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    XXVIIModernidad y psicologa social: orientaciones

    psicolgicas y sociolgicas

    I

    La psicologa y la psicologa social son productos claramente modernos,surgen de la modernidad. Es el proceso de la modernizacin, con sus gran-des subprocesos (la individualizacin, la secularizacin, la urbanizacin y laindustrializacin), lo que las hizo ya no slo posibles sino hasta necesarias.As, sin el proceso de individualizacin la psicologa no hubiera tenido sen-tido; sin el proceso de secularizacin, los confesionarios seguiran haciendoinnecesaria la psicologa, que, adems, como sabemos, es cosa de ciudades.Y, sobre todo, fue el proceso de industrializacin el principal impulsor delos cambios sociales y de mentalidad que hizo necesaria la psicologa y lapsicologa social a lo largo de la segunda mitad del siglo . De ah quefueran surgiendo al hilo de estos procesos una serie de precursores de lapsicologa social (Vives, Huarte, Maquiavelo, Montaigne, Galileo, Hume,

    Bacon, Locke) incrementndose su importancia a medida que se desarro-llaba sobre todo el proceso de industrializacin, que fue precisamente elque aceler la velocidad de los otros procesos a lo largo del siglo ysobre todo del . No es raro, por consiguiente, que haya sido precisa-mente en Europa y en los pases que ms avanzados estaban en los proce-sos de modernizacin y de industrializacin en los que a lo largo de lasegunda mitad del siglo naciera la psicologa y la psicologa social, yque fuera a primeros del siglo y justamente en los Estados Unidos, elpas ms modernizado y ms industrializado del mundo ya en aquellosmomentos, donde ms se desarrollaran estas disciplinas, y que lo hicieran

    con nimo de predecir y de controlar la conducta de los individuos a travsde la utilizacin de la razn y de la ciencia.

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    Todo ello se manifiesta en una reflexividadgeneralizada que es, segnGiddens (1993, 1995) una de las caractersticas de la modernidad: Lareflexividad de la modernidad se refiere al hecho de que la mayora de losaspectos de la actividad social y de las relaciones materiales con la natura-

    leza estn sometidos a revisin continua a la luz de nuevas informaciones oconocimientos (Giddens, 1995, pg. 33). La sociologa y las ciencias socia-les son, segn el propio Giddens (pg. 10), elementos inherentes de lareflexividad institucional de la modernidad. Uno de los mbitos en que seplantea esta reflexividad es justamente el de la subjetividad, el de la inter-conexin entre las instituciones y la personalidad, entre las influencias uni-versalizadoras y las disposiciones personales. En ese marco es, precisa-mente, en el que cobra sentido la psicologa social, como saber reflexivosobre la identidad y subjetividad socialmente construidas. Ms en concreto,para algunos, las ciencias sociales surgen al hilo de una primera crisis de

    la idea de la modernidad. sta ser, precisamente, una crisis de confianzaen la razn como fundamento de la libertad y felicidad humanas (Cres-po, 1995, pg. 37). Esta prdida de fe en la razn es, para Ortega, lo quecaracteriza la crisis de principios de siglo (1971, pg. 13): La generacinque floreca hacia 1900 ha sido la ltima de un amplsimo ciclo, iniciado afines del siglo y que se caracteriz porque sus hombres vivieron de lafe en la razn. La razn principal de esta crisis es, segn Ortega, la in-capacidad para dar solucin a los problemas humanos con la razn fsico-matemtica, que es la propia de la ciencia moderna. De ah que por esapoca, autores como Husserl, Dilthey o el propio Ortega y Gasset abrieran

    una va de abordar los asuntos humanos ms acorde con la naturaleza detales asuntos, alejada de los supuestos de las ciencias naturales. Sinembargo, ello tuvo, a la postre, poca influencia en la psicologa norteame-ricana que, por el contrario, se apunt a un positivismo rancio que yaestaba comenzando a ser fuertemente denostado por los propios cientficosnaturales. Con ello la psicologa y la psicologa social abandonaran ese tipode reflexiones que las caracterizaron en sus comienzos, ya que, como diceHabermas (1982, pg. 7), el positivismo es eso: renegar de la reflexin.

    En sntesis,

    la industrializacin y la transformacin consecuente de las relacioneslaborales y personales que ello conllev, el desplazamiento de poblacio-nes, la apertura de nuevos mercados, la explotacin colonial de otrospueblos y culturas, hizo que en el siglo fuesen especialmente agudoslos conflictos sociales, tanto interclasistas como internacionales. La vidaen sociedad se hizo especialmente problemtica y difcilmente comprensi-ble... El distanciamiento reflexivo del ciudadano moderno respecto a lasociedad, a la que se caracterizar como un ser dotado de sus propiasleyes, supone, asimismo, la aparicin de una perplejidad ante el compor-tamiento de los colectivos humanos, que parecen contradecir las leyesuniversales de la razn y la psicologa. La irracionalidad no es una carac-

    terstica de los enfermos y de los seres primitivos, como antes se pensaba,sino que es tambin una caracterstica de ciertas situaciones sociales. Por

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    otra parte, con la extensin del pensamiento romntico y nacionalista,cada vez se pone ms en cuestin la universalidad de la psicologahumana. En este marco de preocupaciones es donde surgir la psicologasocial (Crespo, 1995, pgs. 38-39).

    Adems, si examinamos la historia de la civilizacin humana nosencontramos con que el hombre no acta tanto como defensor de su inte-rs individual sino ms bien como asegurador de su posicin social, de susreivindicaciones sociales, de sus activos sociales. Valora los bienes materia-les fundamentalmente como medios para este fin. La economa del hom-bre, en general, est supeditada a su relacin social (Polanyi, 1992,pg. 75). Sin embargo, a lo largo del siglo aparece el mercado y lo tras-toca todo. Y lo hace adems con una brusquedad enorme, produciendoprofundas transformaciones. Pero, como seala Polanyi, no es una cuestinde grado sino de calidad. Se indujo una reaccin en cadena y la inofensivainstitucin del mercado desencaden una enorme explosin sociolgica: altransformarse la mano de obra y la tierra en bienes de consumo, el hombrey la naturaleza se sometieron al mecanismo oferta-demanda-precio, lo quesignific la subordinacin de toda la sociedad a la institucin del mercado.En lugar de ser el sistema econmico quien se hallaba inmerso en las rela-ciones sociales, eran stas las que se encontraban ahora inmersas en aqul.En lugar de ser los ingresos consecuencia del rango y el estatus, ahora eranel rango y el estatus los que venan determinados por los ingresos, deforma que se invierte radicalmente la relacin entre estatus y contrac-tus, con lo que el matrimonio y la educacin de los hijos, la organizacinde la ciencia y la educacin, de la religin y las artes, la eleccin de profe-sin, las formas de vida, las formas de compromiso, incluso a niveles deesttica de la vida cotidiana, deben estar moldeadas segn las necesidadesdel sistema. Pues bien, todos estos cambios, drsticos y bruscos, afectarontambin, como no poda ser de otra manera, a las formas de pensar y derelacionarse de los humanos, exigiendo, pues, el surgimiento de una psico-loga y una psicologa social consecuentes con ello y que ayudara a explicarestas nuevas formas de pensar y de relacionarse.

    En definitiva, la psicologa social surge al hilo del proceso de moderni-zacin y, por tanto, reflejar sus principales ideas y supuestos, es decir, losdel Renacimiento y sobre todo los de la Ilustracin, que se resumen princi-palmente en la razn instrumental. Y de hecho, la psicologa social de todoeste siglo ha estado bastante desencaminada a causa particularmente deestos dos errores ilustrados: a) creencia en el individuo como objeto funda-mental de anlisis, cuando de hecho el individuo aislado e independienteno existe; y b) creencia ciega en la razn, en el ser humano como un sereminentemente racional, cuando de hecho somos ms irracionales de loque solemos creer, al menos en el sentido de que somos ante todo seresemocionales y afectivos. Pues bien, todos estos supuestos y problemas sonreflejados abiertamente, como ya hemos dicho, por la psicologa y la psico-loga social y, obviamente, por las principales orientaciones modernas queveremos en este captulo, tanto las psicolgicas (psicoanlisis, conductismo

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    y cognitivismo) como las sociolgicas (interaccionismo simblico, teora delrol y modelo dramatrgico).

    O

    Con toda seguridad podemos decir que, dado que la psicologa socialnaci con un carcter de hbrido entre la psicologa y la sociologa, es espe-rable que, como as ha sido, sean sobre todo las orientaciones psicolgicasy las sociolgicas las que ms han influido en nuestra disciplina. Y no exis-ten muchas dudas de que entre las orientaciones psicolgicas, las ms influ-yentes han sido las siguientes:

    a) Psicoanlisis: Con respecto al psicoanlisis, se dio un fenmeno

    curioso, pues mientras algunos psiclogos sociales decan que su influenciaera enorme (por ejemplo, Krech, 1951, pg. 668), en realidad, tal influen-cia no se vea por ninguna parte, ni siquiera en quienes, como Krech, afir-maban su influencia. En todo caso, varias razones pueden dar cuenta deesta falta de influencia del psiconalisis sobre la psicologa social experi-mental (Hall y Lindzey, 1968, pg. 294): a) el psicoanlisis era visto comouna teora instintivista y la psicologa social a partir de los aos 20 se opusoal instintivismo; b) el pesimismo de Freud respecto a la sociedad es incom-patible con el ambientalismo optimista de los psiclogos sociales; y c) elpsicoanlisis ha estado siempre muy relacionado con la psicopatologa, dis-

    ciplina esta que en general no ha interesado a los psicosocilogos. A pesarde ello, son muchos los autores que le conceden al psicoanlisis un papelrelevante en nuestra disciplina. De hecho, guste o no guste, la influencia deFreud sobre la psicologa social ha sido grande (vase Jimnez Burillo,1993; Ovejero, 1993c), sobre todo en la escuela de cultura y personalidady en la escuela de Frncfort. Pero su influencia sobre la psicologa socialexperimental ha sido realmente muy reducida, dado que su auge coincidicon el auge del experimentalismo en psicologa social. Por otra parte,Freud escribi algunos libros realmente tiles para las ciencias sociales ypara nuestra disciplina, como Totem y Tab (1913), Psicologa de las masas

    (1921), El porvenir de una ilusin (1928), El malestar en la cultura (1930) oMoiss y el monotesmo (1939).En concreto, las principales contribuciones del movimiento psicoanal-

    tico a la psicologa social son: 1) Socializacin del individuo: en el procesode socializacin del nio se forma su Supery. A partir del momento enque el nio internaliza las prohibiciones y prescripciones de la sociedad, suSupery est formado. A travs del proceso de identificacin con personasimportantes para l, el nio pasa a asimilar la cultura que prevalece a sualrededor, aunque el Ello jams se socializa y ejerce una constante accinanti-social sobre la personalidad; 2) Estructura y dinmica de la familia:

    Freud, por diferentes razones, era bastante pesimista en lo que respecta alpapel desempeado por las instituciones sociales en el desarrollo de la per-

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    sonalidad, sobre todo la familia, lo que se manifiesta abiertamente en sustrabajos (complejo de Edipo, complejo de Electra, complejo de castracin,etc.); 3) Psicologa de grupo: esencialmente, la postura de Freud en estecampo consiste en que las relaciones libidinosas y la identificacin con el

    lder, son las razones fundamentales que explican el agrupamiento de per-sonas que constituyen un grupo psicolgico; y 4) Estudios sobre la persona-lidad autoritaria: ya en sus comienzos el psicoanlisis critic radicalmentelos valores de la sociedad occidental. Fue una psicologa que desenmascarlas discrepancias entre las apariencias sociales y las realidades psicolgicassubyacentes; revel las dificultades que experimentaban los hombres y lasmujeres en sus relaciones ms ntimas; seal cmo se utilizaba la autori-dad de los padres para alienar al nio de sus impulsos bsicos, etc. Sus cr-ticas a la sociedad atrajeron la atencin de muchos cientficos progresistasliberales que se interesaban por las relaciones entre cultura y personalidad.

    Durante el perodo transcurrido entre las dos guerras mundiales, ese inte-rs se manifest en la iniciacin de las investigaciones sobre autoritarismo:siguiendo el camino abierto, entre otros, por Fromm (1941) y tambin porReich (1933), Adorno y colaboradores (1950), en una obra realmentemagistral, procuraron comprender las races y corolarios del prejuicio com-binando la orientacin terica del psicoanlisis con la metodologa de lapsicologa social y la psicologa clnica. La base de esta teora es lasiguiente: la necesidad del nio de reprimir rgidamente toda hostilidadhacia los padres conduce a una identificacin con la autoridad y a una idea-lizacin de la misma, con un desplazamiento concomitante de la hostilidad

    hacia grupos externos que generalmente pertenecen a estatus inferiores,como ya vimos en el captulo XIV.En suma, pues, aunque Freud y el psicoanlisis apenas influyeron sobre

    la psicologa social experimental, s fue mucho mayor su influencia sobre lapsicologa social no experimental (vanse dos interesantes y largos captu-los sobre este tema, uno de Blanch, 1983 titulado Psicoanlisis Cultural,y otro de Munn, 1989 titulado Psicoanlisis Social).

    b) Conductismo: Tampoco el conductismo fue muy influyente en nues-tra disciplina (vase Jimnez Burillo, 1980), tal vez porque el esquema E-Rera incapaz de dar cuenta de la complejidad de los fenmenos sociales. De

    todas formas su influencia s fue importante en algunos temas como elaprendizaje social (Miller y Dollard, Bandura, etc.,), la persuasin (Hov-land, Janis, etc.) y las teoras del intercambio y sus aplicaciones. A estostres temas hay que aadir un cuarto que en las dos ltimas dcadas estalcanzando una gran relevancia: el entrenamiento de las habilidades socia-les, que une la psicologa social con la psicologa clnica de corte conduc-tista (vase Ovejero, 1990e). Sin embargo, hay que tener en cuenta que ensu aplicacin a la psicologa social el conductismo se hace, al menos en miopinin, menos conductista y ms cognitivista, incorporando variables cog-nitivas como las expectativas, etc. Por otra parte, donde s ha sido deter-

    minante el conductismo, y la epistemologa que le subyace, ha sido enla metodologa de la psicologa social, sobre todo a partir del influyente

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    manual de F. Allport (1924), autor que haba recibido una fuerte influenciaconductista de Holt. Esta influencia metodolgica se plasm en la experi-mentacin de laboratorio de corte conductista que tanto prestigio cient-fico dio a la psicologa social durante varias dcadas, pero que luego fue

    la principal causa de la crisis. En todo caso, conviene sealar que estainfluencia metodolgica del conductismo fue enorme en la psicologa socialpsicolgica, pero mucho menor en la sociolgica, de tal forma que unaconsecuencia de la crisis est siendo precisamente el auge de las orienta-ciones sociolgicas con su metodologa no experimental.

    Iniciado por Watson, el movimiento conductista, de inspiracin positi-vista, evolucionista y hedonista, acapar de inmediato la atencin de los psi-clogos norteamericanos. Posteriormente, autores como Skinner desarrolla-ron con gran xito algunos de sus supuestos bsicos. Sin embargo, el xitodel conductismo en trminos del nmero de adeptos no es una sorpresa si

    tenemos en cuenta que las races filosficas del pensamiento norteamericanose alimentan de las enseanzas de la escuela empirista inglesa y del pragma-tismo de William James. Con un gran rigor metodolgico, el movimientoconductista desempe un papel destacado en la consolidacin de la psico-loga como ciencia respetable. El conductismo metodolgico fue, y conti-na siendo, una de las contribuciones ms significativas de la psicologa delsiglo. El hincapi hecho en el rigor metodolgico y la adhesin a las tesisdarwinistas hicieron que los conductistas prefiriesen abiertamente la investi-gacin con animales a la investigacin con seres humanos, y tal vez por ellosu influencia sobre la psicologa social haya sido menor de lo que podra

    suponerse. En todo caso, como seala Crespo (1995, pgs. 67-68), proba-blemente la importancia de una psicologa social conductista no estribetanto en el desarrollo de programas sistemticos de investigacin y en laconformacin de grupos o escuelas conductistas, cuanto en el reforzamientode una concepcin individualista de la psicologa social. Tengamos pre-sente, con Gergen (1996, pg. 35), que exista un alto grado de superposi-cin entre la teora conductista, la metodologa experimentaly, curiosamente,la perspectiva metaterica de los filsofos del empirismo lgico, de tal formaque estos tres cuerpos de discurso se apoyaban y sostenan mutuamente.Las exposiciones tericas del funcionamiento humano se podan justificar

    recurriendo tanto a las inteligibilidades de orden metodolgico como a lasde carcter metaterico. Y todo ello a pesar de que el conductismo se decaante todo positivista y que, por tanto, slo se atena a los hechos. Pero fue-ron surgiendo algunos modelos que, sin dejar totalmente de ser conductis-tas, ya asimilaban algunos conceptos cognitivos. se fue el caso de AlbertBandura (1987). Frente al conductismo clsico, que afirma que es el medioel que influye sobre el individuo, reaccionando ste de forma pasiva ante laspresiones del mismo, Bandura sostiene que la conducta es el resultado de lainteraccin de factores ambientales, personales y comportamentales, dandoya entrada a la cognicin en la explicacin de la conducta. Las teoras que

    niegan que los pensamientos regulan las acciones no se prestan fcilmente aexplicar la conducta humana (Bandura, 1982, pg. 24).

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    c) Cognitivismo: entre las orientaciones psicolgicas, la que ms hainfluido en la psicologa social ha sido sin duda la cognitivista (Ovejero,1984c, 1985a), en la que podran quedar englobados tanto los gestaltistas(Asch, Heider, Krech, etc.) como el propio Lewin y sus colaboradores y

    discpulos (Festinger, Zander, etc.) e incluso los ms modernos autores dela teora de la atribucin y de la psicologa social cognitiva (Kelley, Eiser,Hastorf, etc.). Nadie duda que la psicologa social cognitiva est teniendoun desarrollo muy notable en los ltimos tiempos. De hecho, en los ltimosndices bibliomtricos (por ejemplo, el de West, Newsom y Fanaughty, 1992)esto es algo que queda fuera de toda duda: la orientacin cognitiva es ladominante en la psicologa social de las ltimas dcadas. Tras un largo pre-dominio del paradigma conductista en psicologa durante muchos aos, alo largo de los 60 es sustituido por otro diferente: el paradigma cognitivo,segn el cual el hombre es fundamentalmente un procesador de informa-

    cin y por tanto no ser un respondiente neutral a los estmulos que se lepresentan, sino que sus respuestas estarn en funcin de cmo interpretetales estmulos, o dicho de otra manera, de cmo procese esos estmulos.Pero ese procesamiento de la informacin se ver influido por una serie defactores de orden social (normas culturales, roles desempeados, grupos depertenencia, actitudes, prejuicios, etc.). Por tanto, si es cierto que no pode-mos entender el comportamiento humano sin acudir a sus componentescognitivos tampoco podemos entender los procesos cognitivos sin tener encuenta sus caractersticas psicosociales. En consecuencia, tal como veremosms adelante, se hace del todo indispensable la colaboracin entre la psi-

    cologa social y la psicologa cognitiva. Pues bien, por parte de la psicolo-ga social no slo se da actualmente esa colaboracin, sino que fue siempre,al menos en parte, cognitiva, incluso mucho antes de la aparicin del para-digma cognitivo. La psicologa social fue un oasis de libertad cognitiva enla frrea dictadura conductista. Si la psicologa social sociolgica no tuvoque desterrar al sujeto, dado que el interaccionismo simblico, ya desdeCooley y Mead, percibe claramente el peso de los factores y procesos cog-nitivos, no en vano los interaccionistas consideran la conducta como subje-tivamente determinada en un contexto social especfico, tampoco tuvo quehacerlo la psicologa social psicolgica gracias sobre todo a Kurt Lewin.

    Lewin dejaba poco espacio a los motivos inconscientes de Freud o a lascontingencias ambientales de Skinner. El resultado fue un nfasis unilateralsobre los factores cognoscitivos y conscientes a expensas de los aspectosms profundamente interiores o de aqullos inmediatamente externos delcomportamiento (Schellenberg, 1981, pg. 131). Y una de las herencias deLewin fue que la mayora de los psiclogos sociales que se haban formadoen los departamentos de psicologa prest siempre una gran atencin a lasteoras y procesos cognitivos. De ah que la psicologa social ha sido cog-nitiva desde hace mucho tiempo. Era cognitiva desde mucho antes deque se produjera la revolucin cognitiva en la psicologa experimental

    (Zajonc, 1980, pg. 186). Cuando trminos como cognicin, concien-cia, mente, etc., estaban fuera del vocabulario de los psiclogos

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    experimentales, Krech y Crutchfield escriban (1948, pg. 77): Cmo perci-bimos el mundo es un producto de la memoria, la imaginacin, el rumor y lafantasa igual que estamos percibiendo actualmente a travs de nuestrossentidos. Si queremos entender la conducta social, debemos conocer cmo

    todas las percepciones, memorias, fantasas se combinan, o se integran, o seorganizan dentro de estructuras cognitivas actuales. Y unos aos despus, yapodan decir Proshansky y Seidenberg (1965, pg. 38) que el planteamientode la cognicin refleja la orientacin general de la inmensa mayora de los psi-clogos sociales en lo que se refiere a comprender el comportamiento social.

    Ahora bien, por qu la psicologa social ha sido siempre cognitiva? Enprimer lugar, porque si la psicologa social pretende, entre otras cosas, estu-diar al hombre tal como se comporta, no poda prescindir de ninguno desus procesos psicolgicos fundamentales, y tampoco, lgicamente, de susprocesos cognitivos. En segundo lugar, los fenmenos y conductas sociales

    son muy complejos y difcilmente explicables mediante un paradigma mssimple como el propuesto por el modelo conductista. En tercer lugar, lapsicologa social trabaj tradicionalmente no con animales sino con sujetoshumanos, y de ah nuevamente la dificultad de aplicar el modelo conduc-tista: era necesario comprender los aspectos cognitivos de los sujetos huma-nos si se quera entender su comportamiento. En cuarto lugar, tambintuvo su peso el nfasis puesto en las actitudes, que ha sido siempre uno delos grandes temas de nuestra disciplina, y las actitudes fueron consideradasya desde el principio como organizaciones cognitivas y afectivas. Final-mente, hay que tener en cuenta una serie de implicaciones y consecuencias

    de la Segunda Guerra Mundial, entre otras el hecho de que muchos psic-logos alemanes que huyeron a Estados Unidos (Heider, Asch, Lewin, Wert-heimer, etc.) eran gestaltistas y estaban preocupados por el estudio de losprocesos perceptivos y cognitivos.

    En conclusin, pues, la psicologa social fue siempre, al menos en parte,cognitiva, despus de la Segunda Guerra Mundial se hizo mucho ms cog-nitiva y en los ltimos aos ms an, constituyendo incluso lo que se havenido en llamar psicologa social cognitiva, hasta el punto de que Markusy Zajonc (1985, pg. 137), podan escribir que hoy da psicologa social ypsicologa social cognitiva son casi sinnimos. El enfoque cognitivo es

    ahora claramente el dominante entre los psiclogos sociales, no teniendoprcticamente competidores. Ahora bien, si, como sealan Martin y Clark(1990), en la investigacin psicosocial tradicional los mediadores se estu-diaban a partir de los datos de salida, actualmente se presta atencin a losdatos de los procesos, lo que ha llevado a un importante cambio, pasandode la conducta social a los mediadores con lo que las conductas y situacio-nes sociales han quedado en gran medida relegadas, y con lo que la actualpsicologa social cognitiva ya no tiene prcticamente nada de social, comoadmite el propio Kelley (1992). Por tanto, la orientacin cognitiva en psi-cologa social, que siempre ha sido demasiado individualista, hoy da lo es

    en extremo. Y de ah le vienen a esta corriente las principales crticas. As,Andreeva le reprocha el haber aislado los procesos cognitivos de la activi-

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    dad intencional, o el ignorar los orgenes de las estructuras cognitivas delos individuos. Simultneamente, Thorndike (1976) la critica el habersobrevalorado el papel del pensamiento en el estudio de la interaccinsocial, ya que sta es, a menudo, rutinaria, repetitiva y producto del hbito.

    Y es que la psicologa social no ha sido, no lo es y creo que nunca podrser total y exclusivamente cognitiva, puesto que la conducta social tambinposee factores afectivos y motivacionales, adems de culturales e histricos.Adems, el cognitivismo tiene sus lmites, y realmente un enfoque del hom-bre excesivamente cognitivo es peligroso, pues como dice Sampson (1981),la perspectiva cognitivista ofrece un retrato de la persona como libre deimplicarse en actividades mentales internas, de planear, de decidir, desear,pensar, organizar..., pero relativamente impotente o en apariencia no afec-tada respecto a la produccin de cambios reales en su mundo objetivo yreal. Por su parte, Taylor (1981), le critica al cognitivismo su olvido del

    afecto, siendo difcilmente justificable una orientacin exclusivamente cog-nitiva cuando, en realidad, la mayora de las cosas que nos suceden en lavida son afectivas, aunque esta deficiencia est comenzando a ser corregida,con la aparicin de diferentes textos tendentes a subrayar los aspectosemocionales y motivacionales de la cognicin (vanse otras crticas msrecientes al cognitivismo en psicologa social en Lopes, 1991; Shotter, 1991;y Bowers, 1991).

    Pero el principal problema de la psicologa social cognitiva estriba ensu excesivo individualismo y su carcter asocial y ahistrico. Como diceRodrguez Prez (1993, pg. 69), el modelo del ser humano que nos pro-

    pone la psicologa de la cognicin social est desprovisto de experienciapasada, de expectativas, de sentimientos, de contexto social y cultural. Ellopodra superarse si se adoptase tambin un enfoque marxista del conoci-miento, como en su da hicieran Vigotsky, Luria y Leontiev, para quienes,siguiendo los supuestos de Marx, es el ser el que condiciona la concienciay no al revs. Es decir, son las condiciones objetivas de existencia las queconforman modos prevalecientes de cognicin y de conocimiento.

    En otras palabras, que los procesos cognitivos no son procesos niautnomos ni individuales, sino que son, ante todo, formas ideolgicas derepresentacin de la realidad en las que juegan un importantsimo papellas diferencias entre grupos sociales con intereses antagnicos. Dichas cog-niciones son en el plano individual el reflejo de condicionantes socialesque pueden, en el curso de la interaccin, devenir en nuevos repertorioscognitivos que a su vez sirven de guas en los procesos de transformacino mantenimiento del orden social existente (lvaro, 1995, pg. 86).

    Y es que no necesariamente el pensamiento debe ser considerado comoun producto meramente individual (Bruner, 1991). Una segunda manerade concebir la vinculacin del pensamiento con la vida social consiste, notanto en entender el pensamiento como algo individual, susceptible de ser

    afectado por la actividad social, sino en considerar que el conocimiento esconstruido en la prctica social (Crespo, 1995, pg. 132). Este enfoque

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    puede implicar ya, como seala Crespo, una teora social del conocimientoy tiene que ver con una de las transformaciones principales que se handado en el pensamiento contemporneo, como es el desplazamiento delfoco de inters desde la conciencia al lenguaje. Una de las caractersticas de

    esta nueva situacin consiste en lo que se ha llamado giro lingstico,segn el cual la relacin con el mundo y la operaciones constituidoras delmismo pasan de la subjetividad trascendental a estructuras gramaticales(Habermas, 1990, pg. 17).

    En conclusin, la premisa fundamental del paradigma cognitivista,segn la cual no es el mundo en s mismo lo que determina la accinhumana sino el modo como es percibido, le ha reportado a nuestra disci-plina algunos importantes beneficios, pero tambin algunos graves riesgos.Ciertamente, la revolucin cognitiva ha sido un logro intelectual de pri-mera magnitud. Ha logrado abrir un amplio panorama sobre la investiga-

    cin excitante y sugerente, ha planteado un sinnmero de nuevas e intere-santes preguntas, y ha proporcionado soluciones creativas a los problemasde larga duracin. Sin embargo, como espero poder determinar, el precioque ha pagado la psicologa por estos logros es en realidad alto. Para lospsiclogos sociales en particular, esta revolucin es una desviacin autoin-moladora de su principal cometido, el de esforzarse por resolver concep-tual y prcticamente las complejidades de la vida social vigente (Gergen,1996, pg. 154). Y es que, aade Gergen, al hacer hincapi en los meca-nismos internos, los cognitivistas suprimen los problemas del mundo realen el que las personas estn atrapadas. A m, personalmente, me interesa

    ms una psicologa en la que quepan, y con carcter de protagonistas, tr-minos como dignidad, intencionalidad y libertad. Y esa psicologa no es niel conductismo ni el cognitivismo, sino que va ms bien por los derroterosde algunas otras corrientes, como el interaccionismo simblico, la etnome-todologa, la etogenia y el socioconstruccionismo que es hijo del giro pos-moderno (vase Ibez, 1992, y Lax, 1996).

    O

    Una de las consecuencias de la crisis de la psicologa social fue elaumento del nfasis en las perspectivas interaccionistas. De hecho, en losltimos aos han aparecido bastantes textos de psicologa social expresa-mente concebidos bajo esta perspectiva, cuyo supuesto fundamental es quela estructura social y la persona se influyen mutuamente (Stryker, 1977),que justamente es lo que permite, y hasta exige, este terreno fronterizoentre la sociologa y la psicologa, terreno que debe ser ocupado con todalegitimidad por esa disciplina tambin fronteriza que es la psicologa social.Y es que, como deca Cooley, individuo y sociedad no son sino dos carasde la misma moneda.

    Las dos principales teoras en este campo son el interaccionismo sim-blico y la teora del rol, y ambas tienen varias caractersticas en comn,

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    principalmente que las dos enfatizan la necesidad de analizar los fenme-nos sociales desde la perspectiva de los participantes en los procesos socia-les (Stryker y Statham, 1985, pg. 312). Es ms, como seala Sabucedo,las dos representan una alternativa a la orientacin eminentemente intra-

    psquica de la psicologa social cognitiva. Mientras la teora del rol tiene encuenta la determinacin que sobre la conducta de los sujetos ejercen lasestructuras sociales, el interaccionismo simblico se preocupa sobre todode analizar cmo el sujeto va construyendo sus acciones en el proceso deinteraccin con los dems. A ellos debemos aadir la etnometodologa.

    a) Interaccionismo simblico: ante todo debemos sealar que mientrasla teora del rolfue incluida ya en las tres ediciones del Handbook of SocialPsychology (Sarbin, 1954; Sarbin y Allen, 1968; Stryker y Statham, 1985), elinteraccionismo simblico no lo fue en ninguna de las dos primeras. Una

    razn de ello es que tanto su desarrollo como su influencia ha tenido lugarhasta ahora exclusivamente dentro de la sociologa. Pero en los ltimosaos parecen haber cambiado las cosas dentro de la psicologa social losuficiente como para que la tercera edicin s le incluya ya. Entre esos cam-bios podramos mencionar los siguientes (Stryker y Statham, 1985, pgi-na 314): a) La psicologa social se ha hecho an ms cognitiva, con lo queaument su inters por una perspectiva tan cognitiva como es el interac-cionismo simblico; b) El surgimiento de la respetabilidad de la expe-riencia subjetiva ha sido una de las caractersticas de la psicologa social delos ltimos aos, con lo que el self, pieza central en el interaccionismo sim-

    blico, cobr ms relevancia, sobre todo como consecuencia del resurgi-miento del pensamiento fenomenolgico tanto en la sociologa como en lapsicologa; c) El auge de las orientaciones humanistas entre los psiclogossociales psicologistas (Heider, 1958; Gergen, 1982; Harr y Secord, 1972)hicieron posible que se tomase ms en serio una perspectiva que histrica-mente haba estado menos orientada hacia la ciencia dura que lo habaestado la psicologa social experimental; y d) Por ltimo, ya que el interac-cionismo simblico pona un nfasis considerable en la apertura de laaccin humana, en las posibilidades de respuestas creativas ms que de res-puestas meramente reactivas, y en la posibilidad, en la realidad de la elec-

    cin y de la autodireccin en la experiencia humana, se hizo atrayente elactual talante humanstico de muchos psiclogos sociales sociolgicos. Deah que como hace unos aos escribiera Torregrosa (1974, pg. XLVII), laposicin interaccionista, a pesar de su enorme grado de generalidad, siguesiendo la nica perspectiva que confiere un cierto grado de coherencia yunidad a las investigaciones psicosociolgicas.

    En concreto, interaccionismo simblico es la etiqueta aplicada porBlumer (1937) a una corriente psicosociolgica caracterizada por un modoparticular de entender y enfocar la interaccin social, que emergen en losEEUU de entreguerras y que experimenta una notable revitalizacin a par-

    tir de los aos 60 (Blanch, 1983, pg. 149). Como indica el propio Blu-mer, el interaccionismo simblico descansa en tres supuestos fundamenta-

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    les. El primero es que los hombres se relacionan con las cosas, y con ellosmismos, de acuerdo con los significados que stas tienen para ellos. Elsegundo es que esos significados surgen en el proceso de interaccin social.Y el tercero es que la utilizacin, mantenimiento y modificacin de esos

    significados se produce a travs de un proceso activo de interpretacin dela persona al tener que habrselas y tratar con los objetos incluidos suspropios yoes de su entorno. Por tanto, lo fundamental para esta teora,por decirlo con palabras de Torregrosa, es el nfasis en la comunicacin, elcarcter procesual de la realidad social, as como el papel mediador y cons-tructivo de la realidad social. George Herbert Mead, padre del interac-cionismo simblico, para quien la principal preocupacin es la gnesis ydesarrollo de la conciencia, se pregunta por la posibilidad de estudiar cien-tficamente la mente a travs de la conducta (Mead, 1909, 1934) y res-ponde afirmativamente a travs de un complejo terico que l llam con-

    ductismo social. La psicologa social es conductista en el sentido de queparte de una actividad observable el proceso social dinmico en ejecu-cin y los actos sociales que son sus elementos componentes debe serestudiada y analizada cientficamente. Pero no es conductista en el sentidode pasar por alto la experiencia interna del individuo, la fase interior de eseproceso o actividad (Mead, 1953, pg. 55). Mead estudia, pues, la gnesisde la conciencia a travs del proceso de interaccin social en donde el len-guaje, el juego y la asuncin del otro generalizado son otros tantos ins-trumentos claves explicativos. Es decir que para Mead, al igual que paraVygotski, la conciencia, el Yo individual, es un producto de la interaccin

    social. Como seala Crespo, Mead considera abiertamente a la psicolo-ga social como una ciencia socialdedicada al estudio de los procesos socia-les que hacen posible la conciencia humana. El concepto de ser humanocon que trabaja Mead es plenamente social, al sostener que son los otrosquienes hacen posible el Yo. De ah que Mead considere a la psicologasocial como una ciencia social en tanto en cuanto la socialidad se consti-tuye como perspectiva propia. Lo caracterstico de la socialidad no es lapresencia de los otros como meros estmulos, como ocurra con el conduc-tismo, sino la existencia de procesos que slo son concebibles como inter-accin social, e incluso de procesos de interaccin social cooperativa, pues

    como l mismo escribe (1909, pg. 407), el origen probable de la comu-nicacin humana se dio en la cooperacin y no en la imitacin (vase Ove-jero, 1990a). Para Mead, el lenguaje simblico, que comenz siendo gesto ytermin en lenguaje articulado, es el que hace posible la aparicin de formassuperiores de organizacin social que hacen posible el que surja una con-ciencia reflexiva. La capacidad de la persona de ser un objeto para s mismaslo es posible gracias al lenguaje, pero esta capacidad no es consustancialal individuo, sino que es una caracterstica de la interaccin humana.

    Tras la muerte de Mead, el interaccionismo simblico se extendi porvarias universidades norteamericanas, en donde ejercan discpulos directos

    o indirectos suyos. Un papel relevante en esta expansin fue protagonizadopor Blumer, primero en Chicago y luego en Berkeley. Otros socilogos que

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    cultivaron esta corriente (Strauss, Denzin, Becker, Stryker, etc.) se disemi-naron por otros centros. Sin embargo, hubo dos universidades que se cons-tituyeron en los principales focos del movimento, Iowa y Chicago, que,compartiendo las caractersticas generales del movimiento interaccionista,

    poseen, sin embargo, rasgos propios, tanto tericos como metodolgicos,aunque coinciden en la utilizacin de mtodos no reactivos como son laencuesta mediante entrevista y cuestionario, el estudio de casos individua-les y sobre todo la observacin participante (Denzin, 1970).

    Por ltimo, y tras pasar revista a las numerosas crticas que se le hanhecho al interaccionismo simblico, Meltzer y colaboradores (1975,pg. 120) concluyen que ste entraa dos graves deficiencias: la escassimaatencin prestada al mundo de los afectos y sentimientos, y su marginacinde los problemas de la estructura social. En efecto, decir que los objetosse constituyen en la interaccin simblica es decir algo que, siendo cierto,

    puede acabar encubriendo toda la verdad. La percepcin del objeto essiempre resultado de la interaccin simblica, pero de ningn modo lo esel objeto mismo. Reducir el objeto a su construccin en el proceso comu-nicativo es reducirlo a ser objeto del lenguaje y de pensamiento, no objetoreal (Carabaa y Lamo de Espinosa, 1978, pg. 181).

    Por otra parte, aunque existe una cierta confusin y falta de consenso,generalmente se incluyen dentro del interaccionismo simblico estas otrasdos teoras, que nosotros analizaremos separadamente, pues a pesar de quetodas ellas son interaccionistas, cada una posee caractersticas propias: laetnometodologa y la teora del rol o modelo dramatrgico.

    b) La etnometodologa: inspirndose en fuentes fenomenolgicas(Husserl, Schtz), en la Escuela de Frncfort y en la Lingstica, entreotras, la etnometodologa, ms que definida, ha sido mostrada, en susefectivas actuaciones por algunos de sus partidarios. Para Leiter (1980,pg. 4) la etnometodologa es el estudio del conocimiento del sentidocomn, entendiendo por ello aquel conocimiento, diferente del cientfico,no sistemtico y acrtico, que las personas utilizan en el decurso de su vidadiaria. Como quiera que sea, parece haber acuerdo en que la etnometo-dologa se instala en la realidad de la vida cotidiana, tratando de desvelarlas reglas y convenciones implcitas, que se toman como presupuestos,

    reguladores de la conducta habitual de las personas (Jimnez Burillo, 1981,vol. I, pg. 116). Aunque tenemos un claro antecedente de la etnometo-dologa en la obra de Alfred Schtz (1972, 1974, 1977), en la que desarro-ll sus reflexiones sobre el desvelamiento de los presupuestos del estilocomn en su actuacin en la vida cotidiana, sin embargo, fue Garfinkelquien acu el trmino de etnometodologa y quien, tras poner de relieveel desdn de la sociologa por el mundo del sentido comn y la vida coti-diana (con la excepcin de Schtz, puntualiza), ha manifestado su prop-sito, justamente, en el objeto del anlisis etnometodolgico (Garfinkel, 1964,pg. 226). El principal inters de la etnometodologa estriba en el estudio

    de las construcciones racionales vigentes en una sociedad dada, para lo querecurre a procedimientos que ya eran habituales en la etnologa y en la

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    antropologa cultural comparada. Su objetivo principal consiste en conocercul es el saber que utilizan los miembros de una comunidad determinadapara mostrar a los dems la intencionalidad de su conducta, pero siemprebajo el supuesto de que los individuos son agentes activos cuya conducta

    no est determinada por estructuras ni sociales ni culturales, sino que sonactivos y autnomos. Los etnometodlogos intentan comprender el conoci-miento que manejan los sujetos de la calle en sus interacciones diarias, porlo que el objeto principal de sus investigaciones es el estudio del sentidocomn. Como dicen Resler y Walton (1983, pg. 278), esta corriente repre-senta un notable avance respecto de la teora del aprendizaje o el interac-cionismo, puesto que llega a comprender las verdaderas razones que dan losmiembros de una sociedad para conducirse de la manera en que lo hacen.

    Sin embargo, la etnometodologa ha sido tambin muy criticada, sobretodo por Gleeson y Erben (1976) quienes, desde presupuestos marxistas,

    denuncian su proximidad a una ideologa conservadora. Asimismo, por suinfluencia fenomenolgica, es una teora ahistrica que congela y desvin-cula los procesos de interaccin de sus contextos sociopolticos. La etno-metodologa, concluyen estos autores, es incapaz de estudiar el cambiosocial, identificndose con el liberalismo burgus y manteniendo la distin-cin entre ciencia social y vida cotidiana. En esta misma lnea crtica,escribe Howitt (1988, pg. 19) que prestando atencin a lo que las perso-nas dicen acerca de sus acciones, la etnometodologa ignora las accionesmismas y esto en el fondo, lo que las personas hacen, es central para lapsicologa social.

    c) Teora del rol o modelo dramatrgico: con una antiqusima tradicinliteraria y con muchos antecedentes psicolgicos, sociolgicos y antropol-gicos, esta teora concibe la realidad social como un escenario en donde sedesarrollan las peripecias humanas. No en balde el trmino rol derivaetimolgicamente del latn rotula que a su vez denota la hoja de perga-mino enrollada que contena el texto que el actor deba recitar. De ah quesu supuesto bsico sea que la posicin de los sujetos en la estructura social(mdico, mujer, mendigo, gobernante, anciano, etc.) suscita en los otros,segn esta circunstancia, unas expectativas de conducta. El problemaestriba en saber si esas expectativas tienen existencia propia, independien-

    temente de los individuos que eventualmente pueden desempearlos, o porel contrario, su entidad se agota en su efectiva realizacin personal. Comoes lgico, los socilogos subrayan el primer aspecto, mientras que los psi-clogos suelen enfatizar ms el segundo.

    Dentro de esta teora del rol destaca especialmente, por sus brillantesexposiciones de las posibilidades de la teora, Erwin Goffman (1970a,1970b, 1971a, 1971b, 1979), para quien la perspectiva dramtica es la msidnea para estudiar la vida social, escribiendo textualmente (1971b,pg. 13): Toda persona vive en un mundo de encuentros sociales que lacompromete en contactos cara a cara o mediatizados con otros participan-

    tes. En cada uno de estos contactos tiende a representar lo que a veces sedenomina una lnea, es decir, un esquema de actos verbales y no verbales

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    por medio de los cuales expresa su visin de la situacin, y por medio deella su evaluacin de los participantes, en especial de s mismo. La ideabsica de que parte Goffman es que la vida social es una representacin,un gran teatro en que cada uno desempea sus papeles y donde el indivi-

    duo tratar de controlar las impresiones que causa en los dems, exhi-biendo un despliegue ritual de comportamiento adecuado a esa ptimaautopresentacin.

    Sin embargo, las crticas a Goffman han sido tan duras como las hechasa otras modalidades del interaccionismo simblico, destacando las siguien-tes (Jimnez Burillo, 1981a): a) No se trata de una teora explcita sino tanslo de un marco descriptivo en donde se albergan observaciones anecd-ticas ms o menos ilustrativas, siendo raras las proposiciones emprica-mente verificables; b) sus anlisis se limitan a las relaciones cara a cara,excluyendo otro tipo de comportamiento; c) es reflejo de la sociedad de

    clases medias norteamericana, constitutivamente competitiva, en la que lofundamental no es el esfuerzo, sino la fachada, la pura apariencia; d) noexplica qu motivos tienen los actores para su autopresentacin ni por qulos otros la aceptan o rechazan; e) la estructura social aparece como cons-tante, inmutable, no afectada por las personas, parecindose olvidar delcambio social; y f) es una metafsica, en suma, de la sociedad de consumo,donde la realidad misma es sustituida por smbolos y los procesos decomunicacin se agotan en intercambios de buenas apariencias.

    Todos los modelos vistos en este apartado comparten una visin de larealidad opuesta al estructuralismo. Las personas no son receptoras pasivas

    que van acomodando sus necesidades a las demandas del medio, sino, antetodo, actores que reconstruyen simblicamente el mismo. Como escribeBlumer (1982, pg. 81), la descripcin correcta es que el individuo cons-truye sus objetos basndose en su propia y continua actividad, en lugar deestar rodeado por objetos preexistentes que influyen en l y elaboran suconducta. Sin embargo, hay dos aspectos que deberan incorporarse a suesquema terico (lvaro, 1995, pgs. 40-41):

    El primero es que la conducta humana no puede ser reducida a susaspectos simblicos... Por otro lado, el interaccionismo simblico, juntocon las teoras aqu reseadas, debe prestar ms atencin a los aspectosestructurales y no slo microsociales de dicha conducta. Los significadoscompartidos en el curso de la interaccin deben ser entendidos en uncontexto ms amplio de relaciones desiguales de poder. La paradoja delhombre consiste en ser constructor de su medio y estar subordinado almismo. Esta paradoja no puede ser explicada de forma completa sintener en cuenta que los contextos histricos y culturales en que se da laconducta, as como las tensiones entre los grupos y clases sociales en cadapoca, constituyen factores determinantes de dichas construcciones sim-blicas. Los procesos de interaccin simblica en que se da la aparicinde la persona como ser social son imprescindibles para entender sta,pero caeremos en un idealismo social si estas interacciones aparecen ais-ladas de la estructura social en la cual se dan.

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    La psicologa y la psicologa social nacieron, como hemos dicho, al

    calor de los procesos que constituyeron la modernidad (procesos de urba-nizacin, de secularizacin, de individualizacin y, sobre todo, de indus-trializacin), de tal forma que tanto el origen como el desarrollo de la psi-cologa son inseparables de la modernidad. Pero tambin la modernidad,adems de que no era algo absolutamente monoltico, sino que englobsiempre una cierta diversidad, fue evolucionando. Todo ello se fue refle-

    jando en los diferentes enfoques propuestos para interpretar lo psicolgico,que iban desde el conductismo ms radical, ingenuo y mecanicista, hasta elinteraccionismo simblico o el modelo dramatrgico. Sin embargo, a lolargo de las ltimas dcadas se estn abriendo grandes grietas en la moder-

    nidad como consecuencia de los profundos cambios que se estn produ-ciendo (globalizacin de la economa, explosin de los medios de comuni-cacin, consumo generalizado como la nueva religin, etc.), lo que estllevando a muchos a hablar de sociedad posmoderna. Ello por fuerza estexigiendo tambin planteamientos nuevos en psicologa y en psicologasocial, provocados por este giro posmoderno.

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