Otra Mirada. Bernardo Atxaga

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    Otra mirada, Bernardo Atxaga

    Texto pronunciado durante la apertura de los cursos de verano de la

    UPV

    Junio 2007

    Digo "otra mirada" y me refiero en principio a la mirada creadora, e incluso a la inventora. Recuerden

    que Don Quijote vio gigantes donde slo haba molinos de viento, y que, con la ecepcin del

    sastrecillo valiente, todos los s!bditos del Rey apo admiraron, donde no haba, un hermoso traje.

    Recuerden asimismo, por citar casos menos literarios, que hay personas que miran una noche al cielo

    y ven, no ya un ovni, sino cientos de ovnis pasando en bandadas, como si fueran patos o palomas, y

    que tampoco faltan los que, en ese mismo cielo, contemplan la sucesin de estrellas como si de unpanel informativo se tratara, deduciendo mensajes que lo mismo sirven para cuestiones de amor que

    para las de salud o de dinero.

    #o todas las miradas creadoras o inventoras son, sin embargo, circunstanciales, unidas a un momento

    y a un espacio concretos. $ay miradas que son creadoras, inventoras, y adem%s son generales& as las

    de la poesa' as tambi(n las de la ideologa poltica' poesa e ideologa poltica que, me)cladas, llegan

    a crear la imagen de un pas entero o la de un enorme colectivo de personas. *ensemos en la

    generacin del + que, seg!n nos contaban los manuales, dio carta de naturale)a a -astilla, e hi)o de

    ella la quintaesencia de spa/a. *ensemos tambi(n en *ablo #eruda y en su "-anto 0eneral".

    *ensemos, por fin, viniendo m%s cerca, en *o 1aroja, cuyos ojos 2aquellos ojos peque/os escondidos

    bajo la boina2 fueron luego gua para muchas generaciones, hasta el punto de que cuando alguien

    deca "paisaje vasco" vena a decir "paisaje vasco seg!n descripcin que de (l nos ha dejado *o

    1aroja en sus cuentos y novelas".

    stas miradas creadoras, inventoras, generales, relacionadas siempre con una determinada poesa y

    una determinada ideologa, suelen ser con frecuencia de signo opuesto. -uando el escultor 3tei)a

    lan)aba su mirada a la cultura popular, la vea como aquella rama de pino que los mineros de

    al)burgo dejaban por un a/o en la profundidad de la mina, para luego sacarla recubierta de cristales

    de sal, brillante y reluciente, como adornada con diamantes' visin, (sta de 3tei)a, que engrandeca

    todo cuanto formaba parte de esa cultura popular, y en especial al bertsolari. Deca 3tei)a

    delbertsolari que era "un poeta involuntario", "la representacin social m%s alta que tenemos del alma

    tradicional de nuestro pas", y que algo tena que ver su t(cnica con las de las m!sicas de vanguardia.

    3tros, en cambio, recha)aron esa visin. 4ale decir& no todos tenan esa mirada, esa ideologa, esa

    poesa otei)iana. 5odo lo contrario. Recuerdo a una importante personalidad de la poltica vasca que,

    hablando tambi(n (l de bertsolaris, los describi como "hacedores de ripios". *ara (l y para otros

    muchos, esa rama de pino vala lo que cualquier otra rama de pino, apenas nada.

    l hecho de que las miradas, las concepciones generales sobre los paisajes o las gentes sean

    diferentes u opuestas nada tiene de etra/o. 6s ocurre siempre y, en general, en lo que a este tiempo

    y a esta parte del mundo respecta, la mayora de ellas suelen convivir aceptablemente. -on todo,

    suele darse entre ellas 2enti(ndase& entre las personas o los sectores que portan las miradas, las

    concepciones2 una lucha por la hegemona, sobre qui(n mira m%s y mejor, sobre qu( poesa es m%s

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    aut(ntica y m%s se etiende por toda la sociedad. 6 veces, triunfa una de ellas2como ha triunfado ya,

    en este mismo pas nuestro, la idea de que los vascos, y no slo los de 1ilbao, pueden nacer donde

    les d( la gana2' otras veces, en cambio, no triunfa ninguna. #o es que empaten, como ocurre en el

    f!tbol, sino que, sencillamente, son abandonadas, desestimadas por la sociedad. Recuerdo que, en mi

    adolescencia, todava tena cierta importancia el enfrentamiento entre quienes crean en la escasa

    romani)acin del *as 4asco, consider%ndola etraordinariamente positiva, y quienes, creyendo lomismo, la consideraban etraordinariamente negativa' entre los seguidores de #avarro 4illoslada y los

    de *em%n o de %nche) 6lborno), podra decirse. 7uego se supo, todos supieron, que la romani)acin

    haba sido todo menos escasa, y ah termin la li)a.

    8e vuelve ahora la imagen de esa rama de pino de los mineros de al)burgo, toda ella recubierta de

    sal cristali)ada, y pienso que tambi(n yo debera tomar alguna de las palabras que he citado y

    concretarla m%s, solidificarla, convertirla, si ello me es posible, en algo m%s brillante. #o con fines de

    celebracin o de fiesta, como al parecer ocurra entre los mineros, sino por eplicarme mejor.

    lijo, para mi particular operacin geolgica, con objeto de solidificarla y concretarla, la palabra

    "mirada". 9 de todas las miradas 2la creadora, la inventora, la que tiene su origen en una ideologa, la

    po(tica2, (sta !ltima, la po(tica. s la "otra mirada". $ago esta eleccin con la vista puesta en la

    creencia de que, aqu, en este pas, tenemos mucha necesidad de ella, necesitando, adem%s, que sea

    verdaderamente otra& diferente, al menos, de las que han estado en la base de las ideologas

    dominantes.

    s mirada po(tica aquella que transfigura la realidad al tiempo que se desentiende de lo necesario o

    de lo !til. i hubiera que elegir un emblema que la representara, bien podra servirnos ese reloj de la

    iglesia de :rru/a que figura en uno de los libros de *o 1aroja 2"l *as 4asco"2, y que no s( si a!n

    eiste. e trata de un reloj de sol, con las horas en n!meros romanos y una sentencia en latn que

    dice& 4ulnerant omnes, ultima necat 2"5odas hieren, la !ltima mata". s evidente que, desde el punto

    de vista de la utilidad, es decir, para saber la hora, de nada sirve la sentencia. irve, naturalmente,

    para iniciar una reflein sobre el tiempo, la vida y la muerte' para entrar en el terreno de quienes, en

    otros tiempos, hablaron de la fugacidad de la rosa y de las damas y galanes que, hora a hora, de

    primavera en primavera, iban convirti(ndose en polvo' pero esta utilidad es intransitiva, no se

    materiali)a en nada.

    Qui)%s pueda verse mejor este abandono, esa falta de preocupacin por lo !til, en un caso que cita

    ;uan 1enet en sus escritos sobre literatura. -ompara el gran escritor dos epitafios del monasterio de

    3/a, en 1urgos.

    l primero, rom%nico, redactado a principios del siglo

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    *omo +&ctor las de ,lin$ y su fiel esposa 'rraca

    Aqu contemplan cmo se pasan los fros inviernos y las gratas primaveras

    - cmo nada #ay dura%le %ajo la %veda del cielo!

    -omenta ;uan 1enet que no eiste el menor parentesco entre los dos epitafios. l primero, dice, "no es

    otra cosa que una rese/a histrica en la que, con la mayor economa posible se acumula el mayorn!mero de datos y hechos" >mencion%ndose siete personas, tres genealogas, dos hechos de armas,

    tres lugares y una fecha eacta?' el segundo, en cambio, es una estancia, un canto breve que,

    mediante el estilo, se esfuer)a por superar la crnica y por revestirla "de un car%cter (pico y un acento

    intemporal".

    6l igual que el reloj de :rru/a, los epitafios muestran la diferencia entre la poesa, resultado de una

    mirada po(tica, y los dem%s tetos. Queda claramente definida la despreocupacin de aquella hacia lo

    pragm%tico, lo directamente !til.

    Debe advertirse, con todo, que, al menos en cierta medida, esa despreocupacin es algo caracterstico

    de lo humano, y que no slo la encontramos en los tetos, sino en la misma realidad, en todas y cadauna de las manifestaciones de la vida. Desde siempre, adem%s. Recuerdo haber ledo al paleontlogo

    ;es!s 6ltuna que en las cuevas utili)adas por los seres humanos del #eoltico, incluso en las que se

    encuentran bastante alejadas del mar, aparecen conchas de #assa reticulata, un molusco que carece

    de sustancia alimenticia pero que, por sus colores y por su tama/o, resulta apropiada para los objetos

    de adorno. s decir, que aquellos seres humanos de hace die) mil o m%s a/os pasaban muchas

    fatigas, no para alimentarse 2lo m%s necesario2 sino para embellecerse 2algo innecesario& se puede

    vivir sin collares2. 7o mismo puede deducirse, por otra parte, de la lectura de los libros de historia

    econmica, donde se nos informa del impulso que dio a uropa el comercio con las =ndias orientales y

    occidentales, basado sobre todo en la demanda de materias banales como la seda o las especies.

    *ero, en realidad, no hacen falta ejemplos. n los actos de nuestra hay siempre una tensin, positiva si

    no llega a etremos quijotescos, que nos aleja de lo pragm%tico, de lo necesario.

    *odemos preguntarnos ahora qu( pretende, qu( busca la mirada po(tica, cu%l es el objetivo de esa

    otra mirada, lo mismo en los tetos que en el plano real. 7o que no sirve para informar, ni para hacer

    por la vida, @para qu( sirveA -onviene, qui)%s, antes de responder a la cuestin, recordar otro de los

    epitafios del monasterio de 3/a, recogido, como los ya citados, por ;uan 1enet. Dice&

    .o est aqu el falaz y so%er%io 'lises

    Sino los dos "scipiones$ dos rayos de la guerra

    Gonzalo /uatromanus y .uo/ue estn en el alto cielo y a los que mat la diestra del moro!

    -reo que resulta claro& la mirada po(tica saca los hechos y los nombres de la crnica y los lleva a otro

    lugar, a otro conteto' un conteto donde reina un valor superior. sto es lo decisivo& el valor. #u/o y

    0on)alo Quatromanus seran, probablemente, dos miembros de la baja noble)a, nacidos en alg!n

    peque/o pueblo, con familiares que atenderan a los nombres de 8ara, *edro, 8artn y otros

    parecidos, y seran, adem%s, guerreros de oficio. 7a mirada po(tica desde/a estos datos y sit!a a

    ambos donde los scipiones, donde :lises 2que, adem%s, en el epitafio, queda por debajo de ellos2.

    Recu(rdese que lo mismo haba hecho el autor de las estancias al hablar de 0me) y afirmar que

    haba defendido las costas espa/olas "como $(ctor las de =lin". *ara m%s valor, estos epitafios

    po(ticos se valen del alto estilo, de una retrica equivalente a los armi/os y a los buenos pa/os de los

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    trajes de la noble)a, y 0on)alo y #u/o son calificados de "rayos de la guerra". Repito lo dicho& la

    mirada po(tica traslada los hechos y los sujetos a una )ona de valor.

    *i(nsese que, seg!n los estudiosos, 4irgilio escribi la neida con el encargo de emparentar Roma

    con 5roya y de dotar al emperador 6ugusto de una genealoga hom(rica, y que id(ntica voluntad

    encomi%stica tuvieron los ciento y un poetas que, como nuestro 7arramendi, escribieron sonetos en

    honor de reyes y prncipes. 9 lo que vale para el pasado vale tambi(n para nuestro presente. #adie

    renuncia a estar m%s arriba, a tener m%s valor que el que ya tiene, y agradece la mirada po(tica 2y los

    poemas, tetos, cuadros o vdeos consiguientes2 que llevan a cabo la operacin que antes, al hablar

    de la rama de pino de los mineros de al)burgo, he calificado de geolgica, pero que ahora, con una

    met%fora m%s cl%sica, prefiero eplicar en t(rminos de ascensin& ascensin de un crculo a otro que

    se tiene por superior, por m%s luminoso.

    De todos modos 2es importante precisarlo2 la mirada po(tica no siempre da lugar a un discurso que

    lleva hechos y personas a una )ona de valor superior. 6 veces ocurre lo contrario. 7a poesa no

    siempre es embellecedora o encomi%stica. 6 veces, act!a a la contra 2sin dejar de ser poesa2.

    Recu(rdese aquel pitafio a una due/a que se atribuye a Quevedo y que dice&

    Aqu descansa en eternal modorra

    *umplido de su vida el postrer plazo$

    0a astuta cazadora cuyo lazo

    1ams pudo evitar #umana zorra!

    uri de un fuerte golpe que en la morra

    0e dio furioso un atrevido a%razo$

    /ue era justo muriese de un porrazo

    /ui&n vivi de dar gusto a la porra!

    Debo pasar ahora a un terreno m%s personal, pues necesito un ejemplo para acercar las cuestiones

    que vengo tratando 2la mirada po(tica en relacin con el valor2 a nuestro mundo, a este pas en que

    estamos. e trata de una eperiencia que viv cuando vine de mi pueblo natal con el objeto de reali)ar

    mis estudios de bachillerato en un colegio de esta ciudad.

    8e encontr(, al poco de llegar, en un crculo desconocido. ra uno de los inferiores, qui)%s el tercero o

    cuarto de la escala, resultado de una mirada negativa. :na cierta sibilancia al hablar 2))apato,

    rait)cuadrada 2, el hecho de provenir de un pueblo de la provincia y de hablar la lengua vasca

    o eusBera, me llev enseguida 2como un asteroide a la rbita de un planeta2a aquel crculo.

    1revemente descrito, era el del estereotipo que habitualmente se aplica a los campesinos.

    -omo bien se sabe, el campesino ha sido desde hace siglos la contrafigura del habitante de ciudad'

    del habitante de clase media o alta, sobre todo, de los mismos que ahora, con lenguaje m%s popular,

    dicen de s mismos que son "urbanitas". n su condicin de contrafigura, el campesino lleva todas las

    de perder, y nada tiene de etra/o que muchas de las voces que figuran en el "=nventario 0eneral de

    insultos" y en otros diccionarios de maldecir encuentren en (l asiento& desde las m%s generales 2

    "pueblerino", "cerril", "palurdo","paleto" 2hasta las particulares de cada lugar& "jebo", "borono", cashero"

    y dem%s.

    #o me di cuenta entonces, pero supe luego, por verlo reflejado en todas partes, que esa identificacin

    de lo vasco con lo campesino estaba etraordinariamente difundida y que reverdeca, en su vertiente

    m%s agresiva, cada ve) que en nuestra sociedad se agudi)aba un conflicto. jemplos de ello habra

    mil, pero valdr% qui)%s con uno de ellos, particularmente directo& un poema titulado "pstola a los

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    vascones", de autor famoso, publicado no hace muchos a/os. 9o lo le por primera ve) en una revista

    oficial destinada a los estudiantes etranjeros de espa/ol.

    l autor del poema epresa su punto de vista convirtiendo en personaje a 3ihenart, un escritor vasco

    del siglo siglo

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    6ara vencer la fiera contumacia

    *on que #a%&is resistido

    A todo sa%io que en el mundo #a sido2!

    6hora puedo repetirlo con m%s tranquilidad& hay una mirada, una concepcin, que caracteri)a a todo lo

    vasco seg!n el modelo del estereotipo de campesino, situ%ndolo en un crculo inferior y convirti(ndoloen contrafigura de la ecelencia de otros grupos o sectores de la sociedad. i se epresara en prosa,

    dara lugar a una especie de -uento 0eneral, un cuento que empe)ara as&

    2+ay una gente que proviene del monte$ de las aldeas y los caseros$ y que es cerrada y retrgrada$ y

    adems primitiva$ racista$ carlista$ nacionalista$ a veces terrorista$ y siempre de poca cultura$ grafa$

    provinciana y pue%lerina; una gente que es lo contrario de lo que somos nosotros$ li%erales$ cultos$

    sofisticados$ cosmopolitas$ demcratas de toda la vida$ progresistas como el que ms$ etc! etc! etc!2

    -on todo y con eso, no debe colegirse de lo anterior, como qui)%s yo mismo he dado a entender al

    citar tetos tan agresivos como el poema o el cuento, que el impulso primero de esa mirada que sit!a

    lo vasco 2la lengua de las )etas sibilantes, por ejemplo2en un crculo bajo, haya sido, o deba ser,

    for)osamente, mal(volo, el de alguien que siente antipata por los vascos, por las personas concretas

    de este pas. *or el contrario, el impulso ha sido a veces bienintencionado.

    l escritor 6ingeru pal)a escriba hace algunos meses un artculo en el que daba cuenta de sus

    sorpresa al anali)ar la obra de 1ertrand 1arer( y $enri 0regoire, dos de los diputados que, en la

    Crancia del

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    qui)%s m%s cierto decir que han sido universales. *i(nsese por ejemplo en -astilla y en ;ulio enador.

    scribi ;ulio enador, empe/ado en la moderni)acin de -astilla 2 con proyectos como el de repoblar

    la meseta con %rboles tal como lo haban hecho los franceses en la 7andas2 que la gran enfermedad

    que pona en peligro a los castellanos no era el paludismo, sino "el palurdismo".

    Resumo& esa mirada menospreciadora estuvo a veces inspirada en una genuina voluntad de

    moderni)acin, de avance hacia la libertad' pero en su versin agresiva 2que, desde luego, no se ha

    limitado a poemas y que, en los !ltimos veinte a/os ha cobrado nueva fuer)a2 muestra su verdad

    !ltima& no hay mayor anhelo de libertad o de progresismo. $ay, m%s bien, clasismo' un clasismo de la

    misma estirpe que la de los se/oritos que miraban mal al campesino y lo convertan en su contrafigura.

    e dir%, con toda ra)n, que este clasismo, esta antipata bastarda hacia lo vasco, no es visible en los

    jardines de la -orte ni en los pasillos de los edificios de gobierno, y que tampoco aparece en los

    programas de los partidos polticos estatalistas' que a ning!n gobernante actual se le ha pasado por la

    cabe)a prohibir la lengua vasca 2 por ejemplo en los epitafios de las tumbas, tal como ocurri durante

    parte de la dictadura2' se dir% eso, repito, con toda ra)n. *orque es verdad. *ero es innegable que

    esa mirada negativa, esa antipata, ese clasismo forma parte del conglomerado de ideas, creencias y

    sentimientos, de una parte de la sociedad' no del de todos los que votan a partidos estalistas, pero s

    del de algunos, del de bastantes. 9 no como un elemento m%s, sino de forma m%s radical' como el

    nutriente en la fruta.

    4uelvo ahora al colegio, y sigo con la confidencia. *ues result que la sibilancia 2))apato,

    rait)cuadrada2, el hecho de haber nacido en un pueblo guipu)coano y hablar la lengua vasca o

    eusBera, me otorg, cara a una minora de personas, un gran valor. ista, al parecer, una mirada,

    una poesa, que tena en gran consideracin a los que eran como yo, situ%ndolos en uno de los

    crculos superiores. 7o paradjico era que la causa de esta ascensin era la misma que los detractores

    haban aducido para el descenso& la identificacin de lo vasco 2 la cualidad que nosotros port%bamos2

    con lo campesino. :n campesino visto ahora a trav(s del estereotipo virgiliano 2como parte de la

    "sencilla gente del campo"2 y qui)%s tambi(n de la del "buen salvaje" de Rousseau.

    sta nueva consideracin tuvo en ocasiones un lado chusco, pues se daba el caso de que durante las

    clases de gimnasia los de la )eta sibilante fu(ramos llamados a demostrar a los decadentes

    muchachos de ciudad las ventajas de llevar una vida sana, es decir, de campo, haciendo cuarenta

    fleiones seguidas, e incluso 2en das de gran fervor2sesenta o setenta' algo que me haca padecer

    bastante, porque yo no era del mismo2mismo campo. *ero, en general, como no poda ser de otra

    manera, la ascensin fue agradable y, desde el punto de vista personal, positiva. :no de las motivos

    de que no abandonara mi lengua materna y de que, al contrario, empe)ara a escribir en ella, tiene quever con aquellas personas y aquella (poca& un sacerdote apellidado 1ereciartua me empuj a ello.

    6quella mirada, la identificacin ascensional de lo vasco con lo campesino, era entonces, a/os

    sesenta, a/os de dictadura, poco visible, pero ya haba sido asumida por algunos sectores din%micos

    de la sociedad, y principalmente por los jvenes. n realidad, ya se haba transformado, ya haba

    creado una nueva poesa que poco tena que ver 2como s 3rie y su poema de los a/os treinta

    "usBaldunaB"2 con las miradas virgilianas o roussonianas. ra una mirada moderna, neo2rom%ntica,

    influida por filsofos como $eidegger y, sobre todo, por la vanguardia artstica. l nuevo poeta,

    prof(tico, era 3tei)a. l libro& "Quosque tandemA".

    "l vasco 2afirma 3tei)a en el libro2 es un estilo, todo lo que hace responde a un personal estilo".

    9 a/ade luego, unas p%ginas m%s adelante&

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    2"stamos confundiendo lo que en los vascos es tradicin #istrica incompleta ( reciente)$ latina y

    occidental$ con lo que es tradicin pre#istrica entera y original! Si afirmamos que ,gnacio de 0oyola no

    es un santo vasco$ es porque su forma de santidad es latina$ y no es vasca como en Garicots2!

    l estilo vasco viene, en la poesa de 3tei)a, de una primera alma, formada en el neoltico, un alma

    que ha sobrevivido con dificultad pero que a!n es visible 2para el que la busca2 en el bertsolari, en laforma del frontn, en la forma de bailar de los ni/os vascos, en el ritmo de la talaparta& en todo lo que

    lo que los antroplogos como 6ran)adi y 1arandiaran han descrito' aunque entendi(ndolo de otra

    manera.

    $ay un pasaje que ilustra esta forma 2insisto& po(tica2 de ver la realidad, precisamente cuando

    compara a =gnacio de 7oyola y a 0aricoits e interpreta una pasaje de la biografa de este !ltimo santo&

    20e presentan 8cuenta :teiza de Garitasis por algunos de sus %igrafos) el contra&>tasis de 6ascal$ para nosotros la

    suspensin espiritual propia del vasco en su cromlec# religioso2!

    3tei)a era un gran poeta. s tal la fuer)a de su concepcin que lo mismo ilumina el nimio pasaje

    biogr%fico de un santo que un aforismo de 4al(ry o la posible relacin etimolgica entre las

    palabrasuts, que en lengua vasca significa al mismo tiempo "vaco" y "puro", y la palabra urt)i, que

    significa "firmamento". sta concepcin es adem%s indiscutible, y quienes la tienen por ecesivamente

    metafsica olvidan que otros poetas, as *essoa, as tambi(n 9eats, cimentaron su obra a partir de la

    teosofa, y que, en materia de arte o de poesa, lo que nos importa es, precisamente, el resultado, la

    obra& el poema, el cuadro, la escultura, la pie)a musical.

    in embargo, esta concepcin que en el %mbito artstico es indiscutible resulta en otros, y

    concretamente en el de la poltica 2cuando se ampla el campo y ya no estamos pensando en personas

    o en esculturas, sino en sociedades enteras2 todo lo contrario. #o slo discutible, sino inaceptable.

    s inaceptable porque no hay esencia que valga, ni algo que podamos llamar "alma del pueblo". n

    realidad, no es difcil desentra/ar la operacin po(tica que est% en el origen de esas ideas, lo mismoen 3tei)a que en los rom%nticos. n primer lugar, se singulari)a, se entroni)a un momento concreto de

    la historia, un momento del pasado, y se dice "esto es lo que vale", "en este momento nos hicimos

    vascos los vascos", "ah qued constituido nuestro ser". n segundo lugar, se singulari)a, se entroni)a,

    al menos simblicamente, una parte de la sociedad, justamente aquella que al parecer mejor conserva

    los rasgos esenciales, mejor "porta" la esencia. 8e refiero, cmo no, a los campesinos. 6 los

    campesinos que, entre otras cosas, poseen la lengua' la lengua que otros, suele decirse, "han

    perdido".

    Dicho de otro modo, en la concepcin otei)iana y en la rom%ntica, se plantea la polaridad entre esencia

    e historia, con clara preferencia hacia la primera. s la parte de la esencia lo que inclina la balan)a. Deese modo, aquellos que creen en la posibilidad de una esencia colectiva y en que puede eistir "lo

    vasco" independientemente de lo que hayan hecho o les haya ocurrido a los propios vascos durante

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    veinte o treinta siglos de historia, pueden afirmar tranquilamente que "la civili)acin latina fue aqu una

    civili)acin de paso", o pueden interpretar la historia en t(rminos de "p(rdida", "decadencia"

    "alejamiento de la esencia, del propio ser, el ser verdadero que a!n podemos encontrar en los

    campesinos".

    =deas as suelen llevar posturas polticas autoritarias. 1asta con que alguien se constituya en defensor

    de esa supuesta esencia 2haciendo suya la interpretacin otei)iana de lo campesino, por ejemplo2 y

    supedite a ese fin toda su accin poltica. *ero hay una contradiccin en los t(rminos& no puede

    hacerse poltica en torno a un elemento inefable. n todo caso, puede hacerse religin. *i(nsese en

    las sectas& su ideario suele consistir en una suma de esos elementos inefables, energas, magias,

    auras y dem%s.

    $e afirmado antes que el impulso de la mirada que situaba lo vasco en un crculo bajo, no tena por

    qu( ser mal(volo y que, en tiempos democr%ticos, jam%s lleg la antipata o el clasismo a los

    programas de los partidos polticos. 6hora debo decir lo mismo de los de la otra orilla, que la

    concepcin otei)iana o la rom%ntica tampoco est% presente en los programas del nacionalismo vasco,

    que ninguno de los polticos de esa orilla ha epresado jam%s la intencin de negarle el voto a un

    =gnacio de 7oyola actual a causa de su alma latina.

    3curre, sin embargo, que esas concepciones, que medraron en (pocas difciles y de gran confusin

    2concretamente durante la dictadura, cuando no se saba muy bien cmo contrarrestar la agresin

    contra lo vasco, sobre la lengua de las )etas sibilantes y dem%s2 no acaban de desaparecer y parecen

    seguir siendo uno de los nutrientes ideolgicos de la sociedad vasca, de aquella parte de la sociedad

    que simpati)a con lo vasco y que, probablemente, da el voto a los polticos nacionalistas.

    -uriosamente, esto ha sido m%s visible en la actuacin de algunas organi)aciones de ndole cultural,

    como la de aquella que, no queriendo aceptar al castellano como una de las lenguas del pas, borraba

    los carteles donde por ejemplo pona "alvatierra" y dejaba slo la denominacin en lengua vasca,

    "6gurain". l ra)onamiento de dicha organi)acin pasaba, con la nitide) y la simple)a de un ejemplo,

    por el esencialismo& "n la esencia 2pensaba esta organi)acin2 no haba m%s que una lengua, el

    eusBera, ergo todo lo que no sea eusBera es circunstancial, reciente y destructor de esa esencia". 6

    estas alturas, insisto, esa forma de pensar es inaceptable.

    Resulta paradjico& la mirada creadora, inventora, po(tica que lleva a los vascos a un crculo superior,

    a una )ona de alto valor, reali)a la misma operacin que quienes, con mirada id(ntica, aunque de

    sentido contrario, los llevan a un crculo inferior. n ambos casos hay una identificacin de lo vasco

    con lo campesino.

    6mbas concepciones giran en torno al mismo eje. 6mbas concepciones 2ya es hora de decirlo 2est%n

    vacas de sentido, y, como ocurre con los asteroides que giran en el espacio, es la inercia lo que les

    mantiene en movimiento. 6 veces, como tambi(n ocurre con los asteroides, esas concepciones chocan

    violentamente, y parecen vivas por las chispas que, en forma de manifestaciones, discursos,

    discusiones y dem%s, lan)an sobre la sociedad. *ero es la inercia y es el choque, no es la fuer)a de

    las ideas. 7as ideas est%n muertas. 1asta pensar un segundo en la sociedad vasca que nos rodea. s

    una sociedad de gran diversidad, etraordinariamente plural y "lo vasco", lo que ambas concepciones

    nombran como tal, todo lo que tiene que ver con la lengua y la cultura vascas, est% en todas partes.

    7lego ya al final. spero que, como dice la frmula 2gai)Bi esanaB barBatu2 se me disculpe lo que no

    haya sido bien dicho, y que, asimismo, se me disculpe el tono de moraleja de las !ltimas palabras del

    discurso.

  • 7/23/2019 Otra Mirada. Bernardo Atxaga

    10/10

    #ecesitamos otra ascensin, salir de estos dos crculos que todava hoy condicionan en eceso la vida

    de las personas de este pas. -reo que ello se producir% cuando, precisamente, miremos a la nueva

    realidad vasca con otra mirada, capa) de crear, de inventar, una utopa' no una utopa heroica 2ya

    hemos tenido bastantes2, sino una utopa que tenga por objeto, por sue/o, la mejor convivencia de

    todos cuantos vivimos aqu. 9o he llamado a esa utopa usBal $iria. 3tros le pondr%n, qui)%s, otro

    nombre.

    #o ser% cosa de hoy, ni de ma/ana' pero ese momento utpico llegar%. *ero, para que llegue, hay que

    lan)ar ideas, y lan)arlas, como la rama de pino de al)burgo, a la profundidad de alguna mina, a ver si

    all se transforma y podemos sacarla luego recubierta de cristales, brillante y reluciente.

    1ernardo 6taga