del núm ero -de plazas de cada, esciiela, el cual está sujeto al sistema de egército-que adapte la Nación:-, y a l n ú ­mero. de oficiales qué’ podrá. necesit«ir i cuyo cálí-

-culo será m uy fácil al *Gofcierno determ inados que seau ditíhos datos ; pero de todas m aneras debería d istribuirse el núm ero de dichas p la/as en tres clases. L a prim era gratuitas < y oónoederse únicas

á lújios deíáqujalkis ipilittìi^ ..qufe mu>-

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rieron gloriosamente en conocidos y señalados ser­vicios de la P atria , prefiriendo sit'inpre los de menores recursos á los de. mayores. Este seria un prem io q u e , bien considerado , mas tendria de jus­ticia que de gracia ; pues nada es mas na tu ra l íjue el que una INacion grande egerza las funciones de padre con aquellos que lo perdieron por ella. La segunda» de medias aí^istencias , á las ¡cuales oLta- rian los hijos de los oficiales del egcrcito desde Sub­teniente hasta Capitan inchisive, ocup/mdolas igual­m ente con preferencia aquellos de los de m enor graduación. De esto la ISacion , lejos de patbcep el m enor menoscabo., sacaría sin disputa ventajas considerables, porque n o hacit^ido mas, que mos- trí^r u n agradecimiento á aquella ;benemérita cla­se de c iudadanos, que á todas horas están dispues­tos á verter hasta la ú ltim a,go ta de su sangre por la paz» tranquilidad y conservación dé los dere­chos , propiedades é intereses de los españolas ress- ta n te s , sus herm anos y conciudadanos , recogeria en recompensa el delicado fru to que es consiguien­te á las luces y buena educación , y que basta Ahora se ha detiperdiciado-en mtichos ele estos jó - „venes p o r carecer sus padres de los excesivos re­cursos que para ello han sido menester. La ter­cera , de aquellos que pudiesen con tribu ir con unas

.módicas asistencias » n o deibiendo excedesr estas etj m anera alguna de, unos seis reales' vellón diarios; porque esta clase de utilidad y ventajas debe ser c o m u n a todos los ciudadanos españoles que no estén suspensos del egercició de ta les, y este de­recho se acercará m as á la realfd'id del íiecbó, cuanto m enor sea la cantidad de 'dichas asisten­cias , pues siem pre excede en m ucho el núm ero

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de los que gozan de cortas ó m edianas facultades al de aqm lios que nadan en la abundancia.

D eterm inado ya el núm ero de plazas , y clasifi­cadas según se estime m as conveniente, debe tam ­bién señalarse la edad de los que hayan de entrar, y el tiempo que podrán permanecer en la escue­la m ilita r , pasado el cual deberán salir indispen­sablemente de ella , sea para percibir el prem io de sus tareas y-aplicación con el empleo de Subte­niente ó A lferez, según se determine en el arreglo general del egército ; 6 bien para que no cunda el m al egemplo que los desaplicados podrán dar á los demas , contem plando como tales á los que fuesen reprobados en dos Cursos d is tin to s , ó por dos veces en una m ism a m a te ria , y como inútiles á los que tuviesen la desgracia de carecer de la suficiencia necesaria para la adquisición de los co­nocim ientos que se requieran ; en cuyo caso debe­ría ser precisa obligación del D irector de la escue­la hacerla saber tan luego como se conociese, á los padres ó apoderados de los interesados , á fin dfe p o n e rá estos^á salvo de todo perjuicio , y evitar que aquellos malwirtiesen unfts jasistenclás , las cuales tal vez podrían los m ismos hacer pfo^ gresos en otros ramos. ’

L a edad coilvendria eii'nucstro concepto fee f i j^ se desde los doce hasta los catoi'ceaño^ inclusive, pa­ra cuyo tiempo podrán poséer con bastante per^ feccion los primeros rudim entos de nuestra santa R elig ión , como igualm ente los principios de leer y escribir con propiedad, requisitos ambos, que de­berán exigirse indispensablemente á cuantos quie­ran d isfru tar de la educación m ilitar.

La perm anencia de los aluínnos e n las escu©-.

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^ 9làs m ilitares no deberá exceder, en m anera algu­n a de seis años , en ios cua les, si se aprovecha eá tiem p o , podrán aprender con bastante perfección las materias que se propondrán en su correspon­diente lu g a r, y que comprendemos serán las su­ficientes para crear excelentes* oficiales, y señalar­les el verdadero cam ino que han de seguir para poder ser con el tiempo no peores Generales ; re­sultando ademas q u e , saliendo para los diez y ocho á diez y nueve años á oficiales , podrán lle­gar al térm ino de su carrera en una edad en que se conserve todavía con bastante vigor la robus­tez personal indispensable en un m ilitar.

L a educación de estas escuelas podrá dividirse en tres partes que deberán com prender la m oral, política y m ilitar. M o ra l, porque el m ilita r es­pañol debe hacer alarde de ser espejo de v irtud en sus costumbres , y modelo de providad en sus cperíiciones. Política , porque el objeto de dichas, escuelas debe ser el preparar á este m ism o m ili­ta r con unos conocimientos ta les, que pueda de­sempeñar con el tiempo el dificultosísimo encargo- de m a n d a r , tal vez egércitos n um erosos, y aca­so en territorios y paises extraíaos, donde el mas sabio , estudioso y experimentado General no po-, drá resolver en ciertos casos sino con la perspica-, eia de u n a fina política adaptable á la urgencia . ocurrente. M ilita r , para inspirar á los jóvenes el valor , la tem planza , la sobriedad, la modestia y la decencia sin afectación ^calidades todas que de­ben ser el distintivo del ciudadano m ilitar español»

La prim era ¡)arte deberia estar á cargo de a l- g«n sacerdote respetable por su edad , aprecial)le pof su carao te r, adm irable por su conocida cicn^

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IOe ia , y venerable por lo egemplar de sus virtuosas costum bres; quien al propio tiempo que desem- peíiara este delicado encargo , sirviese de Capellan Párroco de la escuela; cuyo requisito , m inoran­do los gastos indispensables que tendrá que hacer la Nación para el logro de tan im portante obje­to , in ílu iria de un modo eficacísimo para dispo­ner los ánim os de los jóvenes feligreses á o ir con gusto la divina ciencia de la boca de u n padre es­p iritu a l tan recomendable.; Bajo la dirección de u n hom bre semejante de­

berían los alum nos recibir las impresiones de las verdades evangélicas ; y en las lecciones de la es­c ritu ra santa encontrarla á cada paso el maestro ocasiones oportunas para in fu n d ir en los tiernos corazones de sus oyentes los sentim ientos de h u ­m anidad que debe tener el hom bre para con to­dos sus sem ejantes, y m ucho m as u n m ilitar , cu­ya suerte y paradero siempre es incierta.

AI explicarles la Constitución divina » esto es, los preceptos del Decálogo , en cada uno de ellos ha lla ria m ateria suficiente para aplicarla á las di­ferentes obligaciones del hom bre en la sociedad. L a obediencia por precisa obligación , y subordi­nación en los casos del servicio al que esté encar­gado del m ando , podria inculcarla continuam en­te á los a lu m n o s , haciéndoles form ar la verdade­ra idea de esta sum isión y obediencia, pues en ellas está la observancia de la ley ; como que la m ism a ley á que el hom bre se somete gustoso para disfrutar^ ^1. bpneficiio.dela sociedad ,:ba cons­titu id a en el m ando al sugeto á quien debe obe­decerse en aquella ocasión ; bajo cuyo concepto es su obediencia y sum isión , la obediencia y gum i-

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1 1aioii de la m ism a ley ; y hé aqui la clave de lít subordinación m ilitar.

A l hacerles la horrorosa p in tu ra de lo que viene ¿ ser u n perjuro ante los ojos de Dios , y e despre­cio que se merece de los hom bres , elevaria sus es­píritus á la form acion de una idea tal, que tem bla­rían solo de pensar en ello. ¿ Y qué de ventajas no resultarían de aqui á la Wacion ? E l joven que im buido en tan saludables principios llegase á la edad de p re s ta r , y prestase el juram ento de fide­lidad á las Banderas nacionales, seria modelo de fidelidad al R e y , sostén incontrastable de los de­rechos de la N ación , y el m as firme apoyo de la Patria ,

P o r últim o, la influencia de unos hom bres co­m o los d ichos, daría sin -disputa á la Nación en las escuelas m ilitares los delicados frutos que nos proponem os en esta parte de su instrucción.

L a segunda , debería desempeñarla u n sugeto que uniese á las luces necesarias para la explica­ción y enseñanza , el conocimiento del manejo in ­terior de los Gobiernos. E s te , al paso que perfec­cionase á los alum nos en la inteligencia del ver­dadero sentido de cada uno de los artículos de la ley fundam ental , ó Constitución política de la M on arq u ía , debería im buirles aquellas m áxim as de política tan necesarias al que ha de m andar, sea en el ram o que fu ere , que sin ellas se expon­d rá sin duda á cometer en m uchas ocasiones de­saciertos m uy trascendentales, y que los evitará, seguram ente con su conocimiento.

Este m ismo profesor haciendo tam bién enten­der desde los principios á los jóvenes alum nos que nacen con el hom bre los afectos y pasiones , qu ie-

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n ts in ten tan hacerse señores de la voluntad bajo una t'alsa apariencia de bien , los convenceria de la necesidad de reforzar por lo m i s m o la razón con la previsión del m a l , para q u e , reconociendo &u im perio , pueda oponerse a la tiran ía de tales inclinaciones y apetitos. Es necesario que sepan los que probablemente llegarán á obtener con el tiem po algún empleo 6 destino que desempeñar, que muchos de los sugetos que los cercarán , será U n i c a m e n t e porque aspirarán al v a l i m i e n t o que dependa de ellos , y no perdonarán m e d i o algu­no de cuantos les sugiera la lisonja y adulación para captarse la voluntad del que m anda y con­seguir asi el logro de sus intentos ; por lo tanto es necesario que desde su tierna edad aprendan á conocer estas artes » y se les enseñe el modo de a r­m arse contra sus afectos , y contra los que inten­ten valerse de ellas para arrancarles gracias que jio merecen.

Una de las principales m áxim as que deberá procurarse gravar en os corazones de los a lum ­nos , es la de hacerles entender que el que llegue á m andar , no ha de obrar por inc linac ión , sino por razón de gobierno, y no por genio propio , sino por ley: que sus costumbres mas deben ser polí­ticas que natu ra les, y que sus deseos m as deben nacer del corazon de la P a tria , que de su propio eorazon ; y en fin , que un particu lar puede go­bernarse á su m odo; pero que un funcionario pú­blico debe gobernarse según la conveniencia co­m ú n .

Una de las cualidades que debe tener todo en­cargado de inando , y en especial el m ilitar , cor- respüydiente tam bién á las m áxim as po líticas, y

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tíil vez de las m as interesantes , por depender de ella el buen ó m al éxito de las disposiciones del Gobierno , es la reserva en ciertos casos de las ó r­denes que tenga que egecutar, ó de sus propias intenciones con relación á las operaciones que de­ba disponer ó d irig ir por sí; por lo mismo, la im ­portancia de un im penetrable secreto en los a su n ­tos graves en las acciones y resoluciones de los que m anden , ó estén encargados de poner en prác-* tica las órdenes ó decisiones del Gobierno ; los per-

Íuiciosque de lo contrario pueden originarse á la *atria : el deshonor que recibe , y la bajeza que

comete quien revela el secreto en asuntos de ta n - ,ta trascendencia , con lo m ucho que desdice de la dignidad de hom bre semejante debilidad, es otro de los asuntos principales que deberá tenerse pre­sente en esta parte de la instrucción de los a lum ­nos, para im prim ir eii sus ánim os el elevado m o­do de pensar que ha de distinguir á los que al­gún dia deberán desempefiar el honorífico , pero delicadísimo encargo de d irig ir los negocios que la superioridad pueda confiarles.

F inalm en te , si el encargado de esta clase de instrucción , al paso que explicase la C onstitución política d é la M onarquía , diese unas nociones ge­nerales de aquellas libertades que gozaron en tiem­po de nuestros antiguos predecesores , los Arago­neses , los Navarros y los Castellanos , con el ver­dadero origen de su decadencia; podria p rep a ra r los espíritus de sus alum nos con m áxim as tan ú tile s , tan saludables , tan generosas y tan libera­les , que haciendo respirar á todas sus ideas los m as nobles deseos de la gloria y engrandeci­m iento de su N ac ió n , m anifestarian en sus ac-

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Hclones u n acendrado am or á la P a tria y el hon­roso afán de empicarse con utilidad en su servicio.

Kn la tcrccra parte que es la m ilitar» y nues­tro prim ario objeto , incluirem os tam bién la par­te c ien lííica , si bien ú til y ventajosa á todos los hom bres cualquiera que sea la carrera ó ram o á que se dediquen , tan de absoluta necesidad para el buen desempeño del difícil y complicado arte de la guerra , que siu ella nunca podrán llegar los jóvenes m ilitares á ser dignos Oficiales , n i en el transcurso del tiempo sabios Generales ; y si faltan estos para la dirección de nuestras tropas, jam ás podrá fijarse la victoria sobre e lla s , n i sa­carse partido del valor español tan form idable en todas épocas á todas las potencias de Europa.

Asi p u e s , como que la ley reglam entaria del egército debe ser el eje directivo de todas las ope­raciones m ilita res , no solo se les en terará de ella á los alum nos haciéndoles la m as clara y genui- n a explicación de todos sus artículos , sino que deberá obligárseles desde sus principios á la mas exacta observancia de todos e llo s , para que acos­tum brados á vencer su propia voluntad desde la edad mas t ie rn a , no encuentren despues repugnan­cia en ciertos casos que la naturalez.a m ism a del servicio m ilita r lo exige decisivamente para el lo­gro de la d isc ip lina , tan precisa é indispensable en la m ilic ia , que sin ella es u n absurdo supo­ner que pueda conseguirse ventaja n i resultado al­guno favorable en las operaciones militares.

Al paso que los alum nos egercilen la m em oria con la ordenanza m ilitar y Constitución política, deberán perfeccionarse en la lengua de la Macian» oon el estudio de su g ram ática , y adquirir por me­

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dio de la lógica el arte de m etodizar el raciocinio na tu ra l. Son demasiado evidentes la conveniencia y utilidades que acarrea al m ilitar el conocimien­to del idiom a en que se hallan escritas las mejo­res obras del arte de la guerra , como igualm en­te el dei pais donde esta se haga ; pues en el p ri­m er caso podrá ponerse con su lectura y medi­tación en estado de llenar completamente sus de­b e re s ; y en el segundo , indagar por sí m ism o de los habitantes de la comarca las noticias que exi­ja alguna expedición que m edite, exam inar los prisioneros y trán sfu g o s, bu rla r con una opor­tu n a respuesta u n centinela con tra rio , y úh im a- ^nente salvar su vida^ si se halla abandonado en u n campo de b a ta lla , con cualquiera palabra que dirija en su idiom a al soldado enemigo mas cruel; en este concep to , y en el de que la tierna edad contribuye sobremanera á la perfecta adquisición del acento , pronunciación 6cc. creemos m uy opor­tu n o el que los alum nos aprendan la lengua fran­cesa ó inglesa tan p ron to como se hayan perfeccio­nado en la nacional.

E l conocim iento de las ciencias exactas es in ­dispensable enseñarse con bastante estension en las escuelas m ilita res , porque de él depende la com­binación de las grandes masas , la dirección exac­ta de sus m ovim ientos, y el cálculo aproximati-^ vo del éxito que podrá esperarse en las acciones, para decidirse á ellas en el caso de que los datos las presenten favorables, ó evadirlas con diestras m a­niobras si apareciesen contrarias. Asi p u e s , las m aterias de este ram o , que en el plan de estudios

se proponen , deberán estudiarse por un au to r que las trate con acierto y bien á fo n d o ; porque los

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alum nos que reciban esta in stru cc ió n , es necesa-^ rio que iíi reciban de modo que si salen al egército , puedan por sí mismos im ponerse en los cotiocimientos sub lim es, y si quisiesen pasar á Ingenieros lí otras academias superiores, no ten­gan que principiar o tra vez, despues de cinco ó seis años de estudio.

Los que se crian y educan para el m ando m i­lita r deben poseer por sí mismos los conocimientos que sus respectivas obligaciones puedan exijirles; pues de lo contrario tendrán que valerse de otros, quienes les aconsejarán y d irig irán bien ó mal; y la responsabilidad en este caso no recaerá en estos sino en el que m anda ; de la m ism a m anera que se llevaria las glorias en el otro. Nada mas com ún en cam paña que el encargo de la defensa ú ataque de una plaza , 6 los reconocim ientos de un cam-f po en que deba situarse la tropa ; y si á los co­nocim ientos m atem áticos se agregan los de Geo­grafia , Fortificación Perm anente y de Campaña, A taque y Defensa de las P la z a s , con el Levanta­m iento de planos topográficos y el Dibujo m ili­ta r , podrán los alum nos que salgan á Oficiales, m andar y d irig ir en los dos primeros casos las m aniobras por s í; pues como queda dicho lian de responder por sí del m al ó buen resultado de sus providencias; y en el tercero , desempeñar airosa­m ente su com ision , presentando las posiciones ventajosas que proporcione el terreno, para aprove­charse de ellas , y envolver al enemigo si in ten ­tase algún a ta q u e , o para sostenerse y retirarse con seguridad si no hubiese fuerzas suficientes que oponeile.

El que ha de enseñar es preciso que prim ero

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aprenda ; y siendo u n a de las principales obligacio­nes del Oficial el in s tru ir al Soldado en el m ecanis­m o de todos los m ovimientos , tan to respecto al ma­nejo del arm a , como al de los giros , marchas, con­versiones y demas necesario para el acierto d é las m aniobras , deberá ponerse m ucho cuidado en que los alum nos se enteren perfectamente de la instruc­ción del R ec lu ta , C om pañ ia , Batallón , y Línea por lo m enos, (si bien seria m uy ú til se les die­se algunas ideas de la T áctica sublim e ó Gom bi- nííciones de las grandes operaciones m ilitares) pa­ra poder desempeñar debidamente dicha obliga­ción ; y como los principios fundam entales de es­ta instrucción dependen 6 tienen su origen en las ciencias exactas, por esto m ism o parece debe ocu­p a r este lugar.

Será m uy conveniente que los alum nos reci­ban la instrucción que indica el párrafo anterior, no solo con relación á el arm a de infanteria <5 ca­ballería , sino á la de am bas juntas ; porque de este modo se conseguirá un espíritu de fra te rn i­dad entre los Oficiales de estas dos a rm a s , que destruirá la rivalidad tan perniciosa que casi siempre se ha observado entre los individuos de e llas, en perjuicio de los intereses de la P a tria ; se econom izarán los excesivos gastos que exije l i creación de escuelas separadas para la caballería,* tendrá la Nación en un apuro abundantes Ofi­ciales instruidos de que echar m ano para cual­quiera de las arm as que los necesite ; cuando es­tos lleguen á ser G enerales, no comfeteráil desa­ciertos trascendentales en sus órdenes , consiguien­tes á la lim itación de conocimientos á solo una de las dos arm as ¡ y ú ltim am ente , lejos de serles

a

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perjud ic ia l, podrán á favor de ella protegerse con m as tino y acierto en los m om entos críticos de ofender al enemigo ó dqí’enderse de él.

Con el fin de que los alum nos no toquen en el extremo de afectados, n i que criados unica­m ente en el ocio y el regalo adquieran una afemi­nación que los,imposibilite para, las fatigas anejas á la carrera m ilitar , deberá señalárseles un unifor« m e sencillo que llevarán cuando salgan del estable- pimiento, y un trage modesto para lo in terior de él, celando con la m ayor vigilancia usen de ellos con io ­do aseo y limpieza;, pero sin afectación n i otros ador­nos 6 ata^ ios , que sobre desdecir y 5er im propios del m ilitar , repugnan tam bién al caracter espa- íiol ; proporcionándoles ademas los juegos naciona-t les de b a rra , pelota y otros equivalentes , los cua­les al paso que les sirvan de honestos entreteni­m ientos eu líis horas de descanso contribuyan, á fortalecerles el cuerpo ,*y prepararlos á resistir sin violencia las.fatigas de la carrera que emprenden.

L as academias de esgrima , principios de bai-i le y egercicios prácticos que se proponen en el pl^n de estudios, con tres ó cuatro paseos m ilitaren que deberán ejecutarse en cada curso , haciendo llevar en ellos á cada alum no la fo rn itu ra , a r­m am ento correspondiente y su m ochila á 1^ es­palda , con una m an ta 6 capote para abrigar­se en una o dos noches que se campe al raso^ con tribu irán eficazmente al logro de este intere­sante objeto.

T am bién será m uy á propósito para ello , el perm itir por unas cuantas veces en cada curso ( y <^ue sea en algunos dias de vacaciones que hayá en el ) la salida á caza á los m as adelantados : en ella

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Ift juventud se desenvuelve, cobra iTuer7;as y lige-í reza , se reconoce el terreno, se m ide el tiem po de esperar , acometer y herir , y se aprende el uso de los casos y de las estratagemas: a l l í , el aspecto de la sangre vertida de las fieras y de sus disfor­mes m ovim ientos en la m uerte , purga los afectos y cria generosos espíritus , que desprecian con de­nuedo todas las som bras del miedo.

Estos egercicios usados con la discreción ne­cesaria servirán parä no dar cabida á la ignavia y flojedad, y form ar po r el contrario u n án i­m o bien dispuesto y varonil en la juventud m i­lita r.

E l fom ento m ism o de la ilustración pública exige que los alum nos no carezcan de las nocio­nes principales de la h istoria de su Nación ; y por lo tan to deberá sum inistrárseles cuando menos el <íompcndio de ella po r el P. Isla ú otro que se estim e mas conveniente.

Para el logro de la completa instrucción que se propone, solo resta que los destinados á seguir la carrera m ilitar tengan á la vista algún objeto que los estim ule á las grandes em presas; y para ello nos parece no puede haber otro m as á propósito que la histoi’ia de los Héroes Guerreros , y en par­ticu lar la de aquellos Capitanes españoles quehaií sido la adm iración y la envidia de las demas Na­ciones ♦ por sus v irtudes, por su valor, por su pfeHticia y po r 'sü s operaciones militares.

■ E l 'to b a jo es cóhveniente; pero no puede con­tinuarse sin in terponer el reposo; porque de lo contrarío , la salud decae y el ánim o se ¡entorpe­ce. Convencidos de lá verdad de estas j)roposieio- iies ‘, y considerando al m ism o tiempo qu(í la es-

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30tacion ráenos á proposito para el estudio es aqoe-' 11a en que el excesivo calor debilita hts fuerzas del cuerpo , y su influencia parece hacer esta de­bilidad corporal trascendental á las potencias del espíritu : suponiendo de descanso los dos meses de, Ju lio y Agosto en que por lo com ún se experimen­ta m as el ri^or de la estación calurosa en la m a-. yor parte de la Península , hemos hecho la distri­bución de cursos con arreglo á diez meses en ca­da u n o , principiando por el de Setiem bre; y b a - , jo esta inteligencia parece podrá adaptarse el ad­ju n to plan de estudios en las escuelas militares. (A)

Para la esplicacion de todas las m aterias que comprende la parte de instrucción m ilitar , debe­rla el Gobierno elegir los Oficiales m as distingui­dos del egército por sus conocimientos científicos, por su egemplar conducta , y por su caracter dul­ce y am ante de la juv en tu d ; quienes al propio tiem po que desempeñasen tan honorífico encargo, podrian tam hien ser los^propietarios de las com­pañías que en cada escue a se form asen y y á fia de no recargarlos con la demasiada fatiga , n i dis­traerlos del estudio diario que tendrán que hacer p a ra el cum plim iento de sus obligaciones, podrian señalarse cuatro ó seis Oficiales que alternasen en las guardias establecidas en e lla s , con el objeto de conservar el orden y exacta observancia de su régim en interior.

Con respecto á los Oficiales Profesores, podrá proponerse la cuestión de si cada uno de ellos de­berá empezar por la explicación de la ínfim a cla­se , y continuíir hasta la superior, tu rnando todos por este orden ; ó si convendrá m as que perm a­nezcan constantes en la de una sola. Examinjemo*

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(A)À ts tu J m en se manifiesta /as ¿fifcrentes materias científicas p e exl^e h instrucción /e /as Cscue/as S¡/i/itans,

y e / orden ¡ue podr.í adaptarse en su enseuanza.

Clases déla mañJ'intermediando media A.“ de descanso.'^^ Clases de la tarde intern\ediando media hora de descanso.

Cursos!ÍDos horas. I

H ora y media Dos horas. U na hora.

1.®.... O rdenanza M ih tar* ........... Constitución poh'tica. Gramát.^ casteU/y Lógica. Conferencia de Ordenanza y Constitución.

2 .“.7,. A ritm ética y á lg e b ra . . . . D ibujo n a tu ra l...........Idiom a francés ó ingles........................................Idem .

Meses»rG eom etría, T rig o n o m etría^ ---------3 .“...|G eom etría práctica, y L e v a n - ................ ................................................' ’ ' .............H istoria de España.

tam iento de planos topogra-í J i ja ile ............ ................^fieos.

i :

! X 1 l^UUUIlICLl ici I iw-t. 1 »•plicacion del Algebra á la Geometría, Secciones Cóni­cas , y nociones de Geome­tría Descriptiva.....................

(Fortificación Perm anente y

.Geografía.......................

.

Meses.T ííc t /d e ln f “ hasta iiatallon inclusive. . 5. Idem íie Cal>a Hería hasta Escuadrón. . . . 5 .

jD ibujo m ilitar............-Meses^

T act.M eL in .*deIn f.\ 5. ídem de C aballería.. . 5.

Idem. I

Notas»1 ? Los domingos y dias festivos deberá el Capellan d e s e m p e ñ a r la instrucción m oral con la esplicacicn del Evangelio é H is­

toria Sagrada , desde las nueve de la m añana hasta que juzgue haber pasado el tiempo suficiente para llenar completamenteesta obligación. , » • j 1

2 .“ Todos los lunes y jueves debenín suspenderse las clases de la ta rd e , y emplarse esta en la instrucción practica de lasdos a rm a s , determ inando las horas según las diferentes estaciones del año.

3 .“ Para poder dar cum plim iento á las d istintas clases que se señalan , deberán tener los alum nos dos horas de estudio privado por la noche, y otras dos por la m añana ; y de este modo les quedará tiem po suficiente para oir misa y rezar el rosario todos los d ia s , cuyos piadosos egercicios ó actos religiosos son m uy propios de todo Español constitucional.

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2 1la pfoposicídn bájo sus dos aspectos para conocer la m ayor utilidad. E l p r im e rO ' olrece' en nuestro concepto una serie de dificultades, de las cuales solo iudicarernos las m as notables ; y la prim era que. se presenta es la de ser de absoluta necesidad que todos los Profesores estuviesen igualm ente im ­puestos en todos los ramos que constituyen la en­señanza de los alum nos , cuya condicion no es fá­cil la llenasen muchos , porque el entendim iento hum ano tiene limites, que, cualesquiera que sean, los esfuerzos del ho m b re , no es dable traspasar. La segunda : que estos m ism os Profesores ( acordan­do la posibilidad de conseguir dichos conocimien­to s ) nunca podrán explicar tan lum inosauieiile n inguna de las m aterias de dicha instrucción, co­m o en el caso de estar fijada la que cada uno de­biese enseñar^ m ucho menos aquellas que no tu ­viesen una in tim a analogía entre s í , como sucede con la Ordenanza , Constitución , Fortificación, los idiom as y el d ib u jo ; y la tercera , que habitua­dos los discípulos á la voz de un m aestro, suele suceder, que al ser preguntados por otro sobre aquello m ism o que saben bien , se tu rban en tér­m inos que no entienden la p reg u n ta , y de con­siguiente no pueden dar la respuesta. Todos es­tos inconvenientes se vencen con la perm anen­cia de los Profesores en una sola clase, que es

el segundo aspecto bajo el c u a l hemos presentado la cuestión ; porque asi desaparece el prim er obs­táculo ; asi podrán los Profesores profundizar la parte de instrucción que esté á sus respectivos cargos , y adquirir el m as ventajoso método de

penetrar á los discípulos en la verdadera in te li­gencia de las m aterias; y finalm ente, acostum bra-

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do» los alum nos i d iferen te explicadones y á vo­ces distintas no extraíiarán la de cualquiera cuan­do sean preguntados. Estas reflexiones nos han he­cho decidir por el segundo m étodo adaptado én la escuela politégnica' de F ra n c ia , no encontran­do sin embargo dichos inconvenientes en el tu rno del ram o m atem ático por- el ín tim o enlace y tr£V- bazon que tienen sus diversos tratados entre sí.

Todos los Oficiales mencionados deberían esme­rarse en in fund ir á los alum nos de sus clases respec­tivas el am or á la Patria, la afición al servicio, la su­bordinación y obediencia á los superiores en asuntos de él, y la honrosa y moderada am bición del deseo de la gloria y de las recompensas; porque el m ilitar, en quien éstas no-produzcan un violento entusias­mo, n i sea sensible á las satisfacciones de aquella, so­lo será u n móvil autóm ata, ó un ser apático, incapaz de concebir n i ejecutar cosas grandes. Pero los en­cargados de explicar la ley cdustitütiva del egér- cito y ordenanza que de ella se derive,' deberiati en particu lar estim ularlos á form ar la idea mas elevada diel honor bien entendido s para que cuan­do este estribe en el servicio de la P atria , sepan despreciar con denuedo los riesgos de perder la vi­d a , y arm arse de u n valor foi'midáble^é irresiis-^ tibie. Les harían entender que el valor , aun despro­visto de luces , puede ser' alguna u tll, p f ó que los conocimientos y talentos son siémj>t^ eri la-guer­ra inútiles sin él ; que el-Oficial''debeí<s<?r'bm^-^ vo , y que conviene que Ibs soldádtiá ‘ejst¿n*óonvei^ eidos de su valor ; pues si este estuviese en duda, bien pronto seria d e s p re c ia d o y las órdenes que diese perderían, aun en tiempo de paz , u n a grarf parte de s u . fuerza j qbé. esto no • obstante , ■ paníi

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i3 ^que aquel sea grande* no necesita ser c iego , por­que si tocase al extremo de -hacer perder la re­flexión y la tranquilidad para dar órdenes, le fal­tarla su mejor cualidad , y el que asi lo poseyese podria ser buen soldado , pero no buen Oficial.

E l encargado de la h istoria de los Héroes guer­reros é ilustres Capitanes españoles, deberia p in ­ta r con energía á sus alum nos los hechos y ha­zañas m as gloriosas de estos dignos modelos de la m ilicia ; y hacer una crítica severa é im parcial de todas sus operaciones para estiinular á sus oyen­tes á seguir el egemplo de aquellos que contribu­yeron mas^ á su engrandecim iento , y h u ir de las otras que por sus TÍpios , defectos ó errores fue­ron causa dé obscurecer ó d ism inuir sus glorias.

A l fin de cada curso deberia haber en todas las escuelas exámenes generales y p ú b lico s, pre- 5¡didos por la prim era au toridad m ilita r de aquel p u n to , y ¡convendría que concluidos, se diese en el acto por la m ism a u n prem io á cada uno de los que m as se hubiesen distinguido en su respec­tiva clase , para que sirviese de estím ulo á los der n&as.

E l D irector principal de cada escuela m ilita r podria ser u n M ariscal de Campo de conocida ins­trucción , que entendiese en el todo de é l ; y ade­m as deberia haber u n segundo de la clase de Co­

ronel , que bajo las inm ediatas órdenes del p rim e­ro dirigiese la parte económica y m ilita r , con la intervención de un Com andante ó Teniente Coro­nel que desempeñase el Detall.

Como nuestro objeto ha sido el presentar ú n i­cam ente las bases de la in strucc ión , nos hemos ceñido á indicar las horas de estudio necesarias

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pnra e lla ; pero la distribución de to d as , como igualm ente el gobrérno intenta* de las escuelas y SLi m anejo económ ico, podrá fijarse por el regla­m ento del Colegio dé Artillería cón £>s modifica­ciones que se crean convenientes : y asi concluire­mos con algunas reflexiones sobre la trascenden­cia de esta instrucción , y las ventajas que resul­tarán á lá Nación si el Gobierno la fom enta , pres­tando los recursos que al efecto se necesiten , y proporcionando recompensas y premios al m érito y trabajo de los Oficiales y demas que se empleen en ella.

La instrucción m ilitar influye sobré las cos­tum bres de los m ilitares ; y las de estos sobre las costumbres generales , sobre los sucesos de la N a­ción en la guerra , sobre su crédito en la p a z , y principalm ente sobre la felicidad de todos sus in ­dividuos en general, y de cada uno en particular. L as buenas ó malas costumbres son hijas de la buena ó m ala educación , y la m ayór parte de es­ta depende del m ayor ó m enor grado de instruc­ción. Introdúzcase pues en la m ilicia, y pronto nacerá en ella la honrosa ambición de merecer la estim ación pública : verificado este precioso deseo, se verá al m ilitar cum plir sus obligaciones en to­da siit extensión , y reu n ir las virtudes que consti­tuyen u n hom bre com pleto , u n ciudadano justo, y u n guerrero respetable : si la Nación consi-t gue ver dirigidas sus tropas por Oficiales de es­ta especie , lejos de temer funestos resultados en la g u e rra , podrá estar segura de que la victoria se­g u irá á sus egercitos ; y que si no la consiguen en alguna ooasion, la habrán merecido por lo me­nos : que íÍ la som bra de tan incontrastable b a r-

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fera serA tem ida y respetada dé las dcmns naciones, afianzará su crédilo , y estenderà su comercio á los clim as m as rem otos; y ú ltim am ente , descansando en las ideas que los sólidos principios habrán labran­do en aquellos, podrá vivir tran q u ila , y sin tem or de que los destinados á la defensa esterior y tra n ­quilidad in terior de elia , se conviertan en in s tru ­m entos de su opresion y tiranía. Todos estos re­sultados tienen una ín tim a relación con la ins­trucción m ilita r ; y por lo m ism o la Nación no debe perdonar medio alguno de los que puedan con tribu ir á p ro p ag arla , facilitando para las es­cuelas edificios capaces y saludables por sus posi­ciones , abonando por cada plaza de los alum nos, que paguen el completo de las asistencias, dos rea­les vellón diarios ; cinco por los que contribuyan con la m itad , y ocho por las plazas gratuitas; proveyendo tam bién á dichos establecimientos de m a p a s , globos , instrum entos m atem áticos, bi­bliotecas con las mejores obras de todas las ciencias que deban enseñarse en ellos , diseños de las p rin ­cipales plazas de E uropa y de todas las de la Na­ción , caballos, arm am ento , eq u ip o , m on tu ra , y finalm ente cuanto se necesite para conseguir el lo­gro de tan im portante objeto.

Ohsermciones sobre algunos artículos del Proyecto de L e y Constitatwa del Egército*

Cuando consideramos que él hacer observa­ciones acerca de la Ley C onstitu tiva , es presentar los artículos que se observa» , con restricciones, am pliaciones, ó bajo diferente aspecto que lo ha .hecho la coinision nom brada del seno de nuestro^

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legisladores , nos arredra la idea del cotejo de nues­tra ignorancia con la sabiduría que reconocemos en los individuos de aquella ; pero como nuestro objeto es solo desempeñar los deberes que nos im ­pone la P atria , y con tribu ir con nuestras cortas fuerzas á lo que creamos pueda serla ú t i l , según tenemos m anifestado , prescindimos al tom ar la p lum a de aquella idea, y solo obramos estim u­lados del celo patriótico que nos anim a : bajo cu­yo supuesto estamos persuadidos nos será d isim u- lable cualquiera error que cometamos al estender dichas observaciones , en los artículos que juzgue* mos puedan hacerse.

E l prim ero que ha llam ado nuestra atención es el 3o del capítulo 3.° por ver concretada en él á solos los m ilicianos y cabos de la m ilicia acti­va de 1 9 , 2 0 ó 2 1 años la obligación de en trar en el sorteo para el reemplazo del egército perm a­nente. Nosotros haríam os estensiva esta obligación á los Sargentos y demas individuos de otras gra­duaciones que por sus circunstancias particulares « o se hallasen en el caso de ser m as necesarios en sus casas que en el egército ; fundando nuestro pa­recer : p rim ero , en que volviendo todo individuo de la m ilicia activa á la clase com ún de ciudada­no despues de desempeñado el acto del servicio á que fuese llam ado ( artículo 43 del reglam ento de aquella ) es consiguiente , que para el sorteo, don­de n ingún servicio de la m ilicia se desempeña, de­ban ser iguales todos los m ilic ianos, sin conside­ración á sus graduaciones. Segundo ; en que con­cediendo la ventaja de la esencion á las graduacio­nes , se presenta agraviadaxi ofendida la délos Ca­obos , igual á las demas en m éritos y razón para

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obtenerse, según el artículo 27 del citado regla­mento. Tercero : en que supuesta la citada exen­ción podrá llegar y llegará con frecuencia el caso de en trar eu el sorteo m ilicianos que excedan la prim era edad prefijada, hallándose de esta en las clases esentas individuos que tal vez habrán ob­tenido la graduación por medio de la in triga 6 el soborno ; y ú ltim am ente en que , siendo todos los empleos de la m ilicia amovibles cada dos años, no se presenta inconveniente en que deje la gra­duación con que se halla el dia del sorteo u n m i­liciano , que tal vez al siguiente deberá egecutarlo por no ser reelegido.

E n el capítulo 4*° hem os fijado la considera­ción sobre el a rtícu lo 49 qiie variaríam os única­m ente haciendo extensiva la escala de los ascensos desde Subteniente hasta C apitan inclusive á todos los cuerpos de una m ism a a rm a comprendidos en cada división m ilitar. E sta variación la creemos justa y U t i l , sentada la base de que el ascenso en estas clases debe ser por rigorosa antigüedad (d e cuyo particu lar hablarem os en su artículo respec­tivo ) y bajo este concepto m anifestarem os las ra­zones que nos han obligado á decidirnos por ella, en los térm inos propuestos , con preferencia al es­calafón general de todos los cuerpos del egército, y a l particu lar de cada uno de ellos.

Que la escala general de los ascensos en cada arm a sea m as ju sta que la particu lar de los cuer­pos , nos parece una verdad demostrada por sí m ism a ; ya porque todos los individuos de una m ism a a rm a , ademas de servir á una misma na­ción y depender de una m ism a dirección superior que debe egercer la justicia d istribu tiva sobre ellos.

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■sSestán sujetos a la s m ism as obligaciones ; y ya por­que no siendo la suerte del m ilitar electiva, tam ­poco debe privársele de un ascenso que haya ocur­rido en un punto ó cuerpo, solo porque involun­tariam ente dejó de hallarse en aquel ó pertenecer á este; y si jam ás ha dejado de ocupar cualquie­ra vacante ocurrida en los cuerpos respectivos el individuo á quien ha correspondido por rigorosa antigüedad, háyase hallado presenteal tiempo de ella, ó bien haya estado ausen te , comisionado ó en cual­quiera otro destino; del m ism o modo parece na­tu ra l que se egecute en todos los individuos de u n a m ism a a rm a , pues todos corresponden á un cuerpo considerado eu grande.

Bajo el aspecto de justicia la razón nos perv ■íuadeel método de escalafón general ; pero si lo consideramos bajo el de utilidad , no aparece asi; pues pudiendo suceder que se hallase en u n estre­m o de la Península el Oficial á quien correspon­da ocupar cualquiera vacante , y el cuerpo donde esta ocurriese en otro ¿ qué de perjuicios no se se­guirían al servicio ? ¿ cuántos sacrificios no debe­rían hacer los pueblos por donde aquel transitase? y si por casualidad el regimiento de la vacante se ha lara al frente del enemigo ¿ cuántas víctimas no se sacrificarían tal vez en el puesto correspon­diente al ascendido antes que él pudiera llegar á ocuparlo? Este contraste que form an las razones presentadas bajo uno y otro aspecto , juzgamos se halla en algún modo destruido y vencidas en lo

-posible todas las d ificultades, adaptando el m é­todo de la escala por divisiones m ilitares ; porque debiendo estar todos los cuerpos en una m ism a provincia ó en una m ism a parte del egército , re -

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.ftultan concillados en u n térm ino medio los i in­convenientes del retardo en el serv icio , los sacri»- ficios de los pueblos y la dilación en reemplazar las vacantes, con la ventaja de que la justicia dis­tribu tiva se aproxim a m as al pun to que debe estar egercida sobre todos los individuos de una m ism a arm a.

Leido el artículo 5a del m ismo capítulo , tara- bien se nos presenta su contenido bajo los dos as­pectos de justicia y utilidad. Si lo m iram os bajo el p rim e ro , no hallam os una razón que nos in ­cline á dar ventaja á la clase de alum nos n i á la de Sargentos para proveer las plazas de Subtenien­tes ó Alféreces : aquellos cuando han concluido sus estudios y desempeñado las fatigas y sei’vicio de las clases subalternas en los siete meses qiíe pre­viene el artículo lo i de la m ism a Ley C onstitu ti­va , son ya acreedores á ocupar una vacante ; y los Sargentos cuando hayan llenado sus deberes con aquel ce lo , ap titud y.probidad que exigen las m u­chas atenciones de esta clase , se hallan en el mis?- m o caso ; parece pues que al m irar los reem pla­zos bajo este aspecto , m antiene la justicia su ba­lanza en equ ilib rio , distribuyéndolos con igual la rg ueza , ya al asiduo estudio y aprovechamien^“ to de los unos , ya á los reiterados servicios y confe- tancia en las fatigas de los otros : ¿ pero sucede lo m ism o sí se consideran dichos reemplazos bajo el aspecto de utilidad ? Presentaremos la idea conio la concebimos.

Que la Nación anteponga en utilidad los Ofi­ciales de grandes conocimientos é in stiüccion , á los que solo son aptos para el desempeño de sus precisas obligaciones en una Compañía-, es una ver­

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dad que en nuestro concepto no necesita prueba: y de esta verdad incontrastable por las m uchas ra­zones que presenta , y callamos por ser demasiado obv ias, deducimos la necesidad de que en la pro­visión de las vacantes se atienda mas á los a lum ­nos que á los sa rgen tos; porque de lo contrario ¿cómo podrá aum entarse el núm ero de Oficiales instruidos si se coartan los medios de su fomento? T al vezi se nos contestará que este objeto se ha­lla completamente satisfecho por el artículo loo de la m ism a Ley Constitutiva , en el cual se m an­da que el a lum no aprobado en examen general, sea destinado á Cuerpo en clase de so ldado , para ascender progresiva y mensuaUnente hasta la de O ficia l; pero de esta observación, y del artículo que tratam os se deducen dos consecuencias, á sa­ber : ó que el núm ero de alum nos que se fije en las escuelas debe ser m uy c o r to , para que sus salidas n o perjudiquen á la clase de sargentos, 6 que si se aum enta este núm ero en razón de lo m as iiti- les y necesarios que se les considera , deberá ha­ber siempre una porcion de Oficiales supernum e­rarios en los R egim ientos, que graviten sobre el Erario*; y bajo cualquiera de los dos aspectos se echan de ver las desventajas que indispensablemen­te deben resultar á la Nación.

Si contra- las razones de utilidad propuestas se objeta la de igualdad * por ser m as conforme con el sistema que felizmente nos rige; nosotros respon­deremos , que la indicada preferencia en nada se opone á aquella , y si se concede 4 los a lu m n o s, no es en razón de su clase , com ún á todos los ciu­dadanos , sino porque los conocimientos que n e - cesariameiite deben >po;se¿r *iSon pía# útiles á la N a-

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cion que los que tiene u n sargento cuando le cor­responde su sa lid a ; sin que por o tra parte dejemos de confesar que nos pareceria m uy justo entrasen estos en el tu rno de los alum nos para la provision de dichas plazas siempre que sufrieran el m ism o examen. F in a lm en te , si ademas de los dos aspec­tos de u tilidad y justicia bajo los cuales hemos tra^ tado el artículo que se observa, se quisiera m irar bajo el de agradecimiento que la Nación debe tener á la clase de sargentos por los servicios con tra í­dos hasta llegar á ella , se verá q u e , si bien es verdad que podrán ser mayores ó menores según las circunstancias , no lo es menos que todos se­rá n hijos de la obligación con que se hallan des­de que les cupo la suerte de se rv ir ; m ientras que los alum nos espontáneam ente sacrifican desde la edad m as tierna las com odidades, distracciones é in tereses; y este sacrificio espontáneo exige en nues­tro concepto de parte de la Nación por quien se h a ­ce , cuando menos la m ism a consideración que los m éritos contraídos por u n Sargento en el preciso cum plim iento de sus deberes; deduciendo por con­secuencia de todas las reflexiones presentadas , que sí la Nación puede bajo el aspecto de justicia y aun bajo el de agradecimiento , considerar iguales á los alum nos y Sargentos para la provision de los empleos á que deben optar , no así bajo el de u ti­lidad en que los prim eros se aventajan m ucho á los segundos , debiéndoseles por lo m ism o tener m as consideración en esta parte.

E l artículo 54 de que ya hemos hablado al ob­servar el 49 í juzgamos podria concretarse á p ro ­veer las plazas de S ub ten ien te , Teniente y Capí- tan solo por antigüedad y nuestj o juicio está fun-

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Bsáado en que debiéndose atender en dichos ascen­sos á la ju s tic ia , este medio es el mas á propósi­to para que se egerza con la rectitud que le es pro­pia.

Efectivam ente, comenzando desde las prim e­ras clases ¿ quién podrá asegurar que la elección que se hfiga de un sargento ó u n alum no para el ascenso á la clase de O ficia l, es la mas justa ? sien­do lá elección una m anifestación del aprecio de Varias personas hácia una ¿ podrá presentarse al­gún dato que fije las cualidades para que todos d irijan su inclinación á una persona con preferen­cia á las demas ? Nosotros juzgamos que n o , pues apreciando los hom bres naturalm ente m as á aque­llos que siguen sus ideas, bien en la vida priva­da , ó en Id pública , y siendo estas d istin tas en ca­si todos, resultará que en donde se hallen m as ideas reunidas de las que son conform es con las de los electores , alli recaerá la elección ; ¿ y serán estas las mas justas? Si los hombres fueran como deben ser no lo dudamos; y aun en este caso no ha- b ria necesidad de elección, porque todos serian igua­les y dignos ; pero siendo como los form a su edu­cación , método de vida y pasiones ¿ quién podrá responder de la rectitud y justicia de la elección? Los resultados de esta son demasiado notorios por los egemplos que nos presentan comisiones con­cedidas en los cuerpos del egército» á personas que ta l vez eran poco dignas de tal confianza , atendi­das su conducta y providad : y si esto sucede en las elecciones, de cuyos resultados son m uchas veces responsables con sus intereses los electores, ¿ qué sucederá con aquellas que n inguna responsabili­dad lleven consigo ? E l espíritu de partido , las re-

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Iaci6ftës am istad y ; otras causas qne n o tra ta ­mos de m anifestar podrán influ ir é in flu irán s ia duda en lo que solo debiera tener parte Ja juslicia. A dem as, cuan d o .u n O ficial, bien sea procedente de la clase de alum nos ó d é la de Sargentos, es dig­no decentrar en terna para la elección, puede ya merecer sin duda- el- empleo^ que se provee, y su- opcion solo depende en este caso de ser m as ó m&- ■ nos digno cotejado con sus compañeros ,* pero en las clases de que tratam os, la m ayor causa para ser dignos es en nuestro concepto la antigüedad ; pues en-cuanto á aptitud, todos los que han llegado á la inm ediata inferior, ios juzgamos en el caso de po­der desempeñar la que ha de reemplazarse ; y si el S a rgen to , Subteniente ó Teniente se han hecho res­pectivamente poco dignos de la estimación públi­ca por su m ala conducta , la ley es quien debe cas­tigarlos. F inalm ente si en el articulo 56 de la Ley constitutiva: se fija por antigüedad el ascenso de los S argen tos, Subtenientes y Tenientes que se hallasen prisioneros, ¿por qué se ha de privar de esta v en ta ja 'á los que están con las arm as en la m ano rindiendo continuos servicios á la Patria? E s­tas consideraciones y otras m achasque natu ra lm en­te se infieren de las ideat que presentamos, nos han inducido á creer que el ascenso de las clases cita­das sea por rigoi\>sa antigüedad , como m as con­forme á justicia.

E l artículo 93 en que se tra ta de los profeso­res >de, las. escuelas m ilitares, da m arg e n a dudar d^ si su elección recaerá en Oficiales vivos del Egér- cito ó nó ; y ,esta duda nos ha excitado á espo­ner nuestro jujcio. sobre el particular.

E n la faipoiX'sisi de /jiie dichos profesores no seaa

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Oficialef» del'Egército » deberán sér retiradoB ó bién p^iaanüs,.Examiiiemos aunque sucintam ente la p o sibiUdad ó. dificultad de lo prim ero; esto es. el si podrian ói no pnoveersa dichas plaz-as de profeso- resr de la.clase de Oficiales retirados.

Losi retiros generalmente se componen, de dos eíspecies.: forz^ofe y-espontáneoa. Los-primenos son aquellos que se espiden á.m ilitares.que po r s a edad' aji*anz^dft ó^pon su inep titud no se hallan en.es^ tado. de poder servin con u tilid a d á la Patria*.Los Qtiios son los; que d. Gjjbierno concede á aquellos, que a n te p o n e eh gpce da sfu. independencia- L la dependeuaift> y- aujeoion, m ilitar.

Respecto: de¡ los»- primerosi,. es, evidente que se h a l'au fuemi del-caeo.de poder aer empleados - eat/ dichfts i escudas pon la.m isniai causa que^ motivó) sus retiros. L osí segundos podrían' sorio p o r n o 'su - ponerles^: las m ism as , calidadasí de-inutilidad é inep* tjtu d ; mas noi es presum ible aspireni á dichos-, puestos- por una razón contraria: á la que les esoir* tó áí separaríie;dé‘s.u profesion.

L a neeesidad que hay de que estos profesores: no sean paisanos,, y. sí dé la clase m ilita r ,.es m u y obvia;, pues sis bien as,cierto que^ habría, muchos perfectamente impuestos: an.las m atem áticasiy otros diversos ramosK científicos que exije? la. ínstriiccíón m ilita r , cuya enseriartaá podrían desempeñar oom- pletam ente, no e s tá n verosímil reú n an dos cono- cimientos nfcegarips: para« podrírseles«confiar laes- plicapíon de l^s. materias, mas ooneixas oon-la g6er> ra , como son la Fortificación » Ataque y-D^fensa-de. las Plazas . D ibujo m ilita r¿ íc . ,*cuyo estudio es p o r’ sí insuficíentetiin la,prácticftparaadquirir.elconjun-i- tpjde iuííes. que debe: pí^eér e i qu*. ha,de eaaeíiarlas.

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E l at^te lan fint^resante conio difícil dé dirigir las grandes operaciones de los «gércitos^en las'ha»- tallas , deia« cuales depende Ja suerte de los E s­tados , y ¡la m ayor 6 m euor efusión de -sangre h u ­m ana , ;no se .aprecde con meras teorías ; es jntce- saria la esperiçncia, y ¡esta solo se adquiere en la guerra ó por medio de sim ulacros en laipaa. ¿Gó¿- m o pues podrán enseñarla '.los ¡que carecen de uno y otro p o r estar ríúera del rango de vsu profesiori? Ademas .itenenios observado el poco .i-espeto que lofi alum nos guardan á dos Profesores paisanos., m ien­tras que íii son miUtares la .obediencia es sin .con­testación , lia idisQÍplina y , subordinación se m an­tienen en itodo v ig o r , ,y finalmente son aque­llos mas solícitos en «1 cum plim iento de su deber,

A estas consideraciones pueden agregarse otras de economía y utilidad: la primera, porque la na^- cion puede levitar el dispendio de nuevos sueldos

-que rCixije nec^s^iriamente la adopcion de Profeso- ,res pfij'sanos.; y la segunda -porque .él ¡aliciente itje estos destinos ,^ue elitrohieruo debe hacerlos ape­tecibles , ifi>fl«irá;SQbreínanera ;en -el «fomento de la ilustración delJSgéncito.,’pues sus individuos se de­dicarán -con jerftpeÎïp al eatudioípara poder o p ta rá ellos. Todo lo .cual ;nos ha persuadido ser mas ú til y ventajoso 'cl ique «n ;dioho artículo se fijen las plazas de P ro fesora para Oficiales vivos del Egército. )

E n ql.artículo ,ic>6 se propone ;á ¡Ja Nación el que estieníla m ano benéfica sobre .las familias de los m ilita res, señalando pensiones para ;Jas viu­das .de -los que ^e hubiesen casado de la clase de Gapitan ¡arriba ; y .á nosotros nos parece que.sen- tada lesta base , lexiie Ja justicia ,y tam bién la.cou-

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veniencia piihllcn, hacer estensiva tan beñ ig n ap ro - videneia á las de ios Subalternos.- En efecto , ios Capitanes y Gafes superiores del egército pertene­cen á. la clase de Oficiales de la m ism a m anera que los Subalternos : en el servició de la Nación cada uno está obligado ai desempeño de su respec­tivo deber, y en los riesgos lo m ism o presentan el pecho al enemigo los Subalternos que los Gefes y Capitanes ; si bien podria añadivse que aquellos ló hacfen con mas frecuencia , por exijirlo asi la na­turaleza m ism a de su empleo. ¿ A qué pues seme- )ante esclusion entre los individuos de una m ism a clase y destinados todos á u n m ism o servicio? ¿ A qué tal escepcion entre los que corriponen una m ism a fam ilia , en el tiempo qu€^ se tra ta de 'apro^ x im ar cuanto sea dable la igualdad de derecho á la realidad de hecho ? ¿ Serán por ventura más acreedoras á la g ratitud do la Patria las viudas, por egemplo, de unos Goi^oneles que se casaron des*- pues de ser C apitanes, que las de otros, ó tal vez de Generales , que lo hicieron de Subalternos ? Se nos podrá contestar que la costum bre ha inclina­do á presentar el artícu lo en los térm inos que aparece; y nosotros diremos, que si las costumbres !>e pueden m e jo ra r, en todas épocas debe hacerse; pero m ucho mas en las que m udándose el siste­m a de Gobierno , es necesario consolidar las nue­vas instituciones , presentando á la faz de todo el m undo la justicia y equid.ad como puntos direc­tivos de todas las operaciones. No faltará quien diga que únicam ente el deseo de que los Subal­ternos difieran sus enlaces hasta hallarse con las facultades'suficientes para poder atender á la de­cente subsistencia de sus íam ilias , y no o tro , ha

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sido el m otivò que ha dado m argen á ta l esclusioh: y en esta hipótesis ( que la esperiencia acredita no ser un gran inconveniente, pues vemos á los Subalternos pasarlo decentemente con sus fam ilias, aunque ayudados de una rigorosa economía ) ha­remos ver la disconveniencia pública. E l hom bre por naturaleza es débil : en llegando A cierta edad las pasiones se desarrollan con toda su energía, y es necesario una v irtud no com ún para oponer­las una resistencia constan te; de donde se deduce, que si el Oficial llega á esta época sin haber obte­nido el empleo de Capitan , se ve en la cruel a l­ternativa , ó de abrazar el partido de unirse á una com pañera, á la cual y su fam ilia ha de dejar eu el abandono si fallece , ó condenarse á permanecer célibe hasta que llegue el térm ino de su ascenso: el )rim er caso contribuye al aum ento del núm ero de

- os miserables que siempre es un m al ; y el se­gundo á la corrupción de las costumbres , á la m ultiplicación de la clase estéril, y de consiguien­te a l decaimiento de la poblacion , que es la que acarrea la ru in a de los Estados. Podrá tam bién ha­ber originado la sobredicha esclusion la economía nacional ; pero esto se halla en contradicción con lo restante del a r tíc u lo , pues concediéndose á las clases superiores, que son las que exigen el m a­yor sacrificio , aparece esta escepcion como una pe- queñez incoínpatible con la grandeza de la Nación, m ucho m as recayendo sobre las clases m as necesi­tadas. Por lo tan to inculcam os la necesi dad de am ­p liar el precitado artículo, incluyendo en él para la opcion de las pensiones que indica , á las l'amilias de los Subalternos en los térm inos qüe prefija.

Hechas estas pequeñas observaciones en los ar-

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tículds que nos ha parecido podían.adm itirlas » s i ­lo resta el que manifestemos nuestra adm iración y reconocim iento, tan to por la sabiduría que en­cierra todo el contenido de la mencionada Ley Cqns- titu tiva ., cuanto por los desvelos y tareas que el deseo del m ayor bien del Egército ha caucado,á los respetables D iputados que la form aron. Estam os se­garos de que nuestro concepto puede dar,poco re­alce al mérito,de una obra que encierra en sí todo elogio ; .pero á pesar de esto no podemos menos de d e c ir , que este precioso m onum ento de nues­tra época m ilita r » reúne el medio de conciliar com­pletam ente los intereses de la Nación con .los inte- ,reses y deberes de los individuos ^que Ja compo­nen ; y hace ver que la justicia equitativa y d is tri- Jjutiva están ^gercidas en todas partes con el equi­librio debido, y sieoipre conformes al espíritu de nuestra .Constitución política. Por lo demas., n i -no- sotros,ni los que nos^sucedan podrán agradecer .bas­tantem ente u n a obra por la cual el .m ilitar .espaíiQl, vohdendoá SLi .antiguo carac ter,, y libertándose y a de las leyes del capricho, y j^a de Jos m os de- igradímtes introducidos jpor aiaciones lestraiias , ,no obrará en adelante obligado de wn .c i^o tem o r, §i- no estim ulado de Ja razón vd.e la justicia y.del en ­tusiasm o que in sp iran la.idea del h o n o r , J a ,de Ja g lo ria , y la.esperanza.de ser rec.oinpemiadoípcírila Patria.

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